ORIGEN DEL MUNDO
Las concepciones cosmogónicas de los Ye’kuana, están referidas a la suprema deidad Wanadi. Según el mito Seruche Ianadi, recogido por Marc Civrieux (1970) se dice “Había Kahuña (el Cielo). Los Kahuñana vivían allí, como ahora. Son hombres buenos y sabios. Así eran también en el principio. No se morían; no había enfermedad, maldad ni guerra. El mundo era el Cielo” (Civrieux, Marc de (1970):41). Hechos que luego confirma el mismo mito: “En la Tierra no vivía nadie, no había nada ni nadie aquí… La Tierra era como parte del Cielo” Vale decir que la creación del mundo según los Ye’kuana se halla relacionada con la deidad mayor de su mundo intrascendente: Wanadi.
Su cosmología se distribuye, al igual que los Pemón y los Kari’ña de estirpe también Caribe, en tres grandes planos, a saber:
El mundo superior o cielo con siete capas o cielos intermedios y un octavo cielo donde se ubica la
deidad máxima
El área que pueblan los Yekuana, la Tierra
Tres capas inferiores
Estos cielos no están organizados exactamente en capas, sino que forman un conjunto cónico circular. (Ver gráfica 6) La representación terrestre de la base de este sistema de cielos es, según los Ye’kuana, la mole pétrea del Kushamakari, ubicado en el sistema Duida en el estado Amazonas de Venezuela. (Ver gráfica 7).
El mundo intermedio donde está la Tierra y el mundo inferior o subterráneo. En el primero, moran como veremos varios espíritus, en el segundo los hombres y animales y en el tercero, espíritus malos.
A su vez, el mundo superior consta de siete capas o cielos sucesivos, partiendo de la tierra. Sobre ellos, yace el octavo donde reside la suprema divinidad Wanadi.
Según la investigación de Koch-Grümberg (1911-1913), los tres cielos inferiores, están habitados por seres que caminan invertidos pero que cultivan la tierra y viven como nosotros y prosigue el relato: Por encima de nuestro cielo también hay gente. Todos son piaches. Todas las estrellas son gente. Por encima de las estrellas vive Karakaradi, el rey de los zamuros. La gente por encima de nuestro cielo se llama fewaínyamü. Ellos ayudan a los piaches terrestres.° (Koch-Grümberg 1959, Vol III:317) Es de advertir que el propio Koch-Grümberg anota las dificultades de sus indagaciones debido a las complicaciones con el idioma de los Yekuana.
En un trabajo de campo posterior, (Barandarian 1962b) se describen, en detalle, los nombres que los Ye’kuana han dado a los diferentes cielos habitados.
El primero de abajo a arriba “es Yakahudawana y allí moran los shamanes, llamados Atytyuriana o atytyudiana y no portan maraca… su cielo es escenario de un canto eterno shamánico… no comen ni trabajan… son estos shamanes quienes inician el canto y el soplo de los candidatos a shamanes Ye’kuana. Este cielo es al mismo tiempo la primera etapa de descanso de las almas que suben el octavo cielo.” (Barandarian, D (1962:61 y ss))
El segundo cielo lo denominan Yadekunyawana, “en él viven numerosísimos shamanes llamados Seetawa-kariana… son poderosísimos shamanes… están en la visión interior de una Luz grande que ilumina todos lo seres y todos los hechos del pasado, presente y futuro… ni comen ni beben. Ellos son quienes inician al candidato a shamán sobre la concentración y la visión de la luz interior del hombre shamán. Las almas de paso por este cielo contemplan mudos a estos shamanes inmóviles.” (-Ibidem-)
El tercer cielo lo denominan Mahekunyawana “En él vive también una muchedumbre de shamanes, llamados Dedewahieiyaamo… tocan eternamente la maraca sagrada, no comen ni trabajan… estos enseñan a los shamanes Ye’kuana a buscar los enemigos de la energía vital y a detectar las fallas y mermas de esa energía vital.” (-Ibidem-)
El cuarto cielo es designado Yadiinyakuuwa. “Es el más importante de los cielos intermedios ya que en él descansan largo tiempo las almas de quienes suben al octavo cielo supremo… es el cielo de más categoría intermedia… tiene montañas, sabanas, selvas, cultivos, caminos y casas de reposo… no hay nubes, ni lluvias, ni tormentas… la noche no se conoce… y en medio de todo ese paisaje de paz paradisíaca está el lago celeste llamado Akuhema o bien Edanyaku-wanadi, literalmente el agua eterna del Ser Supremo. Este lago encierra el agua de la inmortalidad llamada Assene… es un agua azul, azul, creación divina de Wanadi… todas las heridas terrestres, todas las enfermedades se desvanecen en este baño de inmortalidad.” (-Ibidem-)
