No todo ha sido cierto

No todo ha sido cierto

CasaMayab escribe “AL FILO DEL TIEMPO XII
LAS RAICES CORTADAS

Han transcurrido cinco siglos, una larga espera para las tradiciones
de los sobrevivientes mexicanos, que aún continúan esperando por el
día que se cumpla la profecía del señor Cuauhtemoctzin, él se dirigió
por última vez al consejo de ancianos de Tenochtitlan,
vaticinandoles:

“Nuestro Sol se ha ocultado y nos ha dejado en la mas terrible
oscuridad (…) hasta que nazca el nuevo sol que iluminará el
Anáhuac, debemos guardar toda nuestra sabiduría y en tanto, no
olviden los padres transmitir a sus hijos, lo que un día será la
grandeza del Anáhuac, el país del nuevo sol”.

Y que decir de los proféticos anuncios del jefe Seattle, en su
memorable carta al presidente de Estados Unidos, donde entre otras
vibrantes visiones le anticipa:

” Os digo que también los blancos desapareceréis, quizás antes que
las demás razas. Continuad ensuciando vuestro lecho y una noche
moriréis asfixiados por vuestros propios excrementos.”

Palabras que se agigantan cuando vemos tantos actos de barbarie
contra la Tierra y contra nosotros mismos, porque orgullosamente la
raza del hombre blanco ha conquistado todo, reinventó la historia y
ahora, está a punto de terminarla.
Porque con el arribo de esta nueva creencia de dominación, floreció a
su vez una manera simplista de ver al mundo, donde solo existe su
punto de vista los demás son sus enemigos y además, infieles. A la
luz de esa obtusa mirada, los mensajes legados por nuestros abuelos,
se convirtieron en “fuente” de interpretación, sólo para blancos
autorizados. Desde los frailes hasta los aventureros como el alemán
Von Humbold, pasando por Stephens, Morley, Teeple, Fosterman y aquel
extraño ruso de nombre Knorosov que nunca conoció a los mayas, sin
olvidar, claro, a los prácticos doctores de Princeton o Harvard, con
sus correspondientes sequitos de ayudantes autóctonos.

Silvannus Morley, armaba tremendas francachelas cuando Chichén Itzá
era prácticamente de su propiedad. En aquellas calurosas noches
tropicales, en su hacienda Mayaland, se reunía “el Grupo”, como se
llamaban a sí mismos, para interpretar la historia, tomando copas,
fumando habanos y escuchando canciones de la trova yucateca, entre
estos elegidos, sobresalieron personajes como Erick Thompson y
Tatiana Proskouriakoff, Tania.

En tanto discutían y alegaban acerca de esa desaparecida cultura, los
sirvientes, indígenas mayas, les servían exquisitas viandas, de cada
una de las regiónes del Mayab, acompañadas por los buenos vinos
europeos. Así fue como ellos, estaban ocupados diseñando
las “verdades” de los mayas, ideas que hasta hoy continúan dictándose
como norma para los arqueólogos que interpretan la historia de
México.

Erick Thompson miraba a los antiguos mayas como sacerdotes
estudiosos, benévolos, astrónomos sabios. Tatiana a cambio, los
identificaba como feroces guerreros, arrogantes feudales con sus
siervos obedientes, muy humanos y muy parecidos a los blancos. Hoy,
para los expertos, los antiguos mexicanos fueron un puñado de reyes
déspotas y crueles, adictos a la sangre, con princesas
intercambiables, sacerdotes corruptos, “caballeros” tigres y
águilas, – aunque nunca usaran caballos – y todos, engañando a miles
de indios ignorantes y crédulos. ” Hacían lo que fuera para no
trabajar “, me explicó alguna vez el arqueólogo Víctor Segovia.

Para los blancos, somos dueños de una fantasía infinita, dignos
personajes de un mundo curioso, surrealista, repleto de folclore,
artesanías, especies exóticas y cultos increíbles. Ya desde Diego
Landa, la antigua ciencia había sido relegada a la superchería y
muchos, pero muchos, sacrificios humanos, como lo mas interesante
para alimentar el morbo.

