Medicina y psicologia mapuche

De: Alias de MSNsietevientos (Mensaje original) Enviado: 14/03/2004 8:22

Presentación

Tenemos el gusto de presentarles otro trabajo del maestro Aukanaw, esta vez tratando sobre la Medicina y la Psicología de los Mapuche.

Con su estilo claro y entendible hasta para el menos preparado Don Aukanaw nos muestra que:

Las enseñanzas de nuestros abuelos en vez de ser superticiones, ilusiones, o delirios de borracho -como las considera la cultura invasora dominante- son en cambio verdades de gran Sabiduría.

Los winka (los no Mapuche) al no poder captar y comprender estas cosas, las niegan de impotentes, y quieren que nosotros hagamos lo mismo. Nos presionan con sus burlas e desprecios y los maestros en la escuela lo hacen con su poder.

Pero yo le quiero decir a los hermanos indígenas que lean esto que no renieguen ni un poquito de las cosas de los viejos, ni se burlen tampoco de ellos por quererse hacer los “blanquitos”, porque en esas cosas nuestras hay mucha más ciencia que en todas las cosas maravillosas de los extranjeros.

No nos hace falta copiar nada a nadie, porque tenemos mucha sabiduría, nada más nos hacen falta personas como Don Aukanaw que expliquen claro y fácil lo grande que esos asuntos son. Y esas personas tienen que salir de nuestra propia gente, por eso les pido que escuchen bien a los veteranos y mediten mucho en esas cosas, que no se pierda ni una palabra en el viento, pues la Ciencia que ellos tienen es junto con la Madre Tierra el tesoro más grande que nuestro Gran Padrecito (Fecha Chachai) nos dió.

Ramona Pailalef

BASES METODOLÓGICAS

La ACTITUD ADECUADA

En el presente artículo se considerará a la medicina desde una perspectiva hierológica en general y mapuche en particular.

“No se trata de analizar culturas como se analizan los sueños de un paciente, esto es reduciéndolos a signos que descubran ciertas modificaciones en el psiquismo profundo; en lo sucesivo se trata de ver en ellas las creaciones culturales de los pueblos extraoccidentales, de intentar comprenderlas con la misma pasión intelectual que se ha puesto en comprender el mundo homérico, los profetas de Israel, o la filosofía mística del maestro Eckhardt.

Se deben abordar con el mismo respeto y el mismo deseo de aprender que los que se han dispensado a las creaciones culturales occidentales, no ya en el lenguaje utilitario y empírico actual (que sólo es capaz de llegar a las realidades sociales, económicas, políticas, médicas, etc.), sino en un lenguaje cultural capaz de expresar realidades humanas y valores espirituales… “.

“La actitud apropiada para captar el sentido de una situación humana ejemplar no es la objetividad del naturalista, sino la simpatía inteligente del exégeta, del intérprete.” 1

LA ENFERMEDAD: su concepto

“Según la valoración y el significado que dé el paciente a su dolencia, así serán también la índole de los remedios que busque, la naturaleza del curador, y los términos en que se desarrolle la relación curador-enfermo”. 2

La valoración y los significados de las dolencias están subordinados a la cosmovisión del paciente.

La cosmovisión mapuche, como su producto: la cultura, son hierocéntricas lo mismo que los valores que de aquella se derivan. Por tanto se comprenderá sin dificultad por qué la medicina de las culturas hierocéntricas, como la mapuche, es una parte de la tradición espirtitual o “religión”, siendo su fundamento puramente “místico” y no empírico o racional.3

La metodología interpretativa vivencial de la enfermedad, genialmente expuesta por Pedro Laín Entralgo 4, evita las falencias del método Historicista: observación objetiva de los distintos procedimientos terapéuticos para extraer de ellos conclusiones sobre su puro valor práctico y técnico, abstracción hecha de los elementos mágicos y religiosos; y las deficiencias del método Estructuralista: considerar a la medicina como un elemento más de una estructura sociocultural, es decir, de un sistema cuyos componentes son lo que son por el juego de sus relaciones mutuas.

Los métodos historicista y estructuralista no permiten ahondar en las raíces mismas de esas convenciones sociales definitorias de lo patológico, precisamente porque desentienden los factores que en último término las determinan, y estos precisamente deben buscarse en la cosmovisión, y en el caso mapuche, en una de tipo hierocéntrico y de connotaciones chamánicas.

Sobre el rol y definición del machi (chamán) en la cosmovisión mapuche, véase “Pinturas Rupestres y Pirámides en la Patagonia” del mismo autor .

