¿QUE ES UN CHAMAN?

“Para tratar con el Espíritu hay que ser espíritu…

Para ser espíritu hay que tratar con el Espíritu.”

Axioma Chamánico

1. EL HOMBRE-VINCULO: “Yo soy el que une”.

El chamán es la persona que dialoga con el Espiritu, que víncula realidades. Es un “puente”, un elemento de conexión entre las dimensiones, el Intermediario entre la Realidad Ordinaria y la Extraordinaria. Su habilidad de operar en ambas realidades con éxito se intepreta como prueba evidente de su poder.

Por ello su objetivo es el dominio de ambas realidades: visible y oculta. Actúa en cada una de ellas según las propias reglas que poseen y sólo cuando domina ambos campos de acción es considerado Maestro Chamán.

El chamán ha sido llamado el “especialista de lo sagrado”, por ser el hombre que practica el Arte Mistérico, el arte de vincularse con el Espíritu. Esto se expresa en una vocación y una búsqueda permanente de la Experiencia Sagrada, llamada también Extasis o Visión.

El chamán es el responsable de realizar la “Conexión Ancestral”, de realizar el enlace, la unión del hombre con el Cielo y la Tierra (Realidad Original). El encargado de “juntar” y “enlazar” expresando en su tarea el vínculo íntimo entre las cosas. Es el comunicador del Espíritu, consciente de la conexión profunda que se basa en AMOR . Enlaza las realidades encontrando el eje central, el centro esencial, poniendo así en contacto inmediato lo más profundo y lo más elevado de su propia naturaleza.

Por todo ello el chamán es el visionario, el “soñador”, encarna lo limítrofe , “Lo Otro” donde nada es lo que parece y el sueño puede hacerse realidad. Encarna y comunica el Misterio al vincular su realidad a la del Espíritu.

La figura del chamán concilia la unión de la tribu y la singularidad individual, y su mensaje de comunión se enfrenta a la ideología del antagonismo y competición como camino del éxito.

2. El HOMBRE-SABIO: “El que Sabe”

El Chaman es el hombre que Recuerda tanto el Vinculo Original del hombre con la Tierra y el Cielo como su propia Experiencia Sagrada.

Basándose en dichos hechos esenciales forja su conocimiento y desarrolla sus acciones.

El chamán es el primer Empirista, da relieve a la experiencia y aprende fundamentalmente de ésta. Es un investigador personal del Misterio, cuyos procesos causales son los que subyacen en la realidad que nos envuelve.

Por ello está continuamente reorganizando sus reveladoras experiencias personales basandose en el axioma de que un incremento de conocimiento es una ampliación de conciencia. De este modo, mediante la práctica chamánica, va atesorando conocimiento personal (sabiduría) y energía (poder).

Se le distingue de los demás por haber logrado integrar en la conciencia un número considerable de experiencias que para el mundo profano está reservado al Sueño y al Misterio.

El acto de recordar le permite hacer presente la Conciencia del Misterio, participando así del conocimiento del Espíritu de modo estable.

3. EL HOMBRE-MEDICINA: “Yo soy el herido, yo soy el sanado”

Es bien sabido que el chamán como prueba iniciatica, como base de su formación, ha de sufrir una enfermedad del alma. Es el desafío de su transformación mística.

El hecho de convertise en chamán se basa en el haber encontrado el Poder de la Medicina, es decir, en haber conseguido sanar.

El chamán trata de evitar por todos los medios el “encuentro”, y es llamado repetidamente hasta que llega el momento real de su iniciación. La enfermedad producida por su iniciación viene acompañada por el sentimiento angustioso de haber sido “escogido”, apartado de los demás, sin la protección del grupo. El chaman habita en una situación precaria, donde la soledad y el sufrimiento conviven con él cotidianamente.

Se ve “abandonado” a unas potencias terribles para el ser humano, y siente su identidad en tal estado de amenaza que se ve condenado a una muerte inminente.

La crisis total del futuro médico le condena a la “desintegración de la personalidad”: a la muerte iniciatica y a la vivencia del caos psíquico como preparación para una nueva creación (la muerte del “hombre viejo” para nacer como “hombre nuevo”).

