Pachita fue una de las más grandes chamanas de México. De pequeña fue

Pachita fue una de las más grandes chamanas de México. De pequeña fue
abandonada por sus padres y adoptada por un negro africano llamado
Charles. Durante 14 años Charles cuidó de Pachita y la enseñó a ver las
estrellas y a curar. Después, Bárbara Guerrero, “Pachita”, luchó al lado
del general Francisco Villa durante la revolución Mexicana, fue
cabaretera, venderoda de billetes de lotería y cantante en camiones de
paso… Tantas experiencais la conectaron con lo que trascendía de todas
ellas. De alguna manera, Pachita había logrado dejar atrás muchas
ilusiones y eso la colocaba en un punto de contacto íntimo con la
Realidad, desde donde ella actuaba.

En su libro “Pachita”, el desaparecido investigador mexicano Jacobo
Grinberg-Zylberbaum describe las experiencias que tuvo la oportunidad de
vivir al lado de esta extraordinaria mujer cuyo único motivo para vivir
era ayudar a su prójimo. Pachita poseía un control extraordinario sobre
la materia y la energía. Era capaz de realizar operaciones quirúrgicas
tales como transplantes de órganos en las cuales objetos y órganos
biológicos se materializaban y desmaterializaban aparentemente de la
nada.

Pachita decía que el Hermano Cuahutémoc, el espíritu del último emperador
azteca, actuaba a través de su cuerpo realizando su trabajo cuando ella
entraba en trance transformando su personalidad y efectuando las
prodigiosas operaciones que se describen con lujo de detalles en el
mencionado libro. 

Jacobo Grinberg-Zylberbaum estudió personalmente con diversos chamanes
mexicanos, además de la famosa Pachita y a raíz de este contacto
escribió una serie de seis libros llamada Los Chamanes de México, y
publicó también diversos libros teóricos acerca del estudio de la
conciencia en los que fue desarrollando la Teoría Sintérgica como un
intento para explicar científicamente el poder y la actuación de los
chamanes. En el libro dedicado a Pachita, este prolífico y enigmático
autor (de quien se dice que “desapareció” del plano físico hace algunos
años), presenta el siguiente apartado teórico a manera de introducción:

LA TEORÍA SINTÉRGICA

Fundamentos teóricos de Jacobo Grinberg-Zylberbaum
en torno al fenómeno del chamanismo

LA LATTICE DEL ESPACIO TIEMPO

La mecánica cuántica actual ha desarrollado una concepción acerca de la
estructura del espacio que nos va a servir de punto de partida para
intentar explicar el trabajo de Pachita.

El concepto de la lattice consider que la estructura fundamental del
espacio es una red o matriz energética hipercompleja de absoluta
coherencia y total simetría. A esta red se le denomina lattice y se
considera que en su estado fundamental contribuye al espacio mismo
omniabarcante y penetrado de todo lo conocido.

La lattice permanece totalmente invisible hasta que alguna de sus porciones
(por cualquier causa) altera su estado de coherencia. Una
partícula elemental es precisamente una desorganización elemental de la
lattice en cualquiera de sus localizaciones. Cualquier átomo o compuesto
químico es una particular conformación estructural de la lattice con
respecto a su estado fundamental de máxima coherencia.

La concepción de lattice surgió de los estudios de cristolografía, porque
la estructura de cualquier cristal es una lattice de alta coherencia que
se asemeja a la lattice del espacio.

A partir de Eisntein, el concepto de espacio ha sido inseparable del
tiempo, por lo que la consideración de la lattice del espacio tiempo se
refiere a ambos unificándolos. Si la lattice desapareciera, el espaio y
el tiempo harían lo mismo.

Cualquier objeto “material” es en realidad una organización irrepetible
de la estructura de la lattice. En su estado fundamental de total
coherencia, fuera de la misma lattice no existen ni objetos ni
alteraciones temporales. Es únicamente cuando la lattice cambia su
estructura fundamental que el tiempo transcurre y los objetos aparecen.

 

EL CAMPO NEURONAL

El cerebro humano es la conformación más compleja conocida de la
estructura de la lattice (exceptuando la estructura fundamental de la
lattice misma). Cada una de las doce mil millones de neuronas del
cerebro humano junto con todas sus conexiones anatómicas son otras
tantas alteraciones de la estructura fundamental de la lattice. Cada vez
que una neurona se activa y su membrana celular cambia su potencial de
reposo produciendo cambios eléctricos de superficie, la lattice cambia
su conformación. El conjunto de las modificaciones de la estructura de
la lattice que resultan de toda la actividad del cerebro crea una
alteración colosalmente compleja de la lattice.

Esta alteración ocurre en todas las dimensiones del espacio y se le
denomina campo neuronal. El campo neuronal de un cerebro vivo
contínuamente interactúa con la lattice produciendo en ella
confirmaciones energéticas a las que denominamos imágenes visuales.

En realidad, el campo neuronal y la lattice firman una unidad y es la
misma lattice la que sirve de fundamento al campo neuronal. Sin embargo,
por razones didácticas, hablaré de interacción entre el campo neuronal y
la lattice cuando haga referencia al efecto que el cerebro tiene sobre
la estructura de la lattice.

El mundo que conocemos resulta de la interacción entre el campo neuronal
y la lattice. Todos vemos un mundo similar porque la estructura de
nuestros cerebros es muy parecida y por lo tanto, los campos neuronales
que producimos son semejantes aunque irrepetibles y únicos en cada
momento.

Existen, sin embargo, diferentes niveles de interacción y prácticamente
un infinito número de conformaciones que el campo neuronal puede adoptar.

Las estructuras cerebrales que más se han utilizado durante la evolución
son las más fijas estructural y energéticamente hablando. Esto explica
la relativa fijeza de nuestra percepción visual. Al mismo tiempo, las
estructuras cerebrales más nuevas, evolutivamente hablando, no tienen
tal fijeza ni producen campos neuronales tan parecidos. Por ello las
creaciones intelectuales y el pensamiento son tan variables y con tante
capacidad de originalidad aunque ambos, el mundo visual y el mundo del
pensamiento tienen el mismo origen en la interacción del campo neuronal
y la lattice.

De acuerdo a los estudios de la conciencia que indican que ésta posee
valores discretos dando lugar a niveles cualitativamente diferentes de
la experiencia, es posible suponer que la interacción entre el campo
neuronal y la lattice posee una congruencia solamente con ciertas bandas
o niveles mientras que otras no. Por ello existen mundos auditivos
diferentes de los visuales u olfativos y niveles particulares que la
conciencia mística oriental conoce tan bien.

Algunos niveles de interacción solamente son accesiobles después de un
entrenamiento riguroso mientras que otros son más cotidianos y comunes.
En todos los niveles, sin emabrgo, el cerebro afecta la estructura de la
lattice.

 

EL TRABAJO DE PACHITA

Tal como el lector podrá constatar a través de la lectura de este libro,
el nivel de conciencia de Pachita era extraordinariamente diferenciado.
Durante las operaciones que realizaba ella era capaz de materializar y
desmaterializar objetos, órganos y tejidos. El manejo de las estructuras
orgánicas, le permitía realizar transplantes de órganos a voluntad,
curaciones de todo tipo y diagnósticos a distancia con un poder y
exactitud colosales.

Estar junto a Pachita era una experiencia única en la cual se
experimentaba el poder de su mente capaz de conocer los conenidos del
pensamiento, ñas intenciones y las experiencias más íntimas de sus
colaboradores y pacientes como sifueran un libro abierto. Además Pachita
lograba penetrar en el tiempo prediciendo eventos futuros como si su
campo neuronal en interacción con la lattice del espacio tiempo
decodificara y modificara la estructura temporal de la realidad.

Todos estos portentos pueden ser explicados si se acepta la posibilidad
de que las modificaciones de la lattice producidas por el campo neuronal
de Pachita eran capaces de modificar sustancialmente aquélla produciendo
conformaciones similares a la de los objetos (en caso de las
materializaciones) o retornos a la estructura de la lattice de los
objetos (en el caso de las desmaterializaciones).

Pachita poseía un control único sobre su campo neuronal transformánsolo
y modificando con él a la estructura de la lattice. Aunque sus efectos
parecían ser milagrosos se basan, de acuerdo con esta hipótesis, en el
mismo mecanismo que todos utilizamos para crear nuestras imágenes o
nuestros pensamientos.

 

LOS ÓRBITALES DE LA CONCIENCIA

La existencia antes mencionada, de niveles discretos congruentes en la
interacción del campo neuronal y la lattice explica que el Hermano
Cuahutémoc… De acuerdo a la hipótesis que he presentado, el campo
neuronal de Pachita era capaz de interactuar en forma congruente con una
banda de la lattice que ella denominaba Cuahutémoc. A estas bandas la
teoría sintérgica las denomina orbtales de conciencia. La teoría
sintérgica sostiene que la experiencia es la interacción del campo
neuronal con la lattice.

 

LA CONCIENCIA DE UNIDAD

El campo neuronal es capaz de mimetizar la estructura fundamental de la
lattice. Esto se logra encrementando la coherencia ínter y
transhemisférica. Cuando la coherencia cerebral es así incrementada, el
campo neuronal deja de modificar la estructura fundamental de la lattice
y la conciencia se vuelve de Unidad. en este estado de Unidad total
desaparece el ego y el sujeto de la experiencia se vuelve una especie de
“rey de la creación” capaz de modificar la realidad desde sus orígenes.

No puedo expliocar la existencia de Pachita y sus efectos a menos que
acepte que ella había logrado llegar a la conciencia de Unidad. Esto me
explicaría su capacidad de reconocer cualquiera de las mentes que se le
aproximaba y su habilidad de hacer aparecer su conciencia en diferentes
localizaciones del Universo. Pachita decía ser capaz desalirse de su
cuerpo y hacer aparecer su experiencia en localizaciones extracorpóreas.
Esta capacidad implicaba entre otras la de poder focalizar su atención
total en diferentes porciones de la lattice.

 

EL FACTOR DE DIRECCIONALIDAD Y EL PROCESADOR CENTRAL

Normalmente hacemos algo similar con nuestra atención; la focalizamos en
diferentes regiones de la interacción entre el campo neuronal y la
lattice. La capacidad atentiva de Pachita era, sin embargo,
extraordinariamente acrecentada. En ambos casos; la de la atención
normal y la de la acrecentada, se requiere de un factor explicativo
además de la interacción entre campo neuronal y lattice. A este factor
la teoría sintérgica lo denomina factor de direccionalidad.

El factor de direccionalidad hace aparecer la experiencia consciente en
diferentes regiones de la lattice y requiere de la existencia de un
controlador del mismo al que la teoría sintérgica denomina procesador
central. Acerca de éste último poco se sabe y solamente se puede
conjeturar que pertenece al Observador independientemente de la lattice
y el campo neuronal.

Este Observador en diferentes tradiciones se ha denominado Ser, Purusha
o Atman. La existencia del Observador se encuentra en la forntera del
conocimiento científico precisamente por la necesidad de considerarlo
independiente de la lattice. La aceptación del Observador como
independiente del mundo físico no ha sido aceptada por la ciencia aunque
para Pachita era una realidad incuestionable.

 

EL HIPERCAMPO

Una consecuencia de todo lo que antecede es la idea de que sumada a la
organización propia de la lattice y a su interacción con el campo
neuronal, sea necesario considerar a las interacciones entre todos los
campos neuronales existentes en el seno de la lattice. A esta lattice
que incorpora todos los campos neuronales se le denomina hipercampo.

Pachita parecía poseer la capacidad de decodificar el hipercampo
conociendo, de esta forma, el estado de la conciencia planetaria. Esta
capacidad de decodificación no era pasiva puesto que ella afirmaba que,
a través del Hermano Cuahutémoc se realizaban misiones planetarias de
direccionalidad y modificación del hipercampo.

Cualquier alteración del hipercampo afecta a todos los campos neuronales
y por lo tanto determina cambios en la conciencia individual y colectiva.

Una de las fascetas más extraordinarias de Pachita era precisamente si
trabajo en el hipercampo y su ideal de transformación para el bien de la
humanidad.

 

Jacobo Grinberg-Zylberbaum

Ciudad Universitaria, 19 de mayo de 1987.

 

Los textos sobre chamanismo de Jacobo Grinberg-Zylberbaum: 

Los chamanes de México I Psicología Autóctona Mexicana, Alpa Corral, México,
1987.

Los chamanes de México II Misticismo indígena, Alpa Corral, México, 1987.

Los chamanes de México III Pachita, IMPAC, México, 1988.

Los chamanes de México IV, La Cosmovisión de los Chamanes, INPEC, México, 1988.

Los chamanes de México V, El Cerebro y los Chamanes, INPEC, México, 1989.

Los chamanes de México VI, La Voz del ver, INPEC, México, 1989. 

Otros textos teóricos del mismo autor:

El Cerebro conciente, Trillas, México, 1979.

El espacio y la conciencia, Trillas, México, 1981.

El significado de enfermedad y curación en el chamanismo y en la

El significado de enfermedad y curación en el chamanismo y en la
medicina moderna 
Jean Achterberg

La palabra curar, así como todos sus derivados, son términos vagamente
pérfidos en la medicina moderna, en la que curandero es sinónimo de
matasanos o de «evangelista untuoso y charlatán». En realidad, desde el
punto de vista de la ciencia contemporánea, incluso la capacidad natural
de un individuo para curar prácticamente todo trauma mental, corporal y
espiritual recibe escaso reconocimiento en términos de investigación,
así como tampoco se suele otorgar crédito alguno a su propia capacidad
de recuperación. La remisión espontánea de una dolencia se tilda de
anomalía, el efecto placebo supone un fastidio para la investigación y
toda enfermedad que no se ajuste a las estadísticas es groseramente
calificada de diagnóstico erróneo, remisión temporal, o simplemente
histeria. Claramente, la curación no goza de popularidad.

En cualquier caso, ¿qué significa curar o ser curado? Las «claves» que
uno acepte como representativas de la curación varían enormemente y son
distintas para cada cultura. En las culturas chamánicas tradicionales,
la curación guarda escasa relación con la remisión de los síntomas
físicos. Se refiere más bien a formar un todo o a armonizar con la
comunidad, con el planeta y ciertamente con las circunstancias privadas
de uno mismo. Esto puede ir, o no, acompañado de la curación física, e
incluso cabe que el paciente fallezca, lo que inspira una enorme
desconfianza, evidentemente, entre los observadores ajenos a dicha
tradición. Después de todo, ¿qué clase de curanderos son esos chamanes,
si sus pacientes se mueren? Sin embargo, desde el punto de vista del
chamán, el curso de la vida y la muerte carece de importancia, ya que no
son más que distintas experiencias a lo largo del continuo de la
existencia.

Evidentemente, la actitud chamánica sugiere una definición bastante
diferente de curación que aquella con la que la civilización occidental
está primordialmente familiarizada, es decir la de «regresar a la
normalidad», normalidad que se define culturalmente de acuerdo con unos
niveles creados por los miembros de dicha sociedad. Es oportuno
mencionar aquí el siguiente comentario de un curandero indio: «Con la
medicina del hombre blanco, uno sólo vuelve a ser como antes; con la
medicina india, uno puede llegar a ser incluso mejor».

