Salud y Conciencia: el uso adecuado de las Plantas de Poder.

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Psicóloga Gabriela Torres P. – Enero 2009

Gran parte del sentido de pérdida del bienestar, de pérdida de la salud[1] brota a partir de la incapacidad del sujeto de hacerse cargo de su vida de una manera que le deje satisfecho.

La aparición de síntomas como angustia, desánimo, pánico, trastornos del sueño, entre tantos otros, son cada día más frecuentes, y la respuesta más habitual que brota desde la oferta de salud pública y privada consiste en disminuir el síntoma a través de bloquear o inhibir la capacidad del sujeto de sentir aquello que siente.

Esta aproximación si bien efectivamente, en la mayoría de los casos, logra disminuir la angustia experimentada por el sujeto, no lo capacita, no le entrega herramientas para poder permanecer, así, abierto, sintiendo su vida. Con incomodidad, claro está, pero también siendo llamado de este modo a crecer, a hacerse mejor cargo de su vida. No le conduce a aprovechar el síntoma como oportunidad de actualización de su potencial vital para acceder a estados de mayor satisfacción y totalidad.

Una respuesta útil en estos casos, consiste en ofrecer al sujeto experiencias que le permitan ampliar su conciencia, tomar la perspectiva suficiente como para poder integrar aquello que siente de un modo más operativo, con más esperanza.

Lograr la incorporación al plano conciente de aquello que desde el funcionamiento subjetivo neurótico no es capaz de darse cuenta. Ampliar la mirada, permearse de más de si mismo, de más del entorno, de más de aquello que pertenece al plano de lo trascendente. Esto ordena, alivia y ofrece una demanda también, es un camino de desarrollo humano.

La expansión de la conciencia de un sujeto le permite distinguir, por ejemplo, aquellos elementos que son de su propia competencia modificar de aquellos que no. Permite reconocer con mayor precisión las potencialidades y los defectos personales, permite reconocer con mejor precisión cuales son sus responsabilidades reales, el papel que le toca jugar.

En definitiva se desarrolla la capacidad de establecer un contacto más objetivo con la realidad.

La expansión de su estado de conciencia le ofrece la posibilidad de tener lecturas enriquecidas de su situación que le permitirán emitir respuestas que ordenen su vida de un modo tal que le deje más satisfecho, y así experimentar un aumento de su bienestar, una recuperación de su salud, incluso en presencia de enfermedad, alcanzar respuestas más maduras frente a una enfermedad, participando activamente en la búsqueda del equilibrio.

Existen diversos modos o estrategias de enriquecer y expandir la conciencia de un ser humano, prácticas como la meditación, por ejemplo, van dotando al sujeto de de la capacidad de trascender su natural tendencia a funcionar desde la lectura subjetiva del momento, hacia un estado donde aquella subjetividad es un elemento más a considerar al momento de emitir una respuesta. En este caso se trata de un entrenamiento, de un ejercicio práctico y disciplinado, que se va sumando, que habilita al sujeto poco a poco a sostener un funcionamiento de mayor conciencia.

Las Plantas de Poder

El uso de “platas de poder” o sustancias enteógenas[2], elementos que están presentes en nuestra cultura desde la antigüedad, desde la aproximación chamánica pre-colombina hacia la salud y que se mantienen vigentes hasta nuestros días, es otra vía, desde donde es posible alcanzar experiencias concretas de la expansión del estado de conciencia.

El uso de este tipo de sustancias, en el contexto adecuado y en personas que reúnen ciertos atributos de funcionamiento, (que ya han alcanzado una cierta madurez y que se encuentran experimentando alguna crisis vital, necesitando aumentar su panorámica, interesados en su desarrollo y crecimiento humano), resulta de gran utilidad, ofrece la posibilidad de ampliar su estado de conciencia de manera tal que resulta ser una experiencia trascendente en sus vidas, difícil de olvidar, y que entrega elementos suficientes para resolver, para reorientar, para realizar ajustes vitales y aumentar el propio sentido de bienestar.

