Estaciones de radio indigena-58

Es quizá en la simbología cristiana donde se recurre con mayor frecuencia a la figura del dragón para expresar la noción del ego, su tremendo poder y la terrible amenaza que supone para la vida humana. Y esta interpretación del dragón como materialización simbólica del ego cobra un especial relieve en las formulaciones doctrinales de la mística y el esoterismo cristianos, y sobre todo en los autores representativos de la llamada «Teosofía cristiana», que son los que dedican mayor atención al análisis y explicación de dicho simbolismo.
  Aclaremos, para evitar de antemano cualquier malentendido, que por «Teosofía cristiana» ha de entenderse -de acuerdo a su genuina significación etimológica: «Sabiduría de Dios»; a la vez Sabiduría acerca de Dios y Sabiduría recibida de Dios- aquella corriente místico-esotérica; que se desarrolla dentro de la tradición cristiana, tanto en clima protestante como católico, a partir del siglo XVl y que en modo alguno hay que confundir con el Teosofismo, aberración espiritualista de los tiempos modernos que usurpó el nombre de tan preclara rama tradicional de Occidente, al tiempo que desvirtuaba y adulteraba su doctrina.
  Para Jakob Bohme, al que sin lugar dudas se puede considerar como el más preclaro representante de la Teosofía Cristiana y una de las máximas figuras del esoterismo occidental, el dragón es el símbolo de lo que él llama Selbheit o Eigenheit, esto es, la egoidad, ipseidad o propia particularidad individual: “la falsa voluntad del yo particular”; “la propia voluntad” que se revela como una “potencia de la ira” y como “un fundamento de la mentira y la hostilidad”; “la voluntad falsa, figurada y desviada de la propia conveniencia”.

  Explicando el significado del dragón de siete cabezas sobre el que cabalga la prostituta babilónica, según el Apocalipsis, el filósofo teutónico dirá que dicho monstruo no representa sino “la voluntad propia y adánica” que se convierte en asesina y mata en el hombre la imanen divina. En una de sus típicas imágenes simbólicas, con las que pretende describir la experiencia del renacimiento interior. Bohme afirma que el “nuevo Adán”, el “hijo de la Virgen”, que marcha como forastero y peregrino por este mundo, se ve acechado por el “viejo Adán”, el cual alza su cabeza como “un feroz y horrible dragón que únicamente busca devorar”, arrojando por su boca agua y fuego para acabar con “la imagen de la Virgen”. La lucha con el dragón -escribe en una de sus Epístolas teosóficas-, es la lucha que Cristo y el Amor divino libran en la naturaleza del hombre contra el amor propio, contra esa voluntad del ego o “propio yo” que, al distanciarse de la Voluntad de Dios y pretender erigirse en centro independiente, enciende la Ira o Cólera divina, cuya propiedad es el luego devorador, o, lo que es lo mismo, “la angustia, la discordia y el conflicto”. Fue la búsqueda de sí mismo, el endiosamiento de la egoidad, lo que ocasionó la pérdida del Paraíso. Por ello -advierte Bohme-, para que el Paraíso vuelva a verdear y a fructificar en nosotros, para que se abra de nuevo las puertas de la inmortalidad y del Cielo divino que están grabadas en el microcosmos, “hay que matar de antemano al dragón”.

  William Law, siguiendo la senda trazada por el gran maestro teutónico, proclama asimismo que el fiery dragon (“dragón ígneo”) y la devouring beast (“bestia devoradora”) descritos de forma tan sobrecogedora en el Apocalipsis no son otra cosa que el yo, the self, en el cual está la fuente misma del pecado y la raíz de todos los males que acosan a la vida humana. “El orgullo, la persecución, la ira, el odio y la envidia son la esencia misma del dragón de fuego”. Todo hombre que nace en el mundo -dice el místico anglicano- “tiene dentro de sí todos los enemigos a los que ha de vencer”, pues en el propio ego está contenido “todo lo que el ser humano debe temer y odiar, resistir y evitar”. No hay otro dragón ni otro peligro que nos pueda amenazar -sostiene Law- que el que portamos dentro de nosotros. Es tu propio dragón, tu propia bestia o tu propio anticristo, “que vive en la sangre de tu propio corazón, el único que puede dañarte”. El dragón es, ni más ni menos, la “naturaleza humana caída”, lo que es tanto como decir, “el propio interés y la auto-exaltación”, “la codicia y sensualidad de cualquier clase”, la religión anti-divina que, gobernada por un ánimo mercantil y mundano, no va orientada más que a “gratificar el interés parcial de la carne y la sangre”.

    Law, que recoge la doctrina bohmiana de la pugna entre la Cólera y el Amor divinos, vuelve a insistir en la verdad fundamental de que la vida egótica se encuentra  del lado de la primera, por haber dado la espalda al segundo, al Amor que aplaca la Cólera. Sobre esta idea básica, elabora su doctrina de la naturaleza del ser humano, según la cual todo hombre porta en sí dos naturalezas hostiles y en continuo combate: por una parte, la naturaleza luminosa, unida al amor, la alegría y la gloria, y, frente a ella, la naturaleza tenebrosa, que porta consigo la ira, el fuego, la oscuridad y el mal de la vida creatural separada de Dios. De un lado, la semilla o sed de la vida celestial y divina, “el de Dios dentro de ti”, el Cristo interior, el Cordero de Dios que es “un poder redentor”; de otro, “la bestia de los placeres carnales, la serpiente de la astucia y del engaño, el dragón de la ira ardiente”  que rodea la semilla divina buscando asfixiarla, para evitar el nacimiento de Cristo del alma. He aquí, concluye Law, el gran combate y la gran prueba de la vida humana, en la que se decide si la victoria va a conseguirla el dragón ígneo y airado o la Luz y el Amor de Dios; si en el interior del hombre nacerá y  se impondrá “el reino del yo”, que es el reino del pecado, o “el Reino de Cristo”, que es el reino de la paz y del amor.      Reflexiones similares encontrarnos en Gichtel, otro eminente representante de la Teosofía alemana, el cual define a la egoidad o “voluntad propia” como “un dragón de enemistad que resiste a Dios en sus actos y su conducta toda”. El místico alemán, adoptando la terminología apocalíptica, emplea las expresiones “dragón rojo” y “dragón de ego” para referirse al ego, al que considera responsable dc la caída de los orígenes. En él, dice, está el dragón “contra el que debe luchar el hombre por la fuerza de Jesús”. Cuando la voluntad creatural se separa de la Voluntad divina, de su Luz y de su Amor que son el verdadero fundamento de toda vida creada, aquélla “se transforma en un dragón colérico, ígneo y exaltado”; pues, al separarse del Amor, abre el propio ser a la Cólera. Por eso, tenemos que combatir hasta el derramamiento de nuestra sangre contra “el dragón de la voluntad” que nos amenaza de muerte, y esforzarnos para dar muerte a la egoidad con la ayuda de Dios. Cuando la egoidad muere, afirma Gichtcl, “el dragón de fuego pierde su reino y su trono”. Entonces irrumpen la alegría y el contento en la vida del hombre porque ha sido derrotado un monstruo que ocultaba la Luz divina a uno mismo y a los demás. De nuevo queda expedito el camino que conduce al Paraíso y el vencedor en el combate santo podría “despertar a la prometida”, la Sophia o Sabiduría divina de la que nos separó la prevaricación egocéntrica. La Sophia celeste, termina diciendo Gichtel en un lenguaje que recuerda a los antiguos libros de caballería, coronará con los laureles de la victoria a quienes lucharon valerosamente movidos por el Amor y pondrá una guirnalda angélica “sobre la cabeza de todos sus fieles caballeros que vencieron en ellos al dragón del egoísmo, la Cólera de Dios”.

  En la misma idea insiste Gottfried Arnold, otro de los grandes exponentes de la doctrina sofiánica que tanto arraigo encontró en tierras teutónicas. Para Arnold, “el gran dragón”, ese dragón que siente un odio furibundo contra la Sophia divina y que procura por todos los medios destruir la correspondencia y comunidad del alma con la Mensajera celestial, no es otro que “el hombre viejo”. Por eso, asevera el místico protestante, para quienes deseen alcanzar la perfección y restablecer la unión con la Sophia, es indispensable “la renuncia a sí mismos”… No es posible el reencuentro con la Amada divina sin haber vencido antes al dragón que, desde dentro de nosotros mismos, se opone con todas sus fuerzas a tal encuentro.

…A William Blake, el gran poeta y pintor visionario inglés, debemos una de las más sugestivas formulaciones de la imagen dracónica dcl ego, que él nos muestra envuelta en su compleja constelación de símbolos y alegorías, no siempre fáciles de comprender o de interpretar. Para Blake, la egoidad o yoidad se identifica con Satanás, que es una misma cosa con “el Espectro” del ser humano, con el Dragón y “el Gusano de la tierra”. El autor de Cielo e Infierno se refiere con insistencia a lo que él llama “la Gran Egoidad Satán”, que predica el materialismo y se autoproclama Dios exigiendo sumisión absoluta de todo y de todos, señalando que su meta no es otra que “matar a la Humanidad divina”, asfixiar el germen sobrenatural y eterno latente en el ser humano. Le da también a veces el nombre de Caos (Chaos), término que aplica de manera especial a “la mente confusa del hombre sin visión”, es decir, privado de esa visión lúcida que dan la verdad y el amor. Por eso esa egoidad caótica, que es el egoísmo larvado e innato con que nacemos, no puede ser considerado en modo alguno como la esencia de la Humanidad, sino que más bien se opone a ella: al desarrollarse se convierte en “el Espectro”, que es el Satán de uno mismo, “el poder devorador”, “el pólipo de la muerte”. Ese Earth-worm, dragón o gusano de la tierra, que es el ego-satán crece hasta convertirse en una “serpiente marcada”, la cual va convirtiéndose en un venenoso dragón alado.

  Junto a la serpiente y el gusano, el dragón ocupa un puesto relevante en la iconografía de William Blake, figurando con profusión en dibujos, acuarelas y grabados. Acaso la más representativa de sus imaginativas ilustraciones sobre el dragón sea el grabado The Old Dragon (“El Viejo Dragón”), en el que la bestia infernal aparece con forma humana, cual ogro o gigante con siete cabezas, varias de ellas femeninas, y con una larga y poderosa cola de saurio o reptil que llega hasta el cielo. En dicho grabado, por la fusión de lo humano y lo bestial, podemos ver una excelente plasmación de la idea del ego-dragón: en su mano derecha el gigante adragonado detenta un cetro, símbolo de esa majestad suprema que el ego ilegítimamente se arroga, mientras que en la mano izquierda porta una espada, emblema de la violencia en que el ego basa su existencia. En el pensamiento y la obra de Blake, la egoidad se perfila por tanto como el dragón que amenaza la existencia del hombre sobre la tierra.
  …Podemos, pues, concluir que en le dragón es el símbolo del ego como potencia entenebrecedora, separadora y disociadora. En ese monstruo deforme se halla simbolizado Satán, el Inicuo, el maligno, el Separador, el enemigo de Dios, del hombre y del cosmos; el agente de la muerte, que se enfrenta a la vida. Es el símbolo de la fuerza negativa, viciosa o pecaminosa que, actuando desde el interior mismo del alma, aleja al hombre de sí mismo y de su Raíz, de su Principio y Fin, entregándole a las potencias del mal con toda su consecuencias desgarradoras.

    La misma fuerza antihumana y antidivina que, según la doctrina cristiana, ocasionó la caída de Adán, el primer hombre. Es interesante, a este respecto, constatar que, en algunas obras de arte medievales, el momento de la caída del primer hombre, o sea, del “pecado original”, es representado reproduciendo, junto a la figura más usual de la serpiente tentadora, un pequeño dragón que acecha a espaldas de Adán, como puede verse, por ejemplo, en los relieves románicos de la Bemwardstür o “Puerta de San Bernward”. en la catedral de Hildesheim. (*)

(*) Fuente: Antonio Medrano, La lucha con el dragón. La tiranía del ego y la gesta heroica interior, Madrid, Ediciones Yatay, 1999.

Ilustraciones (de arriba hacia abajo): 1: Fuente de San Jorge y el dragón en el Patio de los Naranjos de Palau de la Generalitat, en Barcelona. Foto de Jordi Bedmar para portada de La lucha contra el dragón, obra de la que procede el texto de este item; 2: San Jorge matando al dragón en versión de Alberto Durero; 3: Imagen de mujer y dragón de William Blake.

