Oralidad y teatralidad en el Popol Vuh

Oralidad y teatralidad en el Popol Vuh
PATRICIA HENRÍQUEZ PUENTES

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Universidad de Concepción

RESUMEN

El Popol Vuh es el libro del “principio de las antiguas historias” de la nación más poderosa del interior de Guatemala en el siglo XVI, la nación Quiché. También es el libro del “linaje humano”, el libro que reescribe un original, oculto para los investigadores y pensadores, sobre la creación de la raza humana. Es una aproximación al saber mesoamericano sobre el comienzo del hombre, de ciertas especies animales y vegetales, de la tierra y el cosmos. Las constantes reinvenciones del Popol Vuh, realizadas desde el siglo XVIII, han conservado ciertos rasgos del pensamiento y la expresión de condición oral del pueblo maya-quiché. La palabra oral siempre constituye la modificación de una situación existencial total que invariablemente envuelve al cuerpo. En este sentido, puede afirmarse que la teatralidad es consustancial a las culturas orales.

PALABRAS CLAVES: Popol Vuh, antiguas historias, oral, cuerpo, teatralidad.

ABSTRACT

The Popol Vuh is the book of the “beginning of the ancient stories” of the most powerful nation in the interior of Guatemala in the sixteenth century. It is also the book of “human lineage”, the book that rewrites the original, hidden from the researchers and thinkers, about the creation of the human race. It is an approximation of mesoamerican knowledge about the beginnings of man, of certain animal species and vegetation, of the earth and the cosmos. The constant reinventions of the Popol Vuh, realized since the eighteenth century, have conserved certain features of the thought and expression, oral in nature, of the maya-quiché people. The word oral always constitutes the modification of a total existential situation that includes the body. In this sense it can be affirmed that theatricality is consubstantial to oral cultures.

KEYWORDS: Popol Vuh, ancient stories, oral, body, theatricality.

Recibido: 27.11.2000. Aceptado: 06.07.2001.

EL POPOL VUH1 es el libro del “principio de las antiguas historias” de la nación más poderosa del interior de Guatemala en el siglo XVI, la nación Quiché2. También es el libro del “linaje humano”, el libro que reescribe un original, oculto para los investigadores y pensadores, sobre la creación de la raza humana. Es una aproximación al saber mesoamericano sobre el comienzo del hombre, de ciertas especies animales y vegetales, de la tierra y el cosmos. Saber que, según Tedlock3, se remonta al apogeo de la civilización maya mesoamericana y Edad Media europea.
Grande era la descripción y el relato de cómo se acabó de formar todo el cielo y la tierra… como fue dicho por el Creador, y el formador, la madre y el padre de la vida, de todo lo creado, el que da la respiración y el pensamiento, la que da a la luz a los hijos, el que vela por la felicidad de los pueblos, la felicidad del linaje humano, el sabio, el que medita en la bondad de todo lo que existe en el cielo, en la tierra, en los lagos y en el mar (21)4.

El Popol Vuh forma parte del acerbo cultural de los indígenas provenientes de las Tierras Altas Mayas, actual Guatemala. Este libro, como los centros religiosos de la actual zona mesoamericana y los documentos literarios y artísticos preservados de la destrucción española, da cuenta de una riqueza espiritual y literaria que obliga a considerar a los mayas entre los pueblos de alta civilización.

El Popol Vuh fue conservado en forma de tradición oral5, hasta mediados del siglo XVI, época en que, según registran los investigadores, es puesto en escritura por un indígena, en lengua quiché y caracteres latinos, a través de un proceso que transformó la oralidad en escritura maya-quiché. Este proceso de transición, como toda puesta en escritura de la oralidad, tuvo consecuencias múltiples, sobre todo a nivel de las estructuras mentales individuales y sociales. No hay que olvidar que el pensamiento en las culturas orales se relaciona de un modo enteramente propio con el sonido. La escritura, “consignación de la palabra en el espacio, extiende la potencialidad del lenguaje casi ilimitadamente; da una nueva estructura al pensamiento”6. Por otro lado, la transición oralidad-escritura modifica los niveles de producción y recepción del mensaje ideológico, concreta y refuerza los “contenidos de las formas orales, exponiendo las áreas más vulnerables de la ideología hegemónica así como las técnicas de persuasión y los métodos de persuasión ideológica y la censura”7.

Manuel Galich afirma que el manuscrito desaparece en 1524, cuando Pedro de Alvarado, impulsado por una lógica inconcebiblemente ignorante de una civilización que reinaba desde hacía más de mil quinientos años, entra en la capital de los quichés, Utatlán, ordena quemar a los jefes de ésta y arrasa con la ciudad.

Doscientos años más tarde (1701-1703), el Popol Vuh llega a manos del fraile dominico Francisco Ximénez quien, mientras ejercía el curato de Santo Tomás de Chichicastenango, lo reinventa para hacer la traducción al castellano e incorporarlo a la gramática de los idiomas quiché, llamada Arte de las tres lenguas, el quiché, cakchiquel y tzutuhil. Con esta nueva puesta en escritura del relato maya, ahora en lengua española, las consecuencias de la transición oralidad-escritura se incrementan, agregándose otras de índole discursivo ideológico colonial.

Francisco Ximénez, destacado por los investigadores como un “gran lingüista”, como un “varón versadísimo en lenguas indígenas”, ejercía también el oficio de evangelizador. Había llegado a Mesoamérica a combatir herejías y otras religiones, además de corregir costumbres y moral de los indígenas. Al parecer, desempeñó ambos oficios, evitando, siempre que pudo, la interferencia de uno sobre el otro. Hizo la traducción del Popol Vuh, “curándose en salud ante las autoridades religiosas”8, para lo cual, establece similitudes entre el Génesis indígena y algunos pasajes de la Biblia. Y por otro lado, a la par de su versión castellana, en columna paralela, transcribe el texto indígena directamente en lengua maya-quiché.

Los puntos de contacto entre la Biblia cristiana y la “Biblia maya” han atraído la atención de varios investigadores9, para los cuales una de las diferencias fundamentales entre ambos textos radica en el carácter falible de los varios dioses que se encargan de la creación, en contraposición a la infalibilidad del dios único cristiano.

Ciertamente que en el Popol Vuh, los Creadores pareciera que dudaran y no supieran cómo hacer para que la creación del hombre alcanzara sus expectativas. En la primera parte, el Creador y el Formador10 consultan a Ixpiyacoc e Ixmucané11 “¿Cómo haremos para perfeccionar, para que salgan bien nuestros adoradores, nuestros invocadores?”(28). En la tercera parte, cuando se logra la creación del hombre a partir del maíz, los Progenitores preguntan: “¿Qué haremos ahora con ellos?… ¿Acaso no son por naturaleza simples criaturas y hechuras (nuestras)? ¿Han de ser ellos también dioses? ¿Y si no procrean y se multiplican cuando amanezca, cuando salga el sol? ¿Y si no se propagan?”(106).

Las preguntas formuladas, sin embargo, lejos de indicar inseguridad en los dioses, reafirman aquello aparentemente puesto en duda. No hay que olvidar que, en una cultura oral, el pensamiento y la expresión tienden a ser acumulativos, dependen de ciertas fórmulas para practicar la memoria. Una de estas fórmulas son los acertijos que funcionan como mecanismos mnemotécnicos en el texto maya.

Margaret McClear concuerda con esta perspectiva, sin embargo no desarrolla una fundamentación al respecto: “Los intentos frustrados de crear al hombre no demuestran la impotencia de los dioses, como podría pensarse en primera instancia. Son meros ensayos que sirven para ilustrar que el hombre no será como una bestia, un trozo de barro o un pedazo de madera… se subrayan las características que debe poseer: poder de reproducción, inteligencia, sensibilidad, memoria y dominio de la palabra que haga posible la invocación y adoración de sus creadores”12.

Las constantes reinvenciones del Popol Vuh, realizadas desde el siglo XVIII, han conservado ciertos rasgos del pensamiento y la expresión de condición oral del pueblo maya-quiché. Al parecer, el sistema de escritura13 de este pueblo estaba relacionado de manera muy directa con el mundo del sonido, el ambiente natural del lenguaje para transmitir sus significados. De modo que los rasgos de oralidad14 se filtran constantemente en el libro maya, dando origen a una escritura gramaticalmente complicada, que desafía las estructuras lingüísticas convencionales, que ordena según pautas mnemotécnicas, reiterando el discurso, acumulando epítetos, lugares comunes y acertijos; redundando en lo que se ha dicho, excluyendo categorías analíticas complejas, siendo profundamente situacional y construyendo tantas variantes menores de un mito15 como repeticiones del mismo, a través de la reorganización de las fórmulas y los temas antes que del reemplazo por material nuevo.

Por otro lado, la palabra oral siempre constituye la modificación de una situación existencial, total, que invariablemente envuelve el cuerpo. En este sentido, puede afirmarse que la teatralidad es consustancial a las culturas orales.

Adrián Recinos traduce el Popol Vuh, organizándolo en cuatro partes. La primera, compuesta por nueve capítulos, rememora la Creación y las normas éticas deseables de la interacción de los hombres entre sí y con sus dioses. La segunda parte, compuesta por catorce capítulos, reitera la importancia de las normas éticas y las “cosas memorables” del desafío y acatamiento de éstas. La tercera, compuesta por diez capítulos, retoma el relato sobre la creación del hombre, agregándole una relación sobre la organización de éste en el territorio quiché. La cuarta parte, compuesta por doce capítulos, está dedicada a la historia de la expansión de los descendientes de los primeros hombres por el territorio mesoamericano.

El Popol Vuh comienza con la creación de una atmósfera en consonancia con la situación que se desarrollará: el génesis del universo. La descripción inicial busca la grandiosidad y la belleza, propias de las artes del espectáculo16. Para ello trabaja con los componentes visual y sonoro “todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil, callado y vacía la extensión del cielo”(23).

Uno de los métodos para fijar en la memoria la idea sobre el espacio del génesis es la reiteración del estado de los elementos en el “principio.” Dice el texto maya que la oscuridad, el silencio, la calma, la inmovilidad caracterizan este espacio, luego reitera, haciendo uso de otras fórmulas gramaticales: “no había nada junto, que hiciera ruido, ni cosa alguna que se moviera, ni se agitara, ni hiciera ruido en el cielo…solamente había inmovilidad y silencio en la oscuridad, en la noche”(23).

Igualmente, a través de la reiteración, es retenido y recobrado el pensamiento sobre el proceso a partir del cual los dioses, el Creador, el Formador, Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, disponen la creación. El habla, en este sentido, es un modo de acción y las palabras entrañan un potencial mágico, según Ong, “vinculado, al menos de manera inconsciente, con su sentido de la palabra como, por necesidad, hablada, fonada y, por lo tanto, accionada por un poder”17.

Llegó aquí entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz, en la oscuridad, en la noche, y hablaron entre sí Tepeu y Gucumatz. Hablaron, pues, consultando entre sí y meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento (23).

El poder de la palabra se manifiesta en la unidad que conforma el “decir” y el “hacer”. La palabra, como reflexionan Asturias y González, instantáneamente da la forma a la materia; “la pronunciación del nombre exacto, del nombre “justo de voz”, obra sobre la materia, forma, crea”18. Tepeu, Gucumatz y el Corazón del Cielo19, conferencian sobre la vida y la claridad, mientras esto ocurre, la creación se va haciendo, “solamente por un prodigio, sólo por arte mágica se realizó la formación de las montañas y los valles, y al instante brotaron juntos los cipresales y pinares en la superficie”(24). Por otro lado, el poder de la palabra tiene que ver con la fecundación, en el sentido de engendrar vida de hombres, animales, montañas, valles y corrientes de agua. La fecunda palabra de los dioses crea a los animales, les asigna su lugar en la tierra, les ordena multiplicarse y hablar, cada uno, según su especie.

El poder de la palabra otorgado, por los progenitores, a los animales tiene sentido, si es que éstos son capaces de “decir sus nombres”20, alabarlos, invocarlos y adorarlos. La incapacidad que presentan los animales de nominar a sus creadores provoca que éstos piensen en hacer otros seres que, en antítesis con los anteriores, sean obedientes. En la primera parte, Hunahpú e Ixbalanqué21 declaran no poseer nombres, para engañar a Cabracán, el tercero de los soberbios, e impedirle que ejerciera su poder contra ellos. En la segunda parte, los hijos de Hunahpú e Ixbalanqué, llamados de la misma manera, son capaces de sortear una de las pruebas a las que los someten los jefes de Xibalbá22, recordando los nombres de cada uno de éstos.

Bien dice Manuel Galich, en el prólogo del Popol Vuh para la edición de Casa de las Américas, que en el libro maya “la razón de ser de la Creación es el hombre, centro del Universo”. Esto, explicitado en el texto, es reiterado en tres de los capítulos de la primera parte y en los diez que componen la tercera, en tanto debía ser retenido por la memoria, como “cosa memorable”. Los restantes seis capítulos de la primera parte, además de toda la segunda parte del texto maya, están dedicados a ilustrar las normas éticas de convivencia de los hombres entre sí y en relación a sus formadores. Para ello, representaban a hombres elevados a la categoría de dioses y a animales que colaboraban con los dioses para castigar a los que incurrían en el “pecado”23 de vanagloriarse de su poder y riqueza. La imitación de animales, prueba de la teatralidad de varias escenas del Popol Vuh, habitualmente se realizaba, utilizando máscaras con ornamentos de pieles de animales, pelo, piedras y textiles o directamente dibujadas sobre los rostros y/o cuerpos.

La imitación de animales, en el texto maya, daba lugar también a la rememoración de otras historias de tradición oral. Ong señala que las culturas orales manifiestan una originalidad narrativa que, entre otras cosas, consiste en incluir elementos nuevos en historias viejas. En el Popol Vuh es recurrente la reinvención de viejas historias, entre las cuales destaca, en primer lugar, la historia de la creación que, fuera de formar parte de la Biblia, también figura en la Mitología makiritare24. Otras historias son aquéllas sobre el origen de distintas especies animales o de rasgos singulares que las caracterizan, como la historia del mono, el sapo y el conejo, entre otras.

En el libro maya, los hombres de madera al ser incapaces de alabar a sus Progenitores fueron condenados a “ser comidos y matados”, a circular en los bosques con la cara destrozada, “dicen que la descendencia de aquéllos son los monos… por esta razón el mono se parece al hombre”(32). La historia de la culebra que, en el texto maya, “todavía hoy se traga a los sapos”(77), es también reinventada por otras mitologías. Según lo relata Galeano, Dios sometió a la serpiente a una prueba que consistía en identificar a la muerte, cuando la serpiente lo logra, Dios le otorga la inmortalidad y “cada vez que envejece, Dios le regala una piel nueva”25. Lo mismo ocurre con la historia del sapo, que figura tanto entre los mitos taínos26 como en la mitología maya. Según ésta, el sapo después de recibir un “puntapié en el trasero que le bajó el hueso del anca a las piernas, no pudo correr y se volvió comida de culebras”. En el mito taíno, el canto de las ranitas en las islas del Caribe son los niños taínos que dicen “toa, toa”, que es su modo de llamar a las madres. La historia del conejo también ha sido reinventada en el texto maya. Allí, Hunahpú e Ixbalanqué tratan de atrapar un conejo y sólo logran tomar su cola, “por esta razón el conejo lleva la cola corta.”(72) Según lo ilustra Galeano, en otra historia sobre el conejo, Dios le atrapó de golpe las orejas al conejo, lo revoleó y lo arrojó a la tierra, “de aquella vez quedaron largas las orejas del conejo, cortas las patas delanteras, que extendió para parar la caída, y colorados los ojos, por el pánico”27.

Uno de los aspectos interesantemente teatrales de estas historias son los discursos propuestos como formas de acción, transformadoras y dinamizadoras de las situaciones.

En seguida le dio sus órdenes a un conejo: -Anda a colocarte sobre el juego de pelota; quédate allí entre el encinal, le fue dicho al conejo por Ixbalanqué; cuando te llegue la pelota sal corriendo inmediatamente, y yo haré lo demás, le fue dicho al conejo cuando se le dieron las instrucciones durante lo noche.

Luego arrojaron la pelota a los Señores de Xibalbá. Ixbalanqué le salió al encuentro; la pelota iba derecho al anillo, pero se detuvo, rebotando, pasó rápidamente por encima del juego de pelota y de un salto se dirigió hasta el encinal.

El conejo salió al instante y se fue saltando; y los de Xibalbá corrían persiguiéndolo. Iban haciendo ruidos y gritando tras el conejo. Acabaron por irse todos los de Xibalbá (91).

