La ocupación armada de Wounded Knee de 1973

25 aniversario
La ocupación armada de Wounded Knee de 1973

Obrero Revolucionario #956, 10 de mayo, 1998

El 27 de febrero de 1998, centenares de personas de todo el hemisferio fueron a la reserva Pine Ridge, en Dakota del Sur, para conmemorar, celebrar y discutir el 25 aniversario de la ocupación de Wounded Knee.

Un participante nos dijo: “En 1973 la posibilidad de cambio se vislumbraba y respondimos como se debe. Tales momentos pueden ocurrir en cualquier instante. Espero vivir más momentos de esos en el futuro”.

*****

“Defenderé a mis hermanos y hermanas. Diré la verdad y por qué fuimos a Wounded Knee. Lucharé por mi pueblo. Viviré por ellos, y si para detener las atrocidades que sufren los indígenas de la reserva Pine Ridge tengo que entregar mi vida, estoy listo para morir por ellos”.

Pedro Bissonette, durante los juicios de los acusados de Wounded Knee,
27 de junio, 1973. Pedro fue asesinado tres meses
después por la policía en un retén de Pine Ridge.

Hace 25 años, en la primavera de 1973, cientos de indígenas y seguidores se reunieron en el pueblo de Wounded Knee en la reserva Pine Ridge del estado de Dakota del Sur. ?Su meta? Hacer una poderosa declaración contra los asesinos ataques de la policía y los agentes federales, y exigir que el gobierno respetara los tratados que daban a los indígenas tierras y autonomía.

Al día siguiente de su llegada, los rodearon 300 guaruras del FBI, el Buró de Asuntos Indígenas (BIA), mariscales federales, el Departamento de Justicia y la policía estatal y local.

Los indígenas montaron una defensa armada. El cerco duró 71 días.

La heroicidad y militancia de los luchadores de Wounded Knee resonó por todo el mundo y prendió un poderoso movimiento de apoyo a la lucha de los pueblos indígenas.
Guerras, tratados violados y la masacre
de Wounded Knee

Los lakota (también llamados siux) llevaban muchos años cazando en las praderas norteamericanas antes de la invasión de los europeo-americanos. Los lakota, y sus aliados los arapaho y los cheyenne, lucharon contra los invasores. Comandados por el cacique Red Cloud, derrotaron a la caballería en 1868 en la guerra de Boseman Trail. El gobierno se vio obligado a firmar el tratado de Fort Laramie. Este decía que las tierras que rodean los Black Hills (los Cerros Negros, lugar sagrado de los lakota), que abarcan el este de Montana, Wyoming y el oeste de Dakota del Norte y del Sur, pertenecerían al pueblo lakota para siempre.

El gobierno violó el tratado en poco tiempo, cuando se descubrieron yacimientos de oro en los Black Hills. La caballería (al mando del general George Custer) llegó a proteger a los buscadores que inundaron la región. Los colonos masacraron sistemáticamente a los búfalos, la base de la vida de los lakota. En 1876 estalló una guerra y, a pesar de la muerte de Custer y su caballería en la batalla de Little Big Horn, el ejército a la larga derrotó a los indígenas y mató a dos de sus grandes dirigentes: Crazy Horse y Sitting Bull.

El 29 de diciembre de 1890, en un pueblo llamado Wounded Knee, el ejército masacró sin piedad a 300 lakota, que huían en medio del frío invernal.

Ese mismo año, acorraló a los últimos grupos de lakota en campos de concentración conocidos como “reservas”.
Cien años de maltrato

Durante los cien años siguientes, trataron de que los indígenas se dedicaran a la agricultura, abandonaran su idioma y cultura, se consideraran “ciudadanos estadounidenses”, y se asimilaran a la sociedad. A los niños los separaron de sus padres y les prohibieron hablar su propio idioma. Prohibieron ceremonias religiosas tradicionales como la Danza del Sol. Llegaron misioneros cristianos a convertirlos y el gobierno estableció “consejos tribales” para imponer su voluntad en las reservas.

Las consecuencias de cien años de ocupación y represión armada han sido devastadoras. El promedio de vida de los lakota es de 46 años. El suicidio y el alcoholismo son altísimos. En 1973 había 137 iglesias en la reserva de Pine Ridge: más de una iglesia por cada 100 habitantes.

Los indígenas son una de las capas más pobres de la población. En los años 60 el desempleo en la reserva alcanzaba el 54%. La mayoría de los trabajos eran del gobierno federal o tribal. Un tercio de la población dependía de la ayuda pública o de pensiones del gobierno.

En los años 70, solo la mitad de la tierra de la reserva pertenecía a los indígenas, y el gobierno federal preparaba un nuevo robo. Los Black Hills y la reserva de Pine Ridge contienen enormes depósitos de uranio, que es crucial para la construcción de armas nucleares. Los autores del libro Agents of Repression señalaron: “En general, los planes de industrialización de los Black Hills son asombrosos. El proyecto cuenta con un gigantesco parque industrial de una veintena de plantas de más de 10.000 megavatios operadas con carbón, una docena de reactores nucleares, grandes tuberías de lechado de carbón que usarán millones de galones de agua, y por lo menos 14 grandes minas de uranio”.

Toneladas de desperdicio radiactivo contaminaron el riachuelo Cottonwood y se filtraron a las aguas subterráneas de Pine Ridge, exponiendo a docenas de miles a radiación.

En los 60, se forjó un poderoso movimiento de resistencia de los pueblos indígenas de Estados Unidos. Su punto culminante fue la ocupación armada de Wounded Knee en 1973.
Nace el Movimiento Indígena Americano

El cerco de Wounded Knee se dio en medio del repunte de lucha contra la guerra de Vietnam y el movimiento de liberación negra en Estados Unidos en los años 60 y 70. El pueblo vietnamita estaba dándole duro a la máquina militar yanqui. Todo el país se sacudía por la lucha contra el sistema.

En 1968 se formó el Movimiento Indígena Americano (AIM). Inspirados por el Partido Pantera Negra, indígenas de los ghettos urbanos echaron raíces en las comunidades indígenas y formaron comités de seguridad para defenderse del maltrato racista de la policía y los tribunales. Su meta era unir a los indígenas de todos los pueblos en un solo movimiento.

AIM participó en numerosas luchas, como la ocupación de la isla de Alcatraz en la bahía de San Francisco (que duró 19 meses), ocupaciones del monte Rushmore, un “Día de Luto” celebrado en Plymouth Rock el día de Acción de Gracias y una caravana de Tratados Violados a Washington, D.C., que terminó con la toma del edificio del BIA.

En febrero de 1972 Raymond Yellow Thunder, un lakota, fue golpeado y secuestrado por dos hombres blancos de Gordon, Nebraska. Lo llevaron a un salón de baile de la Legión Americana, donde una manada de blancos lo patearon una y otra vez. Su aporreado cadáver apareció dos días después. Tales ataques de racistas blancos y la policía eran pan de todos los días en Pine Ridge. AIM organizó una caravana de 200 carros a Gordon y obligó a las autoridades a presentar serios cargos contra los asesinos y a destituir al jefe de la policía.

Severt Young Bear dijo: “Cuando AIM vino y ayudó a la familia a investigar la muerte, los más viejos que viven en las reservas, en la zonas rurales, alzaron la cabeza y empezaron a hablar. Y han hablado contra el BIA, el gobierno tribal, el sistema de orden público en la reserva y los maltratos por rancheros no indígenas que viven en la reserva. La copa finalmente se desbordó en Wounded Knee”.

Al gobierno le preocupaba mucho la creciente influencia de AIM en Pine Ridge. En la primavera de 1972 el Buró de Asuntos Indígenas impuso la candidatura de Dick Wilson como jefe tribal. Wilson era un reaccionario, patriota a morir y detestaba a AIM. Inició un reino de terror en la reserva contra AIM y sus simpatizantes. Su grupo de guaruras pagados con fondos tribales, llamados los “GOONS” (Guardianes de la Nación Oglala), amenazaron, maltrataron, golpearon y tirotearon a cientos de personas. Hirieron a familiares de activistas y quemaron sus casas.

La Organización de Derechos Civiles de los Siux Oglala (OSCRO), a la cabeza de los indignados residentes de la reserva, trató de sacar a Wilson por las buenas, conforme a la ley. En respuesta, él llamó a la policía del BIA y el FBI para protegerlo. Empezaron a vigilar todo movimiento de AIM y de OSCRO. Wilson prohibió todas las reuniones y protestas públicas.

En febrero de 1973 se vislumbraba una gran confrontación.
El sitio de Wounded Knee

El 27 de febrero, una caravana de 200 carros llenos de indígenas y simpatizantes viajaron de noche a Wounded Knee. Un líder de AIM explicó por qué: “Nuestra idea inicial era ir al Buró de Asuntos Indígenas de Pine Ridge y botar el gobierno a la fuerza. Pronto nos dimos cuenta de que eso era imposible, porque lo tenían completamente rodeado de alguaciles federales y agentes del BIA, bolsas de arena, ametralladoras y fortificaciones por todo el pueblo. Para evitar una batalla campal, decidimos venir a Wounded Knee, porque tiene una importancia histórica para nuestro pueblo y porque está ubicado en el corazón de la reserva Pine Ridge. Viniendo aquí, ocupando este lugar, le queríamos decir a la nación siux que podía contar con nosotros, que lucharíamos con ellos y los protegeríamos”.

Al llegar a Wounded Knee, hicieron una declaración de sus demandas: querían audiencias sobre el tratado de Fort Laramie de 1868 y una investigación al Buró de Asuntos Indígenas y al gobierno tribal de Pine Ridge.

El gobierno respondió con 300 policías, alguaciles federales y agentes del BIA y el FBI; rodearon Wounded Knee y pusieron barricadas en la carretera. Nadie podía entrar y arrestaban a todos los que salían. Como describe el libro Agents of Repression: “En la primera operación dentro de las fronteras nacionales desde la guerra de Secesión, el Pentágono invadió a Wounded Knee con 17 transportadores blindados, 130.000 balas de M-16, 41.000 balas de M-1, 24.000 bengalas, 12 lanzadores de granadas M-79, 600 cajas de gas lacrimógeno C-S, 100 rondas de explosivos M-40, helicópteros, jets Phantom y personal, bajo la dirección del general Alexander Haig”.

Los amerindios excavaron sus propias trincheras y pusieron barricadas. Formaron un escuadrón de seguridad dirigido por un veterano de Vietnam. Se comunicaban con radios de banda corta entre trincheras, con su cuartel general y con los que patrullaban a pie. Se armaron con pistolas calibre .22, escopetas, varios rifles de caza y un AK-47 que un veterano se había traído de Vietnam. Para eludir los retenes del gobierno, llegaban a caballo o a pie con comida, medicinas y municiones.

Durante los siguientes 70 días las autoridades provocaron tiroteos casi diariamente. Dispararon miles de balas y lanzaron gas lacrimógeno para despejar las trincheras. El gobierno rechazó todas las propuestas de los indígenas. Pero no se rindieron.
La Nación Oglala Independiente

El 10 de marzo, las autoridades retiraron sus barricadas con la esperanza de que los indígenas se entregaran. Por el contrario, estos lo vieron como una victoria y aprovecharon la oportunidad para fortalecerse. Cientos de simpatizantes llegaron a Wounded Knee con alimentos y medicinas.

Al día siguiente, los jefes y líderes espirituales de la Nación Oglala y AIM declararon el renacimiento de la Nación Oglala Independiente. Ciento ochenta y dos oglalas, 160 indígenas de otras naciones y siete blancos se declararon ciudadanos. Exigieron una discusión del Tratado de Fort Laramie con representantes del gobierno federal.

Una lakota recordó: “Por primera vez en años, el pueblo oglala se podría organizar de acuerdo con los antiguos valores espirituales tradicionales. La vida de los indígenas es su espiritualidad. ?Eramos libres! Era la primera vez que teníamos libertad. Organizamos un hospital y una escuela para nuestros hijos, teníamos un comisariato colectivo y nuestra propia fuerza de seguridad para proteger nuestras fronteras. Hombres y mujeres se casaron, y nacieron niños en una tierra libre. Por 71 días el pueblo indígena mandó. Hombres y mujeres trabajaron lado a lado en la cocina, en los búnkers, en las patrullas, en el hospital, y en las escuelas y en las constantes negociaciones con el gobierno”.
Una posición firme recibe
fuerte apoyo

La valerosa posición de Wounded Knee inspiró a millones. Otras naciones indígenas cancelaron contratos con las compañías mineras. Simpatizantes de más de 60 naciones se colaron por las barricadas para unirse a sus hermanos. Muchos arriesgaron la vida para transportar por avión alimentos al lugar sitiado. Cientos caminaron muchos kilómetros por los cerros para unirse a la lucha o llevar comida y medicinas. Médicos y enfermeros de todo el país fueron a ofrecer sus servicios. Muchos eran veteranos de Vietnam. De todo el mundo llegaron telegramas de apoyo. Miles de personas participaron en manifestaciones de apoyo por todo Estados Unidos y todo el mundo.

Ese amplio apoyo le impidió al gobierno lanzar un gran ataque militar.
Las tácticas del gobierno

Por eso el gobierno intentó sacarlos a fuerza de hambre, poniendo más soldados y organizando constantes patrullas. Desde el 11 de marzo muy pocos alimentos y medicinas lograron entrar. El 26 de marzo el gobierno cortó las líneas telefónicas y los últimos periodistas se fueron de Wounded Knee.

Esa noche el gobierno lanzó un gran ataque: ?más de 20.000 balas en una sola noche! Al día siguiente el gobierno anunció docenas de acusaciones contra los sitiados.

También desató una ola de represión a nivel nacional contra los simpatizantes de la ocupación: la policía allanó organizaciones como la Cruzada por la Justicia, un grupo de chicanos de Denver, Colorado; balaceó a numerosos indígenas y partidarios, y detuvo a los que reunían comida y medicina para Wounded Knee.

El 5 de abril las negociaciones se rompieron otra vez porque el gobierno repitió la condición de entregar las armas. Clyde Bellecourt de AIM dijo: “A nuestros compañeros no les gusta nada que lleguen alguaciles armados a buscarlos y ellos no tengan armas. Tienen muy presente lo que le pasó a Big Foot y su banda en 1890, y desconfían totalmente del gobierno en este momento”.

