Retazo (diversas fuentes)-52

ALQUIMIA, su simbolismo

A partir de este número de la Revista, comenzaremos, mediante entregas mensuales, la publicación del libro: EL HOMBRE: POTENCIA ALQUIMICA. El proceso de convertir Plomo en Oro. El desarrollo de la energía y la fuerza interior.

CAPITULO UNO: Alquimia, su simbolismo

En diversos libros se utiliza el término “Alquimia”. Éste, nos evoca de inmediato a la más científica de las operaciones medievales: el proceso de convertir Plomo en Oro.
La Alquimia era una ciencia. Un gran árbol del cual nació una rama que se transformó luego en la química actual.
Muchas personas creen, equivocadamente, que de ese árbol de la ciencia alquímica quedó únicamente esta rama: la química. La verdad es que el árbol alquímico sigue en pie, y proyecta su hermoso follaje protector, junto a sus mejores frutos.
Esta ciencia alquímica fue desarrollada intensamente por los antiguos Alquimistas de la Edad Media. Ellos sabían que todos los metales poseían una estructura básica modificable, y que en consecuencia podían ser transformados unos en otros. Su obsesión en realidad era más amplia: buscaban transformar lo inferior en algo superior.
Se dice que pretendían transmutar el Plomo en Oro, también se dice que buscaban encontrar el elixir de la larga vida y de la eterna juventud.
Es que en sus escritos aparecían repetidas referencias al “Oro Alquímico”, el cual decían, era el resultado final de lentas operaciones efectuadas en el laboratorio alquímico. Explicaban que para realizar el proceso se necesitaba un Athanor, un Fuego especial y la Piedra filosofal. El resultado era la Transmutación del Plomo en Oro.
Muchas personas, se burlaban de sus esfuerzos, otras, en su avaricia, esperaban en vano ver materializarse el “Oro”, que los sacaría de su pobreza para convertirlos en ricos.
Otros afirmaban que detrás de estas investigaciones se encontraba un proceso iniciático, en el cual la palabra “alquimia” hacía referencia a la Gran Obra Hermética.
Que esa alquimia era la faz concreta, material; la aplicación de los grandes conocimientos herméticos. Se trataba en consecuencia de un “arte real”.
Por esto la Alquimia, afirmaban, no era una de las armas del esoterismo, era su llave maestra o su Piedra Angular.
Pero detengamos un segundo nuestra lectura, y reconozcamos que es difícil creer que detrás de tantas palabras extrañas, sin sentido, pueda existir un profundo conocimiento. Son palabras que carecen de significado práctico para nosotros. Nos parece casi inútil seguir indagando.
Entonces podríamos, como otros muchos lo hicieron en la antigüedad, burlarnos de los alquímicos y de su obra.
La burla nos alejaría del estudio de la Alquimia. Eso era lo que buscaban estos grandes sabios: alejar al que no estaba listo para conocer.
Buscaban ocultar el conocimiento. Algo aparentemente contradictorio, pues sabemos que los sabios buscan divulgarlo, sabemos que es una tradición poner el nombre del descubridor al nuevo descubrimiento.
Pero en la Alquimia, nadie le daba la paternidad a los descubrimientos. No había nombres para identificar al nuevo conocimiento. La excepción era Hermes Trismegisto, del cual deriva la palabra hermético, utilizada como sinónimos de secreto. No había “descubrimientos” a divulgar a la sociedad, sino todo lo contrario se “cubría”, se tapaba lo que se encontraba.
Los alquimistas nunca dijeron en forma directa qué buscaban, ni lo que encontraron.
Sabían que existía en el conocimiento Alquímico un gran poder, y como todo poder temían que si caía en manos de personas carentes de una integridad personal, podía dañar en vez de ayudar. Buscaban evitar el abuso de los impuros y proteger sus prácticas. Evitar en definitiva que llegara a las malas personas. Pero, no solo temían a éstas, entendían que también era necesario proteger los enseñamientos secretos de la compresión del vulgo, que también podían usarlos indebidamente.
Afirmaban: “Aurum nostrum nom est aurum vulgi” (Nuestro oro no es del vulgo).
Por esta razón las fórmulas originales fueron ocultadas en un lenguaje simbólico, críptico, a fin de protegerlas.
De este modo encriptado el conocimiento mediante ese lenguaje, lo dijeron, lo escribieron, lo comunicaron, lo transmitieron. Este era el lenguaje metafísico por excelencia, pues además tenía otra ventaja, permitía utilizar el pensamiento analógico. Sabían que los símbolos, dada su capacidad mediadora entre el mundo sensible y el intelectual, permitían comunicar un conocimiento a distintos niveles de comprensión al mismo tiempo.

