Que son los ataques de panico?

¿QUE SON LOS ATAQUES DE PANICO?

“Intempestivamente sentí una oleada de miedo sin que hubiera razón alguna. El corazón me latía apresuradamente, me dolía el pecho y se me dificultaba cada vez más respirar. Llegué a creer que me iba a morir.”

“¡Tengo tanto miedo! Cada vez que voy a salir tengo esa horrible sensación en la boca del estómago y me aterroriza pensar que voy a sufrir otro ataque de pánico.”

¿Cuáles son los síntomas de un ataque de pánico?

Como se describe arriba, los síntomas de un ataque de pánico se presentan intempestivamente sin causa alguna aparente. Los síntomas pueden incluir:

Palpitaciones rápidas o violentas
Dolores en el pecho
Vértigo, mareo, náusea
Dificultad para respirar
Cosquilleo o entumecimiento en las manos
Sofoco o escalofrío
Sensación de estar soñando o deformación de percepción
Terror — sentir que algo horrible va a pasar y que no puede uno evitarlo
Miedo de perder el control y hacer algo que le cause a uno vergüenza
Miedo de morir

Por lo general, un ataque de pánico dura varios minutos y se considera una de las situaciones más penosas que pueda experimentar una persona. Casi todos los que sufren un ataque sufrirán otros más. Cuando una persona sufre contínuos ataques o siente una fuerte ansiedad por miedo a tener otro ataque, se dice que sufre trastorno causado por pánico.

¿Qué es un trastorno causado por pánico?

Es un serio problema de salud. Cuando menos, un 1.5 por ciento de los adultos americanos, o 3 millones de personas, sufrirán un trastorno causado por pánico en un momento dado en su vida. Este trastorno es bastante diferente a otros tipos de ansiedad en cuanto a que los ataques de pánico se presentan inesperadamente, aparentemente sin causa alguna y frecuentemente causan incapacidad.

Una vez que una persona sufre un ataque de pánico, por ejemplo mientras maneja un vehículo, hace compras en una tienda llena de gente, o se encuentra dentro de un elevador, puede crearse miedos irracionales llamados fobias, relacionados con esas situaciones, y comenzará a tratar de evitarlas. Con el tiempo, la necesidad de evitar esas situaciones y el grado de ansiedad por miedo a otro ataque puede llegar al punto en que esa persona que sufre trastorno causado por pánico no podrá volver a manejar un vehículo, ni siquiera dar un paso fuera de su casa. Cuando llega a este punto, se dice que la persona sufre trastorno causado por pánico con agorafobia. Es así como el trastorno causado por pánico puede tener un serio impacto en la vida diaria de una persona, tanto como cualquier otra enfermedad seria, a menos que la persona reciba tratamiento efectivo.

¿Es el trastorno causado por pánico una enfermedad?

Sí. El trastorno causado por pánico es una enfermedad real con posibilidades de causar invalidez, que puede controlarse por medio de tratamiento específicamente diseñado para este mal. esafortunadamente, debido a los síntomas molestos que se presentan con el trastorno causado por pánico, frecuentemente se confunde este mal con afección cardíaca o cualquier otra enfermedad que amenaza la vida. Frecuentemente, las personas acuden a las salas de emergencia de los hospitales cuando son presas de un ataque de pánico donde posiblemente se les hagan pruebas exhaustivas para eliminar la existencia de estos otros males.

Por regla general, el personal médico trata de asegurar al paciente de que no está en grave peligro. Sin embargo, estos intentos de calmar al paciente pueden hacer más daño de lo que uno se imagina. Si el doctor usa expresiones tales como “no es algo serio”, “es cosa de su imaginación” o “no es algo por qué preocuparse” puede dar al paciente la impresión equivocada de que el tratamiento no es posible o no es necesario

¿Cuál es el tratamiento para un trastorno causado por pánico?

Gracias a la investigación que se ha llevado a cabo en este campo, existen varios tratamientos disponibles incluyendo diferentes medicamentos eficaces y distintas clases de psicoterapia. Frecuentemente, una combinación de psicoterapia y medicamentos da buen resultado en más o menos corto tiempo. Por lo tanto, un tratamiento adecuado para el trastorno causado por pánico puede prevenir ataques posteriores o hacer éstos menos severos y frecuentes, lo que trae consigo un gran alivio al 70 o 90 por ciento de las personas que padecen trastornos causados por pánico.

Además, las personas que padecen trastornos causados por pánico pueden necesitar tratamientos para otros problemas emocionales. La depresión se asocia frecuentemente con los trastornos causados por pánico de la misma manera que el abuso del alcohol o de las drogas. Recientemente se ha llegado a la conclusión de que el suicidio es más prevalente entre las personas que sufren trastornos causados por pánico. Afortunadamente los problemas asociados con los trastornos causados por pánico así como éstos mismos, pueden resolverse eficazmente.

Por desgracia muchas personas que sufren trastornos causados por pánico no reciben tratamiento alguno.

¿Qué sucede si no se atiende un trastorno causado por pánico?

El trastorno causado por pánico puede durar meses o años. Aunque por lo general éste comienza en la pubertad, en algunas personas los síntomas se presentan más tarde en su vida. Si no se atiende, puede empeorar al punto de que la vida de esa persona se afecte seriamente. De hecho, muchas personas han tenido problemas con sus amistades o con sus familiares o aún en sus trabajos debido al trastorno causado por pánico. Es posible que se presente cierta mejoría ocasionalmente pero por lo general no desaparece el mal a menos de que la persona reciba los tratamientos adecuados, diseñados para ayudar a quienes padecen trastornos causados por pánico.

¿Qué ocasiona un trastorno causado por pánico?

De acuerdo con una teoría existente sobre trastorno causado por pánico, el “sistema de alarma” normal de un cuerpo, o sea el conjunto de mecanismos mentales y físicos que le permiten a una persona hacer frente a una amenaza, entra en acción sin que sea necesario o sea cuando no hay peligro. Los científicos dedicados a esta clase de estudios no han podido saber exactamente cómo sucede o por qué algunas personas son más susceptibles que otras a este problema. Se ha llegado a determinar que el trastorno causado por pánico se extiende en la familia, lo que puede sugerir que es congénito o sea que los genes juegan un papel muy decisivo al determinar quién lo va a heredar. Sin embargo, algunas personas sin antecedentes familiaries de este mal llegan a sufrirlo. Frecuentemente los ataques se provocan por una enfermedad física, una seria tensión emocional en la vida o posiblemente por medicamentos que aumentan la actividad de la parte del cerebro responsable de las reacciones de miedo.

Horas de sueño y longevidad

HORAS DE SUEÑO Y LONGEVIDAD

Científicos sostienen que dormir 6 0 7 horas permite vivir más tiempo

Un estudio norteamericano sobre sueño y longevidad, en el que han participado más de un millón de personas, ha revelado que seis horas y media de sueño son suficientes para el descanso y la salud, y que dormir menos de cuatro, o más de ocho horas, aumenta el riesgo de una muerte prematura o temprana.

Realizada por científicos de la Universidad de California y de la Sociedad Estadounidense del Cáncer, la investigación supone un cambio sustancial sobre la concepción existente sobre el sueño.

