El tecno

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Ester Lopez-Portillo

Las figuras de la música electrónica

Entrando de lleno al siglo XXI un grupo de estrellas del universo musical se imponen, cada vez con más fuerza: los DJ´s, que se han consolidado como las figuras de la música electrónica. Estos artistas se encargan de mezclar y manipular sonidos, y así rompen esquemas y paradigmas. Muchos de los máximos exponentes de este género ni siquiera saben tocar un instrumento, pero tienen otras cosas a su favor: dominan la tecnología y son hábiles para mezclar y resignificar los ruidos y sonidos producidos, de algún modo u otro, por el hombre y por la naturaleza; es decir, son maestros en el arte de diseñar y manipular el sonido, a través de medios tecnológicos para crear música y poner a bailar al mundo. Son estos programadores del sonido quienes tienen la responsabilidad de mantener la música y la energía en el nivel más alto posible en los raves.

 

Los raves: el punto de reunión

Junto con el nacimiento de la música electrónica como género, surgió el movimiento rave: los raves son los festejos que se vuelven un espacio para compartir con otros, para bailar al ritmo que marca la música mezclada por DJ´s. El primer festival rave se realizó en la isla de Ibiza en 1987.

Los raves se realizan siempre en lugares diferentes; lo mismo puede ser una playa, un bosque o una bodega urbana. El concepto es invadir los espacios por un momento, que puede durar varias horas, para después abandonarlos. Los raves son una metáfora del movimiento vertiginoso, la atemporalidad y transformación de la música electrónica donde nada permanece y todo evoluciona.

En estas celebraciones se baila toda la noche e incluso durante la mañana siguiente. Allí pueden reunirse docenas, cientos o miles de personas; algunos de estos eventos, son caros, otros casi no cuestan. En los raves generalmente no hay alcohol, lo que no implica que el consumo de drogas esté ausente.

El uso de drogas estimulantes como el éxtasis es aceptado por muchos de los asistentes a los raves, aunque no todos los que asisten a son consumidores. El éxtasis es un estimulante que en un principio fue utilizado como supresor del apetito; generalmente viene en pastillas decoradas con logotipos de personajes, de caricaturas o marcas reconocidas. Esta droga es cada vez más popular, principalmente entre los adolescentes y jóvenes.

Existen otras drogas cuyo uso se ha generalizado en este tipo de eventos como el LSD, el GHB, el tranquilizante para animales llamado Ketamina y la Metanfetamina. No todas las drogas pueden encontrarse en todos los raves, ni en todos los raves habrá drogas. Sin embargo, es importante que si asistes a uno sepas que probablemente te ofrezcan comprar alguna droga, te la regalen o sólo las veas circular. Aunque ya hayas escuchado muchas veces lo mismo, no está de más repetirte que por muchas razones debes tener cuidado con las drogas. No es broma, las drogas son altamente destructivas.

La vestimenta

La ropa utilizada por los jóvenes que gustan de la música electrónica es, generalmente, de texturas plásticas, metalizadas, telas estampadas con estilos no muy comunes en colores verdes, azules, plata, naranjas, dorados, rosas, metalizados o tornasoles. El cabello se usa con cortes asimétricos en puntas, quizá con colores en mechas que contrastan, va peinado con gel y en forma de picos, los accesorios son collares y pulseras de fantasía, lentes con un toque futurista, así como pearcings y tatuajes en diversas partes del cuerpo.

 

La energía liberada

La música electrónica y los espacios de convivencia, el ritmo, el baile y la actitud de las personas producen un efecto casi hipnótico; el fin de los encuentros es desconectarse y salir de sí mismos, dejar el centro del ser y sintonizarse con los otros, conectarse y dejar fluir la energía olvidando las presiones y exigencias de la vida cotidiana.

Por último

¿Te gusta la música electrónica? ¿Qué piensas de ella y de la gente que la escucha? ¿Qué opinas de la forma que eligieron para expresarse? Nos gustaría saberlo, así que te invitamos a compartir tus ideas con nosotros y con los demás navegantes.