La “teatralidad” de los diálogos y de varias escenas del Popol Vuh fue apreciada, desde antes de la llegada de los españoles a las tierras mesoamericanas, por las comunidades chorti, ubicadas en la actual Chiapas, como por los quiché, ubicados al occidente y centro de la actual República de Guatemala. Puede suponerse, incluso, que el proceso de transmisión del relato maya, dirigido al pueblo en general o a una casta dominante28, incluía la representación de varias escenas y que a partir de ellas se originan el Baile-Drama de los Gigantes29, escenificada por las comunidades chorti, el Baile-Drama Palo Volador o de San Miguelito30, escenificado por comunidades quiché y el Puedelotodo Vencido o el Gran Gukup-Cakish31, propuesta para ser escenificada por niños.

En la segunda parte del Popol Vuh, Hunahpú e Ixbalanqué imitan a dos pobres de rostro avejentado y apariencia “no recomendable”, vestidos de aspecto miserable y en harapos. Estos dos viejos se convierten, frente a los señores de Xibalbá, en hábiles actores-bailarines e interpretan el baile del Puhuy (lechuza o chotacabra), el baile del Cux (comadreja), el de Iboy (armadillo), el de Ixtzul (ciempiés) y el de Chitic (el que anda sobre zancos). Estos bailes no eran extraños para los mayas, ni para sus pueblos vecinos (quichés, cakchikel, tzutuhil, chirti…), que practicaban también otras danzas como el Tocontín, el Pochob, el Sayí o Tapir, el Güegüecho o Patzcá, que ha llegado hasta nuestros días.

En el baile Ixtzul los bailarines llevaban máscaras pequeñas y colas de guacamaya32. Puede suponerse que los otros bailes también incorporaban la máscara como cosa importante de la interpretación. García Mejía señala, al respecto, que el uso de máscaras en el baile-drama33 tenía el principal propósito de establecer una comunión espiritual entre el actor y el personaje a interpretar. Y en segundo lugar, impresionar a los espectadores, reflejando el estado de ánimo que deseaban transmitir.

Con máscaras de viejos andrajosos Hunahpú e Ixbalanqué llegan ante los Señores de Xibalbá. El gesto corporal que expresan es un “aire encogido e inclinando la frente” (96). Luego, el texto maya describe el movimiento, “llegaron arrodillándose” o como dice la traducción de Recinos, “llegaron prosternándose, haciendo reverencias y humillándose”34. A lo anterior se agregan los gestos de extenuación y el aspecto de vagabundos. Hasta aquí, el discurso señala cada gesto y movimiento de los personajes en el espacio ritual de comunicación con los señores de Xibalbá. Este discurso, como otros en el texto maya-quiché, seguramente orientó (como acotación) a los actores indígenas que transmitían las antiguas historias del Quiché.

La máscara de viejo, con la que estos actores-bailarines se presentan ante los señores de Xibalbá, se llena de sentido cuando se descubre que en las sociedades de pensamiento y expresión oral son los ancianos sabios los que conocen y pueden contar las historias de los días de antaño y se especializan en conservar el conocimiento. Entonces, la selección del disfraz no es en absoluto azarosa, sino pertinente a un contexto existencial normal que rodea al discurso oral y ayuda a determinar el significado de éste, un contexto para el cual ciertos viejos dedican gran energía en repetir una y otra vez lo que han aprendido arduamente a través de los siglos, tendiendo ciertamente a una configuración mental de carácter tradicionalista y conservadora.

Según afirma Ong, el conocimiento en estas sociedades es difícil de obtener, la sociedad, entonces, respeta mucho a los ancianos sabios. En el Popol Vuh, después que los dioses crean el hombre de lodo y éste no se puede sostener, piden consejo a Ixpiyacoc e Ixmucané35, “el viejo” y “la vieja”, “el Señor de la esmeralda”, “el joyero”, “el escultor”, “la abuela del sol”, “la abuela del alba”, “los dioses que según la leyenda tolteca inventaron la astrología judiciaria y compusieron la cuenta de los tiempos, o sea, el calendario”36.

El carácter tradicionalista y conservador del relato maya-quiché no solamente está ejemplificado por la incorporación en el relato de “viejos sabios”, sino también porque las “cosas memorables”, dignas de recordar, tienen que ver con el sector dominante de la sociedad maya-quiché.

Respecto de lo anterior, es interesante el análisis propuesto por Galich en relación al origen aristocrático de las antiguas historias de la nación Quiché. Afirma el investigador que el Popol Vuh era el “Libro del Consejo”, no precisamente el “libro nacional” del pueblo quiché, sino el código de la familia Cavek, predominante en el estado quiché desde su orígenes conocidos. Sólo la clase dominante, los miembros de las familias descendientes de los primeros hombres, conocían íntimamente el Popol Vuh. Estos aprendían las antiguas historias, seguramente con facilidad, porque lograban niveles de identificación mayores, en tanto su descendencia figuraba en el libro como heredera directa de los dioses. Por otro lado, el relato rememorado, pese a rescatar valores como la humildad y la justicia, tiende hacia el triunfalismo de una determinada genealogía, la de los Cavek.

Los encargados de preservar y transmitir las antiguas historias del Quiché, en ausencia de categorías analíticas complejas para conceptualizar y expresar en forma verbal los conocimientos, estructuraban su saber en relación directa con las experiencias vividas. De este modo, por ejemplo, los nombres de los señores de Xibalbá y las facultades de cada uno son compilados y reiterados en un “contexto de acción humana”, participan de los hechos.

En la segunda parte, Hun-Camé y Vucub-Camé, los jueces supremos de los Señores de Xibalbá, señalan los nombres y atribuciones de los otros señores:

Xiquiripat y Cuchumaquic… los que causan los derrames de sangre en los hombres; Ahalpuh y Ahalganá… los que los hinchan, les hacen brotar pus de las piernas y teñirles de amarillo la cara, lo que se llama Chuganal. Tal era el oficio de Ahalpuh y Ahalganá; Chamiabac y Chamiaholom… los que enflaquecían a los hombres hasta que los volvían sólo huesos y calaveras y se los llevaban con el vientre y los huesos estirados. Tal era el oficio de Chamiabac y Chamiaholom; Ahalmez y Ahaltocob… los que estaban encargados de hacer que a los hombres les sucediera alguna desgracia, ya cuando iban para la casa, o frente a ella, y que los encontraran heridos, tendidos boca arriba en el suelo y muertos. Tal era el oficio de Ahalmez y Ahaltocob, como les llamaban; Xic y Patán… los que causaban la muerte de los hombres en los caminos, lo que se llama muerte repentina, haciéndoles llegar la sangre a la boca hasta que morían vomitando sangre. El oficio de cada uno de estos señores era cargar con ellos, oprimirles la garganta y el pecho para que los hombres murieran en los caminos, haciéndoles llegar (la sangre) a la garganta cuando caminaban. Este era el oficio de Xic y Patán” (50-51).

La sabiduría de los viejos es reafirmada en el texto maya por el hecho de que sólo cuando los personajes Hunahpú e Ixbalanqué, se transforman en “viejos” logran sortear la última prueba a la que los someten los señores de Xibalbá. Las pruebas, develadoras del carácter agonístico de la expresión verbal y del estilo de vida de las culturas orales, celebraban la conducta física y mental que permitía, a los que ingresaban a este territorio, salir airosos de situaciones altamente violentas.

En la segunda parte, Hunahpú e Ixbalanqué han sido llamados por los señores de Xibalbá para jugar a la pelota37. Desde que se ponen en camino comienzan las pruebas preliminares. Primero deben pasar un río de podre (pus) y uno de sangre, los que debían destruirlos, pero Hunahpú e Ixbalanqué no los tocan con sus pies, sino que los atraviesan sobre sus cerbatanas. Luego, se enfrentan a una encrucijada de cuatro caminos: el camino negro, el camino blanco, el camino rojo y el camino verde, uno de los cuales conducía a Xibalbá. Hunahpú e Ixbalanqué envían a un mosquito a averiguar cuál de todos era y qué nombre recibía cada señor de Xibalbá, con lo cual nuevamente resultan vencedores. Cuando llegan, los de Xibalbá tratan de engañarlos con un muñeco de palo, pero no lo logran. Finalizan las pruebas preliminares con una invitación, de parte de los de Xibalbá, a sentarse sobre un asiento de piedra ardiente, lo que tampoco logran.

Hunahpú e Ixbalanqué, dando muestras de astucia e ingenio, triunfan sobre los señores del Xibalbá, salen airosos de cada una de las casas de suplicio y de cada uno de los juegos de pelota que sostienen con los señores de Xibalbá. Son capaces de “hacer como si” mantuvieran encendidos una raja de ocote y un cigarro durante toda la noche, devolviéndolos al día siguiente intactos. Demuestran su dominio sobre los cuchillos, cuando ingresan a la Casa de las Navajas, y les advierten a éstos que las carnes de todos los animales serían para ellos si es que se quedaban quietos mientras ellos estaban allí. Dan pruebas del dominio que ejercen sobre la naturaleza, cuando sobreviven una noche en la Casa del Frío y otra en la Casa del Fuego. Demuestran, además, el poder que ejercen sobre las hormigas cortadoras a las que les encargan cuatro jícaras de flores para presentarlas a la mañana siguiente ante los señores de Xibalbá. De igual modo, confirman su poder sobre otros animales, cuando les toca pasar la noche en la Casa de los Tigres y en la Casa de los Murciélagos.

El carácter heroico de Hunahpú e Ixbalanqué, así como el de los primeros hombres, y lo glorioso y memorable de sus proezas, dan cuenta de una necesidad en los procesos intelectuales orales, la necesidad de recordar hazañas memorables y, por lo común, públicas y de este modo, organizar la experiencia en una especie de forma memorable permanentemente.

En los procesos intelectuales orales lo memorable se recuerda a través del lenguaje, como sonido articulado. El lenguaje, al proceder del interior de un cuerpo, convierte el sonido en entonación, en inflexión de voz y, por lo tanto, en gesto38 que envuelve al oyente.

El gesto, determinante de la teatralidad del pensamiento y expresión oral, aparentemente ausente del texto maya, se asoma en las escenas, en las que se describe el movimiento corporal del personaje, se marca la entonación de los diálogos o se emiten sonidos de llantos, de alegría o tristeza, de risas, de gritos, de rugidos de león y tigre, cantos de pájaros, aullidos de coyotes y gritos de gatos de monte.

Tiene razón Fernando González Cajiao cuando dice que “el teatro precolombino atrae porque es diferente, raro, independiente, nos es en muchos casos casi hermético”39. En este teatro, la percepción que el hombre tiene del cosmos habla de un orden distinto que, aún hoy, cohabita en el imaginario latinoamericano, pleno de diosas y dioses precolombinos, de vírgenes y brujas, de oralidad, de voces indígenas, mestizas y semifeudales, con otros órdenes del siglo XX que, según lo afirma Kemy Oyarzún, han concebido lo propio, lo múltiple y diverso, como barbarie: aquello que es necesario borrar, depurar, neutralizar, conquistar, dominar, lo Otro”40.

Es posible objetar este orden, encontrando, reconociendo y validando los remanentes polifónicos de la cultura latinoamericana, una de cuyas expresiones es el Popol Vuh.

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*Este ensayo fue presentado en el seminario “Semiología del Teatro Latinoamericano”, dictado por la profesora Dra. Marta Contreras, Programa de Doctorado en Literatura Latinoamericana, Universidad de Concepción.
1Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché. Traducidas del texto original con introducción y notas de Adrián Recinos. Fondo de Cultura Económica. México. Vigésima quinta reimpresión. 1995. Otras traducciones del libro maya son las del austriaco Carl Scherzer (1857); de los franceses Carlos Esteban Brasseur de Bourboug (1861) y Georges Reynaud (1925); de los guatemaltecos, Juan Gavarrete (1894), Flavio Rodas y J. Antonio Villacorta (1927); de la inglesa Kenneth Sylvan Guthrie (1906); del alemán Noah Elieser Pohorilles (1913); de los españoles Miguel Angel Asturias y J.M. de Mendoza (1927) y del mexicano Adrián Recinos (1947).

2La civilización maya nace aproximadamente en el siglo III de nuestra era, en la jungla guatemalteca del Petén y en las regiones limítrofes. Es el único caso de nacimiento y desarrollo de una civilización en el corazón de la selva tropical. Los antecedentes culturales de esta civilización, aportados por los calendarios jeroglíficos, las narraciones sagradas (Chilam Balam, Popol Vuh y Memorial de Tepac Atitlán), las investigaciones arqueológicas y etnográficas, los Códices (Codex Desdensis, Tro-Cortesianus y Peresianus), las obras dramáticas precolombinas (El Bailete del Güegüence o Macho Ratón, El Ollantay y El Varón de Rabinal), los pictogramas tallados sobre los muros de las construcciones arquitectónicas, las estelas o cipos, que ocupaban los espacios centrales entre las construcciones de templos y pirámides mesoamericanas, sin mencionar los relatos “de conquista”, atestiguan la grandiosidad y misterio de esta civilización.

3Popol Vuh. The definitive edition of the mayan book of the dawn of life and the glories of gods and kings. Translated by Dennis Tedlock. With commentary based on the ancient knowledge of the modern quiché-maya. New York. 1985.

4Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché. Op. cit., p. 21. En lo sucesivo las citas textuales del libro remitirán a esta versión del Popol Vuh y serán indicadas directamente en el discurso con el número de la página correspondiente.

5″Las tradiciones orales son todos los testimonios orales, narrados, concernientes al pasado… sólo comprenden testimonios auriculares; es decir, testimonios que comunican un hecho que no ha sido verificado ni registrado por el mismo testigo, pero que lo ha aprendido de oídas… Existen tres tipos de tradiciones orales: el testimonio ocular, la tradición oral y el rumor”. Jan Vansina. La tradición oral. Traducción de Miguel María Llongueras. Editorial Labor, S.A. Barcelona. 1996, pp. 33-34.

6Walter Ong. Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra. Traducción de Angélica Scherp. Fondo de Cultura Económica. México. Buenos Aires. 1993, p. 17.

7Mabel Moraña. Relecturas del barroco de Indias. Editora, Mabel Moraña. Hanover, USA. Ed. del Norte. 1994, p. 38.

8Popol Vuh o Libro del Consejo de los Indios Quichés. “Breve noticia”. Traducción de la versión francesa del profesor Georges Raynaud, director de Estudios sobre las Religiones de la América Precolombina, en la Escuela de Altos Estudios de París, por los alumnos titulares de la misma Miguel Angel Asturias y J.M. González de Mendoza. Segunda edición. Editorial Losada, S.A. Buenos Aires. 1969, pp. 7-8.

9Nahum Megged. “Hombres de maíz y el nacimiento de la conciencia”, Hispamérica. Revista de Literatura. Año XVII Nº 51. Venezuela. 1988, pp. 33-46. Michael Dürr. “El Popol Vuh Deutsche Textfassung”. Homepage E-mail. Manuel Galich. “Prólogo”. Popol Vuh Libro del Común de los Quichés. Colección Literatura Latinoamericana. Casa de las Américas. La Habana, p. XV.

10Tzakol: Constructores. Bitol: Formadores. Alom: Procreadores. Qaholom: Engendradores. Hun Ahpu Vuch: Maestro Mago del Alba. Popol Vuh o Libro del Consejo de los Indios Quichés. “Vocabulario de los nombres sagrados que se citan en la obra”. Op. cit., p. 170. Los nombres de la divinidad habitualmente figuran ordenados en parejas creadoras de acuerdo con la concepción dualística de los quiché. Tzacol y Bitol corresponden al Creador y Formador, respectivamente. Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché. “Notas al preámbulo”, op. cit., p. 164.

11Ixpiyacoc e Ixmucané, el viejo y la vieja (en maya ixnuc es vieja), equivalentes de los dioses mexicanos Cipactonal y Oxomoco, los sabios que según la leyenda tolteca inventaron la astrología judiciaria y compusieron la cuenta de los tiempos, o sea, el calendario. Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché. “Notas al preámbulo”, op. cit., p. 165. La traducción de Asturias y González de Mendoza agrega nuevos significados. Xpiyacoc: Antiguo Secreto, Antiguo Misterio. Xmucane: Antigua Ocultadora (Cipactonal o Cipactli y Oxomoco de los mexicanos). Popol Vuh o Libro del Consejo de los Indios Quichés. “Vocabulario de los nombres sagrados que se citan en la obra”, op. cit., p. 171.