Hasta ahora, se consideraba que, para garantizar un buen estado de salud, se requería dormir un promedio de ocho horas cada noche. Sin embargo, tras comparar cifras de mortalidad en relación con horas de sueño, los autores del estudio han llegado a la conclusión de que quienes duermen entre 6 y 7 horas cada día viven más años. Por el contrario, los individuos que duermen ocho horas o más, o menos de cuatro horas por noche, presentan un índice de mortalidad significativamente mayor. Lo curioso del caso es que ni ellos mismos saben explicar por qué se produce esa asociación.

El profesor de Psiquiatría de la Universidad de California Daniel Kripke afirma que los mayores índices de mortalidad temprana aparecen vinculados a periodo de mayor duración del sueño. ³No sabemos si los periodos más prolongados de sueño conducen a la muerte. Se necesitarán más estudios para determinar si poner antes el despertador puede mejorar la salud², matiza el propio Kripke.

La investigación realizada en California ha incluido la mayor muestra de individuos analizada hasta ahora en relación con el sueño. Se trataba de personas de entre 30 y 102 años de edad. Los mayores índices de supervivencia se han descubierto entre quienes dormían entre seis y siete horas diarias. Sin embargo, el grupo de quienes duermen ocho horas o más tienen un 12% más de posibilidades de morir en un periodo de seis años que quienes duermen siete horas. Incluso quienes duermen una media de cinco horas cada noche tienen una vida más larga que los que duermen ocho o más horas.

El estudio ha tenido n cuenta también variables como edad, ejercicio físico, problemas de salud previos o factores de riesgo como el tabaquismo.

Antidepresivos

La revista “El medico interamericano” en su numero de marzo del 2001,el reputado profesor Pedro Ruiz, psiquiatra de origen Cubano que ejerce en Houston y enseña en Baylor University, afirma “segun los consensos latinoamericanos y europeos el tratamiento en fase aguda de una depresion debe abarcar de 4 a 12 semanas.

Que aunque el paciente mejore la continuacion del tratamiento debe extenderse por 4 a 9 meses. Afirma que las depresiones mayores y recurrentes el tratamiento debe abarcar hasta cinco años, aunque tempranamente se observen manifestaciones de remision”.

En su articulo “La depresion mental cronica” Ruiz y Col. aseguran que en los E.U se calcula la incidencia de depresión es del 20 al 25 % en mujeres y del 7 al 12 % en hombres. Ellos estiman que en los paises subdesarrollados como la Republica Dominicana el comportamiento es similar. En la práctica clínica la tendencia para evitar recaidas de los pacientes el prolongar con criterios sociales , economicos y de calidad de vida los tratamientos farmacologicos auxiliados de diferentes formas de psicoterapias ( consejos) , dentro de las cuales el autor citado recomienda la cognitivo-racional y la transpersonal

Psicoterapia conductual

La psicoterapia conductual puede ser definida como la aplicación clínica de los principios de la teoría del aprendizaje en la modificación de la conducta. London (1964) elegantemente define a la terapia conductual o “terapia de acción” como “el objetivo técnico de aquellas terapias que manipulan las conexiones estímulo-respuesta con el fin deliberado de cambiar conductas específicas de un patrón de actividad a otro” (p. 84).

El término “conducta”, tal y como es empleado en los estudios actuales del conductismo, es generalmente definido en un sentido amplio, con el fin de “incluir un complejo de actividades observables y potencialmente medibles que incluyen clases de respuestas motrices, cognitivas y fisiológicas” (Bandura, 1969, p. 73).

Desde la perspectiva de los terapistas conductuales, las conductas son aprendidas y el aprendizaje de estas conductas obedece a principios psicológicos que se han derivado empíricamente (Bandura, 1969; Bergin & Garfield, 1971; Rimm & Masters, 1974; Ullmann & Krasner, 1969/1975). Ejemplos de estos principios psicológicos son los principios de reforzamiento (Ayllon & Azrin, 1965, 1968; Ferster & Skinner, 1957). Por tanto, un paradigma ampliamente aceptado en la terapia conductual es que “las conductas tradicionalmente llamadas anormales no difieren, cuantitativa o cualitativamente, en su desarrollo o mantenimiento, de las demás conductas” (Ullmann & Krasner, 1969/1975, p. 2).

Las principales asunciones de los modelos de aprendizaje conductual, de acuerdo con Kanfer & Phillips (1970), son: (a) un foco en la conducta, esto es, en lo resultante de la interacción de la persona con el ambiente; (b) la intervención directa de la conducta desviada más que de las causas subyacentes y presumidas de la conducta; (c) todas las conductas están sujetas a los mismos principios psicológicos, los cuales se han derivado empíricamente; (d) los métodos de las ciencias naturales son empleados en la investigación acerca de la conducta humana; (e) los observadores necesitan tener la habilidad necesaria para realizar mediciones adecuadas, pero no se requiere tener habilidades relativas a la teoría; y, (f) el foco de la intervención es siempre en las conductas que se experimentan en el presente y no en la historia vivida de la persona o en la historia de la conducta desviada.

La teoría del reforzamiento operante de Skinner plantea que, básicamente, el aprendizaje se produce cuando una respuesta operante emitida por el organismo es reforzada (Skinner, 1957). Como un corolario a la teoría del aprendizaje de Skinner, Bandura (Bandura, 1963, 1969; Bandura & Walters, 1963) ha formulado una interpretación de los patrones conductuales a partir del aprendizaje social. La perspectiva de Bandura (1969) enfatiza el rol del ambiente en el reforzamiento de las respuestas del individuo, dando lugar de esta manera a patrones conductuales. Debido a su importancia en relación al modelo de la psicoterapia conductual, a continuación analizaremos las condiciones para la aplicación de procedimientos de reforzamiento y el manejo de contingencias conductuales.

Condiciones para la Aplicación de Procedimientos de Reforzamiento

La vasta mayoría de intervenciones en terapia conductual envuelven la aplicación de principios del reforzamiento (Kanfer & Phillips, 1970). Procederemos ahora a enfocar las condiciones esenciales bajo las cuales los procedimientos de reforzamiento deben ser aplicados. A este efecto, Bandura (1969) concisamente plantea que:

Primero, uno debe elegir reforzadores que sean suficientemente poderosos y duraderos como para mantener la capacidad de respuesta durante largos períodos de tiempo mientras complejos patrones de conducta son establecidos y fortalecidos. Segundo, los eventos reforzantes deben ser puestos en una relación de contingencia con la conducta deseada si van a ser óptimamente efectivos. Y tercero, es esencial disponer de un procedimiento confiable para elicitar o inducir los patrones de respuesta deseados; de otra manera, si raras veces o nunca ocurren, entonces habrán pocas oportunidades para influenciarlos a través del reforzamiento contingente (p. 225).

Premack (1965) ha indicado que bajo condiciones apropiadas casi cualquier actividad puede funcionar como un reforzador efectivo. Adicionalmente, Bandura (1969) ha planteado que la capacidad potencial de una actividad u objeto como reforzador es una propiedad relativa más que absoluta. Por tanto, “un evento de respuesta en particular no tendrá potencia en relación a una actividad más altamente preferida, pero funcionará como un reforzador positivo efectivo cuando se le aparea con respuestas de menor valor” (Bandura, 1969, p. 222).

Una vez que el terapista ha identificado reforzadores efectivos, éstos deben ser suministrados de manera contingente para poder efectuar la modificación de conductas. El manejo contingente de un reforzador es definido como el suministro de un reforzador a continuación de la conducta objetivo, pero únicamente luego de la ocurrencia de dicha conducta (Rimm & Masters, 1974).