“Los mecanismos que el shamán (machi) pone en acción durante el proceso de curación, corresponden no sólo a su propia vivencia del mito que da sentido a la práctica, sino también a la vivencia del paciente que los conoce.

Por lo tanto el enfermo siente que no es solamente una personalidad carismática, aunque esto influya, la que está actuando sobre él, sino toda su concepción del universo que da sentido tanto a la enfermedad como a la cura.

El paciente se siente entonces destinatario de todo un orden cósmico que entra en acción para ayudarlo, orden representado por la figura del shamán (machi) quien garantiza que el arquetipo de la relación enfermedad-curación pueda reiterarse con efectividad.

Tanto el agente como el paciente poseen una misma vivencia del proceso, vivencia que es incrementada por el shamán (machi) a través del ritual de curación, que revive la adquisición de poderes y la proyecta hacia el enfermo, hasta lograr que la percepción emotiva de éste quede absolutamente ligada al ritual que se oficia.

Sugestión es una fórmula demasiado simplista para designar un proceso en el que los actores se sienten destinatarios de un cosmos que les corresponde por derecho”.5

Es menester acotar que la cosmovisión mapuche, al igual que la griega arcaica, no es racionalista.

La forma de pensar racional es reciente, surgirá incipientemente con Aristóteles para imponerse definitivamente en el siglo XVIII, a pesar de que la mayoría de los occidentales modernos estén erróneamente convencidos de que su cultura fue racional desde su inicio.6

En virtud a esta diferencia de códigos culturales, las curaciones del machi, así como las de Asclepio (Esculapio) en Grecia, escapan a todo intento de comprensión racional por parte del hombre moderno.

Podrá entonces el lector comprender nuestro esfuerzo al intentar traducir la realidad de ciertos hechos de una manera que sea comprensible a mentes incapaces de percibirlos, mentes que por tal razón los niegan o les endosan una etiología racionalista (fisiológica, psicológica, “para-psicológica”, etc.) que nada tiene de verdadera.

¿Cómo haremos para que un ciego de nacimiento comprenda y acepte la existencia de los colores?, más fácil le será negarlos, o si tiene buena voluntad, explicarlos con alguna teoría coherente a la obscuridad de su ceguera, pero inaceptable desde los hechos. Recuérdense los prisioneros de la caverna en La República de Platón.

El CRITERIO de NORMALIDAD

“Sólo son enfermedades aquellas reconocidas como tales por el grupo humano donde se desarrollan… No obstante que el hecho objetivo no puede negarse”.7

Por ejemplo, hay comunidades nativas de América del Sur que padecen de patologías endémicas desde hace siglos como la sífilis, y que consideran completamente normales los estigmas que este flagelo comporta, reputando en cambio por enfermos a aquellos que no adolecen esas deformaciones.

La sociedad, empero, al definir a su modo lo patológico, opera con un sentido propio de la normalidad y califica de enfermo a todo cuanto pugna con él.

Implica esto un aviso contra la arrogante aspiración de la ciencia occidental a dar validez absoluta a los conceptos con que opera.

Se exige una triple consideración de los comportamientos y actitudes, tanto con respecto a lo tenido por normal en una sociedad: autonormal, como lo que los occidentales modernos consideran como tal: heteronormal, y como lo que es para el enfermo en cuestión en su realidad, en su sintomatología y en su significación personal: autosignificación individual.8 9

Como acertadamente dice Luis Gil: “Lo que primariamente existen son enfermos concretos y no enfermedades”.

Valga este introito para prevenir contra el habitual error metodológico de extrapolar conceptos médicos occidentales modernos a un contexto mapuche y aborigen en general, así como el considerar “enfermedades” a ciertos hechos, que para los mapuche o los pueblos tradicionales no lo son y viceversa.

Recuérdese al respecto las afirmaciones que consideran al machi o chamán como un enfermo mental; al mapuche que tiene una visión (= perimontu) como un alucinado, o al pobre sujeto que le han robado el alma como a un autista.

Para acceder al conocimiento mapuche se deberá sentir y pensar en mapuche, caso contrario jamás se lo podrá comprender acertadamente.

BREVE INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA MAPUCHE

Los distintos ASPECTOS de la REALIDAD y el ESTADO de CONCIENCIA CHAMÁNICO

Una misma realidad tiene muchos aspectos, el hombre habitualmente conoce sólo dos: la realidad ordinaria, la del mundo que lo rodea cuando está despierto, y la realidad no ordinaria, percibida en los sueños.