Prosigue el relato sobe este importante cielo de la cosmología Ye’kuana ” En este lago viven dos animales que ayudaron a Wanadi en los tiempos creacionales. Son la Muuna o tonina [Innia amazónica de la familia de los delfínidos] (Alvarado, L (1954) Vol II:452) y el Dihuushi o temblador [Gymnotus electrricus Pez con cuatro órganos eléctricos] (-Idem- (1954) Vol II:445) “La gran mariposa celeste Maheewa que también ayudó a Wanadi en su labor creacionista vigila las orillas del Lago para que pueda abañarse en sus aguas…En las orillas del Akuhena crecen dos plantas celestes imprescindibles a los shamanes Ye’kuana: el Kaahi azul es la planta que da al shamán su poder y su inmortalidad participada y también la sobreabundancia de vida para poder luchar contra las fuerzas destructoras… y el Ayuuku rojo es la que da al shaman su luz ianterior y el poder tremendo de ver lejos y también ver el interior de todos los seres.” (Barandaián, D (1962b):63)
El quinto cielo lo llaman Eneenemaadi “es un cielo intermedio poblado de un grupo numeroso de shamanes llamados Weweyeena… tocan eternamente las maracas.. No comen ni trabajan… y en sus maracas detienen los widiiki o piedras de cuarzo celestes que el Ser Supremo le hiciera donación… éstos dan los widiiki a los candidatos a shamanes Ye’kuana.” (-Idem-)
El sexto cielo es denominado Matawahu y “en él viven los tres pájaros celestes de poderes shamánicos: el Muido o el pájaro presa, el Tawaadu o aguaitacamino [ ] y el Hooti, una especie pequeña de gavilán [Falco magnirostris o gavilán de Guayana]. Aves rapaces diurnas de la familia de los Halcones]. (Barandaián, D (1962b):63) El shamán Ye’kuana vuela ellos y les hace bajar para ayudarle en la curación.” (-Idem-)
El séptimo cielo o Shiditya-Kumenadi “es el cielo estelar y el hall de entrada en el cielo supremo. Es la etapa final de las almas migratorias. Aquí las almas se entretienen con sus shamanes. Sólo viven los shamanes Ye’kuana difuntos, velando por su pueblo…comen casabe y caza mayor pero el alimento preferido es un pescadito inmortal el Phadeewa o cupaneca guayanés [ ]…Todas las estrellas son shamanes Ye’kuana… y cuando hay una estrella fugaz es señal de que murió un shamán Ye’kuana.” (-Idem-)
“El octavo cielo es el verdadero cielo. Su nombre es Motadewa. En él vive el Ser Supremo Wanadi con su padre el Sol y con toda su familia: Wabatu, Wanatyawa y Kunashawa… también está junto a Wanadi su animal favorito, aquél que fue su fiel compañero en el tiempo que vivió en la tierra con los hombres: es el o mato guayanés [ ].” (-Idem-) / (Sánchez P, D 1998:9-12)
EL PRIMER HOMBRE
La historia de la formación de los primeros hombres, se halla inserta en el mito de Seruchi Ianadi, referido por Marc Civrieux (1970), el primer damodede o representante de Wanadi. Este mito relata: “”Wanadi dijo: Quiero hacer gente allá abajo. Envió el damodede para hacer casas y gente buena, como en el Cielo… cuando llegó trajo sabiduría, el tabaco, la maraka los wiriki… fumando, cantando hizo la gente, la gente antigua” (Civrieux, M 1970:41) Igualmente relata que por haber botado la placenta de aquel espíritu a la tierra y haberla comido los gusanos, “nació una criatura humana, fea y mala, cubierta de pelos como un animal. Era Kahú. Tiene varios nombres; también lo llaman Kahushawa, Odo’sha. Este hombre era muy malo, tenía envidia de Wanadi quería ser dueño de la Tierra… cuando se pudrió la placenta del antiguo Wanadi, Odo’sha salió de tierra con una lanza y dijo: Esta Tierra es mía. Ahora habrá guerra y botó a Wanadi”. (Ibidem- 1970:42) Otro mito relacionado esta vez con el segundo damodede (enviado) de Wanadi, llamado Nadei’umadi, menciona que Wanadi “nunca sale de Kahuña, pensó: quiero saber que sucede en la Tierra. Quiero que viva allí gente buena… El nuevo Wanadi tenía Huehuenna. La trajo de Kahuña para hacer hombres. Él quería gente nueva para la Tierra, que naciera bastante gente. Era como una gran bola, grande, hueca con concha gruesa, dura como de piedra… Adentro de Huehanna se oían ruidos, palabras, cantos, risas, gritos… Mucha gente hablaba allí dentro.. Se oía nada más, no se veía… allí estaba gente de Wanadi, no nacida todavía.” Es decir, que Wanadi había enviado nuevos hombres a la Tierra. Esta gran bola que contenía la gente, fue abierta por Iarákuru (sobrino de Wanadi), quien abrió la chácara (Chákara, especie de bolso tejido para portar cosas) de aquél, una vez que estuvo solo.
La mitología Ye’kuana fija el lugar de nacimiento de la etnia en el Dekuhana-hidi o cerro Dekuana y la sabana de Kamaso en el alto Arahame. Ambos lugares forman parte del epicentro del territorio que ha ocupado la comunidad Ye’kuana desde sus inicios y forman parte del núcleo poblacional Ihuruña.
