Hechiceros y chamanes

La Jornada Semanal, 13 de octubre de 1996

Entrevista con Juan Miranda

Hechiceros y chamanes

Germaine Gómez Haro

Ampliamente conocido en el medio periodístico por su larga trayectoria, primero en la revista Sucesos para todos, que dirigió Gustavo Alatriste ­donde laboró de 1969 a 1977­ y luego en Proceso, donde coordina actualmente el Departamento de Fotografía, Juan Miranda (San Andrés Tepetilco, DF, 1949) da un giro en su quehacer fotográfico para adentrarse en la Sierra Mazateca con el fin de retratar a algunos de los principales sabios, herederos de la milenaria tradición medicinal de la célebre Huautla de María Sabina. Su exposición Hechiceros y chamanes se exhibó en la Casa Lamm dentro del marco de Fotoseptiembre.

¿Cómo llegaste por vez primera a la Sierra Mazateca?

­Hace once años nos enviaron de Proceso a realizar un reportaje sobre María Sabina, en el cual se intentaba demostrar cómo ese gran personaje de reconocimiento internacional pasaba sus últimos años en un total abandono. Tuve la enorme fortuna de conocerla y de participar en su compañía en una ceremonia de hongos. Era una mujer de una dulzura increíble, que te acariciaba con la mirada. María Sabina fue la primera chamana mazateca que se dio a conocer fuera de la región; sin embargo, sabemos que la tradición es milenaria y que actualmente sobrevive gracias a algunos de sus sucesores, quienes con gran celo han sabido preservar las enseñanzas de la sacerdotisa. A estos personajes dedico mi trabajo reciente, con el fin de difundir la autenticidad y profundidad de estas ceremonias rituales, tantas veces malinterpretadas o tergiversadas por la sociedad moderna.

­¿Existen todavía muchos chamanes en la región mazateca?

­En realidad no tantos, y mucho me temo que la tradición terminará por desaparecer. Chamanes son dos: Filogonio, uno de los nietos de María Sabina, considerado actualmente el Chamán Mayor, y Ricardo Rocha. El resto son curanderos en diferentes especialidades.

­¿Cuál viene siendo la diferencia entre chamán y curandero?

­Es básicamente lo mismo. Ambos se dedican a curar el cuerpo y el alma, pero los chamanes incorporan en sus ceremonias el uso de los hongos alucinógenos, mediante los cuales logran ver el interior del paciente como a través de una radiografía que les permite detectar exactamente cuál es el mal que los abruma, ya sea físico o espiritual. Su función es extraer la energía negativa que has acumulado a lo largo de los años y que en determinado momento se puede convertir en insoportable carga emocional. El Chamán Mayor tiene el reconocimiento de la comunidad por ser el sucesor directo de la sacerdotisa de los hongos y por estar conectado directamente con Dios, y es quien, durante la ceremonia, se bate personalmente contra las fuerzas del mal que abruman al enfermo que deposita en él su confianza.

­¿Cómo se establece la jerarquía del chamán?

­Todo depende. Puede ser por sucesión, como es el caso de Filogonio, o bien por designación divina, como le ocurrió a Ricardo Rocha. Mira, si llegas a Huautla como vil turista y no acudes a las personas adecuadas, te van a abordar en la entrada para venderte los hongos como si fueran dulces y cualquiera te jura que es pariente de María Sabina. En efecto, dejó una numerosa descendencia, pero antes de morir designó como único sucesor a su nieto Filogonio. Éste cuenta que cuando su abuela se encontraba ya muy enferma, le comunicó a través de los sueños que lo necesitaba de regreso en Huautla (él trabajaba entonces en tierras cafetaleras) pues había decidido que él estaba destinado a ser el Gran Chamán. Filogonio regresó con toda su familia al Fortín ­el barrio más alto de Huautla­ y le tocó presenciar todo el drama de la muerte de su abuela. Ahí compartió la dolorosa experiencia con Juan García Carrera, ahijado y último traductor de la sacerdotisa, y quien años después publicó La otra vida de María Sabina, donde relata cómo en esos penosos momentos todos les fueron cerrando las puertas y nadie ­ni siquiera las autoridades­ les quiso ayudar durante la agonía y el sepelio de la chamana. No te imaginas la marginación en la que vive esa gente. Encontré una pobreza impresionante cuando visité Huautla por primera vez, hace once años, y hoy la situación sigue siendo la misma y así vivió María Sabina. Imagínate que Margarita López Portillo le regaló una casa prefabricada, supuestamente para ofrecerle un nivel de vida más digno, pero nada más dejaron la casa ahí, jamás le conectaron ningún servicio, de modo que tampoco fue una gran ayuda. Al final, sólo Filogonio y Juan García Carrera se ocuparon de acompañarla a la sepultura. Desde entonces, Filogonio ocupa el lugar de su abuela y García Carrera se ha dedicado a difundir la imagen auténtica de la madrina, tantas veces distorsionada por los charlatanes que buscan lucrar con esa figura casi mística. Además, quiero subrayar la gran labor que está haciendo García Carrera de recopilar las leyendas y tradiciones de la cultura mazateca, con el fin de preservarlas y darlas a conocer fuera de la comunidad.

La historia de Ricardo Rocha es otra. Él cuenta que cuando tenía treinta años de edad sufrió una experiencia que cambió el destino de su vida. Por ese tiempo cosechaba con gran prosperidad unas tierras fuera de su región natal. El éxito y el hecho de ser un extraño alimentaron la envidia de los vecinos, quienes, asegura, le echaron el mal de ojo; lo hechizaron a tal grado que enfermó de parálisis y anemia, quedando ciego y sordo. Fue entonces cuando recurrió por primera vez a los “hongos milagrosos”, como último recurso para recuperar la salud. Sostiene que recibió el designio de Dios para curarse solo y a partir de entonces decidió dedicar el resto de su vida al oficio de curandero.

­¿Y en las ceremonias religiosas, además de los santos cristianos se invocan deidades paganas?

­No, los dioses prehispánicos aparecen más bien en el transcurso del viaje alucinógeno, ¡en serio! Los curanderos y chamanes invocan primeramente al Dios todopoderoso. Mencionan por lo común a San Martín de Porres, Jesucristo, la Virgen de Guadalupe, al Sagrado Corazón, a San Martín Caballero, entre otros. El rezo del curandero es una elevación de sus peticiones a lo sagrado. Los hongos están ahumándose y el humo se lleva las palabras hacia lo alto. Se ruega por la curación y la prosperidad del paciente. Con un esfuerzo sobrehumano, ellos extraen el mal del interior del enfermo y lo absorben; al final, lo vomitan físicamente.

­Aunque predomine la religión católica, las supersticiones y los amuletos a los que recurren los indígenas denota, de alguna manera, una supervivenciade los cultos paganos, ¿no es cierto?

­Claro, utilizan los amuletos como complemento de la curación, o como instrumentos que apoyan la práctica del ritual, por ejemplo las hojas de floripondio, las plumas de guacamaya, el papel amate, los huevos de totol, los granos de maíz y de cacao, etcétera. Aunque no falta el agua bendita para ahuyentar a los malos espíritus. Es célebre el San Pedro que todo lo cura (tabaco molido, mezclado con cal y ajo); igual te lo untan para calmar un dolor, que te lo regalan en un paquetito para que te traiga suerte. (Por si acaso, yo siempre lo llevo en la cartera.)

Depende de la especialidad de cada curandero el sistema que se emplea y los amuletos que se utilizan. Por ejemplo: Juan Allende, huesero, lee la suerte con copal; doña Brígida García es clarividente con las velas; Rosalío Viera, “chupador de enfermedades”, literalmente succiona el mal del paciente; Herminio González, maestro en el oráculo de la suerte, interpreta el futuro por medio de su libro de destinos; José Luis García, honguero, proporciona a sus pacientes un caldo que consiste en granos de cacao, agua bendita y la sangre de gallos sacrificados. Gracias a su buena disposición, podemos verlos a todos en mis fotografías, algunos de ellos en pleno ejercicio de su oficio.

­¿Y qué nos dices de los hechiceros?

­¡Uf!, ése es otro mundo, son palabras mayores. El hechicero, en vez de acudir a Dios, invoca a las fuerzas del mal con un fin negativo, destructivo. Con ellos preferí no meterme porque, además, todo lo malinterpretan y si algo no les parece ¡olvídate!, no la cuentas. Mira, intentamos acercarnos a una hija de María Sabina ­María Apolonia­ y en un principio aceptó dejarse fotografiar. Pero después apareció su hijo echando serpientes por los ojos, y como es una sociedad enteramente patriarcal y el hijo mayor lleva el control total de la familia, éste se negó rotundamente. Su argumento era que seguramente estábamos comercializando las imágenes de su gente con fines de lucro. Le expliqué la finalidad de mi proyecto, y le aseguré, inclusive, que en la exposición de la Casa Lamm las fotografías no iban a estar a la venta, que el único objetivo era la difusión de sus tradiciones. No hubo manera, y nosotros, con todo respeto, nos retiramos.

­¿Y es abiertamente aceptado entre ellos acudir al hechicero para hacer el mal a un tercero?

­Sí, también forma parte de su tradición. Finalmente, pensé que por algo pasan las cosas: ¿para qué promover el trabajo de alguien que se dedica a hacer el mal? Por el contrario, el trabajo de los chamanes no despide más que bondad y generosidad, pura energía positiva.

­¿En la comunidad existen charlatanes que se dediquen a tomarle el pelo a la gente con falsas curaciones?

­No, pues ellos, aunque no se vean, se reconocen a través de los hongos y entre ellos no hay engaño posible. Los charlatanes son más bien aquellos que han explotado la imagen de estos sabios sacerdotes con fines superficiales, de comercialización ­como ocurrió en numerosas ocasiones con María Sabina­, sin preocuparse por profundizar en la complejidad y la autenticidad de esta tradición religiosa milenaria.

(Los rostros que vemos en las fotografías de Juan Miranda me recuerdan las mascaras prehispánicas; son expresivos por la fuerza de sus angulosas facciones, gestos indescifrables, inermes, al mismo tiempo cercanos y lejanos. El lente de Miranda logra captar la serenidad que brilla en sus miradas penetrantes,que revelan la generosidad de quienes ­con la fe y la sabiduría como instrumentos de trabajo­ dedican su vida a asistir al prójimo.)

­¿Por lo regular aceptan que se fotografíen sus ceremonias y se prestan para posar ante la cámara?

­Son personas muy sensibles que inmediatamente se dan cuenta de las intenciones del visitante. Yo he tenido la suerte de ir acompañado por mi tocayo Juan García Carrera, a quien todos conocen y respetan. Y en todos los casos, al manifestarles mi respeto y admiración por su trabajo, me han abierto sus puertas y sus corazones. Ahora cuento con numerosos amigos en la comunidad. A fin de cuentas, para ellos lo más preciado es que les regales una sonrisa. Es gente entrañable, de una generosidad inconcebible.

­¿Piensas acercarte a otras comunidades indígenas con el mismo fin?

­Definitivamente. Mi trabajo en Proceso me ha dado la oportunidad de viajar por todo el mundo recopilando imágenes, pero ahora más bien me dedico a coordinar el Departamento de Fotografía porque me interesa la proyección de los jóvenes que tenemos ahí. El más reciente trabajo que hice para la revista fue un ensayo fotográfico del subcomandante Marcos. Pero a partir de esta experiencia trascendental con los mazatecos, me he planteado el proyecto de hacer un largo recorrido por todas las regiones indígenas, con el mismo fin de recopilar imágenes que queden como testimonio de esa realidad de nuestro país, que cada vez me interesa más. Para ello pienso solicitar una beca del FONCA, pues sería un largo trabajo que me llevaría quizás unos tres años o más, ya que la idea es meterme de lleno en cada cultura para poder dejar la constancia de ese México profundo que la mayoría de nuestra sociedad, desafortunadamente, desconoce o ignora.

