La crianza del niño en la cosmovisión Nahua

De: Alias de MSNThe_dark_crow_v301  (Mensaje original) Enviado: 30/06/2006 19:40

La crianza del niño en la cosmovisión Nahua
Araceli Colin

La crianza es un hecho social. Como tal es resultado de un proceso alculturación de un grupo humano determinado. La crianza se traduce en hábitos, creencias y formas de educar a un niño o niña desde que nace o aún desde que está por nacer. ¿Quién dicta como criar a un niño? La tradición, una tradición que se trasmite vía oral, o ritual. A la red significante de una cultura también se le llama cosmovisión. López Austin la entiende como el conjunto estructurado de los diversos sistemas ideológicos con los que un grupo social, en un momento histórico, pretende aprehender el universo. La cosmovisión es un macrosistema que engloba a todos los demás sistemas, los ordena y los ubica.’

Hoy nos referiremos a la cosmovisión nahua que tiene coordenadas semióticas muy semejantes2 con otros grupos mesoamericanos. Esas coordenadas, sobre las que se tejió, la cosmovisión de los nahuas, las heredamos y, no obstante la conquista y la imposición de otra cultura, es posible advertir cómo han sobrevivido. Ese lecho mítico englobó y reconceptualizó la nueva cultura española y produjo la cultura novohispana que tampoco es monolítica pues según la zona presenta diversos grados de influencia étnica. Evidentemente las mezclas son de diverso orden según la naturaleza de los grupos, esto está en función de las clases sociales, de las actividades que cada grupo realiza, de las distintas formas de mestizaje, etc.

Para reconstruir la cosmovisión nahua han sido necesarios muchos años. Esta no está compendiada en ninguna parte. Es fruto del trabajo historiográfico, arqueológico y etnográfico de numerosos investigadores, nacionales y extranjeros, comprende los documentos antiguos así como las formas de vida de grupos contemporáneos de tradición indígena. Como bien dice López Austin, ningún miembro de una cultura tiene claros todos los mitos y todas las razones de sus creencias en una visión ordenada y coherente. “Sin embargo, existe como una unidad cultural producida principalmente a partir de la lógica de la comunicación, y gracias a esta lógica alcanza altos niveles de congruencia y racionalidad, independiente de que en su producción los hacedores de ella no posean conciencia de su participación creativa”.3

Un mito alrededor del cual se organiza una taxonomía básica es el mito de cípactlí. En el origen existía un peje, que es como un caimán monstruoso y caótico pues tenía los dos sexos y se llamaba cipactlí, en algunos mitos el nombre cambia, unos decían que tenía figura de hombre otros decían que era mujer. Los dioses decidieron partirla en dos. Tezcatlipoca entró por la boca de Cipactlí y Ehécatl por el ombligo. Ambos dioses se juntaron en el corazón de la diosa que es el centro de la tierra y habiéndose juntado formaron el cielo.4 Luego bajaron del cielo a la diosa, que estaba llena de agua por todas las coyunturas de ojos y bocas, mordía como bestia salvaje. Luego vieron que era necesario hacer la tierra.

Se transformaron estos dos dioses, Tezcatlipoca y Ehécatl, en serpientes; uno asió a la diosa de la mano derecha hasta el pie izquierdo y el otro de la mano izquierda al pie derecho, la apretaron tanto que la cortaron en dos, de una mitad salió el cielo y de la otra la tierra. Subieron el cielo para que nunca más se juntara con la tierra. Para compensar a la diosa del daño que los dioses le habían hecho, todos los dioses descendieron a consolarla y ordenaron que de ella saliese todo el fruto necesario para la vida del hombre. Hicieron de sus cabellos árboles, flores y yerbas, de su piel, la yerba muy menuda y florecillas, de los ojos hicieron pozos y fuentes pequeñas cuevas, de la boca, ríos y cavernas grandes, de la nariz, valles y montañas. Esta diosa lloraba algunas veces por la noche, deseando comer corazones de hombres y no quería callar ni dar frutos si no era regada con sangre de hombres.5 De este mito, entre otros, surge la justificación del sacrificio.

Para sostener el cielo arriba, pusieron cuatro postes o árboles cósmicos. Los dioses crearon cuatro hombres, con éstos hombres, los dioses Tezcatlipoca y Ehécatl se hicieron árboles grandes.6

Al partir a la diosa cipactli quedó separada la parte masculina de la femenina y nunca más debía volverse a juntar. El connubio era la violación de la separación original. Una vez separados cielo y tierra el tiempo no transcurría, era un eterno presente. Los postes o troncos se constituyeron en los caminos de los dioses, por su tronco hueco correrían y se encontrarían las esencias divinas opuestas que eran los flujos de las dos mitades del cuerpo del monstruo. El «pecado», o sea la unión de los dioses de cielo y tierra, fue lo que produjo el decurso del tiempo.

Según Broda7 la cueva constituye el axís mundí y según Ma. Elena Aramoni,8 Tláloc es el gran mediador entre las dos partes del cuerpo separadas del mito de Cípactli, cielo y tierra. Por la formación volcánica del país hay abundancia de cuevas. Se pensaban que era el lugar de comunicación entre el inframundo y los muertos, el nivel terrestre y por consiguiente el celeste. Se pensaba que la cueva era un repositorio de agua y de víveres y era el paraíso de Tláloc dios de la lluvia y de los muertos por agua, y receptor de ofrendas sacrificiales de infantes para proveer lluvia. Esta idea de la cueva está en estrecha relación con el útero materno y el líquido amniótico.

El vientre como fuente de víveres proviene de la idea real de que la madre proporciona al niño alimento y líquido para su bienestar. La tierra en numerosas culturas, y la mexica no es excepción, es considerada como representación de lo femenino y más especificamente de la madre. La cueva como la madre tiene el doble sentido de bienhechora y persecutoria. En tanto la cueva es un punto de comunicación con los muertos, con lo putrefacto y lo enigmático es fuente de angustia. Existen numerosos mitos persecutorios sobre las cuevas, sobre todo para quienes quieren llevarse sus tesoros escondidos. Y existen también creencias de carácter persecutorio, asociadas con la madre, bajo la representación de la bruja.

