La Sabiduría del Cuerpo

La Sabiduría del Cuerpo

In primer lugar, permitidme que os dé una definición de sabiduría. Existen dos significados o sentidos:

    *      Uno es una profunda comprensión y el hecho de ver completamente las cosas tal como son, y no como creemos, suponemos o imaginamos que son
    *      Mientras que el segundo significado se refiere a la capacidad de ser lo que conocemos y la habilidad de traducir la idea y/o el conocimiento en acción

Lo primero parece algo intelectual, pero no es una intelectualización, puesto que la sabiduría surge de una visión profunda y penetrante de lo que es, mientras que el intelecto es simplemente un ejercicio mental de conocer mediante nuestro adiestramiento intelectual y pensamiento sistemático o educación.

En la sabiduría existe el poder de trascender y liberar cualquier cosa que obstruya o impida el camino y/o el fluir natural y libre de la vida. O sea, en posesión de la auténtica sabiduría, nos iluminamos de un modo natural en el sentido de arrojar luz sobre algunas cosas y eliminar la oscuridad. En relación con ello, la persona iluminada esta llena con la inigualable luz de la sabiduría y brilla con dicha luminosidad, mientras transforma a su vez todas las fuerzas oscuras para conseguir la auténtica plenitud.

En el Todo Unificado, tanto nuestro lado luminoso como el lado de la oscuridad transformada están tan integrados que deja de haber espacio para el no-equilibrio o la falta de equilibrio. En dicha totalidad o plenitud del ser y del devenir, nuestra función ejecutiva, también llamada ego consciente, puede llevar a cabo perfectamente bien sus tareas, incluyendo el manejo de nuestras vidas internas y externas en toda su capacidad, de modo que seamos capaces de actuar, hablar y pensar de acuerdo con la guía del conocimiento interior o sabiduría. En este sentido, decimos: ” Por fuera somos reyes y por dentro sabios.”

Existen tres modos básicos en los que surge la sabiduría:

  1.  Primero mediante el escuchar, lo que significa que escuchamos atenta y silenciosamente cualquier cosa que penetra la modalidad del oído o consciencia del oído. Por ejemplo, Siddhartha escucha el sonido de un río y obtiene una información muy útil y una clara visión interior sobre lo inesperado.

      Debemos escuchar a la serena voz interior y encontrar una respuesta o solución al problema que nos concierne en un momento dado, o descubrir una dirección, un camino hacia adelante, o un camino de salida en caso de que estemos perdidos interiormente. La clave está en que cuando escuchamos oímos.

      Sin una escucha adecuada o no queriendo oír no oímos. El oír constituye una consciencia que nace mediante el contacto de los sentidos entre la modalidad del oído y el sonido, voz o vibración, y en ese instante está presente la consciencia. Esta es la causa de que la sabiduría, la visión profunda, la iluminación del conocimiento, o un fragmento de información útil puedan surgir y se vuelvan importantes para nosotros.

  2. La segunda vía o modo en que puede obtenerse la sabiduría lo constituye el pensar con el corazón o pensamiento objetivo, que incluye el modo científico de obtener información o suposiciones para formular una teoría o encontrar una solución y clarificación de los puntos oscuros.

      Con este modo de pensar permitimos que un tema o sujeto permanezca en la mente el tiempo necesario, mientras contemplamos silenciosamente y observamos todo lo que está pasando sin añadir ninguna opinión o hacer ningún comentario. Tras un tiempo, un destello de visión profunda o la luz de la sabiduría surgen del mismo modo que el amanecer de un nuevo día dispersa la oscuridad dando luz al mundo simultáneamente.

      Del mismo modo que cada día es nuevo, también la vida lo es; se vuelve nueva y se renueva en cada instante, de modo que podemos ser nuevos y renovarnos mientras la vida sigue fluyendo y los instantes del vivir pasan de uno a otro sin cesar.

  3. El tercer modo, y el más importante, de conseguir la sabiduría es mediante la Meditación de la Visión Profunda o la Práctica Vipassana. Dicha práctica se basa en un uso continuo de una consciencia no-verbal, no-juzgadora y no-apegada de lo que está sucediendo o pasando en el instante.