El Chaman y los males del espíritu entre los Nahuas y los Mayas

El Chaman y los males del espíritu entre los Nahuas y los Mayas

LOS CHAMANES

En el pensamiento indígena, la realidad visible y tangible no es la única que existe; detrás de ella hay otros ámbitos en donde residen innumerables poderes que determinan la existencia del cosmos.
El Hombre para el indígena, tiene una naturaleza dual, compuesta de cuerpo y espíritu, por lo que es un ser capaz de transitar por esos ámbitos misteriosos transponiendo los umbrales de acceso a ellos; pero solo lo logran en ciertos estados especiales,
cuando el espíritu se desprende del cuerpo; este hecho puede ocurrir por diversas causas y en distintas circunstancias de la vida, y puede ser involuntario o voluntario;
Entre las formas de separación del cuerpo y el espíritu destacan el sueño y el trance extático ; el primero es una de las maneras normales, involuntarias y comunes a todos los hombres, de desprender el espíritu del cuerpo ; el segundo es voluntario y excepcional, pues solo lo logran quienes han sido elegidos por lo seres sagrados, han pasado por un periodo iniciatico de aprendizaje y manejo de las fuerzas divinas y pueden controlar sus potencialidades anímicas, de lo cual obtienen poderes sobrehumanos ; esos hombres portentosos, especializados en practicas de externamiento del espíritu, son los NAGUALES,
llamados así tanto entre los nahuas (de quienes procede el termino) como entre los mayas, aunque reciben muchos otros nombres según las diversas lenguas ;
sin embargo, como la palabra nagual ha sufrido varios cambios de sentido a través de los siglos, empezando por la tergiversación que de ella hicieron los frailes españoles en la colonia, aquí les llamaremos chamanes, palabra siberiana que ha adquirido un carácter universal.
Desde la época prehispánica hasta la actualidad, en el mundo náhuatl y maya ha habido chamanes, entendidos como tales los hombres dotados con capacidades sobrenaturales derivadas de su manejo del trance extático; este se logra mediante rigurosas practicas ascéticas, como ayuno, insomnio, abstinencia y auto sacrificio, acompañadas de meditación, danzas y cantos rítmicos e ingestión o aplicación de substancias psicoactivas–tanto hongos y plantas alucinógenos como bebidas embriagantes. El trance consiste en desprender el espíritu del cuerpo en estado de vigilia y controlar todas sus acciones; así, el chaman puede “VER” todo lo que los demás no ven, lo cual es sinónimo de conocer; es capaz de subir al cielo, bajar al inframundo y recorrer largas distancias en unos cuantos segundos; así mismo, de comunicarse con los dioses, con los muertos, con los espíritus de otros hombres vivos y con su propio alter ego animal. También tiene la facultad de transformarse en animales, en líquidos vitales (como la sangre) y en fenómenos naturales (como los rayos, las bolas de fuego o los cometas); puede dominar las fuerzas de la naturaleza (como el granizo) y, sobre todo puede “VER” la causa de las enfermedades y propiciar mágicamente las curaciones.
Los chamanes fueron y son los conocedores e interpretes de sueños y quienes manejan los productos psicoactivos (plantas sagradas y bebidas embriagantes) para comunicarse con lo sagrado y para las practicas curativas y de adivinación. Aquí hablaremos solo de la función medica del chaman.
Entre los nahuas y los mayas, brindaremos una visión histórica general, desde la época prehispánica hasta la actualidad. Por enfermedades del espíritu entendemos las predominantemente psicosomáticas que aquejan a los indígenas.
Antes de mencionarlas, es necesario advertir que la mayor parte de las enfermedades, como lo reconocen muchos médicos, tienen un carácter psicosomático. Por ello, para comprender cualquier sistema medico es necesario conocer su contexto cultural, la concepción del mundo y de la vida, las ideas sobre el cuerpo humano, que explican los conceptos de salud y enfermedad y las practicas curativas. Cada cultura tiene sus propios padecimientos y sus propias terapias correspondientes a ellos ; un hombre de la cultura occidental, no se enferma de flato, de baraustó, de pochitoque que o de mal de arana ni se cura con formulas mágicas, incienso y oraciones, así como para tojolabal o un ch’ol no servirían, seguramente, los placebos usados por los médicos occidentales, No queremos decir con esto que no haya enfermedades biológicas, físicas, ni una medicina científica, es decir un conocimiento objetivo y universal del cuerpo humano y sus males, sino que evidentemente hay un alto porcentaje de enfermedades de carácter psicosomático, lo cual fue bien comprendido por la chamana mazateca Maria Sabina, cuando decía que lo que se enferma es el espíritu, por lo que es preciso curarlo a el para sanar el cuerpo.
—EPOCA PREHISPANICA—
Entre los nahuas prehispánicos había diversos tipos de chamanes especializados tanto en causar enfermedades como en curarlas;
se decía que el mismo chaman podía ser “bueno y malo”, entendiendo por esto que sus poderes podían ser dirigidos hacia el bien y la salud de los otros o hacia su destrucción.
Uno de los chamanes nahuas mas destacados era el NAHUALLI, considerado un sabio con poderes sobrehumanos para transformarse en diversos animales; era un consejero serio y respetado.
El bueno era cuidador y guardián; el malo, encantador y dañador, provocador de enfermedades. En general, a todo chaman con poderes para transformarse se lo denominaba nahualli;
así, convertirse en un animal era hacer de el su nahualli; por ejemplo, el tlacatecolotl, “hombre búho” (que también se transformaba en perro), era un nagual maléfico, pues causaba enfermedades al quemar figuras de madera de la victima, verter sangre propia sobre esta o darle a beber pociones venenosas. El y otros naguales malignos eran tecotzquani, “comepantorillas” y teyolloquani “comecorazones”, porque hechizaban a la gente. Hacían magia, como vestir un madero con la figura de una persona, adornarlo como se acostumbraba hacerlo con un difunto y luego quemarlo para ocasionar la muerte. Todos estos chamanes malignos tenían como protector a Nahualpilli, un aspecto de tezcatlipoca.
Entre los naguales benéficos estaba el teciuhtlazqui o “granicero”, que podía producir granizo y conjurarlo. El chaman especializado en medicina era llamado Ticitl ” el que practica la medicina(ticiotl)” . Se dice que era un curandero con experiencia en hierbas, eméticos y toda clase de pociones, así como en incisiones y también podía provocar enfermedades y seducir mujeres para embrujarlas. Tenia muchas sub especialidades, entre las cuales estaba la de Paini, un Chaman adivino, especializado en el uso de alucinógenos propiamente un medico de enfermedades del espíritu.
Estos curanderos pasaban por iniciaciones religiosas, que consistían en morir y bajar al inframundo, donde recibían la instrucción médica, el conocimiento de los diagnósticos, de los instrumentos para curar y de las hierbas sagradas. Para diagnosticar usaban la adivinación que se realizaba de distintas formas ; mediante nudos y cuerdas , granos de maíz, agua, el calendario ritual, agüeros, interpretaciones de sueños e ingestión de plantas alucinógenas y psicoactivas en general ; Hongos, Peyote, Ololiuhqui, tlapatl, toloache, estafiate y sobre todo, picietl o tabaco.
El interprete de alucinaciones fue el “Paini” -el que bebe un brebaje- ; El ingería los alucinógenos y luego diagnosticaba, o bien hacia beber la hierba sagrada al paciente. Las enfermedades que inducían a consultar al “Paini” eran las muy largas y penosas, que se atribuían a hechizo.
Los textos mencionan por ejemplo , susto, angustia y “nausea en el corazón”. El propio enfermo, al beber el alucinógeno, daba la señal de donde estaba la enfermedad.
Otro Ticitl diagnosticaba interpretando sueños; se trata del Temiquiximati, “El conocedor de los sueños”, que tenia libros especiales sobre el significado de los sueños, aunque lograban su interpretación principalmente gracias a sus poderes sobrenaturales y por su habilidad para manejar el espíritu separado del cuerpo. Debido a su oficio se lo llamaba “Hijos de la Noche”, como Tezcatlipoca y como Malinalxochitl, la hermana hechicera de huitzilopochtli, que era una gran Naguala Maligna, “agarradora de pantorrillas, embaucadora de gentes, descaminadora de gentes, adormecedora de gentes, que hace comer culebras…, y tecolotes a las gentes, pues llama a todo ciempiés, arana, y se vuelve hechicera… Muy Grande bellaca — Dice Tezozomoc” (1975, p.28).
Entre los mayas antiguos también había varios tipos de chamanes, empezando por los propios gobernantes, que fueron retratados en las estelas con sus atributos sacerdotales y portando insignias del dios celeste supremo, en nombre del cual gobernaban.
Los textos coloniales quiches y cakchiqueles les llamaban Nawal Winak, “Hombres Naguales”, y describen sus poderes sobrenaturales, como la transformación en jaguares y otros animales, la capacidad de subir al cielo, bajar al inframundo, la posesión de una gran fuerza física y una visión tan aguda y penetrante que les permitía adivinar. Los textos no mencionan sus habilidades curativas ni el uso de plantas sagradas, pero cabe inferir que eran también médicos y que empleaban los alucinógenos como los nahuas. Si se mencionan en cambio, sus rigurosas practicas ascéticas y su envoltorio ritual que era, al mismo tiempo, insignia de su poder.
Este envoltorio contenía huesos de águila, de jaguar y de puma, cabezas y patas de venado, piedras negras y amarillas- seguramente para la adivinación-, plumas de garza, quetzal y azulejo, cola de buitre, tabaco, hongos de piedra y sangrador para el auto sacrificio.,
se mencionan también “hierbas para refrescarse”, que eran seguramente las plantas curativas.
Entre los mayas de Yucatán, en la época de la conquista, los chamanes eran sacerdotes especializados; El Uaiaghon, “Brujo”; El Ah pul yaah, “brujo echador de enfermedad”; el h’men, “mago que se transformaba en animal” que es el que ha pervivido hasta hoy. Y los chilames, que profetizaban en estado de trance, acostados de espaldas en el suelo, tal vez ayudados por el xtabentun “ololiuhqui”. Los chamanes eran médicos y hechiceros, que curaban con sangrías y echaban suertes para adivinar.
Celebraban sus fiestas en el mes Zip; durante ella, sacaban sus envoltorios, que contenían idolillos de las deidades de la medicina “ixchel e itzamna” piedras para echar la suerte (am) y muchos objetos más.
–EPOCA COLONIAL—-
Durante la época colonial, el Nagualismo o Chamanismo fue identificado con la brujería europea por presentar varias ideas afines a ella, entre las cuales estaba la transformación del brujo en animal.
Se lo considero una práctica de una secta perversa y demoníaca importada de Egipto y , así, los conceptos de magia negra y de pacto con el diablo se integraron a las creencias indígenas, en la mentalidad de los conquistadores y después en la de los propios indios.
Pero los ritos chamanicos siguieron realizándose en la clandestinidad, de los cual hay muchos testimonios, gracias a la persecución de que fueron objeto. Así, Jacinto de la serna , Ruiz De Alarcón, Margil De Jesús y Núñez De La Vega, en el siglo XVII formulan precisas descripciones de los poderes de los naguales en el altiplano central y en Chiapas.
En este lugar eran llamados Poxlom “de pox medicina lo cual confirma que practicaban principalmente curaciones ” .
NUNEZ DICE : “.. Nos ha constado que es el demonio, que como pelota o bola de fuego anda en el aire en figura de estrella, con cauda a modo de cometa” (Núñez 1988 p.753).
Los textos afirman que practicaban la medicina y empleaban para las curaciones la confesión de los pecados y “hediondas medicinas” -por ejemplo- algunas brujas yucatecas ponían tlapatl (matul) debajo de la almohada o lo daban a oler para hacer perder el juicio- . También eran nigromantes, hacían magia amorosa y sabían trasladarse a los que margil llama “paraísos fingidos” sitios donde participaban en festines.
–EPOCA ACTUAL—
En las comunidades indígenas nahuas y mayas de hoy encontramos la pervivencia del chamanismo con sus ideas básicas de la capacidad transformadora del chaman y sus poderes de adivinación y de curación.
En los estados de México, Morelos, Puebla y Veracruz, principalmente, pervive la tradición chamanica náhuatl.
Hay diversas especialidades como los graniceros y los chamanes siguen siendo los médicos de las enfermedades del espíritu. En las comunidades mayances, los chamanes ocupan un sitio principal, pues además de curar enfermedades cumplen un importante papel policito-social.
También los chamanes de hoy son elegidos a través de un sueño o una enfermedad, y en ese estado aprenden el oficio de curanderos y adivinos; es decir la iniciación se produce con el espíritu separado del cuerpo.
Los mayas y los nahuas siguen considerando que hay un buen número de enfermedades ocasionadas por energías y seres sobrenaturales.
Pervive también la idea de que las patologías dependen de la conducta de los hombres, quienes al transgredir las normas sociales y morales ocasionan el enojo de los dioses. El castigo puede consistir en que las deidades ancestrales, dejan fuera de su protección al compañero animal y este se queda vagando solo y perdido en el monte, a merced de cualquier ser maligno que puede devorarlo o destruirlo.
Por otra parte, los dioses del inframundo se aparecen a los hombres en forma de seres maléficos, como serpientes, hormigas, arco iris, el Sombreron, la xtabay y el moo-tancaz, que deambulan por las noches para dañar a los hombres con graves enfermedades.
También son causas de enfermedad las influencias del signo del calendario ritual, las alteraciones del equilibrio corporal (por ejemplo, el desacomodo del tipte, órgano rector del funcionamiento del cuerpo” y las emociones fuertes, como el susto, el enojo, la tristeza o la vergüenza(azareo).
Cuando el espíritu se halla separado del cuerpo, es decir en el estado de sueño, o durante el orgasmo, es mucho mas susceptible de contraer enfermedades, pues se encuentra a merced de fuerzas nocturnas y maléficas.
Por ejemplo un muerto puede presentarse en el sueño de su enemigo y enfermarlo de susto.
Los males del espíritu llegan a manifestarse como delirios, afasias , melancolía, irritabilidad, mal erótico, depresión y locura, entre otras formas ;
pero también afectan al cuerpo, que sufre fiebre, hinchazones, dolores, urticarias, ahogos, etc…, capaces de producir incluso la muerte.
La mas común de las enfermedades del espíritu es “la perdida del alma”. Es posible extraviar el alma de diversas maneras, pero sobre todo por “espanto” o “susto”, por un accidente o por “mal echado” por un enemigo. Se piensa que el alma se sale y es capturada por los espíritus guardianes de la tierra, los ríos, los bosques, por los seres del inframundo o por los malos “aires”, que son entidades maléficas con voluntad.
En Tepoztlan, por ejemplo, se cree que los “aires” habitan en las barrancas o los hormigueros-palabras que se emplean indistintamente para indicar sitios malos y peligrosos-, por lo que atacan de preferencia en esos lugares. En las barrancas habita asimismo el arco iris, identificado con serpientes malignas.
También un feto puede perder el alma si la madre sufre un susto; los bebes la pierden con mas facilidad, por no habérseles cerrado todavía la “mollera”. Las almas que se pierden se quedan en el sitio del susto, o en poder del “aire”, o bien se van al inframundo “TLALOCAN”.
Cuando el alma se ha perdido, el cuerpo enferma; los síntomas son falta de apetito, debilidad, depresión, exceso de sueño y sueño agitado. Otro grupo de padecimientos del espíritu lo constituyen los ocasionados por los seres humanos, que se cuentan entre los peores; el más frecuente es el “mal echado” por un brujo, que tiene varias manifestaciones. Por lo general, los brujos echan o envían la enfermedad con formulas mágicas y, además, preparan pócimas venenosas y tienen como aliados a los malos aires, que introducen por los orificios naturales de sus victimas, luego de expelerlos por los suyos.
El “mal echado” incluye toda clase de desordenes psíquicos y locura.
El brujo puede poner cabellos en la garganta o en el estomago de las victimas, lo que les causa la muerte por asfixia o dolor agudo, y puede introducir en el abdomen animales, como ratas, armadillos, lechones, cachorros de perro, sapos, culebras o insectos. Los hechizados experimentan terribles dolores y finalmente mueren.
Los brujos también pueden producir esterilidad por enfriamiento de los genitales, que se cura con vapores de hierbas aplicados de modo directo a esos órganos.
Los brujos pueden, en fin, “cortar la hora”, es decir provocar la muerte tras una lenta agonía, en virtud de que sus aliados, los dioses de la tierra, aprisionan al otro yo animal de la victima y lo mantienen sin alimentos. La persona se va debilitando, sufre vómitos, dolores, hinchazones y por ultimo, muere.
Hay otras alteraciones ocasionadas por hombres con poderes sobrenaturales, aunque involuntariamente, como las que sobrevienen por la “VISTA FUERTE” o por exceso de “CALOR”;
Este es una energía peculiar que se acumula con los anos y la sabiduría; entre los antiguos nahuas, formaba parte del tonalli.
Cuando una mujer esta embarazada, por ejemplo, tiene exceso de calor que puede dañar a otros, sobre todo a los niños.
Las enfermedades producidas por seres humanos, ya sea voluntaria o involuntariamente, son por lo general graves; por eso dicen los tojolabales que “DE POR SI NO HAY PEOR PONZOÑA QUE LA DE LA GENTE”
y precisamente las enfermedades del espíritu son las atendidas por los chamanes, pues su diagnostico y tratamiento rebasa los conocimientos y capacidades de los curanderos comunes.
Los chamanes diagnostican ante todo por la adivinación, de igual forma y con las mismas semillas de sus antepasados prehispánicos. La adivinación realizada mediante la ingestión de substancias alucinógenas ya no es tan común como en la época prehispánica (se conserva entre los nahuas de la sierra de puebla y de la región de tétela del volcán, por ejemplo; Los brujos, echadores de enfermedad también curan, sobretodo los padecimientos que ellos mismos ocasionan, como la locura. Incluso tienen la protección del mismo Santo que cuida a los chamanes buenos: San Pedro. Tanto entre los nahuas como entre los mayas.              Ellos conocen los ritos, las formulas mágicas y las “contrahierbas”.
Cuando fracasa un Chaman se consulta al brujo, que posee mas recursos. Las ceremonias curativas son diversas y complejas, pero incluyen siempre la quema de Copal, que es uno de los alimentos de los dioses; oraciones donde se pide el perdón y la devolución de la salud o del alma perdida. Exhortaciones al cuerpo enfermo para que se cure o al alma para que regrese, y el uso de velas , flores, y alimentos.
Muchas veces se mata una gallina o un pollo negro, que se entrega a los dioses a cambio del alma.
Los ritos se realizan en casa del paciente, en el lugar donde se perdió el alma, visitando en peregrinación diversos altares de las montanas sagradas o en los campos y cuevas. Además de las oraciones y conjuros, se hacen sobadas, barridas, sopladas, baños y sangrías; también se chupa el mal, como se hacia en la época prehispánica, y se aplican o dan a beber medicamentos.
A veces la curación solo se logra con el alma separada del cuerpo, es decir durante el sueño o en estado de trance extático; para logra este ultimo, se da a beber al paciente un alucinógeno, como se hace en Tétela del Volcán. Todas estas creencias y prácticas médicas, aunque incluyan oraciones cristianas y muchos elementos nuevos, son en esencia de tradición prehispánica y concuerdan con la concepción indígena del mundo y de la vida que de un modo u otro ha pervivido.