El motivo básico de este desafío será la conquista de la muerte y la fragmentación psíquica. Sobre la experiencia caótica, desde la agonía y la Noche Oscura, surgirá con su victoria expresada en Afirmación de la Vida y la Unidad de la Realidad.

ESQUEMA BASICO DE LA INICIACION

Muerte : la Inmersión en el Misterio

Descenso a los Abismos de su Alma

(a)Tortura tenaz y sujección al miedo.

El chamán se ve preso en mano de enfermedades que son los “monstruos de la iniciación” , siendo despedazado en trozos que se distribuyen a esos “demonios” que le roban de este modo su salud, su totalidad como hombre.

Perdido y desorientado en un mundo desconocido e incomprensible para él, el chamán se ve “poseído¨” por la enfermedad. Se contempla a sí mismo impotente sin otra salida que en la Gracia Divina.

(b)Reducción a la Esencia Ultima e Indestructible.

El “despedazamiento” le deja indefenso e inerme, reducido a su simple latir vivo.

Para las tribus cazadoras este paso se expresa bajo la imagen del esqueleto (pues se considera al hueso como raíz ultima de la vida animal,la matriz de donde brota el alma). Para las agricultoras será una semilla que es enterrada en el Vientre de la Madre, al igual que el héroe es devorado por el Gigante del Mar.

Ascenso a los Cielos

El temor del hombre ante lo desconocido y la lucha que sufre en su interior es compensado por la Gracia Divina, por el Amor de la Madre hacia sus protegidos.

El chamán recibe revelaciones íntimas del Reino del Espíritu permitiendole desarrollar un conocimiento objetivo de la realidad del Misterio, revelaciones que serán la base de su futura medicina.

Paralelamente al intenso sufrimiento que vivencia es así lanzado a la experiencia del Extasis, al contacto objetivo con el Espíritu de la Vida…la Dicha.

Forja de su nueva alma

Combatiendo sin cesar contra sus enfermedades, buscando con ansia terrible la salud perdida, la recuperación de su existencia, el chamán vive completamente absorto en el ejercicio y adquisición de su saber y poder.

Cada victoria conseguida sobre una enfermedad le permite adquirir mayor dominio sobre sí mismo, y reconocer con claridad la causa de dicha enfermedad y el modo de salir de ella.

Renacimiento: la Nueva Vida.

Tras el terrible ocaso experimentando el chaman amanece a una nueva Tierra iluminada por el Espíritu. El chamán surge en una nueva realidad. Se ha perdido y vuelto a encontrar su camino, pero esta vez con un destino real. Ha retornado de su larga y profunda iniciación consagrado y vinculado al Espíritu, con su crisis resuelta y la enfermedad curada.

Ha experimentado la enfermedad, y sabe que sólo luchando contra los “demonios” (vampiros, espectros mentales, distorsiones psíquicas que roban la vitalidad al individuo en la oscuridad de su mente) puede recobrar el poder innato de su salud. Es más, el completo desarrollo de su realidad como individuo.

Para ello debe afirmar la vida donde es negada, pues en este proceso de afirmación sana y negación enfermiza (tesis-antítesis) tan sólo queda la afirmación de la afirmación (síntesis): la Verdad postulada desde el Origen.

Y todo ello con la ayuda del Espíritu.

El hombre-médico comprende que su alma se había “perdido”, y que la Compasión Divina le ha devuelto al “camino bueno”, a la “senda de vida”. En este Viaje por el Interior del Ser el hombre-medicina ha comprendido que la Curación es devolver el alma a su propia Senda Real.

Senda que es estipulada por el propio Espíritu a cada una de sus criaturas.

“EL CUERPO COMO TERRITORIO SAGRADO

“EL CUERPO COMO TERRITORIO SAGRADO

Carlos E. Pinzón

Gloria Garay A.

Con está ponencia queremos contribuir a la comprensión de los
procesos indígenas de construcción del territorio en el suroccidente
de Colombia. Mostraremos que las estrategias de defensa del
territorio de inga y kamsa se entienden sólo cuando se contextualizan
dentro de construcciones interétnicas como las redes de chamanes y
curanderos, en las cuales estos indígenas juegan un papel
preponderante, hoy en día, al punto que la memoria de proyectos
andinos y selváticos se encuentra en los jardines sagrados y cuerpos
de sus chamanes.