      En esta clase de consciencia la desidentificación y la no-elección tienen el papel principal a la hora de conseguir la sabiduría y de proporcionar espacio para que nazca la visión profunda, así como para que la inigualable luz del conocimiento brille directamente y de un modo vivencial.

      Gracias a la Meditación de la Visión Profunda surgen en el meditador destellos de visión profunda y de conocimiento interior de dos formas diferentes:

          *            Una, por medio de la aplicación constante de la consciencia (que hemos definido anteriormente) y mediante la observación objetiva de todos los fenómenos, sean físicos, mentales, emocionales, psicológicos o espirituales.

          *            La otra, mediante un periodo prolongado de silencio en meditación profunda, en la que palabras e imágenes dejan de existir. Este estado se conoce con el nombre de Shamadi.

      Tradicionalmente hablando, cuando el samádhi (simbólicamente: agua clara y serena) o mente estabilizada se instala de un modo firme y todos los estados condicionados descansan en la serenidad, aparece de un modo natural la sabiduría de la visión profunda, del mismo modo que la salida del sol produce luz y dispersa la oscuridad.

Hablemos ahora del cuerpo y su sabiduría .

El término “cuerpo” se refiere a la naturaleza corporal de un ser humano y a todo el organismo material compuesto por los cuatro elementos básicos de:

    *      Tierra: extensión y solidez
    *      Agua: cohesión
    *      Fuego: calor y actividad
    *      Y viento: movimiento y vibración, junto con el cuerpo energético o bio energía, incluyendo la respiración o aliento.

El cuerpo energético se denomina a veces cuerpo psíquico, sutil o cuerpo etéreo. Éste abarca distintos campos de energía, y almacena patrones de energía psíquica y emocional acumulados mediante la experiencia personal de sentimientos negativos dolorosos, así como de sensaciones desagradables.

Antes de entrar en los detalles del cuerpo energético y de sus creaciones, examinemos brevemente la consciencia como primera y principal condición para crear los fenómenos físicos y mentales.

Es muy evidente que la consciencia que tenemos en nuestra vida cotidiana está formada no solo por nuestro condicionamiento personal, sino también por distintas influencias y energías arquetípicas. Estas energías arquetípicas predominan en nuestro entorno, en la tierra que pisamos, en el grupo de gente con el que nos relacionamos, en nuestra comunidad, en la sociedad a la que pertenecemos y en el mundo en que vivimos.

Manifestamos dicha consciencia en todas nuestras funciones y actividades de la vida, en el trabajo, y en todas las relaciones con nosotros mismos individualmente así como con el resto del mundo. Esto significa que tenemos patrones predecibles y definidos de actuación, reacción y respuesta a las situaciones de la vida, situaciones sociales y situaciones mundiales.

Con esta consciencia tan fuertemente condicionada estamos atrapados en una vorágine existencial muy estrecha y limitada, con la que nos hemos familiarizado bastante mediante la experiencia personal. Atrapados y dando vueltas, nos volvemos agresivos, punitivos y violentos, en particular con aquellos que viven al otro lado de la valla.

De este modo, los mecanismos de defensa individuales se hacen más fuertes y se enraízan más profundamente en nuestra realidad psicológica, clamando por ir aumentando los sistemas de defensa territorial para que nuestra seguridad esté garantizada. Cuanto más tiempo vivimos bajo el dictado de esta clase de consciencia, más miedos y sospechas dominan nuestras vidas, y el resultado es que nos aferramos incluso más estrechamente a nuestra existencia superficial.

Mediante esta consciencia, creamos una condición definitiva de nuestro cuerpo y de nuestra mente adecuada para contener y acomodar dicha consciencia.

Expresándolo de otro modo: cualquier clase de consciencia que tengamos en el momento nos conducirá, mediante modulaciones automáticas o transformaciones, por lo que se creará cierta forma de nuestro cuerpo físico y estado mental adecuada para la manifestación de la consciencia.

Por ejemplo: al enfrentarnos al miedo el cuerpo físico se contrae y la mente se vuelve rígida, aterrorizada o incluso paralizada. Entonces, ello proyecta la idea de que pueden suceder toda clase de cosas malas imaginarias.