La panza del tepozteco

Se trata de una novela corta del escritor mexicano José Agustín. En ella se entremezclan los elementos fantásticos y los reales. Aparecen nombres de lugares muy conocidos por quienes gustamos de visitar Tepoztlán, en el Estado de Morelos, y para quienes viven allí el ambiente que se respira en el texto resulta de lo más familiar. Así es también para quienes tienen conocimientos sobre la historia de los antiguos mexicanos, ya que el autor utiliza como personajes a las deidades aztecas, otorgándoles una gran vitalidad frente a los protagonistas: siete adolescentes y una niña.

La narración nos sitúa inicialmente en la Terminal de Autobuses del Sur de la ciudad de México, donde el grupo, conformado por Yanira, el gordo Tor, Erika, Alaín, Homero, Indra y Selene, se dispone a ir a Tepoztlán para pasar cuatro días de asueto. Desde ese momento el lector se identifica con el ambiente de los muchachos de secundaria que salen de paseo sin estar acompañados de algún adulto. El autor describe fielmente el vocabulario y las bromas propias de la edad, y también los pequeños obstáculos que deben sortear para llegar a su destino. En Tepoztlán se alojan en la casa de descanso de la familia de Alaín.

Por la tarde, el grupo se anima a echar una caminata por el Tepozteco, lugar que se caracteriza por sus escarpados cerros y por su preciosa vegetación, que ya para el mes de septiembre está muy verdeada por las lluvias. Además de su belleza natural, Tepoztlán tiene una gran riqueza cultural que ha podido conservar gracias a la viveza de las tradiciones, los usos y las costumbres heredados de un pasado indígena que pervive y sigue causando admiración y gusto de propios y extraños.

Los acompaña un joven indígena oriundo del lugar, Pancho, amigo de Alaín desde su infancia. Él es quien conoce a la perfección la mejor ruta para llegar a la pirámide tolteca, lugar muy visitado desde donde se tiene una panorámica preciosa del valle y del pueblo de Tepoztlán. Sin embargo, los muchachos se mueven con espíritu de aventura y su guía los lleva a una cueva con murciélagos.

Allí, como personas citadinas que son, ya sienten que han penetrado algo más en los secretos del lugar, y aceptan con entusiasmo la invitación de Pancho para explorar al día siguiente otra cueva más alejada y desconocida.

Con comida, lámparas y un machete, salen temprano guiados por Pancho. Recorren veredas y trepan taludes; hay cansancio y quejas porque no están acostumbrados a tales caminatas, pero finalmente llegan a la caverna. Entran a una cámara de abundante vegetación, y de allí, a gatas por una rendija llegan hasta otra gran cámara con estalactitas y estalagmitas donde se percibe una gran humedad y descubren una luz.

A partir de ese momento, el autor del libro nos hace acompañar a los muchachos en un mundo fantástico donde los dioses prehispánicos son personajes de la novela. En un lenguaje coloquial, los dioses aparecen con sus nombres recortados a manera de apodos, muy al estilo de los escolares de secundaria. Desfilan en el texto “Tezca” (tlipoca), “Tona” (ntzin), “Chico” (mécoatl), “Coat” (licue), “Huitz” (ilopochtli), “Chalch” (chiutlicueye), Xiute (cutli), y otros más.
Los dioses actúan de distintas maneras: Tezca, con poder para alterarles los sentimientos; Tona, quien les da alimento y protección, Huitz, que desea sacrificarlos, y así también los demás dioses que desempeñan la función que los identifica.

Dentro de la trama hay continuos motivos que, a pesar de poner en aprietos a los muchachos, también contienen una dosis de buen humor, como es el episodio del viejo que los quiere obligar a emborracharse y después se oculta para reaparecer transformado en el perro que se orina en el pantalón de Tor. También hay momentos de afecto muy agradables para todo el grupo, principalmente cuando están cerca de Tona, quien les cocina unos deliciosos tacos y les ofrece su cariño y protección.

El grupo va descubriendo las maravillas ocultas que hay en la caverna, no sólo las naturales sino también los recintos construidos para ser morada de los dioses que allí se encuentran en retiro desde hace quinientos años. Los muchachos conocen los jardines interiores y los edificios de piedra decorados con motivos que representan escenas de la vida azteca en su época de esplendor.

Están azorados con lo que pueden ver y oír, se sienten transportados a un lugar que jamás hubieran imaginado y, al preguntar Alaín que dónde están, es Chalch, la diosa del agua, quien le responde: “en la panza del Tepozteco”.