12Margaret Mc Clear. Popol Vuh: Structure and Meaning. Madrid, Playor, 1973. Texto sobre el que versa el artículo de Ramón Luis Acevedo.”El Popol Vuh y la novela centroamericana contemporánea”, Repertorio Americano. Año VI, Nº 3, abril-mayo-junio, 1980. Heredia. Costa Rica, pp. 7-10.

13El sistema de escritura del pueblo maya, por su contenido y su ritmo, parece indicar que se trata del producto de una larga tradición oral que fue transmitida y conservada a través de distintos sistemas de escritura como los que componen los Códices (escritos en corteza de ficus, sobre los cuales hay pintados glifos, cifras, figuras de dioses y de animales), los pictogramas tallados sobre los muros de las construcciones arquitectónicas y sobre las estelas o cipos (monolitos esculpidos, que ocupaban los espacios centrales entre las construcciones de los templos o pirámides mesoamericanas) y los calendarios jeroglíficos. En 1970, los investigadores todavía no se ponían de acuerdo sobre el número de jeroglíficos “fundamentales” de dicha escritura, ni sobre la categoría en que deberían clasificarse: ideográfica, simbólica, fonética u otra. Civilizaciones maya y azteca. Texto de Pierre Ivanoff. Presentación de Miguel Angel Asturias. Traducción de Juan Blanco Catala. Arnoldo Mondadori. Italia. 1972.

14En una cultura oral primaria (sin conocimiento de escritura) el proceso de retención y actualización de los recuerdos necesita de la puesta en funcionamiento de pautas mnemotécnicas, formuladas para la pronta repetición oral. “El pensamiento debe originarse según pautas equilibradas e intensamente rítmicas, con repeticiones o antítesis, alteraciones o asonancias, expresiones calificativas y de tipo formulario, marcos temáticos comunes (la asamblea, el banquete, el duelo, el “ayudante” del héroe, y así sucesivamente), proverbios que todo el mundo escuche constantemente, de manera que vengan a la mente con facilidad, y que ellos mismos sean modelados para la retención y la pronta repetición, o con otra forma mnemotécnica”. Walter Ong. op. cit., p. 41.

15″El mito, la más profunda expresión del espíritu, sobrepasa el cuadro de las particularidades efímeras, para alcanzar una verdad fundamental eterna”. Laurette Sejournet, Pensamiento y religión en el México antiguo. Fondo de Cultura Económica. México-Buenos Aires. 1957, p. 65.

16Pedro Morales distingue en los principales ceremoniales aztecas, ocho elementos “preteatrales”: la personificación de dioses; la existencia de actitudes teatrales comunes a la mayoría de los rituales: mímesis y simulación; la coexistencia, dentro de un mismo tiempo ritual, de diferentes manifestaciones de base teatral, con distinto grado de elaboración de la acción dramática; la presencia y explicitación de conflictos; la estructura interna del ritual, lo cual implicaba una gradación dramática de las diferentes partes; la presencia del factor lúdico en los rituales; la participación masiva en los ceremoniales y el interés en la creación de una atmósfera emotiva en consonancia con una determinada situación. Pedro Morales. “Elementos preteatrales en los principales rituales aztecas”, Conjunto. Revista de Teatro Latinoamericano. Número antológico, octubre, 1993, pp. 46-47. Morales da cuenta de los elementos “preteatrales” en ocho ceremoniales aztecas, utilizando esta categorización, sin mediar ningún cuestionamiento, en circunstancias que al hacer uso de ella implícitamente está señalando la inferioridad de este teatro, en relación al “verdadero teatro”. Villegas, propone el concepto de “teatralidad” como un sistema de comunicación en el que se enfatizan los signos y la representación visual, para dar cuenta de discursos teatrales y culturales que en América Latina han sido excluidos del corpus de “teatro” occidental. Juan Villegas, “De estrategias culturales: La teatralidad en las culturas prehispánicas”, Acta Literaria Nº 22, 1997, pp. 8-9. El énfasis que Villegas le da a lo visual para definir el concepto de teatralidad puede ser completado con los aportes de Pavis, para quien la teatralidad viene a ser ese movimiento por el cual la preeminencia de la vista se borra produciendo la primacía de la escucha. Patrice Pavis. Teatro contemporáneo: Imágenes y voces. Lom Ediciones/Universidad ARCIS, julio de 1998, pp. 17-36.

17Walter Ong, op. cit., p. 39.

18Popol Vuh o Libro del Consejo de los Indios Quichés. “Notas”, op. cit., p. 155.

19″Tepeu, el rey soberano, del náhuatl Tepeuh, tepeuani, que Molina traduce por conquistador o vencedor en batalla; ah tepehual entre los mayas, quienes lo tomaron igualmente de los mexicanos. Gucumatz, serpiente cubierta de plumas verdes, de guc, en maya kuk, plumas verdes, quetzal por antonomasia, y cumatz, serpiente; es la versión quiché de Kukulcán, el nombre maya de Quetzalcóatl, el rey tolteca, conquistador, civilizador y Dios de Yucatán, durante el período del Nuevo Imperio Maya. El fuerte colorido mexicano de la religión de los quichés se refleja en esta pareja creadora que continúa siendo invocada a través del libro hasta que la divinidad toma forma corporal en Tohil, a quien en la Tercera Parte se identifica expresamente con Quetzalcóatl. U Qux Cho, el corazón o el espíritu de la laguna. U Qux Paló, el corazón o espíritu del mar. Ya se verá que a la divinidad la llamaban también el Corazón del Cielo, U Qux Cah”. Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché. “Notas al preámbulo”, op. cit., p. 164.

20″Los pueblos orales comúnmente consideran que los nombres (una clase de palabras) confieren poder sobre las cosas”. Walter Ong, op. cit., p. 39. Al respecto, Galich sostiene que el conocimiento exacto del nombre de un individuo, de un pueblo, de una ciudad, de un dios, vuelve dueño de lo nombrado. Es una consecuencia del poder atribuido a la palabra y un ejemplo de magia, en el sentido dicho arriba. Manuel Galich. “Puedelotodo vencido o el gran Gukup. Cakish. Minipieza sobre un mito del Popol Vuh. “Explicaciones”. En Conjunto. Revista de Teatro Latinoamericano, op. cit., p. 85.

21″El nombre Hunahpú ha sido objeto de muchas interpretaciones. Literalmente, significa un cazador con cerbatana, un tirador; etimológicamente es eso mismo y es vocablo de la lengua maya, ahpú en maya es cazador y ah ppuh ob, forma de plural, son los monteros que van a la caza, según el diccionario de Motul… El cazador en los tiempos primitivos era un personaje muy importante; el pueblo vivía de la caza y de los frutos espontáneos de la tierra antes de la invención de la agricultura. Hunahpú sería, en consecuencia, el cazador universal, que proveía al hombre de sustento; hun tiene también en maya la acepción general y universal. Pero posiblemente los quichés, que descendían directamente de los mayas, quisieron reproducir en el nombre Hunahpú el sonido de las palabras mayas Huanb Ku, “el único Dios”, que serían para designar al Dios principal del panteón maya, que no podía representarse materialmente, por ser incorpóreo… Hunahpú es también el nombre del vigésimo día del calendario quiché, el día más venerado de los antiguos, equivalente al maya Ahau, señor o jefe, y al náhuatl Xóchitl, flor y sol, símbolo del dios sol o Tonatiuh”. Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché. “Notas al preámbulo”, op. cit., p. 165.

22Xibalbá es el “Lugar del Desvanecimiento, de la Desaparición, de los Muertos”. Popol Vuh o Libro del Consejo de los Indios Quichés. “Notas”, op. cit., p. 159. Antiguamente este nombre Xibalbay significaba el demonio, o los difuntos o visiones que se aparecían a los indios. En Yucatán tenía los mismos significados. Xibalbá era el diablo y xibil es desaparecerse como visión o fantasma, según el Diccionario de Motul. Los mayas practicaban un baile que llamaban Xibalbá ocot, o baile del demonio. Para los quichés, Xibalbá era la región subterránea habitada por enemigos del hombre. Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché. “Notas a la segunda parte”, op. cit., p. 169.

23La soberbia, el engrandecimiento y envanecimiento transgredían las leyes divinas de los pueblos mesoamericanos. Según Laurette Séjourné, “lo que demuestra de una manera terminante el desarrollo espiritual de los pueblos prehispánicos es la existencia entre ellos del bautismo y del perdón de los pecados. Aunque generalmente considerados con indiferencia por los investigadores, como si no se tratara más que de simples rituales entre muchos otros, el conocimiento de estos sacramentos implica una elevación interior de una riqueza insospechada: la purificación y la humildad constituyen los fundamentos mismos de toda verdadera moral religiosa”. Laurette Séjourné. Pensamiento y religión en el México antiguo. Breviarios del Fondo de Cultura Económica. México-Buenos Aires. 1957, p. 15. Un ejemplo de prácticas bautismales ejercidas por los indígenas ticunas, habitantes de las regiones fronterizas de Colombia, Perú y Brasil, por las orillas del río Amazonas, es el “Rito de la Pelazón”, que viene a significar el triunfo de la vida sobre la muerte… la muerte del ser débil e inmaduro y el resurgimiento de una vida pura y libre. Enisberto Jaraba-Pardo. “El grupo teatro 502 y su trabajo con los indios ticunas”. Conjunto. Revista de Teatro Latinoamericano, op. cit., pp.117-118.

24″La mujer y el hombre soñaban que Dios los estaba soñando. Dios los soñaba mientras cantaba y agitaba sus maracas, envuelto en humo de tabaco, y se sentía feliz y también estremecido por la duda y el misterio. Los indios makiritare saben que si Dios sueña con comida, fructifica y da de comer. Si Dios sueña con la vida, nace y da nacimiento. La mujer y el hombre soñaban que en el sueño de Dios aparecía un gran huevo brillante. Dentro del huevo, ellos cantaban y bailaban y armaban mucho alboroto, porque estaban locos de ganas de nacer. Soñaban que en el sueño de Dios la alegría era más fuerte que la duda y el misterio; y Dios, soñando, los creaba, y cantando decía: _Rompo este huevo y nace la mujer y nace el hombre. Y juntos vivirán y morirán. Pero nacerán nuevamente. Nacerán y volverán a morir y otra vez nacerán. Y nunca dejarán de nacer, porque la muerte es mentira”. Eduardo Galeano, Memoria del fuego. “I. Los Nacimientos”. Siglo Veintiuno Editores. México. 1995, p. 3.

25Eduardo Galeano. “La serpiente”, op. cit., p. 29.

26Eduardo Galeano. “La rana”, op. cit., p. 29.

27Eduardo Galeano. “El conejo”, op. cit., pp. 28-29.

28En relación al origen aristocrático de las antiguas historias de la nación Quiché, un interesante aporte es el que proporciona la etimología del título del texto maya. Pop-ol, en maya, es la reunión de los dignatarios y la casa donde ellos se reunían, pero también quiere decir estela, que era símbolo de autoridad y jerarquía. Los más altos jefes de la nación quiché ostentaban los títulos de Ahau (señor) Ah-pop, el primero, y de Ah-pop-Camhá, el segundo. En la vieja sociedad maya existió el elevado cargo de Ah hol-pop, literalmente “el que está a la cabeza de la estela”. En cuanto al término Vuh, es palabra quiché, que quiere decir libro y también papel y trapo. Manuel Galich. “Prólogo”, Popol Vuh. Libro del Común de los Quichés, op. cit., pp. VIII-IX.

29René García Mejía dice que el Baile de los Gigantes era una “pieza en la que se aprecia la influencia que el Popol Vuh ejerce en el teatro indígena, no solamente dando a conocer la cosmogonía, las edades del mundo y los conocimientos alcanzados a través de milenios en materia astronómica, sino como fuente de argumentos dramáticos”. Según Rafael Girard, “aunque la historia chorti, tal como la encontramos expuesta en el Baile de los Gigantes, encierra tradiciones comunes a la cultura maya y a la quiché y está escrita en el Popol Vuh, tenemos que se representa exclusivamente en el área chorti, habiéndose confinado últimamente a un pequeño sector de Camotán: último reducto donde aún podemos observar la teatralización de la parte mítica del Popol Vuh. Hará poco más o menos un siglo que dejó de representarse el Baile de los Gigantes en Chiquimula, a consecuencia de una epidemia de cólera que acabó con la corporación de artistas encargados de continuar la tradición”. Rafael Girard. “El esoterismo del Popol Vuh. Apéndice: El Baile de los Gigantes”. Guatemala. En René García Mejía. “Teatro Guatemalteco: época indígena”. Conjunto. Revista de Teatro Latinoamericano, op. cit., p. 68.

30El Baile-Drama Palo del Volador o también llamado Juego-Danza Palo del Volador o Palo de San Miguelito, se conserva en las comunidades quiché, practicándose en fecha que coincide con la culminación de las Pléyades, el grupo de estrellas pertenecientes a la constelación El perro. “El argumento de esta escenificación se identifica plenamente con el episodio de Humbatz y Hun-Chouén, del Popol Vuh y la leyenda de Zipachá (el hacedor de cerros y montañas) y los cuatrocientos muchachos. Este Juego-Danza del Volador aparece en varias comunidades indígenas de México, especialmente entre los totonaca, quienes lo realizan en los meses de abril y diciembre de cada año. En Guatemala, se puede observar en las poblaciones quiché de Joyabaj y Cubulco, entre las fechas 9 y 15 de agosto, en honor a la Virgen del Tránsito y entre el 20 y el 25 de julio, respectivamente. Si bien es cierto que la danza carece de texto, ello no la coloca entre las danzas rituales festivas, pues la exposición mímica del argumento hace que su clasificación corresponda al género del baile-drama. Entre los aztecas aparece también el Volador; cuatro hombres disfrazados de pájaros descienden en círculos, atados a cuerdas, desde un alto mástil que lleva en su punta una tarima giratoria”. René García Mejía. “Teatro guatemalteco: época indígena”. Conjunto. Revista de Teatro Latinoamericano”, op. cit., pp. 69-71.

31El Puedelotodo Vencido o el Gran Gukup-Cakish pone en escena el episodio del castigo a los soberbios que figura en la primera parte del Popol Vuh. Como personajes figuran Hunahpú, Ixbalanqué, Gukup Cakish (Gran Guacamayo, Puedelotodo), Zaqui Nima Ak (abuelo mítico, el viejo), también conocido como Ixpiyacoc y Zaqui Nima Tziis (abuela mítica, la vieja), también conocida como Ixmucané. Además de Ahquih, el viejo principal; Chimalmat, mujer de Gukup, el Arbol de Nance y cuatro arbustos. Todo ambientado en los tiempos heroicos de la mitología maya-quiché. Manuel Galich. “Puedelotodo Vencido o el Gran Gukup-Cakish. Minipieza sobre un mito del Popol Vuh”. Conjunto. Revista de Teatro Latinoamericano, op. cit., pp. 74-85.

32Las plumas tenían un papel fundamental para los pueblos indígenas mesoamericanos, muchos vestidos estaban hechos enteramente de este material. La distinción que implicaba ese género de vestidura se acentuaba por el hecho de que la mayoría de los individuos que la llevaban están vinculados al poder. La cantidad y calidad de los trajes y penachos reproducidos reafirman el conocimiento que los indígenas tenían, no sólo del guacamayo, sino del arte de trabajar su plumaje”. Laurette Séjourné. El lenguaje de las formas en Teotihuacán. México. 1996, pp. 194-198.

33García Mejía afirma que es difícil diferenciar entre la danza propiamente dicha y el baile-drama, pues si es cierto que una de las características de este último es el texto o recitado, también hay baile-dramas que carecen de diálogo y parlamentos, siendo puramente pantomímicos. Se pueden apreciar tres grupos de baile-dramas: las representaciones con predominio del recitado sobre la danza, las representaciones con igual proporción de recitado y danza y las representaciones con predominio de la danza sobre el recitado, o bien sin textos. René García Mejía. “Teatro guatemalteco: época indígena”. Conjunto. Revista de Teatro Latinoamericano, op. cit., p. 64.

34Una de las problemáticas de los estudios precolombinos tiene que ver con el tema de la traducción y el nuevo sentido que se le da a un texto que originalmente ha sido creado en otro sistema de pensamiento; ejemplo de ello es este fragmento del Popol Vuh. La traducción de Adrián Recinos privilegia la palabra de origen latino “prosternarse” (del latín prosternere) para indicar el gesto corporal de los bailarines-actores en la escena. La misma palabra utiliza la traducción de Casa de las Américas. La diferencia la marca la traducción que hacen Miguel Angel Asturias y J.M. González de Mendoza de la versión francesa del profesor Georges Raynaud. Asturias y González traducen “bajaron sus rostros al entrar, se humillaron, se inclinaron, presentando un aspecto lastimoso al entrar”.