Temazcal el dia de mañana domingo-57

Los Siete Sermones a los muertos de Carl Gustav Jung.
Septem Sermones ad Mortuos.
Jung publicó los “Septem Sermones ad Mortuos” (“Siete sermones [palabras] a los muertos”) como opúsculo en una edición privada. Lo regalaba en ocasiones a sus amigos. En la librería no podía adquirirse. El lenguaje corresponde aproximadamente al del “Rotes Buch”. Frente a las inacabables conversaciones con figuras internas en el “Rotes Buch” los “Septem Sermones ad Mortuos” representan un todo encerrado en sí. Por ello se eligieron como ejemplo. Transmiten una impresión, aunque fragmentaria, de lo que preocupó a Jung mientras transcurría paralela la Primera Guerra Mundial y lo que entonces creó. El escrito contiene indicaciones plásticas o procesos de ideas que posteriormente desempeñaron una función en la obra científica de Jung, particularmente la naturaleza contradictoria del espíritu, de la vida y de la expresión psicológica. El pensamiento en paradojas es lo que Jung tomó de los gnósticos (principios del s. II de nuestra era) y se mantuvo en esta terminología en parte, por ejemplo, Dios como ABRAXAS. Esto correspondía a una mistificación reflexiva e intencionada. Jung dio su permiso para la publicación en su libro de memorias después de dudar y sólo “en aras a la honradez”. Pero no permitió que se publicara la solución del anagrama que se encuentra al final del 7º Sermón.
VII SERMONES AD MORTUOS:
Las siete enseñanzas de los muertos. Escritas por Basílides de Alejandría, la ciudad en que Oriente linda con el Occidente.
Los muertos regresaron de Jerusalén, donde no hallaron lo que buscaban. Me pidieron permiso para entrar y solicitaron enseñanza de mí y así yo les enseñé: Oíd: yo comienzo en la nada. La Nada es lo mismo que la Plenitud. En la infinitud hay tanto lleno como vacío. La Nada es vacía y llena. Vosotros podríais igualmente decir otra cosa de la nada, por ejemplo que es blanca o negra, o que no existe o que existe. Lo infinito y eterno no tiene propiedades porque tiene todas las propiedades. La Nada o lo Pleno lo llamamos nosotros PLEROMA. Ahí dentro se deja de pensar y de existir, pues lo infinito y eterno no tiene propiedad alguna. En él no existe nadie, pues entonces se distinguiría del Pleroma y tendría propiedades que le diferenciarían como algo del Pleroma. En el Pleroma es nada y todo: no es posible pensar sobre el Pleroma, pues ello significaría diluirse a sí mismo. La CREATUR no es en el Pleroma sino en sí. El Pleroma es principio y fin de la Creatur. Atraviesa por ella y por entre ella, como la luz del sol penetra el aire por todas partes. Aunque el Pleroma la penetra totalmente, la Creatur no tiene, sin embargo, parte alguna en ello, del mismo modo que un cuerpo completamente transparente no deviene claro ni oscuro por la luz que le atraviesa. Pero nosotros mismos somos el Pleroma, pues somos parte de lo eterno e infinito. Pero no tenemos participación en ello sino que estamos distanciados del Pleroma infinitamente, no espacial o temporalmente sino ESENCIALMENTE, en cuanto nos diferenciamos en esencia del Pleroma como Creatur, que está limitada en el espacio y en el tiempo. Sin embargo, en cuanto somos parte del Pleroma, también el Pleroma está en nosotros. Incluso en el punto más pequeño el Pleroma es infinito, eterno y completo, pues pequeño y grande son propiedades que están contenidas en él. Es la Nada que es en todas partes total e inevitable. Por ello hablo yo de la Creatur como una parte del Pleroma sólo a modo de imagen, pues el Pleroma no está realmente dividido en ningún aspecto, pues es la Nada. Nosotros somos también todo el Pleroma, pues, a modo de imagen, el Pleroma es el punto más pequeño sólo apuntado, no existente, en nosotros y la infinita bóveda del mundo que está a nuestro alrededor. ¿Por qué, sin embargo, hablamos del Pleroma en general, si es todo y nada? Hablo de ello por empezar en algún sitio, y para desengañaros de que en algún sitio, fuera o dentro, exista algo determinado de antemano fijamente o de algún modo. Todo lo denominado fijo o determinado es sólo relativo. Sólo lo que está arrojado al cambio es fijo y determinado. Pero lo cambiable es la Creatur; es, pues, ella lo único fijo y determinado, pues tiene propiedades, ella misma es Propiedad.
Planteamos la cuestión: ¿Cómo surgió la Creatur? Las creaturas han surgido, pero no la Creatur, pues es la propiedad del Pleroma mismo, como también la no-creación, la muerte eterna. Creatur existe siempre y en todas partes, Muerte existe siempre y en todas partes. El Pleroma lo tiene todo, diferenciación e indiferenciación. La diferenciación es la Creatur. Es diferenciada. Diferenciación es su esencia, por ello se diferencia ella también. Por ello se diferencia el Hombre, pues su esencia es diferenciable. Por ello diferencia él también las propiedades del Pleroma que no existen. Las diferencia a partir de su esencia. Por ello el Hombre debe hablar de las propiedades del Pleroma, que no existen. Los muertos seguían por la noche a lo largo de los muros y gritaban: Sobre Dios queremos saber. ¿Dónde está Dios? ¿Está muerto Dios? Dios no está muerto, es tan vivo como siempre. Dios es Creatur, pues es algo determinado y por ello diferenciado del Pleroma. Dios es propiedad del Pleroma y todo cuanto digo de la Creatur, vale también para Él. Sin embargo, se distingue de la Creatur en que es mucho menos claro y más indeterminado que la Creatur. Es menos diferenciado que la Creatur, pues el principio de su esencia es plenitud verdadera y sólo en cuanto es determinado y diferenciado es Creatur y en cuanto es la patentización de la verdadera plenitud del Pleroma. Todo cuanto no diferenciamos cae en el Pleroma y se anula con su oposición. Por ello cuando no diferenciamos a Dios, la verdadera plenitud deja de existir para nosotros. Dios es también el Pleroma mismo, del mismo modo que cada punto ~o en lo creado y en lo increado es el Pleroma mismo. El vacío actuante es la esencia del Diablo. Dios y Diablo son las primeras patentizaciones de la Nada, que nosotros llamamos Pleroma. Es indiferente si el Pleroma existe o no existe, pues se anula a sí mismo en todo. No es así con la Creatur. Dios y Diablo, en cuanto son Creaturas, no se anulan, sino que existen opuestamente como contra ríos actuantes. No necesitamos prueba alguna de su existencia, basta que debemos siempre hablar de ellos de nuevo. Incluso aunque ambos no existieran, la Creatur, a partir de su naturaleza de diferenciación, los diferenciaría de nuevo M Pleroma. Todo lo que adquiere su diferenciación a partir M Pleroma es antinomia, por ello siempre a Dios le corresponde el Diablo. Esta mutua pertenencia es tan íntima y, como vosotros habéis experimentado, también tan indisoluble en vuestra vida como el Pleroma mismo. Ello proviene de que ambos están muy próximos al Pleroma, en el que todos los contrarios dejan de existir y son uno. Dios y Diablo son distintos por el lleno y el vacío, engendramiento y destrucción. Lo ACTUANTE les es común. Lo Actuante les une. Por ello lo Actuante está por encima de ellos y es un Dios por encima de Dios, pues unifica lo Pleno y el Vacío en su acción. Éste es un Dios del que vosotros nada sabíais, pues los hombres lo olvidaron. Nosotros le denominamos por su nombre: ABRAXAS. Es todavía más indeterminado que Dios y Diablo. Para diferenciar a Dios de él, llamamos a Dios HELIOS o Sol. Abraxas es acción, frente a él no hay nada sino lo irreal, por ello su naturaleza activa se despliega libre. Lo irreal no existe y no se opone. Abraxas está por encima del Sol y por encima del Diablo. Es, lo improbable, probable; lo irreal, activo. Si el Pleroma tuviera una esencia, Abraxas sería su manifestación. Es ciertamente lo activo mismo, pero ninguna acción determinada, sino acción en general. Es irreal activo, porque no tiene acción determinada alguna. Es también Creatur, puesto que se diferencia del Pleroma. El Sol tiene una acción determinada, al igual que el Diablo; por ello nos parecen mucho más actuantes que el Abraxas indeterminable. Es Fuerza, Duración, Transformación. Aquí los muertos levantaron un gran tumulto, pues eran cristianos. Los muertos avanzaron como niebla a través de los pantanos y gritaron: Háblanos más sobre el supremo Dios. Abraxas es el Dios difícilmente reconocible. Su poder es el supremo, pues el Hombre no lo ve. Del Sol ve el summum bonum, del Diablo el infimum malum, de Abraxas, sin embargo, la VIDA indeterminada en todos los aspectos que es la madre del bien y del mal. La Vida parece ser más pequeña y más débil que el summum bonum, razón por la cual resulta difícil pensar que Abraxas supere en poder incluso al Sol, que es, sin embargo, la fuente iluminante de toda fuerza de vida misma. Abraxas es el Sol y a la vez el abismo eternamente arrollador del Vacío, del empequeñecedor y disgregador, del Diablo. El poder de Abraxas es ambivalente. Vosotros no lo veis pues en vuestros ojos lo opuestamente orientado de este poder deja de ser. Lo que Dios Sol dice es vida. Lo que dice el Diablo es muerte. Abraxas, sin embargo, dice la palabra digna y condenada, que es a la vez vida y muerte. Abraxas produce verdad y mentira, bien y mal, luz y tinieblas en la misma palabra y en el mismo acto. Por ello es Abraxas temible. Es soberbio como el león en el instante en que vence a su víctima. Es bello como un día de primavera. Sí, es el gran Pan mismo y el pequeño. Es Príapo. Es el monstruo del averno, un pólipo con mil brazos, serpiente alada, furia. Es el Hermafrodita del principio más inferior. Es el Señor de las ranas y los sapos, que viven en el agua y suben a la tierra, que cantan al mediodía y a medianoche. Es el Lleno que se une con el Vacío. Es la cópula sagrada, es el amor y su homicidio, es el santo y su traidor. Es la más clara luz del día y la más profunda noche del absurdo. Verle significa ceguera, conocerle significa enfermedad, rezarle significa muerte, temerle significa sabiduría, no oponerse a Él significa salvación. Dios vive detrás del sol, el Diablo vive detrás de la noche. Lo que Dios engendra a partir de la luz, el Diablo lo arrastra a la noche. Pero Abraxas es el mundo, su devenir y dejar de ser mismo. A cada ofrenda del Dios Sol el Diablo presenta su maldición. Todo cuanto solicitáis de Dios Sol, produce un acto del Diablo. Todo cuanto creáis con Dios da al Diablo poder de actuación. Esto es el terrible Abraxas. Es la Creatur más poderosa y en él la Creatur se horroriza a sí misma. Es la colisión patente de la Creatur contra el Pleroma y su nada. Es el horror del hijo ante la madre. Es el amor de la madre por el hijo. Es el encanto de la tierra y la crueldad del cielo. El Hombre queda paralizado ante su semblante. Ante él no hay preguntas ni respuestas. Es la vida de la Creatur. Es la acción de la diferenciación. Es el amor de los hombres. Es el habla de los hombres. Es la claridad y la sombra del hombre. Es la realidad cambiante. Aquí los muertos aullaron y se enfurecieron, pues eran imperfectos. Los muertos llenaron el espacio de quejas y dijeron: Háblanos de los Dioses y Diablos, réprobo. Dios Sol es el supremo bien, el Diablo lo contrario, así pues tenéis dos dioses. Sin embargo, hay muchos bienes elevados y muchos males graves, y bajo ello hay dos dios-diablo: uno es lo ARDIENTE y el otro lo CRECIENTE. Lo Ardiente es el Eros en la forma de llama. Alumbra al consumirse. Lo Creciente es el ÁRBOL DE LA VIDA, reverdece al acumular materia viva. El Eros llamea y muere por ello; el Árbol de la vida, por el contrario, crece lenta y constantemente a través de los tiempos incalculables. Bien y mal se unen en la llama. Bien y mal se unen en el crecimiento del árbol. Vida y amor se enfrentan en su divinidad. Incalculable, como es el ejército de estrellas, es el número de dioses y diablos. Cada estrella es un dios y cada espacio que llena una estrella es un diablo. Pero el lleno-vacío del todo es el Pleroma. La acción del todo es Abraxas, sólo lo irreal se contrapone a él. Cuatro es el número de los dioses principales, pues cuatro es el número de las medidas del mundo. Uno es el principio, el Dios Sol. Dios es el Eros, pues unifica a dos y se extiende iluminante. Tres es el Árbol de la vida, pues llena el espacio con cuerpos. Cuatro es el Diablo, pues abre todo lo cerrado; disuelve todo lo configurado y corporal; es el destructor en el que todo deviene nada. Feliz yo, a quien es dado conocer la pluralidad y diversidad de los dioses. Desgraciados vosotros, que sustituís esta indestructible pluralidad por un Dios. De este modo origináis el tormento de la no-comprensión y la mutilación de la Creatur, cuya esencia y a~ es diferenciación. ¿En qué sois fieles a vuestra esencia, a queréis convertir al mucho en uno? Lo que hacéis con los dioses os sucede también a vosotros. Todos os volvéis iguales y vuestra esencia se mutila. Por la voluntad del Hombre impera igualdad y no por la voluntad de Dios, pues las de los dioses son muchas; en cambio, las de los hombres son pocas. Los dioses son poderosos y soportan su diversidad, pues, como las estrellas, están aislados y a una inmensa distancia entre sí. Los hombres son débiles y no soportan su diversidad, pues habitan casi juntos y necesitan la comunidad para poder soportar su carácter peculiar. Para la salvación os enseño lo inadmisible por causa de lo cual soy condenado. La pluralidad de dioses corresponde a la pluralidad de hombres. Innumerables dioses aguardan devenir hombres. Innumerables dioses han llegado a ser hombres. El Hombre participa de la esencia de la diosa, proviene de los dioses y va a Dios. Del mismo modo que no resulta posible meditar sobre el Pleroma, tampoco es posible adorar a la multiplicidad de los dioses. Siquiera es posible adorar al primer Dios, la Plenitud activa y el summum bonum. Nosotros no podemos hacer nada para ello ni tomar nada de ello, pues el vacío activo lo traga todo en sí. Los dioses diáfanos forman el mundo del cielo, éste es plurifacético y se extiende y amplía infinitamente. Su señor supremo es el Dios Sol. Los dioses oscuros forman el mundo de la tierra. Son simples y se empequeñecen y disminuyen infinitamente. Su señor supremo es el Diablo, el espíritu de la luna, el satélite de la tierra, más pequeño y más frío que la tierra. No existe diferencia alguna entre el poder de los dioses del cielo y de la tierra. Los del cielo engrandecen, los de la tierra empequeñecen. Incalculable es la dirección de ambos. Los muertos se burlaron y gritaron: instrúyenos, bufón, acerca de la Iglesia y de la santa comunidad. El mundo de los dioses se manifiesta en la espiritualidad y en la sexualidad. Los del cielo aparecen en la espiritualidad, los terrenales en la sexualidad. Espiritualidad recibe y capta. Es femenina y por ello la denominamos la MATER CAELESTIS, la madre celestial. Sexualidad produce y crea. Es masculina y por ello la denominamos FALO, el padre terrenal. La sexualidad del hombre es más terrena, la sexualidad de la mujer es más espiritual. La espiritualidad del hombre es más celestial aspira a lo más grande. La espiritualidad de la mujer es más terrena, te dirige a lo pequeño. Mentirosa y diabólica es la espiritualidad del hombre que se dirige a lo pequeño. Mentirosa y diabólica es la espiritualidad de la mujer que se dirige a lo grande. Cada uno debe orientarse a su lugar. Hombre y mujer se convierten en diablo cuando no separan sus caminos espirituales, pues la esencia de la Creatur es diferenciación. La sexualidad del hombre se dirige a lo terreno, la sexualidad de la mujer se dirige a lo espiritual. Hombre y mujer se convierten mutuamente en diablo cuando no separan su sexualidad. El hombre conoce lo pequeño, la mujer lo grande. El hombre se diferencia de la espiritualidad y de la sexualidad. Llama a la espiritualidad Madre y la sitúa entre el cielo y la tierra. Llama a la sexualidad Falo y la sitúa entre él y la Tierra, pues la madre y el Falo son demonios sobrehumanos y patentizaciones del mundo de los dioses. No son más eficaces que los dioses porque están más próximamente unidos a nuestra esencia. Si no os distinguís de la sexualidad y de la espiritualidad, ni las consideráis como esencia sobre vosotros, entonces las degradáis con propiedades del Pleroma. Espiritualidad y sexualidad no son vuestras propiedades, no son cosas que poseáis y abarquéis, sino que os poseen y abarcan a vosotros, pues son poderosos demonios, formas de manifestación de los dioses, y por ello cosas que van más allá de vosotros y existen por sí mismas. No se trata de que uno tenga una espiritualidad para sí o una sexualidad para sí, sino que se encuentra bajo la ley de la espiritualidad y de la sexualidad. Por ello ninguno puede ir en contra de estos demonios. Vosotros debéis verlos como demonios y como asunto y peligro común, como lastre común que la vida os ha impuesto. Así también la vida os es asunto y peligro común, al igual que los dioses y principalmente el temible Abraxas. El Hombre es débil, por ello es comunitario inevitablemente; la comunidad si no está bajo el signo de la madre entonces está bajo el signo del Falo. Ninguna comunidad es desgracia y enfermedad. Comunidad en cada uno es ruptura y disolución. La diferenciación conduce al ser único. El ser único se enfrenta a la comunidad. Pero, en virtud de la debilidad del hombre frente a los dioses y demonios y a su ley invencible, es necesaria la comunidad. Por ello sois tan sociales como es necesario no por la voluntad de los hombres, sino a causa de los dioses. Los dioses os fuerzan a la comunidad. En la medida en que os fuerzan, la comunidad origina necesidad, más desgracia hay. En la comunidad cada uno se clasifica por encima de otro, de modo que cada uno llegue a sí mismo y evite la esclavitud. En la comunidad rige abstención, en el estar solo rige disipación. La comunidad es lo profundo, el aislamiento es la altura. La medida correcta de comunidad purifica y clarifica. La medida correcta de aislamiento purifica y complementa. La comunidad nos da el calor, La soledad nos da la luz. El demon de la sexualidad entra en nuestra alma como una serpiente. Es como la mitad del alma humana y significa deseo de pensamiento. El demon de la espiritualidad se sumerge en nuestra alma como el pájaro blanco. Es la mitad del alma humana y se llama pensamiento de deseo. La serpiente es un alma terrena, semidemoníaca, un espíritu, y unifica los espíritus de los muertos. Al igual que éstos, revolotea en las cosas de la tierra y origina que nosotros las temamos, o que inciten nuestra concupiscencia. La serpiente es de naturaleza femenina y busca siempre la comunidad de los muertos que están retenidos en la tierra, aquellos que no hallaron el camino que lleva más allá, a saber: a la soledad. La serpiente es una puta y tiene amoríos con el diablo y con los malos espíritus, un maligno tirano y espíritu de tortura, siempre seduciendo a la peor comunidad. El pájaro blanco es un alma semidivina del hombre. Permanece junto a la madre y de vez en cuando se eleva. El pájaro es masculino y es idea actuante. Es casto y solitario, un mensajero de la madre. Vuela muy por encima de la tierra. Ordena la soledad. Trae de las lejanías noticias que han sucedido ya, lleva nuestras palabras a la madre. Hace de intercesora, advierte, pero no tiene poder alguno frente a los dioses. Es un recipiente del sol. La serpiente desciende y paraliza con astucia al demon fálico o lo incita. Eleva las ideas clarividentes de lo terreno, que se originan por todas partes y que con codicia se aspiran por todas partes. La serpiente no quiere, pero debe sernos útil. Libera nuestro encadenamiento y de este modo nos muestra el camino que no hallábamos a partir del ingenio de los hombres. Los muertos me miraron con desprecio y dijeron: Deja de hablar de dioses, demonios y almas. Todo esto en general lo sabíamos ya desde hace tiempo. Por la noche, sin embargo, volvieron los muertos con ademanes acusatorios y dijeron: Olvidamos hablar de una cosa, instrúyenos acerca de los hombres. El hombre es una puerta a través de la cual penetran del mundo externo los dioses, demonios y almas en el mundo interno, del mundo grande al mundo pequeño. Pequeñez y nadería es el hombre, vosotros lo habéis ya pasado, pero volvéis a encontraros en el espacio infinito, en la pequeña o interna infinitud. A distancia incalculable está una estrella sola en el cenit. Éste es el Dios de este uno, éste es su mundo, su Pleroma, su divinidad. En este mundo el hombre es el Abraxas, que da a luz o devora su mundo. Esta estrella es el Dios y el fin de los hombres. Ate es su Dios que le guía, o él va el hombre para hallar descanso, o él conduce el largo viaje del alma hacia la muerte, en él todo brilla como luz, todo cuanto remite al hombre al gran mundo. A éste reza el hombre. El rezo acrecienta la luz de la estrella, lanza un puente sobre la muerte, prepara la vida del mundo pequeño, y aminora el deseo falto de esperanza del gran mundo. Cuando el gran mundo se torna frío, la estrella ilumina. No hay nada entre el hombre y su Dios, en cuanto el Hombre puede separar su mirada del espectáculo llameante de Abraxas. Aquí Hombre, allí Dios. Aquí debilidad y nadería, allí eterna fuerza creadora. Aquí oscuridad total y frío húmedo, Allí Sol pleno. A esto los muertos guardaron silencio y se elevaron hacia arriba como humo sobre el fuego del pastor, que por la noche esperaba a su rebaño.
ANAGRAMA: NAHTRIHECCUNDE GAHINNEVERAHTUNIN ZEHGESSURKLACH ZUNNUS.

