El invasor anonimo

El 25 de febrero de 1942, 80 días después del ataque japonés a Pearl Harbor, una escuadrilla de 15 a 20 aparatos desconocidos sobrevoló las costas norteamericanas del Pacífico, entre San Diego y San Francisco, en un área en el que se estaban concentrando contingentes de soldados y material bélico estadounidense para su embarque con destino al frente del extremo Oriente.

Toda el área fue inmediatamente alertada, y de acuerdo con el informe de la 37 Brigada de Artillería Antiaérea, entre las 03:12 y las 04:15 horas fueron efectuadas 1430 rondas de disparos antiaéreos en defensa de Los Angeles y contra lo que se suponía eran aparatos japoneses.

El ‘Los Angeles Times’ publicó la fotografía de alguno de estos objetos iluminados por los focos antiaéreos.

LOS FALSOS JAPONESES

Pero lo sorprendente fue que a pesar de su poca velocidad —unas 200 millas (unos 360 km) por hora— y de la poca altura —de 2.700 a 5.500 metros— a que volaban los supuestos aparatos enemigos, “no existe evidencia alguna de que ningún proyectil haya dado en el blanco ni de que ningún aparato haya sido derribado” según reza el informe del Cuartel General del Mando de la Defensa de Alaska, referido a dicho incidente.

En su informe al presidente Roosevelt, el general George C. Marshall verifica la autenticidad de la fotografía publicada en el ‘Los Angeles Times’ y habla por primera vez, en 1942, al referirse a los citados objetos volantes, de “objetos misteriosos”.

Misteriosos, volantes, y no identificados. Acaba de nacer, desde este primer sobrevuelo con implicaciones militares de su propio territorio, el misterio de los objetos volantes no identificados como problema de seguridad y de competencia militar para los Estados Unidos. Fecha: 25 de febrero de 1942.

Exactamente diez años después de este misterioso sobrevuelo de la costa californiana, y cuando ya se estaban vislumbrando las implicaciones sicológicas del fenómeno

—”Transmití hoy al Consejo de Seguridad Nacional una propuesta en la que se concluye que los problemas relacionados con objetos volantes no identificados parecen tener implicaciones tanto para la guerra sicológica como para Inteligencia y Operaciones”—,

le escribió en aquella época y en un memorando interior el director de la CIA, Walter B. Smith, al director de su Gabinete de Estrategia Sicológica, el problema de los objetos volantes no identificados preocupaba muy seriamente a los servicios de Inteligencia norteamericanos, como a continuación veremos.

“El problema OVNI excede el nivel de las responsabilidades individuales del departamento de Inteligencia Científica de la CIA, y es de tal importancia que merece la competencia y la acción del Consejo de Seguridad Nacional”.

Este párrafo figura en un memorando interior de la CIA dirigido al Director de dicha Agencia y firmado por H. Marshall Chadwell, Director Adjunto del departamento de Inteligencia Científica, con fecha 11 de septiembre de 1952.

La CIA fue creada en 1947, y ya de septiembre de dicho año data el primer informe OVNI que recogen sus archivos, de acuerdo con la documentación que he podido recopilar. Se trata de un informe sobre fenómenos luminosos inusuales observados en Tashkent, en el Uzbekistán (URSS). Desde el mismo año de su creación, la agencia de inteligencia americana viene por lo tanto recopilando información sobre el fenómeno OVNI.

Paralelamente, a lo largo de estos holgados 30 años, las fuentes oficiales le han venido repitiendo a la opinión pública que los OVNI no existen, que son fantasías, que hay que borrarlos de la mente porque es ridículo dar crédito a su existencia. Pero por mucho que se le dijera que era ridículo, la gente seguía viendo OVNIS. Así nació —porque las explicaciones no encajaban con la realidad— el mito del archivo de la CIA, ya que para que se le negara a la gente lo que estaba viendo con sus propios ojos, debía de tratarse de algo que estaba recibiendo un tratamiento extremadamente secreto.

Por lo tanto, nadie mejor que la CIA debía estar al corriente de lo que se estaba cociendo. El fenómeno OVNI llegó a ser así un tema que originaba recelo, acusaciones y controversias constantes durante los últimos treinta años. ¿Qué sabe la CIA acerca de los OVNI? ¿Qué nos dice y qué nos está ocultando?.