El gobierno comenzó una gran balacera el 17 de abril. Un balazo le dio al apache Frank Clearwater en la cabeza y lo mató. El 26 de abril murió de un balazo en la cabeza Buddy Lamont, un oglala de Pine Ridge.

El 4 de mayo, la Casa Blanca prometió en una carta una reunión para discutir el Tratado de Fort Laramie, si entregaban las armas. Cuando decidieron hacerlo el 9 de mayo, más de 150 personas se fueron de Wounded Knee durante tres noches, llevándose sus armas.

El gobierno no cumplió una sola demanda. El 31 de mayo cientos de indígenas esperaban a los representantes de la Casa Blanca. Un auxiliar de Nixon les entregó una carta que declaraba: “Los días de hacer tratados con los indios terminaron en 1871, hace 102 años…”.

El gobierno no investigó al BIA, como prometió. No le hizo juicio a Wilson ni a sus guaruras. En cambio, el FBI acusó a casi 700 personas en conexión con la ocupación de Wounded Knee.

Durante los siguientes tres años 69 miembros y partidarios de AIM fueron asesinados en Pine Ridge. Hubo más de 300 ataques y balaceras. AIM hizo todo lo posible por defender al pueblo y hacer cumplir sus demandas. En medio de esa lucha, el gobierno acusó falsamente a Leonard Peltier, un dirigente de AIM, de matar a dos agentes del FBI y lo encerró de por vida.

*****

“Querían meternos a la cárcel, llevarnos ante sus tribunales, condenarnos a muchos años en sus penales. Querían infundirnos miedo. Pero… no nos dejamos asustar por las amenazas del FBI. No nos preocupaban porque ya habíamos estado en sus penales. Les decíamos: `Estamos hartos de eso'”.

Dennis Banks, Movimiento Indígena Americano

Durante cien años, Wounded Knee fue un símbolo de las horribles masacres de los indígenas por la caballería. Pero en 1973, se volvió un símbolo de algo muy distinto: de resistencia y de territorio liberado.

Veinticinco años más tarde, esta histórica ocupación sigue siendo un poderoso símbolo de esperanza y lucha. Nunca se olvidarán los días de libertad y sacrificio en Wounded Knee.

Fuentes

? Voices From Wounded Knee: The People Are Standing Up (Voces de Wounded Knee: El pueblo se levanta), publicado por Akwesasne Notes

? In the Spirit of Crazy Horse (Al espíritu de Crazy Horse), de Peter Mathiessen

? Agents of Repression: The FBI’s Secret Wars Against the Black Panther Party and the American Indian Movement (Agentes de la represión: La guerra secreta del FBI contra el Partido Pantera Negra y el Movimiento Indígena Americano), de Ward Churchill y Jim Vander Wall

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Tiempos actuales con los indigenas norteamericanos

Casi todo el mundo coincide en que los habitantes de los continente americano provienen de de Asia. Hace al menos 20.000 años, los primeros humanos cruzaron lo que hoy en día llamamos estrecho de Bearing, entre Alaska y Siberia. En diferentes olas migratorias, fueron pasando hacia América, que poco a poco poblaron.

He dicho casi todo el mundo porque, entre otros, los lakota dicen tener su origen en este mundo al salir de una cueva a las He Sapa (Black Hills, en el estado de Dakota del Sur).
Sin entrar en discusiones, en lo que si que coincide todo el mundo es que los lakota se convirtieron a finales del siglo XVIII y mediados del XIX en el grupo tribal más poderoso de la gran pradera en el centro del continente americano, entre los ríos Missouri y las Rocosas. Eran un grupo cazador recolector, que gracias al caballo, seguía los grandes rebaños de bisontes, una fuente casi inagotable de alimento…

La llegada de los blancos (o europeos, como preferís llamar a nuestros antepasados que fueron a hacer fortuna a aquellas tierras) fue bastante tranquila en un principio, ya que se trataba de comerciantes. Pero pronto fueron llegando otros muchos, y con ellos, aquello que se demostró ser peor que todos los ejércitos: las enfermedades. Se calcula que un 90% de las bajas entre las tribus se produjeron debido a simples resfriados, gripes, viruelas…. en un solo invierno, la gran tribu de los Hidatsa quedó diezmada; los Pies Negros, que impedían el paso de los blancos durante más de veinte años, no tuvieron mes remedio que detener sus ataques: no quedaban apenas guerreros vivos al cabo de tres años de enfermedades!

Con pocas tribus fue necesaria la intervención de la caballería. Y de hecho, al contrario de lo que nos ha explicado Hollywood, sólo actuó a gran escala cuando los últimos en resistir estaban ya pensando como adaptarse al nuevo mundo que los caía encima. Desde un punto de vista militar, la estrategia más eficaz del gobierno de los Estados Unidos fue matar bisontes. La tribu que no enfermaba se moría de hambre!

La mayor parte de las batallas las ganaron los lakota, los cheyenne…. las diferentes tribus eran militarmente superiores a una caballería plagada de reclutas que en muchos casos, no hablaban ni inglés. Eran sociedades guerreras, defendían su tierra, y no les faltaban armas de fuego. Pero enfermos y sin bisontes, su mundo se hundió. El 1876 vencieron a Custer y su séptimo de caballería. Un año más tarde, todos se habían rendido o huido a Canadá… para volver unos años más tarde. Las películas tienden a explicar la historia en función de las batallas. Los indios pueden ser buenos o malos, pero siempre nos dicen que en pocos años, su mundo desapareció… con ellos incluidos. El último acontecimiento de las guerras indias, y que se considera el final de la conquista del continente americano, fue la masacre de Wounded Knee. Ya no quedaban indios.

Y no fue así. No muchos sobrevivieron, quedaron anímicamente destrozados…. pero seguían vivos. El siglo XX, las leyes y todos los esfuerzos siguieron, para hacer de ellos unos buenos americanos. Los han seguido robando tierras de las reservas que tenían que ser de ellos para siempre. Sus reservas fueron redefinidas (en algunos casos hasta desaparecer), muchas tierras vendidas a los blancos que a partir de 1910 empezaron a colonizar grandes partes de Dakota. Los han enviado a escuelas lejanas, internados, donde los avergonzaban por ser salvajes, y los ponían jabón en la boca por hablar lakota. Los han hecho emigrar a las ciudades (el 80% de la población india de los Estados Unidos vivo en gran ciudades, fuera de las reservas). Pese a todo, siguen siendo lakota, cheyenne, crow (absarooka)…. las tradiciones, no sólo no se han perdido, sino que muy lentamente, se recuperan. El alcoholismo hace estragos, pero algunos luchan contra ello y hay en estos momentos un gran movimiento de retorno a la religión tradicional. Los bisontes ya han dejado de ser una especie en peligro de extinción… Estan vivos, y la lucha para seguir siendo lakota no cesa. Y además, ya tienen a sus primeros maestros, abogados…

tradición y modernidad

Van con tejanos, conducen coches, juegan a baloncesto, hablan por móvil, les gusta el heavy metal y el blues, y siguen los seriales de la tele… ¿qué queda de aquellos guerreros de las películas, de los grandes líderes espirituales que los hacían vivir en una harmonía perfecta con la naturaleza?!? Bien, ni las películas debían de ser tan fieles a la realidad, ni el hecho de no vivir en tipis los ha hecho perder ni la identidad ni su espiritualidad.

Y afirmo que el cine no ha sido demasiado bueno con ellos (excepto contadas ocasiones) porque si hay un primer detalle que los define (y que nunca aparece) es un sentido del humor a veces corrosivo!!! Este sentido del humor los ha ayudado a superar los momentos más duros del siglo pasado, cuando no avistaban futuro alguno. En resumen, son seres muy humanos, y poco que ver tienen ni con las películas ni con los mitos que nuestra sociedad construye con ellos.

Por otra parte, es preciso señalar que entre los lakota, como entre la mayor parte de las sociedades del mundo, el conocimiento es hermético. Sólo se pasa a quien el merece.. si hay alguien que lo merece. Nuestros viajes no les introducirán a estos conocimientos, no seamos pretenciosos. Les ofrecemos descubrir a unas personas con un sistema de valores y creencias que van mucho más allá del mito, de lo que han leído, oido, visto e imaginado sobre ellos. No asistiremos a ninguna ceremonia secreta, ni conoceremos a supuestos chamanes… de hecho, entre los lakota no han habido chamanes!

Incluso, cansados de “new age” y buscadores de la espiritualidad india, en algunas reservas ya han aplicado leyes con las que se protegen de lo que llaman de espolio de su espiritualidad, y castigan el abuso que se hace a través de ceremonias lucrativas, generalmente lejos de las reservas, por parte de supuestos líderes espirituales.

la pradera

Hay un elemento esencial en todo viaje a esta amplia parte de los Estados Unidos. Nos resulta muy complicado de describirlo. Tan solo podemos decir que se asemeja al infinito: la pradera. Un mar de hierba, un horizonte bajo, un cielo inmenso, espacio, mucho espacio… Estos itinerarios que les ofrecemos no tendrían nada que ver, sin este territorio vasto, sin barreras. Para entender a los lakota, para entender este mundo, es preciso ver la pradera, estar allí en medio.

Desde un punto de vista geográfico, la pradera es un espacio llano, con un suelo generalmente poco fértil, donde reina la hierba, y con un clima continental extremo. En verano se alcanzan con cierta facilidad los 40 grados, y en invierno también, ¡aunque bajo cero! Se forman grandes tormentas, que en verano son con gran aparato eléctrico. Y en algunas ocasiones, un tornado aparece. En invierno, nieva relativamente poco (el clima es seco), y de vez en cuando se producen tormentas de nieve y vientos del norte de grande fuerza: simplemente espeluznante.

política, el movimiento indio americano

Tenemos la tendencia a interpretar los acontecimientos bajo el punto de vista propio. Así pues, esperamos encontrar un movimiento político de resistencia. Y dado que las noticias de los años 60 y 70 nos lo presentaron, a él nos agarramos: nos refirimos al A.I.M., el Movimiento Indio Americano. Debemos destacar que fue éste un movimiento urbano, nacido en las grandes ciudades, fundado por los hijos de los que fueron más o menos obligados a emigrar a las ciudades en los años 50. Tiene poco que ver con los tradicionalistas, aunque en un determinado momento, se alían con ellos. Ello dio lugar al principal acontecimiento de la historia contemporanea india: el levantamiento de Wounded Knee de 1973. Desde un punto de vista inmediato, fue un fracaso. Sus líderes fueron encarcelados, la mayor parte de los lakota y otras tribus los menospreciaron… pero la prensa se hizo eco del aconteciemiento, y habló de una revuelta india, como en las películas. Por una vez, esta tergiversación fue positiva, y hoy en día, se considera Wounded Knee del 73 como un cierto inicio del despertar de los indios, y de los lakota más en concreto.

Del A.I.M. queda poco. Su lider más importante, Russell Means, participó como actor en varías películas, entre ellas “El Último de los Mohicanos”. Otro de ellos, Robidoux, vive en Sitges. En las reservas, el A.I.M. no tiene ningún tipo de peso político.

CRONICAS DEL MEDIO OESTE EN EU

CRONICAS DEL MEDIO OESTE EN EU
Nada a cambio de un esforzado trabajo
Jim Cason y David Brooks, enviados, Tilden, Nebraska n John Dittrich, un granjero de tercera generación, maneja por las pequeñas carreteras de terracería que vinculan campo tras campo de siembra en esta zona rural. Cada terreno y casa que pasa, cuenta una triste historia: éstos abandonaron su granja hace cinco años, aquéllos rentaron todos sus campos después de 50 años de trabajarlos, estos otros se declararon en bancarrota el año pasado.
“Miren, tengo 3 mil 500 acres, cada acre tiene 24 mil plantas de maíz, tengo tractores, camiones y equipo agrario de último modelo –señala Dittrich, sentado en su oficina equipada con computadoras y servicios electrónicos de punta que monitorean cualquier cambio climático, económico y político que pueda afectar a un granjero–. Cualquier pequeño productor o campesino mexicano vería esto que tengo como lo más rico y próspero, pero enfrentamos el mismo problema que sufren ellos: no ganamos lo suficiente para pagar los costos de producción”.
Dittrich trabaja ahora más horas y produce más maíz que nunca en sus 17 años de cultivar estas tierras, pero también gana menos que nunca.
“Cuando empecé a trabajar la tierra, en 1982, mis 250 acres producían utilidades. Hoy, 17 años después, yo y mi hermano tenemos 3 mil 500 acres y no generamos ingreso, más bien pérdidas”, dice.
“A la gente que produce los alimentos que todos comemos no se les está pagando”, afirma Dittrich, que trabaja las mismas tierras de sus abuelos. Ejemplifica: un granjero podría trabajar en sus mil acres 60 a 70 horas a la semana, más otras 40 horas en otro empleo, y generaría una producción de 350 mil dólares, pero su ingreso sería cero después de pagar gastos.
El problema clave, señala Dittrich, es que un número muy reducido de agroempresas controlan hoy todo el sector maicero y de granos básicos en este país, y comenta: “Desearía que el público estadunidense y el Departamento de Justicia estuvieran tan interesados en investigar la concentración empresarial en el sector alimenticio como lo están en la capacidad de Microsoft de controlar un software de 30 dólares”.
Cuatro empresas controlan ahora casi tres cuartas partes de todo el mercado de maíz en este país de la abundancia, y concentraciones similares se están realizando en los otros sectores agrarios, según la Unión Nacional de Granjeros.
Entre estas cuatro está la ADM, la que tiene un convenio conjunto con Maseca de México, recuerda Dittrich. También, una fusión empresarial aprobada recientemente permitirá que otra agroempresa, Cargill, asuma el control de 50 por ciento del mercado de granos básicos a nivel mundial.
“Estas empresas son las que se encuentran entre nosotros los productores y los consumidores”, comenta Dittrich.
Como resultado, dice, los precios que se pagan a los granjeros se reducen mientras los precios al consumidor se elevan y los únicos que salen ganando son esas enormes empresas, por eso no hay ninguna relación entre el precio del maíz al comprarse del granjero y el precio de ese producto en el mercado.
Explica que el precio por bushell de maíz hace 17 años era de 3.17 dólares, pero hoy se vende a sólo 1.80 a pesar de una tasa de inflación acumulada en el periodo de 64 por ciento. Los 3.17 dólares de 1982 serían ahora 4.70.
Señala que hasta el propio Departamento de Agricultura calcula que le cuesta hoy a un granjero aproximadamente 2.40 dólares producir un bushell de maíz, y, con el precio en el mercado de sólo 1.80, los agricultores están perdiendo 60 centavos de dólar por bushell.
Los granjeros y sus tierras son básicamente colonias dentro de Estados Unidos que producen materias primas baratas para la nación madre: “Tenemos una economía en auge mientras que el sector que produce todo el alimento no recibe nada por ello”.
El granjero de 40 años dice que los esfuerzos anteriores para investigar los mecanismos utilizados por las empresas transnacionales para controlar los precios de los productos básicos, han fracasado por la enorme influencia política que han obtenido las empresas a través de sus contribuciones políticas en Washington, y que “nunca vamos a lograr cambiar todo esto hasta que se cambie todo el sistema del financiamiento de los políticos electos”.
Advierte que habrá consecuencias dramáticas en el carácter nacional de la economía si no se cambia este sistema.
“Lo que temo es que si no cambia nada, la situación agraria seguirá deteriorándose y la estructura pasará de una de granjas familiares a una donde las transnacionales tomaron un control total del sector”, y “entonces tendremos una estructura agraria que ya no responderá a las necesidades del pueblo, ni de su gobierno electo”, advierte John Dittrich.