Culturas de mesoamerica y centroamerica-56

Salud en las Seis puntas de la Piedra Filosofal!
EL ATOMO NOUS

El átomo Nous es el Maestro constructor de nuestro Templo Interior,
según la
alegoría masónica. El mora en la sangre más pura del corazón, en un
lugar
secreto del ventrículo izquierdo y de allí ejerce autoridad absoluta
sobre todo
el universo atómico humano. Luego, el estudiante que quiera proseguir
en la
Senda Iniciática, precisa despertar la atención de Nous por sus
anhelos. Eso se
realiza con mística, devoción, búsqueda, inquietud espiritual, oración,
recogimiento y entrega al Cristo Intimo.

El cuerpo físico de un hombre, examinado desde el exterior, parece
bastante
sólido. Sin embargo, cuando es examinado con la vista interna no pasa
de una
envoltura gaseosa, se percibe entonces, que él funciona como una
especie de
muralla protectora contra fuerzas y energías extrañas que intentan
invadir y
llegar hasta el Intimo. Observe bien el estudiante cuán importante es,
entonces,
conservar los pensamientos en paz y armonía. Toda vez que un
pensamiento de
odio, envidia, orgullo, codicia, etc. penetra o sale de nuestro cuerpo
causa
grandes estragos a los fieles servidores atómicos. Eso explica el
origen último
de muchas dolencias sin causa aparente.

Nuestra educación, recibida en casa y escuela, desde pequeños, nos
enseña a
pensar para fuera haciendo que nos olvidemos de nosotros mismos. Eso
crea una
situación lastimosa, haciendo que raramente nuestro pensamientos
provengan del
Intimo. Generalmente, en más del 90% del tiempo, es nuestra mente la
que se
manifiesta. Aquí, se abre otro vasto horizonte e infinitas
perspectivas. La
educación espiritual verdadera tiene dirección radicalmente opuesta a
la
educación intelectual. Por eso, quien quiere progresar en el Camino
Espiritual,
tarde o temprano comprenderá que deberá renunciar y abandonar la vía
intelectual. Comprenderá, como dice la alegoría alquímica, que debe
quemar los
libros y purificar su mente.

Si somos arquitectos de nuestra propia vida, en el momento que
pasáramos a tener
conciencia de esas simples verdades, podremos adecuarla de acuerdo con
las
órdenes y la voluntad del Intimo y no a partir de los conceptos
elaborados por
nuestra mente. Los terapeutas corporales saben que el cuerpo físico de
una
persona siempre revela la naturaleza del carácter y de la personalidad
de su
dueño. Nosotros preferimos decir, en último análisis que el cuerpo
físico de una
persona cuenta la historia de sus átomos.

LOS ATOMOS DEL ENEMIGO SECRETO

En la parte inferior de la columna vertebral mora el Enemigo Secreto,
que tiene
bajo su comando ejércitos enteros de átomos infernales. Es ese átomo
que se
opone a la voluntad del Intimo. En la guerra que mantiene
constantemente con las
huestes de Miguel, el Angel Atómico Guerrero, que mora en la superior
de la
columna, casi siempre sale vencedor.

El hombre vive prisionero de la atmósfera del mundo de maya porque él,
el
Enemigo Secreto, Lucifer o Satán, extiende sus dominios hasta el plano
mental
del hombre. Siempre que nos proponemos a mantener pureza en
pensamientos y sentimientos, por ejemplo, él suelta sus legiones
atómicas para
desviar nuestros propósitos.

Los átomos inferiores o moradores de los infiernos atómicos jamás
responden a la
Voz del Intimo. Eso nos recuerda el hecho de que, análogamente, la
humanidad
jamás atiende a los dictados de sus profetas y Cristo que vienen a la
tierra de
tiempo en tiempo. Todo nuestro karma está ligado a los átomos negros.
Todas las
malas acciones practicadas por el hombre, en el fondo, tienen orígenes
en esos
átomos, vivas inteligencias que moran en nuestros propios universos
atómicos.
Cuando el estudiante,
mediante la Iniciación, vence las potestades negras (representadas o
sintetizadas en su EGO), entonces estará apto a ser recibido en los
Templos de
Sabiduría que existen en los mundos internos (atómicos).

Todo aquel que se propone seguir la senda iniciática, encontrará, en el
debido
tiempo, su guardián del Umbral de los misterios. Ese guardián fue
creado por
nosotros mismos. El es lo que somos internamente. Por ser
de naturaleza elemental, puede adquirir la figura de aquello que más
nos asusta.
La Prueba del Guardián del Umbral es decisiva para aquellos que quieren
la
Iniciación; quien fracasa, cae esclavo del guardián interior.

La ciencia del enemigo secreto domina el mundo de hoy. Si todos los
hombres
pusiesen mayor atención a lo que piensan, y después, a lo que
materializan, a
través de la palabra o de la acción, sería posible una gran
transformación
interna y externa. Además, infelizmente, ya es un poco tarde para
grandes
cambios voluntarios. Los Maestros del Círculo protector de este mundo
saben que
esta humanidad está perdida, ya fue juzgada y condenada y la sentencia
está en
ejecución. A medida que avanzamos en
años en este III milenio, avanzamos también para una Gran Catástrofe,
prevista
para el año 2043.

Hoy, cambios pueden ser posibles aislados e individualmente. Más no se
puede
negar, que el poder del enemigo secreto es muy grande. Es preciso mucho
trabajo
práctico, mucha meditación y mucha oración para alterar
esa situación. Por eso mismo que insistimos en la parte práctica. Es
preciso
practicar y practicar mucho. Unos cuantos minutos diarios no son
suficientes.
Dos horas diarias al comienzo, son suficientes. Más, después, a medida
que cada
cual fuera comprendiendo la naturaleza de su propio trabajo interno, es
preciso
ir aumentando ese tiempo.

Como vimos, es por el pensamiento que atraemos para nuestra esfera los
átomos de
Luz o de Tinieblas. El Intimo siempre nos reviewúa y nos juzga a través
de
nuestra aura o atmósfera. Si nuestra aura está cargada como Cielo ante
la
inminencia de la tempestad, el Intimo nos abandona pues,
sabe que su voz no será oída. Por tanto, tenemos que atraer y generar
siempre
átomos evolucionados, limpios y puros si quisiéramos modificar para
mejor,
nuestro campo magnético y seremos oídos por Nous en nuestros anhelos
iniciáticos. Esa prueba, o demostración de querer seguir la
Senda de la Iniciación, normalmente dura siete años.

Cuando niños ni repelíamos, ni atraíamos átomos del enemigo. Es de esa
forma que
ellos se protegen por algún tiempo de su influencia nefasta. Los niños
son como
elementales, son lo que son, ni buenos ni malos. En
realidad están más allá del bien y del mal de los adultos. Por eso se
defienden
de las influencias atómicas. En otras palabras podríamos decir que los
infiernos
atómicos de los niños están vacíos. Con la educación y con el pasar del
tiempo
ellos comienzan a atraer, para su bajo vientre, esos átomos, que,
alojándose,
establecen allí sus dominios
tenebrosos y, con eso, modifican su comportamiento. Son esos átomos que
dan
origen, más tarde, a los yoes psicológicos.