No obstante, cabe destacar que el espíritu humano emerge frecuentemente
victorioso, incluso del más atroz de los tratamientos médicos. En esta
cultura, la gente supera creativamente las enfermedades, aprende de
ellas y las trasciende. Y para el terapeuta, la posibilidad de
participar en este viaje con pacientes muy excepcionales y a menudo
gravemente enfermos, supone un gran don y una fuente de sabiduría. Claro
que no todo el mundo es capaz o está dispuesto a hacerlo, y se suele
precisar mucho apoyo para realizar el esfuerzo necesario.

El viaje de autotransformación

Existe un claro paralelismo entre el viaje de crecimiento personal que
emprenden los que atraviesan una enfermedad de suma gravedad y el viaje
de iniciación del curandero. Ahora estoy convencida de que, para el
curandero, dicho viaje significa un progreso más o menos constante en su
labor simultáneamente alegre y dolorosa de autoconcienciamiento y
autodesarrollo, además de un compromiso con su misión de servicio. En
las sociedades chamánicas tradicionales, se consideraba dicha
transformación como parte imprescindible de la formación del curandero
para el correcto ejercicio de su vocación, mientras que en la medicina
moderna ha sido prácticamente olvidada. No obstante, la senda
tradicional de autodescubrimiento emprendido por los curanderos
indígenas durante su proceso de iniciación, cuenta con un prototipo
moderno que adquiere cada día mayor popularidad. Dicho viaje
transformador no sólo es compatible con la medicina moderna, sino
esencial para ella. La sabiduría de la curación sólo podrá progresar si
se combinan inteligentemente los mejores aspectos de todos los sistemas.

Utilizando mi experiencia como ejemplo, diré que el viaje de iniciación
no tuvo lugar en preparación para mi trabajo sino a causa del mismo.
Además, no fue una elección consciente, ni siquiera fue el deseo lo que
impulsó el proceso. Existe un proverbio latino que dice «quien vaya por
su propia voluntad, será guiado por los Hados; quien vaya contra su
voluntad, será arrastrado por ellos». La segunda parte es la que mejor
describe mi participación.

Ni los reconocidos métodos de la ciencia médica ni los principios de la
religión moderna me fueron de gran ayuda para guiar mis pensamientos, mi
investigación, o mi trabajo clínico con pacientes gravemente enfermos.
La confusión, la incertidumbre, el enojo y la frustración provocaron la
necesidad de aprender otras tradiciones culturales como el chamanismo, e
incluso de identificarme con las mismas, ya que sólo éstas parecían
capaces de inyectar cierta sabiduría en áreas de la medicina
esterilizadas por la objetividad.

En primer lugar parecía que, en interés de la tecnología y del dogma, la
medicina pasaba por alto la esencia de lo que significa ser humano.  Los
que padecen enfermedades crónicas y los moribundos, ambos fuera del
alcance de la medicina tal como se conceptualiza en la actualidad, han
sido los que más dolorosamente han sentido dicho olvido.

En mis primeros años de investigación, yo también presencié sucesos
totalmente inexplicables según los conocimientos que poseemos sobre el
cuerpo humano, o de lo que cabe esperar del tratamiento médico.2 Por
ejemplo, algunos pacientes con cierto tipo de personalidad tenían
mayores probabilidades de vivir más tiempo, después de un diagnóstico de
enfermedad «terminal». Los análisis de sangre de dichos pacientes
revelaban una asombrosa correlación entre los cambios hematológicos y
los resultados de pruebas psicológicas. Era posible predecir
estadísticamente la longevidad, basándose en la visión que tenían dichos
pacientes cancerosos de su propia enfermedad, sus defensas y el
tratamiento.3 Muchos fallecieron cuando no lo preveían las teorías
vigentes. A menudo eran demasiado jóvenes o estaban excesivamente sanos,
o su enfermedad, según los libros de texto, no era lo suficientemente
grave como para causarles un deterioro tan rápido. El «curso biológico
de la enfermedad», frase con la que se intenta describir el progreso
independiente de la misma según su propia naturaleza, pasó a tener muy
poco sentido.

Por otra parte, comprobé que algunos pacientes a quienes se había
administrado los últimos sacramentos se recuperaban, reincorporándose a
una vida satisfactoria y productiva, También he sido testigo del milagro
de vidas gratificantes bajo las más traumáticas limitaciones físicas y
del milagro de aquellos que avanzan hacia la etapa final de esta vida
con toda conciencia y claridad. En todos los casos, estas curaciones
aparentemente milagrosas podían ser atribuidas a recursos internos
mentales y espirituales. Estos sucesos son excepcionales, pero el hecho
de que ocurran merece estudio y consideración.

El significado de enfermedad en el chamanismo y en la medicina moderna

Toda enfermedad, esté clasificada por el sistema occidental como mental
o como física, está dotada de unas características verdaderamente
extrañas. Por ejemplo, uno raramente se encuentra con ningún caso
«clásico». Los diagnósticos se realizan de acuerdo con un conjunto de
síntomas semejantes los manifestados por otros individuos y a los que se
ha otorgado un nombre. Dichos diagnósticos son frecuentemente
arbitrarios, pero parecen contentar a la gente. El doctor se alegra de
haber identificado algo y el paciente de que lo que padece sea «real» y
tenga un nombre.

Sin embargo, la verdad es que cada cuerpo/mente/espíritu parece
responder de un modo único a la vida interior y exterior, estrechándose
o ampliándose por aquí o por allá. Sugiero que, además del sistema
típicamente occidental, existen otras formas de ver la enfermedad, más
adecuadas para la identificación de sus causas. El énfasis chamánico en
los conceptos clave de discordancia, miedo y pérdida del alma es una de
esas formas.

Por ejemplo, los chamanes hace tiempo que reconocieron que la enfermedad
es inevitable si la vida pierde significado y uno olvida la sensación de
pertenencia y de conexión (discordancia). Asimismo, una sensación
crónica de miedo hace que el individuo pierda el amor, la alegría y la
confianza, cimientos básicos de la salud, sin los cuales la propia
fuerza de la vida parece comenzar a retirarse del cuerpo. Las
inferencias de estos diagnósticos chamánicos aparecen desparramadas a lo
largo de este capítulo. Ambas, a su vez, se manifiestan en las
enfermedades identificables en la medicina occidental. Así pues, los
síntomas que, a nuestro entender, representan la enfermedad, puede que
sean simplemente los epifenómenos de problemas mucho más básicos.

La pérdida del alma, por otra parte, se considera como el diagnóstico
más grave en la nomenclatura chamánica, ya que se cree la causa
principal de la enfermedad y de la muerte. Sin embargo, no se menciona
en absoluto en los libros de medicina occidental moderna. No obstante,
cada día está más claro que lo que los chamanes denominan pérdida del
alma, es decir una lesión en el centro inviolable que es la esencia de
la persona, se manifiesta como desolación, deterioro inmunológico,
cáncer y muchas otras enfermedades de suma gravedad. Esto parece ocurrir
después de algún grave fracaso sentimental, profesional, o algún otro
tipo de ruptura significativa.

El curador herido y la imaginación

Existe un vínculo invisible de poder entre el curador herido y el curado. Dicho
vínculo constituye la esencia del trabajo del curador. Todo lo demás,
los rituales, instrumentos, las maniobras médicas del cuerpo y
manipulaciones de la mente, son meros recuerdos del proceso divino. Los
chamanes lo saben perfectamente y refuerzan el vínculo con su ritual.
Hay quien lo denomina amor. Emana del deseo de convertir y convertirse
en sano o completo.

Como seres humanos que avanzamos a trompicones por la senda de la
perfección, hemos invertido nuestra fe en lo que nuestros sentidos nos
indican que es real. En nuestra sociedad es real la cirugía, los
medicamentos y, hasta cierto punto, las vitaminas y la acupuntura. Para
las culturas chamánicas, por otra parte, lo real son los tambores, la
succión de objetos y los cristales. Todo ello tiene cierta energía, a
menudo bastante sutil, que es percibida por los sentidos y, por
consiguiente, determina cierto cambio físico. Sin embargo, además del
poder de los sentidos, los chamanes reconocen el poder de la imaginación.

El curador herido, aquel hombre o mujer conocedor del paisaje del reino
espiritual, facilita el momento de la unión entre el curador y el curado,
alcanzando las dimensiones interiores del espíritu con su propia
imaginación. De este modo, mostrándole el camino, el curador ayuda al
curado a recordar lo olvidado.

El chamán que viaja por el mundo del espíritu, conoce a fondo el mundo
de la imaginación, la imaginación genera el más atroz de los dolores,
paraliza y mata con la certeza de un despiadado asesino. Son incontables
los casos de gente que fallece, no a causa de su enfermedad, sino del
miedo. Buscan apoyo, respuestas que les orienten en su viaje a través de
la enfermedad, pero con demasiada frecuencia no las encuentran.

La imaginación es también el mayor recurso curativo. No hay nada escrito en
la historia de la medicina, ni en los descubrimientos de la ciencia
moderna, que lo contradiga. La información que poseemos sobre la salud y
la enfermedad se debe en mayor grado a los sueños, las visiones y otros
productos de la imaginación, que a cualquier otro fenómeno.’

La asociación íntima, y en realidad inseparable, que existe entre la mente y
el cuerpo, no sólo permite que se realice un diagnóstico exquisito, sino
que se ejerza un control fisiológico. Ningún pensamiento deja de marcar
corporalmente; ninguna señal neuroquímica tiene lugar sin ser registrada
por la mente.

Los instrumentos destinados a utilizar la imaginación con propósitos curativos
y diagnósticos reciben muchos nombres distintos. Pueden ser conocidos
como hipnosis, trance, meditación, viajes, imaginería, u oración. Sea
cual fuere su nombre, lo que se precisa es modificar el concienciamiento,
para poder oír de un modo intuitivo los mensajes procedentes del propio
complejo cuerpo/mente/espíritu. El cambio permite una comunicación con
una mente universal, un poder superior, un inconsciente colectivo, o con
lo que yazca en el interior: aquello que da sentido, substancia y
orientación a la vida.

La investigación procedente de numerosos campos perfectamente verosímiles
sugiere que la imaginación puede influir en la actividad de los procesos
corporales, o incluso dirigirla. Puede que esto sólo ocurra con gran
esfuerzo y mucha práctica, y cuando el mensaje es transmitido
repetidamente con suma precisión. Parece ser de una importancia
relativamente insignificante que las imágenes correspondan, según los
libros de texto, a la realidad común. Lo necesario es la precisión de la
dinámica en un sentido sano. Esto exige cierta apreciación de la
realidad biológica y fisiológica, aunque la forma del mensaje dirigido
al cuerpo sea eminentemente simbólica.

Existe, todavía, otra forma en la que cura la imaginación, consistente
en entrar en un momento en el que se sienta la verdad extática de ser
absoluta y totalmente inseparable de todos los demás aspectos de la
creación. Dicho momento en sí constituye la definición y el propósito de
la curación. En algunos casos desaparecen los problemas físicos y en
otros el paciente fallece. De un modo u otro, en el instante de conexión,
de unión, tiene lugar la curación.

El poder de los símbolos

El poder curativo de los símbolos externos, ya sean de origen chamánico
o alopático occidental, crece y decrece. Existe un viejo chiste en la
profesión médica, según el cual los medicamentos y las técnicas
quirúrgicas deberían usarse con frecuencia cuando son nuevos, porque
después de cierto tiempo en el mercado pierden su eficacia; es cierto.
Por consiguiente, a nadie deberían asombrarle los espectaculares
descubrimientos que constantemente se dan a conocer como remedios contra
el SIDA y el cáncer, con resultados decepcionantes después de las
primeras pruebas clínicas, la correspondiente turbación de los
investigadores y la frustración del público.

Después de años de observación de quienes reciben tratamientos
convencionales de medicina occidental y quienes han elegido tratamientos
alternativos, parece factible llegar a la conclusión de que todo puede
curar o no hacerlo. He visto pacientes que se han recuperado después de
ser sometidos a quimioterapia contra el cáncer, que ha estado a punto de
costarles la vida, otros que lo han hecho después de «abrir y cerrar»
(es decir, cirugía exploratoria que ha revelado un estado excesivamente
avanzado de la enfermedad para justificar una extirpación), y a otros
que lo han logrado después de estar a punto de morir de hambre,
siguiendo algún extraño régimen difícilmente tolerable.

La esposa de un doctor a quien conocí, recibía la mejor atención médica
para un cáncer óseo que la deterioraba progresivamente, hasta que su
oncólogo le sugirió que probara cualquier cosa, porque él ya no podía
ayudarla. Así lo hizo, acudiendo incluso a un vidente, y volvió sin
rastro alguno de la enfermedad. ¡El oncólogo estaba furioso!

Por otra parte, una mujer que acudió a mí para que la ayudara con
técnicas de imaginería contra el cáncer, se había negado a tomar un
medicamento reductor de estrógeno que le habían recetado para sus
tumores, que se «alimentaban» de estrógeno. En su lugar, había adoptado
un tratamiento que incluía un régimen alimenticio macrobiótico,
meditación profunda y estudios con un gurú, que curaba con colores,
además de un adivino que colgaba un péndulo sobre sus muestras de sangre.
Sus tumores se siguieron desarrollando hasta que por fin se sometió a la
medicina moderna, cuando empezaron a decrecer. Una vez más, todo o nada
se cura, según el poder invertido en el símbolo. Ha llegado sobradamente
el momento de investigar este misterio y con toda probabilidad, el SIDA
y el cáncer nos conducirán penosamente a la verdad.

El papel del curador herido en la actualidad

Si, como lo he venido sugiriendo, la curación es una decisión personal
por parte del paciente y el poder procede enteramente del interior,
¿cuál es la función del curador y cómo puede éste evaluar su propio
éxito?

Supongo que con cierta tristeza y sin falsa modestia, debo afirmar que
soy incapaz de forzar una curación. Ni siquiera puedo acceder
consistentemente a mis propios mecanismos curativos. Todos tenemos mucho
que aprender. A fin de cuentas, el «milagro» de la curación, la solución
de los complejos problemas de la enfermedad, tanto física como mental,
tal como los conocemos, así como el punto de la trascendencia, es algo
que debemos definir, buscar y alcanzar individualmente.

Podemos aprender muchísimo del chamanismo, especialmente respecto a la
más difícil de las lecciones para los que nos dedicamos profesionalmente
a ayudar a los demás: aprender a respetar la singularidad de la senda de
cada individuo. Cabe la posibilidad de que no existan dos enfermedades,
ni su propósito en la vida del paciente, que sean exactamente iguales.
No obstante, emergen ciertas líneas generales. En primer lugar, existen
técnicas respetables y eficaces en todo sistema curativo, tanto el del
chamán como el del médico occidental, trazadas para aliviar el
sufrimiento y facilitar el proceso natural de curación. Pero sea cual
fuere el método de tratamiento, debe utilizarse con compasión y buen
juicio profesional.

