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13 Agosto 2008

Hace unos años tuve la oportunidad de pisar Tierra Santa, en concreto, la ciudad de Jerusalén. Estar allí y pasear por lo que fue el Vía Crucis del hombre más importante que haya hollado esta tierra, estuvo cargado de emociones. Por supuesto no hice ni caso de la supuesta ubicación del Gólgota o la posible tumba de Jesús, recreaciones burdas para atraer a turistas. En mi maleta estaban los primeros libros de la serie Caballo de Troya, del vapuleado y no sin razón, J.J.Benítez, más fieles a la que pudo haber sido la historia original.

Cómo no, lo que pudo suceder allá hace 20 siglos, debió ser algo más grande que lo que nos cuenta esa máquina de hacer dinero, que siempre fue la Iglesia Católica. No por ello lo que conocemos como el Antiguo Testamento deja de ser un libro interesante. Siempre afirmo que es una obra histórica, y que debería tomarse como rigurosa en sus ambientaciones; y lo mismo sucede con los evangelios. Ni qué decir de los llamados Evangelios Apócrifos, fuentes más que fidedignas de historias que fueron censuradas por el Vaticano y ciertos Papas, porque no encajaban con las explicaciones que ellos deseaban. Sin embargo, para lo que ellos querían, se tomaban como ciertos los cuentos de los Evangelios Apócrifos. Y si no, ¿de dónde se cree el incauto que salió la historia de los Reyes Magos y los presentes para el niño rey? Un punto para quien me diga en qué apócrifo se cuenta este relato.

Si a todo ello sumamos los escritos del historiador judío Flavio Josefo, o la enorme ampliación que supuso el Libro de Urantia, tendremos una historia más inverosímil que la narrada a través de tantos siglos.

Hará ya casi 20 años, cuando comenzaban mis viajes por el misterio, tuve la oportunidad de pisar esa tierra, acercarme hasta el Mar Muerto, y perseguir al nazareno hasta un olvidado sepulcro en Cachemira, la India. Otra historia fantástica, cuyas bases se asientan en un comentario que hace el profeta Mahoma en lo que conocemos como El Corán.

En aquella Israel que tuve oportunidad de conocer, un amigo, alguien relacionado con ciertos servicios secretos, me regaló un CD-ROM, un compacto que contenía fotografías de un extraño códice del siglo X, un manuscrito que reproduce partes del Génesis y el Exodo. Y ese manuscrito, sus más de 200 páginas, son las que reproduzco en absoluta primicia para los lectores de este blog. Jamás se han visto publicadas estas imágenes. Y he aquí que las rescaté del olvido, encontradas en ese CD-ROM que amontonaba polvo en uno de los estantes de mi biblioteca. Las he colgado en uno de los álbumes que tengo en Picassa. Sólo debes hacer clic en la foto para comenzar el carrusel de imágenes.

Pulsa en la imagen para abrir un enlace donde podrás consultar el manuscrito

La parte que más me llamó la atención en el Génesis son sus comienzos, esa referencia que se hace a los Nefilim. Traducido del sumerio quiere decir “los que bajaron del cielo” o también “los gigantes”. ¿Gigantes durante la Creación? ¿Un pueblo de dioses venidos del espacio que se mezclaron con los descendientes de Adán y Eva? ¿Acaso la Iglesia ortodoxa no supo darse cuenta de esta fallo y acallarlo? ¿Cómo es posible?

Pero mejor copio (y corrijo) lo que puede leerse en el blog de Némesis Sebaot, en relación a un libro de Zacarías Sitchin, que trata este apasionante tema. Que cada cual saque sus propias conclusiones, leyendo o buscando esa obra llamada “El duodécimo planeta“.

Los Annunaki (tambien llamados Annuna – Hijos de An) fueron los dioses confinados en el mundo subterráneo; también se dice que vivían en Dulkug o Dulku , el “montículo santo”. En el texto sumerio sobre “El descenso de Innana al Mundo Bajo” se identifica a los Annunaki como los siete jueces del Mundo Bajo.

La leyenda sumeria dice que existe un planeta no descubierto en nuestro sistema solar, llamado Niburu por los sumerios, y que tiene una órbita elíptica similar a la de un cometa, que tarda 3600 años en dar una vuelta completa alrededor del sol.

Sitchin, así como otros investigadores sostienen la teoría de que los antiguos sumerios conocían la existencia de todos los planetas del Sistema Solar, desde Mercurio a Plutón (este último descubierto a principios del siglo XX). Ellos creían en la existencia de un planeta más, con una órbita alrededor del Sol gigantesca (cada 3.600 años), del cual procedían los “Annunaki”, los dioses de su panteón y que en sus principios fueron el génesis de la vida sobre la Tierra y la causa de la rápida evolución del hombre en nuestro mundo mediante intervención genética.

