LA MUERTE EN EL MEXICO PREHISPANICO, respaldo del foro de Zarina

DEMETRIO RODRIGUEZ QUIROZ Enviando en: viernes, 18 de abril, 2003 – 11:23 am

EL CULTO A LA MUERTE EN MÉXICO:
Motivo de temor o tristeza, de burla, de honor y respeto, pero sobre todo, desde hace cientos de años, la muerte es motivo de culto y alabanza. Desde la época prehispánica, nuestros antepasados veneraban a estos personajes con el objetivo primordial de solicitar a los dioses su protección.
Los antiguos mexicanos tuvieron la extraordinaria creencia de que la vida era un paso para la muerte y de nuevo, el regreso a la vida. El códice Chimalpopoca relata que los primeros hombres fueron creados con los huesos de los difuntos, claro ejemplo de esta concepción que tuvieron los prehispánicos para quienes la vida y la muerte estaban relacionadas.

Mictlantecuhtli,(dios de la muerte ), le entregó los huesos de los hombres y mujeres difuntos a Quetzalcoatl ( serpiente emplumada ),quien se dirigió a Tamoachán ( lugar de orígen ) para dárslos a Coatlícue ( diosa de la tierra ). Allí los molió en un metate ( piedra para moler maíz) y enseguida Quetzalcóatl y los demás dioses creadores, fecundaron la masa y crearon al hombre, con su propia sangre.

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DEMETRIO RODRIGUEZ QUIROZ Enviando en: viernes, 18 de abril, 2003 – 12:04 pm

En EL CODICE FLORENTINO y en la HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE LA NUEVA ESPAÑA, se relatan y describen las diferentes moradas en las que los muertos continuaban su existencia. Y, justamente, esta última creencia, es una de las grandes diferencias que distinguió a nuestro pueblo de muchas otras culturas, especialmente de las monoteístas, ya que para nuestros antepasados el lugar donde se estará el resto de la inmortalidad despues de muertos, tiene mucho que ver con la manera en que se vivió la vida, con las actitudes y con los sentimientos. En cambio, para los antiguos mexicanos lo que predeterminaba el lugar donde transcurriría su inmortalidad lo determinaban principalmente, las causas y la forma en que moría.

EL MICTLAN
Para los prehispánicos la cosmovisión vertical del mundo, estaba conformado por varios paraisos y varios infiernos que no tenían un significado moral. En su conjunto integraban un mundo superior y otro inferior donde los muertos moraban.
Uno de estos paraisos correspondía a Tláloc, y se llamaba Tlalocan y ahí eran recibidos los que morían ahogados o por otras causas que tuvieran relación con el elemento agua. Se pensaba que en este lugar había gran regocijo ya que existía una gran cantidad de vegetación y alimento.
Estos paraisos se dividían de acuerdo al paso del sol de oriente a occidente. El oriental era el lugar de los guerreros, de los caidos en batallas y de los que nutrían al sol (Tonatiuh ) con su sacrificio para prolongar su diaria existencia.
El occidental era el hogar de las mujeres que morían en el parto ( las Cihuateteos ), sacrificandose al procrear futuros guerreros.
El paraiso del sol era llamado Tonacalli. Y los militares, después de cuatro años de acompañar al sol en su recorrido diario, se convertían en colibríes de hermosos plumajes, siéndoles permitido bajar a la tierra para alimentarse del néctar de las flores.
Los n¡muertos que no era elegidos para habitar en el paraiso de Tonatiuh, hiban al MICTLAN ( lugar de los muertos ), o mundo inferior.
El Mictlán era reinado por Mictlantecuhtli y la reina Mictlancihuatl ( señora del lugar de los muertos ). En este mundo se establecian todos los que moraban por muertes naturales no relacionadas con otras moradas. ahí tenian que vencer varios retos y peligros para que pudieran continuar su existencia. Por ese motivo hiban provistos por amuletos y objetos para el viaje. Ese viaje duraba cuatro días ( número sagrado ).
El viajero iniciaba su camino a travéz de dos montañas enormes que chocaban entre ellas, amenazando con aplastarlo, luego se enfrentaba a una terrible lagartija , la Xaltichonal,que trataba de detener su paso , despues tenia que escapar de un cocodrilo,despues tenia que cruzar 8 desiertos y subir 8 colinas. asimismo tenia que soportar un viento helado que le arrojaba piedras y cuchillos de obsidiana, el Itzehecayán.
Luego de esta travesía llegaba al ancho rio Chiconauápan, que cruzaba montado en un perrito bermejo, el Techichi,este era un perrito Izcuintle que no tuviera ni una sola mancha en la piel, ya que el perro manchado era un perro que en otra existencia ya había encaminado otro dueño. cada alma debía tener su propio guía.
a veces en las ofrendas funerarias era incluido uno de estos perros para que acompañara al muerto a travéz del rio.
Finalmente el alam llegaba a su destino, y ofrecia obsequis al señor de los muertos y a su señora, quien lo llevaba a alguna de las 9 regiones en que se dividía el Mictlán.

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DEMETRIO RODRIGUEZ QUIROZ Enviando en: viernes, 18 de abril, 2003 – 12:14 pm

El Mictlán no era un lugar en tinieblas ni un lugar de castigos, simplemente era la morada de los muertos. Incluso para los prehispánicos, cuando el sol se ocultaba en el horizonte, “bajaba” al Mictlán, era cuando se levantaban de dormir los muertos.
Había otros mundos para los muertos. Uno muy importante, era donde moraban los que habían muerto durante la infancia…La morada se llamaba Tonacuahtitlán ( árbol de los mantenimientos ), donde se encontraba un árbol de nombre Chichihualcuahtli ( árbol de la mamazón ) del cual escurría leche que servía para que los niños se alimentaran.

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Zarina (Huésped no registrado) Enviando en: viernes, 18 de abril, 2003 – 03:05 pm

Demetrio:

Los mayas incluyeron tambien a una diosa del suicidio.

Xtabay, su origen se encuentra relacionado con la diosa prehispánica Ixtab que se aparecía cerca de los árboles frondosos para conducir a los suicidas al paraíso, lo que representa un enfrentamiento total con los valores religiosos cristianos dentro de los cuales el suicidio figura como el peor de los pecados.

Los antiguos mayas creían que los suicidas se iban directamente al paraíso. Tenían una diosa especial que era la patrona de los que se habían privado de la vida ahorcandose, Ixtab.

Tecaztlipoca el sacrificado

Tezcatlipoca (Tezcatl-Espejo Tlític-Negro Poca, popoca-que humea, Espejo negro que humea).

Uno de los más importantes dioses de los aztecas, venerado principalmente en Texcoco. Era considerado la misma providencia y representaba al cielo nocturno, en oposición a Huitzilopochtli que representaba al cielo diurno.
Se le representa de color negro con la cara cruzada por rayas horizontales negras y amarillas; es hermano y al mismo tiempo enemigo de Quetzalcoátl con el que lucha y con el que acaba por reconciliarse para sostener juntos el cielo, donde la Vía Láctea señala el camino por ellos recorrido. Es también un dios guerrero e inventor del fuego.
Porta un escudo, un adorno de plumas de garza y el átlatl o lanzadardos. Tiene el cabello cortado en dos diferentes alturas. Pero lo más característico de su representación es el espejo humeante, aludiendo a su nombre, colocado en la sien y en sustitución del pie derecho. Presidía los banquetes con el nombre calendárico de Ome Acatl.
Diccionario de México (Juan Palomar Miguel Edit. Trillas)

Tezcatlipoca.
Deidad mexica cuyo nombre significa el sacrificado.
“Era tenido por verdadero dios e invisible, el cual andaba en todo lugar, en el cielo, en la tierra y en el infierno y tenían que cuando andaba en la tierra, movía guerras, enemistades y discordias y por esto le llamaban Nécoc Yaotl” (Sahágun).
Entendía en el regimiento del mundo y daba y quitaba las riquezas. Era puro espíritu, o sea el viento de la noche, soplo que indica su presencia.
Era el cielo nocturno conectado con todos los dioses estelares y con todas las deidades que significan muerte, maldad y destrucción, por lo que era el patrón de los hechiceros y de los salteadores. Pero no envejece nunca, siempre es jóven, por lo que se le nombre Telpochtli.
Y como patrón de los guerreros en Yaótl, el enemigo. Identificado con Huitzilopochtli y unido con el en una dualidad.
Tezcatlipoca es el guerrero del norte de Mictlán, región de la muerte, mientras que Huitzilopochtli lo es del sur, región de la vida, de la exuberancia.
Como inventor del fuego Tezcatlipoca es llamado Xiuhtecuhtli, Señor del Fuego.
Es el sol mismo, pero el sol que ha muerto en el poniente, donde ha sido sacrificado, convirtiéndose en Yoaltecuthli, señor de la noche, indetificándose con Mictlantecuthli, señor de la muerte, porque la noche es la muerte del Sol del día.

Como gran hechicero aparece en todas partes, es el tigre que guarda el agua dentro de los montes con el nombre de Tepeyolotl, corazón de la montaña, es el coyote hechicero, Huehuecoyotl el coyote anciano.
Uno de sus nahuales es el guajolote, animal en que se transforman los hechiceros durante la noche y entonces se llama Huexólotl, el gran Xolotl, el hermano gemelo de Quetzalcoátl representado por la estrella de la tarde.
Como deidad del norte se identifica con Mixcóatl, la serpiente de las nubes que produce las trombas y que es el gran guerrero y dios de los cazadores.
El jeroglífico que da nombre a esta deidad está formado por un espejo redondo de obsidiana del que brota humo, por lo que se ha traducido como espejo (Tezcatl) negro (Tliltic) que humea (Popoca).
Pero es un jeroglífico ideográfico en que Tezcatl -espejo- debe interpretarse por Téchcatl, piedra del sacrificio y el humo es la ofrenda que se hace a los dioses del cielo. Por tal razón este ideograma debe traducirse “el ofrendado en el sacrificio” o simplemente “el sacrificado”. Por eso el pie que le falta está sustituido por el espejo, indicando que le fue sacrificado. Este pie le fue devorado por el monstruo de la tierra, según la mitología Nahua, pero la purépecha dice que luego de emborracharse los dioses del cielo lo empujaron hacia la tierra y asi quedó cojo.
Parece ser que la constelación que representa a esta deidad en el cielo, es la de la osa mayor, que en este caso debe ser un tigre, tiene una de las estrellas que representan su pie oculto por la tierra en el poniente.
En el códice Telleriano-Remensis y en el Vaticano-Ríos el pie arrancado esta sustituido por el espejo redondo, una serpiente y el jeroglífico de la guerra sagrada.
En la simbiosis religiosa originada por la conquista española el indígena mexicano tomo a Cristo por Tezcatlipoca, en cuanto que Cristo es un sacrificado. Así se ve en la cruz atrial de Taximaroa, hoy Cd. Hidalgo Michoacán, el indio que la labró puso el espejo redondo de obsidiana rodeado de la corona de espinas, allí debía aparecer el rostro de Jesucristo.
Enciclopedia de México.
Director José Rogelio Álvarez.
Tomo XIII
Cd. de México 1996.
ISBN 1-56409-016-7
EdeM

Tezcatlipoca.
Deidad nahua, se le reconocía incluso superior a Huitzilopochtli y a Quetzalcoátl. Durante mucho tiempo se pensó que el nombre de este dios significaba “espejo humeante” ya que el jeroglífico de la deidad esta formado por un espejo redondo de obsidiana del que brota humo. Sin embargo algunos autores sostienen que el jeroglífico es ideográfico y que en realidad su nombre significa “el ofrendado en sacrificio” o el “sacrificado”.
De acuerdo con el códice Zumárraga los dioses originales Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl que habitaban el décimo tercer cielo tuvieron cuatro hijos.
Tlatlauhqui Tezcatlipoca que nació rojo.
Yayauhqui Tezcatlipoca que nació negro.
Quetzalcoátl y
Omiteotl, también llamado Inaquizcóatl o Huitzilopochtli del que nació sólo el esqueleto.
El primer Tezcatlipoca, Tlatlauhqui fue adorado principalmente por los nahuas de Tlaxcala y Huejotzingo por lo que practicamente fue eliminado del panteón mexica. El segundo al que Bernardino de Sahágun llamó el Júpiter mexicano fue venerado principalmente por los pueblos del valle de México y se creía que “estaba en todo lugar, sabía todos los pensamientos y conocía todos los corazones”.
Según la mitología nahua Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl encomendaron a sus cuatro hijos la creaión del mundo, aunque solo Yayauhqui Tezcatlipoca y Quetzalcoátl fueron autores de la creación, después de eso ambas divinidades iniciaron una lucha en la que alternativamente cada uno de ellos vencía y era vencido, como representación de la pugna entre el día y la noche. Finalmente Yayauhqui Tezcatlipoca derrotó a Quetzalcoátl y lo expulsó de Tula. Yayauhqui Tezcatlipoca tenía diversos nombres, según la función que desempeñase en determinado momento: era llamado
Necocyautl-sembrador de discordias en ambas partes.
Moyocoyatzin-el que hace cuanto quiere o el aire
Teyocoyani-el creador
Techimaltini-el protector
Xiuhtecuhtli-señor del fuego
Mictlantecuthli-señor de la muerte
Yaótl-el enemigo, patrono de los guerrero en una simbiosis con Huitzilopochtli.
Telpochtli-el mancebo, puesto que al representar también el vigor no podía envejecer
Yoalehécatl-viento de la noche, patrono de la noche y de los hechiceros para quien se habían mandado poner bancas de piedra en todas las esquinas de la Triple Alianza.
Titlacahua-cuyos esclavos somos, la unica deidad ante la que se arrodillaban los mexica y según Francisco Javier Clavijero “el dios de la providencia, el alma del mundo, el creador del cielo y la tierra y el señor de todas las cosas”.
Tras la conquista y la consiguiente imposición del catolicismo, los indígenas sometidos identificaban a Tezcatlipoca en la figura de Jesucristo, pues este también había sido sacrificado.

Milenios de México: Diccionario enciclopédico de México.
Humberto Musacchio
Edit: Raya en el agua 1999
ISBN Obra completa 968-6565-34-5
ISBN Tomo II 968-6565-36-1

Pedro Miguel
Evocación de Tezcatlipoca

El enigmático Espejo Humeante
Destrucción del logos prehispánico

“Cuando somos un instrumento peligroso no parpadea la locura” Juan Bañuelos Espejo humeante

Dice la versión que recogió Angel Ma. Garibay: “Un día vino a Quetzalcóatl el mago Tezcatlipoca y envuelto en telas traía un espejo de doble faz… Después de saludarlo diciendo: ‘Señor, rey y sacerdote, vengo a mostrarte a Quetzalcóatl Uno Caña: tu cuerpo, tu propia carne’, respondió el rey: ‘¿Cuál es mi imagen? Muéstrala, déjame que yo la vea’. Dijo el mago: ‘Esta que ves es tu imagen… Mírala bien: cual ella del espejo sale, así has de salir tú en tu propia figura corporal’. Vio Quetzalcóatl el espejo y lleno de ira lo arrojó de sí. Dio gritos lleno de enojo: ‘¿Es posible que me vean, que me miren mis vasallos, que me vean sin alterarse, sin que se alejen de mí? Feo es mi cuerpo: ya estoy viejo, ya tengo de arrugas surcado el rostro, todo el cuerpo acancerado y mi figura es espantosa’.” Horrorizado y desolado, el hasta entonces recto gobernante de Tula emborrachose y copuló con Quetzalpétatl, su hermana. En la interpretación de Agustí Bartra dice el Humeante al soberano humillado por sus propios desmanes: “No seré tu fin ni seré tu principio, Quetzalcóatl. Silbo tu Tú. Habito en tu yo. Hagamos división de poderes: sé tú la Estrella de la Mañana y que yo sea la Estrella de la Tarde. Accede a mi sí e hinca la otra rodilla. Nada puedes contra el eternamente joven, la fuerza que domina a la conciencia, el sol de la noche. En mi espejo duerme y vela el tiempo. Lo sé todo.”

Otras definiciones del Espejo Humeante eran titlacahuan, “de quien somos esclavos”, telipchti, “joven”, y moyocoyotzin, “dios caprichoso”. Se lleva muy bien y muy mal con su hermano Quetzalcóatl: colabora con él para restaurar la Tierra, ambos se convierten en árboles gigantescos para ir a la morada de Tonacatecutli a colocar el Cielo en su lugar, se transforman en un nudo de serpientes para derrotar, juntos, al monstruoso Cipactli, quien en el combate devora un pie al Señor Espejo. Se relaciona con la ingesta de excrementos divinos -lo que lo vincula, a su vez, con Atlazoltéotl, la comedora de inmundicias- y con la secreción de “sustancias espumosas” amarillas o blancas.

Entre las deidades de la cultura náhuatl, Tezcatlipoca es -vaya descubrimiento- la más oscura. Pero no hablo de su nocturnidad y de sus humos, sino de la dificultad para entenderla. Con Tláloc uno la tiene fácil: agua, lluvia, versión masculina de la fertilidad; con Quetzalcóatl no está tan en chino: vientos, movimiento, totalidad del universo. Ante la terrible figura de Huitzilopochtli uno puede decir, temblando de susto, que representa eso que se percibe como la ojetez intrínseca del mundo: tu alimento está en los otros seres vivos y tu vida depende de su muerte (no me vengan ahora con historias de bondad vegetariana, porque la semana pasada un enjambre de hormigas borró de este mundo un hermoso naranjal que cultivé durante un año). Matas para sobrevivir y mueres para que otros vivan, ecuación a la que el cristianismo le rebanó piadosamente la primera mitad. Pero está más difícil con este dios con la pierna derecha rematada por un muñón de hueso y que es jaguar, Primer Sol, noche, fuerza principal de la cosmovisión mexica, expresión e instrumento del “Dios dual, Nuestro Padre, Nuestra Madre, y asimismo de todos los dioses” y, en una extrapolación riesgosa, equivalente mesoamericano del demiurgo platónico: “poietes kai pater, hacedor y padre del mundo”. Tezcatlipoca es representación de casi todo y, por consiguiente, no es casi nada: su identidad se disuelve en la inmensidad de sus atributos. Está bien: seré muy tonto y además los inventores de ésta y otras deidades mesoamericanas tenían un pensamiento muy complicado. Pero tal vez la comprensión enfrente un tercer obstáculo, que sería, más o menos, así:

Pasado mañana, día martes, llegan los extraterrestres y le meten fuego a las mil bibliotecas más grandes del mundo, borran con unos imanes potentísimos el contenido de los mayores 10 mil servidores del planeta, achicharran en una gran pira 10 mil millones de discos compactos de todas clases; luego, se pasan los próximos 100 años hurgando en oficinas, tiendas, templos y hogares para detectar y destruir cuanto registro encuentran -en bronce, tela, cartón, madera, celuloide, vinil, acetato, policarbonato, silicio- del conocimiento, la cultura, las creencias y el pasado de los terrícolas, los cuales, para colmo, mueren en el proceso en proporción de 19 de cada 20. Ahora tomemos lo que haya quedado de la civilización humana a comienzos del siglo XXII y tendremos una idea del estado en que quedaron las culturas mesoamericanas en los albores del XVII.

Desconocemos la cantidad de códices que había en las tierras mayas a la llegada de los conquistadores, pero deben haber sido al menos varios centenares. Sólo en el Auto de Fe de Maní (1562), Diego de Landa quemó “27 rollos de signos y jeroglíficos” y se sorprendía, el muy animal, de que sus propietarios mostraran “mucha aflicción” ante tal barbarie. Unas décadas antes, y 2 mil kilómetros al noroeste de Maní, Juan de Zumárraga convirtió en cenizas la biblioteca de Texcoco, que a decir de Servando Teresa de Mier, “se levantaba tan alta como una montaña”. Fuentes y autores de los entrecomillados, en navegaciones.com.mx.

Se ha puesto de moda pensar y decir que el medioevo no fue una época tan mala, e incluso que fue muy bonita. Lo cierto es que en esos tiempos la mayor parte de los europeos se dedicó al deporte de los clavados en las aguas de la ignorancia, el fanatismo y la superstición; mientras tanto, en Damasco, Bagdad, Toledo y Granada, los árabes (a ver si se enteran de esto, anunciadores del “choque de civilizaciones”, el “islamofascismo” y demás idioteces racistas) les cuidaban a su Aristóteles, a su Platón y a su Arquímedes: “En el Occidente cristiano la cultura de la Antigüedad clásica se conoció, en la mayoría de los casos, por traducciones realizadas a la lengua árabe, y sin esta salvedad, no se sabría de gran parte de ellas”. El logos prehispánico no tuvo esa suerte. Las culturas originarias del hemisferio occidental fueron aniquiladas, demolidas, reducidas a una pedacería inconexa. De todos los documentos pictográficos en papel amate y piel de venado que existían en Mesoamérica, sólo quedaron 22, entre ellos tres mayas y cuatro nahuas. Dicho sea de paso, esto no es uno más de esos reproches a destiempo a los españoles: no va contra ustedes, hermanos peninsulares, porque ustedes son tan culpables como nosotros -es decir, nada- por la idiotez criminal de algunos de nuestros ancestros comunes. Dejemos, eso sí, que el tontín de Ratzinger se dé el gusto de creer que la evangelización de América fue un acto de amor. En todo caso, después de tanto amor resulta muy difícil hacerse una idea de la cosmovisión de los antiguos mesoamericanos como un todo más o menos coherente, a la manera en que entendemos las mitologías griega, romana o egipcia. Por eso, el espejo de Tezcatlipoca ya no refleja casi nada.

