El silencio-2843

Osho

EL SILENCIO

El silencio es la explosión de la inteligencia.
Silencio quiere decir: dentro de tí, eres sólo
espacio, espacio sin estrépitos. Silencio quiere decir
que has puesto a un lado todo el mobiliario de la
mente – los pensamientos, los deseos, las memorias,
las fantasías, los sueños — todo lo has empujado al
lado. Estás mirando la existencia directamente,
inmediatamente. Estás en contacto con la existencia
sin nada entre tí y la existencia. Eso es silencio….

El silencio se puede escuchar. Y cuando lo escuchas
hay un entendimiento inmediato. El entendimiento viene
como una sombra siguiendo el silencio. Entender las
palabras y escuchar las palabras es muy simple.
Cualquiera puede hacerlo: sólo se necesita un poco de
educación sobre el lenguaje, no mucha. Pero se
necesita una transformación tremenda para escuchar al
silencio y entender el silencio. El silencio tiene que
surgir de tu ser mismo.

Hay dos tipos de silencio: uno es el que cultivas, el
otro es el que llega. Tu silencio cultivado es nada
más que la bulla reprimida…. Lo puedes lograr con la
práctica pero es como sentarte encima de un volcán
–el cual puede estallar en cualquier momento, por
cualquiera pequeña excusa. Esto no es verdadero
silencio, sino un silencio forzado.

El silencio que se origina de tu ser mismo, que no se
impone ni desde afuera ni desde adentro pero que llega
justo al contrario — llega, surge desde adentro hacia
las afueras, se origina del centro hacia la
circunferencia…. ese es un fenómeno totalmente
diferente.

El silencio que nace así, es tan grande que puede
contener las palabras, puede contener el habla. Nada
puede perturbarlo, es un silencio que no tiene miedo
de las palabras. Hay gente que no habla, que parece
estar en silencio. Su silencio parece estar en contra
del habla — y un silencio que se pone en contra del
habla todavía es parte del habla. Es una ausencia: no
es una presencia.

¡La ausencia del habla no es mi silencio! El silencio
es una presencia. Te puede hablar. Te puede cantar.
Tiene una energía tremenda. No es vacuo, es una
realización.

El verdadero silencio no es el silencio del
cementerio, no es el silencio de la muerte. Es el
silencio de la vida, un silencio pulsando con la vida,
que al pulsar es positivo, afirmativo. Es un gozo. No
es la ausencia de la preocupación. Es la presencia del
éxtasis.

Uno puede escapar y lograr un cierto silencio — pero
sólo será una ausencia de tensión, que no es nada
especial. El silencio verdadero tiene que existir en
la plaza del mercado, en la muchedumbre, ¡en plena
rumba! Cuando nada te distrae, cuando nada te
perturba, estás centrado. Sé en el mundo, deja que el
servir a la gente sea tu meditación y luego
encontrarás que llegas al silencio. No escapes, no
busques el silencio en el aislamiento o en lugares
solitarios. Puedes llegar al silencio, puedes ser
meditativo — dentro del mundo.

Aprende el silencio. Con tus amigos, con tus amantes,
con tu familia, de vez en cuando siéntate con ellos en
silencio, sin chismear, sin hablar. Deja de hablar y
no sólo afuera — acaba con el monólogo interior.
Siéntanse y no hagan nada, sólo siendo presencias unos
para otros. Pronto encontrarán una nueva manera de
comunicarse a través del silencio.

El silencio tiene que pasar por tres puertas: Una es
la más periférica: el habla. Habla telegráficamente.
Habla lo esencial. Te darás cuenta que noventa por
ciento de tu habla es inútil; sólo necesitas diez por
ciento. Pero ese diez por ciento será más efectivo,
más significativo.

El primer paso es hablar lo esencial, sé telegráfico.
Luego el segundo paso: piensa sólo lo esencial y te
sorprenderá. Noventa y nueve por ciento es algo
innecesario; sólo uno por ciento es esencial y ese uno
por ciento quizás, tal vez, pero lo demás es todo
estiércol de vaca sagrada.

Deja de pensar innecesariamente sobre cosas
innecesarias.

Dejando de pensar lo inútil te ahorrará tanta energía
que se puede tomar el tercer paso. El tercer paso es
lo más sutil: sentir sólo lo esencial. Y si llegas a
lo esencial entonces hay sólo amor. La rabia, la
codicia, la lujuria — todas esas cosas no son
esenciales. Son parásitos, te están explotando. Cuando
llegas a lo esencial sólo queda el amor. Y cuando tu
corazón es sólo amor tu puedes entrar al centro mismo
del silencio.

Hay que pasar por estas tres cosas:
la parte de afuera de la mente: el hablar
la parte interior de la mente: el pensar
y la parte más interior: el sentir.

Y cuando has pasado por todas; luego hay silencio.
Y ese silencio es la puerta para encontrar lo divino.

Tanto como tu silencio crece, tu amabilidad y amor
crecen; tu vida se transforma en una danza de momento
a momento, en un regocijo, en una celebración.