EL “PARA QUE” DE LA GRAN OBRA: EL SOL RADIANTE

Los tiempos han cambiado, y estamos en una época donde el conocimiento secreto, se ha hecho público. Ya no es factible esconderlo de las manos carentes de una integridad personal, y vemos a diario como personas sin formación pueden leerlo libremente.
El desafío ahora es otro, no ya buscar símbolos cada vez más sofisticados para ocultarlo, sino develar el conocimiento, ponerlo en las manos de las personas de buen corazón, que buscan el bienestar general.
El Oro, esa sustancia que se encuentra en las profundidades de la tierra, tiene ahora que actuar como un Sol, para irradiar luz donde haya oscuridad, calor donde exista el frío. De este modo las personas usarán el conocimiento tanto para su crecimiento personal, como para servir a otros.
En un mundo cargado de malvados, dispuestos a robar a aquellos que se encuentran en el camino de su viaje interior hacia su propia Tierra Santa, necesitamos nuevos “cruzados”. No se trata de preparar las almas de los hombres para la vida eterna; eso es incumbencia de la Religión. El “religare” del hombre con Dios es su territorio.
El desafío alquímico consiste en la Transmutación del hombre durante esta vida con la finalidad manifiesta de irradiar la luz de su nuevo ser en este mundo. Por ello la Alquimia es un proceso de Transmutación complementario a las indicaciones de pureza espiritual propuestas por Cristo.
El “para qué” de la Alquimia, su objetivo, su meta, es entonces convertirse en un Sol Radiante.

EL MARCO DE REFERENCIA

Para definir el marco de referencia dentro del cual avanzaremos en el conocimiento y antes de adentrarnos en los símbolos básicos digamos entonces que: la Alquimia es el proceso de la Transmutación del ser humano en algo más perfecto, por la exploración y desarrollo del potencial contenido en su naturaleza, y con el fin de manifestar ese poder transformador en este mundo, como expresión de amor a la humanidad.