En otra investigación de Marc de Civrieux (1968) titulada El viaje extraor-dinario de Medatia, se hace referencia a este primer gran shamán Yekuana. Es un largo relato en el cual se detallan las peripecias de este viaje de Medatia, reservado solamente a los Huhai o shamanes. Relata Civireux: Nosotros también cuando tomamos Kuaahi y Auiko, las sagradas plantas que alucinan los ojos, podemos ver, tales como son, todos los países fuera de nuestra Tierra y entrar en ellos como los propios shamanes. Entra luego en los pormenores del viaje y concluye diciendo: Medatia subió con su cuerpo terrestre a todos esos países, estando todavía vivo halló abierto el camino secreto del cielo. Más tarde Medatia volvió a la Tierra; después de haber conocido todo aquello y haber adquirido grandes poderes y sabiduría, nos ayudó a nosostros los hombres. (Civrieux, M 1970:43) El viaje en cuestión relata las dificultades halladas, donde estuvo a punto de sufrir suplicios, visitó la Casa de la Luna, la cual se halla en un estrecho túnel que une al Cielo con la Tierra y es donde Nuna o Nuno (la Luna) caza los espíritus o akato de los hombres para comerlos. Después, Medatia prosiguió y se hallo un río, viendo la Encrucijada, Centro de todos los mundos donde termina el camino de la Tierra y se bifurca. Un camino negro como la noche el cual lleva al país sin amanecer que hay bajo la tierra
y otro camino blanco como la luz de día que lleva al Cielo o país del atardecer
El mito afirma que: nuestros shamanes todavía hacen lo mismo, pero que ya no van al cielo con su cuerpo terrestre, sino que lo dejan en la tierra, como muerto y solo su akato, su doble (invisible para nosotros) emprende el viaje maravilloso. Finaliza el mito relatando que Medatia visita los siete países celestes y: Así Medatia se convirtió en shamán, así conoció los caminos de los mundos, porque los maestros le habían dado los mismo oídos, ojos, garganta de ellos mismos, los grandes seres celestes. Mas adelante Medatia se encuentra con Huio (el arco iris N.) y visita muchas cuevas, lagunas y ríos y entonces: tocó el confin del cielo, el ultimo y séptimo pueblo, la casa de las estrellas, se llama shidishe kumenadi. Allí viven los Shidishe (estrellas), los seres más sabios e inmortales y con ellos Hadeaua, el venerable gran pez. Y Medatia salió del cielo, por la casa del Sol (el más antiguo de todos los seres) y llegó a la de Wanadi, en el país del horizonte, situado entre el cielo y el mar, en el norte..Y así supo que Wanadi, mucho antes que los hombres existiéramos, había hecho el mismo viaje. (Ibidem 1970:41-45)
Resumiendo diríamos que Medatia hizo este largo viaje por los mundos inanimados y visitó las casas de la Luna y del Sol, al igual que la deidad principal Wanadi. (Sánchez P, D 1999ª:11-12).
LOS FENÓMENOS NATURALES.-
DÍA Y NOCHE
Según la mitología Ye’kuana, recogida por Marc Civrieux (1970), en el principio de los tiempos, no había luz sobre la Tierra. Los hombres vivían en cuevas y en la oscuridad. Y fue el tercer enviado de Wanadi, el llamado Attawanadi el creador de la luz y de Shí el Sol, “salieron uno por uno de sus cuevas para mirar Shí, el Sol nuevo, el Día nuevo; entonces entendieron que Wanadi había vuelto… Ahora la Tierra tiene su cielo propio.” (Civireux (1970):49) Vale decir, que el ser supremo Wanadi, a través de su enviado, crea el día, al producir al Sol. Por consecuencia, al día lo alterna la noche que ya existía.
El día está asociado a la luz, al Sol y por tanto lleva la misma designación de Shí. El mediodía es designado anóto dáma y la tarde es tyomomuedáwa.
La creación de la noche, se halla inscrita como un suceso de desobediencia por parte de Iaráñaraku, sobrino de Wanadi, cuando abrió a Huehanna, la bola que contenía los nuevos hombres. A la noche llaman koyatyio. (Sánchez P, D 1999ª:12)
RAYOS Y TRUENOS
Los truenos son yeteimadi y los rayos los llaman kadémedu, distinguiendo los relámpagos de tormentas lejanas como yoenkukúdu. (Ibidem 1999ª:13)
ARCO IRIS
El arco iris es designado por los Ye’kuana como Huasuudi y es la representación de las plumas de guacamaya [ ] en el personaje de Wiiyu, dueño del mundo de los peces y serpientes acuáticas. Está asociado al malestar y tal vez por ello, los Ye’kuana tratan de que mujeres y niños no lo vean pues traería enfermedades. Recordemos acá que entre los Kari’ña existe tal similitud de ideas con respecto al arco iris.
En la mitología Ye’kuana, las referencias al arco iris, se halla inmersa la designación de este fenómeno natural, en un relato titulado Hui’io donde se vincula a una mujer preñada que huyendo de su pueblo, luego de algunos incidentes, llega al Orinoco (Uri’ñaku) y allí metida en las aguas del portentoso río se declara “Soy dueña del agua, madre de los ríos” pero luego se cambió en Hui’io, la gran serpiente, dueña del agua, grandísima” y algo más delante, el mismo mito relata que el Orinoco acababa de nacer y que desde Mara’huaca (la montaña sagrada) donde se albergaba el árbol de los alimentos, el cual habiendo sido cortado, produjo una gran inundación… “entonces nació Hui’io que se adueñó del agua nueva que corría por todas partes.” (Civrieux, M 1970:135) Queda claro pues, que el arco iris está directamente vinculado con las aguas terrestres y es una manifestación de la Gran Serpiente.
