El mundo cosmológico maya

Breve acercamiento a la cultura maya-quiché
Ubicación espacio-temporal

Los pueblos indígenas que habitaron el área mesoamericana antes de la llegada de los españoles pertenecían a la familia lingüística maya, también llamada «mayense». Se extendieron por los actuales estados mexicanos de Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas, por un área extensa de Guatemala y por determinadas regiones de Belice y Honduras. Entre ellos, podemos destacar a los quichés, los cakchiqueles, los choles y los mayas, que es el colectivo mejor conocido y que, a su vez, da nombre a todo el grupo.

La civilización maya se extendió por un área aproximada de 324.000 km2, ocupando la península de Yucatán y las tierras bajas de México y Guatemala. La Historia de esta civilización, que llegó a convertirse en uno de los imperios más poderosos de Mesoamérica, se desarrolló a lo largo de 3.000 años. Generalmente es dividida en tres períodos:

* Preclásico (desde el año 2000 a.C. hasta el año 250 d.C.);
* Clásico (la etapa de mayor esplendor, que transcurre entre el 250 y el 900 de la era cristiana);
* y Postclásico (desde el 900 hasta el 1500 d. C.); el último periodo maya coincidió con la llegada de los españoles al Nuevo Mundo, momento en el cual el imperio estaba ya desintegrándose.

Principales centros urbanos de la cultura maya. Imagen obtenida de la web Historia del Arte

Imagen del conjunto arqueológico de Uxmal, en el Yucatán. Imagen obtenida de la web Mundo Maya La grandeza de la cultura maya se hace evidente si tenemos en consideración aspectos como su elaborado sistema de escritura jeroglífica, su talento arquitectónico o el impresionante desarrollo científico y artístico que alcanzaron. Los mayas fueron verdaderos genios en las matemáticas y en lo referente a la medida del tiempo, pues uno de los elementos más conocidos de su cultura es el calendario.

Su periodo de máximo apogeo fue el Clásico, durante el cual prosperaron impresionantes centros ceremoniales como Palenque, Tikal o Copán, ejemplos de su arquitectura monumental.

Imagen de la ciudad de Tikal, tomada de la web Artehistoria.com La razón de su declive en este periodo sigue siendo una incógnita, si bien se baraja la hipótesis, respaldada por las huellas arqueológicas, de que un conjunto de revueltas campesinas contra la clase alta sacerdotal tuvo como consecuencia la destrucción y el abandono de los núcleos urbanos más importantes.

Imagen de Chichen Itzá, tomada de la web Mundo Maya Posteriormente, en torno al siglo XI, los mayas volvieron a levantar centros monumentales como Chichén Itzá o Mayapán. La influencia del pueblo tolteca se dejó entonces sentir sobre ellos, haciéndose especialmente perceptible en el incremento de los rituales con sacrificios humanos, así como en un cierto avance en el arte de la guerra. Finalmente, nuevos conflictos y problemas internos provocaron la disolución del imperio maya, coincidiendo prácticamente con la llegada de los españoles al Yucatán.

El triunfo de los recién llegados puso fin al dominio maya, al igual que sucedió con otros imperios de la América precolombina, como el azteca. No obstante, a pesar de la derrota, muchas comunidades intentaron conservar y recuperar la tradición maya, así como su idioma.

El orden político y social

Los periodos mejor conocidos desde el punto de vista de la organización política y social son el Clásico y el Postclásico. Sabemos que los mayas estuvieron divididos en diferentes núcleos urbanos, cada uno bajo el mando de una elite nobiliaria, y que frecuentemente se enfrentaron por el poder.

Restos del famoso templo de Palenque, en el estado de Chiapas. Imagen obtenida de la web Historia de México Respecto a la organización política, ya en el periodo Preclásico empezaron a formarse los núcleos dominantes que durante el Clásico evolucionaron hasta convertirse en importantes estados. La ordenación territorial se basaba en la agrupación de varias ciudades en torno a un centro urbano preeminente. Los dirigentes de dichos estados conformaron una oligarquía de carácter hereditario que se transmitió endogámicamente los cargos civiles y sacerdotales. Los estados eran gobernados por un monarca o ahaw. Las ciudades más importantes eran regidas por aristócratas denominados sahal. Y el resto de ciudades tenían a su frente a un grupo de dirigentes llamados ahawob.

Por otra parte, durante el Clásico los sacerdotes fueron la clase social con más poder e influencia; sin embargo durante el Postclásico fueron suplantados como colectivo superior por la elite militar, que acrecentó su poder en directa relación con la importancia que fue adquiriendo la guerra en los últimos siglos de desarrollo de la civilización maya.

Imagen de la pirámide de Chicen Itzá, tomada de la web Mundo Maya Durante el Postclásico diversos núcleos urbanos se sucedieron en el poder. Tras la caída de Chichén Itzá, en torno al año 1200, Mayapán tomó el relevo y mantuvo su hegemonía hasta el año 1450, controlando un gran número de poblaciones mediante una ambiciosa política de pactos matrimoniales. La interesante estrategia de dominio de los gobernantes de esta capital pasaba por conseguir que los miembros más destacados de las familias nobles de las ciudades dominadas se trasladasen a vivir en ella. Mayapán estaba era gobernada por el Halach Uinic, un gran señor o emperador, que llevaba las riendas de la política interior y exterior. Para desempeñar este difícil cargo contaba con el apoyo de un consejo que estaba integrado por los principales jefes de los pueblos, y un reducido número de sacerdotes y asesores particulares. Mayapán mantuvo su hegemonía hasta mediados del siglo XV; en dicho momento, su estructura de dominación se desintegró, provocando la división del imperio maya y el desmantelamiento en diversos núcleos políticos enfrentados entre sí.

Dejando de lado los aspectos políticos, la sociedad maya tenía una estructura piramidal compuesta por varios estratos.

La cúspide social la ocupaban el gobernante y su familia. El grado de parentesco con el dirigente definía la posición interna de los componentes de este grupo endogámico. Este colectivo aristocrático fue el que se ocupó de las tareas de gobierno y administración del territorio. Asimismo, de él salieron los miembros de las elites religiosa y militar.