EL ENORME PODER

Este conocimiento alquímico comprende un saber teórico, asimilable por nuestra mente conciente, y un saber vivencial, que llegando directamente a nuestra alma, enciende el Fuego interior. Se trata de moverse en dos direcciones al mismo tiempo: una en sentido horizontal, dentro de este mundo terreno, esa será apoyada en el saber teórico y nuestra aliada será nuestra mente consciente.
La otra dirección será en sentido vertical, buscando la conexión de lo terreno con lo superior, nuestros aliados se encuentran en los niveles más profundos de nuestro ser.
Nos dirigiremos primeramente a nuestra mente consciente para que nos permita ingresar a esos niveles más profundos de nuestro ser. De ese modo, podremos ponernos en contacto con nuestra gran fuerza interior, y desde allí, empezar nuestra Transmutación.
En eso consiste la Gran Obra: transmutarnos. A partir de ahora cada vez que usemos el término “la Gran Obra”, estaremos haciendo referencia al trabajo Alquímico, el trabajo de transformación interior, algo totalmente vivencial con un tremendo poder.
Pero, ¿por qué tanta insistencia en un “tremendo poder”?.
Es que sin él no podríamos concretar un objetivo a alcanzar tan inmenso, tan difícil.
No se trata ya de transformar lo externo, de transformar a los otros: a la familia, a los amigos, al mundo entero.
Se trata de que tú te transformes. Tú eres aquello que debe cambiar, para que el mundo cambie.
¿Cómo podrías encarar la Transmutación de lo más difícil, tú mismo, sin tener a tu disposición un poder tremendo?.
Algunos creyeron que ese poder tremendo se encontraba en el conocimiento teórico, en el SABER: buscaban la Piedra filosofal.
En la Gran Obra el conocimiento teórico es un elemento imprescindible de la Transmutación alquímica. ¿Cómo podríamos encarar la Gran Obra sin saber cuáles son las “reglas del arte”?. Pero no es un elemento suficiente. El conocimiento teórico es un requisito previo para entender la Gran Obra, y no el fin del camino.
Desde el siglo pasado, los nuevos enfoques de la psicología Jungiana, como así también de otros estudios volcados en infinidad de libros, hizo posible que a nivel teórico este conocimiento se divulgara masivamente, fragmentado, y muchas veces distorsionado. El conocimiento estaba limitado por el propio marco de referencia de cada autor, que buscaba hacer coincidir el conocimiento Alquímico con sus teorías. Construían de ese modo verdaderos lechos de Procustro, en los cuales si la persona que se acostaba era más larga que la cama, no se buscaba cambiar la cama, sino cortarle las extremidades a la persona. Así hicieron con el conocimiento Alquímico, le cortaron las partes que no coincidían con sus teorías, lo fragmentaron, lo dejaron reducido a una expresión sin vida.
Existen así, infinidad de personas en grado de recitar casi de memoria este conocimiento parcial. Lo tienen en la mente, en su memoria, pero nunca se han permitido llevarlo a la profundidad de su ser y de ese modo comenzar a vivir la Alquimia, sentir el inmenso poder. Algunos de ellos encontraron la Piedra filosofal, pero en vez de utilizarla para realizar la Gran Obra, se limitaron a adorarla como un nuevo Dios.
Otros creyeron, en su vanidad, que el tremendo Poder consistía en poseer el Oro, convertirse en “Oro”. Algunos obtuvieron ese “Oro”, pero careciendo de un “para qué” lo habían materializado, se limitaron a convertirse en Pavos Reales que mostraban sus hermosas plumas para su propio placer.
Otros consideraron que el Tremendo Poder residía en el Athanor, por esto enfocaron su trabajo principal en preparar del mejor modo posible el Athanor, o sea el horno alquímico, nuestro ser. Fracasaron también ellos. ¿Para qué sirve un Athanor sin Fuego que lo alimente?.
Finalmente unas palabras para aquellos que se dedicaron a adorar el Fuego interior. Creyeron, que éste era la clave. Desarrollaron infinidad de técnicas para incrementar ese Fuego. Pensaban que por sí sola esta llama iba a transformarlos, a purificarlos. Y así aplicaron el Fuego interior a un Athanor en mal estado de funcionamiento, sin darse cuenta que podía destruirlos. Por supuesto que se quemaron junto a su propia obra.
El Fuego interior es imprescindible, sin él no hay posibilidad de realizar la Gran Obra. Este Fuego deberá entonces encenderse y desarrollarse sin perder de vista en ningún momento los demás elementos básicos que la componen y lo convierten en un verdadero Sistema Transmutador.
Daremos, todas las indicaciones posibles para que, a medida que se absorba el conocimiento de la Piedra Filosofal, y se vaya construyendo el Athanor, se encienda el Fuego interior. Podrá iniciarse así la Transmutación y la Gran Obra estará en marcha. Las otras indicaciones, las que únicamente pueden ser dadas en una relación personal directa, las daremos en encuentros vivenciales a los aspirantes a Alquimistas.