En torno a la cosmogonía maya Por José Vila Selma

En torno a la cosmogonía maya
Por José Vila Selma

La cosmogonía mayence, como todas las amerindias, es el resultado de la búsqueda del dios entre los cuatro puntos cardinales dentro de cuyo espacio se dan los hechos naturales y actúan los elementos básicos que componen la realidad que al hombre conciernen, y cuya naturaleza humana no se hurta ni desprecia su condición natural.

Estas palabras, definitorias, dentro de lo que cabe ser Preciso en estas materias, no son de Redfield exactamente, sino que están deducidas de un texto del sabio citado, acaso uno de los más clarividentes, entre todos los que se han escrito sobre la mentalidad maya. y, desde luego, válido también para todos los grados en que se expresa la inmensa variedad de formas de cultura.

Porque el texto de Redfield no sólo nos ha permitido llegar a una aproximación de lo que sea una cosmogonía, haciendo hincapié y poniendo todo el énfasis en que siempre es el resultado de una busca humana afanosa Y delirante a veces, y siempre angustiosa, sino que nos permite afirmar, desde este ángulo paradigmático, la universalidad de ese esfuerzo humano, o, con otras palabras, que la búsqueda humana universal lleva a resultados homólogos y semejantes e iguales, incluso, en todos los ámbitos culturales en donde la mentalidad humana acepta el desafío de su encuadramiento dentro de una realidad creada.

Si Mircea Eliade ha demostrado hasta la saciedad la existencia universal del mito del eterno retorno, lo que nadie ha señalado, ni siquiera el mismo Redfield, es que ese mito es autóctono, sin adherencias ni influencias, de la mentalidad mayence; es un fruto análogo, pero no determinado por influencias extrañas. Este rasgo idiosincrásico de la autoctonía no debe ser perdido jamás de vista cuando se reflexiona en busca de la fisonomía real de lo amerindio.

Todos los años el dios Ka’k’och destruía el mundo, pero Hachäkyum no lo sabía, nos dice Chan K’in, un viejo lacandón en su testimonio grabado magnetofónicamente en 1974.

Fijémonos que el testimonio del eterno retorno está vigente en la mente del lacandón en 1974, pero que en ese mismo informante advertimos que no todos lo saben: es decir, se trata de una situación de transición: mientras los guardadores y conservadores de la tradición saben y creen en el mito universal, hay quienes comienzan a no saberlo, a no reconocerlo, y viven de espaldas a la tradición, bajo el imperio de la cotidianeidad que impera y domina sus mentalidades afanadas por aquello que no es permanente. Sólo el mito vive permanente; los otros cuidados que pueden colmar las ansiedades del lacandón actual son efímeros hasta su despersonalización.

Y dada esta situación crítica, se advierte hasta qué punto es necesario que las investigaciones reflexivas y profundas en lo posible sobre la tradición oral son hoy más necesarias que jamás lo fueron, porque de ellas se puede derivar no sólo la conservación del vigor del Mito y de la Fábula, sino, sobre todo, la capacidad convictiva para que esos mitos no pierdan su influencia dinámica sobre las etnias amerindias actuales.

Ciertamente, que seríamos bastante superficiales si no nos preguntáramos sobre la causa de que la cotidianeidad y sus afanes estén anulando la virtualidad actual y operativa del mito, y debemos tener en cuenta que, paralelamente, se está dando una dispersión del núcleo inicial y básico de la familia amerindia, con lo que vínculo paterno filial, que era el medio conductor de la tradición oral, y de todo el acervo de cultura elaborada se deshilacha. Al menos ésta es la opinión de Dumézil.

La familia amerindia no siempre, ni en todas partes, está sufriendo la misma descomposición de sus fuertes vínculos unitivos. Pero es cierto que cuando esa desmembración de la familia se da, siempre se debe a que la sumisión a los afanes de la cotidianeidad, el consumismo, que en el caso de los amerindios lleva —como es cultura chicana y la situación sociopolítica de las minorías insertas dentro del stablishment americano— a la despersonalización cierta, aparentemente otorga al individuo una dudosa capacidad de posesión, que hace agigantarse después de haber conocido las condiciones escasas de vida material de su etnia, la noción que de sí mismo tiene. Pero este gigantismo, a mi entender, no es sino la transposición, dentro de condicionantes propios de la idiosincrasia del homo economicus, del gigantismo del que nos habla la Fábula. Es necesario que, en aquellos tiempos, in hilo tempore, el gigante era el enemigo natural del hombre corriente y acaba siempre vencido por éste. ¿Por qué? El hombre corriente encuentra en el dharma, en la perfección, la plenitud de sí mismo, pero esta perfección es proporción entre las partes, mientras que el gigantismo es precisamente el símbolo significativo de todo lo contrario, de la desproporción y, por tanto, de la incapacidad para conseguir la perfección a la que los dioses le llaman, para la que lo santo le creare.

Esta contraposición entre gigantes y hombres normales es común y es universal en todas las culturas; es una de las fases de la creación del hombre en Popol Vuh; pero el sentido fabulado de esta contraposición no es otro que el de demostrar que no puede haber excepciones y no le es permitido al hombre, que ha de integrarse en una comunidad, singularidad alguna; y la mente prefilosófica inventa al gigante como el colmo de la singularidad posible humana; la presencia del gigantismo es un clamor por la unidad, por la igualdad, por la sumisión a una institución que se llama y se siente entre los amerindios como conciencia histórica y obediencia a un destino comunitario, por medio del cual, o el cual, consiste en el cumplimiento de una misión entre los cuatro puntos cardinales que enmarcan los horizontes geográficos y cosmogónicos de la mentalidad prefilosófica.

El sentido de unidad básico para el cumplimiento de misión comunitaria en el tiempo histórico, lo encontramos en las funciones atribuidas a las denominaciones de la divinidad, según el amerindio, el maya advierte que actúa sobre su conciencia:
Tzacol?Bitol Creador, formador
Alom Diosa madre
Qaholom Dios Padre
Hunahpú?Vuch Dios del alba, recordemos el texto pawni
Hunahpú?Utiú Diosa de la noche
Zaqui?Vima?Tziis Diosa abuela.
Nim-Ac Donsorte de la diosa abuela.
Tepeu Soberano, que tiene como misión conservar la tradición y propagarla de generación en generación.
Goumatz, Cuc Hombre civilizador, difusor y de cultura y ordenador de los valores comunitarios.
U Qux Cho Espíritu del agua.
U Qux Oaló Espíritu del mar.
Ah Raxá Lac Señor de la Tierra.
Ah Raxá Tzel Señor del cielo.
Ikpiyacoc, Ixrnucané conservadores de las cosas materiales e inspiradores de su conservación para el buen uso:

es evidente la similitud de esta gama descendente de funciones vivas y verificables de lo santo, como una familia.

Así, las funciones de la dignidad se convierten, dándoles nombre, en partes tangibles, cercanas a la conciencia del hombre a través de la palabra que las designa; la Palabra es el vínculo único entre el hombre y la divinidad.

Pero tan pronto como la noción de función entra a formar parte, a integrarse en la conciencia humana, el reconocimiento expreso de esta realidad hace que el hombre sepa como conducir su propio destino hasta y hacia su consumación: ha comenzado la Historia.

“Habiendo pronunciado… la palabra exacta y justa para la Tierra, ésta nace al instante», dice Rafael Girard, acaso uno de los más profundos comentadores del Popol Vuh, en la década de los cuarenta, cuando se iniciaron los estudios algo más que antropológicos y algo menos que de simple erudición. En esta escuela de hombres estudiosos de la realidad amerindia, se destaca la importancia la Palabra, sin la cual no sólo es imposible la expresión cualquier forma de cultura o de mentalidad o de actitud ante el universo, sino que también es imposible la comunión del hombre con la divinidad, porque no podría imaginarse adecuadamente la funcionalidad de estas relaciones, es decir, la forma como el atributo dinámico divino determina el ritmo de la vida cotidiana.

Todo el Popol Vuh, hasta que lo divino encuentra satisfactoria la creación del hombre, no es sino el intento de conseguir que esta criatura pueda expresarse mediante palabras, y si la divinidad no consigue esta perfección en lo humano, no es porque le falte a aquélla omnipotencia, sino por la resistencia de la materia informe de que esta compuesta la criatura humana hasta que recibe el aliento divino. El aire divino, la participación en la inmaterialidad de lo santo.

“La comunidad indígena constituye una unidad perfectamente homogénea, cultural y lingüísticamente, y se identifica por el uso del mismo vocablo con que dos miembros designan a Dios. Cualquier nombre o alteración de la pronunciación del nombre divino implica diferenciación dialectal, por tanto, separación política, porque la lengua —la Palabra, diría yo— es consustancial a la tribu y se extiende con ella”, escribió Ricard, ya mencionado.

En consecuencia, con lo afirmado por este sabio, no es el militarismo la causa de la identificación y del dominio de determinadas etnias sobre otras y de la sucesión de acontecimientos políticos que pueden constituir, y en realidad constituyen, la historia política de la amerindia, sino la expansión de una determinada concepción de la divinidad, de acuerdo con la semántica profunda e histórica y tradicional con que está formado su semantema y la radical significación de los fonemas que forman su semantema.

Este es u n aspecto no nuevo, pero sí inadvertido por los estudiosos de lo amerindio. Y aunque es verdad que hay que seguir profundizando en él, lo que ha sido imposible por la repugnancia instintiva que siente todo historiador con resabios positivistas a conceder importancia a la conciencia religiosa de los pueblos para conseguir su realización histórica, no es menos cierto que nuestro antimilitarismo, que deseamos sustituir por una fenomenología de la mentalidad religiosa, nos sitúa ante una doble vertiente de posibilidades:

1. La negación concluyente, de la impotencia de la historia positivista, y de su secuela la antropología para explicar algo humano en profundidad.

2. La nuclear condición religiosa de la mentalidad amerindia no sólo en los tiempos, en sus formas mentales y sus expresiones de cultura, ejercieron un dominio y unas determinadas influencias, sino también ahora, como vimos en el testimonio, supra, de Chan K’in.

Huamán Poma escribió:

Tenían una sombra y luz del conocimiento del Creador y Hacedor del Cielo, de la tierra y de todo lo que hay en ella. Su fe se manifestaba tan solo exclamando runa camac, pacha rurac (= Creador del Hombre, Hacedor del Mundo), es decir, tradicionalmente, que no repetición de modelos sino por pervivencia de modelos mentales, hoy se puede decir lo mismo.

La mentalidad cosmogónica amerindia, maya, nace de una permanente e inalterable actitud optativa del espíritu aborigen, cualquiera que sea su etnia o su ubicación geográfica.

Y siguen afirmando de generación en generación:

«Todo fue creado por nuestro Padre Dios y por su Palabra», leémos en el Libro del Consejo de Chilam Balam.

La mentalidad y la fabulación cosmogónica no puede ser, tras estas consideraciones que llevamos hechas, sino la explicación trascendente de lo cotidiano.

Los cuatro soles, los katunes maléficos, para los aztecas, para los mayas «marcan o indican una especie de evolución, no en el orden natural, sino en la sabiduría alcazada de lo divino… El progreso no se consuma gradualmente, sino por manifestaciones determinadas por la reflexión de las inteligencias divinas, al contemplar las obras realizadas», no solo por las divinidades y denominaciones de la participación de lo divino en lo cotidiano, sino también por los hombres como respuesta a esa participación de los dioses en los días humanos, escribió, y yo comento, Girard.

Meditación reflexiva sobre todo lo que sucede dentro de los límites de la cruz trazada por los cuatro puntos cardinales.

Parece mentira que nadie haya advertido que, precisamente, porque el signo de la cruz, con plenitud de semántica cosmogónica, está presente en amerindia, es por lo que podemos hablar de validez universal de su mentalidad prefilosófica.

En 1560, Garcilaso de la Vega, el Inca, llama la atención sobre el hecho de que la cruz existía en el área aymará desde tiempos inmemoriales; en el Museo etnográfico de Berlín, podemos admirar cruces de sanandres en unos pendientes, sellos para tatuajes, en estilo peruano antiguo, con una cruz ank ansata egipcia.

En algunas vestimentas, con harta frecuencia, con que se representa la figura histórica de Quetzacoatl. en sus vestidos están grabadas tanto la cruz de sanandres como la griega. En Palenque encontramos un relieve, quiché, en donde la cruz esta presente.

Sobre las vestimentas de Buda se puede advertir la presencia de la cruz svástica, wan, lo que significa que el indio no es lo que ostenta la primacía en el mundo, sino que el principio de todo es la divinidad y que toda la humanidad está contenida en lo Santo —de ahí sus brazos en ángulo recto, como queriendo contener el espacio en donde cupiere toda la humanidad, todos los hombres, y esos brazos en ángulo recto se pueden prolongar hasta el infinito— fue por eso signo de imperio en el racismo alemán; esa cruz con esos brazos rectangulares si gira, el cosmos gira, engendra torbellinos que unen la materia y el espíritu.

En el Ramayana encontramos un Profundo respeto hacia la forma svástica, en los templos prehistóricos de la India, Siam, China, Tibet; en sánscrito, svasti = salud, salvación. En las espaldas de los colosos de la Isla de Pascua, ese resto del continente lemuriano, están esculpiloponas de cruz, la ank. En Benarés y en Madera podemos encontrar pagodas cuya planta tiene el trazado la cruz latina. Y todo hace pensar que la cruz es un signo interior al mismo período diluvial. Pero hubo que esperar a San Pablo para que nos fuera revelado el misterio prefilosófico y arcaico de la cruz: atraer la divinidad todo a sí, a través del sufrimiento del karma divino.

Si las cosmogonías parten de la existencia de los cuatro puntos cardinales, los cuatro brazos del signo de la cruz son la única forma gráfica de simbolizar la irreversible dependencia de todo el universo para con la divinidad.

* Publicado en La mentalidad maya, textos literarios, edición de José Vila Selma, Editora Nacional, 1982.

Las cicatrices de la Luna

Las Cicatrices de la Luna

Se suele considerar la Luna como una fuerza de serenidad y armonía que regula los fenómenos naturales vinculados al mes lunar. El Sol se significa por su naturaleza ardiente y agresiva, cuyos ciclos característicos son diarios y anuales. Algunas cosmologías consideran que la situación no siempre fue ésta.
Un mito chino de los orígenes aclara el problema secular de las cicatrices de la luna y menciona una época en que era tan caliente como el sol y abrasaba la tierra y sus habitantes con sus terribles rayos. Con la intención de poner fin al sufrimiento de la humanidad, Qua -hombre de fuerza y tamaño considerables – subió a la cima de una alta montaña y arrojó un puñado de arena a la cara de la luna, arena que el calor fundió y adhirió. Dolorida y aterrorizada, la luna se refugió en un punto lejano de los cielos, desde el cual su calor ya no amenaza a la humanidad.

Link sobre la Cabeza mexicana de piedra de Coyolxauhqui, de principios del siglo XVI. Se trata de la representación más importante que los aztecas hicieron de la luna. En la nariz lleva un colgante con forma de luna y los adornos de las orejas simbolizan el calendario solar azteca. Las campanillas de las mejillas la relacionan con otro de sus nombres populares:
‘La dama de las campanas doradas’.

http://www.unam.mx/serv_hem/museos/san_ild…ses/cat215.html

Texto del libro ‘La Diosa – Shahrukh Husain’

Hierro de meteoritos (unica referencia de armas de metal)

I. EL HIERRO DE LOS METEORITOS

Mucho antes de aprender a utilizar los minerales ferrosos terrestres, los antiguos trabajaron el hierro de los meteoritos. Según Mircea Eliade , cuando Hernán Cortés preguntó a los jefes aztecas de dónde obtenían el hierro de sus cuchillos, éstos le mostraron el cielo. Lo mismo que los mayas en Yucatán y los incas en Perú, los aztecas utilizaron únicamente el hierro de los meteoritos, que tenía un valor superior al del oro.* [Nota 1]

Los meteoritos tenían una carga mítica que asombraba a los antiguos. No eran rocas comunes, venían del cielo. Con ayuda del fuego, también mítico, los herreros forjaban las rocas meteóricas y las convertían en estatuillas o armas. Esto no se puede hacer con las rocas comunes porque se romperían con el impacto de los martillos. De hecho, no todos los meteoritos son forjables. Aparte de los meteoritos férricos, que si lo son, en la Tierra han caído muchos de los llamados meteoritos térreos que son como las rocas comunes.

Los guerreros dotados de armas de origen meteórico sentían el poder de los cielos en las batallas. Probablemente de allí viene la conexión entre la siderurgia —la industria del hierro— y lo sideral, que se relaciona con las estrellas. No muy lejos del Valle de México, cayó en las cercanías de Toluca, hace 60 000 años aproximadamente, una lluvia meteórica. Miles de fragmentos, con pesos que oscilaban entre décimas y decenas de kilogramos, cayeron en unas colinas en los alrededores del poblado de Xiquipilco. Se cree que un meteorito de cerca de 60 toneladas se rompió en muchos fragmentos al chocar con la atmósfera. No se sabe cuándo se inició el uso del hierro de los meteoritos para la fabricación de cuchillos y hachas para los nativos mexicanos. Sin embargo, todavía en 1776 había dos herreros en Xiquipilco dedicados al trabajo del hierro de ese meteorito y lo conformaban para producir herrajes al gusto del cliente.

En 1984 los astrónomos Javier González y Eduardo Gastéllum fueron a Xiquipilco en busca de un trozo del meteorito. A pesar de que en el pueblo recibieron varias ofertas de venta de trozos del meteorito a un precio razonable, se pasaron el día en las colinas en una búsqueda que no los llevó a nada. Para encontrar ahora un trozo de ese meteorito se requiere mucha suerte. Ya en 1776 se decía que era necesario buscarlos al inicio de la temporada de lluvias, inmediatamente después de una lluvia fuerte. Lavados por la lluvia hacían un buen contraste con la tierra, cosa que no sucedía cuando estaban cubiertos de polvo con las piedras.

El trozo de meteorito que Javier y Eduardo compraron al regresar exhaustos al poblado de Xiquipilco también parecía una piedra. Sólo que se sentía más pesado que una piedra del mismo tamaño. En el laboratorio de metalurgia se pudo comprobar que efectivamente se trataba de un meteorito. El análisis químico, amablemente proporcionado por Aceros Solar, reveló la presencia de los siguientes elementos: hierro como base; níquel al 7.75%; algo de cobalto (0.5%) y otras impurezas.

La base de un análisis metalúrgico es la metalografía. La metalografía es una técnica que permite conocer la estructura microscópica de los metales. Consiste en cortar un trozo de metal (un centímetro cúbico es más que suficiente) y pulir a espejo una de sus caras. Esa cara se ataca químicamente con la solución en alcohol etílico de ácido nítrico conocida como nital.

La estructura microscópica del meteorito Toluca es como la de muchos metales producidos por el hombre y puede verse en la figura 1. Se parece a una barda de piedra. Las piedras de esa barda son los cristales que se conocen como los granos. Las uniones entre grano y grano, que parecen la mezcla con la que se unen las piedras en la barda, se llaman fronteras de grano. Son del mismo material que los granos, pero algo desordenado. Con ayuda de un detector de rayos X montado en un microscopio electrónico se pudo saber que no todos los granos son iguales. Unos tienen más níquel que otros.

Figura 1. Metalografía de un fragmento de meteorito de Xiquipilco. Tiene una estructura formada por granos de ferrita (a) que llegan a tener mas de 10 milímetros de largo por uno o dos de ancho. Entre los granos de ferrita (a), que son la mayoría, hay unos granos marcados con una g, de otra fase más rica en níquel que se llama austenita.

Un grupo de granos, mayoritario, contiene el 7% de níquel. El otro grupo de granos, intercalados entre los anteriores, contienen el 32% de níquel y se indican en la figura 1 con la letra g. No hay ningún grano fuera de las dos categorías anteriores.

La termodinámica establece que las aleaciones de dos elementos, binarias, pueden tener dos fases en equilibrio. En el caso del meteorito cada uno de los dos grupos de granos constituye una fase. En el estado sólido, una fase se caracteriza completamente diciendo cuál es su composición química y cuál es el arreglo cristalino de los elementos.

El grupo de granos mayoritario, que contiene el 7% de níquel, tiene un arreglo cristalino cúbico centrado en el cuerpo. Esto quiere decir que los átomos en cada grano se acomodan en una malla de cubos como se muestra en la figura 2. Los átomos de hierro se colocan en las esquinas y en el centro de los cubos. Los átomos de níquel se colocan sustituyendo al hierro de manera que aproximadamente 7 de cada 100 sitios están ocupados por níquel y el resto por hierro.