La región lakota, tierra de heridas
Wounded Knee, Reservación Indígena Pine Ridge, Dakota del Sur n Aquí está el famoso sitio conocido como Wounded Knee (Rodilla Herida), y la escuela primaria se llama Little Wound (Pequeña Herida). Es tierra de heridas, de conquistadores, de rebeldes, de sangre que corre por este lugar tan antiguo, poblado por un pueblo que bajó de las estrellas y que enfrentó a otro cuya bandera de estrellas intentó domarlo.
Pero los antiguos guerreros de estas partes –Crazy Horse (Caballo Loco), Sitting Bull (Toro Sentado), y otros– siguen llamando a algunos a mantener viva la resistencia de un pueblo que nunca se rindió.
El sitio de la batalla de Wounded Knee de 1890 se encuentra en un cruce de caminos en la reservación Pine Ridge, marcada con un simple anuncio. Aquí unos 300 indígenas fueron masacrados hace un siglo, y un cementerio ubicado en una colina incluye las tumbas colectivas de los abuelos y bisabuelos de algunos artesanos que tratan de vender algo a los turistas que aparecen.
Este sitio marca el corazón de la resistencia indígena contra los ataques de los invasores, no sólo los de hace cien años, sino también los de hoy.
En el año 1890, 300 hombres, mujeres y niños indígenas fueron masacrados por fuerzas del gobierno estadunidense en Wounded Knee, que se volvió símbolo nacional de la resistencia india y una memoria viva de la historia brutal de la relación entre Washington y los pueblos indígenas.
Aquí los líderes Crazy Horse y Red Cloud (Nube Roja) lucharon contra los blancos que llegaron a robarse estas tierras.
En Wounded Knee, un siglo más tarde, en 1973, miembros del Movimiento del Indio Americano lucharon contra fuerzas del gobierno estadunidense en un sitio de 71 días y revivieron demandas por una soberanía real de los indígenas. Encabezados por Russell Means, Dennis Banks y Clyde Bellecourt, los activistas ocuparon un centro de comercio y durante más de dos meses sostuvieron un enfrentamiento armado con más de 300 agentes del FBI, del Servicio Federal de Alguaciles y de la policía del Buró de Asuntos Indígenas.
Este hecho inspiró un renacimiento del movimiento nacional de resistencia indígena por la dignidad y por la demanda nacional de respeto a los violados tratados de soberanía de las etnias.
La tierra aquí es de pastoreo, creada para el búfalo, con pequeñas colinas interrumpidas por arqueología volcánica. Vacas bien nutridas adornan casi todo espacio abierto y, de vez en cuando, puede verse un búfalo.
Las casas son frágiles, algunas son móviles, y hay esqueletos de carros usados por dondequiera, pero se ve muy poca gente en esta reservación que ocupa casi 5 mil millas cuadradas en la esquina sudoeste del estado de Dakota del Sur. Es la segunda reservación indígena más grande de las 314 que existen en este país.
Pero la belleza natural de esta tierra esconde otra realidad. La reservación indígena Pine Ridge, técnicamente una “nación indígena” separada establecida por el gobierno estadunidense, es considerada la zona más pobre de Estados Unidos.
El desempleo oficial supera 80 por ciento, los ingresos son un tercio del promedio nacional y dos de cada tres de los cerca de 20 mil habitantes viven en la pobreza. Tomando en cuenta las estadísticas del gobierno federal, el ingreso per cápita es inferior al de México.
De las más de 500 tribus reconocidas oficialmente dentro del territorio estadunidense, la de Pine Ridge registra los niveles más altos de alcoholismo, tuberculosis y diabetes. Rodeada por el país más rico del mundo, casi 20 por ciento de la población no tiene electricidad ni agua potable.
Esto es todo lo que queda de una nación indígena llamada Oglala Lakota o Sioux, que en 1830 contaba con entre 800 mil y un millón de miembros, pero que para fines del siglo pasado había sido reducida a menos de 10 mil; unos, muertos por balas del gobierno estadunidense, pero miles más a causa de las enfermedades del hombre blanco.
Pero los indígenas de estas partes, los abuelos y bisabuelos de los habitantes de Pine Ridge, fueron los que ofrecieron la mayor y más feroz resistencia al gobierno estadunidense invasor. Guerreros como Red Cloud y Crazy Horse fueron responsables de dos de las tres derrotas más graves que sufrió él ejercito estadunidense en las guerras contra los indígenas.
Red Cloud con su breve guerra contra Estados Unidos llevó a la negociación del tratado del Fuerte Laramie en 1868, donde se reconoce un territorio de los lakotas, que se extiende a lo largo y ancho de los que hoy son cinco estados de esta zona. Menos de seis años después, el gobierno estaduni-dense deseaba violar ese tratado –en parte por el descubrimiento de oro en este territorio– y se reinició el conflicto armado.
En la defensa del acuerdo violado, Crazy Horse derrotó y mató al general George Armstrong Custer y 200 de sus soldados en la famosa batalla de Little Big Horn.
El sitio donde está enterrado el gran guerrero indígena Crazy Horse se mantiene en secreto para que nunca lo descubran los blancos, y cuentan los lugareños, igual como se hace en México con Emiliano Zapata, que algunas noches se puede ver cabalgando a Crazy Horse llamando a su pueblo a la resistencia.
El baile comienza de nuevo…
Pine Ridge, Dakota del Sur n El pueblo indígena de Lakota Sioux empieza a bailar otra vez. Hace más de cien años, el 29 de diciembre de 1890, cientos de indígenas fueron masacrados por tropas federales estadunidenses, por bailar.
Rick Two Dogs (Dos Perros), un curandero, prepara a un grupo de su pueblo para el Baile del Sol (Sundance). “Es una tradición de miles de años, es un rito que fortalece, que recupera el equilibrio entre el hombre y la naturaleza, que da gracias al creador”, informa Two Dogs en entrevista con La Jornada.
Two Dogs fue instruido desde los ocho años por su abuelo para ser líder espiritual. Sentado bajo una foto del abuelo –un hombre con una cara de feroz dignidad– Two Dogs cuenta que en 1889 el gobierno estadunidense promulgó una ley –el Acta de Ofensas Indígenas– que prohibió las ceremonias indígenas, lo que perduró hasta los años 50. Sólo se permitían los bailes y los ritos como parte de exhibiciones para turistas, o en actos de carnaval. Los indígenas lakota o sioux tendrían que mantener sus tradiciones en la clandestinidad, “mi familia tuvo que hacer todo en secreto”.
Su abuelo, testigo a los 10 años de la derrota del ejército de Custer en Little Big Horn y vivió para ver la primera aventura astronáutica de John Glenn, pasó su sabiduría al nieto. “Tuve la fortuna de crecer sin electricidad, sin televisión”, dice.
“Mi abuelo fue mi guía, a través de los cuentos, los cuentos que contienen el conocimiento tradicional de las generaciones –cuenta–. Nuestro cuento de creación dice que antes que nada existía la roca, que nuestra gente llegó aquí de siete estrellas”.
Informa que el número siete es sagrado porque hay siete fuegos que sostienen este pueblo compuesto por siete familias extendidas, las cuales son parte de siete bandas del pueblo lakota.
“Nuestra soberanía surge de estos cuentos y cuando se olvidan es cuando perdemos nuestra soberanía –dice–. La esperanza para el futuro es recuperar estas historias, nuestro idioma, nuestras formas tradicionales; cuando los jóvenes las rescaten. Nosotros no medimos la riqueza por el tamaño de nuestras casas o coches. Seremos ricos cuando más de mi gente hable nuestro idioma, conozcan sus cuentos y tradiciones”.
Este pueblo, dice, “sólo podrá rescatarse si regresa a sus formas de vida, de conocimiento de su propia identidad. Aquí no había jefes, había líderes del pueblo, pero cada uno era líder por el respeto que merecía, por lo que lograba, por su integridad. Un líder no duraba mucho si no era honesto. Cuando los blancos llegaron y demandaron ver a nuestros jefes, pues no había… entre nosotros empujábamos a cualquiera, diciendo, hazla de jefe para éstos”.
Continúa: “Aquí ni Crazy Horse podía mandar a nadie. Uno como él podía tomar la decisión de irse a la guerra, pero cada individuo tomaba su propia decisión de seguirlo o no, y si no, se iba solo. Los blancos impusieron una forma de gobierno donde elegimos a nuestros líderes en elecciones cada dos años, pero eso no tiene nada que ver con nuestra forma de vivir. Los líderes verdaderos son los tradicionales, los naturales y no los electos.”

Carta del Jefe indio Seatle

Carta del Jefe indio Seatle
al presidente de los Estados Unidos

En 1854, el presidente de los Estados Unidos
(Franklin Pierce, entonces)
hizo la propuesta de comprar gran parte de sus tierras a una tribu india, ofreciéndoles en contrapartida,
la concesión de otra “reserva”.
La carta de respuesta del Jefe Seatle, distribuida por la ONU,
y más adelante publicada íntegramente,
ha sido considerada, a través del tiempo,
como uno de los más bellos y profundos pronunciamientos hechos
sobre la defensa del medio ambiente.
Ésta es una de las versiones más en uso.

“¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento, ni aun el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida.

Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas ¿cómo podrían Uds. comprarlos?

Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en los oscuros bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto es sagrado a la memoria y al pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas.

Los muertos del hombre blanco olvidan su país de origen cuando emprenden sus paseos entre las estrellas; en cambio, nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra, puesto que es la madre de los pieles rojas. Somos parte de la tierra y, asimismo, ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; éstos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor de! cuerpo del caballo y e! hombre, todos pertenecemos a la misma familia.

Por todo ello, cuando el gran Jefe de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras dice que nos reservará un lugar en el que podamos vivir confortablemente entre nosotros. Él se convertirá en nuestro padre y nosotros en sus hijos. Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Ello no es fácil, ya que esta tierra es sagrada para nosotros.

El agua cristalina que corre por ríos y arroyuelos no es solamente agua sino también representa la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos la tierra deben recordar que es sagrada y deben enseñar a sus hijos que es sagrada y que cada reflejo fantasmagórico en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos y memorias de las vidas de nuestras gentes. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.

Los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed; son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras, Uds. deben recordar y enseñarles a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos y también lo son suyos, y, por tanto deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. Él no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana, sino su enemiga, y una vez conquistada sigue su camino, dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle. Le secuestra la tierra a sus hijos.

Tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano el firmamento como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores. Su apetito devorará la tierra dejando atrás sólo un desierto.

No sé, pero nuestro modo de vida es diferente al de Uds. La sola vista de sus ciudades apena los ojos del piel roja. Pero quizá sea porque el piel roja es un salvaje y no comprende nada.

No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar cómo se abren las hojas de los árboles en primavera o cómo aletean los insectos. Pero quizá también esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada. El ruido sólo parece insultar nuestros oídos. Y, después de todo ¿para qué sirve la vida si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un estanque?

Soy un piel roja y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, así como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado con aromas de pinos.

El aire tiene un valor inestimable para el piel roja, ya que todos los seres comparten un mismo aliento, la bestia, el árbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del aire que respira; como un moribundo que agoniza durante muchos días es insensible al hedor, pero si les vendemos nuestras tierras deben recordar que el aire nos es inestimable, que el aire comparte su espíritu con la vida que sostiene. El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida también recibe sus últimos respiros. Y si les vendemos nuestras tierras, Uds. deben conservarlas como cosa aparte y sagrada, como un lugar donde hasta el hombre blanco pueda saborear el viento perfumado por las flores de las praderas.

Por ello, consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla yo pondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.

Soy un salvaje y no comprendo otro modo de vida. He visto a miles de búfalos pudriéndose en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo cómo una máquina humeante puede importar más que el búfalo al que nosotros matamos sólo para sobrevivir.

¿Qué seria del hombre sin los animales? Si todos fueran exterminados, el hombre también moriría de una gran soledad espiritual; porque lo que sucede a los animales también le sucederá al hombre. Todo va enlazado. Deben enseñarles a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos. Inculquen a sus hijos que la tierra está enriquecida con las vidas de nuestros semejantes a fin de que sepan respetarla. Enseñen a sus hijos que nosotros hemos enseñado a los nuestros que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra les ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo se escupen a sí mismos.

Esto sabemos: la tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece la tierra. Esto sabemos. Todo va enlazado, como la sangre que une a una familia. Todo va enlazado.

Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; él es sólo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a sí mismo.

Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con él de amigo a amigo, queda exento del destino común Después de todo quizás seamos hermanos. Ya veremos Sabemos una cosa que quizá el hombre blanco descubra un día: nuestro Dios es el mismo Dios. Uds. pueden pensar ahora que Él les pertenece, lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan, pero no es así. Él es el Dios de los hombres y su compasión se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco. Esta tierra tiene un valor inestimable para Él y si se daña se provocaría la ira del Creador.

También los blancos se extinguirán, quizá antes que las demás tribus. Contaminan sus lechos y una noche perecerán ahogados en sus propios residuos.

Pero Uds. caminarán hacia su destrucción rodeados de gloria, inspirados por la fuerza del Dios que los trajo a esta tierra y que, por algún designio especial, les dio dominio sobre ella y sobre el piel roja. Ese destino es un misterio para nosotros, pues no entendemos por qué se exterminan los búfalos, se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de las exuberantes colinas con cables parlantes. ¿Dónde está el matorral? Destruido. ¿Dónde está el águila? Desapareció. Termina la vida y empieza la supervivencia”.

Seatle.

Guatemala: La herida abierta

Guatemala: La herida abierta

Marco Vinicio Mejía

Se ha tratado de evitar la clasificación de racista para la sociedad guatemalteca al definirse las categorías de “indígena” y “ladino” por sus rasgos culturales (individuales e “integrados”), excluyéndose las relaciones entre los distintos niveles de la realidad social e ignorándose la coexistencia de minorías étnicas como los garífunas de la Costa Atlántica, los chinos y los culíes. Popularmente, se han empleado en forma indistinta los conceptos de raza y etnia. La raza se refiere a las características somáticas, mientras la etnia tiene que ver con la cultura.

Se ha puesto de moda un antirracismo sentimental y dogmático, con el cual se niega que las razas existen, mediante lucubraciones ideológicas sin base biológica. Es evidente que los factores biológicos definen las razas. Si bien los rasgos escogidos para caracterizar las razas tienen cierto grado de “selección ideológica”, esos factores existen.

Con ese antirracismo que niega la existencia de las razas, se cae en una especie de racismo, aún no discutido. No hay diferentes racismos, sino diversas formas en que éste se manifiesta. Negar la existencia de las diferencias físicas externas entre los seres humanos es evadir el problema, cayendo en una nueva y sutil trampa de la cultura occidental, asediada por la culpa. Esa culpa ha adquirido en este siglo la forma de un discurso bifurcado en lo antropológico y en la histeria ecológica, y se exalta la primitividad y el naturalismo. De ahí que, como advierte el venezolano Gustavo Martín, la antropología representa una especie de “mala conciencia” del Occidente ante los horrores de la ocupación original, mientras la ecología es la otra “mala conciencia” del mundo industrializado, que se sintió viejo por la destrucción de lo recursos naturales.

Se ha dicho, equivocadamente, que en Guatemala no existe discriminación racial, sino cultural. En realidad, se dan las dos.

La discriminación racial contra los indígenas, se manifiesta en actitudes como la incomprensión, el paternalismo, los prejuicios desfavorables, la repugnancia física, el miedo y la desconfianza, el desprecio, la hostilidad, el odio y la discriminación en el empleo y la vivienda, la segregación física de ciertos lugares o tiempos, los obstáculos al casamiento mixto, las provocaciones, las burlas, la explotación, la violencia. Todo se puede resumir en las palabras que empleamos en el lenguaje diario. “Indio” es sinónimo de necio, bruto, tonto, animal (idea de inferioridad) y, en su caso extremo, da una idea de insulto soez. Cuando el no indígena atribuye al indio las acciones violentas o irracionales que él mismo realiza, recurre a la expresión “salírsele el indio” (“se le salió lo indio” o “se me salió lo indio”) como una aparente justificación de que todos sus defectos se encuentran en sus raíces indias, por lo que califica como “indio” todo lo “malo” que hace y dice. Por otro lado, se acostumbra calificar de “indio” a la persona considerada débil, incapaz, pobre.

Con la segregación cultural racista se busca mantener la cultura de los pueblos indígenas, no porque ese sea el deseo de los propios indígenas, sino por los dictados de una sutil explotación. Se pretende conservar lo que Darcy Ribeiro llama los “pueblos testimonio” y así proveer de información a ciertos antropólogos. También para constituirlos en lugares de atracción turística o bien, como zona de mercado cautivo para aprovechar determinados productos (textiles, artesanías) para el comercio. A veces, por motivos religiosos o humanitarismo, se decide en forma paternalista lo que mejor le conviene a un pueblo indígena, sin dar la oportunidad para que los pobladores sean los verdaderos artífices de su desarrollo.

La discriminación cultural se expresa en el folklorismo, en la idealización. Si bien se estimulan manifestaciones culturales, no se lucha con igual ahínco por crear sistemas locales de autogestión y exigir que el Estado cumpla con dotar a las distintas comunidades de los servicios esenciales. Luis Cardoza y Aragón lo visualiza de la siguiente manera:

Nos maravillan los trajes indígenas y se olvida a quien visten. El traje, lo exterior colorido. Si nos lo ponemos somos una falsificación, un ente supletorio. Sospecho que nos engañamos al no percibir que mucho de lo tradicional, de usos y costumbres, es una cultura de la desdicha y la explotación; carencias y miserias seculares que impiden una cultura popular que no emerja del arrinconamiento, de la discriminación, de la esclavitud. (El río, novelas de caballería, página 754)

Son muy pocos los estudios realizados sobre la condición jurídica del indígena guatemalteco. Rolando López Godínez (1972) aportó evidencias importantes acerca de la situación de los indígenas condenados a penas de cárcel, presentándose el siguiente panorama:

-Casi ninguno de los prisioneros podía explicar o explicarse cuál era el delito o los delitos que habían cometido.

-La mayoría no consideraba malo el hecho por el cual se les enjuició o condenó.

-La minoría que reconoció su culpabilidad, no aceptó como justa la pena impuesta.

-La gran mayoría se consideraba inocente y rechazaba por injusta, la pena aplicada.

-En ningún caso, se preocuparon los jueces por conocer las circunstancias específicas en que los hechos ocurrieron. Los juzgadores y empleados menores de los juzgados vieron con manifiesto menosprecio a los acusados “indios”.

-Casi ninguno de los encausados hablaba español, lo que no bastó para que se siguieran los juicios en el idioma oficial y sin el auxilio de intérpretes.

Desde la irrupción de los españoles en lo que ahora es Guatemala, transcurrieron 461 años para traducir la ley a los idiomas mayas. En 1985 se impulsó la divulgación de la Constitución en las cuatro lenguas mayoritarias, lo que tuvo vigor durante el primer año de vigencia de ese cuerpo legal. La actual Ley de Educación Nacional (1991) sí dispone ese tipo de traducción y la de su Reglamento.

Además de la inexistencia casi absoluta de versiones legales en los idiomas vernáculos, durante mucho tiempo se aplicó rigurosamente el principio que reza: “contra la observancia de la ley no puede alegarse uso, costumbre o práctica en contrario” que, si bien ya no se encuentra expresamente en la actual Ley del Organismo Judicial, bien podría permitir el reconocimiento del derecho consuetudinario maya, al admitir la costumbre como fuente de derecho. También, la falta de escolaridad entre los pueblos indígenas, ha contribuido a que éstos no tengan acceso a las informaciones legales procedentes de las autoridades no indígenas.

La frontera legal es la más infranqueable para el indígena guatemalteco, después del lindero económico. No se trata de algo premeditado por parte de las autoridades judiciales, aunque el que fuera presidente del Organismo Judicial, Edmundo Vásquez Martínez, haya intentado establecer juzgados en zonas indígenas pero con recursos de traducción, acción aislada, insuficiente y descontinuada.

La realidad jurídica de los pueblos indígenas ha sido obviada por las universidades, de cuyas facultades de Derecho proviene la totalidad de jueces y magistrados que han jurado velar por “el mantenimiento de la justicia y la recta aplicación de la ley”.

En Guatemala, los indígenas han visto amenazadas sus culturas de diferentes formas. Una de ellas ha sido el etnocidio estadístico, otra de las formas del racismo. El etnocidio es una política deliberada, generalmente por parte del Estado, para impedir que un grupo étnico pueda disfrutar, desarrollar y transmitir su propia cultura y su propia lengua, o sea se trata de destruir su identidad cultural.

Los indígenas han estado sujetos a una subenumeración sistemática en los censos, que no ha sido una negligencia de los responsables de realizarlos sino política intencional para desintegrar la población indígena. El Estado en Guatemala ha buscado durante siglos asimilar –en forma violenta– o integrar –en forma pacífica–, a los pueblos indígenas. La idea de que en Guatemala todos somos guatemaltecos porque sólo hay una cultura nacional, ha permitido afirmar que no hay diferencias importantes de tipo cultural y las únicas que pudieran darse, como la lengua o la indumentaria, fueron utilizadas como indicadores en los censos. La importancia de los censos no estriba sólo en conocer cuántos somos sino en establecer quiénes somos.

Las condiciones de marginación social y económica en que se encuentran los indígenas y sus rasgos culturales distintivos, ha provocado que su conducta demográfica sea muy diferente a la del resto de la población. No se puede cuantificar con precisión el tamaño de la población indígena y se desconocen variables básicas de ésta, como las tasas de natalidad, mortalidad y migración.

Los criterios objetivos y subjetivos para definir a la población indígena son un derecho vedado a los propios indígenas, quienes son los únicos que podrían definirse a sí mismos. Se trata entonces, de establecer tres dimensiones: cuáles son los criterios definitorios, quiénes habrán de utilizarlos y con qué derecho.

Marco Vinicio Mejía: colaborador frecuente de Ojarasca desde su natal Guatemala. Esta es una versión abreviada de su ensayo “El racismo en Guatemala”.

Historias de resistencia de los Lakota

Libertad para Leonard Peltier
“¡Eso no pasará en mi mundo!”:
Historias de resistencia de los lakota

Debbie Lang

Obrero Revolucionario #1031, 21 de noviembre, 1999

Este mes un contingente de amerindios de la reserva de Pine Ridge en Dakota del Sur fue a Washington, D.C., para reclamar libertad para el preso político Leonard Peltier. Los lakota de Pine Ridge han ido a defenderlo, igual que él los defendió a ellos.

Después de un mitin frente a la Casa Blanca, platiqué muchas horas con ellos acerca del maltrato y represión que les ha dado este sistema. Me contaron historias de sus antepasados: de las masacres de los amerindios y el exterminio de los búfalos; de la derrota del general George Armstrong Custer en la guerra para defender He Sapa, los Cerros Negros; y de la dura lucha para defender su cultura, sus creencias espirituales y su experiencia histórica, y transmitirlas a sus descendientes. Entre sí hablan el idioma lakota con mucho orgullo, a pesar de los muchos esfuerzos de borrarlo del gobierno, los misioneros y las escuelas.

A continuación, algunas de las historias que oí:

Castigados por ser lakota

Russell Loud Hawk, del pueblo de Oglala en la reserva Pine Ridge, habló de la historia de los lakota (también conocidos como los siux): “Vivían a su manera…. Eran una nación en los días de Crazy Horse y Sitting Bull. Pero Estados Unidos vino y lo trastornó todo; nos acorraló en las siete reservas donde nos encontramos hoy. A mi juicio son campos de concentración. Luché en la II Guerra Mundial así conozco los campos de concentración”.

Ellen Moves Camp, de 69 años, ha vivido toda la vida en la reserva: “Mi abuelita oraba con la pipa de la paz todas las mañanas y nos enseñó nuestras costumbres. Pero no sabía nada de la ceremonia del sudor hasta que me casé. Mis abuelitas hablaban lakota y no aprendieron inglés. Estudiamos en Holy Rosary y otras escuelas de misioneros donde nos obligaban a hablar inglés. Como era bilingüe, yo ayudaba a los niños que no sabían inglés. A veces me castigaban por explicarles cosas en lakota. En el noveno grado me fui y nunca regresé”.

Rosaline Jumping Bull, de 67 años, también ha pasado toda la vida en Pine Ridge. Me habló de los ataques a la cultura lakota: “Mi papá siempre decía: `Si te portas mal, te van a apresar mucho tiempo. Por eso, haz lo que te mande la maestra’. A veces los maestros nos golpeaban o nos castigaban. Nunca me resistí y aprendí a aguantarlo todo. Al comienzo casi no sabía wasichu [el idioma de los blancos] y por eso me castigaban todos los días. Bueno, cuando regresaba a casa mi papá me prohibía hablar wasichu. Me mandaba que hablara lakota. A mis padres no les gustaba lo que nos enseñaban. Por otro lado son cristianos; se convirtieron a la iglesia episcopal y siempre íbamos a la iglesia. Así que en mi niñez todos esos elementos chocaban”.

Edgar Poor Bear me dijo: “Crecí en la reserva Pine Ridge y vi muchos conflictos étnicos en nuestra propia sociedad, de lakota contra lakota, especialmente de los hublas [de piel oscura] contra los mestizos [de piel clara]. Hay miembros de nuestra tribu que se avergüenzan de lo que el Gran Espíritu los ha hecho, que se avergüenzan de su piel oscura…. Eso se debe al proceso de adoctrinamiento y asimilación colonial, son las consecuencias negativas de la aculturación al pensamiento occidental. Por esa opresión muchos indígenas han abandonado la vida de los lakota, no porque quieran sino por necesidad”.

Nos mataban

Rosaline Jumping Bull me contó lo que le pasó a su abuelo: “Fue con su familia a un pueblo llamado Hot Springs. En ese entonces había muy pocos automóviles o carreteras. Cuando regresaban, un ganadero los acusó de cruzar sus tierras, pero sabían que estaban en la reserva. Bueno, mi abuelo sabía muy poco inglés así que no contestó nada. El ganadero abrió fuego contra ellos, y mi abuelo agarró su fusil, le disparó y lo mató. Los blancos vinieron, lo agarraron y lo llevaron a Deadwood, donde le mocharon la cabeza. Esa es la clase de castigo que nos daban. Sencillamente nos mataban.