Acá, como en el caso de los Pemón, donde Kayemö es también la representación de la gran anaconda, pobladora de los grandes ríos. En ambos casos, el arco iris, tiene carácter malévolo y puede producir enfermedades. Es la vinculación entre el agua y el firmamento. Más adelante, el mito menciona que convencidos los hombres que la gran serpiente que personificaba a la mujer preñada, eran portadora por tanto del huevo Huehuana, y debía dársele cacería y así comenzó “la primera cacería, cuando persiguieron a Hui’io a lo largo de los ríos. Desde lejos veían el arco iris, la corona de plumas de la culebra. Estaba desplegada en el aire, secando sus plumas a la luz del Sol”. Siguen empeñados en lograr su objetivo. Buscan auxilio en algunos animales como Dede [murciélago pescador] Y seguían disparando sus flechas. “Ahora Hui’io parecía un puerco espín [Cercolabes preensiles] con todas las flechas clavadas en el cuerpo. Se desplomó, aflojó Huehuanna”. Otra ave, Fi’cha, el pájaro vaco [Tigris oma] el cual lanzó la atarraya al agua, pero dejó escapar la Huehuanna, la cual chocó con una enorme piedra en el río y se abrió. Nacieron “peces, babas, caimanes, culebras de agua, todos los animales que ahora viven en los ríos y lagunas. Hui’io fue madre de todos ellos. La mataron, se desplomó en la ribera. Allí murió cubierta de flechas.” (Ibidem (1970):139) Finalmente tenemos que el arco iris, representación de la gran serpiente acuática, es el dueño de los animales que habitan ríos y lagunas. (Sánchez P, D – 1999ª: 26)
TERREMOTOS
No obstante estar ubicados los Yekuana en parte del macizo guayanés, una de las regiones más sólidas del planeta Tierra, a veces tiembla, como reproducción de focos ubicados en su periferia, es decir, al norte con las fallas de los Estados Sucre y Delta Amacuro o aún más lejos en la isla de Trinidad. Los Ye’kuana usan el término koetedine equivalente a temblar. (Ibidem 1999ª:13)
TIEMPO Y CALENDARIO.-
LAS ESTACIONES
Las estaciones para los Ye’kuana se reducen, como es natural para el área donde moran, a dos: la estación seca o verano y la húmeda o invierno, como se conoce popularmente en Venezuela. La primera de ellas la designan los Ye’kuana como Weddu. Recordemos que los Pemón designan al Sol como Wei o Vetú y los Kari’ña Veedu o Veeduru, con lo cual se demostraría una designación prácticamente común a esas etnias de origen Caribe, vale decir de mucho Sol.
En cambio, la estación húmeda, está asociada al agua de origen celeste y a las ranas y es Konahai. La lluvia la designan Konóho. Citemos acá que, para los Kari’ña la palabra es Konoopo y para los Pemón es Konopo. De alguna manera nos parece distinguir una misma raíz para tal designación.
Los Ye’kuana, ubicados en la zona selvática del sur de Venezuela, y muy cercanos al ecuador terrestre (3 a 5 grados de latitud norte), están subordinados a un régimen climático, más o menos estable. Sin embargo, la primera de ellas abarca, más o menos entre enero y junio y la segunda de julio a diciembre. Hay que advertir al lector, sin embargo, que la región geográfica que ocupan los Yekuana, es una de las de mayor intensidad de lluvias. La referencia más cercana a su área que disponemos, es la de Puerto Ayacucho, capital del Estado Amazonas, y según el resumen de la Fuerza Aérea de Venezuela, para el período 1971-1980 fue, en promedio, de 2191 mm con un máximo total promedio de 2888 mm y 1366 días de tormenta, también en promedio en dicho lapso, todo lo cual nos indica que el área ocupada por los Ye’kuana es de bosques con intensas lluvias y tormentas eléctricas.
Un hecho muy importante registrado por Marc Civrieux (1974), es que tales “estaciones” están vinculadas por los Ye’Kuana a la aparición y desaparición del cúmulo estelar de las Pléyades, asociado a la constelación del Toro (Taurus), Al efecto, cita este autor: ” Las Pléyades, llamadas Ud’laha, constituyen las estrellas principales, como para muchos pastores, pescadores y cazadores de la antigüedad y de la actualidad”. (Civrieux (1974):48)
Resulta interesante saber que para esta etnia, el régimen general de su vida y las actividades de producción: siembra y recolección de alimentos de origen animal o vegetal, caza y pesca, están marcados por una señal de origen astronómico: la aparición (orto) por el este, la culminación y el ocaso ó desaparición por el oeste del cúmulo estelar probablemente más conocido por toda la humanidad desde tiempos muy remotos, como son las Pléyades. Hemos calculado para una latitud aproximada a la actual ciudad de Puerto Ordaz (8° 18 latitud norte y 62° 44 longitud oeste), el orto helíaco o salida del cúmulo de las Pléyades antes del Sol en el amanecer, para distintas épocas, comenzando en el año 1 de nuestra era hasta el presente, cada 500 años y los resultados son los siguientes:
Salida Helíaca de las Pléyades
Día
Mes
Año
02
Mayo
1 nuestra era
04
Mayo
500
06
Mayo
1000
11
Mayo
1500
26
Mayo
1999
Como se puede apreciar en la tabla anterior, estas fechas de aparición de las Pléyades, han ido oscilando en los últimos mil años, dentro del mes de mayo y coinciden con la entrada formal de la época de lluvias en la Guayana venezolana.
Más interesante aún es referir que este cúmulo estelar, perfectamente identificable a ojo desnudo, tenía un hondo significado para civilizaciones antiguas como las de Grecia y Roma. Homero en su Odisea, quien ubica a las Pléyades junto a la constelación de Boyero, menciona que fueron contempladas por Odiseo desde su barca. Por su parte, Píndaro (siglo V a.C.) las menciona: “Así, viendo a las Pléyades, habitantes de las montañas, se sabe que Orión (la constelación) está cercano” Pero la más importante referencia al uso de las Pléyades como guía para las labores de orden económico, las menciona Hesíodo, (siglo IX a C) al incluirlas como guía para los agricultores, inscrita en su obra “Los trabajos y los días” dice: “Cuando salen las Pléyades (a principios de mayo) hijas de Atlas, comienza tu recolección y ara cuando ellas están en su ocaso (noviembre). Cuarenta noches y cuarenta días permanecerán ocultas, y aparecen de nuevo al cabo del año en el momento en que se afila la hoz” (Gayne G, Cecilia (1964):10)
Otro autor, E J Web (1952) afirma al referirse a las Pléyades: “Los hombres de todas las épocas y todos los países han aprendido la lección que se puede derivar de su salida y puesta.” Y más adelante cita: “los actuales isleños del Pacífico saben cómo dividir su año en una estación en que están bajas las Pléyades”. (Webb, E J (1952):52)
No deja pues de resultar muy importante saber que la etnia Ye’kuana basa sus actividades económicas y en general su vida, en la observación estricta de los movimientos en el firmamento del cúmulo de las Pléyades, al cual designan con los nombres de Udla’ha’ ó Udáhe. (Webb, E J (1952):52)
ALMANAQUE
Hasta donde alcanza nuestra investigación, los Ye’kuana no poseen un almanaque propiamente dicho, como por ejemplo en el caso de los Pemón. Es decir, que no cuentan con un medio o instrumento para llevar la cuenta de días, meses o años. La organización del tiempo, es por tanto, muy simple:
El día está asociado con la presencia del Sol: Shí.