Así pues, en el papel curativo moderno, con todas sus limitaciones, nada
le impide a uno tocar, rezar y facilitar las transiciones. Podemos
compartir el conocimiento que recibimos de nuestros pacientes, de
nuestros colegas y de nuestras mentes inquietas y torturadas, a fin de
facilitar el viaje de autotransformación que hemos emprendido, y en el
que debe basarse nuestra práctica curativa.

En mis estudios, tanto del paradigma chamánico como del occidental,
coincido con la curandera senneca, Twylah Nitsch, que sugiere que en
dicho viaje existen cuatro orientaciones a las que el curador debe
aspirar: 1) ¿Soy feliz en lo que hago? 2) ¿En qué contribuyo a la
confusión? 3) ¿Qué estoy haciendo en pos de la paz y de la satisfacción?
4) ¿Cómo se me recordará, en la ausencia y en la muerte?

La primera pregunta hace referencia a lo básicamente apropiado o
inapropiado de la vocación o «llamada» personal del curador: ¿satisface
su profesión las necesidades más profundas de su alma? Sin dicha
satisfacción, como lo han reconocido los chamanes, se sentirán
carcomidos por una sensación de frustración que absorberá
ineludiblemente su energía, conduciéndoles finalmente al fracaso y
posiblemente al desastre. De ahí su importancia primordial.

Las preguntas segunda y tercera hacen referencia a la capacidad y
eficacia del individuo: ¿puedo ayudar realmente al paciente a alcanzar
una mayor claridad de concienciamiento que le permita aprender las
lecciones necesarias de su enfermedad para lograr paz y plenitud? O, por
otra parte, ¿estoy simplemente aumentando la confusión y el sufrimiento
del paciente? Evidentemente, la respuesta a esta pregunta es también de
suma importancia.

La cuarta cuestión concierne al juicio de la comunidad: ¿estoy
realizando una contribución lo suficientemente significativa como para
que se me recuerde cuando ya no esté presente? No olvidemos que es el
interés de la comunidad en su conjunto, además del de cada uno de sus
miembros, el que el chamán se compromete a servir. Por consiguiente, es
importante tener en cuenta el juicio de los demás. Además, sin su apoyo,
reconocimiento y aliento, su trabajo como curador carecerá de una
importante fuente de poder.

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Citas:

1. J. De Angulo, Indian Overalls, en B. Calahan (ed.) A jaime de Angulo
Reader (Berkeley, Turtle Island, 1979). Las observaciones de primera
mano de De Angulo sobre la actividad chamánica en diversas tribus indias
son de especial inter´s para estos materiales.

2. J. Achtenmebr, Imaginery in Healing, Boston, Shambala, 1985). La
investigación a la que se refiere brevemente en este capítulo es objeto
de un análisis detallado en el libro mencionado.

3. J. Achtenberg y G. F. Lawlis, Imaginery asn disease: A Diagnistic
Tool (Champaign, Ill., Institute for Personality and Ability Testing,
1985).

4. R. Grossinger, Planet Medicine (Boulder, Shambala, 1984).

Espiritus y Curacion Chamánica entrevista a MICHAEL HARNER

Espíritus y Curación Chamánica
Entrevista a MICHAEL HARNER

Entrevista de Bonnie Horrigan
para Alternative Therapies Magazine.

Traducción: Alicia Luengas Gates
Michael Harner es antropólogo en la Fundación para Estudios Chamánicos, una organización internacional sin ánimo de lucro dedicada a preservar el conocimiento chamánico para que sobreviva en el planeta y a la enseñanza de los principios básicos de este conocimiento para su aplicación práctica en el mundo contemporáneo.

Harner ha practicado la curación chamánica desde 1961. Obtuvo su doctorado en la Universidad de California-Berkeley. Ha sido profesor y consejero del departamento de antropología de la Facultad para Graduados de la Nueva Escuela para Investigación Social en Nueva York y ha enseñando en Columbia, Yale, y UC Berkeley. Ha sido director de antropología en la Academia de Ciencias de Nueva York. Autor de libros como “The Jivaro”, “Hallucinogens and Shamanism” (“Alucinógenos y Chamanismo”), y el clásico libro “The Way of the Shaman” (“La senda del Chamán”).

Durante sus estudios académicos de chamanismo, Harner vivió y trabajó con indígenas del Alto Amazonas, México, Perú, en el Ártico de Canadá, Samiland, y la costa oeste de Norte América.

Harner afirma con rotundidad que “no estamos solos” y que en curación chamánica “hay un flujo de poder de la realidad no ordinaria a la realidad ordinaria… Es así como sucede la curación”.

Pregunta: ¿Qué es el chamanismo?
Respuesta: La palabra “Chamán” tiene su origen en el lenguaje Tungus y hace referencia a una persona que hace viajes a la “realidad no-ordinaria en un estado alterado de consciencia”. A pesar de que el término viene de Siberia, la práctica del chamanismo ha estado presente en todos los continentes habitados.

Después de años de extensa investigación, Mircea Eliade en su libro “Chamanismo y las Técnicas Arcaicas del Éxtasis”, concluyó que el chamanismo es anterior a las otras tradiciones espirituales en el planeta y que lo que es más distintivo en el chamanismo -pero no lo único- es el viaje a otros mundos en un estado alterado de conciencia.

Los Chamanes han sido llamados “los que ven”, o “la gente que sabe”, en el lenguaje de las tribus, porque están involucrados en un sistema de conocimientos basados en experiencias de primera mano. El chamanismo no es un sistema de creencias, está basado en experiencias personales que llevan a obtener información, curación u otras cosas. El hecho es que, si los chamanes no obtuviesen resultados, no serían consultados por la tribu. La gente me pregunta: “¿Cómo se sabe que alguien es un Chamán?” Yo contesto: ” Es muy simple. Está viajando a otros mundos. Y está haciendo milagros.

P.- ¿Es el chamanismo una religión?
R.- La práctica del chamanismo es un método, no una religión. Puede coexistir con las religiones establecidas en muchas culturas. En Siberia ustedes encontrarán chamanismo coexistiendo con Budismo y Lamaísmo y en Japón con Budismo. Es cierto que los chamanes vivieron en culturas animistas (animismo significa que la gente cree que hay espíritus). En las culturas chamánicas, donde los chamanes interactúan con los espíritus para obtener resultados en las curaciones, no es sorprendente que la gente crea en espíritus, pero los chamanes no creen en espíritus, los chamanes hablan, interactúan con ellos. No “creen” que haya espíritus, para ellos son tan reales como tener una casa donde vivir o tener una familia. Esto es muy importante, porque el chamanismo no es un sistema de fe.

P.- Entiendo que hay dos aspectos de la curación chamánica: una medicinal y otra espiritual.
R.- Los chamanes hablan con las plantas y los animales; con toda la naturaleza. Esto no es sólo una metáfora. Lo hacen en un estado alterado de conciencia. Recientemente, nuestros estudiantes han descubierto que al hablar con las plantas pueden descubrir cómo utilizarlas para hacer remedios. Los chamanes han hecho esto desde tiempos ancestrales. Tradicionalmente saben mucho acerca de las plantas, pero no es esencial para la práctica del chamán. Por ejemplo, los chamanes esquimales no tienen acceso a muchas plantas, así que trabajan con otras cosas. Un estudiante nuestro en Estados Unidos desarrolló todo un sistema de utilización de plantas con fines curativos basándose en el aprendizaje directo de la planta, y encontró que sus descubrimientos eran muy cercanos a la ancestral y clásica farmacología china sobre cómo utilizar las plantas para curar.
Esto llama nuestra atención sobre el tema de cómo todo lo que se ha sabido a través del tiempo y todo lo que puede ser conocido está a disposición del chamán durante el sueño, o sea, en el viaje chamánico. De ahí que los chamanes puedan ser profetas; es por esto que pueden ir hacia atrás y ver el pasado. Con disciplina, entrenamiento y ayuda de los espíritus podemos tener acceso a esta fuente de conocimiento.

P.- ¿Qué pasa cuando una persona enferma le pide curación al chamán?
R.- Por ejemplo, el chamán puede hacer un viaje con el propósito de diagnosticar o de obtener información acerca de los problemas que tiene la persona, desde un punto de vista espiritual. No importa tanto cuál es el diagnóstico desde un punto de vista real. No hay una simple concordancia entre la enfermedad espiritual y la enfermedad en la realidad ordinaria. Así, el chamán con frecuencia hará un viaje para encontrar cuál es la causa espiritual de la enfermedad del paciente.
Desde la perspectiva chamánica, la gente que no está llena de poder espiritual tiene tendencia a enfermar, a tener accidentes o a la mala suerte. Esto va más allá de la definición normal de enfermedad. El chamán restaura la conexión de la persona con su poder espiritual. Este poder espiritual es algo análogo al sistema inmunológico, en el plano espiritual. El poder espiritual hace que uno sea resistente a la enfermedad. Si alguien está enfermo con frecuencia, está claro que necesita una reconexión con el poder espiritual. Una persona sana, que no está enferma, puede ir “en busca de una visión” para conectarse con el poder espiritual. Uno de los trabajos del chamán es ayudar a la gente que no está en condiciones de hacer esto por ellos mismos.
Hoy en día se habla mucho de la conexión mente-cuerpo, pero el hecho de que la mente esté conectada con el cuerpo no es algo nuevo, se ha sabido durante miles de años. Lo más importante del chamanismo, en mi opinión, es que el chamán sabe que no estamos solos. Con esto quiero decir que, cuando un ser humano trabaja con compasión para aliviar el dolor y el sufrimiento de otro ser humano, los espíritus se muestran interesados y vienen en su ayuda, se involucran. Cuando alguien que no conocemos, no un familiar, se interesa y ayuda a otro a aliviar la enfermedad y el dolor con generosidad y compasión, entonces es cuando suceden los milagros. Así, la novedad es que el chamanismo no sólo enseña que la cabeza está conectada al resto del cuerpo, sino que no estamos solos.

P.- ¿Qué es la recuperación del alma?
R.- Cualquier persona que haya tenido un trauma, desde la perspectiva chamánica, puede que haya sufrido una perdida de alma. Por alma entendemos la esencia espiritual necesaria en nuestra vida, que está con nosotros desde nuestra concepción hasta nuestra muerte. El método de sanación para curar la pérdida de alma se llama “recuperación de alma”, uno de los clásicos métodos chámanicos donde el chamán va en busca de las partes del alma para traerlas de nuevo al paciente.
De hecho, si se pregunta a un grupo de gente: “¿Cuántos de ustedes sienten que han perdido parte de su alma?”, es típico que casi todos alcen la mano. A un nivel profundo hay una consciencia de este problema. Aun en traumas menores puede haber pérdida de alma y puede ser tratado.
Otra importante técnica de curación chamánica es la extracción. La extracción incluye eliminar una intrusión espiritual. Así como hay infecciones en el cuerpo real (físico), puede haber intrusiones espirituales. No estamos hablando de intrusión de un espíritu sino de intrusiones espirituales. Así como hay termitas en una casa de madera, algo que no le pertenece y necesitamos quitar, del mismo modo el chamán trabaja para eliminar las intrusiones, cosas que no pertenecen y que interfieren con la buena salud de la persona. Si hay alguna intrusión espiritual, la extrae. Esto no se hace a través del viaje chamánico, se trabaja en el “mundo de en medio” en un estado alterado de conciencia.

P.- ¿Cómo se obtiene el estado alterado de conciencia?
R.- Un 90% de los estados alterados de conciencia que se usan en chamanismo se obtienen a través de un cambio de conciencia que utiliza técnicas de percusión de sonidos monótonos, hechas típicamente con un tambor, pero también con maracas y otros instrumentos. Tal vez en un 10% de las culturas los chamanes usan drogas psicodélicas para cambiar su estado de conciencia.

En 1961 fui introducido en el trabajo chamánico con los Indios Conibo del este de Perú con la ayuda de psicodélicos propios de la región. Cuando regresé a Estados Unidos no podía obtener Ayahuasca, y experimenté con el tambor, quedando sorprendido de lo bien que funcionaba. No debería haberme sorprendido, ya que los tambores, a través del tiempo, han sido utilizados por los chamanes de casi todo el mundo. Casi todo lo que se hace en chamanismo se hace porque funciona. Durante miles de años, los chamanes han desarrollado el sistema más probado a través de los tiempos usando espíritu, mente y corazón para curar, junto con los remedios hechos de plantas. Con el tiempo, el sistema ha demostrado ser efectivo, y como el 90% de los chamanes usan el método del tambor, nosotros le prestamos atención, y desde luego que funcionó.

Regresando a la técnica de extracción, ésta incluye un estado alterado de conciencia que permite ver dentro del cuerpo del paciente. El chamán aprende a ver el cuerpo con una visión de rayos-X. Ve la enfermedad y su localización y, con la ayuda de los espíritus, la extrae.

Los chamanes también hacen otro tipo de curación, ayudan a los muertos al igual que a los vivos. A estos chamanes se les llama “psicopompos” (conductor de las almas). Cuando una persona está en estado de coma (que desde el punto de vista chamánico significa que está casi muerto), el chamán se comunica con el espíritu para saber si la persona quiere regresar o seguir adelante. El chamanismo no es un sistema que intenta que la gente se quede en nuestra realidad, porque el chamán sabe que ésta no es necesariamente la mejor realidad. Así es que, el chamán, viaja hasta la persona que está en estado de coma para averiguar qué es lo que desea. Si desea regresar, el trabajo del chamán es traerlo de regreso. Pero si desea seguir adelante, pasar, entonces el trabajo del chamán es llevarlo al lugar donde estará contento, y no dejarlo aquí, en el mundo de en medio.

P.- En relación con la curación de extracción, desde la perspectiva chamánica, ¿de dónde viene la enfermedad que necesita ser extraída?

R.- Desde la perspectiva chamánica toda la gente tiene un aspecto espiritual, lo reconozca o no. Cuando la gente se enfada, está celosa, tiene una actitud hostil y lo expresa, puede causar, no sólo abuso físico, sino también abuso espiritual sin saberlo. En otras palabras, si alguien desconoce los principios chamánicos, puede hacer daño a otra personal en un nivel espiritual sin saberlo.

Esto no significa que una persona no pueda enfadarse con otra, lo que significa es que necesitamos disciplina y saber que hay límites, de modo que, aunque alguien se enfade con otro y lo exprese, tenga control sobre su lado espiritual y sea consciente de no perjudicar al otro.

P.- ¿Puede hablar de la diferencia entre ” realidad ordinaria” y “realidad no ordinaria”?
R.- Los términos “realidad ordinaria” y “realidad no ordinaria” vienen de Carlos Castaneda. La realidad ordinaria es la realidad que todos percibimos, es la realidad con la que todos podemos estar de acuerdo (hay un reloj en la pared). La realidad no ordinaria, es la realidad asociada con el estado de conciencia alterado, es decir, cuando eres capaz de ver lo que normalmente no ves en un estado ordinario de conciencia.
La realidad ordinaria es algo en lo que virtualmente todo el mundo puede estar de acuerdo. La realidad no ordinaria es muy específica de cada persona. La información obtenida de la realidad no ordinaria está hecha a medida del individuo. Puede ser que otras personas no la perciban en absoluto, al contrario que la información obtenida en la realidad ordinaria, de la cual todos obtienen la misma información.
P.- ¿Qué pasa una vez que el chamán contacta a los espíritus?
R.- Hay un cruce de poder entre la realidad no ordinaria y realidad ordinaria.