Con su presencia allí, los muchachos reviven los conflictos entre las deidades aztecas, ya que unos los defienden y otros los atacan y desean llevarlos ante Huitz para que se les sacrifique, porque rompieron la paz en la que vivían.

El texto “La panza del Tepozteco” es una recreación literaria donde se le da una nueva manera de ser a las divinidades del México prehispánico. El autor las despoja de la solemnidad con que tradicionalmente se les ha enmarcado y las hace compatibles con un grupo de muchachos de nuestra época; alegres y alertas para descubrir un lugar lleno de belleza y tradiciones como lo es Tepoztlán.

Lo ficticio de las vivencias con las deidades contrasta con lo real que puede ser un paseo por el Tepozteco.
Es un libro de fácil y amena lectura que educa y divierte.

Bibliografía:
Agustín José, La panza del Tepozteco, Editorial Alfaguara, México, 1995

Entrevista con José Agustín

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.Jorge Luis Herrera
El escritor José Agustín (1944) nació en Acapulco, Guerrero; desde la adolescencia comenzó a publicar en diversos periódicos y revistas, resaltando siempre por su original concepción de la narrativa. Es autor de cuentos, relatos, obras de teatro, guiones cinematográficos, ensayos y novelas. Destacan los libros: La tumba, De perfil, Luz externa, La nueva música clásica, Inventando que sueño, La panza del Tepozteco, Se está haciendo tarde (final en laguna), los dos tomos de Tragicomedia mexicana y, el más reciente, Los grandes discos de rock** (1951-1975), del cual nos habla en esta entrevista, que permite apreciar sus conocimientos y su pasión por el rock and roll.

Nota: Es importante especificar que este reconocido escritor mexicano, desde su juventud se ha caracterizado por sus opiniones controvertidas y por expresarse de formas no muy convencionales. Deseamos que el lector lea esta entrevista con atención y desde una perspectiva crítica.

José Agustín…………….

José Agustín, su literatura se ha distinguido por ser innovadora. Su proposición es diferente, como la del rock; vincula la cultura popular, la alta cultura y el lenguaje coloquial…

Mucha gente me ha dicho que lo que yo escribía es una especie de rock and roll verbal. Juan Villoro afirmaba que como no teníamos buen rock en los años sesenta en México, te leías De perfil y era como estar en un concierto de los Who o de los Rolling Stones. A través del rock puedes bajar a los pantanos del alma humana y llegar a tu condición más instintiva, expresándote por medio de una visceralidad tremenda; toca desde la última planta del subsuelo, hasta la parte más alta del Himalaya, donde estás más cerca de rascar el cielo. En ese sentido mi literatura se tiñó del espíritu del rock, aunque a veces no hable directamente de él; me interesaba que fuera capaz de bajar hasta las raíces del ser humano, y de subir a los máximos confines del espíritu. Anteriormente, el lenguaje artístico tenía que emplear códigos distintos a los de la realidad, se decía que no podías hacer arte si utilizabas un lenguaje cotidiano. Pero mi generación reiteró lo contrario, decidimos que el lenguaje coloquial no debía escribirse miméticamente, sino que era necesario transmutarlo artísticamente; sometiéndolo a un proceso de depuración, de decantación y de concatenación. Algunos autores han demostrado que el lenguaje coloquial puede ser literario, como Mark Twain en Las aventuras de Huckleberry Finn, que es uno de los agasajos más sensacionales que hay.

¿Cuál es la relación entre su vida, su literatura, y el rock?

Están interrelacionadas totalmente. Empecé a escribir y a escuchar música desde niño. Soy testigo de la evolución del rock, desde sus inicios. De ser un gusto juvenil, se volvió algo más profundo y abarcó áreas de mí mismo que nunca hubiera imaginado. El rock está muy presente en lo que escribo; desde mi primera novela, La tumba; en la que el epígrafe lo tomé de una cancioncita de Neil Sedaka, y que yo sepa, fue la primera vez que alguien le dio ese uso a una canción de rock.

¿Desde cuándo surgió su pasión por el rock?