Numerosos experimentos han sido llevados a cabo para demostrar que el reforzamiento contingente de las conductas es un procedimiento efectivo en el control de la conducta y que, por el contrario, el reforzamiento no contingente no es exitoso en este tipo de control (Bandura & Perloff, 1967; Hart, Reynolds, Baer, Brawley & Harris, 1968). Adicionalmente, la manera más efectiva de modificar conductas es mediante la aplicación de un reforzador inmediatamente y que sea a la vez contingente con la conducta objetivo (Renner, 1964). Sin embargo, esta contiguidad temporal puede ser modificada explicándole a la persona cuya conducta debe ser modificada, a través de la mediación verbal, las contingencias impuestas (Bandura, 1969).

La aplicación de reforzadores por el terapista en un programa de manejo de contingencias obviamente depende de la persona que produce la respuesta objetivo. Una técnica que ha sido empleada exitosamente para inducir tales respuestas es la del moldeamiento, la cual implica el reforzamiento de aproximaciones sucesivas de la respuesta objetivo deseada que son emitidas por el individuo. Ejemplos de la aplicación de esta técnica son los estudios realizados por King, Armitage y Tilton (1960) y por Isaacs, Thomas y Goldiamond (1960). Otros procedimientos envuelven el uso de instigaciones verbales que instruyen al individuo cómo y cuándo producir la conducta a ser reforzada (Baer & Wolf, 1967), al igual que el uso de procedimientos de guía física de la respuesta, en los que se asiste físicamente al individuo a producir la respuesta reforzable (Lovaas, 1966).

Manejo de Contingencias Conductuales

Homme y Tosti (1965) han planteado que “o uno maneja las contingencias o las mismas son manejadas en forma accidental. En cualquier caso, existirán contingencias y las mismas tendrán sus efectos” (p. 16). Se ha señalado anteriormente que el manejo contingente de un reforzador implica el suministrar dicho reforzador a seguidas de la respuesta objetivo, pero únicamente después de la ocurrencia de la conducta objetivo (Rimm & Masters, 1974). La mayoría de los programas de manejo conductual incluyen una combinación de contingencias.

Por ejemplo, Burchard y Tyler (1965) emplean tanto las técnicas aversivas (e.g., un procedimiento de aislamiento), como técnicas de reforzamiento positivo (e.g., fichas). Típicamente, los programas de contingencia conductual incluyen alguna provisión para reforzar positiva y/o negativamente la conducta adaptiva o prosocial, esto es, la conducta objetivo, al igual que alguna provisión para castigar la conducta desviada con una consecuencia aversiva.

El castigo debe ser diferenciado conceptualmente del reforzamiento negativo. Se define al castigo como “la situación que existe cuando un estímulo aversivo es presentado a continuación de un acto en particular y éste no puede ser escapado o evitado” (Kanfer & Phillips, 1970, p. 322). Por otro lado, por definición, un reforzador negativo es el que, al desaparecer, fortalece la conducta (Skinner, 1957).

Al discutir los méritos relativos de las técnicas de reforzamiento versus el castigo, Rimm y Masters (1974) plantean:

Está claro que el castigo puede ser empleado efectivamente para modificar la conducta… y que pueden existir problemas conductuales particulares que respondan mejor, o quizás exclusivamente, a procedimientos aversivos. También, aún cuando pueda existir una elección entre el uso del reforzamiento positivo o de procedimientos de castigo, existen varias buenas razones para preferir las técnicas de reforzamiento…. En primer lugar, cuando tenemos a disposición técnicas efectivas alternativas, es difícil justificar el empleo de técnicas que causan dolor y sufrimiento aunque las mismas también sean efectivas. Segundo, el castigo a menudo produce ciertos efectos colaterales que pueden ser bastante indeseables. Y finalmente, mientras el castigo puede ser usado cuidadosa y efectivamente por el terapista conductual con experiencia, a menudo es la técnica empleada primordialmente por algunos esposos y padres, usándola inefectivamente, con la consecuencia de que la convierten en inefectiva para el individuo en cuestión (pp. 192-193).

Es importante enfatizar que Rimm & Masters (1974) no se oponen al uso de técnicas aversivas, pero sí que estas técnicas deben ser usadas juiciosamente y por individuos bien entrenados y únicamente ante la ausencia de una técnica efectiva de reforzamiento. Bandura (1969) apoya una posición similar:
El uso del control aversivo es también frecuentemente cuestionado sobre la base de que produce una variedad de productos colaterales indeseados. Esta preocupación está justificada, tal y como veremos más adelante. Muchos de los efectos desfavorables, sin embargo, están algunas veces asociados con el castigo y no son necesariamente inherentes a los métodos mismos sino que resultan de la manera incorrecta en que fueron aplicados. Una gran cantidad de la conducta humana es, de hecho, modificada y regulada cercanamente mediante consecuencias aversivas naturales sin ningún efecto dañino….

El castigo es rara vez empleado como el único método para modificar la conducta; pero si es usado juiciosamente conjuntamente con otras técnicas diseñadas para promover opciones de respuesta más efectivas, tales combinaciones de procedimientos pueden acelerar el procedimiento de cambio. Adicionalmente, las consecuencias aversivas son frecuentemente empleadas para modificar la conducta desviada que es auto-reforzada automáticamente con su ocurrencia y en casos en los que ciertos patrones de respuesta deben ser rápidamente puestos bajo control debido a sus efectos nocivos en el que los ejecuta o en otras personas (p. 294).

Adicionalmente, Meehl (1962) ha expresado su preocupación con el hecho de que muchos clínicos deliberadamente enfocan las conductas maladaptivas sin fortalecer o incrementar la frecuencia de conductas adaptivas ya presentes o sin instituir nuevas conductas en el repertorio de la persona.
Algunos de los efectos colaterales del castigo a que han hecho referencia Rimm y Masters (1974) y Bandura (1969) han sido estudiados por Risley (1968) y por Becker (1971). Becker (1971) propone que algunas conductas desviadas tienen su origen en el castigo, tales como las siguientes:

    * Engañar, para evitar el castigo que sigue a estar equivocado.
    * No ir a la escuela, para evitar o escapar los múltiples castigos asociados al fracaso escolar, una enseñanza pobre, o una administración escolar punitiva.
    * Fugarse del hogar, para escapar los muchos castigos que los padres pueden emplear.
    * Decir mentiras, para evitar el castigo que sigue el hacer algo incorrecto.
    * Asechanza, para evitar ser agarrado “portándose mal”.
    * Esconderse, para evitar ser atrapado (Becker, 1971, p. 124).

Otra situación preocupante tiene que ver con el uso de procedimientos de castigo en los casos en que los padres castigan conductas desviadas, pero rara vez, si acaso, refuerzan la conducta apropiada de sus niños. Uno de estos casos fue reportado por Tharp y Wetzel (1969), quienes estudiaron el caso de una familia en la que los padres tuvieron que ser entrenados en el uso de técnicas de manejo de contingencias con el reforzamiento, en vez de con el castigo, para poder efectivamente controlar a sus niños.