La memoria hacia la exterioridad

En el suroccidente de Colombia, los diversos grupos indígenas
comparten una topología moral del poder chamánico que otorga la mayor
fuerza de esta poder a las comunidades de la amazonía (Chaumeil
1991). En estudios anteriores (Pinzón y Garay 1991, 1990, Pinzón y
Suarez 1991) hemos examinado la relación de inga y kamsa del Valle
Sibundoy con los proyectos indígenas del noroeste de la amazonía
pero, para comprender mejor su particular producción y formas de
defensa del territorio, debemos considerar sus interacciones con las
comunidades indígenas andinas de la región.

Tomaremos el caso de los paez porque sobre ellos se han realizado los
estudios más completos (Bernal Villa 1953, 1955, 1956, Sevilla Casa
1976, Henman 1978, Rappaport 1990, 1989, 1988, Portela 1990 y 1991,
Gómez y Portela 1993, Portela y Gómez 1994, Jimeno 1990, Sánchez
1991, Faust 1987 y otros), aunque la principal razón es que,
reconstruyendo la historia de este grupo, otros autores desarrollaron
conceptos claves para entender la producción de la memoria colectiva
en comunidades indígenas.

Precisamente Rappaport es quien recoge dos importantes dimensiones de
esta memoria. Una primera1 que se construye en la relación de los
paez con los españoles, durante la colonia, y con el Estado
Republicano y constituye un claro ejemplo de los discursos y
estrategias que crean los indígenas sobre ellos mismos para pasar los
filtros hermenéuticos hegemónicos, justificando para éstos su
existencia y el derechos a su tierra.

Los paez bien pronto tuvieron que recurrir al desmonte de los
imaginarios que los españoles habían construido sobre los habitantes
del Nuevo Mundo. Ellos comprendieron que, según el imaginario
español, las formas indígenas válidas de transmisión de la posesión
de la tierra se basaban en el patrón incaico de estructura del poder.
de allí que reprodujeran la herencia dinástica de la tierra a través
de cinco generaciones cuyo origen remontaron a una deidad, las
estrellas, en el caso de Juan Tama. Este modelo del incanato era el
que más se acercaba al de la monarquía española católica y con base
en él los conquistadores jerarquizaron los pueblos y la geografía de
esta región del Nuevo Mundo. Los más “salvajes” fueron aquellos
difícilmente atrapables por las estrategias de control españolas y
que más se alejaban del modelo incaico (Taussig 1980). Los paeces de
fines de siglo XVII buscaron, por lo tanto, una ubicación favorable
para sus reclamaciones dentro de esta topología moral de los
españoles. Aunque años antes hubieran sido calificados en la
categoría de “salvajes” debido a lo que era, en ese entonces, su
estructura de poder suelta, móvil, “situacional” más que formal o
hereditaria, característica de grupos no jerarquizados que coalescían
y se fragmentaban con facilidad.

Sin embargo, no era suficiente que los paeces presentaran una
genealogía aceptable para que la posesión de sus tierras fuera
legítima ante las autoridades españolas. Dicha genealogía debía
expresarse dentro de una narrativa particular cuyo formato ineludible
era el lenguaje escrito de los instrumentos jurídico-administrativos.
De modo que los paeces entraron en contacto con el papel y la
escritura, con las fórmulas genealógicas del poder español que se
remontaban ya no al sol, ni a las estrellas como en el caso de incas
y paez, respectivamente, sino a un Dios católico, señor del Rey, de
los españoles y, por ende, de los indios. Era necesario dejar
testimonios escritos y seguir los procesos jurídicos de la colonia
para conservar el territorio bajo la figura del resguardo, mediante
testamentos y otros documentos tal como lo hicieron varios caciques
paeces.

La efectividad de su estrategia ha perdurado. Los resguardos
conformados de esta manera han permitido que, a pesar de las
presiones legales e ilegales, los paeces actuales dispongan de
argumentos válidos jurídicamente para defender sus tierras dentro del
contexto de la legislación vigente en la República.

