Los chamanes son los contadores de historias

De: Alias de MSNThe_dark_crow_v301  (Mensaje original) Enviado: 22/07/2005 12:08

los chamanes son los contadores de historias.

1 de marzo .-Muchos fenómenos inusitados nos indicaban
ahora que estábamos entrando en una región de
maravilla y novedad. Una alta cordillera de leve vapor
gris aparecía constantemente en el horizonte sur,
fulgurando a veces con rayos majestuosos, lanzándose
de este a oeste, y otros en dirección contraria,
reuniéndose en la cumbre, formando una sola línea. En
una palabra, mostrando todas las variaciones de la
aurora boreal. La altura media de aquel vapor, tal
como se veía desde donde estábamos, era de unos
veinticinco grados. La temperatura del mar parecía
aumentar por momentos, alterándose perceptiblemente el
color del agua.

2 de marzo.-Hoy, gracias a un insistente
interrogatorio a nuestro prisionero, nos hemos
enterado de muchos detalles relacionados con la isla
de la masacre, con sus habitantes y con sus
costumbres; pero ¿puedo detener ahora al lector con
estas cosas? Sólo diré, no obstante, que supimos por
él que el archipiélago comprendía ocho islas; que
estaban gobernadas por un rey común, llamado Tsalemon
o Psalemoun, el cual residía en una de las más
pequeñas; que las pieles negras que componían la
vestimenta de los guerreros provenían de un animal
enorme que se encontraba únicamente en un valle, cerca
de la residencia del rey; que los habitantes del
archipiélago no construían más barcas que aquellas
balsas llanas, siendo las cuatro canoas todo cuanto
poseían de otra clase, y éstas las habían obtenido,
por mero accidente, en una isla grande situada al
sudeste; que el nombre de nuestro prisionero era
Nu-Nu; que no tenía conocimiento alguno del islote de
Bennet, y que el nombre de la isla que había dejado
era Tsalal. El comienzo de las palabras Tsalernon y
Tsalal se pronunciaba con un prolongado sonido
silbante, que nos resultó imposible imitar, pese a
nuestros repetidos esfuerzos, sonido que era
precisamente el mismo de la nota lanzada por la garza
negra que comimos en la cumbre de la colina.

3 de marzo.-El calor del agua es ahora realmente
notable, y su color está experimentando un rápido
cambio, no tardando en perder su transparencia,
adquiriendo en cambio una apariencia lechosa y opaca.
En nuestra inmediata proximidad suele reinar la calma,
nunca tan agitada como para poner en peligro la canoa;
pero nos sorprendemos con frecuencia al percibir, a
nuestra derecha y a nuestra izquierda, a diferentes
distancias, súbitas y dilatadas agitaciones de la
superficie, las cuales, como advertimos por último,
iban siempre precedidas de extrañas fluctuaciones en
la región del vapor, hacia el sur.

4 de marzo.-Hoy, con objeto de agrandar nuestra vela,
mientras la brisa del norte se apagaba sensiblemente,
saqué del bolsillo de mi chaqueta un pañuelo blanco.
Nu-Nu estaba sentado a mi lado y, al rozarle por
casualidad el lienzo en la cara, le acometieron
violentas convulsiones. Éstas fueron seguidas de un
estado de estupor y modorra, y unos quedes murmullos
de: “¡Tekeli-li! ¡Tekeli-li!”

5 de marzo.-El viento había cesado por completo; pero
era evidente que seguíamos lanzados hacia el sur, bajo
la influencia de una corriente poderosa. Y ahora,
ciertamente, hubiera sido razonable que
experimentásemos alguna alarma ante el giro que
estaban tomando los acontecimientos, pero no sentimos
ninguna. El rostro de Peters no indicaba nada de este
cariz, aunque a veces tuviera una expresión que yo no
podía comprender. El invierno polar parecía
avecinarse, pero llegaba sin sus terrores yo sentía un
entumecimiento de cuerpo y de espíritu – una sensación
de irrealidad-, pero esto era todo.

