Mú: (Khui) (Pan)

Mú:    (Khui) (Pan)           

   
    El coronel del ejército británico James Churchward, teósofo e investigador condiscípulo de madame Blavatsky, fue el descubridor y defensor de las evidencias  que configuran la teoría esotérica moderna de la existencia del continente de Mú.
James Churchward, a la sazón coronel británico destinado en la India Colonial de finales del siglo XIX, realizó un sinfín de viajes e investigaciones por toda la India, Siberia y Mongolia en busca de las evidencias arqueológicas del sumergido continente de Mú. Churchward narra en sus libros, como un ‘rishi’ en la India, le mostró unas tablillas antiquísimas guardadas en las cámaras secretas de un arcano templo hindú, las cuales estaban grabadas en un lenguaje ideográfico extraño que, según le contaron los sacerdotes del templo, formaban una pequeñísima porción de los tesoros rescatados por los Naacals antes del cataclismo que sumergió las siete ciudades sagradas que existieron en el continente de Mú.
   
    Churchward nos cuenta una emotiva narración tomada de John Ballo en su obra Oahspe, en la que nos cuenta las últimas horas del continente de Mú, también llamado Pan, o la tierra de Khui:
<< Y la Tierra dio bandazos como una nave en el mar y cayendo lluvias torrenciales; ruidosos estampidos provinieron de debajo del piso del mundo. Y en el vértice de la Tierra se cerró el extremo, y de ahí, ¡la Tierra estaba rota! Un enorme continente quedaba desprendido de su sujeción, y los fuegos de la Tierra surgieron llameantes y envueltos en densas nubes y con retumbantes rugidos, y el suelo dio bandazos de un lado a otro como una nave en un mar enfurecido, y de nuevo el vértice de la Tierra se desquició por todas partes, y por la presión el suelo se sumió bajo las aguas, para no levantarse ya jamás.  [James Churchward; El continente perdido de Mú] >>

    Según nos cuenta la doctrina esotérica, Este segundo diluvio, acabó con las últimas grandes civilizaciones situadas en las penínsulas de Ruta y Daitya, del continente Atlante, como consecuencia de las guerras devastadoras con los habitantes del continente de Mú, dejando únicamente un remanente organizado de la cultura Atlante en la isla de Poseidonis, la cual sería destruida muchos miles de años después como consecuencia de las acciones geológicas que habían fragmentado los últimos restos del gigantesco continente Atlante de Kusha, y desecho el continente de Mú.
Podemos encontrar estas tradiciones ocultistas narradas en L’Histoire des Vierges: les Peuples et les Continents Disparus, la obra de Louis Jacolliot, en la que se nos cuenta esta inusitada historia:
<< Una de las leyendas más antiguas de la India, conservada en los templos por tradición oral y escrita, refiere que hace varios cientos de miles de años existía en el Océano Pacifico un inmenso continente, que fue destruido por convulsiones geológicas, y cuyos fragmentos pueden encontrarse en Madagascar, Ceilán, Sumatra, Java, Borneo y las islas principales de la Polinesia. Las altas mesetas del Indostán y Asia, según esta hipótesis, sólo habrían sido, en aquellas lejanas épocas, grandes islas contiguas al continente central... Según los brahmanes, este país había alcanzado una elevada civilización, y la península del Indostán, agrandada por el desplazamiento de las aguas, en tiempo del gran cataclismo, no ha hecho más que continuar la cadena de las tradiciones primitivas nacidas en aquel sitio. Estas tradiciones dan el nombre de Rutas a los pueblos que habitaban este inmenso continente equinoccial, y de su lenguaje Sánscrito. La tradición indo-helénica, preservada por la población más inteligente que emigró de las llanuras de la India, refiere también la existencia de un continente y de un pueblo, a los que da los nombres de Atlántida y Atlantes, y que sitúa en el Atlántico, en la parte Norte de los Trópicos.     Aparte de este hecho, la suposición de un antiguo continente en aquellas latitudes, cuyos vestigios pueden encontrarse en las islas volcánicas y la superficie montañosa de las Azores, las Canarias y las islas de Cabo Verde, no está desprovista de probabilidad geográfica. Los griegos, que por otra parte nunca se atrevieron a pasar más allá de las Columnas de Hércules, por causa de su temor al Océano misterioso, aparecieron demasiado tarde en la antigüedad, para que las historias conservadas por Platón puedan ser más que un eco de la leyenda india. Además, cuando arrojamos una mirada sobre un planisferio, a la vista de las islas e islotes esparcidos desde el Archipiélago Malayo a la Polinesia, desde el Estrecho de Sonda a la Isla de Pascua, es imposible, partiendo de la hipótesis de que hubo continentes que precedieron a los que habitamos, dejar de colocar allí el más importante de todos,     Una creencia religiosa, común a Malaca y Polinesia, esto es, a los dos extremos opuestos del mundo de la Oceanía, afirma "que todas estas islas formaron una vez dos países inmensos, habitados por hombres amarillos y negros, que siempre estaban en guerra, y que los dioses, cansados de sus querellas, encargaron al Océano que los pacificara, y éste se tragó los dos continentes, y desde entonces ha sido imposible conseguir que devuelva a sus cautivos. Sólo las crestas de las montañas y las mesetas elevadas escaparon a la inundación, por el poder de los dioses, que percibieron demasiado tarde el error que habían cometido".     Sea lo que quiera lo que haya en estas tradiciones, y cualquiera que haya sido el sitio donde se desarrolló una civilización más antigua que la de Roma, de Grecia, de Egipto y de la India, lo cierto es que esta civilización existió, e importa mucho a la ciencia el volver a encontrar sus huellas, por más débiles y fugitivas que sean. [Louis Jacolliot; L'Histoire des Vierges: les Peuples et les Continents Disparus] >>

(-ThenarD-)