El mistico y el chaman

por Joaquín Fernandez Cocco

Los místicos pueden ser vistos como un “grupo informal” pero determinado de psicólogos. Repetidamente experimentan sobre sí mismos y observan los cambios mentales resultantes. Utilizan el canto, la música, la meditación y otros sistemas para trasladarse a particulares regiones de su mente. Y, lo que es más notable, parece existir un mundo de referencia en el que los puntos comunes de estas tradiciones, superan con mucho a las diferencias. Estas, por otra parte, son más superficiales que profundas o fundamentales (Clark, 1983).

El chamanismo es entendido por muchos investigadores, especialmente por los antropólogos como un fenómeno arcaico mágico-religioso en el cual la figura central se caracteriza por ser maestra en el arte del éxtasis (Edwards, 1994).

El éxtasis es definido como un estado psicológico que se caracteriza por un sentimiento absorbente de admiración, de alegría de arrobamiento y a veces de enajenación. Desde una perspectiva teológica hace referencia a un estado de unión con Dios o lo divino por medio de la contemplación y el amor vivido íntimamente. Y exteriormente por la suspensión mayor o menor de la actividad sensorial en relación con el mundo externo.

Esta desconexión puede alcanzarse de distintas formas. Por ejemplo en la llamada meditación del néctar del budismo tibetano. Durante la misma el meditador traslada toda su atención a una parte muy concreta del organismo, la punta de la lengua. Según se va concentrando la atención en ella mas el practicante acaba sintiéndose inmerso en un profundo estado de dulzura. Intuitivamente a través de la propia practica experimentada los chamanes “bon” del Tíbet habían descubierto este método de focalizar la atención y modificar el nivel de conciencia. Hoy sabemos a partir de datos objetivos suministrados por el microscopio que precisamente en la parte anterior de este órgano se concentran las terminaciones sensoriales capaces de captar lo dulce mientras que las de lo salado, lo picante o lo amargo se distribuyen preferentemente por otras partes de la lengua.

La experiencia del éxtasis no implica ganancia o perdida de control. Otros estados descritos por los místicos como el conocimiento intuitivo si que implican incremento de control. Para Edwars (1994) el éxtasis se presenta a diversos niveles en la persona:

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Está fundamentado en una experiencia fisiológica, física.
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Es un estado emocional.
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Proporciona un tipo especial de percepción a veces descrita como intuitiva.
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Es un estado no ordinario de consciencia que da una especial dimensión a todo lo anterior.

El éxtasis puede ser clasificado según cuatro categorías no mutuamente excluyentes:

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Éxtasis místico y profético
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Éxtasis chamánico
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Éxtasis sexual
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Éxtasis producido por sustancias

El místico nos habla de la desbordante presencia actual de lo divino. Esta grandeza ha sido descrita de modo poético como en San Juan de la Cruz o en Ibn Arabi. Los místicos desde esas experiencias de inmersión en lo divino pueden a veces anticipar visionariamente experiencias que están por venir. La actividad profética expande esa presencia desde el futuro para que el presente sea modificado y la gente se prepare.

El éxtasis sexual forma parte de la respuesta orgásmica. Durante ella se produce un estado modificado de conciencia en unas ocasiones fugaz y en otras de duración difícil de estimar. El tantrismo practicado desde el marco del yoga o del budismo pretende ampliar la conciencia utilizando el alerta y la focalización que produce la actividad sexual por medio de técnicas especificas. Durante el orgasmo se induce transitoriamente, un período con las características de un estado modificado de conciencia, con cambios en la percepción corporal, en la estimación del tiempo, y en otras variables psicológicas.

El éxtasis por sustancias puede presentar diferencias según las características de las mismas. El marco cultural, expectativas y modo de consumo pueden condicionar profundamente la experiencia y lo que pueda aprenderse a través de ella.

Harner piensa que el término trance se utiliza preferentemente entre los médicos, mientras que el término éxtasis es más teológico y humanista, pero que ambos tienen el mismo significado. Los momentos de entrada y salida en los mismos tendrían las características de una crisis. En el lenguaje coloquial también se llega a identificar el hecho de estar pasando un trance con estar en crisis. En el contexto tradicional chino crisis significa “peligro y oportunidad”.

Los cambios profundos en la experiencia de la corporalidad se pueden presentar espontáneamente cuando se vive una situación próxima a la muerte. En ocasiones, es una vía utilizada por chamanes y magos deliberadamente. También pueden producirse a través de la música, la relajación, el uso de sustancias (por ejemplo ayahuasca, ciertos hongos, ver Ott, apartado 1.5.2.a) y otros muchos procedimientos. En la literatura internacional gran número de estos estados son descritos como OBEs (out of the body experiences = experiencias fuera del cuerpo, o “viajes”).( Ver Mapas de los Estados Modificados de Conciencia). Caracterizan al místico la intensificación de las emociones y el pensamiento global. Es más propio del chamán intensificar las acciones y utilizar el pensamiento concreto (Ouspensky).

La producción de una experiencia directa, transformativa y personal que se da en el misticismo, está presente también, según Walsh, en el chamanismo. Ambas experiencias pueden no ser bien transmitidas y, con el paso del tiempo, perder fuerza, convirtiéndose en rituales vacíos y rutinarios. En su mejor sentido, el ritual, como el arte, es la culminación activa de una transformación simbólica de la experiencia. Muchas técnicas de trance utilizan rituales a modo de “puertas” al comienzo y al final del trabajo. En este ámbito, los rituales pueden ir perdiendo presencia a medida que el sujeto aprende y se familiariza con los estados de trance.

Los rituales pueden servir para disminuir la angustia frente a lo desconocido o lo que desborda a un individuo. En el área cognitiva pueden incrementar la concentración de los participantes modificando la atención, en el área física facilitar la relajación y en el área emocional modular la ansiedad, el sentimiento de descontrol o la expresión de la rabia.

Desde el punto de vista clínico en las llamadas neurosis se afirma que la actividad obsesiva (pensamientos repetitivos) y compulsiva (acción que uno se ve impelido por sí mismo a hacer de forma reiterada) forman parte de mecanismos psicológicos que disminuyen la angustia y evitan la posibilidad de un trastorno más profundo. Los rituales vinculados al orden y la limpieza están especialmente presentes en las personas perfeccionistas son sistemas o mecanismos de defensa frente a la angustia. La no-realización de los mismos provoca malestar, mientras que su realización procura alivio.

El poder transformador de las crisis en general y de la muerte en particular es resaltado por místicos y chamanes.