Pasaré ahora a hablarles de algunas creencias que los antiguos nahuas tenían sobre los niños y particularmente de aquellas que influían en la crianza. La fuente de estas creencias es de Bernardino de Sahagún, quien recogió lo que los ancianos le contaron, pero también de muchos otros etnólogos que han trabajado con comunidades nahuas y pueden constatar la estrecha cercanía con dichas descripciones y su impresionante vigencia.

El término crianza.

El término crianza se aplica tanto a los seres humanos como a los animales. Implica la procreación, el parto, el puerperio y la lactancia. En los animales se considera que la crianza termina cuando la lactancia ha cesado y el cachorro es independiente de la madre. Si se trata de la cría de animales domésticos, el término “crianza” implica también la “engorda” del animal antes de ser sacrificado para fines comerciales. Pero en el ser humano la terminación de la crianza no es de orden biológico, no es tan simple, es variable, depende de cada grupo cultural y del empleo que den al término. Crianza es un término en creciente desuso en las instituciones de salud. La palabra proviene del latín creare, crear, engendrar.9 Otra de sus acepciones se relaciona con la lactancia, el cuidado, la educación y más precisamente con la urbanidad,10 de donde viene el término “malcriado”. No conozco el término que utilizaban los mexicas como sinónimo de crianza, ni hasta dónde estaba temporalmente el límite o fin de la misma. “Criado”, sería por derivación lingüística, el objeto de la crianza. Pero es interesante destacar que el término “criado” proviene de la Edad Media. Tiene históricamente un sentido político, pues “criado” era el esclavo nacido en la casa de su señor, de su amo. Más adelante se aplicó el término al negro nacido en las colonias y al indio esclavo del español. Aún hoy en México se le dice “criada” a la empleada doméstica. La palabra “criada” es una expresión frecuentemente pronunciada con desprecio, cargada de un racismo novohispano que aún heredamos y cuyo empleo es un ejercicio de poder que marca diferencias en el trato cotidiano.

En sentido estricto la crianza termina cuando un niño deja de ser un crío o una criatura, es decir al concluir la lactancia. Pero como una de las acepciones del término crianza, es educación y ésta no termina en la infancia, la discusión se desplaza a otras cuestiones que por ahora no abordaremos. Lo que interesaría analizar es la significación cultural del término en cada grupo.

Valoración de los niños.

Los niños en la tradición nahua eran altamente apreciados. Se les comparaba con una piedra preciosa o con una pluma rica. La pluma de las aves era un atributo que portaba la divinidad. Los niños no eran de sus padres, eran de los dioses. Su nacimiento era un don de los dioses que podría serles retirado.

En el Códice Mendocino, en el apartado de la Matrícula de Tributos11 podemos apreciar los dibujos de piedras, plumas y pieles que los pueblos tributaban. Los colores de las plumas según este códice eran: azules, bermejas, verdes, turquesadas, amarillas, y las piedras era turquesa y ámbar. El niño como piedra o pluma rica es un objeto de intercambio de los dioses con los hombres, un don. El niño era comparado con estos objetos, como algo que embellece, inviste de valor, pero también está implícito el sentido de tributo, de ofrenda de don.12

La pluma, la piel, el oro, la piedra, son adornos, objetos decorativos, pero también son el signo de una investidura. Un signo que inviste es un símbolo que representa un valor social. Es algo que se ofrece a la vista. Pero la relación con la piedra es porque representa al corazón. Es el florecimiento del teyolía en un nuevo ser.13 Pero también se pensaba que las piedras, las verdes, tenían la propiedad de atraer y exudar humedad, eran un símbolo de fertilidad.14

Los niños se asociaban con el agua y la agricultura por la creencia que tenían de que renacían, como renacen los frutos sembrados. Se concebía al niño como una planta y generación de los dioses.15

Los dioses de los niños.

La pareja de dioses creadores es Ometeotl y Ometecutli. Crean a los bebés en el noveno cielo. El dios poseedor de los niños es Tezcatlipoca. Una de sus tantas advocaciones es Pilhoacatzíntli. Es un padre reverenciado y temido.

Tezcatlípoca porta en su pie un atributo fálico, su espejo, justo aparece en lugar de lo que le falta: un pie. Digo fálico en sentido lacaniano,16 es decir, el falo es algo altamente valorado pero que puede faltar. El espejo representa el agua17 elemento vital cuya alternancia de presencia-ausencia podía angustiar a toda la comunidad, sea por su exceso sea por su falta. Elemento precioso sin el cual un pueblo agricultor no puede subsistir. Vida y muerte atributos del dios asociados al agua. El agua como metáfora de un pie; un pie es un sostén del cuerpo, como el agua es el sostén del cuerpo social.

Que no se vean en los espejos, es una creencia, relativamente reciente, referida por García Martinez, que habría que ver si es compartida por este grupo de Lomas de Casa Blanca con el que ustedes trabajarán. No sabemos de qué grupo es esta creencia ni de cuándo. Podríamos hacer conjeturas que se relacionan con el mal de ojo, cuando alguien es visto con un “ojo pesado” que le calienta la sangre a los niños.

Supongo que la actual creencia de no permitir que se vean en los espejos tiene relación con Tezcatlipoca y con el mal de ojo, pero es necesario investigar minuciosamente si esta suposición se confirma.

A Tezcatlipoca le pedían que velara por los niños de cuna, tanto por los que tenían padres como por los que eran huérfanos, ya que sus padres habían muerto a causa de la sequía. La sequía era concebida como una guerra que les hacía su dios18 una desgracia, un castigo por sus faltas.

¿Por ventura habéis determinado de desamparar del todo a vuestro pueblo y a vuestra gente? ¿Es verdad que habéis determinado que perezca totalmente y no haya más memoria de él en el mundo, y que el sitio donde están poblados sea una montaña de árboles, o un pedregal despoblado?… ¿Es posible que vuestra ira, y vuestro castigo, y la indignación de vuestro enojo es del todo implacable, y que ha de proceder hasta llegar al cabo de nuestra destrucción? … ya los niños chiquitos perecen de hambre, porque no hay quien les dé de comer ni de beber, ni quien los consuele ni regale, ni aun quien dé el pecho a los que aún mamaban; esto a la verdad acontece por sus padres y madres por haber muerto, y los dejaron huérfanos y desamparados, sin ningún abrigo; padecen por los pecados de sus padres.19

Antes de nacer.