Desde que tengo uso de razón escucho todo tipo de música. Crecí en una familia de clase media, y gracias a que mi papá era piloto aviador tenía acceso a discos gringos difíciles de adquirir en México. Con tal de nutrirme de rock, compraba cancioneros, revistas y todo lo que podía. Así obtuve mi culturita rockanrolera. Aunque el rock seguía siendo satanizado o visto como franca frivolidad, cada vez era más accesible. A los 21 años escribía para una revista que compraba los derechos periodísticos de otras, entre ellas el Paris Match y Marie Claire; y como yo era el único que hablaba francés, me encargaba de refritear los textos. El primero que leí fue uno sobre Bob Dylan y dije: “¡qué nota más pinche!, puedo hacerla mejor”. La hice y les gustó. A partir de entonces me convertí en el primer crítico mexicano de rock.

¿Podría hablarnos sobre el concepto rock and roll?

La primera definición es la tradicional, la que usó Alan Freed para burlarse de las radiodifusoras gringas, era un eufemismo que utilizaban los músicos negros, sobre todo los jazzistas, para decir coger. Let´s rock and roll significa: vamos a coger. Por eso tiene una sensualidad hija de su pinche madre. El cabrón de Alan Freed, cuando vio que no podía usar el término rhythm and blues en la radio, inventó el de rock and roll… ¡fue una jiribilla tremenda!, ¡por quitarles algo que no les gustaba, les echó algo mucho más denso! Después se dividió el concepto y abarcó todas las vertientes surgidas en los años cincuenta y sesenta. En Inglaterra los jóvenes se clavaron en el blues y en el rhythm and blues más puro, renovando el fenómeno, y creando una música que se veía venir, aunque no en esas proporciones. Fue la invasión del rock británico. Manejaban elementos de la alta cultura, pero sin perder la visceralidad y la fuerza expresiva. Más tarde, los críticos y los fans inventaron múltiples etiquetas, algunas muy útiles, pero otras son ¡francamente esotéricas!

Usted ha escrito varios libros sobre rock…

Me he aproximado al rock de distintas formas, pero nunca he quedado satisfecho del todo. Primero escribí, en 1968, La nueva música clásica, que fue pionero en México, y prácticamente en todo el mundo, aún en Inglaterra y Estados Unidos existían pocos libros de este tipo. En esa época se discutía sobre si el rock era verdaderamente un fenómeno cultural, la mayoría de la gente consideraba que era un producto de moda comercial chafa. Los muy izquierdistas decían a su vez, que era un vehículo de penetración imperialista y de colonización cultural.
Una de mis labores fundamentales fue, primero que nada, establecer que el rock es un fenómeno cultural tan rico y valioso como cualquier otro, y que toca desde lo más sofisticado, hasta lo más vernáculo de la cultura popular; además, es un puente entre los diferentes estratos sociales. También traté de establecer que el rock tiene un profundo valor libertario y contestatario. Pugné porque en México compusiéramos rock en español, para expresarnos en nuestro propio idioma, sin embargo, los rockanroleros mexicanos estaban muy reacios, pensaban que el inglés era el idioma natural del rock… ¡y en el fondo ansiaban pegar en el gabacho, como Carlos Santana! Esos fueron los valores del libro, se tiraron más de cien mil ejemplares, pero como no me gustó mucho, detuve las ediciones. Después, a principios de los años ochenta, lo actualicé y cubrí más espacios, pero conservó el mismo título.
Con el tiempo tampoco quedé complacido y abordé el rock de otra forma, con ensayos específicos, evité las visiones globales, que quizás fueron los defectos de los dos libros anteriores. Entonces escribí Contra la corriente y, años más tarde, El hotel de los corazones solitarios, ambos contienen ensayos de distintos tamaños. Fueron una especie de experimentos literarios, que dieron pie a mi último libro, Los grandes discos de rock, donde expreso mis planteamientos más profundos en torno al rock, analizando disco por disco. En él, propongo la idea de que cada disco te puede contar un cuento. Decidí romper la planicie del género estrictamente ensayístico y jugué con la literatura. Incluye cuentos, textos breves, cartas, noticias apócrifas, conversaciones de gente que está platicando sobre un grupo, pequeñas fábulas… en fin, un cuarenta porciento del libro es literatura.

¿Cada disco narra una historia?