EL TEXTO ANTERIOR ES UN FRAGMENTO DE UN ESTUDIO REALIZADO POR MERCEDES DE LA GARZA (EXDIRECTORA DEL MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGIA E HISTORIA DE MEXICO )
Es parte de un artículo publicado en la revista de la universidad nacional autónoma de México en su número 572 de fecha septiembre/1998

A CRUZADA GUARANI

A CRUZADA GUARANI

“Singular e assombroso o destino de um povo como os Guarani!
Marginalizados e periféricos, nos obrigam a pensar sem fronteiras
Tidos como parcialidades, desafiam a totalidade do sistema.
Reduzidos, reclamam cada dia espaços de liberdade sem limites
Pequenos, exigem ser pensados com grandeza.
São aqueles primitivos cujo centro de gravitação já está no futuro.
Minorias, que estão presentes na maior parte do mundo.”
(Bartomeu Meliá)
Com o objetivo de reivindicar o que se supõe deveria ser na história o verdadeiro sentido da civilização guarani, surgiu, entre alguns escritores, uma corrente que inaugurou uma série de discussões polêmicas.
Uma destas correntes, entende que pertence ao patrimônio histórico da raça guarani a invejável civilização dos astecas do México e dos Incas do Peru e que todo esse monumento de glórias, criminosa e miseravelmente destruído pelos espanhóis, foi roubado a essa família indígena.
Obedecendo esta ordem de idéias, concebe ela que os guaranis chegaram a fundar, nos demais recantos da América do Sul, uma considerável civilização pré-colombiana e que os europeus a destruíram com tal habilidade que até os vestígios desapareceram.
A Grande Confederação Guaranítica, compreendeu inúmeras nações esparramadas pelo Continente Sul Americano, sendo a capital dessa civilização uma grande cidade denominada “Mbaeveraguasú”. Imaginam os defensores dessa corrente, que os guaranis eram comunistas puros, organizados em Estado, com feição altamente civilizada. Para eles a palavra “guarani”, tinha um sentido amplo e compreendia todos os indígenas de mais da metade do continente americano, excluindo-se, algumas raças que reputavam inferiores, sem as qualidades que ornam o caráter e a inteligência das múltiplas nações guaranis.
Há entretanto, algumas tribos, que não sendo guaranis, acomodaram-se aos costumes destes, em uma fusão regular, sendo por isso mesmo seus parentes, ou vassalos, como aconteceu com os “Aruacás”, que acompanharam os “Caraivés”, desde as Antilhas, como seus escravos.
Percebe-se portanto, que os guaranis correspondem ao homem sul-americano por excelência.
COMO TUDO COMEÇOU…

Para nos assenhorarmos dos verdadeiros pendores que dominam a alma coletiva de tão curiosa civilização, teremos que buscar recursos na história.
A Cruzada Guarani II

A nação guarani à luz do “descobrimento” conglomerava diversos povos. Com a chegada dos espanhóis (1537 em Assunción), foram diferentes as formas de contato e distintas as adaptações históricas-culturais da nação guarani. Podemos dividi-los a partir deste momento, em três grupos, ou três trajetórias.
1. O indígena que sofreu o impacto imediato do colonialismo. Encontramos aqui o índio “civilizado” e o escravo encomendado. Os índios civilizados, foram aqueles que lhes foi roubada a felicidade e convencidos à força de que os donos da civilização era os europeus. Estes foram os que mais sofreram adaptações. Já o índio encomendado, era aquele entregue ao espanhol para a catequese e conversão. Doutrinavam os índios em troca da utilização de seu trabalho. Na verdade, tal troca, acobertava uma disfarçada escravidão. Desse grupo, sobraram muito poucos, pois conduzidos a um cativeiro deshumano, acabaram dizimados, pela intensidade do trabalho forçado ou pelas inúmeras doenças trazidas pelos conquistadores.
2. Os guaranis reduzidos ou missioneiros, que buscavam refúgio da sanha colonial nas reduções jesuíticas. As reduções se constituíam em um Estado dentro do Estado. Neste aldeamentos fechados, os índios aprenderam ofícios tornando-se artesãos, marceneiros, carpinteiros e músicos, o que lhes permitiu dirigirem-se para os centros urbanos, como Montevidéu, Buenos Aires e Santa Fé, após a expulsão dos jesuítas das colônias ibéricas.
No inicio da civilização, os colonos sentiram a necessidade imprescindível do auxílio do missionário para a pacificação indígena. Mas, aos poucos o homem branco, emancipou-se daquela dependência e aliando-se com o mameluco, organizaram-se em bandeiras e, armados em verdadeiros exércitos, passaram a caçar o índio, para explorar e corromper. Eram invencíveis, sobretudo em uma luta com missionários e índios inermes. Ao desejo de enriquecer aliava-se a sede de glória, iniciando-se deste modo, um genocídio. Poucos foram os que conseguiram bater em retirada, único meio de fugir aquela ameaça de destruição. Mas, mesmo experimentando grande regozijo de escapar à sanha de seus agressores, tiveram os heróicos retirantes de enfrentar muitos perigos e sofrimentos durante a sua longa cruzada de fuga.
Alguns dirigiram-se para o Paraguai, onde o Guarani Paraguaio é hoje falado por cerca de 3 milhões de pessoas; para a Bolívia, onde o Guarani Boliviano (ou Chiriguano) é falado por cerca de 50 mil pessoas e para o norte da Argentina. Dos índios capturados, alguns tornaram-se escravos dos bandeirandes (séc. XVIII) e outros tornaram-se empregados de fazendeiros brasileiros e paraguaios, que iniciaram a ocupação destas terras com a extração da erva-mate.
3. O terceiro grupo a salientar, é o guarani que permaneceu fora do alcance da fome colonial, mantendo-se escondido nas densas florestas paraguaias. Os Caaguá foi um grupo que logrou manter sua cultura quase que intacta. Dele descendem os Guarani Mbya, Chiripá ou Ñandeva e os Paitvyterã ou Kaiowá. Eles foram raramente visitados por algum viajante no século XIX e conseguiram passar para o século XX, sem interferências exteriores.
A ALMA GUARANI

O guarani é um indivíduo profundamente espiritual. Embora haja muitos sub-grupos, todos compartilham de uma religião que enfatiza a terra. O conceito de terra para eles está relacionada a idéia de terra-sem-males, na concepção de “bem viver”, um lugar onde se vive o “teko” (jeito de ser). Ou seja, não concebem a terra em sua materialidade, mas a consideram como necessária para ser construída e arada culturalmente.
.Seguindo mensagens de Nhanderú, eles buscam o que acreditam ser a “Terra sem Males”, um lugar onde não falta caça, pesca e muita paz. A sua procura, localizada no imaginário dos Guarani, para além do Atlântico, por si só, não minimiza as responsabilidades dos brancos sobre os poucos espaços territoriais que sobraram para esses índios. A sua perambulação, organizados em pequenos grupos familiais, por estradas e rodovias do Sul e Sudeste do país, é uma face trágica dessa diáspora.
Por uma terra sem males” é o sugestivo lema da Campanha da Fraternidade 2002.
O MITO DA TERRA-SEM-MALES

O grupo com o qual Nimuendaju (Curt Unkel, 1883-1945, etnólogo alemão) teve contato, guardou em seu imaginário mitológico a iminência da destruição do mundo por um incêndio e um dilúvio e a entrada em uma terra onde não haveria mais sofrimento, nem morte.
Conta este mito dos Guarani, “quando Nhanderuvuçu ( nosso grande Pai) resolveu acabar com a terra, devido à maldade dos homens, avisou antecipadamente Guiraypoty, o grande pajé, e mandou que dançasse. Esse obedeceu-lhe, passando toda a noite em danças rituais. E quando Guiraypoty terminou de dançar, Nhanderuvuçu retirou um dos esteios que sustentam a terra, provocando um incêndio devastador.
Guiraypoty, para fugir do perigo, partiu com sua família para o Leste, em direção ao mar. Tão rápida foi a fuga, que não teve tempo de plantar nem de colher mandioca. Todos teriam morrido de fome, se não fosse o seu grande poder que fez com que o alimento surgisse durante a viagem. Quando alcançaram o litoral, seu primeiro cuidado foi construir uma casa de tábuas, para que quando viessem as águas, ela pudesse resistir. Terminada a construção, retomaram a dança e o canto.

O perigo tornava-se cada vez mais iminente, pois o mar, como que para apagar o grande incêndio, ia engolindo toda a terra. Quanto mais subiam as águas, mais Guiraypoty e sua família dançavam.

E para não serem tragados pela água, subiram no telhado de casa. Guiraypoty chorou, pois teve medo. Mas sua mulher lhe falou:

” Se tens medo, meu pai, abre teus braços para que os pássaros que estão passando possam pousar. Se eles sentarem no teu corpo, pede para nos levar para o alto.”

E, mesmo em cima da casa, a mulher continuou batendo a taquara ritmadamente contra o esteio da casa, enquanto as águas subiam.

Guiraypoty entoou então o nheengaraím, o canto solene Guarani. Quando iam ser tragados pela água, a casa se moveu, girou, flutuou, subiu… subiu até chegar à porta do céu, onde ficaram morando.

Esse lugar para onde foram chama-se YvY marã ei ( a “terra sem males”). Aí as plantas nascem por si próprias, a mandioca já vem transformada em farinha e a caça chega morta aos pés dos caçadores. As pessoas nesse lugar não envelhecem e nem morrem, e aí não há sofrimento.”
Durante diversos espaços de tempo e de formas variáveis, grupos guarani reviveram historicamente este mito. Relatado por Curt Nimuendaju (nome que significa “homem que abriu seu próprio caminho”), no início do século XX, os pajés dos Guarani Apapocuva, buscaram a Terra-sem-mal no leste. Em todas as viagens apontadas para esta direção, o mito se fez história.
A Terra-sem-mal era uma dádiva a ser encontrada, localizada à leste, além do oceano e no alto.
TRAJETÓRIA E OBJETIVO DA MIGRAÇÃO

A causa do êxodo Guarani sempre foi a imperativa necessidade de encontrarem um lugar onde possam viver em segurança, segundo seu antigo modo de ser, ou seja, a busca da “Terra-sem-males”.
“Os primeiros que abandonaram a sua pátria, migrando para o leste foram os vizinhos meridionais dos Apapocuva: a horda dos Tañyguá, sob a liderança do pajé chefe Ñanderyquyní, que era temido feiticeiro. Subiram lentamente pela margem direita do Paraná, atravessando a região dos Apapocúva, até chegar à dos Oguauíva, onde seu guia morreu. Seu sucessor, Ñanderuí, atravessou com a horda do Paraná – sem canoas, como conta a lenda – , pouco abaixo da foz do Ivahy, subindo então pela margem esquerda deste rio até a região de Villa Rica, onde cruzando o Ivahy, passou-se para o Tibagy, que atravessou na região de Morro Agudos.
Rumando sempre em direção ao leste, atravessou com seu grupo o rio das Cinzas e o Itararé até se deparar,finalmente com os povoados de Paranapitinga e Pescaria na cidade de Itapetinga, cujos primeiros colonos nada melhor souberam fazer que arrastar os recém-chegados a escravidão. Eles porém, conseguiram fugir, perseverando tenazmente em seu projeto original, não de volta para o oeste, mas para o sul, em direção ao mar. Escondidos nos ermos das montanhas da Serra dos Itatins fixaram-se então, a fim de se prepararem para a viagem milagrosa através do mar à terra onde não mais se morre.”
Os Guarani Mbya, começaram a chegar, ao que se sabe, a partir do início do século XX. Em 1921, Nimuendaju, na época funcionário da antigo SPI, teve a ventura de acompanhar de perto a migração de um pequeno grupo Mbya rumo ao mar. Esta fantástica experiência não modificou apenas o modo desse antropólogo alemão encarar a sociedade Guarani, como a partir de então, iria influenciar de maneira decisiva, o modo como a maioria dos antropólogos passaria a ver os Guarani.
Dizimados por doenças e obcecados com a fuga da destruição do mundo, Nimuendaju alcançou-os perto de Itanhaém/SP. Quando chegaram ao litoral, termina sua viagem horizontal e histórica. Inicia-se então a caminhada que deveria, através da dança, tomar um rumo vertical. Dançaram três dias até a exaustão e então veio a terrível decepção: o fracasso. “Havia ocorrido algum erro, que anulara toda a magia e que, fechara para sempre o caminho para o Além aos peregrinos”. A maioria dos Guarani convenceu-se que já não poderiam alcançar a “Terra-sem-mal”, pela falta de um instrumento e pela interpretação incorreta do mito.
Depois partiram “na direção do noroeste, convencidos de que a Terra-sem-mal se localizava, não além do oceano e sim no centro da Terra”. Segundo Egon Scahden, somente poderiam ir em sua busca, aqueles que guardavam intactas suas crenças originais.
Hoje existem “aqueles que acreditam que só sua alma retornará a Nhanderú retã.” Mas há ainda aqueles, que acreditam conseguir atravessar o oceano com corpo e alma e superando a prova da morte, serem testemunho da tradição.
Uma alucinada tentativa de alcançar a qualquer custo a Terra-sem-mal, pode ser observada entre os Guarani e Kaiowá no Mato Grosso do Sul. Nos anos entre 1986 a 2000, 337 índios das áreas de Dourados, Amambaí, Caarapó, Porto Lindo e Takuapery, cometeram suicídio. A ampla espoliação de seu território físico e espiritual e a falta de perspectiva de encontrarem a sua prometida terra-sem-mal, os levaram a depressão profunda, o que concorreu para a concretização de tão trágico fim.
Na utopia da Terra-sem-mal, o imediatismo histórico ficou frustrado.
Em busca da “Terra-sem-mal”, vivem hoje os Guarani, ameaçados do Mal sem Terra.
A batalha dos Guarani pela sobrevivência física e cultural continua nos dias atuais, no Paraguai, Argentina e Brasil (Maranhão, Espírito Santo, Rio de Janeiro, São Paulo, Mato Grosso do Sul, Paraná, Santa Catarina e Rio Grande do Sul). A luta pela demarcação ou reconquista de suas terras confundem-se com a recuperação de sua identidade étnica.
Os Guarani somam hoje, aproximadamente, trinta mil pessoas em todo o território brasileiro.
Com esta pequena contribuição, viso despertar a curiosidade do leitor à tudo que se refere à civilização do índio sul-americano que até nossos dias permanece como objeto de acurado estudo. Enfatizo também, meu carinho e respeito pelas tradições deste povo, guardando como relíquia preciosa tudo o que evoca sua história e anima a lembrança de seus dias mais remotos.