Ruinas de Palenque. Imagen obtenida de la web Mundo Maya Por debajo de esta oligarquía se encontraba otro grupo de nobles de grado inferior que tuvo a su cargo la intensa actividad burocrática propia de la compleja red de ciudades que formaban el imperio maya.

En el siguiente escalón se hallaban los comerciantes profesionales, denominados ppolom, que disfrutaban de determinadas libertades y tenían cierto prestigio.

Dintel de Yaxchilán, en el que se representa un ritual de sacrificio. Imagen tomada de Artehistoria.com Por debajo de ellos, se encontraba la mayor parte de la población, que estaba integrada fundamentalmente por campesinos y artesanos (alfareros, tejedores, etc.). Esta «plebe» era conocida con los apelativos ah chembal uinicoob («hombres inferiores»), memba uinicoob («trabajadores») y yalba uinicoob («plebeyos»). A pesar de ser considerados «inferiores», eran hombres libres y tenían la posibilidad de asegurar la manutención de sus familias por medio del trabajo.

Por último, en la base de la pirámide social se situaban los esclavos, llamados p´entacoob. Varias eran las maneras de adquirir la condición de esclavo: por nacimiento (ser hijo de padres esclavos), por cometer algún delito, por deudas, por ser prisionero de guerra o por ser huérfano. Los esclavos no gozaban de ningún derecho, estaban obligados a trabajar y frecuentemente eran empleados en los sacrificios rituales.

El desarrollo científico y la medida del tiempo

Calendario maya. Imagen obtenida de la web Nemo Una de las muestras más fehacientes del ingenio y la sofisticación de la cultura maya es su calendario. Si bien no fueron los únicos mesoamericanos que desarrollaron calendarios escritos precisos, los mayas absorbieron toda esta tradición y lograron superarla con la creación de un calendario más exacto. La civilización que analizamos introdujo para ello un nuevo concepto, el del valor cero («0»), y utilizó un sistema matemático vigesimal. La cuenta de los días partía de un día inicial que tenía ese valor cero. Y el cómputo de los años también comenzaba por un año «0», que se correspondía, por motivos que desconocemos, con el 3114 a.C. Esta cuenta es conocida como La Cuenta Larga o Serie Inicial.

Los números de esta cuenta continua eran representados mediante puntos, que hacían referencia al valor de una unidad, y barras, que representaban el valor cinco. Mediante la combinación de estos signos podían representar cualquier número. El empleo de este sistema de cómputo, el dominio del cálculo y de las matemáticas, unidos al amplio conocimiento y la capacidad de observación de los astros, permitieron a los mayas calcular con una exactitud sorprendente la duración del año solar, fijándola en 365.2422 días. También consiguieron computar los periodos lunares y el ciclo de Venus, así como los ciclos de otros astros y constelaciones.

La Cuenta Larga o Serie Inicial establecía cinco categorías denominadas baktun, katun, tun, uinal y kin, cada una con una duración distinta. El kin (escrito «Q ‘ij» en lengua quiché, la lengua maya más extendida) correspondía a un día. El valor equivalente a un mes era el uinal («Winäq» en quiché), estaba compuesto por 20 kines o días. Sumando 18 uinales de 20 kines cada uno, los mayas obtenían un tun (escrito «Tun» en lengua quiché), que tenía una duración de 360 días. El katun equivalía a 20 tunes, es decir, 7.200 kines o días. Mayor valor que el katun tenía el baktun («B ‘actun» en lengua quiché) que equivalía a 20 katunes, esto es, 144.000 días.

Arco de Labná, una muestra de la habilidad arquitectónica maya. Imagen obtenida de la web Mundo Maya Junto a estas, los mayas también desarrollaron varias medidas calendáricas o ciclos, siendo los más comunes el calendario de 260 días o Tzolkin y el calendario de 365 días, llamado Haab. De la combinación de ambos calendarios surgió la llamada Rueda Calendárica, que tenía un ciclo de 18.980 días.

El ciclo Tzolkin se componía de 260 días y está dividido en 13 grupos de 20 días cada uno. Este calendario era el más extendido entre los mayas, ya que era utilizado para calcular las temporadas de trabajo agrícola y para fijar la ceremonias religiosas, y, además, regía sus costumbres. Los 13 grupos eran denominados con un valor numérico, del 1 al 20. En cambio, los días o kines que los componían tenían nombres determinados, que se asociaban a glifos con los que eran representados. Los nombres de los días eran los siguientes:
Número de día Nombre
1 Imix
2 Ik
3 Akbal
4 Kan
5 Chicchan
6 Cimi
7 Manik
8 Lamat
9 Muluc
10 Oc
11 Chuen
12 Eb
13 Ben
14 Ix
15 Men
16 Cib
17 Caban
18 Etznab
19 Cauac
20 Ahau

Los primeros veinte números mayas. Imagen obtenida del Centro de Estudios del Mundo Maya

Por otra parte, el ciclo conocido como Haab comprendía 365 días y fue establecido a partir del recorrido anual de la Tierra alrededor del Sol. Los 365 días eran divididos en 19 meses (llamados Winal) de 20 días cada uno, menos el último (denominado Wayeb) que solamente tenía 5 días, que eran los sobrantes de la cuenta. Todos los meses tenían un nombre y un glifo. Los nombres de los meses del Haab eran los que mostramos a continuación:
Número de mes Nombre
0 Pop
1 Uo
2 Zip
3 Zotz
4 Zec
5 Xul
6 Yaxkin
7 Mol
8 Chen
9 Yax
10 Zac
11 Ceh
12 Mac
13 Kankin
14 Muan
15 Pax
16 Kayab
17 Cumku
18 Uayeb

A partir de la combinación del ciclo de 260 días o Tzolkin y el calendario de 365 días o Haab, los mayas elaboraron la Rueda Calendárica que tenía un ciclo de 18.980 días. Este sistema utilizaba tanto los numerales y los símbolos de los días o kines, como los de los meses o winales.

