A la caza de los genes de los pueblos indígenas

IBM y National Geographic

A la caza de los genes de los pueblos indígenas

Las implicaciones son importantes.

Cuál es el destino final o intermedio de las muestras genéticas.

Quién usará los resultados y con qué fines.

Cuáles son las artimañas que se utilizarán para convencer a quienes

defiendan su propio patrimonio genético de este nuevo despojo

Según informaciones recientes, el Indigenous Peoples Council on Biocolonialism (Consejo de Pueblos Indígenas sobre Biocolonialismo o IPCB por sus siglas en inglés) ha sonado la alarma contra el lanzamiento de un nuevo proyecto de investigación genética global que tendrá su foco en la colecta del adn de los pueblos indios. (Ya el Grupo etc prepara un informe más detallado para alertar a los pueblos del mundo.) La National Geographic Society (tan popular y aparentemente inocua en su lustrosa revista a todo color sobre geografía, vida y costumbres) y la IBM Corporation (una de las empresas más grandes de la computación a nivel mundial) anunciaron el lanzamiento del Proyecto Genographic y alegaron que su intención es “ayudar a la gente a entender mejor su historia ancestral” y su propósito expreso, dicen, es “entender mejor las rutas migratorias de los ancestros humanos”. El proyecto, financiado por la Waitt Family Foundation, espera colectar cien mil muestras de ADN de pueblos indígenas a nivel mundial, lo que concretaría una suerte de banco genético de los pueblos del mundo en la sede de National Geographic en Washington, DC. La toma de muestras estará coordinada por diez centros regionales de investigación en los cinco continentes. Dado que hay centros en Australia, Brasil, Norteamérica, el sudeste asiático, el África subsahariana y Sudáfrica, ciertamente el proyecto afectará a muchos pueblos originarios.

El IPCB, una organización indígena que confronta asuntos de biopiratería insiste en la gravedad del proyecto y llama a la gente a ejercer un boicot relativo a las computadoras IBM en tanto no se suspenda el proyecto. Hace doce años, en 1993, el IPCB fue el primero en denunciar el Proyecto Diversidad del Genoma Humano o HGDP, por sus siglas en inglés, proyecto tan cargado de problemas éticos y científicos que fracasó en su intento por lograr el respaldo de la National Science Foundation, o la propia Unesco. Debra Harry, perteneciente al pueblo paiute del norte y directora ejecutiva del IPCB, afirma que este nuevo proyecto guarda similitudes con el Proyecto Genoma Humano y añade: “Es una pesadilla recurrente. Es esencialmente el mismo proyecto que derrotamos hace algunos años. Algunos de los actores son diferentes, pero otros son los mismos. Siendo el fundador del HGDP uno de los miembros del comité consultivo del nuevo proyecto, no puedo sino pensar que se trata de una reiteración”.

Por su parte, la investigadora del Grupo ETC, Hope Shand, dice con ironía: “El mentado proyecto es ‘el vampiro ataca de nuevo’, pero sus implicaciones son más serias que las del HGDP (el anterior proyecto sobre el genoma humano) porque el dinero con que se financia proviene de los profundos y repletos bolsillos de algunas instituciones privadas, y sin que las comunidades muestreadas, o la sociedad civil internacional, tengan hasta ahora la posibilidad de llamarlas a cuentas”.

Como siempre, y tras las quejas de varios investigadores y representantes de pueblos indígenas de Australia y Nueva Zelandia que se supone serán muestreadas, los directivos del proyecto, que se anunció primero para después consultar a las comunidades afectadas, se atreven a expresar lo obvio: “ahora que ya lanzamos el proyecto, discutiremos con los pueblos indígenas todos los detalles”.

Las implicaciones son importantes. Cuál es el destino final o intermedio de las muestras genéticas. Quién usará los resultados y con qué fines. Cuáles son las artimañas legaloides que se utilizarán para convencer a quienes alertados defiendan su propio patrimonio genético de este nuevo despojo a escala planetaria. Qué efectos legales querrán impulsar quienes, haciendo uso de información privilegiada y muy sofisticada, determinen que un pueblo no es en realidad originario de donde siempre creyó, sino que proviene de otras partes.

En un contexto global de privatización de la vida, mediante la prospección, piratería y apropiación con patentes de los recursos biológicos y genéticos de una enormidad de especies, será importante que la alarma que hace sonar el Indigenous Peoples Council on Biocolonialism, el Grupo ETC y diversos investigadores de todo el mundo, no pase desapercibida.

En muchos países y regiones, los pueblos y comunidades indígenas y sus organizaciones comienzan a rechazar tajantemente el robo de sus propios recursos, a impedir que los investigadores lleguen a los territorios indígenas a saquear especies de plantas, animales, microorganismos y muestras genéticas, y emprenden cruzadas para defender la integridad de sus territorios.

Lo real es que la biopiratería, en este caso, a nivel genético, es una amenaza a la integridad de la vida en el planeta para beneficio de unos cuantos y en perjuicio de millones. Habrá que pasar la voz de alerta.
Ojarasca