“America Ameríndia,
aínda na Paixão:
um dia tua Morte
terá Ressurreição!”
Bibliografia consultada
C. Nimuendaju Unke. As Lendas de criação e destruição do mundo como fundamentos da religião dos Apapokura-Guarani. SP. 1987.
M. I. Queiroz – O Mito da terra sem males: uma utopia guarani?. Revista de Cultura Vozes. 67/1 (1973)
M. Bartolomeu. El guarani: experiência religiosa. Asunción. 1991
E. SCHADEN. Aspectos fundamentais da cultura guarani. São Paulo: Difusão Européia do Livro, 1962.

LA CRUZADA GUARANI

“Singular y asombroso el destino de un pueblo como los Guarani!
Marginal izados  y periféricos, obligan nosotros a pensar sin fronteras

Son hechos como parcialidades, desafían la totalidad del sistema.
Reducidos, reclaman cada día espacios de libertad sin limites
Pequeños, exigen ser pensados con grandeza.
Son aquellos primitivos cuyo centro de gravitación  ya está en lo futuro.
Minorías, que están presentes e n la mayor parte do mundo.”
(Bartomeu Meliá)

Con el objetivo de reivindicar lo que por supuesto debería ser en la historia lo verdadero sentido da civilización guarani, surgía, entre algunos escritores, una corriente que inauguró una serie de discusiones polémicas.

Una de estas corrientes, entiende que pertenece al patrimonio histórico de la raza guarani a envidiable civilización de los aztecas do México y de los Incas do Peru e que todo ese monumento de glorias, criminosa e miserablemente destruido pelos españoles, fue robado a esa familia indígena.

Obedeciendo esta orden de ideas, concibe ella que los guaranis llegaran la fundar, en los demás  hogares de la América del Sur, una considerable civilización pre-colombiana y que los europeos la destruirán con tal habilidad que até los vestigios desaparecerán.

A Grande Confederación  Guaranítica, comprende innumeras naciones esparcidas pelo Continente Sur Americano, sendo a capital de esa civilización una grande ciudad denominada “Mbaeveraguasú”. Imaginan los defensores de esa corriente, que os guaranis eran comunistas puros, organizados en Estado, con fisonomía altamente civilizada. Para ellos la palabra “guarani”, tenia un sentido amplio y comprendía todos los indígenas de mas de la mitad de lo continente americano, excluido-se, algunas razas que reputaban inferiores, sin las cualidades que ornan lo carácter y la inteligencia de las múltiplas naciones guaranis.

Ha entretanto, algunas tribus, que no sendo guaranis, acomodaran-se a los costumbres de estos, en una fusion regular, sendo por eso mismo sus parientes, o vasallos, como acontece con los “Aruacás”, que acompañaran los “Caraivés”, desde las Antilhas, como sus esclavos.

Percebe-se por tanto, que os guaranis corresponden al hombre sur-americano por excelencia.

COMO TUDO COMEÇOU…

Para que seamos ciertos de los verdaderos pendones que dominan la alma colectiva de tan curiosa civilización , tendremos que buscar recursos en la historia.

La Cruzada Guarani II

La nación guarani a la luz de lo “descubrimiento” conglomeraba diversos pueblos. Con la llegada de los españoles (1537 en Asunción), fueran diferentes las formas de contacto e distintas as adaptaciones históricas-culturales de la nación  guarani. Podemos dividí-los a partir de este momento, en tres grupos, o tres trayectorias.

1. Lo indígena que sufre lo impacto inmediato do colonialismo. Encontramos aquí lo indio “civilizado” y lo esclavo encomendado. Los indios civilizados, fueran aquellos que les fue robada la felicidad y convencidos a la fuerza de que los dueños de la civilización eran los europeos. Estos fueran los que mas sufrieran adaptaciones. Ya lo indio encomendado, era aquello entregue al español para la catequice y conversión. Doctrinaban los indios en cambio de la utilización  de su trabajo. En la verdad, tal cambio, encubría una disfrazada esclavitud. De eso grupo, sobraran mucho pocos, pos conducidos a un cautiverio deshumano, acabaran desapareciendo, por la intensidad de lo trabajo forzado o por las innumeras dolencias que venían por los conquistadores.

2. Los guaranis reducidos o misioneros, que buscaban refugio da saña colonial en las reducciones jesuíticas. As reducciones se constituían en un Estado adentro de lo Estado. En estas aldea cerradas, los indios aprenderán oficios tornando-se artesanos, mercenaria, carpinteros e músicos, o que les permitía dirigieren-se para los centros urbanos, como Montevideo, Buenos Aires e Santa Fe, después a expulsión de los jesuitas de las colonias ibéricas.
No inicio da civilización, los colonos sentirán la necesidad imprescindible del auxilio del misionero para la pacificación indígena. Mas, al los  pocos lo hombre blanco, emancipo-se de aquella dependencia y aliando-se con o mameluco, organizaran-se en banderas y, armados en verdaderos ejércitos, pasaran a cazar lo indio, para explorar e corromper. Eran invencibles, sobretodo en una lucha con misioneros e indios inermes. Al deseo de enriquecer aliaba-se a sede de gloria, iniciando-se de este modo, un genocidio. Pocos fueran los que conseguirán huir en retirada, único meo de huir de aquella amenaza de destrucción. Mas, mismo experimentando grande regocijo de escapar a la saña de sus agresores, tuvieran los heroicos retirantes (huidos) de enfrentar muchos peligros y sufrimientos durante la su longa cruzada de fuga.
Algunos dirigirán-se para o Paraguay, donde lo Guarani Paraguayo es hoy hablado por cerca de 3 millones de personas; para a Bolivia, donde lo Guarani Boliviano (o Chiriguano) es hablado por cerca de 50 mil personas y para lo norte da Argentina. De los indios capturados, algunos tornaran-se esclavos de los bandeirantes (séc. XVIII) y otros tornaran-se empleados de estancieros brasileros y paraguayos, que iniciaran la ocupación de estas tierras con la extracción de la hierba-mate.
3. Lo tercero grupo, es l guarani que permaneció fuera del alcance de la hambre colonial, mantenido-se escondido en las densas florestas paraguayas. Os Caaguá fue un grupo que logro mantener su cultura cuaje que intacta. De ello descienden los Guarani Mbya, Chiripá ou Ñandeva e os Paitvyterã ou Kaiowá. Ellos fueran raramente visitados por alguno viajante en lo siglo XIX e conseguirán pasar para el siglo XX, sin interferencias exteriores.

LA ALMA GUARANI

Lo guarani es un individuo profundamente espiritual. Todavía aja muchos sub.-grupos, todos comparten de una religión que enfatiza la tierra. Lo concepto de tierra para ellos esta relacionada la idea de tierra-sin-males, en la concepción de “bien vivir”, un lugar donde se vive o “teko” (jeito de ser). O sea, no conciben la tierra en su materialidad, mas la consideran como necesaria para ser construida e arada culturalmente.

Seguido las mensajes de Nhanderú, ellos buscan lo que acreditan ser a “Tierra sin Males”, un lugar donde no falta caza, pesca e mucha paz. La su procura, localizada no imaginario de los Guarani, para allá de lo Atlántico, por si solo, no minimiza las responsabilidades dos blancos sobre los pocos espacios territoriales que sobraran para estos indios. La su perambulação (andar sin rumo), organizados en pequeños grupos familiares, por estradas del Sur e Sudeste del país, es una faz trágica de esa diáspora.

Por una tierra sin males” é o sugestivo lema da Campaña de la Fraternidad en 2002.

El MITO DA TERRA-SEM-MALES

O grupo con lo cual Nimuendaju (Curt Unkel, 1883-1945, etnólogo alemán) tuve contacto, guardó en su imaginario mitológico la inminencia de la destrucción  de lo mundo por un incendio y un diluvio y la entrada en una tierra donde no tenería mas sufrimiento, ni muerte.

Cuenta esto mito de los Guarani, “cuando Nhanderuvuçu ( nuestro grande Padre) resolved acabar con la tierra, debido a la maldad de los hombres, aviso anticipadamente Guiraypoty, lo grande paje, y mando que danzase. Ese obedece-le, pasando toda la noche en danzas rituales. Y cuando Guiraypoty terminó de danzar, Nhanderuvuçu retiro un de los amparos que sustentan la tierra, provocando un incendio devastador.

Guiraypoty, para huir del peligro, partió con su familia para o Leste, en dirección al mar. Tan rápida fue la fuga, que no tuve tiempo de plantar mandioca. Todos tendrían muertos de hambre, si no fuera su grande poder que hizo con que lo alimento surgirse durante la viajen. Cuando alcanzaran lo litoral, su primero cuidado fue construir una casa de tablas, para que cuando viesen las aguas, ella pudiese resistir. Terminada la construcción, retomaran la danza y lo canto.

Lo peligro tornaba-se cada vez mas inminente, pos lo mar, como que para apagar lo grande incendio, ya engullendo toda la tierra. Cuanto más subían las aguas, más Guiraypoty y su familia danzaban.

E para no ser tragados por la agua, subirán no tejado de  la casa. Guiraypoty lloró, pos tuve medo. Mas su mujer le hablou:

” Se tienes medo, mí padre, abre tus brazos para que los pájaros que están pasando posan posar. Se ellos sentaren en tu cuerpo, pede para nos levar para o alto.”

Y, mismo en cima da casa, la mujer continuó batiendo la taquara (bambú)  ritmadamente contra el amparo de la casa, en cuanto las aguas subían.

Guiraypoty cantó entonces lo nheengaraím, lo canto Guarani. Cuando serían tragados por la agua, la casa se mueve,  da giros, fluctúa , sube… sube até llegar a la porta del cielo, donde quedaran morando.

Esto lugar para donde fueran llama-se YvY marã ei ( la “tierra sin males”). Ahí las plantas nacen por si propias, la mandioca ya viene transformada en harina y la caza llega muerta al los pies de los cazadores. Las personas en ese lugar no envejecen  y ni mueren, y ahí no hay sufrimiento.”

Durante diversos espacios de tempo y de formas variables, grupos guarani revivirán históricamente esto mito. Relatado por Curt Nimuendaju (nombre que significa “hombre que abre su propio camino”), no inicio d e lo siglo XX, los pajes dos Guarani Apapocuva, buscaran la Tierra-sin-mal no leste. En todas las viajen apuntadas para esta dirección, lo mito se hizo historia.

La Tierra-sin-males era una dádiva a ser encontrada, localizada à leste, después de lo océano e no alto.

TRAJETÓRIA E OBJETIVO DA MIGRAÇÃO

La causa do éxodo Guarani siempre fue la imperativa necesidad de encontraren un lugar donde posan vivir con seguridad, segundo su antiguo modo de ser, o sea, la busca da “Tierra-sin-males”.

“Los primeros que abandonaran su patria, migrando para o leste fueran los vecinos meridional dos Apapocuva: la horda dos Tañyguá, liderados por paje Ñanderyquyní, que era temido hechicero. Subirán lentamente pela margen directa do Paraná, atravesando la región de los Apapocúva, até llegar a la de los Oguauíva, donde su guía muere. Su sucesor, Ñanderuí, atravesó con la horda do Paraná – sin canoas, como cuenta la leyenda – , poco abajo da foz do Ivahy, subiendo entonces por la margen izquierda de este río até la región de Villa Rica, donde cruzando lo Ivahy, pasó-se para o Tibagy, que atravesó en la región de Morro Agudos.

Rumo siempre en dirección al leste, atravesó con su grupo o río das Cinzas y lo Itararé até se deparar, finalmente con los pueblos de Paranapitinga y Pescaria en la ciudad de Itapetinga, cuyos primeros colonos nada mejor subieran hacer que arrastrar los recen-llegados a esclavitud. Ellos pero, conseguirán huir, perseverando tenazmente en su proyecto original, no de vuelta para lo oeste, mas para lo sur, en dirección al mar. Escondidos en las montañas da Serra dos Itatins quedaran-se entonces, a fin de se prepararen para la viajen milagrosa a través do mar a la tierra donde no mas se muere.”
Los Guarani Mbya, comenzaran  a llegar, al que se sabe, a partir do inicio do siglo XX. En 1921, Nimuendaju, en la época funcionario de la antiguo SPI, tuve la ventura de acompañar la migración de un pequeño grupo Mbya rumo al mar. Esta fantástica experiencia no modifico apenas o modo de esto antropólogo alemán encarar la sociedad Guarani, como a partir de entonces, iría influenciar de manera decisiva, o modo como la mayoría de los antropólogos pasaría a ver los Guarani.
Reducidos a pocos por dolencias y obcecados con la fuga de la destrucción del mundo, Nimuendaju alcanzo-os próximo  de Itanhaém/SP. Cuando llegaran al litoral, termina su viajen horizontal e histórica. Inicia-se entonces la caminada que debería, a través de la danza, tomar un rumo vertical. Danzaran tres días até a exhaustazo y entonces venia la terrible decepción o fracaso. “havia ocurrido algún erro, que anulara toda a magia e que, fechara para siempre lo camino para o además de los peregrinos”. La mayoría de los Guarani convence-se que ya no podrían alcanzar la “Tierra-sin-mal”, pela falta de un instrumento e pela interpretación incorrecta do mito.

Después partirán “en la dirección do noroeste, convencidos de que la Tierra-sin-males se localizaba, no después do océano e si en lo centro de la Tierra”. Segundo Egon Scahden, solamente podrían ir en su busca, aquellos que guardaban intactas sus creencias origináis.

