Cuento maya

Tomado del libro Hijos de la Primavera:vida y palabras de los indios de América; F.C.E., México 1994 pág.43
Coordinador: Federico Navarrete Linares.
Adaptación: Elisa Ramírez.
Ilustrador: Susana Abundis.
    Cuando los dientes de los niños se caen, los huaves los siembran y los riegan, para que los dientes, que vengan y después crezcan bien.

    Las mamás esquimales meten los dientes de leche en un pedazo de carne y se los dan a comer a los niños, porque son parte de su mismo cuerpo.

    Los niños zapotecos salen fuera de la casa y echan los dientes sobre las tejas, para que los nuevos dientes les salgan parejitos como tejado.

    Los hopi salen de casa y esperan a que aparezca el Dios Sol; entonces le arrojan el diente caído y le piden otro. Hay que lanzarlo tan lejos como sea posible y pedir que el nuevo diente sea tan duro como las piedras donde cae.

    Los padres mexicas echaban el diente que se había caído en un agujero de ratón, porque decían que si no lo echaban en casa del ratón, no nacería el nuevo diente y el muchacho se quedaría chimuelo.

    Chimuelo: Desdentado.

    El Coyote va a la fiesta

    Tomado del libro Hijos de la Primavera: vida y palabras de los indios de América; F.C.E., México 1994 pág. 166
    Coordinador: Federico Navarrete Linares.
    Adaptación: Elisa Ramírez.
    Ilustrador: Rossana Bohórquez.
    ZAPOTECO El coyote fue a la fiesta de Chihuitán el cuarto viernes de Cuaresma. La plaza estaba llena de cosas qué comprar y todos los romeros del Istmo de Tehuantepec habían venido a traer mercancía y comprar dulces, juguetes y recuerdos del santuario. También el coyote fue a pasear y a traer cosas para sus hijos. Compró pan, plátanos oreados y dulce de coyolitos para regalar a sus crías. Los metió en su red y ya iba de regreso.

        En el camino, el conejo lo estaba espiando. Él no tenía dinero, no llevaba nada para sus conejitos, y pensó cómo quitarle su carga al coyote. Allí estaba maliciando cuando vio un zapato. Lo recogió y se adelantó rápido, fue a tirar el zapato por donde iba a pasar el coyote.

        Cuando lo vio, el coyote dijo:

        -Qué buen zapato, lástima que sea solo. Está nuevecito, pero le hace falta el par. Pobre del que lo perdió, de nada le sirvió comprarlos. Se alejó.

        El conejo recogió el zapato, tomó un atajo y cortando camino por el monte lo fue a aventar más adelante.

        Al ver el otro zapato, el coyote dijo:

        -Si me apuro a traer el de atrás, completo el par.

        Para ir más ligero, escondió su carga entre las matas y desandó sus pasos. ¡Eso era lo que quería el conejo!

        El coyote se regresó busca y busca. ¡Cuándo lo iba a encontrar, si era el mismo!

        Mientras el coyote buscaba, el conejo le robó su bulto y se lo llevó a sus hijos. Ya se saboreaban los coyolitos mientras el coyote seguía busque y busque:

        -Por aquí era, por aquí lo vi, seguro…