“No somos importantes para la vida”

De: Alias de MSNThe_dark_crow_v301  (Mensaje original) Enviado: 03/06/2005 0:15

YNN MARGULIS, GEOBIÓLOGA
“No somos importantes para la vida”

Aunque no es un tema chamánico cien por cien, creo que mas de un
chaman asentiría de acuerdo a algunas afirmaciones de esta mujer.
Por eso pongo aqui una entrevista que le hizo La VAnguardia hace
unas semanas. Me fascina la idea de fondo de que “evolucion”
significa asociacion en armonia entre seres de diversas especies.
Ese respeto por todas las especies vivas, esa consciencia de que
somos un todo, un caos donde todo se inter relaciona.

Eso de saber que tenemos en el cuerpo celulas que provienen de algas
y de bacterias…eso de sabernos parientes de todo bicho
viviente…¡es lo que siempre han dicho algunos pueblos!.

———

Tengo 64 años y nací en Chicago. Soy geobióloga. Soy catedrática de
Geociencia en la Universidad de Massachusetts-Amherst. He asesorado
a la NASA en cuestiones de biología planetaria. Soy viuda de Carl
Sagan y separada de Thomas N. Margulis: tengo cuatro hijos de mis
dos matrimonios, y cinco nietos. Soy escéptica acerca del ser
humano. La naturaleza es mi religión. Este planeta es un ecosistema
de ecosistemas autorregulado en cuya base están las bacterias, ¡que
nos sobrevivirán!

Por Víctor-M. Amela – 26/01/2003
Estornuda si hay un pelo de gato cerca, y le gustan las fresitas con
nata. Esta simpática mujer, tan jovial, tan campechana, es un genio
de la biología. Esta mujer está dándole una vuelta de tuerca a la
teoría darwinista de la evolución. Un día obtendrá el premio Nobel
por ello, seguro. Y no es que Lynn Margulis contradiga a Darwin,
no: “sólo” lo completa.

¿Que diría Darwin hoy?

– No lo sé. Él no disponía de los datos y observaciones de que hoy
sí disponemos.

¿Y qué le diría usted a Darwin?

– Que en su obra él habló poco del “origen de las especies”, de la
aparición de especies nuevas. Le diría que yo atribuyo la aparición
de especies nuevas a la simbiogénesis.

¿Simbiogénesis? ¿Qué es eso?

– Generación por simbiosis. Es decir, que la generación de especies
nuevas se debe a procesos simbióticos, a simbiosis. Esto es, el
contacto físico entre dos organismos vivos distintos para cooperar,
¡acaba por generar organismos nuevos! Dos organismos acaban
fusionados en un organismo nuevo, más complejo, con los genes de
ambos: en un nuevo tipo de ser vivo.

¿Por fusión, dice?

-¡Así fue como apareció la primera célula sobre este planeta! Dos
bacterias se fusionaron… y se formó la célula con núcleo,
eucariota: ¡las células de las que están hechos todos los animales y
las plantas! Desde aquel momento, todo es ya simbiótico: la vida en
la Tierra es la resultante de una simbiosis de organismos.

¿Yo soy simbiótico también?

– Sin las bacterias de su intestino, usted moriría, por ejemplo. Y
usted ve porque en el fondo de sus ojos actúa una célula que
proviene de un tipo de alga, y que se hizo simbionte en algún
momento de la evolución animal. Y cada una de sus células existe por
simbiosis de bacterias…

Está asustándome…

– ¿Por qué? Lo que pasa es que solemos relacionar la
palabra “bacteria”, “microbio” o “germen” con enfermedad, ¡cuando
son justamente la vida!: usted es un saco ambulante de bacterias. Si
se las quitasen todas, ¡pesaría usted un 10% menos..!, y moriría,
claro.

Está usted enamorada de las bacterias, veo…

-¡Son maravillosas formas de vida! Fueron la primera forma de vida
que apareció sobre este planeta, y cuando la especie humana ya se
haya extinguido, ellas seguirán aquí.

¿Y cuándo apareció la primera bacteria sobre la Tierra?

– Hace unos 3.600 millones de años. O sea, ¡sólo 1.000 millones de
años después de que la Tierra se originara como un cuerpo rocoso con
atmósfera y océano!

Pero, ¿de dónde salió esa primera bacteria hace 3.600 millones de
años? ¿Lo sabe usted?

– Uff… Sólo podemos apuntar que hubo combinación de moléculas
hasta generarse un ser vivo, un ser capaz de duplicarse, ¡el primer
ser vivo sobre la Tierra!: una bacteria.

¿Y de aquella remota bacteria provenimos todos los seres vivos de
este planeta?

-¡Sí!

Cuesta creerlo…

– También cuesta creer que usted, compuesto de millones de células,
provenga ¡de una sola célula! fertilizada (zigoto) que existió
hace… hace muy poquitos años, ¿no?