35Para una cultura de tradición oral, los epítetos son fórmulas auxiliares de la memoria. En este caso, las fórmulas adjetivales se acumulan en torno a las figuras de Ixpiyacoc e Ixmucané; en otros casos se acumulan en torno al Creador, el Formador, Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, los “grandes sabios”, “grandes pensadores”, “el sostén”, “los mantenedores”(112). También se acumulan en torno a los Señores de Xibalbá, “los enemigos”, “búhos”, “falsos de corazón”, “negros y blancos a la vez”, “envidiosos” y “tiranos” (100). O en torno a los hombres definitivos, Balam-Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e Iqui-Balam, “los admirables” (105), “grandes sabios”, “varones entendidos”, “sacerdotes sacrificadores” (110).

36Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché. “Notas al preámbulo”, op. cit., p. 165.

37El juego de la pelota fue, entre los indígenas mesoamericanos, una de las formas lúdicas, terrenales y cotidianas, de expresión de culto a los dioses. El juego se realizaba en locaciones reales y las acciones que se desencadenaban a partir de él no estaban regidas por el orden de lo que debía suceder, sino dando un margen a la posibilidad como rectora de la espontaneidad de las acciones. Al respecto, Morales afirma que “el factor lúdico se emparienta con el carnaval, donde se ponen de manifiesto varias formas teatrales. El ritual con elementos lúdicos, dado su carácter festivo, es el momento de incursión en aquello que le está prohibido al hombre por las reglas sociales”, Pedro Morales, op. cit., pp. 45-47.

38″Movimiento corporal, muy a menudo voluntario y controlado por el actor, orientado a una significación más o menos dependiente del texto expresado, o bien completamente autónoma”. El gesto es el elemento intermedio entre interioridad (conciencia) y exterioridad (ser físico). El gesto es también producción de signos. Suele establecerse la distinción entre gestos innatos, asociados a una actitud corporal o a un movimiento; los gestos estéticos, elaborados para producir una obra de arte; los gestos convencionales, que expresan un mensaje comprendido por el emisor y el receptor; los gestos imitantes; los gestos jeroglíficos, ideogramas corporales, que deben ser descifrados. Patrice Pavis. Diccionario de teatro: Dramaturgia, estética, semiología. Ediciones Paidós. Barcelona-Buenos Aires-México. 1998, pp. 223-225.

39Fernando González Cajiao. “El teatro precolombino siempre fue callejero”. Conjunto. Revista de Teatro Latinoamericano, op. cit., p. 56.

40Kemy Oyarzún. “Trazos de una polifonía encubierta: Del Popol Vuh a Elicura Chihuailaf”, Acta Literaria Nº17, 1992, pp. 25-44.

Cosmogonía y edades del cosmos

Cosmogonía y edades del cosmos

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Ometecuhtli representaba la dualidad de la generación; equivalía al mismo tiempo al cielo, lo masculino, y a la tierra, lo femenino, y ocupaba el primer lugar en el calendario. Los aztecas creían que cuatro mundos o soles habían precedido al actual. Como en muchas otras mitologías y concepciones religiosas, entre los aztecas existía la idea de la sucesión de distintas eras o mundos, interrumpidos y transformados a través de cataclismos.

El primer Sol se llamaba Nahui-Ocelotl (Cuatro-Ocelote o Jaguar), porque el mundo, habitado por gigantes, había sido destruido, después de tres veces cincuenta y dos años, por los jaguares, que los aztecas consideraban nahualli o máscara zoomorfa del dios Tezcatlipoca.

El segundo Sol, Nahui-Ehécatl (Cuatro-Viento), desapareció después de siete veces cincuenta y dos años al desatarse un gran huracán, manifestación de Quetzalcóatl, que transformó a los sobrevivientes en monos.

El tercer Sol, Nahui-Quiahuitl (Cuatro-Lluvia de fuego), desapareció al cabo de seis veces cincuenta y dos años, al caer una lluvia de fuego, manifestación de Tláloc, dios de la lluvia y señor del rayo, de largos dientes y ojos enormes. Los habitantes de la tierra eran todos niños, y los sobrevivientes se transformaron en pájaros.

El cuarto Sol, Nahui-Atl (Cuatro-Agua), acabó con un terrible diluvio, después de tres veces cincuenta y dos años, al que sólo sobrevivieron un hombre y una mujer, que se refugiaron bajo un enorme ciprés (en realidad, ahuehuete). Tezcatlipoca, en castigo por su desobediencia, los convirtió en perros, cortándoles la cabeza y colocándosela en el trasero. Cada uno de estos soles corresponde a un punto cardinal: Norte, Oeste, Sur y Este, respectivamente.

El Sol actual es el quinto y se llama Nahui-Ollin (Cuatro-Movimiento), porque está destinado a desaparecer por la fuerza de un movimiento o temblor de tierra, momento en el que aparecerán los monstruos del Oeste, tzitzimime, con apariencia de esqueletos, y matarán a toda la gente. Quetzalcóatl, junto con Xólotl, creó a la humanidad actual, dando vida a los huesos de los viejos muertos con su propia sangre. El Sol presente se sitúa en el centro, quinto punto cardinal y se atribuye a Huehuetéotl, dios del fuego, porque el fuego del hogar se encuentra en el centro de la casa.

cita: http://mx.encarta.msn.com/encyclopedia_761…ADa_azteca.html

Leyenda de los soles

Leyenda de los Soles

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Leyenda de los Soles. Ometecuhtli, dualidad generadora, se desdobló en cuatro fuerzas que serían sus cuatro hijos creadores y representantes de los cuatro elementos: tierra (representada por el tigre), aire, fuego y agua. Estas fuerzas establecieron una lucha tenaz por la supremacía de las eras, de los tiempos o soles, originando cataclismos y una evolución humana y vegetal.

* Primer Sol: Empieza en el año 1-Caña y termina en el 4-Tigre. Los habitantes fueron comidos por los Ocelotes y se convirtieron en peces. Duró 676 años.

** Segundo Sol: Acaba en el año 4-Viento. Los habitantes fueron destruídos por fuertes vientos y se convirtieron en aves. Duró 364 años.

*** Tercer Sol: Acaba en el año 4-Lluvia de Fuego. Hay inundaciones y lluvia de fuego. Los habitantes murieron quemados y se convirtieron en monos.

**** Cuarto Sol: Termina en el año 4-Agua. Hubieron lluvias torrenciales e inundaciones. Los habitantes se convirtieron en macehuales. Duró 676 años.

***** Quinto Sol: En él ya hay un equilibrio cósmico, gracias a que no predomina una sóla fuerza. Esta era o Sol. pudiera ser destruída por terremotos, pues ese es su nombre. Acabará en un año 4-Movimiento (Nahui-Ollin), pero no sabemos cuánto durará, porque aún vivimos en ella.

En resumen: Fue creada la primera era o sol y fue destruída por un cataclismo y sobrevino el caos. Así sucede cuatro veces hasta que una quinta fuerza, simbolizada por el movimiento y representada por Quetzalcóatl, logró la supremacía y la estabilidad cósmica, pudiendo crear así a la humanidad existente.

Este quinto sol quedará destruído por el movimiento, cuando la estabilidad se rompa, así como las cuatro eras anteriores fueron destruídas por el agua, el aire, el fuego y los tigres.

La Leyenda de los Soles es un mito de origen nahua, recopilado de la tradición oral y consignado, junto con el mito de la Creación del Quinto Sol, en el Códice Chimalpopoca.

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Ultima modificación: 30 de Octubre, 1997
Museo del Templo Mayor, Instituto Nacional de Antropología e História, México.
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cita: http://archaeology.asu.edu/tm/pages/mtm62B.htm

Dioses prehispanicos

DIOSES

HUITZILOPOCHTLI
“Colibri Siniestro” fue el dios principal de los Mexicas. Hijo de Coatilicue y hermano de Coyolxauhqui. Dentro de la mitologia de los Aztecas ocupa el lugar principal, incluso delante de su madre Coatlicue (la de la falda de serpientes). Se practicaban sangrientas ceremonias en su honor. Era una divinidad de horror y sangre a la que se levantaron templos majestuosos en el centro de Tenochtitlan, y en honor de la cual se efectuaron sangrientos sacrificios humanos. Se le llamo tambien Mexitli y con otros nombres, pero en todo caso era una divinidad temida por sus propios fieles, y que su culto conducia siempre a la muerte.

Ha sido identificado con el sol. Generalmente su imagen era representada con un yelmo de colibrí en la cabeza con una mano sostiene una serpiente de turquesa y con la otra un escudo con cinco adornos de plumones y una bandera ritual y el

COATLICUE
Coatlicue (La de la falta de serpientes), se representa como una mujer decapitada, de cuyo cuello surge dos cabezas de serpientes, que simbolizan corrientes de sangre. Sobre los senos caídos luce un collar de corazones y manos y un pendiente de cráneos que simbolizan la vida y la muerte. Falda de serpientes entrelazadas y sujetas atrás por un broche de cráneo con cascabeles y fiecos. Las manos se representan por cabezas de serpientes con las fauces abiertas y los pies con garras de águila. En la base tiene esculpido un Tlaltecuhtli, el señor de la tierra. Sangrientas ceremonias se practicaban en su honor, igual que lo hacían en honor de su hijo. Fue madre de muchos hijos, siendo los principales Huitzilopochtli y Coyolxauhqui. Es su figura una de las más importantes en la Sala Azteca del Museo Nacional de Antropología en la Ciudad de México.

COYOLXAUHQUI Coyolxauhqui es una representación de la Luna. Se le representa en la forma de una cabeza cercenada por su hermano Huitzilopochtli, que es también el dios Sol. Por eso su aspecto es de una muerta que tiene los ojos esculpidos en forma de media luna. Sus mejillas están adornadas con cascabeles de plumón, éstas relacionadas con el sacrificio. Sus orejas y el adorno labial representan los rayos solares. En la parte inferior figuran los símbolos de la guerra sagrada y el sacrificio. Se le llama también Coyolxauhqui-Chantico, patrona del fuego y representan la Luna, sacrificada por el Sol.

XOCHIPILLI
Xochipilli, dios de las Flores (o Príncipe de las Flores), deidad del amor, el baile, la poesía símbolo del verano, la alegría, la abundancia, la vegetación, y las cosechas. Como dios de la danza lleva una máscara de madera cuyo borde inferior se percibe debajo de la barba. Viste una capa adornada con flores y un moño cuyas puntas terminan en flecos y cascabeles. Sus manos están dispuestas en forma de sostener un ramo de flores. Está sentado en su trono de flores xiuhcoatl “serpiente preciosa” su arma mágica.

El origen del Dios Mexica Huitzilopochtli

Mucho honraban los mexicas a Huitzilopochtli,
sabían ellos que su origen, su principio
fue de esta manera:

En Coatepec, por el rumbo de Tula,
habia estado viviendo,
allíhabitaba una mujer
de nombre Coatlicue.
Era madre de los cuatrocientos Surianos
y de una hermana de éstos
de nombre Coyolxauhqui.

Y esta Coatlicue allí hacía penitencia,
barría, tenía a su cargo el barrer,
así hacía penitencia,
en Coatepec, la Montaña de la serpiente.
Y una vez,
cuando barría Coatlicue,
sobre ella bajó un plumaje,
como una bola de plumas finas.
En seguida lo recogió Coatlicue,
lo colocó en su seno.
Cuando terminó de barrer,
buscó la pluma, que había colocado en su seno,
pero nada vio allí.
En ese momento Coatlicue quedó encinta.

Al ver los cuatrocientos Surianos
que su madre estaba encinta
mucho se enojaron, dijeron:
“Quién le ha hecho esto?,
quién la dejó encinta?
Nos afrenta, nos deshonra.”

Y su hermana Coyolxauhqui
les dijo:
“Hermanos, ella nos ha deshonrado,
hemos de matar a nuestra madre,
la perversa que se encuentra ya encinta.
Quién le hizo lo que lleva en el seno?

Cuando supo esto Coatlicue,
mucho se espantó,
mucho se entristeció.
pero su hijo Huitzilopochtli, que estaba en su seno,
la confortaba, le decía:
“No temas,
yo sé lo que tengo que hacer.”
Habiendo oído Coatlicue
las palabras de su hijo,
mucho se consoló,
se calmó su corazón,
se sintió tranquila.

Y entretanto, los cuatrocientos Surianos
se juntaron para tomar acuerdo,
y determinaron a una
dar muerte a su madre,
porque ellos la habían infamado.
Estaban muy enojados,
estaban muy irritados,
como si su corazón se les fuera ha salir.
Coyolxauhqui mucho los incitaba,
avivaba la ira de sus hermanos,
para que mataran a su madre.
Y los cuatrocientos Surianos
se aprestaron,
se ataviaron para la guerra.

Y estos cuatrocientos Surianos,
eran como capitanes,
torcían y enredaban sus cabellos,
como guerreros arreglaban su cabellera.
Pero uno llamado Cuahuitlícac
era falso en sus palabras.
Lo que decían los cuatrocientos Surianos,
en seguida iba a decírselo,
iba a comunicárselo a Huitzilopochtli.
Y Huitzilopochtli le respondía:
“Ten cuidado, está vigilante,
tío mío, bien sélo que tengo que hacer.”ç

Y cuando finalmente estuvieron de acuerdo,
estuvieron resueltos los cuatrocientos Surianos
a matar, a acabar con su madre,
luego se pusieron en movimiento,
los guiaba Coyolxauhqui.
Iban bien robustecidos, ataviados,
guarnecidos para la guerra,
se distribuyeron entre sí sus vestidos de papel,
su anecúyotl, sus ortigas,
sus colgajos de papel pintado,
se ataron campanillas en sus pantorrillas,
las campanillas llamadas oyohualli.
Sus flechas tenían puntas barbadas.

Luego se pusieron en movimiento,
iban en orden, en fila,
en ordenado escuadrón,
los guiaba Coyolxauhqui.
Pero Cuahuitlícac subió en seguida a la montaña,
para hablar desde allía Huitzilopochtli,
le dijo:
“Ya vienen.”
Huitzilopochtli le respondió:
“Mira bien por dónde vienen.”
Dijo entonces Cuahuitlícac:
“Vienen ya por Tzompantitlan.”
Y una vez más le dijo Huitzilopochtli:
“Por dónde vienen ya?”
Cuahuitlícac le respondió:
“Vienen ya por Coaxalpan.”
Y de nuevo Huitzilopochtli preguntóa Cuahuitlícac:
“Mira bien por dónde vienen.”
En seguida le contestó Cuahuitlícac:
“Vienen ya por la cuesta de la montaña.”
Y todavía una vez más le dijo Huitzilopochtli:
“Mira bien por dónde vienen.”
Entonces le dijo Cuahuitlícac:
“Ya están en la cumbre. ya llegan,
los viene guiando Coyolxauhqui.”

En ese momento nació Huitzilopochtli,
se vistió sus atavíos.
su escudo de plumas de águila,
sus dardos, su lanza-dardos azul,
el llamado lanza-dardos turquesa.
Se pintó su rostro
con franjas diagonales,
con el color llamado “pintura de niño”.
Sobre su cabeza colocó plumas finas,
se puso sus orejeras.
Y uno de sus pies, el izquierdo era enjuto,
llevaba una sandalia cubierta de plumas,
y sus dos piernas y sus dos brazos
los llevaba pintados de azul.

Y el llamado Tochancalqui
puso fuego a la serpiente hecha de teas llamada Xiuhcóatl,
que obedecía a Huitzilopochtli.
Luego con ella hirió a Coyolxauhqui,
le cortó la cabeza,
la cual vino a quedar abandonada
en la ladera de Coatépetl.
El cuerpo de Coyolxauhqui
fue rodando hacia abajo,
cayó hecho pedazos,
por diversas partes cayeron sus manos,
sus piernas, su cuerpo.

Entonces Huitzilopochtli se irguió,
persiguió a los cuatrocientos Surianos,
los fue acosando, los hizo dispersarse
desde la cumbre del Coatépetl, la montaña de la culebra.
Y cuando los había seguido
hasta el pie de la mosntaña.
Cuatro veces los hizo dar vueltas.
En vano trataban de hacer algo en contra de él,
en vano se revolvían contra él
al son de los cascabeles
y hacían golpear sus escudos.

Nada pudieron hacer,
nada pudieron lograr,
con nada pudieron defenderse.

Huitzilopochtli los acosó, los ahuyentó,
los destruyó, los aniquiló, los anonadó.
Y nie entonces los dejó,
continuaba persiguiéndolos.
pero, ellos mucho le rogaaban, le decían:
“Basta ya!”