El grupo de granos con 32% de níquel tiene una red cristalina distinta a la red cúbica centrada en el cuerpo, propia de las aleaciones ricas en hierro y del hierro puro a temperatura ambiente. Este grupo de granos adopta la red cristalina que es propia de las aleaciones ricas en níquel y del níquel puro; o del hierro a altas temperaturas. Es la red cúbica centrada en las caras que se describe en la figura 2. Los átomos, de níquel o de hierro, se acomodan en las esquinas de los cubos y en los centros de sus caras. Aproximadamente 31 de cada 100 sitios se ocupan con níquel y el resto con hierro.

Toda la información acera de las diferentes fases que pueden tener las aleaciones de hierro con níquel en un intervalo amplio de temperaturas que incluye los estados sólido y líquido se resume en el diagrama de fases que se presenta en la figura 2. En la escala horizontal inferior usualmente se indica el porcentaje en peso del níquel. En el extremo a la izquierda la aleación se reduce a hierro puro. Hacia la derecha se incrementa el níquel hasta que al extremo derecho hay puro níquel. En la escala vertical se indica la temperatura. Las curvas en el diagrama delimitan los campos donde pueden existir las fases. La fase líquida está limitada por una curva que en el extremo izquierdo parte de 1 538°C, que corresponde a la temperatura de fusión del hierro puro, y en el extremo derecho toca en la temperatura de fusión del níquel que es 1455°C. Es notorio cómo un poco de níquel aleado al hierro baja su punto de fusión, y lo mismo ocurre cuando un poco de hierro se agrega al níquel.

Figura 2. Diagrama de faces en equilibrio de la aleación hierro-níquel. En el estado sólido las redes cristalinas de las aleaciones hierro-níquel pueden ser de dos tipos: cúbica centrada en el cuerpo, marcada con una a, y cúbica centrada en las caras (g). En el caso del hierro y el níquel conviene aclarar que la formación de estas faces de equilibrio que vienen del estado líquido requieren de velocidades de enfriamiento muy lentas. De otra manera se formarían con mucha facilidad otras faces del equilibrio.

En el estado sólido hay tres campos donde existe una sola fase. Típicamente estas fases se designan con letras griegas. La zona marcada con una a incluye las aleaciones que contienen entre 0 y 7% de níquel en el intervalo de temperatura entre 0 y 900 grados aproximadamente. En esta región las aleaciones tienen una red cristalina cúbica centrada en el cuerpo conocida como a. La zona central del diagrama se encuentra cubierta por la fase g; las aleaciones en este campo de composiciones y temperaturas tienen una red cristalina cúbica centrada en las caras.

La fase d en el extremo superior izquierdo es también cúbica centrada en el cuerpo, pero se distingue de la fase a porque el cubo es un poco más grande. El resto del espacio en el diagrama está cubierto por mezclas de dos fases. El espacio entre la fase líquida y la fase g corresponde a aleaciones donde coexisten la fase líquida y granos en la fase g. El espacio entre la fase a y g corresponde a aleaciones donde coexisten una mezcla de granos de a y de g, como es el caso del meteorito de Xiquipilco.

La composición química de los granos de a y de g se establece en el diagrama de fases y depende de la temperatura. A una temperatura dada se marca una línea horizontal. La abscisa donde la horizontal cruza la curva que limita al campo de la fase a marca el porcentaje de níquel de esta fase. El porcentaje de níquel en la fase g se obtiene también en el cruce de la horizontal con la curva que limita este campo. Por ejemplo, a 700—C existen granos de fase a con 4% de níquel y g con 10% del mismo elemento. Como en el meteorito de Xiquipilco existen granos a con 7% de níquel y granos g con 32% puede decirse que corresponden a una temperatura de equilibrio de aproximadamente 500°C. Esto quiere decir que durante mucho tiempo el meteorito se mantuvo a 500°C. ¿En dónde? No pudo ser en la Tierra, porque sobre su superficie la temperatura ha sido inferior a 500°C durante la estancia terrestre del meteorito, que se estima en 60 000 años. No pudo ser durante la entrada a la atmósfera de la Tierra porque la caída ocurre en algunos segundos y no hay tiempo suficiente para producir una transformación sensible en el interior del meteorito. Tampoco pudo ser durante su viaje en el espacio exterior porque la temperatura interplanetaria es muy baja, algo así como -270°C , muy cerca del cero absoluto.

La clave podría estar en los granos. Usualmente el tamaño de los granos en las aleaciones es de unas cuantas micras (milésimas de milímetro). En cambio, los granos de este meteorito, como puede estimarse en la figura 1, llegan a medir varios milímetros.

Con un enfoque experimental se pueden conseguir hierro y níquel puros; fundir el hierro en el crisol; agregar el 7.75% de níquel; agitar el líquido para que se convierta en una mezcla homogénea; enfriar muy lentamente y depositar la aleación líquida en un molde que se mantenga en un horno a 500°C durante algún tiempo, una semana por ejemplo. El enfriamiento desde el estado líquido hasta los 500°C debe ser muy lento para evitar la formación de fases fuera de equilibrio. Por eso a Goldstein le tomó mucho tiempo elaborar el diagrama de fases de la figura 2, que terminó en 1965.

Con el procedimiento anterior efectivamente se obtiene una aleación con una composición igual a la del meteorito (en un primer análisis se puede suponer que el cobalto no cambiaría mucho las conclusiones). Los granos de las fases a y g tendrían también las mismas composiciones. Lo único diferente es que los granos, especialmente los de la fase g, serían mucho más chicos. En el meteorito los granos de la fase g llegan a rebasar un milímetro y los de a son de más de 2 milímetros de ancho y llegan a medir 10 milímetros de largo, ambos distinguibles a simple vista.

Se sabe que si la aleación de laboratorio se mete de nuevo al horno a 500°ºC, los granos efectivamente crecerán; pero aunque se dejen semanas o años nunca alcanzarán un tamaño comparable a los del meteorito. Un cálculo metalúrgico, que no vale la pena reproducir aquí, permite estimar que se requieren cientos de millones de años a 500°C para lograr los tamaños de grano que tiene el meteorito de Xiquipilco.

Se ha calculado que el Sistema Solar tiene una edad de siete mil millones de años aproximadamente. Entre Marte y Júpiter existe la zona de los asteroides. Se cree que muchos de los meteoritos que llegan a la Tierra vienen de esa zona. El origen de los asteroides se desconoce pero se supone que son restos de un planeta desintegrado.

El meteorito de Xiquipilco pudo haberse formado en el interior de ese planeta: Si ese planeta, como la Tierra, tenía un núcleo metálico líquido, es posible concebir que a cierta profundidad la temperatura fuera de 500°C. En la Tierra no habría que ir muy adentro. A 30 km de profundidad se alcanza esta temperatura. Así, el meteorito pudo haber sido parte de ese supuesto planeta durante cientos de millones de años. Posiblemente después se rompió en pedazos enfriándose rápidamente en el espacio interplanetario (de -270°C) y mucho tiempo después cayó sobre nuestro planeta.

Por supuesto que esta posible explicación no excluye a muchas otras, porque en este terreno el campo para la especulación es vastísimo.

http://omega.ilce.edu.mx:3000/sites/cienci…0/htm/sec_5.htm

Guerra de Brujos, Fragmento de T. Knab

Guerra de Brujas: Un viaje al mundo oculto de los aztecas contemporáneos, por Timothy J. Knab (1993)
Reseñado por Corey Donovan
traducción por José González Riquelme

Recomiendo este libro, del antropólogo Timothy Knab, a todo aquel que quiera hacerse una idea de cómo podría haber sido el trabajo de Castaneda si hubiera escrito verdaderos informes antropológicos sobre brujería y “ensueño”, tal como los practican los seguidores de las antiguas tradiciones mexicanas. También es una pintoresca y fascinante historia de venganzas, asesinatos y de la influencia de movimientos culturales que tuvieron lugar durante un periodo que se extiende por más de sesenta años.

Knab era, a principios de los setenta, profesor de antropología en la Universidad de México, que estaba haciendo un trabajo de campo en un pueblo pequeño de la Sierra de Puebla, cuando se encontró con brujas y brujos auténticos, que seguían las antiguas tradiciones de brujería y de ensueño que se remontan, al menos, hasta los aztecas.

Al contrario que Castaneda, el Profesor Knab habla con fluidez el nahuatl, y emplea los términos antiguos auténticos usados en varias prácticas o utilizados para nombrar a regiones del mundo del ensueño, Talocán y Tlalocán, que las brujas tienen que visitar para poder curar a sus pacientes, o para causar daño a sus oponentes o a otras brujas. También anota fielmente y traduce las conversaciones en nahuatl con sus dos principales informantes del pueblo, un anciano y una mujer, Inocente y Rubia, curanderos y practicantes de brujería durante más de 50 años. Contrariamente a los discursos filosóficos y metafísicos de don Juan (especialmente en sus últimos libros), estas conversaciones son lo que uno esperaría de alguien proveniente de este medio cultural.

Probablemente el aspecto más fascinante del libro, para los lectores de Castaneda, sean las detalladas descripciones de los viajes de ensueño, en las que es instruido el profesor Knab por sus dos informantes. Estas secciones del libro describen un reino que tiene una geografía y unos rasgos coherentes, y que al parecer han sido experimentados por generaciones de brujos descendientes de los aztecas.

Otro aspecto interesante para mí es la explicación de los conceptos aztecas de “tonal” y “nagual”, la cual es coherente con lo que he visto en todos los trabajos antropológicos de brujería y hechicería en México y América Central, y completamente contradictorio con el uso que da Castaneda a estos términos. Según Knab, los aztecas creían que el alma humana tiene tres aspectos: (1) el yollo, la fuerza interna de la vida, que da vida y movimiento al cuerpo, y que se equipara con el corazón; (2) el tonal, el aspecto que normalmente viaja en sueños, y que se equipara con la chispa de la vida, con el destino y con la suerte de la persona; y (3) el nagual, el animal espíritu o el alter ego animal de un individuo, con cuyo aspecto los brujos pueden viajar más fácilmente y “ver” en un determinado reino del ensueño de Talocán. Los informantes de Knab también usan regularmente el término “los que no son nuestros hermanos”, o ajmotocnihuan, para referirse a los seres supernaturales que encuentran en Talocán, a los cuales se les considera servidores del Señor de Talocán.

La instrucción y la interacción de Knab con sus informantes, descrita en los libros, tiene lugar durante un periodo de tres años, desde el otoño de 1974 al otoño de 1977, durante el cual llega a descubrir una oscura historia de brujería y de intriga que tuvo lugar en la región en los años veinte, cuando se produjeron docenas de muertes atribuidas a la hechicería. Estas muertes, que ocurrieron durante un periodo de diez años, se detuvieron finalmente cuando la gente del pueblo crucificó, literalmente, a una de estas supuestas brujas.

Loa mayas

http://html.rincondelvago.com/mayas_11.html

¿QUIENES ERAN LOS MAYAS?

Fueron una de las más brillantes y poderosas culturas conocidas de Mesoamérica; su civilización se extendió por un período de tres mil años. Dominaban un lenguaje escrito, eran hábiles arquitectos, arriesgados comerciantes y talentosos artistas. La civilización maya se extendió por el sur de Yucatán, parte de Guatemala y Honduras. entre los siglos III y XV. Los mayas no constituían un estado unificado, sino que se organizaban en varias ciudades-estado independientes entre si que controlaban un territorio más o menos amplio. Tampoco hablaban una única lengua. Los Mayas vivieron en una civilización que desarroyó una cultura que floreció en lo que hoy es Guatemal, Belize, partes de Mexico, Honduras y El Salvador. Mientras que los europeos vivían en una época de obscuridad. Los Mayas sobrevivieron seis veces más tiempo que el Imperio Romano, y construyeron más ciudades que los antiguos Egipcios.

¿COMO ERAN LOS MAYAS?

Los mayas eran pacíficos y vivían organizados por tribus en ciudades y pueblos que se confederaban sin un soberano común que ejerciera el poder. La tierra era propiedad común, distribuida por el cacique de la tribu. Adoraban divinidades astrales y siderales, a las que ofrecían sacrificios animales y humanos. El arte maya, cuya cronología aún se discute, ofrece en todas las regiones donde se encontraban: monumentales edificios de piedra, imponentes pirámides, templos y palacios recubiertos de elaborados relieves, pinturas murales, esculturas y ricas cerámicas.Vivieron en una sociedad agrícola y poseían un sistema religioso bien desarrollado que veneraba al cosmos. Las dinastías reales tuvieron gobernantes que promovieron la construcción de los magníficos templos y centros ceremoniales que aún hoy en día siguen en pie.

¿A QUE SE DEDICABAN LOS MAYAS?

Los mayas fueron básicamente agricultores, y su principal cultivo, el del maíz. La técnica empleada en la actualidad por los campesinos mayas, y que se supone debió de ser también la de sus antepasados precortesianos, es la llamada “de roza”, consistente en cortar y quemar el monte antes de sembrar. En los últimos anos se ha puesto en dudas la aplicación de tal técnica antes de la llegada de los españoles, por lo que implica en cuanto a extensión de los terrenos cultivables (la técnica “de roza” agota rápidamente los suelos y obliga al campesino a desplazarse cada dos o tres anos en busca de otras tierras), dispersión de la población (mas difícilmente controlable por un gobierno centralizado) y limitación del tiempo “libre” que el maya hubiera dedicado a las obras de construcción en los centros ceremoniales (pese a algunos autores, el campesino, con el sistema de roza, aun en la actualidad, en que cuenta con instrumentos de metal, hachas, machetes, azadones para apear los arboles, cortar la maleza y arrancar plantas y yerbas, debe dedicar todo su tiempo al cultivo).

También seguían siendo cazadores, hallando en selvas, montes, litorales y orillas de esteros gran
cantidad de animales: tapir, venado, jaguar, puma, pecari, mono, conejo, pizote, tepezcuintle, aguti,armadillo, quetzal, guacamaya, papagayo, loro, garza, tucán, pavo de monte, faisán, cojolito, perdiz,codorniz, paloma, pato, tortuga, manatí. Cazaban con lanzas, dardos arrojadizos, arcos y flechas en épocas tardías, cerbatanas, hondas y trampas. Utilizaban perros para ciertas cacerías, así como ardides de caza.

PORCENTAJES DE LA POBLACION MAYA ACTIVA

EL COMERCIO DE LOS MAYAS.

Debido a las marcadas diferencias que presentan las distintas regiones del área maya, los recursos naturales eran muy variados.Como dijimos, para las necesidades básicas de las poblaciones cada región sólo era parcialmente autosuficiente. No faltaban maíz y
frijol en ninguna ciudad, ni tampoco madera y palmas para construir las chozas, pero ciertos productos sólo se obtenían en determinados medios geográficos. De ahí el nacimiento de un intenso comercio interior dentro del área global y de un comercio
exterior con pueblos no mayas. Este se realizaba por vías terrestres (simples veredas o caminos de piedras), fluviales(aprovechando los grandes ríos en sus tramos navegables) y marítimas (alrededor de toda la península de Yucatán, desde Tabasco
hasta América Central). Se conocen algunos de los grandes mercados en los que negociaban los mercaderes mayas en el litoral de Tabasco, Campeche, Yucatán, Honduras: Potonchan, Xicalango, Chahuaca, Itzamkanac, Cachi, Conil,Nito, Nato; Zinacantan en las tierras altas de Chiapas; Xoconusco en la costa del Pacifico. Gran parte del comercio se efectuaba por trueque, sobre todo el comercio local, en que eran los productores mismos los que se encontraban para intercambiar productos. Pero se usaban algunos artículos como moneda: en primer lugar, las almendras de cacao; luego, las cuentas de jade, ciertas conchas marinas de color rojo, y, en época tardía, cascabeles y hacheas planas de cobre.

De Yucatán se exportaban principalmente sal, cera, mid, maíz, frijol, pescado (seco, salado y asado), algodón (mantas sobre todo),
henequén, copal, pedernal y plumas de aves acuáticas. Guatemala exportaba maderas preciosas, pides, plumas de quetzal, copal,
liquido ámbar, jade, turquesa, basalto, polvo volcánico y obsidiana. De las costas del golfo Atlántico y del océano pacifico salían
cacao y hule (caucho). De las tierras altas de Chiapas, pieles, anil, cobre, vainilla, plumas de quetzal, ámbar, almagre. De Honduras,
cacao y vasos de alabastro. El área maya importaba del centro de México, costa del Golfo, Oaxaca y América Central: objetos de
jade, cristal de roca, obsidiana, cobre y oro, cerámica y esclavos.

Mayas
ASI VIVIAN LOS MAYAS

Los mayas estaban divididos en clases
sociales muy bien definidas.

En lo más alto de esta jerarquía se
encontraba el gobernante, un
representante de dios en la tierra que
Mayas
gobernaba y que decidía cuándo
había que hacer la guerra o pactar la
paz; regía en el comercio y las alianzas
maritales. Este gobernante era
apoyado por la casta sacerdotal, la
nobleza y sus guerreros. Sólo el
gobernante o sus sucerdotes estaban
autorizados para realizar las
ceremonias religiosas en los templos.

Otro grupo en la estructura social eran los arquitectos,
quienes estaban por encima de los escultores, los
ceramistas y otros artesanos, los campesinos, sirvientes
y esclavos, que eran los de menor categoría. Los
soldados eran importantes en tiempos de conflicto, de
otra manera estaban más abajo que los arquitectos y
comerciantes en la escala social.

La mayoría de los mayas eran campesinos que sostenían
a una minoritaria clase dominante con sus cosechas de
maíz, frijol y otros vegetales. Hay evidencia de que
usaban el sistema de desmonte y quema para preparar
los campos de labranza, exactamente como lo hacen sus
descendientes hoy. También usaban la irrigación en
zonas áridas, levantaban diques y preparaban terrazas en
los terrrenos altos. La dieta de los mayas se
complementaba con la caza de animales salvajes, peces,
frutas, semillas y miel que se obtenían de la selva.

La economía dependía además del comercio, los mayas
eran comerciantes por excelencia que hacían trueque con
pescado, miel, conchas, obsdiana, jade, cerámica, sal,
cacao, plumas, pedernal y algodón. Sus rutas mercantiles
seguían el curso de ríos importantes en el área y las
costas del Golfo de México, el Caribe y el Pacífico. Su
imperio comercial se extendía desde América Central
hasta el centro de México y posiblemente más allá de
esas fronteras.

¿DONDE VIVÌAN LOS MAYAS?

Los mayas se encontraron en México, Honduras, Belice, Guatemala y El Salvador
vivieron en la selva tropical en diferentes ciudades:

Tikal Abaj Takalik
El Banuacutel Monte Alto
Tayasal Kaminal Juyú
Ceibal Ixlú
Zaculeu Mixco Viejo
Palenque Yaxhá
Caracol Naj Tunich
Aguateca Utatl&aacuten
Yaxchilnaacuten Piedras Negras
Quiriguá Uaxact&uacuten
Copnaacuten Naranjo
Zotz Iximché
Dos Pilas La Democracia
Nakum

Mayas

APORTACIONES IMPORTANTES.

Se cree que entre las centurias IV y III A. C. los sacerdotes mayas idearon un sistema de numeración vigesimal que se basó en la posición de las cifras y en el empleo del cero. Representaban las unidades hasta cuatro por medio de puntos, el cinco con barra y el cero por una especie de concha. Utilizaban las posiciones para representar cifras mayores de diecinueve. En su sistema, el valor de las posiciones aumenta de veinte en veinte, de abajo para arriba.

Los conocimientos astronómicos mayas, propios también de la clase sacerdotal, son dignos de admirarse. No ignoraban los movimientos de los cuerpos celestes y eran capaces de predecir los eclipses y el curso de Venus como estrella de la mañana o de la tarde. Esta sabiduría pasmaba al pueblo y le hacía pensar que sus jefes espirituales estaban íntimamente ligados a sus deidades: el Sol, la Luna, Venus, etc.Los mayas tenían dos tipos de calendario: el correspondiente al año
sagrado de 260 días o “tzolkín”, el único conocido por el vulgo y empleado para regular su vida ceremonial, y el año calendárico o “haab” de 365 días.

Los libros de las tradiciones mayas.Los únicos códices mayas que lograron escapar a la destrucción causada por los religiosos españoles fueron el de Dresde, el Tro-Cortesiano y el Pereciano. Estos manuscritos están dispuestos en
tiras largas que se doblaban a manera de biombo. El de Dresde es esencialmente un tratado de astronomía; el Tro-Cortesiano es, en su mayor parte, un libro de adivinanzas que, ayudaba a los sacerdotes a predecir la suerte y el Pereciano es fundamentalmente ritualista.Existen además varios manuscritos postcolombinos escritos por indígenas a quienes los frailes habían enseñado a registrar su lengua por medio del alfabeto castellano. En estos libros anotaron los
indígenas todos los restos que de su ciencia antigua lograron reunir. Entre los que conocemos, escritos en maya, están los “Libros del Chilam Balám”, de Mani, de Tizimín, de Chumayel y de otras ciudades. Hay otros, escritos en quiché y cakchiquel: el “Popol Vuh” o “Libro de los quichés”, que contiene información sobre cosmogonía, religión, mitología, etc., y los “Anales de los Cakchiqueles” que consignan la historia de ese grupo.

LOS MATEMATICOS MAYAS.

En cuanto a las operaciones que, con su numeración, efectuaron los mayas creemos que se redujeron a simples operaciones aritméticas: adición, resta y quizá multiplicación y división. Lo asombroso es que con tales elementales conocimientos se lanzaron a realizar—y con pleno éxito- cálculos astronómicos y calendaricos.