SIMBOLOS BÁSICOS

Para dejar de ver a la ciencia Alquímica como un conjunto de símbolos metafísicos y abstractos es que nos adentramos en los siguientes capítulos en el conocimiento del hombre: potencia alquímica. Para ello analizaremos los símbolos básicos, o sea los actores que intervienen en la Gran Obra. Ellos son:
– Plomo
– Oro
– Transmutación
– Athanor
– Fuego
– Piedra filosofal
Estos símbolos, forman los elementos de un gran sistema. Esto implica que la falta de uno de ellos impide el funcionamiento del proceso. Tengamos siempre presente que se trata de un Sistema Transmutador, donde todos los elementos trabajan en conjunto para provocar un efecto sinérgico

3 comentarios

  • Crow

    ALQUIMIA, del plomo al oro

    EL PLOMO: EL HOMBRE DORMIDO
    Este hombre es Plomo, aunque esté rodeado de oro terrenal.

    Comencemos por el Plomo. Cuando los Alquimistas hablaban del plomo, estaban simbolizando al hombre, en su estado no evolucionado, al hombre dormido.
    Pero, si existe un hombre dormido, ¿en qué consiste llegar a ser un hombre despierto?.

    EL HOMBRE COMO POTENCIALIDAD
    Antes de nacer el hombre es una potencialidad, con capacidad de imponerse a un ser. Nace entonces como una potencia con capacidad de ser. En el origen no existe un ser, ni un poder. El ser es algo que viene después: el ser humano es el resultado de la potencia que contiene.
    Cuando ese hombre se transmuta partiendo del Plomo en Oro, ha realizado su potencialidad. Se ha convertido en aquello que “podía” ser.
    Para lograrlo deberá reconocerse como Plomo, un metal inferior, vil, sin ningún valor. Si lo hace, ha dado el primer paso, a veces el más difícil, de la transmutación alquímica.
    Esto implica quitarse todas las apariencias que lo hacen aparecer como “dorado” ante sí y ante los demás, y asumir que la vida la está viviendo a un nivel inferior. Implica que ahora sabe la existencia de un metal muy superior, en el cual le gustaría convertirse: “el oro”.
    Se dice entonces que ha despertado, se ha convertido en Discípulo Alquímico.
    Mientras siga dormido, este hombre será uno de tantos que hace las cosas sin cuestionarse. Un hombre que trabaja en lo que trabaja, vive donde vive, está con la gente que está. Un hombre que sigue haciendo su vida normal sin grandes preguntas, ni dudas.

    CARACTERISTICAS DEL HOMBRE DORMIDO
    Su condición de “dormido” le impide ver sus limitaciones. Éstas se manifiestan tanto en los fines que percibe como deseables, como en los medios que utiliza para lograrlos, y finalmente en el conocimiento y dominio que llega a poseer del verdadero mundo. No sólo del mundo exterior, sino del más complejo: de su mundo interior.

    Haremos a continuación algunos comentarios someros sobre ciertas áreas, pues su análisis profundo corresponderá a la etapa del despertar y de la transmutación.
    Veremos ahora:
    · Constitución físico-energética
    · Mundo de Dualidad: muralla del paraíso
    · Objetivos Terrenales
    · Conocimiento del universo
    · Conocimiento de su mundo interior
    · Creación del Fuego
    · Focalización
    · Nivel de actuación
    · Finalidad Superior

    CONSTITUCIÓN FÍSICO-ENERGÉTICA
    Respecto a su constitución físico-energética creerá ser únicamente aquello que está contenido dentro de su cuerpo. Creerá que su cuerpo termina en los límites externos de su piel. Si bien en ciertos momentos percibirá su campo energético y el de los otros, buscará explicaciones racionales para negarlo, o directamente ignorará esta percepción.
    Puede conocer mucho de su cuerpo físico, pero hasta que despierte no sabrá quizás nada de sus otros cuerpos, y la relación y consecuencias que provocan sobre el cuerpo físico. Todos sabemos que un simple dolor de muelas cambia toda nuestra percepción del mundo y nuestra capacidad de pensar claramente. Conocemos, en consecuencia, nuestra enorme dependencia respecto a nuestro cuerpo físico. El hombre dormido desconoce que sus otros cuerpos también lo afectan en igual o mayor medida.