Pero Huitzilopochtli no se contentó con esto,
con fuerza se ensañaba contra ellos,
los perseguía.
Sólo unos cuantos pudieron escapar de su presencia,
pudieron librarse de sus manos.
Se dirigieron hacia el sur,
se llamaban Surianos,
los pocos que escaparon
de las manos de Huitzilopochtli.

Y cuando Huitzilopochtli les hubo dado muerte.
Cuando hubo dado salida a su ira,
les quitó sus atavíos, sus adornos, su anecúyotl,
se los puso, se los apropió,
los incorporó a su destino,
hizo de ellos sus propias insignias.

Y este Huitzilopochtli, según se decía,
era un portento,
porque con sólo una pluma fina,
que cayó del vientre de su madre, Coatlicue,
fue concebido.
nadie apareció jamás como su padre.
A él lo veneraban los mexicas,
le hacíanb sacrificios,
lo honraban y servían.
Y Huitzilopochtli recompensaba
a quien así obraba.
Y su culto fué tomado de allí,
de Coatépec, la montaña de la serpiente,
como se practicaba desde los tiempos más antiguos.

Fuentes:

León Portilla, Miguel. Los Antiguos Mexicanos. México., Editoral Fondo de Cultura Económica. Colección Popular. Undécima reimpresión, 1995. Páginas 200.

León Portilla, Miguel. Literaturas de Mesoamérica. México., Editorial del Consejo Nacional de Fomento Educativo. Colección Cien de México. Primera edición, 1984. Páginas 277.

Literatura Prehispánica en México

Literatura Prehispánica en México

Introducción

México es el país con mayor cantidad de hablantes del idioma castellano en el mundo.

Sin embargo, 500 años después del traumático choque cultural que impuso allí la hegemonía del español, varios millones de individuos preservan en su territorio el uso de 56 lenguas prehispánicas sobrevivientes.

Algunas de ellas van desafortunadamente en camino de transformarse en lenguas muertas, pero otras muchas incrementan su número de hablantes en cada nuevo censo.

El náhuatl es utilizado actualmente por un millón y medio de individuos que habitan en 16 diferentes estados mexicanos y algunos sitios de la vecina República de El Salvador. Las lenguas mayas, como el maya yucateco, quiché, cackchiquel, tzotzil y tzeltal, tienen unos cuatro millones de hablantes en territorios de México, Guatemala, Belice y El Salvador.

Sólo en el estado mexicano de Oaxaca, por ejemplo, la mitad de sus pobladores actuales habla alguno de los 16 idiomas nativos como el zapoteco, mixteco, chinanteco, mixe, etc.

En otras regiones son importantes el idioma otomí (en los Estados de México y Puebla), el totonaco (en Veracruz), o el tarasco (en Michoacán), por citar sólo algunos ejemplos.

Diversos trabajos antropológicos, etnológicos y lingüísticos desarrollados durante el siglo XX, sobre todo a partir de la Revolución Mexicana, permitieron que buena parte de la sociedad retomara contacto con una rica tradición de canciones, poemas y relatos que las comunidades indígenas habían preservado tenazmente a lo largo de varios siglos.

Se volvió entonces absurda la pretensión de fijar como inicio de la literatura mexicana la aparición de las “Cartas de Relación” de Hernán Cortés a los monarcas españoles, como solían sostener algunos tratadistas.

La persistencia de las etnias autóctonas a lo largo de la historia del país, y su presencia en la realidad social y cultural del México actual, obligan con toda justicia a reconocer que la literatura mexicana abreva en remotas fuentes de la cultura mesoamericana, muy anteriores a la irrupción del idioma español.

Aquella notable tradición prehispánica fue nutriendo, después del encuentro con los europeos y a través de varios siglos, una producción literaria indígena transcripta ahora en alfabeto latino. Esto se manifestó en obras del período colonial y del México independiente, hasta llegar a la actualidad.

Por otra parte, el avance de los estudios arqueológicos e históricos permitió recuperar e interpretar muchos antiguos textos. Se conservan actualmente en diferentes lugares del mundo, quince códices prehispánicos y 948 elaborados o copiados con posterioridad a la conquista, cuyo análisis ha permitido rescatar importantes muestras de la producción literaria autóctona.

En México se asiste actualmente a un renacer de la literatura en lengua indígena, lo que ha propiciado incluso influencias sobre la obra de grandes autores contemporáneos en lengua española como Juan Rulfo, Octavio Paz o Carlos Fuentes, por citar sólo algunos de los más afamados.

Por todo ello, consideramos imprescindible iniciar este espacio de nuestra página con una referencia dedicada a la literatura mexicana prehispánica.

La literatura indígena anterior a la Conquista

La cultura había alcanzado un notable nivel de desarrollo en amplias áreas del actual territorio mexicano para la época de la invasión española.

Lo que podríamos llamar literatura prehispánica tenía allí importantes manifestaciones sobre todo en lengua náhuatl y otras del tronco maya.

Las composiciones literarias se conservaban de modo oral, pero en muchos casos se recurría a la interpretación de lo que aparecía pintado en lo que se denominaba en náhuatl un amoxtli, libro indígena elaborado con largas tiras de papel amate o cuero de venado plegados, que contenían dibujos picto-glíficos muy desarrollados y que permitían evocar los cantos y relatos a los que estaban capacitados para interpretarlos.

Los mayas consiguieron desarrollar una escritura glífica de carácter logosilábico, es decir que combinaban signos o glifos que representaban un concepto o pensamiento con otros que fonéticamente registraban sílabas. Con ellos podían escribir textos labrados sobre piedras, o pintados sobre cerámicas y libros.

Lamentablemente, no ha llegado hasta nosotros evidencia física de ninguno de sus libros aunque se sabe que existieron. Subsisten en cambio, gran cantidad de textos en piedra labrada y cerámica.

Los mayas desarrollaron también una profusa tradición oral de cantos y relatos.

La escritura maya no ha sido totalmente descifrada aún. Algunos lingüistas como el ruso Yuri Knorosov sostienen que el sistema comprendía unos 300 signos ideográficos, combinados con otros fonéticos y los de un tercer tipo que sin ser leídos ayudaban a precisar el sentido de las palabras.

La escritura de los nahuas y mixtecos, también era logosilábica pero muy inferior a la maya, por lo que entre ellos la oralidad debe haber alcanzado enorme desarrollo.

Todos acompañaban la escritura de sus símbolos con poderosas imágenes de fuerte contenido semántico, tanto en los monumentos labrados como en los objetos pintados.

El francés Jacques Soustelle en una obra clásica sobre la cultura mexica sostiene que “…el náhuatl posee todas las cualidades que exige una lengua culta…Se presta admirablemente a comunicar todos los matices del pensamiento…Era materia prima de selección para una literatura”. Los habitantes de Tenochtitlán estaban orgullosos de su idioma y menospreciaban a quienes hablaban otras lenguas.

En la región nahua, era siempre un tlamatini o sabio indígena el encargado de interpretar los signos del amoxtli o libro de pinturas. Algunos de éstos eran denominados cuicamatl o libro de cantos.

Los “amoxtli” eran elaborados por artesanos especializados conocidos como tlacuilos y preservados en verdaderas bibliotecas denominadas amoxcalli.

El proceso de lectura e interpretación de lo que estaba pintado en un “amoxtli” se denominaba amoxohtoca, que suele traducirse como “seguir el camino del libro”.

Los “tlamatini” poseían una notable retórica ya que habían sido formados en los calmecac, las escuelas superiores de nobles y sacerdotes indígenas.

Algunos de éstos tenían como función reunir a los hombres del pueblo o macehuales y enseñarles los cantos que habían sido elaborados por hombres ilustres de la clase superior o pipiltin.

Existen evidencias de que en la zona nahua, poco antes de la conquista española, había por lo menos cuatro centros intelectuales con importante producción literaria: México-Tenochtitlán, Tezcoco, Puebla-Tlaxcala y Chalco-Amecameca.

Los llamados forjadores de cantos que han sido identificados hasta ahora son:

En la región de México-Tenochtitlan: Tochihuitzin Coyolchiuhqui, Axayácatl (¿ – 1481), Moquihuitzin de Tlatelolco, Macuilxochitzin (1435 – ?), Teonximac de Tenochtitlan, Temilotzin de Tlatelolco (¿ – 1525), Totoquihuatzin de Tlacopan (¿ – 1472), Tetlepanquezanitzin de Tlacopan (¿ – 1521) y Oquitzin de Azcapotzalco,

En la región de Tezcoco: Nezahualcóyotl de Tezcoco (1402-1472), Cuaucuauhtzin de Tepechpan, Nezahualpilli (1464-1515) y Cacamatzin de Tezcoco (1495-1519)

En la región de Puebla-Tlaxcala: Tecayehuatzin de Huexotzinco, Ayocuan Cuetzpaltzin de Tecamachalco, Xayacamach de Tizatlan y Xicohténcatl (¿ – 1522)

En la región de Chalco-Amecameca: Aquiauhtzin de Ayapanco y Chichicuepon de Chalco (¿ – 1486)

El choque de dos culturas

Cuando los conquistadores advirtieron la influencia que sobre la ideología indígena tenían los”amoxtli” (a los que hoy conocemos como códices), se dedicaron con tenacidad a destruirlos bajo el argumento de que eran obra del demonio.

Temerosos de la transmisión oral de conocimientos prohibieron también los cantos indígenas.

Quien poseyera un “amoxtli” arriesgaba entonces su vida. Hay testimonios de la Inquisición en los cuales la principal acusación de herejía la constituyó la tenencia de un códice.

Sólo unos pocos funcionarios y religiosos humanistas advirtieron durante el siglo XVI lo insensato de ésta política e intentaron rescatar algo de la tradición oral y del testimonio impreso en aquellos valiosos libros.

Destacaron en ese empeño los franciscanos Bernardino de Sahagún y Toribio de Benavente Motolinía, los dominicos Bartolomé de las Casas y Andrés de Olmos, el Obispo de Michoacán Vasco de Quiroga y el Oídor (funcionario real) Alonzo de Zurita, entre otros.

Como la tarea evangelizadora les exigía una comunicación fluída con los indígenas, algunos frailes aprendieron los idiomas de estas tierras y comenzaron a representarlos por escrito adaptando los sonidos al alfabeto latino.

Con este método fueron alfabetizados algunos nobles indígenas y comenzó el mestizaje cultural.

Si bien esta acción quebró la concepción de oralidad e interpretación de códices, que había regido hasta entonces en la expresión literaria mesoamericana, permitió al menos la preservación de una parte de los antiguos contenidos aunque también se produjeron manipulaciones para adaptar aquellas formas a la nueva ideología dominante.

Estos procedimientos han alimentado una vasta polémica.

Algunos estudiosos consideran que toda aquella manifestación literaria cuya autoría o antigüedad no puede precisarse absolutamente sólo debe considerarse como folklore literario.

Otros cuestionan la validez de los procedimientos de rescate de los textos orales cuando se los traslada a la palabra escrita.

Se sabe que, como forma de resistencia, muchos recitadores variaban sus cantos en presencia de los españoles. Estos por su parte hacían esfuerzos por incorporar a los cantos referencias cristianas e incluso con posterioridad ordenaron componer directamente textos evangelizadores.

Es sintomático lo sucedido, por ejemplo, con los huehuehtlahtolli o “antigua palabra”, conjunto de normas y consejos sobre amplios temas, desde ideales morales hasta cuestiones prácticas, que los sabios nahuas transmitían verbalmente a sus descendientes.

Esta forma de literatura oral fue muy importante para la preservación de la cosmovisión y tradiciones en Mesoamérica.

Algunos de éstos parlamentos retóricos fueron transmitidos por notables recitadores, durante el siglo XVI, siendo transcriptos en idioma náhuatl con ayuda del alfabeto latino aportado por los españoles.

Los frailes comenzaron a usar entonces algunos “huehuehtlahtolli” como instrumento para la evangelización, al advertir su poderosa fuerza retórica y el contenido moral de su mensaje, extrapolando las referencias a los antiguos dioses del panteón indígena por la del dios creador de la nueva religión monoteísta.

Esta acción permitió la sobrevivencia de aquella forma literaria prehispánica.

Por otra parte, los nobles indígenas sobrevivientes a la invasión y sus descendientes comenzaron a producir obras escritas en náhuatl con el alfabeto latino, muchas de ellas basadas en los “amoxtli” todavía existentes.

Varios de éstos manuscritos permanecen anónimos, como los Anales históricos de la Nación Mexicana o Anales de Tlatelolco, la Historia Tolteca-Chichimeca o Anales de Cuauhtinchan , la Leyenda de los Soles y los Cantares Mexicanos.

Los nombres de algunos autores son conocidos como los de Gabriel de Ayala, Cristóbal del Castillo, Chimalpahin Cuauhtlehuanitzin, autor de la Octava Relación, o Fernando de Alvarado Tezozómoc, autor de la famosa Crónica Mexicáyotl.

Síntesis

Territorio mágico de develaciones, si la palabra viene desde el corazón del hombre; posibilidad de esplendor o de aberrante dominio; lugar de encuentro y de misterio; cuerpo orgánico donde la vida puede tener lugar: llamemos a la voz de cada pueblo su literatura.

Y si México Antiguo supo tener una cultura magnífica, ahí está con ella como una savia dorada la luz de su propia palabra.

Pueblos dueños de un mundo y de la voz que narra, crea y conserva dicho universo; ancestral y profunda, la tradición y el recorrido de la literatura en Mesoamérica se remonta al proceso mismo de su historia.

En el devenir de Olmecas, Toltecas, Teotihuacanos, Mexicas y de aquellos pueblos pertenecientes al llamado mundo Maya, se fue conformando un cuerpo orgánico que se transmitió de generación en generación, vivo como un corazón latiendo.

La conservación y transmisión fue mayormente oral, en recintos educativos especialmente diseñados para tal fin, a través de la explicación de los códices o libros de pinturas y de la memorización de cantos y versos.

El universo de la literatura prehispánica abarcó mitos y leyendas, himnos sagrados, distintas formas de poesía tanto lírica como épica y religiosa, también palabras destinadas a momentos de la vida cotidiana y trascendente: textos de iniciación, de bautismo, palabras fraternales o paternas, funerarias, textos del oráculo, etc.

Se pueden delinear dos grandes grupos generales: la literatura náhuatl y la literatura del mundo Maya, con su exponente máximo o más difundido: el Popol-Vuh.

Dentro de la literatura náhuatl existieron dos grandes formas: los cuícatl, si se quiere más cercanos a la poesía propiamente dicha “…son inspiración y también sentimiento. En ellos afloran los recuerdos y el diálogo con el corazón.”(1); y los tlatolli:”…palabra, discurso, relato, historia, exhortación. En el término tlatolli se comprendía todo aquello que no siendo pura inspiración o recordación poética, se ofrecía como fruto de inquisición y de conocimiento en diversos grados sistemático.”(2)

Reconocedores de la profundidad y posibilidad de su idioma, la forma fue sustancia en su expresión, siendo destacada la repetición de frases que posibilitaran la acentuación de sentidos como así también la memorización y transmisión oral.

Con el arribo del español se produce la destrucción de la mayor parte de aquel tesoro conservado por siglos.

Sin embargo la misma conquista contiene en su interior algunos hombres entregados a la tarea de preservar o recomponer eso que saben reconocer como una riqueza incomparable. Exponentes como Andrés de Olmos o Bernardino de Sahagún, entre otros, recogen a partir de sus propias voces aquello que pueden re-narrar en función de ese cuerpo vivo.

También sabios nahuas sobrevivientes a la conquista, utilizando las letras del idioma hispano dominante recién aprendido, se ocupan de transcribir esa tradición oral a fin de que no sea definitivamente extinguida a la par de la destrucción de todo cuanto supone la cultura prehispánica.

Así mismo, pudieron narrar y dejar testimonio de su visión como vencidos, de igual modo que los españoles dieron curso a sus relatos y crónicas de la conquista.

Hacedores de “una visión estética de la vida formada por medio de la poesía”, llamaron al narrador tlaquezqui: “aquel que, al hablar, hace poner de pie a las cosas.” (3)

El eco de aquella voz original, entramada luego con la conquista, resignificada, transmutada y viva, continúa su recorrido como un cauce de agua sin fin, presente en la historia de la literatura mexicana en su totalidad, para seguir viviendo, como al decir del Canto del Tamal de Agua :

“Mi corazón está brotando flores en mitad de la noche.” (4)

1.- Literatura del México Antiguo. Los textos en lengua náhuatl. Edición, estudios introductorios y versiones de textos de Miguel León-Portilla. Venezuela, Biblioteca Ayacucho, 1978. Página XXVI

2.- Ob. Cit. Página XXVII

3.- Ob. Cit. Página XXXI

4.- Letras de la Nueva España. Alfonso Reyes, México-Buenos.Aires. Fondo de Cultura Económica, 1948. 1a. parte “Poesía Indígena”, pág. 27.