El mes se vincula con la aparición de la Luna: Nunna
El año, está relacionado con las estrellas y lleva el nombre genérico de aquellas: Shiriche. Sin embargo, para identificar el año utilizan las expresiones weyúto, weduto donde la partícula Wei ó Wey se refiere, al igual que para los Pemón, al Sol.
No obstante, el año civil, regido por el clima de la selva tropical y asociado por los Ye’kuana a la aparición o desaparición de determinadas constelaciones y en especial por el cúmulo estelar de las Pléyades, es perfectamente conocido por ellos para organizar las actividades relacionadas con la subsistencia: limpieza y quema del conuco, siembra y recolección de los frutos como hemos visto antes. Por otra parte, con las lluvias torrenciales y el aumento del caudal de caños y ríos, aumenta la pesca y la caza.( Ibidem 1999ª:15)
EL FIRMAMENTO.-
SISTEMA DE ORIENTACIÓN
En los escasos vocabularios recogidos por Bartolomé Tavera Acosta (1908) y Alberto Méndez Arocha (1958), no hemos hallado palabras que designen los puntos cardinales, ni el horizonte. (Ibidem 2000ª:8)
LA MANERA DE CONTAR
Los Ye’kuana, como muchas otras etnias Caribe, cuentan usando el medio más natural, es decir, usando los dedos de las manos y de los pies. Sus numerales son:
1 toni 6 toniamoháto (uno más una mano)
2 ákoe 7 akamoháto (dos más una mano)
3 aduáwe 8 adúawamoháto (tres más una mano)
4 aketyíma 9 akétyimamoháto (cuatro más una mano)
5 hatodéma 10 amoháde (dos manos)
A partir del número seis usan toniamoháto, es decir uno toni más una mano. Y así sucesivamernte. Por otra parte, afirma el autor D Escoriaza (1959) que al preguntarles por el número veinte, responden sencillamente: tóni-sotto, es decir un hombre con dos manos y dos pies con todos sus dedos. “Para los números como 30 dirán: toni-sótto-amohádde: un hombre más diez dedos” (Escoriaza, D de (1959):13) Y si la pregunta es por mucha cantidad contestan: hóhe = muchos. (Sánchez P, D – 1999ª:16)
EL SISTEMA SOLAR
SOL
perdido y que desea volver a su casa. Ñanudi le invita a embarcarse pero le advierte que se tape los ojos para que no vea los caminos del agua que él conoce. Makusani desobedece y cuando trata de ver, Ñanudi se lanza al agua, dejando solo al muchacho. Este, al anochecer decide dormir en un árbol. “Luego ve acercarse un pescador con su nasa y su catumare (Nasa es una red para pescar tejida y Catumare es una especie de morral, hecho de hojas de palma usado para portar alimentos y otras cargas ) lleno de peces. Era Nuna, el hombre luna. Nuna vio en el agua el reflejo del árbol, el reflejo de Makusani encaramado. Metió su nasa, trató de agarrar el reflejo. Nada. No podía. Makusani lo miró desde arriba, riéndose sin hacer ruido” Decide escupir en el agua y Nuna lo descubre, lo apresa y lo mete en su catumare, llevándolo lejos a su casa. Nuna tenía varias hijas, y ordena a una de ellas que vaya con Makusani a buscar leña para asar los pescados. Van al monte y regresan pero Nuna ordena nuevamente ir por mas leña. Acompaña a Makusani la menor de las hijas y éste curioso le pregunta él por qué de tanta leña. Ella le informa que es para asarlo a él. Con un ardid se escapa y viendo una luz intensa se acerca. “Ve otra casa. Era brillantísima, la luz de Shiña, la casa del Sol” Este interroga al muchacho quien le explica que se fugó de Nunaña, la casa de la Luna. Le ordena esconderse pues ven venir a Nuna en su búsqueda. Este pregunta por el muchacho y le responden negativamente por lo cual se marcha.
Continúa el mito informando que al día siguiente el Sol le dio al muchacho una cerbatana y le ordenó salir a cazar pájaros, acompañado de una de sus hijas pero con la advertencia de no mirar a través del hueco de la cerbatana. Salen ambos, pero la curiosidad de Makusani le hace ver a través del agujero y ven la Tierra y la gente y buscando halla su casa. El mito prosigue “ahora cayeron los dos, cayendo, cayendo por el espacio a la Tierra, a la casa de la madre del muchacho” “Cuando cayeron, la muchacha se convirtió en tragavenado [Boa constrictor. N]. ¿Qué dirá mi madre, si descubre ese tragavenado? Y lo tapó con una cesta. Se encuentra con la madre quien al principio no le reconoce. Luego Makusani se fue de caza al día siguiente. La madre curiosa decide ver lo que hay bajo la cesta y descubre a la gran serpiente. La interroga y aquella le informa que es “hija del Sol. Soy novia de tu hijo”. La madre no le cree la apalea y la espanta. Luego se encuentran ambos y convencidos de que no podrán vivir junto a la madre de Makusani “volvieron a Shiña. Allí se quedaron. Así lo cuentan.” (Civrieux, M (1990):230)
En un innegable parecido con otras etnias Caribe de Venezuela (Pemón y Kari’ña), y algunas de estirpe Tupí Guaraní, los Ye’kuana asocian al pájaro carpintero real de copete rojo con el Sol. En un mito recogido por A Barandarián (1979) se refiere que “el malvado Kahushawa príncipe y padre de los demonios (Odo’shankomo), mató al hijo único de Wanadi, por nombre Wanattawa. Su sangre salpicó sobre el carpintero real [Phlococeastes melanoleucus] y éste mismo guió a Wanadi hasta el sitio de la muerte trágica de su hijo. (Barandarián, D – 1979:884) (Sánchez P, D – 1999ª:17-18)
LUNA
El nacimiento de la Luna es atribuido por los Ye’kuana con el fin de “que alumbrara la noche cuando el Sol dormía”. (Brandarian D – 1962b:87) Cuando la Luna muestra por efectos de la alta atmósfera un halo, los Ye’kuana lo asocian a que este cuerpo celeste está hambriento de espíritus de sus difuntos, hecho que consuma cuando dichos espíritus tratan de subir a los planos del cielo dentro de la cosmología Ye’kuana.