Los átomos no son atraídos únicamente en el comienzo de una vida. En
realidad,
traemos desde la infancia átomos satánicos muy antiguos. Los peores son
aquellos
provenientes de la Lemuria, porque fue en aquel tiempo que ciertos
individuos
sumamente sagrados nos dotaron de un órgano, denominado por el Maestro
Samael
Aun Weor como Organo Kundartiguador, cuya finalidad fue la de dar
estabilidad
geológica al planeta. Ese órgano tenía por finalidad captar,
transformar y
proyectar determinados
tipos de energía del cosmos para la superficie terrestre de la época.

Tal vez sea rápido hablar de eso, sin embargo, sepa el estudiante que
el hombre,
como los demás animales y plantas, también es un organismo de
transformación de
energías cósmicas. Y fue ese órgano humano o
kundartiguador (hoy no existe más físicamente) que transformó ciertos
tipos de
energía cósmica, dando, consecuentemente, dureza al suelo terrestre. De
lo contrario tendríamos todavía hoy nuestras ciudades construidas en
una
atmósfera y suelo semejante a los pantanos.

Más no era de eso lo que queríamos hablar ahora, asunto que todavía
demandará
muchos párrafos en un futuro arcano. Lo que queremos destacar es que de
la
Lemuria heredamos nuestro psiquismo más denso. Esos átomos
antiguos son de difícil transformación, exactamente por su edad. El
pasado del
hombre dormita en la atmósfera de sus átomos blancos y negros, de
acuerdo con
las acciones realizadas. El pensamiento descontrolado tiene
la capacidad de despertar su energía y ésa se esparce primero por la
atmósfera
individual, de allí, se extiende por la atmósfera de los demás,
iniciando una
reacción en cadena.

Ejemplo; un artista con su música o pintura, de acuerdo con su obra,
puede
elevar o bajar la vibración de la atmósfera de una época o de aquellos
que hacen
contacto con su obra. Véase el caso del Renacimiento, en plena Edad
Media, donde
imperaba las tinieblas en Europa. En ese caso,
fue un acontecimiento positivo. Hoy, tenemos el rock – una música de
las bajas
esferas y cuanto más pesado, más densa es su vibración y más inferior
su
influencia sobre nuestra mente y nuestras emociones. Lo mismo se aplica
a las
obras surrealistas, con sus colores bajos y densos.

Recuerde la música es energía sonora. Ella penetra y
va hasta donde otros tipos de energía no alcanzan. La música en tiempos
de
Pitágoras era usada para curar, desarrollar poderes y modificar estados
de
ánimo. La musicoterapia moderna es apenas un remoto y pálido
atávico de esa ciencia arcana.

La puerta de entrada de los átomos negros son los sentimientos y los
pensamientos de odio, tristeza, depresión, rencor, envidia, ira,
lujuria,
etc. Una persona se degenera muy rápidamente cuando cae o se entrega al
dominio
del Enemigo Secreto, o también denominado Satán interior, el Ego con
sus mil
caras, pues éste devora a sus víctimas en el horno de las pasiones y
los deseos.

Siempre que alguien se debilita, se aparta de su Intimo, dejando,
consecuentemente, de recibir su luz solar que infunde vida y ánimo
(alma). El
resultado de eso es la estadía en los infiernos atómicos.

El hombre tiene, dentro de sí, una fuerza capaz de transformarlo en
Dios. Esa
fuerza es de naturaleza atómica, eléctrica o sexual. Esa fuerza está
radicada en
el centro sexual en el arcano 7. Por ahora sepa el estudiante que
nuestras fuerzas creadoras existen para darnos Poder, Vida y Luz. La
energía,
fabricada en nuestro laboratorio sexual, cuando es sabiamente
acumulada, y
después de pasar por procesos alquímicos específicos, es una
riqueza capaz de ennoblecer nuestra vida, dándonos felicidad, vida y
abundancia.
Por otro lado, el destino de todo perverso es la dolencia y la miseria,
física y
moral, en esta o en otras vidas futuras.

El átomo Nous es el Maestro constructor de nuestro Templo Interior,
según la
alegoría masónica. El mora en la sangre más pura del corazón, en un
lugar
secreto del ventrículo izquierdo y de allí ejerce autoridad absoluta
sobre todo
el universo atómico humano. Luego, el estudiante que quiera proseguir
en la
senda iniciática, precisa despertar la atención de Nous por sus
anhelos. Eso se
realiza con mística, devoción, búsqueda, inquietud espiritual, oración,
recogimiento y entrega al Cristo Intimo. El cuerpo físico de un hombre,
examinado desde el exterior, parece bastante sólido. Sin embargo,
cuando es
examinado con la vista interna no pasa de una envoltura gaseosa, se
percibe
entonces, que él funciona como una especie de muralla protectora contra
fuerzas
y energías extrañas que intentan invadir y llegar hasta el Intimo.
Observe bien
el estudiante cuán importante es, entonces, conservar los pensamientos
en paz y
armonía. Toda vez que un pensamiento de odio, envidia, orgullo,
codicia, etc.
penetra o sale de nuestro cuerpo causa grandes estragos a los fieles
servidores
atómicos. Eso explica el origen último de muchas dolencias sin causa
aparente.
Nuestra educación, recibida en casa y escuela, desde pequeños, nos
enseña a
pensar para fuera haciendo que nos olvidemos de nosotros mismos. Eso
crea una
situación lastimosa, haciendo que raramente nuestro pensamientos
provengan del
Intimo. Generalmente, en más del 90% del tiempo, es nuestra mente la
que se
manifiesta. Aquí, se abre otro vasto horizonte e infinitas
perspectivas. La
educación espiritual verdadera tiene dirección radicalmente opuesta a
la
educación intelectual. Por eso, quien quiere progresar en el camino
espiritual,
tarde o temprano comprenderá que deberá renunciar y abandonar la vía
intelectual. Comprenderá, como dice la alegoría alquímica, que debe
quemar los
libros y purificar su mente. Si somos arquitectos de nuestra propia
vida, en el
momento que pasáramos a tener conciencia de esas simples verdades,
podremos
adecuarla de acuerdo con las órdenes y la voluntad del Intimo y no a
partir de
los conceptos elaborados por nuestra mente. Los terapeutas corporales
saben que
el cuerpo físico de una persona siempre revela la naturaleza del
carácter y de
la personalidad de su dueño. Nosotros preferimos decir, en último
análisis que
el cuerpo físico de una persona cuenta la historia de sus átomos.