El chamán es capaz de mover el poder de una realidad a la otra. Cuando esto se hace con éxito es cuando tiene lugar la curación y hablamos de milagros. Cuando usted comience a viajar como los chamanes, si es la clase de persona por la que los espíritus sienten compasión y quieren ayudar, verá que va a recibir muchas enseñanzas que nunca pidió ni esperó, porque una vez que pasa por esas puertas, los espíritus le enseñarán de acuerdo a su preparación, y su vida cambiará. Un solo viaje puede transformar su vida.

Fuente Original:

Revista Natural en Verano 2001

http://www.revistanatural.com/

CONCIENCIA CHAMÁNICA

CONCIENCIA CHAMÁNICA
             

                                                                    Por Ralph Metzner

  Como psicólogo, me he dedicado a los estudios sobre la conciencia, entre ellos los de estados alterados provocados por drogas, plantas y otros medios, durante más de treinta y cinco años.

  Mi interés se dirigió más bien a las plantas alucinógenas* o “psicoactivas”, que tienen una larga historia en las sociedades chamánicas y no tanto a las poderosas drogas descubiertas recientemente, las que a menudo entrañan riesgos desconocidos.

  En los últimos tiempos, he visto renacer el interés por el chamanismo y las plantas sagradas como parte de una búsqueda, que hoy tiene lugar en todo el planeta, que apunta a renovar la relación espiritual con el mundo de la naturaleza.

  En las sociedades chamánicas – o sea, aquellas en las que se admite la realidad de otros mundos, inmateriales – se ha prestado siempre considerable atención al cultivo de una relación perceptual y espiritual directa con los animales, las plantas y la tierra misma en toda su magnífica variedad. Nuestra moderna concepción materialista, con su énfasis obsesivo en el progreso tecnológico y el control y explotación de lo que denomina “recursos naturales”, se ha disociado casi por completo de esa conciencia espiritual de la naturaleza.

  Esta escisión entre la espiritualidad humana y la naturaleza hunde sus raíces en la antigüedad, pero una de sus fuentes esenciales fue el surgimiento de la ciencia mecanicista en los siglos XVI y XVII.

  La resurrección de las creencias animistas, los movimientos de la ecología profunda y la eco psicología, así como el renovado interés por las prácticas chamánicas, como el uso de plantas alucinógenas o “enteógenas” (del griego enthéo, inspiradas por la divinidad)* representa una reunión de la ciencia y la espiritualidad, que habían estado divorciadas desde el siglo XVII.

  Muchos de los elementos que pueden hallarse en la literatura antropológica sobre el chamanismo y el uso de plantas alucinógenas, también aparecen en las experiencias de las personas que ingieren tales medicamentos dentro de un marco religioso o terapéutico.

Procederé a enumerar dichos elementos:

1.    El lugar y el marco, el contexto y la intención con la cual se lleva a cabo la experiencia son determinantes. Esto ya había sido comprobado en las investigaciones psicodélicas de la década del sesenta.

2.    La experiencia puede ser sanadora tanto en el planto físico como en el psíquico y el espiritual. Esta sanación incluye ser en primer lugar desmembrado, destruido o “matado” y luego reconstituido con un cuerpo más sano y fuerte. El desmembramiento es un rasgo clásico en las curaciones chamánicas de todo el mundo. Por otra parte, los tres “planos” a que me refiero son conceptos derivados de un análisis: en la experiencia real, esos planos no están separados sino que son coexistentes y simultáneos.

3.    La experiencia puede dar acceso a un conocimiento oculto: es su aspecto de diagnóstico, adivinación o visión. De ahí que la gente llame a estas plantas “maestras”.

4.    Se siente y percibe que uno tiene acceso a otros mundos no materiales, a los que se designa de diversas maneras: mundos internos, mundos espirituales, “el más allá”, la realidad aparte, la otra realidad. Dicho acceso puede lograrse mediante un viaje hacia ese mundo, o bien los seres espirituales de éste aparecen en nuestro mundo, o las fronteras habituales entre éste y el otro se diluyen y se vuelven permeables.

5.    La experiencia puede incluir la percepción de seres espirituales no materiales, normalmente invisibles. Se reconoce su asociación con determinados animales, plantas, árboles u hongos, o con ciertos lugares. Puede implicar también que uno se identifique con dicho espíritu o se transforme en él. Se percibe que la visión y la sanación son producidas por dichos espíritus o con su ayuda.

6.    Un elemento esencial para provocar experiencias alucinógenas es escuchar música o cantos, o cantar uno mismo, lo que brinda apoyo para atravesar el flujo de las visiones e impide que uno se quede “estancado” o que sea detenido por fenómenos ya sea seductores o aterradores.

7.    Las ceremonias tradicionales se llevan a cabo siempre en la oscuridad o con muy poca luz; aparentemente, esto facilita que surjan las visiones.

Qué significa que gran cantidad de personas vuelva a estas antiguas tradiciones espirituales y de sanación en un mundo como el actual, donde predominan las corporaciones financieras multinacionales, las computadoras y las redes electrónicas ?

  Es bien sabido que el sistema industrial capitalista que hoy domina económica y políticamente el mundo está devastando los sistemas de sustento de la vida en la biosfera y desgarrando el tejido mismo de la vida en el planeta.

  Por la experiencia de millones de individuos del mundo occidental con los sacramentos alucinógenos, así como con otras prácticas chamánicas, estamos asistiendo al resurgimiento de la antigua cosmovisión integradora que ve en toda manifestación de vida una red interdependiente de relaciones que debe ser cuidadosamente protegida y preservada.

  El uso respetuoso de la medicina de las plantas enteógenas en contextos espirituales o terapéuticos puede cumplir un papel enormemente significativo en esta dirección.

* utilizo los adjetivos “psicodélico”, alucinógeno y “enteógeno” como sinónimos. Hay quienes rechazan el término “alucinógeno” argumentando que una alucinación es una percepción ilusoria y que, en rigor, estas plantas no provocan alucinaciones. No obstante, el significado original del término latino “alucinare” es “vagar por la propia mente” y a mi juicio la metáfora del “viaje” o “recorrido” por el espacio interior es muy apropiada para describir la experiencia que inducen estas substancias. Por lo tanto, creo que el término “alucinógeno” debe ser rehabilitado.

Basado en una exposición del autor en la conferencia de la Asociación Transpersonal Internacional llevada a cabo en Manaos, Brasil, en mayo de l996.

Palabras de un chamán esquimal iglulik:

Palabras de un chamán esquimal iglulik:

“Deseaba convertirme en chamán con la ayuda de los demás, pero no lo
conseguí. Visité a muchos chamanes famosos y les hice grandes regalos…
Busqué la soledad y pronto me entró una profunda melancolía. A veces me
echaba a llorar y me sentía muy desgraciado, sin saber por qué. Entonces,
sin razón alguna, de repente todo cambiaba y me sentía inexplicablemente
alegre, con una alegría tan poderosa que era incapaz de contenerla, y
tenía que ponerme a cantar, una poderosa canción en la que sólo había
cabida para una palabra: ¡Alegría, alegría! Además, tenía que utilizar
toda la fuerza de mi voz. Entonces, en el seno de aquel misterioso y
abrumador ataque de alegría, me convertí en chamán, sin saber yo mismo
cómo había ocurrido. Pero era chamán. Podía ver y oír de un modo
totalmente distinto. Había adquirido mi qaumanEq, mi iluminación, la luz
chamánica del cerebro y del cuerpo, de modo tal que no sólo era capaz de
ver a través de la oscuridad de la vida, sino que la misma luz emanaba
de mí, imperceptible para los seres humanos, pero visible para todos los
espíritus de la tierra, del cielo y del mar, que se me acercaron para
convertirse en mis ayudantes espirituales”. 

Knud Rasmussen, “Intellectual Culture of the Iglulik Eskimos”. Informe
de la quinta expedición Thule 192124, vol. 7, no 1 (Copenhague,
Gyldendalske Boghandel, Nordisk Forlag, 1929); citado pür Michael Harner
en “The Way of the Shaman” (San Francisco, Harper Row, 1980).

Chamanismo y física cuántica

Chamanismo y física cuántica

Fred Alan Wolf es un investigador científico poco convencional, que de mago ilusionista pasó a convertirse en doctor en física teórica. Este estadounidense es autor de diversos libros como Parallel Universes y ha pasado varios años de su vida conviviendo con chamanes e investigadores del tema en Gran Bretaña, Suiza, Estados Unidos, Brasil, Perú y México.

Después de un viaje a Perú en 1989, durante el cual tuvo diversas experiencias con ayahuasca, escribió un nuevo libro titulado La búsqueda del águila (1). En él reconstruye sus relaciones con el chamanismo y da cuenta de su comprensión paulatina de las coincidencias que encontró entre éste y la física cuántica, la psicología y la ciencia moderna en general. Esta comprensión lo llevó a formular nueve hipótesis acerca de los chamanes:

1) ven el universo como hecho por vibraciones;

2) ven el mundo en términos de mitos y visiones que en un principio parecen contrarias a las leyes de la física;

3) perciben la realidad en un estado de conciencia alterada;

4) utilizan cualquier truco para alterar las creencias del paciente sobre la realidad;

5) escogen lo que es físicamente significativo y ven todos los acontecimientos como universalmente comunicados;

6) penetran en mundos paralelos;

7)  trabajan con una sensación de gran poder;

8) utilizan el amor y la energía sexual como energía curativa;

9) penetran en el mundo de la muerte para alterar su percepción en este mundo.

La interesante forma narrativa que escogió Alan Wolf para contrastar estas hipótesis con sus experiencias vivenciales fue entretejer tres historias distintas: la trama de una película que vio en Lima basada en las aventuras de dos personajes que toman ayahuasca; su propia historia, la cual describe en función de los lugares a los que fue, lo que vio e hizo en ellos; más el desarrollo de la idea de una nueva física de la conciencia para explicar algunos de los acontecimientos que observó y experimentó.

Wolf  dice que aunque tal vez se vea en aprietos al sugerirlo, le parece que el mundo occidental “debe empezar a tener un punto de vista más tolerante con respecto a las substancias sagradas y productoras de visiones, en particular cuando dichas substancias se toman bajo la guía de un chamán; una persona con conocimiento sobre el mundo de las plantas.” (1)

Anticipándose a sus posibles críticos, Wolf advierte que no puede “siquiera concebir la ingestión de las plantas como algo recreativo”, ya que desde su perspectiva sería peligroso hacerlo. Sin embargo cree que la ayahuasca puede ser utilizada por la profesión médica, “con la participación de Ayahuasqueros”, para sanar muchas enfermedades mentales/corporales graves: “Mis pensamientos se dirigen al gran número de adictos a las drogas de nuestras sociedades modernas. Creo que un programa controlado de viajes con ayahuasca para los adictos a las drogas podría llevar a la cura de la adicción a éstas. Creo también que la ayahuasca puede ser útil para curar la depresión. Pienso en especial en la recuperación de muchos veteranos de la guerra de Viet Nam, a los que entiendo, sufren graves tensiones mentales”. (1)

Este físico galardonado con el American Book Award por su obra Talking the Quantum Leap encuentra que “el estado chamánico de conciencia, tal como lo ponen a nuestro alcance la ayahuasca u otros medios de inducir una conciencia chamánica, permite a la persona verse a sí misma bajo una luz mítica. Dicha visión proporciona un sentido de la compasión, una conexión con toda la vida; una nueva razón de existir.” (1)

1. Wolf, Fred Alan: La búsqueda del águila, un físico cuántico viaja, en alas de la Ayahuasca, a los reinos del inconsciente humano y al mundo de los chamanes, Los libros de la Liebre de Marzo, Barcelona, 1997.

LA CRUZ DEL CULTRÚN MAPUCHE. Por Alicia Carballo

LA CRUZ DEL CULTRÚN MAPUCHE. Por Alicia Carballo

PRESENTACIÓN

Los mapuches aún hoy conservan con orgullo muchas de sus tradiciones ancestrales. Habitan en el sur de Chile y en la Patagonia Argentina. En su universo cultural, destaca el ngillatún, su ceremonia de rogativa e imploración a Nguechen, su dios, a fin de que éste conceda bienestar y fertilidad. En el tesoro mitológico mapuche se destaca el mito de la creación relacionado con la historia de la lucha entre las serpientes míticas Tren-Tren y Kai-Kai Filu. En las ceremonias mapuches poseen destacada participación las machis, las sacerdotisas. Ellas tocan el cultrún. Un instrumento ancestral, mágico, simbólico. Su simbolismo es aquí sagazmente desplegado por la escritora y poeta patagónica Alicia Carballo (muchos de cuyos escritos pueden ser visitados en la página www.zoolook.com.ar ).  La cruz en el cultrún mapuche nos otorgará el don de navegar entre nuevas aguas de un sol cultural que irradia rayos distintos a los nuestros.

LA CRUZ EN EL CULTRÚN MAPUCHE
El cultrún mapuche con la cruz que lo atraviesa (en imagen para ampliar). Sobre la dimensión simbólica de este mágico instrumente se explaya inmediatamente abajo el artículo de Alicia Carballo
 

La cruz compuesta es el símbolo pintado con tinturas o con sangre de algún animal sacrificado sobre la membrana del cultrún, instrumento de percusión membranófono que es de exclusivo uso del chamán mapuche (machi).
Está inscripta en la membrana circular del cultrún y tiene múltiples significados íntimamente relacionados.
Según una interpretación, las cuatro demarcaciones que resultan de los brazos mismos de la cruz son los puntos o direcciones cardinales y determina en el área del círculo lo que los mapuches llaman Meli Huitran Mapu (tierra de los cuatro lugares), o Meli Esquina Mapu (tierra de las cuatro esquinas), o Meli Changquiñ Mapu (tierra de las cuatro ramas).
El signo repetido cuatro veces entre los brazos de la cruz representa al sol en los cuatro tiempos del año o estaciones y en las cuatro fases de un día: sol del amanecer, sol del mediodía, sol del crepúsculo y sol oscuro bajo la tierra.
A cada esquina del mundo o punto cardinal se le asigna un elemento: el aire al Norte, el agua al Oeste, el fuego al Oriente y la tierra al Sur.
Los remates curvos de los extremos de la cruz son las fases principales de la luna. Trazando las bisectrices de los ángulos rectos, el círculo queda dividido en cuatro sectores circulares, dentro de los cuales el doble trazado de la cruz determina siete espacios. Esos siete espacios corresponden a los siete días de la semana (imagen 1).
Cuatro sectores circulares iguales determinan un mes lunar de veintiocho días. El año lunar resulta multiplicando esos veintiocho días por trece, múltiplo que se obtiene por la adición de los doce extremos de la cruz lunada, más el círculo central (imagen 2). De este modo se obtienen 364 días, a los que hay que agregar la unidad del punto central para obtener los 365 días del año solar.