Para concluir, es importante enfatizar nuevamente dos de las características más importantes de la psicoterapia conductual: la efectividad y la eficiencia. Todos los modelos terapéuticos establecidos modifican en mayor o menor grado la conducta humana, por lo que podríamos señalar que son efectivos. Lo importante, sin embargo, es que existe evidencia amplia (Bandura, 1969; Bergin & Garfield, 1971; Grambrill, 1977; London, 1964; Rimm & Masters, 1974) que apoya la aseveración de que la psicoterapia conductual, con su tecnología derivada empíricamente, logra la modificación de conducta de una manera más directa y completa, a la vez que logra este cambio usando de manera más racional los recursos disponibles. Dicho en otras palabras, la psicoterapia conductual es un procedimiento terapéutico altamente efectivo y eficiente.

LA DEPRESIÓN, UNA EPIDEMIA DE NUESTROS DÍAS

La depresión y los estados de ánimo de abatimiento y melancolía se han convertido en una epidemia en el mundo que nos ha tocado vivir. Los expertos vaticinan que será la enfermedad más extendida en las próximas décadas. Pero no debemos resignarnos ni permitir que condicione nuestra vida. Cada uno de nosotros debe responsabilizarse de su propio crecimiento interior y de la evolución de su consciencia, dos factores imprescindibles para prevenir o vencer esa dolencia del alma.

A menudo se suele infravalorar los terribles efectos que provoca la depresión. Sólo quienes la conocen de cerca, como víctimas o allegados, atisban la variada gama de sufrimientos que conlleva. Se trata de una enfermedad que genera desesperación, profundo sentimiento de soledad e incomprensión, agitación mental y motriz, fatiga crónica, fantasías autodestructivas, trastornos en la alimentación, insomnio, perturbaciones de carácter y personalidad, problemas de comunicación, obsesiones, tristeza extrema, falta de autoestima, fobias e incluso tendencias suicidas.

DE LA TRISTEZA A LA DEPRESIÓN

Todo el mundo ha experimentado tristeza con mayor o menor intensidad en algún momento de su vida porque es un estado de ánimo que forma parte de la naturaleza humana y que incluso puede servirnos de inspiración y ser fuente de conocimiento, compasión, amor y creatividad. A veces constituye una
reacción a hechos desagradables, circunstancias adversas o expectativas frustradas, y otras, se presenta sin causa aparente. Cualquier persona medianamente madura sabe que vivir entraña una sucesión de alegrías y tristezas.

Sentir tristeza de forma ocasional no es, pues, algo patológico, pero sí lo es cuando ésta se torna crónica y socava nuestra vitalidad y entusiasmo. La tristeza que tiende a intensificarse y a pervivir en nuestra alma es un camino a la depresión. De hecho, muchos estados depresivos comienzan con tristeza, falta de motivación y carencia de intereses vitales. Síntomas claros, junto con la ansiedad, la angustia, la melancolía profunda y reincidente, la pereza desorbitada, la insatisfacción, la falta de atención y/o la irritabilidad creciente, de que algo no va bien en nuestro interior y debemos pedir ayuda.

TIPOS DE DEPRESIÓN

.La provocada por causas bioquímicas. Puede aparecer como depresión profunda o como cuadro maniaco-depresivo.

.La ocasionada por causas o factores externos, como la muerte de un ser querido, problemas personales o laborales, situaciones conflictivas o traumáticas, etc.

.La originada por neurosis o desequilibrios psíquicos, problemas de afectividad, traumas infantiles. Puede cursar con otros síntomas asociados, como hipocondría, angustia, fobias, etc.

SíNTOMAS

La depresión actúa sobre el cuerpo, la mente, el ánimo y las energías de las personas, y presenta síntomas diversos.

EN EL PLANO PSÍQUICO Y EMOCIONAL, el depresivo sufre pérdida de vitalidad hasta el punto de llegar a impedir a los afectados realizar cualquier actividad, hastío, desesperación, amargura, incapacidad para disfrutar y amar, pérdida de memoria, atención y concentración, fatiga, desgana, indecisión crónica, predominio de pensamientos negativos, irritabilidad, pesimismo, miedo irrefrenable, incomunicación, angustia, ansiedad, sensación de aislamiento, ausencia total de autoestima, ataques de hipocondría e incluso pensamientos suicidas.

EN EL PLANO FíSICO Y PSICOSOMÁTICO, la depresión origina trastorno del sueño y la alimentación (como anorexia o bulimia), impotencia, frigidez, trastornos en el sistema digestivo, sensación de ahogo o falta de aire, agitación motriz o bien incapacidad para moverse, contracturas musculares, rigidez en los músculos de la cara, cargazón de hombros y otros problemas psicosomáticos.

¿QUÉ PUEDE HACER EL AFECTADO?

Además de requerir ayuda profesional a un psiquiatra o un psicólogo, las personas que padecen depresión deben comprender que su sufrimiento tiene remedio y aprender a hacer uso de sus propios recursos internos para tratar de salir de su estado de desesperanza y pesadumbre. Aunque piense que ha perdido sus energías, no debe olvidar que siguen ahí y puede reactivarlas, por mucho que estén bloqueadas o dispersas.

Todos deberíamos tener presente que la salud física y mental es una conquista que depende de nuestra voluntad y esfuerzo. Además, nunca deberíamos perder de vista las cuatro máximas prioridades del ser humano: lograr paz interior, salud física y mental, y buenas relaciones con los demás.

¿Y LOS FAMILIARES Y AMIGOS?

Es necesario que sean amables, comprensivos y solícitos, y que traten de
hacer sentir al depresivo que le quieren y apoyan.

TRATAMIENTOS

Los más tradicionales son la psicoterapia (psicoanálisis, diálogo terapéutico, terapia de apoyo, terapia cognoscitiva, terapia de grupo), los fármacos antidepresivos, siempre bajo la estricta supervisión de un especialista, y el ejercicio físico.

Además, se puede recurrir al yoga, al tai-chi u otras disciplinas orientales para prevenir y favorecer la curación.

EL CRECIMIENTO INTEGRAL: Enfoque Psicosocial y Espiritual

Al oir el concepto “crecimiento integral” podemos entenderlo desde diferentes enfoques. Por ejemplo, desde la perspectiva de los roles, juego muchos roles diferentes durante el día y quizás la integración me esté hablando de crecer y desarrollarme en todos, no solo en uno o algunos. Siguiendo por este camino puedo imaginarme como un centro de operaciones, con muchos controles dedicados a cada uno de mis roles.

Me levanto en al mañana y me dedico a levantar a mis hijos, prepararles desayuno, y llevarlos a la escuela, estoy funcionando desde el panel de madre. Luego sola me preparo para recibir mi primer cliente del día y llega y la escucho, chequeo como va su proceso y hago la terapia que considero adecuada para este momento, estoy funcionando desde el panel de profesional o ente productiva. En algún momento converso con la señora que me ayuda en los trabajos domésticos y le doy algunas instrucciones, y estoy operando desde el panel de jefa. En la tarde camino hacia la casa de mi madre y allí recibo algunos cariñitos y una reprimenda porque no le he devuelto alguno de sus cantaritos de plástico que tanto aprecia y me excuso medio engurruñada y estoy operando desde el panel de hija. Y me llama una amiga querida para contarme que está triste por algo que le occurió y la escucho con amor y le ofrezco algo que la ayude y estoy operando desde el panel de amiga. Y así voy, durante el día, jugando roles diferentes, y cada uno de ellos responde a una lógica de poder diferente e, interiormente, tiene diversas variantes. Como madre, por ejemplo, puedo en un momento establecer límites, en otro amasar y besuquear, en otro ser payasa, contadora de cuentos, danzarina, psicoterapeuta, sacerdotiza, y veinte mil cosas mas. No son simples los roles. Bueno, al final del día, de tantos roles jugados, con tantas demandas y condiciones internas cada uno, puedo caer exhausta en la cama.