“Siempre me acordaba de eso. Cuando veía a un blanco me escondía porque temía que si le hablaba se iba a molestar y me meterían a la cárcel. A nosotros, incluso las abuelas, nos decían: `No peleen con un blanco. No golpeen a un blanco o van a parar a la cárcel’. Nos castigaban y así crecimos, y por eso nunca opusimos resistencia. Luego vinieron los mestizos a quitarnos nuestro trabajo y a dejarnos sin nada. Se burlaban de nosotros, de nuestra ropa, de nuestra pobreza. Los blancos los defendían y si nos metíamos con ellos nos castigaban”.

Arlette Loud Hawk es de Oglala. Su abuela sobrevivió la masacre de Wounded Knee de 1890 y su tía era curandera. Como los demás lakota que conocí, se siente muy orgullosa de su pueblo. Me habló de su juventud en los años 60 y 70: “Mis padres vivieron en una época de mucha discriminación y prejuicios. En muchos restaurantes no atendían a los indios. Pero mis padres eran muy pasivos, no querían problemas. Si una mesera no nos atendía, nos íbamos a otro restaurante. Recuerdo que de niña siempre pensaba: ‘¡Eso no pasará en mi mundo!’. En mi mundo si me tratan mal no voy a irme humildemente. Estaba harta de que mi familia tuviera que vivir así. En esos días no había resistencia organizada, no había grupos para reclamar nuestros derechos humanos y derechos civiles. Para mí el espíritu de los lakota se estaba desvaneciendo”.

Arlette me habló de unos primos a quienes mataron unos blancos fuera de la reserva: “Crecí rodeada de racismo, discriminación y prejuicio. Mataron a mis primos y, como mi mamá solía decir, `no hay justicia para los indios’. Uno podía matar a un indio con plena impunidad, pero era todo lo contrario si un indio mataba a un blanco. Recuerdo que un indio-creo que se llamaba White Hawk-mató a un hombre de negocios blanco y lo ejecutaron. Si un indio mataba a un blanco, iba a morir a manos del sistema judicial”.

La defensa de la tierra

En los años 60 y 70, surgió un gran movimiento de resistencia de indígenas en Estados Unidos. El Movimiento Indígena Americano (AIM) buscaba el fin al asesinato de indígenas y el cumplimiento de los tratados que firmó el gobierno. AIM ganó influencia en la reserva de Pine Ridge y eso puso en peligro el plan del gobierno de robarles a los lakota los ricos yacimientos de carbón y uranio. Washington despachó agentes federales a la reserva y ayudó al odiado presidente tribal, Dick Wilson, a formar escuadrones de reaccionarios, llamados GOONs. Los GOONs y el FBI lanzaron un reino de terror.

Ellen Moves Camp describió lo que pasó en 1972: “Dick Wilson y los GOONs eran de lo peor. Pero antes de la llegada de los GOONs y del Movimiento Indígena Americano, ya había mariscales federales armados de fusiles. Cuando vimos a los mariscales, fuimos a donde el director del Departamento de Asuntos Indígenas (BIA) a preguntar por qué estaban en la reserva. Este nos dijo: `Tienen que hablar con Dick Wilson’. Llamó a Wilson y este le dijo: `A usted le toca explicar esto. Usted los pidió'”.

Arlette Loud Hawk recuerda: “Dick Wilson hasta prohibió los powwows, o sea, cualquier forma de reunión o ceremonia indígena. No cabe duda de que era títere del gobierno. Creó un escuadrón antimotín que llamaban los GOONs. En Pine Ridge había francotiradores en el techo del edificio del BIA y uno tenía que ir junto con un grupo si quería regresar vivo. No debía ir solo. Si encontraban a un tipo solo lo mataban. En esos días desapareció mucha gente y nunca se encontraron los cadáveres. Eso no es cuento, es la pura verdad. En la reserva mataban gente cada semana y a nadie le importaba. No se podía llamar a la policía porque eran parte del grupo que mataba. Cuánta violencia y tristeza había en esos días.

“Quieren apoderarse de nuestras tierras. Antes querían nuestro oro, así que nos robaron los Cerros Negros. Ahora quieren quitarnos la reserva, esta vez por el agua. Debajo de la reserva de Pine Ridge hay mucha agua, está el acuífero Oglala o río Madison. Por eso el gobierno quiere quitarnos el derecho a controlar el agua de la reserva y robarnos la tierra. Pero la tierra unifica a nuestro pueblo. Para la sociedad estadounidense la tierra existe para ganar dinero, pero para nosotros es cuestión de respetar a nuestras abuelas y a la abuela de todos: la Tierra”.

El 27 de febrero de 1973, miembros y partidarios de AIM ocuparon Wounded Knee, en el centro de la reserva de Pine Ridge. Centenares de personas participaron en el sitio de dos meses contra los soldados y la policía.

En Washington, D.C., conocí a Carter Camp, quien dirigió el destacamento armado que se apoderó de Wounded Knee. Habló de la ocupación: “Wounded Knee ocupa un lugar especial en el corazón de los indígenas de todas las tribus. Se dice que la masacre de Wounded Knee de 1890 fue el último capítulo en las guerras contra los indígenas. Masacraron al jefe Bigfoot, a Yellow Bird y a todos los indígenas que estaban ahí aquel día. La gente de Turtle Island vio lo que les pasó a esos guerreros, a las mujeres y a los niños. Le partió el corazón a nuestro pueblo…. Pero en 1973, Wounded Knee pasó a ser un potente símbolo para los pueblos indígenas y lo cambió todo. Prendió un incendio que se propagó como pólvora en las comunidades indígenas. Durante los 73 días del sitio de Wounded Knee, los indígenas se pusieron de pie”.

Este artículo se puede encontrar en español e inglés en La Neta del Obrero Revolucionario en:

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Declaración de Guerra contra los Explotadores de la Espiritualidad Lakota

Declaración de Guerra contra los Explotadores de la Espiritualidad Lakota
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Documento original presentado y adoptado el 10 de junio de 1993 en la V Cumbre Lakota,
reunión internacional de las Naciones Lakota, Dakota y Nakota de EUA y Canadá.
(Traducción de Cheryl Harleston)

Puesto que nosotros convocamos a una serie de foros sobre el abuso y la explotación de la espiritualidad Lakota; y

Puesto que nosotros representamos a los líderes espirituales tradicionales, a los ancianos tradicionales y a los defensores populares reconocidos por la Nación Lakota; y

Puesto que desde hace demasiado tiempo hemos sufrido la incalificable atrocidad de ver nuestras más preciadas ceremonias y prácticas espirituales Lakota profanadas, convertidas en burla y abusadas por “indios” no indios, buhoneros, practicantes de cultos, acaparadores comerciales y shamanes autodesignados de la “Nueva Era” y sus seguidores; y

Puesto que vemos con horror e indignación que esta vergonzosa expropiación de nuestras tradiciones sagradas Lakota ha alcanzado proporciones epidémicas; y

Puesto que nuestra preciada Pipa Sagrada está siendo profanada por la venta de pipas de catlinita en bazares, powwows y tiendas de la “Nueva Era”; y

Puesto que se han formado asociaciones pseudo-religiosas con el fin de cobrar dinero a la gente por entrar a falsos “inipis” y talleres de “búsqueda de visión”; y

Puesto que se están practicando “danzas del sol” sacrílegas para personas no indias, conducidas por charlatanes y líderes de cultos que promueven las imitaciones abominables y obscenas de nuestros sagrados ritos de la Danza del Sol Lakota; y

Puesto que personas no indias se han organizado dentro de “tribus” de imitación, asignándose nombres indios inventados para facilitar la expropiación y comercialización al mayoreo de nuestra tradición Lakota; y

Puesto que han surgido discípulos académicos en las universidades que institucionalizan la imitación sacrílega de nuestras prácticas espirituales por parte de estudiantes e instructores, bajo el disfraz de “programas educativos de shamanismo”; y

Puesto que charlatanes no indios están vendiendo libros que promueven la colonización sistemática de nuestra espiritualidad Lakota; y

Puesto que las industrias de la televisión y del cine continúan saturando los medios de entretenimiento con representaciones vulgares, sensacionalistas y totalmente distorsionadas de la espiritualidad y la cultura Lakota, reforzando que el público se forme estereotipos negativos de la gente india, dañando la autoestima de nuestros hijos; y

Puesto que individuos y grupos involucrados en el “Movimiento de la Nueva Era”, en el “Movimiento Masculino”, en cultos de “neopaganismo” y en talleres de “shamanismo” han explotado las tradiciones espirituales de nuestra gente Lakota, imitando nuestras costumbres ceremoniales y combinando dichos rituales de imitación con prácticas ocultas no indias, en una mezcolanza pseudo-religiosa ofensiva y dañina; y

Puesto que las absurdas poses públicas de este escandaloso surtido de charlatanes pseudo-indios, seguidores de cultos, acaparadores comerciales y shamanes de la “Nueva Era” representa un obstáculo grave en la lucha de la gente tradicional Lakota por una adecuada apreciación pública de las necesidades políticas, legales y espirituales legítimas de los verdaderos Lakota; y

Puesto que esta explotación exponencial de nuestras tradiciones espirituales Lakota requiere que tomemos acción inmediata a fin de defender nuestra muy preciada espiritualidad Lakota en contra de más contaminación, profanación y abuso;

Por lo tanto, hemos resuelto lo siguiente:

1. Mediante este acto y en lo sucesivo declaramos la guerra contra toda persona que persista en explotar, abusar y representar fraudulentamente las sagradas tradiciones y prácticas espirituales de nuestra gente Lakota, Dakota y Nakota.

2. Hacemos un llamado a todos nuestros hermanos Lakota, Dakota y Nakota a oponerse activa y verbalmente a esta alarmante toma y destrucción sistemática de nuestras tradiciones sagradas.

3. Exhortamos a nuestra gente a coordinarse con los miembros de las tribus en todas partes a fin de identificar casos en los que nuestras tradiciones sagradas estén siendo abusadas, para luego resistirse a tal abuso, utilizando para ello cualquier táctica específica que sea necesaria —manifestaciones, boicots, conferencias de prensa y actos de intervención directa.

4. Exhortamos particularmente a toda nuestra gente Lakota, Dakota y Nakota a tomar acciones para impedir que nuestra propia gente facilite y contribuya al abuso de nuestras ceremonias sagradas y prácticas espirituales a manos de personas ajenas. Como todos sabemos, existen algunos entre nuestra propia gente que están prostituyendo nuestras costumbres espirituales para provecho propio, sin respetar el bienestar espiritual de la gente en su conjunto.

5. Sostenemos la postura de cero tolerancia hacia cualquier “shaman del hombre blanco” que surja de nuestras comunidades para “autorizar” la expropiación de nuestras costumbres ceremoniales a manos de personas no indias. Todos estos “shamanes plásticos” son enemigos de la gente Lakota, Dakota y Nakota.

6. Exhortamos a la gente tradicional, a los líderes tribales y a los consejos gobernantes de todas las otras naciones indias a unirse a nosotros para exigir el fin inmediato de esta explotación desenfrenada de nuestras respectivas tradiciones sagradas indias mediante la denuncia de tales abusos, pues no sólo las prácticas espirituales del pueblo Lakota, Dakota y Nakota están siendo violadas sistemáticamente por personas no-indias.

7. Exhortamos a todos nuestros hermanos indios a actuar con decisión y osadía en nuestra actual campaña para terminar con la destrucción de nuestras tradiciones sagradas, manteniendo en mente nuestro más alto deber como pueblo indio: preservar la pureza de nuestras preciadas tradiciones para las generaciones futuras, a fin de que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos sobrevivan y prosperen en la manera sagrada concebida por nuestro Creador para cada uno de nuestros respectivos pueblos.

Wilmer Stampede Mesteth, Oglala Lakota. Líder Espiritual Tradicional e Instructor de Cultura Lakota; Universidad Oglala Lakota, Pine Ridge, Dakota del Sur.

Darrell Standing Elk, Sicangu Lakota. Presidente del Centro para el Espíritu, San Francisco, California y Pine Ridge, Dakota del Sur.

Phyllis Swift Hawk, Kul Wicasa Lakota. Tiospaye Wounspe Waokiye, Wanblee, Dakota del Sur.