¿Pero dónde estaban los niños antes de nacer? Estaban en el chichihualcuauhco o árbol nodriza a donde iban los niños de pecho que no habían ingerido aún ningún alimento proveniente de la tierra. Según Sahagún, en sus “Primeros Memoriales”20 ese lugar donde se encontraba dicho árbol se llamaba Xochatiapan. El árbol nodriza es un árbol del que penden como frutos mamas de las que fluye leche. Los niños rondan el árbol como aves mamando de la leche más dulce y en abundancia. Si el niño moría y era aún lactante volvía al árbol nodriza. La condición era que, además de ser lactante no hubiera probado alimento de la tierra.

La concepción.

Existen varios verbos nahuas que significan “concebir” o “preñar” unos aluden al asentamiento del bebé en el vientre materno y otros son interesantes por la concepción mítica que subyace a ellos, uno se refiere al enfermar (ocócox) y el otro a haberse dañado (itlacahui). El que se refiere a enfermar ha subsistido varios siglos, aún ahora muchas mujeres se refieren al embarazo como “estar enfermas”. En náhuatl la naturaleza de la enfermedad estaba asociada al desequilibrio de fuerzas, a la mujer en este estado se le consideraba, y aún se le considera, muy susceptible de ser afectada por fuerzas dañinas. Por ejemplo no debían ir a un funeral. Es como si sus defensas se encontraran menguadas. Haberse dañado es un verbo que está ligado a lo que se corrompió. Lo femenino estaba asociado a lo podrido. Lo que se pudre está asociado a lo oscuro frío y húmedo. Los cadáveres se pudren en la tierra. Pero de esa putrefacción nace la vida. Se creía que la concepción era resultado de un proceso de corrupción de la materia, en este caso, según L6pez Austin, del semen. La corrupción no tenía una connotación negativa.. “Es conveniente comparar esto con la creencia entre los nahuas que viven muy próximos a la capital mexicana: estiman que el semen se va acumulando en el interior de la mujer hasta ser suficiente para formar al niño; pero si no es suficiente se convierte en gusanos. De esto deducen también que si las mujeres casadas no van pasando de un estado de preñez a otro, su salud peligra por la corrupción que produce el semen del varón.”21

El embarazo.

La embarazada se encontraba en un estado que requería cuidados especiales sobre todo de tipo mágico. Debía evitar los eclipses de sol y luna de lo contrario el niño nacería con labio leporino.22 Para evitar daños colocaban en el seno de la mujer una navaja negra con ceniza del fogón si le era preciso salir de noche. Si había un temblor de tierra, rompían o tapaban las vasijas que ante ella estaban, para que no abortara. No debía ver el color rojo porque nacería el niño de lado. No debía ver a los ajusticiados o ahorcados pues provocaba que el niño naciera con el cordón enredado al cuello. No debía comer tamales que se hubieran pegado a la olla pues el niño se le pegaría en el vientre y el parto sería difícil. Si la preñada andaba de noche el niño seria muy llorón. La adivinación como medio de diagnóstico terapéutico se usaba para el embarazo, por medio de la ingestión de peyote, planta sagrada del dios supremo o bien por medio del ritual de adivinación con maíz. Ante los riesgos de aborto empleaban diversos remedios con base en el conocimiento de la herbolaria.

El parto.

Al parto se le llamaba la hora de la muerte. En una sociedad guerrera todos los procesos de vida-muerte eran leidos con la lógica guerrera. El parto no era la excepción. La partera ayudaba a la parturienta con gritos de guerra.23 A las mujeres que morían en el parto se les llamaban guerreras valientes que habían ofrecido su vida en sacrificio y se les deificaba, se les llamaba Cíhuateteo y por su muerte honrosa no iban al Mictlán, lugar de trabajos, sino que pasaban directamente a la Casa del Sol. El papel de las Cíhuateteo era acompañar diariamente al sol del cenit al ocaso. Cuando la madre lograba parir, se la consideraba vencedora en guerra. La diosa Cihuacoatl es el prototipo de las guerreras femeninas que procuraban hacer prisioneros. Las mujeres guerreras son una advocación de las diosas terrestres.24 Es la diosa que impone a las mujeres el tributo de muerte en el parto o las ayuda en el difícil momento.25 La pregunta que surge es ¿a quién venció? ¿Es su hijo su prisionero de guerra? Es un cautivo. Es interesante hacer notar que si un soldado tomaba a un cautivo, le tenía por hijo.26

Había en torno a la maternidad una dialéctica persecutoria al significar el parto como una batalla a muerte. Todas las cihuateteos retornaban “fantas-malmente” ciertos días, preestablecidos, como malos aires que podían dañar a los niños, por esa razón las madres escondían a sus hijos. Es como si se temiese la venganza de la guerrera muerta ya no sobre su hijo sino sobre otro niño.

En el momento del parto se encendía un fuego que debía durar cuatro días después del alumbramiento. Lavaban a la parturienta del pelo y el vientre, cuando la dilatación era mayor la llevaban al temazcal. Si se dificultaba el parto le daban a beber agua de un cocido de cola de tlacuache.27

Para expulsar la placenta se usaba beber leche de otra mujer mezclada con aceite, o los cabellos de la propia mujer en un jarro con algún líquido.28

El nacimiento.

Cuando un niño nacía se le anunciaba que podría ser guerrero o ser ofrecido en sacrificio, su posible muerte era requerida por las organizaciones de su cultura, el beneficio de su muerte se vertiría sobre la comunidad.29 El sacrificio estaba ligado con la agricultura. La relación entre muerte y vida era estrecha. La vida provenía de la muerte. El niño en su carácter de no realizado aún, podría engendrar una nueva forma de vida. El sacrificio era para atraer lluvias.

Las lágrimas del niño en el rito eran valiosas porque auguraban abundantes lluvias.