La presencia del calendario de la luna en el cultrún procede del carácter lunar del arte chamánico mapuche, pues ella es la que preside la fertilidad de la tierra, el nacimiento de los seres humanos, determina el sexo, impulsa la procreación animal y da vida, bienestar, salud y buena fortuna.
Por esta razón a las machis se les llama nguenküyen (señoras de la luna) y el Machitún (ceremonia de curación) se realiza siempre de noche.
Desde el punto de vista de la mitología, esas cuatro fases de la luna son también los cuatro espíritus o dioses lunares invocados en los nguillatunes y machitunes, según la estructura cuaternaria del panteón mapuche.
Según otra interpretación, los remates curvos de la cruz representan el relmu (arco iris), que tiene una especial significación para el hombre antiguo porque surge de la conjunción de la luz solar y la lluvia, es decir, de la armonía de dos contrarios, lo que lo hace un signo muy propicio.
En los nguillatunes (rogativas), el mapuche pide al cielo la lluvia y el buen tiempo, los que son simbolizados por una bandera negra y una blanca respectivamente.
La coexistencia de la lluvia y la luz solar en un instante excepcional indica el paso del tiempo lluvioso al tiempo claro y representa la síntesis de esos contrarios: la armonía cósmica o el equilibrio de lluvia y bonanza. Cuatro arco iris situados en los puntos cardinales u horizontes, significan la armonía cósmica establecida en los cuatro lugares de la tierra.
En un sentido mitológico, esos cuatro arco iris son también los cuatro espíritus o familias de espíritus de los puntos cardinales que presiden la acción de las fuerzas naturales, determinando las condiciones climáticas. Se ha dicho, por esto, que el arco iris es la bandera del Señor (Ñidol) enarbolada por los Meli Huitrán (dioses de los cuatro lugares).
En lo que al arco iris se refiere, hay un diseño del cultrún en el que al centro de la membrana se ubica una estrella de cinco puntas y sobre ella, en el borde superior del cultrún, un arco iris formado por tres bandas de color azul, amarillo y verde. En este diseño, el azul representa el cielo (huenü) y se sitúa en la banda exterior, en el borde mismo de la membrana del cultrún. El amarillo representa al sol o la luz del día (Antü) y se sitúa en la banda central. El verde representa a la tierra (Mapu) y se sitúa en la banda inferior del arco.
Este arco iris abreviado expresa la armonía cósmica como el perfecto acuerdo del cielo con la tierra por el influjo de la luz divina, en cuanto la divinidad suprema tiene su milla ruca (casa de oro) en el sol, fuente de vida.
La estrella roja de cinco puntas no es otra sino el planeta Venus o Lucero (Guñelve, en lengua mapuche).

En otro diseño aparece alternada con la swástica, en una policromía de rojo y azul.
La posición de la estrella en dos campos opuestos alude, sin duda, a la evolución de Venus en la bóveda celeste, por la que se transforma de lucero de la tarde en lucero de la mañana y viceversa, y al ciclo en que el planeta Venus se desplaza y vuelve a un mismo punto inicial de observación.
Se sabe que los movimientos de Venus eran conocidos por los sabios aborígenes antiguos, pues lo corroboran recientes investigaciones sobre el significado de los signos de la cerámica ceremonial.
Resumida de este modo la escasa información recibida de fuente aborigen, se hace necesario considerar el símbolo de la cruz inscripta en el círculo en el contexto de la tradición simbólica universal.
Se pensará tal vez que no es posible extraer de este símbolo conclusiones allende lo que la cultura mapuche autorizaría. En respuesta a esa posible objeción, se debe tener presente que en esta etapa de las investigaciones en ciencias humanas puede afirmarse que no hay mundos culturales cerrados, de manera que todos los símbolos antiguos obedecen a patrones provenientes de una tradición sapiencial al parecer única. Esto se puede comprobar por la similitud de formas y funciones que todos los símbolos antiguos van presentando a medida que se retrocede en el tiempo hacia la antigüedad más remota.
La cruz compuesta del cultrún mapuche no presenta ningún elemento extraño a la tradición simbólica universal y en sus líneas fundamentales puede ser considerada como un símbolo construido conforme a patrones comunes a todos los pueblos. La simbología universal, en cuyo contexto es analizado este símbolo, lejos de contradecir las informaciones de fuente aborigen y las conclusiones que pueden extraerse de la mitología y de los textos de las plegarias, las confirman, las completan y las desarrollan.
La cruz inscripta en el círculo es un símbolo cuyo significado surge de las instancias mismas de su construcción, ya que el círculo fue considerado por todos los pueblos antiguos como la forma geométrica perfecta, imagen misma del ser supremo, del gran todo o del absoluto.
Su relación con el sol es evidente en forma y significado, pues este astro es el que mejor representa al ser supremo como fuente de vida y de luz.
Las propiedades que hacen de él la forma geométrica perfecta son la regularidad y la totalidad.
La regularidad (simetría) implica unidad, en oposición a la irregularidad, que implica diversidad. La regularidad absoluta es aquella que no reconoce partes y sólo el círculo es regular en ese sentido absoluto. En el círculo, a esta propiedad que es común a todos los polígonos regulares, se le agrega la de totalidad porque, al no admitir complemento, es símbolo del infinito, es decir, del gran todo o gran uno.
Ahora bien, para dibujar la cruz es preciso visualizar el centro, es decir, el punto que se halla a igual distancia de todos los puntos de la circunferencia.
La sola visualización de ese punto, le da una determinación nueva como una forma mínima que, dentro del círculo, representa la unidad o primera semilla de la manifestación.

  La instancia siguiente es el diseño del brazo horizontal y vertical de la cruz, que representan tradicionalmente el principio materno o receptivo y el principio paterno o creativo del universo. Estos dos principios, fundamentos dinámicos de todo lo creado, son los que en la tradición china toman los nombres de Yin y Yang, representados en el conocido símbolo clásico.
Se sabe, no obstante, por la más remota tradición, que el signo de la cruz fue instituido muchos milenios antes de este evolucionado diseño clásico y constituyó la más antigua representación simbólica de la dialéctica universal, como puede apreciarse en la siguiente cita de un texto del historiador chino Tchui Hi, de la dinastía Song:
“Fue el emperador Hien Yuen Chi, quien unió dos trozos de madera, uno horizontal y otro vertical, para honrar al Altísimo, es decir, instituyó el signo de la cruz como símbolo de la unión del principio creativo y del principio receptivo del universo. El nombre de este soberano proviene de las palabras que designan los brazos Este-Oeste y Norte-Sur de la cruz, que son Hien y Yuen”.
En cuanto al origen de la cruz del cultrún, nada puede saberse con precisión, salvo que presumiblemente su diseño data de una época muy anterior a la radicación del pueblo mapuche en Chile. No obstante, los pueblos primitivos de América no pueden haber visto en el símbolo de la cruz otro significado que el ha tenido para todos los antiguos, lo que puede rastrearse en algunos cantos de la machi que, refiriéndose a los brazos de la cruz, los llama padre y madre:

Tengo
mi cultrún.
Tuya es su madera.
Tenlo siempre presente.
En el espacio vacío
en la tierra
me están diciendo
dos veces la madre
dos veces el padre antiguo.

 

Los dos últimos versos se refieren a la característica duplicación de los brazos Norte-Sur y Este-Oeste de la cruz del cultrún (aunque excepcionalmente se encuentran cruces simples).
Esta dualidad se aviene con la denominación empleada por los mapuches para designar al ser supremo como Fucha Chau (padre anciano) y la Cushe Ñuke (madre anciana), forma mítica de aludir a la dialéctica universal del principio creativo y receptivo del universo y a su acción en el tiempo.
Dichos nombres suelen ser más complejos y variados; así, por ejemplo, el anciano y la anciana son nombrados como Huenu rey Fücha (anciano rey en lo alto del cielo) y Huenu rey Cushe (anciana reina en lo alto del cielo). La palabra “rey” corresponde a una transculturación, pero no altera el sentido original de estas antiquísimas denominaciones religiosas.
También suele llamarse a esta pareja Fücha Chachai (esposo padre) y Ñuque Papai (esposa madre), o se agrega a dichas denominaciones el nombre genérico de Ñidol (supremo). Otra denominación usada es Nguenechén (señor de los hombres, dios).
Se debe tener presente, sin embargo, que hay discusiones en torno al tema de la denominación y naturaleza de la divinidad en la religión mapuche por las muy variadas y aparentemente contradictorias informaciones entregadas por los mismos mapuches, o que parecen tales por una incompatibilidad de lenguaje que sólo se aclara cuando el investigador se sintoniza con el enfoque mítico de la cosmovisión aborigen.
La denominación y naturaleza de la divinidad es uno de los puntos más oscuros, entre otras razones porque la evangelización, con todos sus supuestos filosóficos y teológicos, intervino en la cultura mapuche y alteró sus originales formas de expresión religiosa, al punto que hasta hoy no es posible formarse una idea clara sobre este aspecto.
En todo caso, la denominación dual de la divinidad es, sin duda, la más antigua; al igual que la cruz en el círculo, se emparenta con antiguos arquetipos sapienciales del extremo Oriente de Asia.
Este parentesco es más estrecho aún, si se considera que el esquema dialéctico del Yin y del Yang chinos no es completo a menos que sea visto en su evolución dinámica a través del tiempo, constituyendo un cuaternario o doble pareja, como puede apreciarse por sus representaciones lineales prehistóricas.
En él cada principio de la dialéctica tiene dos formas de representación: una antigua y otra joven, lo que insinúa una personificación mítica tal vez más antigua.
Este esquema parece tener su equivalente mítico mapuche en el cuaternario formado por la pareja de ancianos ya mencionada y otra de jóvenes que, junto a ella, constituye el cuaternario supremo.
La segunda pareja está constituida por un hombre joven dios y una joven doncella diosa, a los que se agrega, en ciertas invocaciones, el apelativo de renovadores, como se da en el I Ching al Yin y al Yang jóvenes.
En lo que se refiere a las representaciones lineales del Yin y del Yang, se advierte claramente que ellas proceden de la descomposición de la cruz instituida antes por Hien Yuen Chi, pues el trazo entero del Yang y el trazo quebrado del Yin, no resultan sino del acoplamiento del brazo vertical y el horizontal de la cruz, el cual debe ser abierto o perforado por el que representa la fuerza activa descendente.
Lo anterior tiene una clara connotación sexual, en cuanto el sexo masculino es una vara y el sexo femenino es una abertura, y constituyen la más directa y patente concreción de ambos principios en el mundo visible.
Asimismo, se advierte claramente que la pareja del Yin y del Yang jóvenes, y del Hueche Huentru y Ulcha Domo, corresponden a la proyección de los principios fundamentales de la dialéctica en las creaturas.
De esta manera, la relación que hay entre la expresión vieja y la joven de cualquiera de los principios es la misma que hay entre estos y sus respectivas manifestaciones cósmicas, tales como cielo y tierra, hombre y mujer, fuego y agua, día y noche.
Por eso se dice en el I Ching que la pareja Yin y el Yang viejos es estática y que la pareja joven es dinámica. Esto, naturalmente, no está explicitado en la sabiduría mapuche, sino que persiste como la expresión de una verdad mítica, pero podría ser el origen de la duplicación de los brazos de la cruz en el cultrún.
La cruz en el círculo constituye una representación de las dos primeras instancias de la creación, las cuales son la unidad o simiente única del mundo y la dualidad de los principios receptivo y creativo. Unidos en la cruz, ambos principios generan el movimiento creador. El punto de conjunción o acoplamiento, que coincide con el centro, suele ser destacado con un círculo pequeño, para indicar que allí está el punto de generación y expansión de la fuerza creadora. (*)

(*) Fuente: Artículo editado originalmente por Alicia Carballo en la página

  www.zoolook.com.ar

  Obras recomendadas para profundizar en la cultura mapuche: 

Gregorio Alvarez, El tronco de oro, Folklore del Neuquén, Editorial Siringa, ciudad de Neuquén, Patagonia Argentina.

Bertha Koessler-Ilg, Cuentan los araucanos, Editorial Nuevo Extremo, Ciudad de Buenos Aires, Argentina.

LA POESÍA DE LOS PUEBLOS. Poemas ancestrales de diversos pueblos.

LA POESÍA DE LOS PUEBLOS. Poemas ancestrales de diversos pueblos.

PRESENTACIÓN 
“Toda mi vida canto, y canto como respiro”, le asegura un esquimal al explorador Knud Rasmussen. La poesía resopla en todos los ventisqueros de la vida cotidiana de los llamados pueblos primitivos. Para la diversidad de estas culturas la cadencia poética es tan indispensable como el aire. La poesía popular suele ser esencialmente religiosa. Guenon observa que la palabra latina carmen (canto) proviene de la palabra sánscrita karma (rito). El cantar poético es puente o tránsito hacia la divinidad. Los nahuas del Antiguo México creen que lo poético es la expresión de Dios en la tierra. El fluir poético puede fundirse con la danza y la música, como en el caso de los tarahumaras (también de México) cuya danza devocional dura dos noches. Las “Danzas del Venado” de los yaquis comunican  el mundo natural y el sobrenatural. En las primeras estrofas se alude a un hecho del mundo físico; en la segunda estrofa se presenta  este suceso en el mundo místico llamado “Tierra Florida”, ubicado debajo del Amanecer. La poesía es incandescencia de la vida interior. Los maidu de California dicen: “No se necesita la luz de las hogueras porque se tiene la luz interior”.  Y la poesía de los pueblos puede expresar soledad, un sentimiento de abandono. En muchos de sus poemas, los pigmeos se lamentan diciendo que Dios los ha abandonado. Los poemas impregnados de belleza sacra pueden proceder de los sueños. Sioux y guaraníes aseguran que sus poemas sagrados nacen de los sueños. En las Islas Fiji el sueño es incursión en el mundo de los espíritus. Allí se ofrecen los poemas, o estos pueden brotar de trances hipnóticos como en las Danzas del Espíritu de los indios arapos. 

Algunos poemas sólo pueden ser dichos por una persona en especial, por su propietario exclusivo; o puede ser pronunciado únicamente en el momento de la muerte. Algunos movimientos artísticos de vanguardia hablan de la recuperación de la materialidad del lenguaje verbal o musical. El lenguaje que vale más por su condición material o sensorial que por el plano del significado. Mucho antes de estas búsquedas filosóficas modernas, los yámanas de Tierra del Fuego componían cantos de sonidos, sin significado conceptual. Lo sonoro como expresión de gozo o sorpresa. Algunos creen que estos quizás sean los cantos más antiguos de la humanidad.