LA CIA EN EL BANQUILLO

Para despejar estas incógnitas, parte de la comunicación ufo1ógica norteamericana se acogió en los últimos años a la FOIA (Freedom of Information Act = Ley sobre Libertad de Información), para demandar judicialmente a la CIA y a otras agencias de inteligencia y departamentos militares para que sacaran a la luz pública la documentación oficial que sobre el fenómeno OVNI albergan sus archivos. Destacado impulsor de esta iniciativa judicial es el Ground Saucer Watch (GSW), dirigido por William H. Spaulding. Transcribo a continuación íntegra la declaración del portavoz de la CIA ante el tribunal federal ante el que se presentó la demanda.

Dado este paso, me he servido de diversos canales para obtener directamente de las distintas fuentes originales la máxima cantidad posible de copias de documentos que —relacionados siempre con el fenómeno OVNI— alimentan a los archivos oficiales —militares y de inteligencia— americanos. La suma de este material documental puede dividirse en tres grandes grupos primarios:

a) Correspondencia y memorandos procedentes de los archivos de la CIA

b) Informes de avistamientos procedentes de los archivos de la CIA

c) Documentos militares y de inteligencia procedentes de los archivos de otros departamentos oficiales americanos

En cuanto a la evaluación del material obtenido, salta a la vista inmediatamente que una gran cantidad de documentos siguen encerrados en los archivos oficiales. Tanto la CIA como las demás agencias sondeadas, han soltado únicamente una parte de sus archivos. Concretamente la CIA reconoce que ha retenido como clasificados 57 documentos, acogiéndose a las exenciones a que le autoriza la Ley sobre Libertad de Información.

Entre estos 57 documentos pueden perfectamente hallarse aquellos que hacen referencia a los supuestos subterráneos en que, en la base aérea de Wright-Patterson, los americanos tienen supuestamente bajo custodia los restos de algunos OVNI accidentados, así como aquellos otros que se refieren a la hipótesis de que los americanos conservan bajo refrigeración los cuerpos de un número indeterminado de miembros de tripulaciones OVNI, en un emplazamiento secreto de la base aérea de Langley, cerca de Norfolk, en Virginia.

Pero este número suministrado por la CIA de 57 documentos retenidos no puede en modo alguno responder a la verdad. Ya que, a tenor de lo que han entregado, es de 1ógica suponer que han trabajado también, con muchísima mayor razón, con otros incidentes OVNI, de los que sin embargo no hay constancia en estos bloques de documentación dados a publicidad.

Lo que sigue aún encerrado en los archivos de la agencia de inteligencia y en otros departamentos militares y de inteligencia tiene necesariamente que ser muchísimo más que estos 57 documentos que mencionan. Sobre todo se aprecian considerables lagunas, como si hubieran escogido diversos bloques de información de distintas épocas, y repentinamente entre estas épocas aparecen enormes huecos, que en ocasiones pueden suponer varios años seguidos en que no se fecha ni un solo informe sobre OVNI.

Encuentro a faltar muchos informes de incidentes OVNI bien conocidos por todos los ufólogos y que sin embargo no se reflejan en estos archivos, lo que —insisto— carece de toda lógica. Como carece de ella también el que no se mencione una sola línea sobre las circunstancias que acompañaron el derribo en mayo de 1960 del avión-espía americano U-2 sobre territorio soviético. Este caso debería haber aparecido precisamente entre esta documentación porque el piloto del U-2, Francis Gary Powers, trabajaba en aquella época para la Agencia Central de Inteligencia americana y porque su derribo se vio rodeado en el aire de fenómenos no explicados, según él mismo manifestó entonces.