De entrada narran la historia de los rockanroleros, quienes a través de su música expresan su concepción del mundo. Por otro lado, desde hace mucho tiempo traduzco literatura a distintos idiomas, pero también hago adaptaciones entre lenguajes artísticos, por lo que de alguna manera ya estaba acostumbrado a preguntarme: ¿qué me dice este disco?

¿Discos conceptuales como el Dark side of the moon de Pink Floyd o el Sgt. Pepper´s lonely hearts club band de los Beatles lo invitan a escribir?

Sí, pero menos, porque en sí mismos ya cuentan una historia. Eso es parte del concepto de lo conceptual, perdonando la redundancia. Son obras solitarias, grandes épicas rockanroleras que narran algo a través del estado de ánimo o de las referencias específicas. En esos casos opté por el tono ensayístico. En mi libro me refiero a Pink Floyd de una forma rara, porque los hice indios mayas de la selva locochona. Algunos me han reprochado que con este libro cultivo los mitos sajones, pero no, tiene un pie mexicano muy fuerte, por ejemplo: Erick Clapton aparece aquí en Cuautla platicando conmigo, John Lennon está también en una hacienda del Estado de Morelos y Jimi Hendrix interactúa en el Metro Balderas. El texto de Larry Williams está lleno de citas de José Alfredo Jiménez y Agustín Lara. El libro sólo se pudo escribir en México.

Remitiendo al título de uno de sus libros, ¿el rock es una nueva música clásica?

Sin duda. El gran acierto de ese libro fue plantear que la música clásica de esa época se había elitizado, al extremo de que perdió todo contacto con la realidad. Se necesitaban sofisticados decodificadores para acceder a la música de Kristof Penderesky, Iannis Xenakis, John Cage, Edgard Varése y de los compositores de la segunda mitad del siglo XX. En esas circunstancias el rock recuperó aires de la alta cultura y del folklore internacional, generando obras que sorprendieron mucho, tanto a los críticos y a los fans, como a los mismos compositores de música clásica. Después de escuchar a los Beatles, John Cage se dio cuenta que estaba sucediendo algo muy grueso y modificó su concepción musical. Esa generación de músicos ya estaba bastante formada, pero la que siguió tomó más elementos del rock; Philip Glass, Glenn Branca y los minimalistas se nutrieron de él. Glass tiene dos sinfonías geniales, Low y Heroes, basadas en obras de David Bowie y Brian Eno. El rock es un fenómeno artístico cultural de extraordinarias y múltiples facetas, nadie lo puede cubrir en su totalidad, la riqueza sólo la aprecias en conjunto. El gran rock siempre es arte, y del mejor.

¿El rock and roll forma parte de la contracultura?

Claro, por eso fue ligado con la rebeldía de los chavos y con películas como El salvaje, de Marlon Brando, Semilla de maldad, de Richard Brooks, y Rebeldes sin causa, de Nicolas Ray. Los orígenes del rock rompían el molde establecido, por lo que el gobierno emprendió fuertes campañas en su contra, se le consideró bolchevique, comunista, promotor de la drogadicción o francamente demoniaco; y claro, a los que nos gustaba, eso nos volvió más antisistema. En los años ochenta, el régimen gubernamental comprendió que no podía parar esa expresión musical y trató de dirigirla, pero se le escapó las más de las veces. A partir de entonces el rock fue acosado por las transnacionales y la industria, lo que melló su filo contracultural. El rock no implica necesariamente una ruptura al orden social, pero sí al institucional. Se ha vuelto un fenómeno cultural decisivo, sin precedente, que rebasa por mucho su condición de arte, de alta cultura, de cultura popular y de fenómeno social.

¿Cuál es la función del rock en la sociedad?
Es un medio de autoconocimiento. Su relación con la cultura popular le da un carácter de distractor que te permite gozar. Inicialmente, el rock significó una liberación emocional, sobre todo física, ya que en aquella época las personas no movían el cuerpo, todo era rígido. La sociedad estaba muy constreñida y era asfixiante, pero el rock terminó con esa limitante, permitiendo que la gente creara una estética de lo que no era estético. Sirvió como plataforma de expresión y generó espacios propios. Por primera vez una generación logró descargar represiones y tensiones a través de la música y el movimiento… ¡empezaron a bailar y a sacudirse como changos!… eso los alivianó horrores.