Hoy existen “aquellos que acreditan que solo su alma retornará a Nhanderú retã.” Mas hay aquellos, que acreditan conseguir atravesar lo océano con cuerpo y alma y superando la proba de la muerte, ser testigo de la tradición.
Una alucinada tentativa de alcanzar a cualquier costo la Tierra-sin-males, pode ser observada entre os Guarani e Kaiowá no Mato Grosso do Sul. Nos anos entre 1986 a 2000, 337 indios de las áreas de Dourados, Amambaí, Caarapó, Porto Lindo e Takuapery, cometieron  suicidio. La amplia expoliación de su territorio físico e espiritual e a falta de perspectiva de encontraren a su prometida tierra-sin-males, los levaran la depresión  profunda, o que levó para a concretización  de tan trágico fin.

En la utopía de la Tierra-sin-males, lo inmediato  histórico quedó frustrado.

En busca da “Tierra-sin-males”, viven hoy los Guarani, amenazados do Mal sin Tierra.
La batalla de los Guarani pela sobre vivencia física e cultural continua nos días actuáis, no Paraguai, Argentina e Brasil (Maranhão, Espírito Santo, Rio de Janeiro, São Paulo, Mato Grosso do Sul, Paraná, Santa Catarina e Rio Grande do Sul). La lucha pela demarcación o reconquista de sus tierras confunden-se con la recuperación de su identidad étnica.
Los Guarani soma hoy, aproximadamente, treinta mil personas en todo o territorio brasilero.

Con esta pequeña contribución, viso despertar la curiosidad do lector a la todo que se refiere a la civilización de lo indio sur-americano que até nuestros días permanece como objeto de estudio. Enfatizo tamben, mío cariño y respecto pelas tradiciones de este pueblo, guardando como reliquia preciosa todo lo que evoca su historia e anima el recuerdo de sus días mas remotos.

“America Ameríndia, aínda na Paixão: um dia tua Morte terá Ressurreição!”

Bibliografia consultada

C. Nimuendaju Unke. As Lendas de criação e destruição do mundo como fundamentos da religião dos Apapokura-Guarani. SP. 1987.

M. I. Queiroz – O Mito da terra sem males: uma utopia guarani?. Revista de Cultura Vozes. 67/1 (1973)

M. Bartolomeu. El guarani: experiência religiosa. Asunción. 1991

E. SCHADEN. Aspectos fundamentais da cultura guarani. São Paulo: Difusão Européia do Livro, 1962.

Algunas anecdotas de chamanes siberianos

Algunas anecdotas de chamanes siberianos

“Al oír el título de mi libro, “el manto del chamán”, Baibek (del
pueblo Tuva), contó la historia de una chamana del lugar. “Sucedió
en la época de las represiones comunistas. Fue detenida y enviada a
prisión. Pero abrió la puerta y partió rumbo a casa. Estaba
descansando en lo alto de una montaña cuando la militsia fue para
cogerla. Alargó su mano, así, y salieron todos despedidos hacia
atrás. Lo intentaron dos veces más, y cada vez sucedía lo mismo, así
que se dieron por vencidos y se marcharon sin ella a la ciudad.
Cuando llegaron, todos murieron al poco, al igual que la “babka”.
-¿Por qué ella también?
-¡Claro que murió! Ya no le permitían curar a la gente, así que ¿qué
tipo de vida la esperaba?. Era una chamana fuerte, muy fuerte. Ya no
existen tales chamanes ahora, todos fueron asesinados. Quizás en
unas pocas generaciones tendremos otra vez a los fuertes.(…)

En Kizil le pregunté a mi casera si creía en los “albisi”,
los “cambiadores de forma” que abundaban en los cuentos y leyendas
del pueblo Tuva. Ciertamente sí creía. En su niñez había conocido a
una mujer, una albis. “Una vez encontramos un cerdo corriendo de
aquí para allá, y sabíamos que era ella así que le cortamos una
oreja para ver qué pasaba. Luego fuimos a su casa, y allí estaba
ella, lamentándose y sosteniéndose la cabeza”. Luego me enseñó una
fotografía de su álbum, del padre de su marido. La fotografía había
sido tomada cuando fue detenido en 1938. Murió en prisión. Pero la
chamana con la que había compartido la celda escapó transformándose
en perro. Cuando corría hacia su casa para ver a sus hijos, un
cazador le disparó dos veces, pero las 2 veces hizo que se desviase
la bala. Después el hombre se disculpó, diciendo que no sabía que se
trataba de una “shamanka”.

Otro testimonio recogido en Ytik-Kel, tierra de los sajas, afirmaba:
“Había un chamán genuino aquí. No se llamaba a sí mismo chamán sinó
curador, lo que le mantuvo fuera de la cárcel a pesar de que tenía
problemas a menudo con la militsia. Una vez fue detenido por robar.
El policía lo puso en la celda, cerró la puerta y salió fuera. Y
allí estaba Foma, sentado en un banco tomando el sol. El policía lo
volvió a arrestar, pero cuando volvió a salir se lo encontró fuera
de nuevo. Al final el policía se rindió y lo dejó ir”. El testigo
que narraba esto, Ivan , no creía (claro que no)en el chamanismo,
pero afirmaba que Foma había sido un buen chamán. “Sabía lo que
podía curar y lo que no. Algunas cosas que no sabía arreglar las
enviaba al hospital. Lo malo es esa gente que se ha presentado desde
la perestroika. No les importa lo que hacen mientras les paguen”.
Ludmilla, del mismo pueblo, contó que usó los servicios de Foma para
aliviar la epilepsia de su padre y para ayudar a una hermana suya a
superar un trauma por divorcio. El “le dijo que pusiese un trozo de
corteza de abedul en su pecho, cada noche al acostarse. El trozo
estaba cortado como en forma de M, y nadie sabía lo que quería
decir, pero el nombre de su marido era Mijaíl”. Ambos testigos
opinaban que “Los chamanes de verdad no se exhiben como los que
ahora están de moda. Ponerse un traje y hacer tanto espectáculo
puede dañar el chamanismo”.

Entre los chukchis, recogió otro testimonio de boca de Ivan:
Chaplino solía ser un chamán fuerte. Ahora ya está muerto, pero
había sido muy hábil recuperando escopetas caídas en grietas de
hielo, y una vez apareció de la nada en el trineo de correos durante
una tormenta, guiándolo por un lugar seguro. Había habido otro
chamán en la propia brigada de renos de Ivan, en los días que era un
brigadir. Aunque ese hombre era un buen narrador de relatos, Ivan y
sus compañeros no se dieron cuenta de que era un chamán hasta que un
otoño fueron a verlo a los pastizales donde vivía, y no encontraron
nada salvo las huellas de sus raquetas de nieve, que terminaban en
un punto. A la primavera siguiente reapareció otra vez, alegre como
siempre. No podía haber sobrevivido a un invierno en las montañas,
así que concluyeron que se había convertido en una grulla y había
volado hacia el sur. Iván, graduado en la Escuela Superior del
Partido y en el Instituto de Agricultura de Leningrado, aseguraba
que era cierto. Lo había visto todo con sus propios ojos.”

La autora del libro solo pudo encontrar 2 chamanes vivos dispuestos
a dejarse entrevistar. En Buriatia se encontró con Nadia Stepanovna,
chamana famosa (había salido en la TV). Una aldeana le contó que
Nadia había sido útil arreglando el matrimonio de su hija. El marido
estaba liándose con una joven. Nadia le recomendó salpicar con vodka
sus vestiduras para “purificarlo” de esa ligazón. El marido dejó su
lio con la chica, que solo tenía 19 años, y volvió con su mujer. Al
mismo tiempo la chica había encontrado otro amante de su edad, así
que todos quedaron contentos. Cuando la fue a visitar, Nadia alardeó
un poco de las importantes visitas que había recibido y de sus
relaciones (y fotografías) con diversas personas del mundo: un maorí
famoso, el dalai Lama…una conferencia que dio en la Sorbona…Le
preguntó la escritora:
-¿Cuánto se parece el chamanismo tuyo al tradicional, tal como lo
describen los antropólogos del siglo XIX?¿Son iguales los rituales
utilizados?.
-Vosotros podeis mirar todos esos libros en Occidente, podéis leer
sobre lo que solíamos hacer. Pero aquí nunca hemos tenido nada,ni
libros, pues se creía que era dañino. ¡Hemos sido oprimidos por
todos: cristianos, budistas y comunistas!.
– Entonces ¿como se sabe que es chamanismo genuino?
– ¡Claro que es genuino! ¡Los espíritus me dicen directamente lo que
tengo que hacer!. En Inglaterra habeis perdido el contacto con
vuestros druidas, con vuestro conocimiento profundo. Tal vez por eso
los espíritus no pueden llegar a comunicarse con vosotros.

Luego conoció a Valeri, otro chamán. Se reunió con él en el campo,
después de que el fuera allá a pedir la bendición del espiritu de
una montaña para una joven pareja.Dejó ofrendas sobre la hierba,
trazó un círculo con té humeante y estuvo cantando. Al final de la
ceremonia, la pareja le dio discretamente unos pocos billetes (la
voluntad). Le preguntó a Valeri cómo halló su vocación. Su relato
era típico entre lo que se cuenta del chamanismo en aquella zona:
enfermedad misteriosa, resistencia, aceptación final, catarsis…El
habia ido a una escuela de arte y trabajó temporalmente en una
tienda y luego como pintor-decorador. Siempre estaba enfermizo
(dolores de cabeza persistentes). Empezó a sufrir espantosos sueños
a los 30 y pocos años. En algunos estaba tan aterrorizado que “mi
corazón se paró. Vi aquellos brazos negros, negros, aquí y allá. Y
sentí como si una cabeza cortada hubiera caído sobre mis piernas,
algo viscoso y gelatinoso, horrible como en una película de miedo.
Los perros corrían alrededor de mi casa toda la noche, ladrando y
ladrando”. En sueños era acosado por todo tipo de seres, llegó a
temer dormir cada noche, y se levantaba cada mañana bañado en
lágrimas. Al final su mujer lo llevó a ver a un anciano chamán,
quien le dijo que sólo hallaría la paz si se hacía chamán, que los
espíritus lo estaban acosando. Al principio Valeri pensó que todo
era un absurdo, una locura, pero al cabo del tiempo siguió el
consejo y desde entonces se había sentido muy bien.
-¿Te enseñó el anciano chamán qué hacer, o qué palabras usar?
-No, no hubo lecciones. Las palabras que digo dependen de mí y
varían. Simplemente dejo que suceda.
-¿Haces viajes del alma?
-No, dominar el trance es para chamanes muy fuertes.

Normalmente el trabajo de Valeri era con temas de salud:
minusválidos, problemas de fertilidad, enfermedades. Presidía de vez
en cuando ceremonias sagradas junto a un lago, o en las montañas y
los bosques. Recientemente había realizado una especial para pedir
permiso a un bosque, pues necesitaban cortar madera para construir
un pabellón de deportes. “Normalmente jamás cortaríamos madera de un
bosque sagrado. Pero los tiempos actuales son muy duros, no tenemos
transporte ni combustible, así que decidimos pedirle permiso al
guardián del bosque. Recé e hice ofrendas. Por eso cuando cortamos
los árboles no hubo ninguún accidente, nadie resultó herido. Si no
haces ofrendas ni pides permiso, siempre hay algo que va mal”.

Cuando la escritora le preguntó qué opinaba del cristianismo
ortodoxo, Valeri se rió, sacó de debajo de la ropa un crucifijo y
dijo, apuntando al cielo: “Oh, si, por supuesto todos hemos sido
bautizados. Todo es un Dios”.

Entrevista a un chamán shuar

Entrevista a un chamán shuar

El periódico a veces trae buenas noticias…

01/09/2003
HILARIO CHIRIAP, CHAMÁN DE LA NACIÓN SHUAR
“Mira hacia atrás y verás delante de ti”

Tengo 38 años. Nací en Asaú, una comunidad shuar en la selva
amazónica dentro del Estado de Ecuador: mis padres sobrevivieron a
30 años de guerras tribales; mis abuelos chamanes, no. Tengo cinco
hijos y una mujer, Rosa, que viaja conmigo. Creo que tenemos que
limpiar nuestras raíces con las cuatro muertes para poder crecer

Mi familia era de chamanes, pero mis padres vivieron 30 años de
guerra…

–¿Con el gobierno?

No, entre tribus. Mis abuelos fueron exterminados en las guerras
tribales y mis padres tuvieron que huir. Éramos trece hermanos y yo
fui educado en la tradición chamánica de mi pueblo, la nación
shuar…

–¿No eran ustedes los jíbaros?

No nos gusta ese nombre. Nos lo pusieron los conquistadores
españoles.

–No quería ofender…

Somos shuar. Los salesianos empezaron a trabajar con nuestra gente
en los años 60 y yo fui uno de los elegidos de mi pueblo para
estudiar. Fui enviado a misiones y luego llegué a la universidad en
Quito, pero no quise quedarme allí.

–¿Por qué?

Cuando estudiaba en el colegio, algunos profesores no entendían que
pudiéramos ser tan buenos en matemáticas, como los mejores, y nos
ponían peores notas que a los mestizos y a los blancos. Estuve
interno hasta los 18 años y tenía que soportar muchos desprecios por
mi raza, hasta que, por fin, consiguieron que, cuando era ya mayor,
no estuviera orgulloso de ser un shuar.

–¿Y qué le hizo convertirse en el líder espiritual de su nación?

Yo no era feliz en Quito. Pero hablaba con mi madre siempre que
volvía a mi pueblo. Mi madre había heredado el chamanismo de mis
abuelos y me explicó cómo todos los seres vivimos y morimos en la
misma tierra bajo el mismo sol respirando el mismo aire: somos lo
mismo. Todos venimos de lo mismo y vamos a parar a lo mismo.

–Eso me suena.

Así que yo no podía sentirme inferior.

–¿Siguió estudiando?

Sí, pero a los dos años de universidad me di cuenta de que mis
chamanes tenían tanto que enseñarme como la universidad. Volví a mi
casa y empecé a estudiar con mi madre, que sabe todos los ritos
tradicionales, luego estuve con los chamanes de otras naciones
indias que todavía no hablaban español y al fin con Jimpikit, mi
maestro.

–¿Qué aprendió?

El valor de la vida y el camino de las cuatro muertes; aprendí a
respirar, a curar lo curable y a aceptar lo incurable. Supe de
cientos de plantas que crecen en nuestra Amazonia y que mi madre
mencionaba en sus cantos hasta que se acababa su memoria junto a los
peces y los pájaros y los animales. Ella los nombraba para que no se
extinguieran.

–¿Qué son las cuatro muertes?

Nosotros al nacer no estamos limpios. Heredamos siglos de guerras,
de odios, de asesinatos, de robos y abusos, de destrucción de la
naturaleza, de la tierra, del agua, del aire, de los árboles y
animales… Es una pesada carga que vas arrastrando contigo por el
mundo y que te impide crecer.