Al experimentar dolor, ya sea físico, emocional o psicológico, el cuerpo se tensa y la mente grita y agoniza. En dicho contexto, observamos la variedad del lenguaje del cuerpo: posturas del cuerpo definitivas y una estructura física distorsionada, que se manifiestan en los individuos como la consecuencia de la presencia, de la invasión de cierto tipo de consciencia con sus patrones de energía.

Por lo tanto, podemos comprender como se crean bloques o bloqueos en nuestro sistema psicofísico. Estos poseen un ritmo natural que el cuerpo físico pierde debido al nacimiento de una nueva consciencia. Cuando hablamos sobre la consciencia incluimos también los patrones de energía que le pertenecen, puesto que sin la presencia de cada uno de estos patrones de energía no existiría consciencia.

Con el fin de contener dicha nueva conciencia, se crea una nueva forma interior del cuerpo junto a un patrón de energía específico que opera con ella en este momento particular. Y no solo esto: la mente, o más bien las propiedades mentales, como la sensación, percepción, intención, impresión y atención, también se forman de un modo que se tornan patrones apropiados y coordinadores de la consciencia.

En su estado normal, el cuerpo posee un ritmo apropiado de contracción y expansión tal como nuestra respiración, que tiene su movimiento rítmico de elevación (inhalación) y caída (exhalación). Cuando el ritmo normal se ve trastornado a causa de los cambios que se producen en el mundo de la consciencia que opera a través de nuestros sentidos, se produce un vacío creado a partir del hecho de que la contracción o la expansión pierden su impulso.

O sea, la contracción no puede contraerse a su propio ritmo, o la expansión es incapaz de expandirse según su ritmo normal.

Entonces, los patrones de energía negativos, ya sean sensaciones o sentimientos, que operan con la consciencia en el instante, quedan enterrados o encerrados en este particular hueco o vacío y, por consiguiente, se crea un bloqueo. La naturaleza, que no quiere dejar un vacío vacante, lo llena con cualquier cosa que sea apropiada en el instante.

En consecuencia, descubrimos que:

    * La ira se entierra en las mandíbulas, en los tobillos y en la parte media e inferior de la espalda
    * El miedo se oculta en las rodillas, en los hombros y en la parte superior del pecho
    * La tristeza y la pena se sumergen en medio del pecho
    * La ansiedad está inmersa y encerrada en el vientre y alrededor de la caja torácica
    * El dolor primordial está enterrado en el estómago
    * Etc.

Es interesante mencionar que en cada lugar del bloqueo existe una historia o una información junto a un incidente que se suma al patrón de energía mismo. La historia, o el incidente, se revela a sí misma ante el sujeto y su terapeuta cuando dicho patrón de energía específico se libera y se disipa mediante el proceso terapéutico. A veces esto les sucede a algunos meditadores durante una meditación silenciosa, lo que produce una gran sorpresa no solo al meditador, sino también a todos aquellos que están presentes en la sesión de meditación. Es una sorpresa puesto que nunca pensamos que haya algo como la ira, el miedo o la pena enterrados en este lugar concreto del cuerpo.

Evidentemente, en nuestro viaje a través del proceso de la consciencia nos encontraremos muchas sorpresas o cosas que nunca habíamos anticipado. Por esto lo llamamos el ” viaje de descubrimiento “.

Al llegar aquí, espero haber dejado claro cómo el cuerpo o el sistema de naturaleza corporal y bio-energía está condicionado por la consciencia. Por favor, recordad que este proceso se produce en el curso de nuestra vida cotidiana

. Para ver esto por nosotros mismos, solo tenemos que prestar atención y observar lo que realmente le sucede a nuestro cuerpo físico y al ámbito mental cuando experimentamos una cierta sensación o emoción en nuestras vidas.

Recordad también que cuando se experimenta una sensación, una emoción o un estado mental, está presente una cierta consciencia, puesto que es el principal cauce de flujo natural. En este sentido, la consciencia es como un río que corre sin cesar, mientras que la sensación, la emoción y los estados mentales son semejantes a las cosas que lleva el agua del río.