RE: Ingenio indígena

TRATADO DE LA NATURALEZA
DEL HUEVO DE LOS FILÓSOFOS

Bernardo Trevisano

Señor, con corrección, me parece que deseáis tratar este asunto de forma distinta como nos ha sido dejada la definición de las cosas naturales, cuando decís que la materia de Juan el Negro no puede llevarse a efecto, ni por tanto su azufre; tal como lo habéis practicado, señor, vos no habéis entendido la cualidad de ese azufre, según la esencia de su materia y alteración: incluso la materia prefectiva del susodicho Juan el Negro debe llevarse a efecto por preparaciones naturales, pero vos proponéis muchas cosas que para nada sirven al propósito, sino que indigno y confuso, no habéis comprendido la posibilidad de la naturaleza y el sonido de las palabras os ha confundido.
Porque primeramente hace falta discernir con prudencia lo que debe ser hecho en primer lugar, el porqué y el cuando, porque el primero, que es el último en resolución, es el primero en imposición, pues por él se llega al conocimiento del Sol y del Elixir, esto es, saber reducirlo en los primeros principios y elementos de que está hecho: debéis pues dividir el compuesto hasta los incompuestos, pero primero hace falta tener el conocimiento del compuesto, después debéis reducirlo en partes puestas en orden hasta obtener los principios, y este es el conocimiento resolutivo; y la doctrina llamada compositiva es, a saber, aquello que une lo que ha dividido, empezando por la primera materia y por sus principios y elementos y como se encuentran compuestos aquellos principios que son simples y cómo, principios y elementos, son llamados la primera materia, de la cual se hace el elixir que transmuta los cuerpos.
¿Cómo entonces creéis introducir la forma del elixir completo en la materia que ha estado menos dispuesta? Ved que el elixir ha de poder hacerse de cosas homogéneas y uniformes en sustancia, como de mercurio puro, en el que toda la sustancia del cuerpo fijo permanece resuelta y hecha volátil sin ninguna separación.
La intención de los filósofos es, siempre ha sido y será, hacer del cuerpo espíritu, esto es, del mercurio puro, que es llamado filosófico porque se hace por procedimientos de filosofía, conteniendo en si mismo una doble naturaleza pues hace falta componer la piedra de dos sustancias y del volátil fijo. Es necesario primeramente hacer o extraer de la unión de estos dos su mercurio, antes de hacer el elixir completo, y este es el mercurio que causa perfección y en el que consiste todo el magisterio.
Y esto lo han entendido diciendo que si puedes por el sólo mercurio terminar tu obra, serás un habilísimo investigador del arte, que se hace por la pasión que él debe sostener estando oculto y homogéneo con su cuerpo.
Y este mercurio que ellos ordenan elegir en primer lugar, e incluso, tanto de los cuerpos como del mercurio, que no sea mercurio en toda su naturaleza, porque ya ha perdido todas sus heces terrestres y adherencias con mucha disipación de su fugitiva acuosidad, quedando una sustancia pura cuya humedad está unida y conjuntada con la sustancia fija.
Porque en la obra, antes de poder hacer la verdadera medicina transmutatoria de las piedras, es necesario sublimar el total, no sólo la parte volátil, sino también la fija, y cuando todo quedó convertido en espíritu, los filósofos dijeron que esa era el agua de volatilidad, pues ante esa consideración de que toda la materia se convierte en humo han llamado agua a toda esa piedra, como atestigua Sócrates diciendo en la Turba: si no reduces el todo en agua no conseguirás la obra, pues es necesario que el cuerpo sea ocupado por la llama del fuego, para que sea destruido y debilitado con el agua en la que está contenido. Y Confolies dice: sabed, oh investigadores de este arte, que todo cuerpo se disuelve en el espíritu con que está mezclado y con el cual, sin duda, se ha hecho espiritual.
Cuando este espíritu se sublima es llamado agua, como antes dije, agua en la que se lava y se asea a sí mismo. Como toda la sustancia es muy sutil, sube dejando aquello que la corrompe. Pues el mercurio se putrifica en la obra, convirtiéndose el cuerpo en espíritu, purificándose no solo de sus sulfureidades sino también de todas sus terrestreidades y de las groseras y sutiles partes acuosas que provienen de la viscosidad, ligadas por una fuerte mixtura.
Así se hace el mercurio de los filósofos del que habla Geber. La consideración de la cosa buscada es la pura sustancia del mercurio, que durante la elevación del uno y del otro, sube en forma de humo por la fusión precedente, porque luego él también se funde y se coagula por el frío y se desnuda de sus superfluidades, se lava e imbibe de su agua, esto es, el espíritu preparado que proviene del mismo germen.
Esta es la disolución filosófica que se hace con el fuego disolvente, preparado previamente como es requerido, hecho y vigorizado como dice el filósofo Mirandus: es necesario que el cuerpo sea licuado con su disolvente, a fin de alterar su naturaleza corporal hasta que, por la disolución destructiva, el cuerpo sea hecho espiritual y sutil.
Porque este mercurio contiene en si mismo la naturaleza fijadora, que se le ha añadido, como también a causa de su doble naturaleza, los filósofos le han llamado agua permanente y perseverante al fuego, porque la parte volátil no está sin su cuerpo, con el cual se ha mezclado indisolublemente, y así los dos son hechos uno e inseparables, el cual de modo natural, posee una naturaleza no permanente al fuego; por esta razón no nos hemos de fiar del mercurio sublimado, ni tampoco del disuelto, ya que el total es fugitivo, sino del calcinado después de la disolución, como dice el expositor de la Luz de las Luces: estando sublimado huye del fuego y es de naturaleza blanca, pero cuando por su coagulante queda coagulado y calcinado, está fijo y retenido. Este coagulante es el cuerpo que está oculto en el mercurio de los filósofos.
Cuando este mercurio nace es llamado Leche, porque se fija y se coagula por su cuerpo oculto y se hace uno con el mercurio y uno en sustancia; así, se coagula por sí mismo y no por otro, y es comparable a la cera fundida, porque en la mezcla son hechos enteramente uno y sin separación, para durar eternamente, y el uno y el otro, en la misma sustancia se perfeccionan. Y aquello que ha sido puesto en el fuego pasa de naturaleza en naturaleza hasta que, en el mismo vaso, en forma de materia, sea convertido en verdadera medicina, y esta es su ultima disposición, que es muy parecida a la generación humana.
Pero vuestra materia no ha alcanzado todavía esa propiedad por la cual pueda ser llamada Huevo Filosófico, y por cuya disposición pueda, en última instancia, transformarse en Elixir completo, como el huevo en un pollo; porque toda vuestra materia no ha sido llevada totalmente al espíritu redondo, hecho por la debida circulación, sino que es un cuerpo de por sí fijo, que no huye, un espíritu fugitivo solamente por sí, sin el fijo, por lo que no parece ser esto un huevo ya que lo uno rechaza al resto.
Y ya que la generación del gran Elixir se hace evaporando y entremezclando en el aire ¿cómo creíais conseguir el fin de los enemigos muy alejados en naturaleza Pues ni el cuerpo permite nunca que se separe sin su naturaleza, ni el espíritu cuando asciende sin su fijeza, pueden convertirse en elixires, porque evaporados no pueden mezclarse los unos con los otros; ésta es la causa por la que los filósofos han llamado Huevo a su mercurio, y también porque el huevo es una cosa redonda y circular, que contiene en su interior dos naturalezas en una sustancia, el blanco y el amarillo y que extrae de sí mismo otra cosa que tiene alma, vida y generación, esto es, cuando de el sale un pollo.
Así también el mercurio contiene en si dos cosas de una misma naturaleza, cuerpo y espíritu, y extrae de sí mismo el alma y la vida hasta que el todo sea espiritual, de donde se hará después la generación del verdadero elixir, lo cual hace decir a Mirandus: en el huevo de los filósofos hay cosas que estando enteramente mezcladas y pútridas se convierten en espíritu, pues está vivo y no muerto. Entonces este huevo, permaneciendo en el fuego, solo por la decocción, sin tocarlo con las manos, hace un pollo, por una sola disposición que se perfecciona y confirma a sí misma.
Esto tiene naturaleza hermafrodita, porque es como macho y hembra y de complexión hermafrodita, como confirma el filósofo diciendo: así, la simiente de la planta es semejante a la impregnación, que es una mezcla de macho y hembra, y de la misma manera que en el huevo hay una fuerza para engendrar un pollo, de manera semejante la materia le es necesaria hasta que salga, así también el nuestro, y así como la hembra pone un huevo en una hora, o la semilla de la planta, así también nuestro huevo a fin de que se engendre un elixir, de donde es fácil de ver que un elixir no se puede engendrar sino de las cosas que tienen en ellas una complexión hermafrodita, como se ve en el huevo susodicho.
Alberto trata de confirmar la complexión de este huevo en el tercero de los Minerales, explicando en el capítulo del azufre: Hace buena falta que el cálido y el seco sean conjuntados con el húmedo y el frío en una misma complexión, y que esta complexión sea hermafrodita, como se ve en las plantas.
Os describo la determinación de este huevo con la declaración de temor de que os equivoquéis en la próxima materia, de la cual se debe hacer un elixir perfecto. Un tipo de Carcasona, que se hacía llamar maestro Tolquet, aseguró a Leotardo que había visto vuestra materia en cierto vaso, en forma de mercurio mezclado con el cuerpo y con medio congelado, de la cual dijo, como por vituperio, que no era un huevo, y dijo la verdad en cuanto vos estabais extraviado, pero aquel, mirándole en verdad, opina sin conocimiento de causa, salvando siempre su reverencia y la de aquellos que la seguirán.
Yo he conocido su intención, y por su sublimación, y el agua que cree extraer de allí, la cual asegura con mucha ignorancia que es el vinagre filosófico: pero verdaderamente, ya que toda la naturaleza y toda su esperanza le contradicen, sus palabras no contienen verdad alguna; alejado y desviado de la filosofía por superfluas fantasías no considera las formas de esta transmutación, ni los elementos, ni aquello que es real, solamente lo que es fantástico; ni tampoco considera que las formas puedan tomar su ser transmutatorio de la materia filosófica y de aquellas que están en la materia filosofal y no de las extrañas, como debe considerar el verdadero filósofo: que lo que está en la materia está solamente en su naturaleza y es real.
De modo parecido, debéis considerar el movimiento como lo eficiente según el cual la materia se mueve, y la forma según al ser que está en la materia, y también la finalidad según lo que es el límite del movimiento, conforme la materia se mueve; y parecidamente, debéis considerar la materia en tanto ella puede ser la materia de la forma filosófica, y según aquello que es el sujeto de la forma y según el ser que la forma tiene en la materia. Es así como se conoce la manera de hacer de los hombres que filosofan, pero Tolquetus no es de esta consideración, no cambiando de complexión.
Aunque la corrección fraternal es una obra de misericordia corporal, porque por la corporal el hombre gana la misericordia del cuerpo, pero por la espiritual gana la vida del alma, siempre y cuando no sirva a los obstinados; aquellos que se resisten a tal corrección se tornan demonios y no reconocen la falta o el defecto, por lo que es necesario alejarse de tales gentes como si fueran publicanos, siguiendo la sentencia de nuestro Salvador en Mateo 18.
Aquellos que caen por ignorancia están menos alejados de la verdad que monsieur Turquet, y aunque vos ignoréis los términos del arte y la forma de la materia próxima a la generación de los elixires o de la medicina siempre tendréis la manera y el orden congruentes a aquella si entendéis bien la forma de las preparaciones que yo os he dado suficientemente, con sus cualidades y causas necesarias, y cómo se hacen, y puesto que la propiedad de la obra por la cual la naturaleza es conducida y llevada a la perfección está en el interior de la materia por el propio movimiento de la misma naturaleza, debéis regocijaros, porque la podéis encontrar, no por la doctrina, sino por la propia indicación de la naturaleza del movimiento determinado, por ello es necesario considerar el movimiento según el cual la materia se mueve en la forma de relación; vos podréis regular la materia por una moción natural, porque tal movimiento, siendo propio y determinado, tiende siempre a introducir en la propia materia la especie propia, de donde se sigue necesariamente la multiplicación por parecida especie en la misma materia.
Puesto que la virtud del elixir se engendra formativamente de la propiedad de la materia o bien combatido por el húmedo untuoso o bien de la materia húmeda combatida por la fijeza térrea, lo que es una misma cosa, vos debéis notar que de una tal pasión o combate procede la transmutación de la sustancia en la forma del elixir completo, es decir, que lo seco y lo húmedo primero endurecen conjuntamente, por lo cual ambos se transforman en uno que es homogéneo y generador natural sin que jamás se separen, como podéis ver por la naturaleza y complexión anteriormente declarada.
El huevo no es otra cosa en su mayor parte que un húmedo acuoso endureciendo y sufriendo bajo el seco terrestre, del mismo modo que el elixir no es otra cosa que mercurio, que ha padecido un enorme calor y sequedad complexional, luego, el mercurio que así ha sufrido será la materia próxima del elixir, por la experiencia de lo cual se demuestra que no lo será sino se le licuefacta y disuelve por una fuerte ignición, y estando así unido se coagula por el frío en piedra sutil metálica. Percibid pues que el mercurio es la materia próxima del elixir por la pasión que ha recibido del seco terrestre adusto.
Para una declaración más amplia, respondiendo a vuestros versos, que vuestro deseo sea conocer que el penúltimo termino de la obra, entendiéndolo en general para todos los grados que tratamos de alcanzar, es la pureza y rectitud perfecta de la materia por las cuales siempre, a saber, por pureza y rectitud, nuestro huevo es perfecto, porque entonces la simple naturaleza se regocija y la naturaleza simple y pura culmina en homogeneidad y proporción de los elementos.
La causa que hace opinar a algunos que la composición de este huevo es imposible ha sido, o la muy fuerte construcción del cuerpo, o la difícil resolución de este, pues lo que se construyó difícilmente, se disolverá difícilmente; pero si conocieran la composición natural sabrían también la resolución, y que la construcción artificial se puede hacer, pero por una vía natural: pero puesto que ellos la ignoran deberían condenar sus operaciones inducidos por las cuales quieren llegar, por corrupción y generación a otra cosa. Estos han ensayado que el cuerpo es de una composición muy fuerte pero todavía no saben cuan fuerte es. Si hubieran llegado a este termino sabrían que el huevo está hecho de la corrupción del cuerpo, causa por la cual aquellos no han conocido bien los fundamentos de la naturaleza, rechazando lo superfluo y acrecentando lo que está disminuido y no solamente la superfluidad misma y la disminución que está oculta y es evidente, y por consiguiente, la misma naturaleza, que es la raíz y la esencia perfecta, ni la comodidad de la obra, la propiedad de la cual es ocultar aquella que la manifiesta y de manifestar aquello que está oculto, lo cual podrán conocer mortificando y vivificando.
De aquellas cosas se ve tanto la corrupción e infección de los metales como de igual manera exacta composición de nuestro huevo. Notad que cuando los filósofos dicen que no hay nada superfluo en este huevo dan a entender que no hace falta manipular y quitar con las manos, sino que es preciso dejarle hacer la sola decocción de su paliación; aparece en la decocción del huevo, cuando se vuelve duro, o bien en su inveteración, aquello que es necesario notar bien cuando dicen después que en el susodicho huevo no hay disminución alguna, demostrando con ello que no es necesario añadir nada dado que contiene todo lo que es requerido para nuestro magisterio. Esta piedra es un perfecto huevo de dos sustancias de una naturaleza, que está hecho, a saber, de cuerpo y de espíritu en unidad de esencia o de naturaleza, y en esta conjunción de resurrección el cuerpo es hecho espíritu como el espíritu mismo y son hechos uno, del mismo modo que el agua mezclada con agua no puede separarse jamás no habiendo diversidad alguna entre ellos, que son tres: espíritu, alma y cuerpo sin ninguna separación.
Todo lo cual se ve ciertamente en la unidad de la trinidad, en Dios padre y el Hijo y el Espíritu Santo, que son uno en Dios mismo, con una distinción sin diversidad en la sustancia. Con estas palabras podemos convenir directamente en que los antiguos filósofos, que poseían esta parte, han sido conducidos por este divino arte de la Aparición de Dios en naturaleza humana, o carne, esto es, Cristo y su unidad con Dios por la abundancia del Espíritu Santo, por lo que muy confusa e indistintamente han conocido esto, de los cuales yo soy del parecer que han sellado la verdad y las figuras de las cosas y dado que todos aquellos han sido verdaderos artistas de este divino y glorioso arte, han podido situar en Dios la trinidad y unidad, siempre en la trinidad con distinción pero sin diversidad en Él, pero en esta piedra está señalada la trinidad en unidad y al contrario, con distinción sin diversidad.
Yo no veo que haya para aquel que lo mire de cerca un ejemplo en todo el mundo más parecido que éste para la asignación de la trinidad en Dios. Aquí se refiere eso que está en San Agustín, en el primero De la trinidad y del alma, a saber, que están en el alma esos tres que son sin embargo uno, a saber, inteligencia, memoria y dilección o voluntad, que es la más bella y verdadera; pero por aventurar alguna contradicción, aunque no en este lugar, creo firmemente que si algún infiel supiese bien este arte, sería después necesariamente fiel a la trinidad de Dios y pondría la ciencia en nuestro señor Jesucristo, hijo de Dios, y creo que si no lo hace así es por un temor que hay en él a su secta y a la primera ley que recibió de otros; este tal no será castigado de igual manera, porque aquel que ha visto la trinidad en Dios por medio de esta piedra muy oculta y muy preciosa como la han visto Hermes, Platón y los otros filósofos antiguos, no encontrándose pues punto igual de comparación, ni sutilidad, ni utilidad, ni tesoro igual a éste, dado que el alma y el cuerpo de aquel que sabe estas cosas se han liberado en este mundo, esperando la beatitud del siglo futuro, pudiendo por las buenas obras, ser transportados a Dios después de su muerte, uniéndose directamente a Dios en el último día y ser feliz con Él.
Retornando al propósito de la utilidad de la piedra diremos que jamás el espíritu y el cuerpo llegarán a la unión predicha, como atestigua Raso en el encomio de su libro, hasta que uno y otro sean limpiados. También dice, a fin de que lo podáis entender mejor, que los términos y disposiciones precedentes tienen un gran acuerdo con aquello que se engendra en el huevo, antes de que las disposiciones sean hechas, por las cuales él se pueda convertir en elixir completo. Sabed que los susodichos, a saber, el espíritu y el cuerpo, no se unirán bien el uno al otro para poder demostrar sus virtudes, por las cuales se hace la perfecta operación, si el uno el otro no están bien limpios, pues el cuerpo no aceptará al espíritu en absoluto, niel espíritu al cuerpo, para hacer que lo espiritual sea corporal y lo corporal espiritual, si todas las basuras e inmundicias no son retiradas, habiendo hecho lo cual el cuerpo abrazará al espíritu y el espíritu al cuerpo y de éstos se hace la unión perfecta si la fijación supera la gran volatilidad, pero si la fijación es vencida por la gran volatilidad no se culminará la forma del huevo, siendo solamente un cuerpo que se vuelve hacia al espíritu.
Este es el penúltimo término de nuestro mercurio, que es llamado huevo, conteniendo en sí mismo todo lo que se requiere para perfeccionar nuestro magisterio, en el cual no hay nada de superfluo ni disminución alguna en la perfección del huevo, pero es todo lo necesario para la producción del pollo y de la medicina, de donde el artista de fino entendimiento podrá notar que en este magisterio hay tres cosas que demuestran el orden: en primer lugar, la preparación que precede a la conjunción; en segundo lugar, que la preparación del uno y del otro no es la perfección, sino solamente una disposición a la conjunción por la cual él toma la forma de piedra, o de azufre, o de nuestro mercurio, que no son más que uno en el huevo, y del que ya hemos tratado antes; de modo contrario, la perfección no es simplemente una preparación, sino una inducción inmediata de forma que puede terminar nuestra obra; en tercer lugar, que en todo el tiempo de su conjunción, siendo su unión perfecta, se encuentran por siempre puros y limpios y desnudos de toda superfluidad, de donde se puede ver fácilmente que en el tiempo de su pureza los dos están hechos después para la rectitud de la piedra o generación de nuestro huevo, y no delante ni más allá
Basta con preparar bien la materia, de suerte que no sea depurada solamente de todas las superfluidades añadidas sino también de todas las terrestreidades, tanto groseras como sutiles, atacadas por la fuerte mixtura en las partes acuosas que provienen de la viscosidad. Esta depuración se hace cuando el cuerpo se transforma en espíritu y el espíritu en cuerpo, ya que en el procedimiento de la obra se hace la conversión hasta que la naturaleza activa haya encontrado un estado permanente con el cual ella pone término a su movimiento, que es la forma de la generación del huevo y entonces la naturaleza comienza otro movimiento para formar la medicina perfecta, corrompiendo de nuevo nuestro huevo de su forma e introduciendo otra forma de medicina perfecta, y esto es pasar de grado en grado.
Pero la sabiduría de un buen artista debe inquirir con diligencia sobre la causa por la cual la piedra purificada se concluye por solución y la causa por la cual no viene antes y más severamente a su intención, y por qué de las causas opuestas proceden las afecciones opuestas y que por uno de los contrarios se conoce al resto: hace falta notar que la causa próxima por la cual la piedra purificada se termina por solución es una similitud muy grande del uno con el otro y del espíritu con el cuerpo, y del cuerpo con el espíritu, no solamente en la materia sino también en la complexión, cualidades y propiedades naturales, porque cuanto más se aproxima el cuerpo a la complexión del espíritu, y viceversa con más prontitud se hacen uno y se transfiguran en huevo, porque cada uno desea aquello que es más semejante a su complexión, y porque el cuerpo es muy cálido en lo profundo de su naturaleza; cuanto más caliente y puro es el mercurio es más penetrativo y se funde mejor y se unirá mejor con él de suerte que de dos complexiones se hará un solo compuesto en su simplicidad; porque lo que es cálido es digestivo y de alguna manera es parecido al cálido y húmedo resuelto y cuanto más frío es, al no tener un punto agudo de calor, penetra menos en la profundidad del cuerpo, se disuelve más tarde y, en consecuencia, se conjuntan más tarde, también más tarde a causa de la materia y de la cantidad y cualidad de aquella materia las especies no se separan nada de la especie, sino a causa e la forma siguiente; he aquí porque el artista debe conocer enteramente la materia de la naturaleza, su cantidad y cualidad, habida cuenta de que las cosas antedichas son, sin duda, solamente conocidas por él.
Se ignoran los instrumentos propios de la naturaleza por los cuales ella obra en la materia de forma mediata por la introducción que es la formación del huevo, visto que ningún agente. Sea cual sea, natural o artificial, puede obrar sin los propios instrumentos determinados, como veis, por lo que la naturaleza, en la generación de todas las cosas, obra con calor digerente, alterante y modificante, como con su propio instrumento, según lo requiera la naturaleza de todas las cosas: ¿Cómo creeríais vos formar un huevo ignorando este instrumento? De ninguna manera.
El arte toma los espíritus inmundos de la naturaleza y los conjunta con los puros y espirituales, y sublimándolos, los eleva y limpia como la naturaleza, y los despoja de toda perversidad sulfurosa y en este despojamiento, la naturaleza, obrando y operando, iguala las cualidades de los elementos y las proporciones, no siendo necesario, ni en nuestro poder está el saberlas, ni deseamos saberlas, siendo solamente conocidas por la naturaleza; porque la naturaleza se rectifica a ella misma, cociendo los elementos y poniéndolos a proposición de su especie, consistiendo la rectitud de la naturaleza en la igualdad y proporción de sus elementos.
Puesto que el arte no puede igualar los elementos que están en la naturaleza y siendo lo propio de aquélla conducir los elementos a su proporción, parece ser suficiente con que el arte conozca y opere con la naturaleza a fin de ser ayudado por ella.
El arte opera con la naturaleza y la naturaleza con el arte en la transmutación de la naturaleza de los metales, cuando son limpiados por sublimaciones, y queriendo entonces huir del fuego, el arte, viéndolos huérfanos, les administra al instante una naturaleza fija y pura, a fin de que sean confortados por aquélla; y las virtudes de los espíritus que están en aquellos elementales y celestes, por la proposición de la misma naturaleza, son de este modo convertidas por la naturaleza en cuerpos limpios y fijos, y no por el arte, sino sirviéndose de él como de órgano o instrumento; de suerte que la naturaleza de los cuerpos dominará por siempre sobre la naturaleza de los espíritus.
Y por esta industria milagrosa el arte imita a la naturaleza, apresurando y acelerando sus obras; pero la razón por la que el arte se comporta así con la naturaleza, al respecto de las pasiones, es que en la operación y generación de la piedra se encuentran en superabundancia el medio y el defecto: He aquí porque los filósofos ordenan conocer los pesos del uno y del otro buscando la proporción y las virtudes de los que son mejores, porque la propiedad del arte, cuando alimenta a su piedra, se esfuerza por observar cuatro puntos de la educación, a saber, sobretodo el cómo y el cuándo lo hacen y cuánto le falta, y cómo es preciso que sea hecho.
Estos términos no son menos deductibles en las acciones y en las pasiones si se examina la debilitación o confortación de la naturaleza con la que opera el arte, y por las disposiciones del arte las cosas intrínsecas son gobernadas, lo que ha hecho a los filósofos relatar con mesura las naturalezas de los fuegos en el magisterio de la decocción, mirando la naturaleza media, porque tal virtud, considerándola en sí misma, es una cierta mediación y conjeturativa de aquélla, porque observa el medio y el medio opera.
Mas, puesto que la rectitud de naturaleza supone una disposición operativa por el lavado en la expoliación del azufre corrompedor, debéis disponer vuestra materia para fundirla, de otro modo no se modificará, ni se rectificará, y en consecuencia no podrá tomar la forma de un huevo, por lo cual Arnaldo de Vilanova dijo en su Nuevo Testamento: primero ha de conocerse el género de la piedra, conocido el cual, no se la hace modificar por abluciones y fusiones, pero como la materia recibe fusiones, primeramente se corrompe, dado que tiene una sustancia de licuefacción que no puede ser extraída de otro modo o por otra industria. Por ello, el mismo Arnaldo, en el Rosario, dice: si no está corrompida, no se podrá fundir y no se disolverá. Y Morien dice: Sabed que después de la putrefacción se tiene el azoth, interpretado como sustancia de la licuefacción por la cual el Dios muy alto y benigno Creador ha creado y acabado la gran composición que ha sido buscada, pero no tomará verdadera putrefacción hasta aquí si primeramente no es dividida en sustancias elementales.
Ved que en aquélla se encuentran las virtudes putrefactivas que son llamadas principios de todos los cuerpos transmutables, o de los generativos y corruptivos, pues todas las cosas toman de las cualidades de los elementos diversa alteración, tendente a la generación mediata o inmediatamente, o también perezosa o alejada según la fuerza o debilidad de la virtud putrefactiva, corrompedora y generativa.
Por esta causa vuestra industria debe buscar este arte en los elementos de la piedra permanente porque, como dice Arnaldo de Vilanova: nuestra ciencia consiste en la ciencia de los cuatro elementos y en la conversión igual de ellos, porque todo lo que está en el mundo, no lo está por designio sino por virtud y en tanto su separación es necesaria, y añade que los mismos elementos, por destilación y putrefacción, se reiterarán y conjuntarán, pues por este medio todo el cuerpo se hace espiritual, y la primera materia de la cual ha sido hecho primeramente, y los cuatro elementos, aunque después se haga en la operación de la obra, y de la debida conjunción, otra materia primera muy próxima a este género metálico; de donde parece que, lo que nosotros entendemos en la naturaleza de la piedra proviene de sus elementos, por lo que es preciso que conozcáis la primera materia, la próxima y la muy próxima, porque todos los filósofos han expuesto que esta preparación es verdadera y que nada se conoce sino sus principios, y puede verse la prueba en el Segundo de las Físicas, que entender y sentir o estimar en todas las ciencias no lo es por sus principios y causas de sus elementos, sino porque la virtud de la materia debe ser proporcionada a las fuerzas según el ser, por las cuales en el acto ella se perfecciona.
Por tanto, debéis poner en orden su operación según esta forma a la cual él la hace primeramente disponer o aproximar, pues la forma entra en toda suerte de materia dispuesta que le sea próxima; puesto que hay tantos grados de materias como los hay de órdenes de formas según naturaleza, considerad de qué forma y en qué grado pensáis vos sublimar vuestra materia y siguiendo aquélla, disponedla primeramente por operación propia, a fin de que sea hecha idónea para tomar la susodicha forma por la cual ella debe acabar y sublimar.

