8 poemas mayas, Jose Emilio Pacheco

1. Himno solar

I

Vengo ante tu tablado a merecer de ti, Señor, tu alegría.

Porque no es malo lo que das.

Lo bueno esta bajo tu mano.

Es buena y redentora tu palabra.

Veo lo malo y lo bueno aquí en la tierra.

Dame tu luz, mi verdadero padre.

Pon en mi pensar y en mi inteligencia mucho entendimiento

a fin de que pueda reverenciarte cada día.

II

Si no es verdad lo que declaro,

lance su flecha contra mi la amante

del Gran Señor del Inframundo.

Que se muera mi madre,

que se muera mi padre,

que se mueran mis animales

si es falsedad lo que relato.

Padre mío,

de verdad te imploro,

hermoso Padre de los cielos.

Grande eres en tu trono en las alturas.

Por eso te reverencio,

Dios único y hermoso.

Tu repartes el bien y el mal sobre la tierra.

Te llamo…

2. La ponzoña del año: los días negros

Los días del llanto y de las cosas malas.

Abierto se halla el inframundo,

libre su dueño.

Bondad no hay:

Solo maldad, lamento y llanto.

Ha pasado un año completo.

Han venido también los veinte días

sin nombre, los dolorosos,

los días de la maldad, los negros días.

Ya no existe la hermosa luz de los ojos

de Hubnaku para sus hijos terrestres.

A todos, hombres y mujeres,

niños y adultos, pobres y ricos,

ignorantes y sabios,

se les miden sus pecados terrestres

en el transcurso de estos días.

Ahaucanes, Ah Kuleles,

Batabes, Nacomes, Chaques,

Chuntanes, Tupiles:

a todos se les miden sus pecados

en estos días.

Porque ha de llegar el tiempo

en que serán el fin del mundo estos días.

Por eso se lleva la cuenta

de todos los pecados humanos,

aquí en la tierra.

Hubnaku los pone en un vaso grande

con el barro de las termitas y las lagrimas

de quienes lloran las maldades

padecidas aquí en la tierra.

Cuando se colme el gran vaso…

3. Recibimiento de la flor

Alegría, cantemos de alegría porque vamos al recibimiento

de la flor. Ríen las muchachas, ríen sus caras, saltan los

corazones en su pecho, entre los senos. ¿Por que ríen?

Porque saben que darán su virginidad a quienes aman.

Canten a la flor. Las acompañarán el Nacom y el gran

Señor Ah Kulel, presentes en el tablado. Canta Ah Kulel:

“Vayamos, vayamos a poner nuestras voluntades ante la

hermosa Virgen y Señora, Suhuy Kaañ, la Flor de las

Muchachas que esta en su alto tablado. También ante la

bella X’ Kanleox, la bella X’Zoot y la bella Señora

Virgen X’ Toot’Much.

Ellas son las que dan el bien a la vida, aquí en la

región, aquí en la sabana, y aquí en toda la tierra a la

redonda. Vayamos pues, muchachas, a dar perfecto goce

aquí en Pitil Piich, Dzilbache.

5. Las antiguas ciudades

Se ha vuelto necesario medir la cuenta de los años y los

katunes transcurridos desde que los hombres grandes

y poderosos habitaron estas ciudades. Ellos alzaron

los muros de las antiguas ciudades que ahora miramos

aquí en la provincia de la Sabana.

Diremos que significan todas esas ciudades esparcidas

sobre la tierra, todos los edificios que hoy

vemos dondequiera posados sobre los cerros. Porque

todos los días miramos en medio de los cielos la

señal de lo que nos fue dicho por los antiguos de

aquí de nuestros pueblos, de aquí de nuestra tierra.

Nuestra intención es verdadera. Queremos leer lo que

hay en la faz del cielo, al entrar la noche desde el

horizonte hasta el meridiano. Asi pues, se

inclina…

6. Nicte: el canto de la flor

Sobre el bosque se ha alzado la bellísima luna. Se

enciende en medio de los cielos y queda suspendida

para alumbrar sobre la tierra el bosque entero.

Dulcemente el aire trae el perfume.

La luna ha llegado a mitad del cielo. Su luz resplandece

sobre todas las cosas. En toda persona buena hay

alegría. Alcanzamos el interior del bosque. Nadie

vera lo que hemos venido a hacer.

Trajimos la flor de la plumería, la flor del chuchum, la

flor del jazmín canino. Trajimos el copal, la caña

rastrera ziit, la concha de la tortuga terrestre,

el nuevo polvo de calcita dura, el nuevo hilo de

algodón, la nueva jícara y el pedernal grande y

fino: la nueva pesa, la nueva tarea de

hilado, el pavo de regalo, las sandalias nuevas:

todo es nuevo.

También son nuevas las bandas que atan nuestras

cabelleras para adornarnos con el nenúfar.

Nuevos el caracol sonoro y la maestra que nos

adiestrara en la ceremonia.

Ya estamos en el corazón del bosque, a orillas de la poza

en la roca. Vinimos a esperar que surja sobre

los árboles la hermosa estrella humeante.

Muchachas, vírgenes: desnúdense, desaten sus cabellos.

Queden como llegaron a este mundo.

7. Canto doliente del huérfano de madre
(baile de golpe en la madera)

Yo era muy pequeño

cuando murió mi madre

y después mi padre.

Ay, Señor.

Solo quedaron mis amigos.

No tengo a nadie

aquí sobre la tierra.

Ay, Señor.

A los dos días

murieron mis amigos.

Ay, me he quedado solo y sin apoyo.

Al día siguiente de quedarme solo

un extraño

me tomo de la mano

para llevarme.

Ay, Señor: cuanto mal,

muchísimo mal,

paso aquí en la tierra.

Tal vez ya nunca cesara mi llanto.

No existen mis parientes.

Estoy solo y errante aquí en la tierra.

Día y noche mis ojos consumen solo lagrimas.

La dureza del mal me desalienta.

Ten compasión, Señor. Acaba

con mi dolor y sufrimiento.

Dame, Señor, la muerte o bien la fuerza

de resistir el mal que me atormenta.

Pobre y solo en la tierra,

tengo que mendigar

de puerta en puerta.

¿Me dará amor el que me vea?

Desnudo y solo, sin hogar ni hoguera,

ten compasión, Señor.

Dame la fuerza

de resistir el mal que me atormenta.

8. Alabanza

Ponte tu mejor ropa.

El día de la dicha ha llegado.

Peina tu larga cabellera.

Ponte tu mas bello vestido.

Calza tus mejores sandalias.

Cuélgate grandes arracadas.

Cubre tu cabeza con la tela mejor.

Que el collar adorne tu hermoso cuello.

Y se llenen de ajorcas tus brazos.

Es necesario que te vean como eres:

la mas bella de todas,

aquí en el pueblo de Zibalche.

Te amo.

Quiero que luzcas de verdad muy hermosa,

parecida a la estrella humeante,

deseada hasta por la luna y las flores del campo.

Blancos y puros son tus vestidos, doncella.

Ven a dar la alegría de tu risa.

Llena tu corazón de bondad.

Alegra a todos los hombres que te aman.

* De El libro de las danzas de los antiguos
** Sobre la traducción de Alfredo Barrera Vázquez