Aunque el cuerpo está básicamente condicionado y muy influenciado por la consciencia, tiene su modo específico de dar una pista o una implicación al Ego Consciente, en particular cuando quiere, en gran medida, que el bloqueo o la energía encerrada sea eliminada para que deje de haber dolor o no se desarrolle una enfermedad que pueda amenazar a la vida.

La implicación o insinuación más general es el dolor, mediante el cual el cuerpo intenta hacer saber al individuo que pasa algo malo en la parte del cuerpo que está sufriendo el dolor. El dolor, al ser en si mismo un patrón de energía, contiene información valiosa, como en realidad la contienen todo los patrones de energía, para apremiar al individuo a llevar a cabo un acto positivo con el fin de que esta energía enterrada y no saludable pueda liberarse.

Pero, en general, no vemos el modo en que el dolor corporal está intentando comunicarnos esta útil información. Por el contrario, intentamos eliminar el dolor mediante cualquier técnica posible que tengamos a nuestra disposición en el presente. No comprendemos que eliminar el dolor sin liberar o transformar la energía subyacente no constituye una cura permanente o curación total, sino únicamente un alivio temporal.

Por regla general, la energía que hay bajo el dolor es un condicionamiento emocional, excepto que se trate de una lesión física o simplemente una tensión física que da pie al dolor. Con el fin de saberlo con certeza la consciencia tiene un papel básico, puesto que la consciencia posee la función de alimentar con información al ego consciente.

Con el ego consciente presente, y a cargo de la situación de la vida, encontraremos la solución real a cualquier problema o desafío. Ello se debe a que cada tipo de energía o patrón de energía contiene información y está siempre dispuesto a compartirla con el ego consciente (el individuo con conciencia)

Otro modo en que el cuerpo intenta comunicarse con nosotros es lo que técnicamente se conoce como ” lenguaje del cuerpo “.

Hablando de un modo realista, es la energía la que mueve y conforma el cuerpo. Por ejemplo: cuando perdemos la postura correcta (una postura erecta, erguida y alineada armoniosamente), el cuerpo debe encontrar la compensación manteniéndose en una postura torcida y desequilibrada, y ésta producirá con el paso del tiempo alguna forma de dolor o tensión aguda.

El modo en que caminamos, el modo en que permanecemos de pie y nos mantenemos en público o en privado, indica la presencia y las estratagemas de cierta energía que está a cargo o que dirige nuestra vida en ese momento. Recordemos que cuando hablamos de energía también estamos hablando de una consciencia que opera con ella, aunque su movimiento no sea visible en la superficie.

En realidad, la consciencia subyace a la presencia y funcionamiento de todos los patrones de energía que se manifiestan en nuestras vidas mediante los seis sentidos.

Por regla general, el cuerpo expresa su sabiduría diciéndonos lo que es correcto o incorrecto para él, evidentemente no en términos de moralidad, sino en el sentido de salud y armonía, o daño y veneno grave. Por ejemplo, al comer, beber o ingerir algo, el cuerpo sabe exactamente si lo que comemos, bebemos o ingerimos es bueno o malo, dañino o saludable. Pero la mayoría de nosotros, en lugar de escuchar al cuerpo, nos adherimos y nos plegamos a la boca o a las preferencias de la mente (o sea, el sabor o una sensación agradable al paladar). Por lo tanto, no escuchamos a la sabiduría del cuerpo y, como consecuencia de ello, acabamos envenenándolo y/o abusando de él, en ocasiones gravemente, aunque sea sin intención, mientras que a nivel consciente nos decimos que disfrutamos de la vida o que sacamos el máximo placer de lo que consumimos.

Si prestamos atención al cuerpo, ciertamente seremos capaces de saber lo que quiere y necesita, puesto que el cuerpo intenta con mucha insistencia comunicarnos lo que realmente desea, de modo que lo que falta y es deficiente en su sistema corporal sea satisfecho y, por lo tanto, le permita conseguir placer de forma saludable, así como permanecer en armonía con todos sus sistemas de energía.

Cuidarse para tener una existencia armoniosa y saludable es sin duda una expresión de sabiduría, no importa si viene del cuerpo o de la mente (una mente que se asocia con la sabiduría o con una consciencia sabia).

