La amenaza extraterrestre

ESTE LIBRO ES UN GRITO DE PROTESTA:

CONTRA LOS GRANDES POLÍTICOS FARSANTES DEL MUNDO ENTERO QUE CÍNICAMENTE HAN ENGAÑADO A SUS PUEBLOS, OCULTÁNDOLES LA VISITA DE SERES DE OTROS MUNDOS.

CONTRA LA MICROCEFALIA Y LA PARANOIA BELICISTA DE LOS «PENTÁGONOS» DE TODOS LOS PAÍSES, VERDADEROS ENEMIGOS DE LA HUMANIDAD.

CONTRA LA ESTUPIDEZ O LA TRAICIÓN DE LA CIENCIA OFICIAL QUE HA SIDO ENGAÑADA O SE HA PUESTO INCONDICIONALMENTE AL SERVICIO DEL ENCUBRIMIENTO DE LOS POLÍTICOS O DE LA VIOLENCIA DE LOS MILITARES.

Y CONTRA LOS «ILLUMINATI» DE TODOS LOS TIPOS QUE DESDE LAS SOMBRAS MUEVEN LOS HILOS QUE RÁPIDAMENTE ESTÁN CONVIRTIENDO EN UN INFIERNO A ESTE DESVENTURADO PLANETA NUESTRO.

PARADÓJICAMENTE, ESTE LIBRO NO ES DERROTISTA.

EL AUTOR CREE FIRMEMENTE QUE A PESAR DE LOS GRANDES MALES QUE EN EL SE DENUNCIAN, TODAVÍA HAY ESPERANZA PARA LA HUMANIDAD PERO SÓLO SI DESPIERTA DEL SUEÑO EN QUE LA TIENEN SUMIDA LOS QUE MAL-GOBIERNAN EL MUNDO.

Índice

Introducción 

Capítulo – Los militares se rebelan

Capítulo – Los jueces también se rebelan 

Capítulo – Los presidentes de EE.UU. y los ovnis 

Capítulo – Los juegos de los ovnis con los aviones

Capítulo – Las experiencias genéticas de los extraterrestres

Capítulo – EBEs vivos y EBEs muertos

Capítulo – Estrellamientos de ovnis

Capitulo – Aztec – Cómo mienten las autoridades

Capítulo – Se destapa el secreto

Capítulo – Taxonomía y anatomía de los EBEs

Capítulo – La terrible verdad

Capítulo – ¿Acarreados?

Capítulo – La invasión solapada

Apéndice – Memorándum al general Eisenhower

Apéndice – Paul Bennewitz

Apéndice – Proyectos del gobierno de USA relacionados con ovnis

Apéndice – Acusación pública de J. Lear y W. Cooper a su gobierno

Apéndice – El Popol Vuh y los EBEs

Apéndice – Los extraterrestres «buenos»

Apéndice – Experiencias genéticas en Mirassol (Brasil)

Apéndice – Extraterrestres y Sociedades Secretas

Apéndice – Resumen de Valdamar Valerian

Reflexión final

INTRODUCCIÓN

Reconozco que este libro es atrevido, y aún antes de nacer ya ha merecido la sonrisa de los científicos invertebrados y la excomunión de los «ufólogos serios».

Hablar de los tripulantes de los ovnis o EBEs (Entidades Biológicas Extraterrestres, tal como oficiosamente les ha llamado el Gobierno de los Estados Unidos) con la decisión y la claridad con que en él se habla, es caer automáticamente en anatema.

Pero con anatema y todo, yo voy a atreverme a exponerle al lector ciertas realidades interesantísimas que la feroz censura gubernamental y militar —en los Estados Unidos— y el borreguismo obtuso y facilitón de los grandes medios de comunicación —en España— no se atreve a presentar, estafándonos en cierta manera al privarnos de conocer unas realidades que tienen mucha mayor trascendencia que las mentiras de los políticos y las horteradas de las «estrellas» con que a diario llenan sus columnas o sus noticiarios.

El fenómeno ovni ha llegado a su mayoría de edad y tal como venimos diciendo desde hace ya bastantes años, tiene unas implicaciones mucho mayores de lo que a simple vista parece, y es en la actualidad el desafío más importante que en la raza humana tiene planteado, si dejamos a un lado el ciego instinto suicida de nuestra sociedad.

Esta tendencia a la autodestrucción se debe al precario grado de evolución de las grandes masas y a la desmesurada ambición de una minoría de «iluminados» — peligrosísimos enfermos mentales— que quieren dominar el planeta, convirtiendo al resto de los seres humanos en esclavos de su enfermiza pasión por el mando.

El fenómeno ovni tiene que ver no sólo con la manipulación de que somos víctimas por parte de seres inteligentes no humanos —extraterrestres o no— sino que además en el fondo, está relacionado con los enormes cambios sociales, políticos, económicos y religiosos que estamos observando en nuestros días. Algunos de estos cambios habían sido predichos exactamente por los que en el mundo ovnístico se llaman «contactados».

Algunos de los documentos transcritos en este libro y aducidos como prueba han sido declarados no auténticos por ciertos investigadores. Nosotros, tras haberlo pensado mucho, creemos que la mayoría son auténticos, Y aunque algunos no lo fuesen, ello no quitaría nada de fuerza a la tremenda verdad que se expone a lo largo de todas estas páginas y que tiene tres vertientes a cual más inquietante:

La presencia en nuestro planeta de seres inteligentes no humanos que interfieren negativamente en la marcha de la historia sin que la mayoría de los mortales se den cuenta

El conocimiento (y muy posiblemente los convenios) que las más altas autoridades de las grandes potencias tienen de estos misteriosos seres, manteniendo acerca de todo ello un humillante y criminal silencio

El uso que de la presencia y de las actividades de estos «extraterrestres» están haciendo ciertos grupos secretos, para lograr un control total del planeta entero

Hasta hace poco, estos grupos secretos, valiéndose de los grandes jefes militares que se creen los dueños del planeta, tenían oficinas especialmente dedicadas a acallar a todos aquellos que se acercaban demasiado a la «gran verdad», y que podían influir en el despertar de la raza humana.

Pero desde hace muy poco tiempo, los cuidadores de la «gran verdad» han ido dejando que ésta se filtre parcialmente, porque han descubierto que podría resultar un excelente instrumento para sus planes de dominio.

Un ejemplo de esto pueden ser los famosos avistamientos de Gulf Breeze (Florida) en donde una multitud de residentes han visto y fotografiado repetidas veces un enorme ovni del tamaño de un edificio de varios pisos.

Las investigaciones apuntan en la dirección de que todo no es más que una proyección luminosa hecha con una tecnología humana muy sofisticada, para confundir a los bien intencionados testigos. Las agencias de noticias se encargan de difundir el suceso hasta los últimos confines del planeta, manteniendo así en suspenso las mentes de los humanos acerca de la posibilidad de que se encuentren ya entre nosotros seres de otros mundos.

Algo por el estilo se podría decir del reciente avista-miento del ovni en Rusia tan ampliamente difundido por la Agencia Tass. El desmentido que a los pocos días hicieron ciertas autoridades científicas era de esperar, pues ello ha ocurrido siempre que ha habido noticias de cierta resonancia. Las oficinas encargadas de desacreditar el fenómeno, desconocedoras de las últimas estrategias encaminadas a usarlo, siguen en su misión de desmentir todo aquello que puede desvelar la realidad del fenómeno.

Es una doble estrategia: por un lado, los que secretamente llevan las riendas del mundo, quieren mantener en la ignorancia a la raza humana acerca de las terribles verdades que se ocultan tras el fenómeno ovni y evitar así la ira del pueblo contra ellos por haberse portado de una manera tan irresponsable; y por otra parte procuran mantener la incertidumbre acerca de la posibilidad de visitas de extraterrestres para en un momento dado usarlas como elemento atemorizador en sus planes de dominio del mundo entero.

El inexplicable y súbito entendimiento entre las dos grandes potencias y el inesperado derrumbe simultáneo de los regímenes comunistas de la Europa del Este son otras muestras de lo que estamos diciendo. Aunque hasta hace poco las disensiones y desconfianzas mutuas entre los dos grandes bloques eran cosa normal, la realidad era que en la cumbre ya hacía tiempo que los supremos responsables estaban de acuerdo, y de hecho practicaban conjuntamente secretas maniobras espaciales, tal como veremos en el libro.

Sin embargo, habrá que tener presente que no necesariamente los líderes políticos que aparecen oficialmente al frente de sus respectivas naciones, son los que en realidad planifican la marcha de los acontecimientos. En muchas ocasiones los gobernantes, por importantes y poderosos que parezcan, no son más que meros títeres de otros cerebros que desde las sombras dirigen el rumbo de la historia, aunque éstos a su vez, y muy probablemente sin percatarse de ello, sean dirigidos por otras inteligencias suprahumanas o «dioses» que son los que desde el inicio de los tiempos controlan este planeta que ellos consideran más suyo que nuestro.

Cuando se habla de «dioses», de extraterrestres o de entidades no humanas, no hay que caer en la ingenuidad de creer que existe una sola especie de ellos o de que todos son, poco más o menos lo mismo. Tratándose de entidades no humanas, las diferencias entre ellas son infinitamente mayores que las que se pueden hallar entre los mortales.

Lo mismo que hay seres humanos buenos y malos —aunque estos términos tengan mucho de relativo— hay alienígenas que se portan bien con los hombres y los hay que nos tratan de la misma manera que nosotros tratamos al ganado. Y esto a pesar de los «Ramas» y los «Adonais» y demás ingenuos que todavía siguen pensando que los extraterrestres son indefectiblemente los «buenos hermanos del Cosmos» que vienen a salvarnos o a liberarnos de los holocaustos nucleares.

Yo no niego y nunca lo he negado que haya «extraterrestres» «buenos», que tratan de ayudar y que de hecho a muchos humanos los hayan ayudado. Ese tipo de extraterrestres me preocupan menos porque no espero de ellos ningún mal. Lo que sí digo y con total certeza, es que muchos de los tripulantes de los ovnis y muchas de las entidades no humanas que se nos presentan como benévolas, no lo son a la larga y de hecho han destruido las vidas de muchos seres humanos que se fiaron de sus palabras y promesas.

Por eso afirmo que tenemos que estar muy alerta cuando nos relacionamos con estas entidades, porque no sabemos con quién estamos tratando. Y, aunque algunos no lo crean todavía, hoy sabemos con absoluta certeza que muchos de estos seres mienten mucho, por muy avanzados que estén en tecnología.

Otro caso muy diferente es el de los «ufólogos serios» y además «científicos». Estos no han pasado de la tabla de sumar de la ovnilogía y están todavía tratando de convencerse de que existen abducciones reales. Hay gente a la que el almacenamiento de información, en vez de darles nuevas ideas los empacha. En lugar de descubrir la realidad se emborrachan con los mismos datos que reciben.

Para estos técnicos de los «ufos» (¿do you follow me?) todo lo que yo diré en este libro es un puro delirio que según ellos no tiene base alguna. Pero lo que no tiene base es hablar y criticar desde una mesa, sin haberse tomado el trabajo de ir a los sitios en donde se podrían convencer de la realidad, a veces terrible, de los hechos.

Nuestro planeta no sólo es morada de muchos seres inteligentes además de los humanos, sino que es lugar de paso o de visita para muchos otros fuera de nuestro sistema solar.

Esto es motivo de escándalo para los científicos de vía estrecha que piensan que las distancias que nos separan de otros planetas habitados son insalvables. Probablemente están pensando en los reumáticos cohetes que ellos disparan y su ciencia no les da para deducir que unos seres con la increíble tecnología que demuestran en sus aparatos (aunque los científicos de vía estrecha lo desconocen todo en cuanto a los ovnis) probablemente tienen otros métodos muy diferentes a los nuestros para desplazarse en el espacio.

Usando un método muy poco científico se dicen: según nuestros cálculos estos seres no pueden llegar hasta nosotros. Por tanto, aunque den la impresión de estar aquí, corno teóricamente es imposible que estén, no perderemos el tiempo en averiguar si están en realidad. Y siguen rumiando la paja de sus fórmulas.

Mi método es “diametral mente opuesto al de los científicos.” Están aquí; luego se puede llegar.

¿Cómo? No lo sé. Lo único que sé con certeza es que están aquí, porque mis sentidos son tan veraces como los de los científicos.

Pero como ya dije anteriormente, puede haber «suprahumanos» que hayan vivido aquí siempre, aunque en otros planos de existencia; y puede haber visitantes que vengan de fuera. Y ese es el caso del que nos vamos a ocupar en este libro. De ciertos visitantes enanos, lampiños y cabezones que desde hace varias décadas están haciendo horrores en nuestro planeta sin que la mayoría de los humanos, y mucho menos los científicos, se hayan enterado.

Los que sí se han enterado han sido los militares de varios países y muy pocos políticos de las grandes potencias como en seguida veremos. Pero unos debido a su paranoia belicista y otros por la borrachera que les produce el poder y el vivir en olor de multitudes, no le han dado al asunto la importancia que tiene o, lo que es peor, lo han convertido en una nueva fuente de desgracias para la humanidad.

En este libro, pues, si bien vamos a tocar el tema de los visitantes espaciales —los ovnis en sí ya no nos interesan pues son únicamente un vehículo— no vamos a fijarnos en todas las especies que existen de ellos, sino única-mente en dos o tres que son las que en la actualidad tienen mayor contacto con nosotros y de las que nos tenemos que defender pues son altamente peligrosas.

El lector podrá preguntarse por qué casi todo lo que digamos está ubicado en los Estados Unidos. ¿Es que ellos tienen también el monopolio de los ovnis? Ciertamente, no. Creo que Brasil, por poner un ejemplo, es un país en donde la actividad ovnística ha sido enorme tanto cuantitativa como cualitativamente pero mucho menos conocida que la de Estados Unidos. Es cierto que en este país ha habido muchos y muy interesantes casos que han dado la vuelta al mundo; ello se debe a que siendo el país muy extenso y poblado es natural que se den más casos, aparte de que sus agencias de noticias difunden con más facilidad cualquier suceso que allí ocurra.

Asimismo estamos seguros de que en África la actividad de los tripulantes de los ovnis es aún más descarada, pero la ausencia de grandes agencias de noticias y lo apartado de los lugares en donde muchas de estas cosas suceden, impiden que nos enteremos.

Todas estas ideas podrán parecerle alucinaciones a más de un lector, tal como se lo parecieron durante muchos años al propio autor, endrogado como estaba con ideas religiosas absurdas y con el recuento oficial y falso de la historia humana que le habían dado en la Universidad.

Pero para corroborar estas ideas hay innumerables hechos que irán saliendo a lo largo de estas páginas. Que el lector los haya desconocido hasta ahora no es culpa del autor.

Y si se negase a darles crédito, aunque estaría en su derecho, obraría muy sabiamente si, dada su enorme importancia, le dedicase un poco más de tiempo a todo este asunto para convencerse de si todos estos hechos son ciertos o no.

12 comentarios

  • Crow

    CAPITULO I
    LOS MILITARES SE REBELAN

    La carta que a continuación transcribiré es altamente reveladora. Un grupo de militares de Estados Unidos, no corruptos pero ingenuos, le escribe a su presidente Ronald Reagan para que reprima a la CIA en su afán por encubrir todo lo referente al asunto de los ovnis y para que les permita declarar acerca de todas las mentiras que aquélla le ha estado diciendo al pueblo norteamericano sobre el mismo tema.

    Digo ingenuos, porque mal saben ellos que el ex presidente Ronald Reagan seguía obedientemente las pautas de la CIA en este particular, aparte de que era capaz de mentir tanto como ella en este y otros temas de gran importancia para la nación, tal como se pudo ver en el asunto Irán-Contras.

    Por lo que podemos ver en el texto de la carta, los militares que la redactaron, si bien conocían el hecho fundamental de que estábamos siendo visitados por naves de fuera de nuestro planeta, desconocían las intenciones de nuestros visitantes y, a lo que parece, sus actividades nada legales en su propio país. Y menos todavía sospechaban el ignominioso pacto que su Gobierno había hecho con ellos, del que hablaremos con detención más adelante.

    Su ignorancia del aspecto más tenebroso del fenómeno ovni lo podemos ver en varias de sus afirmaciones a lo largo de la carta, como, por ejemplo, cuando dicen que «los accidentes fatales relacionados con los ovnis son relativamente escasos». Sin embargo, aparte de los hechos de los que se confiesan culpables, hay que abonar en su favor el haberse rebelado contra un estado de cosas que ya se ha hecho abiertamente criminal.

    He aquí el texto del documento.

    CARTA DEL GRUPO «JUSTICIA PARA EL PERSONAL MILITAR» (JMP) AL

    PRESIDENTE RONALD REAGAN
    (Copia a los miembros del Congreso y a la prensa)

    4 de diciembre de 1987

    PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS

    La Casa Blanca
    1600 Pennsylvania Ave
    Washington DC 20500

    Querido señor presidente:

    La CIA se está burlando de nuestra Constitución. Nuestros representantes y senadores no tienen idea de lo que los militares hemos hecho y continuamos haciendo, porque la CIA ha decidido que «ellos no tienen necesidad de saberlo». Por tanto, el grupo JMP le pide a usted, señor presidente, que emita una orden ejecutiva que obligue tanto a los militares como al personal del Gobierno, activos o retirados, que tengan algún conocimiento sobre el asunto de los ovnis, que testifiquen con total inmunidad ante un comité congresional especial. La CIA no podrá objetar nada, porque según ella «los ovnis no existen».

    El encubrimiento que se ha estado llevando a cabo con relación a los ovnis no tiene por qué escudarse en la «seguridad nacional». Tiene que terminarse porque está minando la moral militar.

    Nuestro grupo JMP está formado por personal militar retirado que trabajó bajo órdenes de la CIA en el encubrimiento del fenómeno ovni. Amparándonos en ¡a «seguridad nacional» nosotros colaboramos intencionadamente en el engaño de los ciudadanos de nuestra nación y manipulamos a la prensa, a los tribunales de justicia y a la mayoría de los políticos.

    El encubrimiento de los ovnis que lleva a cabo la CIA, se está haciendo contra los intereses del pueblo norteamericano y no contra nuestros potenciales enemigos. La CIA insiste en que el encubrimiento tiene que ser mantenido por encima de todo, porque de otra manera todo el armamento militar sería inefectivo. Pero mientras tanto, los rusos tienen una ciudad entera dedicada a la investigación de los ovnis. La CIA sostiene que el personal militar a su servicio desobedecerá órdenes cuando se refieran al asunto de los ovnis. Por ejemplo, durante la guerra del Vietnam los pilotos se negaban a obedecer cuando recibían órdenes de atacar a los ovnis. Como los accidentes fatales relacionados con los ovnis son relativamente escasos (excepto en la guerra de Vietnam), la CIA prefiere continuar con el encubrimiento.

    La NBA, NASA, CIA, RAND y los asociados con AFOSI nos han informado que los ovnis tienen orígenes diversos. Algunos de ellos son de civilizaciones miles de años más avanzadas que la nuestra. La mayor parte de lo que a ellos se refiere, sus motivos y sus actuaciones son incomprensibles para nosotros. Poco es lo que podemos hacer para protegernos de ellos. La Fuerza Aérea está totalmente desprovista de recursos para enfrentarse a la situación debido a las increíbles capacidades de vuelo de esos aparatos.

    Tanto la CIA como el Pentágono están asombrados del poder que tienen para distorsionar el funcionamiento de todos los equipos electrónicos de aire y tierra, y para inutilizar los sistemas de control de armamento. La CIA se ha propuesto, cueste lo que cueste, llegar a conocer y reproducir el sistema de propulsión de los ovnis. Esto quiere decir que en ocasiones se han sacrificado vidas de pilotos tratando de perseguir y conseguir algún ovni para ver cómo es su funcionamiento.

    La RAND dice que no hace falta dar explicaciones porque hechos como los de 1952, cuando gran cantidad de ovnis volaron sobre Washington y la Casa Blanca, no van a volver a repetirse. En cambio NORAD, al igual que muchos de nosotros en las Fuerzas Armadas, nos oponemos radicalmente a esta continuación del encubrimiento, señalando el posible pánico colectivo si se repite algo como lo de 1952.

    Creemos que ya han muerto demasiados militares como resultado de no haber sido convenientemente informados acerca de la existencia de los ovnis. Y es hora de decirle a nuestras Fuerzas Armadas la verdad. Es un crimen el continuar usando como conejos de Indias al personal militar.

    CRÍMENES QUE HEMOS COMETIDO PRESIONADOS POR LA CIA

    Hace cuarenta años el encubrimiento se reducía a unos pocos individuos dentro de la cúpula militar y el Gobierno; pero hoy son ya muchos miles los que están afectados o envueltos en él. Esta política engañosa de la CIA está creando resentimiento entre el personal militar porque se nos han dado órdenes que son contra la ley, contra nuestros compañeros militares y contra nuestra nación. Nuestro grupo está compuesto por muchos militares que están esperando el permiso para testificar.

    He aquí unos pocos ejemplos de las actividades engañosas que tuvimos que realizar mientras estábamos en servicio activo:

    Les dimos orden a muchos pilotos para que disparasen contra los ovnis con la intención de derribar alguno para estudiarlo. Esto trajo como consecuencia, en algunos casos, la explosión del avión y la muerte de sus pilotos o su instantánea «desaparición» junto con la del aparato. Da la impresión de que los ovnis «monitorean» cada una de las acciones de nuestros pilotos. Hemos analizado cientos de fotos de ovnis y tenemos la impresión de que algunos se mueven por control remoto.

    Hemos hecho callar tajantemente a los pilotos que han dicho haber visto ovnis y no les permitimos que hablen de las persecuciones de ovnis ni entre ellos mismos.

    Hemos interrogado, intimidado y hostigado al personal militar de tierra que dice haber visto ovnis, hasta «convencerlos» (exceptuados los pilotos y astronautas) de que ellos «no vieron nada». Los hemos atemorizado con la amenaza de largas sentencias de cárcel, si le contaban a alguien lo que habían visto. Los hemos trasladado sin sus familias a bases lejanas en el mundo entero, de modo que aunque hablasen, nadie les iba a creer. Hemos encerrado a algunos en instituciones para enfermos mentales. Los hemos encarcelado.

    Hemos destruido sus carreras y hemos hecho todo lo posible por intimidar a los testigos de los ovnis, llenándolos de miedo y reduciéndolos al silencio y a la duda.

    Hemos distribuido información fraudulenta valiéndonos para ello de los portavoces militares del Gobierno, lo mismo que de científicos, para desacreditar todos los avistamientos públicos de ovnis.

    Hemos forzado a la NASA, a la FAA y a otras agencias gubernamentales a que siguiesen las pautas de la CIA relativas al fenómeno ovni.

    Hemos violado al Acta de Libertad de Información, al ocultar documentos a los que los solicitantes tenían derecho.

    Hemos desacreditado a los pilotos civiles que decían públicamente haber visto ovnis y hemos forzado a sus Compañías para que los hiciesen callar.

    Cuando los pilotos civiles en todo el mundo decían que habían perdido temporal mente el mando de la nave en presencia de un ovni, y hasta cuando habían desaparecido totalmente, nosotros nunca lo con firmábamos, a pesar de que sabíamos que era verdad.

    Hemos destruido sin misericordia la reputación de muchos extraordinarios y competentes conciudadanos que se atrevieron a sostener que habían visto ovnis, cuando sabíamos perfectamente que estaban diciendo la verdad, pues nosotros mismos los habíamos visto en el radar.

    Hemos silenciado a congresistas y senadores que pedían información para sus representados. Estos Congresistas son ahora socios silenciosos en este encubrimiento y, por tanto, responsables directos de todos los crímenes que nosotros cometemos.

    EL GRAN FALLO DE LA PRENSA

    La campaña de desprestigio de los ovnis ordenada por la CIA en 1953 publicó libros y colocó cientos de artículos en la prensa para crear una atmósfera de ridículo en torno al tema; creó falsos «contactos» y bromas y los sigue creando todavía; se infiltró en los grupos más importantes dedicados a la investigación del fenómeno y logró ridiculizarlos y hacer que dirigiesen sus investigaciones hacia «otras explicaciones» más racionales.

    La campaña tuvo un éxito muy superior al que la CIA hubiese esperado, debido principalmente a la brillante manipulación de la prensa, utilizando ‘a estrategia del ridículo. La prensa «seria», por miedo a caer en el ridículo, se tragó increíblemente todos los «comunicados oficiales» acerca del fenómeno.

    Por este miedo al ridículo, por ejemplo, y por divorciarse por completo de todo lo relacionado con los «platillos volantes», nunca se preguntó por qué la CIA rehusó darle información al senador Goldwater que por aquel entonces era presidente del Comité de Inteligencia del Senado. Si el senador Goldwater no merece que se le informe sobre el problema de los ovnis, ¿quién se lo merece en nuestro Gobierno? La prensa falló en hacerse esta simple pregunta: Si «los ovnis no existen» ¿por qué la CIA le dijo al senador Goldwater que los informes sobre los ovnis son «datos clasificados en un nivel superior al top secret», y a «cualquier otro secreto de los Estados Unidos?»

    La campaña de desprestigio montada por la CIA USÓ a algunos de los cerebros más brillantes de nuestro país y poco a poco «convenció» a muchos periodistas que la manera mejor de progresar en su profesión era abandonando la ética periodística cuando se trataba de reportar noticias sobre avistamientos de ovnis.

    Uno de los actos más audazmente engañosos de la CIA se refiere al presidente Carter —que había sido testigo de un avistamiento— cuando le sugirió a la NASA la posibilidad de hacer una investigación sobre los ovnis. Hasta ese momento, todos nosotros los que estábamos envueltos en la campaña de encubrimiento, pensábamos que el presidente estaría enterado de todo desde el mismo momento de su toma de posesión, y que se le habría informado de la enorme cantidad de dinero que se había gastado en la investigación del fenómeno desde 1953.

    Pues bien, ¡no sabía casi nada! y a nosotros se nos hizo inconcebible cómo el presidente de la nación había sido mantenido en la ignorancia por la CIA.

    Por aquel tiempo el equipo científico de la NASA llegó a la conclusión de que había que terminar con el encubrimiento porque para entonces ya casi todo el público sabía que la mayor parte de los astronautas hablan tomado fotos de ovnis o que habían sido seguidos por ovnis y que se veían forzados a mentirle a la prensa. Pero la CIA, poco antes de que la NASA diese su informe para los medios de comunicación, insistió en que había que seguir encubriendo todo lo relativo a los ovnis y la forzó a mentirle una vez más a la prensa. Y la NASA redactó un boletín de prensa, dictado por la CIA y contrario a las conclusiones a que habían llegado sus científicos.

    Victor Marchetti, que fue un alto cargo de la CIA, sostiene abiertamente que muy probablemente el presidente Carter fue forzado a participar en toda la campaña de encubrimiento dirigida por la CIA.

    La mayor parte de las ridículas «explicaciones científicas» de los avistamientos, salían de los «cuarteles de desprestigio» que la CIA tenía montados, y eran diseminados entre el público, mayormente a través de la Fuerza Aérea, la FAA, FBI, CIA, NASA, NORAD O el Pentágono. Las absurdas «explicaciones» (gas de los pantanos, alguna estrella, Venus, etc.) dadas muchas veces después de largas demoras, con frecuencia más que explicaciones eran un insulto para la inteligencia de nuestro pueblo. Y a pesar de que no eran ni científicas ni siquiera lógicas, eran rápidamente aceptadas por la prensa que de esa manera se liberaba de «otra loca historia de ovnis».

    Con frecuencia, había graves contradicciones entre los informes oficiales y lo que decían los pilotos o los controladores de radar, que no solían tener mucho eco en la prensa.

    EL FALLO DE LA COMUNIDAD CIENTÍFICA

    El proyecto «Blue Book», el «Informe Condon» y muchos científicos notables, son parte de esta campaña de encubrimiento de la CIA. El «Informe Condon» fue una farsa «científica» que inmediatamente fue desenmascarada como un fraude por el extinto Profesor James E. MacDonald.

    (El profesor James MacDonald apareció «suicidado» de una manera muy extraña, poco después de haber desenmascarado el «Informe Condon»)

    Nota del traductor

    Desde el momento de su aparición, dicho informe fue muy duramente criticado por científicos (que no pertenecen a la CIA), los cuales lo examinaron a fondo, cosa que otros, por miedo al ridículo, no han hecho e increíblemente todavía continúan viendo al «informe Condon» como un estudio serio. Este triunfo logrado sobre la comunidad científica es algo que llena de satisfacción a las altas esferas de la «inteligencia» militar y política.

    Esta manipulación de la opinión pública norteamericana y las técnicas avanzadas de control mental practicadas por la CIA, han sido descritas por un doctor de la Fuerza Aérea como «fascismo psiquiátrico, contradictorio con los principios de la democracia». En la actualidad, y debido a los sistemas de detección altamente sofisticados, se están detectando con mucha frecuencia ovnis sobre nuestras bases y sobre los silos de misiles y se ha descubierto que son capaces de entrometerse en los mecanismos de lanzamiento. Se los ha fotografiado en áreas prohibidas espiando nuestros experimentos militares, y por radar y hasta a simple vista se los ha seguido casi a diario cruzando los cielos de Estados Unidos y Canadá.

    De todas partes del mundo nos llegan noticias semejantes y debido a ello es por lo que nos oponemos a este encubrimiento sin sentido que nos priva de una enorme cantidad de datos científicos. Pero no podemos hacer nada, porque la CIA controla todas las agencias de inteligencia militar y tiene una abrumadora influencia sobre muchas agencias del Gobierno.

    Personal del FBI ha definido este encubrimiento como el mayor crimen jamás perpetrado contra nuestro pueblo. La CIA, amparándose en el «Interés Público Nacional» ha violado flagrantemente la letra y el espíritu de la ley.

    El Código de Justicia Militar no ofrece a nuestros soldados ninguna protección contra esto. Nosotros como miembros del grupo «Justicia para el Personal Militar» estamos divididos entre el deseo de mantener nuestro juramento de secreto, y nuestro sentido de ética como ciudadanos responsables y leales de esta gran nación nuestra.

    Pero, por otro lado, estamos totalmente decididos y dedicados a impedir que este encubrimiento siga perpetuándose en nuestra patria libre. Si nuestro país nos exige a los militares que estemos dispuestos a entregar nuestras vidas en su defensa, lo menos que puede hacer es decirnos contra quién estamos luchando y por qué.

    Tenemos el derecho a saberlo.

    RESPONSABILIDAD CIVIL DE LA «JMP»

    La carencia de noticias responsables en este particular es lo que nos ha llevado a la creación del grupo JMP. Creemos que es responsabilidad nuestra el hablar por los ciudadanos que están cumpliendo un servicio militar activo.

    Un estudio de la RAND indica que la CIA está todavía dispuesta a continuar con su campaña de encubrimiento valiéndose del secreto y del ridículo.

    En consecuencia la JMP ha preparado una campaña para deshacer el encubrimiento de los ovnis. Alguien asociado con la NSA nos ha comentado:

    «… una vez que la nación se dé cuenta de la magnitud del engaño en torno a los ovnis, se producirá como un despertar y se levantará una ola de indignación que nos llevará a actos de desobediencia civil de gran envergadura y esto puede ser el fin de la CIA».

    No es nuestra intención acabar con la CIA, porque ésta es necesaria para la defensa nacional Queremos conservar de la CIA todo aquello que todavía tiene de respetable a los ojos del pueblo norteamericano. El blanco de esta carta no es la credibilidad de la CIA sino la credibilidad del Gobierno. Este loco encubrimiento tiene que terminar. Es una bomba de tiempo que, según la RAND, está acelerándose y puede estallar en cualquier momento. Descubrámosla ahora y evitemos la pérdida innecesaria de más vidas de militares.

    En esta carta omitimos intencionadamente los eventos más espectaculares en la campaña de encubrimiento de los ovnis. Creemos más propio que sea el presidente mismo, una vez informado por la CIA, quien se lo comunique a la nación. Lamentamos el anonimato de esta carta, pero no tenemos otro remedio pues la CIA tiene el firme propósito de eliminar a cualquiera de sus súbditos que, conociendo el secreto, lo divulgue. En cuanto se nos comunique una Orden Ejecutiva, seremos los primeros en testificar.

    Señor presidente, en sus manos está una oportunidad única en la historia de la humanidad. Con interés en nuestros corazones por la seguridad y unidad nacional respetuosamente esperamos su actuación.

    (Texas) San Antonio
    JMP

    ADDENDUM PARA LA PRENSA

    Puesto que por el momento somos todavía un grupo anónimo, queremos ofrecerle a la prensa una fuente para verificación, documentación y constatación de la mayor parte de lo que aquí decimos. En los Estados Unidos les recomendamos que tomen contacto con el astronauta Gordon L. Cooper y con las siguientes organizaciones dedicadas a la investigación de los ovnis (sigue una lista de organizaciones incluido el Major Donald E. Keyhoe, uno de los primeros y más famosos autores sobre el tema de los ovnis.

    Ninguna de las organizaciones mencionadas arriba conocía de la existencia de la JMP antes de la publicación de esta carta de la que se han enviado 6.200 copias a la prensa de todo el mundo.

    Hasta aquí la carta de la JMP.

    Una prueba indirecta de que lo que en ella se dice es verdad, es el silencio que la «prensa seria» del mundo ha guardado sobre el tema a pesar de que los hechos denunciados son de enorme importancia.

    La campaña de ridículo que la CIA y la NSA montaron ha calado tan hondo que los periódicos no quieren mezclarse con nada que suene a ovnis o a extraterrestres y si lo hacen es en tono jocoso o como parte de las anécdotas del día.

    Por otro lado nos sorprende la ingenuidad de estos honestos militares que todavía creen en la honorabilidad de sus altos políticos y hasta de su presidente. No saben que a la mayor parte de los «grandes» de este mundo lo que en definitiva les interesa es conservar sus puestos.

    La preocupación de la JMP se acrecentaría enormemente si supiesen toda la verdad. No sólo la verdad de todos los atropellos y crímenes que las Agencias de su Gobierno han cometido para tener engañado al pueblo sino la verdad terrible que hay detrás del fenómeno ovni considerado en su totalidad.

    Se indignan porque las vidas de otros compañeros suyos están en peligro, pero se indignarían mucho más si supieran que la que está en peligro es la estabilidad mental de toda la humanidad y hasta la paz mundial.

    La JMP parece no saber o no estar convencida de que los rusos están cometiendo el mismo encubrimiento que la CIA; y que en las altas esferas político-militares, rusos y norteamericanos colaboran íntimamente. Por eso ingenuamente instan a su presidente a que vigile a los rusos que según los miembros de JMP, son los verdaderos enemigos. Todavía están imbuidos de la paranoia bélica de los militares de todo el mundo.

    Esta carta hace apenas un año que fue enviada y por supuesto Ronald Reagan no le dio respuesta alguna ni se la dará, habiendo dejado el difícil encargo a su sucesor, Bush, que por ser desde hace tiempo del grupo MJ-12, conoce más a fondo que su predecesor todo el tenebroso asunto.

    Reagan, con su limitada inteligencia, cuando se enteró del asunto lo tomó como algo curioso y excitante y, según dicen, tenía una enorme curiosidad por conocer las andanzas de los extraterrestres. Pero a lo que parece no llegó a comprender nunca o no se quiso enfrentar con las consecuencias de tan enorme problema, dejándolo todo en manos de la CIA y de la NSA y siguiendo las pautas que ellos le trazaban.

    Pero en este último año ha habido muchas más señales de que la pugna interna entre los que conocen la verdad total se ha acrecentado y han empezado a salir a la luz pública datos mucho más concretos que los que la JMP señala en esta carta.

    La incursión de ovnis sobre Washington en 1952 a que se refiere el documento de la JMP. Las autoridades dijeron enseguida que se trataba de un avión. Cuando se amplió la foto (abajo) no sólo se vio que no era un avión sino que se descubrió en la lejanía otro ovni de los muchos que aquella noche sobrevolaron la capital de los Estados Unidos.

    Estos son los pilotos que salieron inútilmente a perseguir a los ovnis que sobrevolaron Washington por 1ª vez en 1952.

    Contra los presagios optimistas de la RANO, los ovnis repitieron su visita masivamente siete años después. El 4 de febrero de 1959 se tomó esta fotografía que figuraba en los archivos del Proyecto «Libro Azul» con el numero 6257.

    La tarde del famoso apagón de Nueva York en 1965 se vieron varios ovnis volando lentamente sobre la ciudad. Con toda probabilidad ellos fueron los causantes del percance, tal como lo han hecho, sin lugar a dudas, en otras ciudades. En estas fotos podemos ver a dos de ellos teniendo como marco el Empire State Building y el edificio de las Naciones Unidas.

    La CIA trató por todos los medios de impedir que se publicasen estas fotos y consiguió que tuviesen mucha menos difusión de la que se merecían.

    Dr. James E. MacDonald

    Era profesor de astrofísica en la Universidad y fue invitado inicialmente a la investigación y redacción del «Informe Condon». Cuando vio que el informe estaba destinado a desacreditar el fenómeno ovni, renunció y lo denunció por fraudulento.

    Al poco tiempo apareció muerto en circunstancias extrañas. Estaba tumbado en el campo con una pistola al lado, dando la impresión de que se había suicidado.

    Pero todos los que lo conocían dicen que fue asesinado.

    El comandante Donald Keyhoe, de la Marina de los Estados Unidos, fue uno de los primeros militares en sublevarse contra el secreto que sus superiores impusieron acerca de los ovnis.

    Sus libros «Los ovnis son reales», «Platillos volantes del espacio exterior», «La conspiración contra los ovnis» y «Ovnis: Top secret» tuvieron una gran difusión y convencieron a muchos de sus compatriotas de la realidad del fenómeno.

    El astronauta Gordon Cooper.

    Sus jefes, conociendo su rectitud y su inclinación hacia la sinceridad, prohibieron a los periodistas que le preguntasen sobre un objeto verduzco que había visto cuando volaba sobre Australia.

  • Crow

    CAPITULO II
    TAMBIÉN LOS JUECES SE REBELAN

    Lo siguiente es la transcripción de un artículo publicado por un Juez de la Corte Suprema del Estado de Nueva York en la revista de gran circulación OMNI, de junio 1987.

    Como el lector podrá ver, con palabras muy reposadas y muy a tono con su profesión, el magistrado muestra su repudio al encubrimiento oficial de los hechos en torno al fenómeno ovni y su indignación por el engaño del que tanto él como sus conciudadanos han sido víctimas por tanto tiempo.

    He aquí la trascripción del artículo:

    DECLARACIÓN HECHA POR HOWARD E. GOLDFLUSS

    JUEZ DE LA CORTE SUPREMA DEL ESTADO DE NUEVA YORK

    1987
    Yo era tan escéptico como cualquier otro acerca de los objetos volantes no identificados. Mi formación profesional requería evidencias para poder probar la existencia de los ovnis. Sin embargo, no había ninguna, excepto las afirmaciones típicas de las revistas sensacionalistas que podemos ver en los supermercados: «Yo fui atacada sexualmente por un marciano», etc.

    Pero lo que era materia de risa, ahora se ha convertido en algo serio. Ya hay una evidencia sólida para borrar el escepticismo. Antes de que apareciese esta evidencia yo creía en la Fuerza Aérea y en la CIA y en todas las demás Agencias del Gobierno cuando nos decían que los ovnis eran un mito. Y las hubiese seguido creyendo por siempre de no haber sido por el Acta de Libertad de Información.

    El Congreso pasó esta ley porque pensaba que el Gobierno estaba ocultando demasiados hechos del conocimiento público, y esta preocupación estaba ciertamente justificada. Gracias a esta ley, sabemos ahora que el Gobierno ha estado ocultando evidencias de que los ovnis existen y de que mucha gente los ha visto.

    La información más reveladora se encuentra en el Estudio de la División de la Inteligencia Aérea (AIDS) 203. A continuación transcribo algunos de sus párrafos.

    — White Sands, Nuevo México, 29 de junio de 1947. Tres científicos vieron un gran disco sin alas, o esfera, moverse horizontalmente.

    —Portland, Oregón, 7 de julio de 1947. Cinco oficiales de Policía vieron un número de discos similares volando sobre diversas secciones de la ciudad.

    —Andrews Field, Maryland, 18 de noviembre de 1948. El piloto de la reserva Kenwood Jackson, el Lieutenant Glen Stalker y el Lieut. Henry Combs encontraron un ovni iluminado que daba vueltas a 17.000 pies (5.500 m.). Describieron el objeto como una bola oblongada, con una luz, no alas y no tubo de escape…

    Si yo tuviese dudas sobre la credibilidad de los observadores mencionados, me sacaría de ellas una inspección del Informe de la Inteligencia Aérea IR-193-55 fechado el 15 de octubre de 1955.