    MUNDO DE DUALIDAD: LA MURALLA DEL PARAÍSO
    Nicolás de Cusa, describió la “muralla del Paraíso” que esconde a Dios de los ojos humanos como constituida por la “coincidencia de los contrarios”; la puerta está vigilada por “el más alto espíritu de la razón que impide la entrada hasta que ha sido dominado”.
    Dice Heráclito, “…para el Dios, todo es bello, y bueno y justo, los hombres por el contrario tienen unas cosas por justas y otras por injustas…”.
    El hombre dormido vive en el mundo de la dualidad, de este modo percibe una sola parte del mundo real.
    Las parejas de contrarios (ser y no ser, la vida y la muerte, la belleza y la fealdad, el bien y el mal, y todas las otras polaridades) son las rocas que chocan y destruyen al viajero, pero entre las cuales los héroes siempre pasan.
    El hombre dormido chocará siempre contra la pared que lo separa del verdadero mundo, y no podrá en ese estado de su ser superarla.
    Vivirá entre esas “cuatro paredes” de su limitado mundo físico. Ese que puede ser conocido a través de sus sentidos, el mundo “científico”. Hará gran acopio de esa variedad de conocimientos, negará todo aquello que no pueda comprobar de acuerdo al “método científico”.
    Imaginemos que este hombre dormido, es transportado en el tiempo hacia el pasado, y se encuentra en el año 1400. ¿Seguiría creyendo que lo único verdadero es el conocimiento que se puede comprobar con el instrumental y ciencia de esa época?. ¿Aceptaría pacíficamente que es el Sol que se mueve alrededor de la tierra y que el planeta tierra es plano?. Seguramente No.
    Separaría con claridad el “verdadero conocimiento”, del “conocimiento comprobable” o sostenido por la mayoría.
    En este nivel el hombre se cree un ser individual, un cuerpo, un todo completo y cerrado que se basta a sí mismo, sin entender que es parte de un todo integrado. Creerá que aquello que él no quiso en forma directa y se manifestó en su mundo, es fruto de la buena o de la mala suerte. No percibirá que está atrayendo las situaciones de vida que corresponden a su actuación en este mundo.
    Vivirá atrapado en el mundo de las circunstancias.

  • Crow

    ALQUIMIA, del plomo al oro (continuación)

    Habíamos visto, en la revista anterior, que el Hombre Plomo es un hombre dormido; también habíamos anticipado las áreas de análisis que definen a ese modelo de hombre. Ellas son:
    – Constitución físico-energética.
    – Mundo de Dualidad: muralla del paraíso.
    – Objetivos Terrenales.
    – Conocimiento del Universo.
    – Conocimiento de su mundo interior.
    – Creación del Fuego.
    – Focalización.
    – Nivel de actuación.
    – Finalidad Superior.
    Considerando que ya hemos analizado la constitución físico-energética, y el Mundo de Dualidad, veremos ahora las siguientes cinco áreas:

    OBJETIVOS TERRENALES
    Este hombre dormido, limitado por la muralla del paraíso y con un conocimiento fragmentado del universo, buscará, a pesar de todo, dominar al mundo exterior. Pondrá tanta energía en lograrlo que ignorará su mundo interior.
    Se identificará con su mente, con sus emociones y con su cuerpo. En consecuencia tomará como propios los objetivos, los deseos e intereses de estas partes de su ser.
    Su principal objetivo será buscar solamente el “oro vulgar”. Queda así atrapado en la servidumbre del trabajo para la subsistencia, en mejorar su vida material. Ellos dicen: “busquemos primero el “ganarnos la vida”, luego buscaremos la sabiduría”. Muchos nunca alcanzarán la riqueza ni la sabiduría.
    Otros, aquellos que lograron convertirse en millonarios, se encuentran azorados con un mundo árido de soledad y sinsabores.
    Pero que esto no nos confunda, también está dormido aquel que rechaza mejorar su vida material, y que cree que la riqueza es despreciable, y que en la pobreza en sí misma existe alguna virtud. Vivir pobremente, o vivir rodeado de riqueza, no es la clave de la felicidad.
    No perciben que la riqueza es un medio, no un fin en sí mismo.
    No comprenden que “la transmutación alquímica” es la clave para ganarnos “la vida”, en vez de “perderla” tratando de “vivir como se pueda”.