Buhoneros del espiritualismo

Buhoneros del espiritualismo
La ascensión del hechicero de plástico
Ward Churchill

Los últimos veinte años han visto en Estados Unidos el nacimiento de una nueva industria de rápido crecimiento. Conocida como espiritualismo del indio americano, esta lucrativa empresa comenzó aparentemente con unas cuantas mistificaciones literarias perpetradas por no-indígenas tales como Carlos Castaneda, Jay Marks (por otro nombre “Jamake Highwater”, autor de The Primal Mind, etcétera), Ruth Beebe Hill (quien alcanzó notoriedad con Hanta Yo) y Lynn Andrews (Medicine Woman, Jaguar Woman, Chrystal Woman, Spirit Woma,). Unos pocos indios como Alonzo Blacksmith (alias “Chunksa Yuha”, el “legitimador indígena” de Hanta Yo), jefe Zorro Rojo (Memoirs of Chief Red Fox) y Hyemeyosths Storm (Seven Arrows), también se han apuntado al negocio escribiendo sobre la espiritualidad indígena groseras distorsiones y mentiras a secas para el consumo del gran mercado. Semejantes escribidores se enriquecen menudeando sus bazofias mientras que los indios auténticos se mueren de hambre, olvidados por todo el mundo.
Esta situación ha sido larga y duramente combatida por académicos indígenas tan legitimados como Vine Deloria Jr. y Bea Medicine y por activistas como Russell Means (líder del American Indian Movement, AIM), Hank Adams (director de Survival of American Indians Inc., SAIL) y el finado Gerald Wilkenson (jefe del National Indian Youth Council, NIYC). A pesar de ello, la lista de libros postizos alardeando alternativamente de “desenmascarar” o de “enseñar los significados profundos de la espiritualidad india”, continúa creciendo pues las casas editoras ven en ellos una mina de oro inagotable. Últimamente, inclusive, editoras académicas como la University of Chicago Press se han apuntado a la farsa generando travestismos como Mother Earth: An American Story, de Sam Gill, profesor de la Universidad de Colorado.
La perseverancia del americano medio en comprar tales disparates, ha hecho que Deloria afirme que “los blancos de este país están tan alienados en sus propias vidas y tan hambrientos por cualquier suerte de vida real que se agarran a un clavo ardiendo para salvarse. Sin embargo, la sociedad altamente tecnificada les ha vuelto adictos al chute instantáneo (“quick fix”). Prefieren una espiritualidad empaquetada de tal forma que les proporcione una iluminación inmediata, mejor cuanto más sensacional y absurda. Pagarán sus buenos dólares a todo aquel lo suficientemente deshonesto como para ofrecerles la salvación espiritual tras la lectura del libro correcto o tras la devota feligresía a la correcta ceremonia de cuarto de hora. Por ello, están a merced de cualquier buscón. Patético”.
Oren Lyons, líder tradicional de la nación Onondaga, concuerda con Deloria pero sostiene que el problema es mucho más profundo: “los no-indígenas, están tan malacostumbrados a todo este bululú de mentirosos e impostores que, cuando un indio de verdad les ofrece sus útiles consejos, lo rechazan. A estos alienígenas expertos en religión india, no les parece lo bastante ‘indio’. Por tanto, no es sólo degradante para el pueblo indio sino una mistificación absoluta de estos expertos instantáneos que creen haber encontrado todas las respuestas antes incluso de escuchar las preguntas”.
“La cuestión de fondo –continúa Lyons– es que hoy necesitamos más respeto intercultural que en cualquier otro momento de la historia humana. Contra la comunicación y el respeto, no hay obstáculo más rápido y efectivo que la frustración y la desilusión de una parte hacia la otra. Hoy tenemos problemas muy reales, problemas tremendos, problemas que amenazan la supervivencia del planeta. Indios y no-indios tienen que afrontar juntos estos problemas; esto significa que debemos tener un diálogo transparente. Pero un diálogo así es imposible mientras los no-indios sigan engañados en cosas tan elementales como la espiritualidad india”.
Ya sería bastante desastre si las realidades del indio norteamericano estuvieran distorsionadas sólo por libros y películas. Desde 1970, ha habido también un rápido incremento en el número de individuos que intentan vender “sabiduría india” de la manera más utilitaria posible. Siguiendo el ejemplo de personas como Yogi Ramacharaka y de Maharaji Ji –quienes han levantado lucrativos imperios comercializando sucedáneos del misticismo de Asia Oriental–, estos nuevos empresarios comenzaron vendiendo “ceremonias indígenas” por un plato de lentejas.
Janet McCloud, veterana activista por los derechos de pesca y sabia de la nación Nisqually, añade: “al principio, llegaron para apoderarse de nuestras tierras y de nuestras aguas; después, de nuestros peces y de nuestra cacería. Luego, quisieron nuestros recursos minerales y, para conseguirlos, intentaron hacerse con nuestros gobiernos. Ahora, también quieren nuestras religiones. De repente, nos encontramos con un montón de idiotas sin escrúpulos zascandileando y proclamando que son brujos y sacerdotes. Por 50 dólares, mercachiflean a cualquiera una ceremonia de temascal (sweat lodge, sauna amerindia). No es sólo erróneo: es obsceno. Los indios no venden su espiritualidad a cualquiera y a cualquier precio. Estamos ante la continuación de una muy larga serie de latrocinios a los pueblos indios y, en algunos aspectos, éste es el peor de los ya conocidos”.
McCloud se muestra desdeñosa para con los innumerables individuos no-indios que se dedican profesionalmente a estas prácticas: “Estas gentes corren a las Reservas como si estuvieran perdidas y desesperadas, algo realmente patético. Entonces, algún sabio se apiada de ellos y, ¿cómo gratifican su generosidad?. Después de pasar un cuarto de hora con un líder espiritual, ya se consideran a sí mismos como sacerdotes ‘certificados’ y corren enloquecidos a ‘sembrar la Palabra’ –honorarios mediante. Incluso, algunos de ellos se autoproclaman ‘representantes espirituales oficiales’ de varios pueblos indios. Estoy hablando de gentes como Dyhani Ywahoo y Lynn Andrews. Resulta absolutamente repugnante”.
Pero su íntimo y último desprecio lo reserva para aquellos indios que se han acostumbrado a malbaratar su herencia al mejor postor: “También hay indios que hacen estas cosas; tenemos nuestros Sun Bears y nuestros Wallace Black Elks y otros que venderían a su propia madre por un dinero rápido. Lo que conchabean no es suyo y ellos lo saben. Son ladrones y manirrotos y también lo saben. Por ello, jamás les verás entre indios. Cuando nos reunimos en las asambleas tradicionales, jamás verás aparecer a los Sun Bears y tipos semejantes”.
Thomas Banyacya, líder espiritual de los Hopi, opina que “estas gentes no saben nada de aquello en lo que se dicen expertos. De cara a los Blancos, se proclaman ‘mensajeros’. Pero, ¿de quiénes? No son mensajeros del pueblo indio. Yo sí lo soy y no cobro por mis ceremonias”.
Algunos de los feriantes más sofisticados, tales como Sun Bear, han argumentado que las críticas de McCloud y Banyacya están equivocadas. Sun Bear sostiene que las ceremonias y la “sabiduría” que él vende de puerta en puerta no son verdaderamente indias sino que están “basadas en” tradiciones indias. Sin embargo, su literatura promocional se refiere a la “sabiduría espiritual indígeno-americana” y ofrece ceremonias como la del temascal a 50 dólares la sesión y “búsquedas de la visión” por 150 dólares.
“¿Desde cuándo no es ceremonia india la del temascal? –se pregunta Russell Means, un decidido crítico de Sun Bear y de sus colegas. No es que esté basada en una ceremonia india: es una ceremonia india. Al igual que su llamada búsqueda de la visión, la pipa, su uso de la pipa, de la Salvia y todo lo demás. Sun Bear es un farsante, lo mismo que quienes hacen lo mismo que él. Todos ellos saben de sobra que les compran sus productos por la imagen de ‘indianidad’ que proyectan. Y lo menos indio de sus ceremonias es que están personalmente prostituyéndolo todo al convertirlo en una chalanería para hacer dinero”.
Quéjase también Sun Bear de que las críticas a sus actividades están infundadas y vanagloriase de haber cocinado un estofado espiritual a partir de variopintas tradiciones; en efecto, su rueda medicinal es Shosoni mientras que sus hierbas y otros remedios terapéuticos proceden de numerosos pueblos, a la vez que muchas de sus otras ceremonias son Lakota –en su origen. No menos presume de haber construido su propia tribu de la cual se ha autoexaltado como medicine chief. Huelga añadir que la membresía de esta curiosa nueva entidad (compuesta casi exclusivamente por euroamericanos) va acompañada por una ostentosa etiqueta con el precio incorporado. La idea ha prendido entre los buhoneros de lo espiritual como puede comprobarse en Florida con la formación de similares grupos con tarifa incluida, encabezados por un no-indio que se hace llamar Chief Piercing Eyes (jefe Ojos Penetrantes).
“Este es exactamente el problema –dice Nilak Butler, un activista Inuit que trabaja en San Francisco–; cuando hay indios cerca, Sun Bear dice que no está revelando ningún secreto indio. El resto del tiempo, si hemos de creerle, se convierte en “el más indio de la banda”. En cualquier caso, siempre está echando su discurso. Pero, veamos, si tuviera alguna razón en su cantinela, no hubiera tenido que inventarse “nuevas tribus” ni autonombrarse cacique de la indiada y recaudador de tributos: hubiera sido líder de su propio pueblo”.
Según Rick Williams, un Cheyenne/Lakota que trabaja en la Universidad de Colorado, “Sun Bear no es reconocido por su propio pueblo, los Chippewa, como Jefe (espiritual ó lo que sea). No está cualificado. El aprendizaje para convertirse en la clase de líder espiritual que Sun Bear pretende ser lleva toda una vida y él nunca lo comenzó siquiera. Es simplemente un hombre que, durante 25 años, no ha estado en la Reserva White Earth; que pretende ser lo que no es, que vive para su ego y que se gana la vida enredando a un montón de gente sincera pero bastante estúpida. En muchas facetas, te recuerda a individuos tipo Jimmy Swaggart ó Pat Robertson, –pero con menor aliento”.
“Y otra cosa –añade Williams–, Sun Bear no ha formado una nueva tribu. Nadie puede formar una nueva tribu. Lo que ha hecho es comenzar un culto. Y ese culto que ha comenzado está jugando con cosas muy poderosas, como la pipa. Eso es no sólo estúpido y maligno: es peligroso”.
El peligro al que se refiere Williams tiene que ver con el mismísimo poder que hace a la espiritualidad india tan atractiva para los no-indios. Según Matthew King, anciano líder espiritual entre los Oglala Lakota, “cada parte de nuestra religión tiene su poder y su cometido. Cada pueblo tiene su propio camino. No puedes mezclarlos porque cada camino tiene su propio equilibrio. Destruir este equilibrio es grosero y muy peligroso. Por ello, está prohibido”.
“Existen muchas prohibiciones en nuestra religión –continúa King–; están prohibidas las muestras de irrespeto, los actos que desequilibran el poder. Todo ello debe ser aprendido y aprender es muy difícil. Por eso hay muy pocos auténticos medicine men entre nosotros, porque sólo unos pocos son los escogidos. Para alguien que no haya aprendido como se mantiene nuestro equilibrio, pretender erigirse en sacerdote es muy, muy peligroso. Es un zafio irrespeto hacia los poderes y puede dañar gravemente a quien lo intente, a sus pretendidos alumnos, a la naturaleza, a todo. Es extremadamente pernicioso…”
Por las razones antes citadas, el Circle of Elders of the Indigenous Nations of North America, órgano representativo del liderazgo indígena tradicional de este continente, solicitó al American Indian Movement (AIM) que se aplicara a detener las actividades de aquellos descritos como “brujos de plástico” (plastic medicine men). Este término –posiblemente sexista–, describe a aquellos individuos de ambos sexos empeñados en la comercialización de la espiritualidad indígena. En su National Leadership Conference de 1984, el AIM aprobó una resolución según la cual se comprometía a llevar a cabo la voluntad de los ancianos. En esta resolución se mencionaba expresamente a “Sun Bear y su llamada Bear Tribe Medicine Society” y también a “Wallace Black Elk y [la ya fallecida] Grace Spotted Eagle, de Denver, Colorado” así como a Cyfus McDonald, Brooke Medicine Eagle (citado como “Ego” en la resolución), Osheana Fast Wolf y una corporación titulada Vision Quest. Después, se han añadido a la lista nombres como los de Dyani Ywahoo, Rolling Thunder y Beautiful Painted Arrow.
Como Russell Means señaló en su ocasión: “esta gente ha insistido en convertirse en parias dentro de sus propias comunidades y tienen que pechar con las consecuencias. Por lo que se refiere a los blancos que piensan que es guay, chupi, chachi, chévere o diver engancharse a los brujos de plástico, subsidiarles y promocionarles, y encima regañarte y creer que tienen alguna especie de ‘derecho’ fundamental para profanar nuestras tradiciones espirituales, tengo que darles una noticia: ustedes no tienen ese derecho. Nuestras religiones son nuestras. Así de fácil. Nos asisten muy serias razones para guardar como íntimas ciertas cosas, tanto si las entienden como si no. Nos asisten todos los derechos humanos para denegárselas, les guste ó no”.
“Usted puede respetar nuestros derechos elementales ó no respetarlos –prosigue Means– si los respeta, usted es un aliado y estamos encantados de estrecharle la mano, en ésta y en cualquier otra ocasión. Si no los respeta, en el mejor de los casos usted es un ladrón. Más aún, usted es un ladrón de la clase de los que conscientemente y por su propio interés se arriesgan a minar nuestro sentido de la integridad de nuestras culturas. Ello significa que usted es cómplice del proceso de genocidio cultural –del intento de genocidio cultural– orquestado contra el pueblo indio americano. Ello hace de usted, por lo menos, un enemigo. Créame: estamos preparados para tratar con usted en esa calidad”.
Casi enseguida, el capítulo de Colorado del AIM, se enfrentó a Sun Bear en medio de unos ejercicios espirituales –a 500 dólares per capita– que tuvieron lugar cerca del montañoso pueblo de Granby. Aquella acción provocó en el habitualmente pausado NIYC el siguiente comunicado: “el National Indian Youth Council respalda totalmente sus esfuerzos para denunciar, impedir y expulsar de Colorado al Medicine Wheel Gathering… Desde hace tiempo, nos hemos cansado de considerar a la Bear Tribe Medicine Society como repugnante pero inocua para el pueblo indio. Ahora estamos seguros de que no sólo llenan sus bolsillos, sino que nos causan un gravísimo perjuicio. Nada de lo que hagan en su contra será suficiente”.
La contestación del AIM de Colorado y el rotundo apoyo indígena que suscitó, consiguieron que Sun Bear perdiera buena parte de sus ingresos en aquél estado.
Desde entonces, el AIM ha tomado sólida y consistentemente partido por el tradicionalismo indígena, atacando en público a Sun Bear y otros de su calaña e incluso impidiendo por la fuerza sus actividades en lugares tan diversos como Denver y Atlanta. Todos aquellos que quieran ayudarles en su empeño deben hacerlo denunciando a los hechiceros de plástico allá dónde éstos aparezcan, organizando sabotajes activos de sus convocatorias y exigiendo a las librerías locales que cesen de exhibir las obras no sólo de Sun Bear y su compinche no-indio Wabun, sino también las de charlatanes como Castaneda, Jamake Highwater, Lynn Andrews y Hyemeyohsts Storm. Use su imaginación para hacer un buen trabajo y hágalo firme y seguro. Recuerde que Sun Bear y compañía se apoyan cada vez más en grupos de apoyo no-indios tales como las policías locales buscando en ellas protección contra esas interferencias indias que atentan contra sus desautorizados saldos de la espiritualidad india.