Durante siglos, estas ideas las hemos dado como ciertas, sin chistar,
nadie o sólo muy pocos insensatos se atreverían a contradecirlas, muy
pocos se han preocupado por investigar más a fondo una verdad no
develada. ” No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace
compadre””, reza un refrán de los mestizos, orgullosos de poseer un
blasón español, así sea adquirido en alguna tienda de la Lagunilla.

La consigna fue, cualquier código de sabiduría debe ser ignorado y
menospreciado, quienes tienen acceso, mejor que se callen y aquellos
que osen decirlo, serán ridiculizados de inmediato, serán sus libros
prohibidos y sus ideas proscritas, de ello se encargarán los adalides
de la cultura criolla para cada época, sus cronistas, porque todo
debe ser sólo folclore y creencia ingenua, porque este será el
verdadero rostro del colonialismo cultural.

En cierta ocasión, un buen amigo científico, alto dirigente de la
cultura y los libros en México, me preguntó: “¿ Porque escribes
acerca de los derrotados, porque no de los triunfadores?, ellos
perdieron, sólo quedaron sus ruinas, nosotros somos blancos, yo no
puedo identificarme con nada de eso, me resulta ajeno , es mejor
gozar un tablado, nosotros somos españoles”.

Recuerden algunas creencias comunes para todos: ” los indios tenían
muchos dioses y los aztecas hacían hasta mil sacrificios humanos en
una noche. Los mayas aventaban a sus mujeres y sus niños al cenote,
cargados de joyas para aplacar a Chak el dios de la lluvia. Los
toltecas vivían con el miedo porque el sol quizás no apareciera al
otro día. Las enfermedades se trataban como cosa del demonio, sin
saber que hacer con ellas”.

Habrá desde luego, algún despistado que dude, ¿ como podían
realizarse mil sacrificios en una noche, en especial, con técnicas
tan rudimentarias como las descritas por los mismos españoles ? . No
han faltado, incluso, blasfemos como la historiadora Doña Eulalia
Guzmán, quien se atrevió a señalar como un cuento el asunto de los
sacrificios, inventado por los invasores para justificar sus crímenes

El mismo fraile Bernardino Sahagún escribió : ” Los toltecas tenían
un solo dios que se decía Quetzalcoatl y al sacerdote al que decían
Quetzalcoatl, quien les decía que había un solo Dios que se decía
Quetzalcoatl, quien no quería más sacrificios que de culebras y
mariposas”. En otro pasaje, el cronista Bernal Díaz del Castillo
describió a Tenochtitlan como una ciudad muy limpia, con aguas
transparentes, sin embargo, mas adelante, al justificar la masacre de
Pedro de Alvarado en el Templo Mayor, menciona que era una ciudad
llena de sangre, mas apestosa que los rastros de Castilla y por eso
los mataron. ¿ En que quedamos entonces?.

Algún turista estudioso, no podría concebir a los mayas, con una
cultura tan elevada, envenenado el agua escasa y preciada, con
cadáveres. No faltará, alguien que descubra a los toltecas como
astrónomos y por tanto sabían que el sol seguiría brillando cientos
de años más, como lo demuestran sus cálculos a mas largo plazo que
los actuales y además, ¿se han puesto a pensar como las enfermedades
importadas de España, fueron la causa principal de la caída de
Tenochtitlan?.

Apenas hará unos años, se aceptaron los descubrimientos acerca de
unaa antigua sabiduría de las estrellas y la posible urbanización de
sus ciudades respecto al cielo. En ese entonces, las discusiones
entre los científicos se tornaban agrias, porque muchos ortodoxos no
podían aceptar la existencia de ese tipo de conocimientos, entre
aquellas tribus ignorantes y supersticiosas. Es curioso darse cuenta
como fueron los no profesionales, quienes comenzaron con nuevas
propuestas, aceptadas con muchas reservas, pero también boicoteadas
por quienes “dictan las normas del saber”.

Sin embargo, Teotihuacan resulta un gran modelo estelar, Chichén Itzá
mercaba los equinoccios y los solsticios, Becan fue construida para
recordarnos el paso cenital del sol, en Xochicalco penetra la luz por
un orificio en la cueva, para establecer el día correcto del verano,
Monte Alban fue trazada hacia las constelaciones. ¡ Y nada de esto
fue casualidad!.