Por ejemplo, una experiencia de este tipo puede permitir al sujeto salirse de las lecturas habituales de su situación; aquellas lecturas, que le hacen experimentar por ejemplo, que se encuentra en un callejón sin salida o, que al menos, las alternativas o caminos que alcanza a ver no le dejan satisfecho; le permite contemplar, acceder a otros elementos, de otra naturaleza, que también se encuentran presentes en su situación.

En muchos casos, se abre la posibilidad de incluirse a si mismo como parte de lo observado, vale decir, dejar de mirar que “es aquello que me rodea, las circunstancias o las demás personas, como eje de mis dificultades, y comenzar a reconocer aquello que yo mismo hago para mantener la situación de ese modo que me genera insatisfacción y sufrimiento”; y se abre, por tanto, la posibilidad de la transformación de la propia actitud, de la propia respuesta frente a la vida.

En otros casos u ocasiones, la apertura de conciencia permite colocar en su justo lugar, en un lugar más preciso, acotado, la dificultad que enfrento. Cuando, por ejemplo, la magnitud de la importancia otorgada frente a la dificultad está sobredimensionada, donde en realidad más bien la presencia de esa dificultad, vista de ese modo, se transforma en el distractor que me impide mirar aquellas otras situaciones donde mi presencia si se requiere. Sacar el velo y asumir y dar respuesta a eso que sí urge, ordena de mejor manera mi situación, me deja más satisfecha y me permite estar más y mejor disponible a atender aquello que me tenía entrampada.

Se produce también, en la mayoría de las veces, un grado de apertura y contacto con aquello más sutil de la naturaleza, de la vida; momentos de tranquilidad y plenitud ciertamente experimentados, que nutren la vida del sujeto, y le permiten re-encantarse, retomar fuerzas para seguir avanzando, con la certeza que existe un plano donde todo está bien, permitiendo asumir con más tranquilidad aquello que complica en este plano más terrenal y pasajero.

Resumiendo, finalizando

En definitiva, el uso terapéutico de estas herramientas tradicionales como son las plantas de poder o sustancias enteógenas, son una respuesta que permite al sujeto que se encuentra experimentando insatisfacción, o pérdida del sentido de bienestar vital, alcanzar un estado de conciencia ampliada, que ordena y enriquece la experiencia del sujeto, permitiéndole encontrar nuevas salidas o respuestas ante su particular situación, avanzando hacia estados de mayor satisfacción y experiencia de bienestar. Por tanto, es posible afirmar, que el uso adecuado de estas sustancias, son un aporte a la promoción de la salud humana.

Obviamente es un tema delicado, el uso indiscriminado y fuera de contexto de estas plantas puede causar daño o no ofrecer en ningún caso los beneficios antes descritos. Sin embargo, quienes hemos asumido el rol de servicio en salud humana, tenemos la obligación y el derecho de hacernos cargo de la búsqueda de respuestas que satisfagan esta demanda asumida.

El propio entrenamiento, la propia vida puesta al servicio del cultivo de un funcionamiento ampliado en conciencia, podrá dotarnos de las competencias necesarias para el empleo de herramientas de esta naturaleza de manera responsable.

En nuestra sociedad chilena falta mucho por regular, por reconocer en estas materias, existe en nuestros países vecinos un avance mayor. Sería un error no abrirse a otorgarle el lugar que le corresponde al uso terapéutico de las plantas de poder y simplemente restringir y negar su uso y utilidad práctica en salud humana.

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[1] Salud: experiencia de Bienestar Físico, mental y social de un sujeto, según definición de la OMS.

[2] Enteógeno: sustancia vegetal o preparado de sustancias vegetales, que, cuando se ingiere, provoca un estado no ordinario de conciencia, una apertura hacia la experiencia de lo divino. Muchas veces asociada a la presencia de visiones o experiencias de apertura a dimensiones de totalidad superior a las habituales, que desde otras perspectivas menos integradas pueden ser leídas como alucinaciones, pero que sin embargo no lo son, en tanto se trataría de una experiencia de apertura, y no de una visión que no cuenta con asidero real.