La poesía primitiva distingue niveles de recepción. Los guaraníes creen que muchos cantos son comprensibles para todos, pero otros sólo podrán ser entendidos por unos pocos. El lenguaje también se diversifica. Hay un lenguaje religioso (con “las palabras de los situados arriba de nosotros”) que es válido entre ancianos y ancianas que han recibido revelaciones de la comunidad, y existe un lenguaje secreto compuesto por escasas oraciones y palabras que sólo se revelan a los iniciados. E incluso existen “los cantos verdaderos” de una profundidad y sacralidad que los hace incomprensible para sus cantores.

La continuidad tradicional de la poesía de los pueblos es también parte de su esencia medular. Los araucanos destacan que sólo la oralidad conserva la inspiración y espesor del canto. La palabra escrita pierde, disgrega.

  La poesía ancestral alimenta el verbo de la diversidad de los pueblos y culturas. Y también manifiesta la universalidad del canto poético como oración religiosa, como fuerza hechicera de curación o como revelación del mundo sobrenatural.

LA POESÍA DE LOS PUEBLOS
Congo. África

Oh gran Nzambi, lo que tú haces es bueno, pero tú nos has dado una gran tristeza con la muerte. Tú debías haber hecho que no muriéramos. Oh Nzambi, tenemos una gran tristeza.

Pueblo Cunas. Panamá
Canto mágico para curar la locura (Fragmento)

El curandero en un extremo del piso de plata, en un asiento de oro, en un asiento pequeño, está sentado mirando el lugar.

El viento del norte se hace más fuerte; el curandero está mirando el lugar. El viento del norte y el viento del sur están peleando; el curandero está mirando el lugar; él es el curandero.  Las olas del mar se están levantando con espuma; el curandero está mirando el lugar; él es el curandero.  Los olas del mar casi lo alcanzan; el curandero está mirando el lugar; él es el curandero. Las olas del mar casi se han calmado; el curandero está mirando el lugar; él es el curandero. Las olas del mar casi se han alisado; el curandero está mirando el lugar; él es el curandero. La saliva de las olas del mar está salpicando; el curandero está mirando el lugar. La saliva de las olas del mar está formando hilos; el curandero está mirando el lugar. Las olas del mar están resplandeciendo con blancura, como la de la garza, las olas del mar están blanqueando; el curandero está mirando el lugar. Los cocoteros del mar se están doblando por el viento; el curandero está mirando el lugar. Las manzanas de los cocos del mar están brillando en el viento; el curandero está mirando el lugar. Las manzanas de los cocos del mar están luciendo en el viento; el curandero está mirando el lugar. Las puntas de los cocos están resonando por el viento; el curandero está mirando el lugar. Las hojas secas de los cocoteros se están moviendo por el viento; el curandero está mirando el lugar. El sol le está oscureciendo la tierra, el curandero va a acostarse en la hamaca, las sogas de las hamacan están rechinando…

Dos poesías esquimales 
1. El monte Koonak 
El gran monte Koonak allá en el sur, yo lo veo. El gran monte Koonak allá en el sur, lo contemplo. El luminoso resplandor allá en el sur, estoy mirando. Tras el Koonak se extiende la misma luz que cubre el Koonak del lado del mar. Mira cómo en el sur las nubes crecen y cambian; unas a otras se hacen bellas; mientras la cumbre está cubierta del lado del mar por cambiantes nubes, está cubierta del lado del mar unas a otras se hacen bellas. El otoño viene sonado con el recio viento del norte. Rudamente todo lo abate con su enormidad. El mar amenaza con volcar mi kayak. Y ay, yo tiemblo, tiemblo, porque el viento y el mar  me pueden enviar a lo profundo, al lado del fondo del mar lleno de conchas. Rara vez veo calma, las olas juegan conmigo, y yo tiemblo, tiemblo, pensando en la hora en que las gaviotas hambrientas picotearán mi cuerpo.   
Fiord en primavera 
Yo iba en mi canoa iba en el mar remando suavemente en el fiord Ammassivik. Había hielo en el agua y en el agua un petrel, movían la cabeza a un lado y al otro no me vio remando. De pronto sólo se vio la cola después nada. Se hundió pero no por mí: una gran cabeza sobre el agua la gran foca peluda cabeza enorme con enormes ojos, y bigotes, toda reluciente, chorreando agua, y la foca se me acercó despacio. ¿Por qué no la arponeé? ¿Me dio lástima? ¿Sería por el día, el día de primavera, y la foca jugando en el sol como yo? 

Galas. África. 
Oración   
Dios de la tierra, mi Señor, tú estás por encima de mí, yo estoy debajo de ti. Si la desgracia cae sobre mí, si los árboles me ocultan el sol, aparta de mí la desdicha, Señor, sé mi sombra protectora. Suplicándote paso el día, suplicándote paso la noche. Cuando la luna se levanta lejos, no me abandones. Cuando yo me levanto no te abandono. Aparta de mí el peligro. Dios, mi Señor, Sol de treinta rayos, si el enemigo se me acerca, no dejes que mate a tu gusano de la tierra, apártalo. Igual que nosotros vemos a un gusano: si se nos antoja lo aplastamos, si se nos antoja lo dejamos con vida: igual como nosotros aplastamos un gusano del suelo, así, si se te antoja, viéndonos en tierra, aplástanos. Yo, cuando veo a uno o dos hombres, viéndolos con los ojos los conozco; tú, aunque no ves con ojos, ves en ti mismo. Un hombre malvado ha arrojado a todo los hombres de su casa, ha dispersado a los hijos y a la madre como gallinas. El enemigo malvado ha arrancado a los niños de la mano de la madre y los ha matado. Todo esto tú lo has permitido. ¿Por qué has hechos esto? Tú lo sabes. Tú has hecho crecer los cereales. Los has puestos delante de nuestros ojos: el hambriento se consolaba viéndolos. Cuando el trigo estaba en flor has enviado las langostas y los insectos, los saltamontes, los pichones. Todo esto ha venido de tu mano. Tú eres quien lo ha hecho. ¿Por qué los has hecho? Tú lo sabes. Mi Señor, perdona a los hombres que te ruegan. Como el propietario del grano ata a quien roba su grano, así átanos, mi Señor. Si has atado a aquel que tú amas, desata a aquel que tú amas. Así me amas, desátame a mí que te suplico de corazón. Si no clamo a ti de corazón, no me escuchas. Si grito de corazón, tú lo sabes, tú me escuchas.

Oración

¡Óyenos, antiquísimo Dios, tú que tienes orejas! ¡Míranos, antiquísimo Dios, tú que tiene ojos! ¡Cobíjanos, antiquísimo Dios, tú que tienes manos! Si amas los bellos caballos, tómalos. Óyenos, Dios.

Pueblo guaraní

Oración matutina al Creador

¡Oh, verdadero Padre Ñamandú, el Primero! En tu tierra el Ñamandú de corazón grande (el sol) se está levantando con el reflejo de su divina sabiduría. Y porque tú dispusiste que aquellos a los que proveíste  de arcos nos irguiésemos, es que volvemos a erguirnos. Y por eso, palabras indestructibles, que jamás, en ningún tiempo, se debilitarán, nosotros, unos pocos huérfanos del paraíso, volvemos a pronunciar al levantarnos. Por eso séanos permitido levantarnos repetidas veces, ¡Oh, verdadero Padre Ñamandú, el Primero!

Sioux. América del norte
La canción del oso
 
Mi zarpa es sagrada, todas las cosas son sagradas.

Padre, píntame la tierra en mi cuerpo.

Padre, píntame la tierra en mi cuerpo.

Padre, píntame la tierra en mi cuerpo.

Una nación yo voy a transformar.

Una nación de hombres yo haré sagrada.

Padre, píntame la tierra en mi cuerpo.

Miskitos. Nicaragua. 
Carta a la amada 
Yo soy más alto que el cocotero porque mis ojos alcanzan sus palmas y aun las aves que el cocotero quisiera atrapar. Yo soy más largo que el río Waki porque oigo el lejano rumor del mar o cerrando los ojos reconstruyo su playa brillante. Yo tengo más pecho que la leona de Alamikamba porque mi dolor escrito llega más allá de su rugido hasta las manos de mi muchacha en Bilwaskarma. Muchacha, estoy triste por ti. Recuerdo el olor de tu piel. Quisiera recostar mi cabeza en tu regazo, pero estoy solo, recostado bajo un árbol, oyendo únicamente el ruido del mar. El oleaje revienta mar afuera: pero no oigo tu voz.

Negritos. Malaya.   
El jengibre 
Su tallo se dobla al brotar las hojas, se dobla hasta las raíces y se mece, se dobla y se mece de muchos modos, sus hojas se frotan y se hacen suaves, en la escarpada Inas se agita, en la escarpada Inas que es nuestra casa. Se agita con la brisa leve, se agita en la niebla, se agita en la bruma, se agitan sus retoños, se agitan en la bruma de las montañas, se agitan en la brisa leve, se mecen y mecen en las montañas, montañas de Beching, montañas de Inas, montañas de Malau, montañas de Kuwi, montañas de Mantan, montañas de Lumu, en todas las montañas que son nuestra casa.   
Pigmeos. África.   
La noche está oscura en el cielo negro, hemos dejado la aldea de nuestros padres, el Creador está airado con nosotros. ¡Estrellas resplandecientes de la noche blanca, luna que brilla allá arriba, atravesando el bosque con tus pálidos rayos, estrellas, amigas de los espíritus blancos, luna, su protectora! Dios nos ha abandonado. El creador del sol no nos da vida. Oh pálida luna, el creador del sol no nos da vida. Espíritus del bosque, espectros de la noche, que durante el claro día, como el murciélago que chupa la sangre de los hombres, están colgados de las paredes resbaladizas de las grandes cavernas, detrás del musgo verde, detrás de las grandes piedras blancas. Dinos: quién los ha visto, a los espectros de la noche, dinos: quién los ha visto. 
El elefante   
En el bosque lloroso, bajo el viento de la tarde, la noche, toda negra, se ha acostado contenta. En el cielo las estrellas han huido temblando, luciérnagas que brillan vagamente y se apagan; arriba la luna está oscura, su luz blanca apagada. Los espíritus andan  dando vueltas. ¡Cazador de elefantes, toma tu arco! ¡Cazador de elefantes, toma tu arco! El árbol duerme en el bosque medroso, las hojas están muertas, los monos han cerrado los ojos, colgados de las ramas  allá arriba. Los antílopes se deslizan con pasos silenciosos, comen la hierba fresca, aguzan atentamente los oídos, levantan la cabeza y escuchan asustados. La cigarra se calla, detiene su canto rechinante. ¡Cazador de elegantes, toma tu arco! ¡Cazador de elefantes, toma tu arco!  En el bosque azotado por la gran lluvia, papá elefante camina pesadamente, baou, baou, sin cuidado y sin miedo, seguro de su fuerza, papá elefante a quien nadie puede vencer; entre los árboles quebrados se para, y sigue otra vez. Come, ruge, bota los palos y busca a su hembra. Papá elefante, se te oyó desde lejos. ¡Cazador de elefantes, toma tu arco! ¡Cazador de elefantes, toma tu arco!  En el bosque donde nadie pasa sino tú, cazador, ten valor, salta y camina, allí tienes carne, el gran trozo de carne, la carne que camina como una loma, la carne que alegra el corazón, la carne que se va a asar en el fuego, la carne en la que se entierran los dientes, la rica carne roja y la sangre que se bebe humeante. ¡Cazador de elefantes, toma tu arco! ¡Cazador de elefantes, toma tu arco!
Yamanes. Tierra del Fuego
Lamento  Mi padre, ¿por qué me ha castigado ÉL,  allá en lo alto? Lamento Mi padre de arriba está irritado conmigo ¡ay! Sí, el Matador de la montaña está irritado ¡ay!

Canto de júbilo

(Sin sentido o significado conceptual) Ja ma la Ja ma la Ja ma la. O la la la la la la la la la.

Yaquis. México.
Venadito de flores, ya vienes a jugar en esta agua de flores. Allá lejos, en la Tierra Florida, en el patio florido, estás jugando en un agua de flores. Venadito tierno de flores, ya vienes a jugar en el agua de flores.  Venadito de flores, bajo la flor de la cholla te pares a frotar tus cuernos, encorvado y volteando tus cuernos para frotarlos.  Y allá lejos, en la Tierra Florida, debajo del Amanecer, bajo otra flor de cholla te paras a frotar tus cuernos; venadito de flores, bajo la flor de la cholla te paras  encorvando y volteando tus cuernos para frotarlos. ¿Adónde es que silbas tú, palo seco? Allí estás silbando tú, palo seco.  Allá lejos, en la Tierra Florida, en medio del monte, allá lejos, en aquel lugar, estás silbando, palo viejo seco. Allá estás silbando, palo viejo seco.  Cuando viene la fresca noche,  te levantas de la rama de mesquite, pájaro negro. Y allá lejos, en la Tierra Florida, debajo del Amanecer, allá lejos, en aquel lugar, te levantas de una rama de mesquite, pájaro negro. Parecen venir hacia acá, las palomitas del monte, las tres cabecitas gris meneándose rápidas, caminando hacia el agua de flores, luego las tres cabecitas grises se alejan juntas caminando lentamente. Y allá lejos, en la Tierra Florida, debajo del Amanecer, van tres cabecitas grises meneándose, hacia el agua de flores, y luego juntas, alejándose lentamente. En verano viene las lluvias y nace la hierba. Es la época en que el ciervo tiene cuernos nuevos. Corres delante de la tempestad de polvo, venado encantado, haciendo mucho ruido. El venado mira a una flor.
Navajos. América del Norte 
La ardilla con su camisa está allá de pie. La ardilla con su casa está allá de pie. Esbelta, está allá de pie; rayada, está allá de pie. ¡La voz que embellece la tierra! La voz de arriba, la voz del trueno, entre las nubes negras, está sonando y sonando, la voz que embellece la tierra.  ¡La voz que embellece la tierra! La voz de abajo, la voz de saltamontes entre las flores y la hierbas, está sonando y sonando la voz que embellece la tierra. 
Oración Dichosos pueda caminar. Dichoso con abundantes nubes negras pueda caminar. Dichoso con abundantes lluvias pueda caminar. Dichoso con abundantes plantas pueda caminar. Dichosos por un sendero de polen pueda caminar. Dichoso pueda caminar. Igual como fue en días lejanos ahora pueda caminar. Todo sea bello delante de mí. Todo sea bello detrás de mí. Todo sea bello debajo de mí. Todo sea bello arriba de mí. Todo sea bello alrededor de mí. En belleza esto termina. En belleza esto termina.

LA AUSTRALIA DE LA EDAD DEL ENSUEÑO.

LA AUSTRALIA DE LA EDAD DEL ENSUEÑO.