Entonces, si busco “crecer integralmente” desarrollándome en todos los roles que me toca jugar, asistiré a psicoterapia para chequear qué hace ruido en mis relaciones de madre, pareja, amistad, etc., tomaré cursos para mejorar mis calificaciones profesionales, asistiré a talleres de manejo de esto y aquello, y de cada cosa saldré con una lista de recomendaciones y de tareas a hacer para mejorar cada uno de mis aspectos. Y al final tendré tantas cosas que hacer para cambiar y mejorar que tambien caeré exhausta en la cama abrumada por el cambio.

Yo creo que el crecimiento integral nos lleva de vuelta a la simpleza del ser humano. En este mundo moderno nos hemos convertido en entes productivos. ¿Quién soy? La doctora o la licenciada o la ingeniera Fulana de Tal. ¿Qué soy? Pediatra, esteticista, ingeniera, artista, periodista, profesora, contable, secretaria, reina de belleza… Nos definen y nos definimos por nuestra condición profesional u ocupacional. Además de esto, hay otras pautas de la civilizacion que nos limitan mas aun, tales como la pauta que valora mejor lo mental que lo físico. A partir de estos valores, soy mas si soy economista que si soy recojedora de basura. Sin embargo, aun y nuestra ocupación sea una de las excelentemente valoradas por la sociedad, quedarnos en el rol ocupacional nos reduce extraodinariamente porque esto implica, dentro de la imagen que creamos al principio, que en el centro de operaciones hábra un panel lleno de teclas con la última tecnología, preciosas, brillantes, coloridas, y los demás paneles-roles tendrán teclados desde mas o menos a horrorosos, algunos estarán muy usados, pasados de moda, sucios, etc. Tendremos mucha maravilla y desarrollo en un área y en otras áreas estaremos atrasadas o desfasadas. Estamos como el mundo con desarrollo y subdesarrollo como aspectos de la realidad.

Para hablar de crecimiento integral tenemos que cambiar la imagen hasta ahora usada, el centro de operaciones no nos sirve. El crecimiento integral nos abla mas de ser que de hacer. Ante todo soy y porque soy hago. Soy un ser vivo y, como ser vivo, puedo tener la condición de planta y, como planta, árbol, mango, banilejo… Así, soy un ser vivo, animal, mamífera, humana, hembra. Como animal humano hembra, por supuesto, me desempeño en un ambiente social, he sido socializada y he adquirido determinados entrenamientos, a partir de los cuales puedo jugar muchos juegos. La Sociología es uno de esos entrenamientos, profesora universitaria es uno de los juegos que he jugado.

Hablo así sólo para quitar la seriedad, la pesadez y lo definitorio que tiene la ocupación y profesión. Mercedes, por ejemplo, abogada, al cabo de unos años de ejercicio, renuncia agobiada por la experiencia de defender culpables y tener que dar dinero aquí y allí para agilizar sus casos y aliviar su camino, decide no practicar mas el derecho, si abogada era lo que era, ahora pasa a tener una tienda y a ello se dedica. Abogada pasará a funcionar como título nobiliario, la condesa Mercedes, la doctora Mercedes. Vale decir que cuando dejamos la profesión generalmente hay crisis porque es como si dejáramos de SER.

En la civilización actual vivimos del hacer y no del ser. De primera impresión, esta idea puede sonar sin importancia, pero si la analizamos mas profundamente nos damos cuenta de que lo que se considera importante de nosotros es lo que hacemos y hemos llegado tan lejos en este camino que medimos a la persona por sus resultados. Vivir desde el hacer es como vivir en la superficie de nosotros, en nuestros brazos y piernas, en nuestras palabras. Cuántas palabras pongo en un informe, cuántas reuniones hago, cuánto dinero pongo en el banco.

Crecimiento integral me habla de vivir desde mi centro interno y mi centro interno es como, para tener una nueva imagen, un eje, un tubo invisible que corre desde cabeza a un punto medio entre mis pies, desde donde la vida fluye en mi hacia dentro y hacia fuera. Mi centro interno puede también ser un lugar interior donde concentro, reservo energía y la distribuyo a todo mi ser. Desde ese eje o centro, vivo todas las experiencias, desde ahí pienso, siento y actúo. Si vivo desde el centro de operaciones, desde mis roles, entraré en contradicciones internas y en cada momento estaré en un lugar diferente a mí, me pasaré el día corriendo de una habitación a otra de mi ser, y viviré en desequilibrio y desarmonía, porque cada rol tiene una lógica diferente y no habrá un centro equilibrador a través del cual todo pase y se armonice.

Para vivir desde mi centro, es necesario que esté atenta, en alerta consciente, que preste atención. Haciendo esto vivo en el presente, y no desperdicio gran parte de mi energía diaria en sueños futuristas o en recuerdos del pasado y en las emociones que ellos desatan. Vivir en el presente es clave tanto para vivir en armonía como para ser eficientes y productivas en todos los escenarios de la vida. Es poner toda nuestra energía en el momento en que estamos viviendo. Es cierto que para algunas tareas es necesario planificar algo en el futuro y/o recordar algo del pasado, mas esto será parte del trabajo a realizar. Fuera de ese contexto, la energía dedicada al pasado o al futuro es pérdida y nos lleva al sufrimiento innecesario. Vivir el presente, de nuevo, es poner toda nuestra energía en el momento que estamos viviendo sin valorar con un mas o un menos la actividad que realizamos, por ejemplo, pongo mi ateción tanto en fregar como en comer, como en escribir una conferencia o dar terapía a un cliente.

Entonces vivir en estado de alerta, no tensión, sino atención. Estar atenta a lo que ocurre y estarlo de forma consciente, objetiva, que la atención sea objetiva, o sea, sin juicios, con la simple actitud de percibir. Ser como una antena. Que la antena de este monitor no ponga un sí a CINEMAX y un no a MTV, los deja pasar a ambos con igual claridad. Así percibo lo que ocurre a mi alrededor, no califico a priori, y esto no significa que lo consumo todo. Entonces, decido qué quiero y qué no quiero y eso lo hago de acuerdo a mi fluir vital. Si quiero paz, entonces consumo lo que trae paz. Si quiero paz y veo todas las películas de Silvestre Stallone y Jean Claude van Damme es porque no fluyo desde mi centro.

Si vivo desde mi centro y en atención objetiva, las fuerzas externas a mí (personas, instituciones, elecciones, países, crisis económicas, predicciones, lo que sea) no me avasallan, las veo en sus dimensiones reales y, por lo tanto, puedo actuar con mas sabiduría, con mayor seguridad, sé cuando avanzar y cuando retraerme. Cuando tengo logros no serán frutos de la suerte y cuando no logro quedo con la satisfacción de haber hecho lo mejor que pude y aprendo mas de esas fuerzas externas.