Esta habilitación o aproximación a la primera concibe primeramente por operación propia y natural, dado que hay en ella perfección, como recuerdo haber dicho anteriormente, según su grado, pues la materia, aunque haya sido suficientemente preparada por la preparación del primer o segundo grado, no puede tomar forma si no conjuntáis las preparaciones del tercero, las cuales disponen la primera, aunque por las preparaciones del segundo grado de sublime perfección haya sido hecha muy próxima para concebir la forma del tercero, dado que no se puede ir de un extremo al otro más que por un medio, pues las operaciones disponen la materia en la forma de primer grado a los efectos y operaciones por las cuales adquiere la forma de segundo grado, y así ellas la habilitan o disponen por operaciones por las cuales toma su forma del tercero y del gran elixir.
Cuando ella está, por consiguiente, en el tercer grado, es el gran elixir, y cuando queráis tener la forma del tercer grado con aquella del segundo, no teniendo la del primer grado, trabajad tanto como queráis para hacer esta materia próxima de tal grado y del más grande.
Os apenáis en vano pensando en dar la última forma del elixir, porque yo no os puedo escribir todas las cosas que son necesarias, remitiéndolas a vuestro juicio, porque las cosas espirituales declaran suficientemente cómo debéis vos regular vuestra obra por los grados de las formas, y según la naturaleza de cada grado, preparar la materia de naturaleza, a fin de que por la preparación del uno sea dispuesta a la preparación del otro hasta que lleguéis al objeto de vuestro deseo siguiendo sus grados.
Porque vos no podéis dar a vuestra obra tan poco tiempo como creen muchos locos, porque esto es contra razón y contra el movimiento de la naturaleza. Creed en las advertencias de los filósofos que han visto las profundidades de la naturaleza, porque Hipócrates dice: el tiempo es breve en razón de la edad, la experiencia es larga en razón del tiempo, sobre lo cual dice Geber que pocos y principalmente ancianos han tenido esta ciencia, pues él ha dicho ancianos y no jóvenes, porque éstos son impacientes y la quieren tener en poco tiempo, y por eso él concluye el libro titulado DE la investigación del perfecto Magisterio diciendo, no que él entienda que el tiempo sea corto, porque en otra parte ha dicho que ésta es la medicina que ha requerido un largo tiempo, o que el espacio de un largo tiempo anticipa; y en la Suma, capítulo de la medicina de tercer grado, se dice que para la mayor industria en la administración de esta materia y de la perfección de preparación es necesario un tiempo muy largo para completarla verdaderamente; aunque la medicina de este tercer orden no sea diferenciada de la medicina del segundo orden sino en su creación por los otros muy sutiles grados de preparación sublimativa y por una larga labor; y otro tanto de la coagulación mercurial, porque es muy difícil coagular la humedad ígnea, que llega al artista muy laboriosamente y con profundidad de industria.
Todas estas cosas requieren un largo tiempo, sobre esto también los filósofos exhortan a tener la paciencia de esperar: que el impaciente abandone, pues, la obra, pues toda acción o movimiento tiene determinado su tiempo; y el maestro Arnaldo de Vilanova dice en su Rosario: es preciso que nuestra medicina sea acostumbrada el máximo tiempo sobre el fuego, como el niño que se alimenta; es preciso señalar que un tiempo más largo que éste estaría de más, pero con todo es más que un tiempo breve.
Por consiguiente, la medicina no se hace en pocos días, ni meses, ni en breve, dado que es necesario mucho tiempo para templarla por el fuego y alimentarla. Esto se dice a causa de las mejores y principales mutaciones de la operación, y de una labor muy larga, como se ve en la naturaleza del mercurio, por la exhalación de las partes más sutiles y por la conservación del húmedo de las partes más groseras que se culmina por una sublimación reiterada hasta que sea hecho el grande y perfecto elixir.
Ved que nuestro mercurio es de una sustancia viscosa y desligada, como lo demuestra la experiencia cuando se le bate con la imbibición y mixtura en las cuales demuestra su viscosidad, a causa de la gran adherencia que hace en sus partes y por el aspecto de su peso se constata su densidad, y a causa de su fuerte composición no se puede hacer más que por un largo espacio de tiempo y con una gran industria. Lo que también ha enseñado la experiencia, y esta misma causa de congelación o espesamiento de la luna, es que se perfecciona por sublimaciones reiteradas; con la dificultad de manipularlo ha parecido bueno reseñar esto, dado que él se encuentra con igual naturaleza de cuerpo, mientras que, por cocciones, todos los cuerpos toman origen de aquél y puede ser extraído de todos los cuerpos por una cierta reincrudación.
Por tanto puede verse que las mutaciones de esta labor son muy largas y también de una gran dificultad que hay al sublimarlo, haciendo un gran fuego; y aunque los filósofos dividen su magisterio en muchas operaciones, según el grado de las formas y sus diversidades, nunca hay más que una en la formación del huevo; pero en la reiteración de su acción se hace siempre la diversidad en el movimiento y en los colores de más tardía separación y de fortificación de fuego, y tal diversidad en la obra hace diversas operaciones, aunque en verdad no hay más que una sola manera de hacer, como dice expresamente el filósofo en su libro, donde explica la figura de la caza del león, que coincide con la intención de Morien, diciendo que: el magisterio no es más que una extracción de agua de la tierra, y una mezcla e agua sobre la tierra, hasta que la tierra se corrompa y se limpie, a fin de que luego ella se disuelva y se haga enteramente espiritual con el espíritu, y entonces, eso se llama huevo y mercurio de los filósofos. Y añade Morien: Después de que sea limpiada por la ayuda de Dios, todo el magisterio estará hecho.
El quiere decir que el cuerpo se disuelve en espíritu y es esta solución que habéis aligerado aquí arriba, lo que se hace incontinente tras su entera depuración de toda cosa corrompedora. Pero tal depuración no se hace más que por la virtud de putrefacción, que es un gran calor de espíritu que corrompe al cuerpo con una extraña complexión de cuerpo, y la corrompe penetrando hasta lo más profundo de ésta, sin que jamás el calor del espíritu y del cuerpo puedan ser separados. Y así, por tal putrefacción y elixación, el cuerpo se reduce en la complexión del mercurio, que es diferente de aquella del cuerpo. Y para que entendáis la naturaleza del corrompiente y putrificante es preciso señalar que necesariamente hace falta que lo que está en el mercurio disolvente y putrificante, sobrepase en fuerza la calor de la obra en la complexión de este cuerpo, y en cuanto al calor, que es la complexión del cuerpo mismo, por lo que le es de complexión extraña, corrompe su complexión y la convierte en huevo, es decir, en mercurio cálido y húmedo, como vencedor, pues lo que al principio era seco y fijo se ha hecho espiritual y volátil, y lo que al principio estaba en forma de metal, es ahora una forma de mercurio.
Pero tal mercurio no se encuentra jamás sobre la tierra, sino aquél que está en el cuerpo perfecto, del que es extraído por putrefacción, por el calor de la complexión extraña, como aparece por la definición dada por los autores famosos.
La putrefacción es la corrupción de la propia humedad que está en el mercurio, que está en el cuerpo por calor extraño. Pero es bueno que el mercurio putrifique y no resuelva ni consuma la humedad del metal, sino que, permaneciendo en aquél, la corrompa por cualidades naturales disponiéndola a ello, por las cuales sea hecho un metal contrario; cambia entonces la complexión que conviene al metal en aquella que de ningún modo podría hacer, mientras que la humedad del metal, informada por el calor natural permanecerá en él.
Pero es necesario que primeramente el calor del espíritu, con su cola como de escorpión, corrompa, picando el calor natural del propio cuerpo, porque el portador del calor, o del azufre, es el espíritu, es decir, el mercurio, teniendo como ligado al azufre con aquél por la complexión del cuerpo. He aquí por qué es necesario que nuestro mercurio corrompa en primer lugar la complexión de éste, para demostración de las cuales, a causa de mi muy querido Juan, el portador de los presentes de esta muy oculta ciencia o arte, os volveré a servir, en tanto me sea posible, de los secretos más amplios, estimando que vos seréis siempre observador de los secretos, ocultándolos bajo las heces del estercolero.
Digo pues, que en todas las putrefacciones hay calor extraño corrompiendo el propio calor natural. Yo digo que este calor natural es propio a todos los metales, por el cual reciben su congelación según su especie, y que se encuentra en su complexión en forma de metal. Pero el calor extraño se llama este azufre, que está complexionado y llevado a la complexión de nuestro estercolero corrompedor y putrificante, que es interpretado mercurio cálido y húmedo de estercolero, del cual aún siendo su complexión natural y propia, es siempre extraña de la del sol o de la luna, aunque se pueda conducir a una complexión igual a la del elixir del sol o de la luna, tanto por las levaduras como por calor extraño dominando sobre su complexión, porque nuestro calor de estercolero y del mercurio abunda en humedad.
Pero la complexión del sol y de la luna, habiendo igualado al estercolero en fijeza, es el por qué, después que el calor del estercolero sea unido con aquel del sol o de la luna, comienza a obrar sobre éste con su humedad, corrompiendo el calor natural del sol o de la luna, y en consecuencia, toda su complexión por su mayor calor es coagulada primeramente en forma de azufre, enteramente dentro de la especie del sol o de la luna, en una muy líquida sustancia de mercurio, transmutando lo que toca, como se ha dicho, si las fuerzas del estercolero son más fuertes que las del sol y la luna. Pero no se llega a que el sol o la luna se corrompan mientras él permanezca informado por el calor natural, por eso es preciso que el calor del azufre de estercolero sea más poderoso obrando y corrompiendo la humedad licuefactora natural del sol o de la luna; pero en ningún caso corromperá al otro si no lo excita, aunque sea del mismo género húmedo y cálido, como el aire y el fuego, o bien del todo contrario, como cálido y frío, agua y fuego.
Esta es también la causa por la que todas las cosas están en un cierto movimiento corrompiéndose, porque las cosas naturales tienen contrariedad, y algunas sobrepasan esta contrariedad, y otras, del todo opuestas, en tanto que sobrepasen en virtud, actúan continuamente en ella. Y esta similitud es causa de que, comúnmente, la vida de los animales sea breve en su duración y tendente siempre a la corrupción. Este es el por qué las cosas animadas no tienen la facultad de permanecer y vivir por siempre, lo cual es debido al calor del azufre del sol o de la luna, que siendo sobrepasado toma contrariedad del calor de azufre de estercolero, y de ahí que la sustancia se pudra y corrompa, convirtiéndose en la misma naturaleza del estercolero, como en la corrupción natural.
Entonces nuestro estercolero cambia la complexión del metal en la de un huevo, y en mercurio líquido, teniendo las cualidades dispuestas para convertirse en sol o luna, lo cual no se haría jamás si no fuese primeramente disuelto por el calor húmedo complexionado.
Disolvedle pues, envolviéndole con naturaleza y calor de estercolero, y el mercurio que los filósofos han llamado estercolero en sus secretos, para que su humedad natural, en razón de su grasa, se conserve más largamente por putrefacción en calor propio, porque ella engendra en el metal corrompido, en el que tal humedad permanece largamente, y puesto que se conserva más largamente se deseca más difícilmente, separándose más tarde de la sustancia disuelta, lo que puede verse en su fusión, porque ella es radical a los metales de género húmedo, como los estercoleros a las otras cosas, según la naturaleza, como se ve aquí, porque le está conjuntada hasta la raíz y tiene admirables operaciones, en verdad, infinitas, que los filósofos han encubierto bajo el estiércol de caballo y de cosas abyectas, así como de sales, alumbres y de cosas aguadas, pero sea cual sea, yo digo de sus géneros, que la tierra y el agua pertenecen en gran manera la número de las cosas materiales pasivas, y aquéllas dos son frías, y yo digo que el frío no puede coagular o engrasar, sino ayudar a estrechar las partes de la materia, pero no introduciendo la forma sustancial, como hace el cálido complexional.
Por ello es posible introducirle un calor extraño, como ocurre con el agua de levadura que es esencialmente fría, pero cálida al tacto; de modo parecido el agua colada por las cenizas es cálida, porque tiene el calor que opera en ella por las cenizas, porque está en las cenizas como en las otras cosas inflamadas, en las cuales el fuego ha operado largo tiempo, o por calor hay más o menos calidez según la diversidad de la operación del calor en aquélla, a causa de que también el sol y la luna y el mercurio se engendran en lugares corruptivos, porque el calor natural de la evaporación que allí hay hace tomar cuerpo al húmedo que le exhala.
Entended de igual manera lo que yo he dicho de nuestro magisterio y de los secretos de la naturaleza, siempre el conocimiento de lo que no pertenece más que a los filósofos, o a esos que la filosofía sirve de dulce madre, porque ella solamente revela sus secretos a sus niños. Además, decís en vuestra carta y en vuestras preguntas si podríais llegar a la perfección por él solo, lo que es preciso entender del susodicho y no del otro, porque estando enteramente preparado causa perfección, pues los filósofos dicen que si por él solo, y que mezclando el cuerpo por él, el mercurio debe ser desnudado de toda sulfureidad de la que está hecho o compuesto hasta que en él sólo permanezca la sustancia pura y simple, y es llamada simple porque en ella no hay más azufre que la corrompa, del cual primeramente tenía en su composición, pero a pesar de estar allí no estaba sin embargo en su proporción, por lo cual ha sido llamado separado por el arte de un tal azufre, para ser hecho puro mercurio sin ninguna composición extraña.
Y el mercurio, a causa de su simple calor de fijeza homogénea, se funde sobre un simple fuego, extenuándose a sí mismo sin ninguna aducción con la solución precedente, porque tal mercurio es en parte volátil y en parte fijo, lo cual se ve en que no se puede sublimar más que por un gran fuego: algunas veces en mercurio líquido, que es bueno; algunas veces en un cuerpo resplandeciente y coagulado, que es todavía mejor; algunas veces en un polvo blanco que es muy bueno según sea más húmedo o más seco, lo cual ocurre en él según las diversas pasiones del calor seco complexional.
Y en esto se equivocan los que estiman que esto solamente es mercurio crudo acabándose sin cuerpo alguno, y también aquellos que piensan que está todavía en el cuerpo; éstos no han alcanzado todavía la perfecta intención, aunque tengan entrada a ella, cuya propiedad es retirarse del fuego con toda su sustancia, o con todo el fijo que le queda, siendo el todo, entonces, hecho homogéneo e inseparable, del mismo modo que no se puede separar el agua mezclada con agua.
Cuando vos decís por Geber: es preciso fijar la parte más pura y dejar el resto, creéis que la mitad del agua se fermentará; es necesario que prontamente tengamos la naturaleza de los filósofos si deseáis entender sus palabras, siguiendo la posibilidad de la naturaleza.
Geber declara, como los otros, las sustancias de las perfecciones, entendiendo por términos de la perfección las sustancias llegadas a término, y cuando dicen que su efecto es fijar alguna cosa y dejar el resto, lo entienden de la materia que llega al término de su pureza, por lo que la solución del cuerpo se hace para formar el huevo, y cuando el cuerpo está disuelto y sublimado el espíritu por la primera sublimación de toda sublimación, o elevación del cuerpo que se realiza por el fuego; entonces no es aún un huevo formado, porque está muy líquido, pero hace falta separar de aquél algún humor por reiterada sublimación sin heces, a fin de que lo que es más radical en aquél, sólo por sublimación, se transforme en polvo blanco sublimado, y lo que hay de más húmedo, primeramente sea sublimado y guardado por lo que es la licuefacción, en la cual el sudor le es dado del mismo modo en que ella entra para teñir, no es un huevo, sino que es esta materia filosofal disolviendo en agua: ciertamente no es el huevo formado, en tanto que los filósofos no tienen en cuenta las aguas adherentes a lo que toca, sino aquellas que van por la superficie teniendo con ellas terrestre inseparablemente mezclado y no humectando nada, como el mercurio hecho del huevo.
Esta materia, pues, no quiere que nada más le sea añadido sino lo que es de ella, pues tiene todo aquello de lo que tiene necesidad.
Y nosotros no vemos la inceración de esta humedad que la tierra se funda a causa de la fuerte unión que ha merecido en la obra de la mixtura de naturaleza.
Y la manera de unirlas se realiza acomodando las cualidades por la acción y pasión mutua de éstas y uniéndolas lo suficiente por las menores partes.