Los signos que más frecuentemente emplearon para formar sus numerales fueron el punto y la barra, como antes que ellos lo hicieron pobladores de la costa del Golfo Atlántico, de Montealban y de la costa del océano Pacifico en Guatemala. El punto representaba la unidad y la barra tenia el valor de cinco. Para el cero, en los códices pintados, usaron un signo en forma de pequeño caracol marmo; en los monumentos de piedra, el cero recuerda una flor de 4 pétalos o la cruz de Malta, aunque generalmente solo se representa la mitad del signo.

Para cantidades no mayores de 19, se sirvieron a veces de las llamadas “variantes de cabezas”, caras humanas o de animales humanizadas, en las que algún detalle media el valor numérico. En realidad, las caras son diferentes de 0 al 12, y las siguientes repiten los rasgos de las caras de 3 al 9, pero sustituyendo d mentón por una mandíbula descarnada que alude al 10, ya que este numero se representa con una calavera. En algunas inscripciones que debieron tener una importancia extraordinaria, el numeral consiste en el cuerpo de un hombre o de un animal (“glifo de cuerpo entero”), en el que algún signo permite la identificación del valor numérico. Con los tres signos del sistema de puntos y barras podían escribir cantidades de magnitud ilimitada, ya que siempre era factible añadir otro numeral con valor 20 veces superior al que tendría en la posición inmediata anterior. Los signos se disponían en forma vertical (con la unidad menor en la parte inferior) y en forma horizontal (con la unidad inferior a la derecha).

GRANDES ASTRONOMOS.

Es evidente que los mayas tuvieron un enorme interés por estudiar y registrar el curso de los astros. La armonía cósmica, la recurrencia inalterable de los cuerpos celestes en su transito por el infinito, debieron impresionarles grandemente llevándolos a considerar que todo en la naturaleza, en la vida del hombre, en la historia de los pueblos, seguían un ritmo
semejante, en que los hechos se repetían a plazos irleludibles. Su interés por la astronomía no era, por lo tanto, de carácter científico, sino que, gracias a ella, se sentían dueños de la clave del tiempo y se formaban una visión de la vida y de los acontecimientos histéricos valida para la eternidad.

Su instrumental era totalmente rudimentario: dos varas o hilos cruzados cuya intersección, vista desde un punto de observación, determinaba una visual; un palo vertical en el sudo para marcar el paso del sol por el cenit; elementos topográficos en el horizonte.

Mayas
Algunas construcciones se hicieron con fines astronómicos (el Caracol, observatorio de Chichen-ltza; la torre del Palacio de Palenque). En varios sitios del Peten de Guatemala, la disposición de ciertos edificios (Grupo E, en Uaxactum) sugiere la intención de establecer visuales hacia puntos de interés astronómico (puesta del sol en lo s solsticios y equinoccios) desde un punto definido. Los templos mismos, edificados en la cima de las pirámides, ofrecían ciertas posibilidades para las observaciones, ya que estaban situados por encima del resto de las construcciones, cerros y bosques.

Con recursos técnicos tan elementales, los astrónomos mayas, probablemente sacerdotes especializados, lograron estudiar y precisar las revoluciones cíclicas de ciertos astros, como el sol, la luna, el planeta Venus y se supone otros planetas y constelaciones de estrellas. Para alcanzar estos resultados debieron necesitar una continua observación, un registro
minucioso de sus cálculos y la transmisión de los datos de una generación a la siguente.

Fue así como pudieron precisar la duración de la revolución lunar -29 días y medio, mas una fracción de día-; la del sol -365 días, mas un poco menos de un cuarto de día-; la de Venus—584 días, menos una pequeña fracción—. Se ha calculado que, con su corrección calendarica, su estimación del ciclo solar era más exacta que la nuestra, según el calendario
gregoriano, en 1/10.000 de día. Es decir, en un día cada 10.000 años.

Precisaron también la recurrencia de los eclipses solares, estableciendo en el Códice de Dresde una tabla de predicción de eclipses que contiene 69 fechas susceptibles de coincidir con eclipses solares y cubren un lapso de 33 anos. Se interesaron también por numerosas estrellas, entre ellas la Polar, cuya inamovible posición en ciclo respecto de la tierra pudieron apreciar, utilizándola, como nosotros, como guía de los viajeros y comerciantes; las Pleyades, a las que pusieron el nombre de aab, es decir, “cascabeles”, por d parecido que les encontraron con los crótalos de la serpiente de cascabel; Gi us, que llamaron ac, o sea la tortuga; y seguramente muchas más.

La determinación de las fechas de solsticios y equinoccios con las observaciones astronómicas era básica para que los sacerdotes asumieran la dirección de las labores agrícolas de acuerdo con el cambio de estaciones.

En cuanto a la posibilidad de predecir eclipses o conjunciones de ciertos astros es fácil imaginar el poder que confería al sacerdocio para atemorizar a la población, anunciándole tragedias celestes, como medio de precisión para obtener de ella mas trabajo, tributos y ofrendas con que contentar a los dioses que provocaban tales acontecimientos.

PRINCIPALES DIOSES MAYAS.

Mayas
Mayas

De izquierda a derecha: Itzamna que es el DIOS del cielo y heroe cultural;

Chac DIOS de la lluvia; Yum Kax DIOS del maíz; Ah Puch DIOS de la muerte; y Kukulkan dios del viento

Mayas
Mayas

Igual de izquierda a derecha: DIOS de la guerra; el siguiente DIOS de los sacrificios; Yaman Ek, DIOS de la estrella polar; Ixchel es la DIOSA de la preñes y el tejido y por ultimo Ixtab que es la DIOSA del suicidio.

¿EN QUE CREIAN LOS MAYAS?

La religión jugaba un papel muy importante en la vida diaria y todas las actividades, ya fuera de mucha o poca importancia, estaban regidas por deidades. El sacerdote, que llegó a ser una figura muy poderosa durante el Periodo Clásico, guiaba la vida espiritual de la comunidad. Se representaban ritos específicos para llamar la atención de las deidades. Por ejemplo, las mujeres en cinta visitaban el templo de Ixchel, la diosa de los alumbramientos, para ser bendecidas antes de que naciera la criatura. De hecho, las futuras madres a menudo realizaban peregrinajes a la isla de Cozumel o Isla Mujeres en México, que se encontraba bajo la protección de esta diosa. Otros dioses regían sobre los vientos, el sol, el cielo, el maíz, la guerra y la muerte. Posiblemente la deidad más importante era el dios de la lluvia, Chac, adorado con vehemencia en toda la región.

En muchos sitios arqueológicos yucatecos las esculturas de Chac, representado con una nariz larga y curva, adornan las fachadas de los templos. La serpiente emplumada se convirtió en una deidad mayor en la península de Yucatán después de la llegada de los toltecas en el siglo X de nuestra era. Estos extranjeros guerreros provenientes del centro de México adoraban a este dios con el nombre de Quetzalcoatl. Los mayas le
cambiaron el nombre a Kukulkán y dedicaron un templo al nuevo dios en Chichén Itzá.

Las ceremonias rituales en honor de las deidades a veces se hacían a través de sacrificios humanos. Figuras humanas en una extraña pose reclinada sosteniendo un recipiente en su regazo pueden encontrarse en Chichén Itzá y otros sitios yucatecos. Supuestamente los
personajes esculpidos en piedra conocidos como Chaac Mool recibían el corazón latiendo de la víctima sacrificada. Los cenotes, profundos pozos naturales donde fluía el agua, característicos de la península de Yucatán, eran también centros de sacrificio. Los más
famosos cenotes usados para este fin se encuentran en Chichén Itzá. Junto con los hombres o mujeres sacrificados, se depositaban en el pozo ofrendas de jade, oro, cerámica y otros objetos para honrar a los dioses. Las creencias religiosas estaban íntimamente ligadas a
los ritos funerarios, los cuales, en el caso de los gobernantes, eran muy elaborados.

En 1952, el arqueólogo mexicano Alberto Ruíz Lihuilleur descubrió la tumba del Señor de Pakal dentro del Templo de las Inscripciones en Palenque. Su hallazgo reveló que los mayas usaban prácticas funerarias como las de los antiguos egipcios: enterraban a sus
gobernantes dentro de pirámides construyendo falsas cámaras y sepultando objetos funerarios y sirvientes para que acompañaran al difunto en la vida ultraterrena. La
cripta de piedra de Pakal estaba cubierta con jeroglíficos y rodeada de oro, cerámica y otras riquezas. La tapa cincelada del sarcófago pesa cinco toneladas y puede verse aún sobre la tumba, en lo profundo del corazón del Templo de las Inscripciones. Una fina máscara de jade cubre el rostro del caudillo y siete acompañantes fueron hallados junto a él. De acuerdo con los antropólogos, la máscara representaba los rasgos del personaje, los cuales se deterioraron con el tiempo. Se creía que con la máscara serían reconocidos por los señores del inframundo después de su muerte. El tamaño del tesoro enterrado y el número de acompañantes que se sepultaban junto al gobernante demostraban su importancia en vida de forma tal que los Señores lo tratarían en correspondencia en su vida futura. El árbol de la ceiba se consideraba sagrado por los mayas. Creían que era una especie de estación de paso entre los trece cielos y los inframundos.

AÑOS EN LOS QUE VIVIERON.

La hipótesis mayor aceptada es la del primer grupo maya que llego a las tierras altas de Guatemala alrededor de 2600 a. de C. y posteriormente se diversificó en varios grupos que paulatinamente ocuparon toda el area antes ya menciona.

La historia maya se divide en tres grandes periodos:

1- Preclásico de 1500 a. de C a 292 d. de C.

2- Clásico de 292 a 900 aproximadamente.

3- Postclásico de 900 a 1527.

LAS PIRAMIDES MAYAS.

-Escalinata de la pirámide del adivino. Uxmal.
-Chaacmol (dios de la lluvia). Chichén Itzá.

-El Observatorio (Caracol). Chichén Itzá
-Pirámide de Kukulcán. Chichén Itzá.

-Vista de la Plaza Mayor. Copán.

-Ruinas de Tulum.

-Templo de los 5 niveles. Edzná.
-Templo II. Tikal.
-Ruinas de Uxmal.

La organizacion del trabajo entre los mayas

La gente común y los esclavos se encargaban de la obtención o producción de todos los bienes materiales mediante el cultivo, la recolección, la caza, la pesca, la domesticación y una industria artesanal. La división de estas actividades según el sexo regia tradicionalmente. Algunas de ellas se llevaban a cabo en forma colectiva, tales como la tala y quema de monte,
la cacería mayor, la construcción de las casas, etc. Ciertos cultivos especializados (cacao, henequén, algodón, hule) estarían posiblemente a cargo de campesinos que les dedicaban todo su tiempo. Existirían también pescadores exclusivamente dedicados a su trabajo para surtir elcomercio interior. Los trabajos de artesanía, principalmente los mas especializados (lapidaria, plumería), implicarían asimismo operarios enteramente dedicados a su profesión. La dirección general de las labores agrícolas quedaba en manos del sacerdocio, detentor de los conocimientos calendaricos, que fijaba la fecha de la preparación del terreno y la siembra cuando sabia que la estación de lluvias se aproximaba.

RITUALES MAYAS

En los centros ceremoniales, los ritos religiosos se celebraban en las grandes plazas y explanadas, en los patios, frente a adoratorios y altares al pie de representaciones de los dioses, pero es probable que los templos fuesen reservados a ritos esotéricos en que sólo participarían los sacerdotes, lo que explicaría en parte el reducido espacio interior que ofrecen.

Los ritos religiosos se llevaban a cabo en ciertas fechas determinadas, principalmente al final de
cada periodo calendarico. Con frecuencia estaban precedidos por ayunos y abstinencias.
Comprendían oraciones, ofrendas de frutas, legumbres, comidas preparadas, animales vivos o
sacrificados durante la ceremonia. Eran usuales los autosacrificios, mediante los cuales uno
mismo se sacaba un poco de sangre de alguna parte del cuerpo: mejilla, oreja, labio, lengua sexo. En varios dinteles de Yaxchilan, una mujer pasa por una perforación en la lengua una
cuerda que de trecho en trecho lleva una gruesa espina. Landa refiere con horror el autosacrificio
colectivo de sacerdotes, quienes por un agujero que se hicieron en el pene pasan una misma
cuerda, quedando todos atados para realizar una danza ritual. El sacrificio humano también se
practicaba, por flechamiento, de capitación, inmersión o arriscamiento del corazón.
Quemar incienso, sobre todo copal obtenido de la resina de un árbol, era indispensable en las
ceremonias religiosas, las cuales solían estar acompañadas de música y danzas.

El cenotes

El Cenote es un pequeño estanque o depósito de agua alimentado por corrientes subterráneas y originado por el hundimiento de una caverna.
En el Cenote Sagrado los mayas arrojaban gran cantidad de objetos como ofrenda a sus dioses; también realizaban sacrificios humanos, arrojando a sus profundidades a mujeres, niños e incluso hombres adultos.

LOS CODICES MAYAS.

La civilización maya ha sido definida como una cultura literaria, aportando como prueba de ello los cerca de 4000 textos jeroglíficos que se conservan sobre piedra, cerámica, concha o hueso. Desgraciadamente los libros, tal y como los conocemos nosotros, han desaparecido en su casi totalidad. Estos libros o Códices se realizaban con cortezas de copo, una especie de higuera, que se impregnaban de goma y se colocaban en largas tiras plegadas en forma de biombo, que posteriormente se cubrían con una fina capa de cal blanca pulida sobre la que pintaban y escribían con plumas de aves o pinceles hechos de cabello humano o animal; los guardaban en cajas con tapas de madera labrada o piel de jaguar.

Se calcula que fueron miles el número de códices que existieron en el mundo maya. Actualmente sólo se conservan cuatro: el Códice de Dresde, el Códice Peresiano o de París, el Códice Trocortesiano o de Madrid y el Códice Grolier. Los pocos que todavía se encuentran en las excavaciones arqueológicas aparecen como una masa informe, pues las condiciones climáticas de la zona son muy poco favorables a la conservación del papel vegetal. Los mayores culpables de
que sólo hayan llegado hasta nosotros estos cuatro libros fueron los misioneros españoles, cuyo
celo evangelizador les hizo ver en ellos la obra del demonio. Inicialmente la destrucción cultural comenzó con el primer arzobispo de México don Juan de Zumárraga y, desgraciadamente, sirvióde ejemplo para la gran mayoría de misioneros.

¿AUN VIVEN MAYAS?

Si definitivamente aun viven Mayas. Actualmente, el número de pobladores mayas es entre cuatro y cinco millones , y están divididos en diferentes grupos étnicos que hablan cerca de 30 lenguas indígenas. Por ejemplo, entre los que hablan dialectos derivados de lengua maya están los lacandones, zoques, tzotziles y tzetzales que se asientan en Chiapas, los dos últimos habitan en las montañas que rodean San Cristóbal de las Casas; los chontales viven en Tabasco; los mayas yucatecos habitan en la Península; los quichés, kekchíes y cakchikeles en Guatemala y los chortíes en Honduras. Algunos mayas son bilingües, puesto que aprenden el español para comunicarse con los ladinos (los habitantes del área que no son de origen maya). Por ejemplo, las mujeres que venden artesanías en un centro turístico aprenden español para ofrecer sus productos en el mercado. Sin embargo, es posible visitar comunidades en donde el visitante no a escuchará palabra alguna de español. Aunque pueden hallarse en cualquier parte del Mundo Maya, la mayoría de la población indígena se concentra en tres áreas: la Península de Yucatán, Chiapas y los Altos de Guatemala.

Diccionario maya

ACAT
Es el dios de la vida, formador de los niños en el vientre de sus madres.

AH PUCH
Ver Hun-Camé.

AHAU CHAMAHEZ
Dios de la Medicina, junto con Cit Bolon Tum. Hacían triplete con Ixchel, patrona de los curanderos, de los
partos y nacimientos.

AHAU KINICH
Era la representación deificada del Sol para los mayas del Yucatán; posiblemente un aspecto del dios creador
Itzamná. En su tránsito nocturno por el mundo inferior se le representa como el Dios Jaguar, el felino
nocturno, por lo que a los cielos estrellados se les ha descrito como la piel moteada del jaguar.

AHAUAB DE XIBALBÁ (Los Señores de la Noche)
Con esta denominación se conocen a los Señores del Infierno, asistentes directos de los Señores Principales,
Hun-Camé y Vucub-Camé, los padres y soberanos del Inframundo. Los Señores Infernales más conocidos
son: Ahalcaná, “El que Hace la Aguadija” y Ahalpuh, “El que Labra las Materias”, cuyo oficio era hinchar a
los hombres, producirles materias purulentas en las piernas y causarles amarillez en sus rostros; Ahalmez, “El
que hace la Basura”, y Ahaltocob, “El que causa la Miseria”, que tenían por oficio punzar a los hombres para
que les sucediera el mal y murieran boca abajo, en la puerta de su casa o detrás de ella; Cuchumaquic, “La
Sangre Junta”, y Xiquiripat, “La Angarilla Voladora”, cuyo oficio era causar los derrames de sangre en los
hombres; Chamiabac también llamado “Vara de Hueso” y Chamiaholom la “Vara de Calavera”, eran los
Alguaciles del Infierno, su oficio era enflaquecer a los hombres hasta que se quedaran en los huesos y
murieran con la piel del vientre pegada a la columna vertebral; otros Señores eran Patán y Quicxic,
encargados golpear el corazón de los hombres causando la muerte repentina que se producía al echar sangre
por la boca.

AHMAKIQ
Dios de la agricultura, encierra al viento cuando amenaza con destruir las cosechas.

ALAGHOM-NAOM
Es la diosa de la tierra, la abundancia y la sabiduría. Creadora del conocimiento consciente y el pensamiento.

BACABS (Los 4 Bacabs)
Son los dioses del viento y pilares del Cielo, ya que sostenían el Cielo sobre sus espaldas en los cuatro
rincones del Universo; representan a las cuatro direcciones fundamentales del mundo o puntos cardinales.
Uno llevaba una caracola de mar en su espalda, otro una tela de araña, el tercero un caparazón de tortuga y el
cuarto una concha en espiral. Son también dioses de la apicultura.

BACKLUM-CHAAM
Es el príapo maya.

CAMAZOTZ
Dios-murciélago del Inframundo.

CENOTE
Término utilizado para designar un pequeño estanque o depósito de agua alimentado por corrientes
subterráneas y originado por el hundimiento de una caverna. En el Cenote Sagrado se arrojaban gran cantidad
de objetos, con lo que se convirtieron en cenagosos museos del arte prehispánico; también se realizaban
sacrificios humanos, arrojando a sus profundidades mujeres, niños e incluso hombres adultos.

CIT BOLON TUM
Es el otro dios de la Medicina, junto con Ahau Chamahez.

CHAC
Dios de la lluvia, uno de los dioses más importantes del panteón maya, representado con una nariz larga y
curva. Era el dispensador de la lluvia fecundadora, el protector del joven dios del maíz constantemente
amenazado de muerte por la divinidad de la sequía. Un animal asociado a él es la pequeña uo, ranita que se
presenta croando ruidosamente con los inicios de la estación de las lluvias.

CHAMIABAC y CHAMIAHOLOM
Son los Alguaciles del Infierno. Ver los Ahauab de Xibalbá.

CHILAM BALAM
La palabra Chilam se aplicaba a una clase de sacerdotes que eran oráculos, adivinos y profetas, mientras que
la palabra Balam traducida como Jaguar, indica algo misterioso y oculto. Los llamados “Libros de Chilam
Balam” son los libros sagrados de los sacerdotes mayas, que se suponen traducciones literales al alfabeto
latino de los originales en lengua jeroglífica maya.

CHIN
Dios del vicio.

EC AHUA
El llamado Jefe Negro, una de las divinidades de la guerra. También se le supone el señor de las plantaciones
de cacao.

EKCHUAN
Dios de la estrella polar, patrón de los viajeros y los comerciantes. Mantenía constantes relaciones con el
Mundo Inferior.

HUN-CAMÉ
Uno de los nombres del dios maléfico principal, dios de la Muerte y Gran Señor de los Infiernos; se le
representa como una calavera descarnada y su nombre es traducido como “Uno Tomador”. Junto con
Vucub-Camé eran los dos Señores Principales de Xibalbá, los grandes jueces del Infierno. Por su numerosa
representación en los códices se clasificó inicialmente como el Dios A, y se le conoce también por los
nombres de Ah Puch y Hun-Ahau. Se asocia con Cizibn (el “hedor”), que es la deidad que más se venera en
la actualidad a lo largo de toda el área maya desde Chiapas a Yucatán.

HUN-CIMIL
Ver Hun-Camé.

HUNAHPÚ
Junto con su hermano Ixbalanqué, son los Héroes Gemelos del Popol-Vuh, que entraron en el Inframundo y
derrotaron a los Señores del Infierno, saliendo convertidos en el Sol y la Luna.