Los habitantes de este planeta, eran los Annunaki (Sitchin les denomina Nefilim). La razón real por la que los Annunaki bajaron a la tierra está confusa. Sitchin opina que vinieron en busca de metales que se estaban agotando en su planeta, aunque otros autores que han desvelado las tablillas sumerias tampoco lo dejan entrever muy claro.

Según la tradición sumeria, los Annunaki crearon a los hombres para que les sirvieran. De alguna forma utilizaron a los hombres como esclavos.

La creación del hombre según los mitos sumerios es muy parecida a la biblia. Al parecer, un dios sumerio llamado Enki tomó arcilla y le dio forma, por invitación del dios Nammu; aunque las primeras formas no fueron satisfactorias.

Los humanos veían a estos seres como dioses, ya que eran inteligentes, poseían muchas tecnologías y conocimientos y tenían una gran longevidad, aunque eran mortales. Estos seres fueron llamados por los sumerios Annunaki. El término que menciona la Biblia es Nephilim (recordemos que la Biblia es una copia de las tradiciones sumerias), aunque algunas traducciones erróneas del término traduce éste como “gigantes”.

Según los sumerios, sus dioses (estos seres) bajaron a la tierra desde el cielo, mucho antes de la llegada de la humanidad. Para los sumerios, al igual que para otros muchos pueblos de la antigüedad, sus dioses fueron seres de carne y hueso que un díahabitaron entre ellos y de los que aprendieron numerosas actividades y normas de convivencia.

Ellos vinieron como colonos y explotadores, hicieron de la Tierra su hogar y empezaron a construir ciudades, ciudades que asociaron a funciones determinadas y que estaban gobernadas por los dioses.

Es sabido que cada ciudad sumeria disponía de un dios y una diosa protectora; esto puede interpretarse como que el gobierno de estas ciudades estaba encargado a parejas de dioses.

Otra evidencia de estos llamados dioses, o seres reales, está en la lista de reyes, en las dinastias antidiluvianas , con edades de sobernaía asombrosas, que se medían en sars (equivalentes a 3600 años).

Es curiosa la coincidencia de 3600 años, ya que un sar es el equivalente a un año de Niburu (el planeta de los Annunaki).

También es curiosa la coincidencia con la matemática sumeria, basada en un sistema sexagesimal (multiplos de 60; 60×60=3600), que ha sido el origen de la forma que tenemos de medir el tiempo (hh mm ss) y la base de la trigonometría (360 grados).

Si se tiene en cuenta la lista real sumeria, y se consideran los sar de 3600 años, sucede que el periodo antidiluviano, que empezó con la llegada de los Annunaki fue hace 450.000 años. Esto hace suponer que los Annunaki vivieron en la Tierra muchos años, sin la actual civilización humana, y que ésta apareció al finalizar el reinado de los Annunaki.

Por otra parte Sitchin, cree que el paraiso era un jardín de los Nibiru, y que el Arbol de la Ciencia era el árbol que nos permitió procrear, ya que al ser hibridos de Annunakis y Hommo Erectus, eramos incapaces de hacerlo. Según esto los Annunaki no querían que los hombres se reprodujeran y cuando lo consiguieron los echaron del Paraiso.

Debemos recordar que los mitos sumerios hablan de un Paraiso llamado Dilmun descrito en el mito de “Enki y Ninhursag”. Dilmun es una tierra pura, brillante y santa, regada por 4 ríos de agua dulce, llena de lagos y palmeras y árboles. En Dilmun los dioses parían sin dolor.

Para justificar el origen extraterrestre de los conocimientos Annunaki, Sitchin se apoya en dos interpretaciones de arte sumerio, dos restos arqueológicos.

Primera : La estela de Naramsin. Esta estela celebra la victoria de Naramsin sobre sus enemigos en el campo de batalla. El propio rey ocupa la figura central pisoteando a sus contrincantes con una lanza en su mano derecha, mientras observa desafiante a lo que parece ser una montaña con un extraño diseño cónico y sobre la cual a su vez se pueden apreciar claramente al menos, dos cuerpos celestes; aunque se adivina un tercero un tanto deteriorado, arriba del todo.

Sitchin cuestiona que la figura central de toda esta escena sea la del Rey Naramsin. Los dioses sumerios, al igual que otros muchos de la zona, siempre eran representados con un casco con cuernos, como el de la figura y que supuestamente representa al soberano de Akkad.