Por Waldemar Stohr

  PRESENTACIÓN

  Los pueblos aborígenes australianos comparten una creencia común: la rememoración de un “tiempo de ensueño” en el cual los seres divinos, “los antepasados totémicos” crearon a los animales, las plantas, los hombres y todo lo que es.  Los arandas son un pueblo que todavía preserva las ancestrales creencias a pesar de la colonización occidental del continente australiano. En su cosmovisión todavía ahora los lugares, objetos y actos relacionados con los seres de la edad del ensueño dimanan gran sacralidad. Estos lugares son sitios de culto generalmente reservados a los iniciados. En la cultura aranda, como en todas las culturas del tipo tradicional o arcaico, es fundamental la apertura a lo sagrado. Su objeto de culto esencial es el Tjurunga, una tabla oblonga de madera, cubierta con dibujos geométricos. Estas creencias tradicionales fluyen desde hace alrededor 40.000 años. Para aproximarnos a este universo cultural, nos guiará Waldemar Stohr, autor de dos ensayos sobre el tema incluidos en la esencial obra “Historia de las ideas y creencias religiosas” dirigida por Mircea Eliade.
 
La decoración corporal posee en la Australia indígena un gran significado religioso. Los motivos denotaban identidades totémicas o dibujos relacionados con iniciaciones. Arriba, derecha, imagen de un joven a punto de tomar parte en una ceremonia en la región norte-central australiana, en la Tierra de Arnhem.

LA AUSTRALIA DE LA EDAD DEL ENSUEÑO

Por Waldemar Stohr

  “Ensoñación”, en el sentido que le dan los aborígenes australianos, es un concepto nuevo para nosotros. Según H.P.Duerr, por lo que podemos colegir de sus escritos, significa simplemente lo irracional. En todo caso, no le falta razón cuando dice que este concepto no tiene equivalente exacto en nuestro mundo de ideas. Sólo nos es posible describirlo de manera aproximada. “Ensoñación” traduce libremente la palabras alcheringa de las tribus aranda del centro de Australia. Los etnólogos australianos han optado en general por este término (dreaming) prefiriéndolo a “tiempo de ensueños” (dream time), si bien esta diferencia no denota gran cosa. En otras lenguas australianas existen voces con significado igual o muy parecido. Por “ensoñación” se entiende el remotísimo tiempo mítico en que los seres divinos desplegaron su acción creadora dando origen a hombres, animales, plantas y todo cuanto existe, incluidas las manifestaciones terrenales de ellos mismos y la materialización de su virtud creadora en el culto.
  Curiosamente los etnólogos especializados en el estudio de los orígenes de Australia evitan en lo posible el uso de las palabras “dios”, “dioses” y “divino”, como si  estos conceptos estuvieran protegidos por alguna ley de propiedad literaria. A los personajes de la “ensoñación”  prefieren llamarlos “héroes”, “héroes culturales”, “seres celestiales” o “demiurgos”. Tal vez esa reserva conceptual tenga  algo que ver con el rechazo de las antiguas teorías. El padre E.A. Worms, misionero y gran investigador,  habla expresamente de “seres sagrados” y dice al respecto que no ha podido hallar en Australia ningún ente espiritual “al que se atribuya un poder ilimitado y exclusivo sobre todas las realidades espirituales y físicas”. Quien se atiene a tan severas normas debiera también degradar a los antiguos dioses griegos y llamarlos meramente “seres sagrados”. Es un hecho, sin embargo, que los protagonistas de la ensoñación se asemejan más a Hércules que a Zeus. En este sentido, la noción intermedia de “seres divinos” o “héroes divinos” parece una componenda aceptable.

  Aunque de la tradición de los aborígenes australianos sólo ha podido compilarse y conservarse así una pequeña parte, nos topamos en los escritores correspondientes con una confusa plétora de personajes, animales, nombres, sucesos e imágenes de todo tipo. No obstante, examinando las cosas con mayor atención, observamos en la tradición de cada una de las regiones de Australia-no en los detalles, pero sí en la tendencia general del acontecimiento mítico- una serie de coincidencias que permiten remontarse a una más antigua mitología común.

  Una de esas grandes regiones es el fértil sudeste del continente, que abarca hoy los Estados federales de Victoria y Nueva Gales del Sur. Las tribus que vivían allí fueron las primeras en enfrentarse con los colonos europeos, que desde mediados del siglo XIX llegaban cada vez más numerosos. Todas ellas, salvo unos pocos restos, han desaparecido; la mayoría de aquellos aborígenes sucumbieron víctimas del alcohol y de las enfermedades traídas por los blancos. Las principales informaciones que poseemos acerca de su religión se deben a los misioneros que trabajaron entre ellos. 

  En los sucesos que constituían la “ensoñación” de las tribus del sudeste predominaba un ser creador que podía asumir figura de hombre o de animal, pero que en cualquier caso se percibe como personalidad claramente definida. Los nombres de tales seres divinos, como Bunjil, Baiama o Daramulun gozan de gran notoriedad y se han explotado a fondo para cimentar las teorías de que antes hablábamos. Bunjil, por ejemplo, era venerado por las antiguas tribus que ocupaban la zona de la actual Melbourne. Al parecer procedía de sí mismo, aunque según otras tradiciones lo habían creador águilas y cornejas. Una de las manifestaciones de Bunjil es el halcón-águila, que en la corneja Waang posee a la vez un aliado y un rival, con un poder casi tan grande como el suyo. Bunjil tiene hermanos, mujeres e hijos. Como a creador del género humano, las tribus lo llamaban también “Nuestro Padre”. En la época en que erraba por la tierra, originalmente árida y desierta, Bunjil creo los fenómenos ambientales y todo lo importante para la vida del hombre. El introdujo en las tribus las “clases matrimoniales”, para que en adelante las uniones obedecieran a un orden. En su forma de halcón-águila es el totem de una clase, siendo la corneja Waang el de la otra. Al acabar su obra, Bunjil provoco una gran tempestad que lo trasladó al cielo, y desde entonces no tendría ya ningún influjo directo en la existencia terrena.

  Debido a su ideología cristiana, los antiguos misioneros insistieron tal vez demasiado en el carácter “divino” de Bunjil, Baiama, Daramulun, Nurenderi, Biral y otros personajes semejantes. No cabe duda que hoy resulta imposible verificar tales informaciones. El padre W. Schmidt estiliza esas figuras hasta identificarlas con otras formas de un “ser supremo”, haciéndolas así encajar en su teoría del “monoteísmo primitivo”. Con todo, incluso el escéptico etnólogo australiano A.P. Elkin, que llama a esos entes de la ensoñación “héroes del cielo” o “seres celestiales”, les reconoce un carácter divino.

  Enteramente distinto es el contenido de la “ensoñación” de las tribus aranda del centro de Australia. También aquí se habla de un “ser celestial” a quien se da el nombre de “Gran Padre” (Kngarijta), pero este ser apenas significa algo para los hombres. En lugar de piernas, posee patas de emú, y su mujer de perro. Ambos tienen numerosos hijos e hijas, respectivamente también con patas de emú o de perro. Los seres celestiales disfrutan de eterna juventud. Se alimentan de los abundantes frutos que crecen en el cielo mismo atravesado por un anchuroso río, la Vía Láctea. Hay allí también aves, pero ningún otro tipo de animal. El “Gran Padre” no ha creado ni la tierra ni los animales ni las plantas. Tampoco dio vida a los “antepasados totémicos” de los hombres ni tuvo nunca en ellos influencia alguna. Como dice expresamente un mito, carece de todo poder sobre vientos y nubes, sobre la enfermedad y la muerte, y no castiga a los que hacen el mal. Manifiestamente al “ser celestial” le es indiferente lo terreno. Quizá los aranda se construían así, con ese esplendoroso cielo y la dichosa vida de sus seres con patas de emú o de perro, una especie de mundo ideal que contrapesaba las preocupaciones y miserias de la existencia real. Quizá también se haya perdido una parte de su tradición. En todo caso es obvio que ese curioso “Gran Padre” nada tiene que ver con la creación, relativa sobre todo a la tierra.

  Esta aparece al principio, en los mitos de los aranda, llana y sin ningún perfil. Toda ella es un desierto, pero no está completamente vacía. En varios lugares, que más tarde se reconocerán como bolsas de agua o lagos de sal, hay  gran cantidad de formas embrionarias del futuro ser humano adheridas a las extremidades y constituyendo así una especie de red. Boca, ojos y nariz estaban cerrados. Aquellos entes semihumanos no podían aún evolucionar hasta convertirse en verdaderos hombre y mujeres, mas tampoco podían morir ni corromperse. Por otra parte, poblaban el subsuelo terrestre millares de seres sobrenaturales sumidos en profundo sueño; también en Sol, la Luna y las estrellas se ocultaban allí. La “ensoñación” comienza cuando todos esos seres, llamados comúnmente “antepasados totémicos”, se despiertan y rompen la corteza terrestre para abrirse paso hacia la superficie. A su vez salen los astros, yendo a ocupar sus puestos en el firmamento, y el Sol empieza a calentar la Tierra, hasta entonces fría y tenebrosa. Los “lugares de nacimiento”, por donde esos antepasados totémicos han perforado la Tierra se llenan de su presencia y fuerza. Más adelante serán centros de culto, donde sólo algunos iniciados tendrán derecho a penetrar, y ello en contadas ocasiones. Los antepasados totémicos, al decir de los arandas, “nacieron de su propia eternidad”. En las formas que adoptan se manifiesta la estrecha vinculación existente entre hombres, animales y plantas. Algunos de esos antepasados se asemejan al canguro, al emú o a otros animales, pero piensan y obran como ser humanos. Otros tienen figura de hombre o mujer, aunque pueden transformarse tomando la de un animal. Los antepasados totémicos relacionados con las plantas aparecen siempre en forma humana.

El arte rupestre es la forma más perdurable de las culturas más arcaicas. Arriba, izquierda, unos grabados sobre rocas, con forma laberínticas. Se encuentran en la Australia Meridional y, quizá, poseen alrededor de 40.000 años.

  Tales antepasados, según la tradición aranda, recorrieron la Tierra y fueron dándoles sus contornos. Los mitos mencionan todas las montañas, dunas, llanuras, valles, pantanos, manantiales y otros puntos de agua que surgieron así en el vasto territorio de los arandas. Esos mismos antepasados dieron vida a los preexistentes embriones del ser humano arrancándolos de su “red” y abriéndoles la boca, los ojos y la nariz. Muchos de ellos actúan como auténticos “héroes culturales” y enseñan a los hombres a hacer fuego, cazar, preparar la comida y servirse de las armas.

  Después de tanto peregrinar y acabadas sus obras, los antepasados totémicos se sintieron invadidos por un gran cansancio y decidieron regresar a sus antiguas profundidades. Los puntos por donde penetraron en ella se convertirían también en lugares de culto, como aquellos por donde habían salido. Durante su existencia en la superficie de la Tierra, varios de esos antepasados experimentarían el dolor y la enfermedad, al igual que los hombres, y algunos incluso perecerían violentamente. Mas todos son en realidad inmortales, pues hasta los asesinados siguen viviendo en rocas, árboles y sobre todo objeto de culto. Y aún existe otra forma de supervivencia: allá por donde pasaron muchos de ellos o donde perduran materializados en rocas y árboles quedan vestigios de su fuerza vital, ciertas partículas o emanaciones de su esencia capaces de penetrar en el cuerpo de una mujer encinta y reencarnarse en el feto. La noción de “hijos-espíritus” preexistente no significa, como a veces se ha dicho, que los aranda desconozcan la relación fisiológica entre procreación y nacimiento, pues para ellos todo ser humano tiene una segunda alma que se remonta inequívocamente a los padres. 

Tjurunga: manifestaciones terrenas de la ensoñación

  Las lenguas australianas incluyen palabras que corresponde aproximadamente a nuestra noción de “sagrado”. Sin embargo, tales conceptos no representan los del mundo profano, sino que delimitan algo en este último para destacarlo de lo ordinario, en el sentido de “secreto”, “peligroso”, o “consagrado” y por ende “inaccesible a los no iniciados”. Tienen carácter sagrado los lugares, actos y objetos directamente vinculados con los seres de la “ensoñación” y su actividad creadora. Puede tratarse de rocas y otros accidentes naturales más o menos llamativos en los que esos personajes se han materealizado. Son los caminos por donde discurrieron o los sitios donde se establecieron cuando daban forma a la Tierra y, para los arandas, los puntos del suelo terrestre abiertos por sus antepasados totémicos para salir a la superficie o regresar a los abismos una vez acabada su tarea. En esto lugares se celebran con frecuencias actos de cultos que, por actualizar la presencia de los entes de la “ensoñación”, son también sagrados, pudiendo únicamente realizarse por hombres iniciados. En varias regiones de Australia, los lugares de culto aparecen señalados por monolíticos dispuestos en círculo, dólmenes y otros monumentos de piedra.

  Tjurunga es una de esas palabras que denotan lo sagrado. Procede de la lengua de los aranda del dentro de Australia. En sentido estricto, tjurunga designa el objeto de culto más importante de los aborígenes, consistente en una tabla oblonga de madera, muy estrecha, de forma oval y de aproximadamente de un metro de longitud. Por ambas caras estas tablas suelen estar recubiertas de dibujos geométricos: círculos, meandros y rombos o cuadriláteros imbrincados; raras veces aparecen talladas junto con ellos algunas imágenes figurativas. La fabricación de un tjurunga es, desde la tala de un árbol, un acto de culto. Los aborígenes estiman que los motivos de la futura ornamentación están ya en la madera misma y que el escultor no hace sino liberarlos. En Australia central, entre los arandas, el tjurunga puede también ser de pizarra u otra roca esquistosa. Tiene forma análoga al de madera, pero es infrecuente que mida más de treinta centímetros de largo. Algunos tjurungas llevan dibujos asimétricos que constan de círculos y líneas y reproducen, como en un mapa, los caminos y lugares de asentamiento de los antepasados totémicos.

 

 

 

 

 

 

  Arriba, izquierda, un Tjurunga, la tabla de madera oblonga con dibujos geométricos, uno de los objetos de mayor sacralidad para  los aborígenes australianos.

    Al tjurunga se le daba antiguamente el nombre de “palo de las almas”, si bien esto parece aplicarse sobre todo a piezas pequeñas que sus poseedores llevaban en la cabeza, como tocado, y que debían de estar relacionados con sus “hijos-espíritu”. Los tjurungas no cobraban eficacia hasta que se utilizaban en el culto junto con la recitación de los mitos. Las piezas más antiguas se trataban con respeto, pero podían venderse; al fin y al cabo el dinero formaba también parte de lo sagrado. Entre una celebración cultual y otra se guardaban los tjurungas en un lugar que pareciera seguro. Como para cada iniciación se fabricaban nuevos objetos de culto, llegaban a acumularse allí a menudo más de un centenar de tjurungas, inclusive de los tatarabuelos y antepasados cercanos, hasta que acababan por destruirlos el clima, el fuego o las termitas.

Los “palos zumbantes”  son, por su forma y ornamentación, muy parecidos a los tjurungas y suele incluso dárseles este nombre, pero tiene un tamaño muchas más pequeño y están perforados en uno de sus extremos, que acaban en punta. Cuando por medio de un cordel se agitan en él describiendo círculos, producen una especie de zumbido de mayor fuerza, que durante los actos religiosos denotan la presencia de los seres de la “ensoñación”. También otros objetos resonantes, como cuerpos o palillos, poseen carácter sagrado, y asimismo la música, ligada exclusivamente al culto.