En cuanto a la fase de Luna nueva en particular, existe un mito Ye’Kuana según el cual Nuna, la Luna en su carácter de ser masculino, trató de abusar de su hermana Hürümeene mientras ella dormía en su hamaca. “Esta para averiguar quien era, procedió a pintarse la cara y el cuerpo con la savia negra de la planta caruto [ ]. A la noche siguiente volvió Nunna, su hermano, disfrazado… en la madrugada la sorpresa de Hürümeene y toda su familia lo descubrieron… desterró a Nunna a vivir el resto de la eternidad con todo su cuerpo manchado de negro.” (-Ibidem- 1962b:88) Esa es la explicación según ellos para las partes oscuras constituidas por valles y “mares” en la Luna, los cuales lucen algo menos brillantes u oscuros que los picos, montañas y cráteres. A causa de los acontecimientos anteriores la Luna se vengará en el futuro devorando los espíritus de los difuntos Ye’kuana.
Por otra parte, en la mitología Ye’kuana, recogida por M Civrieux (1970) titulada Watunna, entre otros, aparece un mito titulado Nuna dentro del apartado “Iureke”, en el cual se describe como Attawanadi, el tercer representante o demodede del omnipotente Wanadi, quien en su viaje a la Tierra halló muy poca gente y toda bajo el dominio de Odo’sha el personaje maligno opuesto a Wanadi. Luego regresó al cielo a buscar Huehuanna, se dirigió a Nuna ofreciéndole que cuando tuviera Huehuenna le daría gente para él (recordemos que el personaje Nuna es masculino para lamayoría de los Caribe), a lo cual respondió Nuna: “¿cuánta gente me va a dar? Mejor iré yo mismo a buscar Huehuanna”. Nuna como era piache, tenía poderes y subió al cielo de Wanadi, pero no pudiendo entrar, habló a los guardianes, fingiendo ser Wanadi y diciéndoles: “Soy Wanadi el de la Tierra. Vengo por Huehuanna. Voy a hacer gente allí” (Civrieux, M (1970)129) Avisaron a Wanadi que había llegado Attawandi y le comunicaron lo que deseaba, aceptando Wanadi la petición y dieron a Nuna la Huehuanna. Nuna estaba contento pues la gente que había pedido era para comérsela y afirma el mito: “pensaba como el jaguar: no hay comida, bueno, voy a comer gente”.
Luego Attawanadi también llega al cielo y dice a los guardianes que necesitaba Huehuanna, obteniendo por respuesta que ya le habían entregado Huehuanna. Attawandi regresó enseguida a la Tierra, convencido del engaño de Nuna. Este al llegar a su casa, conversa con su hermana que era doncella y se llamaba Frímene. Esta le pregunta: ¿de dónde vienes? ¿Qué traes? A lo cual responde Nuna: “de Kahuña.” La hermana observa que Huhuenna parece un huevo de gallineta [Númida Melagris] pero que en su interior hay ruido de voces y de cantos de gentes. Y deduce que había sido robado por Nuna. Le confía a la hermana la Huehuenna y se marcha dándole instrucciones de que si Wanadi aparece y pregunta, lo niegue todo. Entretanto, la muchacha introduce Huehuenna en su vagina y concluye: “Está hecho. Dentro de mi vientre los llevo a todos. Van a nacer. Voy a ser madre”.
Prosigue el mito con el regreso de Nuna preguntando a la muchacha y buscando a Huehuanna. Al no hallarla, se encoleriza y reclama a la hermana su falta de vigilancia, pero observa que el vientre está redondo. La hermana comprende y se marcha al chinchorro a dormir. Por la noche oye pasos cerca del chinchorro y luego siente que se abalanza un cuerpo sobre ella, y trataba de acallar el ruido de la gente dentro de Huehuanna. En la madrugada el hombre se levantó y se fue sin hacer ruido. Al amanecer, la muchacha dudaba de lo ocurrido pero no imaginaba quién podría haber sido el hombre. Pero decidió preparar una trampa y se untó el cuerpo con pintura negra de la planta Caruto al llegar la noche. Volvió a oír de nuevo los pasos de alguien que se acercaba al chinchorro y el hombre agarró las piernas de la muchacha tratando de hurgar y sacar a Huehuenna, pero ella lo impidió apretando las piernas. Las manos del hombre siguieron buscando y por ello la muchacha sangró. Y ese es el origen de la menstruación de las mujeres Ye’kuana.