Bibliografía

La vida cotidiana de los Aztecas en vísperas de la Conquista, Jacques Soustelle. Fondo de Cultura Económica – México – 1992.-

Literaturas Indígenas de México, Miguel León Portilla. Editorial MAPFRE -Fondo de Cultura Económica – México – 1992.-

El destino de la Palabra. De la oralidad y los códices mesoamericanos a la escritura alfabética, Miguel León Portilla. El Colegio Nacional – Fondo de Cultura Económica – México – 1996.-

Huehuehtlahtolli. Testimonios de la Antigua Palabra, Miguel León Portilla y Librado Silva Galeana. Secretaría de Educación Pública – Fondo de Cultura Económica – México – 1991.-

Literatura Mexicana e Hispanoamericana, Carlos A. Loprete. Pearson Educación – México – 2000.-

la muerte del quinto sol

Relato de Ce Malinalli, apodada La Malinche o Doña Marina

No entramos en Xocotlán aquel día. Teníamos un aspecto demasiado cansado, íbamos demasiado sucios y nos dolían los pies; así no podíamos impresionar a nadie. Después de montar las tiendas a prudente distancia, cogimos fruta para cenar y recogimos pálidas flores de espliego que los totonacs trenzaron en guirnaldas.

Cortés mandó mensajeros para anunciar nuestra llegada y explicar nuestras amistosas intenciones al rey, un regente que siempre era varón, pero que siempre también recibía el nombre de Madre del Huerto. Y, mientras tanto, los xocotlanos observaban desde sus atalayas un ejército totonac y una banda de peludos duendes, algunos con cuatro patas y otros con piel metálica, todos ellos posados en el umbral de su país.

A los totonacs les preocupaba que la ciudad de los Huertos hubiera sido vasalla de los aztecas por una gavilla de años, porque sospechaban que la costumbre podía haber hecho que el yugo pareciera más ligero. Cresta de Delfín, el más importante de los intérpretes totonacs y uno de sus jefes militares, dijo:

– Después de una generación, la gente llega a acostumbrarse a que los aztecas les arrebaten a sus hijos y se les lleven la mitad de su comida. Empiezan a considerar a los recaudadores de impuestos como a los huracanes o las sequías, algo terrible pero que forma parte de la naturaleza.

Yo lo dudaba. Recordé la ira de los habitantes de Jalisco, el resentimiento de los agricultores de la Guarida de la Serpiente, la rebelde jactancia de los mercaderes y peregrinos. Su odio era infinito; llegaba de la dirección de Tenochtitlán y llevaba sin duda las órdenes de Moctezuma.

Mientras los totonacs se inquietaban y celebraban sus ritos, los españoles encendieron hogueras, aunque la noche era templada, y luego se sentaron a su alrededor, bromeando y descansando después de un duro viaje. Ahora que el frío paralizante de la montaña había desaparecido, sentí que mis ánimos revivían. Cuando me reuní con los soldados, me saludaron educadamente, incluso con afecto, y no parecieron sorprenderse de que estuviera allí con ellos; la dureza del camino me había convertido en su camarada. Cuando Cortés me cogió la mano y la mantuvo entre las suyas, nadie nos dedicó ni una sola mirada.

A la mañana siguiente el ejército se puso en marcha en formación compacta, con las armas cargadas y las flechas ajustadas en las ballestas. Como de costumbre, Cortés guiaba la columna, con aspecto grave y divino sobre Conductor de Mulas. Yo andaba a su lado, a pocos pasos delante de Aguilar, el padre Olmedo y el capellán, que llevaban cruces los tres. Seguía después un grupo de jinetes, escogidos porque eran los que tenían los caballos más fogosos; después venían los que llevaban los tambores y las trompetas, todos completamente armados y revestidos de armadura. Y así avanzamos con matracas, trompetazos y relinchos, una entrada asombrosa. Detrás de nosotros marchaban los soldados de a pie, guardando los cañones, y luego más caballería. Los totonacs, entonando himnos a Serpiente con Plumas, cerraban la retaguardia.

A llegar a la amplia avenida que conducía a la plaza y los templos, sentí de nuevo un estremecimiento de poder y de orgullo; pero, cuando estudié la escena en la que me encontraba, sin que pareciera que la examinaba, mi emoción se trocó en cautela.

Todos los veinticinco mil habitantes estaban allí, agolpándose en el lado derecho de la calle principal y en los planos tejados de las casas. Pero aunque el lado derecho estaba completamente lleno, el izquierdo permanecía desierto; sólo había en ese lado unos cuantos perros xolos, atados, que ladraban hacia nosotros desde las puertas de las casas y se batían en retirada cuando captaban la imagen y el olor de nuestros grandes perros de caza. Para los xolos era la misma sensación que si los hombres se enfrentaran con gigantes.

Las caras de la gente eran solemnes, incluso hostiles, aunque se habían vestido con ropa de fiesta; los hombres con capas de color naranja y verde, taparrabos teñidos y sandalias con borlas. Las mujeres llevaban faldas y capas bordadas. Vi, entre la multitud, algunos abanicos de hojas de palmera pintadas y algunos atados de plumas, pero no se veía ningún arma; las lanzas debían hallarse inmediatamente después de las puertas. Me causó una impresión extraña y ominosa el hecho de que la multitud, brillante como un arco iris en el marco de las paredes encaladas, permaneciera en el más absoluto silencio.

Cuando estábamos a mitad de camino de la plaza oí unos pocos vítores cautelosos de algunos que amaban a Serpiente con Plumas y luego los indiferentes gritos de una claque alquilada por los totonacs la noche anterior. Más importante fue el hecho de que vi algunas personas haciendo silenciosamente el signo de Serpiente con Plumas con los dedos curvados. La mayoría eran mujeres, y los hacían furtivamente.

Cortés me dijo, inclinándose hacia mí:

– Así que nos dan la bienvenida, después de todo. En silencio, pero es una bienvenida.

– Media bienvenida, mi señor. Sólo media.

Él miró de nuevo y asintió, aunque no llegó a entender por completo el sentido de que estuviera desierto el lado izquierdo de la calle, el lado consagrado al azteca Colibrí. Dudo que se diera cuenta de que las flores que unos pocos agitaban en señal de saludo estaban pasadas y mustias, como señal de que nuestra bienvenida podía deteriorarse con rapidez.

El rey Madre del Huerto había decidido mantener Xocotlán neutral de momento. Nos iba a aclamar con un mano y a ignorar con la otra. Era como la antigua costumbre de llevar una antorcha encendida en plena luz del día para demostrar que, para el que la lleva, es aún de noche, que ha decidido ser ciego ante lo que está sucediendo delante de sus ojos. Tales son los delicados signos de la diplomacia.

Nos reunimos en formación en la gran plaza, los españoles al frente, los totonacs detrás. Esperamos mientras el sol iba ascendiendo y empezaba a hacer calor. Madre del Huerto retrasaba su llegada para mostrar falta de interés y superioridad. Podía imaginarle arrastrándose ante Moctezuma y diciendo con su voz lastimosa:

– Respetado Portavoz, dejé que esos demonios se asaran al sol durante dos horas. Estaban secos como el adobe.

Finalmente Cortés se enojó. El Templo de Espejo Humeante tenía cuatro pisos, cada uno con una plataforma colocada a trece peldaños de distancia de la inmediatamente inferior. Los fieles debían arrodillarse en cada una de las plataformas para purificarse antes de llegar al sanctasanctórum de la cima. Cortés, con una colérica exclamación, espoleó de repente a Conductor de Mulas y subió hasta la primera plataforma, donde el caballo se encabritó y dio la vuelta, como para desafiar a la multitud. Otros tres jinetes siguieron su ejemplo, y las pezuñas calzadas de hierro sacaron chispas de los peldaños. Aguilar y los sacerdotes corrieron a reunirse con ellos, y yo también.

Cortés vaciló, miró a su alrededor como buscando al rey, luego subió a la carga hasta la siguiente plataforma, hasta donde nosotros también le seguimos. Por entonces, todo el ejército se había reunido en la base del templo.

El enjambre de xocotlanos empezó a cuchichear con ira mezclada con miedo. En pocos minutos cortés subiría al santuario de Espejo Humeante, y los xocotlanos sabían ciertamente lo que le había sucedido a los dioses de piedra de otras ciudades.

Un sacerdote asomó su cabeza de cuervo entre las cortinas del alto santuario y gritó:

– ¡Pedidle al rey que se dé prisa! ¡Estos demonios profanarán el santuario!

Otros se hicieron eco del grito, y los guerreros se acercaron a las puertas de las casas, a sus armas. De repente sentí la presencia de sangre derramada tan fuertemente que creí era un presagio; luego reconocí el olor, y vi que era verdadera sangre lo que iba escurriéndose por un canal que habían cortado en la balaustrada del templo. Los españoles aún no se habían dado cuenta.

Se produjo una conmoción en uno de los lados de la plaza -el lado derecho, naturalmente, no el dedicado a Colibrí- y los heraldos llegaron corriendo para anunciar la llegada inminente del rey. El truco de Cortés había resultado bien: había hecho salir de su escondite al monarca, que se retrasaba a propósito. Cuando la muchedumbre se abrió para dejar paso al palanquín real, nos quedamos atónitos. La plataforma, llevada por una docena de porteadores, no tenía cortinas a los lados y, sentado con las piernas cruzadas, venía en ella el Jefe Gordo de Zempoala que parecía haber llegado, por arte de magia, antes que nosotros a Xocotlán y ahora se dirigía a nuestro encuentro ataviado con una elaborada capa y una tirada nuevas.

Pedro Alvarado exclamó:

– ¡Por el culo de Satanás, es el mismo gordito! ¿Cómo ha llegado hasta aquí? ¿Qué truco es éste?

Luego, cuando el palanquín estuvo más cerca, me di cuenta de que después de todo no se trataba del jefe Gordo sino de alguien aún más obeso que el regente totonac, un montón de carne gelatinosa tan redondo, que dudo de que hubiera podio levantarse sin una cuadrilla de hombres para elevarlo. Parecía un enorme dios olmeca tallado en un solo peñasco y que podría rodar por la ladera como una pelota.

Un heraldo gritó:

– ¡Se acerca el rey Olintetl el Feroz!

No dijo Madre del Huerto, por lo que sin duda esto encerraba desprecio.

– ¡Olintetl se acerca!

Pero, en lugar de acercarse, el rey ordenó a los porteadores que se detuvieran a un tiro de arco de la escalera del templo, donde esperó, mirando a Cortés con ira, sólido como una montaña. Los sacerdotes que le acompañaban hicieron sonar matracas y soplaron en silbatos de hueso.

Cuando Cortés espoleó a Conductor de Mulas para descender la escalera contuve el aliento, y lo mismo hizo Aguilar. Si Conductor de Mulas se plantaba o tropezaba ahora, Cortés sufriría una terrible pérdida de dignidad.

Pero Conductor de Mulas se comportó como si le hubiesen entrenado en los peldaños de un templo, y los otros caballos le siguieron sin grandes vacilaciones. Yo me apresuré a seguirles y encontré un lugar en la balaustrada de piedra donde, permaneciendo de pie, tenía la cabeza algo más baja que el yelmo de Cortés, pero algo más alta que el rey. Necesitábamos todas las ventajas posibles. La sangre que se escurría por el canal casi me tocaba la suela de la sandalia.

El rey empezó a hablar en voz muy alta.

– Moctezuma, el omnisciente y todopoderoso, me ha pedido que os reciba como es debido, forasteros. Veo que tanto vosotros como vuestros… -Vaciló, no sabiendo cómo referirse a los caballos-… amigos de cuatro patas os habéis sentido ya atraídos hacia el alto templo. Eso es exactamente lo que esperaba. -¡Qué buen mentiroso era!-. Os atraía la sangre de nuevos sacrificios. Esta misma mañana, mientras os acercabais, sacrificamos a quince muchachos y muchachas en vuestro honor. Su sangre está aún fresca para que podáis beberla si vosotros y vuestros… – miró de nuevo a los caballos-… compañeros tuvierais sed.

– ¡Serpiente con Plumas repudia el sacrificio sangriento!- dije, sin esperar a que hablara Cortés.

Cuando Cortés entendió lo que había sucedido mantuvo su calma exterior. Su voz era suave pero fría como el viento de la cima de la montaña.

– Dile a este monstruo que sólo salvajes y bestias fieras beben sangre humana. ¡Me da asco!

Los españoles parecieron inquietos ante su franqueza. Yo suavicé las palabras al traducirlo y añadí una cita que muchos xocotlanos probablemente conocerían: la famosa advertencia de Serpiente con Plumas acerca del sacrilegio que representa matar.

– Porque incluso el grillo es sagrado, y no se debe despreciar a la humilde hormiga. ¡cuánto más preciosas son, por lo tanto, las vidas de vuestros hermanos y hermanas, los hijos de Ometeotl!

Madre del Huerto tuvo el buen gusto de mostrar, por su aspecto, que comprendía que había sido censurado y decidió al instante alejar a los españoles del templo.

– La comida os está esperando, si queréis seguirme. Será una comida pobre, pero es lo mejor que tenemos. -Hizo un gesto de ofrenda cordial. Después cambió el tono al añadir-: Nuestras mujeres y niños pasarán hambre para que podamos ofreceros nuestra hospitalidad.

Otra vez la bienvenida a medias, la contradicción, la doble máscara.

Nos dirigimos hacia una plaza secundaria, pasando junto a templos y palacios que los españoles encontraron más magníficos que yo. La arquitectura de Xocotlán es hermosa, pero monótona.

La comida, servida por viejas feas y viejos excéntricos, fue escasa y sosa. Mientras comimos, el rey habló de las glorias de Tenochtitlán y Moctezuma; en realidad, parecía uno de esos recitadores de alabanzas públicas que los pretendientes tabascos alquilan para impresionar a la familia de la futura novia.

– Tenochtitlán, la más grande de las ciudades del mundo, está construida sobre aguas profundas, y sólo se puede entrar en ella por calzadas elevadas. Estas tres calzadas elevadas están interrumpidas por puentes levadizos, cinco o seis en cada una. Todas las casas, decenas de miles de ellas, tienen tejados planos y pueden convertirse en fortalezas con mayor rapidez que la empleada por una garza para volar sobre la ciudad. Tenochtitlán es magnífica, inaccesible, invencible.

Una vez terminada nuestra mísera comida, se sirvió el banquete del propio rey y de sus cortesanos: grandes y humeantes fuentes llenas de carne y adornadas con pasteles de maíz teñidos y formando flores. A nadie le cupo la menor duda acerca del origen de aquella carne: esta matanza se había hecho en el templo. La cara de Cortés se volvió cenicienta; todos los españoles parecían sentirse enfermos.

Para empeorar las cosas con respecto a Cortés, muchos de los cortesanos estaban allí con su pareja, un amante varón; ésta era una costumbre bastante corriente en todas partes, pero especialmente frecuente y estimulada en Xocotlán. Ahora estos amantes aparecían cogidos con afecto de las manos, orgullosos de presumir de su pareja ante los recién llegados. Se acariciaban mutuamente, pero yo no vi nada indecoroso.

Cortés mantuvo los ojos clavados en la escena por un momento, después dio un golpe tan fuerte sobre la mesa con el recipiente de donde bebía que lo rompió en pedazos. Se puso de pie.

– ¡Diles que todo esto es abominable a los ojos de Dios! Deben apartarse del canibalismo, de la sodomía y de la adoración de los demonios.

El rey Madre del Huerto reflexionó sobre el conjunto de exhortaciones, después deliberadamente rodeó con su robusto brazo la cintura del joven más cercano.

– Pensaremos sobre ello. Los sacrificios y la absorción de fuerza a través de la carne de las ofrendas es una cuestión religiosa. Consultaremos a los sacerdotes. Pero la mutua atracción de los hombres jóvenes es parte de la naturaleza. Si los españoles desean cambiar la naturaleza, son ellos quienes deben realizar el milagro, no yo. Personalmente, creo que este punto de vista es necio y antinatural.

Traté de traducirlo y fracasé. Aguilar no podía ayudarme, porque todo cuanto podía hacer era tartamudear y enrojecer. Pero mi señor comprendió que sus demandas habían sido rechazadas.