–¡Qué le vamos a hacer!

Se puede hacer algo. Nosotros creemos que podemos recuperar los
ancestros. Conocer tus raíces, volver por ellas, reconociendo a tus
antepasados hasta la tierra. Y cuando has limpiado tus raíces,
crecerás como un árbol, pero limpio. Hay que mirar hacia atrás para
poder ver delante de ti.

–¿Y eso cómo lo hacen?

Hay que purificar tu genética: morir para ver a tu familia hasta las
raíces, y así abrirás tu mente y comprenderás.

–¿Habla de tomar drogas?

Hay sustancias que pueden ayudarte, pero, si no quieres, puedes
atravesar el camino y pasar por las cuatro muertes sin tomar nada.

–Hablemos de las sustancias.

Utilizamos el natem, la naikiua y el tsank.

–¿Hay traducción?

El natem o ayahuasca es una liana conocida como planta sagrada; la
naikiua creo que ustedes la llaman también floripondio. Y el tsank
es el tabaco, que nosotros utilizamos en hojas verdes, cuanto más
frescas mejor.

–¿Y si quiero ver mis raíces y limpiarlas, pero sin tomar nada?

Perfecto. Entonces también tenemos nuestras técnicas: una dieta,
meditación, una actitud especial y una profundización en su
interior.

–¿Qué estudió usted en la universidad?

Psicología.

–¿Qué dicen los psiquiatras y los psicólogos y los médicos de sus
prácticas?

Ahora mismo estamos colaborando con muchos médicos oficiales en
recuperar plantas y tratamientos antes de que se olviden. Hemos
creado un Centro Educativo Shuar para grabar, filmar y recopilar
todo lo que nos explicaron nuestros maestros.

–Por ejemplo.

Cómo construir casas con lo que nos da la selva, porque toda la
selva es nuestra casa, y cómo tener familia y mantenerla y cómo
vivir sin acabar con los peces ni los árboles ni las plantas. Cómo
coger esas plantas sin destruir las raíces para que puedan volver a
crecer y cómo cazar sin que se acabe la caza.

–¿Usted cree en Dios o en sus dioses?

Nosotros creemos en el Yus, la máxima fuerza, que se incorpora en el
Arutam a la vida de los humanos, que cuando viven alcanzan el
Uwishin, la plena armonía.

–Entonces ustedes los shuar son monoteístas…

No, somos politeístas. Esa energía universal tiene múltiples formas,
que son nuestros dioses, pero creemos en una fuerza suprema.

–¿No es una contradicción?

No la hay. Esa fuerza universal está en todos los seres y está en
uno: está en todos nosotros. Salimos de ella y volvemos a ella.

Tiranos en Siberia

Tiranos en Siberia

En todas partes cuecen y han cocido habas. Aqui os pongo unos
fragmentos del libro “El Manto del Chamán. Historia indígena de
Siberia”, de Anna Reid. Me he quedado pasmada al ver (una vez más)
la crueldad de la represión hacia los indígenas, que en ese caso ha
durado hasta hace pocas decadas. En el siguiente mensaje os pondré
unas pocas anécdotas sobre chamanes reales que la autora del libro,
batiendo con mil dificultades, logró reunir.
—-

Cuando Siberia fue conquistada por los rusos, se produjo una
situación similar a la que se dio en Norteamérica respecto a sus
nativos. Los indígenas siberianos fueron obviados, combatidos y
despreciados como si se tratara de una subraza medio animal. Primero
el ejército, luego los colonos, y más tarde las nuevas enfermedades
(como la viruela y la sífilis) causaron estragos entre ellos. Para
rematarlo se introdujo el alcohol y los licores. Al parecer el
alcohol era muy mal tolerado por los aborígenes siberianos y, como
sucedió en lugares como Norteamérica o Australia, provocó un
alcoholismo grave que condujo aún más a la desesperanza, la miseria
y la pérdida de la dignidad e identidades.

Aún hoy, si uno pregunta por nativos siberianos, quienes así se
consideran son los rusos descendientes de los primeros colonos.
Los “otros” no resultan dignos de aprecio, son solo una rareza
exótica y hasta molesta.
La gran mayoría de nativos siberianos pasaron de ser pastores,
cazadores duros y autosuficientes, a ser aburridos e intimidados
trabajadores manuales. Despojados de su identidad cultural, de amor
propio, y a menudo de sus hijos (llevados a instituciones para
culturizarlos, parecido a lo que se hizo en Australia), muchos
sucumbieron a la desesperación pasiva y empapada de alcohol. Las
tasas de desempeleo, suicidio y asesinato crecieron. La esperanza de
vida decayó en picado.

En Siberia los rusos ganaron un continente entero, uno de los
imperios más grandes que el mundo hubiera conocido nunca. Hasta
finales del siglo XVII la trataron como un rico terrateniente lo
haría con una finca lejana: como una fuente útil de ingresos, pero
por la que no valía la pena molestarse mientras los campesiones
permanecieran tranquilos y las rentas continuasen llegando.

Más tarde, cuando las ideas occidentales empezaron a infiltrarse en
Rusia, los zares enviaron allí expediciones científicas. Pero casi
tan pronto como se “descubrió” la riqueza de Siberia , su imagen
como tierra de oportunidades fue ocultada por otra visión más
siniestra: Siberia como “la Casa de los Muertos” de Dostoyevski,
la “tierra de muerte y cadenas” de Gorki, y el “archipiélago Gulag”
de Solzhenitsin. Era un lugar para siervos cismáticos huidos, para
cosacos buscadores de fortuna y tramperos en busca de pieles de
marta cibelina, y para los prisioneros de guerra y los exiliados
políticos era el más infeliz de los finales. Siberia era el Nuevo
Mundo de Rusia, pero también era su oscuro pasado, su armario lleno
de esqueletos, un siniestro país donde grotescos oficiales
incrementaban de modo oscuro sus ingresos al son del aullido de los
lobos y el ruido de los grilletes de los presos deportados. En
algunas zonas muy al norte, la población de presos (miles) superaba
a la de indígenas, y éstos habían de soportar las tropelías y
asesinatos de algunos convictos peligrosos que huían, arrasando,
quemando, robando y violando a la población autóctona.

¿Dónde encajaban los siberianos de verdad, los indígenas, en todo
esto?. En ningún sitio. Para los cosacos fueron un recurso
económico; para los científicos de la Ilustración curiosidades
naturales; para los románticos, nobles salvajes; para los
constructores de imperios una excusa para conquistar nuevos
terrotorios (diciendo que los “liberarían” de chinos o mongoles) y
exhibir su potencia “civilizadora de salvajes”.

Entre los muchos pueblos indígenas hubo respuestas desiguales.
Algunos , mansos, fueron rápidamente conquistados y casi
exterminados. Un militar especialmente bárbaro alardeaba de haber
hecho experimentos con uno de esos pueblos mansos, disparando a una
apretada fila de ellos para comprobar a cuántos podía matar de un
solo tiro. Otros pueblos, con gran destreza militar, lograron
resistir décadas de acoso y consiguieron que se les tuviera más en
cuenta (al menos en teoría). Algunos, como los chukchis, se crearon
fama de combatientes feroces y se hicieron chistes sobre eso (y
sobre su supuesta cortedad mental). Por ejemplo:

Los chukchis declaran la guerra a China. Sorprendidos, los chinos
envían embajadores para averiguar quién demonios son los chukchis.
Se encuentran con 2 hombres sentados en una tienda de pieles,
comiendo asado de foca.
-¿Son ustedes los chukchis?
-Lo somos
-¿Y quieren luchar contra nosotros?
-Eso es.
-Pero….pero…¿saben que hay mil millones de chinos?
-¿¡¡De verdad!!?. Vaya…¿dónde enterraremos a tanta gente?

Y si esto sucedía con los indígenas ¿qué no sucedió con las
prácticas chamánicas, que formaban parte del modo de vida de todos
esos pueblos?.
Primero los zares con su afan cristianizador, y luego el comunismo,
que persiguió todas las religiones y exterminó a frailes, monjes
budistas y chamanes por igual, dejaron un panorama desolador. Los
zares intentaron sustituir a los chamanes por sacerdotes. Se guardan
documentos y testimonios de la época que hablan de la fuerte
oposición que hubo ante el cristianismo. Pedro el grande decía en
1710: “Hay que Encontrar sus seductores ídolos de falsos dioses y
quemarlos con fuego, y derribarlos con el hacha, y destruir sus
templos paganos, y construir capillas sobre esos templos, y erigir
sagrados iconoes encima de sus cenizas, y bautizar a los indígenas…y
si alguno de ellos se muestra contrario, será castigado con la
muerte”.
Un sacerdote ucraniano escribió un relato de una campaña
evangelizadora de 3 años. Los indígenas jantis lucharon, huyeron,
con lágrimas en los ojos suplicaron que no se bautizase a sus
esposas e hijos, y llegaban a “cubrirse los oídos con las manos,
como víboras”. Estuvieron muy afligidos por la destrucción de sus
fetiches, que escondieron y enterraron, e intentaron sobornar a los
rusos para que les dejaran en paz. Al final, a la fuerza, la campaña
se saldó con 40mil conversos…
Los tártaros de la zona del Ob atestiguaron que clérigos acompañados
de soldados armados desembarcaban periódicamente en botes en el río,
arrastraban a la gente por fuerza , fuera de su cabaña, y los
lanzaban al río “Cuando volvían a la orilla, se les colgaban cruces
en el cuello y ya eran cristianos”.

Se daba el fenómeno, recogido por viajeros, aventureros y
exploradores, que cuanto más lejos se encontraban los indígenas de
la influencia rusa, más felices y sanos estaban. Cuanto
más “rusificados”, más decadente se volvía su vida, su salud y
perdían incluso cualidades y sabiduría ancestral como calcular la
fecha por la situación de las estrellas, el bordado de trajes, el
amaestramiento de perros y la caza.Heinrich von Fuch, exiliado en
Yakustk entre 1735 y 1744, habló en favor de los indígenas sajas y
pedía que se les bajaran los fuertes tributos que debían pagar cada
año al gobierno ruso: “Vi un asentamiento nómada donde sólo
sobrevivieron 2 de cada 10 hombres (por las enfermedades europeas
nuevas) y los supervivientes tenían que pagar los atrasos de todos
aquellos que habían muerto….Conocí personalmente a varios iakuts
ricos que tenían que pagar por todos sus parientes muertos. Estaban
tan empobrecidos que habían perdido todo su ganado y caballos, y
algunas veces tuvieron que dejar en prenda sus mujeres e hijos.
Algunos se colgaron o se ahogaron”.

Entre los pueblos indígenas de Kamchakta, el botánico explorador
Stepan Krasheninnikov, en 1737, encontró a los
indígenas “fascinantes pero repulsivos por su escasa higiene”.Sin
embargo admitió su gran valor y su ingenio técnico. Los indígenas,
decía, se consideran a sí mismos las personas más felices del mundo
y miran a los rusos con desprecio. Decían que, de ser lo ruso tan
maravilloso y mejor que lo de los indígenas, ¿para qué se tomaban
tantas molestias en venir hasta allí?. “Parece que queréis las cosas
que tenemos, que no estais contentos en ningún lado. Nosotros, por
el contrario, estamos satisfechos con lo que poseeemos y no os
necesitábamos para nada”.

De forma similar hay constancia de los 2 primeros buriatos que
llegaron a San Petersburgo. Eran un par de eruditos que tenían el
encargo de traducir los evangelios al mongol, para la sociedad
bíblica rusa. No consiguieron adaptarse. Uno aceptó el bautismo y el
nombre cristiano de Ivan sólo en su lecho de muerte, llorando por su
viejo nombre (Loto), y el segundo volvió a Buriatia como un viejo
borracho solitario y violento.

Muchos misioneros budistas llegaron a Siberia, en especial a
Buriatia, desde el Tibet, pero más que extirpar el chamanismo lo
absorbieron, e incluyeron a los viejos dioses en su panteón sin
mucha dificultad. Los antiguos lugares sagrados se convirtieron on
monasterios lamaístas, estableciéndose una especie de religión
híbrida. Aun hoy en día, la relación entre budismo y chamanismo
sigue siendo cordial. Durante una entrevista de la autora del libro
a un monje budista, le preguntó qué opinaba del reciente fenómeno de
resurgimiento del chamanismo: “Somos buenos amigos, hermanos. La
gente siempre nos pide que hagamos ceremonias juntos: funerales,
santificar casas, ofrendas a la naturaleza. Los misioneros baptistas
y de la secta moon son otra cosa, ¡son agresivos de escándalo!¡No
predican a la gente, simplemente la agarran!”.

Los lamas eran , históricamente, expertos en esquivar polémicas,
según cuentan posteriores misioneros protestantes: “EL lama, bien
por cortesía o por estupidez, insistía en que no veía razón por la
que su religión y la nuestra no pudieran ser ambas verdad. Rehusan
toda discusión, y nos evitan en lo posible”.
Pero al final tanto a los lamas como a los chamanes (y a los
cristianos) el comunismo los persiguió con saña. Todo esto fue un
tema tabú hasta la perestroika, y aun hoy muchas cosas permanecen
sepultadas en archivos perdidos y secretos. Con el comunismo se
demolieron todos los cientos monasterios lamaístas, se destruyó
cuanto contenían, y se deportaron a los miles de monjes a gulags,
donde la mayoría murieron.
Los comunistas encarcelaron a los chamanes o los desterraron. Stalin
los fusiló, o los mandaba lanzar desde helicópteros diciendo que, ya
que decían que podían volar, ahora tenían la oportunidad de hacerlo.

Narra una antropóloga de San Petersburgo sus conclusiones sobre el
chamanismo de este modo: “A pesar de todo lo que hicieron los rusos
el chamanismo sobrevivió en secreto, clandestinamente. Nunca se
extinguió porque siempre hubo una sucesión, un maestro que podía
tomarte como ayudante. Pero naturalmente, hoy hay poquísimos
chamanes genuinos. Y hacer hablar a los indígenas sobre chamanismo
es muy difícil. Necesitas muchísimos preliminares y prudencia.”
Durante el comunismo, ni la misma antropóloga entrevistada podía
decir a qué dedicaba sus investigaciones. “Tenías que hablar de tal
forma que solo las personas que estuvieran en tu campo de
investigación entendiesen. Uno de los trucos era escribir en pasado
remoto, aunque tus hallazgos fueran de este mismo año. De este modo
protegías a tus informantes en caso de que el Partido lo leyese y
crease problemas”. Ninguna de las antropólogas tenía muchas
esperanzas en encontrar hoy en día chamanes auténticos dispuestos a
hablar de sus conocimientos. “Los chamanes de verdad no hablan con
extranjeros, y las nuevas generaciones de chamanes son pálidas
imitaciones en comparación con lo antiguo. Fuimos a ver una
actuación chamánica hace poco en el Palacio de Deportes. El chamán
tenía el abrigo, el gorro y el tambor, pero era sólo una
teatralización. No había nada genuino en ello”.