3 MOTIVOS PARA EL SECRETO

De todas formas, estas lagunas y la ausencia de documentos clave las explica el propio Robert E. Owen, consejero y asesor de la Oficina del Consejo General de la CIA, responsable de la revisión de la información del Directorio de Operaciones de la citada agencia, a quien se encargó la revisión de los documentos que debían ser entregados en el marco de la Ley de Libertad de Información. Owen declara claramente que se retienen todos aquellos documentos que,

a) contienen información que debe ser objeto de una protección constante

b) revelan las fuentes y métodos de obtención de información de la CIA

c) revelan datos de la organización, las funciones, los nombres, los cargos oficiales o números del personal empleado

Como es lógico pueden reunir alguna o varias de estas cualidades, cantidades para todos los gustos de documentos archivados por la CIA. Son los documentos que no hemos podido obtener.

Pero aún así, las casi 1.200 hojas de documentación que he podido reunir incluyen informaciones y datos en ocasiones de extraordinario interés para cualquier interesado en el enigma mundial de los OVNI.

Y desde luego se deduce de la documentación revisada que los OVNI merecen la atención especial y continuada de los servicios de inteligencia norteamericanos.

CORRESPONDENCIA Y MEMORANDOS DE LA CIA

Repasando el bloque de correspondencia y memorandos de la CIA, se confirma en él por ejemplo que en abril de 1949 y en el polígono de tiro de White Sands, un comandante de la Marina que seguía el vuelo de un misil por el teodolito, vió de repente dos discos que maniobraban a alta velocidad alrededor del cohete de prueba, y que en el lapso de un mes tuvieron lugar tres de estas observaciones en White Sands. En sus maniobras, estos objetos volantes desconocidos alcanzaban velocidades de hasta 18.000 millas/hora (más de ¡28.000 km/h!), una velocidad, en 1949, absolutamente inalcanzable por el hombre. Y sin embargo eran objetos que maniobraban alrededor del misil.

También nos revelan estos documentos cómo, a partir de 1952, el interés de los servicios de inteligencia americanos se centra no en la averiguación del origen y de la identidad del fenómeno OVNI, sino de la influencia de dicha fenomenología en el público, en el ciudadano estadounidense. Les preocupa el que un elevado número de personas crea en la existencia de platillos, ya que ello conlleva un doble riesgo para su seguridad nacional.

Por una parte, el fenómeno OVNI puede ser empleado desde un enfoque de guerra sicológica. Un país enemigo podría aprovecharse de la continuada aparición de los OVNI para hacer ver que éstos son en realidad inigualables armas secretas suyas. De ahí nacería el impuesto silencio sobre la aparición de OVNI en los cielos de los países del este. Por otra parte, se veía un potencial riesgo en la proliferación de grupos civiles de investigación OVNI.

Dado que éstos lograban rápidamente la asociación de gran número de personas extremadamente fieles al grupo, existía el peligro de que una nación enemiga o un grupo terrorista se sirviera de estos grupos de gente en el momento de intentar una acción ofensiva contra los USA. De ahí nació la estrecha vigilancia —absolutamente confirmada en estos documentos— a que fueron sometidos los grupos privados de investigación OVNI y los ufólogos excesivamente incisivos, por parte de los servicios de inteligencia tanto de la CIA como de la USAF.

En cuanto a la alerta y defensa del territorio estadounidense en el caso de un hipotético ataque aéreo enemigo, se planteaba un nuevo riesgo: si proliferaban y se hacían usuales, normales, familiares estos avistamientos, tanto a simple vista como en las pantallas de radar, podría ocurrir que los mismos actuaran a manera de cortina de humo, que no permitiría discernir entre los que son OVNI y lo que son armas enemigas que han irrumpido en el espacio aéreo norteamericano.

Uno de los puntos críticos que afloran en estos documentos es la necesidad —pero al mismo tiempo imposibilidad— de detectar instantáneamente la naturaleza del objeto volante desconocido que irrumpe en el espacio aéreo americano, para determinar si se trata de un sobrevuelo pacífico o de una acción hostil.