La cosmogonía maya
El mundo religioso

En la civilización maya, lo sacro impregnaba todos los aspectos de la vida a través de rituales y ceremonias: la agricultura, el arte, los actos públicos… La religión maya era politeísta y contaba con un numeroso panteón dominado por divinidades vinculadas con la naturaleza. Los dioses representaban a los cuatro elementos (agua, fuego, aire y tierra) y a otras diversas manifestaciones naturales como astros o fenómenos atmosféricos. Al igual que las cristianas y que otras muchas, las creencias mayas partían del enfrentamiento entre el bien y el mal, con la diferencia de que tanto uno como otro tenían carácter divino. Ambos poderes aparecían en continuo enfrentamiento, pero siempre como antagonistas unidos. Los dioses vinculados con el bien producían cosas buenas y provechosas como la lluvia o las cosechas abundantes; mientas que las divinidades relacionadas con el mal causaban desastres, hambrunas y otras calamidades.

Dentro del amplio panteón maya, el dios principal era Hunab, también llamado Hunab Ku, el dios único, el dios de dioses. Esta deidad suprema era el responsable de la creación del mundo y del ser humano. Hunab construyó el mundo en tres ocasiones consecutivas. El primer mundo que creó fue habitado por genios, los constructores de las ciudades; el segundo fue dominado por los dzolob, una raza oscura y siniestra; y el tercero y definitivo fue el que habitaron los mayas.

Zamná, también conocido como Itzam Ná, era hijo de Hunab y se hallaba a la cabeza del panteón maya. Era el dios del cielo, del día y de la noche. Bajo la forma de Ahau, también representaba al sol. En los escritos mayas, era representado como un anciano desdentado con nariz pronunciada y aspecto benévolo, y se le atribuía la fundación de la cultura maya. El conocido como el dios de la sabiduría les dio a los mayas el maíz y les enseñó la escritura y el calendario. También era considerado como el primer sacerdote.

Ix Chel era una divinidad peculiar, pues tenía a la vez una vertiente malévola y otra bondadosa; era la diosa de las inundaciones y, al mismo tiempo, la protectora de las embarazadas. Era la imagen de la luna. Estaba emparejada con Itzam Ná y aparecía representada como una mujer anciana que vertía el contenido de su cántaro sobre la tierra o que tejía con un telar.

Otra divinidad destacable del panteón maya es Kukulcan, la serpiente emplumada, que fue importada por otras culturas de la región mesoamericana como la tolteca y cuya imagen recuerda a la del dios azteca Quetzalcoatl. Los mayas atribuyeron a este dios principal muchas funciones. Estaba relacionado con los cuatro elementos de la naturaleza, tenía facultades creadoras y también estaba vinculado con la resurrección y la reencarnación.

Vasija para quemar incienso hallada en Mayapán con la forma del dios de la lluvia Chac. Imagen obtenida de la web Mythology Otra deidad de peso del panteón maya era el dios de la lluvia, Chaac, también llamado Chac Mol. Representado con trompa y colmillos, este dios bondadoso era una de las divinidades más populares y tenía una presencia destacada en muchos de los rituales del pueblo. El centro principal de su culto estaba ubicado en Chichen Itzá. También era el dios de la agricultura y la fertilidad.

Entre las divinidades de carácter malvado destacaba Ah Puch, también conocido como Hunhau, la antítesis de Itzam Ná. Ah Puch era la diosa de los muertos, que gobernaba el Mitnal, el inframundo. El Mitnal era el inferior de los nueve infiernos y el más terrible de todos ellos. Generalmente, Ah Puch era representada con cabeza de búho y cuerpo humano, aunque también aparecía como un esqueleto adornado con campanillas. Esta deidad de la muerte era vinculada con la guerra y con los sacrificios humanos.

Los mayas construyeron un sistema de creencias muy elaborado; uno de los más complejos entre los de todas las civilizaciones indígenas americanas. Todas sus costumbres y actividades estaban marcadas por la religión y sus rituales mágico-sacros. Además del panteón de divinidades genéricas, relacionadas con aspectos del mundo natural, los mayas tenían un amplio número de dioses menores de carácter doméstico, así como una divinidad protectora para cada individuo. Tal era la importancia de la religión que las ciudades mayas eran auténticos centros ceremoniales y la clase sacerdotal fue la que consiguió acaparar mayores parcelas de poder hasta el periodo Postclásico. Los mayas confiaban en el buen hacer de sus dioses y la religión dirigía su vida política y social.

Las ceremonias religiosas eran un elemento cotidiano y convertían las plazas de los centros urbanos en un foco de atención para la población, especialmente cuando se trataba de rituales de sacrificios. La sangre de las inmolaciones humanas era el mejor tributo que podían ofrecer a los dioses, ya que era símbolo de la vida y del alimento. Junto a estos actos, existían otras ceremonias relacionadas con la ofrenda de alimentos, con el ayuno o con la celebración de días señalados del calendario.

Fuentes indígenas para conocer la cosmovisión maya
La escritura. Principales características de los códices precoloniales

Muestra de escritura maya. Imagen obtenida de la web Historia de México Sin duda, otro indicador del gran avance de la cultura maya lo hallamos en su escritura. Los mayas desarrollaron un elaborado sistema de escritura jeroglífica, formada por unos 800 glifos de tipología pictográfica (representación mediante dibujos), logográfica (representación de palabras mediante signos gráficos) y fonética (representación de sonidos). Estos signos fueron utilizados para transmitir ideas, objetos, seres o palabras. Los fines principales de esta escritura, que perduró hasta la llegada de los conquistadores españoles, eran, por una parte, el cálculo del paso del tiempo y su medida para plasmarlo en el calendario, y, por otra, la representación gráfica y la perpetuación de los nombres de los dioses. No obstante, inicialmente, la escritura también fue utilizada para que los sacerdotes registraran todos sus conocimientos y ordenaran sus mandatos. Posteriormente, la escritura evolucionó hacia usos más cotidianos.

Códice maya. Imagen obtenida de la web Mundo Maya online Grabando sus glifos, los mayas adornaron monumentos y edificios religiosos (como estelas de piedra, dinteles o altares), y recogieron su Historia, sus rituales y sus creencias. Además de la técnica de escritura en los relieves, los mayas también escribieron sobre pergaminos, preparados a partir de pieles de animales, y sobre códices de papel, elaborado a partir de corteza de árbol (papel amate). Estos códices tenían carácter sagrado y su redacción requería un elevado nivel de conocimientos. Por ello, tanto su confección como su lectura pública en los actos del culto corrían a cargo de sacerdotes. Estos escritos trataban sobre aspectos diversos de la vida maya (Historia, religión, agricultura, profecías, etc.), pero siempre estaban relacionados con ese carácter superior y sagrado que los definía.