HURACÁN
Dios de los huracanes (de donde nosotros hemos tomado la palabra para designar estos fenómenos
atmosféricos). Su nombre se traduce como “Corazón del Cielo”. Se presenta en forma de tres
manifestaciones distintas: Caculhá Huracán, el “Rayo de Una Pierna”, Chipí Caculhá, el “Más Pequeño de
los Rayos”, y Raxá Caculhá, el “Rayo muy Hermoso”.

ITZAMNÁ
Es el dios principal del panteón maya, el viejo dios del Cielo, dios creador y civilizador que había enseñado
las ciencias a los hombres, inventor del dibujo y de la escritura jeroglífica. A veces se le representaba
simplemente como una mano roja. Se supone que el dios maya del sol no era, tal vez, más que Itzamná bajo
otra forma.

IXBALANQUÉ
Junto con su hermano Hunahpú, son los Héroes Gemelos del Popol-Vuh, que entraron en el Inframundo y
derrotaron a los Señores del Infierno, saliendo convertidos en el Sol y la Luna.

IXCHEL
Diosa de la luna y del arcoiris, esposa de Itzamná y famosa por su infidelidad e inconstacia amorosa; en
ocasiones poco benévola para los humanos ya que era la dama de las inundaciones devastadoras. También era
la diosa de los alumbramientos; las futuras madres a menudo realizaban peregrinajes a la isla de Cozumel o Isla
Mujeres en México, que se encontraba bajo la protección de esta diosa.

IXCHELBELYAR
Diosa de artes como la pintura, los tejidos y bordados.

IXQUIC
Cuyo nombre se traduce como “Sangre”, era la hija de Cuchumaquic, uno de los Señores de Xibalbá, que
según la leyenda concibió a los héroes gemelos, Ixbalanqué y Hunahú, mediante la saliva de la cabeza de Hun
Hunahpú que cayó en la palma de su mano. Fue expulsada por su padre de Xibalbá y se escapó a Uleu, la
Tierra.

IXTAB
Diosa del suicidio, era la patrona de los que se suicidaban y en especial de los que se ahorcaban, a los que
ayudaba a alcanzar el paraíso sin extraviarse.

IXTUNTUN
Patrón protector de los grabadores de jade.

KAN U UAYEYAB
Dios Guardián de las ciudades.

KISIN
Es el espíritu maligno de los terremotos. Vive abajo la tierra en un purgatorio donde todas las almas están un
tiempo, excepto los soldados muertos en la batalla y las mujeres que murieron de parto.

KUKULKAN
Es un dios heredado de los toltecas, la llamada Serpiente Emplumada, sinónimo del dios azteca Quetzalcóatl.
Los mayas quichés le llamaban Gukumatz.

LENGUAJE DE ZULÚA, EL
Este término se refiere a la importancia mágica de la palabra que debía permanecer oculta para el pueblo en
general.
El “Lenguaje de Zulúa” denominaba a un conjunto de conocimientos esotéricos trasmitidos secretamente de
padres a hijos en la aristocracia maya. Entre los mayas del Yucatán existía una figura llamada Alachuinic,
Hombre Verdadero, encargado de someter cada 20 años a los hombres de alcurnia al llamado “Interrogatorio
de los Jefes”, para que los candidatos a tomar la dirección de una población demostraran sus conocimientos.

MITNAL
El MITNAL o Mictlan es un término en lengua maya utilizado para designar al Noveno Infierno. Para los
mayas el Mundo Inferior estaba constituido por nueve zonas, siendo la última la más aterradora de todas, el
llamado Mitnal.
Algunos mitólogos asocian el nombre de Mitnal al Dios de la Muerte y Dueño de los Infiernos.

NACON
Uno de los dioses de la Guerra.

OXLAHUNTIKÚ
Las trece divinidades del mundo superior, una por cada nivel del cielo maya.

POPOL-VUH
Literalmente, “El Libro de la Comunidad”, es el Libro Sagrado o Biblia de los mayas quichés. Era en origen un
antiguo códice maya y se divide en tres partes fundamentales: la creación y el origen del hombre, las aventuras
de los semidioses Hunaphú e Ixbalanqué, y la historia antigua de las tribus indígenas de Guatemala. Este libro
desapareció, y en el siglo XVIII, gracias al empeño del Padre Fray Francisco Ximénez, se consiguió que unos
indios dieran a conocer un libro escrito en lengua quiché poco después de la conquista española (¿1544?),
donde se recopilaban estas viejas tradiciones. En la actualidad se llama Popol Vuh a esta traducción (también
conocida como Manuscrito de Chichicastenango).

PIZLIMTEC
Dios del canto.

SATUNSAT
Es un curioso edificio hallado en las ruinas de Oxkintok, en el norte de la península del Yucatán, y que no
tiene igual en el mundo maya; formado por un laberinto de piedra con tres pisos conectados entre sí por
escaleras interiores, se supone que representa el camino de bajada al Inframundo. Se cree que la persona que
se internaba en él, experimentaba una especie de “muerte ritual”, entrando en comunicación con sus
antepasados y con los dioses, renaciendo finalmente con una nueva fuerza y con extraordinarios
conocimientos adquiridos durante el fantástico viaje. Este rito iniciático de descenso a los infiernos suponía
una catarsis para los gobernantes de la ciudad o los sacerdotes y, actualmente, para ciertos chamanes y
curanderos que buscan en su interior revelaciones sobrenaturales.

TEOTLACHCO
Era el Juego de Pelota de los mayas. El Juego de Pelota estuvo muy extendido en los pueblos de la América
antigua, aunque en principio fue panmesoamericano. Consistía en una sangrienta diversión, en ocasiones muy
violenta, donde se cruzaban habitualmente apuestas y era normal que terminara con la muerte de los
perdedores, aunque existieron otras variantes que incluían el sacrificio de los vencedores. No era solamente un
acto lúdico o una competición atlética, pues la cancha de juego era en realidad un diagrama cosmológico y la
pelota simbolizaba al sol, lanzada constantemente por el firmamento y que sólo se detenía en los extremos
correspondientes a los solsticios. Las zonas de juego estaban habitualmente cerca de los templos, eran
rectangulares y con superficies escalonadas, en cuyos muros se habían fijado dos discos de piedra
agujereados, uno frente al otro, a través de los cuales cada bando debía introducir la pelota. Se conoce muy
poco de sus reglas y su método de puntuación, aunque se sabe que la pelota, grande, sólida y pesada de
material elástico como el caucho, no se podía tocar con las manos o los pies, debiendo utilizar en su lugar el
pecho, el vientre o las caderas. Jugaban dos equipos opuestos que se protegían con un cinturón ancho y
pesado de madera y cuero, protectores en muslos y rodillas, guantes y, en algunas zonas, también cascos.

TUCUR
Son los también llamados Tecolotes o mensajeros de los Señores del Inframundo. Eran cuatro buhos o
lechuzas mágicas: Chavi-Tucur o “Flecha de Buho”, rápido como una flecha; Huracán-Tucur o “Piedra de
Buho”, que no tenía más que una pierna; Caquix-Tucur o “Guacamaya Buho”, con alas color rojo de fuego; y
Holom-Tucur o “Cabeza de Buho”, que era sólo cabeza y alas, sin cuerpo ni piernas.

TZOMPANTLI
Especie de podium en forma de T cerca de los campos de juego de pelota, y cuyo nombre significa “muro de
cráneos”; lugar donde se depositaban las cabezas de los perdedores en el Juego de Pelota.

VUCUB-CAME
Traducido como “Siete Tomadores” era junto con Hun-Camé, el otro Gran Señor de Xibalbá, que eran
servidos y asistidos por el resto de los Señores del Infierno.

XIBALBA
Para los mayas del Yucatán era el diablo, para los mayas-quichés era la región subterránea habitada por los
enemigos del hombre, era el Mundo Inferior o Infierno, y su nombre puede ser traducido como “Lugar del
Espanto”.
El territorio de Xibalbá estaba formado por nueve niveles llenos de murciélagos mortíferos y una fauna
asquerosa, como perros demoníacos devoradores del almas; cada nivel estaba regido por un Señor de la
Noche, siendo el nivel más profundo y tenebroso de todos el llamado Mitnal. En el descenso a Xibalbá se
cruzaban varios ríos, entre ellos uno de materia (antiguo nombre dado al pus) y otro de sangre, y luego se
llegaba a una encrucijada de cuatro caminos: uno negro, otro blanco, otro rojo y el último verde; siguiendo el
camino negro se llegaba a las Casas del Sufrimiento o Lugares de Tormento: la Casa de la Oscuridad, la Casa
del Frío, la Casa del Fuego, la Casa de las Navajas de Chay o Cuchillos de Pedernal, la Casa de los Tigres, la
Casa de los Murciélagos…
Los mayas consideraban a ciertas cuevas como conductos o pasajes que enlazaban directamente con el
Infierno, creencia que hoy en día forma parte de las leyendas de los descendientes de los mayas.

YAXCHÉ
Es un árbol inmenso (ceiba) que se encuentra cerca de cada uno de los Bacabs que erraizaban en el mundo
subterráneo, y sus ramas acogían las buenas almas, especialmente las de los suicidas.

YUM KAAX
Dios del Maíz, es quizá uno de los más importantes. Muchos piensan que no es dios del maíz sino el maíz
mismo, pues la agricultura y la economía maya se basaba en este cereal. Se le representa como un dios joven,
atacado constantemente por el dios de la sequía y defendido por el dios de las lluvias.

Matemáticas

En lugar de diez digitos como hacemos hoy día, el sistema matematico maya tiene 3 simbolos y la base de 20. (vigesimal).

Usaban un sistema se construye con rayas y puntos como “taquigrafía” para contar. Un punto representó uno y una barra representó cinco. Debido a que la base del sistema del número era 20, se apuntaron en potencia de 20 los números más grandes. Hacemos ese en nuestro sistema decimal demasiado: por ejemplo 32 está formado por 3*10 +2. En el Maya sistema, éste estaría 1*20 +12, porque usaban el 20 como base.
Se escribien los números de abajo hacia arriba.

Astronomía

Debido a las necesidades propias de un pueblo totalmente agrícola, se vieron obligados a observar los astros o cuerpos celestes que afectaban la siembra.

Se sabe que varias ciudades dispuecieron edificos que fungieron como verdadero observatorios y nos han legado calculos asombrosos por su exactitud, como por ejemplo el ciclo solar que lo establecieron en 365.2420 días. y el ciclo lunar en 29.53086 días.

El año gregoriano actal mide 365.25 días; y algunos otros calendarios estableces un sistema de 27 o 28 días para el ciclo lunar.

Hoy día los cientificos por medio de satelites, computadoras, calculo de preseción e intgración; e intersección optica laser, han calculado que el año solar es de 365.2422 días, y el ciclo lunar es de 29.54059 días lo que se traduce en que los mayas calcularon la preseción del año solar con 3900 % (tres mil nobvecientos porciento) más exactitud que las culturas europeas y la preseción lunar con 15833 % (quince mil ochocientos treinte y tres porciento) más exactitud que cualquier otra cultura del mundo.

Según el codigo Dresde, se sabe que calcularon el ciclo de Venus con ralación al de la Tierra en 583.935 días. (Hoy se esta estimando que es entre 583.920 y 583.940 días aproximadamente).

Su interés primodial, en contraste al de los astrónomos “occidentales”, estaba en el paso Zenital, es decir cuando el Sol atravieza la atitud Maya. En una base anual el sol viaja a su solsticio del verano hasta la latitud de 23 grados y 20 minutos norte.

La mayoría de las ciudades Mayas se localizan al sur de esta latitud, lo que significa que podrían observar el sol directamente sobre la cabeza durante el tiempo que el sol pasaba encima de su latitud. Éste pasó dos veces un año, aproximadamente con un espació de 34 días alrededor del día de solsticio. (Entre el 21 y 22 de junio)

Entre el 15 y 16 de Mayo.

Entre el 25 y 26 de Julio.

Los Mayas podría determinar fácilmente estas fechas, porque durante el medio día local, los objetos no proyectaban ninguna sombra. Las observaciones del Paso Zenitale son posibles sólo en los Trópicos y esto era totalmente desconocido para los conquistadores españoles quienes descendieron en la península de Yucatan en el siglo XVI.

Venus

Venus era el objeto astronómico de mayor gran interés. Se piensa que los Mayas le daban tanta o más importancia que al Sol. Lo observaban cuidadosamente cuando movió por su estaciones (toma 584 días para que Venus y la Tierra se alinen en su posición previa con respecto al Sol). Toma aproximadamente 2922 días para que la Tierra, Venus, el Sol, y las estrellas estar de alianadas otra vez.

Durante este períodos no se puede ver a Venus desde la Tierra. Este astro desaparece por períodos cortos que hacen un promedio de 8 días. Cuando sucede la primera elevación de conjunción inferior, esto es cuando estaba primero notorio en el cielo de la mañana, se llama subida del heliocoidal porque sube “con el sol”, esta era la posición más importante de Venus. Después de la subida de Venus aumenta grandemente su brilliantez entonces llega a su máxima elongación al oeste, y cambia rápidamente (en movimiento retrógrado) lejos del Sol. Después de que quedará visible por aproximadamente 260 días en el cielo de la mañana hasta que alcanza su conjunción superior. A estas alturas Venus está en el lado opuesto del Sol cuando lo vemos desde la Tierra. Llega a ser un astro “oscuro”, hasta que se zambulle inverso debajo del horizonte, (de ahi el simbolismo del “Dios que se zambulle”) sólo aparecer en el lado opuesto del sol tras de unos 50 días en promedio. Entonces sube como el astro de la tarde y queda en el cielo nocturno aproximadamente 260 días hasta que va por su máxima elongación oriental y toma su mayor brilliantez antes de llegar a la Conjunción Inferior de nuevo.

Los Mayas hicieron observaciones del día de Venus. Venus tenía un efecto psicológico en los Mayas y otras culturas Mesoamericanas, se ha mostrado que los Mayas cronometraron algunas de sus guerras basaron en los puntos estacionarios de Venus y Jupiter.

El pensamiento Maya evidentemente se enfocaba tambien en el Sol y lo observaron, rastreando el camino a lo largo de la ecliptica. Ellos lo siguian durante el año, partidarios presumiblemente de su camino a lo largo del horizonte como tal. En Chichen-Itza durante el ocaso del sol la serpiente de luz sube arriba por el lado de la escalera de la pirámide llamado “El Castillo” en el primer día de Primavera y equinoccio del Otoño.

Se entiende que los Maya no solo observaban las posiciones extremas del Sol en los Solsticios, sino también los equinoccios. Además del Paso Zenital mencionado antes, observaciones de ecliptices y más.

Los Mayas tenían un componente lunar en sus inscripciones calendaricas.

En el Arte Maya esta representada la Ecliptica como una Serpiente de Dos Cabezas. La ecliptica es el camino de el sol en el cielo, que esta marcado por las constelaciones de estrellas fijas. Aquí la luna y los planetas se pueden hallar porque se limitan, como la Tierra, a la orbe del sol.

A esto se le llama también el zodíaco y son las constelaciones visiles en la ecliptica.

La Vía Láctea se veneró mucho. Ellos la llamaron el Árbol del Mundo, que se representó por un alto y majestuoso árbol florece árbol, la Ceiba.

La Vía Láctea era también llamó el Wakah Chan. Wak significa “Seis”, “Ascender” o “Derecho”; Chan o K’an significa “Cuatro”, “Serpiente” o “Cielo.” Así podríamos interpretarlo como “La Regla del Cielo” o “La Serpiente Ascendente”.

El Árbol del Mundo estaba erecto cuando Sagitario era bien encima del horizonte. En este momento la Vía Láctea subió arriba del horizonte y subió sobre la cabeza en el Norte. La estrellas y nebulosas le dan forma al ojo humano de un “árbol de la vida”: la Vía Láctea de donde toda vida proviene. Sagitario es la constelación más cercano, al centro de nuestra galaxia, desde la perspectiva de la Tierra.

El fenomento en el que la constelación de Sagitario es más resplandeciente durante las primeras horas del atarceder es durante el 25 de Julio, día que los Europes conocen como la Fiesta del Camino de Santiago, pues es cuando la Via Lactea (el Camino de Santiago) es más notorio de oriente a occidente tras del atarceder en Francia, España y Protugal.

Un elemento mayor del Árbol del Mundo incluye al Mounstro Kawak (la Tormanta que arrasa todo) representado por una cabeza del gigante con un kin en su frente. Este monstruo estaba a la vez una montaña o monstruo un mounstro de la tierra. Un cuenco sacrificatorio en su cabeza contiene una hoja del pedernal representar sacrificio, y el glifo de Kimi(la muerte). A veces como se representa una barra el ecliptica que cruce el eje mayor del árbol mundo, creando una forma muy similar a la Cruz de cristianismo. Sobre el Árbol Mundo hallamos un pájaro que se ha llamado, la deidad Principal de las Aves, o Itzam Ye; este era un pajaro de fuego y luz inmortal, que renovaba su propia existencia y la del Árbol del Mundo al encenderse un fuego ceremonial. Hay evidencia también ése muestra la aparició del Dios Sol sobre Árbol del Mundo durante Invierno Solsticio.

Durante los meses de invierno, la Vía Láctea domina el cielo, y le se llamaba “los Huesos de la Serpiente Blanca”. Esta parte de la Vía Láctea pasa sobre el Zenit durante las noche la estación de sequía. No está tan brillante por las nubes que domina el cielo al Norte del ecuador como durante los meses de Verano, pero los observadores de localidades oscuras vea fácilmente la luz. Aquí la Ecliptica cruza la Vía Láctea de nuevo, cerca de la constelación de Gémenis que era la ubicación aproximada del Sol durante Solsticio del Verano. Está era posible que las mandíbulas de la Serpiente Blanca que era representó por la cabeza del mouentro Kawak

LAS FIESTAS Y SUS CALENDARIOS

Los 18 meses de los aztecas según Bernardino de Sahagún
Todas las culturas han desarrollado un sentido cíclico del tiempo basándose en la observación de los astros y las estaciones. Al conformar sus calendarios respectivos, encontramos retiradamente que los nombres y fechas de los meses alternan con los cultos dedicados a deidades asociadas a los astros, a las etapas claves para la actividad productiva agrícola, pesquera, cinegética o silvícola y a acontecimientos sociales e históricos que son inmortalizados.
De esta manera, se establece una relación integral entre la mitología, el conocimiento astronómico y la creación de cronologías y calendarios basados en cómputos matemáticos. Los mitosson la simbolización de las experiencias más trascendentales de cada grupo, y se muestran dinámicos y cambiantes al incorporar nuevos elementos; así, los calendarios se renuevan o permanecen de acuerdo con la ordenación que toma en cuenta. Este orden es fundamental para la realización de las fiestas.

La siguiente es una relación de los meses aztecas, sus deidades y su correspondencia con el calendario gregoriano según Fray Bernardino de Sahagún.

MES FECHA DIOS PATRONO
I Atalcahuallo
2 al 21 de febrero Tláloc – Chachihuitlicue

II Tlacaxipehualitzi
23 de febrero al 13 de marzo Xipe -Totec

III Tozoztontli
14 de marzo al 2 de abril Coatlicue – Tláloc

IV Hueytozoztli
3 al 2 de abril Centeotl- Chicomecoatl

V Toxcatl
23 de abril al 12 de mayo Tezcatlipoca – Huitzilopochtli

VI Etzalculiztli 13 al 31 de mayo Tlaloques
VII Tecuilhuitontli 2 al 21 de junio Huixtocihuatl
VIII Hueytecuilhutli
22 junio al 11 de julio Xilonen

IX Tlaxochimaco 12 al 31 de julio Huitzilopochtli
X Xocotlhuetzin
1 al 20 de agosto Xiuthecuhtli

XI Ochpanitztli

21 de agosto al 9 de septiembre Tlazotlteatl

XII Teotelco 10 al 29 de septiembre Tezcatlipoca
XIII Tepeilhuitl 30 de septiembre al 10 octubre Tláloc
XIV Quecholli
20 de octubre al 8 de noviembre Mixcóatl-Camaxtli

XV Panquetzalitzli
9 al 28 de noviembre Huitzilopochtli

XVI Atemotzli

29 noviembre al 18 de diciembre Tláloc

XVII Tititl
19 de diciembre al 12 de enero Llamatecuhtli

XVIII Izcalli
8 al 21 de enero Xiuhtecuhtli
Nemotemi 28 de enero al 1 de febrero 5 días.

Fuego nuevo informacion real

Se localiza en el sureste de la Ciudad de México. Su acceso es por la calzada Ermita-Iztapalapa; antes de llegar a la avenida Rojo Gómez se toma el camino que lleva al lugar conocido como El Calvario. El paso con vehículo está permitido sólo hasta el museo de sitio.

Las fuentes históricas señalan que los antiguos habitantes del altiplano central conocían este lugar con el nombre de el Huizachtecatl. El sitio fue muy importante debido a que en él se realizaba la ceremonia del Fuego Nuevo, la cual tenía un profundo significado para los pobladores del Altiplano y sus alrededores.

La zona se encontraba en el extremo sureste del gran lago de Texcoco. Los estudios arqueológicos revelan que estuvo habitada desde el Preclásico Medio (1000 a.C.) hasta la llegada de los españoles. Los primeros pobladores del sitio se asentaron en las laderas del Huizachtecatl, donde fundaron aldeas, practicaron una incipiente agricultura y tuvieron una organización social rudimentaria. Se cree que estos grupos realizaron los petroglifos que se localizan en el lugar conocido como Cerro Chiquito.