Con lo cual casi me atrevería a concluir que nos hallamos ante una indirecta confirmación oficial del carácter extraterrestre de los OVNI. Ya que si se tratase de sobrevuelos de vehículos de otra potencia terrestre, ya habrían sido abatidos por los dispositivos de defensa, en este caso norteamericanos. El que esto no suceda es una evidencia de que el fenómeno es de naturaleza muy distinta. Ahí están, además, en los memorandos dirigidos al director de la CIA por su asistente científico, las siguientes palabras:

“… algo está ocurriendo y debe tener nuestra acción inmediata. Los detalles de algunos de estos incidentes han sido discutidos por nosotros. El avistamiento de objetos inexplicados a grandes altitudes, viajando a altas velocidades en las cercanías de importantes instalaciones defensivas americanas son de tal naturaleza que no pueden ser atribuibles a fenómenos naturales o vehículos aéreos de tipo conocido”.

Estábamos aún en 1952. Pocos meses después se reuniría el Panel Robertson, convocado por la CIA para el examen del fenómeno OVNI a cargo de cualificados especialistas. Sus conclusiones fueron que el fenómeno no constituía una amenaza física directa a la seguridad nacional, que no existía ningún indicio de que se tratara de artefactos extranjeros capaces de realizar acciones hostiles, y que no existía tampoco evidencia alguna de que el fenómeno indicara la necesidad de una revisión de los conceptos científicos actuales.

PROBLEMA DE SEGURIDAD

Lo que si entrañaba indirectamente el fenómeno era el peligro real que yo apunté más arriba, y que podía inducir a la identificación errónea por parte del personal de defensa de artefactos reales del enemigo, la sobrecarga en los canales de información de emergencia con información “falsa”, y —debido a la susceptibilidad del público— la histeria colectiva y la gran vulnerabilidad respecto a una guerra sicológica por parte del enemigo. Esta es la primitiva causa directa del descrédito del fenómeno por parte oficial, de cara a la opinión pública.

Y podemos concluir que hasta hoy esta situación planteada así hace treinta años, no ha cambiado, sino que se ha agudizado más aún, especialmente en los tiempos más recientes en que parece ser que muchísimos gobiernos —incluso los que menos pintan en el contexto mundial— han decidido ya tapar con el secreto hermético la apasionante investigación OVNI. Por encima de todo, lo que le interesa a la inteligencia y a los militares es la detección del riesgo de un ataque y el aprovechamiento del fenómeno a su favor frente al enemigo.

La investigación científica, el contacto con posibles inteligencias de origen no terrestre, es asunto que se queda en un plano muy secundario.

INFORMES DE AVISTAMIENTOS

Prácticamente todos los informes OVNI que aporta la CIA constituyen información no evaluada, o sea “materia prima” tal y como fue transmitida por los agentes e informadores de la CIA desde distintos países. Los documentos que incluyen la información más evaluada, o sea con las conclusiones a que en cada caso llegaron los consejeros de la CIA, constituyen uno de nuestros próximos objetivos, en lo que a obtención de documentos OVNI que hoy aún siguen estando clasificados, se refiere.

En el primer bloque de estos documentos, que recoge informes directos de avistamientos OVNI, aparecen con marcada preponderancia incidentes acaecidos en la Unión Soviética. Dentro de las hipótesis de origen de los OVNI se barajaba insistentemente en los años de la guerra fría la posibilidad de que fueran armas experimentales rusas, ensayadas bajo las directrices de los científicos alemanes que estaban trabajando desde el final de la guerra en los proyectos soviéticos.

Por esta razón la CIA tenía preponderante interés en reunir información de cualquier nuevo tipo de ingenio volador que pudiera detectarse por aquellas latitudes. Dentro de la absolutamente ilógica irregularidad del material facilitado, destaca aquí por ejemplo el desmesurado interés prestado al avistamiento de un objeto volante no identificado por parte del personal de inteligencia americano durante un viaje en tren de Baku, a orillas del Mar Caspio, hasta Tiflis.

Más adelante aparece un informe sobre objetos voladores desconocidos que sobrevolaron Budapest en formación 4-3-4 y a una velocidad de 12.000 km/h. en 1955. En mayo del año siguiente unidades de radar de la base del Comando de Defensa Aérea de Hungría, captaron —sin siquiera intentar su interceptación debido a que no disponían de armamento para ello— objetos volantes desconocidos que en formación volvieron a sobrevolar Budapest a velocidad extremadamente elevada y a unos 25.000 metros de altura.