    CONOCIMIENTO DEL UNIVERSO
    Con su visión limitada por efectos de “la muralla del paraíso”, se restringirá al conocimiento de las leyes que rigen al mundo físico, y dentro de ellas sólo a las que tienen relación directa con sus limitados objetivos terrenales. Creyendo únicamente en esas leyes “físicas”, percibirá al mundo a través de sus cinco sentidos. Considerará que es controlado por el dinero y el poder salvaje. Buscará materializar sus logros actuando sobre éste, únicamente en el estado de vigilia y contando para ello solamente con su cuerpo físico, y su mente racional. Este hombre funciona en el plano de las circunstancias, se focalizará en ese nivel, quedando sometido entonces a la ley del Azar, será efecto de causas que ni siquiera conoce, se convertirá “en víctima”, en vez de convertirse en creador de causas para provocar determinados efectos, no llegará a ser su propio Amo.
    Así vivirá en un mundo que no conoce, afectado por leyes que ignora. Tendrá entonces un mapa muy precario y erróneo del verdadero mundo. ¿Cómo podrá conocer y actuar correctamente dentro de un universo que está negando?.

    CONOCIMIENTO DE SU MUNDO INTERIOR
    La mayoría de los hombres dormidos creen que son un cuerpo que piensa, un cuerpo con mente. Los menos creen que son una mente con un cuerpo. El “cogito ergo sum” de Descartes: “Pienso luego existo”.
    Consideran que dedicarse al conocimiento de sí mismos, a su mundo interior, es un objetivo secundario que muchas veces ni intentarán. Argumentarán que el factor tiempo los limitan, que “no tienen tiempo para esas cosas”. Es que están tan atrapados en el engranaje de la vida mecanizada y sujetos a la presión constante de las circunstancias, que no les queda tiempo para hacer un alto, ni el poder de atención necesario para dirigir hacia sí mismos su focalización mental. No han iniciado la aventura hacía el poderoso interior desconocido. No comprenden que la primera meta en el camino evolutivo es el “conocerse a sí mismo”.
    En su interior vivirán lo que se ha llamado la “legión de los yoes”. Un grupo de personas, una verdadera legión de yoes, donde cada uno de ellos toma decisiones por su cuenta, sin considerar a los otros. Como consecuencia sus personalidades no tienen continuidad de actos. ¿Cómo podrían tenerla si cada “yo” sigue su camino?.

    CREACION DEL FUEGO
    El hombre dormido está sometido al instinto sexual, al amor carnal.
    El “principio de constancia” afirma que es inherente al sistema nervioso la tendencia a reducir, o al menos a mantener constante, el monto de excitación presente en él. Muchas teorías psicológicas creyeron que este principio era totalmente aplicable a la excitación sexual. Dedujeron así, equivocadamente, que siempre debía descargarse de esta tensión: era necesario liberarse de la presión que la sexualidad imponía al organismo.
    Así muchos aceptan los ciclos que su sexualidad les impone, sin cuestionarlos, realizando el acto sexual por el placer que les produce. Algunos de ellos, en vez de dominar su sexualidad serán dominados por ella: sentirán un fuego interior que los devora.
    Otros, que no desean soportar la presión de tan fuerte energía, y mal entendieron el concepto de “sublimación”, optarán por apagar definitivamente ese valioso fuego: una vida de castidad lejos de los llamados de la carne.
    Así, la vida sexual del hombre dormido pasa entre el extremo de la maliciosa picardía, el de la simple descarga con fines terapéuticos, el del estudio como un serio problema científico, o el de la negación sexual. Ninguno comprenderá la gran fuente de fuego superior que poseen.