Sí, gracias: 42 años y meses.

– ¡Y aquí está usted!

Sí, y queriendo saber cómo era aquella primera bacteria…

– Eran bacterias anóxicas: vivían sin oxígeno, porque no lo había
por entonces en la atmósfera terrestre.

¿Ah, no?

– ¡No! El oxígeno fue justamente el gas residual que empezaron a
expeler esas cianobacterias al tomar el hidrógeno del agua: al
hacerlo, liberaban un residuo, un excremento bacteriano, un gas
tóxico: el oxígeno.

¡El oxígeno, un gas tóxico!

– Para la vida de entonces, aquel oxígeno supuso un holocausto mucho
más brutal que cualquier actividad medioambiental humana. Pero,
después, de las mismas cianobacterias surgió otro linaje de
bacterias que supo aprovechar ese oxígeno para vivir de él. Esto es
la ecopoyesis: ¡los residuos de un tipo de vida alimentan a otro
tipo de vida!

El aire que yo respiro, pues, ¿es un residuo bacteriano, un
viejo “excremento de bacterias”?

– Así se originó. Hace 1.000 millones de años había menos oxígeno en
la atmósfera del que habría medio millón de años después (que es más
o menos el mismo que hay hoy).

¡Gracias, bacterias!

– La vida en la Tierra constituye un enorme ecosistema (Gaia)
formado por muchos ecosistemas menores. Si en la Tierra hubiera una
sola especie viva, se ha calculado que no podría durar más de 300
millones de años, pues en ese tiempo habría ya agotado todo su
sustento. Pero como la vida recicla la materia…: los desperdicios
de unos seres vivos… ¡son aire fresco para otros!

¿Cómo era el primitivo ecosistema de las primeras bacterias?

– Unas arenas sucias. En el delta del Ebro estoy estudiando un
ecosistema así, ¡idéntico al que hubo en la Tierra en el origen de
la vida! En ese ecosistema conviven cientos de microscópicas
especies microbianas, en un universo en continuo reciclaje. ¡Y ahí
he descubierto un “bichito catalán” muy importante!

¿A qué se refiere con lo de “bichito catalán”?

– A la “Titanospirillium velox”, una bacteria espiroqueta ¡que
originó la célula con núcleo, la célula eucariota, el tipo de célula
del que estamos hechos nosotros, y todos los hongos, todas las
plantas y animales!

¿Y cómo lo hizo?

– Por simbiogénesis: esa bacteria con grandísima velocidad y
movilidad nadadora (espiroqueta) se unió a otra bacteria resistente
al calor y al ácido (arqueobacteria termoacidófila). La fusión
funcionó, dio ventajas, persistió: dos socios formaban un nuevo ser
(la primera célula nucleada), que sobrevivió y tuvo descendencia
viva.

Dicho así, parece un mecano…

– Sí, pero forzado por las necesidades –no por mero azar– de hace
3.000 millones de años. Después, hace 2.000 millones de años, se
sumó a ese consorcio otra bacteria, capaz de respirar oxígeno. Vea
las mitocondrias de nuestras células: ¡son vestigio de esas antiguas
bacterias respiradoras! Las mitocondrias fueron un día bacterias de
vida libre, y luego se integraron en la célula nucleada. Y con esas
células se irían construyendo todos los seres vivos complejos; y
aquí estamos.

¿Qué dicen sus colegas de todo esto?

– Al principio miraban hacia otro lado. Poco a poco, tres cuartas
partes de mis tesis han acabado por ser aceptadas. En 10 años lo
serán al ciento por ciento, estoy segura.

A mí me resulta una propuesta de lo más poética…

– Gracias. Yo creo que las colas de los espermatozoides, los cilios
de células ciliadas, los cilios de las trompas de Falopio de las
mujeres y los cilios de nuestras gargantas, por ejemplo, ¡derivan
todos de aquellas antiquísimas y movedizas bacterias espiroquetas de
vida libre!

Total, que somos fruto de larguísimos ensamblajes.

– De procesos simbióticos: usted, yo y todos los seres vivos somos
simbióticos. La vida misma es simbiótica. ¡Vivimos en un planeta
simbiótico! O sea, la vida es la tupida red de todos los organismos
macroscópicos y microscópicos –conexos, interpenetrados– que genera
especies nuevas. Y ahora le hago yo una pregunta: ¿qué es una vaca?

Un animal de cuatro patas que come hierba, da leche…

– Cuatro patas que transportan un tanque de 120 litros de fluido
lleno de bacterias, levaduras, ciliados… que degradan la celulosa
de la hierba. ¡Sin esas bacterias, la vaca no podría digerir ni una
brizna de hierba! Sin ellas, no habría vaca. ¿Qué es una vaca, pues?
¡Esos microbios degradadores de celulosa son la vaca!