El autor es indígena keetoowah cherokee; profesor de American Indian Studies en la Universidad de Colorado/Boulder, EU. Desde 1980, ha sido miembro del American Indian Movement y fue portavoz nacional del Comité de Defensa de Leonard Peltier. Entre sus 17 libros publicados hasta la fecha (1999), destacan: Fantasies of the Master Race: Literature, Cinema and the Colonization of American Indians (2a. ed., 1998) y Struggle for the Land: Native North American Resistance to Genocide, Ecocide and Colonization (2a. ed., 1999)

Traducción de “Spiritual Huksterism. Not For Sale. The Rise of the Plastic Medicine Men”, en Z Magazine, diciembre 1990; reeditado en Indigenous Tought, s.n., junio de 1991, páginas 37A-38A y en Churchill, W., Fantasies of the Master Race: Literature, Cinema and Colonization of American Indians, Common Courage Press, Monroe, EU, 1992.
Traducción de Antonio Pérez. Traducción y publicación permitida expresamente por el autor, Ward Churchill.

EL ABUSO NO FORMA PARTE DE LA ESPIRITUALIDAD DE LOS NATIVOS NORTEAMERICANOS

EL ABUSO NO FORMA PARTE DE LA ESPIRITUALIDAD DE LOS NATIVOS NORTEAMERICANOS

Por Ramona Allard-Henderson
El abuso no forma parte de la espiritualidad de los nativos americanos. Aunque esta afirmación es cierta, los hechos demuestran que algunas personas están usando sus palabras y actos, sus dones y ritos sagrados para causar daño. Es incorrecto violar conscientemente a uno mismo o a otros, pero ¿de que manera entendemos esto como nativos?.

Circulo de Corazones Fuertes es un grupo indígena de acción encargado de educar y prevenir la violencia. Los miembros son indígenas americanos, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, de muy distintas naciones. Nos hemos reunido de nuevo para discutir y estudiar otra cuestión a la que se enfrentan los nativos americanos.

Ha llegado a nuestro conocimiento que algunos nativos americanos están utilizando de forma errónea nuestras prácticas espirituales para abusar o explotar a niñas y mujeres. En algunas ocasiones, personas que intentan buscar su propia guia espiritual nativa terminan siendo tratados de forma abusiva. Cuando esto sucede no solo se les hiere emocionálmente sino que la herida va más allá y afecta también al alma. Un hombre, autoproclamado «chamán» invitó a tres chicas jóvenes a aprender prácticas espirituales de los nativos americanos. Se aprovechó de su debilidad, manipulando sus mentes y abusando sexualmente de ellas. No ha sido condenado por sus crímenes. Desafortunadamente, estas niñas deben vivir con sus pérdidas y su dolor y tratar de recuperarse durante el resto de sus vidas. Este es un caso de abuso de poder, un hombre aprovechándose de su carisma y el de su raza para atraer víctimas.

No es correcto causar voluntariamente dolor y sufrimiento ni a uno mismo ni a otros. De hecho es un crimen. El Creador nos ha otorgado un don especial a cada uno de nosotros. Como indígenas no aceptamos este tipo de comportamiento en nuestras prácticas espirituales y ceremonias. En la cultura de los indígenas americanos, los niños son sagrados y necesitan ser y educados, no explotados. La explotación de los niños es una de las violaciones más serias de los valores nativos, además del deshonor y el insulto añadido que supone para nuestras mujeres, madres de nuestros niños.

El crimen de usar nuestros propios ritos espirituales, nuestro carisma y la manipulación pasa atraer posibles víctimas no solo esta sucediendo aquí. Según un reciente titular, dos artículos tratan de autodenominados «hombres-medicina» de Pennsylvania y New Hampshire que se enfrentan a acusaciones de abusos sexuales a menores. Amigos indígenas del sudeste cuenta de hombres y mujeres que abusan de sus «dones». Ancianos en Minnesota y Dakota del Norte han hablado también de sacerdotes y ministros no indígenas que utilizan de forma errónea sus puestos de poder para abusar de los niños.

Queremos dejar claro que este tipo de explotación no entra dentro del campo de las prácticas y ceremonias de curación espiritual. Este comportamiento no es aceptado y cualquier persona (sacerdotes, profesores, funcionarios, consejeros o líderes espirituales, etc.) que voluntariamente abuse de su posición de poder será considerada responsable. Otro tema que nos preocupa como nativos es la mezcla que algunos clérigos no-indígenas hacen de sus ritos con los nuestros. Esta practica tampoco es aceptada. Se considera otra forma de abuso y uso incorrecto.

Los Corazones Fuertes tienen como meta concienciar y enseñar a prevenir. La violencia esta viva y en perfecto estado de salud. Cuantos más de nosotros levantemos la voz, hablemos de ello, nos reunamos para discutirlo y buscar soluciones mayor protección tendremos en el futuro. No podemos soportar y dejar que otros nos hieran. Si alguien que lee este articulo, esta utilizando sus pipas, sus palabras o sus actos para causar dolor con la excusa de sanarlo, por favor dejen de hacerlo. Hay ayudas, pero primero tienen que admitir el daño que hacen y pedir ayuda. No es un signo de debilidad pedir ayuda. Es un signo de fuerza. El primer paso para terminar con la violencia es romper el silencio:

1. Reconocer que esta utilizando sus palabras y actos para causar daño.
2. Admitir que no tiene poder y necesita ayuda para cambiar de comportamiento.
3. Llamar o contárselo a alguien para pedir ayuda.

En la búsqueda de la propia espiritualidad, la gente puede sentirse atraída por algo o alguien brillante que le atrape la mirada como el destello de un brillante. Nuestra ansiedad por aprender puede nublarnos la vista y hacernos vulnerables para ser finalmente explotados. Aquí van varias precauciones a tomar para la búsqueda de un/a guía espiritual.

Ten cuidado cuando te acerques a aquellos que destacan como brillantes y cuyo brillo puede atrapar la mirada. Sospecha cuando veas las trenzas largas, los sombreros y las ropas bonitas. La mayoría de los nativos que realizan prácticas y tienen dones verdaderos, no destacan. No piden regalos preciosos a cambio, no se hacen publicidad.

El Creador nos ha dado sentidos y emociones para nuestra propia protección. De la misma manera que el mundo animal se protege a sí mismo con la vista, el oído, el tacto, así debemos hacer nosotros. Escucha mira y actúa de acuerdo con tus sentimientos. Cuando te inviten a una ceremonia, especialmente si eres mujer y no hay otras mujeres presentes, sospecha. En la mayoría de culturas nativas, las mujeres aprenden de otras mujeres y los hombres aprenden de otros hombres. En algunos casos hay mujeres y hombres reunidos en un circulo pero en cualquier caso hay una línea divisoria. Las mujeres más ancianas guían a las mujeres y los hombres más ancianos a los hombres.

Escucha, especialmente si nunca has estado en estos círculos. Cuando el lenguaje que se utiliza no es el tuyo, estate atento al tono degradante. Entonces mira las acciones del que habla. Ten precaución si te sientes culpable o avergonzado. Escucha a tu espíritu.

Utiliza todos tus sentidos para buscar tu conocimiento. En la mayoría de ceremonias el objetivo es purificarse o sanarse. Es para ser uno con el Creador. La persona que lleva a cabo la ceremonia es la encargada de facilitar esa unión con el Creador. El/La mediador/a puede hacerte preguntas de carácter personal. Ten cuidado. No te dejes engañar. Si lo que te están preguntando no te hace sentir bien, detente para protegerte a tí mismo. Confía en tu instinto. Confía en tu alma. Si te provoca ansiedad, detente.

También hay que preparar a los niños en cuanto a su educación espiritual. Enseñarles que es lo que deben buscar y cuando decir no. Enseñándoles esto sabrán donde están los limites. Un buen límite es como fijar una barrera de protección alrededor de nuestros cuerpos. Dejaremos a la gente traspasarla si nos sentimos seguros, de lo contrario los mantendremos alejados. Sentirnos seguros de manera que permitamos a alguien tocarnos o abrazamos es algo que vamos aprendiendo desde que nacemos. Aquellos que nos abrazan, alimentan y calman mientras aprendemos a caminar, nos enseñan al mismo tiempo a confiar en ellos. Aquellos que traspasan nuestro espacio más personal y nos traen satisfacciones y alegrías, ganan confianza. Entonces nosotros aprendemos a decir sí y les dejamos entrar en nuestro espacio personal.

Así como un simple toque amable y cariñoso puede generar confianza, un toque inapropiado puede ocasionar desconfianza. Si damos permiso a alguien para entrar en nuestro espacio privado y nos hiere, perdemos confianza en nuestra propia capacidad de juicio. Puede que nos preguntemos, ¿por qué? o ¿qué es lo que hice?. Termina siendo un ciclo de sucesos. Primero la desaparición de un límite, después el sentimiento de desconfianza y por último el propio espíritu termina dañado. Si esto le sucede a un niño y a él o ella no se les ayuda a recuperarse, pueden crecer y terminar siendo adultos con límites personales pobres, una confianza pobre y desconectados espiritualmente. Los límites personales nos ayudan a protegernos.

Indígenas americanos del norte y del sur: una red de conversación

Indígenas americanos del norte y del sur: una red de conversación

(Artículo tomado de la publicacion Indian Country Today)

El acuerdo que ha estado creciendo entre los pueblos indígenas americanos y sus organizaciones, tanto en el Norte como en el Sur, juega un papel histórico grande y significativo en este momento en que las condiciones políticas entre los Estados Unidos y la América Latina comienzan a desintegrarse.

La capacidad de recuperación de los indígenas americanos del hemisferio occidental es asombrosa y el hecho que naciones tribales dialogan unas con otras es una señal de la existencia de un punto de referencia muy particular. Las relaciones amistosas y las asociaciones entre la gente indígena se han desarrollado sobre bases culturales. El discurso indígena en torno al concepto de la tenencia de la tierra es también diferente al concepto de la cultura dominante.

La discusión del indígena sobre la relación de los seres humanos con el mundo natural es particular también. Los problemas que sufren en común, como son el racismo, el desprecio y la opresión colonial, son tan verídicos, como ciertas son las aspiraciones compartidas sobre las libertades políticas y el mejoramiento económico de las comunidades. Esto significa que la discusión que es compartida entre los indígenas americanos, a nivel hemisférico, contiene un alto grado de compromiso con los valores humanos universales.

Por más de 30 años, indígenas de Norteamérica, Centroamérica, el Caribe y Suramérica, han estado activamente reuniéndose para tratar sobre una gran variedad de asuntos y eventos. Amistades y alianzas sobre el desarrollo y los derechos humanos se han forjado y multiplicado en las últimas tres décadas, a la vez que se han coordinado campañas internacionales efectuadas por representantes de base de las diferentes comunidades y por gente profesional. Todas las más de 1,000 diferentes naciones indígenas, dispersas a través de todo el hemisferio occidental y cada una con seres emparentados, de una manera u otra han hecho acercamientos a sus contrapartes. De estas actividades han surgido muchas asociaciones orgánicas, basadas en la gama de elementos que tienen en común.

Con la reciente elección del indígena aymara Evo Morales como presidente de Bolivia, se ha manifestado de manera obvia que el movimiento de base indígena, inspirado en principios democráticos, en la última década ha logrado una madurez vigorosa en la América Latina. Entre los países andinos, Perú y Ecuador cuentan con una población indígena bien sustancial que continúa organizándose y envolviéndose más y más cada día en la actividad cívica de sus países respectivos. Movimientos indígenas han ganado terreno en Chile, en el norte de Venezuela, en la América Central y en México. Estos eventos no son otra cosa que movimientos democráticos de pueblo, y el mejor consejo que se le puede dar a los Estados Unidos es que entienda y acoja estas aspiraciones.

Desafortunadamente para los que hacen la política en los Estados Unidos, muchos de estos movimiento emergentes han chocado de frente con un gran número de las políticas de mercado que han sido dictadas por esta nación después de la caída de la Unión Soviética. Los trabajadores pobres de muchas regiones de la América Latina, empantanados en la miseria, se están enlistando voluntariamente en la corriente de cambio que abiertamente está propulsando Venezuela, la que se caracteriza por el reto lanzado a los Estados Unidos y a los carteles de energía árabes, referente al interés de éstos en los recursos de la América del Sur.

En su artículo “Las guerra de los oleoductos en Suramérica: el bloque de Chávez está en carrera contra el cartel del petróleo para hacer una red en el Continente” (“Native Americans: Hemispheric Journal of Indigenous Issues”, Fall/Winter 2001; www.ww4report.com/node/1531 ), el periodista Bill Weinberg hizo un destaque del grupo que se opone a los intereses de E.U. y que se está consolidando en la América del Sur, dirigido por Hugo Chávez de Venezuela y mediante una unión forjada con Bolivia, Brasil, Argentina, Uruguay y recientemente Chile. Se está fraguando una batalla por los recursos de este hemisferio, con este bloque de naciones lanzando un reto al concepto de la extracción de recursos que tiene las corporaciones transnacionales. Las naciones del sur están proponiendo reducir la venta de sus recursos naturales a los Estados Unidos para estimular el uso de estos para inyectarle una nueva vida económica a sus propios países, los que han estado asediados por la pobreza y asolados por la expoliación de sus recursos.

Escribió Weinberg: “Los proyectos corporativos invariablemente unen los pozos petroleros del interior del Amazonas y del Orinoco, con las costas del Pacífico y del Caribe … [sin embargo] … el pilar principal del plan de Chávez no une estos pozos con las costas, sino que cruzan el Amazonas para unir a las naciones suramericanas, unas con otras.”

La propuesta de Chávez — a quien el senador americano John McCain llama “un hombre loco”– se conoce como PetroAmérica, que es una empresa regional de los sectores productores de petróleo. ” Puede que se tome como una locura lo de Chávez retar a los Estados Unidos, pero Chávez está lejos de ser una persona estúpida, y además, está inmensamente dedicado a su causa. Sus propuestas no sólo están integrando a la América Latina y el Caribe; los principios que promulga se nutren, además, de los temas de la autosuficiencia y de la re-inversión de las ganancias en el desarrollo de programas sociales.” Haciendo alusión a la misión inconclusa de Simón Bolívar, considerada por muchos como una sagrada, el movimiento de Chávez se está tornando sumamente popular a través de esta región.