El mundo de los sueños es sólo uno de los muchos niveles de la realidad no ordinaria.

Todo ser o cosa tiene un aspecto en la realidad ordinaria o cotidiana, por ej.: una piedra: pero esa misma cosa tiene a su vez otro u otros aspectos muy distintos en los diferentes niveles de la realidad no ordinaria.

Siguiendo el ejemplo de la piedra, ésta será “una piedra” en la realidad ordinaria, pero en cambio en uno de los distintos niveles de la realidad no ordinaria ya no será una piedra sino una “lagartija”, y en otro nivel un “enanito con alas”.

El ser sigue siendo el mismo lo único que varían son sus características acorde al nivel ontológico en que se manifieste. O sea que la piedra, la lagartija y el enanito alado son el mismo ser aunque con distintos aspectos, según el plano de referencia que se tome.
No hay que omitir que en los niveles de realidad no ordinaria están abolidas la mayoría de las limitaciones físico-temporales, así como algunos conceptos empíricos de posibilidad

Ahora bien, los individuos que ven a la piedra del ejemplo dirán que sólo es una piedra, mientras conserven su conciencia en ese nivel de realidad ordinaria pero si desplazan su conciencia hacia los otros niveles, podrán percibir, ya a la lagartija, ya al enanito alado.

Estos cambios de percepción producidos por el desplazamiento de la conciencia, sin pérdida ni distorsión de la misma, han recibido distintos nombres y definiciones según los investigadores.

Al estado en que la conciencia está enfocada en un nivel de realidad ordinaria, o sea el estado de vigilia consciente del hombre moderno, lo llamaremos estado de conciencia ordinario, y a aquellos estados en los cuales la conciencia está desplazada hacia realidades no ordinarias los denominaremos con el nombre genérico de estado de conciencia chamánico, por ser éste una característica típica de las culturas chamánicas, como la mapuche. Pero no se interprete esto erróneamente creyendo que es un atributo propio de los chamanes.

Es importante destacar que los tipos de realidad, junto con sus respectivos niveles, son siempre objetivos, es decir externos al sujeto y por lo tanto susceptibles de ser percibidos por innumerables sujetos simultáneamente.

En cambio, los estados de conciencia correspondientes a cada uno de esos tipos o niveles de realidad son siempre subjetivos, propios del sujeto que los vivencia.

El estado de conciencia chamánico, como antes dijéramos, ha recibido distintos nombres según los investigadores que lo han estudiado:

Eliade 10 …………….. estado extático.

Ludwig 11 …………… estado alterado de conciencia.

Zinberg 12 …………… estado alterno de conciencia.

Reinhard 13 …………. estado psíquico no-normal sin pérdida de la conciencia.

Castaneda 14 ……….. “ver” o percepción de la realidad no normal.

Lowie 15 …………….. percepción de las manifestaciones extraordinarias de la realidad.

Harner 16 ……………. estado chamánico de conciencia.

Aukanaw …………….. estado chamánico de conciencia, est. de conciencia expandido,

etc., etc.

La diferencia entre ambos estados de conciencia se puede precisar mejor si consideramos seres como los duendes, las hadas, los dragones o en nuestro caso (el mapuche): el chupeitoro, el choñchoñ, el waillepen, el shompalwe o el antüpaiñamku, etc.

Un comentario

  • Crow

    Un individuo cuya conciencia se encuentre en un estado ordinario los considerará como “fantásticos”; en cambio otro sujeto que esté consciente en el estado chamánico podrá percibir a esos seres como reales, y a su vez como ilusorias a las experiencias del estado de conciencia ordinario o sea de la realidad ordinaria o cotidiana.

    Ambos sujetos están en lo cierto, considerando el punto de vista particular de sus respectivos estados de conciencia. Es muy difícil emitir juicios imparciales sobre la validez de un estado de conciencia determinado desde su opuesto.

    Como sostiene Carl Gustav Jung 17 “La idea, en tanto existe, es psicológicamente verdadera”.

    Incluso a nivel de la Física-matemática, en la interpretación pluricósmica de la mecánica cuántica propuesta por Hugh Everett, de Princeton, y desarrollada posteriormente por Bryce S. de Witt y John A. Wheeler, de la Universidad de Texas (en Austin) y el profesor George Gale, de la Universidad de Missouri (Kansas) hallan confirmación los niveles ontológicos de la realidad no ordinaria.