Códice Matritense. Imagen tomada de la web América Indígena Desgraciadamente, la mayoría de estos códices fueron destruidos durante el periodo de conquista y colonización, debido a que los misioneros cristianos los consideraron peligrosos para su labor evangelizadora o por creer que eran «libros de brujería». En la actualidad, solo se conservan tres ejemplos de códices originales escritos en escritura hierográfica: el Dresdensis (de Dresde), el Peresiano (o de París) y el Tro-Cortesiano o Matritense maya (de Madrid). En la labor de destrucción de estas riquísimas fuentes documentales destacó desafortunadamente fray Diego de Landa (1524-1579), primer obispo de Yucatán, quien los vio como obras diabólicas y ordenó quemar cuantos encontró a su paso. Sin embargo, el citado regular se convirtió al mismo tiempo en una pieza clave para descifrar la escritura maya. En su obra Relación de las cosas de Yucatán, el P. Landa, movido por la curiosidad, añadió una breve relación de jeroglifos mayas a modo de alfabeto, elaborado con la ayuda de sus intérpretes indígenas.

Otro detalle de un códice maya. Imagen obtenida de la web Mundo Maya online Los mayas hicieron cuanto pudieron para salvar sus códices, escondiéndolos de las manos conquistadoras durante algún tiempo. Con el paso de los años, aprendieron a leer y escribir el castellano y decidieron rescatar aquellos manuscritos escondidos para copiarlos en lengua maya, pero empleando los caracteres latinos. De este modo, empezó a desarrollarse una interesante producción literaria indígena de la que se han conservado varios ejemplos. Tristemente no nos ha llegado ninguno de los textos originales.

Como hemos indicado, en las citadas transcripciones los mayas trataron de recopilaron toda la información que pudieron sobre su ciencia, sus costumbres y sus creencias antiguas. Entre estas obras, escritas con alfabeto latino, destacan el conocido como El Popol Vuh o Libro de los quichés y Los Libros del Chilam Balam o Crónicas de Chacxulubchen.

Manuscritos mítico-proféticos

El Popol Vuh es una narración mitológica sobre el origen del mundo y la Historia de la civilización maya, mientras que los llamados Libros del Chilam Balam tienen un contenido más heterogéneo mezclando Historia, mitología y profecías.

Los Libros de Chilam Balam

Tanto los mayas como los aztecas, desarrollaron profecías que anunciaban la futura llegada de extranjeros; sin embargo, mientras Moctezuma confundió a Hernán Cortés con el dios Quetzalcoatl, los mayas nunca dudaron de que aquellos españoles eran simples dzules (forasteros). Los mayas recogieron esas profecías en los Libros del Chilam Balam.

La palabra chilam era empleada por los indígenas para designar a sacerdotes, brujos y sabios. Y el término balam, aunque significaba jaguar (una criatura que en la cultura maya tenía carácter sagrado), en este caso era empleado para hacer alusión un cargo honorífico. El chilam Balam era el «sacerdote-jaguar», un título que debía detentar un personaje especial dentro de la comunidad maya y que a posteriori daría nombre a este conjunto de libros.

Los conocidos como libros del Chilam Balam están integrados por un conjunto de18 obras. Cada una de ellas perteneció a un pueblo maya y el sacerdote o dirigente de cada grupo se encargaba del cuidado de ese determinado escrito. Para poder distinguir cada uno de los libros del Chilam Balam, estos fueron identificados con el nombre del pueblo del que procedían. Así, se conoce el Chilam Balam de Laua, el de Ixil, el de Tusik, el de Chumayel, el de Maní y el de Tizimín; de todos ellos únicamente han podido ser estudiados los tres últimos.

Los textos del Chilam Balam tienen un importante contenido mítico-profético y su carga simbólica es considerable, de ahí que su interpretación sea tan compleja. Citamos a continuación parte del texto del Chilam Balam de Chumayel, estudiado por Antonio Mediz Bolio y editado en Costa Rica en 1943. Utilizaremos como fuente la siguiente edición: Barrera Vásquez, Alfredo-Rendón, Silvia: El libro de los libros de Chilam Balam, F.C.E., México, 1948.