La razón de que el cuerpo tenga sabiduría se debe a que todo el cuerpo constituye una de las seis modalidades de los sentidos, como ojo, oído, nariz, lengua y mente, que indica con claridad que el cuerpo es una fuente o lugar de partida del que surge una conscienci

La consciencia que se manifiesta mediante la modalidad sensorial del cuerpo es, según la terminología budista, “consciencia cuerpo”. De igual modo, poseemos la consciencia ojo, la consciencia oído, la consciencia nariz, la consciencia lengua y la consciencia-mente (una consciencia que nace de la modalidad sensorial de la mente). Operar con consciencia en el contexto descrito es sabiduría puesto que el término “consciencia” en el amplio uso moderno se refiere al discernimiento, una forma de sabiduría.

Existe una historia de un monje budista de la época de Buda. Se dice que el monje meditó con los ojos ligeramente abiertos, sin dormir, durante un periodo de tres meses. Hizo el voto de utilizar únicamente tres posturas (sentado, caminando y de pie) para esta práctica austera de meditación, y no se tumbó durante tres meses. Como consecuencia, se quedó ciego y no podía ver los insectos, o las hormigas, o los seres vivos en el suelo en el que practicaba la atenta meditación caminando. A causa de ello, tropezaba con ellos y los dañaba, e incluso los mataba sin querer hacerlo. Como muchos monjes amigos le advirtieron que no hiciera meditación caminando, les dijo que consultaría a su cuerpo y así lo hizo. El mensaje que le dio el cuerpo fue que podía seguir haciendo meditación caminando si no tenía intención de dañar, matar o pisar a los seres vivos, y que constituía perfectamente una acción correcta. Poco después alcanzó la iluminación plena.

De esta historia aprendemos que la sabiduría del cuerpo traza una ligera pero clara línea entre esencia y superficialidad, o entre la acción esencial y la denominada acción moral. La mente moralmente orientada será arrastrada forzosa o incluso dolorosamente por la culpa si lleva a cabo un acto inmoral, o no será capaz de llevar a cabo una acción esencial contra el precepto establecido por una religión organizada. Esto se debe a que la culpa, aunque sea una forma leve de miedo, tiene una fuerte autoridad sobre la mente, que muy a menudo paraliza a las personas con inclinaciones morales.

Con relación a procesar, el cuerpo sabe muy bien qué hacer exactamente, hasta dónde llegar y cuánto tiempo dedicar a cada sesión de procesamiento. Por ejemplo, cuando un individuo ha hecho contacto con un patrón de energía encerrado dentro del sistema psicofísico, tiene lugar un tipo de expresión, ya sea mediante una repentina y espontánea irrupción de sonido, ruido o movimiento físico, o sollozando o llorando durante un periodo de tiempo. Este incidente se denomina “procesar,” y proseguirá mientras el patrón de energía encerrado sea liberado y limpiado adecuadamente. En dicha situación el cuerpo es capaz de facilitar el trabajo de un modo muy eficaz, siempre que no interfiera la mente, o el ego en este apartado y no complique el proceso.

A veces el cuerpo despierta al individuo en mitad de la noche si considera que el trabajo de procesamiento tiene que hacerse en un tiempo concreto, por lo que tiene su propia agenda, aunque la mente consciente o ego no lo sabe, y por lo tanto, se resistirá al trabajo programado por el cuerpo.

Además, el cuerpo comprende muy bien cómo crear un equilibrio dinámico entre la liberación de la energía bloqueada y la producción de una energía nueva y saludable para llenar el vacío, de modo que la liberación no exceda en demasía la proporción apropiada de la producción y, por consiguiente, pueda prevalecer la armonía entre los distintos sistemas de energía.

En relación con ello, recordemos que, al igual que sucede con el funcionamiento de la naturaleza en general, el cuerpo está muy preocupado por mantener un cierto tipo de equilibrio, y lo hace poniendo su ojo de sabiduría en el fluir armonioso de los diferentes sistemas de energía en el seno de su organismo.

Debemos abrirnos al cuerpo de un modo más energético para ser capaces de enfocar una enfermedad o la falta de equilibrio con una actitud creativa y aprender más sobre la sanación, la salud y la totalidad integrada.

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