Fragmento del Popol Vuh

En el principio no existía nada, ni el tiempo, ni el espacio… no había hombres, animales, pájaros, ni pescados ni cangrejos. No se veía aún la superficie de la tierra. Solo estaba el vacío del cielo. Solo había silencio, reposo, oscuridad y tinieblas.

Solo estaba el creador y formador. Los gérmenes de las cosas estaban puestos por él. Estos gérmenes estaban cubiertos como el quetzal por sus plumas verdes, por eso a estos gérmenes se les llama Gucumatz. Al germen que existe en el cielo se le llama también U Qux Cah, o sea: el Corazón del cielo. La manifestación de Corazón del cielo se le llama Jura kan, o sea torbellino de un solo pie.

Y entonces Tepeu (la grandeza oculta), Gucumatz y Corazón del cielo consultaron entre sí cómo hacer la vida y la creación y por milagro, por un instante se formaron la tierra, los montes y los llanos, y se separó el agua de la tierra.

Se formaron después los animales. El venado, los pájaros, los leones y los tigres y se les repartieron sus moradas y su alimento.
Entonces el Creador y formador dijo a los animales: ¡hablen, griten! Cada uno según su especie. Digan nuestro nombre y alábennos. Pero los animales no pudieron hablar y solo soltaron chillidos y gruñidos. Entonces los formadores supieron que eso no estaba bien y por eso, desde entonces los animales sirven de alimento. Así fueron ultrajadas y desechadas sus carnes.

El creador y formador dijo entonces “Haremos una nueva criatura y la formaron con lodo, con tierra fermentada formaron su cuerpo” Pero el hombre así formado no resultó bien porque todo se desbarataba y con el agua se ponía blando y se desmoronaba. Era ciego, además no tenía entendimiento. Y entonces lo desbarataron y lo volvieron a amasar.