Cerro de la Estrella, Distrito Federal

En la parte poniente de Huizachtecatl se han descubierto materiales cerámicos y líticos que al parecer corresponden a los años 500 al 100 a.C. y se asemejan a los que fueron localizados en la región de Zacatenco. Las construcciones que se edificaron entre los años 100 y 650 d.C. se encuentran en la parte norte, y sus restos consisten en cimientos y muros de palacios que presentan influencia teotihuacana.

Algunos vestigios arqueológicos revelan la existencia de una zona habitacional en la mitad del cerro, la cual corresponde al horizonte Clásico Tardío (600 a 900 d.C.). En esa época se construyeron numerosas estructuras de tipo civil para atender el aumento de la población. Desafortunadamente, las evidencias se han perdido bajo los actuales asentamientos.

Sahagún, Motolinía, Torquemada y los Anales de Cuautitlán, entre otras fuentes, señalan que alrededor de los años 900 y 1300 d.C. los chichimecas se asentaron en la parte poniente del cerro, donde fundaron el pueblo de Culhuacán.

Cerro de la Estrella, Distrito FederalEstos pobladores lograron importantes avances tecnológicos y sociales; al perecer estuvieron regidos por un sistema teocrático y posteriormente, por una dinastía de reyes. Entre los años 1300 y 1521 d.C. los mexicas invadieron el área, sometieron a sus habitantes y, para vigilarlos, fundaron el pueblo de Iztapalapa que junto con el de Culhuacán, tenía la función de proteger por el sur a la gran Tenochtitlan y de proporcionar alimentos a los habitantes del centro.

Se sabe que en esa época fueron construidas las plataformas que se encuentran en la cima del cerro. Los mexicas concebían el universo como una gran flor de cuatro pétalos, en el centro de la cual se encontraba la gran Tenochtitlan.

Cada pétalo representaba uno de los cuatro puntos cardinales; la región del este estaba simbolizada por el glifo de acatl (la caña), el oeste por el de calli (casa), en el norte por el de tecpatl (cuchillo de pedernal) y en el sur por el de tochitl (conejo). Como una tradición heredada de los toltecas, adoraban al Sol, deidad que regía la vida de todos los seres y creían que para agradarle era necesario alimentarlo con los corazones y la sangre de los guerreros que habían hecho prisioneros.

Cerro de la Estrella, Distrito FederalPor ello, cada 52 años, cuando coincidía el inicio de los calendarios (el religioso y el civil), la clase sacerdotal realizaba la ceremonia del Fuego Nuevo para evitar la muerte del Sol, la cual, pensaban, ocasionaría la total oscuridad del universo, permitiendo el surgimiento de los tsitsimeme, entes devoradores de seres humanos.

Al atardecer del gran día los sacerdotes principales se vestían con sus mejores galas y encabezados por el sacerdote del barrio de Copolco, se dirigían a la cima de Huizachtecatl para iniciar la ceremonia. Previamente, se colocaba en el altar principal del templo a un prisionero, al cual, llegaba la hora, se le prendía en el pecho un madero o mamahuastli para encender el Fuego Nuevo; mientras tanto, la gran Tenochtitlan y los pueblos de los alrededores de la gran laguna permanecían en completa oscuridad.

El sacerdote principal del barrio de Copolco tomaba el fuego del pecho y lo transmitía a una hoguera. Posteriormente se sacrificaba al prisionero, a quien se le extraía el corazón para arrojarlo a las llamas. Había mensajeros que se encargaban de entregar el Fuego Nuevo en teas a los sacerdotes de los pueblos que habían acudido al Huizachtecatl.

Cerro de la Estrella, Distrito Federal

En la gran Tenochtitlan se colocaba frente a la deidad principal, desde donde se llevaba a los templos de los demás dioses, y éstos a los aposentos de los grandes señores.

Cerro de la Estrella, Distrito Federal

De acuerdo con las investigaciones, los colhuas fueron los primeros en utilizar la cima del cerro para realizar la ceremonia del Fuego Nuevo o Toxiuhmopolli; las fuentes históricas señalan que en este lugar se llevaron a cabo cuatro de estas ceremonias; en 1351, 1403, 1455 y 1507. La gran Tenochtitlan fue vencida por las huestes españolas antes de que la quinta de ellas pudiera realizarse.

Tomado de la miniguía editada por el INAH.
Texto: arqueólogo Enrique Méndez Martínez.
Fotografía: Gerardo González.

http://www.inah.gob.mx/ZonasArqueologicas/…me/za00702.html

http://jsa.revues.org/document1996.html

Danièle Dehouve
El Fuego Nuevo: interpretación de una « ofrenda contada » tlapaneca (Guerrero, México)

Journal de la Société des Américanistes, 2001, 87, pp. 89-112.

Résumé

Le Feu Nouveau : interprétation d’une « offrande comptée » tlapanèque (Guerrero, Mexique). Bien que la première description des offrandes comptées tlapanèques date de 1930 et que, dans les années soixante, Karl Nowotny ait signalé l’existence d’une parenté entre celles-ci et certaines images des codex du Groupe Borgia, les interprétations des séquences numériques ont peu progressé depuis. Cet article présente les premiers résultats d’une recherche en cours dans plusieurs communautés d’une municipalité tlapanèque. Elle compare une offrande au Feu réalisée dans deux villages, de façon à faire apparaître, par-delà les variantes, la structure de l’offrande végétale composée de trois niveaux, ainsi que la conception et la symbolique des nombres sacrés.
Abstract

New Fire: Interpretation of a numerical offering by the Tlapanecs (Guerrero, Mexico). The first description of Tlapanec numerical offerings dates from 1930 and Karl Nowotny showed the relation between them and some images belonging to the Borgia Group codex. However, since that date, the interpretations have not progressed notably. This article presents the first results of an ongoing research in various communities of a Tlapanec municipality. It compares an offering to Fire performed in two villages, in order to bring to light, beyond surface variations, its three level structure and the native conception of sacred symbolical numbers.
Resumen

El Fuego Nuevo: interpretación de una « ofrenda contada » tlapaneca (Guerrero, México). Aunque la primera descripción de las ofrendas contadas tlapanecas fue realizada en 1930, y que en los años sesenta, Karl Nowotny señaló la relación que tenían con ciertas imágenes de unos códices del Grupo Borgia, desde aquella fecha se han registrado pocos avances en las interpretaciones. Este artículo presenta los primeros resultados de una investigación en curso en varias comunidades de un municipio tlapaneco. Compara una ofrenda al Fuego realizada en dos pueblos, de modo que surja, allende las variantes, la estructura de la ofrenda vegetal compuesta de tres niveles, así como la concepción y la simbólica de los números sagrados.
Table des matières
Los rituales de cambio de las autoridades y año nuevo
El fuego nuevo
La ofrenda al fuego nuevo: el modelo
1. La construcción del cuadrado de leña
2. La ofrenda vegetal
3. Los regalos
4. Los intermediarios
El fuego nuevo en Apetzuca
1. La construcción del cuadrado de leña
2. La ofrenda vegetal
El fuego nuevo en Tres Cruces
1. La construcción del cuadrado de leña
2. La ofrenda vegetal
El uso de los números
1. El simbolismo numérico
2. Atar para crear grupos
3. Multiplicar para crear categorías semánticas
4. La fuerza mágica de los números
Reflexiones finales
Texte intégral

Las civilizaciones mesoamericanas han basado una gran parte de su organización social y de su religión en una ciencia de los números. Sin embargo, los investigadores no han estudiado el uso de la aritmética en todos sus campos de aplicación, sino que han privilegiado algunos como, por ejemplo, los cómputos calendáricos. Pensamos que otro centro de interés sería el de las « ofrendas contadas », es decir, la costumbre de presentar ofrendas constituidas de varios objetos en números cuidadosamente contados1.

La primera descripción de los rituales con ofrendas contadas fue realizada entre los indígenas de habla tlapaneca por el geógrafo Leonhardt Schultze Jena quien viajó por la Montaña de Guerrero en los años treinta2. Varias décadas después, dos antropólogos, Marion Oettinger y Peter van der Loo, hicieron a su vez varias descripciones de rituales tlapanecos3. Mientras tanto, se registraba la existencia de costumbres semejantes en otros grupos indígenas de México, como los chontales y mixes del estado de Oaxaca4. Así se diseñaba un área geográfica incluyendo los estados de Guerrero y Oaxaca, que puede aparecer como un foco cultural (o uno de los focos culturales) de las ofrendas contadas.

Varios códices del llamado Grupo Borgia (Fejérváry-Mayer, Laud y Cospi5) presentan series numéricas. Aunque no se conozca exactamente su procedencia, se puede pensar que fue alguna región del centro de México. El hecho es que su contenido quedó mucho tiempo sin explicación. En los años sesenta, Karl Nowotny, apoyándose en las descripciones de rituales tlapanecos actuales realizadas por Schultze Jena, pudo demostrar que las series numéricas de los códices representan ofrendas contadas destinadas a unas deidades precortesianas6. Sin embargo, desde aquella fecha, se han registrado pocos avances en las interpretaciones y todavía no disponemos de una teoría general del papel desempeñado por la numeración de los objetos ofrendados.

Para progresar en este camino, propongo un método de análisis de las ofrendas contadas que consiste en:
1. No buscar el significado de los números en sí mismos, sino ubicándolos en el marco de una teoría de la ofrenda. En otros términos y como se va a explicar a continuación, pienso que es imposible dar razón del uso de los números si no se logra entender lo que es una ofrenda y cuáles son sus varios estratos o niveles.
2. No satisfacerse de la descripción de una ofrenda dada en un pueblo dado. Una observación de este tipo es incapaz de desembocar en un modelo de la ofrenda, el cual sólo se puede deducir de una comparación entre varios lugares. El método de análisis que tengo la intención de proseguir durante varios años consiste en comparar las mismas ofrendas en varios pueblos distintos. En este artículo presento un primer resultado que se desprende de la comparación de una sola ofrenda en dos pueblos distintos.

Espero así llegar a proponer un modelo interpretativo de las ofrendas y del uso de los números en ellas para confrontarlo con otras descripciones realizadas en las regiones indígenas de México.
Los rituales de cambio de las autoridades y año nuevo

La ofrenda que voy a presentar pertenece a un conjunto de rituales realizados a principios de enero en ocasión del cambio anual de las autoridades municipales de nivel subalterno. En efecto, un municipio contiene dos niveles de administración. El ayuntamiento municipal encabezado por un presidente municipal, electo por tres años, tiene su sede en un pueblo mayor que sirve de cabecera. Los pueblos subalternos, que en la región tlapaneca de Guerrero, llegan a un número de 50 a 100 por municipio, acostumbran elegir anualmente sus autoridades encabezadas por un « comisario municipal ». Después de recibir las insignias de su poder (sellos y bastones de mando) de manos del presidente municipal, las autoridades de los pueblos subalternos realizan una serie de ritos que se extienden durante una semana y comprenden numerosas ofrendas contadas.

Anteriormente existían tres municipios tlapanecos, de este a oeste: Malinaltepec, Tlacoapa y Zapotitlán Tablas. Los rituales de sólo los dos primeros han sido objeto de descripciones: Malinaltepec por Leonhardt Schultze Jena en los años treinta y Peter van der Loo en los ochenta, Tlacoapa por Marion Oettinger en los setenta. En lo que se refiere a Malinaltepec, no tenemos ninguna noticia de la existencia histórica de rituales de cambio de comisarios del tipo que nos interesa. Sin embargo, Marion Oettinger recuerda una fiesta celebrada en Tlacoapa por un cuerpo municipal llamado « inspectores » que desapareció en 1960. Aunque este autor no diga en qué momento del año se verificaba el ritual, pienso que estaba relacionado con los del mes de enero:

« […] Los inspectores celebraban una fiesta del tipo mayordomía. Veneraban una imagen llamada iya wha (agua que brota) en lengua tlapaneca, que no tiene ningún equivalente católico o español […] Cuando en 1960 llegaron los sacerdotes de la Misión, se espantaron al ver este tipo de culto y en cuanto se recobraron de la sorpresa, prohibieron la veneración de este « santo » del inspector y trasladaron la imagen a la ciudad de México » (Oettinger 1980, p. 139).

El tercer municipio tlapaneco, Zapotitlán Tablas, no fue el objeto de ninguna monografía etnográfica. Cuando lo visité entre 1974 y 1976, me enteré que se realizaban aún los rituales de cambios de autoridades municipales que habían sido señalados por uno de sus sacerdotes: el cura de la parroquia de Atlixtac que mencionó la particularidad de Teocuitlapa (que perteneció mucho tiempo al municipio de Zapotitlán Tablas) « donde, cada año bañan al comisario entrante a media noche con todos sus regidores, para que tengan buena suerte » (Catedral 1953, p. 51).

En 1993, el municipio de Zapotitlán Tablas se separó en dos: la parte septentrional conservó el nombre de su cabecera, y la parte meridional, encabezada por el pueblo de Acatepec, se volvió un municipio independiente. Los rituales de cambio de autoridades permanecen vigentes en ambas partes hasta la actualidad. Los pueblos donde los estudio pertenecen al nuevo municipio de Acatepec.

Hay que hacer notar que la existencia de rituales semejantes ha sido señalada en otras regiones indígenas de México, como entre los mixes de Oaxaca, a propósito de los cuales Frank Lipp señala el baño ritual de las autoridades en Atlixco y describe el ritual de año nuevo que se celebró por última vez en 1970 en Ixcatlán (Lipp 1991, pp. 140-146).

Para mi propósito, los rituales de enero presentan un interés excepcional, en primer lugar porque son comunales y, por lo tanto, realizados al mismo tiempo en muchos pueblos donde se pueden observar y comparar. Los dos municipios de Zapotitlán Tablas y Acatepec tienen un número aproximado de cien localidades ; un estudio de su historia permite reconstruir el poblamiento de la sierra y trazar la filiación entre las comunidades. Aparece de este modo cuáles pueblos son los más antiguos y cuáles se han fundado a partir de mediados del siglo xix. Tengo la intención, en el futuro, de deducir un proceso de « divergencia » ritual de dicho proceso de segmentación poblacional7.

Por el momento, quiero proporcionar unos resultados de las observaciones realizadas en el pueblo de Tres Cruces (al sur del municipio de Acatepec) en enero de 2000, y en el pueblo de Apetzuca (al norte del mismo municipio) en enero de 2001. En ambas localidades, los rituales se prolongan durante una semana y culminan una noche de viernes a sábado, durante la cual las ofrendas contadas son presentadas simultáneamente en varios puntos sagrados de la periferia del territorio comunal. La misma noche, las autoridades municipales se bañan en un ojo de agua para realizar una purificación ritual, antes de entrar solemnemente en el local municipal para tomar posesión oficialmente de su cargo. Los responsables civiles tienen la obligación de guardar una « dieta », es decir, comer comida preparada sin condimentos y, según el lugar, observar una abstinencia sexual durante un periodo de una semana a tres meses. En el transcurso de la semana ritual, todavía no tienen el derecho de hacer justicia ni mandar a los policías, de tal forma que el pueblo queda sin autoridad formal. El objetivo de los rituales públicos, además de otorgar una legitimación al poder político, es « pedir el año », es decir, la vida de cada uno de los habitantes del pueblo, de lo que se encargan las autoridades civiles. Un error en la confección de las ofrendas o una ruptura de la abstinencia sexual por parte de uno de los hombres en puesto puede provocar la muerte de los vecinos del lugar8.

Los oficiantes principales de estos rituales son, pues, las autoridades municipales de los pueblos subalternos del municipio. En Tres Cruces (900 habitantes) los responsables civiles anuales son unos cuarenta hombres, más o menos lo mismo que en Apetzuca (600 habitantes). A su lado intervienen unos ancianos llamados xiña (abuelito) que ayudan a elaborar las ofrendas, las sahuman con copal y se reparten los puntos sagrados donde se depositan durante la última noche de la semana. Todos se encuentran bajo el mando de un xiña xuahi (abuelito del pueblo) que puede recibir la ayuda de otro hombre, generalmente un poco más joven. Estos dos ancianos son los especialistas religiosos encargados años tras años de encabezar los rituales, es decir, decidir del número de los objetos contados en las ofrendas y del número de los puntos sagrados venerados, rezar y presentar las ofrendas principales y dirigir la actividad de la totalidad de los hombres presentes en la fiesta. No es aquí lugar para discutir sobre la naturaleza de su cargo. Baste con decir que no sacrificaré a la moda que quiere que los especialistas de la religión tradicional reciban automáticamente el nombre de « chamanes » y prefiero guardar el término local. Ayuda a los « abuelitos del pueblo » un cuerpo de responsables nombrados cada año al mismo tiempo que las otras autoridades, cuerpo que comprende cuatro mayo (un primero ayudado por otros tres) y una decena de jóvenes, el término mayo proviene del español mayor. Corresponde al primer mayo ayudar a los « abuelitos del pueblo », mandar a que los jóvenes vayan a cortar las hojas y las flores y supervisar la confección de las ofrendas. Los mayo representan, pues, una clase de cuerpo religioso tradicional rotativo que ayuda a los « abuelitos del pueblo », quienes ocupan su cargo de manera casi permanente.

La ofrenda que vamos a presentar en este artículo forma parte de los rituales de cambio de autoridades municipales y es dirigida al Fuego Nuevo.
El fuego nuevo

En un momento de la semana ritual de enero, los « abuelitos del pueblo » y las autoridades realizan una ofrenda al Fuego, mbatso en tlapaneco, traducido en español como « Señor Lumbre ». Al contrario de las otras ofrendas que se depositan en la periferia del territorio comunal, ésta se hace en el centro del pueblo, en uno de sus locales públicos.

Todas las localidades de los municipios de Zapotitlán Tablas y Acatepec tienen una « casa de topiles » en la que arde una gran lumbre alimentada perpetuamente por tres troncos de árboles. Es la « lumbre del pueblo » ; además, tiene la ventaja de calentar a los responsables civiles, quienes, en esa región de hábitat disperso, se hospedan en la « casa de topiles » cuando su cargo requiere su presencia en el lugar. Esta lumbre es la que se apaga durante la semana ritual, y se vuelve a encender después de presentar la ofrenda. En la noche que sigue esta ceremonia, los vecinos del pueblo apagan las lumbres de sus casas y vienen a tomar un poco de la nueva para sus propios hogares.

Los lectores especialistas de Mesoamérica seguramente reconocieron en esa descripción ciertas características bien conocidas del dios mexica del Fuego: Xiuhtecuhtli-Huehueteotl. Esta divinidad estaba claramente relacionada con el centro (de la casa, del templo o del universo) como la representa el Códice Fejérváry-Mayer (lám. 1). Además, Xiuhtecuhtli era el Señor del Año o del Tiempo, asociado con el registro de los periodos anuales, cuadrienales, octoenales y seculares. Las más conocidas eran las fiestas celebradas en cada « atadura » del siglo mexica, es decir, cada 52 años, cuando el pueblo entero apagaba sus lumbres mientras una nueva era encendida haciendo girar un palo sobre un agujero practicado en una tabla encima del pecho de un cautivo sacrificado en la cima del monte del Huizache. Luego se quemaba completamente el cuerpo del sacrificado y unos indios corrían para llevar la nueva lumbre en unas « teas de pino » a cada uno de los pueblos de los alrededores de Tenochtitlán9.

La ofrenda al Fuego Nuevo que vamos a presentar tiene claramente la finalidad de iniciar un periodo de tiempo, durante el cual mandarán las autoridades municipales anuales. En Apetzuca, la ceremonia se realiza una vez al año, en enero ; pero en Tres Cruces, se celebra dos veces, la primera en enero, y la segunda en junio. En esa comunidad, pues, el periodo que cubre la nueva lumbre se extiende más o menos entre el solsticio de invierno (fines de diciembre) y el solsticio de verano (junio) ; se vuelve a encender una nueva lumbre en la primera semana de junio para el periodo que se extiende entre el solsticio de verano y el de invierno10. En ambos casos, el fuego nuevo abre un periodo que corresponde a un « sol »: en Apetzuca, el sol que rige entre los solsticios de invierno ; en Tres Cruces, el que rige de un solsticio al otro. Esa idea corresponde a la costumbre local de dar el nombre de « luz » a la vez al sol y a la lumbre11. Así coinciden el ciclo solar con el periodo político simbolizado por el fuego.
La ofrenda al fuego nuevo: el modelo

De las observaciones realizadas en los dos pueblos mencionados, se desprende un modelo de ofrenda al Fuego. Cabe hacer notar que solamente la comparación entre las ofrendas efectivamente realizadas en cada uno de estos pueblos me ha permitido extraer una matriz común que voy a exponer. Por el momento, no mencionaré en detalle los números de los objetos contados y me concentraré en la estructura misma de la ofrenda.
1. La construcción del cuadrado de leña

Una primera etapa consiste en construir el nuevo Señor Lumbre con unos leños de ocote colocados en cuadrado unos sobre otros, para elaborar una clase de caja: se deposita, al este, un leño en el suelo y, a un metro de distancia y paralelamente, un leño al oeste ; perpendicularmente y apoyándose sobre estos, un leño al norte, y uno al sur. Sobre el cuadrado así formado, se siguen acumulando los leños (Figuras 1 y 2). El número total de leños es propio del Fuego. De esta manera, se elabora una representación efectiva de la deidad obtenida por medio de dos de sus características: su número (escogido de manera arbitraria por cada pueblo) y el cuadrado. Como para los antiguos mexicas, el Fuego se encuentra en medio de los cuatro rumbos del universo. Cada lado de la caja de lumbre corresponde a un punto cardinal, lo que significa que sus ángulos señalan direcciones a medio camino de cada uno de los puntos cardinales, a semejanza de la Lámina 1 del Códice Fejérváry-Mayer. Pero el cuadrado de Fuego tiene otro simbolismo asociado: « es como un corral, dentro tiene su pueblo, no va a pasar otra gente que hace mal, no puede pasar porque es un corral ». En otros términos, el cuadrado aparece también como una representación del pueblo en medio de (y protegido por) los cuatro rumbos. Es como una imagen miniaturizada del centro de la localidad rodeada por los puntos sagrados de la periferia de su territorio, donde se depositan las ofrendas de manera simultánea en la noche de viernes, ritual que tiene por objeto alcanzar la protección simbólica de la comunidad, como dentro de una caja12.