Si no vivo desde mi centro y en atención tiendo a ver lo que me ocurre a mí y a mi alrededor desde los filtros de mis miedos, desde mis necesidades existenciales, desde mi autoimagen, desde las expectativas que tengo de los demás, y entonces un resultado negativo, un no conseguir lo que estoy buscando, además del hecho en sí, se convierte en que tal persona no me quiere bien o me traicionó o yo no soy buena haciendo tal cosa, o tengo mala suerte, o tal persona me persigue, o me embromé. El asunto es que, además de no conseguir lo que deseaba, soy inundada de emociones drenantes y no aprendo de la experiencia para saber como vivirla en una próxima ocasión o si lo que debo escoger es no vivirla. Si veo mi mala suerte o la maldad de tal persona en vez de ver la características de las diferentes entidades en el juego y las condiciones en que las mismas se encuentran, no podré tener bienestar porque seré una víctima. La víctima necesita de un salvador, sola no tiene poder.

De manera que, si vivo desde mi centro interno, poniendo mi atención en el presente, veo con objetividad las fuerzas que actúan fuera de mí, me percibo a mi misma, y puedo ver mas claramente mi relación con ellas. Dejo de ser víctima.

Viviendo desde mi centro, despierto y vivo en armonía conmigo misma y con el planeta, con el universo. Y esto es una gran contribución a la situación presente. Y esto es un camino ecológico, integral, de espiritualidad. La espiritualidad no tiene como fin rendir culto a un dios, mas bien nos lleva de vuelta al origen enriquecidos.

Cómo lograr esto?
1.Meditación: Silencio, quietud, irnos hacia dentro, estar con nosotros mismos.
2.Aprender a observar con objetividad.
3.Practicar virtudes sezgadas como la compasión, la solidaridad, la paciencia, y la bondad.

EL ARTE DE CONVIVIR

Convivir significa vivir con. Vivir, existir con uno mismo y con otros. Permanecer con, sentir con, experimentar con. El filósofo Thomas Carlyle decía que la convivencia puede ser insoportable cuando no existe ningún vínculo de amor entre las personas que conviven. La misma palabra afecto quiere decir tomar la dirección con o hacer con. Y eso indica que, cuando hay cariño, queremos estar con una persona y, si podemos estar más cerca de ella, comienza la convivencia, el compartir nuestro tiempo, alguno de nuestros espacios y actividades, ilusiones y hábitos.

La convivencia tiene sus aliados y sus enemigos. Una persona inteligente que quiera convivir tiene que desarrollar mucha sabiduría para estimular y potenciar los aliados y para ir superando todos los obstáculos que debe afrontar la convivencia, desde la rutina a los choques derivados de las diferencias de carácter . Uno se relaciona con los demás según se siente. Si estás lleno de hostilidad, te vas a relacionar mal con los seres queridos, Si eres bebnevolente o maduro emocionalmente, te vas a relacionar mucho mejor. Se puede decir, pues, que en el escenario de las relaciones y de la convivencia cada uno se va a relacionar según lo que exista en su sistema emocional, según su capacidad de no crear conflictos, de cuidar la palabra para no perturbar la armonía.

Cuando una convivencia se deteriora hay que saber soltar a la otra persona, poner espacio entre las dos. Hay una sensible diferencia entre las relaciones o la convivencia elegidas libremente y las que son impuestas de alguna manera por los modelos y las estructuras familiares. Es necesario saber por qué entramos libremente en una relación y qué vamos a desarrollar en la convivncia con una persona que antes era desconocida y que nosotros hemos elegido libremente convivir con ella, ya sea para una relación sentimental o amistosa.

Muchas veces las relaciones de familia no se pueden evitar al menos durante un tiempo, pese a que puedan existir colisiones de caracteres. En cambio, cuando se elige libremente una relación, hay que saber que se elige con la expectativa de que esa relación sea gratificante y fecunda. Pero si una
relación de convivencia se vuelve insoportable o dolorosa y uno decide seguir en ella, es porque tambien hay compensaciones neuróticas que hay que descubrir.

La convivencia se puede abordar desde la relación de pareja o de familia, a la de vecindad e incluso a la relación entre los pueblos. Convivir puede ser un acuerdo entre dos y, sin embargo, cuando llega la hora de romper a veces la decisión es solo de uno. Y, en ocasiones, para romper hace falta incluso
más arte que para convivir.

Todo en la convivencia es la relación de nosotros con los demás, la formación de sociedades, por muy pequeñas que sean. Cuando conocemos a las persona que van a relacionrse con nostros lo primero que hace nuestra mente y nuestro cuerpo es incorporarlas a nuestro propio yo. A veces de una forma
alienante paa nuestra personalidad, porque el amor nos cambia el razonamiento. Ahora bien, incorporar no significa aunar. ¿por qué aunar y perder todo el espacio?. Sinduda, haye metas en una convivencia que pueden ser comunes y otras que pueden no serlo. Hay espacios de libertad que
deberíamos mantener y espacios que deberíamos compensar pero nunca perder esa cota de libertad, ese espacio propio. Incorporar no significa que entregues toda tu vida.

RUPTURA

Siempre que uno quiere, ya existe ruptura. Si la otra persona te condiciona constantemente en ese rompimiento, mentalmente vas a tener que afrontar una lucha dif´cil que va a llevarse parte de tu alma y te va a dejar la vida hecha jirones. Cuando una persona no quiere seguir manteniendo una
convivencia, las dos peronas no van a poder seguir estando juntas y esto es válido paa todo tipo de relaciones, no sólo para las de pareja.

Todas las rupturas resultan dolorosas porque implican una sensación de fracaso, pero pueden llevarse a cabo de una forma hacerse relativamente fácil.

COMPARTIR

Convivir puede ser un arte, pero existe un arte previo: el arte de compartir. Si no somos capaces de compartir, dificilmente podremos convivir. Las personas egocéntricas, narcisistas, que tienen mucho ego, tienen muy complicada la convivencia porque siempre se van a querer relacionar desde la
actitud de dominio, de explotación, de abuso. Van a procurar que la otra persona sea dócil y les rinda obediencia ciega. Las personas muy egocéntricas no suelen captar las necesidades ajenas, por lo que
dificilmente pueden satisfacerlas.

En cambio, una persona más humilde, con un ego más controlado, más madura psicológicamente, va a ser capaz de atender necesidades ajenas, de compartir más, de saber contemporizar en un momento dado, de ser indulgente, de no tener rencor. La persona con ego es más suspicaz, más susceptible, siempre trata de imponerse, de ser autoritaria. Cuando más egocéntrico es uno, se comportará de una manera más egoista, menos generosa.

Antes de poder lograr una convivencia armónica, debemos sanearnos interiormente, equilibrarnos, superar muchas de nuestras tendencias neuróticas, reacciones y hábitos emocionales infantiles. En definitiva, debemos situarnos en nuestro propio ser para comunicarnos con el centro de las otras personas. La mayoria de las personas se comunican siguiendo líneas paralelas, que nunca se encuentran. Para que pueda existir un encuentro se requiere que uno recupere su propia esencia y, desde ella, comunicarse con los demás. Si nos comunicamos desde la apariencia y no desde la presencia, desde nuestro ego y no desde nuestro ser, desde la máscara de la personalidad y no desde lo más genuino de nosostros, nuestras relaciones serán muy pobres. Incluso pueden llegar a ser relaciones de transacción, aunque no sean comerciales o mercantiles. Estarán basadas en el toma y daca, en la reciprocidad. Ni siquiera se van a poder construir amistades auténticas.