Dominus vobiscum, decían todos cantando allí donde no había cielos ni tierra.
Del abismo nació la tierra, cuando no había cielos ni tierra.
El que es la Divinidad y el Poder, labró la gran Piedra de la Gracia, (Tun Gracia) allí donde antiguamente no había cielo.
Y de allí nacieron Siete Piedras sagradas (Tunes), Siete Guerreros (Katunes) suspendidos en el espíritu, Siete llamas elegidas.
Y se movieron. Y siete fueron sus gracias también, y siete sus santos.
Y sucedió que incontables gracias nacieron de una piedra de gracia. Y fue la inmensidad de las noches, allí donde antiguamente no había Dios, porque no habían recibido a su Dios, que solo por si mismo estaba dentro de la Gracia, dentro de las tinieblas, allí donde no había cielos ni tierra.
Y fue formado al fin un Guerrero, cuando no había nacido el Primer Guerrero, y tenía los cabellos en guedejas.
Aden ti parami. Y fue su divinidad. Y entonces salió y se hizo varón en la segunda infinita Piedra de Gracia. Alpinon es el nombre de su ángel.
Cuando hubo nacido, salió y pidió su Segunda Gracia, en la segunda inmensidad de la noche, donde antes nadie había. Y recibió su divinidad él solo por sí mismo.
Y cuando vino a salir, «ofirmar» dulcemente dijo. Y recibió su divinidad él solo por sí mismo. Y salió y fue a la tercera infinita Piedra de Gracia. Albacongel es el nombre de su ángel, el de la tercera Gracia.
Fue a la cuarta infinita Piedra de Gracia, en la cuarta noche. Atea Ohe es el nombre de su ángel. Naciendo, quiso su cuarta Gracia, y empezó a decirse solo en sí mismo: «Ah, Dios Poderoso, yo no soy nadie, pues, por mí mismo»; así decía en su esencia, en su divinidad.
«Me voy», suavemente dijo.
Y fue a la quinta infinita Piedra de Gracia, en la quinta infinita noche. Cuando hubo nacido el Quinto Guerrero quiso su Quinta Gracia. Y se levantaron las palabras de su divinidad y nació su ángel. Decipto es su nombre.
Y dijo: «Me voy. Yo soy, pues. Soy Dios, pues. Soy poderoso, pues». Así hablaba por sí misma su divinidad: «Aninite dei sin»; decía, cuando recibió su divinidad por si mismo.
Y fue a la sexta infinita Piedra de Gracia, en la sexta medida de la noche, el Sexto Guerrero (Katún). «¡Dioses poderosos, oíd mi voz! Nadie hay en mi soledad».
Cuando hubo nacido, quiso su Séptima Gracia. Conlamil es el nombre de su ángel. «¡Yo os adoro, dioses, oíd mi voz! ¡No hay nadie! ¡Nadie escucha mi voz!»; así suavemente hablaba y decía, mientras nacía su Séptima Gracia.
Contento nació el séptimo Guerrero (Katún). Siete veces se alumbraron las siete medidas de la noche, siete veces infinitas.
«Abiento bocayento de la Zipilna de fente note sustina gracia. Trece mili y no cargo bende». Primera, segunda, tercera, tres veces cuatrocientas épocas, miles de épocas y despertó la tierra de Dios el Verbo, él solo por sí mismo.
Del fondo de la gran Piedra de la Gracia, despertó la tierra de Dios el Verbo. Su nombre es Unidad con Dios el Verbo.
Este su nombre, que hiende las épocas, es: el Eterno, el de una sola Edad, el Muy Alto. Y vino su Descendiente de Siete Generaciones. Y cuatro veces resonó su Gran Palabra, sello de la noche, sello del cielo: «Yo soy el principio, yo seré el fin».
He aquí el entendimiento oculto de su palabra, datate, aquí recibido en esta tierra. Yo soy Unidate, yo soy Unitata, yo soy su sonido. Yo soy Unitata. «A nuni viene Unidad».
Nilu es el nombre de la noche. Es la primera palabra de Dios, es la primera palabra del Verbo. Así, machacó la piedra, solo por sí mismo, dentro de la noche.
Tomás (Etomas) Sipancas es el nombre del Espíritu cuyo Señor es el Primer Guerrero. Ota-ho en el cielo. Arcángel es el nombre del Espíritu. Heronix es el nombre del Espíritu que va delante de él. Joramis es el nombre del Espíritu del Segundo Guerrero. He aquí que dijo cuando se abrió la Piedra: «Yaxyonlacalpa». Escondió su nombre. En el santo cielo fue Nuestro Santo Padre el Verbo: Bolay es su nombre. Y conoció el segundo cielo, en donde está el polvo de los pies de la Sustinal Gracia.
Allí se forma la Sabiduría, golpeando la piedra dentro de la oscuridad.
Y fue creada la Piedra que fundó las piedras, las Tres Piedras que fueron a asentarse a los pies de la Sustinal Gracia. Las piedras que nacieron estaban debajo de la Primera Piedra. Y eran hermanas iguales.
Entró entonces Chac, el Gigante, por la grieta de la Piedra. Gigantes fueron entonces todos, en un solo pueblo, los de todas las tierras. Y el Primer Rey fue Dios.
En la época Primera, fue creado el único hijo de Dios. En la Segunda, el Verbo. En la Tercera época, Expleo, éste es su nombre en el cielo.
Y nació Chac, el Gigante que Opilla es su nombre, al mismo tiempo que su cielo, que empileo, cielo, es su nombre. Expleo es su nombre, dentro del primer Libro de Dios. Hebones. El único Hijo de Dios, espejo que abrirá su hermosura, es el Señor de la Piedra, Padre.
Cuando fue a crear el cielo del cielo, se abrió una Gracia y una Piedra. Nacido era el Fuego. Tixitate es su nombre, la luz del cielo. Que Sustinal es la luz de la luz del cielo. Acpa. Porque el Guerrero (Katún) creó la luz dentro del cielo. Alpa u manga es su nombre. Y se acabó.

* * *

Los ángeles, los Espíritus (Cangeles ik) se alzaron mientras eran creadas las estrellas. No se había alumbrado la tierra, no había cielo ni tierra. Eran:

* el Pauah rojo (Chac Pahuahtun);
* el Pauah blanco (Zac Pahuahtun);
* el Pauah negro (Ec Pahuahtun);
* y el Pauah amarillo (Kanpahuahtun).

Entonces en el Primer cielo, Dios el Verbo tenía sujeta su Piedra, tenía sujeta su Serpiente (cangel) tenía sujeta su Sustancia (Kabalil). Allí estaban suspendidos sus ángeles. El Espíritu nombrado Corpinus, y he aquí, debajo, Orele, a la altura de la tierra. Tres Personas eran: El Dios Verbo, el Dios Hijo, el Dios Espíritu Santo.
En ese tiempo los planetas, eran: Saturno, Júpiter, Marte y Venus; ésos se dice que tenía en su mano el Dios en el cielo; antiguamente los creó. He aquí el nombre del cielo: Christalino. Este ángel, que Corpinus es su nombre, extendía la bendición del Padre, allí donde no había cielo ni tierra, Inpicco es su nombre. Rociaba a todos los ángeles. Baloyo es su nombre. Cacahuecan -sexos- es su nombre. Et sepeuos es su nombre. Laus deo.