La partera cortaba el cordón umbilical con largos discursos. Si era varón decía “hijo mío muy amado… sábete y entiende que no es aquí tu casa donde has nacido, porque eres soldado y criado, eres ave que llaman quecholli… esta casa donde has nacido no es sino un nido… tu oficio es dar a beber al sol con sangre de los enemigos, y dar de comer a la tierra, que se llama Tlaltecuhtili, con los cuerpos de tus enemigos…” y si era mujer le decía: “habeis de estar dentro de casa como el corazón dentro del cuerpo… habeis de ser la ceniza con que se cubre el fuego del hogar». Después la partera lavaba al niño al mismo tiempo que dirigía palabras rituales a Chalchitlicue, diosa del agua. “Tened por bien, señora, que sea purificado y limpiado su corazón y su vida…lleve el agua toda la suciedad que en él está, porque esta criatura se deja en vuestras manos…”30

La relación del niño con su comunidad era muy estrecha: nacía para tener una función para su grupo. Su proyecto de vida no era de ninguna manera un asunto individualista. Cuando nacía se ofrecía una comida a los miembros del barrio. A esa comida se le denominaba ombligo. El “ombligo” es un símbolo. Un símbolo religioso siempre representa varias cosas a la vez, es polivalente.31 Es algo que une al niño con su comunidad. Los otros comen de él, es un símbolo de pertenencia y de unión. Luego que tomaban la comida salían huyendo con ella y gritándole al bebé que fuera al campo de batalla que ese era su oficio. Estos muchachos representaban a los hombres de guerra, porque robaban y arrebataban la comida.32

Hoy en día se practica colocar el cordón umbilical en un árbol que se encuentra cerca de Chalma, y en Malinalco se entierra la placenta cerca de casa. No se debe enterrar lejos porque si no cuando crezca hará llorar a la madre (se irá lejos).

El niño era creado por Ometecuhtli y Omecíhuatl, dioses creadores, en el noveno cielo.33 No se sabe cuando era creado y cuando re-creado, puesto que algunos renacían. Era concebido como una flor en hermosura y como espina de maguey en defensión de sus antepasados.34 Su vida podría tener el sentido de dar honor al linaje de sus antepasados. Por ello repetidamente decían que el niño era uña y cabello de sus antepasados. Quizás porque son partes del cuerpo que tardan mucho en destruirse. De los huesos florecen las generaciones como hemos dicho anteriormente.

El padre llamaba al tonalpouhqui o adivino, especialista en los libros sagrados y comenzaba a preguntar el momento exacto del nacimiento para saber cual signo del día le correspondía al niño. Si el niño nacía bajo buen signo se le imponía el nombre al día siguiente, si nacía en día nefasto, se esperaban para imponerle un nombre bajo el signo de uno de los cuatro días siguientes. El signo del día marcaba lo que ahora se llamaría temperamento, personalidad. Era algo que no se podía cambiar. Se leía el pronóstico astrológico del infante y las ofrendas que debía hacer a los dioses para evitar su enojo.

Después del baño se ofrecía al niño al sol y a la niña a Yoaltíciti, “la curandera nocturna” y se colocaba en la cuna. Esta diferencia está en relación con el sistema clasificatorio del cosmos. El sol, lo caliente, lo seco y el cielo son el ámbito masculino, la tierra, la noche, lo frío y lo húmedo son el ámbito femenino.

Se confeccionaban pequeños objetos simbólicos alusivos a su sexo, un escudo de guerrero o husos, lanzadera y cofrecito si era mujer. El rol de la mujer como tejedora era muy importante. El textil funcionaba como un objeto de trueque privilegiado entre otros. El tejido simbolizaba el tejido de la vida. Es en el seno materno donde “se fabrican” los tejidos corporales.

Si nacían gemelos se pensaba que podría morir en breve el padre o la madre, para evitarlo dice Bartolomé de las Casas, uno de ellos era sacrificado. Si esto no ocurría no dejaban de ser portadores de un cierto mal. Pues incluso los alimentos no se cocían si los gemelos habían pasado cerca de la olla o del fogón o el baño de vapor no calentaba, o no pintaba bien el color rojo cuando teñían. Es como si el mal que portaran estuviera relacionado con lo frío. Es posible que lo frío provenga del hecho de que el tonalli (fuerza que proviene del sol) tuvo que repartirse entre dos bebés. En el siglo XIX en Tlaxcala se pensaba que los gemelos tenían la facultad de curar mordeduras de serpientes o piquetes de animales ponzoñosos. Ello se debe a la relación etimológica de cuate que es cóhuatl que quiere decir culebra, porque dicen que la primera mujer que parió gemelos se llamaba Cóhuati.35

Se le sangraban los genitales al niño con púas de maguey como práctica religiosa. Práctica que era frecuente como especie de penitencia y ofrenda en otras ceremonias rituales entre los adultos.

El puerperio.

Para fortalecer a las parturientas, y procurar el retraimiento del útero, les administraban varios tipos de hierbas; sea por vía oral, como emplastos o por vía vaginal.

Los saludos al recién nacido.

El ceremonial de los saludos era muy largo. Según Sahagún duraba veinte días durante los cuales los ancianos daban largos discursos y las ancianas daban una y otra vez las gracias a los dioses. El niño y la familia eran visitados por miembros de la comunidad.

“Señores y señoras, los que aquí, estáis y tenéis por bien de tener cargo de nuestro nieto, que es nuestra piedra preciosa y nuestra pluma rica que ahora nuevamente ha llegado, y se ha manifestado, que es una piedra preciosa y un sartal de cuentas de oro, y es cabello y uña de sus antepasados…” …A vosotros se os da licencia para que le veáis y tengáis y gocéis de él, como de una fiesta y de una gran maravilla, que con lloros y suspiros desearon ver aquellos que pasaron de este mundo, y los llevó nuestro señor para sí, que ni le vieron, ni le gozaron, y es su cabello y es su uña de los dichos sus antecesores y ahora nosotros vemos, y en nuestra presencia nuestro señor hace la fiesta y el milagro que ellos desearon y no le vieron; vosotros gozáis de la piedra preciosa y de la pluma rica, que desearon los antiguos…36

Se entendía uña y cabello de los antepasados como expresión de un florecimiento de generaciones pasadas, abuelos y bisabuelos, reyes y señores.

… y ha llegado a este mundo su piedra preciosa y su pluma rica, que es planta y generación de nuestros señores, los reyes que pasaron y dejaron su generación como pedazos de sí mismos, que son sus cabellos y sus uñas; y es su sangre, y su imagen, ha brotado, ha florecido la fama y la gloria que ha de resucitar la memoria y la gloria de sus antepasados, abuelos y bisabuelos y les ha dado nuestro señor su imagen y su retrato.