    FOCALIZACIÓN
    Para lograr el éxito en su vida, el hombre debe poder proponerse objetivos, y mantener focalizada su energía en los mismos hasta materializarlos. ¿En qué está focalizado este hombre dormido?. Pondrá el centro de su atención en el mundo exterior. Su centro de gravedad, su energía, se encuentra focalizado en las cosas de todos los días, en los acontecimientos externos siempre presentes. Buscará de estar permanentemente informado, no se distraerá ni un minuto de lo que sucede a su alrededor. En esa Selva que es la vida, un descuido puede provocar que una fiera lo devore para siempre. Queda así el hombre dormido sometido a la ley del miedo. Él no suelta, no quiere dejar la presa, y cree tener razón. Su rol es aquel de defender la vida. Dejar la presa significa exponer la vida a peligros que la amenazan de todas las partes. Cree que a cada instante todo el universo concurre a la destrucción de la vida. El precio a pagar por vivir su vida, es una vigilancia infalible y una voluntad feroz e infatigable.
    Como consecuencia, es incapaz de tomar distancia, de poder ver por arriba de la muralla del paraíso el Orden Superior que rige las aparentes contradicciones de la vida. Así cae víctima de la dualidad, del mundo de las circunstancias que se le impone, carecerá de control de su vida, no podrá transcenderlo. Su felicidad o desdicha diaria dependerá de una buena o mala noticia.
    Queda así sometido a un estado de continua dispersión que fragmenta sus facultades. Se concentra en problemas y desgracias, anticipa todo lo negativo que podría ocurrir, y como su mente gobierna la energía, termina materializando eso en lo que piensa.

  • Crow

    ALQUIMIA, del plomo al oro
    (fin del capítulo 2)

    Habíamos visto, en la revista anterior, que el Hombre Plomo es un hombre dormido, también habíamos anticipado las áreas de análisis que definen a ese modelo de hombre.
    – Constitución físico-energética
    – Mundo de Dualidad: muralla del paraíso
    – Objetivos Terrenales
    – Conocimiento del Universo
    – Conocimiento de su mundo interior
    – Creación del Fuego
    – Focalización
    – Nivel de actuación
    – Finalidad Superior
    Veremos ahora las últimas dos áreas, a fin de completar el perfil del Hombre Plomo.

    NIVEL DE ACTUACIÓN
    El hombre dormido, busca dominar un mundo externo que no entiende, utilizando un cuerpo que no conoce, a pesar de lo cual, y de lo incoherente de la situación, a veces está satisfecho consigo, mientras sigue viviendo en el absurdo. Considera que mantenerse dentro de los límites que le impone su fragmentado mundo, es algo meritorio que lo llena de orgullo.
    Este hombre encerrado en el fastidio, en el trabajo duro, o en la “cultura”, pierde el poder de regir su vida y se convierte en una víctima que no pide ser salvada. Desde este lugar de víctima definitiva e insalvable por falta de deseo, comenzará a expresarse en un tono “quejoso”. Para él “la vida es difícil”, “hay muchos problemas”, “todo se complica”. De este modo, al actuar en un nivel muy bajo de su Ser, sigue creando nuevos problemas para sí mismo.
    Hemos usado el concepto de “niveles”, y conviene aclararlo. Para comprender mejor la imagen de los niveles en los cuales la persona vive, es útil imaginarse al hombre como si fuese una casa con distintos pisos.
    Esta casa, consta de cuatro pisos.
    En la planta baja vive su cuerpo físico, en el primer piso viven sus sentimientos, sus pasiones, y en el segundo piso viven sus pensamientos, su razón, su mente. En el tercer piso vive, aunque él no lo sepa, su ser espiritual.
    Este hombre dormido habitará la mayor parte del tiempo en la planta baja, en el sector de su cuerpo físico. Desde este lugar se planteará las cosas a través de palabras que inician con “yo necesito…”.
    También vivirá parte del día en el primer piso, donde habitan sus sentimientos y sus pasiones. Cuando se encuentre en este nivel dirá “yo deseo, yo siento”.
    El resto de la jornada lo vivirá en el segundo piso, el nivel de su mente. Desde sus ventanas, las que él cree como las más altas de su edificio, observará atentamente el exterior. Podrá ver, desde estas alturas, a lo lejos el gran mundo. Cuando se encuentre en este nivel dirá “yo pienso, yo razono”.
    Desconocerá, hasta que despierte, la existencia del cuarto piso, el nivel de su espíritu.
    Pero, ¿por qué no sube el piso que le falta y accede a su espiritualidad?.
    Para muchos es muy difícil percibir este nivel, pues para hacerlo deberían aumentar sus vibraciones, su nivel de pureza, y como hombres dormidos, es un trabajo sin mayor provecho. Ellos saben o creen saber que están bien donde están.
    No los escucharemos decir “YO SOY”.