FIN

Pueblos indigenas europeos-53

  Bienvenidos al Mundo de las Vibraciones

Introducción

Todas las substancias de la Naturaleza, Vibran, cada una de ellas tiene su propia energía que irradia hacia lo físico, resultando la Causa y el Efecto, es decir, cada sustancia cumple diversas funciones – consecuencias ( efectos ).

También encontramos por su forma, color, substancia que reflejan 3 energías distintas y en su conjunto la Vibración especifica.

Por ello en la diversidad hallamos que se atraen, se repelen y son indiferentes, así sucede con las personas y cosas.

En la Naturaleza no existe lo bueno o lo malo, sino el uso y fin que hagamos de ellas

Por Ejemplo: en las plantas, hierbas, frutos, flores hallamos para : alimentarnos, para oler, para decorar, para disfrutar, para armonizar, y siempre lo que es bueno para uno es malo para otro y así recíprocamente, por todo ello no existe la ultima palabra.

Lo importante es lo que sentimos, percibimos y lo que aspiramos y hallando lo que necesitamos, lo que complementamos, lo que nos resulta afín y armónico

Retazo (diversas fuentes)-52

ALQUIMIA, su simbolismo

A partir de este número de la Revista, comenzaremos, mediante entregas mensuales, la publicación del libro: EL HOMBRE: POTENCIA ALQUIMICA. El proceso de convertir Plomo en Oro. El desarrollo de la energía y la fuerza interior.

CAPITULO UNO: Alquimia, su simbolismo

En diversos libros se utiliza el término “Alquimia”. Éste, nos evoca de inmediato a la más científica de las operaciones medievales: el proceso de convertir Plomo en Oro.
La Alquimia era una ciencia. Un gran árbol del cual nació una rama que se transformó luego en la química actual.
Muchas personas creen, equivocadamente, que de ese árbol de la ciencia alquímica quedó únicamente esta rama: la química. La verdad es que el árbol alquímico sigue en pie, y proyecta su hermoso follaje protector, junto a sus mejores frutos.
Esta ciencia alquímica fue desarrollada intensamente por los antiguos Alquimistas de la Edad Media. Ellos sabían que todos los metales poseían una estructura básica modificable, y que en consecuencia podían ser transformados unos en otros. Su obsesión en realidad era más amplia: buscaban transformar lo inferior en algo superior.
Se dice que pretendían transmutar el Plomo en Oro, también se dice que buscaban encontrar el elixir de la larga vida y de la eterna juventud.
Es que en sus escritos aparecían repetidas referencias al “Oro Alquímico”, el cual decían, era el resultado final de lentas operaciones efectuadas en el laboratorio alquímico. Explicaban que para realizar el proceso se necesitaba un Athanor, un Fuego especial y la Piedra filosofal. El resultado era la Transmutación del Plomo en Oro.
Muchas personas, se burlaban de sus esfuerzos, otras, en su avaricia, esperaban en vano ver materializarse el “Oro”, que los sacaría de su pobreza para convertirlos en ricos.
Otros afirmaban que detrás de estas investigaciones se encontraba un proceso iniciático, en el cual la palabra “alquimia” hacía referencia a la Gran Obra Hermética.
Que esa alquimia era la faz concreta, material; la aplicación de los grandes conocimientos herméticos. Se trataba en consecuencia de un “arte real”.
Por esto la Alquimia, afirmaban, no era una de las armas del esoterismo, era su llave maestra o su Piedra Angular.
Pero detengamos un segundo nuestra lectura, y reconozcamos que es difícil creer que detrás de tantas palabras extrañas, sin sentido, pueda existir un profundo conocimiento. Son palabras que carecen de significado práctico para nosotros. Nos parece casi inútil seguir indagando.
Entonces podríamos, como otros muchos lo hicieron en la antigüedad, burlarnos de los alquímicos y de su obra.
La burla nos alejaría del estudio de la Alquimia. Eso era lo que buscaban estos grandes sabios: alejar al que no estaba listo para conocer.
Buscaban ocultar el conocimiento. Algo aparentemente contradictorio, pues sabemos que los sabios buscan divulgarlo, sabemos que es una tradición poner el nombre del descubridor al nuevo descubrimiento.
Pero en la Alquimia, nadie le daba la paternidad a los descubrimientos. No había nombres para identificar al nuevo conocimiento. La excepción era Hermes Trismegisto, del cual deriva la palabra hermético, utilizada como sinónimos de secreto. No había “descubrimientos” a divulgar a la sociedad, sino todo lo contrario se “cubría”, se tapaba lo que se encontraba.
Los alquimistas nunca dijeron en forma directa qué buscaban, ni lo que encontraron.
Sabían que existía en el conocimiento Alquímico un gran poder, y como todo poder temían que si caía en manos de personas carentes de una integridad personal, podía dañar en vez de ayudar. Buscaban evitar el abuso de los impuros y proteger sus prácticas. Evitar en definitiva que llegara a las malas personas. Pero, no solo temían a éstas, entendían que también era necesario proteger los enseñamientos secretos de la compresión del vulgo, que también podían usarlos indebidamente.
Afirmaban: “Aurum nostrum nom est aurum vulgi” (Nuestro oro no es del vulgo).
Por esta razón las fórmulas originales fueron ocultadas en un lenguaje simbólico, críptico, a fin de protegerlas.
De este modo encriptado el conocimiento mediante ese lenguaje, lo dijeron, lo escribieron, lo comunicaron, lo transmitieron. Este era el lenguaje metafísico por excelencia, pues además tenía otra ventaja, permitía utilizar el pensamiento analógico. Sabían que los símbolos, dada su capacidad mediadora entre el mundo sensible y el intelectual, permitían comunicar un conocimiento a distintos niveles de comprensión al mismo tiempo.