* * *

Abajo Chac-Bolay-Balam y Cacau Balamté. Esperas es su nombre en la sexta capa del cielo, Isperas es su nombre en la séptima capa del cielo. Fue creado sobre la tierra por Dios Poderoso. En la séptima época nació dentro de la noche. Espíritu es su nombre.
Sto. Eden Deus, Sto. Eluseo, Santos. Él vio nacer el centro de la Piedra, el centro de la noche. Se repite.
Ardió entonces. Entri de noche. Fue lo que dijo: Cuando habló al centro de la Piedra, al centro de la noche. -Tronas aleseyo de Mundo de gracia en apedia leyo zipidiate en picted gracia Sto. Esuleptum Jaan estunast gracia suplilis eltimeo me firme abin Finites gracia y metis absolutum timetis de gracia. Eden deo gracia de Fentis de gracia Fenoplis tun gracia locom dar y me gracia, tretris un mis gracia. Nositusi de gracia in pricio de gracia. Tresimili uno de cargo leonte.
Uno, dos, tres, un montón, trece veces cuatrocientos, Katunes infinitos antes de que despertara la tierra, fue creado el centro de la Piedra, el centro de la noche, allí donde no había cielo ni tierra, cuando fue dicho por Dios el Verbo, solo por sí mismo, en la Profunda Noche.
Sonó la primera palabra del Dios, allí donde no había cielo ni tierra. Y se desprendió de su Piedra y cayó al segundo tiempo y declaró su divinidad. Y se estremeció toda la inmensidad de lo eterno. Y su palabra fue una medida de gracia, un destello de gracia y quebró y horadó la espalda de las montañas. ¿Quién nació cuando bajó? Gran Padre, Tú lo sabes.
Nació su Primer Principio y quebró y barrenó la espalda de las montañas.
-¿Quiénes nacieron allí? ¿Quiénes?
-Padre Tú lo sabes. Nació el que es tierno en el cielo.
Ciripacte horca mundo ni nompan est noche amanena omonena Apaopa. Salió el Espíritu de la infinita Gracia. Zipiones ted coruna Pater Profecida. Hablaró cuando llegue a la Séptima gracia, la Virgen Piedra de la Gracia. Baltepiones ortezipio Reciquenta noche hun ebutate hun cute Profeciado. Sucedió que fue llamado el ángel Jerupite y le fueron dados en el cielo Corporales de ojales por el primer Papa.

Dentro de los textos del Chilam Balam destaca la conocida como «Serie de los Katunes» o «Cuenta de los Katunes». Como indicamos en la parte dedicada al Calendario maya un katun equivale a 20 tunes, dando como resultado 7.200 días. La llamada «Cuenta de los Katunes» se organiza, como su nombre indica, en periodos o ciclos de katunes y refleja la visión cíclica del tiempo, típica del pueblo maya. En esta «Serie de los Katunes» los mayas describen una cronología.

La rueda de los katunes

El Once Ahau se asienta el Katún en Ichcaansihó. Bajan hojas del cielo, bajan perfumes del cielo. Suenan las músicas, suenan las sonajas del de los Nueve Pies. En un día en que habrá faisanes azules, en un día en que habrá peces a la vista, en el día de Chakan-putún, se comerán árboles, se comerán piedras; se habrá perdido el sustento dentro del Once Ahau Katún.

Con siete tiempos de abundancia se asienta el Katún, el Cuatro Ahau Katún, en Chichén. Siete tiempos de abundancia son el asiento del Gran Derramador de agua. Tapado está su rostro y cerrados sus ojos bajo sus lluvias, sobre su maíz abundantemente derramado. Llenos de hartura están su estera y su trono. Y se derrama su carga. Habrá un día en que esté blanco su ropaje y blanca su cintura, y sea aplastado por el chorro del pan del Katún. Llegarán plumajes, llegarán pájaros verdes, llegarán fardos, llegarán faisanes, llegarán tapires; se cubrirá de tributo Chichén.

* * *

No Zaquí, sino Mayapán es el asiento del Katún, del Dos Ahau Katún. Cuando se haya asentado el Katún, bajarán cuerdas, bajará la ponzoña de la peste. Tres cerros de calaveras harán una rueda blanca a su cuerpo cuando venga con su carga atada. Ahogándose cogerá en su lecho un soplo de viento. Tres veces dejará caer su pan. Mediana hambre, mediano pan. Esta es la carga del Dos Ahau Katún.

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Kinchil Cobá es el asiento del Katún, del Trece Ahau Katún. El dios maya Itzam, dará su rostro a su reinado. Se le sentirá tres veces en tres años, y cuando se cierre la décima generación. Semejantes a las de palmera serán sus hojas. Semejante al de la palmera será su olor. Su cielo estará cargado de rayos. Sin lluvias chorreará el pan del Katún, del Trece Ahau Katún. Multitud de lunares son la carga del Katún. Se perderán los hombres y se perderán los dioses. Cinco días será mordido el Sol, y será visto. Esta es la carga del Trece Ahau Katún.

En relación con la medida del tiempo, también encontramos el siguiente fragmento del Chilam Balam.