    Esta información fue hecha después de entrevistar al senador Richard Russell, de Georgia, decano del Comité de las Fuerzas Armadas del Senado, al Lieut. coronel E. V. Hathaway, un oficial asignado a dicho Comité, y a Reuben Efron, un consultor. Según ellos, el 4 de octubre de 1955, a las 7,10, después de partir por tren de la URSS, los tres vieron dos ovnis despegando casi verticálmente con un minuto de diferencia.

    Lo que en definitiva buscan los Tribunales es la verdad. Si se suprime aunque sólo sea una parte de los hechos (hay el peligro) de que la verdad no se pueda descubrir. Hasta ahora se nos había hecho creer que sólo los charlatanes, borrachos, locos y psicópatas eran los que veían el fenómeno. Ahora sabemos que muchos de los testigos eran gente responsable, dignos de crédito y personas respetables; y muchos de ellos tenían formación técnica. Por tanto, en la actualidad podemos contemplar el fenómeno ovni de otra manera, con pruebas que hasta ahora habían sido ocultadas.

    (firmado)

    Howard E. Goldfluss
    Juez de la Corte Suprema del Estado de N. York

    y autor del libro «El Juicio»

    (1) Two of the records at issue here were produced

    Cuando en virtud del Acta de libertad de Información, Ia CIA, la NSA y la Fuerza Aérea se vieron obligadas a entregar los documentos que tenían en relación con los ovnis, lo hicieron previa una rigurosa censura.

    Esta es una muestra de cómo entregaron muchas de las páginas y al mismo tiempo una prueba de cómo las «dignísimas autoridades» se ríen de la ley cuando les conviene, y le faltan al respeto a los ciudadanos.

    CAPITULO IV
    LOS JUEGOS DE LOS OVNIS CON LOS AVIONES

    Antes de entrar de lleno en lo que constituye el meollo de este libro, quiero presentarle al lector algunas de las actividades de nuestros visitantes espaciales, para que vaya viendo su extraña manera de proceder, que si bien en algunas ocasiones en benévola, en otras es fatal para los humanos.

    Confieso que este tipo de información pertenece más bien a años pasados, cuando los investigadores trataban de reunir todos los datos posibles con el fin de llegar, en primer lugar, a una convicción de que estábamos ante un hecho real y no imaginario o debido a falsas apreciaciones de hechos naturales, y en segundo lugar, para tratar de averiguar cuáles eran sus intenciones.

    Hoy, pese a que algunos se empeñan en seguir dudando de la realidad de los hechos o en seguir coleccionándolos sin llegar a deducir nada de ellos, ya vamos teniendo una idea bastante más clara de todo el conjunto.

    Me referiré en este capítulo al comportamiento de los ovnis con los aviones, porque la casuística es muy abundante y aleccionadora, y de ella podemos deducir bastantes consecuencias que nos ayudarán a estar más preparados para asimilar las duras realidades que referiremos en capítulos venideros.

    En cierta manera, es lógico que la relación avión-ovni sea abundante, debido a que ambos usan el mismo elemento en el que se pueden ver mutuamente desde gran distancia. Aunque hoy de sobra sabemos que algunos ovnis pueden también sumergirse en el mar y navegar por debajo de él a gran velocidad, y no sólo eso, sino, en algunos casos, perforar la tierra como si fuesen topos y remontar vuelo en cuanto asoman a la superficie, tal como sucedió no lejos de la ciudad de Caracas, a finales de la década de los setenta, existiendo de ello todo un reportaje publicado por el diario «2000».

    Pero no se puede negar que el medio normalmente utilizado por los ovnis es el aire, en el que en cierta manera tienen que competir con nuestros aviones. Los primeros ovnis que se vieron «oficialmente» y que adquirieron gran notoriedad por haber sido difundido su avista-miento en todos los medios de comunicación del mundo, fueron vistos desde un avión. Fue en junio de 1947 en el oeste de los Estados Unidos; volaban en escuadrilla a gran velocidad por encima del Mount Rainier y fueron avistados por Kenneth Arnold.

    A partir de entonces, se inició una relación no siempre amistosa entre nuestros aviones y los VEDs (Vehículos Espaciales Dirigidos) como algunos les llaman.

    Este fue el primer avistamiento «oficial», pero anteriormente ya había habido toda suerte de avistamientos, no sólo en nuestro tiempo sino a lo largo de toda la historia, tal como lo han demostrado autores como A. Faber Kaiser, Raymond Drake y muchos otros.

    Las autoridades norteamericanas tomaron muy buena nota de aquellos intrusos que habían violado su espacio aéreo sin pedir permiso y nuevamente volvieron a preocuparse en 1959 cuando otra escuadrilla de ovnis sobrevoló descaradamente la capital de la nación y el espacio prohibido encima de la mansión oficial de su presidente.

    Esto es lo que la gente cree, pero, de nuevo, esto es sólo la verdad «oficial». La verdad auténtica es que el Gobierno de los Estados Unidos se preocupó muy seriamente desde el primer momento y sobre todo a raíz del estrellamiento de uno de estos aparatos cerca de la base de la Fuerza Aérea de Roswell, en el Estado de Nuevo México.

    Bastante lejos de los restos del ovni se encontraron los cadáveres destrozados de cuatro tripulantes de muy baja estatura que ciertamente no eran de este planeta. Aparentemente salieron despedidos de la nave debido a una explosión o saltaron de ella cuando empezó a precipitarse a tierra.

    A partir de aquel momento, el Gobierno norteamericano desarrolló una frenética actividad en dos direcciones: En primer lugar, quería evitar a toda costa que la noticia de la llegada de estos visitantes de fuera de la Tierra llegase al conocimiento público, y en segundo lugar, para capturar alguno de ellos con el objeto de copiar su sistema de propulsión. La paranoia bélica siempre presente en la historia humana, no pudo faltar en este momento crucial.

    Para lograr estos fines, se usaron todos los medios lícitos e ilícitos. El más corriente era achacar los avistamientos a error de los testigos y desacreditar a los que se atrevían a iniciar investigaciones serias. Por un tiempo se valieron de ciertos modelos nuevos de avión, con forma de disco, para hacerle creer a la gente que los ovnis eran aquellos modelos en prueba (ver ilustración a pie de pagina).

    Pero el remedio extraordinario era atemorizar a los testigos más peligrosos o incluso asesinarlos, haciendo creer que se trataba de un suicidio, tal como sucedió en bastantes ocasiones e incluso con personajes muy distinguidos. A los militares envueltos en algún caso de ovnis se les exigía un juramento de silencio que en caso de ser violado, conllevaba serias penas, tal como hemos visto en la carta de los militares de la JMP al presidente Reagan.

    Aunque es cierto que la CIA tuvo mucho que ver con todo esto y en particular con presentar como suicidios o accidentes fortuitos verdaderos crímenes, sin embargo, las agencias gubernamentales que más trabajaron en todo el asunto del encubrimiento fueron la NSA (National Security Agency) y la Fuerza Aérea, que es la que ha realizado más labor de investigación en todo el mundo y la que más conoce sobre él. En sus bases tiene encerrados los restos de unos cuantos ovnis y conserva los cadáveres de los extraterrestres que se han estrellado. Los tres EBEs capturados vivos de que se tienen noticia, también estuvieron custodiados, mientras vivieron, en bases de la Fuerza Aérea. De nuevo vemos relacionados a los ovnis con los aviones.

    La preocupación del Gobierno de USA era completamente natural desde que se convencieron de que sus más rápidos aviones, tal como pudieron comprobarlo en el incidente de Washington, hacían el ridículo cuando querían medir sus fuerzas y sus habilidades con aquellos misteriosos discos. Años más tarde, los técnicos de la NASA y no pocos astrónomos privados vieron con pasmo cómo aquellos «platillos» de los que tanto se reía la prensa y la ciencia «oficial», prácticamente jugaban con los cohetes que lanzábamos a la Luna, haciendo tirabuzones alrededor de ellos en pleno vuelo y poniéndoseles delante como jugando al «corre que te cojo». Y a veces, haciendo cosas no tan inofensivas.

    Antes del incidente de 1953 en Washington, ya las cosas se habían puesto serias en 1948, cuando el piloto de la Fuerza Aérea Thomas Mantell, al mando de un F-51, uno de los cazas más modernos de aquel tiempo, había sido derribado por un ovni cuando trató de acercarse a él. Los altos mandos de la FA aprendieron de una manera drástica que aquellos despreciados «platillos» que oficialmente no existían, no se andaban con bromas y que ni pedían permiso para volar ni permitían que nadie se lo impidiese. Parece que en esto tienen la misma mentalidad que los militares de nuestro planeta, que piensan que todo se puede solucionar por la fuerza.

    Tras el derribo del caza de Mantell ha habido otros, tanto en Estados Unidos como en otras naciones, debido mayormente al acosamiento a que sometieron a un ovni. Estos, de ordinario, se alejan a gran velocidad cuando son atacados, pero en ocasiones responden a la agresión, tal como le sucedió a un F-16 japonés, a un MIG cubano y a un caza ruso en el mar de Corea.

    En el primero de estos casos, la noche del 9 de junio de 1974, se recibió en la base aérea de Hyakuri, cerca de Tokio, una llamada urgente de que encima de la isla de Hokaido, al norte de Japón, se veían unas luces de un transporte aéreo sin identificar. Inmediatamente fueron enviados hacia allá en misión de reconocimiento el teniente coronel Nakamura y el mayor Kubota, que a las 11,10 en punto de la noche lograban distinguir en la distancia unas extrañas luces,

    Nakamura, en previsión de lo que podía pasar, y teniendo en cuenta que sus vecinos los soviéticos tienen grandes bases aéreas en las costas siberianas, preparó los cañones de 30 mm. del Phantom, mientras Kubota se comunicaba con el control de tierra.

    Poseemos una copia de la nerviosa conversación entre los pilotos y el control de tierra:

    Kubota.—Estamos a nivel ahora. ¡Vamos hacia allá!
    C. de T.—Entendido. Su objetivo está a 10.000 metros de altitud; rango 16 millas a las 11; vire 10 grados

    Kubota.—Estamos virando ahora. No tenemos contacto visual.
    C. de T.—Su objetivo está a 10.000 metros. Hay alguna interferencia por acá. Su velocidad es…, la velocidad de su objetivo es… ¡espere un segundo! ¡imposible!

    Kubota.—Manteniendo curso. Todavía no hay contacto visual. Hable, ¿por qué dice «imposible»? Aún no lo vemos.
    C. de T.—Nosotros sí, lo tenemos en nuestra pantalla; ahí está…, pero hay algo raro…

    Kubota.—¿Qué pasa?
    C. de T.—La velocidad de su objetivo es…, ¡no puede ser!, ¡tiene que haber un error! Estamos chequeando la velocidad…, pero no puede ser…

    Kubota.—Pero díganme, ¿qué pasa?
    C. de T.—Pero es que esto no se puede creer…, es algo…, estamos viendo que la velocidad de su objetivo es de 6.2 Mach.

    (6.2 Mach es una velocidad del orden de los 6.000 ki-lómetros por hora, cosa muy por encima de lo que ningún caza puede hacer).

    Esta noticia llegada del Control de Tierra inquietó grandemente a los dos avezados pilotos al no tener idea de con quién se iban a encontrar a casi 10 kilómetros de altura en medio de una noche sin luna.

    A los pocos instantes vieron tres manchas color naranja volando en formación en forma de cuña:

    Kubota.—Los estamos viendo; tres objetos sin identificar a los 12 grados en punto de altura.

    C. de T.—La velocidad que les dimos es correcta; además, sus objetivos están haciendo cosas extrañas; se mueven hacia arriba y hacia abajo y luego hacia los lados…

    No hacía falta que se lo dijesen desde la torre de control; ellos mismos lo estaban viendo con sus ojos. El teniente coronel Nakamura ponía a prueba toda la maniobrabilidad de su aparato intentando hacer unos giros imposibles para tratar de acercarse a aquellas luces que variaban sus posiciones con una facilidad increíble.

    Mientras lo intentaba, frenéticamente les gritaba a los de Control de Tierra: ¡Instrucciones!

    Pero la gente de tierra no sabia qué hacer; nunca se les había presentado un problema semejante; hasta entonces nunca se había dado la orden de disparar, pues ello podía traer graves consecuencias internacionales en caso de ser naves de una potencia extranjera, y por otro lado aquellos objetos misteriosos con una tan enorme capacidad de maniobra representaban un peligro real al desconocerse en absoluto cuáles eran sus intenciones y al mantenerse en un completo silencio, sin contestar a los requerimientos que se les hacían para que se identificasen.

    Mientras Nakamura seguía pidiendo instrucciones, el mayor Kubota intentaba mantener la calma:

    Kubota.—Los estamos persiguiendo…, son tres, no uno…
    C. de T.—Los tenemos en pantalla, pero estamos viendo movimientos que no pueden ser reales…, aquí hay algo raro…

    Kubota.—Es que son objetos no identificados, repito, ¡ovnis! No son aviones; repito, ¡no son aviones! ¿Qué instrucciones nos dan?
    C. de T.—No estamos preparados…, esperen…

    En tierra, frenéticamente trataban de entrar en contacto con las altas autoridades militares, pero a aquellas horas no era nada fácil encontrar a nadie de rango que diese una orden y asumiese una responsabilidad.

    Los segundos pasaban eternos y Nakamura trataba en vano de acercarse más a aquellos elusivos objetos que a todas luces estaban pilotados por personas inteligentes y poseían tecnología muy superior a la del Phantom.

    Mientras esperaban ansiosos unas instrucciones que nunca llegaron, vieron cómo uno de los ovnis se separó de los otros y se dirigió hacia ellos; el corazón se les heló y más todavía cuando vieron que del ovni partían una especie de balas luminosas que pasaron rozando los extremos del ala.

    Cuando el ovni pasó muy cerca, pudieron observar su gran tamaño, comparable al de un C-5A entonces el avión más grande del mundo, que tenía una especie de ventanillas cuadradas y estaba rodeado de unos halos de luz El Phantom no había sentido daño alguno, por lo que se puede deducir que tanto los rayos plateados como las balas luminosas que les habían lanzado segundos antes no fueron sino avisos de que desistieran de su empeño.

    Pero en ese momento sucedieron dos cosas importantes: cuando el ovni se acercaba, el teniente coronel Naka-mura, harto de esperar órdenes y a punto de sufrir un ataque de nervios, se dispuso a lanzarle una andanada con el cañón de 30 milímetros, pero el ovni desapareció repentinamente de su vista como si lo hubiese adivinado.

    Kubota comenzó a decirle:

    —Tal vez no debiéramos…, pero nunca terminó la frase.

    Los dos ovnis que repentinamente aparecieron en la parte de atrás del avión debieron ser los causantes de la tremenda explosión que sacudió al Phantom como si fuese una mota de polvo en el aire; la explosión vino de abajo, como si hubiesen hecho reventar la turbina, que es lo que constituye la mayor parte del cuerpo del avión.

    Como efecto de ella, el mecanismo de eyección de los pilotos funcionó y lanzó a Kubota al negro vacío, mientras por un segundo veía los pedazos del avión extenderse por todas direcciones en el espacio. El teniente coronel Nakamura, al que no le funcionó el mecanismo de eyección, iba, destrozado en cien pedazos, mezclado con todos aquellos trozos que en medio de la oscuridad caían hacia tierra en medio de una atmósfera helada.

    Kubota no se acordaba de más hasta que al día siguiente se despertó en el hospital. Lo habían encontrado por la mañana inconsciente debajo de su paracaídas, tumbado encima de un gran montón de arroz en una granja. Lo primero que preguntó fue por su compañero de aventura y tuvo que oír la triste noticia de que había sido encontrado deshecho.

    Al MIG cubano le pasó algo por el estilo y los radares norteamericanos de Key West pudieron comprobar directamente todo el incidente. Un gran ovni esférico avanzaba hacia la costa cubana a unos 1.000 kms. por hora y a 10.000 mts. de altura. Dos MIGs salieron a interceptarlo. Le pidieron que se identificase, cosa que no hizo. Entonces el capitán recibió orden de dispararle.

    A los pocos segundos dijo:

    «Tengo los misiles listos».

    Repentinamente se oyó un grito del piloto del otro avión:

    «¡Explotó!»

    «Pero no veo ni humo ni llamas».

    El ovni entonces ascendió en vertical hasta 30.000 mts. y siguió en la dirección que llevaba.

    El caza ruso fue pulverizado en el aire por otro enorme ovni de forma esférica que lo hizo primeramente vibrar de una forma violentísima hasta que estalló en mil pedazos, siendo de ello testigos no muy lejanos los asombrados marineros de un pesquero japonés que faenaban en el mar de Corea.

    Otro caso famoso fue el acaecido el 11 de julio de 1973 al teniente Dieter Hummling y al sargento Konrad Wey mientras pilotaban sobre Munich otro Phantom F-4F de la Fuerza Aérea de la Alemania Occidental.

    «El caso, que tuvo más de 40.000 testigos, tiene otras implicaciones psíquicas y parafisicas interesantísimas que sería demasiado largo narrar y que, por otra parte, tuvieron en su tiempo una gran difusión en la prensa.

    Lo que nos interesa hacer constar es que cuando el teniente Hummling le gritaba a su copiloto que preparase los cañones, el ovni (que repentinamente se agigantó en tamaño, llegando a tener una milla de largo y como cien metros de alto) se les echó encima, pero en vez de impactarlos los engulló sin hacerles daño alguno saliendo el Phantom por el otro lado del ovni y llevando únicamente como recuerdo de aquel misterioso encuentro una especie de quemaduras a lo largo de todo el fuselaje.

    El terror hizo que Wey se vomitase por toda la cabina mientras Hummling sólo recuerda que le pareció que «había pasado a través de una nube mientras tenía la impresión de que salía de este mundo».

    En estos casos se puede uno explicar la belicosidad del ovni, pero en otros en que no ha habido hostigamiento alguno por parte del avión, es más difícil la explicación y ello lógicamente nos lleva a pensar en la diversidad de orígenes de sus ovninautas.

    Y si difícil es explicar el porqué de la agresión, más difícil aún es explicar el cómo. Porque resulta que los ovnis han hecho desaparecer aviones a pesar de ser éstos de no pequeñas dimensiones, no pudiéndose hallar posteriormente parte alguna de ellos en tierra.

    Este fue, por ejemplo, el caso de un bombardero B-29 de los llamados «superfortalezas», que volaba al norte del Japón. Desde la base aérea cercana seguían su trayectoria por radar cuando vieron que otra nave sin identificar se le acercaba rápidamente. Los operadores de radar vieron cómo se «fundían» en el aire, instantes después de haber oído gritos excitados del piloto del B-29 pidiendo auxilio.

    O el caso de Frederick Valentich, el 7 de octubre de 1978, que volando con varios pasajeros su avión Cessna en Australia, vio cómo se le acercaba un ovni que hizo varias extrañas maniobras pasando repetidamente por encima de su avión. Valentich lo reportó varias veces por la radio a la torre de control y se notaba que estaba muy nervioso por lo que el ovni hacía. En un momento dejó de transmitir y nunca llegó a su destino ni se encontró rastro de él.

    En mi libro «La granja humana» narro el caso de dos aviones civiles ecuatorianos de la Compañía «Saeta» que volando en años sucesivos (1976 y 1979) desde Quito a Cuenca, cuando ambos habían pedido permiso para aterrizar, estando ya a la vista del aeropuerto y en un cielo sin nubes, desaparecieron sin dejar rastro, a pesar de la intensa búsqueda en la que intervinieron aviones especiales de la Fuerza Aérea norteamericana venidos ex profeso de Panamá. De las aproximadamente 150 personas que en ellos viajaban no se volvió a tener noticia hasta el día de hoy.

    Y ¿qué diremos cuando el ovni se tragó literalmente al avión? He aquí lo que un testigo presencial le contó a la más seria revista sobre el fenómeno ovni, la «Flying Saucer» de Londres.

    Sucedió en el estado de Missouri (EEUU).

    «Serían como las siete y media del día 9 de marzo de 1955. Yo me hallaba absorto contemplando el vuelo de un avión a reacción que venía en dirección hacia mí. Vi entonces cómo, casi de repente, un extraño aparato se colocó detrás de él y lo hizo desaparecer en un abrir y cerrar de ojos.

    Para ello aquel aparato abrió una gran puerta hacia el lado del avión, se lo engulló en un instante y luego se paró en el aire mientras cerraba su compuerta. A continuación ascendió y descendió durante unos 30 segundos y después se fue.

    Mientras ascendía y descendía pude ver que salía vapor o humo de unas como puertas o ventanas redondas que tenía en la parte alta. El aparato tenía la forma de una campana y era suficientemente grande como para llevar dentro muchos aviones como el que acababa de tragarse.

    Todo esto sucedió muy cerca de donde yo estaba, de modo que pude ver con toda claridad al avión y al ovni. El avión era un cazabombardero ligero. En la radio de San Luis, días más tarde, lo dieron por perdido, pues nunca apareció.

    Estos aparatos son la cosa más rápida que he visto en mi vida, porque pude cronometrar la velocidad de ambos al principio cuando el ovni se le acercó al avión. Aquél tardó sólo unos segundos en hacer el trayecto que al cazabombardero le había llevado tres minutos».

    Los radares, sin poder detallar tanto como el testigo de Missouri, han sido testigos en varias otras ocasiones de casos semejantes. Y curiosamente todas estas extrañas y fatales ocurrencias suelen sucederles a aviones de guerra, para respiro de los que viajamos con frecuencia en aviones comerciales. No creo que los militares tengan mucho derecho a enfadarse, porque como dice el refrán:

    «El que a hierro mata, a hierro muere».

    Los beligerantes ovni-nautas que tales actos realizan parece que saben distinguir bien entre los ciudadanos pacíficos y los belicosos que hacen de la guerra o de su preparación para ella un modus vivendi.

    Aunque tal como acabamos de ver, la triste realidad es que si bien menos frecuentes, también ha habido desapariciones misteriosas de aviones civiles llenos de pasajeros.

    A veces las cosas no son tan graves y los ovninautas se limitan a «jugar», si hemos de juzgar con una lógica humana, con los aparatos en vuelo. Pero no se puede negar que cualquier juego en esas circunstancias es muy peligroso y puede convertirse en fatal al más ligero descuido.

    He aquí lo que le sucedió en 1975 al joven De los Santos Montiel, mexicano, tal como él mismo me lo contó y como fue relatado por toda la prensa de aquel país que se hizo ampliamente eco de tan extraño caso.

    «Me dirigía de Zihuatanejo a México D.F. volando solo a una altura de unos 15.000 pies en una avioneta Pipper. Cuando estaba intentando distinguir la laguna de Tequesquitengo noté repentinamente un objeto discoidal en el extremo de mi ala derecha casi tocándola. Aquello me llenó de asombro. Miré para el otro lado y me encontré con que había otro exactamente igual en el extremo de la otra ala, y un tercero justo frente a mí. Por un momento creí que iba a chocar con él pero cuando me acerqué, con un movimiento rapidísimo descendió y me evitó.

    «Yo para entonces ya estaba nerviosísimo, llorando y sin saber que hacer llamé al aeropuerto del D.F. y les dije lo que me estaba pasando. Al principio no obtuve respuesta y me imaginé que no me creían. Esto me puso aún más nervioso.

    «El ovni que había estado frente a mí se había pegado a la parte inferior del fuselaje de mi avión y repentinamente me dio un golpe. Yo noté que mi aparato empezaba a ascender contra mi voluntad, y para sacar al ovni de allí se me ocurrió hacer descender el tren de aterrizaje. Pero fue inútil; los mandos del avión no me obedecían. Yo seguía ascendiendo contra mi voluntad y para entonces ya era presa del terror, sin saber en qué iba a parar todo aquello. Los ovnis de los lados seguían cada uno encima de un ala a escasos centímetros.

    «En el aeropuerto habían suspendido todo el movimiento de aviones y estaban pendientes de los gritos que yo daba por la radio. Por suerte no me cambiaron el rumbo y el avión seguía volando directo al aeropuerto de la capital. Cuando me acerqué a la zona del Ajusco los ovnis se fueron, pero mi tren de aterrizaje seguía sin funcionar. Tuve que pasar repetidas veces sobre la pista de aterrizaje que estaba toda a mi disposición intentando sacar las ruedas.

    «A la duodécima vez logré que el tren saliese aunque las luces de los mandos seguían sin funcionar. Corrí el riesgo de que el tren volviese a meterse al tomar contacto con tierra. Pero, por suerte, aguantó y pude aterrizar sin novedad tras haber vivido la aventura más extraña de mi vida.»

    Esta es la mala broma que tres ovnis le jugaron a este joven. Pero muy parecida a ella y en cierta manera peor, fue lo que le hicieron a un estudiante de piloto colombiano que hacía su primer vuelo en solitario; «monitoreado» muy de cerca por su instructor desde la torre de control en el aeropuerto de El Dorado, de la ciudad de Bogotá.

    Un ovni se le puso delante y le lanzó un rayo de luz muy concentrado que lo dejó ciego de modo que no podía ver los instrumentos de vuelo para poder maniobrar el avión. En la torre de control su instructor oyó sus gritos desesperados diciendo que no podía ver. Le aconsejaron que se serenase y que dejase pasar un tiempo porque probablemente lo que le sucedía era pasajero; una especie de mareo producido por la tensión, y que poco a poco recobraría la visión.

    Pero pasaban los minutos y la visión no volvía. El avión describía un amplio círculo, tal como su instructor le había indicado, y el pobre muchacho estaba medio desmayado en su asiento llorando como un niño y presa de un ataque de nervios. Para entonces ya se habían reunido al lado de la radio en que su instructor le daba instrucciones, otros miembros del personal del aeropuerto y de la escuela de vuelo que no podían dar crédito a lo que oían y a lo que veían, porque el ovni había sido visto por varios de ellos.

    Pasado un buen rato, el joven recuperó algo de su visión, de modo que ya podía ver, aunque con mucha dificultad, lo más esencial de los instrumentos de vuelo. Para entonces ya su instructor había despegado en otro avión y estaba volando al lado de él diciéndole exactamente todo lo que tenía que hacer para evitar que se estrellase al aterrizar. Tras varias aproximaciones logró por fin aterrizar de una manera un poco brusca pero sano y salvo.

    A un alto oficial de la Fuerza Aérea norteamericana que pilotaba un helicóptero le sucedió algo de lo que le pasó al mexicano De los Santos: los ovnis le quitaron el control del aparato y lo hicieron ascender a una velocidad vertiginosa contra su voluntad. Pero en este caso la broma se redujo a eso y no hubo más sustos.

    A una mujer paracaidista la interceptaron en el aire; el caso fue que desde que saltó del avión en que practicaba el paracaidismo como deporte, hasta que llegó a tierra, pasaron tres días, sin que pudiese recordar dónde había estado ni qué había hecho en todo aquel tiempo.

    A un piloto puertorriqueño, conocido de un gran amigo mío, volando desde San Juan a la vecina isla de Culebra, cuando estaba sobre el mar, un ovni le arrancó de cuajo el tren de aterrizaje de su pequeño avión, teniendo posteriormente grandes problemas para aterrizar. Verdaderamente bromas pesadas, por no decir algo peor.

    En cuanto a helicópteros se refiere, es un hecho bien conocido que este vehículo humano es muchas veces el camuflaje que adoptan los EBEs para pasar más inadvertidos. La gente, sobre todo en ciertas áreas en que hay cerca bases aéreas o navales, suele creer que son aparatos del gobierno haciendo algún tipo de maniobras y por eso no suelen prestarles mayor atención.

    Sí es cierto que muchas veces han observado que no tienen números ni identificación alguna y sobre todo que en ocasiones no tienen ventanas de ningún tipo. Esto, a algún campesino le había llamado mucho la atención, incluso antes de que los helicópteros maniobrasen de una manera extraña o hiciesen cosas totalmente inexplicables en un helicóptero del ejército, como es llevarse por el aire a una res que era propiedad del campesino.

    La presencia de estos falsos helicópteros se da más cuando hay mutilaciones de animales. En los casos en que han aparecido muertas y desangradas bastantes reses, es muy frecuente que la víspera o al atardecer se hayan visto por el área estos misteriosos aparatos, que a veces no hacen el normal ruido de los helicópteros sino que son completamente silenciosos, cosa que también fue notada por algunos testigos como algo muy llamativo.

    Sin embargo, no todos los helicópteros relacionados con ovnis o con abducciones de animales o personas son «fingidos». En las bases conjuntas de la Fuerza Aérea norteamericana y EBEs (de las que hablaremos posteriormente), los helicópteros del ejército suelen hacer mucho trabajo que está directamente relacionado con las tareas de los extraterrestres.

    En el famoso caso «Cash-Landrum» (28 de diciembre de 1980; Houston, Texas), en el que un ovni se averió y de resultas de ello contaminó radiactivamente una pequeña zona y a varias personas, fueron muchos los testigos que vieron cómo en rescate del ovni averiado vinieron nada menos que 23 helicópteros de la Fuerza Aérea, que lo fueron custodiando hasta la base en donde se le ayudó a reparar la avería. Este caso fue para muchos la prueba de que el Gobierno de USA hace tiempo que tiene tratos con algún tipo de extraterrestres, por más que se empeñe en negarlo.

    Sin embargo, para borrar en parte la mala impresión que hayan podido dejar todos los casos anteriores, y para defender las buenas intenciones y la delicadeza de algunos de nuestros visitantes, narraré lo que le acaeció en julio de 1951 a Fred Reagan cuando volaba cerca de la ciudad de Atlanta (EE.UU.) en su pequeño Piper Cub.

  • Crow

    Un objeto luminoso pulsante, en forma de rombo, chocó violentamente contra su avión cuando volaba a unos 2.000 metros de altura, y de resultas de ello Fred salió despedido al vacío, viendo por un momento cómo su avión se precipitaba en picado a tierra. En seguida se sintió como aspirado hacia arriba al mismo tiempo que notaba que sus vestidos se le pegaban a la piel mientras era atraído rápidamente hacia una escotilla que se abrió en un costado del ovni. Una vez entrado él y cerrada la escotilla, se halló en un lugar completamente oscuro al mismo tiempo que sentía un fuerte olor a ozono y a flores.

    Pasados unos instantes, empezó a ver una especie de «asperges de metal» de unos 90 cm. y un punto de luz azul. Cuando fijó la vista en él perdió la conciencia.

    Cuando la recobró estaba tendido en una camilla blanda y fría y oyó un sonido suave y pulsante. En seguida escucha una voz en perfecto inglés que le pide excusas por el accidente y le dice que ellos proceden de otro mundo, que nuestra tierra está poco desarrollada y que ellos no quieren perturbar nuestras actividades ni están animados de ninguna mala intención.

    Le dan la mala noticia de que él —que parece no lo sabía— tiene un cáncer y que en compensación del daño que le han hecho, le van a curar de esta enfermedad «que parece es frecuente entre los humanos».

    Le dicen que no diga nada de lo que ha pasado. Vuelve entonces a ver el punto azul y a sentir un «clic», e inmediatamente pierde el sentido.

    Cuando se despierta está en un hospital a donde lo habían llevado los que lo encontraron inconsciente tumbado en un prado. No tenía ni una sola herida, a pesar de que, teóricamente, había caído sin paracaídas desde 2.000 m.

    Y como colofón de este caso, una vez más aparece lo ilógico e inexplicable con que tantas veces nos encontramos en el fenómeno ovni: Fred Reagan murió loco diez meses después.

    Reseñaré finalmente varias otras «bromas» de los ovninautas con los tripulantes de unos cuantos aviones, aunque la «broma» haya sido muy pesada, ya que en algunos casos ha conllevado la muerte o desaparición de los humanos.

    John Janssen, de Morristown (New Jersey) tuvo suerte, porque volando su avión a 1.800 m. de altura el 23 de julio de 1947 vio acercarse a un ovni al mismo tiempo que el motor de su aparato empezaba a fallar, hasta que se paró del todo. Janssen se preparó para tirarse en picado a fin de poder planear, pero el avión conservó su horizontalidad. Miró la aguja de la velocidad y vio que marcaba «0».

    El avión estaba completamente inmóvil en el espacio. Entonces sintió que alguien lo observaba; levantó la mirada del panel de instrumentos y vio un poco más elevado que su avión, a unos 400 m., al ovni detenido en el aire, que indudablemente lo observaba. Pasaron unos instantes tensos, de una inmovilidad y un silencio totales, hasta que Janssen accionó de nuevo la llave del encendido y el avión reanudó su marcha.

    En cambio, los tripulantes militares de los tres casos siguientes no tuvieron tanta suerte. Probablemente el lector recuerda la película «Encuentros cercanos del tercer tipo». Comienza ésta abruptamente con una tormenta de arena en medio de gritos de militares que se mueven muy excitados entre unos cuantos aviones aparcados en medio del desierto. Como apenas si se da ninguna explicación, los espectadores no saben a qué viene toda aquella excitación ni cuál es la razón de traer a cuento aquellos aviones aparcados tan fuera de lugar.

    Para entender la escena habría que remontarse al año 1945, cuando cinco aviones «Avenger» torpederos de la base aérea de Fort Lauderdale (Florida), desaparecieron con sus 27 tripulantes cuando realizaban un vuelo de entrenamiento por el Atlántico a unos 200 Kms. de la costa. Se escucharon muchas conversaciones nerviosas entre los distintos pilotos como extrañados de lo que les estaba pasando. El día, sin embargo, estaba completamente claro.

    Tras casi 50 minutos de indecisiones, se oyó claramente la voz del jefe que decía:

    «No podemos saber dónde estamos ni dónde está el Este o el Oeste. Creemos que nos encontramos a 370 Kms. al NO de la base. Pero pensamos…», y no dijo más ni se volvió a saber más de ellos.

    Inmediatamente se envió a un gran hidroavión para investigar qué les pasaba, pero al hidroavión le sucedió lo mismo. Desapareció sin dejar rastro, y eso que en pocas horas había alrededor de 320 barcos buscándolos en un área bastante reducida.

    Pasado el tiempo, los cinco aviones desaparecidos fueron encontrados en perfectas condiciones posados en un desierto mexicano, sin que nadie pudiera explicarse cómo ni por qué llegaron hasta allí. Esta es Ia escena con la que comienza la película «Encuentros cercanos del tercer tipo».

    Los aviones aparecieron, pero ¿qué había sucedido con los 27 tripulantes? Eso sigue todavía en el misterio.

    Otro caso parecido fue el de un bombardero norteamericano en la guerra de Vietnam. Se dio por perdido y pasado bastante tiempo apareció posado en un pequeño claro de la jungla vietnamita, en perfectas condiciones para volar, pero en un sitio de donde ni era capaz de despegar ni hubiese sido posible el aterrizaje por estar completamente rodeado de árboles de gran altura y de maleza muy tupida. Las autoridades de la Fuerza Aérea, aun sin confesarlo públicamente, llegaron a la conclusión de que había sido «depositado» o «posado» allí y que él no había podido por sus propios medios haber llegado al lugar en que se encontraba.

    Algo por el estilo le sucedió a un avión correo ruso en 1961. Un ovni lo hostigó en su trayectoria y cuando ya se le había dado por perdido, apareció en perfectas condiciones en medio de la inmensa estepa siberiana, en la región de Tobelak. Aunque el terreno era llano, al avión le hubiese sido muy difícil aterrizar sin haber sufrido algún desperfecto. Pero de sus cuatro tripulantes nunca se volvió a saber.

    Sin embargo, el colmo de estas «bromas» con aviones —aunque en este caso concreto dudo que lo sea— lo constituye lo que les sucedió a un grupo de cartógrafos rusos cuando se hallaban haciendo un mapa de ciertas zonas de la Luna que hasta entonces no habían sido cartografiadas. Dirigidos por el doctor Stanislav Makeyev, se valían para su trabajo de las fotos de gran precisión que había obtenido un satélite.

    Cuando con la ayuda de ordenadores ampliaban una sección en la que hay varios cráteres, no pudieron creer lo que estaban viendo en la pantalla. En el fondo plano de un cráter de poca altura estaba posado un viejo bombardero de la segunda guerra mundial perteneciente a la Fuerza Aérea de los EEUU. En su costado y en las alas se podían distinguir con toda claridad las insignias del escuadrón a que pertenecía. Conservaba su estructura en perfecto estado, salvo que daba la impresión de haber sido víctima de algunos impactos de meteoritos. Además, según del doctor Makeyev, tenía todo él un tono verdoso como si hubiese sido rescatado del fondo del mar, en donde las algas lo hubiesen cubierto por un tiempo.

    Por supuesto, las autoridades norteamericanas dijeron que no tenían idea de ello y, en este caso, por excepción, probablemente dijeron la verdad. Se especuló si sería un avión de los tantos que han desaparecido en el famoso Triángulo de las Bermudas y en muchas otras partes del mundo, pero nunca se llegó a esclarecer nada y todo el extraño asunto pasó a engrosar el folklore ovnístico.

    La conclusión que de todos estos hechos podemos sacar es la que apuntamos al comienzo del capítulo: la distinta procedencia de nuestros visitantes que origina a su vez comportamientos totalmente distintos. Lo cual no impide que los de una misma especie se comporten de maneras diversas, dependiendo de la actitud de los humanos hacia ellos y también de sus propias necesidades en el momento en que se produce el encuentro.

    Otro caso extraño, aunque mucho más reciente, es el sucedido el día 28 de diciembre de 1988 en el sudoeste de Puerto Rico. Su autenticidad está avalada por más de 60 testigos de varios pueblos que fueron cuidadosamente interrogados por el excelente investigador de lo paranormal y redactor-jefe de la revista «Enigma», Jorge Martín, que gentilmente me suministró todos los detalles.

    Tal como en otra parte de este libro indicamos, en esa área de la isla caribeña hace ya más de un año que están sucediendo hechos muy extraños. Da la impresión de que hay una guerra declarada entre alguna facción o grupo de extraterrestres y el ejército de los EE.UU.; o por el contrario, una acción común de éste y algún grupo de alienígenas contra otro grupo de extraterrestres que ya están establecidos en bases subterráneas en aquella zona o que intentan establecerse.

    El caso es que desde hace algo más de un año los temblores de tierra son constantes, lo mismo que las grandes explosiones subterráneas y profundas grietas que aparecen en el terreno causando en ocasiones cortes de carrete-ras y hendiduras o hundimientos de algunas casas.

    Junto a esto hay que señalar la constante presencia de barcos de guerra en la inmediata bahía de Boquerón incluido un portaaviones—; los vuelos rasantes de los más modernos aviones y helicópteros en un área que no es lugar para semejantes ejercicios; el acotamiento por parte del ejército de toda aquella zona; la presencia de extraños vehículos aparentemente de la NASA y el avistamiento diario de ovnis que, o se sumergen en la inmediata laguna Cartagena o dan la impresión de meterse dentro de la montaña.

    Con estos antecedentes, el lector está preparado para conocer el suceso que intento presentarle. El día 28 de diciembre, de 1988, a las siete y veinte de la tarde, un ovni enorme de forma triangular fue hostigado por dos cazas F-18 muy probablemente procedentes del portaaviones anclado a muy poca distancia. Daba la impresión de que querían obligarlo a cambiar de rumbo.

    El ovni, perfectamente descrito por numerosos testigos colocados en lugares bastante distantes entre sí, pareció no inmutarse, ya que mantuvo su rumbo a no mucha velocidad. Los aviones se le acercaron uno por cada lado, desde atrás. Entonces el ovni se detuvo. El avión que le pasaba en aquel momento por la derecha fue succionado por un costado del ovni y no se vio más.

    A continuación el ovni aceleró repentinamente y le cerró el paso al caza que lo había pasado por la izquierda e hizo con él lo mismo que había hecho con el otro. En unos segundos los dos aviones habían desaparecido engullidos por el ovni.

    Entonces sucedió algo increíble, pero en lo que están de acuerdo todos los testigos: el ovni se dividió por el medio, convirtiéndose en dos ovnis con forma de triángulos rectángulos que salieron disparados en direcciones opuestas, perdiéndose en unos segundos de la vista de los asombrados espectadores.

    En los grabados adjuntos podrá ver el lector como varios de los testigos, situados en lugares diversos, describieron cada uno por separado lo que habían visto. Por supuesto, tanto las autoridades civiles como militares negaron el suceso; y la prensa —aparte de reseñar los continuos temblores que se vienen registrando en la región— no dijo absolutamente nada de lo ocurrido.

    Pero la gente tiene ojos para ver; y las autoridades, tanto en este como en otros campos, gozan cada vez de menos credibilidad.

    Kenneth Arnold.