Hay que señalar que el Códice Vindobonensis, uno de los códices « mixtecos » de contenido religioso y genealógico, representa en varias ocasiones el dibujo de un cuadrado, en el que reconocemos la construcción del cuadrado de leña tal como lo realizan todavía los tlapanecos (Figura 4).
2. La ofrenda vegetal

La ofrenda vegetal se dispone en medio del cuadrado de leña, en Apetzuca, y a su lado, en Tres Cruces. En el primer caso, la ofrenda se quema al encender el fuego en el cuadrado, y en el segundo lugar, se prende fuego primero al cuadrado y se tira después la ofrenda vegetal en medio de él. Así, al final, la ofrenda vegetal está destinada a quemarse junto con el cuadrado de leña.

Image1

Fig. 1 – El cuadrado de leña representando el Señor Lumbre en Apetzuca.

Image2

Fig. 2 – El cuadrado de leña representando el Señor Lumbre en Tres Cruces.

Esta ofrenda se deposita de manera estrictamente orientada en el espacio. El « abuelito » se acuclilla a un lado del cuadrado de leña, mirando hacia el oriente, de modo que la lumbre se encuentre entre él y el oriente. Los objetos elaborados con vegetales se colocan en el suelo siguiendo una orientación espacial rigurosa: la base de las hojas, hojuelas, flores y velas debe estar dirigida hacia el oriente.

El principio de la ofrenda vegetal es repetir varias veces, con varios vegetales dispuestos de varias formas, el número propio del dios Fuego. Así se pueden distinguir varios niveles:

A. La base o cama

Se realiza con los vegetales que constituyen el primer nivel de la ofrenda. En Apetzuca, tierra fría a 2 000 metros de altura al norte del municipio, son hojas de helechos (nikto’) y en Tres Cruces, a 1 500 metros de altura en la vertiente del Pacífico, hojas de « palmilla », una clase de palma ornamental. Las hojas de helecho y de palmilla presentan una estructura común, pues sus hojuelas se reparten de cada lado del tallo de manera simétrica. Inclusive, en Tres Cruces, los hombres toman un cuidado especial en verificar que las hojuelas se desprendan del tallo exactamente en el mismo lugar de manera a formar pares equilibrados. Obviamente el principio que rige la estructura, es el de « dualidad » y esos vegetales son escogidos por la implantación simétrica de sus hojuelas.

Varias hojas de helechos o palmilla, en números contados, se depositan en el suelo para formar la base de los niveles superiores.

B. En el primer nivel: los manojos de hojuelas

El primer nivel de la ofrenda se realiza con los helechos o palmillas. Sus hojuelas se desprenden del tallo, se cuentan y se juntan de manera a formar unos manojos. Se repiten el número de hojuelas y el número de manojos, como, por ejemplo, para formar 24 manojos de 24 hojuelas cada uno. Este número puede variar según el pueblo, pero, en todo caso, se utiliza el número reconocido localmente como propio del Fuego. Como lo veremos, es posible, pero no necesario, añadir manojos atribuyéndoles números con otros significados.

Este nivel es el más potente (« tiene más fuerza, por eso va primero ») y, al mismo tiempo, el que puede atraer mayores peligros en caso de equivocarse en los números, por cuyas razones los manojos son elaborados únicamente por los « abuelitos del pueblo ».

C. En el segundo nivel: las mechas

El segundo nivel de la ofrenda se realiza con base en los hilos de algodón utilizados para elaborar las velas que se presentan en un carrete de hilos dobles. El abuelito dobla el hilo doble alrededor de su mano el número de veces deseado y lo corta. Obtiene así una « mecha » (guma notrigo, « mecha contada ») del tamaño de una palma de mano, hecha de 4 hilos en caso de doblar una vez el doble hilo, 8 hilos en caso de doblarlo dos veces, etcétera. La finalidad es repetir el número del dios del Fuego con este nuevo material, por ejemplo obteniendo 24 mechas de 4 hilos cada una. El paquete de mechas se baña luego en cebo, de manera que cada mecha se parezca a una vela en miniatura. Pero la mecha no se enciende, sino que se coloca encima de los manojos. Se dice que « también es potente la mecha ».

Se reconocen en estas mechas los hilos torcidos de algodón que el cura Hernando Ruiz de Alarcón aseguraba, en 1629, haber visto en la región nahua de Guerrero:

« Con esto salía (el penitente) a su viaje, llevando para su primera ofrenda, copal que es incienso desta tierra, y unas madejas de hilo grueso de algodón mal hilado, al modo del que se hace el pabillo, o algún pañuelo tejido de aquel genero de hilo, que por esto llaman Poton13: quiere decir poco torcido que a trechos descubre el algodón, y así lo he hallado yo en las ofrendas de los montones de piedra […] » (Hernando Ruiz de Alarcón, Tratado, cap. IV, « De la adoración y sacrificio que hasian en los cerros a los idolos, y montones de piedras por los caminos que estan señalados hasta hoy », p. 140).

« He hallado en los cerros muchas ofrendas de copal, que es incienso desta tierra, y madejas de hilo y pañitos de lo que llaman Poton, mal hilado, y candelas y ramilletes, unas muy antiguas y otras frescas » (ibid., cap. II, p. 134).

D. En el tercer nivel: las cadenas de hojas y flores

El tercer nivel está compuesto de cadenas o « rosarios » de flores y hojas. Con un lazo de majahua o un hilo de plástico o algodón, según el caso, se trata de realizar cadenas de flores o de hojas enrolladas como cigarros, que forman una rueda. Este nivel es menos « potente » que los que preceden, pero es grande el número de cadenas requerido e importante el trabajo necesario. Por esa razón, todos los hombres disponibles participan en su confección, según el lugar, las autoridades civiles, los abuelitos y los jóvenes ayudantes del mayo.

Como mínimo, hay que repetir el número del Fuego ya mencionado en los niveles anteriores. Así, para imitar las 24 mechas de 4 hilos, se elaboran 24 cadenas de 4 flores u hojas. Pero este nivel, menos peligroso y estructurado que los demás, es el lugar de una gran variedad de formas y vegetales.

Las flores son muy preciadas pero no se dan en cada época y, además, puede ocurrir que no se encuentren en número suficiente. En este caso, en lugar de flores, se utilizan las hojas.

Las flores fueron utilizadas en Tres Cruces únicamente en el mes de junio: fueron flores de Plumeria rubra (en tlapaneco, ri’so, traducido en español como « flor de juberito »). Las flores cortadas en Apetzuca en enero fueron Tagetes erecta (la clásica « flor de muerto » o sempoalsochil), la más preciada, y las brácteas rojas de la Flor de Noche Buena.

Se utilizaron hojas de laurel (ina rahto ; Litsea glaucescens, Litsea neesiana14) en Tres Cruces y de una clase de Salvia (ina skemba) en Apetzuca, todas presentan la característica de tener un olor fuerte. Ambos pueblos utilizan además una hoja trilobulada (ina ri’xua).

Las formas de las cadenas son diversas. En Apetzuca, se elabora una cadena grande de Tagetes erecta o de brácteas de Flor de Noche Buena, la que se corta luego en trozos de cuatro flores o brácteas cada uno. Todas las otras cadenas forman una rueda de flores o de hojas cuyo número rebasa ocho.

E. La cadena-collar

Una cadena especial termina esta parte de la ofrenda. Se puede decir que es un « collar » destinado a concluir la representación del Fuego realizada en el cuadrado de leña y la ofrenda vegetal. El collar de flores es un símbolo honorífico destinado a honrar una « persona » (xabu, en tlapaneco) como, por ejemplo, los responsables civiles en cierto momento del ritual. « El señor Lumbre es una persona como nosotros », y, por lo tanto se termina la confección de su imagen con esta muestra de veneración.

F. La separación: el algodón

Una vez concluida la representación de la deidad en la ofrenda vegetal, se coloca encima un pequeño pedazo de algodón en greña. Me parece que su función principal es la de separar la primera etapa ya concluida de la ofrenda, antes de volver a encimar unos objetos con otro significado.

Las explicaciones recogidas fueron diversas: « es como una chamarra que se ofrece ». « Es ropa para Lumbre ». « El significado es diferente según la ofrenda ; en una ofrenda a Lumbre o a la Tierra, es un vestido. En una ofrenda a San Marcos (el cerro), representa una nube ». « La hoja es como una mesa, el algodón como un mantel » sobre el que van a presentar la comida a la deidad.

Estas frases recuerdan las que recogió Hernando Ruiz de Alarcón en la región nahua de Guerrero y continúan la cita sobre los hilos gruesos de algodón (ver supra):

« acompañaban la ofrenda con el que llama quauhamatl, que es una manera de papel blanco como lienzo que se hace en Tepoztlan de una corteza de árbol blanda ; en este papel iba envuelta la ofrenda y servía con el algodón como para que se vistiese el dios o ídolo a quien se ofrecía, y así responden hoy los que ofrecen, que es para que se vistan los Angeles que andan en las nubes, o portillos y encrucijadas de los caminos » (Ruiz de Alarcón, Tratado I, cap. IV, subrayado por nosotros).

Según este texto, el pabillo de algodón grueso (las « mechas » de nuestra ofrenda tlapaneca referidas supra) tenían el mismo objeto que el lienzo de papel (el algodón en greño de nuestra ofrenda tlapaneca): vestir al « dios o ídolo ». Como en el caso que estudiamos, el pabillo iba primero y el papel, al final, cubría la totalidad de la ofrenda. En la actualidad, aparte de las « mechas » y del algodón, la ofrenda va envuelta en una gran hoja en Tres Cruces, y en una bolsa de plástico en Apetzuca. Finalmente las ofrendas envueltas de este modo en estos pueblos llegan a parecerse a la ofrenda envuelta en una clase de « lienzo » que aparece al lado del cuadrado de leña en el Códice Vindobonensis (Figuras 3 y 4).

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Fig. 3 – La ofrenda vegetal amarrada destinada al Fuego en Tres Cruces.

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Fig. 4 – Dibujo interpretado en este artículo como un cuadrado de leña y una ofrenda amarrada, sacado de la Lámina 17 del Códice Vindobonensis (en F. Anders, M. Jansen y L. Reyes García, Origen e Historia de los Reyes mixtecos. Libro explicativo del llamado Códice Vindobonensis, 1992).
3. Los regalos

Terminada esta primera etapa de la ofrenda, los objetos depositados a continuación pertenecen a una nueva categoría: los dones al Fuego, que reciben el nombre español de « recompensa ». « Es como hacer mole para una persona y regalarle su refresco ».

A. La comida

En Apetzuca, se ofreció un huevo, y en Tres Cruces, un pollo degollado ; su sangre fue salpicada encima de la lumbre ardiente en el cuadrado de leña.

B. La bebida

Fue ofrecida solamente en Tres Cruces, donde se llenaron de « chilote » cuatro trozos de bambúes.

C. El tributo en metálico

En Tres Cruces, una vez la ofrenda vegetal y la « recompensa » de pollo y chilote puestas en el cuadrado ardiente de lumbre, el abuelito salpicó la lumbre con un polvo metálico que llamó « oro ». A mi pregunta, contestó que este polvo se compraba en el mercado de Ayutla en los puestos que venden también el copal. En Apetzuca, antes de encender el fuego, el abuelito colocó encima de la ofrenda un pedazo de mineral proveniente de una veta local15.

El simbolismo del metal (llamado en Apetzuca: « platinas millonarios ») es el mismo en ambos pueblos: se trata de un tributo en metálico pagado a cambio de la vida del pueblo y del uso de la tierra: « Este pueblo está comprado a la Tierra ». « El metal significa compra de la vida, es como la moneda ». « Es la compra de la vida de los hombres, mujeres, niños del pueblo para el año ». El significado asociado es: « para tener dinero », se supone que el don de dinero debe atraer la riqueza en dinero al pueblo, del mismo modo que el sacrificio de un pollo tiene por consecuencia la multiplicación de los pollos caseros. Este tributo en metálico tiene, pues, el doble significado de pago (un tributo o una renta) y de reciprocidad (se ofrece algo para recibirlo de vuelta).
4. Los intermediarios

Por fin, ciertos actos y objetos son necesarios para hacer llegar la ofrenda a su destino. En primer lugar, las autoridades civiles tienen que soplar sobre la ofrenda vegetal para indicar quiénes son los beneficiados del ritual. Soplan en nombre de todos los habitantes de su pueblo que no necesitan participar en persona para « recibir su año », es decir, el derecho de vivir un poco más en ese mundo.

Las velas son los vehículos de mayor importancia, porque « Lumbre está sentado en ellas », y lleva los mensajes a donde deben llegar. Cabe hacer notar que los hilos de las velas también son contados, y para el Fuego, son cuatro (es decir, dos hilos dobles) como las velas mismas. El abuelito reza la parte más importante de su plegaria con las cuatro velas prendidas en las manos y, después, las coloca en el suelo, en fila delante del Fuego, en Tres Cruces, y a los lados del cuadrado de leña, en Apetzuca, donde las deja hasta que se acaben. Las velas más gruesas, que se consumen lentamente, permiten alcanzar una vida más larga.

La resina del copal, echada en las brasas de la lumbre, tiene una función semejante. La ofrenda se sahuma cuatro veces, antes de la ceremonia del soplo y el humo del copal acompaña todas las plegarias y la quema del cuadrado de lumbre y de las velas.

El modelo de ofrenda que terminamos de presentar proporciona el marco que permite describir las costumbres propias a los dos pueblos considerados, e introducir el problema del uso de los números.
El fuego nuevo en Apetzuca

La ofrenda realizada en Apetzuca comprende la repetición sencilla del número del Fuego: 24 (Figura 5).

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Fig. 5 – La ofrenda vegetal al Fuego en Apetzuca.
1. La construcción del cuadrado de leña

El cuadrado está construido con 24 leños puestos en cuadrado.
2. La ofrenda vegetal

A. La base o cama: 24 ó 25 hojas de helechos.

B. En el primer nivel: 24 manojos de 24 hojuelas de helechos.

C. En el segundo nivel: 24 mechas de 4 hilos cada una.

D. En el tercer nivel: 24 trozos de cadena de 4 flores de Tagetes erecta.

E. El collar: está formado de una cadena de 100 flores de Tagetes erecta puesta encima del cuadrado de leña, dentro del cual se encuentra la ofrenda vegetal. Es posible que las 100 flores signifiquen el tiempo, el periodo que abre el Señor Lumbre y para el cual el pueblo pide su vida.

Las otras etapas de la ofrenda son comunes con el otro pueblo y no las vuelvo a describir.
El fuego nuevo en Tres Cruces

La ofrenda realizada en Tres Cruces es más compleja (Figura 6).

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Fig. 6 – La ofrenda vegetal al Fuego en Tres Cruces.
1. La construcción del cuadrado de leña

El cuadrado está construido con 39 leños en total16. Una parte de ellos sirve para formar el cuadrado y los demás se ponen verticalmente adentro del cuadrado. El 39 es el número de la Lumbre por la razón siguiente: Lumbre está constituida de 4 hombres que corresponden a las 4 direcciones. Como 8 es el número del hombre, 4 hombres son 4 x 8 = 32. Pero « detrás de cada hombre, hay una mujer », y Lumbre también tiene su esposa. Como el número de la mujer es 7, la Lumbre entera está formada de 4 hombres más una mujer, es decir, 4 x 8 + 7 = 39.
2. La ofrenda vegetal

A. La base o cama: 8 hojas grandes de palma ornamental.

B. En el primer nivel (Figura 7):

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Fig. 7 – Primer nivel de la ofrenda al Fuego en Tres Cruces: los manojos de hojuelas.

a) Un manojo de 100 hojuelas de palma y un manojo de 50 hojuelas de palma. Representan « el empiezo del año », lo que significa el periodo de tiempo de vida que piden los vecinos del pueblo.
cool.gif 34 manojos de 34 hojuelas de palma. Representan el Fuego, dado que 34 es su número.
c) 8 manojos de 8 hojuelas de palma y 7 manojos de 7 hojuelas de palma. El significado se desprende del simbolismo del 8 (hombre) y 7 (mujer). Expresado en hojuelas de palma y en este nivel de la ofrenda, significan el maíz (8, masculino) y el frijol (7, feminino). Juntos representan la cosecha o productos de la tierra que son pedidos en la ofrenda.

C. En el segundo nivel: 4 mechas de 8 hilos cada una y una mecha de 7 hilos. El significado de 8 y 7 es de nuevo el de hombre y mujer, pero aquí sirve para designar el Fuego. Las 4 mechas de 8 hilos significan los 4 hombres-Fuego que corresponden a las 4 direcciones (este, oeste, norte y sur). La mecha de 7 hilos es la mujer del Fuego.

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Fig. 8 – Último nivel de la ofrenda al Fuego en Tres Cruces: las cadenas de flores y el algodón.

D. En el tercer nivel (Figura 8): el Fuego está representado bajo la apariencia de los 4 hombres que lo componen. Es decir que se repite 4 veces la representación de uno de estos personajes, realizada en hojas de encino (en enero) y flores de Plumeria rubra (en junio).

a) 4 veces 8 cadenas de 8 flores. Basadas en el simbolismo masculino del 8, las 8 cadenas de 8 flores representan un hombre-Fuego. Hay 4 montones de 8 cadenas de 8 flores para representar a los 4 hombres-Fuego.
cool.gif 7 cadenas de 7 flores, una sola vez. Basadas en el simbolismo femenino del 7, representan la mujer única de los 4 hombres-Fuego.
c) 4 collares de flores no contadas para honrar cada uno de los 4 hombres-Fuego representados en forma de las 8 cadenas ya mencionadas.
d) 4 rollos de hoja trilobulada que completan la representación de los 4 hombres-Fuego.
e) 4 manojos de 8 botones de flor, que representan la casa de cada uno de los 4 hombres-Fuego.
f) Un manojo de 7 botones de flor, que representa la casa de la mujer-Fuego. Este manojo se coloca junto a (cool.gif las 7 cadenas de 7 flores.
El uso de los números

Las diferencias notadas entre las ofrendas de los dos pueblos nos permiten plantear la cuestión del uso de los números en ellas.

Antes de empezar el análisis, hay que mencionar el principio de dualidad, principio general que rige todo el pensamiento tlapaneco y ya ha sido el objeto de una abundante literatura por parte de los especialistas de Mesoamérica. En función de este principio, cualquier entidad se puede dividir en dos entidades portadoras de un principio masculino y femenino17. Enunciado en unas frases como « detrás de cada hombre hay una mujer » o « cualquiera tiene su compañero », este principio estructura el pensamiento tlapaneco sobre todas las cosas: el tiempo (el año se divide en dos por medio de los solsticios de verano e invierno), el cuerpo humano (dos manos y dos pies), la familia (dos padres y dos hijos), la cosecha (maíz y frijol), etcétera.
1. El simbolismo numérico

La elaboración de los objetos contados se hace con base en unos cuantos números simbólicos, que son, para los dos casos considerados: 4, 24, 34, 8, 7 y 100.

El 4 representa a la vez el carácter completo de una persona y sus elementos constitutivos. Así, me han dicho que una persona humana tiene cuatro miembros (dos manos, dos pies), una familia se puede simbolizar por cuatro personas (dos padres, dos hijos, es decir, una pareja masculina y femenina en la primera generación, y lo mismo en la segunda). En el caso del Fuego, la deidad se sienta en el centro del universo constituido por cuatro direcciones. Esto está en conformidad con la creencia de los antiguos nahuas quienes llamaban al Fuego Nauhyotecuhtli (Señor del conjunto de Cuatro o, más bien dicho, Señor de la « Cuadruplidad »).

El 24, número del Fuego en Apetzuca, aparece por varias razones como el número perfecto de Lumbre18. Termina por el 4 (20 + 4) y es divisible por 4 (6 x 4). Pero, además, y del mismo modo que los cuatro miembros se dividen en dos manos y dos pies, y que la familia se divide en dos personas padres y dos personas hijas, el 24 de Lumbre es divisible por 2 (12 x 2), y el 12 aparece como un número cargado de simbolismo. Al dividirse 24, me dicen que « deja 12 al este, y 12 al oeste ; y hay 12 meses en el año ». Quizá 12 evoca el año, es decir, el tiempo, y sabemos que el Fuego era el Señor del Tiempo entre los mexicas y lo sigue siendo entre los tlapanecos.