EL “PARA QUE” DE LA GRAN OBRA: EL SOL RADIANTE

Los tiempos han cambiado, y estamos en una época donde el conocimiento secreto, se ha hecho público. Ya no es factible esconderlo de las manos carentes de una integridad personal, y vemos a diario como personas sin formación pueden leerlo libremente.
El desafío ahora es otro, no ya buscar símbolos cada vez más sofisticados para ocultarlo, sino develar el conocimiento, ponerlo en las manos de las personas de buen corazón, que buscan el bienestar general.
El Oro, esa sustancia que se encuentra en las profundidades de la tierra, tiene ahora que actuar como un Sol, para irradiar luz donde haya oscuridad, calor donde exista el frío. De este modo las personas usarán el conocimiento tanto para su crecimiento personal, como para servir a otros.
En un mundo cargado de malvados, dispuestos a robar a aquellos que se encuentran en el camino de su viaje interior hacia su propia Tierra Santa, necesitamos nuevos “cruzados”. No se trata de preparar las almas de los hombres para la vida eterna; eso es incumbencia de la Religión. El “religare” del hombre con Dios es su territorio.
El desafío alquímico consiste en la Transmutación del hombre durante esta vida con la finalidad manifiesta de irradiar la luz de su nuevo ser en este mundo. Por ello la Alquimia es un proceso de Transmutación complementario a las indicaciones de pureza espiritual propuestas por Cristo.
El “para qué” de la Alquimia, su objetivo, su meta, es entonces convertirse en un Sol Radiante.

EL MARCO DE REFERENCIA

Para definir el marco de referencia dentro del cual avanzaremos en el conocimiento y antes de adentrarnos en los símbolos básicos digamos entonces que: la Alquimia es el proceso de la Transmutación del ser humano en algo más perfecto, por la exploración y desarrollo del potencial contenido en su naturaleza, y con el fin de manifestar ese poder transformador en este mundo, como expresión de amor a la humanidad.

EL ENORME PODER

Este conocimiento alquímico comprende un saber teórico, asimilable por nuestra mente conciente, y un saber vivencial, que llegando directamente a nuestra alma, enciende el Fuego interior. Se trata de moverse en dos direcciones al mismo tiempo: una en sentido horizontal, dentro de este mundo terreno, esa será apoyada en el saber teórico y nuestra aliada será nuestra mente consciente.
La otra dirección será en sentido vertical, buscando la conexión de lo terreno con lo superior, nuestros aliados se encuentran en los niveles más profundos de nuestro ser.
Nos dirigiremos primeramente a nuestra mente consciente para que nos permita ingresar a esos niveles más profundos de nuestro ser. De ese modo, podremos ponernos en contacto con nuestra gran fuerza interior, y desde allí, empezar nuestra Transmutación.
En eso consiste la Gran Obra: transmutarnos. A partir de ahora cada vez que usemos el término “la Gran Obra”, estaremos haciendo referencia al trabajo Alquímico, el trabajo de transformación interior, algo totalmente vivencial con un tremendo poder.
Pero, ¿por qué tanta insistencia en un “tremendo poder”?.
Es que sin él no podríamos concretar un objetivo a alcanzar tan inmenso, tan difícil.
No se trata ya de transformar lo externo, de transformar a los otros: a la familia, a los amigos, al mundo entero.
Se trata de que tú te transformes. Tú eres aquello que debe cambiar, para que el mundo cambie.
¿Cómo podrías encarar la Transmutación de lo más difícil, tú mismo, sin tener a tu disposición un poder tremendo?.
Algunos creyeron que ese poder tremendo se encontraba en el conocimiento teórico, en el SABER: buscaban la Piedra filosofal.
En la Gran Obra el conocimiento teórico es un elemento imprescindible de la Transmutación alquímica. ¿Cómo podríamos encarar la Gran Obra sin saber cuáles son las “reglas del arte”?. Pero no es un elemento suficiente. El conocimiento teórico es un requisito previo para entender la Gran Obra, y no el fin del camino.
Desde el siglo pasado, los nuevos enfoques de la psicología Jungiana, como así también de otros estudios volcados en infinidad de libros, hizo posible que a nivel teórico este conocimiento se divulgara masivamente, fragmentado, y muchas veces distorsionado. El conocimiento estaba limitado por el propio marco de referencia de cada autor, que buscaba hacer coincidir el conocimiento Alquímico con sus teorías. Construían de ese modo verdaderos lechos de Procustro, en los cuales si la persona que se acostaba era más larga que la cama, no se buscaba cambiar la cama, sino cortarle las extremidades a la persona. Así hicieron con el conocimiento Alquímico, le cortaron las partes que no coincidían con sus teorías, lo fragmentaron, lo dejaron reducido a una expresión sin vida.
Existen así, infinidad de personas en grado de recitar casi de memoria este conocimiento parcial. Lo tienen en la mente, en su memoria, pero nunca se han permitido llevarlo a la profundidad de su ser y de ese modo comenzar a vivir la Alquimia, sentir el inmenso poder. Algunos de ellos encontraron la Piedra filosofal, pero en vez de utilizarla para realizar la Gran Obra, se limitaron a adorarla como un nuevo Dios.
Otros creyeron, en su vanidad, que el tremendo Poder consistía en poseer el Oro, convertirse en “Oro”. Algunos obtuvieron ese “Oro”, pero careciendo de un “para qué” lo habían materializado, se limitaron a convertirse en Pavos Reales que mostraban sus hermosas plumas para su propio placer.
Otros consideraron que el Tremendo Poder residía en el Athanor, por esto enfocaron su trabajo principal en preparar del mejor modo posible el Athanor, o sea el horno alquímico, nuestro ser. Fracasaron también ellos. ¿Para qué sirve un Athanor sin Fuego que lo alimente?.
Finalmente unas palabras para aquellos que se dedicaron a adorar el Fuego interior. Creyeron, que éste era la clave. Desarrollaron infinidad de técnicas para incrementar ese Fuego. Pensaban que por sí sola esta llama iba a transformarlos, a purificarlos. Y así aplicaron el Fuego interior a un Athanor en mal estado de funcionamiento, sin darse cuenta que podía destruirlos. Por supuesto que se quemaron junto a su propia obra.
El Fuego interior es imprescindible, sin él no hay posibilidad de realizar la Gran Obra. Este Fuego deberá entonces encenderse y desarrollarse sin perder de vista en ningún momento los demás elementos básicos que la componen y lo convierten en un verdadero Sistema Transmutador.
Daremos, todas las indicaciones posibles para que, a medida que se absorba el conocimiento de la Piedra Filosofal, y se vaya construyendo el Athanor, se encienda el Fuego interior. Podrá iniciarse así la Transmutación y la Gran Obra estará en marcha. Las otras indicaciones, las que únicamente pueden ser dadas en una relación personal directa, las daremos en encuentros vivenciales a los aspirantes a Alquimistas.

SIMBOLOS BÁSICOS

Para dejar de ver a la ciencia Alquímica como un conjunto de símbolos metafísicos y abstractos es que nos adentramos en los siguientes capítulos en el conocimiento del hombre: potencia alquímica. Para ello analizaremos los símbolos básicos, o sea los actores que intervienen en la Gran Obra. Ellos son:
– Plomo
– Oro
– Transmutación
– Athanor
– Fuego
– Piedra filosofal
Estos símbolos, forman los elementos de un gran sistema. Esto implica que la falta de uno de ellos impide el funcionamiento del proceso. Tengamos siempre presente que se trata de un Sistema Transmutador, donde todos los elementos trabajan en conjunto para provocar un efecto sinérgico

Notas del camino rojo (danza del sol)-51

Existen en Concentraciones para quemar pueden ser Hierbas puras o mezclas, son de mayor rendimiento, simples de utilizar, también en formulas ALQUIMICAS de Línea Esotérica Tradicional por Ej.: basadas en Formulas de: Gerard Encausse ( Papus ) Orden Martinista

Hay SIETE ACEITES o SAHUMERIOS NATURALES PUROS o COMBINADOS

Se basan en la FILOSOFIA HERMÉTICA, principalmente en la LEY DE CORRESPONDENCIA.

Cada Hierba, Resina, Flor, tiene una o varias CORRESPONDENCIAS* y sus REGENCIAS, CUALIDADES PLANETARIAS.

Fluido del Sol: Especial para emprendimientos, vitalidad, estado general psico – físico profesionales, dirigentes políticos, brillantez, anti – estrés, desbloqueante.

Luna : Especial para la armonía del Hogar , estabilizador emocional , las reconciliaciones, la gastronomía, las emociones, estabilizador en general.

Marte : Especial para la revitalización, la voluntad , lo sexual, antidepresivo, Incentivo, metalurgia, automotriz, medicina cirugía, y deportes.

Mercurio : Especial para lo psíquico, el estudio, memorizar, relajante, la comunicación, oficinas, publicidad, activa las ventas, escritores, editoriales, despeje psíquico.

Júpiter : Especial para el optimismo, ímpetu , anti – depresivo, asuntos jurídicos abogacía, empresas, reuniones, negociaciones, dialogo, intercambio.

Venus : Especial para los sentimientos y en las emociones, unificaciones, reconciliaciones en general, acuerdos, rubro femenino en general, hogar, relajante, unificador

Saturno : Especial para la contemplación y la meditación, paciencia, constancia estabilizador en general revitalizante, despeje psíquico.

Fluido Alquímico Universal* – Es la combinación Armónica de los Siete Fluidos Principales ( Planetaria ) que puede ser utilizado en todo ámbito para múltiples necesidades , además puede combinarse con otros fluidos para intensificar los Efectos correspondientes.

UTILIZACION : Los Fluidos Alquímicos*, son altas concentraciones naturales que otorgan la intensa vibración aromática acorde a los efectos deseados, además se pueden combinar con otros líquidos, hierbas, resinas, etc., también se los puede utilizar libremente en todo tipo de ritual ya sea mágico religioso del operador adaptándolo a sus necesidades como ser Ejemplo :

Magnetización Velas, Talismanes e Instrumentos, etc.

Resistencia indigena (diversos post) III-50

Consiste Solución compuesta de diversas hierbas en forma concentrada resultando el Aroma Equilibrado, tiene diversos fines como ser: vaporizador y / o limpieza de ambientes, en el baño de descarga, etc.

El uso es externo y practico, de alto rendimiento, también si lo desea hay diversas formulas o puede armar su propia formula a su afinidad, resultando de esta manera exclusiva.

También se puede adaptar a ciertos perfumes de uso personal

Resistencia indigena (diversos post) II-49

Las plantas aromáticas inciden en el olfato hacia el cerebro respondiendo diversas reacciones anímicas y bioquímicas.

Por Ejemplo:

Sentimos olor a Jazmín da la sensación de optimismo y alegría

Sentimos olor a Clavel da la sensación de suavidad y tranquiliza

Y así sucesivamente.

Cada planta, flor, resina, con sus aromas resultan diversas reacciones y efectos acorde a las necesidades.

También se puede realizar diversas combinaciones armónicas resultando: única fragancia.

Esto se denomina sahumerio ( no varilla, sino mezcla).

Es necesario conocer las cualidades de cada planta, resina, flor.

Incienso : revitalizante, despeje mental , clarificador, relajante ideal en la meditación, estabilizador emocional.

Estoraque : suavizante y unificador atrae gente, relaja es sensual y activa lo sexual, armonizante emocional, sensual, unifica, para el amor

Ámbar : revitalizante en lo anímico, anti estrés, estabiliza en general.

Jazmín: estimulante anímico, anti depresivo, unificador

Patchouli : la meditación, estabilizador, lo sensual.

Frutilla : los afectos y emociones, unifica y relaja, anti estrés.

Pino : refrescante, revitalizante, despeja la psiquis.

Eucaliptus : anti estresante, refrescante clarifica y optimiza.

Violeta : suaviza, relaja, unifica y estabiliza anímicamente

Lavanda : revitalizante, refrescante, despeje psíquico

Y hay algo interesante si Ud. quema cada una de ellas, concéntrese y comprobara los cambios anímicos, las variadas sensaciones, etc.

La Lista mencionada existe en ACEITE ESENCIAL NATURAL, que nosotros elaboramos y se puede comprobar.

Dicho aceite que puede ser de: Rosas, Mirra, etc., se quema en carbones que es diferente del ACEITE ESENCIAL PARA HORNILLO.

De ahí la diferencia del ACEITE ESENCIAL NATURAL, también si Ud. tiene una Hierba aromática, nosotros la convertimos en ACEITE NATURAL.

Después nos quedarían los ACEITES ESENCIALES PARA HORNILLO, generalmente es 50 % natural y 50% artificial, lo cual se distingue de ambas maneras.

También produce efectos ya que posee sus propias Vibraciones con sus resultados correspondientes.

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