“La conciencia es el camino y también la meta”

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Ricardo Jiménez, detenido por usar San Pedro en sanaciones.

Por Tatiana Vega P. (Entrevista publicada en revista UnoMismo nro. 229 – Enero 2009)

Una situación judicial puntual nos conmina a una profunda reflexión sobre el derecho a elegir libre, consciente y responsablemente la forma en que queremos sanar y cultivar nuestro cuerpo, mente, alma y espíritu. Del miedo a la libertad y del arte de amar nos habla esta entrevista.

El sábado 29 de diciembre del año recién pasado no fue un día cualquiera en la vida de Ricardo Jiménez y su pareja, Loreto Frederick, en su bucólica parcela del Cajón de Maipo.

“Iniciábamos recién la caminata hacia la montaña un grupo de 7 personas, mi pareja y yo, para realizar un ritual de ingesta de San Pedro, cuando, en cuestión de segundos nos vimos rodeados de personal de la Policía de Investigaciones que aparecía por todos lados… Eran 10 ó 12 policías… A la distancia, un par de camarógrafos grababan el operativo…

“Uno de los policías me apartó del grupo y me informó que había una orden de detención en contra mía y de Loreto y de allanamiento de mi casa por micronarcotráfico de mescalina.

“Me devolví hacia el grupo y saqué de mi mochila las botellas que contenían la cocción de San Pedro, las levanté y se las mostré a los policías diciendo: ‘¡Aquí está lo que buscan, no tenemos nada que ocultar; por favor, tranquilícense’, lo que bajó enormemente el grado de tensión y nerviosismo de todos. Nos devolvimos caminando hacia mi casa.

“Cuando llegamos, se sumaron 2 ó 3 vehículos de Investigaciones que traían equipos, los que fueron siendo distribuidos en diferentes actividades. Unos sacaron sus computadores e impresoras y comenzaron a tomar declaraciones a los participantes. Otros vaciaban gotas del líquido de las botellas con San Pedro en un equipo para medir la presencia de mescalina. Otros fueron revisando minuciosamente todas las habitaciones de la casa mientras otro grupo lo hacía en la parte de afuera y los alrededores.

“Entre nosotros y los policías se fue desarrollando un contacto cada vez más humano y las preguntas que inicialmente emitían en tono acusatorio se fueron formulando en un tono más respetuoso…”

Ingeniero civil de la U. Católica de Chile, con postítulo de Facilitador de Desarrollo Personal e Interpersonal en la Universidad del Mar, Ricardo Jiménez fue socio fundador de la Sociedad Chilena de Desarrollo Personal y miembro del Equipo Técnico de la institución en los programas de Formación y Perfeccionamiento desde el año 1993; se especializó en Terapia Gestáltica y Grupos de Encuentro con Patricio Varas S., y tiene una larga trayectoria experiencial, investigativa y de formación en el campo de la psicología transpersonal, con participación en diversos talleres, cursos, seminarios y congresos tanto nacionales como extranjeros. En la actualidad, además de ejercer su profesión de ingeniero, se desempeña como terapeuta individual y grupal, bajo el enfoque de la psicología humanista-transpersonal.

Expansión de conciencia

Al cierre de esta edición, tuvimos la oportunidad de profundizar en el tema de su detención con el sanador Ricardo Jiménez, hoy en libertad condicional con arraigo nacional.

¿Crees que puede denominarse “droga” al cactus San Pedro? ¿Que puede caber en la misma clasificación que la pasta base, por ejemplo? ¿Por qué no? ¿Qué es para ti, el San Pedro (en cuanto a experiencia)?

La mescalina es, efectivamente, una droga que puede ser extraída del cactus San Pedro o de otra especie llamada Peyote. Por lo que entiendo, ello involucra un procedimiento de laboratorio, que altera la estructura molecular y donde intervienen otros agentes químicos… Creo que el proceso se llama sintetización. Jamás la he probado y desconozco sus efectos.

Otra cosa es una cocción natural y orgánica del cactus, donde las sustancias conservan su estado natural y la dilución del principio psicoactivo es muy alta. Todas las investigaciones indican que su consumo bajo esta modalidad no produce daño cerebral ni adicción; características asociadas a una droga dañina. Más aún, hay estudios y experiencias de aplicación de estas técnicas de sanación en rehabilitación de drogadictos y alcohólicos.