Yo le dije a Madre del Huerto:

– Con el tiempo comprenderás el acierto de lo que aquí se ha dicho. Nosotros no queremos pelearnos.

Madre del Huerto asintió amablemente, pero Cortés se apartó de allí pesaroso. Yo sabía que su conciencia, su esencia divina, había sido ofendida.

Organización económica, política, social, aztecas

Organización económica, política, social

No aparecen como bárbaros simo como soldados y campesinos que sabían cultivar la tierra y sembrar maiz. No se cubrìan con pieles, sino con mantas tejidas de algodón. Se componían de 4 clanes y luego barrios en que se dividió Tenochtilán y que luego aumentaron a 7 y hasta 15 y 20 calpullis.

El gobierno correspondía a cuatro sacerdotes (uno de ellos la sacerdotiza Chimalma). En el ejército había 4 jefes, siendo dos los principales. El Tlacatecuhtli (serñor de los hombres) o general en jefe, y el Tlacochcalcatl (jefe de la caza de laz lanzas o del arsenal), de rango apenas inferior. El ejército estaba encabezado por un jefe militar, también de gran prestigio. Craron una aristocracia militar. Las victorias guerreras le dieron el dominio sobre el enemigo, creando una casta de siervos que recibieron el nombre de mayeques.

Los soberanos eran electos, los plebleyos (macehuales o macehualtin) no participaban en las elecciones. La clase baja era gobernada por lo nobles o pillis . Entre ambos había una clase intermedia, formada por comerciantes o pochtecas y artesanos de clase superior. Los esclavos formaban el peldaño más bajo de la escala social, pero no eran tratados como objetos, podían tener tierras y sus hijos nacían libres.

Habia escuelas diferentes para el nacehuatl y el pilli y para mujeres. Gracias a la eduación en el Calmecac y al necesidad creciente de gobernadores y administradores.

El sacerdocio era otro núcleo privilegiado; por ser portador de la divinidad nacional. Debido al complicado sistema religioso azteca, había dos sacerdotes principales de Huitzilopochtli (Dios del sol y de la guerra) y de Tláloc (Dios de la lluvia, agricultura y fertilidad).

Entre los altos funcionarios había un tercer grupo importante, el de los jueces.

Ritos prehispanicos

Ritos.. . . . . .

La vida de los antiguos mexicanos estaba llena de rituales, no había ningún aspecto de la vida que no requiriera una parte religiosa

A continuación presentaremos algunos de los rituales con los que se debía de cumplir en la vida

1.-al nacer un niño, el padre ya había tallado un pequeño escudo de madera, al cual le era atado el trozo de cordón umbilical que le era cortado al niño , el cual le sería entregado al primer guerrero que acertara a pasar por allí , quien recibiría el encargo de enterrarlo en el primer campo de batalla al que fuera después de recibir el regalo. el cordón de una niña era atado a un huso de barro debajo de la casa. En el varón esto significaba el ser llamado al campo de batalla, y el de la niña, enterrado en la casa, ataría su tonali o destino a la casa, para que creciera para ser una hacendosa y buena esposa.

A continuación se les daba el nombre del día en el que había nacido, nombre que conservarían hasta los 7 años, cuando su regalo de cumpleaños era un nuevo nombre, el cual era consultado por un viejo llamado tonalpoqui, el conocedor de nombres. el consultaba el tonalmatl , que contenía los actos mas importantes de los dioses de cada día. así pues , si el día de tu nacimiento había caído una tormenta, podrías se r llamado nube, o nube oscura. a continuación se iba a registrar al niño en el tocayamatl, que era un libro donde todos los habitantes de cada poblado estaban registrados, a menos que murieran, fueran desterrados o se fueran a vivir permanentemente a otro lado.

También existían muchos tipos de sacrificios, dependiendo del dios o de la ocasión. Es el más conocido el sacrificio a Tonatiú, el dios-sol, en el templo mayor, cada puesta del sol. Un hecho tal vez menos conocido es la guerra Florida. Las guerras floridas eran guerras cuyo único propósito era reunir prisioneros a ser sacrificados. Tuvo su origen durante el reinado del primer Moctezuma (Moctezuma Ilhuicamina) , cuando una gran sequía , combinada con el peor invierno registrado hasta ese momento, segaron muchas vidas, hasta que se decidió hacer un sacrificio coordinado de todas las naciones afectadas para calmar a los dioses. Se organizó una guerra para tomar prisioneros, después se procedió a sacrificarlos al mismo tiempo, en el día más propicio para hacerlo según los sacerdotes. se calcula que murieron de 800 a 80000 personas ese día para aplacar la ira de los dioses, quienes mandaron lluvia ese mismo día.

2.-El calendario mexica abarcaba 52 años, que era lo que se esperaba viviera una persona, con 12 meses de 30días. El primer mes se llamaba ” el-árbol-es-levantado” y cada año tenía lugar una gran celebración por el final de los nemotemtin , los Días Huecos. En estos días toda clase de espíritus malignos vagaban por el mundo y nadie debía celebrar nada, ni reunirse en ningún lugar, ayunar y estar dentro de sus casas. Estos días eran los últimos 5 días del año, que no pertenecían a ningún mes. Pues bien, al terminar los nemotemtin se daba una gran celebración que culminaba con el sacrificio de dos niños a Tláloc, en la noche, para que Tonatiú no viera los festejos y no se pusiera celoso de su hermano dios del agua. Primero comenzaba una danza donde los niños iban vestidos de colibríes y las niñas de flores, de modo que los niños fingían sorber el néctar de las niñas. A continuación el sacerdote principal de Tláloc aparecía en lo alto del templo, soplando con su trompeta de concha, después bajaba los brazos y un trueno ensordecía a la multitud. Tláloc había hablado. El tambor de truenos , o “tambor que arranca el corazón” era tocado frenéticamente por otro sacerdote que lo golpeaba con baquetas de hule , y se entonaban los cánticos , los cuales eran a veces interrumpidos por el hoooo-hooo del búho (era como una especie de amén de los feligreses presentes) y luego gritaba el sacerdote: “Tehuan tiezquíaya in ahuehuetl in pochotl, Tlaloctzin” que significa : ¡quisiéramos estar debajo de los ahuehuetes , debajo del arbol de la ceiba, Señor Tláloc!”(equivale a pedir la protección de la deidad) Después, venia la danza de las cañas, espectáculo donde hombres y mujeres bailaban y hacían una especie de tabla gimnastica con cañas)

A continuación el interludio cómico consistía en la danza de los ancianos artriticos, que bailaban con la esperanza de que sus articulaciuones no les dolieran tanto enépoca de lluvias, era cómico porque aún cuando los ancianos lo hacían muy en serio, sus enfermedades no permitían que se movieran con gracia, dando como resultado que elpueblo se riera de ellos. Despues venía la “danza de las cosquillas”, bailada por las auyanime, cuya función era servir sexualmente a los guerreros, y sólo a ellos. La danza era tan explícita que se decía que bailaban con compañeros invisibles.

El gran final, era el sacrificio de unos niños, un niño y una niña, a Tláloc. Primero los pellizcaban p’ara que lloraran y estuvieran tristes, se creiía que mientras más lloraran, más lluvias tendría el año. Después se les aplicaba una mascarilla de hule caliente y eran inmediatamente arrojados a una pila , que hacía que el hule se endureciera y no los dejara respirar, y así morirían ahogados.

LA COMIDA EN EL MEXICO ANTIGUO

LA COMIDA EN EL MEXICO ANTIGUO

EL MAIZ

Es originario de América. Se han encontrado restos prehistóricos de unas mazorcas pequeñisimas en el Valle de Tehuacán.

Por su importancia, el maíz se convirtió en un objeto de culto religioso y en torno a él se organizaron varios tipos de ceremonias. Antes de comerlo, lo trataban con ternura y delicadeza. Antes de cocerlo, lo calentaban con el aliento para que no sufriese con los cambios de temperatura y si encontraban algún grano en el suelo lo recogían y rezaban una oración, para disculpar el desperdicio e impedir que los dioses se vengaran produciendo sequías y hambre.

EL FRIJOL

Junto con el maíz eran parte de la alimentación básica del mexicano. Los comían con tortilla y chile todos los días.

EL CHILE

Se usaba en todo el territorio antiguo de México para condimentar la comida. Sus poderes aperitivos y digestivos lo hacían muy cotizado.

LA CALABAZA

Se utilizaba de manera refinada y práctica. Su pulpa se cocía y se condimentaba con diversos tipos de chile; de las pepitas se extraía un aceite con el que se preparaba pipián.

De otra variedad de calabazas se hacían las jícaras con las que se servían los líquidos, aunque también se utilizaban como adorno.

GUAJOLOTES Y PERROS

Había muchas variedades de aves. Los guajolotes eran la única ave domesticada. Habían perros sin pelo, que se cebaban para el consumo. Su carne era menos estimada que la del guajolote. Se dice que a veces las consumían juntas, la del guajolote arriba y la del perro abajo “para hacer bulto”.

EL MAGUEY

Los códices, antiguos documentos de los mexicanos, hablan de la importancia del maguey en la vida cotidiana y en la vida religiosa. El maguey producía la bebida sagrada, el teómetl o vino blanco, bebida de los valientes, y el octli, bebida de las clases populares que después de la conquista se llamó pulque.

Del maguey se obtenían bardas para los campos y techos para las casas. También hilo, papel, agujas, vestido, calzado, reatas, vino, vinagre, medicinas, para el mixiote, para envolver deliciosos manjares de carne y pescado.

PRODUCTOS DE AGUA

El Valle de México fue una región llena de agua y , como la antigua tenochtitlán, todavía a principios de este siglo había canales, acequias y hasta lagos en nuestra ciudad.

Los habitantes de esta zona consumían grandes cantidades de animales acuáticos, entre ellos los insectos y los huevesillos de una mosca depositados en la superficie de las aguas, una especie de pasta deliciosa llamada ahuautle.

También se comían las ranas, los ajolotes y los camarones de agua dulce. Cerca del mar se comían además distintos tipos de pescado, las tortugas, los cangrejos y las ostras.

FRUTA DEL DESIERTO

El nopal es una planta que crece en terrenos secos. De sus hojas espinosas brota una flor y luego una fruta llamada TUNA; Las hojas y la fruta calman el hambre y la sed de los habitantes de los espacios desérticos.

EL CACAO

El cacao era tan apreciado en el mundo prehispánico que se usaba como moneda. Además se bebía. El chocolate molido con agua y con maíz endulzado con miel de abeja y aromatizado con vainilla, tomado en jícaras se convertía en champurrado.

Mitología azteca-4071

Mitología azteca
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Huitzilopochtli “colibrí del sur”, dios de la guerra y el sol, dios nacional de los aztecas
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Huitzilopochtli “colibrí del sur”, dios de la guerra y el sol, dios nacional de los aztecas

La mitología azteca es una extensión del complejo cultural conocido como nahua. Antes de llegar los azteca al valle del Anáhuac, ya existían antiguos cultos y dioses que ellos adoptaron en su afán de adquirir un rostro. Al asimilarlos también cambiaron sus propios dioses, tratando de colocarlos al mismo nivel de los antiguos dioses del panteón nahua. De esta manera, elevaron sus dioses patronos, Huitzilopochtli y Coatlicue, al nivel de las antiguas deidades creadoras, como Tláloc, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca.

Dicho esto, existe un culto dominante sobre los demás dioses aztecas, el de su dios Sol, Huitzilopochtli. Los aztecas se consideraban como el pueblo elegido por el Sol, encargados de garantizar su recorrido por el cielo, alimentándolo. Este sentimiento fue reforzado por la reforma social y religiosa de Tlacaélel bajo el reino de los emperadores Itzcóatl, Moctezuma I y Axayácatl a mitad del siglo siglo XV. El mito de la creación del mundo de los aztecas expande esta idea.

Las religiones prehispánicas se formaron a través de un lento evolucionar y asimilación de costumbres y dioses. Algunos dioses se asimilaron y mezclaron entre sí, otros cambiaron y se humanizaron, el resultado es que tenemos una infinidad de mitos, y leyendas a veces contradictorios, pues ninguno de ellos llegó a convertirse en dogma.

Los dioses prehispánicos, no son tanto seres de poder ilimitado, sino muchas veces encarnaciones de las fuerzas de la naturaleza, con personalidad humana, por ellos muchos estudiosos prefieren traducir el concepto prehispanico de “Téotl” como señor, y no como dios.

Los sabios nahuas o tlahtimines trataron de da un poco de orden a esta multitud de dioses, así, tenemos en primer lugar a los dioses creadores, o Ipalnemohuani, ésta es una palabra nahua que significa “aquél por quien se vive” y dado que en náhuatl no existe el plural más que para los nombres de cosas, se ha especulado mucho sobre una posible tendencia monoteísta de los aztecas. Sin embargo sabemos que los dioses creadores eran en primer lugar, Ometéolt y Omecíhuatl, padre y madre de los dioses, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl, creadores del mundo, Tláloc y Hehécatl proveedores de la lluvia y de la vida. Otros nombre que se le daban a estos dioses son “El inventor de sí mismo” o “El señor del cerca y junto”. La mayor parte de la poesía náhuatl que sobrevive, usa estos nombres para referirse a los dioses creadores, dando la apariencia de monoteísmo.

Después estarían los dioses patronos, que eran los encargados de vigilar a cada pueblo. Según una antigua leyenda, cuando los grupos nahuas (las tribus nahuatlacas) salieron de Aztlan, cada una de ellas llevaba consigo su “bulto sagrado”, que contenía las reliquias de su dios patrono. Huitzilopochtli era el dios patrono de los mexicas, pero ellos también respetaban los dioses de los otros pueblos. Junto al templo mayor construyeron un templo especial para los dioses patronos de todos los pueblos conquistados, de manera análoga al Panteón romano.

Existían así mismo, dioses dedicados a cada profesión y aspecto de la vida. Xipe Tótec, dios del reverdecimiento fue adoptado como el dios de los plateros, Nanahuatzin, de las enfermedades de la piel, Tlazotéotl, diosa del amor físico y de las prostitutas, etc.

También existían algunos dioses de origen familiar pero se sabe poco de ellos.

La mayoría de estos dioses son anteriores a los aztecas o mexica, y son compartidos por los demás pueblos nahua.
Tabla de contenidos
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* 1 Mito de la creación
* 2 Panteón azteca
o 2.1 Dioses
o 2.2 Dioses-serpiente
o 2.3 Grupos de dioses
o 2.4 Criaturas sobrenaturales
o 2.5 Héroes y reyes legendarios
* 3 Leyendas
* 4 Lugares
* 5 Referencias
* 6 Véase también

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Mito de la creación
Quetzalcoatl y Tezcatlipoca
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Quetzalcoatl y Tezcatlipoca

Los nahuas tenían varios mitos de la creación, resultado de la integración de distintas culturas. En uno de ellos, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl se dan cuenta de que los dioses se sienten vacíos y necesitan compañía. Por ello necesitan crear la tierra. Existía solo un inmenso mar, donde vivía el monstruo de la tierra. Para atraerlo, Tezcatlipoca ofrece su pie como carnada y el monstruo sale y se lo come. Antes de que se pueda sumergir, los dos dioses lo toman, lo estiran para dar a la tierra su forma. Sus ojos se convierten en lagunas, sus lágrimas en ríos, sus orificios en cuevas. Después de eso, le dan el don de la vegetación para confortar su dolor. Y posteriormente se da a la tarea de crear a los primeros hombres.

Según otro mito conocido como “La leyenda del quinto sol”, en el principio, todo era negro, sin vida, muerto. Los Dioses se reunieron en Teotihuacan planteándose la cuestión de quién tendría la carga de crear al mundo, para lo cual uno de ellos se tendría que arrojar a una hoguera. Dos de ellos fueron seleccionados como víctimas para tal fin.

Sin embargo el más fuerte y vigoroso, al momento de lanzarse a la hoguera, retrocede ante el fuego; por lo que el segundo, un pequeño dios, humilde y pobre, (usado como metáfora del pueblo azteca sobre sus orígenes), se lanza sin vacilar al fuego, convirtiéndose en el Sol. Al ver esto, el primer dios, sintiendo coraje, decide arrojarse a la hoguera, convirtiéndose en la Luna.