Libro del mes

Así explicó el antiguo sabio Mexchise, el antiguo Gran Profeta, Napuc tun, Gran Sacerdote, y así cantó que, cuando no había despertado el mundo antiguamente, nació el Mes y empezó a caminar solo.
Y dijo su abuela, y dijo su tía, y dijo la madre de su padre, y dijo su cuñada:
-¿Por qué se dijo que íbamos a ver gente en el camino?
Así decían mientras caminaban. Era que no había gentes antiguamente.
Y entonces llegaron al oriente. Y dijeron:
-Alquien ha pasado por aquí. He allí las huellas de sus pies.
«Mide tu pie», dicen que dijo la Señora del mundo. Y que fue y midió su pie Dios el Verbo. Este es el origen de que se diga Xoc-lah-cab, oc-lae, lah-ca-oc. Este dicho se inventó porque Oxl-ahun-oc (el de los trece pies), sucedió que emparejó sus pies.
Y partieron del oriente. Y se dijo el nombre de los días, que todavía no tenían nombre, antiguamente.
Y caminó con la madre de su padre, y con su tía y con la madre de su madre, y con su cuñada.
Nacido el Mes, creó el que se llama Día y creó el cielo y la tierra, por escala: agua, tierra, piedras, árboles.
Y creó las cosas del mar y de la tierra.
En el Uno Chúen sacó de sí mismo su divinidad e hizo el cielo y la tierra.
En el Dos Eb hizo la primera escalera, para que Dios bajara en medio del cielo y en medio del agua. No había tierra, ni piedra, ni árboles.
En el Tres Men hizo todas las cosas, la muchedumbre de las cosas; las cosas de los cielos y las cosas del mar y de la tierra.
En el Cuatro Ix sucedió que se inclinaron uno sobre el otro el cielo y la tierra.
En el Cinco Men sucedió que empezó a trabajar todo.
En el Seis Cib sucedió que hizo la primera candela y así fue que se hizo luz donde no había Sol ni Luna.
En el Siete Aban (Caban) nació la primera tierra, allí donde no la había para nosotros antiguamente.
En el Ocho Edznab afirmó sus manos y sus pies y los clavó sobre la tierra.
En el Nueve Cauac se ensayó por primera vez el infierno.
En el Diez Ahau sucedió que se fueron los hombres malos al infierno, porque todavía no se veía a Dios el Verbo.
En el Once Ix (Imix) sucedió que hizo las piedras y los Arboles. Eso hizo.
En el día Doce Ik sucedió que creó el viento. Y esta es la causa de que se llame Ik (espíritu); porque no hay muerte dentro de él.
En el Trece Akal sucedió que tomó agua y mojó tierra y labró el cuerpo del hombre.
En el Uno Kan sucedió que se rompió su ánimo por lo malo que había creado.
En el Dos Chicchan sucedió que apareció lo malo y se vio dentro de los ojos de la gente.
En el Tres Cimil (Cimi) fue la invención de la muerte. Sucedió que inventó la primera muerte Dios Nuestro Padre.
En el Cinco Lamat inventó el gran sumidero de la gran laguna del mar.
En el Seis Muluc sucedió que fueron llenados de tierra todos los valles, cuando no había despertado el mundo. Y sucedió que entró falsa voz de Nuestro Padre Dios en todos ellos, cuando no había voz del cielo, ni había piedras ni árboles, antiguamente.
Y entonces fueron a probarse unos a otros (los días). Y dijeron así:
-Trece… Y siete en un grupo.
Esto dijeron para que saliera su voz al que no la tuviera, cuando el Primer Dios, el Sol, les preguntara su origen. No se les había abierto el instrumento de su voz para que pudieran hablarse unos a otros. Y se fueron en medio del cielo y se tomaron de las manos para unirse unos con otros. Y entonces se dijo en medio de la tierra: «¡Sean abiertos!». Y se abrieron los Cuatro Ah-Toc, que son cuatro.
Cuatro Chic-chan Ah-Toc
Cuatro Oc Ah-Toc
Cuatro Men Ah-Toc
Cuatro Ahau Ah-Toc

Los Ahau son Cuatro.
Ocho Muluc Cinco Cauac
Nueve Oc Seis Ahau
Diez Chuen Siete Imix
Once Eb Ocho Ik
Doce Men Nueve Akbal
Trece Ix Diez Kan
Uno Men-(Ben) Once Chichan
Dos Cib Doce Cimi
Tres Aban Trece Manik
Cuatro Edznab Uno Lamat

Con ellos fue creado el mes (Uinal), cuando despertó la tierra, y cuando fueron creados el cielo y la tierra, y los árboles y las piedras. Todo fue creado por Nuestro Padre Dios, y por su Palabra; allí donde no había cielos ni tierra estaba su Divinidad, que se hizo una nube sola por sí misma, y creó el universo. Y estremeció los cielos su divino y grande poder y majestad.
La relación de los días, día por día, debe leerse empezando por el oriente, según el orden en que está.

Libros del Chilam Balam recogen también interesantes relatos de contenido profético. Las profecías se refieren en su mayor parte al retorno del dios Kukulcan, el Quetzalcoatl azteca, pero posteriormente, con la llegada de los españoles, fueron modificadas para que las predicciones coincidieran con la llegada de los conquistadores. Ya hemos indicado al principio de este apartado dedicado a Libros del Chilam Balam que también los aztecas anunciaron la llegada de Quetzalcoatl, pero mientras que Moctezuma confundió a Hernán Cortés con ese dios, los mayas simplemente consideraron a los españoles como simples extranjeros. A continuación incluimos fragmentos de esas profecías:

Libro de las profecías

Estas palabras compuestas aquí son para ser dichas al oído de los que no tienen padre y de los que no tienen casa. Estas palabras deben ser escondidas, como se esconde la Joya de la Piedra Preciosa.
Son las que dicen que vendrán a entrar el cristianismo, a Tancáh de Mayapán y a Chichén Itzá, y será arrollado Suhuyuá, y será arrollado el Itzá. Despertará la tierra por el oriente, por el norte, por el poniente y por el sur.
Venido de la boca de Dios es, y lo manifiestan cinco sacerdotes. Sacerdotes Adoradores, llegados a la presencia de Dios. Ellos profetizaron la carga de la amargura para cuando venga a entrar el cristianismo.
He aquí sus nombres escritos:
Chilam-Balam, Gran Sacerdote.
Napuc-tun, Gran Sacerdote.
Nahau-Pech, Gran Sacerdote.
Ah Kuil-Chel, Gran Sacerdote.
Natzin-yabun-chan, Gran Sacerdote.
Estos Hombres de Dios, doblando su espalda sobre la tierra virgen, manifestaron la carga de las penas, en presencia de Dios Nuestro Padre, para cuando venga a entrar el cristianismo. Vómitos de sangre, pestes, sequías, años de langosta, viruelas, la carga de la miseria, el pleito del diablo. En el cielo habrá círculos blancos y arderá la tierra, dentro del Tres Ahau Katún y el Uno Ahau Katún y los tres katunes malos.
Así fue escrito por el Profeta y Evangelista Balam, lo que vino de la boca del Señor del cielo y de la tierra.
Y lo pusieron los sacerdotes en escritura sagrada, en el tiempo de los Grandes Soles, en Lahun Chablé.
Dentro del cristianismo llegarán Saúl y don Antonio Martínez, para que los hijos de sus hijos reciban justicia. Y entonces despertará la tierra.
Así está escrito, por mandato del Gran Sacerdote y Profeta Chilam Balam, por el que habla. -Amén. -Jesús.