El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva y el presidente de Argentina, Nestor Kirchner, se han sumado a la propuesta del presidente Chávez para la instalación de un gasoducto a lo largo del Continente, con una extensión de 6.214 millas de largo y a un costo de 20 mil millones de dólares. Esta propuesta “espina dorsal” en Suramérica “comenzaría en la costa caribeña de Venezuela, corriendo a lo largo de Brasil hasta llegar a la Argentina.”

Cuba, que es una nación considerada paria por los Estados Unidos, pero formalmente aceptada por el resto de las Américas, incluyendo Canada, participa de este acuerdo. El presidente cubano, Fidel Castro, es un confidente de varios jefes de estado, particularmente de Chávez y de Morales, y ha hecho disponible a la gente pobre de la América Latina los amplios recursos médicos de Cuba para el desarrollo de una iniciativa que ha adquirido gran destaque y que se fundamenta en operaciones quirúrgicas para la recuperación de la vista. Venezuela, usando su riqueza petrolera, enlista miles de médicos adiestrados en Cuba para llevar a cabo esta gran iniciativa, dirigida a proveer servicios de salud al pueblo directamente, así como para el adiestramiento sobre estos servicios, ofrecido a miles de latinoamericanos pobres en una docena de países. Este enfoque, que beneficia a la población indígena más pobre, ha sido reconocido y dado a conocer ampliamente. Sólo en los Estados Unidos este singular movimiento a favor de la salud no ha sido divulgado por los medios de comunicación pública.

Las iniciativas de Chávez, tan llenas de energía y dadas a conocer ampliamente, han tomado por sorpresa a los que hacen la política pública de los Estados Unidos y a los medios de comunicación de esta nación. Como resultado, el público norteamericano ha estado mal informado. En gran medida, y por otro lado, los expertos en los E.U. han ignorado la sensación de traición tan apabullante que la política fiscal de este país genera en las masas de los pueblos de la América Latina.

La retórica tan retante del nuevo liderato de la América Latina está enviando una señal sobre la posibilidad de pérdida de una fuente de recursos para los Estados Unidos. La red globalizada de la iniciativa PetroAmérica de Chávez no conduce a los Estados Unidos. Primero, esta red busca integrar a la América Latina, y segundo, en el mercado internacional intenta efectuar grandes ventas a China. Esto está provocado la ira de los Estados Unidos y advertencias de su Departamento de la Defensa, aunque los que diseñan la política de esta nación están perdidos en cuanto a como contraarrestar el desarrollo de la red que está siendo promovida por Chávez en un mundo multi-lateral.

Hacen su entrada las relaciones tribales.

En medio de esta creciente ruptura entre los Estados Unidos y la mayoría de las corrientes políticas de la América Latina, están surgiendo y traslapándose las redes indígenas, las que ahora se están manifestando con mayor intensidad por el apoyo que están dando de una manera abarcadora y profunda nunca antes vista (apoyo dado primero por Venezuela y luego por Bolivia) a los derechos culturales y a la actividad política de sus pueblos indígenas. Las relaciones entre la gente indígena y la manera como se efectúan éstas entre sus pueblos, resultan ser un instrumento efectivo para continuar dialogando, negociando y llevando a cabo el intercambio comercial. En general, resultan ser un medio para apoyar la paz — y no la guerra — y para darle estabilidad a las relaciones entre las naciones del mundo. En ningún otro sitio esto es más posible de realizarse que en las Américas.

Recientemente, delegaciones de indígenas de Norteamérica asistieron a la inauguración de Evo Morales, y han estado representado a sus pueblos y naciones en eventos en Venezuela, Chile y otros lugares desde hace ya algunos años. Esto ha ido a la par con los cambios políticos que han estado ocurriendo. Relaciones de amistad perdurables se han establecido a través de muchas fronteras, como resultado de que la gente indígena se ha estado comunicando. Esto ofrece, en potencia, una oportunidad excelente para tender puentes en una dirección que quizá pueda evitar que haya una guerra más en las Américas.

A este efecto, a continuación reseñamos un evento interesante. No hace mucho el Departamento de Estado de los E.U. auspició la jira por comunidades y organizaciones de indígenas norteamericanos, de una delegación de representantes legislativos indígenas pertenecientes al movimiento hacia el socialismo que preside Evo Morales. La delegación fue de visita donde quiso, asistiendo a seminarios en Washington, D.C. y sosteniendo reuniones con líderes indígenas, incluyendo con uno de la nación Haudenosaunee. La relación de entendimiento que tan fácilmente se estableció se hizo notable, haciéndose evidente una vez más que la gente nativa, aún las de grandes y diferentes orígenes y situaciones de vida, podían encontrar bases en común dentro del espacio de una historia y de una cultura que es compartida. Muy significativamente, las discusiones se tornaban vigorosas cuando se trataban propuestas sobre actividades de intercambio y de comercio.

Los líderes de Norteamérica necesitan enfocarse en la realidad de que una gran parte de sus propuestas para el resto del mundo no propenden a promover la amistad. El poder corporativo ejercido con crudeza, evidenciado por las actividades privatizadoras que golpean la tradición, es demasiado muchas veces bien negativo para la gente pobre. Esta práctica se ha tornado representativa de los Estados Unidos y tiene una gran dosis de violencia cruda y brutal.

Una gran parte del mundo es bien tribal y está regido por la tradición. No obstante los deseos ilusorios de los que elaboran políticas utópicas en los Estados Unidos, como la del destino manifiesto rampante y la de las prácticas eugenésicas en las Américas, la realidad es que estas políticas sólo se pueden lograr mediante la guerra.

Quizá más que cualquier otro grupo en Norteamérica, los índigenas americanos conocen y aprecian ese estilo de acercamiento que permite dirigirse a las cultras que están basadas en las tradiciones de la tierra y en los clanes, como son las de las Américas. Esto hace que sea posible que del Norte dimane un diálogo positivo y edificante, tomando en cuenta que con sus prácticas de adaptación y de supervivencia es que los idígenas americanos han abordado estos retos impuestos por la colonización. Es un posicionamiento muy particular, dentro de los Estados Unidos y en el hemisferio, esta búsqueda de la Gran Paz en base a un diálogo justo y decidido en torno a la convivencia pacífica, a la felicidad de las gentes y a la Madre Tierra, hasta una séptima generación.

Nota: Este artículo es una traducción del original en inglés: American Indians North and South: A Web of Discourse, Editors Report/ Indian Country Today, Feb. 21, 2006.)

American Indians North and South: A Web for Discourse
Editors Report / Indian Country Today
Feb 21, 2006

NOTE FROM RAY: Two years ago, a group of us collected native arts, crafts, jewelry, etc. to send to a gathering of Brazilian tribal leaders. Our gifts to them showcased everything from turquoise and silver from the Navajo to cedar roses from the Lummi. But the big surprise is that the ones who recieved the gifts from us did not even know that there were any Indians in North America. Now they are eager to establish relationships with tribes outside of their own area. I just returned from a 3 week trip to a reservation in Brazil and they are so glad to make connections. So this article today might help you to see that many native groups are figuring out how to relate and work together. Thanks for listening!
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The covenant that has been growing between American Indian peoples and their organizations, north and south, has a great and historic role to play as the political conditions between the United States and Latin America disintegrate.

The resilience of American Indian peoples in the Western Hemisphere is remarkable, and the very existence of tribal nations that converse with each other signals a distinct point of reference. Friendships and partnerships among indigenous peoples have grown fundamentally on cultural grounds. Indigenous discourse around the concept of land-based kinship nations is distinct.

The Indian discussion that focuses the relationship of human beings with the natural world is genuinely unique. The common problems of disregard, racism and colonialist oppression are as true as the shared aspirations to political freedoms and economic improvements in community life. Which is to say: The shared discussion among American Indi! ans – he mispherically – contains a large commitment to universal human values.

Actively for more than 30 years, North American, Central American, Caribbean and South American Indian peoples have met on a wide range of issues and events. Lasting friendships and alliances toward development and human rights projects mushroomed during the last three decades as a third generation of Native grass-roots community representatives and professional counterparts coordinated international campaigns. The more than 1,000 distinct kinship nations of indigenous peoples throughout the Western Hemisphere have all in one way or another reached out to their counterparts; and many organic partnerships, based on a range of mutual recognitions, have emerged.

Recently made obvious with the election of Aymara Indian Evo Morales as Bolivia’s new president, a democratically inspired, grass-roots indigenous movement has come to vigorous maturity in the past decade in Latin America. Among the Andean countries, Peru and Ecuadorhave substantial Indian populations which continue to organize and engage the civic lives of their countries. Indigenous movements have made ground in Chile and northward in Venezuela, Central America and Mexico. These are nothing less than democratic peoples’ movements, and the United States is best advised to understand and accommodate their aspirations.

Unfortunately for U.S. policy-makers, many of these resurgent movements have run head-on into many of the market-driven policies dictated by the United States after the fall of the Soviet Union. Mired in misery under the strict measures that affect poor working people throughout the region, they are willingly enlisted in the current of Latin American countries, openly propelled by Venezuela, which is intent on challenging U.S. and even Arab energy cartels for the resources of the southern American hemisphere.

In ”South American Pipeline Wars: Chavez Bloc Races with Oil Cartel to Grid the Continent” (”Native Americas: Hemispheric J! ournal o f Indigenous Issues,” Fall/Winter 2001; www.ww4report.com/node/1531), journalist Bill Weinberg noted the U.S. oppositional group consolidating in South America, led by Venezuela’s Hugo Chavez and coalescing Bolivia, Brazil, Argentina, Uruguay and now Chile. A battle is brewing over the hemisphere’s resources, with this Latin American bloc of countries challenging the extractive concept of resource development conducted by transnational corporations. The southern countries are proposing curtailing sales to the United States and encouraging the use of the natural resources of their countries to inject new economic life into their own poverty-stricken, long-ravaged region.

Wrote Weinberg: ”The corporate projects invariably link oilfields in the continental interior the Amazon and Orinoco basins with the Pacific and Caribbean coasts for export to the United States … [However] … the main pillar of the Chave plan does not link the Amazon to the sea but crosses the Amazon to link the South American nations to one another.”

Chavez, who Sen. John McCain calls ”a crazy man,” proposes ”PetroAmerica, a regional joint venture of state-sector oil companies.” Chavez may be crazy to challenge the United States, but he is not stupid – and he is immensely dedicated to his cause. His proposals are not only integrating Latin America and the Caribbean; his stated principles invoke themes of self-sufficiency and the reinvestment of ”profits into development and social programs.” Calling on the sacred unfinished mission of Simon Bolivar, Chavez’s movement is becoming very popular across the region.

Brazilian President Luiz Inacio Lula da Silva and Argentine President Nestor Kirchner have signed on to Chavez’s proposal for a $20 billion, 6,214-mile, gas pipeline running the length of the continent. This proposed ”spinal chord” of South America would ”start at Venezuela’s Caribbean coast and run t! hrough B razil before reaching Argentina, dissecting the Amazon Basin.”

Cuba, pariah to the United States but formally accepted in the rest of the Americas, including Canada, figures in. Cuban President Fidel Castro is a confidante of several heads of state, particularly Chavez and Morales, and he has partnered his country’s large supply of doctors in a popular initiative to perform eyesight recovery surgery for poor people in Latin America. Venezuela, using its oil wealth, enlists thousands of Cuban-trained doctors in this major initiative to provide direct health services as well as training for tens of thousands of poor Latin Americans in a dozen countries. A concentration on the ”poorest of the poor” indigenous population is widely noted. Only in the United States does this unique health movement go unreported.

Chavez’s energetic and hugely publicized initiatives have largely caught U.S. policy-makers and media, and thus the American public, ill-informed. By and large, American pundits have igored the stunning sense of betrayal American fiscal policies generate in the Latin American masses.

The challenging rhetoric of the new Latin American leadership signals a likely loss of resources. The global linkage for Chavez’s PetroAmerica initiative does not lead to the United States. First, it seeks to integrate Latin America; but internationally, it intends big sales to China. This triggers anger and warnings from the U.S. Department of Defense, but policy-makers are at a loss how to curtail the new linkages of countries in a multi-lateral world.

Enter tribal relations.
Emergent and overlapping in this growing rupture between the United States and the major Latin American political current are the indigenous networks, as first Venezuela and then Bolivia turn to support Indian cultural rights and inspire political activity in deeper and more widespread ways than ever before. Relations among Indian peoples in the Americas may prove a way to continue to talk, negotiate, carr! y on tra de and commerce, and generally support peace over war as the way to stabilize relations between nations of the world. Nowhere is this more possible than in the Americas.

Just recently, delegations of North American Indians attended the Morales inauguration; and they have been represented at events in Venezuela, Chile and elsewhere, recently and in past years, as the Latin American political shift has taken place. Long-standing friendships are established as Native people speak with each other across many boundaries. This has excellent bridge-building potential – the kind of direction that can perhaps keep America from yet one more war.

Here is an interesting sign. Not long ago, the U.S. State Department sponsored a tour of North American Indian communities and organizations by Bolivian Indian congressmen from Evo Morales’ political party, Movement Toward Socialism. The delegation went wherever they wanted, attending seminars in Washington, D.C., and holding meetings with Indian leaders, inclding one Haudenosaunee nation. The easy rapport was noticeable as, once again, Native people from vastly different situations and backgrounds found common ground in a shared sense of history and culture. Significantly, discussions energized around potential trade and commerce proposals.

American leaders need to focus on the reality that a good percentage of their prescription for the rest of the world has not been people-friendly. Raw corporate power, rewarded by tradition-busting privatization, is too often very negative for poor people. It has become the representation of the United States and it has its share of raw ugliness.

The world outside the United States is very tribal and tradition-bound; and the rampant, ethnic-cleansing manifest destiny that created the power of America is not reproducible by starting a war, despite the wishful thinking of utopian policy-makers.

Perhaps more than most in North America, American Indians appreciate an approach that knows how to speak! to the traditions of land-based and clan-based tribal cultures. This is particularly true of the Americas, where a more positive dialogue emanating from the North is still possible. Adaptation and survival was the Indian approach. It is a distinct positioning, within the United States and hemispherically, to seek a great peace predicated on fair and resolute dialogue on the peace and happiness of the peoples and mother earth unto the seventh generation.

©Indian Country Today

Source: Our Daily Frybread

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