Según Aguirre Beltrán en los tejidos del sujeto, la personalidad estaba siempre presente, aún después de muerto38 ¿cuál habrá sido la relación entre personalidad y linaje? De las partes del cuerpo humano viviente, las uñas son con frecuencia usadas como materia amatoria, así como los cabellos.39

En este negocio de saludar a los niños que están en la cuna, y a sus padres, no tienen medida, porque dura diez y veinte días el saludarlos.40

Pero los saludos no tenían un sentido triunfal. Hablaban de la alegría y la maravilla de la creación, pero también advertían sistemáticamente de no envanecerse con la posesión del niño, insistía la duda sobre su destino, sobre la voluntad de su dios sobre la vida del niño, sobre la posibilidad de que muriera prematuramente; saludo que hoy en día sería impensable para una madre que acaba de parir. Ese saludo se realizaba así por condiciones históricas y culturales. Históricas porque la mortalidad infantil era alta, y culturales porque sabían que la vida de los niños podía ser bruscamente interrumpida por el sacrificio si era necesario.

Si a la recién parida la visitaba alguna persona con niños les debían frotar a éstos las articulaciones de las piernas y las sienes con ceniza del fogón para que el recién nacido no quedara lisiado, o no le “crujieran los huesos cuando anduviese”41

La afición de los mexicas a la retórica tenía en los rituales la ocasión de desplegarse en pomposas e interminables disertaciones, agradecimientos y recordatorios de las funciones de cada uno. Hacían discurso los que saludaban a los que recibían el saludo.

La lactancia.

Según López Austin42 duraba cuatro años la lactancia, y según Noemí Quezada43 duraba dos. Para acrecentar la producción láctea de la madre se le daba achiote (achiotl) mezclado con corteza de cacao. El aguamiel bebido diariamente tenía el mismo efecto, también se usaba perejil, alfalfa, harina de haba y semillas de eneldo para los mismos fines. Para “purificar” la leche las mujeres tomaban hierbas. También se les daban hierbas a los bebés que vomitaban la leche. Para producir el descenso de la leche y ablandar el pecho se les daba yerbabuena con polenta. Para reducir la producción de leche cerca del destete se usaban almendras dulces y cera blanca.

Las entidades anímicas.

Entre los mexicas, del período anterior a la conquista, se consideraban tres entidades anímicas: el tonalli situada en la cabeza, el ihiyótl situada en el hígado y el teyolía, que hacía síntesis entre la racionalidad y las pasiones, situada en el corazón.

Con la llegada de los españoles era preciso producir una síntesis entre dos concepciones de entidad anímica. Para el cristianismo sólo hay una llamada “alma”; para los mexicas había tres de muy diferente naturaleza. La palabra “sombra” parece recoger atributos del alma y atributos de las entidades anímicas mexicas. La palabra «alma» del cristianismo no recoge los diversos sentidos y las diversas creencias y concepciones de enfermedad que proporcionaba la tripartición de lo anímico.

Tamoanchan y Tlalocan son dos lugares sagrados asociados con un cierto metabolismo cósmico de las entidades anímicas. Tamoanchan es lugar de creación, desde donde la pareja creadora Ometeotl y Ometcíhuatl envían el germen anímico del niño al vientre de la madre. Tlalocan en cambio es lugar de muerte. Sin embargo en algunas fuentes ambos lugares cósmicos se confunden. Esta confusión, según López Austin, obedece a la concepción del reciclamiento de las entidades anímícas. Si la vida proviene de la muerte. Los muertos van al Mictlán a limpiar la esencia del teyolía de las cargas para que pueda ser empleada para nuevos seres vivos, humanos, animales o vegetales. Esta limpieza de cargas es difícil, y dolorosa. 44

Alrededor del nacimiento existía una gran cantidad de rituales. Cuando nacían había que cuidar el tonalli de los niños, puesto que podía escapar de su cabeza ya que no estaban aún osificadas las fontanelas, y había una serie de prescripciones para los padres de un recién nacido.

El niño estaba provisto de la irradiación inicial de los nueve cielos superiores durante toda su vida intrauterino. Al independizarse de la madre, era necesario que su tonalli se incrementara. Ahora debía recibir fuerza de seres que estuviesen próximos a él. Ya en la superficie de la tierra, ya en los cielos inferiores. Las fuerzas llegaban cotidianamente a la superficie de la tierra a través de los cuatro árboles divinos.

Sin embargo, no debía ser expuesto directamente a los rayos solares, hasta que se supiera si la carga de tonalli del día de su nacimiento era benéfica o dañina. De lo contrario se podía imprimir de forma definitiva una energía desfavorable. Por ello recurrían al fuego dentro del hogar, del que nadie podía tomar, para no robarle lo que le correspondía al niño. Esto terminaba una vez que era ofrecido a los dioses y se le imponía el nombre público, además de mantener el nombre secreto en el caso de que le hubiese tocado una carga desfavorable.46

Es interesante advertir que el cabello era considerado como un recipiente de fuerza que evitaba que el tonallí se saliera, de modo que cuando alguien moría, le arrancaban un mechón de la coronilla y lo unían con el primer mechón de cabellos que le habían cortado cuando recién nacido.

Pero también el cabello (y las uñas) eran la expresión de un nuevo florecimiento de los antepasados. Al bebé recién nacido se le saludaba así:

“Anda ve a N., mi hermano que vive y gobierna; salúdale de mi parte, porque he oído que nuestro señor ha hecho misericordia con él en darle un hijo, su hechura: dile que desde acá le saludo, porque ha nacido y ha llegado a este mundo su piedra preciosa y su pluma rica, que es planta y generación de nuestros señores, los reyes que pasaron y dejaron su generación como pedazos de sí mismos, que son sus cabellos y sus uñas; y es su sangre, y su imagen…”47

El tonalli puede salir peligrosamente si se despierta a alguien, de manera súbita. A la entidad anímica denominada tonallí, algunos grupos, como los tzotziles, le llaman “sombra” o ch’ulel, y se encuentra en humanos animales, plantas y cosas. Actualmente los totonacos nombran con el vocablo listakua a una especie de alma, que es lo que hace vivir o crecer al cuerpo48 y los negros cuijleños49 de Guerrero piensan que así se pierde la sombra, por un susto o un despertar súbito. La sombra reproduce la silueta de una cosa o de una persona, pero es incorpóreo. También se cree que en los sueños, la sombra viaja y visita a los muertos y a los dioses, y por esa razón podría ser capturada. Entre los otomies actuales se recomienda no dormir con animales porque el animal podría atrapar la sombra que se sale durante el sueño.