El número de base del Fuego en Tres Cruces es 34. Pienso que se trata de una evolución a partir del 24. En efecto, 34 termina por 4, cifra de los cuatro rumbos del universo y por consiguiente del Fuego, pero 24 tiene un valor numeral inferior (20 + 4), mientras 34 se compone de 30 + 4. Como lo demostraré más adelante, un número mayor tiene una eficacia mágica y religiosa mayor. Esto estaría en acuerdo con la preocupación manifestada en Tres Cruces de variar los números del Fuego, y preferir los que son altos. En efecto, el segundo número del Fuego en este pueblo es 39. Se obtiene por medio de una operación aritmética realizada con base en el número 4 (simbólico del Fuego), 8 (simbólico del elemento masculino) y 7 (femenino):

4 (el Fuego) x 8 (el hombre) = 32 (los 4 hombres-Fuego) + 7 (su mujer) = 39.

En Tres Cruces, el estrato de las cadenas de flores y hojas consiste en la representación individual de los cuatro hombres-Fuego (basado en los números 4 x 8) que nos recuerda con fuerza que el Códice Borgia (p. 46) ofrece una representación figurativa de los cuatro hombres-Fuego muy semejante a la representación abstracta proporcionada por los tlapanecos: un sacerdote taladra el Fuego en el corazón de una deidad, el humo sube y los dioses del Fuego se dispersan hacia las cuatro direcciones (Figura 9).

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Fig. 9 – Los cuatro dioses del Fuego según el Códice Borgia, lámina 46.

El 8 y el 7 representan en Tres Cruces el elemento masculino y el femenino. Según el estrato de la ofrenda, evocan al hombre-fuego y su mujer, o el maíz (masculino) y el frijol (femenino).

El 100 alude a un periodo de tiempo. Aparece en Apetzuca en la cadena-collar que adorna la representación completa de Lumbre (100 flores) y, en Tres Cruces, en el manojo de 100 hojuelas de palma, acompañado por « su compañero », el manojo de 50 hojuelas. Pienso que la existencia de estos dos últimos manojos se debe a la aplicación del mismo principio de dualidad, que quiere que cualquier entidad se pueda, y deba, dividir en dos.
2. Atar para crear grupos

Los números tienen un valor simbólico, el cual, al confeccionar la ofrenda, se encarna en un material vegetal. Para tal efecto, hay que agrupar flores y hojas: la atadura de los elementos vegetales sueltos permite la materialización del número. El medio es el hilo o lazo.

Así, cuando se confecciona un manojo de 24 hojuelas, una hojuela adicional sirve para atarlo. En un primer momento, se agrupan las hojuelas con la mano y la hojuela adicional enlaza su base para formar un bloque. Pero como, en función del principio de dualidad, cualquier entidad se compone de dos partes, la hojuela-lazo pasa verticalmente entre las hojuelas del manojo de manera a dividirlas en dos partes. Al mismo tiempo, la hojuela-lazo queda metida en medio del haz, formando una atadura sólida. De esta manera, el nudo queda integrado a la estructura misma del manojo.

Para confeccionar una cadena, existen dos métodos. Se atan cada hoja enrollada por medio de un nudo de modo que un mismo lazo las reúna todas, o se ensartan las flores en un hilo por medio de una aguja. Luego un último nudo cierra la rueda.

« Es como si se amarra un animal, se amarra bien para que no se pierda, para que no se suelte »: la atadura simboliza la confección de un grupo que no se puede deshacer.
3. Multiplicar para crear categorías semánticas

La multiplicación permite poner los números en acción y crear categorías semánticas, por eso se utiliza de manera sistemática. Se puede decir que ella es la que crea una entidad a partir de un número simbólico. Así, 4 simboliza el Fuego por sus cuatro rumbos, de ahí se forman 24 y 34 en los que descansa el mismo simbolismo. Pero construir el Fuego con vegetales requiere una multiplicación: 24 x 4, 24 x 24, 34 x 34, o 4 x 8, realizada al formar 24 cadenas de 4 flores, 24 manojos de 24 hojuelas, etcétera. De la misma manera, 8 simboliza el principio masculino, pero construir la entidad hombre (sea hombre-fuego o hombre-maíz) quiere se multiplique 8 por 8, de tal manera, por ejemplo, que el hombre-fuego se representa por 8 cadenas de 8 flores, y el hombre-maíz por 8 manojos de 8 hojuelas.
4. La fuerza mágica de los números

Los números no son únicamente un modo de crear categorías semánticas, es decir, no representan sólo un lenguaje. También están dotados de eficacia mágica. Los objetos contados con ciertos números no solamente « dicen » el nombre del Fuego, sino que, también, lo construyen y lo materializan. Por eso es que la ofrenda tiene realmente consecuencias benéficas para el pueblo, pero también requiere una preparación especial de los participantes (dieta y abstinencia sexual) y se puede volver sumamente peligrosa en caso de equivocarse de números o presentarlos en forma incompleta.

Los números altos están cargados de una fuerza y eficacia mayor. Esto no debe sorprendernos tratándose de una cultura en la que una larga vida (la posesión de muchos años) y una gran riqueza (la posesión de muchos pesos) otorgan la potencia. En consecuencia, no es una casualidad que el número de la mujer (7) se forme restando 1 al número del hombre (8), concebido como más fuerte.

Para otorgar a la ofrenda una eficacia mayor, un método consiste, pues, en aumentar los valores numéricos utilizados. Creo que este procedimiento es el que llevó los habitantes de Apetzuca a utilizar el 24 en lugar del 4, y los de Tres Cruces a utilizar el 34 en lugar del 24. Esa hipótesis tendrá que guiar mi futura investigación.
Reflexiones finales

Las ofrendas observadas en los dos pueblos tlapanecos ostentan características comunes ; están constituidas de varios niveles con significados distintos.

En primer lugar, se representa o, más bien dicho, se construye el Fuego como un cuadrado de leños en el que descansa un simbolismo múltiple: el Tiempo (inicia un periodo de poder político, y un ciclo solar) ; el Espacio (está al centro de los cuatro rumbos) ; el Pueblo (como un centro protegido por los rumbos de su territorio).

Luego viene la ofrenda vegetal, que también es una representación de la deidad: se repite el número del Fuego en tres estratos sucesivos (manojos de hojuelas, mechas de algodón y cadenas de hojas y flores). Tengo la hipótesis que cada uno de estos estratos representa una parte distinta de la deidad ; los manojos serían su mero cuerpo, por eso tendrían la mayor eficacia, pero también atraerían mayores peligros en caso de equivocarse de números ; las mechas representarían sus vestidos, pues el algodón es originario de estas tierras tropicales y simboliza la indumentaria de los señores y dioses ; por fin, las cadenas y collares constituirían sus adornos19. Esta representación está dotada de eficacia, no sólo dice sino que hace, de ella depende el logro de los rezos.

El nivel superior es totalmente distinto, ya que consiste en dones de comida, bebida y metal.

Las cifras ofrecen el código que permite la representación de la deidad. El número, a partir de un simbolismo de base, se materializa en un objeto vegetal y adquiere así un valor semántico. Este uso de los números es muy alejado al que acostumbramos en nuestra sociedad. De manera espontánea, el antropólogo tiende a multiplicar y sumar las hojas y las flores para obtener un total. Yo lo hice, y la primera vez que vi 8 manojos de 8 hojuelas, enuncié: 64 ; para 34 manojos de 34 hojuelas: 1156. Encuentro reacciones de este tipo en otros libros de antropología, como el de Frank Lipp, quien describe varios rituales mixes de ofrendas contadas y efectúa sistemáticamente las sumas de espinas de pino. Por ejemplo, dice que el paquete que reúne 18 manojos, cada uno con un número distinto de espinas (12 x 38 + 29 – 27 – 22 – 12 – 13 – 14), contiene 573 espinas (Lipp 1991, p. 110). El mismo autor presenta la p. 5 del Códice Fejérváry-Mayer (ibid., Fig. 11, p. 115) que muestra tres estratos de números (10 veces 11 objetos no identificados en el estrato superior ; lo mismo en el estrato que precede, y 11 veces 10 objetos no identificados en el estrato inferior), y calcula el total del modo siguiente: 10 x 11 + 10 x 11 + 11 x 11 = 34120.

Este análisis de las ofrendas tlapanecas es todavía demasiado limitado como para ofrecer un marco general explicativo para las ofrendas mesoamericanas. Sin embargo, me parece que el papel categorizante del número debe ser un rasgo esencial del sistema. En todo caso, no se trata de numerar espinas, hojuelas o flores para llegar a sumar cientos o miles de ellos, sino de crear categorías semánticas eficaces21. En este ejemplo, los números permiten representar la deidad y, de manera secundaria, lo que se pide (la cosecha) y el periodo para el cual se pide (el Tiempo)22. La comparación debe ser proseguida para sacar a luz los modelos de ofrendas (niveles y estratos con significados distintos) y los simbolismos numéricos, que suponemos deben variar según los lugares.
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1985 Historia general de las cosas de Nueva España, Ed. Porrúa, México.

Schultze Jena Leonhardt
1938 « Bei den Aztekan, Mixteken und Tlapaneken der sierra Madre del Sur von Mexiko », Indiana, G. Fischer, Jena, vol. 3.

Siméon Rémi
1977 Diccionario de la lengua Náhuatl, Siglo XXI, México.

Turner Paul R.
1972 The Highland Chontal, Holt, Rinehart & Winston, New York.

van der Loo Meter
1982 « Rituales con manojos contados en el Grupo Borgia y entre los Tlapanecos de hoy día », Coloquio Internacional, Los Indígenas de México en la época prehispánica y en la actualidad, Rutgers B.V., Leiden, pp. 232-243.

1987 Códices, Costumbres, Continuidad, un estudio de la religión mesoamericana, Archeologisch Centrum R.U., Leiden.
Notes de bas de page
1 Deseo expresar mi agradecimiento a Antonio González García, ex presidente del municipio de Acatepec y a las autoridades municipales y xiña de la comunidad de Apetzuca, en especial Alberto Neri Nayo, comisario, Bacilio Dircio Librado, coordinador, Emilio Lorenzo Espinoza, delegado de la palabra de Dios, Prisciliano García Flores, consejero del pueblo. Igualmente a las autoridades y xiña de Tres Cruces, en especial, Marcelino Reyes Agustino y Antonio Casimiro. Agradezco también a Rodolfo Avila Villegas, Concepción Asuar (CEMCA) y Jean-Marc Chavy (UMR 7535, Nanterre) su ayuda en la presentación de las ilustraciones no. 4, 5, 6 y 9. Las fótos (Fig. 1, 2, 3, 7 y 8) se deben a la ayuda de Jean-Dominique Bailleul (Universidad Paris VIII) y los Films du Village. Finalmente agradezco a Helios Figuerola y Guilhem Olivier unas observaciones y consejos valiosos.
2 Leonhardt Schultze Jena 1938, vol. 3.
3 Ver la descripción de un ritual en Oettinger 1973 y 1980, pp. 218-236 ; de tres rituales de Malinaltepec en van der Loo 1982 y 1987. Véase también Códice Cospi, 1994, pp. 267-287.
4 Carrasco 1960 ; Turner 1972 y Lipp 1991.
5 Provienen, según los autores, de la región de Cholula, de la Mixteca Alta o de la Costa del Golfo. Para una síntesis sobre este punto muy discutido, véase van der Loo, op. cit., 1987, pp. 28-31.
6 Nowotny 1961.
7 El proceso de fraccionamiento de los pueblos en la historia está detallado en Dehouve 2001.
8 Un artículo sobre el significado de estos rituales en la legitimación sagrada del poder político está actualmente en preparación.
9 De la abundante bibliografía dedicada al dios del Fuego señalamos unos títulos más importantes: entre los documentos originales, véanse la lámina 1 del Códice Fejérváry-Mayer, lap. 46 del Códice Borbónico y la obra de Sahagún (1985, L. VII, cap. X-XIII). Entre los análisis, Anders, Jansen y Reyes García 1991 ; López Luján 1993 ; López Austin 1985.
10 Broda 2000, pp. 225-267.
11 La relación entre un nuevo poder político y el sol está señalado por Guilhem Olivier 1995, p. 136, nota 45, citando a Sahagún: « Ahora alumbra el sol, es día: significa que algo nuevo aparece, un nuevo uso empieza, o el señor se asienta, está escogido ».
12 El cuadrado de leños no se realiza únicamente con finalidades rituales, sino que también sirve en la vida cotidiana para secar los leños verdes. Helios Figuerola (comunicación personal) ha notado la misma costumbre en Cancuc, en los Altos de Chiapas, donde, además, en una que otra ocasión, los campesinos se sirven de dicho cuadrado para encerrar de manera temporaria alguna gallina. Reconocemos aquí el papel secundario de « caja » o « corral » del cuadrado. Cabe precisar que el mismo simbolismo está compartido por otras construcciones, en particular el granero de maíz (cuezcomatl en náhuatl), en el cual se pone a salvo la cosecha.
13 El término náhuatl poton puede estar relacionado con potonia: « poner una cataplasma a alguién, emplumar a alguién ; en s. f. consolar, agraciar, ser misericordioso, liberal, dar una limosna », Siméon 1977, p. 394.
14 Según Berlin, Breedlove y Raven 1974 (ver el término tzeltal cilcil ’uhc’). El significado del término tlapaneco ina es hoja.
15 En la época prehispánica y colonial, esa región pagó muchos tributos de oro y todavía se conocen « minas » en ella.
16 El significado de los números que presento aquí y a continuación ha sido proporcionado por los habitantes de los pueblos, en especial, los xiña. Lo único que añadí a su exégesis son las referencias al pasado precortesiano.
17 Véase en particular León-Portilla 1993 [1956].
18 Cabe notar que 24 fue el número del Fuego en la « quema de leña » matrimonial realizada en presencia de Schultze Jena en los años treinta (Schultze Jena, op. cit., vol. 3, p. 149).
19 Los códices del Grupo Borgia y los códices mixtecos pintan muy a menudo los señores y los dioses con collares y coronas de flores: véase, por ejemplo, el personaje identificado por Alfonso Caso como un rey en el Códice Bodley 7-II (Caso 1977, t. I: Lámina V d). Alain Ichon señala por su parte que « On s’imagine les dieux rassemblés à l’Est autour d’une “Grande Table” couverte de fleurs et d’aliments, et eux-mêmes bien vêtus, bien ornés de colliers et de couronnes de fleurs » (Ichon 1969, p. 142).
20 Seler había tratado de hacer lo mismo, buscando números con significado astronómico, sin éxito. Por esa razón, había sido criticado por Nowotny (1961) y Peter van der Loo (1987).
21 Alain Ichon llega a conclusiones semejantes a propósito de los totonacos: « Il semble donc que les muñecos de bois totonaques correspondent aux figurines de papier tepehuas […] et otomies, le symbolisme numérique remplaçant pour désigner les dieux, celui de la forme et de la couleur. Mais ce symbolisme est limité aux nombres symboliques eux-mêmes : 4, 7 et 17, 12 et 13, 20, 25, et multiples de 25 ; alors que les combinaisons permises par les papiers découpés sont illimitées. Aussi assiste-t-on chez les Tepehuas à une évolution qui tend de plus en plus à éloigner la figurine de ce qu’elle était à l’origine et de ce qu’elle est restée chez les Totonaques : une représentation de la divinité » (Ichon, op. cit., p. 235).
22 El tema se presta para la comparación antropológica, y cabe señalar la interpretación proporcionada por el Veda hindú de la construcción del Fuego con 24 ladrillos (Malamoud 1986, pp. 77-98).

Pour citer cet article
Danièle Dehouve, « El Fuego Nuevo: interpretación de una « ofrenda contada » tlapaneca (Guerrero, México) », Journal de la Société des Américanistes, 2001, tome 87, [En ligne], mis en ligne le 17 novembre 2005. URL : http://jsa.revues.org/document1996.html. Consulté le 12 novembre 2007.
Danièle Dehouve

Laboratoire d’ethnologie et de sociologie comparative, UMR 7535 du CNRS
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© Société des Américanistes

Los Aztecas, Un Símbolo Mítico y Religioso. Monter García Margarita

Los Aztecas, Un Símbolo Mítico y Religioso.
Monter García Margarita

Quizás en clase algún profesor nos ha narrado historias llenas de símbolos en las que se trata de explicar un fenómeno o algún acontecimiento histórico, sin embargo, al escucharlas nos damos cuenta que lo llamativo de estas historias es la magia, la fantasía y la religiosidad con las que, en su momento, probablemente fueron utilizadas para instruir a la gente en algunas ideas determinadas.

Los pueblos mesoamericanos, y, en general, los antiguos pueblos, han mostrado una gran inclinación religiosa, la cual, entrelazada con eventos astronómicos, dan como resultado lo que nosotros conocemos como mitos. Pues bien, los aztecas no son la excepción de dichas concepciones sobre nuestro universo.

El mito que narraremos en este artículo será sobre el dios azteca Quetzalcóatl. Se dice que era un dios fuerte y poderoso (temido por todos), que reinaba en Tula. Como en la mayoría de las historias míticas existe el malo, el dios Tezcatlipoca, quien junto con los dioses Ihuimécatl y Huémac (dioses del vino) planearon debilitar a Quetzalcóatl, y lograr así su huida de Tula.

Existen varias versiones sobre la manera en que Tezcatlipoca consiguió su objetivo. Primera, su acción contra Quetzalcóatl empezó cuando le enseñó un espejo y éste viéndose muy feo y viejo, dudó por primera vez de su poder. Luego se efectuó una cena durante la cual Quetzalcóatl, bebiendo demasiado pulque con su hermana Quetzalpetlatl, se emborrachó y olvidó actuar en algunas ceremonias religiosas. La negligencia en estos servicios fue la causa de su salida.

Otra versión de este mito nos dice que mientras Tezcatlipoca y Quetzalcóatl jugaban a la pelota, el primero se transformó en jaguar, de tal manera que la gente que los miraba huyó y cayó en el abismo. Aquí el juego de pelota simboliza “el juego de los astros”, quizás un eclipse. En esta versión lo anterior fue el motivo de su viaje a Tlillan Tlapallan, donde desapareció.

Por otro lado en la narración de Fray Bernardino de Sahagún se cuenta que los enemigos de Quetzalcóatl debilitaron su poder gradualmente, y, cuando se sintió viejo, Tezcatlipoca le dió el vino del maguey para emborracharlo. En el mismo lugar, Tezcatlipoca habla sobre el país Tlillan Tlapallan, donde debía ir Quetzalcóatl para volver convertido en joven.

Una vez obligado a salir de Tula, ¿qué ocurrió?. Al respecto también encontramos divergencias sobre la estancia final de su vida:

*
Quetzalcoatl se dirigió a Tlillan Tlapallan (lugar del negro y rojo)
*
En este lugar se quemó, entró en el cielo y se convirtió en el planeta Venus matutino.
*
Fue solo a Cholula para gobernar esta provincia.
*
Antes estuvo en Cholula por un tiempo, pero nuevamente fue expulsado de ese lugar por su enemigo yéndose al país de
*
Tlillapa o Tlilapan -en la costa del mar- donde murió. Su cuerpo fue quemado y su alma se convirtió en estrella o cometa.
*
Caminaba paseando por muchos lugares hasta que llegó a la costa del mar donde hizo una balsa y salió navegando hacia Tlapallan.

La Luna (en forma creciente) se encuentra asociada a los recipientes de pulque, con el líquido fermentado. También se creía que el vino del maguey (su afluencia) dependía de las fases de la Luna después de la transformación del líquido dulce en licor embriagante, misma que necesita un ciclo y cuyas etapas también estaban asociadas a las fases lunares. Con lo ya mencionado confirmamos la asociación entre Tezcatlipoca, el pulque y la Luna, es decir, la Luna creciente del cielo vespertino.

Entonces podemos decir: Tezcatlipoca -Luna creciente del cielo vespertino- encontró a Quetzalcóatl – Venus vespertino- y lo debilitó de tal manera que éste se movió hacia el Sol, convirtiéndose en el Venus matutino. Muy probablemente los encuentros narrados pueden referirse a la conjunción de ambos astros.

Este mito azteca habla directamente de la conversión de Quetzalcóatl en estrella o el planeta Venus. Una fuente muy importante son los Anales en los que se dice que cuando Quetzalcóatl murió y se convirtió en la estrella que sale al alba, ésta fue nombrada también como Tlahuizcalpentecuhtli (señor del alba), bien conocido como el dios del planeta Venus y con quien fue asociado Quetzalcóatl.

Así esta interpretación astronómica del mito de Quetzalcóatl de nuestro pueblo antecesor azteca es símbolo sobre la manera de dejar volar la imaginación y de la gran afición, ya existente en esa época, por la observación de nuestro cielo nocturno (y por qué no, también matutino).

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Bibliografía

MORENO CORRAL Marco Arturo , comp., Historia de la Astronomía en México, La ciencia desde México 4., pp. 102- 122.

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