DISCIPLINA

Antes de convertirse en arte, la convivencia es una disciplina. Está claro que se aprende a convivir. Es necesario desplegar una serie de actitudes y de medios para que una relación vaya adelante hasta donde sea posible. Es necesario respetar los espacios y aprender a crear vínculos sanos y, no
dependientes, simbióticos o morbosos. En definitiva, hay que saber cultivar las relaciones. Para que una relación madura, se desarrolle y sea enriquecedora es necesario un cierta disciplina adoptada libremente. Hay que saber admitir que una covivencia posiblemente no será eterna. En la vida todo es mudable, todo se mueve, todo cambia. Dos personas que empiezan a convivir a los 30 años, quizá a los 45 años han evolucionado de manera distinta. Puede ocurrir que cada uno vaya evolucionando por su lado, que vaya afirmando su carácter de una forma diferente. Puede suceder incluso que la persona que al principio sentía esa convivencia como algo estimulante, luego ya no quiera convivir con nadie. Hay que aceptar que todo lo que comienza tiene fin. A veces e fin de una relación llega con la muerte pero otras no. Entonces es necesario dejar que la relación se modifique aunque tome un cariz meramente amistoso.

En esta materia, uno de los artes más importantes es, al llegar la ruptura, saber mantener el amor genuino que existió en la relación. Y esto es válido para todo tipo de relaciones.

Cuando dos egos inmaduros tratan de convivir, la convivencia generalmente es un desastre. Hay que apuntar también que, por mucho que dos personas se quieran, en las convivencias suelen surgir incompatibilidad de caracteres, anhelos o tendencias irreconciliables. Si uno quiere vivir en un lugar de
mundo y el otro no quiere o no puede, si no desea tener un hijo y el otro no, lo más sensato es dar por terminada esa relación amistosamente, al menos como relación de pareja.

COOPERACIÓN

Una relación de convivencia tiene que ser muy sabia, dúctil y permeable para saber fluir con las cambios que se producen en la vida. Hay que saber bregar con las vicisitudes vitales, considerando que hay que afrontar esas cuestiones codo con codo con la otra persona. No en vano, las auténticas
relaciones deben ser cooperantes. Es necesario cooperar de yo a yo, de personalidad a personalidad. A veces surge el tedio, la rutina, el mal carácter y es necesario saber cuándo debe acabar una relación de convivencia, sin dejarnos influir por sentimientos de culpa, falso sentido del deber, piedad mal entendida, costumbre o neurosis.

Cada uno debe analizar esa cuestión con inteligencia. El enamoramiento no debería ser la justificación para la convivencia, porque para estar enamorado habría que mantener a la otra persona un poco lejos. Ahora bien, si la relación no se basa en el sensorialismo o la química, puede durar toda
la vida, siempre que haya verdadero amor y las dos personas no otorguen una importancia primordial a esos factores. Si uno vive solamente con una persona por la sexualidad, la caricia o la pasión, esa relación se acabará antes o después porque esa química va modificándose con los años.

Hay seres que, cuando pasa la pasión, empiezan a valorar a la otra persona, a ver sus rostros anímicos más hermosos o más terribles. En el primer caso, se decide seguir conviviendo con ella aunque no te sientas ya electrocutado cuado te toque. En el segundo, puedes decir poner fin a esa
relación.

MIEDO Y CONVIVENCIA

Hay personas que inician una convivencia por miedo a la soledad y las hay también que deciden permanecer solas por miedo a la convivencia. Un rechazo a la convivencia no implica una declaración de guerra. Lo importante es saber siempre aplicar la cortesía y tener en cuenta que, en general, al
principio de la relación el ser humano aparenta lo que no es para intentar agradar. Es necesario tener en cuenta esa circunstancia para evitar equivocaciones.

CONCLUSIONES

Tan malo es la represión extremada de lo sensorial, como el hecho de primar la pasión en vez de entablar relaciones desde el corazón, los sentimientos, las necesidades humanas. Tan negativo es la conducta de quien se niega de forma sistemática a la convivencia por neurosis o por miedo,
como la de aquel que tiene una necesidad compulsiva de convivir y, si no convive con nadie, se ve abrumado por la soledad. Uno tiene que sentirse bien en soledad y en convivencia. Lo que más perturba las relaciones de todo tipo es la ausencia de amabilidad. El mal carácter es el enemigo de la
convivencia.

La convivencia nos enseña mucho, Puede ser nuestra mejor maestra para desarrollar la paciencia, ecuanimidad, la tolerencia, el respeto y muchos otros valores. Todo depende del grado de evolución de la persona.

MIEDO A CONDUCIR.CÓMO COMBATIR LA AMAXOFOBIA

MIEDO A CONDUCIR.CÓMO COMBATIR LA AMAXOFOBIA

Los accidentes de tráfico, las malas experiencias durante el periodo de aprendizaje al volante o los largos periodos sin conducir pueden causar amaxofobia, un temor extendido que pocas personas reconocen como tal. Como cualquier fobia, requiere apoyo, paciencia, comprensión; volver a aprender a manejar e, incluso, recurrir al psicólogo.

La Amaxofobia existe. La palabra proviene del latín y se traduce como miedo a los carruajes. Aunque desconozcamos su nombre científico, se trata de un temor habitual. Seguramente, más de lo que la mayor parte de los conductores está dispuesta a reconocer. Porque no es fácil contarle a los demás que se tiene pavor a conducir. Y mucho menos, que lo comprendan. La sociedad no es consciente de la importancia y la extensión de esta fobia.

Sudores, temblores, taquicardias, dolor de estómago… son algunos de los síntomas que padecen los afectados. Incluso se dan casos de personas que han tenido que parar el vehículo al sentir vértigo.

Las personas que viven esta fobia se consideran incomprendidas. Y es que hoy en día la mayoría de la gente no entiende cómo alguien puede preferir hacer uso de los transportes públicos o pasear en lugar de conducir el coche que tiene aparcado en la puerta de su casa.

El perfil habitual de quien pide ayuda para combatir su temor es el de una mujer de entre 35 y 38 años, que obtuvo la licencia muy joven, que dejó de conducir, y que ahora debe volver a hacerlo por una o varias circunstancias. Sin embargo, eso no quiere decir que sean las únicas que sufren el
problema. Los hombres parecen ser más reacios a admitir su miedo a conducir. Algunos psicólogos consideran que ellos suelen transformar su miedo en agresividad y, si van asustados al volante, culpan a los demás de sus propios fallos.

QUÉ ES LA AMAXOFOBIA

. Síntomas Físicos: Sudores, temblores, dolor de estómago y taquicardias.

. Síntomas Psicológicos: Ansiedad, ataques de pánico y depresión.

CAUSAS

. Familia: Padres desconfiados y maridos excesivamente protectores que generan dependencia.

. Publicidad: Anuncios en los que se da a entender que son fenómenos externos o el propio vehículo los que controlan el coche, y no la persona que lo conduce.

. Accidentes: Secuelas psicológicas tras haber sido víctima o testigo de un accidente de tráfico.

. Aprendizaje: Profesores agresivos que disminuyen la autoestima.