*Esta entrevista fue publicada en el suplemento cultural “El Ángel” del periódico Reforma el 16 de marzo de 2002.
** Editorial Planeta, México, 2002.
 

Los cholos

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De grupos a grupos

Los cholos forman parte de los grupos de población estadounidense de ascendencia mexicana que residen en Estados Unidos. De acuerdo con ciertas clasificaciones realizadas por investigadores de los grupos migrantes, las personas que se identifican como mexicanos son los recién llegados a Estados Unidos; los que tienen una orientación mexicana son quienes, habiendo nacido en México, han vivido en ese país la mayor parte de su vida por lo que tienden a ser bilingües; los mexicoamericanos nacieron y crecieron hablando inglés; los chicanos forman parte de por lo menos la segunda generación nacida en Estados Unidos pero de origen mexicano, y los cholos representan una identidad que no es mexicana ni americana: su filiación tiene más que ver con el barrio y la pandilla que con un sentido nacionalista, aunque retoman elementos de lo mexicano para elaborar su simbología.

Desde el principio

El movimiento cholo nació en Los Ángeles, California, en la década de los setenta. Hace más de un siglo y medio muchas familias de hispanos, sobre todo mexicanos, comenzaron a emigrar a los Estados Unidos en busca de mejores oportunidades de vida. Al establecerse los grupos de migrantes, principalmente en el sur del país, fueron marginados por amplios sectores de la sociedad norteamericana, principalmente por motivos raciales.

En respuesta a la discriminación surgieron los cholos, como una manifestación de los sectores chicanos y mexicanos. Este movimiento fue motivado por la construcción y afirmación de la identidad individual y de grupo. Así los cholos retomaron diversos símbolos relacionados con imágenes o iconos representativos de la cultura mexicana como la Virgen de Guadalupe, los líderes de la Revolución, elementos de diferentes grupos étnicos del país y símbolos de diversas culturas prehispánicas.

Los vínculos y la simbología se ampliaron paulatinamente porque el grupo encontraba que estos elementos los identificaban y cohesionaban; así el principal referente fue la vestimenta y el lenguaje que, de algún modo, dejaba ver el origen mexicano.

Los cholos y sus vínculos

Entre los jóvenes que conforman este movimiento, hay una fuerte conexión por la sangre y el color de la piel; tienden lazos prácticamente irrompibles con la familia y la comunidad encarnadas en el barrio. Para ellos esto es tan importante, que imprimen en su piel placazos ; es decir, tatuajes que representen al barrio o a la familia.

En México y Estados Unidos el cholismo es el movimiento juvenil con mayor presencia en la franja fronteriza entre ambos países. Este movimiento se extiende cada vez más, al punto que es posible encontrar en algunas colonias de la ciudad de México bandas que utilizan los nombres de las clicas (barrios, bandas, pandillas) más importantes del este de Los Ángeles. Esto se explica por dos razones: las migraciones y la difusión que los medios, como la televisión y el cine, han dado al movimiento.

¿Y por qué cholo?

Existen varias versiones al respecto: algunas afirman que deriva del término show , justamente por la parafernalia del grupo; otras que significa mestizo de blanco e indio, indio civilizado o gente de raza mezclada.

¿Y qué con la música y los símbolos que los identifican?

Principalmente escuchan baladas románticas y rock de los años cincuenta y sesenta, aunque incorporan otros géneros como el hip-hop, el funky o la música ranchera. Otros elementos que los identifican son los graffitis y las placas, que son manifestaciones de su adhesión familiar y comunitaria, la que intentan exaltar en muros y paredes.

A los cholos les gustan los autos de los años cincuenta y sesenta; al igual que en la música, los arreglan imprimiendo su propia personalidad y así se convierten en un símbolo más de identidad y orgullo. Como sucede con los graffitis, las placas y los autos, este grupo ha logrado construir un lenguaje rico, producto de la mezcla de algunos términos del español y del inglés conocido como spanglish o spaninglish .

De la moda…

Los cholos se distinguen por utilizar el pantalón bombacho con pliegues en la cintura, camiseta holgada, tenis, tirantes y una cadena que va del cinturón a uno de los bolsillos de pantalón. En la cabeza llevan una malla para sujetarse el cabello, adornan su cuerpo con placazos de la Virgen de Guadalupe o el símbolo de su clica .

