Esto tambien pasara
De: Alias de MSNLUNA200620 (Mensaje original) Enviado: 07/04/2006 12:35
ESTO TAMBIÉN PASARÁ
Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte: Me estoy fabricando un precioso anillo.
He conseguido uno de los mejores diamantes posibles, y quiero guardar oculto
dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación
total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre.
Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.
Quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes
tratados, pero ¿darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar
en momentos de desesperación total? Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían
encontrar nada. El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su
padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba
como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que
también lo consultó, y éste le dijo: No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero
conozco el mensaje. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de
gente, y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve
a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje. (El
anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey). Pero no lo leas, le dijo
mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado,
cuando no encuentres salida a la situación. Ese momento no tardó en llegar. El país fue
invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus
enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos.
Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio
y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le
cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia
delante y no había ningún otro camino. De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el
papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso: Simplemente decía
“ÉSTO TAMBIÉN PASARÁ”. Mientras leía “esto también pasará” sintió que se cernía sobre
él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque,
o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de
escuchar el trote de los caballos. El rey se sentía profundamente agradecido con el
sirviente y con el místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas.
Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y
el día que entraba de nuevo victorioso en la capital, hubo una gran celebración con
música, bailes, y él se sentía muy orgulloso de sí mismo. El anciano estaba a su lado en el
carro y le dijo: Este momento también es adecuado, vuelve a mirar el mensaje. ¿Qué
quieres decir? -le preguntó el rey. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no
estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida. Escucha -dijo el anciano-.
Este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones
placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes
victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero.
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “Esto también pasará”, y nuevamente sintió la
misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba
, pero el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el
mensaje. Se había iluminado. Entonces el anciano le dijo: Recuerda que todo pasa.
Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.
¡¡¡Bendiciones!!!