La sombra es como aire:

Es como aire; está en la imagen del cuerpo, “como venimos al mundo”, “como un monumento”, es decir, en la forma corporal. Es la esencia impalpable del individuo, de su forma física y de sus características mentales; en breves palabras, es la imagen onírica del individuo. La sustancia espiritual que constituye el ch’ulel nunca muere, ya que pasa de un ser a otro en un ciclo interminable…50

El término “sombra” se encuentra en toda mesoamérica. Y diversos grupos nahuas lo utilizan hoy en día. López Austin supone que pudo haber sido traducido del náhuatl cehuallí,51 afirma que es un concepto y una creencia no occidental introducidos y difundidos por los negros africanos.

El término cristiano alma y el término sombra no son equiparables. Para los cuijleños de Guerrero, por ejemplo, la persona o cristiano se compone de cuatro partes, l)cuerpo, 2)alma, 3)sombra y 4)el tono. Para este grupo la sombra es el componente más importante, pues ahí reside el nombre de la persona.52

“La sombra se describe como algo inmaterial que tiene la forma del cuerpo humano. Ninguna ha podido ver la sombra del vivo, algunas veces han sentido su presencia; en cambio son muchas las personas que han visto la sombra del muerto en el sitio preciso donde el cadáver fue colocado sobre el suelo.”53

La sombra puede desprenderse del cuerpo sin que la persona muera. Puede viajar, recorrer lugares diversos durante el sueño. Pero es justamente en esas trayectorias cuando puede sufrir la captura de un enemigo ya sea vivo o muerto. En todo caso se trata de alguien con una fuerza sobrenatural.

También puede producirse un súbito desprendimiento de la sombra ante un susto o espanto. En ambos casos es preciso un rito para recuperarla. También se dice que la enfermedad es consecuencia de la pérdida de la sombra.54 En los grupos estudiados por M. Matías el rito para recuperar la sombra se denomina “levantar la sombra”, “regada” o “cadena”. Según Aguirre Beltrán “levantar la sombra” es un término que en Cuijla sólo se aplica a la sombra de un muerto, y coincide con el rito del levantamiento de la cruz, mientras que agarrar la sombra es un término utilizado para capturarla cuando se ha desprendido de una persona viva.55 En resumen, en Cuijla, se levanta la sombra de un muerto, se agarra la sombra de un vivo.56 Si se sueña a un muerto se carga la sombra, por ello no se “debe soñarlo”, es una forma de espantar o inquietar al deudo.57

Si la recuperación de la sombra demora o no se consigue, la persona muere. Cuando una persona fallece, los cuijleños consideran que es preciso levantar la sombra para que no se quede vagando y vaya también al lugar de los muertos para tranquilidad de los deudos y de los vecinos del difunto.

No hay un criterio uniforme, en Malinalco, sobre si los niños tienen, o no, sombra.58 Lo que si es claro es que al levantar la cruz (de flores) y sepultarla así como colocar la cruz de madera en la tumba es el segundo y último momento que cierra el proceso del sepultamiento.

En algunos grupos de tradición indígena, cuando los niños se caen los padres se enojan. Este hecho siempre llamó mi atención. Me parecía absurdo que los regañaran y les pegaran en lugar de consolarlos o aliviarles el raspón. Cuando escuchaba estas creencias sobre el espanto me percaté que muy probablemente este enojo expresa la angustia de los padres de que se puedan “espantar” si se espantan se les va la sombra. Enojarse porque se caen es una manera de decirles a sus hijos que tengan más cuidado porque el peligro no es el chipote o el raspón, el peligro es que la sombra se vaya y que quizás no se pueda recuperar. Lo llamativo es que los padres no hacen consiente esta razón, sólo reproducen el enojo que ha sido trasmitido de otras generaciones.

Las enfermedades

El mal de ojo es una de las enfermedades folk más extendidas en el mundo, y es en la actualidad uno de los males que hay que evitarle en lo posible a un bebé. Ojear al niño es mirarlo con deseo o con envidia. Este es el sentido más general y frecuente. Esa mirada “calienta” la sangre del niño y lo enferma, lo pone llorón, inquieto, insomne, “no se haya”.

La terapéutica es diversa, ojo de venado, listón rojo para desviar la mirada, o bien cuando este remedio no funciona, se le pasa al niño un alacrán sin ponzoña por todo el cuerpo.59

Las mujeres comentan entre sí que no deben arreglar demasiado a los niños para evitar que les hagan ojo. Es mejor traerlos desaliñados para no despertar que los deseen. Cuanto más pequeños más frágiles. La resistencia a ser fotografiados seguramente encuentra en esta creencia su razón.

Otro sentido referido al productor de mal de ojo que no se ubica como envidia recae en los cansados y sudorosos, los hambrientos, los sedientos, las menstruantes y los iracundos. Daña a las recién paridas, a las embarazadas a los recién nacidos y aún a los niños ya mayores. Estos se protegen del mal si no ven directamente a la gente en la calle o si no entran en contacto con las personas de “sombra” fuerte.

Otra forma de hacer ojo, que tampoco sería por envidia sino por desequilibrio anímico se llama Tiazolmíquiztli lo producían los adúlteros, las prostitutas, los licenciosos, los que acaban de copular, los amancebados, los ladrones, los jugadores y los borrachos. Los niños padecen una infección sobre los ojos las embarazadas padecen escalofríos, fiebres, dolor de cabeza a la hora del parto, la esposa puede quedar estéril. Antiguamente se decía que los animales morían, los frutos se dañaban y las mercancías perdían su poder de venta, las ofrendas religiosas se ensuciaban por lo que ya no servían para comunicarse con los dioses.