En el aire…

¿Qué opinas de los cholos? ¿Qué opinas de su filiación al barrio? ¿Te parecen interesantes sus símbolos e iconos?

Que es el movimiento dark?

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Esther López-Portillo 
¿En dónde empieza todo?

Todo empezó en Europa hace más de tres décadas cuando un movimiento juvenil, el punk comenzó su decadencia. Ese movimiento se caracterizaba por su sentido de protesta, así que la música estridente y la vestimenta estrafalaria fue la forma en que algunos jóvenes decidieron gritarle al mundo su descontento y su inconformidad con los acontecimientos de aquel entonces: guerra, hambre y consumismo. Con el paso del tiempo la vestimenta se volvió moda y lo que en otro momento disgustaba a ciertos sectores de la sociedad comenzó a venderse en los aparadores de las tiendas. Así el punk perdió la fuerza en su sentido de protesta: ya no importaban las ideas que justificaban el atuendo, el vestuario era lo valioso por sí mismo.

Eran finales de los setenta cuando el punk dio origen al movimiento dark, que surgió por el descontento de los jóvenes ante la vanalización del punk y como rebelión contra la frivolidad del mundo tecnificado y capitalizado. Estos jóvenes adoptaron el luto como forma de expresión y el color negro como estandarte. Así hombres y mujeres se maquillaban con labios, ojos delineados y uñas negras; en algunos casos su ropa y accesorios, como hoy en día, parecía venida de otro tiempo: de la oscura y húmeda época medieval; en otros la estética no era tan importante y solo vestían de negro o colores oscuros.

¿Por qué dark?

En primer lugar por la oscuridad, este movimiento adoptó el luto como forma de expresión. Para ellos el sentido de la existencia por sí mismo no existe, debe inventarse; así mismo, la tristeza y la melancolía juegan un papel determinante quizá porque son sentimientos que socialmente no son aceptados. Los miembros de este movimiento dicen que parte de la estética de lo oscuro aprecia como bello las expresiones como las lágrimas, la soledad, las personalidades introvertidas y la resignación al sinsentido de la vida.

La música, las ideas…

La imagen gótica retoma elementos fúnebres, medievales, apocalípticos y futuristas. Para algunos la forma de hacer conexión con épocas anteriores es la vestimenta, emulando modas de otro tiempo a partir de utilizarcorsés, camisas con escarolas, abrigos, brazaletes de cuero, quizá por la asociación de este movimiento con la imagen del vampiro, que es un icono de la estética de lo oscuro, para otros la forma de hacer contacto con lo oscuro del movimiento y del ser es a través de la literatura fantástica, vampírica o la filosofía existencialista.

as ideas y creencias que dan sustento al dark o cultura gótica van desde el vampirismo, lo oculto, lo fúnebre, lo decadente, lo melancólico, lo grotesco, lo apocalíptico, hasta lo sensual y lo prohibido, la pasión y las obsesiones, las tragedias y lo real. Lecturas comunes para ellos son La Naúsea de Sartre, La Peste de Camus (ambos filósofos existencialistas);Drácula de Braham Stoker o las Crónicas Vampíricas de Anne Rice (literatura vampírica). En los textos existencialistas ellos pueden resonar con la idea del sin sentido de la vida y de su irreversibilidad, en las historias de vampiros la belleza y el poder del no ser.

El dark es un movimiento muy importante en todo el mundo, principalmente en Europa; desde los setenta comenzaron a surgir grupos de música que hoy unen e identifican a los darketos, grupos que a pesar de los años siguen vigentes como The Cure, Nina Hagen o Sioxie & The Banshees.

No es difícil encontrar lugares oscuros: ya sean establecimientos o fiestas, allí se reúne esta comunidad de jóvenes de rostro pálido y mirada penetrante y melancólica para escuchar música o compartir sus ideas sobre arte, filosofía, literatura y música.

Bibliografía recomendada:

Stoker, Braham, Drácula, Óptima, España, 2001.

Camus, Albert, La peste, Sudamericana, Buenos Aires, 1999.

Sastre, Jean Paul, La nausea, Milenium, Madrid, 1999.