    He aquí una prueba de uno de los muchos esfuerzos desesperados que el Gobierno y la Fuerza Aérea de USA hicieron para negar la existencia de los ovnis. En esta foto, tomada en 1968 por el fotógrafo de! «Dispatch» de Columbas (Ohio) en la Base Aérea de White Sands (N. México), se ve un raro tipo de avión experimental que tiene toda la traza de ser un ovni

    Las autoridades dieron gran publicidad a las pruebas de este tipo de «aviones», al igual que a las de los famosos e inútiles «Avro», para despistar en cuanto a los avistamientos de ovnis. Y de hecho, lograron confundir a la opinión pública.

    La revista TIME publicó esta misma foto con el siguiente pie que llenó de satisfacción a las autoridades:

    «Este objeto tan familiar puede que explique muy bien muchos de los avistamientos de ovnis que ha habido en el Sudoeste en los últimos años».

    Avro

    El capitán Thomas F. Mame!/, el primer piloto que resultó muerto por un ovni mientras lo perseguía cerca de Fort Knox.

    Dibujo hecho por Carlos A. de los Santos de los ovnis que casi se le posaron en las alas de su avioneta.

    El piloto de 24 años Carlos A. de los Sanios que durante un largo rato tuvo

    que aguantar los juegos de tres ovnis mientras volaba solo hacia la ciudad de México, en 1975.

    Croquis de cómo se colocaron los tres ovnis mientras lo acompañaban en su vuelo.

    Ilustración de lo visto por Mercado realizada por él.

    Los Jovencitas Juan y Jeffrey Acosta,

    testigos del sector Olivares de Lajas y el dibujo hecho por Juan de lo visto por él esa noche.

    Un tercer avión pareció huir, siendo perseguido por ovnis más pequeños

    El gran objeto volador no identificado se dividió en dos objetos y cada uno de ellos partió a gran velocidad en dirección diferente.

  • Crow

    CAPITULO V
    LAS EXPERIENCIAS GENÉTICAS DE LOS EXTRATERRESTRES

    Aunque ello tienda a quitarle aún más credibilidad al fenómeno ovni, es de sobra conocido que todo él tiene unas connotaciones sexuales que cada vez se han ido haciendo más manifiestas.

    En un principio no las podíamos explicar y el sólo mencionar la sospecha de ello llenaba de indignación a los «ufólogos serios». No se podía explicar fácilmente cómo unos seres, aparentemente tan evolucionados, a juzgar por las máquinas en que venían, y procedentes de lugares lejanísimos en el Universo, podían ser tan vulgares como para rivalizar con cualquier gañán pueblerino o con los casanovas rijosos de nuestras ciudades.

    Pero con el tiempo nos hemos ido convenciendo de que entre los alienígenas abundan los que no hacen mucho aprecio de nuestra «moral y buenas costumbres».

    La casuística para probarlo es abundantísima, tal como en seguida veremos. Hasta hace una década apenas si teníamos dos o tres casos medio dudosos para probar nuestras sospechas, pero hoy tenemos ya una infinidad, pues a los típicamente ovnísticos se han sumado otros en los que, aun no apareciendo el ovni a primera vista, sabemos que proceden de la misma causa y que están íntimamente relacionados con los tripulantes de los vehículos espaciales.

    En el cristianismo la virginidad de la madre de su fundador es un dogma sagrado en torno al cual los teólogos no admiten discusión. Pero aparte de lo extraño de esta creencia, siempre se nos había hecho muy sospechoso el que casi todas las religiones grandes e históricas pensasen lo mismo en cuanto al nacimiento de sus respectivos fundadores. Hoy día, gracias al fenómeno ovni, podemos explicarnos perfectamente por qué tantos pueblos tan dispares en el tiempo y en el espacio creyeron una cosa tan difícil de creer.

    Los cristianos creen que la doctrina de la virginidad de María es original de su religión. Pero oigamos cómo fue la concepción y el nacimiento de Krishna, un «hijo de Dios» o «redentor» hindú que vivió alrededor de dos mil años antes de Cristo.

    «Vivía ella (la virgen Devaki) con su comunidad de santas mujeres en medio de la espesura del bosque, escondida de las iras de su hermano el rey Kansa. A veces, mientras dormitaba a la sombra de un gran árbol, se oían en el aire coros que cantaban: “Gloria a ti, Devaki. El fluido puro emanado de la Grande Alma, coronado de luz, vendrá a ti y las estrellas palidecerán ante su resplandor, etcétera.”»

    Y sigue otro texto:

    «Un día Devaki cayó en un éxtasis más profundo. Se oyó entonces una música, como un océano de arpas y de voces divinas. De repente el cielo se abrió en abismos de luz. Miles de seres espléndidos la miraban y en el fulgor de un rayo deslumbrante el sol de los soles, Mahadeva, se le apareció en forma humana. Iluminada por el espíritu del mundo, perdió el conocimiento y en el olvido de la tierra, en una felicidad sin límites, concibió al niño divino.»

    El jefe de los anacoretas se presentó ante Devaki y le dijo:

    «La voluntad de Dios se ha cumplido. Has concebido en la pureza del corazón y en el amor divino. Virgen y madre, te saludamos. De ti nacerá un hijo que será el Salvador del mundo. Tu hermano Kansa te busca para matarte con el fruto que llevas en tus entrañas. Es necesario escapar a su persecución. Los hermanos van a guiarte a las chozas de los pastores al pie del monte Meru… Allí darás a luz a tu hijo divino y le llamarás Krishna el consagrado.»

    Además, hijos de vírgenes fueron, según leemos en la historia, Hércules, Sosios, Rómulo y Remo, Atis, Zoroastro, Diónisos, Perseo, Esculapio, Buda, Pitágoras, etc., y hasta en cierto sentido el mismo Platón.

    De la virgen Marjatta leemos en el Kalevala, la epopeya nacional finlandesa:

    «Dio a luz un tierno niño, allí sobre la paja, tumbada en el pesebre, al lado del caballo de las hermosas crines. Lavó a su niñito, lo envolvió en pañales, lo acostó en sus rodillas y lo meció apretándolo suavemente contra su seno.»

    Y hasta leemos que el caballo «calentaba con el aliento el lugar» (!!).

    ¿Podremos decir que todos estos parecidos con el nacimiento de Cristo son una pura casualidad? Creo que sería muy ingenuo. Y ¿podremos decir que todos estos nacimientos virginales son míticos u obedecen a un arquetipo? Sería muy fácil y esa es la explicación que hasta ahora se le ha dado a este intrigante hecho que se ha venido repitiendo a lo largo de la historia.

    Pero a la luz de otros hechos que hoy conocemos perfectamente, creo que podemos darle una explicación mejor. Hoy sabemos con lujo de detalles que a los EBEs (Entidades Biológicas Extraterrestres), que de ordinario tripulan los ovnis, les interesa mucho todo aquello que tiene que ver con la reproducción, tanto de los humanos como de los animales.

    De éstos podemos saberlo porque a los que han aparecido muertos y mutilados en las granjas, en muchas ocasiones les faltaban sus órganos genitales completos que habían sido extraídos con una precisión de cirujano sin rasgar tejido alguno. Y esto tanto en el caso de machos como de hembras a las que habían extraído todo el aparato reproductor sin desgarramiento de ninguna clase. De un hecho así he sido testigo de primera mano.

    Sin embargo, nos interesan más los datos referentes a los humanos. Oiga el lector este caso sucedido en marzo de 1956 en White Missile Range (N. México). El sargento de la fuerza aérea norteamericana Jonathan P. Louette se encontraba en compañía del mayor William Cunningham caminando por unas dunas en busca de artefactos que no hubiesen hecho explosión después de unas maniobras. El sargento Louette subió a una duna y, continuando en su camino, desapareció de la vista del mayor al descender por la pendiente opuesta.

    A los pocos instantes comenzaron a oírse gritos de terror del sargento pidiendo ayuda.

    Corrió el mayor hacia lo alto de la duna y pudo ver cómo encima de donde estaba el sargento se balanceaba un ovni del que salían unas largas pinzas que lo tenían atenazado. Louette se revolvía frenéticamente y trataba con toda sus fuerzas de liberarse de aquellos brazos mecánicos mientras lanzaba unos terribles gritos. Pero todo fue inútil.

    En segundos fue alzado y metido dentro de la nave en forma de disco que, elevándose rapidísimamente en vertical, se perdió en el azul intenso del cielo de Nuevo México. A los tres días el sargento Louette apareció muerto, desnudo y mutilado a unos 16 km. de donde había sido abducido. Le faltaban los ojos y la lengua, que había sido cuidadosamente extraída por la parte inferior de la quijada y, además, según otro informe, le habían extraído con sumo cuidado el esfínter anal y todo su aparato reproductor.

    Cuando leí este informe confieso que me quedé perplejo, pues recordé que a la ternera muerta por los ovnis que yo personalmente examiné con sumo cuidado en un campo cerca del pueblo de Moca, en Puerto Rico (ver foto adjunta abajo), le habían llevado exactamente los mismos órganos que al sargento Louette.

    Y según el misterioso «T», que tantos y tan interesantes informes ha logrado sustraer de los archivos secretos de la NSA en donde trabaja, él conoce entre 12 y 16 casos como el de Louette.

    Hechos como éste han estado por muchos años ocultos en los archivos supersecretos de la Fuerza Aérea norteamericana y de la NSA y CIA, pero en la actualidad empiezan a filtrarse, porque hay gente responsable que se da cuenta que seguir manteniendo en secreto esta vital información es un crimen contra la humanidad. Y de este crimen son reos los gobiernos de EE.UU. y Rusia y muy probablemente los de Inglaterra e Israel. Pero sigamos con nuestro tema.

    Como dije, hace años no sabíamos cómo explicar hechos tan extraños, pero hoy ya tenemos muchos datos para explicarlos, aunque no seamos capaces de llegar hasta el fondo de ellos.

    Y antes de seguir adelante tenemos que dejar bien claro que entre los seres inteligentes de otros mundos que nos visitan e interfieren en las vidas de los hombres, hay unas enormes diferencias que se manifiestan en la desigual manera que tienen de comportarse con relación a nosotros.

    En primer lugar, sabemos que las especies inteligentes que nos visitan son no menos de 70, de las que alrededor de una docena tienen un contacto más activo con nosotros, aunque no caigamos en la cuenta de ello. De esta docena, tres o cuatro son las que en la actualidad interfieren de una manera preocupante.

    En segundo lugar, sabemos que algunas de estas especies de EBEs que interfieren más activamente están muy interesados en el funcionamiento de nuestros cuerpos como máquinas biológicas y específicamente en el funcionamiento de nuestros órganos genitales y esto por varias razones, dependiendo de los diversos tipos de extraterrestres:

    por pura curiosidad científica

    por deseo de cruzar su raza con la nuestra, para mejorar la suya o para conseguir un híbrido superior a ambas

    para estudiar de una manera muy particular nuestro todavía sano sistema de reproducción y así mejorar el de ellos, gravemente dañado por radiaciones y guerras atómicas en sus planetas hace miles de años. (Algunos en la actualidad sólo pueden reproducirse mediante el cloneo —y por eso son tan parecidos unos a otros—, pero eso conlleva graves limitaciones psicológicas.)

    Aunque parezca horrible, y de hecho lo sea, otros interfieren porque usan nuestras glándulas trituradas como materia prima para obtener «material biológico» y en concreto los llamados «glandulares». Normalmente lo obtienen del ganado vacuno, pero no tienen inconveniente en obtenerlo de seres humanos cuando las circunstancias los obligan

    finalmente, otros interfieren por puro «divertimento» o, como dice el Génesis, «les gustan las hijas de los hombres» debido a que nuestra anatomía y forma física es muy parecida a la de algunos de ellos

    Me he detenido a especificar las diversas motivaciones que los EBEs tienen para interferir en la vida sexual de los humanos, pero no se crea que éste es su único interés en nuestro mundo; además de lo sexual y genético, son muchas las otras cosas de nuestro mundo que atraen su atención.

    Para que el lector vea que este interés que les atribuimos a los EBEs hacia nuestras prácticas y sistema de reproducción no es una pura teoría, le brindaremos unos cuantos hechos que lo confirman.

    Margarita vivía en una pequeña villa cuando una noche, estando en la cama, «soñó», aunque de una manera muy rara, que unos individuos que entraban por la ventana la secuestraban y la llevaban a bordo de una nave espacial que flotaba en el aire a no mucha distancia. Allí fue examinada por varios seres de muy baja estatura y sometida a ciertos tratamientos sexuales.

    Pasada aquella traumática experiencia, Margarita trató de olvidarla, hasta que al cabo de algo más de un mes notó que le faltaba la regla. Esperó todavía dos meses más, y ante la falta total del período y ciertos síntomas muy extraños, decidió a ir a un ginecólogo.

    El doctor confirmó sus temores y le comunicó que efectivamente estaba encinta de unos tres meses. Margarita supo entonces que su extraño sueño no había sido tal cosa, sino una total realidad. Afortunadamente su cintura no acusaba todavía visiblemente el embarazo, pero comenzó a preocuparse por lo que sucedería de allí en adelante, pues en la pequeña ciudad en que vivía las madres solteras no eran vistas con muy buenos ojos.

    Cierta noche estaba en la cama enfrascada en su preocupación y a punto de dormirse cuando, en sus propias palabras, «vi de nuevo aquel rayo de luz dorada que entraba por mi ventana. Inmediatamente después me vi otra vez a bordo de aquella nave rodeada de aquellos doctorcitos fantasmales que trabajaban en mi cuerpo. Recuerdo que sentí una fuerte sensación en el estómago y a poco estaba de nuevo tumbada en mi cama».

    Como notase algo raro tras esta experiencia, volvió al médico, el cual, muy extrañado, le preguntó cómo había sido el aborto, porque la realidad era que Margarita ya no estaba en estado. Según ella explicaba: «Creo que aquellos enanos desagradables, de caras grises, me practicaron un aborto cuando estaba en el ovni.» «El doctor de la familia describió “científicamente” todo el suceso como una “preñez histérica” y dijo que probablemente yo estaba deseando tener un marido y una familia y todo se había debido a fenónemos mentales inconscientes. Yo le agradecí muchísimo su explicación, pero no me la creí.»

    En la ciudad de Guadalajara, en México, la esposa de un amigo mío me contó algo muy parecido que le había sucedido a ella. Fue tal el «shock» que le produjo el «sueño», que hasta llegó a confesarle a su marido, con lágrimas en los ojos, que había tenido relaciones con otros hombres, pero que no sabía cómo había sido y que le juraba que no lo había hecho voluntariamente. Tras de aquel extraño incidente, que se repitió, tuvo varios abortos inexplicables y me confesó que muchas veces se quedaba mirando a la ventana de su habitación porque tenía terror de que por ella, cuando estuviese sola, iban a aparecerse otra vez aquellas gentes que «en sueños» se la habían llevado y la habían violado.

    Seguramente si se sometiera a una sesión de hipnosis afloraría toda la inquietante realidad que ahora subyace reprimida debido a una manipulación mental, en el fondo de su psique.

    Isabel K. es una joven universitaria estudiante de física, que trabajaba en un campamento de verano. Un buen día vio a poca distancia un ovni y estuvo observándolo por un buen rato. Al día siguiente, cuando guiaba su coche hacia el campamento, volvió a verlo, pero en esta ocasión el ovni vino hacia ella y se puso encima de su automóvil, acompañándola durante bastantes kilómetros.

    Pocos días después,

    «cuando me encontraba en mi cuartito una noche preparándome para meterme en la cama, sentí la clara presencia de alguien, pero no podía ver a nadie».

    Muy intranquila, se echó a dormir, y a poco sintió que el colchón se hundía como si alguien se hubiese echado al lado de ella. Se incorporó, pero no podía ver nada extraño, hasta que notó claramente que una mano invisible le estaba acariciando los senos. Quiso huir o gritar, pero no logró hacer ninguna de las dos cosas.

    «A partir de aquel momento de terror no puedo recordar nada más de aquella noche. Por la mañana me desperté con la sensación de que había sido violada mientras dormía. Y yo creo firmemente que esta experiencia sexual está íntimamente relacionada con el ovni que vi en días anteriores.»

    Una joven recepcionista de Los Ángeles caminaba una noche por la playa solitaria cuando se le acercó un ser de otro mundo que la invitó a hacer el amor. Ella no se negó y dice que lo pasó muy bien con él, a pesar de las marcas que le dejó en el cuerpo después de la experiencia.

    No sólo eso, sino que le aseguro al «ufólogo» que la entrevistó que su amante extraterrestre se había aficionado a ella y se le presentaba con frecuencia por las noches en su habitación. Dijo que sus abrazos eran tan tórridos que le dejaban unas marcas redondas en el cuerpo.

    (Estas manchas redondas eran lo primero que, en los procesos de la Inquisición, buscaban los inquisidores en el cuerpo de las «brujas», como una señal de que éstas habían tenido trato carnal con el demonio.)

    Podría citar alrededor de una docena más de casos por el estilo que conozco, pero terminaré con este hecho que me fue narrado en Colombia, por los años sesenta, cuando yo todavía creía que estas cosas eran puras habladurías de gente alucinada.

    Doña Engracia me contaba que una hija suya de doce años, muy tímida pero ya muy desarrollada, se le quejaba con frecuencia de que por la noche querían abusar de ella cuando estaba en la cama. Ella se resistía, pero decía que no la dejaban moverse.

    Doña Engracia, con gran sentimiento, me decía que ella la zarandeaba y casi le pegaba cuando la niña se lo contaba, amenazándola «si seguía con aquellas tonterías» con decírselo a su padre, que de seguro le daría una paliza.

    «Pero un buen día mi pobre niña vino llorando toda ensangrentada entre las piernas, y aquello me volvió loca. Lo guardamos en secreto entre las dos y nos fuimos a ver al señor cura, que nos dijo que aquello era cosa «del Maligno», que quería entrar en el cuerpo de la niña. Le rezó unas oraciones y nos dio mucha agua bendita para que rociásemos la cama y el cuarto.»

    La niña se fue al poco tiempo para Bogotá, pero, según me dijo su madre, nunca se había sentido bien desde entonces y seguía quejándose de molestias durante la noche. ¡Qué lejos estaba yo de saber todo lo que hoy sé en este tema! De haberlo sabido hubiese hecho un esfuerzo por localizar a la joven para saber en qué había parado todo aquello y ayudarla en lo que estuviese en mi mano.

    En un ambiente católico, tradicional e inculto, los íncubos siguen manifestándose casi de la misma manera que en la Edad Media, mientras que en un ambiente más avanzado los «extraterrestres» o «EBEs» ocupan su lugar, aunque en la actualidad lo hagan con una apariencia totalmente diferente, más de acuerdo con su forma auténtica.

    Y no se crea que estos hechos sólo les suceden a las mujeres. En mi libro «La granja humana» narro muy de pasada el caso de mi amigo Julio. Tiene en la actualidad sesenta y seis años y hace unos treinta que viajando por la noche fue obligado en dos ocasiones diferentes a dirigirse a una playa que está a unos cuantos kilómetros de donde él vive. Allí fue en cierta manera forzado a tener relaciones sexuales con una mujer de otro planeta.

    En un principio él se resistió, porque tenía miedo de aquellos individuos altos que lo rodeaban, pero parece que debido a algún vapor que le rociaron o a unas radiaciones que influenciaron su cerebro, el caso fue que al cabo de un rato, según él me decía, perdió el miedo, se sintió atraído por la indudable belleza de aquella mujer rubia desnuda que lo invitaba tendida en la arena.

    Su pubis difería ligeramente del de una mujer terrestre y en particular la parte externa de sus genitales. Esto le llamó un poco la atención al principio y hasta lo inhibió. Pero en seguida el ardor de la pasión venció esta dificultad y sació su deseo con ella plenamente.

    La mujer reaccionaba un tanto fríamente, y en cuanto terminaron se levantó y se dirigió hacia el aparato discoidal que estaba allí mismo posado en la playa, acompañada de aquellos tipos altos que en todo momento habían estado presentes.

    En este caso como en el clásico de Vilas Boas y en el que narraré a continuación parece que lo que los EBEs pretendían era simplemente experimentar a ver si podían lograr un cruce de las dos razas.

    He aquí lo que le sucedió a Liberato Quintero Aníbal, un campesino colombiano. No puedo precisar la fecha, pero creo que fue a principios de la década de los 80. Hacia la media noche salió de su casa, en pleno campo, y se dirigió a un pequeño establo en donde tenía unos animales. De pronto vio una enorme luz que le pasó por encima a baja altura y que se detuvo muy cerca. Se tumbó en el suelo para esconderse y se puso a observar. La luz procedía de un aparato largo en forma de huevo que convirtió el fresco de la noche en un horno.

    El corazón casi se le detuvo cuando vio que descendía lentamente en vertical y que en un costado se abría una puertecilla por la que salieron unos seres bajitos que llevaban una linterna en las manos. Eran varios hombres y tres mujeres.

    «De color blanco, caras chatas, mejillas muy salidas, cejas bastante largas, ojos redondos y salientes. Las mujeres tenían mucho pelo.»

    Liberato contaba así su fantástica historia al periodista Francisco Pardo, de la revista «Vea».

    «Yo no me podía mover. Aquellos hombres y mujeres tan chiquitos me hacían sentir “terronera”. Me quedé mirándolos y de repente tuve al lado mío a dos de ellos. Intenté salir en carrera, pero pronto fui alcanzado. Esa gentecita caminaba con mucha más facilidad que yo o que cualquiera de ustedes. Me cogieron de la mano, que yo creí que se me quemaba. Haciendo un esfuerzo logré librarme por unos instantes de ellos. Para eso utilicé mis puños y mandé al suelo a por lo menos cuatro, pero eran demasiados y las fuerzas empezaron a faltarme.»

    «De repente me pegaron en la columna vertebral y hasta ahí llegaron mis alientos. De ahí en adelante quedé sometido a su voluntad. Perdí el conocimiento y volví en mí después de no sé cuánto tiempo, en el interior de un cuarto de raras luces. Me dolía mucho mi brazo izquierdo, en donde pude ver algo así como la marca de una inyección. Yo creo que me sacaron sangre, porque me ha dolido muchísimo la cabeza. Cuando me desperté parecía como si me hubieran dado “palera” tremenda. Pero mi sorpresa fue más grande cuando me di cuenta que al lado mío había tres mujeres que me daban como masajes en la espalda y trataban de calmar el dolor que yo sentía.»

    «Cuando sentí que me acariciaban me asusté mucho, pero me sorprendí al ver que se trataba de una mujer completamente desnuda en actitud provocativa y dispuesta a todo. A mí me gustan mucho las mujeres pero le juro que no sabía qué hacer en ese momento. Comencé a mirarla. Me pareció “chévere”. Tenía los senos bien paraditos y no muy grandes. Traté de besárselos y ella no se opuso. Después de todo fue fácil. Ella estaba desnuda y yo también. La seguí besando de los senos hacia abajo y entonces me di cuenta de que no tenía ombligo. Entonces me dieron ganas de estar con ella. Me coloqué a su lado. A mí me dio mucha emoción y me le entregué por entero. Parecía insaciable. Era muy ardiente. Tenía abundantes vellos. Piernas cortas, por lo bajita que era, pero bien hechas para su estatura. La piel era suavecita y las caderas “chéveres”, muy “chéveres”.»

    «Yo no sé cuánto tiempo duré con ella, pero cuando estuve satisfecho y traté de pararme para irme a casa, ella lo impidió. En ese momento me sentí como un niño acorralado y con más miedo que al principio de la aventura. La mujer a quien había poseído hacía unos segundos, emitía unos ladridos como los perros, que eran contestados por los otros que esperaban en otra habitación del aparato.»

    «Estaba muy débil. De pronto aparecieron dos mujeres que me dieron a beber una extraña sustancia de color amarillento con la que repuse todas mis fuerzas.»

    Relatos como éste, provenientes sobre todo de mujeres, los he oído muchas veces. La mayoría de las ocasiones la violación sucede no a bordo de un ovni, sino en la propia cama, y la mujer siente que es poseída pero no ve a nadie. Esto suena a exceso de imaginación o psicopatía, pero hoy sabemos ya que varias especies de EBEs tienen la capacidad de volverse invisibles. Y no sólo a ellos, sino a sus aparatos.

    Por supuesto que en un ambiente espiritista, el extraño fenómeno es atribuido a un muerto —conozco a una viuda que ha seguido teniendo, muy a su gusto, relaciones sexuales con «su difunto»—, y en un ambiente cristiano tal fenómeno se atribuiría a una posesión satánica. Los psiquiatras se lo achacarían a un funcionamiento extraviado de la mente —y puede que en bastantes casos tengan razón—, y en otras religiones y culturas lo explican por la intervención de alguna de sus divinidades menores.

    Pero hoy ya podemos ir precisando un poco más acerca del origen de estos modernos íncubos, porque hay testigos que los han visto bajar de sus discos volantes antes de enfrascarse en sus aventuras sexuales.

    Algo diferente y menos respetuoso de los derechos y de la dignidad del ser humano fue lo que le sucedió a Mel G., de Las Vegas. Un buen día se encontró en plena ciudad con una bella pelirroja de muy baja estatura pero de cuerpo muy bien formado. La muchacha parecía muy fogosa y sin rodeos le dijo que le gustaría hacer el amor con él, pero no en una habitación, sino en pleno desierto, cosa que en Las Vegas no supone gran dificultad, ya que lo tienen rodeando por todas partes a la ciudad.

    Mel fue a su casa a buscar una buena manta, se compró provisiones para un sabroso refrigerio a media noche tras la gozada, y salió con su compañera hacia el desierto prometiéndose un «picnic» inolvidable. Y así fue.

    Cuando apenas había comenzado a disfrutar de los encantos de su pequeña pelirroja, sintió encima de su espalda una ola de calor. Se volvió y vio a unos siete metros de altura un disco que tenía una fila de luces a su alrededor; pero lo que más lo sobresaltó fue la presencia a su lado de dos individuos bajos, con grandes cabezas peladas y vestidos con trajes ceñidos.

    «Entre los dos me levantaron de encima del cuerpo de la muchacha. Tenían mucha fuerza y no pude resistir. Uno de ellos puso una especie de recipiente bajo mi pene erecto y sentí como un cosquilleo eléctrico que hizo que eyaculase violentamente.»

    «La pelirroja recogió sus vestidos, me saludó sonriente y se fue con ellos hacia donde estaba el ovni flotando en el aire. Se pusieron debajo de un chorro de luz vertical y por él ascendieron. El ovni se elevó y se perdió en la noche. Y allí me quedé yo, con mi pobre miembro desinflado, pensando en si aquello había sido real o imaginario.»

    El lector tiene todo el derecho, ante casos como éste, a dudar de la veracidad del suceso. Pero no así ante hechos como el que en seguida narraré, porque está muy bien documentado y fue investigado muy a fondo nada menos que por el doctor Hynek y por el conocido psicólogo norteamericano Doctor Leo Sprinkle.

    Era la 1,15 de la madrugada del día 12 de junio de 1974, cuando Daniel Perkins, conduciendo su propio automóvil, se dirigía a su trabajo en las afueras de Las Vegas (Nevada). La noche estaba clara y pudo ver en el cielo una luz azul intensa que se fue haciendo más grande. Como le llamó mucho la atención, paró el auto y se bajó para observar mejor. De pronto sintió un fuerte mareo y se metió de nuevo en el coche. Pasado un rato se sintió mejor. Miró de nuevo al cielo y vio cómo la luz se alejaba. Encendió el coche y se dispuso a seguir para su trabajo.

    A los pocos instantes comenzó a sentirse tremendamente intranquilo. Pensaba que su mujer podía estar en peligro. Miró el reloj y se quedó asombrado cuando vio que eran ya las seis de la mañana. Entonces dedujo que su mareo había sido mucho más largo de lo que él había pensado en un principio. Aturdido, decidió volver a su casa. Allí le contó a su esposa, Charlotte, todo lo que le había pasado y entre los dos pensaron acerca de las cuatro horas perdidas de las que no recordaba absolutamente nada.

    Tras una serie de vacilaciones, el doctor Hynek se hizo cargo del caso y pidió la colaboración del Doctor Sprinkle, muy experto en este tipo de investigaciones.

    Hubo una primera entrevista de los Perkins con Hynek y Sprinkle en el hotel Tropicana de Las Vegas, y en ella se acordó someterlo a una serie de sesiones hipnóticas. La primera duró siete horas y posteriormente hubo varias más, pero al final se logró llenar el vacío de las cuatro horas perdidas.

    Transcribo algunas frases de las largas sesiones:

    «La luz se acerca y se para sobre mi auto… Descienden. Aparecen junto a mí tres seres muy bajitos. Uno de ellos me lanza un “spray”… el olor es terriblemente dulce… ya no puedo moverme… me sujetan y me llevan al interior de la nave… no puedo resistirme… me bañan en un líquido espumoso…»

    «Hay una luz intensa,.. me tumban en la mesa… les pregunto qué quieren hacer conmigo; me dicen que no me harán daño, que no tema… que me han inmovilizado porque soy de reacciones violentas…»

    La conversación del doctor Sprinkle y Danny prosigue con multitud de detalles interesantes, pero que ahora no vienen al caso. Lo que nos interesa es lo que sigue:

    «Me dicen que van a hacer algunos cambios en mi organismo. Un ser de aquellos que está a mi lado… se va y aparece en su lugar un rayo de luz roja, como láser, que se dirige a mi frente, baja por mi cuerpo y se para en mis órganos genitales… Me proyectan números y fórmulas matemáticas de muchas clases, pero yo no entiendo nada… Ahora puedo moverme… me dicen que van a tomar mi lugar durante tres años, que después de este tiempo ya todo estará completo… No sé qué quieren decir.

    Dicen que me volverán a ver… yo me resisto… no quiero… me conducen de nuevo a mi auto… me tocan en los hombros y en los brazos… me dicen que puedo irme cuando quiera… que van a contactar a muchas otras personas como han hecho conmigo… se dan la vuelta y se alejan… veo elevarse la luz azul en el cielo.»

    Este fue el momento en que Danny Perkins se despertó en su auto y vio cómo la luz azul se alejaba a toda velocidad en el espacio.

    Las cosas parecieron sosegarse tras las sesiones hipnóticas y la pareja hizo un gran esfuerzo por olvidar todo el desagradable incidente. Supieron de otros casos similares que tanto el doctor Hynek como Leo Sprinkle conocían, y asumieron que habían sido testigos de un caso más de abducción.

    Pero lo peor estaba todavía por venir, debido a la modificación que los EBEs habían hecho en los genitales de Danny. A los tres años, Charlotte cayó en estado y comenzaron a suceder cosas raras en la casa. Entonces ya no era su marido el centro de los fenómenos, sino la propia Charlotte. En el séptimo mes de embarazo se sintió mal y tuvieron que llevarla rápidamente al hospital, donde dio a luz una niña prematura que distaba mucho de ser normal.

    Cuando Daniel le vio la cara a su hija recién nacida, dio un gran grito y exclamó excitadísimo:

    «¡Tiene la misma cara que ellos!»

    Tuvieron que calmarlo porque estaba presa de un ataque de histeria. Tanto antes como después del parto, los Perkins y la madre de Charlotte sentían una extraña presencia en la casa, como si alguien los estuviese espiando, aparte de que sucedían toda suerte de fenómenos extraños.

    La bebé nació muerta, según el dictamen del doctor John W. Grayson, quien le practicó una detalladísima autopsia que duró cuarenta y ocho horas, el 13 de junio de 1977. Resumiré el extensísimo informe.

    La criatura pesaba dos libras y catorce onzas; los ojos, nariz y boca apenas si estaban marcados y las orejas estaban colocadas más abajo de su sitio normal y además deformes.

    Aparte de muchas otras peculiaridades anatómicas que por brevedad omitimos,

    «en su mano izquierda se podía ver a la altura de las falanges, una conexión por membrana sin que el resto de la mano contuviese hueso. Los restantes dígitos apenas si se notaban en las dos manos».

    (Este detalle de las membranas en las falanges coincide totalmente con lo que sabemos de la autopsia practicada a otros EBEs).

    A todos estos casos tendríamos que añadir el reciente de Christa Tilton, perfectamente investigado por Budd Hopkins autor del famoso libro «Los intrusos». A los 10 años (en 1962) fue llevada a bordo de un ovni, en donde le hicieron un examen físico. Muy probablemente la «prepararon» para lo que más tarde pensaban hacer con ella.

    En 1971, cuando todavía era soltera, de nuevo fue llevada a bordo por unos «grises», y se le implantó un óvulo fertilizado.

    Dos o tres meses después repitieron la visita y la trasladaron de nuevo a una nave para extraerle el feto. Le dijeron que algo había resultado mal. (Aunque sabiendo lo mucho que mienten, es muy posible que lo hiciesen por los mismos motivos por los que en otras ocasiones han retirado fetos del útero de otras mujeres).

    En 1976, ya casada, pero tras un largo período sin actividad sexual con su marido ni con ningún otro hombre, resultó que estaba en estado. Sometida a hipnosis se halló que había sido llevada de nuevo a una nave en donde le habían implantado otro óvulo ya fecundado con el semen de un extraterrestre, al que ella pudo ver años más tarde. A los nueve meses nació su hija que según ella se parece mucho a su padre no humano.

    En 1985, estando en Tucson (Arizona) en una noche en que se vieron sobre la ciudad una gran cantidad de luces, de nuevo se vio a bordo de un ovni en donde se limitaron a darle información. Uno de aquellos seres, más alto que los otros, la tocó en la frente y desde entonces Christa dice que su vida cambió radicalmente.

    En 1987, cuando conducía durante la noche su coche por una carretera solitaria fue de nuevo abducida a bordo de un ovni en donde la volvieron a examinar físicamente. Entre otras cosas le dijeron que su hija también había sido abducida. (Este detalle y otros que conocemos de familias enteras, nos demuestran lo que hace tiempo venimos diciendo: que las experiencias genéticas de ciertos extraterrestres son también generacionales).

    Christa, tras haber sufrido mucho en todos estos años pasados, es en la actualidad una mujer mucho más centrada, gracias no solo a la ayuda que ha tenido de varias personas inteligentes sino por haber usado su cabeza sabiamente, aceptando lo inevitable y tratando de buscar la parte positiva de toda su compleja experiencia.

    Desgraciadamente no sucede lo mismo en otras partes del mundo y con otros abducidos. El desconocimiento y la negación total de estos hechos por parte de las autoridades y en concreto de los psicólogos y psiquiatras, hace que las víctimas de estos hechos —que pese a las apariencias se cuentan por miles— se encuentren totalmente indefensas y carentes de todo auxilio.

    La mayor parte opta por sufrir en silencio su martirio y las que desesperadas se deciden a comunicarlo, se encuentran de ordinario con una total incomprensión, cuando no son objeto de burla por aquellos que deberían ayudarlas. Esto hace que en no pocas ocasiones hayan recurrido a la extrema solución del suicidio.

    Las conclusiones que de éste y de los anteriores casos se pueden sacar son de gran trascendencia en lo que se refiere al título de este capítulo; y por lo que podemos ver sus experiencias en torno a los procesos reproductivos de los humanos son muy variadas, dependiendo de lo que cada especie de EBEs pretenda con ellas.

    En muchos casos lo único que buscan es obtener embriones híbridos con los que hacer sus experiencias biológicas; esta es la razón de los abortos que con tanta frecuencia sufren las mujeres que dicen haber sido violadas por un extraterrestre.

    Según un informe, el feto es retirado a los tres meses porque de seguir en el vientre de su madre se produciría un aborto natural. Tras el aborto forzado, los EBEs se encargan de su futuro desarrollo extrauterino.

    Otros fetos humanos son usados de maneras diferentes: para fabricar glandulares, para desarrollarlos hasta convertirlos en androides de varios tipos, para obtener de ellos material biológico necesario para la fabricación de robots o «sintéticos», etc.

    El tema es horripilante, pero no ganamos nada con seguir ocultándolo o ignorándolo.

    Desconocemos las metas concretas de las experiencias de gran alcance en torno al ADN que los EBEs están realizando en la actualidad en sus laboratorios subterráneos, de los que sabemos la ubicación en los EE.UU., con el conocimiento de las autoridades de aquel país.

    Pero sí conocemos el resultado de otras experiencias suyas. En la actualidad hay muchos niños humanos que han sido «tratados» o «manipulados» cuando estaban en el vientre de sus madres. Son, en cierta manera, mutantes de la especie humana. Suelen aprender a leer solos y desarrollan cualidades físicas y sobre todo mentales extraordinarias.

    Por el contrario, otros salen muy deformes y hasta monstruosos, como el bebé nacido en un hospital de Ponce (Puerto Rico) en 1979, que, aparte de tener una cara velluda y horrible, sólo quería beber sangre. Murió a las pocas horas de haber nacido después de haber pronunciado unas palabras que aterrorizaron a las enfermeras que lo contemplaban muertas de miedo ante su fealdad.

    En mi libro «La granja humana» narro el caso de Mario. Pero allí no hablo de cómo fue su gestación. Según lo que le ha dicho el EBE que lo visita en su casa de Madrid, «ellos» intervinieron desde antes del momento de la fecundación de su madre, retirando de ella un óvulo e implantándole ciertos genes que a «ellos» les interesaba que Mario tuviese. Posteriormente volvieron a colocar el óvulo en los ovarios de su madre, listo ya para ser fecundado por su marido y dar lugar a un ser completamente humano pero con ciertas mutaciones. Esta es la razón de por qué Mario, aun teniendo rasgos familiares, es por otro lado tan diferente de sus hermanos.

    En cambio, curiosamente, se parece al EBE que lo visita, que no pertenece a la especie de los «grises» y es más bien alto y parecido a nosotros. (Ver Apéndice VI, «Los extraterrestres buenos»).

    Volvamos a las concepciones virginales con las que iniciamos este capítulo. Dados sus enormes conocimientos sobre biología, a los EBEs no se les hace nada difícil «hacer concebir a una virgen».

    Pueden hacerlo sin que ella se dé cuenta, tal como hemos visto en algunos de los casos expuestos, y pueden hacerlo teniendo ella plena conciencia de lo que está sucediendo, pero manteniendo todo el hecho en un plano inmaterial y místico, haciéndole creer a la mujer casada o a la doncella virgen que el que fecunda es un dios —tal como sucedía en las religiones antiguas— o el «Espíritu Santo», tal como se cree en el cristianismo.

    El propósito que los EBEs tendrían en la creación de los muchos «Hijos de Dios» con que nos encontramos en la historia, concebidos por madres vírgenes, sería darles credibilidad tanto a ellos como a la religión que fundasen.

    Al fin y al cabo todas las religiones no han sido otra cosa que elaboradísimas estrategias que estas entidades han usado para mantener confusa y dividida a esta pobre humanidad a lo largo de toda su historia.

    Ternera muerta por un ovni en el pueblo de Moca (Puerto Rico) el 1 de marzo de 1975.

    Le llevaron la lengua, los ojos, el esfínter anal y todo el aparato reproductor, igual que al sargento Louette (Foto del autor).

    El doctor Allen Hynek, cuando todavía se dedicaba a decir que los ovnis eran falsas apreciaciones de la Luna o de Venus,

    tal como está haciendo con la foto que tiene en la mano.

    Los últimos rumores sobre él son que su muerte estuvo rodeada de extrañas circunstancias.

    Fue al hospital para una intervención quirúrgica sencilla y allí lo convencieron de que se sometiese

    a una operación de mayor importancia de la que, inexplicablemente, no salió con vida.

    ¿Uno más de los «callados» por la fuerza?

    Aparato visto por Christa Tilton al amanecer del 31 de marzo de 1987 a! sur de Tuba, (Oklahoma).

    Lo vio aterrizar. Tenía luces brillantes que se encendían con una secuencia. Cuanto más descendía más lentas pulsaban las luces.

    Cerca del suelo extendió tres patas y se abrió una portezuela.

    Al tocar el suelo botó suavemente como si estuviese encima de muelles.

    Estos son los incubadores y fetos vistos por Christa Tilton a bordo de la nave a la que fue llevada en 1987.

    Recuerda que bastantes años antes la habían llevado a una base subterránea

    en donde vio el mismo tipo de incubadores; pero no le permitieron tocarlos.

  • Crow

    CAPITULO VI
    EBES MUERTOS Y EBES VIVOS

    Por muchos años se discutió arduamente si el gobierno norteamericano tenía en su poder algún ovni caído. Y todavía suscitaba más dudas el hecho de que algún cuerpo de extraterrestre muerto pudiese estar conservado en alguna de las bases de las Fuerzas Aéreas.