El espanto

Cuando se analizan las distintas causas de enfermedad de los niños, se puede advertir un “parentesco” entre la sombra y ciertos problemas de salud derivados del espanto. El espanto es una enfermedad folk semejante a la pérdida de la sombra.60

La sombra puede perderse por un susto repentino, por una caída, o por haber estado cerca de algún arroyo o riachuelo y haber hecho algo que molestaba a los espíritus del agua. Aún hoy en Malinalco se piensa que los seres (espíritus) del agua pueden llevarse la sombra de un niño, y si ello ocurre así, el niño puede caer enfermo, estar inquieto, intranquilo, inapetente, insomne. Es preciso curarlo pues si la sombra no regresa puede incluso morir. Se lleva una ofrenda al lugar donde el niño estuvo jugando en el río; lo que cada persona pueda llevar, y ahí se deja. La comida se entrega a cambio de que la sombra regrese.

Se cura de espanto, en Malinalco, con epazote o con masajes a los que les llaman “sobadas”. El masaje se da en las articulaciones, que según la investigación que ha hecho López Austin, obedece a que son lugares receptores de la entidad anímica. Si la sombra se perdió por los espíritus del agua la terapéutica es distinta.

La manera de saber si un niño tiene espanto, consiste en hacer un reconocimiento de ciertos signos, Ramírez Torres, realizó un inventario entre los otomíes, que grosso modo coincide con lo que me refirieron varias mujeres en Malinalco. Los signos son: está flaco, le sale moco, le da tos, está pálido, respira rápido, tiene fiebre, ojos hundidos, tristeza, lloriqueo, inapetencia, desgano, somnolencia, o bien insomnio, e incomodidad consigo mismo.61

En la ranchería del Zapote, Malinalco, a los niños los curan de espanto con una “empazotada” (limpia con epazote, es decir pasar unas yerbas de epazote por todo el cuerpo) y flores.

La enfermedad es concebida como la expresión de un mal que otra persona causa en quien se enferma. Por ello acuden a las limpias.62

Los niños y el agua

El niño históricamente ha estado asociado al agua en la cosmovisión mexica. Los niños que ya no eran lactantes y habían muerto por agua iban al Tialocan, paraíso de Tláloc. El niño está relacionado con el agua por varias razones, físicas por el líquido amniótico, las lágrimas y la lactancia. Y en el plano de las creencias, el niño está ligado al agua por la relación que guarda la vida y la muerte en un grupo agricultor y su relación con el sacrificio.

Cuando un niño cae en un ojo de agua las personas piensan que se lo llevó el dios del agua, y es para que el ojo de agua no se seque. No hay que sacarlo, hacerlo es oponerse al dios del agua. Hay la certeza de que él se lo llevó. Antiguamente los mexicas sacrificaban a algunos niños en los remolinos de agua, el remolino contribuía a llevar al niño con el dios.63

La pérdida de la sombra en el agua, a la que nos hemos referido antes, forma parte de este sistema de creencias.

Educación

La niña quedaba bajo el cuidado de la madre y el niño, después de los tres años, bajo el cuidado del padre. La educación se limitaba en casa a los buenos consejos y las actividades que se les enseñaban eran: al varón, aprender a llevar agua, leña, ir al mercado y recoger granos de maíz desparramados por el suelo, a la niña se le enseñaba a hilar, y desde los seis años ya comenzaba a manejar el huso. Los varones aprendían a pescar a partir de los siete años y las niñas a moler maíz en el metate, a hilar algodón y a barrer la casa.

La disciplina era firme y muy severa contra la pereza. Los castigos podían ser con espinas de maguey o dándoles a respirar humo de chiles asados.

Si entendemos “educación” en sentido amplio y no meramente formal ésta se prolongaba en la edad adulta y respecto de muy diversas cuestiones. Pero un niño marca con la caída de sus dientes un primer pasaje a la condición de un cuerpo adulto, aunque aún no se le considere como tal. Sahagún relata que los mexicas dejaban los dientes de leche de los niños a los ratones para que el nuevo diente pudiera nacer.64 Al ratón el diente como al ahuizote las uñas, en ambos casos con el fin de que un nuevo tejido renazca.

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2. Para una mejor precisión sobre lo que se entidned por producciones míticas mesoamericanas, véase A. López Austin, Los mitos del Tlacuache, México, UNAM, 1998, pp. 34-37.

3. López Austin, Tamoanchan, Tlalocan, México, FCE, 1994, p. 14.

4. Historia de México, p. 105 citado por López Austin. op. cit. p. 18.

5. López Austin, Tamoanchan… op.cit. p. 19.

6. Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl, cuyos nombres quieren decir señor y señora del sustento, son sus padres. Ellos tuvieron cuatro hijos todos llamados Tezcatlipoca: Tlatlauhquí Tezcatlipoca, o Tezcatlipoca rojo también conocido como Xipe Tótec, Yayauhqui Tezcatlipoca o Tezcatlípoca negro, Quetzalcóatl, y Huitzilopochtli identificado por Caso como Tezcatlipoca azul Doris Heyden “El espejo de Tezcatlipoca”, en XVII Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología, Chiapas, Junio, 198 1, p. 605. La fusión entre hombres y dioses, pero es un hecho mítico frecuente.

7. Johana Broda, “La matriz de la tierra”, en Arqueoastronomía y Etnoastronomía en Mesoamérica, México, UNAM, 1991, p.502.

8. Ma. Elena Aramoni, Complejos Conceptuales indígenas alrededor del espacio sagrado del Tlalocan,México, UNAM; Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Investigaciones Antropológicas, tesis doctoral , 1998, p. 15.

9. Santiago Segura Munguía, Diccionario etimológico latino-español, Madrid, 1985.

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11. Códice Mendocino, Manuscrito mexicano del siglo XVII, Biblioteca Bodleiana de Oxford, Editado por lgnacio Echchuegaray. México San Angel ediciones. 1979. Lam. XLIX. f47 recto.

12. Noemi Quezada «Creencias tradicionales sobre embarazo y parto», Anales de Antropología, México,UNAM, 1977, Vol. XIV pp.309-3 10.

13. Fray Bernardino de Sahagún, Historia General de las cosas de la Nueva Españia, México, Porrúa, 1975, L.VI, Cap.XXV,10, p.393. En los funerales se ponía a los difuntos una piedra que simbolizaba el corazón.