Cuando la autora asistió a unas conferencias sobre chamanismo en
Moscú se encontró que estaba financiada por neochamanes
californianos del tipo que las antropólogas rusas antes
entrevistadas despreciaban. Estadounidenses entusiastas se adueñaron
de la tribuna con palabras como “percepción extrasensorial” y “super
habilidades”. En una fila del fondo, ostentosamente aburridos, se
sentaban chamanes vivos de verdad, sobretodo rollizas mujeres
asiáticas de edad. El acto terminó convirtiéndose en propaganda de
los cursos y talleres de Michael Harner. Los participantes podían
invertir en un libro, un Cd y un tambor de 16 pulgadas RemoUSA de
piel de búfalo, “excelente para tocar el tambor en esas excursiones
de aventura y chaparrones de abril, para ponerse al lado del fuego,
pues seguro que no habrá un enchufe para el secador de pelo”.

Espiritus de la Naturaleza (Japon)

Espiritus de la Naturaleza (Japon)

—-

De entrada podríamos decir que la religión japonesa es un culto a
los kami. En nuestras lenguas occidentales no existe un equivalente
exacto de esta palabra. Como todas las voces japonesas, kami carece
de género y número, pudiendo referirse a una o varias divinidades,
femeninas o masculinas. Se utiliza tanto para designar al dios único
de los cristianos como a seres a los que más bien daríamos el nombre
de espíritus: silvestres, acuáticos, domésticos y otros muchos
espíritus colectivos.
La amplitud del concepto no nos permite precisarlo más. A lo sumo
puede darse del mismo una definición negativa: los kami no son ni
omniscientes ni todopoderosos, ni fundamentalmente buenos ni malos, y
ni siquiera puede decirse que esten siempre presentes. De hecho, el
llamar a la divinidad al comienzo de un acto de culto y él despedirla
al final de la celebración constituye una parte esencial del rito de
los templos, prueba evidente de que la presencia de las divinidades
es excepcional. El shintai (cuerpo del dios) que se conserva en los
santuarios – espejo, espada, peine, piedra o cualquier otro objeto-
es sólo un símbolo de la divinidad o el lugar donde ésta viene a
instalarse durante el culto. A veces se colocan también arbolillos,
postes, pértigas, etc., como asientos temporales de la divinidad, lo
que permite suponer que los kami vienen de lo alto, es decir del
cielo.

De todos modos, el que visita uno de esos templos se comporta allí
como si la divinidad estuviera presente. Comienza por batir palmas
para atraer su atención y luego se inclina respetuosamente ante ella.
Esto corresponde mas bien a una nueva tendencia favorecida por la
creciente afición de los japoneses a los viajes y sobre todo, desde
hace dos siglos, a las peregrinaciones religiosas. Aquí, a decir
verdad, suele pasarse por alto un importante factor del desarrollo de
concepciones religiosas más recientes, a saber, la intensa
compenetración entre las ideas autóctonas y el budismo. Los budistas
tienen siempre sus ascetas o asesores a quienes uno puede acudir en
busca de ayuda. ¿Por qué no habrían podido desempeñar ese mismo papel
los kami, que, como se creyó durante siglos, no eran sino
manifestaciones de los budistas y bodhisatvas, es decir, de los
santos y auxiliares budistas?

También, pues, para el hombre sencillo de hoy los kami son ante todo
auxiliares o intercesores, un poco como los santos católicos. Al
templo de uno peregrinarán los estudiantes antes de sus exámenes, al
de otro las futuras madres; éste curará las afecciones oculares o
dentales, aquél ayudará al casadero o la casadera a encontrar el
cónyuge ideal, etc.

Lo único que uno puede preguntarse es si los kami están o no siempre
presentes en sus respectivos templos; para venerarlos en otro lugar
tiene que efectuarse una “disociación” o transferencia, la cual es
tan invisible como los propios kami. Ahora bien, esta invisibilidad
de los kami no está reñida con la facultad que poseen de hacerse
visibles, como seres de carne y hueso, o de manifestar su presencia
en cualquier objeto.

En general, los dioses se imaginan antropomórficamente, si bien
existen algunas excepciones. En la mitología y las creencias
populares, ciertas divinidades se manifiestan también en forma de
serpiente; las de las montañas suelen presentarse como animales de
caza, y los animales que aparecen en algunas leyendas como mensajeros
de los kami constituyen quizá un indicio de la forma original de
estos últimos. En este mismo contexto conviene repetir que contemplar
directamente a la divinidad lleva en definitiva al hombre a su
perdición, por lo que debe evitarse a toda costa.

Hasta ahora hemos considerado a la palabra kami en su sentido más
amplio. Si a partir de lo dicho quisiéramos definir con más precisión
la esencia de los kami, podríamos decir que son entes espirituales
dotados de especiales fuerzas que los hacen superiores al hombre y
los capacitan para socorrer a éste en sus diversas necesidades.

(…)Los kami con nombre propio son los que en la mitología actúan
como personas; son también los antepasados o dioses-antepasados de
las diversas familias nobles que asumieron un papel importante en el
antiguo Japón. A estos mismos kami se les sigue rindiendo culto
actualmente en los templos sintoístas. Cierto que hay también otros
muchos dioses que la mitología menciona ocasionalmente por su nombre,
pero que no han dejado huella duradera y hoy están del todo olvidados.

Otra categoría de dioses con nombre propio, venerados por todas
partes en los templos, la constituyen numerosos kami que en algún
momento se han manifestado a los hombres en sus sueños o en oráculos.
Ejemplos de esta clase se dan sobre todo en la antigua historia del
Japón, pero también los encontramos en el pasado reciente, si echamos
una ojeada a los relatos de la fundación de algunas “nuevas
religiones”. El esquema de tales revelaciones suele ser más o menos
el mismo. La divinidad, que se da a conocer en sueños o por boca de
un médium, se presenta como causante de tal o cual desgracia: muerte
repentina de un gran personaje, malas cosechas, epidemias,
catástrofes naturales o incluso únicamente el estado patológico o
desesperado del médium. La maldición cesará tan pronto como se elija
allí mismo un templo, con sus correspondientes tierras y sacerdotes,
y se le ofrezca sacrificios, o también, si la víctima es el médium,
en cuanto este se le abandone enteramente y sin reservas. Semejantes
manifestaciones pueden venir de divinidades conocidas o desconocidas,
así como de espíritus vengativos de difuntos que guardan algún
resentimiento contra los vivos. Aquí cobra la divinidad una nueva
dimensión: se muestra colérica y sedienta de venganza, capaz de hacer
daño a los hombres, pero a la vez dispuesta a reconciliarse con ellos
si siguen sus instrucciones.

Muy distintos son los dioses colectivos, dioses o espíritus de las
montañas y bosques, ríos y mares, campos, árboles, rocas, caminos,
etc. De ellos la mitología nos dice solamente que fueron engendrados
y nacieron como los demás seres de este mundo, sabemos también que
eran indómitos y violentos, hasta que los dioses y los héroes del
pueblo de Yamato acabaron por doblegarlos. Los dioses y los espíritus
anónimos desempeñan – o hasta hace poco desempeñaban – en la vida
ordinaria del hombre sencillo un papel mucho más importante que los
dioses de los grandes templos. En efecto, con estos últimos se
entraba pocas veces en contacto, por ejemplo al hacer una
peregrinación, y por lo demás la gente se contentaba con adquirir al
principio del año un amuleto de tal o cual templo, comprándoselo a
cualquier vendedor ambulante, para colocarlo en el estante de las
ofrendas adosado a la pared de su casa y olvidarse luego
probablemente de él.
En cambio, la devoción a los dioses y espíritus anónimos y las
modestas fiestas en su honor a lo largo del año y de la vida de cada
individuo tenían una importancia primordial. Estas celebraciones no
requerían ni templos ni sacerdotes. Por supuesto, los espíritus de
montes y bosques residen en plena naturaleza y allí es siempre
posible encontrarlos, sin tener que llamarlos expresamente. ¡Mas bien
sucede lo contrario!
Están allí aunque uno no lo quiera y vigilan estrechamente la
conducta del hombre que tiene algo que hacer en el bosque, por
ejemplo, para castigarlos si infringe algún tabú. En cuanto a las
ofrendas, las reciben en determinadas fechas, según la costumbre, y
en los lugares que vienen utilizándose para ello hace generaciones.
Ocurre también que el cazador que cobre una buena pieza o el leñador
que derriba un árbol de especial hermosura den excepcionalmente
gracias a la divinidad por ese regalo mediante un sacrificio. Otro
tanto hace el pescador cuando la pesca tiene éxito y el campesino
tras una buena cosecha. Para cada cosa hay un patrono o señor que
vela por ella.
El dios de los campos está presente hasta en la última gavilla; el
dios del hogar recibe las ofrendas que el ama de casa le presenta en
la etapa de la gran marmita; y al dios de los caminos, encargado de
múltiples tareas, se le honra en un altarcillo de piedra erigido en
los confines del poblado. Desde allí puede esta divinidad rechazar a
los dioses causantes de las epidemias y proteger a los viajeros; por
ser además un dios fálico, concede la fecundidad a quienes la desean.
La vida entera de los hombres depende de la benevolencia d todos esos
kami anónimos, y muchos de ellos pueden encolerizarse y causar
desgracias si no se les rinde el culto como es debido y no se
observan sus preceptos. Para esto no necesitan mediums ni sueños,
pues las antiguas tradiciones y costumbres enseñan ya a los hombres
el modo de comportarse con tales seres.

Culto y lugares de culto

A pesar de cuanto acabamos de decir, la imagen de la divinidad en
la religión autóctona del Japón sigue siendo vago. Por otra parte, en
una religión sin dogmas ni preceptos claros no nos parece posible
formular un contenido doctrinal.

(…)El templo es, según la creencia general, el hogar de la
divinidad. En su parte íntima, el santuario, se conserva el shintai o
cuerpo del dios. Delante se extienden dos grandes salas, una para las
ofrendas y otra para la oración. A esto se añade todo una serie de
edificaciones complementarias: templetes para divinidades de segundo
orden, una tarima para danzar, un tesoro, un despacho, etc. Más
recientemente suele erigirse también un pabellón para celebrar bodas
según el rito sintoísta, sin duda por influjo de los usos cristianos,
que en este punto gozan de gran aceptación. Una valla rodea todo el
conjunto, a menudo situado en medio de un bosque de viejos árboles.
En el exterior, más allá de la puerta, los típicos torii indican al
viandante la proximidad de un templo sintoísta. Nadie conoce
exactamente el significado de esos torii.

A la entrada misma del recinto del templo hay una fuentecilla o pozo;
unos pequeños cuencos de madera que sirven para extraer el agua
invitan a lavarse allí la boca y las manos, purificación necesaria
antes de poner los pies en el santuario. La pureza en efecto, es una
exigencia primordial del Shinto. No obstante, cuando uno ha visitado
varios de esos santuarios, no tarda en descubrir el desfase que
existe entre exigencia y realidad. La mayoría de los visitantes pasan
de largo sin acercarse a la fuente, y apenas si hay alguno que eche
un poco de agua sobre la punta de los dedos, menos todavía que se
humedezca la boca. Ya en el siglo VIII se expresaban las mismas
quejas sobre la falta de limpieza corporal y espiritual de quienes
acudían a los templos de los dioses, y desde entonces nunca han
cesado. Sin embargo, esa negligencia queda compensada por las
rigurosas purificaciones impuestas a todos aquellos, sacerdotes o no,
que toman parte activa en un acto de culto.

¿Qué ha de entenderse por pureza en el contexto de la religiosidad
japonesa? El lavarse manos y boca es, desde luego, una purificación
simbólica, como también el baño que toman los sacerdotes y laicos que
van a participar en el culto: ¡Práctica bien rigurosa, cuando ese
baño se toma en el mar o bajo una cascada en pleno invierno! Este
tipo de purificación por agua se designa por el nombre de misogi y
tiene por objeto dejar al individuo limpio de toda mancha de cuerpo y
espíritu.

Lo mismo se pretende con otra forma de purificación llamada harae
(barrido), obligatoria antes de toda ceremonia religiosa. El
sacerdote recita una oración agitando a la vez una especia de
escobilla formada por una vara de la que cuelgan tiras de papel o
tela; de esa manera “barre” todas las impurezas. En las ocasiones en
que debe purificarse a sí mismo, se pasa suavemente por todo el
cuerpo un muñeco de papel y luego lo arroja al agua, dejándolo flotar
a la deriva. Este método de purificación individual no es sino un
ejemplo entre otros mundos.

Para participar activamente en los actos de culto hay que observar
todavía otras prescripciones que persiguen idéntico fin, desde la
simple abstinencia de carne, alcohol, relaciones sexuales, etc.,
hasta el total aislamiento durante algún tiempo entregándose a la
oración y a la meditación, purificándose con abluciones y no tomando
más alimentos que los preparados por uno mismo, para asegurarse de
que no hay en ellos “mancha” alguna. Aquí es donde se ve con mayor
claridad que los conceptos japoneses de pureza e impureza no
coinciden forzosamente con los nuestros.

(*) Fuente: Nelly Naumann, Shinto y religión popular. La
religiosidad japonesa en su contexto histórico, en Historia de las
creencias y de las ideas religiosas (obra colectiva dirigida por
Mircea Eliade), Barcelona, Herder.

un relato con tambor siberiano

un relato con tambor siberiano
Ya que seguimos con este interesante tema, os pongo un relato de curación con tambores contenido en el libro “El círculo de los chamanes”, de la psiquiatra rusa Olga Kharitidi.
——

(…) Un ovalado tambor de mano hecho con la piel de algún animal reposaba contra la pared blanca. Estaba vuelto hacia la pared, y yo sólo podía ver la parte inferior descubierta.
El mango se componía de dos piezas de madera talladas, dispuestas en cruz y unidas por el centro. La talla representaba la figura estilizada de un hombre. La pieza más larga formaba el cuerpo, de tal manera que la cabeza sostenia el borde superior del tambor y los pies se apoyaban en el fondo. La otra pieza representaba los brazos y manos del hombre, con nueve anillos metálicos en los dedos de cada mano. El tambor era grande, de unos noventa centímetros en la diagonal mayor del óvalo. En medio del parche de piel, visible incluso desde el interior, había lo que parecia ser un corte hecho intencionadamente. Me imaginé con qué potencia debía de sonar el instrumento antes de que lo rompieran. Mientras me imaginaba su ritmo, tuve la impresión de que el tambor se aproximaba a mi, cada vez más cerca hasta que su oscura silueta pareció llenar todo mi campo de visión y ya no supe si estaba despierta o soñaba.
Debí de quedarme dormida de inmediato, y dormí muy profundamente. Más tarde recordé un sueño extraño. En él, me encontraba junto a una pesada puerta de madera que brillaba de tan pulida que estaba. La puerta estaba cerrada. Extendi la mano para tocarla y, cuando la posé sobre ella, la mano empezó a volverse cada vez más real para mí. Cuanto más la movía más plenamente consciente me sentía de mí misma y de mis otros sentidos.
Me di cuenta de que aún estaba durmiendo y de que me hallaba dentro de un sueño, pero al mismo tiempo tenía plena conciencia de lo que ocurría y conservaba mi libre albedrio. Sabía que tenía el poder de utilizar mi mano para abrir la puerta y entrar en el espacio del otro lado. Sentía una dulce sensación de gozo en mi corazón y quería que el sueño continuara. De pronto, percibí que en mi sueño había alguien más, alguien que me esperaba detrás de la puerta cerrada, y que quienquiera que fuese podía verme con el mismo grado de conciencia que yo. Eso me asustó. Dejé de mover la mano y todo se disolvió.