    Hoy día no sólo sabemos eso con certeza, sino que tenemos datos concretos de los EBEs vivos que durante un tiempo han sido prisioneros de militares de los Estados Unidos. Pero vayamos con orden.

    En cuanto a ovnis caídos, hay libros enteros dedicados al tema, y en concreto el lector podrá ver el titulado «El Incidente» (Plaza y Janés), escrito por el buen amigo y veterano investigador de estos temas Charles Berlitz, con la colaboración de William Moore.

    Noticias de platillos volantes estrellados han ido apareciendo sucesivamente en los periódicos del mundo a lo largo de los años, pero a los pocos días todo caía en el olvido y no se le daba seguimiento como sería lógico esperar. La mano de las autoridades trabajaba desde las sombras, y eso a pesar de la libertad de prensa y demás alardes de objetividad informativa.

    Yo mismo fui testigo de cómo un platillo caído en el estado de Puebla, México, en el año 1976, y del que aparecieron fotos borrosas en el diario «La Prensa», fue escamoteado al conocimiento del público. El ejército rodeó el lugar impidiendo el paso a todos los que intentamos acercarnos a lo que en la lejanía semejaba un silo dé metal inclinado y hundido en la tierra. Nuestras indagaciones entre altos oficiales del ejército y del gobierno fueron completamente inútiles. Allí no había pasado nada, a pesar de lo que decían los campesinos que habían sido testigos del suceso.

    Estas súbitas apariciones del ejército en lugares relacionados con actividad de ovnis han sido frecuentísimas. A finales de 1987 unidades del ejército de los Estados Unidos rodearon un área en el suroeste de la isla de Puerto Rico donde se habían estado produciendo durante meses extraños temblores de tierra, uno de los cuales produjo una considerable grieta.

    Los habitantes de la región de Lajas se alarmaron tanto que comenzaron a abandonar sus casas, teniendo el alcalde que hacer venir a un científico de la Universidad a dictar una conferencia para tranquilizarlos. Al mismo tiempo se veían en la zona acotada misteriosas luces y un ir y venir de helicópteros transportando a hombres vestidos de color naranja, según decían, «de la NASA». Cuando el ejército se retiró, todos los que nos tomamos el trabajo de ir hasta el apartado lugar pudimos ver las ya clásicas huellas circulares de otros aterrizajes.

    Según leemos en un informe que nos facilitó la investigadora Mónica Williams:

    «Hay historias increíbles sobre el traslado de platillos estrellados. Para guardarlos hubo que llevarlos a veces a grandes distancias, viajando sólo durante la noche, comprando viejas haciendas, avanzando a través de bosques, bloqueando carreteras principales, llevando a veces dos y tres plataformas unidas y con una carga “extraterrestre” de 30 metros de diámetros. Uno de los platillos era tan enorme y los problemas logísticos de transporte tan grandes, que tuvo que ser enterrado en el mismo sitio en que se estrelló y aún permanece allí hoy día.»

    La caída de los ovnis de Roswell y Aztec tuvo mucha importancia, porque desde el principio se tuvo evidencia incuestionable de que las autoridades militares mentían descaradamente en sus intenciones acerca de los ovnis. Por otro lado, nos puso en la pista de que alguna cosa grave había detrás de todo el fenómeno cuando tan celosa y a veces tan drásticamente se ocultaba algo que en sí no parecía tener tanta importancia y no había por qué ocultarlo tan desesperadamente.

    Tendrían que pasar años para que descubriésemos el porqué del secreto y del nerviosismo de las autoridades: en el ovni de Roswell no sólo iban varios «grises», sino que descubrieron también cuerpos humanos y, lo que es peor, cuerpos desmembrados y no por el impacto de la caída. Se pudo llegar a la certeza de que ya habían comenzado a «procesarlos» en la misma aeronave de camino a su base.

    De aquel hecho las autoridades dedujeron cuál era el fin de las desapariciones de personas y sobre todo de ganado, y ello las llevó a echar sobre todo lo relativo a los ovnis un cerrojo que han logrado mantener hasta nuestros días.

    Pero prescindamos ahora de las caídas de ovnis y ocupémonos de sus tripulantes, ya que si importante es el aparato por su tecnología, mucho más importante es quien lo tripula y quien en definitiva lo ha construido.

    Uno de los grandes pecados que los «ufólogos serios y científicos» cometen es el de estar todavía demasiado atentos a los vehículos, dudando si son o no son, y tratando de catalogarlos de alguna manera, y no prestarle casi ninguna atención a sus tripulantes, «porque eso es todavía más difícil de probar». Mientras buscan con sus binoculares a los ovnis en el cielo, los que los conducen ya hace rato que se han bajado de ellos y se les han metido en casa.

    Dejemos, pues, a los científicos y «ufólogos» en sus dudas y veamos qué es lo que sabemos de los EBEs vivos y muertos.

    Entre los investigadores del fenómeno ovni hace pocos años que circulan varias fotos de EBEs muertos en el suelo tras el estrellamiento de un ovni. Lo malo es que las fotos son extremadamente borrosas debido a que muy probablemente han sido copiadas subrepticiamente de los archivos en que están guardadas muy en secreto y re-copiadas muchas veces hasta que llegaron a poder de los que se atrevieron a reproducirlas. Una de las más conocidas y claras es la que publicamos en estas páginas.

    Los rumores acerca de los cuerpos de EBEs muertos en poder de los militares de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos, circulan entre los ovnílogos desde hace muchos años. Ha habido autores que han investigado concienzuda y tenazmente este hecho, llegando a señalar bases concretas donde los tenían, siendo una de las que desde siempre han levantado más sospechas la de Wright Patterson, en Dayton, Estado de Ohio. En la actualidad sabemos con certeza que allí se guardaron por un tiempo los restos de varios ovnis caídos.

    La razón de que estuviesen en esta base es que allí la Fuerza Aérea tiene sus mejores laboratorios:

    el «Aero Propulsión Laboratory»

    el «Avionics Laboratory»

    el «Dynamics Laboratory»

    el «6770 Aerospace Medical Research Laboratory» (en el que se investigan nuevas técnicas para la conservación de la vida, además de todo lo relacionado con toxicología, ingeniería biológica y «entornos no normales»)

    y, por fin, está también allí el «Materials Laboratory», que tanto puede aprender de cualquier ovni caído

    Por supuesto, los militares, en este tipo de noticias, se han mostrado siempre herméticos o lo han negado todo, pero hoy ya no podemos creer lo que en este particular nos digan, porque a lo largo de los años los hemos cogido en muchas mentiras.

    Hoy conocemos la existencia de por lo menos tres EBEs, capturados vivos tras dos estrellamientos, aunque dos de ellos murieron al poco tiempo de caer en poder de los militares de la Fuerza Aérea, muy probablemente debido al impacto de la caída. Pero del EBE 3 —que así es como los mismos militares lo designan en sus papeles secretos— vivió muchos meses, y algún investigador llegó a mantener una larga conversación con el sargento que lo cuidaba (que hoy está ya retirado con un rango mayor).

    Según él, el extraterrestre era de pocas palabras y no hablaba si no se le preguntaba, Y no contestaba si la pregunta no le interesaba. Vivió bastantes meses siempre bajo el cuidado de la misma persona, a la que llegó a profesar afecto, a pesar de que este tipo de EBEs están en gran parte desprovistos de capacidad afectiva. El lugar en que estaba confinado es denominado en clave bajo el nombre YY-II de la Fuerza Aérea, y según se cree tiene fuertes defensas electromagnéticas —los EBEs son muy sensibles a estas energías— para evitar que pudiera huir u otros EBEs lo pudieran rescatar.

    Para evitar caer en generalidades, reproduciré uno de esos documentos que poco a poco se han ido deslizando subrepticiamente a lo largo de los años, de los secretos anaqueles de la CIA y de la FA, y que llegó a mis manos gracias a un fiel amigo puertorriqueño, Carlos Gutiérrez, incansable escudriñador de cuanto documento interesante se le puede escapar a la NASA o a cualquier otra agencia gubernamental implicada en el estudio del espacio y de los ovnis.

    Previamente presentaré un boletín del CAUS (Ciudadanos Contra el Secreto de los Ovnis) de Washington, para que los lectores hispanoparlantes vean con qué tesón los investigadores del tema ovni en los Estados Unidos urgen a su Gobierno a que les diga toda la verdad.

    Traduzco al pie de la letra:

    «Septiembre 1985.

    Dix-McGuire: La “pistola humeante” ha salido a flote.

    »Lo que ustedes verán en las últimas dos páginas de este reportaje es un documento preliminar e incompleto de lo que podría ser el reconocimiento por parte de la Fuerza Aérea de un evento extraordinario: el asesinato y posterior apresamiento del tripulante de un ovni, que había sido perseguido por policías militares de Fort Dix y de fa base aérea de McGuire en New Jersey, enero 18, 1978.

    »El documento está incompleto debido a que han borrado los nombres de algunas de las principales personas envueltas en el incidente; decisión que fue tomada por Leonard H. Stringfield, uno de los dirigentes de MUFON, para evitarles problemas con el Gobierno y, también, para defenderlos de los medios noticiosos sensacionalistas.

    »Gracias al minucioso y metódico trabajo de L. Stringfield para conseguir todos los pormenores de este caso, ahora tenemos un buen punto de partida para el CAUS y otros grupos de investigadores para que agrupen sus capacidades en un gran esfuerzo común de modo que lleguemos a resolver todos sus aspectos y ramificaciones…

    »En Washington ya hay un grupo de investigadores que ha formado un equipo de trabajo para sacarle al Gobierno todos los “récords” que se relacionen con este incidente. Hasta ahora todas sus demandas basadas en el “Acta de Libertad de Información” se han encontrado con la esperada respuesta: “Esta agencia no tiene récords relativos a su pregunta”. La FOIA está preparando una acción legal para obligar al Gobierno a responder abiertamente de un incidente que seguramente tiene que haber generado una gran cantidad de “récords”.

    »¿Cómo podrías tú ayudar en este trabajo? Escribe a tu representante del Congreso que investigue este incidente. Además dona lo que puedas al “Proyecto de Litigio sobre el caso del ovni en Dix McGuire” que está dirigido por el “Fondo para Ia investigación de los ovnis Inc.”

    (P.O. Box 277 Mount Rainier, MD.)

    Todavía continúa el boletín animando a sus socios a que colaboren en este proyecto y a continuación inserta fotocopia del documento oficial que L. Stringfield logró son-sacarle a la oficina correspondiente de la Fuerza Aérea. Comienza con el nombre tachado del militar de que se valió Stringfield para conseguir el documento y con el del oficial que lo redactó.

    He aquí la traducción del documento:

    DEPARTAMENTO DE LAS FUERZAS AEREAS
    Escuadrón de la Policía de Seguridad (PACAF)

    SAN FRANCISCO 96239

    Asunto: Respuesta sobre información en relación a un contacto con ovnis y a asuntos relacionados.

    Para: Len Stringfield.

    1. En enero de 1978 yo estaba estacionado en la base de la Fuerza Aérea de McGuire (New Jersey). Una noche, entre las tres y las cinco de la madrugada, hubo un número de avistamientos de ovnis sobre las pistas de la base y sobre los terrenos del campamento de Fort Dix. Yo soy policía de Seguridad y estaba entonces haciendo una patrulla de rutina. Otros policías del Estado de N. J. y policías de Seguridad del campamento de Fort Dix estaban también haciendo su rutina en dirección a Brownsville.

    Un policía del Estado entró entonces por la puerta n.º 5, situada en la parte de atrás de la base, y pidió asistencia y permiso para entrar. En seguida me despacharon a mí, y el policía solicitó acceso al área de pista que lleva hasta el fondo de la base y está cercana a un área muy densamente poblada de árboles, que forma parte del área de entrenamiento del campamento de Fort Dix. Me informó que un policía militar de Fort Dix estaba persiguiendo a un objeto que volaba muy bajo que había estado planeando sobre su coche. Me lo describió como de forma oval, sin marcas visibles, y con un color gris azulado brillante. La radio se le había cortado.

    Me dijo también que, entonces, había aparecido delante de su vehículo una cosa como de 1.20 mts. de alto, gris oscuro, de gran cabeza, brazos largos y cuerpo fino. El policía se había asustado y le había disparado cinco tiros con su pistola calibre 45, y un disparo más al objeto que estaba encima de su coche. El objeto entonces se había elevado rápidamente en vertical y se unió a otros once que estaban más elevados en el cielo. Nosotros los vimos pero no supimos más detalles por el momento. En cuanto a la cosa que se le había aparecido delante del coche, corrió entre el boscaje hacia nuestra cerca divisoria con el Fort Dix, y por eso ellos querían buscarla. Para entonces ya había varias patrullas interesadas en lo mismo.

    2. Encontramos el cuerpo de la cosa cerca de la pista de aterrizaje. Aparentemente había escalado la cerca y cayó muerto mientras corría. Enseguida empezaron los comentarios secretos y no se le permitió a nadie acercarse al lugar.

    Cercamos el área con cuerdas y la OSl se hizo cargo del asunto. Esto fue lo último que supe. Pude apreciar que aquello despedía un olor fuerte y desagradable. Parecía amoníaco pero no se mantenía mucho en el aire. Aquel mismo día vino un equipo de la Base Wright-Patterson en un avión C141 y se dirigieron al lugar. Metieron aquello en una casa de madera, le echaron un «spray» y lo metieron todo en un gran contenedor de metal. Lo cargaron en el avión y se fueron. Y eso fue todo; no se dijo nada más; no se hizo un reporte y se nos dijo que no teníamos nada que decir sobre todo el incidente o seríamos juzgados marcialmente.

    3. Yo me voy a retirar de la Fuerza Aérea en unos dos meses. Por favor, no diga mi nombre porque eso me podría traer muchos problemas. Me gustaría seguir esta investigación y otras, si es que puedo servirle en algo. Perdóneme por no firmar esto, pero no me quiero arriesgar. Contéstame a la dirección que le pongo arriba y mis padres me lo harán llegar. No me lo envíe acá porque ellos llevan un gran control de toda la correspondencia y no me quiero arriesgar.

    Hasta aquí la carta confidencial del informante. En las dos páginas siguientes está el informe oficial sustraído por él y del cual se tacharon todos los nombres que lo podían comprometer. Lo que el reporte oficial dice es básicamente lo mismo que él asegura en la carta, pero refrendado por las firmas de todos los policías estatales y del ejército que intervinieron en la operación.

    Documentos como éste, procedentes de todos los estamentos del ejército, han ido poco a poco aflorando a lo largo de los años y hoy, entre todos ellos constituyen una base sólida en qué apoyarse para sostener que la Fuerza Aérea ha capturado en muchas ocasiones cuerpos de alienígenas. El inconveniente está en que muchos de estos documentos, reportajes y confidencias se quedan en un reducido número de personas y no llegan nunca a ser conocidos por el gran público o a ser reunidos para compararlos y llegar a conclusiones ciertas.

    Este ha sido precisamente el acierto del libro-documento «The Matrix», que sin temor a lo que los «ufólogos serios», perpetuamente críticos y dubitantes, puedan decir, ha reunido todos estos rumores provenientes de muchas partes, y los ha puesto a la disposición de los investigadores para que los comparen con las noticias que ellos tienen.

    Pero todas las discusiones sobre cuerpos de EBEs muertos en poder del ejército norteamericano se han hecho académicas desde el momento en que poseemos documentos que prueban que los EBEs vivos y en persona se pasean por algunas bases y colaboran estrechamente con el personal de las Fuerzas Aéreas.

    El primer atisbo que se tuvo sobre esto, aunque inmediatamente fue sepultado bajo montañas de desprestigio, fue nada menos que hacia el año 1940, en Colonia, Alemania. Allí fue donde apareció por primera vez la famosa foto del hombrecito llevado de la mano por dos que parecen agentes del FBI o de la Gestapo. {Ver ilustración). Tras ellos, dos mujeres miran a la criatura con cara de asombro.

    La foto recorrió el mundo, que para aquellas fechas no había oído todavía nada de extraterrestres ni de otros planetas habitados. Indudablemente las autoridades creyeron que tan inesperada noticia, confirmada de una manera tan rotunda mediante la presencia de aquel hombrecito, era peligrosa para la estabilidad emocional del pueblo y por eso decidieron ocultarla.

    Para ello se dedicaron a decir «oficialmente» que la foto no era auténtica y se debía únicamente al ingenio de un fotógrafo bromista. Y parece que una de las cosas que las providentes autoridades idearon para quitarle credibilidad a la foto fue añadirle un gran pene a la criatura. Con eso todo el mundo lo tomaría a broma y hasta muchas almas pudibundas ni se atreverían a mirar la foto. A lo que parece, en las primeras copias que circularon, el hombrecito no tenía semejante desproporcionado apéndice.

    En otra foto muy semejante a ésta, aunque algo posterior, que también ha circulado subrepticiamente entre los investigadores de ovnis, se ve a otro hombrecito llevado de la mano por dos policías, pero en este caso el alienígena lleva una especie de casco y en la boca un tubo de goma que se comunica con un depósito que uno de sus guardianes transporta en la mano.

    Por muchas razones circunstanciales me inclino a creer que estas dos fotos, por mucho que hayan intentando desprestigiarlas, son auténticas y representan a dos EBEs caídos, en poder de las autoridades. Y aun en el caso de que no lo fuesen, no lograrían borrar la gran cantidad de hechos comprobados en los que se basa la realidad de todo el «fenómeno ovni». (Ver ilustración abajo.)

    Para que el lector vea lo de cerca que las autoridades norteamericanas siguen todo lo que se refiere a «hombrecitos» le contaré lo que le sucedió a un amigo mío en la ciudad de San Juan de Puerto Rico.

    Había capturado debajo del agua mediante la pesca submarina un extrañísimo ser, que aun perteneciendo al género de los peces podía salir fuera del agua, respirar y ponerse de pie, y hasta subirse a los árboles. La prensa empezó a hablar en seguida de que habían capturado a un «extraterrestre». Pues bien, a los pocos días, por la noche, a una hora más bien avanzada, se presentaron en su casa dos individuos altos y en un mal español le exigieron que les entregase el ejemplar o se atuviese a las consecuencias. Mi amigo, atemorizado por la energía y la decisión con que le hablaban aquellos desconocidos, no tuvo más remedio que entregárselo sin que volviese a saber qué fue del animal.

    Más tarde se capturaron otros dos ejemplares adultos, de aproximadamente un metro de altura, uno de ellos estudiado detenidamente por un ictiólogo de la Universidad de Mayagüez, y se comprobó que era un tipo extrañísimo de pez todavía sin clasificar, pero que tenía unas cualidades que rayaban en lo paranormal. Pero por lo que pudiese pasar, ya las autoridades norteamericanas estaban dispuestas a impedir que se supiese la verdad, aun violando los derechos de los ciudadanos.

    Como dijimos, en años pasados la polémica en torno a la posibilidad de que la Fuerza Aérea tuviese cuerpos de EBEs obtenidos tras algún estrellamiento, fue muy viva. Hoy, sin embargo, ante la certeza de la cooperación que ciertos EBEs están llevando cabo con el gobierno de los Estados Unidos, ya aquélla ha perdido toda su importancia.

    La primera entrevista física de la que se tiene constancia entre oficiales militares de USA y EBEs tuvo lugar en 1954, en un desierto de Nuevo México bajo el «Proyecto Sigma», cuya misión específica era establecer contacto con los extraterrestres.

    Alguien logró sustraer de los archivos secretos un documento que aunque muy censurado nos dice los datos clave que nos interesan.

    Traduzco al pie de la letra:

    «Este Proyecto tuvo resultados positivos en 195X. Los Estados Unidos establecieron unas primitivas comunicaciones con los alienígenas. En abril, 15, de 1954, un Oficial de Inteligencia se reunió con dos alienígenas en un lugar previamente designado en el desierto de Nuevo México. (Sigue línea tachada ilegible.) El oficial de la Fuerza Aérea se las arregló para intercambiar información básica con los dos alienígenas (Adj. 7).»

    (Este adjunto, con lo intercambiado no ha llegado a nosotros.)

    Sin embargo, de un encuentro muy posterior sucedido en Bentwaters, en Inglaterra, tenemos datos mucho más específicos.

    Para beneficio del lector fotocopiamos el documento cuya traducción reza así:

    «MINISTERIO DE DEFENSA.

    Edificio principal, Whitehall, Londres, SWIA 2HB.

    Teléfono (directo) 01-218

    (CENSURADO)

    «Querido CENSURADO:

    Como usted sabe, OSI ha terminado una información acerca del aterrizaje de un aparato de origen desconocido, tripulado por varias entidades, que tuvo lugar cerca de la base de la Real Fuerza Aérea de Bentwaters en la noche del 29 al 30 de diciembre de 1980.

    «Curiosamente, OSI informa que las entidades medían aproximadamente un metro y medio de alto, vestían lo que parecían ser uniformes presurizados recubiertos de nylon, pero no tenían cascos. La noche no estaba clara y tuvieron la impresión de que las entidades flotaban por encima del nivel del suelo.

    «Se grabó la conversación y en ella se oye a las entidades hablar en un inglés sintetizado electrónicamente, pero con un fuerte acento norteamericano. La ISA ha irregularmente interceptado unas transmisiones similares desde 1975 (ver adjunto A).

    «Según OSI, las entidades tienen manos parecidas a garras con tres dedos y un pulgar opuesto.

    «A pesar de otras informaciones originales (ver adjuntos B a G), la OSI dice que el aparato no estaba dañado, sino que aterrizó deliberadamente, como parte de una serie de visitas a las bases SAC en Estados Unidos y Europa. Las informaciones de que el aparato fue reparado por ingenieros de USA o llevado a la base no han sido confirmados por la OSI.

    «El mero aterrizaje no es considerado como un asunto perteneciente a la defensa debido a la naturaleza manifiestamente pacífica del contacto, pero la DS8 va a continuar sus investigaciones sobre CENSURADO autoridad. Como medida de precaución se recomienda un plan de contra-información a nivel local que abarque CEN-CURADO y CENSURADO.

    Sinceramente,

    (Firma tachada)»

    Este aterrizaje fue muy probablemente el que motivó que el famoso John Lear se interesase tanto por todo el asunto de las relaciones de su gobierno con los extraterrestres. Según él, su interés de antes se convirtió en preocupación cuando varios miembros del personal de la Fuerza Aérea de Estados Unidos destacados en Inglaterra le contaron que habían visto con sus propios ojos cómo en Bentwaters un grupo de tres alienígenas se habían bajado de un ovni y se habían dirigido hacia las oficinas del comandante en jefe.

    A partir de entonces, John Lear, que por tradición familiar se ha pasado la vida entre aviones y en las bases de la Fuerza Aérea cumpliendo misiones muy delicadas, no ha cesado de acosar a las altas autoridades militares para que descubran de una vez todo el misterio que se oculta en las bases secretas de la Fuerza Aérea y tras todo el fenómeno ovni.

    Como estamos tratando de cuerpos vivos de EBEs, no me resisto a traer aquí a colación un caso que hace años recorrió las revistas de Europa relativo a un bebé extraterrestre aparecido en Rusia tras el probable estrellamiento de un ovni.

    No tengo prueba ninguna de que el caso sea verídico; y si fuese el único en su género, por supuesto que no lo creería. Pero estando convencido como estoy de la realidad de otros casos más difíciles aún de creer no tengo por qué no aceptar éste; aparte de que no baso toda mi fe en la realidad del fenómeno ovni en éste ni en ningún caso en particular.

    El que difundió la noticia fue el periodista Henry Gris, que aparte de ésta ha suministrado al’ mundo occidental muchas otras noticias relativas a los ovnis en la Unión Soviética y que hizo todo lo que estuvo en su mano, dentro de la misma Rusia, para llegar al fondo del caso.

    Sucedió el 14 de julio de 1983, cerca de los montes de Pamir. Se oyeron en el aire unas enormes explosiones que llenaron de pánico a los habitantes de cuatro pequeños pueblos: Kashtegirmen, Belovodskoya, Karabalty y Sosnovka. Especialmente en éste último, tras la segunda oleada de explosiones, al anochecer todo el pueblo se tiñó de un color rojo que infundía pavor.

    Los habitantes creyeron que se trataba de una explosión nuclear por haber estallado la guerra con los Estados Unidos y más cuando vieron aparecer grandes contingentes de tropas que se situaron a todo lo largo de la frontera con China, que no está demasiado lejos del lugar de las explosiones. Las autoridades pensaron por su parte que podía ser el comienzo de alguna ofensiva de los chinos y por esos mandaron en seguida tropas para encarar tal eventualidad.

    Aparte de estas maniobras de los mandos militares, otras agencias gubernamentales, atendiendo a las extrañas noticias que les llegaron de la región, enviaron varias escuadrillas de helicópteros para que rastreasen los lugares montañosos de donde los campesinos decían que habían provenido las explosiones. A pesar de la poca luz, pudieron ver una columna de humo que se levantaba de un apartado lugar y hacia allá se dirigieron.

    Tras una breve inspección desde el aire pronto pudieron descubrir los restos de algún aparato que allí se había estrellado contra el suelo. Parecía que se trataba de una nave en forma de disco de unos 30 metros de diámetro, aproximadamente.

    Al igual que en los Estados Unidos, las providentes autoridades trataron de disimular lo sucedido, difundiendo la versión de que lo que había sucedido era que un avión Jumbo occidental se había estrellado, estallando sucesivamente.

    Henry Gris logró llegar hasta la ciudad de Frunze, en donde pudo obtener muchas noticias de primera mano. La gente no se creyó la versión oficial del Jumbo y hablaban abiertamente del estrellamiento de un plato volador. El ejército, en los días posteriores, estaba muy activo en toda aquella región y no se permitía a nadie el paso hacia las montañas.

    Exactamente igual a lo que suelen hacer en los Estados Unidos cuando sucede algo por el estilo y exactamente igual a la que yo mismo pude observar en México cuando el estrellamiento del ovni en las montañas de Puebla. El ejército cerrando todos los caminos y en algunos sitios cordones de soldados colocados cada varios metros.

    Pero Henry Gris se enteró de algo mucho más interesante. Un pastor había afirmado que vio caer del cielo, lentamente, algo que se parecía a un huevo pero de tamaño como un depósito de agua no muy grande. Inmediatamente, guiados por el pastor, se dirigió allá un destacamento de soldados especialmente entrenados y rastrearon toda la zona boscosa situada a unos cuatro kilómetros del pueblo de Sosnovka. Dirigía la operación el coronel Dzoldash Aymatov.

    No pasó mucho tiempo hasta que descubrieron una cápsula en forma de huevo de aproximadamente un metro y medio en su parte más larga. La examinaron con todo cuidado, temiendo que fuese una bomba o que contuviese algún gas peligroso. Se hizo venir a expertos con instrumental sofisticado, y cuando se convencieron de que en su interior no había nada que pudiese poner en peligro la vida de los que la manipulaban, el coronel Aymatov dio la orden de que la abriesen con sumo cuidado.

    La sorpresa fue enorme.

    En su interior había un bebé masculino plácidamente dormido, a juzgar por su respiración profunda y sosegada, y a primera vista parecía ser humano.

    Transcribo las propias palabras de Henry Gris:

    «El coronel Aymatov habló en seguida por teléfono con la oficina gubernamental en Frunze y pidió instrucciones ante un hecho tan inesperado. En seguida le llegó la respuesta: No tocar de ninguna manera al niño hasta que no llegase un equipo de médicos que salía en seguida para el lugar en helicóptero.

    Cuando los médicos llegaron, introdujeron oxígeno en la cápsula valiéndose de un mecanismo como el que usan los astronautas, y la cargaron con todo cuidado hasta el hospital de Frunze, en donde separaron todo un sector del edificio para que nadie pudiese enterarse de lo que allí estaba sucediendo.»

    Siempre según Henry Gris, el coronel Aymatov no tuvo inconveniente en decir:

    «Todos los indicios hacen pensar que se trata de un bebé extraterrestre que fue arrojado al espacio desde un ovni con problemas. La cápsula logró llegar a tierra en perfectas condiciones debido a una extraordinaria tecnología en lo que se refiere a salvamentos de vehículos espaciales con problemas. Ello ha motivado que la cápsula llegase a tierra en perfectas condiciones y que el bebé esté perfectamente bien.»

    Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos, el niño murió a los tres meses de haber aterrizado, debido a una infección masiva que contrajo. Los médicos temieron esto desde el primer momento y dedicaron todos sus esfuerzos para que no sucediese, pero no lo lograron. Comenzó a subirle la temperatura muy rápidamente y su respiración se hizo fatigosa.

    A las doce horas moría.

    Uno de los médicos que lo atendieron en el hospital de Frunze fue el doctor Mikhail Ibragimov, que describió así a la criatura extraterrestre:

    «Se trataba de un niño que se parecía muchísimo a cualquier niño humano. Yo me atrevería a decir que era una copia de cualquier bebé humano o quizás nosotros somos una copia de ellos. Excepto por la membrana que tenía entre los dedos de las manos y de los pies, el bebé parecía ser del todo humano. Este detalle de la membrana nos hace sospechar que su raza debe pasar mucho tiempo en el agua. Además de esto tenía un raro color púrpura en sus ojos.

    Los rayos X demostraron que sus vísceras son prácticamente como las de los humanos si hacemos una excepción con el corazón, que lo tiene desproporcionadamente grande. Su pulso es más lento que el nuestro. La tensión sanguínea es normal, aunque su actividad cerebral es algo superior a la de un humano adulto. Probablemente tiene grandes capacidades telepáticas y telecinéticas. En resumen, podríamos decir que sus funciones vitales son semejantes a las de un bebé humano.»

    Posteriormente en el capítulo titulado «Taxonomía de los EBEs», nos volveremos a encontrar con este detalle de las membranas interdigitales o manos palmeadas que tantas veces ha sido testificado por los contactos a lo largo de los años.

    Como resumen de este capítulo podemos decir que, aparte de muchos otros tipos de extraterrestres que a veces se nos presentan con formas angélicas o demoníacas, pudiendo cambiarlas a su gusto, tenemos evidencias concretas de uno o varios tipos de ellos de los que podemos afirmar que aunque sus formas nos resulten un poco desagradables, son físicos como nosotros y están sujetos a accidentes desgraciados e incluso a la muerte violenta al igual que los humanos.

    Esto no quiere decir que no admitamos la existencia de otros cuyos físicos, procedencia, intenciones y grado de evolución sean completamente diferentes de éstos, a los que nos referiremos mayormente en los próximos capítulos.

    He aquí la foto del EBE carbonizado, tras el estrellamiento del ovni, a que nos referimos en el texto.

    Foto de uno de los muchos recipientes refrigerados que se conservan en la Base Aérea de Wright-Patterson (Ohio)

    con los cuerpos de los tripulantes de los ovnis caídos.

    Esta foto apareció en un libro japonés titulado «Ocupantes de los ovnis», publicado en 1981.

    El recipiente es en todo similar a otras fotos subrepticias que han circulado y al dibujo hecho por un soldado anónimo que allí había hecho guardia.

    Esta es la foto a que nos referimos en el texto.

    De ser auténtica, el alienígena, a pesar de su tamaño y de su parecido físico genérico,

    no pertenecería a ninguno de los dos tipos de «grises» de los que nos ocupamos en este libro,

    ya que el tamaño de su cabeza, los marcados rasgos faciales y,

    sobre todo, de ser cierto, sus órganos genitales, lo diferencian radicalmente de aquéllos.

    La segunda foto a que aludimos en el texto.

    También apareció en Alemania hacia 1949, lo cual es un dato muy sospechoso;

    el FBI la consiguió en 1950 y de sus archivos es esta pésima copia que a todas luces nos dice que no fue hecha «oficialmente».

    El original nunca ha sido publicado.

    Este «pez», que no es una raya cortada sino un rarísimo animal de aproximadamente 1 m. de altura,

    que sale del agua, camina en dos patas y hasta se sube a los árboles,

    le fue «requisado» al que lo había arponeado bajo el agua, por dos individuos que se presentaron en su casa por la noche,

    en San Juan de Puerto Rico.

    Aparentemente eran miembros de la CIA atraídos por las afirmaciones de un periodista que decía que,

    probablemente, se trataba de un ser de otro planeta (ver texto).

  • Crow

    CAPITULO VII
    ESTRELLAMIENTOS DE OVNIS

    En este capítulo le ofreceremos al lector una lista ordenada, en cuanto cabe, de los estrellamientos conocidos de ovnis, con la seguridad de que nos quedamos muy lejos de reseñar todos los que han ocurrido a lo largo de los años.

    Nuestras fuentes son la «Nevada Aerial Research» y el doctor J.F. Gille, a cuyas listas hemos añadido alguno más, conocido directamente por nosotros y que no aparecía entre los de ellos.

    Es posible que en las fechas haya inexactitudes, al igual que en el número de cadáveres.

    Aunque a primera vista pueda parecer extraño que la gran mayoría de los estrellamientos sucedan en los Estados Unidos, es perfectamente explicable.

    En primer lugar, los investigadores que han reunido estos datos son de aquel país y, por tanto, no tienen tan fácil acceso a las noticias de otros países. Que también ha habido estrellamientos en otras naciones, no hay duda alguna. Lo que sucede es que en otros continentes y naciones más atrasadas no hay tantos medios de comunicación y muchos de estos eventos permanecen desconocidos, bien sea por la escasez de periodistas y agencias noticiosas, o por la estúpida censura a que tan dados son los gobernantes microcefálicos que por desgracia tanto abundan en el planeta.

    En el estrellamiento de Puebla (México) a que hice referencia en uno de los capítulos iniciales y que yo pude contemplar personalmente (aunque de lejos, debido a las restricciones militares), excepto en un periódico sensacionalista no hubo información ni reacción alguna por parte de la prensa, considerada «seria». Y cuando indagamos con las autoridades oficiales acerca del suceso, se nos dijo con todo aplomo que no había habido absolutamente nada.

    Aparte de estas razones, hay que considerar que los alienígenas procedentes de otras regiones del Cosmos, lógicamente tenderán a entrar más en contacto oficial con aquellas naciones más avanzadas, sobre todo aquellos que tengan en mente alguna clase de dominio sobre el planeta entero. Vencidas las dificultades que les podrían presentar las naciones más poderosas, el resto les resultaría mucho más fácil.

    No deja de ser sospechoso que la presencia de estos seres no humanos entre nosotros, si bien data desde siempre, se haya activado repentina y violentamente justo en el momento en que el hombre comenzó sus experiencias atómicas. Y esta sospecha se acrecienta cuando vemos que su presencia y, consecuentemente, sus estrellamientos, se hacen mucho más notorios en torno a los lugares donde los humanos comenzaron y continúan haciendo sus experiencias nucleares, que indudablemente pueden significar una amenaza para muchos de ellos.

    No hay duda alguna de que todo lo que se refiere a cohetería espacial y a energía atómica les interesa grandemente a nuestros visitantes. En los informes filtrados últimamente, los militares confiesan su pasmo cuando vieron a un enorme ovni tragarse a un cohete entero en plena marcha con sus motores encendidos.

    Y, en otro, reconocen con preocupación que los alienígenas han logrado distorsionar por completo todo el complejo sistema de disparo de algunas de las cabezas nucleares depositadas en silos, cambiando los blancos y hasta dejándolas completamente inactivas.

    Otra razón para que la mayor parte de los estrellamientos conocidos haya sucedido en los Estados Unidos es que los militares de este país hace tiempo que tienen una guerra declarada contra estos intrusos o, por lo menos, contra algunos de ellos. Algunos de los estrellamientos no han sido casuales sino que sencillamente el ovni fue derribado por las armas del Ejército norteamericano.

    En la mayoría de los casos, los ovnis, con una gran superioridad tecnológica, rehúyen con toda facilidad el hostigamiento a que son sometidos y hasta derriban a sus perseguidores, tal como hemos visto en páginas anteriores. Pero en otros, debido a las malas condiciones en que se encuentra el ovni por averías sufridas previamente, o por pura casualidad —tal como sucedió en el caso de un ovni derribado por un potente radar que lo rastreaba—, los visitantes del espacio son fácil presa de nuestros ingenios bélicos.

    Tal como ya hemos indicado, en algunos lugares del planeta hay una guerra manifiesta entre nuestros militares y los intrusos del espacio. En concreto en el Suroeste de Puerto Rico, se han estado desarrollando verdaderas batallas (con el increíble silencio de la prensa y de las autoridades) entre aviones y barcos de la cercana base naval «Roosevelt Roads» y ciertos extraterrestres que allí tienen una base subterránea.

    Las tremendas explosiones subterráneas que, repetidamente, se escuchan y que han causado infinidad de temblores y de resquebrajamientos en la superficie, son una prueba de que el «Proyecto Excalibur> está funcionando a todo vapor. Este Proyecto fue organizado en 1988 para crear un arma que tenga la capacidad de destruir bases subterráneas alienígenas. El proyecto está en la actualidad en pleno desarrollo en la División WX LANL, Los Alamos (N. México) y parece que uno de los sitios de prueba contra un enemigo real es la isla de Puerto Rico.

    Por último, con referencia a estrellamientos de naves de otros mundos, tenemos que decir que ya en el siglo pasado hay en los propios Estados Unidos, y reseñados por la incipiente prensa de aquellos tiempos, relatos de incidentes similares a los que ahora investigamos.

    En concreto me refiero al de Dundy County (Nebras-ka) en 1884 y al de Aurora en Texas en el 1897. Aunque hay todavía hoy una seria controversia sobre su autenticidad no se puede negar que muchos de los datos que han llegado a nosotros, provenientes de los periódicos en los que fueron reseñados, nos mueven a creer que fueron auténticos, pues se parecen mucho a los que conocemos de nuestros días.

    A esto tendríamos que añadir que el famoso «meteorito» que estalló sobre la Tunguska siberiana en 1908, no fue tal «meteorito».

    Tras largas investigaciones oficiales llevadas a cabo por un equipo de científicos de la URSS, llegaron no hace mucho tiempo al convencimiento de que el hecho se debió a la desintegración a baja altura de un ovni, del que pudieron describir la trayectoria, quebrada pero inteligente, que siguió en sus últimos mil kilo-metros antes de explosionar.

    Como dato final le diré al lector que tengo en mi poder un trozo de lo que quedó tras la vivísima implosión de un ovni a muy baja altura cuando se disponía a aterrizar. Me lo entregó el contactado que fue testigo del suceso (en la serranía de Puebla, en México) y que, como en otras ocasiones, esperaba al ovni en el mismo sitio para comunicarse con sus ocupantes.

    Cuando me lo contaba se le caían las lágrimas «por que había perdido a sus amigos» con los que ya le unía un gran afecto.

    Yo pude ver en su casa el bloque de material brillante y cristalino, de varios kilos de peso, en que se convirtió el ovni tras la vivísima llamarada que lo desintegró.

    He llevado a analizar el pedacito que poseo —que emite unos fulgores muy bellos de un color azul metálico— y el resultado ha sido un extraño material muy rico en titanio.
    [img][/img]

    ¿Qué hacer ante hechos como éste, en los que uno no puede dudar de la veracidad del testigo (al que considero un auténtico contactado por ciertas extrañas cualidades que posee y de las que he sido testigo) y que por otra parte son tan difíciles de probar?

  • Crow

    CAPITULO VIII
    AZTEC, COMO MIENTEN LAS AUTORIDADES

    Hace ahora treinta y nueve años, un periodista llamado Frank Scully publicó un libro titulado «Behind the Flying Saucers» (Tras los platillos volantes).

    En él, aparte de otros temas relacionados con los ovnis, narraba como gran primicia, el estrellamiento de uno de estos misteriosos aparatos en el estado de Nuevo México, no lejos de la ciudad de Aztec, el 25 de marzo de 1948. Lo hacía sin sensacionalismos, pero con lujo de detalles, basado en los testimonios de testigos presenciales. En aquellos momentos todavía las autoridades no habían desarrollado su gran estrategia para desacreditar el fenómeno ovni y a los que lo investigasen. Una estrategia que ha durado cuarenta años y que les ha dado muy buenos resultados, pero que en estos momentos empieza a desintegrarse estrepitosamente.

    Hicieron causa común con él, Silas Newton, un inteligente geofísico millonario, gran experto en exploraciones petrolíferas y el científico Leo Arnold GeBauer, quienes desafiaron públicamente al Gobierno de los Estados Unidos a que desmintiese o, de alguna manera, probase ser falso lo que Scully decía en su libro. El Gobierno no sólo no desmintió nada ni probó falsedad alguna, sino que solapada y, criminalmente, comenzó a minar la buena fama de los tres, hostigándolos de una manera indirecta y logrando que su credibilidad se redujese a cero.