La interpretación histórica de Yucatán

Profecía del Sacerdote Napuc Tun
Arderá la tierra y habrá círculos blancos en el cielo. Chorreará la amargura, mientras la abundancia se sume. Arderá la tierra y arderá la guerra de opresión. La época se hundirá entre graves trabajos. Cómo será, ya será visto. Será el tiempo del dolor, del llanto y la miseria. Es lo que está por Venir.

Profecía de Ah Kuil Chel, Sacerdote
Lo que se desentraña de este Katún, Padre, entendedlo así, ya está viniendo. No será arrollada otra vez la estera del Katún, Padre, cuando ya vendrá en gran demasía el peso del dolor. Vendrá del norte, vendrá del poniente. En los días que vamos a tener, ¿qué Sacerdote, qué Profeta dirá rectamente la voz de las Escrituras?
Padre, dentro del Noveno Ahau -entendedlo así todos los que pobláis esta tierra- todas las almas selladas de grandes y feos pecados.
«¡Ay, dulce era el poderoso tiempo que pasó!» dirán llorando los Señores de esta tierra: «¡Entristeced vuestros espíritus, Itzaes!»

Profecía de Nahau Pech, Gran Sacerdote
En los días que vienen, cuando se detenga el tiempo, Padre; cuando haya entrado en su señorío el Cuarto Katún, se acercará el verdadero conductor del día de Dios. Por esto se amarga lo que os digo, Padre, hermanos del mismo vientre; porque el que os visitará, Itzaes, viene para ser el Señor de esta tierra cuando llegue.
Esto viene de la boca de Nahau Pech, Sacerdote. En tiempo del Cuatro Ahau Katún, Padre, como hormigas irán los hombres detrás de su sustento; porque como fieras del monte estarán hambrientos, y como gavilanes estarán hambrientos, y comerán hormigas y tordos, y grajos, y cuervos, y ratas.

Profecía de Natzin Yabun Chan, quien desde antiguamente dijo:
El verdadero Dios [Hahai Ku, «Verdadera-Deidad»] de esta tierra, el que esperáis que aparezca, Padre, vendrá traído en hombros de dolorosos días. Dad meditación en vuestro entendimiento a su palabra, y la debida cordura. Vuestras almas la recibirán verdaderamente.
¡Hastiados de lo que adoráis, Itzaes! ¡Olvidad vuestros caducos dioses, todos vuestros dioses perecederos! Existe el Poderoso Señor, creador del cielo y de la tierra.
Duele a vuestro espíritu que os lo diga, Itzaes de los mayas. No queréis oír que existe Dios. Creéis que lo que adoráis es verdadero. Creed ya en estas palabras que os predico.

Profecía de Chilam Balam, que era Cantor, en la antigua Maní.
1. En el Trece Ahau, en las postrimerías del Katún, será arrollado, el Itzá y rodará Tancáh, Padre.
2. En señal del único Dios [Hunab Ku, «Unica-deidad»] de lo alto, llegará el Árbol sagrado [Uaom Ché, madero-enhiesto], manifestándose a todos para que sea iluminado el mundo, Padre.
3. Tiempo hará de que la Conjuramentación esté sumida, tiempo hará de que esté sumido lo Oculto, cuando vengan trayendo la señal futura los hombres del Sol [Ah Kines, «Sacerdotes-del culto-solar»], Padre.
4. A un grito de distancia, a una medida de distancia, vendrán y ya veréis el faisán que sobresale por encima del Árbol de Vida [Uaom Ché, madero-enhiesto].
5. Despertará la tierra por el norte y por el poniente. Itzam despertará.
6. Muy cerca viene vuestro Padre, Itzaes; viene vuestro hermano, Ah tan-tunes.
7. Recibid a vuestros huéspedes que tienen barba y son de las tierras del oriente, conductores de la señal de Dios, Padre.
8. Buena y sabia es la palabra de Dios que viene a vosotros. Viene el día de vuestra vida. No lo perdáis aquí en el mundo, Padre.
9. «Tú eres el único Dios que nos creaste»: así será la bondadosa palabra de Dios, Padre, del Maestro de nuestras almas. El que la recibiere con toda su fe, al cielo tras él irá.
10. Pero es el principio de los hombres del Segundo Tiempo.
11. Cuando levanten su señal en alto, cuando la levanten con el Árbol de Vida, todo cambiará de un golpe. Y aparecerá el sucesor del primer árbol de la tierra, y será manifiesto el cambio para todos.
12. El Signo del único Dios de arriba [Hunab Ku], ése habréis de adorar, Itzaes. Adorad el nuevo signo de los cielos, adoradlo con voluntad entera, adorad al verdadero Dios que es éste, Padre.
13. Meted en vosotros la palabra de Dios Único, Padre.
14. Del cielo viene el que derrama la palabra para vosotros, para vivificar vuestro espíritu, Itzaes.
15. Amanecerá para aquellos que crean, dentro del Katún que sigue, Padre.
16. Y ya entra en la noche mi palabra. Yo, que soy Chilam Balam, he explicado la palabra de Dios sobre el mundo, para que la oiga toda la gran comarca de esta tierra, Padre. Es la palabra de Dios, Señor del cielo y de la tierra.

Buena es la palabra de arriba, Padre. Entra su reino, entra en nuestras almas el verdadero Dios; pero abren allí sus lazos, Padre, los grandes cachorros que se beben a los hermanos esclavos de la tierra. Marchita está la vida y muerto el corazón de sus flores, y los que meten su jícara hasta el fondo, los que lo estiran todo hasta romperlo, dañan y chupan las flores de los otros. Falsos son sus Reyes, tiranos en sus tronos, avarientos de sus flores. De gente nueva es su lengua, nuevas sus sillas, sus jícaras, sus sombreros; ¡golpeadores de día, afrentadores de noche, magulladores del mundo! Torcida es su garganta, entrecerrados sus ojos; floja es la boca del Rey de su tierra, Padre, el que ahora ya se hace sentir.
No hay verdad en las palabras de los extranjeros. Los hijos de las grandes casas desiertas, los hijos de los grandes hombres de las casas despobladas, dirán que es cierto que vinieron ellos aquí, Padre.
¿Qué Profeta, qué Sacerdote, será el que rectamente interprete las palabras de estas Escrituras?