Concluye el mito cuando al día siguiente, sale la muchacha al monte y halla a Nuna cazando pero cuando le mostró la cara, el cuerpo y las manos estaban manchadas con Caruto, con lo cual quedó descubierto Nuna. La muchacha pensó: “Ya no puedo vivir en Nunaña” (Casa de la Luna)”. Es por ello que “la Luna tiene manchas en su cara”. (Ibidem (1970):134)
El autor D Barandarián (1979) refiere en un mito recogido por él, probable variante del referido antes citado por Civrieux, donde relaciona a Nuuna como personaje masculino, y cita que: “Nuuna era un demiurgo, compañero y amigo de Wanadi, creado directamente por el Sol, padre de Wanadi para que alumbrara el cielo por la noche, ya que el padre Sol dormía. Era muy benévolo como toda la familia de Wanadi, el Ser Supremo. Pero comenzó a tener envidia de su propio padre el Sol y quiero ser como él: es decir quería brillar en la noche como el padre Sol de día. Su voluntad comenzó entonces a pervertirse. Una noche oscura, nueva luna, no apareció en el cielo, pues durante ese lapso quiso abusar de su propia hermana, a la virgen Hürümeene. Disfrazado se introdujo en la hamaca de su hermana.. La muchacha quiso asegurar la identidad de su asaltante nocturno. Para ello se pintó la cara y el cuerpo con la savia de (la planta N.) caruto (daadi)… Volvió el hermano Nuuna a la noche siguiente, disfrazado también a abusar de su hermana. Pero cual no sería, a la madrugada, la sorpresa de Hürümeene y de toda la familia divina, cuando en el fugitivo violentador vieron las manchas negras de caruto en perfecta calca de las de su hermana.” (Barandarián , D – 1979:892)
De esta manera, se explica en la mitología Yekuana el origen de la menstruación femenina, las manchas que en la fase llena, muestra la Luna y el carácter pérfido de este personaje que cazaba hombres para comer. Sin embargo, hace referencia el autor D Barandarián (1979) que la Luna y su antropofagia “es post mortem, es decir, cuando el alma sube al cielo y es raptada en el camino por la Luna para devorársela. La prueba de ello es el halo yani blanco luminoso que rodea la Luna en las noches peligrosas, en las que hambrienta roba almas de los difuntos…”.Y continúa informando que el oficio del shamán es subir “a la Luna (para) raptar el alma prisionera y la guía por diversos cielos y la pone en lugar seguro en el Cielo Supremo, junto a la Divinidad” (Ibidem (1979):892) (Sánchez P, D 2000ª:11)
PLANETAS
Los planetas distinguidos por los Ye’kuana , resultaron creados en la ocasión de la venida de W’laha a la Tierra y son los siguientes:
Marte – Ahishama
Asociado por los Ye’kuana a un ave de color rojizo de las más llamativas, llamada turpial [ ] que canta mucho, y que según su mitología, ayudó a construir la escalera para que las estrellas subieran de la Tierra al firmamento.
Venus – Kuamachi
Lo identifican los Ye’kuana como estrella matutina, y está incluido en el mito de W’laha. Kuamachi, que así se distingue este planeta, interviene y “Al amanecer… siguió camino hacia Shiricheña, el pueblo de esos hombres llamados estrellas.” Sabía que eran poderosos pero los tienta con unas frutas llamadas dewaka. Llega a Shiricheña y se topa con “W’laha quien era el capitán del pueblo.” Le cuenta que es nieto de Maha’noma y que tiene una cosecha muy grande de esas frutas. W’laha consulta en el poblado pero les asalta la idea de que podría ser una treta para traerles a Tierra, recordando que ellos habían matado a la hija de Maha’noma. Los ancianos reunidos se consultan y deciden rechazar la invitación. Kuamachi insiste y al final deciden acompañarle. Llegan al bosque donde están los árboles de la fruta mencionada y comienzan a comer y saborearlas. Hay una gran cosecha. Kuamachi va en busca de su abuelo y lo trae en una curiara. Este les anuncia que va a tejer mapires para portar las frutas. Kuamachi por su parte trepa a un árbol y tomando una fruta la muerde y lanza al suelo. Enseguida, se inundó el bosque. Insta a su abuelo a saltar en la canoa con los mapires, pero al botarlos al agua se iban transformando en culebra de agua, pez caribe, raya y otros animales acuáticos. El abuelo seguía tejiendo mapires y W’laha preguntaba preocupado por qué seguía tejiendo. La respuesta era para poder recoger la cosecha. De pronto Kuamahi observa un nido de comejen en un árbol y lo enciende, llenando de humo todo el bosque. Luego baja a la curiara y armado del arco y flecha apunta a W’laha y pese a la solicitud de W’laha de no hacerlo, siguió flechando a los hombres-estrellas. Muchos caían moribundos al agua. “Los Mawari se los tragaban… otros caían heridos y gritaban.” (Ibidem (1970):211-212) Ya al final del mito, Kuamachi habiendo logrado subir al firmamento, presenta a W’laha la hierba de la paz llamada Akuaniye. Hacen las paces. Kuamachi se despide y se va diciendo: -Bueno me voy. Viviré aparte, lejos de aquello… buscó un sitio allá en el horizonte… allí tiene su casa. solito, tranquilo… sale al atardecer nada más; Camina un rato encima del horizonte, luego se esconde en su casa.” (Ibidem (1970):219) Para los Ye’kuana, el planeta Venus es identificable tanto en su aparición matutina como en la vespertina, detalle este que no es común a muchas otras etnias.