    Hojeando no hace muchos días en los Estados Unidos una especie de enquiridión o de «who is who» en la ovnilogía internacional, al curiosear lo que allí se decía sobre Frank Scully nos encontramos con que ni tan siquiera ponían su nombre de pila; y el artículo sobre él, aparecía bajo el título «The Scully Hoax», es decir «el engaño de Scully».

    El Gobierno y, en concreto, las varias agencias de la Fuerza Aérea de la CIA especialmente dedicadas al hostigamiento y desprestigio de los ovnílogos más perspicaces y destacados, habían logrado convencer a la opinión pública y, en concreto, a los editores del libro que yo leía, que lo que Scully había dicho en su libro era una patraña inventada por él para hacerse famoso y para ganar dinero.

    A Silas Newton y Leo GeBauer no les cupo mejor suerte.

    Terminaron totalmente desprestigiados, fueron llevados a los tribunales en donde tras un juicio inicuo quedaron semiarruinados y hasta se hizo correr la voz de que habían obtenido fraudulentamente sus títulos académicos. La «camorra» gubernamental y castrense es peligrosísima en cualquier país, cuando el empacho de poder les nubla las mentes, convirtiéndolos en los principales enemigos de sus pueblos y en la mayor amenaza para la libertad, la justicia y la auténtica democracia.

    Pero, ¡cuan lejos estaba de ser una patraña todo lo que Frank Scully contaba en su libro! Lo fundamental de su narración era totalmente auténtico y todavía le faltaban muchos detalles que investigadores posteriores han ido pacientemente consiguiendo en los cuarenta y un años que nos separan desde el día de la caída del ovni.

    Uno de estos investigadores se llama William S. Steinman que yendo tenazmente contra el parecer de los ovnílogos más serios de su país, se decidió a desenmascarar no las mentiras de Frank Scully, que no existieron, sino las de su Gobierno empeñado en que la verdad no se supiese. De él hemos tomado la mayor parte de los datos de este capítulo.

    Una de las verdades por él descubiertas, que nos dan la pista para otras terribles realidades escondidas tras este gran crimen que el Gobierno de los Estados Unidos ha cometido contra la humanidad, es la sospechosa muerte de Dorothy Kilgallen.

    Esta periodista era la persona que había, inicialmente, alertado a Scully sobre el incidente de Aztec y la que más sabía sobre él. A lo que parece poseía ciertas informaciones secretas que pensaba publicar en forma de libro. Pues bien, Dorothy Kilgallen murió prematuramente, de una manera inesperada, y cuando sus amigos fueron a recoger los documentos que ella ciertamente tenía sobre Aztec y otros incidentes relativos a los ovnis, se encontraron con que ya «alguien» había estado antes allí y se había llevado todos sus papeles.

    Para que el lector vea hasta qué punto las altísimas autoridades de este mundo nos han estado mintiendo durante cuarenta años, y tratándonos como niños, le contaré en detalle qué era lo que ellas sabían acerca del estrellamiento de Aztec y que tan drásticamente trataban de ocultar para que los pobres borregos que los eligen con sus votos siguiesen viviendo en el limbo y creyendo que «sus buenos gobernantes» se preocupaban por su bienestar.

    El día 25 de marzo de 1948, tres diferentes radares —uno de ellos experimental y extraordinariamente potente— detectaron sobre los cielos del Suroeste de los Estados Unidos un ovni. Al ser alcanzado por sus ondas dio la impresión de perder el control y comenzó a descender rápidamente. Los radares lo siguieron y pudieron determinar con una cierta precisión dónde había caído.

    Inmediatamente se desencadenó una frenética actividad radial para comunicarse con las supremas autoridades del Gobierno y del Ejército. En pocos minutos se localizó al general Marshall que reunía en sí ambas cualidades por ser a la sazón secretario-ministro de Estado. Este llamó al presidente (Truman) y a los altos jefes del Ejército y se pusieron de acuerdo en que Marshall dirigiese con gran cautela todo lo referente al rescate del platillo y de sus supervivientes si es que hubiese alguno.

    El general de la famosa bienvenida, que ciertamente era un hombre con una gran capacidad para la organización y el mando, llamó enseguida a su amigo, el famoso doctor Vannevar Bush, para que escogiese a la carrera un grupo de científicos en varias ramas que se hiciesen cargo del examen del platillo caído. Hoy día conocemos los nombres de todos y, ciertamente, eran personas de gran valía.

    Sin embargo, hay que decir que la mayor parte de ellos y, sobre todo, su jefe en esta ocasión, el doctor Vannevar Bush, adolecían de una cierta miopía espiritual que tan frecuente es en personas que se han adentrado mucho en el estudio de la materia y de las leyes físicas. Esto los lleva a no tener inconveniente en poner al servicio de la violencia y de sus profesionales los militares, todos sus conocimientos científicos.

    En concreto, el doctor Bush había estado muy envuelto en el desarrollo de la bomba atómica, del radar para usos militares, de aparatos magnéticos para submarinos, de detonantes de proximidad, etc. Esto es una traición a la humanidad y una cerrazón de mente indigna de un hombre culto. Es el afloramiento refinado de los genes de troglodita que todos llevamos dentro.

    Al mismo tiempo que el doctor Bush organizaba su equipo, un grupo de helicópteros del IPU (Interplanetary Phenomenon Unit) estacionado en Camp Hale, en el vecino Estado de Colorado, volaba en círculos sobre el platillo caído sobre una pequeña meseta en un lugar bastante despoblado. La misión de los del IPU era esperar a que llegase el equipo de reconocimiento y rescate, indicarle por qué carreteras secundarias y caminos tenían que llegar para no despertar sospechas, e impedir que ningún intruso se acercase.

    La única familia de rancheros que vivía a cierta distancia, y que era dueña del terreno en que había caído el ovni, fue mantenida incomunicada durante todo el tiempo que duró el rescate y se les amedrentó para que no hablasen nunca con nadie de lo que allí sucedía. Las amenazas hechas por aquellos militares debieron ser de tal naturaleza que cuarenta años después, el viejo H. D. (que todavía vive) no quiere hablar una palabra sobre ello.

    Aparte de esto, por una orden del secretario de Estado, el lugar en que había caído el ovni le fue confiscado a su dueño, y pasó a ser propiedad del Estado que puso una cerca con prohibición absoluta de que nadie penetrase en el lugar.

    Los militares y el MJ-12 habían tomado muy buena nota de todos los problemas que habían tenido con la prensa y con los curiosos tras el incidente de Roswell, un año antes, cuando a duras penas y sólo a base de mentir mucho, habían logrado apagar las noticias que habían comenzado a circular sobre el ovni caído. En Aztec no tuvieron ninguno de esos problemas debido a las muchas medidas de seguridad que se tomaron desde un principio.

    A las pocas horas —contrario a Roswell, en donde transcurrieron días hasta que un ranchero descubrió los restos por casualidad— ya estaban en el lugar tres gran-des camiones con toda clase de material de rescate y el grupo de científicos, todos perfectamente adoctrinados y sabiendo muy bien, cada uno de ellas, cuál era su misión.

    Lo primero que hicieron fue comprobar si había radioactividad en los contornos o en el mismo aparato, que yacía un poco inclinado, pero íntegro en su estructura. Al convencerse que no emitía ninguna radiación peligrosa, se atrevieron a acercarse y comenzaron un minucioso análisis de la cubierta exterior.

    Les llamó la atención que el aparato, un disco muy achatado de unos 30 metros de diámetro, daba la impresión de ser de una sola pieza sin uniones de ningún tipo. Tenía a su alrededor varias ventanillas de un material diferente, que si bien también parecía metálico, sin embargo, era transparente. Los científicos observaron atentamente a través de las ventanillas. En el salón principal, en el que había varios paneles con botones y especie de relojes, se distinguían perfectamente los cuerpos de dos seres muertos, inclinados sobre los paneles y aparentemente chamuscados o tostados aunque sin humo por ningún lado. Daba la impresión de que la temperatura había subido repentinamente en pocos segundos y los había abrasado.

    Ante la imposibilidad de penetrar por puerta alguna en la nave y ante la impotencia de los aparatos de soldadura o de perforación para taladrar en lo más mínimo la cubierta metálica, uno de los científicos, más pragmático, probó con un mazo de hierro a golpear una de la ventanillas. Tras haber presentado una fuerte resistencia, la ventanilla fue cediendo hasta que, por fin, se logró abrir un hueco en ella.

    Entre tanto, los otros científicos habían seguido pensando en cómo lograr acceso al interior y observando minuciosamente por las otras ventanillas todos los aparatos de mando que había en las consolas. Uno de ellos observó en una de las paredes un botón que parecía el control para abrir alguna puerta. Hicieron un palo largo con una rama de los pinos que rodeaban al aparato, la afilaron y, cuidadosamente, la introdujeron hasta presionar el botón.

    Como por arte de magia una puerta se abrió deslizándose hacia abajo en la pared de la cabina. Hubo un momento de sobresalto, pero superada la sorpresa y llenos todos de una viva emoción, fueron entrando con cautela en el interior del aparato, teniendo cada uno en mente su tarea de acuerdo con su especialidad.

    El doctor Detlev Wulf Bronk, por ejemplo, fisiólogo y biofísico muy conocido entre los medios científicos, no sólo en los Estados Unidos sino en todas las Universidades del mundo, miembro del Consejo Nacional de Investigación, consejero médico de la Comisión de Energía Atómica, coordinador de Investigación de la Oficina de Cirujanos de la Fuerza Aérea y director del Instituto de Neurocirugía, entre otros títulos, se dirigió enseguida a los cadáveres para examinarlos «in situ». Posteriormente mandó sacarlos del aparato y ordenó que trajesen el equipo criogénico necesario para conservarlos.

    Los doctores Berkner, Heiland y Hunsakeer, de acuerdo a sus especialidades, se centraron, sobre todo, en los paneles de mando y en los pequeños cajones que estaban incrustados en la pared, en donde radicaba todo el secreto de la energía propulsora del aparato.

    Lo primero que les llamó la atención fue cómo en tan poco espacio y sin un motor aparente por ningún lado aquella gran máquina podía moverse con tanta manio-brabilidad, Inmediatamente llegaron a la conclusión de que su sistema de propulsión era debido a algún tipo de electromagnetismo y no tenía nada que ver con nuestros cohetes.

    En las paredes podía verse un tipo de escritura parecida a la que ya se había encontrado en otros ovnis caídos, y no sólo eso, sino que otros signos se encendían y apagaban rítmicamente y se podía oír un «bip bip» que indicaba a las claras que todo aquel complejo instrumental todavía estaba funcionando.

    Alguien logró abrir una pequeña puerta que daba a una cámara interior; una especie de dormitorio en donde los científicos se llevaron otra tremenda sorpresa. Tirados por el suelo y echados encima de una especie de literas que salían de la pared estaban los cadáveres de 12 pequeños seres, de escasamente 1,20 metros de estatura, con la piel achicharrada igual que los de los paneles de mando.

    El doctor Bronk mandó sacarlos enseguida y colocarlos en el suelo fuera de la nave, donde los cubrieron de hielo seco, hasta que fueron trasladados a Los Alamos.

    El problema con que ahora se encontraban era cómo transportar aquella mole de 30 metros de diámetro, una vez que todos los instrumentos probados para dividirla en partes habían fracasado. Las sierras y taladros de diamante y los aceros más sofisticados con que contaba la ciencia se quedaban romos a los pocos segundos.

    Un científico más tenaz que los demás encontró la solución. Buscando minuciosamente por la parte interior de la nave descubrió unas discretas llaves que se repetían a distancias fijas. Abrió una de ellas y notó que aparecía una especie de ranura que se continuaba hasta el fondo de la pared de la cabina. Aquello resultó ser el secreto para el desmantelamiento de la nave. Accionando todas las llaves, el platillo se desmembró en gajos como si fuese una naranja. Con todo cuidado fue cargado en grandes camiones y trasladado provisionalmente a la base de Los Alamos, donde fue ensamblado de nuevo y en donde estuvo por algo más de un año.

    El viaje duró una semana, pues evitaron pasar por lugares poblados, por lo que muchas veces tuvieron que improvisar puentes, avanzar a campo través, abrir caminos nuevos y cerrar el tráfico por horas en carreteras muy transitadas.

    A la hora de irse, el doctor Bush tuvo mucho cuidado de borrar todo resto de evidencia de lo que allí había pasado. Dio orden de limpiar por completo el área, borrando todo resto de aceite o grasa y no dejando ni un tornillo ni la huella de una rueda. Sin embargo, no pudo volver a su estado inicial, los pinos y arbustos que habían sido aplastados por el peso del ovni, y por si acaso, rodeó toda el área con una fuerte tela metálica con el consabido letrero: «No trespassing. Federal property», que tanto respeto les infunde a los norteamericanos.

    Estos, muy resumidos, fueron los hechos, tomados del voluminoso libro (625 páginas) de William S. Steinman «UFO crash at Aztec» tras cuya lectura no queda una sola duda de que estamos ante un hecho completamente verídico y de una importancia para el género humano muy superior a las payasadas que los grandes medios de comunicación nos presentan diariamente y a las mentiras consuetudinarias que los políticos nos cuentan con cara tan seria.

    Lo pasmoso es que, como el lector podrá ver posteriormente, ha habido más de 30 «Aztecs» conocidos, y otros tantos que los paranoicos que rigen las naciones nos han logrado escamotear.

    Y si sólo se tratase de escamoteo de la verdad… Pero lo peor es que estos maníacos del poder, que se creen dueños y señores de las conciencias y que tratan a los humanos como borregos o como niños de teta, no dudan en recurrir a los medios más violentos para evitar que «la plebe» conozca toda la verdad. Sólo ellos aman a este planeta, y sólo ellos saben cómo reaccionar ante situaciones extraordinarias como éstas; los demás, los que estúpidamente los elegimos y los que les pagamos sus continuos banquetes y su buena vida, y los que involuntariamente contribuimos para que los militares tengan armas con las que divertirse, no somos más que animales de granja.

    Ya conoce el lector lo que le pasó a la periodista Dorothy Kilgallen que fue la que instigó a Frank Scully y a otras personas para que investigasen el estrellamiento de Aztec.

    El lector sabe también, aunque a medias, lo que les pasó al doctor Silas Newton y al doctor GeBauer, que alentaron a Scully y difundieron en conferencias y en conversaciones privadas con personajes del mundo científico la verdad sobre Aztec.

    Ambos acabaron condenados por un tribunal vendido a misteriosos intereses, que no eran otros que los supremos poderes de la nación, civiles y militares. Farisaicamente, la causa real por la que eran enjuiciados —el descubrimiento de lo sucedido en Aztec— no se mencionó en ningún momento, en todo su largo juicio y los corruptos jueces tuvieron que valerse de tiquismiquis legales para poder condenarlos.

    Pero el lector no sabe lo que le pasó al doctor George C. Tyler y al fotógrafo Von Poppen, que estuvieron también muy relacionados con el estrellamiento de Aztec y que se fueron algo de la lengua.

    Nicholas Von Poppen fue contratado por el científico Eric H. Wang, especialista en metalurgia, para que le hiciese cierto tipo de fotografías muy técnicas de la cubierta del ovni, en las que Von Poppen era experto. Von Poppen hizo su trabajo a la perfección y, estando ya allí, recibió la orden de fotografiar todo lo que había en el platillo, incluidos los tripulantes muertos.

    En total hizo más de 200 fotos de las que guardó algunas copias.

    Al igual que todos los demás que intervinieron en la operación, recibió los consabidos avisos de que todo lo que allí viese tenía que guardarlo en absoluto secreto, cosa que Von Poppen hizo a lo largo de toda su vida… excepto con su amigo el doctor George C. Tyler.

    A éste le contó en secreto todo lo que había visto dentro del platillo, y por él sabemos otros detalles. Por ejemplo le dijo que,

    «había 15 maquinitas muy bellamente soldadas al piso que parecían pequeñas computadoras; que únicamente le habían prohibido fotografiar la parte central del panel donde había unos cables de cobre a su alrededor».

    Le dijo también que el que parecía el jefe de todos tenía mayor estatura, aunque también era más bajo que un ser humano, y que todos ellos tenían una piel pálida «como si procediesen de un país con mucho frío y con poco aire».

    El doctor Tyler no fue capaz de contenerse y fácilmente hablaba de ello, aunque lo hiciese en secreto, con mucha gente. Pues bien, tanto Von Poppen como Tyler murieron inesperadamente en circunstancias muy extrañas.

    George C. Tyler apareció tirado en el suelo de su habitación inconsciente y con señales de haber sostenido una fiera lucha con alguien, pues los muebles estaban todos en desorden. Llevado al hospital y sin haber recobrado el conocimiento, falleció; pero mientras estaba allí, se presentó en su casa un individuo trajeado y con los ademanes y vestimenta típicos de un «hombre de negro». Cuando la casera volvió a la habitación encontró que aquel individuo había revuelto todos los papeles de Tyler, según parece con el deseo de encontrar rápidamente algo que buscaba.

    La muerte de Von Poppen, aunque sucedida años después, fue muy semejante a la de su amigo. Los vecinos oyeron el estrépito de una lucha en el departamento de Von Poppen. Cuando llegaron lo encontraron también inconsciente en el suelo. Fue llevado al hospital y allí murió, pero mientras estaba allí, unas extrañas personas, que se identificaron falsamente, visitaron su habitación y salieron llevándose unos grandes sobres amarillos en los que Von Poppen guardaba copias de las fotos que había sacado del estrellamiento en Aztec.

    En total, tres personas muertas, dos hombres respetables condenados a prisión, y un escritor desprestigiado por haberse negado a mantener un secreto que las autoridades no tienen derecho a guardar para sí mismas, por más que se crean que el pueblo no debe saberlo o no está preparado para conocer tales noticias.

    Una vez que el lector conoce todos estos hechos, será bueno reflexionar: Si las autoridades norteamericanas conocían ya todos estos hechos concretos y algunos más en 1948, ¿qué no conocerán hoy acerca del fenómeno ovni?

    Pues bien, a pesar de ello, todavía siguen negando tozudamente que el fenómeno ovni existe. Y lo hacen con tal cinismo y con tal aplomo que han logrado convencer de ello al mundo científico y a los magnates de los medios de comunicación.

    Aunque a estos últimos, más que convencerlos, creemos que los tienen amenazados tocándoles la fibra más sensible de su ser, que es su cuenta corriente.

    Pero, a juzgar por los acontecimientos, las cosas no van a seguir mucho tiempo así. Las filtraciones ya son demasiadas porque, en primer lugar, el secreto, con sus infinitos hechos, es ya demasiado grande para seguir encerrado y, por otro lado, hay demasiadas personas enteradas, que ya no toleran seguir callando y están listas para decir todo lo que saben.

    Creo que en meses sucesivos y de una manera acelerada el pueblo irá abriendo los ojos y enfrentando esta tremenda realidad. Y por culpa de la soberbia y de la imbecilidad de los gobernantes de este planeta, tendrá que encararla de una manera violenta y repentina.

    Dr. Vannevar Bush.

    Este es el lugar exacto en dónde cayó el ovni de Aztec.

    Los pinos que fueron tronchados y achicharrados han vuelto a brotar después de 40 años.

    El sitio fue inmediatamente cercado y el Gobierno se lo expropió a su dueño.

    En el lugar de la flecha, lejos del camino vecinal en un lugar muy despoblado fue donde hizo su aterrizaje violento el ovni de Aztec.

    PERFIL DEL OVNI CAÍDO EN AZTEC

    Diámetro: 30 mts.

    Altura: 1.80 mts.

    Gabina: 5.50 mts de ancho.

    Desde el extremo de la cabina al borde del disco: 12.30 mts.

    Altura del techo sobre el plano medio del disco: 1.13 mts.

    Altura del borde del disco sobre el fondo de la cabina: 0.68 cms.

    El ala del disco ligeramente curvada, tanto en su parte superior como en la inferior.

    Izquierda: Muestra de la escritura encontrada en el platillo de Aztec.

    Se halló además un libro entero con estos signos, escritos en un papel muy especial.

    Derecha: Muestra de la escritura (dibujada de memoria tras hipnosis) de los jeroglíficos que Christa Tilton vio en la nave a donde fue llevada y en la base de Dulce, de la que hablaremos posteriormente. La diferencia de los signos nos indica que estamos ante dos tipos diferentes de alienígenas.

    Expertos en descifrar escrituras jeroglíficas han fracasado hasta ahora, que sepamos, en descifrar lo que en éste y en otros escritos de extraterrestres se contiene.

    Silas M. Newton                  Leo A. GeBauer

    CAPITULO IX
    SE DESTAPA EL SECRETO

    La investigación del fenómeno ovni está tomando un giro completamente diferente del que hasta ahora había seguido en los medios llamados oficiales de la ovniologia.

    Los «ufólogos científicos», que todavía se empeñaban en dudar de la mayor parte de los avistamientos, negándole además toda connotación parapsicológica y parafisica al fenómeno, van a tener que guardar sus binoculares y demás aparatos con los que miopemente trataban de convencerse de su realidad.

    Mientras ellos investigaban si las fotos de ovnis eran verdaderas o falsas y si lo que los contactos decían era verdad o mentira, ya hacía tiempo que los viajeros del espacio —o de los espacios ultradimensionales— se habían colado entre nosotros: y si hemos de creer a ciertas informaciones, habían «convencido» a nuestros más poderosos gobernantes a colaborar con ellos.

    Los ánimos empezaron ya a inquietarse hace algo más de un año, cuando aparecieron en Nueva York dos ya famosos libros —«Communion» e «Intruders»—, en que los autores, narrando hechos muy recientes y vividos en gran parte por ellos o por sus amistades, en plena ciudad de Nueva York, llenaban de pánico a los lectores acerca de las desagradables tareas a que se dedicaban ciertos misteriosos «enanos» que se presentaban en sus habitaciones durante la noche.

    En concreto, el caso de Kathie Davis —una joven de Copie Woods, cerca de Indianápolis, a la que contra su voluntad los alienígenas extrajeron un feto de casi cuatro meses— llenó de terror a muchas mujeres. Los detalles de todo el incidente con sus nombres y lugares concretos, el testimonio y la extrañeza del ginecólogo, la desesperación de la propia Kathie y sus revelaciones hechas bajo hipnosis no dejaban lugar a dudas. Las noticias corrieron como la pólvora y convirtieron muy pronto los libros de Whitley Strieber y Budd Hopkins en «best sellers». Sin embargo, en los citados libros lo único que se hacía era confirmar lo que hace años venimos diciendo otros que no somos yankis: el gran interés que algunos de estos visitantes tienen acerca de lo generacional, lo genético y lo genital. Pero tienen que decírnoslo en inglés para que empecemos a prestarle atención. En un capítulo anterior hemos narrado otros por el estilo de los que nos cuentan Strieber y Hopkins.

    Por supuesto que ante estos hechos, los eternos dubitantes seguirán dudando en espera de la oportunidad de ver un ovni en el patio de su casa; y los cerrados de mollera seguirán negando sin tomarse el trabajo de investigar por sí mismos.

    Ya no se trata, por tanto, de seguir investigando si somos visitados o no por seres inteligentes no humanos. Se trata de informar a la humanidad, gústele a ésta o no, de las actividades que algunos de estos seres están realizando entre nosotros con el consentimiento más o menos voluntario de las autoridades del país más poderoso de la Tierra.

    Nos referimos a la colaboración del gobierno de los Estados Unidos con seres extraterrestres o, dicho más exactamente, con seres inteligentes no humanos, porque no sabemos con certeza si son de otros mundos o son del nuestro, aunque de otras dimensiones no perceptibles por nuestros sentidos. Si hemos de creer a lo que ellos nos dicen, proceden de fuera de nuestro sistema solar. Pero a estas alturas ya sabemos que algunos de estos visitantes mienten mucho.

    Las primeras noticias de estos incidentes se remontan a los años 40, aunque es probable que Alemania haya rescatado un platillo volante en 1939.

    De las muchas personas que trabajaban en las diferentes organizaciones relacionadas con la investigación de los ovnis, sólo un muy limitado número fuera de los doce miembros del MJ-12 estaba al corriente de toda la verdad. El espionaje mutuo para que no se filtrase nada al exterior era tremendo y de tiempo en tiempo se divulgaban falsas noticias, en ocasiones muy parecidas a las verdaderas, con el fin de despistar a los investigadores y periodistas, y para que cuando su falsedad fuese descubierta, todo el asunto de los ovnis perdiese credibilidad y diese la impresión de ser una cosa de unos cuantos chiflados.

    El famoso «Informe Condon», de la Universidad de Colorado, fue uno de estos esfuerzos oficiales para desacreditar todo el fenómeno. Otros fueron el libro «Mute Evidence» y el «Informe Rommel», para restarle importancia a las mutilaciones de ganado.

    A todos los que trabajaban en los diferentes programas relacionados con ovnis se les exigía un solemne juramento firmado, cuyo incumplimiento podía acarrearles cualquiera de estas consecuencias, dependiendo del grado de la falta:

    Una reprimenda fuerte con amenaza de castigo severo si reincidía.

    Ser «trabajado» psicológicamente de modo que el individuo caía en una severa depresión, que en ocasiones conducía al suicidio o daba lugar a que lo ingresasen en centros en los que estaban completamente incomunicados.

    Asesinato del infractor, haciéndolo aparecer como un suicidio o accidente. En esto, la CIA colaboró con su larga experiencia.

    Confinamiento en algún «Centro de detención especial» o envío directo a algún «Asilo de dementes», en donde era tratado con técnicas de desprogramación que terminaban por cambiar su personalidad y producir profundas alteraciones de su psiquismo, de modo que en el futuro todo lo que pudiese decir —si es que lograba acordarse de algo— no fuese tenido en cuenta por nadie.

    «Internar» al individuo, haciéndolo trabajar en proyectos más secretos. De ordinario, estos trabajos se hacían en instalaciones cerradas e incomunicadas con el mundo exterior, por lo general subterráneas, en donde todo el personal está vigilado durante las veinticuatro horas del día.

    Además del personal juramentado, el MJ-12 trataría de la misma manera, llegando incluso al asesinato camuflado, a toda aquella persona que estuviese «muy cerca de la verdad».

    Cualquier medio era lícito para proteger el secreto final.

    ¿Cuál es ese «secreto final» tan celosamente guardado por el MJ-12, asistido por tres o cuatro grandes agencias gubernamentales? Es, en primer lugar, el trato hecho por el gobierno de los Estados Unidos con ciertas entidades extraterrestres a las que el MJ-12 bautizó con el nombre de «EBEs».

    Al parecer, las películas «Encuentros cercanos del tercer tipo», «ET», «Hangar 18», así como la serie «V», y unas cuantas más, fueron hechas para que nos fuésemos acostumbrando a la existencia de semejantes seres y hasta a su nada agradable apariencia.

    Como ya dijimos, la primera comunicación física filmada del gobierno norteamericano con los EBEs fue el 30 de abril de 1964, en la base de la Fuerza Aérea de Holloman, en el estado de Nuevo México. En un área preparada y previamente concertada aterrizaron tres platillos, de los que descendieron varios EBEs, a los que estaban esperando oficiales de inteligencia del gobierno, y allí mismo se celebró la reunión.

    Anteriormente había habido ya contactos y posteriormente continuó habiendo reuniones como la de Holoman, en las que se fue avanzando en el entendimiento, hasta que por fin, durante el período comprendido entre 1969 y 1971, el MJ-12, en representación del gobierno de los Estados Unidos, hizo un trato con ellos. Este consistía en que a cambio de la tecnología que los EBEs proporcionarían a Norteamérica (mayormente relacionada con armamento, control mental y conocimientos antigravitatorios para dejar atrás a los rusos), el gobierno de USA «ignoraría» ciertas cosas que estaban ocurriendo y les proporcionaría lugares seguros en donde ellos pudiesen realizar sus actividades y en los que a su vez enseñarían a los militares las nuevas técnicas prometidas.

    De hecho, la base de Groom Lake, una de las más secretas, fue ampliada a partir de 1972, y se construyó en ella, bajo la dirección de los EBEs, una enorme instalación subterránea en la que se colocó el instrumental pactado que, por supuesto, era manejado exclusivamente por «ellos».

    Las «cosas» que estaban ocurriendo y que el gobierno prometía «ignorar» eran las misteriosas matanzas de ganado que se detectaban en toda la nación y los secuestros y desapariciones de seres humanos que de vez en cuando saltaban a las páginas de los periódicos.

    Ya desde un principio este «trato» motivó una fuerte discusión en el seno de Majestic-12, pero la confrontación entre sus miembros se agravó cuando, pasado el tiempo, descubrieron que habían sido engañados por los EBEs y que habían traicionado a sus conciudadanos haciéndose cómplices de miles de crímenes.

    En la actualidad, el grupo MJ-I2, al que pertenecen personajes tan retorcidos como el general Vernon Walters, el maquiavélico doctor Kissinger, el ex director de la CIA George Bush, actual presidente de los Estados Unidos, y muy posiblemente el almirante Poindexter — envuelto en el sórdido asunto Irán-Contras— no sabe qué hacer y está ganando tiempo para ver cómo puede salir de la difícil encrucijada.

    El engaño de que tan ilustres señores fueron víctimas es en verdad atemorizador. Descubrieron en primer lugar que el número de seres humanos secuestrados y de los que en la mayoría de los casos no se volvía a saber era muy superior a lo que ellos habían pensado inicialmente. Por haberlo ya tratado en mi libro «La granja humana», no abundaré aquí sobre este interesantísimo tema de las desapariciones de personas.

    Sin embargo, lo que más los impactó fue el conocer en detalle lo que les sucedía a las personas que eran temporalmente abducidas (consciente o inconscientemente) y a aquellas que nunca volvían a aparecer.

    Se llenaron de horror cuando descubrieron lo que los EBEs suelen hacer:

    Acostumbran a insertar en el cerebro, a través de las fosas nasales, un pequeño aparato esférico de unos tres milímetros con el que pueden «monitoreao» biológicamente al secuestrado y seguirle la pista a la perfección.

    Controlan durante un período de dos a cinco años, mediante sugestión poshipnótica, a los abducidos, de modo que éstos efectúen una actividad específica en el momento preciso.

    Sacrifican a algunos de ellos para que les proporcionen «material biológico». O dicho en otras palabras más crudas, matan a algunos de los secuestrados para utilizar sus tejidos.

    No tienen inconveniente en asesinar a ciertos individuos que son una amenaza para la continuación de sus actividades en nuestro planeta.

    Efectúan experimentos de ingeniería genética.

    Fecundan a mujeres y les extraen prematuramente los fetos, cultivándolos fuera del útero materno para seguir de cerca su desarrollo.

    Estas son, a grandes rasgos, las actividades en que están ocupados los EBEs con los que el MJ-12 hizo el pacto mencionado.

    «El gobierno de USA no tuvo inicialmente conocimiento de las consecuencias de su “trato” porque los EBEs le hicieron creer que los secuestros eran esencialmente benignos. Y como se imaginaron que de todas las maneras los EBEs los iban a seguir haciendo, simplemente insistieron en que les suministraran periódicamente una lista de los secuestrados.»

    Pero la realidad fue muy diferente. Los EBEs no sólo mintieron en cuanto al propósito de sus secuestros, sino en el número de personas que se llevaban. A medida que pasaba el tiempo las abducciones iban en aumento, incrementándose mucho en 1973. Cuando el MJ-12 descubrió lo que estaba sucediendo ya era demasiado tarde. Aparte de la enorme humillación que supuso descubrir que los EBEs ¡habían hecho un trato muy parecido con los rusos!

    Hace muy pocos meses todos los miembros del MJ-12 tuvieron en su recóndito refugio del «Country Club» una reunión tormentosa en la que se debatieron casi desesperadamente dos posiciones: la de los que defendían que había que decir al público la verdad desnuda pidiendo al mismo tiempo perdón por el error cometido y solicitando colaboración, y la de los que decían que de ninguna manera se podía hacer eso, porque el pueblo no estaba preparado para asimilar la «horrible verdad» de que somos los conejos de Indias de una raza superior extrahumana.

    Los defensores de esta segunda posición eran más abundantes y propusieron además desarrollar un arma que pudiese ser utilizada contra los EBEs «grises» de los que se conocen ciertas debilidades o deficiencias fundamentales. En concreto sugirieron que podría hacerse bajo el antifaz de la SDI (Strategic Defensive Initiative).

    Y si hemos de creer a algún informe, tal arma ya fue probada en la primavera de 1988, aunque con resultados negativos. En la actualidad, según el mismo informe, un grupo de científicos trabaja febrilmente en una base subterránea de la Fuerza Aérea norteamericana para lograr corregir las deficiencias que en el arma se encontraron.

    Esta desavenencia en el seno del MJ-I2 se echa de ver por un lado en la filtración desde un tiempo a esta parte de noticias concretas, cintas magnetofónicas con información muy valiosa y hasta un videocasete en el que se puede ver a un alienígena que la fuerza aérea ha tenido prisionero en una base; y por otro lado en la dificultad con que semejante información llega a las manos de los investigadores, y en la facilidad con que desaparece en cuanto se descuidan los que la poseen.

    Es típico el caso de Linda Howe. Había hecho un documental fílmico sobre los animales que aparecían desangrados y mutilados de una manera misteriosa y sobre la íntima relación de este hecho con el fenómeno ovni por más que los «ufólogos serios» sigan dudándolo todavía.

    Pues bien, Linda recibió en 1982 una llamada telefónica invitándola a hacer una película sobre el tema de los ovnis y en concreto sobre varios platillos que se habían estrellado y cuyos restos estaban en poder del gobierno. La pusieron en contacto con un oficial de la Fuerza Aérea llamado Cody, el cual le dio información de primera mano y le prometió 2.200 metros de film sobre el aterrizaje de Holloman y la entrevista de tres alienígenas con agentes del gobierno.

    Durante varios meses su vida fue auténticamente «de película», ya que sus comunicantes la hacían ir de una ciudad a otra para recoger datos y para entrevistarse con personajes extraños. Le daba la impresión de que sus informadores temían que se supiese lo que estaban haciendo y muchas veces se echaban atrás en sus promesas o en sus citas. Finalmente, cuando ya tenía los contratos firmados para empezar a rodar, sus comunicantes dieron largas a todo el asunto y dejaron de comunicarse con ella.

    Algo por el estilo le sucedió a un rico político del sur de California. Lo llamaron para hacer una película sobre el fenómeno ovni y hasta lo llevaron al Pentágono en donde le enseñaron videos de entrevistas con extraterrestres. Pero a última hora lo dejaron esperando todo el material prometido.

    Uno de los documentos recibidos por Linda Howe fueron los famosos «papeles de Dulce». Dulce es un pueblo en el estado de Nuevo México cerca del cual hay una base subterránea secreta llevada conjuntamente por el ejército y por los extraterrestres. La base —que no es la única de este género— está exactamente a un kilómetro de Archuleta Mesa, en la reserva india apache de Jicarilla, y se hizo famosa por lo que más tarde contaremos. Su existencia se conoce por tres fuentes al menos. (Ver Apéndice n.° II.)

    La primera proviene del secuestro de una mujer y su hijo, que fueron llevados a la base subterránea, aunque inexplicablemente más tarde fueron devueltos.

    Otra de las fuentes por las que se conoce la existencia y las actividades de la base subterránea de Dulce es por un ex agente de la CIA que logró huir de ella tras haber estado trabajando allí y cuando se enteró de las actividades reales a que se dedicaban los EBEs. Antes de escaparse tomó algunas notas, fotos y videotapes y posteriormente se escondió.

    En la actualidad mantiene contacto únicamente con cinco individuos, a los que ha enviado los ya famosos «papeles de Dulce», a los que posteriormente nos referiremos más en detalle.

    Ahora quiero fijarme sólo en dos cosas que me interesaron especialmente por haberlas encontrado con anterioridad en mis investigaciones personales:

    «Algunas mujeres son usadas para cruzarlas con estos robots casi humanos.»

    El tema es enormemente interesante y de tremendas consecuencias.

    La otra cosa que me llamó la atención fue esta intrigante frase:

    «Los alienígenas ponen su mano en la sangre como si fuese una esponja. Pero no es sólo alimento lo que quieren de ella; parecen absorber átomos.»

    En «Defendámonos de los dioses» y en «Israel Pueblo-contacto» hablé extensamente del papel importante que la sangre juega en todas las religiones —incluido el cristianismo— y en el fenómeno ovni. Y no podía ser menos, dada la enorme relación que existe entre éste y el fenómeno religioso.

    De hecho en «The Matrix» vemos confirmado algo que hace años venimos diciendo con gran disgusto de los «ufólogos serios»:

    «Los EBEs han creado las religiones para poder manipular más fácilmente las mentes de los humanos.»

    Considerado globalmente, es un hecho manifiesto que las creencias religiosas son estrategias elaboradísimas para mantener las mentes de los humanos distraídas, por una parte, y divididas por otra, de modo que no lleguen a darse cuenta del estado lamentable en que la humanidad se encuentra.

    En líneas anteriores dijimos que Dulce se hizo famosa por un episodio sucedido en 1979, cuando parte de los humanos que allí trabajaban se sublevaron. El descubrimiento de las verdaderas actividades de los EBEs y el confinamiento a que estaban sometidos parece que fue la causa de la rebelión. Pero los alienígenas reaccionaron drásticamente y persiguieron hasta fuera de la base a los insurrectos, logrando matar a 66 de ellos, aunque 44 lograron escapar. Posteriormente parece que de alguna manera se hicieron las paces y la base de Dulce ha seguido funcionando hasta hoy.

    ¿Qué pensar de todo esto?

    Es muy cómodo decir que todo es falso y un poco cobarde el no quererse «mojar». Yo, tras conocer muchos hechos extraños de la ovnilogía y aun sospechando que algunas de estas afirmaciones concretas pueden no ser ciertas, me inclino a creer que el fondo de todo ello es real. La presencia y actividad de seres inteligentes no humanos en nuestro planeta es algo que la humanidad no puede permitirse el lujo de ignorar por más tiempo.

    Sin embargo, tan preocupante como todo esto, si no más, es la posibilidad de que todas las experiencias de Dulce y de otras Bases subterráneas, sean actividades de grupos secretos humanos muy poderosos, que poseedores de unas tecnologías avanzadísimas y dominados por ideas delirantes estén llevando a cabo las atrocidades que describiremos en líneas posteriores.

    La presencia de EBEs en sus instalaciones sería sólo circunstancial y más bien con el fin de poderles achacar a ellos lo que allí se realiza.

    Desgraciadamente resulta muy difícil separar lo auténtico de lo espurio, ya que son muchas y muy diferentes las causas que intervienen en todo ello. Y aparte del factor humano, hay que contar con el extrahumano, muy interesado en que no caigamos en la cuenta. Por eso es muy natural que los mortales, ante tantos hechos extraños y ante la imposibilidad de llegar a tener una idea clara de todo ello, duden perpetuamente o rechacen los hechos, y en ocasiones su mente se desboque enloquecida llegando a fabular incontenidamente.

    Pero ya es hora de que vayamos despertando de un engaño que ha durado miles de años y que tan caro nos ha costado.

    Uno de los lugares más comunes donde verifican implantes, tal como se muestran en el grabado (*), es muy cerca de la glándula pituitaria.

    La estimulación electromagnética de la pituitaria afecta también a la glándula pineal, que tiene mucho que ver con la percepción.

    No hay que ser un neurofisiólogo para imaginar todo lo que se puede lograr mediante campos o impulsos electromagnéticos.

    Linda Howe haciendo su documental sobre reses muertas por los ovnis.

  • Crow

    CAPITULO X
    TAXONOMÍA Y ANATOMÍA DE LOS EBES

    Tal como dijimos en la introducción, es un grave error el considerar que todos los EBEs son iguales. Sus diferencias de todo tipo son mucho mayores que las que hay entre los seres humanos.

    No solo son diferentes entre sí. sino que se dan entre ellos tremendas antipatías y enemistades que en lugares muy alejados de nuestro mundo han causado en épocas muy lejanas terribles guerras que han destruido razas y planetas enteros.

    Y al igual que se dan enemistades, existen también entre ellos confederaciones. Precisamente, dos de las razas o grupos de los que más tratamos en este libro —los rigelianos y los reticulianos de los que hablaremos en seguida— pertenecen a una «Red» o «Confederación».

    Las causas de sus diferencias son muchas, fundamentalmente debidas a sus distintos lugares de procedencia. lo cual, como es lógico, produce profundísimas diversidades entre ellos, tan grandes como las pueden tener con nosotros.

    Esta es la razón de la enorme variedad que a lo largo de estos últimos cuarenta años hemos podido ir notando en sus manifestaciones en nuestro mundo, por muy fugaces y esporádicas que hayan sido.

