El refugio

From: MINERO16  (Original Message) Sent: 01/02/2004 11:06
El término “refugio” en el budismo tiene múltiples significados; aparte de su significado profundo, desconocido para el principiante como yo, se considera como el comienzo del camino, la continuación y su meta

Visto desde fuera, con los ojos de los que no son practicantes, la toma de refugio es simplemente un corto ritual, recibido de las manos de un Lama que inicia a una persona en el budismo. En realidad se puede llamar a una persona “budista” si está practicando los métodos dejados por el Buda. La base de hacer estas prácticas es el profundo entendimiento de lo que realmente significa el refugio.

¿Qué significa el refugio budista?

Me acuerdo de una situación: durante un curso un amigo mío quería acercarse al Lama. Le hice una pregunta práctica “¿Quieres tomar el refugio?” El me miró asombrado y respondió: “¿Refugiarme? ¿Por que? ¡No huyo de nada!”. Cierto, no huimos de nada, no hay nada que nos persiga, lo que pasa es que siempre estamos persiguiendo algo, y no nos damos cuenta que el valor de ese “algo” siempre tiene un límite, no es duradero. ¿A lo mejor en esta inacabable caza de nuestros deseos estamos huyendo de algo, que tiene Importancia escrita con “I” mayúscula?

En sentido corriente entendemos la palabra “refugio” como una cosa que nos da la sensación de seguridad. Nuestro refugio pueden ser los padres, los amigos, la pareja, el trabajo, la casa, los bienes materiales y muchas otras cosas. Y cuando nos pasa a menudo que perdemos de repente este “punto de apoyo” -perdemos la pareja, el trabajo, se nos muere la persona más querida, perdemos el dinero- y en consecuencia caemos en crisis para luego tomar el paso siguiente -intentamos salir de esta crisis recuperando lo perdido por algo nuevo: encontrar otra pareja, nuevo trabajo, otros amigos-. En esta búsqueda ponemos todo nuestro empeño, toda nuestra energía y de este modo convertimos la vida en una inacabable lucha por conseguir la felicidad que está fuera de nosotros. No niego la necesidad de estos esfuerzos, pero cuando nos identifiquemos plenamente con esta lucha al fin y al cabo nos espera una gran decepción en el momento de nuestra muerte, porque todo el capital  que hemos generado durante la vida: todos los conocimientos, los títulos y grados científicos, cuentas bancarias etc. no nos servirán para nada. Buda también pasó por una crisis parecida. Impactado por ver la muerte y sufrimiento, abandonó su refugio mundano -el palacio de sus padres, el mundo artificialmente feliz, (que puede ser metáfora de lo que es nuestra inocente infancia o nuestra ignorancia)- en búsqueda de la felicidad sin límite.  Hay dos estrategias para salir de la crisis, cuando se nos derrumban neutros valores: una, la que tomamos todos “por defecto”, mencionada anteriormente, de reemplazar nuestras pérdidas y otra, hacernos la pregunta que se hizo el Buda: ¿Existe algo realmente duradero, algo en lo que nos podemos “apoyar” sin temer, que se puede perder o morir?  El suponía que tiene que existir algo permanente y gozoso en este mundo “contaminado” por la impermanencia y el  sufrimiento.

Este empeño fue el único refugio en su camino hasta que encontró lo que estaba buscando. Nosotros, los que decidimos comenzar el camino espiritual seguimos los pasos del Buda – en primer lugar entendemos que “apoyarnos” siempre en las cosas mundanas no nos libera del sufrimiento ni nos lleva a conocer quién somos realmente, y sentimos la necesidad de “refugiarnos” en los valores que son o representan lo que es permanente, hasta que logremos el mismo estado al que llegó el Buda.

En el budismo tibetano tomamos refugio en “tres joyas”: en el Buda, el dharma y en la sangha (sánscrito).  El Buda no es ningún ser externo,  es nuestro estado de “despertar”, nuestra naturaleza íntima, es el reconocimiento de que la mente es indestructible, es el espacio y el gozo. Es nuestra propuesta para el comienzo del camino y nuestra meta. El dharma significa las enseñanzas que nos dejó el Buda. En total son 84000 y se les puede comparar con la farmacia dónde se encuentran las medicinas para todo tipo de enfermedades. El sangha son nuestros amigos en el camino, sin ellos no sería posible ni mantener las enseñanzas vivas ni seguir en la práctica sin confrontar si hemos tomado el rumbo correcto. En el Camino del Diamante tomamos el refugio en el cuarto elemento, en el Lama, que es la figura más importante en este nivel de enseñanzas. El representa las tres joyas del refugio, poder de todos los budas y la mente iluminada, es la fuente de inspiración, la protección y la bendición.

Me imagino, que muchos de los lectores de este artículo pueden estar de acuerdo en que nuestros “refugios” cotidianos carecen de permanencia y pueden sentir la necesidad de la búsqueda de otros valores duraderos. A muchos de nosotros nos conmueven las palabras del Lama, cuando nos habla de este tema, decidimos de repente cambiar algo en la vida, pero… ¿si esta visión la tenemos viva, clara en cada momento de nuestra vida diaria?  La almacenamos en la cabeza, como otra idea, otro concepto, pero nos queda lejos todavía hacerla parte de nosotros, “bajarla de la cabeza al corazón”. Esto lo podemos conseguir solamente durante la meditación.  Por esta razón la primera práctica recomendada a los principiantes esta basada en meditar sobre un tipo de mandala en forma de un árbol, llamado “árbol de refugio”. Y cuando terminamos esta práctica, no nos despedimos del refugio budista; siguiendo nuestro camino lo repetimos en cada meditación, hasta que consigamos la meta