    FINALIDAD SUPERIOR
    ¿Cuál es la finalidad superior del hombre dormido?.
    Para la mayoría no existe una finalidad superior. Ellos se limitarán a repetir sin entender su significado “del polvo venimos y al polvo volvemos”. Niegan la posibilidad de trascendencia del Ser. No comprenden que sólo una parte de su Ser, su cuerpo físico, proviene del polvo y al polvo volverá, y que otras partes de su Ser tienen otro destino, allá en lo alto del Cielo.
    Otros, los que intuyen la existencia de algo superior, buscan comportarse en esta vida de acuerdo a determinadas pautas con la intención de acceder a la vida eterna en el Paraíso. Dejan, muchos de ellos, de vivir intensamente en este mundo, para poder tener un mejor lugar en el próximo.
    Un tercer grupo, vive en una dualidad que no los inquieta. De este modo pueden asistir al oficio religioso, y pensar en términos de caridad y amor, para luego vivir el resto de la semana regidos por el egoísmo y los principios materialistas de la economía.

    LA DIRECCIÓN EN LA VIDA
    En este mundo limitado, vive nuestro hombre dormido. Esas son las características que lo definen, lo identifican. Son los obstáculos, las barreras, las paredes y los grilletes que lo tienen sujeto, que le impiden llegar a ser SI MISMO.
    ¿Hacia donde se dirige el hombre dormido en su vida?.
    Esto está expresado muy claramente en el siguiente pasaje del libro “Alicia en el país de las Maravillas”.
    Alicia estaba perdida en el bosque, y entonces encuentra al Gato de Cheshire, apoyado en una rama arriba de un árbol.

    Alicia le pregunta al gato:
    “¿Me podrías indicar, por favor, hacia dónde tengo que ir desde aquí?”.
    “Eso depende de a dónde quieras llegar”, contestó el Gato.
    “A mí no me importa demasiado a dónde… “, empezó a explicar Alicia.
    “En ese caso, da igual hacia a dónde vayas”, interrumpió el Gato.
    “…siempre que llegue a alguna parte”, terminó Alicia a modo de explicación.
    “¡Oh!. Siempre llegarás a alguna parte”, dijo el Gato, “si caminas lo bastante”.

    Esta es la situación del hombre dormido. No siente el llamado de la aventura, no se prepara para el desafío del viaje que lo puede llevar al cambio de su Ser.
    Este hombre dormido, que “no le importa demasiado, o no sabe a dónde ir”, consumirá su vida “caminando lo bastante”, y finalmente llegará a “alguna parte”.
    Pero, ¿es ese “alguna parte” su verdadero objetivo, aquel que le permita realizar su potencialidad?.
    ¿Se despertará ese hombre?, ¿podrá romper los grilletes?, ¿podrá transmutarse y llegar a ser lo que “podría ser”?. ¿O seguirá siendo un Hombre Plomo?.