Hay que señalar que aparte la numerosa documentación OVNI que sigue alin cerradal en los archivos de la CIA, también en muchos de los informes librados han sido suprimidos numerosos párrafos. Hay documentos en que de 7 u 8 párrafos únicamente se ha dejado sin tachar uno, por ejemplo. Los restantes pueden contener información OVNI aún mantenida como clasificada, o bien información clasificada relativa a otros aspectos de inteligencia que no incluyen información OVNI.

Insistiendo en el absurdo reparto del material librado y del material retenido por los asesores de la CIA, aparece por ejemplo un informe sobre el Congreso Internacional de Medicina Espacial celebrado en 1975 en México, informe que alude a una teoría —allí mencionada— de que los campos electromagnéticos están íntimamente asociados con la superconductividad a temperaturas muy bajas, tales como las reinantes en el espacio relacionando esta teoría con el posible sistema de propulsión de los OVNI.

Constando esta información sobre tal congreso, necesariamente debería constar muchísima más información aún sobre el I Congreso del Fenómeno OVNI, celebrado igualmente en México dos años más tarde. Y sin embargo, ni un solo documento se refiere a dicha reunión. Uno de los últimos documentos —cronológicamente— dentro del bloque de informes directos, refiere el avistamiento de una luz no identificada por parte del piloto del vuelo BEA 831 de Moscú a Londres, el 10 de septiembre de 1976. Al pedir la identificación de la fuente de luz a las autoridades soviéticas, éstas le responden al piloto con una respuesta de identificación negativa, sugiriéndole que no hiciera preguntas.

El segundo bloque de informes de la CIA sobre OVNI evidencia la vigilancia permanente a que nos vemos sometidos los medios de comunicación de todo el mundo por parte de los informadores de la CIA, también en lo que toca al fenómeno OVNI. Destacan entre estos informes los que notifican el avistamiento de OVNI sobre las minas de uranio del Congo Belga en 1952, varios informes de avistamientos sobre la península ibérica, y las oleadas sobre el norte de Africa.

Otro expediente informa sobre los experimentos de construcción de “platillos” realizados en el Canadá, a partir de la experiencia acumulada previamente durante la guerra por los ingenieros alemanes, como ya vimos. También a este respecto, otro informe refiere que en 1952 fue solicitada en la República Federal Alemana la primera patente relativa a un “platillo volante”, por Rudolf Schriever, uno de los antiguos técnicos alemanes que habían trabajado en tales proyectos, quien afirmaba haber perfeccionado un “objeto volante elíptico” tras once años de estudios.

Schriever murió a los pocos meses de haber solicitado dicha patente. Por otra parte, vuelven a aparecer en otro documento las altas velocidades desarrolladas por los objetos volantes no identificados. Esta vez se calcularon en 10.000 km/h, el 9 de enero de 1954, sobre Suecia.

Otro bloque recoge informes internos de la CIA relacionados con la información recibida de sus corresponsales. Vuelve a aparecer aquí insistente y repetida información sobre el incidente registrado junto a la vía férrea Bakú-Tiflis. Más adelante me sorprendió toparme con un memorando fechado el 26 de marzo de 1956 y que recomendaba que la Oficina de Inteligencia Científica de la CIA debía mantenerse al tanto de la próxima oposición de la Tierra con el planeta Marte, porque ello daría lugar a espectaculares informes de OVNI.

Un interesante documento refiere el avistamiento de fenómenos aéreos no identificados que coincidieron con el lanzamiento del primer Viking del programa Vanguard, el 8 de diciembre de 1956. El documento relaciona dicho avistamiento con otro presuntamente descrito con anterioridad —pero que no figura en el bloque librado— y que coincidió con el lanzamiento fallido de un cohete Júpiter. Aparece también entre esta documentación, como caso más conocido, el de Socorro, en Nuevo México. Y como casos no divulgados se reflejan avistamientos de OVNI —en algunas ocasiones en formación— referidos por astrónomos rusos en 1967.

Otro documento menciona los estudios de Vladimir Mekhedov, del Instituto Mixto de Investigación Nuclear, que evidencian que el objeto que hizo explosión en 1908 en el Tunguska siberiana efectuó previamente una maniobra en el aire. Aparece luego una interesante consulta del jefe de la Seguridad Militar de Túnez al informante americano, respecto a la aparición de objetos volantes no identificados en el cielo tunecino en agosto de 1976.

