LBH 2/3 EDUCACIÓN DE LA VOLUNTAD

EDUCACIÓN DE LA VOLUNTAD
Aparte de su inteligencia el don más precioso de que dispone el hombre es la voluntad. En la gran masa humana la voluntad se confunde con el simple deseo.

Voluntad es algo que va más allá, que arranca de lo más profundo de sí mismo. Es una poderosa “presión” interna que es la manifestación visible de lo que el individuo se propone realizar. Es muy acertada la expresión “tener fuerza de voluntad” ya que se emplea para referirse al hombre que se impone una rígida disciplina como medio de lograr un fin determinado.

Esta fuerza o capacidad de autodominarse se manifiesta en forma muy variable en las distintas personas. Algunas tienen mucha y otras carecen casi completamente de ella. El triunfo en la vida depende en gran parte de la fuerza de voluntad del individuo, de la capacidad de perseverar, de trabajar rudamente cuando otros flaquean, de sobreponerse a las situaciones desagradables, a la miseria y al fracaso.

Existen personas de una gran inteligencia y de una exquisita sensibilidad, pero que no pueden abrirse paso en la vida porque les falta el poder de la voluntad.

Por el contrario, vemos que aquéllos que triunfan en la industria y en el comercio no siempre brillan por su gran inteligencia, sino más bien por su constancia, su dedicación absoluta al trabajo y su fuerte personalidad, que utilizan para imponerse sobre sus competidores. Muchas veces el sujeto mal educado, obtuso e insensible está más capacitado para el triunfo que aquél de gran cultura y sensibilidad, ya que no existe en él el temor a herir a los demás o molestarles con demandas de tipo comercial, por ejemplo. El hombre muy sensible siempre está pensando en qué va a opinar el hombre a quien visita para una entrevista de negocios o trabajo.

Esta “consideración” hacia los demás le quita todo su empuje por miedo a ser mal recibido y por temor a ser inoportuno o molestar. El “qué dirán” es causa segura de fracaso y limitación. El que así piensa tiene una personalidad pasiva y por lo tanto no puede dominar sobre otros de carácter positivo, a menos que desarrolle en él el valor, el empuje, la audacia y una absoluta falta de “consideración” hacia los demás. Es necesario comprender el sentido en el cual he usado la palabra consideración.

Es interesante comprobar la íntima relación que existe entre la voluntad y el entusiasmo. El que posee la capacidad de entusiasmarse fuertemente por algo, está muy cerca de conquistar el poder de la voluntad. Podríamos decir que la fuerza de voluntad es un “entusiasmo contenido, sostenido y razonado”.

La abulia o falta de voluntad se caracteriza por una absoluta indiferencia por todo, falta de amor propio, falta de interés en sí mismo y en los demás.

El frío e indiferente no puede jamás influir en otros para que le presten ayuda o apoyo en algo, ya que no les comunica la vibración anímica del entusiasmo, y cuando vemos a alguien falto de entusiasmo por algo, pensamos que no está convencido de la bondad o calidad del producto o de la idea que quiere vender. Este hombre no puede venderse a sí mismo, no logra mostrar sus valores ocultos.

PLAN DE EJERCICIOS
1) Ejercicios físicos intensivos de acuerdo con la capacidad del estudiante. Éstos pueden variar desde el levantamiento de pesas a la gimnasia de cualquier índole. En cualquier tratado de educación física se encontrarán los ejercicios adecuados a la contextura y edad.

2) Cinco a diez minutos de respiraciones profundas por la mañana. De pie, extendiendo los brazos hacia los lados al inhalar, se retiene el mayor tiempo posible y se exhala por la boca bajando simultáneamente los brazos hasta llegar al reposo.

3) Sentado en una silla con las manos fuertemente entrelazadas se respira profundamente tratando de concentrarse en lo que se va a decir y se repite la siguiente sugestión en forma decidida y enérgica: “Mi voluntad es fuerte y poderosa – Mi voluntad es fuerte y poderosa – Mi voluntad es fuerte y poderosa. Todo cuanto yo quiera he de realizarlo porque soy un centro de acumulación de vida, fuerza y poder”.

4) Sentarse en una silla bien erguido con la columna vertebral bien derecha y las manos entrecruzadas, las piernas juntas y mantenerse completamente inmóvil por el mayor tiempo posible. La inmovilidad debe ser total y completa.

5) En un momento de gran cansancio físico, al llegar a la casa a descansar, salir nuevamente y caminar algunos minutos. Durante esta caminata repetir mentalmente “ejecuto este sacrificio para que mi fuerza de voluntad crezca cada día más y más”.