Aun así, los dos astros siguen siendo inertes en el cielo y es indispensable alimentarlos para que se muevan. Entonces otros dioses deciden sacrificarse y dar el “agua preciosa” que es necesaria para crear la sangre. Por lo tanto, se obliga a los hombres a recrear eternamente el sacrificio divino original.
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Panteón azteca
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Dioses
Centeotl dios (diosa) del maíz
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Centeotl dios (diosa) del maíz

* Acuecucyoticihuati: diosa de los mares, de los ríos y del agua que corre. Su representación es de una mujer dando a luz, y se la considera una de las representaciones de Chalchitlicue.
* Amimitl: dios de los lagos, divinidad que calmaba las tempestades y protegía a los pescadores.
* Atl: un dios de las aguas,
* Atlacamani: diosa de las tormentas marinas.
* Atlacoya: diosa de las sequías.
* Atlatonin o Atlatonan: diosa de las costas.
* Atlaua o Atlahua: Señor de las Aguas, un dios del agua, patrono de los pescadores y los arqueros.
* Ayauhtéotl: diosa de la bruma y la neblina; se la ve por las mañanas o en las noches. Se la asocia con la vanidad y la fama.
* Camaxtli: dios de la caza, la guerra, el destino y el fuego. Fue uno de los creadores del mundo.
* Centéotl: también Cinteotl o Centeocihuatl, dios principal del maíz, hijo de Tlazotéotl. Le estaba dedicado el cuarto mes del año.
* Chalchiuhtlatónal: el agua.
* Chalchitlicue: La de la Falda de Verde Jade, diosa del agua y esposa de Tlaloc.
* Chalchiutecélotl: un dios búho nocturno.
* Chalchiutotolin: “Precioso Pavo Nocturno”, dios de la pestilencia y el misterio.
* Chalmecatecuchtli: un dios del mundo subterráneo, Mictlan, y de los sacrificios.
* Chalmécatl: el inframundo (Mictlan) y el norte.
* Chantico: diosa de los fuegos del corazón, los tesoros personales y los volcanes.
* Chicomecóatl (también Chalchiuhcihuatl, Chiccoméccatl, o Xilonen): Siete Serpiente diosa del maíz nuevo, esposa de Centéotl, venerada particularmente por los huaxtecos.
* Chicomexochtli: un patrono de los artistas.
* Chiconahui: una diosa doméstica de la fertilidad.
* Chiconahuiehécatl: asociado con la creación.
* Cihuacóatl (también Chihucóatl o Ciucóatl): mujer serpiente.
* Cipactónal: dios de la astrología y el calendario.
* Citlalatónac (ver Ometéotl).
* Citlalicue: Vestido de Estrellas, un creador de las estrellas.
* Coatlicue: La de la Falda de Serpientes, madre de Coyolxauhqui, los Centzon Huitznahua, y Huitzilopochtli. Diosa de la tierra.
* Cochímetl (también Coccochímetl): dios del comercio, el regateo, el trueque y los comerciantes.
* Coyolxauhqui: Cascabeles de Oro o La de los Cascabeles en la Cara, la Luna, hermana legendaria de Huitzilopochtli y probablemente patrona de la Vía Láctea.
* Cuaxólotl: una diosa del corazón.
* Ehécatl (también Ehecatl-Quetzalcóatl): dios del viento y creador de la tierra, los cielos y la actual raza de los hombres al rescatar los huesos de los hombres viejos del Mictlan, en su advocación de Quetzalcóatl. Como dios del Oeste, es uno de los que sostiene el cielo. Soplaba el viento que limpiaba el camino de los Tlaloque (dioses menores de la lluvia, ayudantes de Tláloc).
* Huehuecóyotl (también Ueuecoyotl): Coyote Viejísimo, un dios bromista e indulgente, señor de la promiscuidad y los lugares salvajes. Capaz de cambiar de forma, se lo asocia con los tambores y el coyote.
* Huehuetéotl (también Ueueteotl, Xiuhtecuhtli, Xiutechuhtli): antiguo dios del corazón, el fuego de la vida. Asociado con la Estrella Polar y con el Norte, es uno de los que sostienen los cielos. Su nombre significa Dios Viejo.
* Huitzilopochtli (también Mextli, Mexitl, Uitzilopochtli): el dios supremo de Tenochtitlan, patrono de la guerra, el fuego y el sol. Guía, protector y patrono de los aztecas (A quienes ordenó llamarse Mexicas a partir de aquel momento) desde su salida de Aztlan. Su nombre significa Colibrí Zurdo (O izquierdo) o Colibrí del sur
* Huixtocíhuatl (o Uixtochíhuatl): una diosa de la sal y el agua salada.
* Ilamatecuhtli (también Cihuacóatl or Quilaztli): La Vieja Princesa, anciana diosa de la tierra, la muerte, y la Vía Láctea. Su rugido indicaba la guerra.
* Itztlacoliuhqui-Ixquimilli: dios de la piedra, la obsidiana, la frialdad, la dureza y el castigo. Aspecto de Tlahuizcalpantecuhtli
* Iztli – dios del sacrificio y los cuchillos de piedra.
* Itzpapálotl: Mariposa de Obsidiana, Reina de Tomoanchan y de los tzitzimime (demonios de las estrellas) así como una de las Cihuateteo (Mujeres deificadas) .
* Ixtlilton: dios de la curación, las danzas, los festivales y los juegos. Hermano de Xochipilli.
* Iztaccíhuatl
* Macuilcozcacuauhtli: El Cinco Buitre, uno de los Ahuiateteo (dioses de los excesos).
* Macuilcuetzpalin: El Cinco Lagarto, uno de los Ahuiateteo (dioses de los excesos).
* Macuilmalinalli: El Cinco Hierba, uno de los Ahuiateteo (dioses de los excesos).
* Macuiltochtli: El Cinco Conejo), uno de los Ahuiateteo (dioses de los excesos).
* Macuilxóchitl: El Cinco Flor, dios de los juegos y el juego, y jefe de los Ahuiateteo, dioses de los excesos.
* Malinalxochi: hechicera y diosa de las serpientes, escorpiones e insectos del desierto.
* Matlalcehuitl (también Matlalcueje): diosa de los aguaceros y del canto, identificada con Chalchitlicue.
* Mayáhuel (también Mayahual, o Mayóuel): diosa del maguey, y por extensión, del alcohol.
* Metztli (también Metztli, Tecuciztécatl, Tecciztecatl): diosa de la luna, la noche y los granjeros. También se identifica con un dios de los gusanos, de bajo rango, que falló en sacrificarse para convertirse en el Sol, y devino en la Luna, su rostro oscurecido por un conejo.
* Mictecacíhuatl (o Mictlancíhuatl): diosa de la muerte y Señora de Mictlan, el inframundo de los infiernos.
* Mictlantecuhtli (también Mictlantecuhtzi, o Tzontémoc): dios de la muerte y Señor de Mictlan, también dios del Sur, uno de los que sostienen los cielos.
* Mixcóatl (serpiente nube): dios de la caza, la guerra y la Vía Láctea. Un aspecto de Tezcatlpoca.
* Nanahuatzin (también Nana, Nanautzin, o Nanauatzin): dios de bajo rango que se sacrificó a sí mismo para convertirse en el dios Sol Tonatiuh, en la prueba en que Tecuciztécatl falló.
* Omácatl (ver Tezcatlipoca)
* Omecíhuatl (ver Ometeotl)
* Ometecuhtli (ver Ometeotl)
* Ometéotl (también Citlatonac u Ometecuhtli (masculino) y Omecíhuatl (femenino)): el/los dios/es de la dualidad, pregenerador/es de las almas y Señor/Señora de los cielos.
* Ometochtli (El Dos Conejo): dios conejo ebrio, jefe de los Centzon Totochtin
* Opochtli: dios zurdo de la caza, en particular la caza con trampas, y la pesca.
* Oxomoco: diosa de la astrología y el calendario.
* Patécatl: El de la Tierra de las Medicinas, dios de la medicina y de la fertilidad, esposo de Mayahuel, creador del peyote y padre de los Centzon Totochtin
* Paynal: el mensajero de Huitzilopochtli.
* Quetzalcóatl (también Tlahuizcalpantecuhtli): Serpiente de plumas preciosas, dios creador y patrono del gobierno, los sacerdotes y los mercaderes. Asociado con Ehecatl como viento divino. Uno de los cuatro hijos de la pareja primigenia.
* Quilaztli (ver Cihuacóatl).
* Tecciztécatl: El del Caracol Marino, en algunos mitos asimilado con Tezcatlipoca.
* Temazcalteci (también Temaxcaltechi o Tozi) – diosa de los baños, diosa abuela, corazón de la tierra y madre de los dioses. Asociada con las parturientas y la guerra.
* Teoyaomqui (también Teoyaomiqui): dios de los guerreros muertos.
* Tepeyóllotl: Corazón de la Montaña, dios jaguar, asociado con los ecos y los terremotos.
* Tepoztécatl (también Tezcatzontécatl): dios del pulque y los conejos.
* Teteoinnan: madre de los dioses.
* Tezcatlipoca (también Omácatl, Titlacauan): El Espejo Humeante, omnipotente dios de los gobernantes, hechiceros y guerreros; de la noche, la muerte, la discordia, el conflicto, la tentación y el cambio; daba y quitaba las riquezas y era el protector de los esclavos. Siniestro rival de Quetzalcóatl en muchos mitos. Puede aparecer como un jaguar, además de sus otros muchos Tonales.
* Tlahuizcalpantecuhtli: dios destructor de la estrella del alba (Venus), el amanecer y el este. Es uno de los que sostienen los cielos.
* Titlacauan.
* Tlalchitonatiuh representa al sol bajo.
* Tlacotzontli es la protectora de los caminos. Para hacerla favorable, los viajeros acudían ante ella sangrándose con ramas de espino.
* Tlacúltetl es la diosa de la belleza y del amor sensual.
* Tlahuixcalpantecuhtli.
* Tláloc (también Nuhualpilli): El que Hace Brotar a las Cosas, Licor de la Tierra, grande y antiguo proveedor y dios de la lluvia, la fertilidad y el rayo. Uno de los cuatro hijos de la pareja primigenia (Ometecuhtli y Omecihuatl). Dios creador y uno de los cuatro soles. Fue uno de los dioses más viejos de toda Mesoamérica y tenía un templo gemelo junto al de Huitzilipochtli en Tenochtitlan.
* Tlaltecuhtli Señor o señora de la tierra: Dios(a) de la tierra, asociada con los partos difíciles. Según algunas tradiciones, para crear la tierra Quetzalcóatl y Tezcatlipoca lo(a) bajaron del cielo y lo dividieron, separando la tierra del cielo. De sus cabellos se hicieron los árboles, flores y yerbas, de sus ojos pozos, fuentes y cuevas, de su boca ríos y cavernas, y de su nariz valles y montañas.
* Tlatlauhqui
* Tlazoltéotl (también Tlaelquani, Tlazolteotli) Devoradora de la Mugre: diosa de la purificación de la mugre, la enfermedad o el exceso. A ella se acogían los moribundos para confesar sus pecados ante su teopixque (Sacerdote), también era considerada patrona del tejido, de los amores y placeres impuros. Protectora y patrona de los amantes.
* Tletonatiuh: Era uno de los cuatro soles aztecas. Es el “sol de fuego”, bajo cuyo influjo los humanos fueron exterminados por el fuego caído del cielo y transformados en diversos animales como perros, aves, etc.
* Tloquenahuaque
* Toci Abuela de los Dioses, sincretizada por Santa Ana
* Tonacacíhuatl
* Tonacatecuhtli
* Tonantzin
* Tonatiuh El Luminoso o El que Calienta: Dios Sol y guerrero de los cielos que disparaba sus dardos luminosos a los cuatro puntos cardinales al amanecer, asociado con las águilas y con los mayas. Identificado con Huitzilopochtli. Se le representaba con el glifo del movimiento (ollin). También era el regente del paraíso al que iban los guerreros muertos en batalla, los sacrificados en su honor y las mujeres que morían en el primer parto.
* Tzítzmitl: anciana diosa abuela.
* Xilonen: ver Chicomecoatl.
* Xipe Tótec Nuestro Señor Desollado: dios de la primavera, la germinación de las semillas y la renovación de la vegetación; además de la fertilidad. Era considerado el patrono de los orfebres. Se le identificaba a veces con Mixcóatl; sobre todo como destinatario de los sacrificios gladiatorios y por flechamiento.
* Xiuhcóatl Serpiente de Fuego o Serpiente Turquesa: personificación de los rayos del sol y emblema de Xiuhtecuhtli. Es el arma que carga hiutzilopochtli en la mano derecha.
* Xiuhtecuhtli Señor del Año o Señor de la Turquesa (véase también Huehuetéotl).
* Xochipilli Príncipe Flor: Joven dios de las fiestas, la pintura, la danza, los juegos, el canto, el amor y la escritura. Castigaba con enfermedades secretas a quienes no le guardaban ayuno. Identificado con Macuilxóchitl y relacionado conCentéotl.
* Xochiquetzal Flor de la Rica Pluma o Flor Preciosa: Diosa de la sexualidad femenina, las prostitutas, las flores, el placer, la artesanía, el tejido, la danza, el canto y las madres jóvenes.
* Xochitónal
* Xócotl: Dios estrella asociado con el fuego.
* Xólotl Gemelo: Representado como un perro de color oscuro, gemelo del dios Quetzalcóatl. Era considerado la estrella vespertina (Venus), al contrario de su gemelo, la estrella matutina. Representaba los aspectos oscuros de la dualidad de los gemelos.
* Yacatecuhtli Señor de la Vanguardia: Dios de los mercaderes y los viajeros.
* Yayauhqui
* Yohualtecuhtli era la diosa azteca de la noche, y protegía el sueño de los niños.

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Dioses-serpiente
Coatlicue “Madre de los dioses”
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Coatlicue “Madre de los dioses”

* Chicomecóatl
* Cihuacóatl
* Coatlicue
* Mixcóatl
* Quetzalcóatl
* Xiuhcóatl

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Grupos de dioses

* Aihuateteo (también Macuiltonaleque): los cinco dioses de los excesos
* Centzon Huitznahua: Dioses aztecas de las estrellas del Sur. Son los hermanos rebeldes de Huitzilopochtli e hijos de Coatlicue.
* Centzon Totochtin (cuatrocientos conejos): dioses del pulque, “inmorales” y ebrios
* Cihuateteo (o Civatateo): almas de las mujeres muertas al dar a luz que guían al sol poniente en los cielos del Oeste. También demonios de la noche que roban niños, causan ataques, insania y trasgresiones sexuales. También acompañan a los guerreros al cielo.
* Tzitzimime: Demonios estrella de la oscuridad, que atacan al Sol durante los eclipses y amenazan la Tierra.
* Xmulzencab: dioses abeja.

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Criaturas sobrenaturales

* Ahuízotl: Era una criatura con forma de perro, manos de mono y con una larga cola que terminaba en una mano y con la que ahogaba a los incautos. Estaba al servicio de los dioses del agua, por lo que la víctima solo podía ser tocada por los sacerdotes luego de haber sido sacda del agua. Era símbolo de mala suerte y desgracia. En ocasiones el ahuizotl lloraba como un niño atrayendo a quien se atreviese a ver de dónde procedía el sonido.
* Cipactli: el caimán en los cimientos de la Tierra, fue muerto por la lanza de Tezcatlipoca, aunque le arrancó a éste el pie izquierdo.
* Nahual: un espíritu tutelar animal o vegetal.
* Náhual: un hechicero o una bruja con la habilidad de cambiar de forma.
* Telcalipoca: el gran oso.
* Tlaltecuhtli: una diosa-sapo.

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Héroes y reyes legendarios

* Popocatépetl: guerrero legendario que murió en batalla y fue cambiado en montaña junto a su amante, Iztaccíhuatl.
* Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl: rey sacerdote legendario de la mítica ciudad de Tollan.
* Iztaccíhuatl Amante de Popocatépetl. Al morir de pena por engaño de su padre (Quien le dijo que Popocatépetl había muerto en batalla), su cuerpo formó el Iztaccíhuatl (Mujer Blanca), el volcán que custodia la cuenca del Anáhuac.

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Leyendas

* Creación del hombre y el maíz, véase Quetzalcóatl]]
* Creación del magüey, véase Mayáhuel

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Lugares

* Aztlan, el lugar de la blancura: Hogar original de los mexicas antes de su migración y establecimiento en Tenochtitlan.
* Mictlan: el inframundo.
* Tlalocan: el primer paraíso, regido por Tláloc, donde las almas de los muertos aguardaban la reencarnación.
* Tlillan-Tlapallan: el reino medio de los cielos, o paraíso medio, reservado a quienes entendieran la sabiduría de Quetzalcóatl.
* Tonatiuhichan: el paraíso más alto.
* Tomoanchan: Paraíso mítico sobre el que rige Itzapapálotl. Según el mito de la creación azteca, fue allí donde los dioses crearon la actual raza humana.

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