También llama la atención la presencia de “dos soles” (o más) en el firmamento, precisamente sobre la cumbre de una no menos sorprendente montaña, y que Zecharia Sitchin asocia más a la figura de un cohete, por muy fantástico que pueda parecer.

Segunda: Hay un sello del tercer milenio a.C., conocido con el nombre de VA/243. A la izquierda entre dos figuras se aprecia lo que Sitchin ha identificado como el Sistema Solar, en una muestra clara de los elevadísimos conocimientos astronómicos de los sumerios.

“……Al observar detenidamente una ampliación del Sistema Solar representado sobre el cilindro VA/243, se puede observar que los “puntos” que rodean la estrella son de hecho esferas. Al pequeño Mercurio le sigue un Venus más grande. A la Tierra, del mismo tamaño de Venus, le acompaña una Luna pequeña. A continuación, en dirección contraria a las agujas del reloj, se ve a Marte, más pequeño que la Tierra aunque más grande que la Luna o Mercurio. Luego la antigua representación muestra un planeta desconocido para nosotros, bastante más grande que la Tierra aunque más pequeño que Jupiter y Saturno, que se observan claramente a  continuación. Más adelante, otra pareja concuerda perfectamente con nuestros Urano y Neptuno. Por último, también se encuentra allí el pequeño Plutón, aunque no donde lo ubicamos en la actualidad (después de Neptuno), sino entre Saturno y Urano……”

Las anomalías detectadas con el nuevo planeta entre la Tierra y Jupiter, y la extraña ubicación de Plutón, corresponderían a la irrupción cada 3.600 años de un planeta extrasolar que en sus origenes desvió la órbita de Plutón a su actual posición y que chocó seguidamente con un planeta situado donde se encuentra el cinturon de asteroides, que serían los restos de esa colisión.

Posteriormente, lo que quedó del planeta acercó su órbita al Sol, y sería nuestro actual mundo, la Tierra.

Los antiguos sumerios llamaban al planeta del que se desgajó la Tierra, Tiamet, y al planeta intruso que originó el choque, Nibiru, de donde procedían sus dioses. Según la mitología sumeria, de este choque surgió la vida en la Tierra. Hoy en día, son muchos los científicos que opinan que la vida en la Tierra tal vez tuvo su inicio por la presencia de organismos extraterrestres procedentes de meteoritos u otros cuerpos del espacio exterior que impactaron hace millones de años sobre ésta.

El profesor Marco A Reinoso, sobre las ideas de Sitchin, avanza esta cronología de Annunaki, que sirve como resumen:

Hace 450,000-445,000 años: Los Nefilim arribaron a la tierra “Ki” procedentes del planeta Marduk, se establecieron en la antigüa Mesopotamia; cuando arribaron, algunas áreas del planeta estaban cubiertas por el hielo y glaciares. 432.000 (120 Shar), años han pasado entre el primer descenso de los Nefilims en la tierra y el diluvio.

Hace 415,000 años: “Enki”, un Nefilim, se estableció en la ciudad de Larsa.

Hace 400,000 años: Sobreviene un gran período interglaciar, Enlil, otro Nefilim, arriba a la tierra “Ki”, y establece rutas marítimas hacia el sudeste de Africa, organizando la extracción del oro en las minas.

Hace 360,000 años: Los Nefilim establecen el gran centro metalúrgico Bad-Tibira para trabar y moldear el oro para los componentes espaciales.

Hace 300,000 años: Anunaki , Enki y Ninhursag, otros Nefilim, intervienen en la genética de algún mono para crear a los trabajadores primitivos que utilizarán en la extracción del oro en las minas.

Hace 25,000 años: El homo-sapiens se multiplica y se esparce por otros continentes.

Hace 13,000 años: Los Nefilim regresan definitivamente a su planeta dejando al reino humano morir. Sobreviene el gran diluvio universal abruptamente sobre el planeta y dando por terminada la era glacial.

Hoy sigue siendo un misterio para la ciencia elestablecer el origen de la civilización sumeria, aparecida de la noche a la mañana, con una estructura social extremadamente compleja. La agricultura, la metalurgia, la alfarería, la música, la medicina, las leyes, etcétera, alcanzaron una dimensión totalmente desconocida en un período brevísimo de tiempo, después de más de dos millones de años de una evolución aparentemente lenta y sin grandes sobresaltos, en la que el hombre había estado más cerca de un estilo de vida animal.

El libro completo de Zecharias Sitchin, junto a las imágenes mencionadas más arriba, puede leerse en español, en esta dirección: http://www.bibliotecapleyades.net/sitchin/planeta12/12planet_index.htm#menu