En lo fundamental, para mí, el San Pedro es uno de los tantos vehículos a través de los cuales es posible lograr estados expandidos de conciencia, es decir, estados en que las facultades perceptivas y cognitivas se potencian, sin perder las facultades habituales. Creo que no hay mayor diferencia entre el estado de conciencia que se logra a través del San Pedro y el que se obtiene mediante un trabajo de meditación profunda o técnicas de respiración. Son formas distintas, que requieren metodologías diferentes, pero que finalmente desembocan, en lo esencial, en un estado de conciencia superior al habitual.

La ventaja adicional que proveen las plantas de poder cuando se utilizan en un contexto de sanación es que permiten mantener dicho estado por un período bastante largo (en torno a las 5 hrs) y sin necesidad de estar realizando una práctica especial. En ese tiempo y en ese estado es posible una intervención terapéutica muy profunda y eficaz.

San Pedro es una planta sagrada que abre las puertas de la conciencia superior, lo que metafóricamente en otras tradiciones se simboliza como el portador de las llaves que permiten acceder al cielo.

¿Podrías explicar cómo usas la planta con tus pacientes? ¿Con qué fines?

En el contexto de un trabajo psicoespiritual, los propósitos o intenciones de cada participante son personales y muy variados… y van desde motivaciones psicológicas hasta espirituales, desde resolver un “rollo” hasta tener una vivencia mística.

Mi experiencia en psicoterapia transpersonal -y en eso incluyo cualquier metodología que promueva estados de conciencia expandida- es que la configuración del propósito tiene mucha relevancia, ya que finalmente determinará la dirección y el sentido de la experiencia interna/subjetiva de cada participante. Toda la primera parte de nuestro ritual antes de la ingesta (aproximadamente 2 hrs) está destinada a que cada persona profundice en sus motivaciones e intenciones.

Al momento de hacer la ingesta, cada persona vuelve a focalizar su propósito… Lo que viene después es una entrega para que la conciencia superior de cada participante conduzca el proceso. Durante la experiencia hay intervención terapéutica – individual y colectiva – en las etapas que hemos ido detectando claves, con el fin de supervisar, asistir, apoyar y acompañar a la persona cuando es necesario. Adicionalmente, hay intervenciones individuales ante solicitud del participante o por iniciativa de los terapeutas.

Una de las claves es que se produzca integración y equilibrio entre la percepción-cognición de las realidades externa/objetiva e interna/subjetiva. Este equilibrio garantiza que la totalidad de la experiencia sea bien asimilada por la persona y que, posteriormente, el aprendizaje sea aplicable en su vida cotidiana.

El verdadero poder

Cuando se habla de “plantas de poder”, ¿a qué poder se refiere el término?

Obviamente, al poder de la conciencia. La conciencia expandida abre facultades que no están siempre a nuestra disposición… Cuando esas facultades se orientan a la sanación, su efecto es poderoso.

Hay muchísimos experimentos y de muy diversa índole que pueden ejemplificar estas facultades potenciadas en conciencia expandida, que reitero, no están circunscritos a la ingesta de plantas. Por dar algunos:

– El ritual de la caminata sobre el fuego muestra de manera categórica que el efecto del calor sobre el cuerpo puede ser de índole muy distinta según el estado de conciencia en que estemos. Esto es muy significativo, porque estamos hablando de afectar leyes físicas.

– Las facultades intuitivas y de percepción del “mundo sutil” pueden adquirir una gran potencia y es muy habitual que alguien pueda “adivinar” lo que está pensando o sintiendo otra persona.

– La tolerancia al dolor puede llegar a grados muy altos cuando estamos en estos estados… Hay muchos rituales de raíces indígenas que utilizan este método como una forma de expandir la conciencia. El autoflagelo en la tradición católica y los fakires en la yóguica son manifestaciones de lo mismo.

Se podrían citar muchísimos otros ejemploes, pero para decirlo en una frase: la conciencia es el camino y también la meta.

¿Dirías que tu trabajo es de índole espiritual? ¿Por qué?
Para los que trabajamos en psicoterapia desde la perspectiva transpersonal no hay separación entre lo psicológico y lo espiritual… Los procesos de sanación se abordan desde una compresión unitiva del cuerpo, la mente y el alma.

Esto no tiene nada que ver con la promoción de determinas creencias o dogmas; esa es la parte exotérica de la espiritualidad, materia de las instituciones religiosas o iglesias.

En la perspectiva transpersonal, tomamos las herramientas y métodos que proveen las tradiciones espirituales en su aspecto esotérico, es decir, prácticas que facilitan que cada persona se encuentre con la verdad psicológica y espiritual que emana en forma libre y consciente de su propia interioridad, que por cierto es muy diversa y siempre respetable.