Como normas generales de desarrollo se pueden dar las siguientes: jamás ceder a todos los deseos que se presenten durante el día. Un deseo es una fuerza muy poderosa, fuerza que se extingue junto con la satisfacción de él. Si rehusamos entonces la satisfacción de varios deseos y retenemos esta fuerza dejándolos en suspenso, tenemos en nuestras manos una poderosa energía que acrecienta nuestro magnetismo personal.

El cuerpo físico es igual a un caballo que hay que tener con la rienda muy corta para que no se desboque. Si se le da el gusto en algo, comienza a pedir más y no se satisface nunca. Es preciso tener en cuenta especialmente un control absoluto con la comida, el alcohol y el cigarrillo, que son tentaciones muy fuertes que se presentan a cada instante. Toda tentación a la cual se sucumbe, es una fuerza que se pierde. El sueño debe ser cuidadosamente regulado, evitando el dormir más de lo necesario. Al despertar en la mañana se debe evitar cuidadosamente la costumbre de quedarse semi dormido o soñando despierto, ya que esta costumbre introduce el desorden en la imaginación, desorden que se traduce posteriormente en lo físico. Evitar en lo posible todos aquellos actos inconscientes y mecánicos, tales como comerse las uñas, dar golpecitos con la punta del pie en el suelo, balancearse cuando se está de pie, y otros que advertirá cada uno. Procurar estabilizar la actividad anímica, es decir, no pasar bruscamente de la alegría a la tristeza. Mantenerse en todo momento tranquilo y sereno.

A medida que se vayan controlando la emotividad y las manifestaciones impulsivas, se irá obteniendo una voluntad más fuerte que se impondrá fácilmente sobre la fuerza negativa o inercia.

Un hábito que se debe desarrollar al máximo a fin de alcanzar una fuerte voluntad, es el orden. Trazarse de antemano un plan de trabajo para cada día, que no se debe alterar o cambiar por nada.

Acostumbrarse a cumplir siempre con aquello que uno se propone por pequeño que esto sea. El que no es capaz de cumplir sus propias decisiones, se convierte en un juguete de la Naturaleza.

Sentirse en todo momento el amo, dueño y señor del cuerpo a quien se puede mandar en todo momento para que ejecute lo que uno quiere.

Sobra decir que una persona con vicios, cualesquiera que éstos sean, no puede adquirir una poderosa fuerza de voluntad; de manera que todo aquél que esté esclavizado a un vicio debe extirparlo buscando las raíces o causas que lo motivaron. Los vicios, malos hábitos y complejos son verdaderas cadenas que paralizan totalmente la voluntad.

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EDUCACIÓN Y DOMINIO DEL SEXO
Por costumbre, el hombre usa de su sexo en cualquier momento en que experimenta el deseo sexual y no se preocupa por metodizar o reglamentar su función creadora.

Su instinto sexual ejerce tal dominio sobre él que puede obligarlo a procrear en el momento en que este instinto despierta.

Con su deseo sexual le sucede exactamente lo mismo que con otros deseos, es decir, se produce una “identificación” de fatales consecuencias para su conciencia.

¿Existe alguien que pueda permanecer consciente en el momento del espasmo sexual?

Justamente en la pérdida de conciencia que se produce en ese instante reside el único “pecado” del sexo, ya que lo sexual como todo, tiene su doble aspecto positivo y negativo. La manifestación negativa la encontramos cuando se produce el dominio del instinto sexual sobre la voluntad y la conciencia. Ésta es la caída de Adán. Su manifestación positiva se produce en el hombre totalmente posesionado de sí mismo que usa de su sexo solamente cuando su conciencia lo permite.

El aspirante a la superación debe convertirse en el amo de su instinto sexual a fin de encauzarlo en una vibración de pureza y elevación espiritual.

Cuando se tienen relaciones sexuales impulsado solamente por la pasión instintiva que busca sólo la satisfacción del deseo material, se producen funestas consecuencias para ambos amantes ya que abren su psiquis a vibraciones puramente pasionales y materialistas. Al penetrar esta vibración queda sembrada la semilla de la desgracia y la infelicidad.. Toda relación sexual en que no exista la íntima comunión de un profundo y verdadero amor, de una gran atracción y armonía espiritual, es inútil e inconveniente.

No solamente debe existir la unión de los cuerpos sino también la de las almas y aun de los espíritus.

El sexo es el más importante factor de buena o mala suerte en el hombre, puesto que la mujer representa para él la Naturaleza que es la que le brinda sus bienes.