    Dos conclusiones de tal interpretación son: que la existencia de indefinidos mundos alternativos no puede ser descartada por pruebas físicas y que todos estos niveles o mundos son igualmente reales. 18

    Una conclusión semejante fué a la que arribara también por vía del cálculo Gotffried W. von Leibnitz.

    Existen diversos grados de desplazamiento de la conciencia, o alteración según algunos, dentro de los niveles de la realidad no ordinaria: desde ligero: los aborígenes en general; pasando por el profundo: los chamanes, los machi, los Ava-Katu-Ete del Paraguay, etc.; llegando al muy profundo, semejante en apariencia al “estado de coma”: los chamanes arcaicos, los machi de antaño, los renü mapuche en la actualidad, ciertos lamas tibetanos, algunos maestros taoístas y saddhus indostánicos, etc.

    El estado de conciencia chamánico es más seguro que el soñar. En los sueños uno no tiene control de sus actos, en cambio en el estado chamánico sí lo tiene, así como también puede entrar a voluntad y, dado que está en un estado de vigilia consciente, se puede salir del mismo en cualquier momento.

    Es interesante hacer notar el paralelo, aunque sólo válido en la esfera psicológica, con la “Psicoterapia por ensueño dirigido” elaborada por Robert Desoille. 19

    En ella se trabaja con una leve alteración de la conciencia, así como también se considera la existencia de distintos niveles de conciencia con características propias, a través de los que se hacen desplazar imágenes míticas sugeridas por el terapeuta. Dichas imágenes se transformarán acorde al nivel que atraviesen pero siempre manteniendo su identidad esencial. Esta técnica se basa en los trabajos de Charles Henry y A. Lemouche, habiendo sido posteriormente desarrollada por Nicole Fabre, entre otrosPSICOLOGÍA MAPUCHE

    Munido ya el lector de alguna información sobre los tipos de realidad y estados de conciencia, internémonos en el mundo mapuche y veamos lo que dice Tomás Guevara en su obra La Mentalidad Araucana: 22

    “…las manifestaciones de actividad mental que se producen en el sueño para el indio (se refiere al mapuche. Nota de Aukanaw) representaban percepciones tan reales como las del estado de vigilia”.

    “Así como había un cuerpo de reglas tradicionales que regía la vida despierta, existía igualmente un método prolijo para encaminar hacia lo útil la vida dormida”.

    Prosigamos ahora con el sagaz observador Juan Benigar: 23

    “Si sometemos al examen el contenido de los juicios causales araucanos, notaremos en ellos dos grupos fundamentalmente distintos de elementos.

    Al primer grupo pertenecen los fenómenos cuya verificación es accesible a los sentidos humanos, y el segundo se compone de elementos que se elevan por encima de las facultades percibidoras del hombre común actual.

    A sabiendas con intención introduzco esta última limitación, porque no es necesario que el hombre siempre tenga estos cinco, seis, siete, ocho sentidos -ni el número exacto les sabemos-, ni es imposible que haya hombres que posean alguno más, como hay otros a quienes algunos faltan”.

    El lector que nos haya seguido con atención se podrá percatar que en los años veinte Benigar exponía, aunque entre líneas, los conceptos que recién serán postulados a partir de mediados de los años cincuenta sobre los distintos estados de conciencia.

    Él llama a esos dos grupos físicos y metafísicos:

    “Los elementos metafísicos -sigue diciendo Benigar -son las propiedades ocultas de los objetos y los seres míticos…” a estos últimos “está reservado un papel importantísimo en la ideología nativa. Ellos parece que están en el fondo de todas las cosas y de todos los sucesos.”

    Sobre el mapuche de nuestros días nos refiere la antropóloga Else Waag: 24

    “La relación hombre-naturaleza que establece el mapuche es distinta de la que hace el hombre occidental europeo por hallarse basada en supuestos que para éste no son sostenibles… la ausencia de fronteras entre lo que es fantástico y lo que es real, entre los objetos ilusorios y objetos concretos…”.

    Creemos superfluo todo comentario a estos testimonios que no hacen otra cosa que confirmar lo ya dicho con respecto a las culturas chamánicas en general. (ver nota)

    El lector recordará que antes mencionamos como ejemplo una piedra que en la realidad no ordinaria era una lagartija, ahora comparemos ese ejemplo con el testimonio que nos da el mapuche R.C.: 25

    “La piedra ésa que tiene Kallfükura… dicen que cuando la manda a alguna parte a hacer alguna cosa, dicen que camina la piedra. Camina así nomás arrastrándose… hay que saber mucho como tiene que manejarla, esa piedra puede terminar con su familia… lo come…” “…hace de piedra nomás, pero no es piedra… que formaba como una lagartija… pero no tiene cola… la cabeza tiene forma de lagartija… (de) eso es dueño Kallfükura “.