14. Leonardo López Luján, «Llover a cántaros: El culto a los dioses de la lluvia y el pincipio de disyunción en la tradición religiosa mesoamericana» en Pensar América, comp. A Garrido Aranda, Obra social y cultural Cajasur, Ayuntamiento de Montilla, Córdoba, España, 1997 p.94.

15. Sahagún, op. cit. L.VI, Cap.XXXV, 2, p.392.

16. El falo en Lacan no es sinónimo de pene, aunque las cualidades del pene, de erección y detumesencia, se prestan para representar una potencia que se erige y desfallece. El falo es el significante de un objeto altamente valorado que puede eventualmente faltar. Véase J. Lacan “La significación del falo” en Escritos 2, México, 1988, pp. 665-6675.

17. Heyden, “El espejo de … op.cit.”, p. 607.

18. Fray Diego, Durán, Historia de las Indias de Nueva España, Tomo II, México, Conaculta, 1995, 2 vols. op.cit. Tomo I, Cap. XXX, p. 296.

19. Sahagún, op. cit. L.VI, I, Cap. I, 9,11,17, p.300.

20. Citado por Luis Vargas y Eduardo Matos “Embarazo y parto prehispánicos” Anales de Antropología,México, UNAM, IIH, Vol. X 1993 p. 309.

21. López Austin, Cuerpo… op. cit. p. 336-37

22. La luna tiene “conejidad”. Diversos pueblos creen ver en una de sus manchas un conejo. El labio leporino es identificado morfológicamente con el hocico del conejo y significado como un efecto lunar. Comunicación de Alfredo López Austin en el marco de su seminario, México, UNAM, I.I.A. 2000.

23. Noemí Quezada, “Creencias sobre parte y embarazo”, anales de Antropología, vol. XIV, México, UNAM, 1977

24. Elizabeth Baquedano, “Guerra y Tierra” en Pensar América comp. A. Garrido Aranda, Obra social y cultural Cajasur, Ayuntamiento de Montilla, Córdoba, España, 1997, p. 168.

25. Sahagún, op. cit. Libro VI, Cap. XXXIII,4, p. 387.

26. ibidem,. L.II, Cap.XXI,34, p. 103.

27. Animal mitológico asociado a la fertilidad. Tiene la propiedad química de abrir las vías corporales, en este caso uterinas.

28. Quezada, op. cit. pag. 318.

29. Todos los mozuelos del barrio gritaban el nombre del niño recién nacido y le decían «…vete hacia el campo de las batallas, ponte en el medio donde se hacen las guerras! … tu oficio es regocijar al sol y a la tierra y darlos de comer y de beber, ya eres de la suerte de los soldados que son águilas y tigres…», Sahagún, op. cit. L.VI, Cap.XXXVII,18, p. 400.

30. Jacques Soustelle, La vida cotidiana de los aztecas en vísperas de la conquista, México, FCE, 1970, p.167-168.

31. Mircea Elíade, “Observaciones metodológicas sobre el estudio del siinbolismo religioso” en Medotología de la historia de las religiones, Paidós, Buenos Aires, 1967, p. 125.

32. Sahagún, op. cit. L.VI, Cap. XXXVII, 17 p. 400.

33. ibidem, L. VI, Cap. XXXIV, 2, p.389.

34. ibidem, L. VI, Cap. XXV, 26, p.396.

35. López Austin, Cuerpo… op. cit. pag. 286-287.

36. Sahagún, op. cit., L. VI, Cap. XXXIV,14,15, pp. 390,391.

37. ibid, L.VI, Cap. XXXV, 2, p. 392.

38. Esta creencia es compartida por el Cristianismo en el culto que se rinde a las reliquias de santos que incluso se extienden a su ropa o a los objetos con los que más contacto tuvo.

39. Gonzalo Aguirre Beltrán, Medicina y magia, México, Instituto Nacional Indigenista, 1963, p. 174.

40. Sahagún, op. cit. L.VI, Cap.XXXV,32, p. 397.

41. Quezada, op. cit., p. 321.

42. López Austin, Cuerpo… op. cit. p. 337, se apoya en Motolinía, pero la cifra parece exagerada.

43. Quezada, “Creencias…” p. 321, la autora cita a Nicolás León, La obstetricia en México, Tipog. de Vda. de F. Díaz de León , 1910, p. 33.

44. López Austin, Tamoanchan… op. cit. p. 218.

45. López Austin, Cuerpo … op. cit., p. 230.

46. lbidem.

47. Sahagún, op. cit. Libro VI, Cap. XXXV.2 p.392.

48. Yolótl González, Las aventuras del alma, México, Cuademos del Museo Nacional de Antropología, SEP, INAH, s/fecha, p. 5.

49. Marcos Matlas, Rituales agrícolas y otras costumbres guerrerenses, (Siglos XVI-XX) México, Ciesas, 1994,p.154.

50. Calixta Guiteras, Los peligros del alma, México, FCE , 1965, p.240.

51. López Austin, Cuerpo … op. cit. p.252. Véase Aguirre Beltrán Cuijla, Op. cit., p. 177.

52. Ibidem, p. 176.

53. Ibidem, p. 178.

54. Matías op. cit. p. 131.

55. Aguirre Beltrán, op. cit. p. 183.

56. Ibidem p. 182.

57. Doña Emilia Vda. de Sánchez, informante de Malinaleo, Mex.

58. En otros lugares se cree que los niños tienen sombra débil o espíritu delicado, y los ancianos a la inversa, pues son los que poseen mayor tonalli. Madsen, citado por Alfredo López Austin en Cuerpo… p. 298.

59. Referido por una madre del Barrio de San Juan en Malinalco.

60. Esta constatación coincide con una observación etnográfica de Laurencia Alvarez “Un caso de pérdida de la sombra” en América Indígena, México Instituto Indigenista Interamericano, 1977. El espanto puede causar la muerte si no se cura.

61. Ramírez Torres, op.cit., p.47. Para un análisis de las distintas enfermedades entre los otomíes y su clasificación véase también el mismo artículo.

62. Dr. Peralta, médico del Barrio de San Juan.

63. Se creía que los dioses viajaban en espiral, o en fortna zigzagueante de donde viene entre muchos otros atributos, la deificación de la serpiente. Esta creencia tiene su base en los fenómenos naturales como el remolino de agua o el tornado.

64. Sahagún, Historia… op.cit. (apéndice del quinto libro) p.285.