Finalmente, cabe mencionar el extraordinario incidente registrado en la tarde del 19 de septiembre de 1976 en el cielo iraní, al hacer acto de presencia los OVNI, al norte de Teherán. El informe menciona el absurdo intento de ataque de un F-4 Phantom contra un OVNI, que automáticamente deja bloqueado todo el sistema de armamentos del F-4, y anula además los sistemas de comunicación del mismo. Todo vuelve a funcionar a bordo cuando el F-4 decide alejarse del OVNI.

Este documento tiene su importancia porque exactamente lo mismo le sucedió al F-1 Mirage de la base española de Los Llanos de Albacete, cuando en la noche del 11 de noviembre de 1979 salió en misión de interceptación del OVNI que habla provocado el aterrizaje de un reactor de la compañía TAE en el aeropuerto de Manises. Y tiene además su importancia porque muestra la evidencia descarada de cómo, mientras a los testigos civiles que habían notificado el avistamiento de un OVNI se les explica que lo que están viendo en el cielo no es más que una estrella, los responsables de la defensa aérea llegan incluso a decidir el ataque al citado objeto desconocido.

Este es, en definitiva, el resumen de algunos de los documentos OVNI que ha venido archivando la CIA y que —si se saben leer— pueden llegar a decir mucho. ¡Cuánto más no dirán los informes y las evaluaciones sobre el fenómeno OVNI que siguen clasificados en los archivos secretos de los servicios de inteligencia del mundo entero!.

DOCUMENTOS MILITARES Y DE INTELIGENCIA

Obtuve luego un amplio bloque de documentos OVNI procedente de otros archivos hasta hoy secretos, distintos a los de la CIA. Estos documentos proceden de cuatro fuentes principales: la DIA —Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa—, la Inteligencia Aérea, el Departamento de la Fuerza Aérea (USAF) y el Departamento de Estado.

LOS ARCHIVOS DE LA DIA

La Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa proporciona información sobre avistamientos —entre otros— de OVNI en la Antártica en el verano de 1965, observaciones notificadas por la Marina argentina y corroboradas por personal de las bases inglesa y chilena de la isla Decepción. También una relación de 26 casos de avistamientos de OVNI registrados sobre España durante el período comprendido entre septiembre de 1973 y junio de 1974. Siguiendo en la península, aparece luego el informe de avistamiento de un OVNI que el 28 de febrero de 1974 describió tres círculos irregulares muy amplios, que abarcaron la totalidad del norte de Portugal y el territorio español y parte del Océano Atlántico.

A pesar de permanecer durante cerca de una hora visible en las pantallas de radar portuguesas, no fue posible identificar el objeto. Un oficial de la Fuerza Aérea portuguesa relató el acontecimiento al agregado del Aire y de Defensa norteamericano en Lisboa. El comentario de éste incluye la siguiente frase :

“Si es que la observación no fue de origen estadounidense —(se refiere a la posibilidad de que se tratara de un avión espía)— hemos tropezado con algo de suficiente interés y significancia para garantizar la cooperación continua de la Fuerza Aérea portuguesa para determinar el origen de dichos vuelos, si es que volviesen a ocurrir”.

En abril de 1978, finalmente, se suceden extrañas explosiones en el Canadá , que devastaron edificios, cortaron la electricidad, hicieron saltar los interruptores de la luz y dejaron tres misteriosos agujeros quemados en el suelo. Desde un lugar distante, fueron vistas bolas de fuego que cayeron del cielo en aquella zona. En el informe americano se refleja como las autoridades trataron de restar importancia al incidente, siendo la versión oficial del mismo que un rayo cayó sobre un transformador, explotándose éste y transmitiéndose la energía generada por los cables a las casas vecinas.