    No es mi intención hacer una taxonomía completa de todos los tipos con los que hasta ahora nos hemos encontrado. Algunos han pretendido hacerlo, pero creo que se han quedado muy lejos de su propósito, pues los datos que tenemos son muy fragmentarios y muy condicionados por las mentes de los testigos que en el momento del encuentro estaban fuertemente traumatizadas. Aparte de que muchos de nuestros visitantes tienen la capacidad no solo de cambiar su apariencia física, sino hasta de hacerse invisibles, por mucho que esto nos suene a magia o brujería.

    Hacerse invisible es, físicamente hablando, menos difícil que atravesar una pared sólida sin destruirla; y esto lo han hecho en muchas ocasiones ante los ojos de los testigos, tanto los EBEs como los vehículos en los que venían.

    Si intentásemos hacer alguna clasificación, grosso modo, podríamos decir que entre los antropomorfos los hay de cuatro clases, si nos atenemos únicamente a su apariencia externa:

    los gigantes desproporcionados, de más de 2,50 metros de altura

    los más parecidos a nosotros, que con frecuencia son rubios, altos, de rostro afeminado, aunque no siempre, y por lo general respetuosos, aunque también haya excepciones entre ellos en este particular

    los enanos, de gran cabeza pelada, ojos frecuentemente rasgados y piel color grisáceo por lo que genéricamente suelen ser llamados «los grises». De ordinario, son poco respetuosos de nuestros derechos y poco comunicativos

    los monstruosos, que pueden parecerse a grandes o pequeños simios o incluso tener figuras animalescas. Estos suelen ser muy esquivos y rara vez suelen atacar a los humanos

    Insisto de nuevo en la capacidad que muchos de estos seres tienen para cambiar de apariencia. Esto hace que en muchas ocasiones hayamos pensado estar ante un ser que por primera vez se presenta, cuando en realidad es sólo un disfraz de otro del que ya teníamos noticias.

    No es necesario decir que esta división es muy rudimentaria, y que dentro de cada uno de los grupos se dan muchas variantes. Por ejemplo, el lector verá en páginas posteriores cómo hacemos una distinción entre rubios altos y rubios bajos.

    Y los que hayan leído «La Granja humana» recordarán que las formas de los EBEs que se presentaban en los tres últimos casos en los que intervine personalmente, eran diferentes: en el caso de Lula, era un EBE muy alto, pero de pelo oscuro; en el de José Luis, era un rubio de estatura más bien baja, y en el de Mario, es también rubio, sin llegar a tener la claridad de pelo de un escandinavo, y de estatura normal.

    El total de tipos antropomorfos hasta ahora más o menos catalogados anda, como ya dijimos, alrededor de 70.

    Afirmaciones como ésta son puro delirio para ciertas inteligencias que se consideran a sí mismas muy racionales y equilibradas. Opinan así debido, sobre todo, a falta de información —muchas veces debida a su pereza mental— y a su ignorancia enciclopédica en lo que se refiere a este tema. Y, ya se sabe, la ignorancia es muy atrevida.

    Como la casuística relativa a cada uno de los tipos es muy abundante después de 40 largos años de avistamientos y aterrizajes, se ha podido ir reuniendo una buena cantidad de información en cuanto a sus formas y hábitos, pero aquí nos atendremos a dos especies que en la actualidad están teniendo con los humanos una relación mucho más intensa y nada benéfica, aunque también apuntaremos algo de tres o cuatro más, que con mayor discreción se entrometen en nuestras vidas.

    Estamos seguros de que hay muchísimos otros extraterrestres interfiriendo en la existencia de los humanos y de que algunos de ellos son benévolos; como tampoco tenemos duda de que además de ellos hay otras entidades, ni humanas ni extraterrestres, que también intervienen desde las sombras en nuestras vidas.

    Pero de estas últimas, por ser de índole menos material, tenemos muchos menos datos que los que tenemos de éstas a las que principalmente nos estamos refiriendo, y que a continuación describo.

    «Reticulianos», así llamados porque dicen venir de un planeta que gira en torno a la estrella Zeta Retículi.

    El color de su piel es gris. Bajitos, de 1,20 a 1,40 metros de altura, con una gran cabeza pelada y ojos muy rasgados, tal como los han pintado muchas veces, de acuerdo a la descripción de los que los han visto. Muy psíquicos, con un gran dominio de la telepatía. Mente grupal con una conciencia individual muy poco desarrollada, dando la impresión de que se comportan como si fuesen militares. Este es uno de sus puntos débiles. Su meta es el conocimiento científico y mediante él, el dominio del mundo.

    Tienen también gran dominio de la materia y pueden cambiar su apariencia física y crear robots biológicos. Muy interesados en los experimentos genéticos, pues quieren mezclarse con nosotros para hacer una raza híbrida superior a ambas.

    Están grandemente interesados en «monitorear» las mentes de ciertos humanos mediante aparatos que les implantan en la niñez y que revisan cada ciertos años, muchas veces sin que se dé cuenta el humano.

    Con esto adquieren conocimientos sobre nosotros y van implantando en nuestra sociedad ciertas ideas que a ellos les interesan.

    En un informe se describe detalladamente cómo son sus procesos de adoctrinamiento, —consciente e inconsciente— de los humanos, que ellos llaman de «inculcación».

    En este particular, el gobierno de los Estados Unidos y en concreto la CIA y la NSA han recibido información abundantísima, que usaron y siguen usando muy eficazmente para sus labores de espionaje, para «silenciar» a personajes muy especiales y peligrosos según su criterio y para conseguir impunemente sus propósitos más arriesgados.

    En la actualidad existen individuos llamados «ci-borgs» que cuando perciben en su cerebro una «señal» electromagnética o una orden telepática, actúan como robots y ejecutan ciegamente la acción para la que están programados. Los reticulianos son maestros en esto.

    Según parece, estos EBEs rechazaron el trato que les fue propuesto por el gobierno de algún país de la Tierra que exigía de ellos, a cambio, tecnología para ser usada militarmente.

    Grises llamados «Rigelianos» porque dicen venir del sistema planetario de Rigel. Aliados en cierto modo con los del tipo 1 y físicamente muy parecidos, aunque con los ojos redondos y grandes.

    Estos son los que están ahora en relación con el gobierno de USA, aunque éste esté arrepentido del pacto después de haberse percatado del engaño del que ha sido víctima. De hecho está ahora tratando de cómo puede liberarse de la presencia de estos seres que para la raza humana resultan muy perjudiciales.

    Dice el informe:

    «Son una raza genéticamente dañada, que cuando está saludable, tiene una piel amarillo-verdosa; pero cuando no tienen suficientes «glandulares» —glándulas de ganado molidas— para absorber a través de la piel, tienen un color gris.»

    Una característica muy importante de estos rigelianos es que son capaces de salirse de nuestro tiempo. Además, son poco individualizados, como los «reticulianos», y aparentemente «militarizados» como ellos.

    Suelen repetir: «somos uno», «estamos amarrados». Tienen su sistema digestivo y generativo dañados — parece que por una guerra atómica de hace miles de años— y por eso tienen que nutrirse a través de la piel. Su alimento consiste en una especie de sopa celular que es procesada utilizando tejido bovino que ellos untan en la piel. Estos del tipo 2 son los que realizan la mayor parte de las matanzas y mutilaciones de ganado con el fin de alimentarse. No tienen inconveniente, en caso de necesidad, de hacer lo mismo con seres humanos.

    Están haciendo desesperadamente experiencias genéticas con los humanos, pero no por amor a la ciencia o por conseguir un cruce más perfecto, sino por conservar su propia especie y por lograr reproducirse de una manera más natural, ya que debido a su defecto en sus funciones generativas todos son clones. Esta es la razón de que todos parezcan iguales.

    Han tratado de llevarse ganado a otros sistemas solares, pero no han podido, porque el ganado no puede vivir allí.

    Según el informe,

    «estos EBEs han interpenetrado masiva y radicalmente nuestra civilización. Mantienen bases en todo el mundo, especialmente en los Estados Unidos, y controlan cada aspecto de nuestra sociedad».

    Según Paul Bennewitz, hay unos 50.000 en nuestro planeta.

    En la actualidad la raza humana está siendo sometida por estos seres a un verdadero «bombardeo mental» sin que se dé cuenta. También se valen de líderes humanos o «iluminados» de muchos tipos para mantener su control sobre nosotros. Son también, como los reticulianos, maestros en manipular la psique. Parece que gracias a ellos la CIA ha logrado una tremenda efectividad en este campo.

    «The Matrix» resume así sus actividades:

    Se clonean a sí mismos en úteros parecidos a vegigas.

    Fecundan a hembras humanas para extraerles posteriormente el feto.

    Fabrican androides de apariencia humana que tienen un tiempo muy limitado de vida.

    Adquieren material biológico de ganado y seres humanos para alimentación y experimentos genéticos.

    Transcribo al pie de la letra lo que Valdamar Valerian dice en la página 280 de «The Matrix»:

    «Estas entidades tienen una “resonancia” con los humanos que tienen una vibración semejante. Si uno funciona en una específica longitud de onda emocional, no será raro que atraiga su atención, porque “ellos” se “cargan” con los violentos cambios emocionales de los humanos hechos a gran escala. Esta parece ser la razón de que les guste que nosotros tengamos guerras, aparte de lo que ellas contribuyen a que estemos divididos.»

    He traído esta cita, porque hace años llegué a la misma conclusión y de ellos dejé constancia en «Defendámonos de los dioses». He aquí el resumen de las negativas cualidades de estos dos grupos que el mismo autor hace con un poco de humor negro.

    Después de darnos alguna defensa psicológica contra ellos, añade:

    «Sin embargo, hay casos en que este método no funciona y dependerá mucho de cuál sea el tipo de EBE con el que usted se haya encontrado. Si es un “reticuliano”, usted por lo general será pinchado, aguijoneado, “implantado” (en el cerebro), fecundada o explorado con rayos X. Y si es un rigeliano, usted además puede ser comido, o cortado en trocitos menudos u hostigado con proyecciones de formas mentales tales como los “hombres de negro”. Los rigelianos son los más desagradables, y maldito sea el gobierno por haber permitido a la CIA hacer un trato con ellos, sólo por obtener tecnología avanzada.»

    Varias especies de «grises» tienen manos como garras, con cuatro dedos, sin pulgar, con largas uñas y con membranas entre ellos. El grabado adjunto (abajo) fue hecho por un exmiembro de la CIA que dijo haber visto al alienígena tras un estrellamiento en Nuevo México.

    Tipo Rubios altos, llamados también «procionianos». No tienen el poder de cambiar su apariencia. (En cambio, los grises sí pueden presentarse como rubios.) Su altura fluctúa alrededor de 1,90 metros. Ejercen también bastantes actividades en nuestro planeta, pero menos que los grises. No están de acuerdo con lo que los rigelianos del tipo 2 están haciendo. Parece que tratan de disuadirlos, pero básicamente no intervienen.

    Rubios bajos. De piel blanca-azulada, más discretos en sus intervenciones en nuestro mundo. Según un informe, «estarían dispuestos a expulsar de este planeta a los rigelianos si las autoridades se lo pidiesen oficialmente». Pero ello conllevaría una guerra en la que perecerían muchos humanos.

    Entidades invisibles, muy difíciles de ser comprendidos por nosotros, porque son prácticamente pura energía. Su actividad primordial consiste en influir la mente de los humanos y tienen mucho que ver con las religiones y todas las grandes corrientes filosóficas y sociológicas. Parece que están en nuestro planeta desde antes que nosotros.

    Dentro de estos tipos genéricos, podríamos incluir muchos otros de los que tenemos noticia. Por ejemplo, los koldasianos, unos tipos altos y de pelo negro, que entre los años 60 y 70 tenían varias bases subterráneas repartidas por el planeta.

    El gobierno norteamericano, con el que también tenían una especie de trato, decidió atacar repentinamente la base que tenían en el Estado de Nevada para apoderarse de toda su tecnología y de los aparatos que allí tenían. Los koldasianos se defendieron y de resultas de ello hubo unos 200 muertos o desaparecidos.

    A lo que parece, se llevaron a la Luna un buen número de técnicos humanos que tenían trabajando en su base de Nevada voluntariamente y bien tratados, y a partir de entonces cerraron todas su bases en el planeta, limitándose a patrullar en grandes naves a gran altura alrededor de la Tierra, teniendo a la Luna como su centro de operaciones. Sin embargo, mantienen todavía comunicación con bastantes humanos repartidos por todo el mundo en las que ellos llaman «Bases Q», que les suministran los datos que ellos solicitan.

    Aparte de éstos, poco a poco han ido filtrándose noticias de otros grupos de extraterrestres que en menor escala están instalados más o menos perennemente en nuestro planeta. En concreto, podemos hablar de 12 bases localizadas de la siguiente manera: tres debajo del mar (aunque es seguro que hay muchas otras localizadas por todos los océanos del mundo); cinco en medio de selvas espesas; una bajo los hielos del polo y tres en lo alto de cordilleras. Cada una de estas bases pertenece a un grupo diferente de alienígenas y contienen entre tres y 60 individuos. (Estos datos, junto con muchos otros, fueron comunicados por Valdar a su amigo y compañero de trabajo Edwin). (Ver ilustración abajo).

    Todos estos extraterrestres parece que no tienen dificultad en respirar en nuestra atmósfera, sea porque es semejante a la de sus planetas respectivos o por su capacidad de adaptación. Sin embargo, es conocido el caso de un extraterrestre que a pesar de desenvolverse aparentemente bien en nuestro mundo, tenía serios problemas con la respiración y a la larga eso parece que fue lo que motivó su muerte. (El caso de Lula, en «La Granja humana».) Y por otro lado, se ha visto a ovninautas bajar de sus aparatos llevando un traje a presión como el de nuestros astronautas.

    Según se desprende de los mismos informes que nos dan las anteriores noticias, las formas más bien degeneradas de rígelianos y reticulianos, de las que tantos testimonios oculares hay, son el fruto de una intensa y sostenida radiación atómica tras guerras nucleares habidas en sus planetas de origen. Según ellos mismos dicen, originalmente eran altos y rubios como los llamados procionanianos, y sus formas actuales y los graves defectos fisiológicos que tienen son debidos a una degeneración.

    Y muy curiosamente, cuando se le ha preguntado a las computadoras cómo sería la raza humana que lograse sobrevivir a una guerra nuclear, la respuesta ha sido la figura de un enano macrocéfalo y lampiño muy parecido a éstos a los que nos estamos refiriendo.

    Y tras todas estas noticias, de nuevo nos tendremos que preguntar: ¿Cuánto hay de verdad en esto y cuánto es pura imaginación de algún contactado delirante?

    Y de nuevo tendremos que contestar que puede ser que no todas estas informaciones relativas al origen y peculiaridades anatómicas de nuestros visitantes sean exactas, pero lo que sí es cierto es que muchas de sus cualidades anímicas y de sus correspondientes actividades en nuestro planeta coinciden totalmente con lo que sabemos por la experiencia ajena y propia.

    Y esto nos da la convicción de que están aquí, actuando entre nosotros, lo que nos interesa mucho más que el lugar de donde vienen, el sistema de propulsión de sus naves o sus peculiaridades fisiológicas.

    Taxonomía alienígena según un autor

    1) EXTRATERRESTRE DE TALLA REDUCIDA. Promedio 1,40 m. Cabeza algo abultada. Calvos o con casco. Tez aceitunada. Vivaces, ágiles. Uniformados con la clásica vestimenta de «acuanautas. Se muestran curiosos, inquisidores, se acercan al hombre y actúan sobre él.

    2) EXTRATERRESTRE DE TALLA NORMAL. Promedio 1,70 m. Aspecto general muy similar a los humanos. Pelo rubio, largo. Tez blanca, ojos claros. Movimientos normales. Vestimenta similar a la de un esquiador o piloto de automóvil. Se muestran Indiferentes o rehúyen el contacto con el hombre.

    3) EXTRATERRESTRE DE TALLA GIGANTE. Promedio 2 m. Espigados. Tez extremadamente lechosa. Calvos o de cabellos cortos y casi blancos. Ojos muy claros.

    DIVERSOS TIPOS DE EXTRATERRESTRES
    (Según Leonard Stringfíeld)

    I Tipo nórdico.
    Altos. De 1.90 a 2.20 de estatura.
    En sus facciones son como los humanos.
    Visten y calzan de maneras variadas.
    Hablan lenguas que se parecen algo al hebreo.

    II

    Algo menores de estatura. Entre 1.70 y 1.90 mts.
    Muy parecidos a los humanos. Idiomas articulados. Cabezas grandes sin pelo.
    Ojos algo salientes. Varios tipos de orejas. Nariz y boca pequeñas. Labios no carnosos y finos. Piel blanquecina traslúcida. Hombros y brazos fuertes. Torso corto. Brazos y pies un poco largos.
    Llevan vestidos de una pieza y algún tipo de calzado.
    No suelen llevar cremalleras ni botones.

    III

    Estatura aún más pequeña. De 1.20 a 1.50 mts.
    De apariencia humana.
    Se comunica mediante «clicks» y pequeños chillidos.
    Grandes cabezas abultadas sin pelo.
    Ojos grandes rasgados e inclinados.
    Casi sin nariz ni orejas.
    Piernas flacas con pies pequeños, planos por arriba.
    Cuerpo fino.
    Brazos y manos muy largos.
    Cuatro dedos pequeños en los pies, y a veces ninguno.
    Vestido de una pieza sin abertura alguna.

    IV

    Muy pequeños de tamaño. De 70 a 90 cmts.
    Torso rechoncho. No cuello. Cabeza de forma diferente.
    Frecuentemente un único órgano sensorial en medio de la cara o de la cabeza.
    No brazos.
    Piernas gordas y cortas.
    Pies con dedos cortos como de elefante.
    No hacen sonidos oíbles.
    Vestidos de una pieza, que les cubren el torso.
    Los que se han visto parecen ser del mismo sexo.

    He aquí un ejemplo del tipo 2, tal como lo dibujó el contactado brasileño Herminio da Silva

    que junto con su esposa Bianca fue llevado a una nave espacial, con coche y todo, el 11 de enero de 1976.

    Los extraterrestres tenían el pelo negro, eran muy bellos y median 2 mts. de altura.

    Todo el suceso, que ha sido exhaustivamente investigado, es muy bello y aleccionador.

    Los abducidos fueron muy bien tratados y depositados en un lugar cerca de Belo Horizonte,

    a donde se dirigían, que estaba a 300 kms. de donde habían sido abducidos.

    Reticulianos.

    Reticuliano.

    Rigelianos.

    Con frecuencia se los ha visto portando armas y tomando muestras de rocas y plantas.

    Son esquivos y fácilmente hostiles.

    Vistos, sobre todo, en áreas rurales y apartadas (Loren Coleman).

    Modelos de cabezas de los EBEs del estrellamiento de Aztec.

    Probablemente rigelianos (Chan Johnson).

    El famoso George Adamski al lado de un dibujo del extraterrestre «alto y rubio»,

    que según él, lo contactó en Desert Center (California) el 20 de noviembre de 1952.

    Valdar, un koldasiano que trabajó durante bastantes meses en una fábrica de radios de Sudáfrica,

    antes de que fuerzas del Gobierno norteamericano atacasen una de sus bases en el desierto de Nevada en 1976.

    Fue recogido por un ovni ante testigos.

    Su existencia entre nosotros está bien estudiada y atestiguada por sus compañeros de trabajo que no sabían que fuese un extraterrestre.

  • Crow

    CAPITULO XI
    LA TERRIBLE VERDAD

    Por lo hasta aquí dicho, el lector ya puede haberse hecho una idea bastante clara de cuál es esta terrible verdad. Sin embargo, ésta no es una sola y simple, sino que consiste en varios hechos, cada uno de los cuales es para llenarnos de preocupación o por lo menos de pasmo.

    La primera terrible verdad es el asombro que nos produce el que personas que por una parte se nos presentan como honorables y preocupadas por el bienestar del pueblo, sean tan irresponsables y estén imbuidas de una mentalidad tan belicista como para ocultarnos unos hechos tan trascendentes, sólo por la posibilidad de obtener más tecnología bélica.

    La segunda terrible verdad que estamos descubriendo es que todo el fenómeno ovni, con su atemorizante realidad, está siendo usado no sólo por los militares, sino por pequeños grupos secretos de individuos con un enorme poder económico, con el fin de obtener un dominio total y tiránico del planeta.

    La tercera terrible verdad es la que le queremos exponer más en detalle al lector en este capítulo. Se trata de unas actividades concretas que ciertos extraterrestres están llevando a cabo en nuestro planeta. Y si los rumores que hace tiempo circulan son verdaderos, las han llevado a cabo con el beneplácito de las autoridades de los Estados Unidos y de Rusia, y gracias a las facilidades que estas dos potencias les han brindado.

    El lector se acordará de lo que dijimos de la base subterránea de Dulce en el Estado de Nuevo México. Los famosos «papeles de Dulce» contienen una información además de interesantísima, aterradora.

    Intentaremos presentarle al lector de una manera resumida algunos de estos documentos. Pero antes, para ubicarnos, diremos que hay en los Estados Unidos un triángulo, situado al sudoeste de la nación, en donde la actividad ovnística es muy abundante, tanto cuantitativa como cualitativamente. El triángulo tiene como vértices los pueblos de Tonopah (Nevada), Socorro (Nuevo México) y Aguila (Colorado).

    Dentro de este triángulo están las bases de Holloman —donde se produjo uno de los encuentros oficiales con los extraterrestres— y la de Nellis, en donde funciona desde hace muchos años un «Centro de Tecnología alienígena».

    «Se rumorea que en ese Centro se reúne la tecnología que se va obteniendo de los extraterrestres, junto con aparatos proporcionados por ellos; y a veces, acuden allí algunos EBEs para ayudar a desarrollar los nuevos modelos de aviones y armas.»

    También dentro del triángulo están las bases de Los Alamos y la de Groom Lake, una de las más secretas de los Estados Unidos, la de Kirtland y varias otras.

    En primer lugar, podrá ver el lector un mapa — incluido en este triángulo—, en donde se detalla la gran actividad que desarrollan los EBEs a los que nos estamos refiriendo.

    La cruz que se ve en el mapa y que lo divide en cuatro cuadrantes es la formada por los límites de los Estados de Colorado, Utah, Arizona y Nuevo México, y entorno a este punto céntrico es donde se desarrollan la mayor parte de los avistamientos y actividades de los ovnis, tal como el lector puede ver en las anotaciones del mapa.

    Como anteriormente dijimos, la «terrible verdad» no es una, sino múltiple y está compuesta por la fecundación involuntaria de mujeres, el cruce de éstas con androides, el uso de las glándulas de fetos, los abortos provocados conscientes e inconscientes, las experiencias genéticas de todo tipo, los secuestros de niños y adultos, la fabricación de «sintéticos» y robots biológicos, la violación de hombres y mujeres, la implantación de pequeños aparatos en el cuerpo y especialmente en el cerebro, el «monitoreo» a distancia de los sentimientos y de las conductas de los «implantados», etc.

    Insistiremos ahora en ciertos aspectos concretos de estas actividades tenebrosas que están siendo llevadas a cabo en la base subterránea de Dulce, y muy probablemente en otras como Groom Lake, Sunspot, Datil, Roswell, Pintown, Holloman, Kirtland…

    El lector recordará que en páginas anteriores dijimos que una de las tres fuentes por las que conocíamos la existencia y las actividades de esta base subterránea era el testimonio de una mujer que habiendo sido conducida a ella, fue, inexplicablemente, devuelta incólume al sitio en que la habían secuestrado.

    He aquí lo que dice un documento incluido en el «Informe Matrix»:

    «En mayo de 1980 ocurrió un caso muy interesante en el norte de Nuevo México. Una madre y su hijo conducían su coche por una carretera rural cerca del pueblo de Cimarrón, cuando observaron dos naves en el proceso de llevarse a un ternero. En seguida ellos fueron también secuestrados y llevados a la instalación subterránea, donde la mujer presenció la mutilación del animal.

    Observó también allí dentro grandes tinas que contenían partes de ganado flotando en un líquido, y otro recipiente que contenía el cuerpo de un hombre. Esta mujer fue posteriormente sujeta a examen y se encontraron en su cuerpo pequeños objetos que le habían sido artificialmente implantados, al igual que en el de su hijo.»

    La otra fuente para el conocimiento de la existencia y las actividades de la Base de Dulce fue el ex agente de la CIA que logró escapar con fotos y videos. En la actualidad permanece escondido manteniendo comunicación únicamente con varias personas en lugares diferentes, a las que en su día les exhibió los videos y las fotos y les dejó copia de los documentos que había logrado sustraer de la Base.

    La mayor parte de estas personas no estaban cualificadas, por su nivel cultural, para entender lo que se decía en los documentos. Lo que a continuación transcribiré fue escrito por uno de los que los recibieron, que por tener dotes pictóricas hizo varios dibujos de lo que había visto en las fotos y en el video, y resumió lo que los documentos y papeles contenían:

    «Aténgase a lo que ve. Yo no puedo descifrar más que usted ¡o que está dibujado o escrito. Estoy pasándole estos papeles con el sólo interés de que se conozca la verdad. De otras informaciones que tengo, deduzco que lo que se dice en estos documentos es verdad. Creo que esta base existe y que está operando en la actualidad. También creo que hay otras cuatro del mismo tipo, una de ellas localizada unas pocas millas al sudoeste de Groom Lake, en Nevada. ¿Cuál es la verdad de todo esto? Sólo Dios, el MJ-12 y los extraterrestres lo saben con certeza.»

    «Contenido de los documentos de Dulce: Cantidad de papeles-documentos que hablan sobre el cobre y el molibdeno; también algunos sobre el magnesio y el potasio, pero sobre todo, sobre el cobre. Cantidad de “términos médicos” que yo no entiendo. Una hoja de papel con planos y diagramas raros. Papeles que hablan sobre la luz ultravioleta y rayos gamma. Otros papeles que hablan sobre el color y sobre el blanco y negro y cómo evitar el ser visto gracias al uso de ciertos colores.

    Además de esto hay 25 folios en blanco y negro y un “videotape” mudo, todo del interior de ¡a base. Estos documentos dicen qué es lo que los alienígenas buscan y cómo usan la sangre que extraen de las reses. Dan la impresión de absorber átomos para “comer”. Ponen las manos en la sangre, como si fuese una esponja, para adquirir alimento. No sólo sacan alimento de ella, sino que alteran también el ADN del ganado y de los humanos.

    La criatura «tipo 1» es un animal de laboratorio. “Ellos ” saben cómo cambiar los átomos para crear un ser “cuasi humano” que dura poco tiempo. Está hecho de tejido animal y depende de una computadora para simular (o darle) memoria; una memoria que ha sido sacada por la computadora de otro ser humano. El “cuasi humano” es un poco lento y torpe. Los humanos reales son usados para recibir entrenamiento, para hacer experimentos con ellos y para cruzarlos con estos “cuasi humanos”. Algunos humanos son secuestrados y usados por completo, incluso sus átomos. Algunos son conservados en tubos grandes y mantenidos vivos en un líquido color ámbar. A algunos humanos les dan un lavado cerebral y los usan para distorsionar ¡a verdad.

    A algunos varones que tienen gran abundancia de espermatozoides los conservan vivos y usan su semen para alterar el ADN y crear un ser sin sexo llamado “tipo 2”. Ese semen es cultivado de alguna forma y alterado de nuevo y colocado en “matrices” individuales. Cuando se están desarrollando (las criaturas) parecen “hombres feos”, pero cuando llegan a la madurez parecen normales. Todo el proceso lleva sólo varios meses desde el tamaño de feto. Viven menos de un año.

    Algunas hembras humanas son usadas para cruces. Innumerables mujeres han tenido un aborto repentino después de tres meses de gestación. Algunas ni sabían que estaban en estado (recuerde el lector el caso de Margarita, en el capítulo “Experiencias genéticas de los extraterrestres”). Otras recuerdan el contacto de una manera confusa. El feto es usado para mezclar el ADN en los Tipos 1 y 2.

    La configuración atómica en esos fetos es mitad humana y mitad “cuasi humana ” y no tendría oportunidad de sobrevivir en el vientre materno. A los tres meses se lo retiran y se hace crecer en otra parte.»

    Hasta aquí la traducción de la nota de uno de los receptores de todos estos documentos.

    A continuación presentamos varías ilustraciones pertenecientes a los «papeles de Dulce».

    En la ilustración número 2 (abajo) se puede ver una gran tina en la que están sumergidos en un líquido ámbar, semiflotantes, grandes pedazos de carne —aparentemente de ganado vacuno—. A un costado hay una especie de grúa articulada que aparte de servir para sacar del depósito los pedazos de carne, tiene la misión de producir una vibración en el líquido.

    En esto el ex agente de la CIA coincide con lo que sabemos por la mujer de Cimarrón (a la que acabamos de hacer referencia), que fue secuestrada junto con su hijo y llevada a la base subterránea de Dulce, aunque luego fuese devuelta a un lugar cercano de aquel en que había sido sacada de su automóvil por la fuerza.

    Ella también habla de grandes piezas de carne de ganado flotando en unos tanques, pero añadió el macabro detalle de que en uno de los tanques lo que flotaba era un ser humano.

    En la ilustración número 3 (abajo) se ven dos de estos tanques, de los que en otra parte nos dice que había cientos en las inmensas salas subterráneas de la base. Por lo que se ve, están bien custodiados, pues nos da el detalle de las cámaras de TV en cada una de las puertas.

    La ilustración número 4 (abajo) nos acerca al mismo corazón del secreto. Una especie de gran matriz transparente, sumergida en un líquido amarillento. Dentro de ella flotan, en otro líquido no tan espeso y de un color ámbar, docenas de diminutas criaturas de forma humanoide. Esta «matriz» o «vientre» está enchufada a otras máquinas situadas en un lugar diferente del que el ex agente no proporcionó más que el dibujo número 5 (abajo) que parece ser un proceso previo al que vimos en la ilustración anterior, en donde las pequeñas criaturas ya tienen una forma definida.

    El dibujo número 6 (abajo) pertenece a una de estas criaturas en un estado ya más desarrollado.

    Todavía hay más ilustraciones hechas por la misma persona, pero son difíciles de comprender, aparte de que algunas de ellas no tienen letreros explicativos como las que presentamos. (En su traducción hemos respetado al pie de la letra las que figuran en los originales del ex agente de la CIA.)

    La ilustración número 7 (abajo), aunque procede también de la base de Dulce, parece haber sido hecha por otra persona, ya que la caligrafía de las anotaciones marginales es diferente, se entiende peor y tiene otro estilo. En ella podemos ver otro tipo de criatura, todavía en un estado embrionario, con un cuerpo diminuto humanoide y una enorme cabeza, parecida a la de un insecto. El dibujo es borroso, por lo menos en la copia a la que yo tuve acceso, y las anotaciones son de difícil lectura.

    ¿Qué podemos sacar de todo esto?

    Lo primero que tenemos que hacer es evaluar esta información, porque de ser cierta es enormemente inquietante.

    Como dije más arriba, aparte de haber sido la raza humana traicionada por el gobierno de los EEUU, por haber realizado un pacto con estos EBEs, facilitándoles sus actividades en nuestro mundo, está el hecho de sus enormes capacidades en el campo de la biología. Mediante ellas pueden causar en nuestro organismo mutaciones de las que no tenemos ni idea.

    Pero, ¿son ciertas estas noticias? ¿No estamos siendo víctimas de las ilusiones de algún alucinado?

    Si las consideramos a la luz de lo que el sentido común nos dice, llegamos a la conclusión de que tales informaciones no pueden ser verdad; pero por otro lado, nos encontramos con una cantidad de hechos que a pesar de ser también increíbles, sabemos que son auténticos y por otra parte están relacionados directamente con estas informaciones.

    Esto nos lleva a, por lo menos, no rechazarlas, a priori, y a tenerlas en cuenta para compararlas con nuevos hechos extraños e increíbles de cuya realidad nos vamos convenciendo. Es muy posible que del convencimiento de unos hechos extraños pero ciertos, pasemos al convencimiento de otros hechos igualmente extraños aunque inciertos.

    De ser verdaderas estas noticias de lo que sucede en la base de Dulce —que no es la única de este género—, había que echarse a temblar, pues ello significaría que, aparte de otros usos más sutiles de los que hablaremos más adelante, nos usan de una manera primaria convirtiéndonos en alimento, al igual que nosotros hacemos con los anímales.

    Sería entonces cierto lo que por siglos ha venido diciéndose, aunque muchas veces se hiciese como una ficción literaria: «Somos alimento de los dioses.»

    Ante un hecho como éste, la mente humana se aterra y enloquece, pues se le derrumban todas sus estructuras de pensamiento y el cosmos entero parece volverse un caos; sobre todo para aquellos que imbuidos de ideas religiosas en las que la providencia de Dios se ocupa de todo, aquélla y Este desaparecen repentinamente, para dejar paso a unos seres repugnantes, carentes de moral y sin entrañas —auténticos demonios— que son los árbitros de la vida humana.

    Esta es la impresión que a primera vista se tiene cuando uno llega al convencimiento de que tales hechos son verdad. Una sensación de desamparo total, de indefensión, de soledad en un universo sin sentido.

    Una sensación de haber sido engañados por completo en todo lo que se nos dijo acerca de Dios, de la bondad, de la belleza… Si realmente estamos a merced de estos pequeños demonios deformes, ¿qué sentido tiene la vida y el bien obrar? ¿No será conveniente disolvernos otra vez en la nada mediante una muerte voluntaria antes de ser presa de estos temibles bichos inteligentes?

    Posteriormente veremos que no hay que tomar las cosas tan a pecho.

    Pero la terrible verdad todavía no concluye aquí. Si es cierto que nuestra proteína interesa a estos EBEs con los que los gobernantes de los EEUU han hecho un trato, y a algunos otros de su Confederación que se asemejan a ellos incluso fisiológicamente, parece que también es cierto que la energía «psíquica» que produce nuestro cerebro, o dicho en otras palabras, las ondas electromagnéticas que de él emanan cuando estamos en ciertos estados de ánimo, les interesan a bastantes más de estos misteriosos y escurridizos visitantes espaciales.

    Esto conlleva que muchos de ellos, sin que nos demos cuenta, manipulen desde las sombras nuestros sentimientos de modo que nuestros cerebros produzcan lo que a ellos les interesa. Y si bien este dominio psíquico que ejercen sobre nosotros no es tan visible como el físico, a la larga resulta más perjudicial para el género humano considerado como un todo, ya que atenta contra nuestra racionalidad y frena nuestra natural evolución hacia un nivel más alto de civilización y de consciencia.

    Lo que por años venimos diciendo contra el parecer de los «ufólogos serios» tiene una completa confirmación en los «papeles de Dulce». Según ellos, estas entidades reciben una energía o «excitación» cuando se ponen en contacto con un cerebro humano que esté en determinadas condiciones. Para ello, los EBEs manipulan al humano inconsciente para que su ánimo se ponga en el estado que a ellos les interese y su cerebro empiece así a emitir las ondas con las que ellos pueden sintonizar fácilmente.

    He aquí la traducción de unos párrafos de los documentos:

    «Si usted funciona en cierta longitud de onda emocional, con frecuencia atraerá su atención, porque ellos acostumbran a “cargarse” con los grandes cambios emocionales que tienen los humanos. Esta es la razón de que a ellos les guste que nosotros tengamos guerras, aparte de que con ellas nos mantenemos divididos y así nos pueden controlar mejor.»

    En otra parte del documento se lee:

    «El pacto de recibir tecnología de ellos a cambio de dejarlos obrar libremente en nuestro mundo fue hecho anteriormente por los alemanes en la segunda guerra mundial. Dado que los EBEs reciben una excitación («high») cuando los humanos tienen un gran despliegue de emociones, se puede deducir que los alemanes estaban logrando con la guerra contribuir a crear un clima psicológico agradable entre los EBEs. Especialmente, con la matanza en masa de judíos y con la guerra en general, la cual fue algo artificial y tramada por ellos, como lo han sido todas las guerras. Llama mucho la atención la consabida presencia de ovnis en las zonas de guerra. Están allí por lo que decimos.»

    Esto concuerda plenamente con el hecho de la casi rutinaria presencia de ovnis tras los terremotos, moviéndose lentamente por encima de las zonas devastadas como para absorber algún tipo de energía telúrica o psíquica que de allí se desprende.

    Las consecuencias que de aquí podemos deducir son inquietantes. Por suerte, parece que son pocos los que se divierten con este juego macabro, porque de interesarles a la mayor parte de las 60 ó 70 especies de EBEs conocidas, la raza humana estaría en la misma situación que los animales de una granja, irremediablemente destinados al matadero.

    Tal como ya explicamos en «Defendámonos de los dioses», las guerras son una de las cinco grandes estrategias que los EBEs tienen desde hace muchos miles de años para dominar a los humanos. Son el resultado lógico de las otras cuatro: razas, religiones, lenguas y patrias en las que la humanidad está dividida.

    Si el ser su alimento era algo enormemente humillante, el estar sometido mental y sentimentalmente a sus caprichos es algo que tiene que llenarnos de preocupación, y más cuando vemos —y la triste historia humana así nos lo demuestra— lo eficaces que son en llenarnos gratuitamente el corazón de ira, enfrentándonos constantemente en estúpidas guerras fraticidas. Y para agravar aún más las cosas tenemos la impresión de que en fa actualidad ciertos poderes ocultos, aliados con algunos militares megalómanos, están usando a nivel mundial tecnologías muy avanzadas de control mental para doblegar las mentes de los habitantes del planeta.

    No sólo eso sino que tal como dijimos, tenemos la sospecha de que muchas de las experiencias genéticas y demás horrores que describimos en este capítulo, son en realidad practicadas por estos grupos secretos que, a su vez, se encargan de achacárselas a los extraterrestres.

    Pero a pesar de todos estos inconvenientes, todavía hay mucho lugar para la esperanza y cada individuo tiene en su mano la manera de liberarse de estas intromisiones foráneas.

    Dibujo hecho de memoria por Christa Tilton (trás hipnosis) de lo que vio en una base subterránea

    cuando siendo jovencita fue llevada allá por la tripulación de un ovni,

    A lo que parece se trata de la base de Dulce, que está relativamente cerca de donde fue abducida;

    y es de notar lo mucho que estos dibujos se parecen a los otros que también reproducimos, hecho por personas que no conocían a Christa Tilton.

  • Crow

    CAPITULO XII
    ¿ACARREADOS?

    Parecería que después de lo dicho en el capítulo anterior no habría lugar para más sorpresas desagradables relacionadas con nuestros visitantes espaciales. Pero no es así. Todavía hay más cosas preocupantes que decir acerca de ellos, o más bien, de algunos de ellos, ya que la mayor parte no interfieren en nuestras vidas, por lo menos de una manera tan descarada y perniciosa como lo hacen estos enanos, lampiños y cabezones, y por añadidura, impotentes. .

    Si lo dicho en todo lo que antecede en este libro hay que recibirlo con prudencia y con serenidad, lo que vamos a decir en este capítulo habrá que admitirlo con la misma serenidad, pero con mucha más cautela, ya que por un lado, no tiene tantos apoyos y testimonios directos como lo anterior, y por otro, se convertiría en un motivo más de preocupación. Y, sin embargo, por desgracia, puede ser que en fin de cuentas no sea tan descabellado como parece a primera vista.

    Me refiero al acarreo de humanos fuera de este planeta para que en su lugar de destino trabajen como esclavos al servicio de otras razas más adelantadas.

    En un primer momento, cuando uno oye esto — aparte de las enormes dificultades técnicas de todo tipo que supone el traslado— se indigna pensando que ninguna raza, por avanzada y superior que sea a nosotros, tiene el derecho de cometer tal felonía. Somos seres racionales y por tanto tenemos nuestra dignidad y nuestros derechos y no se nos puede tratar como si fuésemos animales. Eso pensamos hoy y creemos que nos asiste todo el derecho para pensar así.

    Sin embargo, hace sólo tres siglos no pensábamos igual, cuando canallescamente fuimos a Africa a cazar a lazo a los pobres negros y encerrados en horribles bodegas los trasladamos a América para que nos hiciesen las labores que ya no podían hacer los indios…, porque a éstos, en algunos sitios, ya los habían matado a todos. Los cultos y cristianos colonos blancos trataban a los que tenían la suerte de llegar vivos como si fuesen animales; los amarraban, los domaban a palos si hacía falta, los compraban y vendían como una mercancía más, y hasta consideraban de su propiedad a las crías humanas que nacían de sus esclavas.

    Y si mal lo hicimos en Africa, peor lo hicimos en América, en donde no sólo acabamos con razas enteras, sino que, amparados en fanatismos religiosos y en imperialismos huecos, arrasamos culturas que eran mucho más antiguas y hasta más humanas y armónicas que las nuestras. Y hoy, después de tres siglos, los líderes políticos y militares blancos y ricos, herederos de aquellos conquistadores y «colonizadores», siguen engañando o aplastando a las pobres masas indígenas.