– Pero esas bacterias viven “en” lo que llamamos “vaca”. ¿Cómo han
llegado ahí?

– Al ternero le llegan al lamer la placenta, al nacer. No están en
otro sitio que en las vacas. Remotamente, estuvieron en el suelo,
luego en algas… hasta que “fueron vaca”. Y, por cierto, el gas
metano existente en la atmósfera viene en gran medida de la
fermentación en estómagos bovinos: de los eructos de las vacas.

¿En serio?

– Sí. ¡Y del ano de las termitas! Las termitas albergan también en
sus entrañas bacterias que rompen la celulosa en compuestos químicos
que los anos de millones de termitas expulsan al aire. ¿Ve? ¡Los
sistemas gaseosos de la atmósfera, inestables a largo plazo, son
resultado de la incesante vida microbiana!

Voy de sorpresa en sorpresa.

– La superficie planetaria entera (seres vivos y atmósfera) está tan
lejos del equilibrio químico… ¡que es más correcto considerarla
algo vivo! ¡Ésa es la hipótesis Gaia! Gaia es la suma de la vida
planetaria.

¿Y estamos los de la especie humana poniéndola en peligro?

– Ja, ja… ¡No sea tan engreído! Gaia es la resultante de billones
de seres que pugnan, se alimentan, se aparean y excretan. ¡La
especie humana acaba de llegar, hombre! Gaia es perra vieja: ¡no
está en absoluto siendo amenazada por los humanos!

¿No? ¿Seguro?

– ¡Cuánta arrogancia especie-centrista! La especie humana es
peligrosa para sí misma, ¡jamás para Gaia!

O sea, que podemos provocar nuestra propia extinción, pero no la de
la vida sobre el planeta.

– Exacto. Aunque lo intentara, la especie humana jamás podría
destruir la vida en este planeta.

¿Pretende espolearnos más?

– Quiero decir que no hay una especie en particular que sea el
centro de la vida. ¡Y los humanos, de hecho, ni siquiera somos
importantes para la vida!

¿Somos sólo una banal excrecencia de este planeta?

– Somos una parte reciente de un todo antiguo y enorme. Una parte
reciente que crece rápidamente, eso sí. Eso nos hace sentirnos
duros… Pero Gaia nos pondrá límite: el sobrecrecimiento de toda
población viva conduce a un estrés y ese estrés hace disminuir dicho
sobrecrecimiento. ¡Así se autorregula Gaia!

¿Gaia acabará con nosotros?

– Sólo digo que nosotros no podemos acabar con la naturaleza, que la
vida existía sin nosotros… y seguirá sin nosotros,
autorregulándose.

Pero, dígame, ¿dónde está el cerebro de la sabia Gaia?

– No hay tal cerebro central. Fíjese: todo ser vivo autorregula su
temperatura interna para que fluctúe entre pocos grados, ¿no? ¿Y
cómo “sabe” cada célula de ese cuerpo mantener dicha temperatura?
Pues del mismo modo actúa Gaia.

Salude a Gaia de mi parte…

– Gaia es la red entretrejida de toda vida: está viva, consciente y
despierta en diferentes grados en todas sus células, cuerpos y
sociedades. Gaia es la superficie autorregulada del planeta… que
crea incesantemente nuevos medios ambientes y organismos. Gaia, la
vida en este planeta, en toda su gloria simbiogenética, es
exquisitamente resistente.

“El Mundo Polivalente” (La Vida según cesitar)

(opiniones Estrictamente personales de las que por
supuesto NO se responsabiliza este autor)
(nota: Ruego a las personas que no sean sardónicas e
irónicas que no lean este panfleto)

-El Multiuniverso Multidimensional está entretejido
por Múltiples realidades subjetivas, ya que la Génesis
misma y el resultado del Mismo, dependen al cien por
cien del sujeto que percibe el fenómeno y el sentido
con el que percibe.

Por lo que no se puede hablar de “la realidad” sino de
“tu realidad”. Lo real y lo imaginario se entremezclan
y el resultado es aditivo, sumante.

Con lo que el “todo” se multiplica en la miríada de
apéndices sensores. O sea, todos somos ojos, tacto,
imaginación, sueño del todo absoluto. Comprendiendo
este la nada, el todo, el principio y el fin, lo
eterno y el infinito, etc..

Es por eso que pienso que en las postrimerías del
humano, en los albores de la era “post-humana”, él
único debate posible, es el de sí él todo “crece” ó
“decrece”. Y cuales son las pautas por las que él
“todo” crece.

¿Crece él “todo” en la medida que sus preceptores le
enriquecen?
¿Recicla el “todo” a los preceptores que no le hacen
“crecer”, desindividualizandolos mediante la muerte?
¿Se puede trascender al “todo”?
¿Es el “todo” ético ó un simple tragón?