La mujer pasional, histérica, egoísta y celosa trae “mala suerte” al hombre, pues le transmite sus vibraciones discordantes haciendo que él encuentre en la vida algo similar a esto que ella le ha irradiado. Este tipo de mujer no ama realmente a su compañero sino que anhela poseerlo para tenerlo bajo su dominio. Con mucha más frecuencia de lo que pensamos, el fracaso de un hombre se debe a que su mujer adolece del complejo de Diana. Se ha producido en ella un verdadero trastrocamiento de sexo que la lleva a actuar en el campo de la energía como macho, haciendo asumir al hombre por lo tanto el papel de hembra, y como hembra en cuerpo de macho será imposible que se abra paso en la vida porque le faltará lo activo, o sea el magnetismo masculino irradiante.

Esta mujer al proceder así comete un verdadero pecado porque va en contra de las leyes de la Naturaleza al perder su femineidad, y es por esto que siempre recibe el castigo de la Naturaleza en una u otra forma, castigo que podrá eludir solamente al recuperar su femineidad a través de una rígida disciplina psicosexual. El intercambio de magnetismo psicosexual entre hombre y mujer encierra secretos tan grandes que asustan por su alcance. Estas enseñanzas se pueden impartir solamente a personas de probada moralidad y acendrado amor a la Humanidad que ingresen a una escuela oculta bajo la dirección de un verdadero maestro.

En este libro se pueden dar solamente conocimientos de orden general ya que es un texto de pública circulación.

Cuando un hombre vea que lo persigue la “mala suerte” debería examinar detenidamente la calidad de la unión sexual que mantiene con su compañera y fácilmente podrá descubrir las causas de su problema. Igual cosa se puede decir con respecto a la mujer.

Lo más funesto que puede existir en las relaciones de una pareja es la oscilación pasional que se produce entre la unión sexual y los altercados.

En un gran porcentaje sus relaciones íntimas se reducen a la siguiente secuencia: unión sexual-altercado, altercado-unión sexual.

Si supieran la forma en que limitan sus posibilidades al mantener esta situación, se abstendrían cuidadosamente de caer en esto.

Cada riña conyugal es la simiente de ruina, escasez, desgracia y “mala suerte” que se materializarán fatalmente al cumplirse el período de fructificación de esta simiente.

Sin saberlo entonces, hay mujeres que aplastan al hombre asfixiándolo hasta que lo convierten en un ente sin personalidad, en un sujeto vencido que se limita a obedecer lo que esta mujer le impone. Este tipo de mujer es aquélla de carácter dominante que subconscientemente desea llegar a poseer hasta los pensamientos de su compañero y con su actitud le absorbe todo su magnetismo etérico-viril.

Todos los hombres tímidos son así porque su madre era muy dominante o porque su esposa los tiraniza.

La mujer que eleva al hombre y le da “buena suerte”, que le abre el camino en la vida y lo hace triunfar, es aquélla que se entrega totalmente a él, tanto física como espiritualmente.

Esta mujer ansía dar antes que recibir, se da por completo a su compañero, lucha por él, está siempre a su lado en los momentos difíciles. Tiene la inteligencia necesaria para persuadirlo sin pretender dominarlo. Diana ansía tener al hombre de rodillas a sus pies; la otra quiere verlo convertido en un ser superior que le tienda la mano para apoyarla en todo sentido.

Con el hombre sucede exactamente lo mismo ya que existen estos dos tipos: el que sólo quiere tener una esclava y el que anhela formar una real esposa consciente del verdadero papel que le corresponde en el hogar.

Por lo tanto el que desea superarse y triunfar debe regularizar y reglamentar su actividad sexual de acuerdo con un plan trazado de antemano, de común acuerdo con su compañera.

Cuándo se debe hacer abstención de actividad sexual:
Al encontrarse emocionalmente alterado por algo, con más razón después de una riña. Cuando se haya bebido demasiado alcohol. Cuando la mujer se encuentra en su período menstrual o inmediatamente después. Cuando no existe una atracción sentimental y espiritual. Cuando se acaba de visitar a un enfermo. Cuando alguno de los dos se encuentra enfermo. Cuando la mujer está encinta.

Debe existir una completa tranquilidad y armonía para llevar a cabo la unión sexual y el acto mismo debe rodearse de la mayor pureza y delicadeza posible, absteniéndose cuidadosamente de “refinamientos” que llevan en forma segura a la impotencia y frigidez.

En todo momento mientras dure el acto se procurará estar total y completamente posesionado de sí mismo sin abandonarse a la sensualidad.