Fuente:  Waldemar Stohr, Tótem, ensoñación, Tjurunga. Las religiones de Australia, en Historia de las Ideas y creencias religiosas (obra colectiva dirigida por Mircea Eliade),  Barcelona, Ed. Herder.

EL ÁFRICA ANCESTRAL: MAGIA Y MEDICINA ENTRE LOS AZANDES. Por Evans Pritchard

 
PRESENTACIÓN
 
África es quizá uno de los continentes donde el corazón arcaico de las viejas culturas sigue palpitando con fuerza. Junto al África de algunas ciudades modernas y de nativos que pronuncian lenguas de origen europeo, perdura el continente africano de las más ancestrales creencias. Sin duda que aquí también el conflicto entre la colonización modernizadora de Occidente y la continuidad de la llama antigua es poderosa. Pero en el África campesina, selvática, muchos de los antiguos ritos prosiguen. En una época en la que la autenticidad cultural era mucho más intensa, el antropólogo francés Evans Pritchard realizó una hoy célebre investigación de campo entre los azande, etnia del Zandeland en el centro del continente africano. De su voluminosa obra  “Brujería, magia y oráculos” entre los azande, hemos seleccionado algunos pasajes muy ilustrativos respecto a la medicina mágica y sus modos de aplicación. Para quien no esté familiarizado con esta perspectiva cultural, la exposición de Prichtard rápidamente los trasladara a una cosmovisión que respira en las antípodas de todo universo lógico y racional. Los azande ligan su medicina mágica con la madera, los árboles, un altar de los espíritus, silbatos mágicos. En esta última exhalación de Revista Kenos 2, proponemos este nuevo salto de la percepción hacia el rico tejido donde cada cultura fulge con su propia gema.

Arriba, un exorcista azande con sus silbatos mágicos que le cruzan el pecho. En el centro posee una bolsa de hierbas de propiedades medicinales. Esta imagen, y  las otras que ilustran este item,  fueron obtenidas por las expediciones que, entre 1926 a 1930, Pritchard realizó en la tierra de los azande.

 
EL ÁFRICA ANCESTRAL: MAGIA Y MEDICINA ENTRE LOS AZANDE
Por Evans Pritchard

  (…) No me propongo hacer aquí un análisis global de todos los aspectos técnicos de la magia zande; sólo pretendo esbozar sus características fundamentales. Algunos de los problemas relativos a la magia son lingüísticos y otros se refieren a las diferencias entre la magia y el comportamiento empírico, y entre las creencias que lleva asociadas la magia las creencias asociadas con los espíritus y el Ser Supremo.  (…) La palabra zande que he traducido por «medicina» o «magia», según el contexto, es ngua. Ngua significa “árbol” o “madera” o “planta”; así que cuando preguntamos  a un zande qué medicina se utiliza para una determinada actividad, le estamos preguntando que árbol o planta se utiliza, aunque nuestra pregunta también puede tener el carácter general de qué rito mágico se realiza. Para hacer más clara mi descripción limitaré mis observaciones ahora a las medicinas importantes, es decir, a aquellas medicinas a las que todos los zande conceden importancia, que se utilizan asociadas a las principales actividades sociales y económicas, y cuya propiedad está restringida a los especialistas. Todos estos ritos se realizan con algún trozo de árbol o de planta y su utilización es, además, típica de la magia zande como conjunto. Esta sustancia material constituye el elemento oculto y esencial del rito, pues en la sustancia se encuentra el poder misterioso que produce el fin deseado. 

Arriba, izquierda, Basukuase, el primer informador de Pritchard en Zandeland.

Es  inútil simplemente desear que algo suceda. Debe realizarse un rito, es decir, debe prepararse y manipularse de una determinada manera un trozo de árbol o de planta. Igualmente es inútil recitar conjuros sin más, pues los conjuros no tienen ninguna virtud específica. Son palabras orientadoras que se dirigen a las medicinas para vincularlas con los fines deseados. La eficacia de la magia se encuentra en las medicinas y en el rito y no en ningún poder exterior a ellos. Muy rara vez están éstos asociados con los espíritus. Sólo he recogido las siguientes asociaciones: 1) los espíritus muestran a los exorcistas las medicinas en las fuentes de los arroyos; 2) los espíritus y las medicinas están asociados con la magia llamada amatangi; 3) los espíritus  pueden destruir un oráculo del veneno; 4) se dice que los espíritus de los adivinos a veces enseñan medicinas en sueños, aunque no se supone que estas medicinas sean medicinas nuevas, sino más bien medicinas antiguas que se redescubren. No se pudo tomar nota de ninguna medicina de esta clase, aunque la creencia es normal. Los espíritus de los adivinos comen medicinas para que los pongan en contacto con los espíritus; 5) las medicinas cultivadas que se siembran alrededor del altar de los espíritus (ver abajo imagen), y cuando se erige un nuevo altar suelen enterrarse medicinas en su base y los espíritus y las medicinas son igualmente arengados para que aseguren el bienestar de los moradores del caserío. De la misma manera, cuando se erige un altar en un ampo de eleusina, se colocan medicinas alrededor, y se pide tanto a los espíritus como a las medicinas que protejan la eleusina. En este caso la asociación es muy estrecha, pero el poder de las medicinas no se atribuye a los espíritus. Cuando se hace magia el individuo se dirige a las medicinas y no a los espíritus, pues el poder está en las medicinas.

  De la misma manera, la virtud de las medicinas no procede del  Ser Supremo, salvo en un vago sentido mitológico. Pues las medicinas y los oráculos,  como todas las demás cosas del mundo, se atribuyen en último término a Mbori, que creó el mundo y las cosas que hay en él. Pero la conexión entre  Mbori y las medicinas es muy remota y si se pregunta a un zande de dónde procede una medicina, contesta: “Siempre la hemos tenido”, o bien: “Se originó entre tal pueblo y nosotros la tomamos de ellos.” Sólo si se le presiona para que diga el origen último menciona a Mbori.

  Aparte de este mito general de Mbori, los azande tienen muy mitos que expliquen los orígenes de las medicinas o que atestigüen su eficacia en el pasado. De hecho, tienen muy pocos mitos de todas clases. Los mitos relacionados con la magia son los siguientes: 1) historias sobre los primeros exorcistas y los exorcistas de los pueblos extranjeros; 2) una historia sobre el origen de la magia para curar las fracturas; 3) tradiciones fragmentarias sobre los orígenes de las asociaciones cerradas y su entrada en el Sudán.

  Aunque hay poca mitología socialmente heredada en forma de leyendas tradicionales, existen rumores circulantes que afirman la eficacia de las medicinas y el poder de los magos. Cada vez que muere una persona es una prueba para algún grupo de personas de su magia de la venganza es eficaz. Se oye hablar de cómo un individuo perdió algo de su propiedad e hizo magia contra el ladrón que se lo robó y de cómo murió el ladrón o el objeto fue devuelto a su propietario. Si el zande es desafiado y tiene que defender la virtud de sus medicinas, lo hace citando casos en que su potencia ha superado la prueba de la experiencia. Podría citar muchos ejemplos. Dije a un zande que dudaba que el silbato para reunir elefantes tuviera alguna utilidad y él contestó a mis dudas contándome cómo él y un amigo habían tocado su silbato mágico. Poco después, oyeron el pisoteo y el trompeteo de elefantes, y a la mañana siguiente vieron sus rastros en la tierra húmeda. Todas estas historias tienen poco antigüedad, carecen de forma y están restringidas a una localidad o a un grupo de parientes. Contrastan con la verdadera mitología que pasa de generación en generación, es estereotipada en la forma y la conocen todos los  adultos de Zandeland.

  (…) Los azande insisten en que la magia debe haber demostrado su eficacia para emplearla. Dicen que algunos magos tienen mejor magia que otros y cuando requieren los servicios de un mago escoge uno cuyos servicios tienen fama de ser eficaces. Así, las medicinas de la venganza de algunos magos tienen la reputación de ser rápidas y tajantes, mientras que se dice que las medicinas de otros tardan más en conseguir la venganza. Naturalmente, los azande prefieren emplear a los magos cuyas medicinas operan con rapidez. De forma similar, cuando un individuo desea adquirir medicinas para cazar elefantes, hace averiguaciones para descubrir qué magos son los cazadores más afortunados.

  De ahí que el gran exilo en las actividades sea una señal de que se poseen buenas medicinas. … Una vez Un zande me dijo que Ngbitimo, de la provincia de Rikita, poseía una poderosa magia para matar leopardos. Cuando le pregunté qué medicinas empleaba Ngbitimo, me dijo que no lo sabía, pero que debía poseer medicinas o no tendría tanto éxito en matar leopardos.

  Los azande no piensan que el éxito en una actividad empírica se deba al uso de medicinas, pues saben que muchas veces se consigue sin su ayuda. Pero se sienten inclinados a atribuir el éxito fuera de lo habitual a la magia Así, un zande me dijo que un individuo a su vecino:
  “Señor, en esta estación de termitas, quien posee medicina de las termitas las ha cogido en abundancia. Aun cuando yo no tengo, puesto que no poseo ninguna medicina de las termitas, aun cuando he cogido algunas, no obstante las he comido, porque no hay nada en el mundo, señor, de lo que un hombre carezca por completo”.
  Mi informador me señaló que las termitas abundan como la hierba. Incluso un hombre pobre en medicinas puede coger muchas, pero hombre con buenas medicinas cogerá muchas más.

  (…) Para celebrar un rito mágico el individuo debe saber concretamente con cuáles medicinas logrará el fin que desea. Si no conoce las medicinas o no las posee en ese momento, está desvalido. Varias historias del folklore zande tienen como temática la pérdida de las medicinas en situaciones a veces dramáticas, a veces cómicas.
  El propio zande tiende a clasificarlas también por la forma y el modo de utilización. Así a veces dice de una medicina que es ranga, un bulbo. Con frecuencia se ven 

Arriba, izquierda, un altar de los espíritus realizado con las ramas que se emplean para el oráculo de las termitas; arriba, derecha, el altar de los espíritus con medicinas en su base.

que crecen en el centro de los caseríos azande, por regla general a los pies del altar de los espíritus. Tienen muchos usos mágicos. O bien se comen las hojas crudas o bien se hierven en agua con ajonjolí y sal y se come la mezcla. Los bulbos se transplantan de la maleza. El individuo que conoce un bulbo con usos mágicos especiales o bien se lo muestra en la maleza a otro o se lo señala en su propio caserío. Una vez que el individuo conoce la hoja de este concreto bulbo, puede buscarlo por sí mismo en la maleza. La transmisión del conocimiento, por tanto, no consiste simplemente en mostrar la planta a otro individuo, pues puede verla en cualquier momento plantada en el caserío del mago. Consiste más bien en instruirle sobre sus usos.
    Otra categoría es la ngbmi. Se trata de parásitos arbóreos y son el material de que se hacen los silbatos y amuletos más potentes. Los parásitos de muchísimos árboles se utilizan de una u otra forma como medicinas. Una  tercera categoría son las enredaderas  (gire), que aparecen frecuentemente en los ritos mágicos, especialmente para cerrar huertos y para enredarse alrededor de las muñecas de las personas como amuletos. Muchas de estas plantas son raras y no se encuentran sin una diligente búsqueda.
  Los azande también dividen sus medicinas en clases según las formas de preparación y uso. Muchas veces, la especie de planta se emplea en un rito indica, por su forma, la manera de usarse tal como se ha explicado en relación con la ranga, la ngbimi y la gire. Los principales modos de uso son:
1) Silbato (kura). La madera de determinado árboles se talla en forma de silbatos. Aunque la cavidad vaciada en uno de los extremos sea poco profunda cuando se le sopla emite un sonido penetrante. Los silbatos mágicos se utilizan para muchos propósitos. Antes de hacer el silbato, el individuo debe guardar tabús. Por la mañana temprano sale de su caserío sin lavarse la cara ni enjuagarse la boca y corta la madera y le da forma. Recita un conjuro al cortar la madera y cuando perfora la cavidad por un extremo. Los silbatos se llevan al cuello, sobre el hombro, a la cintura o en las muñecas. Los silbatos muy potentes se esconden lejos de la choza del propietario, muchas veces en el gallinero o en un agujero hecho en un árbol.
2) Las medicinas corporales (ngua kpoto). Para medicar a los bebés, el mago utiliza medicinas que mastica y escupe sobre sus cuerpos. Lo hace para protegerlos del dolor y para hacer que crezcan fuertes. Al medicar a los adultos hace una pasta de materiales vegetales quemados y aceite, y la frota en incisiones hechas en el pecho, la espalda y la cara. 
3) Las medicinas se frotan en incisiones de la mano y la muñeca. La medicina se hace quemando materiales vegetales mezclados con aceite. Tales medicinas procuran habilidad para tirar la lanza y para operar con cl oráculo del tablero frotado.
4) Gotas de infusión (togo). Los materiales vegetales se queman y el hollín se mezcla con agua en un embudo hecho de hojas que, al estrujarlo, hace de filtro.
5) Hollín mezclado con aceite. Esta es una de las formas más populares de preparar  las medicinas para su consumo.
6) Una cuerda, con frecuencia una enredadera, que se retuerce mientras el mago le dirige un conjuro (kpira). Esto se hace a veces contra los enemigos.
 

Las medicinas azande son objetos naturales únicamente en el sentido de que su poder está presente en la naturaleza de manera potencial. Es el concreto tratamiento y uso lo que transforma la simple madera en medicinas. El poder mágico puede estar latente en un árbol o una planta, pero el hombre es quien convierte ese material en la medicina que se utiliza como instrumento en el ritual.
En consecuencia, sólo aquellas plantas que únicamente tienen uso ritual y que se cultivan para fines mágicos se consideran en todo momento “materia médica”. Muchos árboles y plantas utilizadas en la magia se emplean en actividades tecnológicas; por ejemplo, el árbol dakpa proporciona cuerda y la hierba bingba se utiliza para hacer los tejados de paja.
Puesto que las medicinas no son objetos naturales, sino artefactos humanos, cada instrumento  mágico individualmente considerado es autónomo y su condición de ninguna forma afecta a los objetos del mismo tipo. Un individuo hace un silbato protegerse de la brujería. Los logros del silbato son independientes de los logros de los demás silbatos del mismo tipo. Si una medicina pierde su poder, sólo se trata de que este concreto artefacto se ha vuelo inútil y los demás artefactos que puedan hacerse del mismo material vegetal no se ven afectados.  (*)

(*) Fuente:  Evans-Pritchard, Brujería, magia y oráculos entre los azande, Barcelona, Anagrama. 

  La magia de los azande confirma esquemas mágicos que afloran entre todos los pueblos antiguos. Para un acercamiento a la noción de magia como estructura de alcance universal sigue siendo muy recomendable:

James George Frazer, La rama dorada, editorial Fondo de Cultural económica. En especial puede consultarse los capítulos sobre “magia simpatética” y “magia y religión”.

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