Despertamos al amanecer en el silencio absoluto de la pacífica aldea. El sol de la mañana brillaba resplandeciente en nuestra pequeña ventana. Sin embargo, la extraña casa del chamán muerto no perdió su inquietante atmósfera ni siquiera a la luz del día. Eso me hizo recordar el relato que Nicolai me había contado en el hospital sobre la muerte de su tío, en aquella misma casa. Era evidente que un sitio así podía inducir profundas perturbaciones psíquicas en las personas cuya naturaleza se inclinaba hacia tales cosas, y Nicolai pertenecía a este grupo. De pie en la casa del chamán, mientras esperaba a que llegara Nicolai y se nos llevara de allí lo antes posible, comprendí mucho mejor su relato.
Por suerte, Nicolai llegó poco después de que nos hubiéramos levantado y nos invitó a desayunar en casa de su madre. Antes de salir, le pregunté por el tambor. A la luz de la mañana, aún me impresionaba más que en la oscuridad. Incluso estando roto parecía fuerte, poderoso y vivo.

– Era el tambor de mi tío. Sólo se lo vi usar una vez. Cuando murió, vinieron algunos ancianos y le explicaron a mi madre las cosas que se deben hacer tras la muerte de un chamán. Una de ellas era romper su tambor. Es una ley no escrita. Le dijeron que el tambor sólo debía ser utilizado por un chamán; a su muerte, debe hacerse marchar el espíritu del tambor a través de una abertura practicada por un pariente. Yeso hizo mi madre. Hoy iremos a ver a Umai, la chamán de Kubia, una aldea cercana. Ella podrá decirte mucho más sobre este rito de pasaje, si quieres preguntárselo.

Nos alegramos de salir de la casa de Mamush, que incluso a la luz del día parecta amenazadora. La atmósfera de la acogedora casita de Marta, que en aquellos momentos estaba atareada disponiendo el desayuno, ofrecía un contraste tranquilizador. Marta preparó unos huevos, calentó unas rebanadas de pan integral y sirvió leche auténtica con una capa de nata por encima, para ofrecernos una copiosa comida matutina que nos diera fuerzas para el viaje de aquel día.

(…)
Tras la brillante claridad del día, al principio la casa donde se iba a hacer la curación de la mujer me pareció sumida en una oscuridad casi absoluta. Cuando los ojos se acomodaron, vi que sólo había una gran habitación en apariencia completamente vacía, exceptuando las dos mujeres que la ocupaban.
Un “Hola” se escapó de mi boca antes de que Nicolai se apresurara a indicarme por señas que debía guardar silencio y sentarme en el suelo en un rincón. Una de las mujeres estaba tendida en el suelo boca abajo, en el centro de la habitación. Tenía la espalda desnuda, con restos de tierra y hierbas.
La otra mujer parecía mayor. Era de escasa estatura, con un cuerpo sano y robusto. Las prendas que vestía no me eran familiares: una falda larga confeccionada con gruesos paños de invierno de distintos colores y con unas cuantas muñecas pequeñas cosidas en la parte de atrás. La mujer tenía una cabellera oscura, casi cubierta del todo por un chal azul, y un envejecido rostro mongol lleno de arrugas. Yo le habría calculado unos setenta años.

No me prestó ninguna atención. Parecía muy atareada, y estaba colocando con gran concentración un objeto extraño al lado de la mujer tendida. Se trataba de un tosco triángulo hecho con tres palos, de poco menos de un metro cada uno. La madera recién cortada aún conservaba el color claro e incluso la fragancia aromática del pino que procedía. En las superficies planas de los tres lados había talladas imágenes de peces.
Comprendí que aquella mujer mayor que se inclinaba sobre la otra debía de ser la chamana Umai, y que estaba realizando la curación. Umai depositó el triángulo de los peces al lado derecho de la otra mujer, separándolas a ambas de una gran piel de ciervo extendida al otro lado del triángulo.

Umai recogió del suelo un pequeño tambor y empezó a percutirlo con suavidad. Al principio el ritmo era débil e irregular, como inseguro; después, Umai empezó a cantar en su lengua nativa. Las palabras del cántico tenían un tono suplicante, y ella se movia con gracia alrededor del cuerpo inmóvil tendido a sus pies.
La mujer que yacía en el suelo no había emitido ningún sonido y parecía dormida. Aunque en el interior de la casa la temperatura era apenas unos grados más alta que en el exterior, su cuerpo parecía caliente y relajado. Umai daba vueltas a su alrededor, agachándose a veces para tocar el tambor justo encima de la espalda de la mujer. El ritmo de la canción se había vuelto más definido, y el canto más vigoroso. Umai se movía cada vez más deprisa.
Mientras contemplaba la veloz energía de su danza, pensé que debía de ser más joven de lo que me había figurado al principio. La potencia del tambor aumentó tanto que parecía imposible que un instrumento tan pequeño pudiera sonar tan fuerte. La voz de Umai adquirió un tono increíblemente grave y vigoroso. Me resultaba dificil reconocer en ella a la persona que había iniciado la danza. Parecía más alta, más robusta, más agresiva y masculina, casi como un guerrero trabado en duelo a muerte con un poderoso enemigo. Umai saltaba y hacía girar el cuerpo con increíble rapidez y energía. Su canto se había transformado en un grito de guerra. Respiraba hondo y con rapidez, y un fulgor victorioso le iluminaba los ojos. Entonces, cogió a la mujer por los hombros, con brusquedad, y le gritó en el idioma de Altai.

La mujer se puso de rodillas. El cabello le colgaba enmarañado. Aún tenía los ojos cerrados y parecía hallarse en un profundo trance. Se movió a gatas hacia el triángulo de madera. La abertura del triángulo tenía el tamaño exacto para que pasara a través de él una persona, y la mujer se internó en él.
Umai le gritó con más fuerza aún. Arrojó el tambor a un lado y empujó a la mujer con las manos desnudas para hacerla pasar por el triángulo. Sus gritos se convirtieron en una melopea quejumbrosa. A la mujer le costaba pasar por el triángulo. Su cuerpo desnudo se debatía y se contraía al rozar dolorosamente los cantos sin desbastar de la madera recién aserrada. Umai procuraba que le resultara aún más doloroso, moviendo el triángulo de un lado a otro para que raspara contínuamente el cuerpo de la mujer mientras ella lo empujaba poco a poco hacia el otro lado.

Yo estaba absorta por completo en la escena que se desarrollaba ante mi. De repente, los peces tallados en la madera cobraron vida para mi y empezaron a nadar de izquierda a derecha por los costados del triángulo. Umai seguía cantando mientras la mujer se aproximaba al final de su lucha por pasar a través del triángulo. Cuando ya casi lo habia conseguido, Umai saltó al otro lado y alzó la piel de ciervo. La mujer se metió a rastras bajo ella y pronto quedó cubierta por completo.

Entonces Umai se puso aún más furiosa y agresiva. Entre gritos y gestos amenazadores, cogió el triángulo de madera y lo rompió. Lo hizo con una expresión de intenso odio, como si en el interior del triángulo se ocultaran legiones de enemigos. Lo pisoteó y después lo golpeó con las manos. A juzgar por su entonación, parecía que estuviera lanzando groseras imprecaciones en su idioma. Cuando sólo quedaron los restos del triángulo esparcidos por el suelo, Umai hizo lo mismo con el tambor. Al poco rato, sólo había astillas y trozos de madera alrededor de la mujer, que seguía cubiena por la piel de ciervo.

Umai se volvió hacia Nicolai y dijo una breve frase en su idioma. No sé cómo, pero comprendí que le pedía que ayudara a la mujer oculta bajo la piel. Umai volvía a parecer una mujer del lugar, menuda y entrada en años, pero ahora yo sabia que en su interior encerraba un tremendo poder. Se sentó en el suelo, sacó una pipa de un bolsillo oculto entre los pliegues de su vestido y se puso a fumar, contemplando tranquilamente cómo Nicolai ayudaba a la mujer a levantarse ya ponerse el resto de su ropa. (…)

Entrevista a una antropologa que estuvo en siberia

“Cuando pasan junto a un árbol, lo saludan”
Tengo 44 años. Nací en Toledo y vivo en Sant Just (Barcelona), pero realizo dos expediciones anuales a Siberia. Me licencié en Geografía e Historia y soy fundadora y directora del centro de investigación de los pueblos indígenas siberianos. Estoy casada y tengo tres hijos. Para mí, la política es el conocimiento de los otros. Soy agnóstica.
(Entrevista realizada por IMA SANCHÍS para LA VANGUARDIA – 04/02/2004)

-Pasa usted mucho tiempo con los indígenas siberianos…

–Sí, desde hace ocho años realizo dos expediciones anuales de dos o tres meses.

–¿Está enganchada?

–La verdad: sí. Tengo allí un pequeño centro de investigación. El entorno es increíble, la atmósfera está limpísima, sin luz eléctrica ni coches. Hay una paz y una energía indescriptibles.

–¿Cuántas etnias hay en Siberia?

–Treinta poblaciones con su propia cultura y su propia lengua.

–¿Qué es lo que más le llama la atención de esos pueblos?

–Su solidaridad absoluta y espontánea. Tienen unas normas muy civilizadas.

–Creía que los civilizados éramos nosotros.

–No lo dirá en serio.

–No.

–Allí, negarle la ayuda a alguien es un deshonor. Es impensable que una anciana le pida a un joven que le corte leña para el invierno y éste le diga que está ocupado. O ponerse a comer y no compartirlo. Es una inteligente estrategia de supervivencia.

–¿Son nómadas?

–No, pero tienen gran movilidad. Son los que siempre se escapan de la Administración rusa, del servicio militar y de las cárceles.

–¿Van a su aire?

–Absolutamente. Rusia ha intentado controlarlos, pero es difícil llegar hasta ellos. Eso les ha permitido mantener sus creencias chamanísticas. Le contaré una cosa curiosa.

–Gracias.

–Los que se encargan de la sanidad de los chorses, un pueblo de la taiga siberiana, aseguran que no hay ni un solo caso de violencia doméstica. Las sociedades cazadoras recolectoras son las más igualitarias del mundo.

–¿Por qué?

–Porque no acumulan, no guardan para mañana, viven al día. Allí la mujer y el hombre son socios, comparten el trabajo duro, los mismos problemas. Se necesitan mutuamente. No tienen tan mitificada la sexualidad como nosotros y no la entienden como una propiedad de uno sobre otro.

–¿Cómo la entienden?

–Cada cual se casa con quien quiere sin ningún tipo de presión familiar, y practican una cierta permisividad sexual. Tanto el hombre como la mujer pueden tener algún episodio de infidelidad sin que nadie se escandalice por ello. Y la mujer es muy independiente: en verano coge su caballo y se va a ver a sus parientes a otros pueblos durante varios días.

–¿Cómo viven?

–De y con la naturaleza. Son cazadores, pescadores y recolectores, y todas las familias tienen una vaca o un caballo. Este mes me voy al punto más frío de la Tierra, a Yakurtia, que puede llegar a los a 80º bajo cero. Allí habitan los evenkos, que son pastores de renos; los montan como a los caballos.

–¿En qué creen estas etnias siberianas?

–En lo mismo que defiende la física quántica, que cada uno de nosotros somos una parte del todo. Para ellos, las plantas, los animales, las piedras, las montañas, los ríos… no son ajenos a nosotros, por eso son tan humildes y respetuosos con la naturaleza.

–¿El hombre no es el amo?

–Dicen que no somos ni más ni menos que los otros seres. Para ellos, las plantas y los animales tienen espíritu, es decir, energía, alma, un sentir al que podemos apelar. Cuando hacen ritos de sacrificio, le piden primero permiso al animal, que puede aceptar o no.

–Dígame, señora antropóloga, ¿sus chamanes son poderosos?

–Sí, sí, claro. En Siberia del sur no toman ningún tipo de alucinógeno, entran en el estado modificado de conciencia a través de la música del tambor. De esa forma se comunican con los espíritus de la naturaleza para obtener ayuda, curar o adivinar.

–¿Usted se ha beneficiado de sus poderes?

–Sí, pero quiero mantener la cabeza fría.

–¿Le cobraron?

–No piden nada a cambio. Una vez llegué a un poblado en busca de una chamana, pero se había ido unos días a recoger el heno. Yo, con mi mentalidad occidental, me quejé. “No se preocupe”, me dijo un chaval.

–¿Y fue a buscarla?

–Sí. Al anochecer vi llegar al chaval con la chamana toda sudada y acalorada: “¿Necesita ayuda?”, me preguntó. Me dio una vergüenza horrible, yo sólo quería hacerle unas preguntas. En otra ocasión contraté a un chico y un par de caballos para visitar una población lejana. Teníamos que partir al amanecer, pero el chico no llegó hasta la tarde. Lo vi venir con una sonrisa de oreja a oreja.

–Se enfadó, claro.

–Sí, y el chico, apenado, me respondió: “Debería saber que si no he venido es porque no he podido”. Es otra filosofía.

–¿Cuál es su conclusión acerca de ellos?

–Son libres, el chamanismo no necesita templos y es muy respetuoso. Llama la atención ver cómo esa gente habla con la naturaleza. Cuando pasan junto a un árbol lo saludan, y cuando hacen un fuego le agradecen su calor con unas gotas de leche, té o vodka. Ven la vida en todo lo vivo y lo respetan.

–No todo debe de ser tan maravilloso.

–No. La mayoría de esas poblaciones tiene problemas de alcoholismo. Creo que es una forma de suicidio de los indígenas.

–¿Pero no eran tan felices?

–Están muy frustrados. La globalización les está alcanzando y creen que lo suyo no vale nada, tienen complejo de inferioridad. Los niños a los 10 años ingresan en internados en las ciudades, y allí se pasan el día delante del televisor y sus promesas.

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