TRATAMIENTO

    * Las herramientas básicas son el apoyo familiar y la paciencia.
    * En muchos casos se hace necesaria la ayuda psicológica para superar este temor a la conducción, sobre todo cuando el miedo deriva de un accidente de tráfico.
    * Aunque muchas personas no lo tomen demasiado en serio, el problema es real. Tanto, que el Comisariado Europeo del Automóvil (CEA) intentó hace dos años poner en marcha un proyecto dirigido a mujeres conductoras que después de mucho tiempo sin conducir necesitan volver a hacerlo. Consistía en dar las herramientas necesarias para que perdieran el miedo. La iniciativa surgió tras conocer el caso de Ruth Lux, una mujer que ­ tras sufrir un accidente de tráfico ­ fundó en Alemania una asociación de apoyo a las personas con miedo a conducir. Sin embargo, el CEA no pudo desarrollar el proyecto por falta de apoyo

ADICTOS AL TRABAJO

ADICTOS AL TRABAJO

Las frustraciones personales y la incapacidad para relajarse hacen que cada vez más personas utilicen el trabajo como una coraza protectora frente a los miedos no resueltos o las insatisfacciones. Los adictos al trabajo suelen ser muy productivos pero descuidan o demoran su crecimiento, su evolución
como seres humanos.

Para un número creciente de personas, el trabajo ha pasado de ser una carga más o menos pesada para convertirse en una actividad que acapara toda su vida. No aprecian ni disfrutan la libertad que proporcionan los fines de semana o las vacaciones, no saben ocupar su tiempo libre de forma
satisfactoria y se sienten desasosegadas. Por el contrario, prolongan de forma desproporcionada su actividad laboral y llegan a volverse adictos a ella.

La ruptura del equilibrio entre acción y contemplación constituye la raíz de esa forma de vivir. En la sociedad actual, el consumo y el llenar el tiempo libre con actividades que proporcionen sensación de reconocimiento social o de autoestima parecen haberse convertido en las principales obligaciones de la mayoría de la gente. El cine, la televisión y la publicidad nos presentan como modelos a seres que trabajan con máxima eficiencia, están en perfecta forma, exhiben su atractivo físico, se entretienen con las últimas diversiones, asimilan la cultura establecida, aman y compran. Son los llamados “triunfadores”. Sin embargo, el mundo real es muy diferente. La vida cotidiana no está exenta de mediocridad, obligaciones y frustración. Y el contraste entre nuestros sueños y la realidad resulta muy duro.

La adicción al trabajo supone un alejamiento del mundo real. El adicto se vuelca en una actividad que le supera humanamente y se entrega a ella con toda su energía. De esa forma, se olvida de sí mismo y de la posible mediocridad de su vida, en una perpetua búsqueda de autoafirmación y reconocimiento social. Y, aunque ello le parezca gratificante porque le confiere cierto poder, quien se beneficia realmente es la sociedad, el sistema. De hecho, se convierte en una máquina productiva que renuncia a cultivar sus sentimientos y reduce al máximo su vida privada.

MOTIVACIONES DIFERENTES

La motivación es la diferencia fundamental entre una persona obsesionada con el trabajo y otra que ama su trabajo. La de éste último es positiva, devocional y sincera. En cambio, la del adicto suele basarse en el miedo. Los obsesos de suelen ser ansiosos y agresivos, y utilizan la actividad
laboral para tratar de apartar su hostilidad reprimida, su inadaptación social y sus sentimientos incontrolados.

El trabajo funciona para ellos como un narcótico: le libera de tener que enfrentarse a los problemas personales no resueltos y le evita afrontar su incapacidad para relajarse, disfrutar y comunicarse realmente con los demás. Su ansiedad y el sentimiento de que puede perder el control sobre sí mismo y sobre lo que le rodea le empujan constantemente hacia la actividad desaforada.

Hay que trabajar con dedicación pero sin descuidar el resto de las esferas vitales. La contemplación, el autoconocimiento, la conexión íntima con otras personas y el saber gozar son imprescindibles para una existencia rica y placentera. Como señalaba una máxima taoísta, las horas de ocio son las
únicas que hacen soportable la vida, del mismo modo que el espacio vacío es lo que torna habitable una casa

POSPONER LAS OBLIGACIONES, UN HÁBITO QUE OCULTA MIEDOS

POSPONER LAS OBLIGACIONES, UN HÁBITO QUE OCULTA MIEDOS

Si dejarlo todo para mañanaforma parte de tu ritmo vital, si cualquier pretexto te parece bueno para dejar a un lado tus propósitos y retrasar tus decisiones, si a menudo hallas dificultades para conseguir tus objetivos es más que probable que tengas el hábito de posponery que ello te haga sentirte mal contigo mismo.

Dos especialistas de la Universidad de Berkeley, los doctores Burka y Yuen, han estudiado a fondo el asunto y han concluido que retrasar los asuntos es una manera de ocultar las propias inseguridades y no afrontar los problemas. El denominador común de esas personas son una serie de miedos que les impiden percibir las cosas de forma poco realista y les merman sus posibilidades de progresar.

Hay quien teme al fracaso, a las críticas ajenas, y deja las cosas para el último momento. Así, evitan ponerse realmente a prueba y se justificarán ante sí mismos y los demás con la falta de tiempo. Su perfil es el de alguien perfeccionista que se impone modelos poco realistas y le cuesta interiorizar que todo se consigue con esfuerzo y perseverancia.

No faltan quienes temen al éxito. Les aterra pensar en las consecuencias de sus logros, en el seguro castigoque conllevará su prosperidad material, espiritual o afectiva. Son seres que silencian sus verdaderosintereses, que se dispersan en muchas actividades y que, en muchas ocasiones, abandonan todo cuando están a punto de obtener lo que quieren. Sus auténticos temores radican en la pérdida del afecto de sus seres queridos y en el precio a pagar por el triunfo. Les cuesta comprender que afrontar retos puede ser enriquecedor y hasta placentero.

. Los hay que temen ser independientes. Creen que solo podrán interesar a los demás si se encuentran en dificultades. No les gusta tomar decisiones y se mantienen en un segundo plano, desean ser protegidos por sus amigos y parejas, y se declaran abrumados por sus deberes y obligaciones.

. Hay personas que temen ser controladas y posponen los asuntos para sentir que controlan los acontecimientos. Presumen de independencia para sentirse respetados pero, en realidad, tratan de defenderse de sí mismos y de verse vulnerables.

. También están quienes temen los compromisos afectivos . Mantienen las distancias con los demás porque no les gusta que nadie les exija algo y son proclives a relaciones superficiales. Suelen retrasar citas y eluden participar en actividades en las que puedan conocer gente o hallar un clima que favorezca la intimidad. La gran paradoja es que anhelan enormemente la intimidad y las relaciones profundas. Sueñan con alguien que les acepte sin condiciones y les aterroriza sentirse vulnerables.

¿QUÉ SE PUEDE HACER?

Lo principal es aceptarse a uno mismo, conocer nuestros puntos fuertes y débiles y saber qué cosas son realmente importantes para nosotros. También es necesario adoptar algunas pautas para abandonar un hábito tan entorpecedor y paralizante:

Proponerse objetivos concretos y planificarlos paso a paso.

.Aprender a organizarse el tiempo, a establecer prioridades, a delegar, a aceptar los imprevistos y saber disfrutar de los placeres de la vida.

. Saber pedir ayuda, teniendo en cuenta que tal solicitud no implica debilidad ni abandono de las responsabilidades.

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