La contracultura

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Primera parte
La contracultura

Desde hace algunos años, sobre todo en las ciudades de la República Mexicana, podemos encontrar jóvenes (y no tanto) vestidos de forma diferente y estrafalaria, que se conducen de manera no convencional en casi todos los aspectos de su vida. Son grupos que no están de acuerdo con la manera tradicional de comportarse, pensar y ser: son las tribus urbanas.

Para comprender estos grupos, primero, debemos entender los conceptos en los que se basan para organizarse, así como la historia que acarrean. El término contracultura fue acuñado en la época de la posguerra en Estados Unidos y surgió como una rebeldía contra los llamados “hombres estables: patriotas ultraconservadores mayores de 35 años, cuya mentalidad de los “Hombres Estables” (patriotas ultraconservadores) contrastaba -muchas veces de forma violenta con los movimientos contraculturales, tales como el movimiento hippie.

Muchos intelectuales de la generación de la Onda (los que vivieron su juventud en los años 60) plantean que las tribus urbanas forman más que culturas, contraculturas. El escritor José Agustín manifiesta su concepto de contracultura:

“…es toda una serie de movimientos y expresiones culturales, regularmente juveniles, colectivos, que rebasan, rechazan, se marginan, se enfrentan o trascienden la cultura institucional. Y por cultura institucional se da a entender a la cultura dominante, dirigida, heredada y con cambios para que nada cambie, muchas veces irracional, generalmente enajenante, deshumanizante, que consolida al status quo y obstruye, si no es que destruye, las posibilidades de una expresión autentica entre jóvenes, además de que aceita la opresión, la represión y la explotación por parte de los que ejercen el poder, naciones, centros financieros o individuos…”

Lo cierto es que cada vez toman más auge y llenan las ciudades con sus nuevas interpretaciones de la realidad.

La historia en México.

Al principio de la década de los 70, en México, se dio la primera muestra generalizada de la contracultura: el concierto de Avándaro. La noche del sábado 11 de Septiembre de 1971, en Valle de Bravo, localizado a dos horas en automóvil de la ciudad de México; sobresale como la noche más espectacular en la historia del rock mexicano. Diversas bandas de rock tocaron en un festival al aire libre, frente a una audiencia conformada por más de 100,000 personas. Entre los músicos participantes podemos mencionar a los, Dug Dug´s, a Peace and love, El ritual y a Three souls in my mind (actualmente el TRI de México), quienes llenaron el escenario con esta “música para locos” como diría Alex Lora. El concierto fue censurado y las autoridades reprimieron a los miles de jóvenes asistentes: la atmósfera era todavía muy tensa tras la masacre de Tlatelolco en 1968 y el “halconazo” (nueva masacre estudiantil en la ciudad de México), en el mismo año del concierto de Avándaro.

Desde entonces los movimientos contraculturales se refugiaron en las orillas de la ciudad de México. Los músicos de este momento tomaron como “cuarteles generales” los llamados “hoyos funki”, que eran lugares muy pequeños, con muy pocas medidas de seguridad y en donde la libertad era absoluta.

Tiempo después, cubierto el mercado musical por rock and roll ligero, las influencias de las contraculturas extranjeras empezaban a crecer en los medios underground (subterráneos en inglés), como los mencionados hoyos funki y los antros en los que se llamó en ese entonces “el cinturón del vicio”, que era la zona de tolerancia para los jóvenes en las afueras del distrito federal.

En la década de los 70, el punk y el hip-hop fueron la bandera de los jóvenes rebeldes y radicales. El Pop Art demostró que todo podía convertirse en arte, siempre y cuando estuviera en las manos apropiadas “desde lat as de conserva hasta cajas de embalaje”. El punk llegó más lejos. Su premisa en el campo artístico es: “todo es arte lo haga quien lo haga, y no sólo lo realizado por la elite que quería vender el Pop”. A partir de la revolución punk, las colecciones de libros de arte incluyen recopilaciones de anuncios publicitarios, y escenarios para conciertos. Hoy en día se generaliza el sentimiento de que sí bien unas obras son más válidas que otras: todo es arte.

Para los años 90, las tendencias cambiaban y empieza la oleada new gothic todas sus ramificaciones.

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