Otra versión relacionada con Kuamachi, nos la proporciona el autor A Barandarián (1979): “Al comienzo de los tiempos, la noche era negra. Las estrellas eran gente y vivían en bandadas en la Tierra. Eran hombres y cazaban juntos con sus flechas. Pero había una virgen embarazada que estaba en su conuco buscando frutas. Un grupo de jaguares-gente con otro innumerable grupo de los hombres-estrellas estaba acechando a la virgen embarazada. Cuando la vieron, la flecharon – todos a la vez- y la descuartizaron para comérsela. Al día siguiente surgió un niño no-nato. El bebé rodó en el suelo y cayó al agua. Este niño no-nato se llamaba Kuamashi o Venus. Un pescadito se tragó al bebé y a sus madres adoptivas y sucesivas. Algo mayorcito, Kuamashi abandonó su vida ictícola fluvial y, en un intento de robo de conucos, fue adoptado por un célebre shamán, Mahánoma, quien resultó ser su abuelo”. Continúa el relato con episodios de la venganza por parte de Kuamachi de la muerte de su madre, “matando a los jaguares y estrellas asesinos. En su huida, la gente sobreviviente de las estrellas lanzó sus flechas, a modo de escalera ascendente, hasta la altura del Cielo y, escalando por ellas, se fijaron en el techo negro de la noche. Kuamashi los siguió el último. Rompió la escalera celeste y cultivó en su huerto celeste la hierba de la paz, llamada Akuaniye… Kuamashi quedó como el lucero de la tarde en su cielo negro, sin querer saber nada con las estrellas.”(Barandarián, 1979:967:968)
Los únicos Planetas que parecen reconocer los Ye’kuana son Venus y Marte. Al primero lo distinguen como estrella matutina con el nombre de Kumashi y como estrella vespertina con una designación diferente: Admaduwakadi. A Marte lo llaman Ahishamä y está asociado a un turpial [ ] amarillo rojizo. En cambio los otros planetas visibles como Júpiter y Saturno, parecen no tener importancia para la etnia pues, al menos, no existen designaciones específicas conocidas. (Sánchez P, D 1995:26-27)
ESTRELLAS Y CONSTELACIONES
Las estrellas son para los Ye’kuana, la representación eterna de los espíritus de sus shamanes muertos y como mencionáramos en párrafos anteriores, están ubicadas en el séptimo cielo. En el mito de Attawanadi, M Civrieux (1970) referido en párrafos anteriores, hemos visto que el origen de las estrellas, es obra de creación de este personaje, el tercer enviado de Wanadi, el ser supremo al momento de crear al Sol y la Luna. Existe otro mito titulado W’laha en el cual se afirma que “las estrellas eran hombres. Vivían en la Tierra, tenían su pueblo al pie del Kushamakari, (la montaña sagrada de los Ye’kuana N.). Pueblo numeroso, poderoso; sus ancianos sabían mucho. Un día salieron todos de cacería, guiados por un jaguar. Escucharon la voz de aquel jaguar; por eso mataron se comieron una mujer. Como castigo fueron perseguidos, por eso huyeron al cielo malo, al cielo de esta Tierra.” (Civrieux, M – 1970: 207) Este mito se extiende con varios incidentes donde se involucran distintos personajes y entre ellos quienes no es sino el planeta Venus matutino. Prosigue el mito referido anteriormente, relatando que en la situación descrita del acecho por parte de Kuamachi a los hombres-estrella, W’laha se armó con su arco y flechas, acompañado de siete estrellas. Dispara la primera hacia el firmamento y pide un hombre-estrella que la lleve volando. Este le responde que no puede porque tiene miedo de caer en el bosque inundado de animales. Prosiguen los incidentes hasta que W’laha y sus siete compañeros logran subir al cielo por una escalera hecha con las flechas disparadas y que no habían hecho blanco y regresan así al firmamento.
Antes hemos visto que en la cosmología Ye’kuana al distribuir los diferentes cielos, el séptimo, contando desde Tierra hacia arriba lleva el nombre de Shiditya-Kumenadi o mundo estelar. Acá descubrimos la palabra Shidditya que como veremos mas adelante, es un derivado de la designación de las estrellas en general. Este cielo o capa se halla superpuesto a los otros seis inferiores. Pero deseamos hacer una distinción importante, pues según la mitología Ye’kuana todas las estrellas son shamanes, lo cual indicaría la relación que tienen estos personajes tan importantes para la vida de las comunidades Ye’kuana y su estrecha relación con el cosmos.
Como hemos mencionado antes, la palabra Ye’kuana para designar las estrellas en general es Shirishie. Anotemos acá que para sus parientes los Pemón y los Kari’ña, las designaciones respectivas son Chirike y Shirijcho, respectivamente. Para los Cumanagoto, también Caribes, el nombre era Sirachi. De manera pues, que hay una concordancia relativa entre las diversas etnias del tronco Caribe, en cuanto a la designación de las estrellas.
En párrafos anteriores, cuando citábamos la manera de construir el ette, o casa comunal Ye’kuana, nos informaba el autor D Barandarián (1966) que había una parte importante de la estructura de la casa, cuyo propósito es reproducir el Universo visible, donde los maderos que soportan las grandes vigas laterales o travesaños, orientadas norte-sur están asociadas a la Vía Láctea, se llaman sidityadi precisamente. (Sánchez P, D 1999ª:20-21)
GALAXIA
En cuanto a las Galaxias, los Ye’kuana a distinguen con precisión, la cual pertenece el sistema solar, es decir a la Vía Láctea, la que designan con el nombre de aden’mie dotadi. Y es muy importante este hecho, porque a pesar de ser una etnia cuyo hábitat en general es la selva profunda, distinguen con precisión la existencia de la parte visible de uno de los brazos de nuestra Galaxia, cuestión esta que no es común a muchas otras etnias. En este lugar, descansan los espíritus o almas de los shamanes Ye’kuana junto con sus hermanos de raza, antes de ascender a los cielos superiores.(Ibidem 1999ª:22)