    La historia humana es un conjunto de abusos de los pueblos fuertes sobre los débiles y de las «castas» superiores sobre las inferiores, a veces de una manera inmisericorde y totalmente falta de entrañas.

    ¿Qué derecho tenemos ahora a quejarnos de que otros más fuertes que nosotros hagan lo mismo que nosotros hicimos con los más débiles?

    ¿Qué razones tiene ahora la raza humana, o por lo menos los blancos dominadores del planeta, para protestar de los abusos que con nosotros puedan cometer otras razas más avanzadas?

    Naturalmente que no debemos dejarnos atropellar, y estas consideraciones son sólo para hacernos reflexionar acerca de pasados errores, para que no volvamos a cometerlos si las circunstancias volviesen a repetirse. Y desgraciadamente vuelven a repetirse y los pueblos fuertes siguen cometiendo el mismo error y las mismas injusticias.

    Y esto por no hablar de los animales, nuestros hermanos menores en las escalas cósmicas, con los que hemos cometido toda suerte de crímenes por la sola razón de que nosotros somos más inteligentes que ellos.

    Pero,

    ¿Estamos en realidad amenazados como lo estaban los negros hace dos y tres siglos?

    ¿Corremos algún peligro de ser transportados involuntariamente fuera de nuestro planeta?

    ¿A dónde y con qué fin?

    Esto es lo que le quiero exponer al lector en este capítulo, aunque reitero que todas estas noticias tienen que ser recibidas con suma cautela, ya que no están avaladas por pruebas convincentes o tan directamente relacionadas con el tema, como muchas de las otras que hasta ahora hemos expuesto, por increíbles que parezcan.

    Pero si nos hemos encontrado con que las autoridades mayores del planeta han sido capaces, por un lado, de violar los más elementales principios de la justicia, permitiéndoles desarrollar a los EBEs actividades abiertamente criminales, y han sido, por otro, tan infantilmente engañadas por ellos, no deberíamos sorprendernos tanto si esta infantilidad y este engaño se hubiesen extendido a otros terrenos. En concreto, se trataría de la convicción «científica» de que hace falta ir preparando una colonia terrestre en algún otro planeta, en parte como un comienzo de nuestra apertura y salida hacia el Cosmos y en parte para tener un lugar donde pudiese refugiarse un grupo de escogidos, en caso de que, por causa de cualquier cataclismo natural o provocado, la Tierra se hiciese inhabitable. Con ello se salvaría la semilla de la raza humana.

    Esta es la llamada «Alternativa 3», que si bien suena a hipótesis, está basada en este hecho histórico: En 1957, un grupo de científicos de primera categoría se reunieron en Huntsville (Alabama, USA) y llegaron a la conclusión de que nuestro planeta está abocado inexorablemente a un proceso de deterioro irreversible debido a una industrialización irracional y suicida a que lo hemos sometido en los últimos 80 años y debido a la imparable carrera atómica en que nos han metido la estupidez y la paranoia de los dirigentes políticos y militares.

    Digamos de paso que en 1963 hubo en Iron Mountain (USA) otra reunión de científicos muy semejante a ésta y una de sus conclusiones para lograr que la humanidad se comportase mejor, fue la de meterle miedo con posibles invasiones extraterrestres.

    Esto nos hace pensar que cabe muy bien la posibilidad de que, según esta conclusión de Iron Mountain, se les estén achacando a seres extraterrestres muchas de las fechorías que en la actualidad están siendo cometidas por terrestres muy poderosos, con un desmedido deseo de hacerse dueños del planeta entero.

    Volviendo a la reunión de Hunsville, los sabios allí reunidos discutieron varias alternativas.

    En primer lugar pensaron en bombardear la atmósfera para abrir huecos o «chimeneas» en el dióxido de carbono que allí se ha estado acumulando y que al producir el «efecto invernadero» hacen que el planeta se esté recalentando rápidamente.

    Desechada esta alternativa, se discutió la segunda, que consistía en construir grandes ciudades subterráneas y usar las inmensas galerías que ya en la actualidad existen, construidas por antiquísimas civilizaciones que se vieron en las mismas circunstancias que en la actualidad nos amenazan a nosotros. Esta segunda alternativa también fue desechada.

    Apareció entonces la tercera alternativa, propuesta por uno de aquellos científicos que sabía lo que los otros desconocían, por haber sido hasta entonces y seguir siendo en la actualidad un secreto conocido por muy pocas personas: La relación mantenida por los gobiernos de USA y de la URSS con seres extraterrestres que, a cambio de cierta permisividad para sus actividades en nuestro planeta entregarían una tecnología avanzadísima. Mediante ella se haría posible el traslado rápido y masivo de seres humanos a otros lugares fuera de nuestro planeta.

    La Alternativa tercera (A-3) fue aceptada, y consistía, en concreto, en crear en Marte una colonia de seres humanos selectos, aunque ello conllevase algunas consecuencias muy desagradables, como en seguida veremos.

    Lo que la mayoría de aquellos hombres de ciencia no sabían es que su «Alternativa 3» sería enseguida llevada a la práctica, con terribles modificaciones, ya a finales de la década de los años cincuenta por un grupo secretísimo de rusos y norteamericanos con la ayuda de los EBEs. Estructuraron todo un proyecto, que más tarde se convirtió en un vasto plan, en el que, más o menos conscientemente, trabajaban miles de personas en todo el mundo, aunque sin conocer a fondo ninguna de ellas todo el alcance del mismo.

    Las ideas fundamentales de A-3 eran las siguientes:

    Básicamente se trataba de salvar o de preservar a la raza humana. Por tanto, todas las injusticias que para ello hubiera que cometer estarían justificadas por tan importantísimo fin.

    El proyecto estaría dirigido por 16 personas —ocho norteamericanos y ocho rusos— que se reunirían periódicamente bajo los hielos del polo ártico.

    Se contaría para ello con tecnología cedida por extraterrestres.

    Las personas trasladadas a Marte —y aquí radica la parte dura del proyecto— serían de dos categorías:

    los «trasladados elegidos», que serían los encargados de dirigir todos los aspectos de la construcción de la nueva colonia,

    las «remesas», mucho más abundantes, que estarían formadas por gente normal.

    Los «trasladados elegidos» serían voluntarios (aunque no se les dijese toda la verdad del proyecto) y, lógicamente, serían reclutados entre personas cualificadas por sus conocimientos, mientras que las personas de las «remesas» harían el papel de obreros y serían secuestrados a la fuerza, siendo sometidos a fuertes tratamientos psicofisiológicos que además de incapacitarlos para la procreación, los convertiría en seres obedientes y sin capacidad de rebelión. Una especie de «zombis».

    El viaje hasta Marte se realizaría en ovnis, haciendo una primera parada en la Luna, en donde existen varias bases. Allí serían trasladados a otras naves para dar el gran salto hasta Marte.

    En el planeta escogido para la nueva colonia de los humanos, contrario a lo que la NASA ha dicho, hay una atmósfera de aire respirable por el hombre. (Más tarde hablaremos sobre esto.)

    Todo el proyecto estuvo detenido durante un tiempo debido a una enorme catástrofe —fruto de un sabotaje— que tuvo lugar en la principal base de la Luna. En ella habrían perecido cientos de humanos. (Sabemos de esta catástrofe por varios supervivientes que fueron de vueltos a la Tierra.)

    Hasta aquí los rasgos fundamentales de A-3.

    Para que se vea que no todo es fantasía en los párrafos precedentes, aportaré dos citas de dos personajes muy envueltos en toda esta problemática. La primera es del astronauta Edgar Mitchell, que pilotó el Apolo XIV y que más tarde dimitió para fundar en California un Instituto para las Ciencias Mentales.

    Nos describe así sus pensamientos cuando desde la Luna contemplaba nuestro planeta:

    «Me inundó un sentimiento patético; una especie de angustia. Aquel planeta tan increíblemente hermoso que era la Tierra… mi hogar… que no era más grande que mi pulgar… una joya azul y blanca contra un cielo de terciopelo negro… ¡estaba siendo exterminada!

    Dos años más tarde de su dimisión, en 1972, le hizo esta confidencia al periódico «Daily Express»: Nuestra sociedad sólo dispone de tres caminos y el tercero es (a alternativa más viable, aunque difícil.»

    Otra persona bien enterada es el doctor Gerard O’Neill, profesor de estudios Aeroespaciales en la Universidad de Princeton y en el MIT de Boston. Pues bien, en una entrevista de la que nos hablan L. Watkins y D. Ambrose en su libro «Alternativa 3», después de hablar de los enormes problemas que en la actualidad existen en la atmósfera terrestre debido al «efecto invernadero», añadió que la solución será lo que él llamó «Isla 3», que sin los rasgos macabros de A-3 y sin necesidad de un traslado a Marte, tiene muchos puntos de contacto con «Alternativa 3».

    El doctor O’Neill desconocía los tratos secretos de rusos y norteamericanos y toda la tecnología que había sido recibida ya para entonces de los extraterrestres Sin embargo, dijo que tal tecnología existía ya y que la NASA había confesado que la poseía.

    Veamos ahora la conexión que todo esto tiene con otros hechos que conocemos y la probable cronología de todas estas historias, que si por un lado parecen alucinantes, por otro están apoyadas por hechos comprobados y a veces terribles.

    DÉCADA DEL 30
    Probablemente estrellamiento de un ovni en Alemania, del que procede la foto que publicamos en el capítulo «EBEs muertos y EBEs vivos», que aunque fuese descalificada en su tiempo por las autoridades, tiene todas las características de ser real. En la actualidad hay ya otras fotos por el estilo tomadas en las décadas del 70 y del 80.

    Probable contacto de las autoridades nazis, hacia el final de la década, con un grupo de extraterrestres que les comunicó alguna tecnología nueva, lo cual les permitió avanzar rápidamente en la fabricación de sus cohetes.

    DÉCADA DEL 40
    Los ovnis comienzan a dejarse ver más a menudo. Con el avistamiento de K. Arnorld (1947) y la consiguiente divulgación de la noticia, esta presencia se hace pública.

    Los estrellamientos de Roswell y Aztec ponen en guardia al gobierno de USA.

    Se produce el primer acto hostil conocido de un ovni derribando a un caza pilotado por T. Mantell (1948).

    DÉCADA DEL 50
    Rusos y norteamericanos por separado establecen contactos oficiales con los EBEs.

    Se hacen pactos con ellos. Se empieza a recibir tecnología avanzada. (Curiosamente en esta misma década (28 de marzo de 1950) es la supuesta llegada de los de UMMO a nuestro planeta.)

    DÉCADA DEL 60
    Se registra el primer encuentro físico filmado de EBEs con agentes del gobierno norteamericano, en la base aérea de Holloman (N. Méx.).

    Comienzan a notarse extrañas matanzas y mutilaciones de animales en las granjas.

    En virtud de la tecnología recibida en años anteriores, comienza la colaboración secreta entre USA y URSS. Se producen los primeros acoplamientos de submarinos y naves espaciales, pero no se hacen públicos.

    Los EBEs colaboran secretamente en la creación de las bases en la Luna y supuestamente de la colonia en Marte.

    DÉCADA DEL 70
    Se incrementan las matanzas de animales en granjas.

    Empiezan la colaboración pública USA-URSS en el aire. «Primer» acoplamiento de una «Soyuz» y un «Apolo» en julio de 1975. (Hubo otros secretos anteriormente.)

    Empiezan a funcionar las bases conjuntas USA-EBEs. De los rusos no tenemos noticia sobre esto, aunque probablemente comenzaron por estos años.

    Se incrementan las desapariciones masivas de gente.

    DÉCADA DEL 80
    El gobierno norteamericano comienza a filtrar discretamente rumores sobre la presencia de extraterrestres entre nosotros. (Películas y series de TV.)

    Los EBEs le dan al gobierno de USA, como parte del pacto, algunos ovnis. (Uno de ellos se avería y tiene que aterrizar en Dayton -Tejas- en 1980 y lesiona a Betty Cash y Vickie Landrum por irradiación de neutrones. Los perjudicados presentan una demanda contra el gobierno «por ser el dueño del aparato».)

    Algunos de los que saben la «gran verdad» están descontentos y la divulgan entre sus amigos.

    Comienza a ceder el enfrentamiento oficial USA-URSS, considerado ya innecesario. (Retiradas progresivas de cohetes; pactos de Reagan y Gorbachov; retirada de Afganistán.) Aunque se sigue manteniendo oficialmente el enfrentamiento con la URSS mediante el envío de cohetes con «misiones secretas», haciendo creer que son para espiar a los soviéticos.

    Se incrementan los casos de mujeres que han sido víctimas de alguna experiencia sexual o genética por parte de los EBEs.

    Se pueden ver por primera vez imágenes grabadas en video de cuerpos de EBEs muertos tras la caída de un ovni; reuniones de ellos con oficiales del gobierno de USA y paisajes de Marte que la NASA todavía no ha querido presentar oficialmente.

    En eso estamos en la actualidad.

    A la mayoría de los lectores, y sobre todo a los «ufólogos serios», muchas de estas afirmaciones les harán sonreír. Sin embargo, deberían saber que entrelazadas con ellas hay mil hechos que si no son una prueba total de que tales afirmaciones sean verdaderas, dan por lo menos mucho que pensar. Una de las que a primera vista podría ser más sospechosa es la desaparición o el secuestro de gran cantidad de seres humanos. Y no sólo de niños, sino también de adultos.

    A mediados de la década de los 70, según los rumores que corrían, los ovninautas estaban en plena tarea de transportar gente a alguna parte. Los ingenuos que todavía ven en la mayoría de los extraterrestres a los «buenos hermanos del espacio» se resisten ante semejante idea. Pero oiga el lector estos datos:

    El día 13 de junio de 1977, en el «camping» de Tauranga, en la isla del norte de Nueva Zelanda, más de 200 personas que se hallaban allí acampadas desaparecieron misteriosamente, dejando aparcados sus autos y todas sus pertenencias. No quedó absolutamente nadie para contar lo que le había pasado a toda aquella multitud.

    El día 14 de junio, un día después de esta masiva desaparición, 76 jóvenes que iban en excursión en dos autocares desaparecieron de la misma misteriosa manera. Viajaban por el Estado de Wyoming (EEUU). Los dos autocares aparecieron intactos aparcados a un lado de un camino apartado. Intactos pero vacíos y con todas las pertenencias de sus ocupantes. No se volvió a saber de ellos.

    Y, ¡oh casualidad!, el mismo día 14 de junio, el buque «Amelio», que navegaba de Barcelona a Túnez con 165 pasajeros, en un mar totalmente en calma, desapareció sin dejar rastro.

    Lo vieron entrar cerca de las Baleares en un banco de niebla no muy extenso, pero nunca lo vieron salir. Y en los abundantes rastreos que se hicieron a poco de la desaparición, ni una tabla que indicase el posible hundimiento de la nave. El mar en calma se la había tragado junto a 165 seres humanos… ¿o no fue el mar? Lo cierto es que en dos días habían desaparecido de la superficie del planeta 440 personas.

    Desgraciadamente, del caso siguiente no podré dar a los lectores cifras y fechas concretas y hasta fotografías que les hubiese podido suministrar, si una mano aleve no hubiese destruido mis archivos hace tres años. En ellos estaban todos los detalles de un caso de «reclutamiento» de seres humanos para ser trasladados a otro planeta. Pero por encontrarme yo entonces en California, cerca de donde sucedieron los hechos y por haberlos investigado inmediatamente por mi cuenta, puedo todavía aportar algunos datos interesantes.

    Fue hacia 1977 ó 78 cuando por el Estado de Oregón apareció una pareja muy extraña que buscaba voluntarios para ser trasladados a otro planeta.

    El varón se hacía llamar simplemente «He» (él) y su compañera «She» (ella). Eran altos, de ojos claros y de un mirar profundo. En sus charlas, de un hablar susurrante, mezclaban una jerga ecológica y cósmica con principios de la más rabiosa mística hindú. Daban la impresión de carecer por completo de sentido del humor, y eran de una seriedad impresionante. Su poder de convicción era enorme, porque aun pidiendo voluntarios para empresa tan descabellada, en pocos días consiguieron alrededor de 100 personas dispuestas a abandonarlo todo dejando atrás familias y bienes económicos.

    Se señaló un día para la marcha hacia el desconocido lugar en donde serían preparados para el gran viaje. Algunas de las parejas apuntadas entregaron sus pequeños hijos a los parientes más próximos, y llegado el día, partieron con «El» hacia un destino desconocido.

    Naturalmente, el revuelo que se formó fue enorme y las autoridades tuvieron que tomar cartas en el asunto ante las muchas denuncias de niños abandonados. Al cabo de más de un mes de haber desaparecido de Oregón, se tuvo noticias de ellos en un apartado lugar del Estado de Colorado a 2.000 kilómetros de distancia. Allí parece que estuvieron acampados varios días, aunque del grupo faltaban ya bastantes. Algunos volvieron a sus hogares al cabo de un tiempo, pero de muchos otros no se volvió a saber. Finalmente, todo el asunto fue cayendo en el olvido, como sucede con tantos casos extraños.

    Las noticias de desapariciones misteriosas de adultos saltan con cierta frecuencia a las páginas de los periódicos. La gente las lee con cierta curiosidad, pero ante la avalancha de noticias raras que nuestra desquiciada sociedad produce todos los días, pronto caen en el olvido.

    Es cierto que hay muchas razones, puramente terráqueas, para que una persona desaparezca sin dejar rastro, o falte de su domicilio aun sin haber ninguna razón aparente, pero en muchos casos, tras una buena investigación, se llega a la conclusión de que en la desaparición de determinada persona intervinieron causas extrañas.

    A veces los periodistas no tienen reparo en relacionarlas con extraterrestres, como en este artículo de Henry Weber, aparecido en el «Star> el 7 de mayo de 1988:

    «Los alienígenas raptan cada año a unas 10.000 personas, y la cosa se está poniendo peor a medida que ellos necesitan más gente para sus trabajos.»

    «Esto es lo que dice el doctor Atlee Spoor, que añade que en un principio los extraterrestres echaban mano de los descarriados y transeúntes, pero que ahora se llevan a la gente de cuello blanco y de clase media.».

    «No quiero ser un profeta de calamidades, pero preveo el día en que toda la raza humana va a estar en peligro», les dijo el experto de Amsterdam a los periodistas. «Cada año se desaparecen unas 10.000 personas para hacer avanzar la economía de una civilización extraterrestre.»

    «El doctor Spoor basa sus cálculos en el estudio de miles de personas desaparecidas, tal como figuran en los archivos de la policía europea, y lo que es muy extraño, un 18 por 100 de estas personas dijeron que habían visto un ovni o un extraterrestre poco antes de desaparecer. La implicación obvia es que fueron seguidos primeramente y luego raptados por ellos. Y añadía que en el último año “hemos visto que la mayoría de los desaparecidos pertenecían a las clases media y alta, lo cual nos indica que los alienígenas necesitan ahora esclavos para que les desempeñen labores de oficina”.

    «El experto en ovnis suizo Hugo Jenzer aplaudió las declaraciones del doctor Spoor diciendo que es algo que no se puede tener por más tiempo en silencio. Y añadió que la Unión Soviética conoce muy bien esto que está pasando y publicó un breve informe en 1984 sobre todo ello.»

    Efectivamente, si se publicasen convenientemente todas las noticias referentes a esto y no hubiese una tendencia a ocultarlas o disminuirlas por no alarmar a la gente o por no dar la impresión de sensacionalismo, nos quedaríamos pasmados de la cantidad de gente que se esfuma sin dejar rastro.

    En muchos casos, incluso los familiares de los desaparecidos no quieren que se hable del caso, por considerarlo de alguna manera humillante.

    Aparte de esto, el lector también recordará el capítulo «Juegos de los ovnis con los aviones», en el que narro casos de desaparición de aviones comerciales con todos sus pasajeros. A lo que habría que añadir las salpicadas pero constantes desapariciones de barcos con todo su pasaje y otras esporádicas pero masivas, tales como las que se dieron con gran abundancia en Australia durante el mes de septiembre de 1977.

    Las cifras totales de adultos desaparecidos sin causa en todo el mundo son impresionantes.

    En cuanto al reclutamiento de «personas cualificadas» o científicos —que según A-3 serían los «trasladados elegidos»—, los periodistas L. Watkins y D. Ambrose han podido investigar a 24, de los que solamente dan el nombre y las circunstancias de 10, ya que las familias de los 14 restantes se opusieron a que se divulgase nada. Pero en todos ellos llegaron a la conclusión de que no desaparecieron por causas naturales, sino que fueron contratados por personas extrañas «para unos proyectos importantísimos y altamente secretos».

    Algunos de ellos se fueron sin notificar a sus familias y otros sólo se dejaron convencer después de muchas dudas y de haberse mostrado muy nerviosos los días anteriores a su desaparición. Algunos, incluso después de haber dicho que no iban a aceptar el ofrecimiento. Por regla general, los científicos desaparecidos, aunque de naciones diferentes y de lugares tan lejanos como Nueva Zelanda, eran angloparlantes, aunque también había algún francés y alemán.

    Otro hecho, que tanto «The Matrix» como «A-3» señalan, es la desaparición y mutilación de animales. En este particular los hechos son innegables e innumerables y confirman ampliamente ambos documentos. Según algunos investigadores, el número de animales desaparecidos o sacrificados en granjas de USA anda por los 300.000, mientras que el de los muertos en todo el mundo supera los dos millones. Todo lo que se diga en este particular es poco en comparación de la realidad.

    He investigado muy a fondo el «misterio» y podría aportar muchos datos concretos. Me limitaré a éste.

    En 1975, tras una noche en que se vieron ovnis por todas partes encima del pueblo de Moca, en Puerto Rico, aparecieron muertos por la mañana en una pequeña granja tres patos, tres cabras, dos gansos y un gran cerdo semental. El dueño se volvía loco pensando en quién le podía haber hecho aquello. Los animales presentaban las heridas típicas que los EBEs suelen hacer con gran precisión y por supuesto todos estaban desangrados. Yo no dudé un momento de quiénes había sido los autores de la masacre.

    En algún caso, el humano ha visto cómo los EBEs se llevaban al animal entero embarcándolo en su nave, mientras que en otros el animal era devuelto a tierra pero descuartizado, cayendo del cielo grandes trozos de carne a breves intervalos en línea recta.

    Ante hechos como éstos, tan inexplicables pero tan indiscutibles, uno tiene derecho a preguntarse si las teorías e hipótesis con las que están engranados no serán tan hipotéticas.

    ¿ESCRITURA EXTRATERRESTRE?

    He aquí tres muestras diferentes de supuesta escritura extraterrestre. Hay innumerables contactados que tienen otras diferentes, recibidas, según ellos, de los extraterrestres. Descontada la buena voluntad de muchos de ellos, en bastantes casos estamos completamente seguros de que se trata únicamente de un fenómeno de psicopatía, en donde la mente del propio contactado juega un papel principal. Aparte de la gran labor «confusionógena» tanto humana como extrahumana, que existe en iodo el fenómeno ovni.

    Escenas como está han sido frecuentes en muchas granjas del mundo entero.

  • Crow

    CAPITULO XIII
    LA INVASIÓN SOLAPADA

    Puede ser que el lector se haya impresionado al conocer los detalles de lo que está sucediendo en las bases subterráneas de los hombrecitos grises de los que tanto se ríen los científicos. Pero todavía les queda por saber la parte peor de esta auténtica invasión que la raza humana está padeciendo.

    Lo material y visible, como son los trozos de carne flotando en los estanques, las mujeres violadas, los fetos siendo extraídos por la fuerza del seno materno, la fabricación de robots vivos cuasi humanos a partir de tejidos de animales y hombres, etc., causa una profunda impresión y es en sí monstruoso. Pero hay otros hechos que por no ser tan materiales ni tan fácilmente visibles pasan más inadvertidos, aunque en el fondo tengan consecuencias más funestas.

    Me refiero a la invasión que están llevando a cabo de nuestras mentes, implantando en ellas ideas que subvierten todo el orden social.

    Pero antes de seguir adelante repetiré algo de suma importancia: La invasión a que nos referimos no sólo es llevada a cabo por los no-humanos, sino también por grupos secretos de humanos con una avanzadísima tecnología de control mental de masas y con una enorme influencia disimulada en la sociedad. Aparte de sus ambiciosos proyectos de dominio mundial, colaboran inconscientemente con los planes a largo plazo de los no-humanos.

    Sin darse cuenta, les facilitan grandemente el trabajo a éstos.

    El resultado de toda esta disimulada invasión es un mundo convulsionado por más de una docena de guerras, locales pero violentísimas, y una sociedad desquiciada en donde lo feo, lo estruendoso, lo esperpéntico, lo sexual-mente depravado y hasta lo repulsivo y lo hortera tienen primacía. Basta con ver algunos video-clips que los insensatos que dirigen la televisión les hacen tragar a todos los ciudadanos. Y basta con ver el criterio con que seleccionan a los presentadores de los programas de las mejores horas. Con demasiada frecuencia son sujetos «atípicos» con un descarado gusto por lo morboso.

    Es cierto que la humanidad siempre ha estado sometida a la invasión de su mente. Desde la más remota antigüedad, otros seres más avanzados que nosotros se han encargado de meternos en la cabeza ideas que, inconscientemente, nos ponían al servicio de ellos. Las religiones y las patrias, tal como ya dijimos, son el mejor ejemplo de ello. El conjunto de ideas falsas, en el primer caso, y artificiales, en el segundo, ha consumido enormes cantidades de energía humana que hubiese sido mucho mejor empleada en otras causas más útiles y en evolucionar en otro orden de cosas.

    En la actualidad estos nuevos invasores están tratando de implantar en el mundo otras ideas con el fin de que hagamos lo que a ellos les conviene.

    Aparte de su interés en conseguir de nosotros proteínas para su alimentación, tejidos para sus androides y fetos para sus experiencias genéticas, quieren mantenernos divididos para que así seamos más débiles y ellos puedan lograr más fácilmente sus intentos.

    En su trabajo de convicción y de penetración de las mentes de todos los habitantes del planeta usan métodos sofisticadísimos, y aun las mayores autoridades de este mundo, incluida la alta ciencia, son engañadas como niños.

    La prueba la tiene el lector en el documento que reproducimos:

    LA CIENCIA, ENGAÑADA POR LOS EBES Y POR EL GOBIERNO DE LOS EE.UU.

    He aquí una fotocopia del documento emitido conjuntamente por el Consejo Nacional de Investigación, por la Academia Nacional de Ciencias y por la Academia Nacional de Ingeniería de los EE. UU., en el que admiten, borreguilmente, todas las mentiras que el doctor Condón dice en su informe. Da pena ver cómo la ciencia oficial, en éste como en otros casos en la historia moderna, ha estado servilmente al servicio del poder en contra de los intereses del pueblo.

    La Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos solemnemente acepta el «Informe Condon» preparado por la Universidad de Colorado, en el que se afirma, en resumen, que el «fenómeno ovni no existe y que no merece la pena investigarlo».

    Hoy todo el mundo sabe que dicho informe fue un fraude total y estuvo viciado desde su inicio, pues fue hecho por encargo de la CIA para desprestigiar solemnemente todo lo que se refería a los ovnis y desanimar a los científicos de buena fe a que se dedicasen a su investigación.

    Varios de los miembros que intervinieron en su elaboración la abandonaron cuando vieron los métodos que se empleaban, otros protestaron por la forma en que se hicieron las cosas y no quisieron firmar las conclusiones finales, y uno de ellos (el Dr. James MacDonald) se suicidó, o según muchos sospechan, «lo suicidaron» porque ante los hechos que conoció durante la investigación se convenció de que el fenómeno era real y sostuvo que había que decir toda la verdad.

    La Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, en cambio, tragó el anzuelo por pereza mental o por cobardía y emitió pontificalmente su encíclica infalible aprobatoria. La ciencia oficial es tan dogmática como la religión.

    Al gobierno norteamericano lo hicieron caer en la trampa para que hiciese un pacto con ellos, prometiéndole tecnología avanzadísima para usos bélicos; y ciertamente la han recibido, pero mucha menos de la que se habían imaginado (entre lo recibido están tres ovnis viejos, de los que dos pronto quedaron inservibles y el tercero tuvo un serio percance en un pueblo de Texas, que ha puesto en un grave aprieto al gobierno).

    En cuanto a los rusos, lo que se sabe es basado en rumores, debido a que la psicología paranoica del partido no permite la filtración de noticias. Pero según estos rumores, también han caído en la trampa, a cambio de recibir juguetes bélicos y científicos. Parece que son capaces de producir androides debido a sus grandes y súbitos avances en las ciencias biológicas. Y apoyados en sus conocimientos en estas mismas ciencias y en particular en la genética, están haciendo experiencias desbocadas como la que mostramos en el grabado adjunto.

    De ser ciertas, uno se pregunta si el pago recibido de los EBEs no es semejante a las alas de la hormiga, que le sirven para volar pero también le sirven para acelerar su muerte.

    El Dr. Edward U. Condon, de triste memoria en los anales de Ia ovnilogía,

    ya que se prestó, presionado por la CIA, a la falsa investigación que se hizo sobre los ovnis y que lleva su nombre.

    Sin apostar nada por la autenticidad de la noticia me limito a traducir lo que un periódico norteamericano, el «National Examiner», publicó en la primavera de 1988: «Los geneticistas soviéticos han creado una forma de vida mitad col y mitad humana».

    La extraña criatura ha sido bautizada “plantimal” por los críticos.

    «Esto es una ofensa más allá de lo tolerable» —les dijo a los periodistas en París, Louis Genestar, fundador del grupo «Ciudadanos vigilantes en pro de la cordura en la ciencia».

    «Han tomado información genética de un ser humano y la han mezclado con la de una planta. Esto es un insulto a la vida, tal como la conocemos. Esta manera de jugar con los fundamentos de la vida es un crimen contra la naturaleza y el hombre.»

    Genestar ha sido un critico acerado contra las formas nuevas y raras de vida desde que hace varias décadas se descubrió esa posibilidad. Debido a sus reacciones directas con muchos científicos de la URSS, dice tener información de primera mano sobre este experimento. »

    «Empalmaron los genes humanos con los de la planta y resultó algo que parece externamente una col, pero que es algo mucho más complejo. Me dijeron que apartando las hojas de fuera aparece en el interior una especie de cara humana. Tiene además un rudimentario sistema de venas que contienen una especie de sangre verdosa, pero como no hay corazón, no circula. La planta depende siempre de la luz y de! dióxido de carbono; pero si los científicos soviéticos logran dar uno o dos pasos hacia arriba en la escala evolutiva, no se sabe dónde pueden llegar.»

    Un miembro de la Embajada rusa en París no quiso afirmar ni negar nada acerca del experimento.

    Si estos invasores han logrado convencer y engañar a los sabios y a los poderosos del mundo, ¿qué no harán con el pueblo indefenso e impreparado para enfrentarse con una tal amenaza, debido, sobre todo, a la mentira sostenida por más de cuarenta años por las dignísimas autoridades?

    La gran invasión, por tanto, no es la que está teniendo lugar en las bases subterráneas de los Estados de Nevada, Nuevo México y Arizona, ni la que sucede cada noche en cientos de granjas y casas apartadas en todo el mundo en donde los EBEs secuestran cantidad de reses y personas; la gran invasión es la que está teniendo lugar en las mentes de la gente joven de este planeta.

    Aunque lo que voy a decir suena a delirio de un alucinado, no me privaré de hacerlo, aunque sólo sea por la posibilidad de que yo pueda estar en lo cierto. Porque de estarlo, las autoridades y, mejor aún, todas las personas responsables del mundo —las autoridades no son necesariamente responsables y en este particular ya han perdido la credibilidad— tienen que empezar a tomar serias medidas para defender a sus subalternos más indefensos.

    En nuestro mundo actual hay muchas señales de que las mentes, sobre todo las mentes de los jóvenes y niños, están siendo bombardeadas; y la conducta de los ciudadanos de este planeta acusa ciertos síntomas sospechosísimos de una influencia externa.

    La mayoría de la gente ve estos síntomas como algo normal, fruto de la época que nos ha tocado vivir y como una expresión natural de las inquietudes del hombre de hoy. Sin embargo, creo que hay algo más debajo de todas estas manifestaciones:

    He aquí los síntomas a que me refiero:

    La proliferación de sectas por todas partes y de todos los tipos y la cantidad de seguidores que tienen, por desquiciadas que sean sus prédicas.

    La violencia estúpida y salvaje que se ha desatado en los estadios junto con el gamberrismo creciente que se manifiesta gratuitamente en muchos otros actos sociales.

    Por el contrario, el “pasotismo” en que han caído muchos jóvenes a los que parece no interesarles nada que no sea terminar su carrera o su aprendizaje e instalarse en la sociedad con un seguro y fácil «modus vivendi».

    El consumo de drogas, que acarrea tanto sufrimiento y que ha destrozado las vidas de tantos incautos.

    El terrorismo sin causa y desproporcionado que no tiene inconveniente en matar a inocentes sólo por hacerse notar.

    El arte esperpéntico y los mamarrachos pictóricos y escultóricos con su consabida corte de boquiabiertos papanatas y de compradores millonarios.

    El gusto por las modas estrafalarias, cuyos mejores exponentes son los punks, en los que los pelos hirsutos son el contraste de una masa encefálica arrugada y encogida por la falta de ideas.

    El rock duro, que con su estruendo, sus movimientos desenfrenados y sus dominantes cuatro ciclos por segundo, tanto daño causa a los tejidos cerebrales; aparte de que nos entronca con las danzas tribales de los trogloditas y los pueblos primitivos. Su difusión rapidísima y la vehemencia con que fue admitido por la juventud de todo el mundo, es algo que lo llena a uno de estupor.

    El fundamentalismo religioso, que hoy tanto abunda y que tan funesto es para la evolución de la mente de los que lo padecen.

    La corrupción gubernamental. Aunque con apariencia de personas honorables, en muchísimos países del planeta el poder ha caído en manos de políticos corruptos e ineptos, verdaderos enemigos de sus respectivas patrias, que lejos de buscar el bien del pueblo lo único que procuran es su propio enriquecimiento. Algunos de ellos no sólo son ladrones sino auténticos «gángsters» capaces de asesinar a quien sea, con tal, de mantenerse en el poder. En las jóvenes naciones africanas, artificialmente creadas por los europeos, es algo muy sospechoso ver la frecuencia con que llegan al poder verdaderos psicóticos que martirizan a sus pueblos con toda suerte de locuras.

    Todavía podríamos citar otros síntomas de la callada pero profunda revolución que está teniendo lugar en las mentes de los habitantes de este planeta, especialmente entre los más jóvenes.

    Repito que se me puede decir que tal revolución no es debida a causa ninguna extrahumana y que tiene sus raíces en la psicología del hombre de nuestro tiempo. Sin embargo, conociendo muchos otros hechos dentro de la vasta fenomenología paranormal y dentro del fenómeno ovni, que teniendo aparentemente una causa humana proceden, sin embargo, de causas extrahumanas, vemos con mucha sospecha todos estos síntomas arriba indicados. Y si bien se puede decir que en mayor o menor grado la mayoría de ellos han existido siempre en la humanidad, es muy extraño el arraigo y la rapidez con que en muy pocos años se han implantado en el psiquismo de casi todos los jóvenes del mundo.

    Uno de los fenómenos sociales nuevos y repentinos que sintetiza varios de los indicados más arriba podrían ser los «festivales» de rock.

    He asistido como observador atento a alguno de ellos y he observado con detención las películas y videos de varios y no puedo menos de sentir algo de terror y, sobre todo, una inmensa pena, pues me dan la impresión de estar ante una inmensa masa de posesos. Los músicos, por lo general, se retuercen frenéticos fuera de sí, como sacudidos por descargas eléctricas, mientras los oyentes escuchan en trance aquel horrendo fragor o simplemente se balancean al ritmo de sensaciones internas producidas por algún alucinógeno.

    Indudablemente, algo hay de maligno y negativo en estas aglomeraciones promiscuas; y mucho nos hace sospechar la turbia personalidad y el frecuente fin desastrado de muchas de las «estrellas» que en ellos intervienen, a las que millones de jóvenes de todo el mundo miran como auténticos ídolos. Los casos de Elvis Presley y John Lennon, dos pobres desgraciados convertidos en mitos, nos hacen caer en la cuenta del grado de manipulación a que están sometidas las mentes de los jóvenes.

    Como algo curioso, vea el lector esta inquietante lista de artistas rockeros famosos:

    Johnny Ace. Se suicidó de un disparo.

    Florence Ballard. Murió a los veinte años, alcoholizado.

    Tommy Bolin. Murió a los veinticinco años por sobredosis de heroína.

    John «Bonzo» Bonham. Adicto a la heroína y cocaína. Murió a los treinta y dos años asfixiado por un vómito tras ingerir gran cantidad de vodka.

    Tim Buckley. Murió a los veintiocho años por sobredosis.

    Sam Cooke. Muerto a los veintinueve años de un disparo, tras haber violado a una joven.

    Mama Cass. Muerto por sobredosis de heroína.

    Ian Curtís. Se suicidó a los veinte años.

    King Curtís. Muerto a puñaladas a los treinta y seis años.

    Darby Crash. Muerto a los veintidós años por sobredosis.

    Nick Drake. Muerto a los veintiséis años por sobredosis.

    Pite Ham. Se suicidó a los veintiocho años.

    Jimmy Hendrix. Muerto por sobredosis.

    Al Wilson. Murió de sobredosis.

    Les Harvey. Murió electrocutado en el escenario ante 22.000 personas.

    Donny Hathaway. Se suicidó tirándose por la ventana de su hotel.

    Gram Parsons. Murió de sobredosis. -Gary Thain. Murió de sobredosis.

    Bob Hite (The Bear). Murió de un ataque debido a su abuso de las drogas.

    Brian Jones (de los iniciales de los «Rolling Stones») murió por sobredosis.

    Janis Joplin, murió por sobredosis de heroína.

    John Lennon. Lo mataron de un disparo. Bebía mucho y tenía problemas con la heroína y otras drogas.

    Frankie Lymon. Murió de sobredosis.

    Jim Morrison. Murió por sobredosis.

    Vinnie Taylor. Murió de sobredosis.

    Jimmy Maccullough. Murió de una mezcla de drogas.

    Keith Moon. Murió por sobredosis.

    Klaus Nomi. Murió de SIDA.

    Phil Ochs. Se suicidó.

    Elvis Presley. Murió por sobredosis.

    Danny Rapp. Se suicidó.

    Sid Vicious. Murió por sobredosis.

    Dennis Wilson. Murió bañándose porque estaba borracho.

    Devon Wilson (la musa de Jimmy Hendrix), murió por sobredosis).

    Paul Williams. O se suicidó o lo asesinaron a los treinta y cuatro años.

    Como el lector puede ver, la lista no es muy edificante. Y todavía se edificaría menos si supiese que se podría completar con otros 90 nombres más de artistas rockeros que han muerto, de una forma u otra, a temprana edad.

    ¿Cuántos jóvenes anónimos han muerto debido a la influencia nociva que emana del mundo del rock?

    René Laban nos dice que,

    «según un reportaje realizado por la periodista Judy Argasony para la TV-40 de California, en un solo fin de semana murieron en Los Angeles 650 jóvenes en el transcurso de un «weekend rock festival».

    Al parecer, las cámaras refrigeradoras de la funeraria de esta ciudad estaban llenas a rebosar y muchos de estos jóvenes ni siquiera pudieron ser identificados».

    La verdad es que tal cifra parece un poco exagerada, tal como el mismo René Laban afirma, pero lo que sí es cierto es que hubo once muertos en uno de estos conciertos dado por los «Who» en Cincinnati (USA) en 1978 y diecisiete en Lesotho (Africa) debido a los desórdenes que en él se formaron. Y es cosa frecuente que tras un gran festival de rock haya algún muerto.

    En los momentos en que escribo estas líneas (mayo de 1989) tengo a mi lado el periódico en que se reseñan los desórdenes y el caos —con muertos incluidos— que se produjeron en las ciudades mexicanas de Querétaro y Monterrey, tras la actuación de un famoso grupo en un festival de rock.

    En otros libros míos he citado varios casos investigados por mí de jóvenes que se han suicidado después de haber recibido la visita de algunos extraterrestres que los convencieron de que si se quitaban la vida, los llevarían a su planeta en donde estarían mucho mejor de lo que estaban aquí en la Tierra. En uno de ellos, el niño víctima de este terrible engaño, incluso dejó una carta para sus padres que yo tuve en mis manos. En ella les decía que no se entristeciesen porque él iba a estar mejor y desde el planeta a donde lo iban a llevar se iba a ocupar de ellos.