LOS ARCHIVOS DE LA INTELIGENCIA AÉREA

La Inteligencia Aérea, por su parte, evidencia su interés en el tema al mencionar por ejemplo en un parte informativo fechado el 4 de agosto de 1959, en el que notifica que ha redactado una bibliografía sobre OVNI, basada en fuentes de información del bloque soviético y occidental, entre 1946 y 1959. En lo que al bloque soviético hace referencia, la relación contabiliza 103 entradas. Recordemos en este contexto que exactamente diez años más tarde, Lynn E. Catoe, de la División de Ciencia y Tecnología de la Biblioteca del Congreso, preparó una nueva y exhaustiva bibliografía sobre el tema OVNI por encargo de la Oficina de Investigación Científica de la Fuerza Aérea.

Finaliza la documentación aportada por la Inteligencia Aérea con una serie de avistamientos de OVNI sobre Finlandia, en marzo de 1960. Donde vuelve a aparecer la ausencia de lógica, al no figurar un solo documento sobre OVNI suministrado por la Inteligencia Aérea desde 1960 hasta 1980.

LOS ARCHIVOS DE LA USAF

El material facilitado por el Departamento de la Fuerza Aérea se abre con un documento que muestra la preocupación y el desconcierto de este Departamento y de otras agencias de inteligencia y de investigación, militares y gubernamentales, sobre la frecuencia con que se suceden fenómenos aéreos no explicados sobre la zona de Nuevo México, de 1948 a 1950.

Sigue el texto completo del informe Fitzgerald, recopilado por el UFO Research Comittee de Akron (Ohio), y que constituye un excelente modelo de negligencia pesquisidora por parte de los informadores de la USAF desplazados al lugar del incidente. El caso Fitzgerald constituía en aquel entonces uno de los comprendidos en el 98’1% de total de informes sobre OVNI que la Fuerza Aérea calificaba de “objetos identificados”.

Pero el documento evidencia la arbitrariedad de esta calificación, ya que la investigación efectuada por los representantes de la USAF fue incompleta, superficial y absolutamente parcial y carente de todo rigor. Incluye este bloque de documentos un capítulo del estudio sobre OVNI publicado por la Academia de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en el volumen II de su Introducción a la Ciencia Espacial. En este libro de estudio se afirma que las visiones OVNI parecen extenderse a lo largo ya de 47.000 años. Se da como ejemplo fiable el caso del sargento Lonnie Zamora en Socorro (Nuevo México). En el mismo capítulo leemos que,

“la teoría más estimulante para nosotros es la de que los OVNI son objetos materiales que están, o bien pilotados, o controlados por control remoto por seres que son de fuera de este planeta. Hay ciertas pruebas que apoyan este punto de vista”.

El capítulo finaliza afirmando que,

“lo que nos sugieren los datos de que disponemos es la existencia de tres, y tal vez cuatro grupos diferentes de extraños (posiblemente en diversos estados de desarrollo)”, que “lo mejor que se puede hacer es mantener una mente abierta y escéptica y no tomar una posición extrema en ninguno de los dos lados de la cuestión”.

Aparecen luego informes y documentos relacionados con el proyecto “Libro Azul” de la Fuerza Aérea y con los estudios realizados por el equipo de la Universidad de Colorado dirigido por el Dr. Edward U. Condon, que llegó a concluir que,

“al tema OVNI se le debe prestar solamente tanta atención como —estrictamente desde un punto de vista de defensa— el Departamento de Defensa lo estime necesario”.

Donde se corrobora una vez más que a nivel gubernamental el enigma OVNI se contempla casi exclusivamente bajo el prisma militar, mientras que se deja de lado su implicación científica, filosófica, histórica o social. Acaso la documentación más interesante de toda la entregada por el Departamento de la Fuerza Aérea y de toda la que no procede de la CIA, sea la larga lista de informes sobre los sobrevuelos de instalaciones del NORAD, el Mando de la Defensa Aérea de los Estados Unidos, por parte de objetos volantes no identificados, en octubre y noviembre de 1975.

Los sobrevuelos se produjeron en las bases aéreas de Malmstrom (Montana), Wurtsmith (Michigan), y sobre la estación de las fuerzas canadienses de Falconbridge (Ontario/Canadá) pero sobre todo causaron revuelo las descaradas evoluciones de los objetos desconocidos en el interior mismo del recinto de la base aérea de Loring (Maine). Las explicaciones oficiales son absolutamente increíbles por infantiles. Hasta consta un documento en que se especula con la posibilidad de que se trate de helicópteros empleados por grupos terroristas para atentar contra las instalaciones de la defensa norteamericana.

