la piedra de toque

LA PIEDRA DE TOQUE
O
PRINCIPIOS DE LOS FILOSOFOS

que deben servir de regla para la obra

I
La naturaleza ha dejado algunos seres imperfectos, ya que no ha formado la piedra, sino tan sólo su materia que, en verdad, no puede hacer lo que hace la piedra después de su preparación porque se encuentra impedida por obstáculos accidentales.
II
La sustancia que se busca es la misma cosa que aquella de donde se la debe sacar.
III
Esta identidad es específica, es decir, no existe más que en relación a la especie; no es particular o numérica.
IV
De la unidad sacad el numero ternario y volved el número ternario a la unidad.
V
Toda cosa seca bebe su húmedo.
VI
no hay más agua permanente que aquella que es seca y que se adhiere a los cuerpos, de modo que si esta huye, los cuerpos huyen con ella y esta les sigue si ellos huyen.
VII
quienquiera que ignore el medio de destruir los cuerpos ignora también el medio de producirlos.
VIII
todas las cosas que se resuelven por el calor se coagulan con el frio y reciprocamente.
IX
la Naturaleza se regocija en su naturaleza, la Naturaleza mejora la naturaleza y la lleva a su perfección.
X
es necesario para la conservación del universo, que cada cosa desee y pida la perpetuidad de su especie.
XI
en las producciones fisicas perfectas, los efectos son semejantes y conformes a la causa particular que los produce.
XII
no es posible que se haga ninguna generación sin corrupción y en nuestra obra la corrupción y la generación son imposibles sin el cielo filosofico.
XIII
a menos de intervenir en el orden de la Naturaleza, no engendraréis el oro a menos que previamente no haya sido plata.
XIV
la solución de los cuerpos es la misma cosa que su congelación, si solo se considera el menstruo y el momento de la solución.
XV
si habéis disipado y perdido el verdor del mercurio y el rubor del azufre, habéis perdido el alma de la Piedra.
XVI
en nuestra obra no entra nada extraño; no admite y no recibe nada que venga de otra parte.
XVII
las soluciones filosoficas evitan al cuerpo disuelto sus impurezas naturales, que no pueden ser hechas sensibles por ningun otro camino.
XVIII
todo agente exige una materia preparada; por esta razón un hombre no puede engendrar con una mujer muerta.
XIX
en la obra la hembra disuelve al macho y el macho coagula a la hembra.
XX
el mercurio de los filósofos es su compuesto muy secreto, o su Adán, que lleva y esconde en su cuerpo a Eva su mujer, la cual es invisible; pero cuando llega del blanco, esta se vuelve macho.
XXI
los filósofos han dicho sabiamente que el mercurio encierra todo lo que hace el objeto de la busqueda de los sabios.
XXII
que vuestro calor sea continuo, vaporoso, digerente, circundante y que sea traido a traves de un medio.
XXIII
tened cuidado con el orden en que aparezcan los colores críticos, que el uno no adelante al otro y que cada cual se presente a su vez.
XXIV
estos colores críticos son cuatro: el negro y el blanco, el citrino y el rojo perfecto. Algunos filosófos les han dado el nombre de elementos.
XXV
si el color blanco precede al negro habéis fallado en el régimen del fuego y si el rojo aparece antes del citrino, es un indicio de una sequedad excesiva de la materia.
XXVI
tened el mayor cuidado de que la negrura no aparezca dos veces: cuando los cuervecillos se han ido volando una vez de su nido, no deben entrar más allí.
XXVII
tened también cuidado con que no se rompa la cascara del huevo, que no se agriete, que no deje pasar el aire; sin lo cual no harías nada de bueno.
XXVIII
el fermento no está compuesto más que de su propia pasta; así no mezcareis el blanco con el rojo, ni el rojo con el blanco.
XXIX
si no teñís el mercurio, no teñirá.
XXX
es preciso que los cuerpos o metales inferiores que se quieren transmutar en oro o en plata por la proyección, estén vivos y animados.
XXXI
cuanto más perfectos sean los cuerpos, más recibirán y se cargarán de tintura.
XXXII
si la piedra no ha sido fermentada por lo menos dos veces, no podrá dominar o subyugar el mercurio de los cuerpos y cambiarlo en su naturaleza.
XXXIII
si se emplea demasiada tintura en la proyección, el cuerpo inferior tomará demasiada fijeza y no podrá entrar en fusión; si hay demasiado poca, solo se teñirá debilmente.
XXXIV
nuestra piedra, antes de ser capaz de teñir los metales, expulsa las enfermedades de su género, proporcionadas al grado de perfección que ha adquirido.
XXXV
Cuando ha llegado a una blancura fija y permanente, cura las enfermedades lunares y cuando está roja, las enfermedades solares. Pero esté preparada de una u otra forma, las enfermedades astrales se le resisten, porque están absolutamente sometidas a la fatalidad.
XXXVI
los sabios alejando a los profanos no admitirán más que a los elegidos en sus misterios sagrados; una vez posean este raro presente de la sabiduría divina, darán gracias al Ser Supremo, y se colocarán todos bajo el estandarte de Harpócrates.