plateria mapuche

8-05-2005
Entrevista a Jacqueline Domeyko, directora

Platería Mapuche: un viaje de significados

Solange Domíguez

El mundo está inundado de formas, de reliquias que configuran el mundo, lo que hoy es un signo o una silueta de un museo, ayer fue una significación de existencia, un elemento que ayudaba a fraguar la vida. El tiempo pasa, pero ese sentido profundo no muere, ahora el objeto se vuelve testimonio, palabra muda de aquel que lo vivió, que lo construyó y que un día se desprendió de él. Este tránsito entre el significado material y el esencial, fue el viaje que realizó Jacqueline Domeyko para intentar comprender que esas piezas de colección eran motivos de una cultura: el tesoro que posee la platería mapuche.

Todo comenzó con la idea de hacer una muestra de estas piezas.“Primero está lo que siente cualquier coleccionista, que en el fondo pasa por el deseo de no guardar en forma egoísta las piezas, sino que de mostrarlas. Entonces dijimos “hagamos una exposición de joyas mapuches”. Sin embargo, mientras avanzaba en el proceso de analizar cómo presentar las joyas, algo se volvía incomprensible: “Ha medida que me iba informando, no me cuajaba por qué en minutos de desesperanzas extremas, cuando no tenían que comer, se estaban empobreciendo de la manera más espantosa, estaban realmente oprimidos, recién ahí se desprenden de estas joyas con la intención de recuperarlas”.

El momento en el que ocurre este desprendimiento, vía préstamo, es durante la llamada pacificación de la Araucanía. Lo incomprensible era que el valor económico de las joyas era muy alto y no recurrían a ellas para subsanar sus problemas. “Había mujeres que tenían veinte kilos de plata colgadas en el cuerpo, entonces claramente tenían una manada de bueyes”. Sin embargo, pese al hambre y la miseria, no se deshacían de estas joyas para obtener dinero. Era extraño y simple: no eran joyas.

A partir de esto se detiene el proceso de la exposición y comienza uno de investigación para Jacqueline Domeyko. “Entonces decidí empezar a investigar qué había detrás de estas joyas. Un recorrido muy personal sobre qué significaban estas piezas, qué contenían, qué guardaban celosamente”. Ese recorrido, que incluyó viajes a comunidades mapuches al sur del país y conversaciones con investigadores, como Raúl Morris, quien es curador de esta exposición, se comenzaron a develar los misterios. “Empezamos a descubrir que toda la platería es un fiel reflejo de un mundo que existe, donde viven sus dioses, sus temores, su universo, su tierra, sus ancestros recientes, sus ancestros primeros, la dualidad mapuche, la luna, la fertilidad, sus rezos, sus elementos protectores, su valentía. Eso es la platería mapuche”.

Desde esta perspectiva se puede comprender la platería como representación de su cosmovisión a través de las formas y diseños, y también de la ritualidad, pues no existe sólo el momento en el cual se usan las joyas, sino un momento fundamental: el traspaso que va de generación en generación. La imagen de la abuela entregando su platería a su nieta va más allá de una herencia. “Le está entregando un trozo de su pasado, un elemento de pertenencia con el cual se espera que viva su presente y proyecte su futuro”. La platería se vuelve, como explica Jacqueline Domeyko un puente que conecta al mapuche con el mundo al que pertenece. Ahí estaba la respuesta: “Por qué demoraron tanto y fue tanto el drama para ellas de desprenderse de esas piezas porque sentían que se rompía una cadena. La mayor víctima, la mayor tragedia de la pacificación araucana es la platería”.

Luego de este descubrimiento se retoma la idea de la muestra, pero con la finalidad de reflejar de alguna manera la visión e historia contenida en la platería. Es a partir de ello que se construye una exposición que a través de las piezas de plata busca recrear una atmósfera que permita un acercamiento. Ya no es una muestra de joyas, es la manifestación de una cultura y su reconocimiento. “Esta exposición pretende de forma categórica rendir un homenaje al pueblo mapuche, a una cultura desgraciadamente muy desconocida por ellos mismos y brutalmente ignorada por nosotros”.

Después de la presentación en el Museo de Bellas Artes, la idea es llevar la exposición fuera de Chile y convertirla en una muestra itinerante. Sin embargo, por el momento no hay ningún proyecto concretado en el exterior y Jacqueline espera que sea un proceso más rápido que el que llevó a concretar la muestra actual. Fueron casi ocho años de trabajo y ciento cinco reuniones con el sector privado para conseguir auspiciadores y montar la exposición, hasta que finalmente se consiguió el apoyo de la empresa CMPC. Por eso afirma Jacqueline: “El tema ojalá se fortaleciera con la venia, la contribución del Gobierno y el sector privado porque hacer estos proyectos sola es imposible”.

Todo el ayer contenido en la platería se conecta con una cotidianeidad, un presente marcado por la presencia del pueblo mapuche en estos momentos y esta conjugación de tiempos no es desconocida por la directora de esta muestra: “No pretendo que esta exposición sea una conexión con un pasado, una exposición de un pasado. Pretendo recuperar elementos de una cultura, hoy viva, traer estos elementos, estos valores culturales, está simbología a un presente para que desde ese trabajo, desde esa recuperación iniciar un camino de reconocimiento, de valores y de respeto”.