Tales chismes llegaron a tomar tierra dentro de la misma base aérea del NORAD —precisamente el sistema de alerta y de defensa aérea de los Estados Unidos— y llegaron a permanecer en una posición fija durante casi 15 minutos cerca del perímetro de la base aérea de Loring.

Los cazas que salieron en su persecución fueron incapaces de alcanzar ni de identificar a los citados objetos. Y sin embargo los documentos insisten en que se trataba de “helicópteros” (!) no identificados. Si un solo helicóptero extraño es capaz de aterrizar en una base aérea a la que se le ha encargado la defensa aérea del suelo patrio americano, sin ser interceptado ni identificado, y si un solo helicóptero extraño puede permitirse el lujo de permanecer en punto fijo cerca de un cuarto de hora sobre esa misma base de defensa sin ser identificado ni abatido, y si un solo helicóptero demuestra ser en su huída más rápido que los cazas que salieron en su persecución, y cuando además todo esto sucedió en pleno territorio continental americano, o sea en el interior mismo de los Estados Unidos, entonces la invasión de la máxima potencia capitalista, tecnológica y militar de este planeta es, realmente, un juego de niños. No, evidentemente, no eran helicópteros.

Ni helicópteros ni ningún otro ingenio pro cedente de otra potencia terrestre. Su entrada en el espacio aéreo estadounidense no fue detectada por el NORAD —que lo detecta absolutamente todo, cuando es de origen terrestre— . Los objetos únicamente fueron advertidos cuando ya se hallaban encima mismo de los enclaves del NORAD. Aún admitiendo como hipótesis —ilógica— que una potencia extranjera lograra hacer llegar hasta allí algún avanzado chisme, lo que es evidente es que allí se habría quedado.

Tal vez, remotamente, podría haber entrado en los USA, pero volver a salir es imposible. Una vez más los objetos que se pasearon a sus anchas sobre las instalaciones de la defensa aérea americana fueron de naturaleza distinta a las que nos son familiares. Y para volver a demostrar de paso el interés de la CIA en los objetos volantes no identificados —por mucho que se descalabre en afirmar que no son santo de su devoción— leemos entre la documentación de los sucesos de octubre de 1975 que,

“la CIA agradeció la información y solicitó que se les informara de cualquier otra actividad adicional de este tipo”.

LOS ARCHIVOS DEL DEPARTAMENTO DE ESTADO

La documentación extraída del Departamento de Estado recoge distintos telegramas y aerogramas que informan sobre incidentes OVNI y que fueron remitidos a Washington por las Embajadas de los Estados Unidos en el extranjero. Destaca el informe de la caída de una esfera de un metal desconocido de 60 cm de diámetro, en Monterrey (México), en febrero de 1967 y los aerogramas remitidos por diversas embajadas informando —evidentemente en respuesta a una consulta general a nivel mundial (presumiblemente instada por el Dr. Condon) que ya de por sí habla del interés que el tema ofrece para el Departamento de Estado— sobre la situación de la investigación OVNI en el país respectivo.

El aerograma remitido desde Madrid en mayo de 1968 comunica que “fuentes oficiales españolas nos informan que no se realizan, actualmente, en España, estudios sobre OVNI”. Aunque solo un año antes, por ejemplo, un avión militar de entrenamiento T-33 se topó con un OVNI encima de Talavera y salieron en su busca dos cazas F-86 Sabre.

Otro telegrama informa del avistamiento de “extrañas máquinas” en el cielo de Argel en marzo de 1975. El documento refleja cómo el portavoz del gobierno argelino pide explicaciones a los americanos por estas manifestaciones insólitas, y cómo no se traga la cavilación del representante americano de que se trataba de un satélite o del posible reflejo de un proyector eléctrico en la capa de nubes. Pero el mismo Kissinger, en su respuesta, fue incapaz de dar una explicación satisfactoria.

Porque la explicación del fenómeno OVNI, aparentemente, no está allí donde se pretende que esté.