    Es fácil comprender la dificultad que representa al sujeto transmitir a una persona moderna una vivencia, que liga los dos aspectos ordinario-no ordinario de una misma cosa.

    El mapuche Ramón Lienan 26 nos dirá sobre este asunto:

    “Namunkura… hijo de Kallfükura, tenía un cherrufe: era una piedra. La mandaba donde quería: adonde los caciques contrarios, los mataba. Vuela como el fuego. Sale el cherrufe de las piezas cerradas, por cualquier parte.”

    Agrega al respecto el mapuche José Lonkitue: 27

    “Cierta vez un mapuche encontró una oveja color pardo en medio de una laguna, en el acto se puso a tomar la oveja el mapuche, sacándose el chamal . Al tiempo de tomarla en la mano se volvió una piedra en forma de hombre. El mapuche guardó esta piedra para siempre… le anunciaba cuando había alguna guerra. Salía a volar de noche en forma de cometa. Estos se llaman cherrufe en mapuche.”

    Quedan entonces claros los siguientes puntos testimoniados

    1) El aspecto no-ordinario:

    a.- En su condición estática: la oveja parda, la lagartija.

    b.- En su condición dinámica: en todos los casos como una bola de fuego.

    2) El aspecto ordinario:

    Una piedra con forma de hombre (= chekura, chelkura).

    3) Que los objetos existentes en el nivel ordinario no son obstáculo al desplazamiento de las entidades del nivel no ordinario: “atraviesa las paredes el cherrufe.”

    El mapuche tradicional no hace, en sus expresiones, distingo entre los distintos niveles de la realidad en los que fluctúa su conciencia, «no necesita especificar a sus compañeros de tribu en qué estado de conciencia se encontraba cuando tuvo una determinada experiencia -dice el Dr. Harner-. Ellos lo saben inmediatamente, porque ya han aprendido qué tipos de experiencias tienen lugar en el estado de conciencia chamánico y cuáles en el estado normal de conciencia (= estado de conciencia ordinario).

    Sólo el occidental carece de este conocimiento previo. Lamentablemente los observadores occidentales que no tienen gran experiencia con estados alterados de conciencia, a menudo olvidan preguntar en qué estado cognitivo se encontraban sus informantes nativos cuando tuvieron experiencias imposibles… En otras palabras, los que están limitados no son los pueblos primitivos sino nosotros que somos incapaces de comprender la doble naturaleza de… “la realidad”». 29

    La capacidad del machi antiguo y del renü consiste en su aptitud voluntaria, y no en la circunstancial o perimontu, de lograr desplazar su conciencia hacia un estado chamánico muy elevado.

    Gracias a estas breves nociones el lector está ya en condiciones de poder comprender cabalmente un rito terapéutico mapuche: el ülutun. Esa será la siguiente etapa en nuestro viaje a través de la Medicina Mapuche.

    Aukanaw

    Notas:
    _______________________________

    Nota: Lamentablemente este panorama sólo sobrevivió en regiones aisladas de Chile y del Neuquén hasta mediados de los años setenta, en personas veteranas y algunos niños.

    A partir de ese momento el número de personas con las cualidades perceptivas descriptas disminuyó de una manera tan drástica que hacia fines de los años ochenta era realmente muy difícil encontrar a alguien que tuviese esas capacidades.

    La causa de esto es muy simple: a partir de ese momento se realizan obras de infraestructura vial que permiten acceder cada vez más fácilmente a comunidades antes prácticamente aisladas; se establecen estaciones repetidoras de radio y televisión, así como la provisión del suministro eléctrico a parajes remotos.

    Todos estos “logros” de la “civilización” permitieron gradualmente inocular elementos de la cosmovisión occidental moderna, los que sin el filtro adecuado de un renü (sabio o sacerdote mapuche), terminaron haciendo estragos en las ya débiles estructuras psicosociales de los mapuche sobrevivientes a la llamada “Conquista del Desierto”.

    Aquella fue conquista de tierra y cuerpos, en cambio esta conquista es “mediática” y captura las mentes (o almas como gustamos nosotros decir). Ha logrado lo que los misioneros cristianos -con toda su perversidad- jamás pudieron.