    Pues bien, he aquí lo que René Laban afirma en su libro «Música rock y satanismo» (Obelisco):

    «El índice de suicidios entre la juventud ha aumentado estrepitosamente durante los últimos veinte años. En estudios realizados por criminólogos en todo el mundo referidos al tema del suicidio se ha observado que un gran número de suicidas tenían una estrecha relación con la música de rock. Algunos de ellos eran músicos, mientras que otros la escuchaban varias horas al día. En dieciocho casos de suicidio de jóvenes entre los quince y los veintiún años estudiados en Montreal, se observó que la única constante entre todos ellos era, curiosamente, la música rock».

    Uno tiene derecho a sospechar que los que han hecho que el gusto por el rock se extienda por todo el planeta como un reguero de pólvora con las consecuencias auto-destructivas que hemos indicado en las anteriores líneas son los mismos que inducen directamente a algunos de sus contactos a que se quiten la vida.

    Adam Knieste ha estudiado como médico los efectos de la música rock tanto psíquicos como físicos, y he aquí lo que afirma:

    «El problema central causado por la música rock en los pacientes que he tratado se debe claramente a la intensidad del ruido, que produce hostilidad, agotamiento, pánico, indigestión, hipertensión y una extraña narcosis… El rock no es un pasatiempo inofensivo; es una droga…»

    Como ya hemos dicho, las frecuencias muy bajas (VLF) y las extremadamente bajas (ELF), que son como una dominante en la música rock, tienen un efecto concreto y fulminante en el cerebro humano. En este particular, la CIA, en los años cincuenta y sesenta, hizo terribles experiencias sugeridas por los EBEs y como resultado del pacto hecho con ellos. Las noticias son de que se llegó a resultados escalofriantes.

    Sobre esto se podría escribir mucho, pero me limitaré a transcribir unos párrafos de V. Valerian:

    «El documento RHIC-EDOM constaba de 350 páginas y fue preparado por la CIA inmediatamente después del asesinato de John F. Kennedy. El informe describía la manera de convertir a los humanos en robots controlados electrónicamente y programados para matar cuando se les ordene.»

    «En la fase RHIC el individuo es puesto en estado de trance, en el que se le dan sugerencias que son activadas en varios niveles mediante palabras clave o sonidos. En la fase llamada EDOM (que es la sigla de «Electronic Dissolution of Memory), la memoria del individuo es afectada de modo que los recuerdos de los eventos en que ha participado, o son alterados o borrados del todo. Cuando se congestiona electrónicamente el cerebro, la acetilcolina crea una estática que bloquea tanto la vista como el sonido. Este método puede ser usado tanto para bloquear o borrar la memoria como para hacerla más lenta, de modo que los sucesos parezcan haber sucedido después de cuando sucedieron en realidad.»

    «El uso de sonidos VLF o ultrasónicos es algo que se ha estudiado y comprobado muy bien. Los VLF y los ultrasónicos pueden afectar el funcionamiento eléctrico del cerebro y los mismos tejidos cerebrales.»

    «En la fase actual de la guerra (secreta) internacional de las frecuencias VL, se hacen rebotar pulsos de 7-12 Hz contra la envoltura ionosférica de 8 Hz que rodea la Tierra. Dentro de estos pulsos están embebidos programas extraños y aberrantes que producen efectos similares en la conducta de los humanos. En los Estados de Washington y California esta actividad electrónica ha producido ya muchos problemas.»

    «En la Universidad de Illinois, en 1961 se hicieron experimentos con ultrasonidos que finalmente cayeron en poder de los militares.» (Es decir, que una vez más, la ciencia se puso al servicio de las mentes enfermas de los enemigos del género humano.)

    «En los experimentos hechos en 1961 por los doctores W. Fry y R. Meyers se usaron ultrasonidos dirigidos para hacer lesiones cerebrales de un tamaño controlado. Su investigación demostró las ventajas de los ultrasonidos sobre las técnicas de psicocirugía que consistían en implantar electrodos en el cerebro.»

    «En 1963, el doctor Peter Lindstrom, de la Universidad de Pittsburg, usó un haz sónico para destruir grupos de fibras cerebrales…»

    Por lo que podemos ver, ciertos sonidos afectan en gran manera al cerebro y, según nos dicen los entendidos, el martilleo resultante de un conjunto de rock —sobre todo cuando está a toda potencia— se encuentra entre ellos. Aparte de que ciertas frecuencias y ritmos también alteran el normal funcionamiento cerebral y pueden convertirse en una auténtica invasión destructora de la armonía neuronal y, en definitiva, mental.

    Esta callada invasión que se está llevando a cabo en las mentes de la juventud es la que tiene que preocuparnos más profundamente. Más aún que las abducciones físicas de las que de una manera u otra podremos defendernos una vez que caigamos en la cuenta de su amenazadora realidad.

    Pero esta manipulación sutil nos coge totalmente desprevenidos, y más, debido a la interesada y estúpida cooperación que le brindan los directivos de los grandes medios de comunicación, especialmente de la radio y la Televisión y hasta las mismas autoridades. (Aunque luego, muy frecuentemente, tengan que enviar policías para sosegar los ánimos alterados tras horas y horas de música violenta mezclada con todo tipo de estupefacientes.)

    Algunos dirigentes de denominaciones protestantes en los Estados Unidos comenzaron a preocuparse hace ya algún tiempo cuando vieron que muchos de sus jóvenes, que por otro lado se consideraban fíeles seguidores del Evangelio, eran asiduos oyentes de la música de rock y asistían a festivales en los que actuaban grupos tan desenfrenados como los «Black Sabbath».

    A estos jóvenes les sucedía exactamente lo que Ozzy Ouzbourne, el líder de «Black Sabbath», dice en la carátula de uno de sus discos, después de invocar a Satán:

    «Y tú, hombre estúpido que tienes este disco en tus manos, has de saber que al haberlo comprado has vendido tu alma, pues pronto serás atrapado por este ritmo infernal y por el poder diabólico de esta música. Esta mordedura musical de tarántula te hará bailar sin fin y sin pausa.»

    Aparte de lo preocupados que puedan estar los líderes protestantes al ver que el fanatismo religioso de sus jóvenes es suplantado por el fanatismo «satánico» del alucinado Ozzy Ouzbourne, no deja de ser inquietante el ver cómo personas equilibradas y sin fanatismo alguno se dejan igualmente arrastrar por estos ritmos desenfrenados y por estos «artistas» de voces estridentes y ademanes de simio que tanto distan de lo que hasta ahora se había tenido por artístico y armonioso.

    Vea el lector esta, carta, aparecida en el diario «El Mundo» de la ciudad de San Juan de Puerto Rico, que resume varios aspectos de lo que estamos diciendo:

    «Soy una joven de veintidós años que desea exponer una queja para ver si en futuras ocasiones no pasa algo que luego tengamos que lamentar. El sábado 24 de agosto mi hermana y yo quisimos disfrutar del concierto del afamado grupo inglés “Culture Club”. Lo que allí encontramos fue una barbarie y una falta de respeto total: tiraban vasos vacíos y llenos de cerveza, rollos de papel sanitario, discos de plástico, bolas de playa inflables, petardos y, ¡señores, el colmo! un sostén, un calzoncillo y otros dos artículos indecorosos.

    Unos jóvenes irrespetuosos estaban prácticamente encima de mi silla y la de mi hermana. Cuando les pedí que actuaran como gente civilizada nos insultaron. Se pusieron a fumar marihuana delante de nuestros propios ojos, por lo que tuvimos que desalojar obligatoriamente nuestros asientos.

    Las medidas de seguridad fueron exclusivamente para los artistas, pero ¿y el público, qué? A mi hermana le cayeron unos petardos casi en los pies. Vi cómo algunos jóvenes le faltaban al respeto a una señora mayor; algo verdaderamente lamentable.

    Le pido a las autoridades pertinentes que tomen acción sobre esto, ya que no todos los que vamos a ver este tipo de espectáculos somos “estrafalarios” y todo ser humano merece un respeto.»

    Firma

    D. R. M. Bayamón

    Lo lógico, al terminar de leer esta carta, es hacer la consabida pregunta: ¿Y qué hacían unas chicas tan decentes como ustedes en un lugar tan «estrafalario» como aquél?

    A las pobres les pasó lo que estamos diciendo: han sido víctimas de esta fascinación inconsciente que la música rock ejerce sobre las mentes de los jóvenes y que es, junto con las otras tendencias que señalamos más arriba, un síntoma de esta sutil invasión que la raza humana está padeciendo sin apercibirse de ello.

  • Crow

    Reflexión final

    Hemos llegado al final y es lógico que saquemos algunas conclusiones tras haber afirmado cosas tan tremendas.

    Como ya he dicho, puede que algunas de las afirmaciones concretas que han ido saliendo a lo largo de este libro no sean exactas y hasta sean falsas, debido a la total falta de sinceridad con que las autoridades competentes y los responsables han manejado todo este asunto y debido a las muchas dificultades que los investigadores hemos tenido para acceder a los hechos; hechos que normalmente eran deliberadamente ocultados y tergiversados para entorpecer nuestra labor.

    Pero lo que es incuestionablemente cierto es el hecho que subyace debajo de todas estas afirmaciones y conjeturas: Que en nuestro planeta, desde hace ya mucho tiempo, por no decir desde siempre, hay otros seres racionales que muy disimuladamente interfieren en las vidas de los humanos, tanto a escala general —condicionando la marcha de la historia— como a escala individual.

    No importa que los grandes líderes mundiales o locales no lo quieran reconocer. Estos lo desconocen por hallarse embebidos en la diaria y estéril lucha política y aquellos porque, además de estar atareadísimos en el juego de las relaciones internacionales, están inconscientemente manipulados por estas mismas inteligencias, que se valen de ellos para dominar el mundo.

    Dejémoslos en sus juegos y en sus sueños de grandeza y veamos cómo podemos responder a este reto que la humanidad tiene delante.

    Por no haberlo encarado nunca con decisión, le ha costado tanta sangre y la ha llevado al estado caótico en que en la actualidad se encuentra: Reina un malestar general; la mayoría de los seres humanos están descontentos con su actual nivel de vida; hay millones de personas que se mueren de hambre mientras los gobiernos gastan ingentes cantidades de dinero en armas que sólo sirven para matar y que podrían muy bien utilizarse para evitar que aquellos se muriesen de hambre; las autoridades son odiadas en casi todos los países por los abusos que cometen; y en otro orden de cosas, estamos destruyendo nuestro planeta, y de seguir así, dentro de muy pocos años se nos va a hacer inhabitable.

    Esta es la situación que en buena parte es debida a la perniciosa influencia que algunas de estas entidades extrahumanas han tenido sobre nosotros sin que hayamos caído en la cuenta de ello.

    Con este libro cierro una trilogía. En el primero de ellos, «Defendámonos de los dioses», adelanté en unos años las miras de la ovnilogía, al señalar que ya no era hora de dudar si los ovnis eran reales o fantásticos y ni siquiera de andar examinando a ver si los contactados o las abducciones eran reales o imaginarias. Allí, contra el parecer de los «ufólogos serios», dejé bien asentado que lo que había que hacer era defenderse de la maligna interferencia que ciertas entidades ejercían sobre la raza humana.

    Es cierto que entonces no distinguí bien entre unas entidades y otras y a muchos les dejé la impresión de que todas eran igualmente malas. En la actualidad, distingo mejor entre unas entidades y otras, pero sigo pensando que todas, buenas y malas, son peligrosas para los humanos si no tratan con ellas con una gran cautela. El psiquismo humano es muy débil y se desmorona fácilmente cuando se enfrenta a realidades tan impactantes como éstas. De hecho, muchos humanos se han desquiciado, aun tratando con entidades «buenas».

    Es peligroso jugar con un elefante, aunque sea bueno, porque a un pequeño descuido que tenga nos aplasta; a lo mejor queriendo ayudarnos, nos mata.

    Y nunca debemos olvidar que aun siendo «buenas», vienen a nuestro mundo o interfieren en nuestras vidas, la mayor parte de las veces no por nuestro interés, sino por el de ellas; aparte de que los baremos morales de nuestro nivel humano no son los de ellos; y debido a esto, en determinado momento pueden hacer algo que es fatal para nosotros mientras que para su orden moral es completamente permisible. Exactamente como nosotros hacemos con los animales. Aun los humanos más amantes de los animales, en determinadas ocasiones no tienen inconveniente en comerse a uno de ellos (que en último término fue «asesinado» muy contra su voluntad).

    En «Defendámonos de los dioses», a éstos les rebajé las cualidades de «universales», «omnipotentes», «omnisapientes» y totalmente buenos, y deducía de sus acciones entre nosotros que, o algunos no eran todo lo buenos y sabios que pensábamos, o todos tenían su lado positivo y su lado negativo. A mí nunca me sucedió lo que a tantos «ufólogos serios» que se negaban a admitir los hechos feos —algunos de ellos tremendamente negativos— que por otra parte eran tan ciertos como los otros.

    Además, en aquel libro, fundamental para entender no sólo el fenómeno de los ovnis, sino la historia humana y la misma vida del hombre sobre la Tierra, englobaba al «dios» del cristianismo con todos estos seres misteriosos y superiores que nos visitan, y lo colocaba no precisamente entre los mejores, sino entre los rufianes cósmicos que vienen a aprovecharse de las debilidades y credulidad de este pobre ser que siendo todavía animal apenas está empezando a ser racional.

    Allí profundizaba en la esencia y el fin de la vida humana bastante más de lo que lo hace le teología cristiana, que se ha pasado siglos diciendo memeces acerca de Dios y sus intimidades, sin caer en la cuenta de que está basada en puros mitos arquetípicos que en nada difieren de los de las otras religiones antiguas.

    Por último, en aquel libro señalaba ciertas defensas de tipo general que podían ayudar al lector a no ser manipulado por estas entidades; por lo menos a no serlo inconscientemente de una manera directa.

    Indirectamente, todos, en un grado o en otro, somos manipulados, y muchos estamos conscientes de ello; y en cierta manera nos dejamos manipular mientras ello no conlleve un atropello de nuestra dignidad y de nuestras libertades fundamentales.

    Pero de lo que se trata es de no dejarse manipular directa o inconscientemente, y peor aún, de las dos maneras a la vez. Y de esta manera son manipulados todos aquellos que compran lo que sagazmente les presenta algún medio de comunicación o los que votan por determinado político después de haber oído sus mentiras bellamente presentadas. Aunque muchos humanos creen que son totalmente conscientes de lo que hacen, en realidad no lo son, porque desconocen parte de la realidad que les ha sido ocultada.

    Los humanos somos todos manipulados por los que llevan las riendas de la sociedad, sea en el plano político, militar, religioso, jurídico, financiero, noticioso o laboral. En general, en cada uno de esos estamentos —que de una manera tácita o manifiesta se entienden muy bien entre ellos— hay una mafia organizada que es la responsable de que la sociedad funcione tan a trancas y barrancas.

    Y no es que los que componen esas mafias sean malas personas de por sí —aunque también las hay—, sino que la institución misma es la que los obliga a actuar así una vez que entran a formar parte de ella.

    El líder sindical defenderá los intereses de sus afiliados no sólo contra la patronal, sino contra los mismos obreros que no pertenecen al sindicato o contra el resto de los ciudadanos usuarios de los servicios públicos; el político torpedeará las buenas iniciativas de los otros partidos; el militar defenderá su clase, sus privilegios y hasta su equivocada visión de la patria, y si lo cree oportuno dará un cuartelazo aun contra la voluntad de la mayoría del pueblo, con las armas que ese mismo pueblo le ha dado; el financiero defenderá únicamente su panza, y los religiosos defenderán los intereses de Dios aprisionando las conciencias de los simples fieles. (No saben que Dios presta y da sin intereses.)

    Todos dignísimos, todos respetabilísimos, y en un tiempo todos del Opus, que es la «cosa nostra» de Dios; pero entre todos, machacando a España y a cada uno de los países de su respectiva competencia.

    Efectivamente, todos somos manipulados; pero lo que propugnaba en «Defendámonos de los dioses» es que lo seamos lo menos posible. Y ya que no podemos menos de serlo, aunque de una manera indirecta, por estos verduguetes terrenos, no lo seamos también por las inteligencias extrahumanas cuando nos quieren manipular de una manera directa.

    Allá los tontos que se meten en la boca del lobo jugando a la ouija, invocando a los «hermanos del espacio», sintonizando mediante el «channeling» con algún «guía» espiritual o practicando cualquiera de los mil estúpidos rituales que en la actualidad tan de moda están entre vividores y psicópatas. Si se les prende alguna entidad o «ser» que los empiece a entretener con sus dictados o mensajes, allá ellos. Con su pan se lo coman, porque se lo han buscado.

    Lo que yo quiero es poner en guardia a los que sin haberlo buscado, comienzan a oír voces o a ser de alguna manera juguete de alguna entidad, terrestre o extraterrestre. Sepan que eso se da, por más que los psiquiatras no tengan idea de ello y por más que los fanáticos crean que es obra de Satanás.

    Efectivamente, es un Satanás sin cuernos y sin fuegos eclesiásticos ni teológicos, extracristiano y extrareligioso, con el que desgraciadamente algunos humanos tienen que vérselas en ciertas extrañas circunstancias de la vida. Y en la actualidad, debido a la mayor actividad de estos pequeños satanases extraterrestres y cabezones, todos tenemos que conocer un poco más del tema para que, en caso de que tengamos que enfrentarnos con él, no nos coja desprevenidos, tal como les ha sucedido a tantos.

    Estas fueron, poco más o menos, las conclusiones a que llegué en dicho libro, después de haber escrito más de doscientas páginas tratando de fundamentar todas mis ideas sobre el fenómeno. Desgraciadamente, la mayor parte de las «personas serias» siguen sin enterarse, y más atentas a la marcha de la liga de fútbol, de las peleas de los políticos con los sindicatos o de las golferías de la «jet set». Dios los bendiga y los ayude a despertar de su sueño.

    Tras «Defendámonos», con un lapso de cinco años apareció «La granja humana».

    En él profundizaba en las ideas básicas de «Defendámonos». Aportaba casos nuevos, no precisamente para probar que el fenómeno existe, sino para tener elementos para reflexionar sobre la naturaleza ilógica y errática del fenómeno y para tratar de acercarme a las intenciones de los ovninautas.

    Llamaba la atención sobre algunos personajes-históricos, de entre los muchos que podía haber escogido, que han sido los inconscientes instrumentos de estas entidades para lograr que la raza humana haga lo que a ellos les conviene que hagamos.

    Al final, relataba tres casos de extraterrestres a los que no hay que ir a buscar a ningún ovni, porque están entre nosotros, conviviendo esporádicamente con personas a las que yo conozco muy bien y con las que me trato con bastante frecuencia.

    Ninguno de estos seres a los que me estoy refiriendo es del tipo de los «grises», de los que mayormente he hablado en este libro. Y eso por suerte para mis amigos. Tienen un cuerpo normal, más o menos alto, pero pasan inadvertidos entre la multitud, y más hoy, cuando las modas más estrafalarias son normales y, gracias a Dios, cada uno viste como le da la gana. Aparte de que, en último término podrían pasar por «punks», que ya van mereciendo cada vez menos miradas y adquiriendo carta de ciudadanía. Al fin y al cabo, el mal gusto está también permitido por la ley.

    Por último, ponía alrededor de treinta características de estos seres, algunas de las cuales, con gran satisfacción, he visto confirmadas en los diversos informes oficiales, aunque secretos, que han ido saliendo a la luz a lo largo de 1988.

    Algunas de estas características ya intuidas en «Defendámonos», y que ahora los «rigelianos» y los «reticulianos» confiesan, son el gran aprecio que hacen de la sangre y de ciertas vísceras y tejidos animales y humanos; «los sentimientos vicarios» que experimentan por el psiquismo humano excitado; la intervención que han tenido a lo largo de los milenios en la formación de las razas y las religiones; su agrado ante las guerras humanas, y algo que todavía no es admitido por casi nadie porque en realidad se hace difícil de creer: su relación, más o menos directa, en los grandes incendios forestales.

    Lo sostuve en «Defendámonos» y le dediqué bastantes páginas y ahora, sospechosamente, he leído en alguno de los informes que los «grises» aprecian mucho la clorofila.

    En un informe resumiendo el contenido de otro se lee:

    « (3) Su alimento básico es clorofila líquida.»

    Y en el famoso «Informe 13» del Proyecto «Grudge» se lee difícilmente en una fotocopia escrita a mano:

    «Un análisis posterior mostró que el fluido dentro del cuerpo (de los EBEs examinados en la autopsia) era un líquido clorofílico que aparentemente tenía que ver con la fotosíntesis.»

    Esto, naturalmente, nos da pie a pensar que la relación que yo atribuyo a los ovnis con los incendios forestales no es tan descabellada como a algunos parece, aparte de que tengo más razones para relacionarlos.

    En «La granja humana» insistí también en el interés de los extraterrestres por lo sexual y, en definitiva, por lo genético; en su apoyo en los «iluminados» para manipular a los humanos; en su capacidad de hacerse invisibles, o en su propia naturaleza de ordinario invisible, cosa que tanto escandaliza a las «personas serias» y a los científicos de vía estrecha; y en la mayor abundancia de los que se divierten con nosotros o nos usan descaradamente sobre los «buenos».

    Creo que la realidad no es exactamente ésa, sino que los «malos» intervienen más frecuente y descaradamente en las vidas humanas, mientras que los «buenos» respetan nuestra manera de ser, aunque la vean todavía muy rudimentaria.

    (Lógicamente pensamos que si fuesen «buenos» de acuerdo a nuestros baremos, harían algo más por mejorarnos y por defendernos de los «malos». Y no podemos saber por qué no lo hacen.)

    Finalmente en «La granja humana» dije algo que ahora veo confirmado plenamente: el gran papel que juega el electromagnetismo y en general las energías atómicas y ondulatorias en la vida de estas entidades.

    Transcribo al pie de la letra lo que allí decía:

    «Muchas de ellas son muy sensibles a campos electromagnéticos, a radiaciones o energías sutiles provenientes del mundo atómico y subatómico. Algunas de estas energías producidas por nuestros aparatos o provenientes de la Tierra, o las bioenergías producidas por las mentes de algunos psíquicos, propician su presencia en nuestra dimensión, mientras que otras la impiden. En el futuro, la Humanidad usará estas energías como medio para defenderse de la intromisión indebida de estas entidades o para ponerse en contacto con ellas.»

    El lector que haya leído con atención el interesantísimo informe de Bennewitz habrá visto que es una confirmación de lo que se dice en el párrafo anterior.

    He aquí las palabras clave que nos muestran cómo ha sido el progreso ininterrumpido durante estos cuarenta años de estudio del fenómeno ovni y en qué aspecto se han ido fijando consecutivamente los investigadores:

    Tras la primera noticia pública del mes de julio de 1947, la gente empezó a ver progresivamente:

    luces en el cielo

    objetos sólidos

    aterrizajes

    tripulantes

    seres humanos contactados

    mensajes recibidos

    cambios drásticos en los contactados

    ganado muerto inexplicablemente

    seres humanos raptados

    actividades extrañísimas y sospechosas de los EBEs.

    Tras los primeros mensajes se creó un clima de esperanza y optimismo que a algunos todavía les dura. Se pensaba que estábamos recibiendo la visita de otros seres del espacio, procedentes de planetas muy lejanos, pero mucho más avanzados que nosotros y que nos iban a ayudar a solucionar muchos de los problemas con que nos encontramos en la actualidad.

    Pero a medida que fue pasando el tiempo y se conocía lo que les sucedía en su vida a los contactados y posteriormente las propias actividades de los EBEs, tan erráticas y a veces tan macabras, empezamos a sospechar que las cosas no eran tan angélicas: y que nuestros visitantes, o una buena parte de ellos, lejos de ser una solución, eran un problema más para esta pobre Humanidad.

    Desde un principio se supo que las dignísimas autoridades encubrían muchas cosas en cuanto al fenómeno, y en cierta manera se lo explicaba uno conociendo la psicología de los gobernantes. Lo principal para ellos no es que el pueblo evolucione o conozca lo que tiene que conocer, y ni siquiera que sea realmente feliz; lo que los gobernantes quieren por encima de todo es que el pueblo no les dé problemas y los deje seguir en el puesto de mando donde sus egos inflados se sienten muy a gusto.

    Es la triste condición del ser humano en este estado rudimentario de evolución en que se encuentra.

    El trasfondo de todo el fenómeno ovni empezó a destaparse el año 1987 y estalló violentamente en 1988. Entonces tuvimos no sólo más sospechas, sino la convicción de las tremendas realidades que hacía tiempo veníamos intuyendo a juzgar por lo que nos contaban muchos contactos y a pesar de todas las mentiras y descalificaciones oficiales.

    La tremenda verdad era que estábamos padeciendo una invasión sutil y solapada que estaba conquistando calladamente las inteligencias y los sentimientos de los habitantes del planeta, sobre todo de las juventudes de los países más desarrollados. Los hechos violentos, como son las abducciones de humanos y las muertes de animales, aunque son buscados en sí mismos porque tienen un fin específico, son en cierta manera una cortina para disimular la otra actividad invasora, mucho más peligrosa a la larga.

    Mientras investigamos y nos preocupamos por las abducciones de seres humanos y por los animales desangrados, no le prestamos atención a lo que está pasando en las mentes y en los sentimientos de la humanidad entera.

    En cierta manera es bueno que la gente no caiga en la cuenta repentinamente de lo que está pasando, porque para muchos tal descubrimiento sería un choque demasiado violento.

    Debido precisamente al condicionamiento mental a que «ellos» nos han sometido a lo largo de los siglos a través de las religiones, el derrumbe repentino de la creencia en un Dios personal y providente supondría para muchas personas un auténtico ataque de nervios.

    Aunque para las mentes rutinarias —que desgraciadamente son la mayoría—, que no se toman el trabajo de pensar por sí mismas acerca del significado de la vida y de otros temas trascendentes, el fenómeno ovni sigue siendo algo sin importancia, la verdad es que tiene una enorme trascendencia que radica no en lo anecdótico y llamativo, es decir, en si vienen de acá o de allá y en cuán avanzada puede ser su tecnología.

    La enorme trascendencia del fenómeno ovni es que deja al descubierto no sólo lo rudimentario de nuestros principios científicos, de los que tan orgullosos estamos, sino que echa por tierra las creencias más profundas de la mayor parte de la Humanidad, que le dan algún sentido a la vida y que proporcionan algún tipo de seguridad para el más allá.

    Con el fenómeno ovni todo el tinglado teológico de las religiones se viene al suelo.

    Tal como ya hemos dicho, para muchos el descubrir que su idea de un Dios-padre e inmediato es falsa, es como quedar repentinamente huérfanos en el Cosmos sin nadie que lo proteja a uno o que lo esté esperando tras la muerte; mientras que para otros ésta se convierte en algo así como un agujero negro que nos reabsorberá fatídicamente para volvernos a la nada total.

    Este es el verdadero significado del fenómeno ovni, por encima de todas las maldades que estos hombrecitos grises puedan hacer y de las que tarde o temprano aprenderemos a defendernos. Por eso, todas las mentiras y el encubrimiento de las autoridades de todos los países, aparte de la ofensa que ha supuesto para la dignidad de la gente, algo han tenido de positivo. Pero ya es hora de que se empiece a decir la verdad para que ésta no tenga que ser dicha brutalmente toda de una vez.

    Las películas y series de TV que hasta ahora se han hecho para ir preparando la mente del pueblo han sido demasiado rosadas y se han quedado en el sentimentalismo de ET o, por el contrario, han sido tan repelentes que la gente las ha tomado por ciencia-ficción. Tal fue el caso de la serie «V».

    Y hemos llegado casi al siglo XXI y la megaciencia oficial sigue sin querer enterarse del fenómeno y sin gastar un céntimo en investigar cómo podemos defendernos del bombardeo a que están siendo sometidas nuestras mentes. Antes al contrario, tenemos la impresión de que colaboran en este bombardeo que tan alterados tiene los ánimos, con los militares microcéfalos de las grandes potencias.

    Aunque para mucha gente todo esto que estoy diciendo suene a delirio, me permitiré hacer unas reflexiones en cuanto a la actitud que deberíamos tomar ante esto Insistiré en parte en lo que ya dije en «Defendámonos de los dioses».

    Lo primero que deberíamos hacer es mantener la calma y no llenarnos de temor o de preocupación, como si de repente se hubiese desatado una epidemia. Esta sutil invasión ya hace mucho tiempo que la Humanidad la está padeciendo, aunque es cierto que en los últimos cincuenta años se ha hecho un poco más virulenta. Pero a lo largo de la extensísima historia humana ya ha habido otras muchas épocas por el estilo.

    Lejos de mí el ponerme como ejemplo de nada, pero el lector debería reflexionar que el que esto escribe, lógicamente debería estar más atemorizado que nadie. Y, sin embargo, no tiene ningún miedo. En primer lugar, porque no se mete en la boca del lobo —tal como dije unos párrafos más arriba—, y en segundo, porque no creo que estas entidades de las que venimos hablando sean tan poderosas; y las que en realidad lo son y tendrían poder para hacerme daño, son mucho más positivas y no interfieren, o si lo hacen es para ayudar.

    Otra cosa importante es el «no estar vacío». En nuestra sociedad, desgraciadamente, hay mucha gente vacía: vacía de ideales, vacía de ilusiones, vacía de sentimientos, vacía de principios sólidos en que apoyarse, y por eso como que flotan en el aire. Estos individuos, saturados de un aburrimiento vital, son presa fácil para las sectas o para las drogas sólidas o líquidas.

    Sus máximos «valores» en la vida son las conversaciones rutinarias e insulsas con sus amigos en el bar o en el club, y un buen partido de fútbol en la televisión amenizado con un traguito. En la actualidad, los videos llenan un poco ese aburrimiento, pero al terminarse, el individuo se encuentra de nuevo con su propia vaciedad.

    Aunque parezca paradójico, este tipo de individuos anodinos pueden llegar a hacerse tremendos fanáticos de cualquier causa cívica, deportiva o religiosa, si se ponen de contacto con algún líder «carismático». Las ideas de éste llenarán violentamente la vaciedad de aquél y lo convertirán en un instrumento ciego de la causa que sea.

    Pero estos tipos vacíos y superficiales que nuestra sociedad produce en tanta abundancia son también las presas más fáciles y las mentes más sensibles al bombardeo sutil de que estamos siendo víctimas. Este es un tema interesantísimo del que en la actualidad no podemos hablar en profundidad, porque no tenemos datos concretos suficientes.

    Pero parece que desde hace algunos años, la atmósfera está siendo saturada de ondas electromagnéticas de una frecuencia muy baja —las llamadas ELF— que están destinadas a influenciar las mentes de la gente en determinados países. Esto es parte de la guerra secreta de las grandes potencias —sobre todo de EEUU y la URSS—, y en ello parece que tienen mucho que ver las entidades extraterrestres que están en contacto con ellas.

    Y, aunque parezca una pedantería por nuestra parte, mucho nos tememos que sea otra treta en la que hayan caído los «genios» de la política y de la milicia, y los miembros de sociedades secretas que quieren dominar el mundo. Muy posiblemente, el resultado final de esas ELF es totalmente diferente de lo que piensan los militares terrestres, beneficiando en cambio únicamente los intereses de los EBEs que los han aconsejado y enseñado.

    Todavía, como dos consejos más para crecer internamente y estar mejor preparados para resistir esta manipulación inconsciente a que nos referimos, señalaríamos un estado de alerta para no dejarse arrastrar por los medios de comunicación, especialmente por la televisión. Debido a la sofisticación con que son hechos los anuncios de todo tipo que en ella aparecen, el individuo debería rechazar «a priori» todo lo que le presenten, sabiendo que el mensaje es de alguna manera fraudulento.

    Y eso sin dejar, por otro lado, de admitir la belleza y el arte con que están hechos.

    Además, el pueblo debería hacer un esfuerzo por refrenar esta compulsión loca que tanto se ha acentuado últimamente de indagar su futuro a través de videntes; de invocar entidades del tipo que sea para que le descubran el porvenir; de correr detrás de gurús y de pitonisos de toda índole para que les descorran los velos del arcano y les den pautas de vida… Da pena ver con qué fervor y asiduidad los radioyentes llaman a las emisoras para que el «mago» de turno les diga qué será de su vida… cuando en muchísimas ocasiones el «mago» lo que está buscando es cómo arreglar la suya.

    Conozco el caso de una peluquera a la que como los lavados y peinados no la «sacaban de pobre», decidió hacerse vidente, y ni corta ni perezosa se imprimió unas tarjetas y montó una «consulta» para echar las cartas y leer las manos. Hoy, tan inculta como antes, vive en una lujosa mansión gracias a los ingenuos que vinieron y siguen viniendo a que les diga su futuro. Hay videntes que sólo lo son cuando de viejos se quedan bidentes.

    Una gran manera de crecer internamente, de madurar y de evolucionar y hasta de defenderse de las manipulaciones mentales de estas entidades es el segregar amor para todo y para todos; a pesar de todo y a pesar de todos; es el ser tolerante, comprensivo, perdonador, condescendiente. El que es capaz de practicar el sublime deporte de amar y comprender a todos a pesar de sus defectos ya ha dejado de ser un hombre normal y se ha convertido en un superhombre. Ya está más allá de las manipulaciones de los terrestres y de los extraterrestres.

    Algo curioso con lo que nos hemos encontrado en algún documento de los que componen la colección «The Matrix» es el hecho de que estas entidades entrometidas, dada su extraña psicología, sólo interfieren directa y activamente con los humanos que les dan permiso, aunque muchas veces este permiso los EBEs lo obtienen de una manera inconsciente o por lo menos no del todo consciente por parte del humano.

    Conozco el caso de una persona en Costa Rica y de un agricultor en México que en el trance de ser ya levantados en el aire, se resistieron tenazmente, aunque más de una manera mental que física, a ser llevados a ninguna parte, y fueron soltados violentamente. Esto parece que es más útil en el caso de aquellas personas que conscientemente sienten un acoso directo de estos EBEs; por ejemplo, en aquellas que oyen voces internas o los ven físicamente.

    Suele pasar que en un momento dado, hartas ya del acoso a que son sometidas, de una manera más o menos consciente les dan permiso para que hagan lo que les dé la gana a condición de que las dejen en paz. Para estas entidades ese semipermiso es suficiente para que obren con plena libertad y actúen con el contactado» como a ellas les convenga.

    El consejo es que el «contactado» nunca debe dar su asentimiento consciente a estas entidades, sobre todo si ya en otras ocasiones han actuado en contra de sus intereses; y además debe ser firme en decir claramente que no quiere ser manipulado en ninguna circunstancia.

    Lo aquí dicho se refiere únicamente a los EBEs, de los que hemos tratado en este libro, y no a otros que se manifiestan de otra manera y con los que el «contactado» haya tenido una relación positiva durante un tiempo. Pero aún con éstos, tal como ya he dicho, hay que ser muy cauto, pues muchas relaciones que comenzaron bien han terminado no tan bien.

    Confieso que los párrafos anteriores tienen que sonarle muy extraños a las «personas serias»; pero más extraño aún es que a una persona se la lleven por el aire hasta que se pierde de vista en las nubes… y eso se ha dado muchas veces, a pesar de la seriedad de las «personas serias».

    Por último, y para nuevo escándalo de éstas, un extrañísimo consejo a todos los lectores: «No conviene tener ideas concretas para el más allá». Me explico.

    En general, las diferentes religiones les indican con pelos y señales a sus simples fieles —con más de simples que de fieles— cómo es el más allá. En el cristianismo en concreto nos hablan de purgatorios, infiernos y cielos, con fuegos y ángeles arpados cantándole alabanzas al Eterno. Los musulmanes, más carnales, les hablan a los suyos de huríes y paraísos terrenales, y así cada una tiene todo un folklore organizado para el otro lado de la vida.

    Pues bien, a lo que parece, esta idea que nos hayamos hecho del más allá nos acompaña temporalmente tras la muerte y es de algún modo utilizada por estas entidades.

    Qué haya de cierto en esto, no lo sé. Me limito a repetir lo que ya he escrito en otra parte:

    «No sé casi nada del futuro; pero me acostaré a morir con la absoluta certeza de que estoy a punto de nacer. Nacer a algo enormemente más vasto y más grandioso».

    Por qué agoniza el cristianismo

    Según otro curioso informe, hay extraterrestres muy evolucionados que «tratan de crear una pregunta básica en las mentes de los humanos y eso condiciona de alguna manera toda su vida y les es de alguna utilidad «ellos». Renuncio a transcribir otros párrafos sobre esta materia, que si por un lado son muy intrigantes, por otro suenan a delirios de visionario y son de difícil comprensión.

    En todo caso, lo que estas últimas advertencias — verdaderas o falsas— nos dicen de una manera genérica es lo que hace bastantes años me dijo con aire de preocupación Fernando Sesma, uno de los pioneros investigadores de este tema en España:

    «Creo que nuestro cerebro es lo que más les interesa, y según mis deducciones, están haciendo tremendas experiencias psíquicas con nosotros.»

    Pienso que Sesma tenia razón.

    ¿Cómo defenderse, pues, de los EBEs?

    En la parte física, hoy por hoy, por lo menos en España, no hay que temer. En otros lugares habría que aconsejar que la gente evitase el estar sola en áreas muy especiales y retiradas en las que se haya comprobado que estos EBEs desarrollan una actividad repetida.

    Más difícil es defenderse mentalmente, pero tendremos mucho adelantado si estamos conscientes de ello, es decir, de la posibilidad de esta ingerencia en nuestras mentes.

    Hay que sospechar, y más aún, huir de todos aquellos «guías» o escuelas en donde se nos quiera conducir borreguilmente, presentándonos su camino como el único y sin admitir que hay muchos otros.

    Aparte de esto, yo aconsejo no buscar el contacto con ninguna entidad no humana y rechazarlo cuando se presente; y más cuando intenten hacerlo sin pedir autorización y sin tener en cuenta la voluntad del contactado. Y aun en el caso de un contacto ya establecido, habrá que estar muy atento a cualquier cosa sospechosa y pedir explicaciones. Y si no las dan, lo mejor sería cortar el contacto o resistirse a él lo más posible.

    Para terminar, insistiré en lo que ya he dicho: No hay que temer. El temor y el miedo son la puerta por donde se nos pueden colar en la mente muchos males.

    A pesar de los malos visitantes extraterrestres, a pesar de los políticos inflados, a pesar de los militares aporreadores y siempre amenazantes, a pesar de los comerciantes, industriales y banqueros enfermos de codicia, a pesar de los tribunales de justicia inoperantes, a pesar de la competitividad y del estrés reinante en esta sociedad malhumorada, a pesar de los miedos que los líderes religiosos nos han metido para el más allá, a pesar de las enfermedades, a pesar del furibundo individuo que el cristianismo nos ha querido imponer como Dios, y a pesar de la misma muerte, ¡vivimos!

    Y vivir, para el que sabe, es un maravilloso deporte.

    Vivamos plenamente olvidándonos de todos los males arriba enunciados y disfrutando de todo lo que tenemos a mano, que para la mayoría de los humanos es mucho. Lo triste es que abrumados por los males que nos circundan, no apreciamos muchas de las cosas buenas que tenemos a nuestro alrededor.

    Me temo que los «castigos de Dios» de todos los profetas, las amenazas para el más allá de los fundadores de religiones y los pronósticos catastrofitas que los EBEs de hoy nos inculcan en la cabeza, tienen todos el mismo fin de torturar en su raíz nuestra mente para que ésta no evolucione y, angustiada, produzca el tipo de energía que ellos quieren.

    Por eso, dejemos de estar temerosos y vivamos consciente y plenamente cada día, cada hora, cada momento y tratemos de ser mejores en todos los sentidos, de modo que cuando nos toque salir de este planeta hayamos conseguido el nivel de evolución que nos correspondía.

    En el más allá, en el que firmemente creo, el que haya pasado airosamente la prueba terráquea será un dios superior a estos pobres diablos cabezones.

    Cuando, años atrás, las oficinas encargadas de desprestigiar el fenómeno ovni o a sus investigadores,

    se encontraban con fotos borrosas o con meras luces en el espacio,

    les era muy fácil decir que se trataba de aviones, de Venus, de un balón meteorológico o de reflejos del lente.

    Pero en fotos como ésta, tomada el 11 de noviembre de 1966 por el barbero Ralph Ditter en Zanesville, Ohio,

    lo único que podían hacer era decir que se trataba de un truco y socavar la credibilidad del autor de la foto.