6 de marzo.- El vapor gris se había elevado ahora
muchos grados por encima del horizonte, e iba
perdiendo gradualmente su tinte grisaseo. El calor del
agua era extremado, incluso desagradable al tacto y su
tono lechoso cayó sobre la canoa y sobre la amplia
superficie del agua, mientras la llameante palpitación
se disipaba entre el vapor y la conmoción se
apaciguaba en el mar. Nu-Nu se arrojó entonces de
bruces al fondo de la barca y no hubo manera de
convencerle para que se levantase.

7 de marzo.-Hoy hemos preguntado a Nu-Nu acerca de los
motivos que impulsaron a sus compatriotas a matar a
nuestros compañeros; mas parecía dominado, demasiado
dominado por el terror para darnos una respuesta
razonable. Seguía obstinadamente en el fondo de la
barca; y, al repetirle nuestras preguntas respecto al
motivo de la matanza, sólo respondía con
gesticulaciones idiotas, tales como levantar con el
índice el labio superior y mostrarlos dientes que este
cubría. Eran negros, hasta ahora no habíamos visto los
dientes de ningún habitante de Tsalal.

8 de marzo.-Hoy flotó cerca de nosotros uno de esos
animales blancos cuya aparición en la playa de Tsalal
era mas evidente que nunca. Hoy se produjo una
violenta agitación del agua muy cerca de la canoa. Fue
acompañada, como de costumbre , por una fulgurante
fluctuación del vapor en su cumbre y una momentánea
separación en su base. Un polvo blanco y fino,
semejante a la ceniza- pero que ciertamente no era
tal- cavó sobre la canoa y sobre la amplia superficie
del agua, mientras la llameante palpitación se
disipaba entre el vapor y la conmoción se apaciguaba
en el mar. Nu-Nu se arrojó entonces de bruses al
fondo de la barca y no hubo manera de convencerle para
que se levantasen.

9 de marzo.-Toda la materia cenizosa caía ahora
incesantemente sobre nosotros, y en grandes
cantidades. La cordillera de vapor al sur se había
elevado prodigiosamente en el horizonte, y comenzaba a
tomar una forma más clara. Sólo puedo compararla con
una catarata ilimitada, precipitándose silenciosamente
en el mar desde alguna inmensa y muy lejana muralla
que se alzase en el cielo. La gigantesca cortina
corría a lo largo de toda la extensión del horizonte
sur. No producía ruido alguno.

21 de marzo.-Sombrías tinieblas se cernían sobre
nosotros; pero de las profundidades lechosas del
océano surgió un resplandor luminoso que se deslizó
por los costados de la barca. Estábamos casi abrumados
por aquella lluvia de cenizas blanquecinas que caían
sobre nosotros y sobre la canoa, pero que se deshacía
al caer en el agua. La cima de la catarata se perdía
por completo en la oscuridad y en la distancia. Pero
era evidente que nos acercábamos a ella a una
velocidad espantosa. A intervalos eran visibles en
ella unas anchas y claras grietas, aunque sólo
momentáneamente, y desde esas grietas, dentro de las
cuales había un caos de flotantes y confusas imágenes,
soplaban unos vientos impetuosos y poderosos, aunque
silenciosos, rasgando en su carrera el océano
incendiado.

22 de marzo-La oscuridad había aumentado
sensiblemente, atenuada tan sólo por el resplandor del
agua reflejando la blanca cortina que teníamos
delante. Múltiples aves gigantescas y de un blanco
pálido volaban sin cesar por detrás del velo, y su
grito era el eterno “¡Tekeli-li!” cuando se alelaban
de nuestra vista. En este momento, Nu-Nu se agitó en
el fondo de la barca; pero al tocarle vimos que su
espíritu se había extinguido. Y entonces nos
precipitamos en brazos de la catarata, en la que se
abrió un abismo para recibirnos. Pero he aquí que
surgió en nuestra senda una figura humana amortajada,
de proporciones mucho más grandes que las de ningún
habitante de la tierra. Y el tinte de la piel de la
figura tenía la perfecta blancura de la nieve.