Cuando tomamos una herramienta de alguna tradición, por respeto y gratitud intentamos conservar el mensaje esencial que ha inspirado a dicha tradición. Cuando vamos a la fuente budista, el énfasis estará en desarrollar nuestra conciencia superior para ponerla al servicio de la compasión. En el caso de nuestros rituales, que se inspiran en las tradiciones indígenas, el foco es ‘honrar la sagrada naturaleza como fuente de sabiduría y sanación’… o sea, la naturaleza como manifestación y portal de acceso a la divinidad.

El derecho a elegir

¿Cómo interpretas el hecho de protagonizar este proceso en el contexto histórico chileno actual?

Por una parte, creemos que este juicio sentará jurisprudencia sobre 3 aspectos legales: El uso de las terapias alternativas y complementarias como parte de los tratamientos médicos reconocidos que aportan a la salud; la posibilidad de que profesionales que no tienen título universitario en alguna de las carreras de la salud puedan oficiar como terapeutas en determinadas técnicas, y, tercero, el uso de las plantas de poder con fines psicoespirituales como método terapéutico válido.

Los dos primeros puntos están prácticamente formalizados en nuestra sociedad, ya que hay diversas situaciones que los avalan, como el hecho que en hospitales públicos se esté realizando este tipo de terapias y existan carreras universitarias que imparten esos conocimientos.

¿Qué es lo que está en juego, en realidad, en el trasfondo de esta polémica?

Desde una perspectiva más amplia y profunda, me parece que a nivel cultural el debate versa sobre si nuestra sociedad tiene la madurez suficiente para elegir libre, consciente y responsablemente la forma en que queremos sanar y cultivar nuestro cuerpo, mente, alma y espíritu; en el entendido, claro está, que estas formas no afecten o restrinjan las libertades de otros.

Estimo en alrededor de un centenar las personas que durante estos poco más de dos años han participado de nuestros rituales. Nunca hemos tenido un accidente que sobrepase un porrazo durante la caminata por el cerro, y todos han testimoniado una experiencia positiva y benéfica para sus vidas. Jamás hemos tenido un reclamo y, hasta el momento, no tenemos conocimiento de denuncia alguna. Entonces: ¿qué origina este tremendo operativo policial y periodístico?, ¿Qué hace que una sociedad que institucionaliza la libertad como principio fundamental reaccione tan radicalmente ante un hecho de tan pequeña escala y con propósitos de sanación?

La respuesta última que llega a mi conciencia cuando me planteo esto coincide con el título del clásico de Erick Fromm: “El Miedo a la Libertad“. Para los que trabajamos en el campo del desarrollo de la conciencia, el miedo es tema frecuente y también raíz de la mayor parte de nuestras limitaciones psicológicas. No podía ser de otra manera, porque como decía el viejo Perls, es obvio que una sociedad neurótica promueve la presencia de la neurosis en los individuos y que individuos neuróticos tenderán a crear estructuras igualmente insanas.

Las raíces del miedo son siempre emocionales. Sabemos que se gesta en las etapas tempranas del desarrollo y que opera desde el inconsciente por el resto de la vida mientras no salga al descubierto. Es en el seno de la familia donde se aprende a temer… son las interacciones familiares insanas las que siembran esta pérdida de confianza en el otro y motivan las actitudes que coartan la libertad propia y ajena.

Si nuestra meta es la libertad, nuestro obstáculo es el miedo, tanto a nivel individual como social. Efectivamente, si reconocemos nuestros temores, lograremos ver que tras la violencia, ya provenga de personas o instituciones, hay niños heridos y asustados; y ello puede conducirnos hacia la verdadera puerta de salida a este círculo vicioso – de agresión y miedo – en que nos encontramos atrapados como humanidad. Curiosamente, esa puerta finalmente corresponde también al título del otro clásico de Fromm: “El Arte de Amar”.

Entonces, con una mirada aún más amplia y generosa, podremos simbolizar en este proceso la oportunidad de retribuir a la sociedad que nos ha cobijado, lo que por años hemos estado aprendiendo en las modernas catacumbas del mundo alternativo… nuestro pequeño y humilde aporte a esta transición desde una cultura del miedo hacia una cultura del amor. Donde los seres humanos podríamos relacionarnos entre nosotros con la misma naturalidad y confianza con que nos paseamos por un jardín – rico en variedad de especies, colores, aromas y formas-, para reconocer que en esa diversidad radica, precisamente, la riqueza y belleza de la humanidad.

Para ello solo debemos entregarnos a las transformaciones – internas y externas, individuales y colectivas – que la vida nos va indicando… entendiendo que ellas son sólo parte de un orden universal que nos trasciende.