Pero, además de conocer y aprender a hacer uso de estas herramientas
legales, la deconstrucción que los paeces hicieron de las estructuras
del poder colonial fue más allá de lo que era visible para los mismos
españoles. Aislaron y trataron de hacer uso de las dimensiones
mágicas de la escritura, aquellas que legitimaban la propiedad de un
terreno sobre la base de un documento escrito (testamento, compra,
venta) no legalizado. Igualmente, develaron lo mágico de
las “Sagradas Escrituras” donde el Verbo, hecho carne, se hacía
letra, erigiéndose en el respaldo moral de la movilización masiva de
los paez para explotar haciendas y minas, o de la exigencia de
tributaciones o de la ocupación de tierras. Tropezaron también los
indígenas con la magia de los registros en los libros de las
iglesias, inicialmente, luego en las oficinas del Estado Republicano,
de modo que se podía estar vivo, trabajar, tener hijos pero no tener
existencia legal a menos que apareciera el nombre de esa persona
escrito en esos registros o, en su defecto, las huellas dactilares o
las de las plantas de sus pies. Incluso en asuntos de conjuros y
rezos percibieron los indígenas la fuerza que otorgaba la escritura a
las fórmulas mágicas pero tajantemente se diferenciaban de esta
fuente de poder que ellos consideraban inferior a la de sus hombres
sabios.

Ese esfuerzo por demostrar los proyectos hegemónicos que los
indígenas, en general, vienen realizando desde hace más de quinientos
años, se acerca a las propuestas de autores que han abordado las
connotaciones mágicas de la escritura en la modernidad. La
deconstrucción lingüística, histórica, filosófica con Derrida,
Foucault, Deleuze, Guattari,Castoriadis a la cabeza, nos muestra cómo
se construye a través de narrativas y prácticas, el sujeto
individual, el hombre, el ciudadano, la civilización, el progreso. En
antropología, autores como Geertz, J. Clifford, Renato Rosaldo, por
nombrar algunos, se han encargado de hacer visibles los ejercicios
etnográficos de producción del “salvaje” y el “civilizado”.

La diferencia estriba en que los primeros aprendieron a utilizar
estas reglas dentro de los juegos de la producción de la realidad
colonial y republicana para generar un espacio donde pudieran
realizarse los procesos de construcción del mundo que daban sentido a
sus existencia, en tanto que nasa o paez, para el caso que revisamos.

Memoria , cuerpo y territorio

Exploremos , por lo tanto, hasta donde las fuentes nos lo permiten,
en qué consiste ser paez y vivir en territorio paez. Con ello
incursionaremos, a la vez en una dimensión2 de la memoria que se
dirige hacia los trayectos de interioridad de los proyectos indígenas.

La producción del territorio requiere, según Rappaport, tres
actividades esenciales del cuerpo ver, caminar y cultivar.

Si se es paez al ver el paisaje desde los altos picos de las montañas
reconstruye la topología moral forjada desde la historia paez. Así
distingue, en las partes altas, los páramos donde habitan los
ancestros, los caciques, el arco y el trueno y las lagunas de origen
donde el agua detenida es fuente de vida como lo es una mujer cuya
menstruación se detiene. Reconoce los cerros donde se refugian y
meditan los the’ wala. Sigue los cursos tortuosos de los ríos y
quebradas que van bajando desde los páramos hasta las dañinas tierras
cálidas, refrescando y recibiendo al pta´z o “suciedad” de quienes
viven o hacen rituales en sus márgenes. Diferencia el territorio
cultivado del incultivado donde el duende señorea, atento al buen uso
de los recursos, a las ofrendas de los paez que quieren acceder a su
uso y a comunicarse con quienes elige para transmitirles conocimiento
u orientarlos en su búsqueda.

Cuando camina este territorio, se lo apropia en las misma forma en
que lo hizo Juan Tama y ahora lo hacen los chamánes y líderes en sus
recorridos, llegando a las lagunas donde los nuevos gobernadores
sumergen los bastones de mando para legitimar sus mandatos. La
aprehensión y el temor se disparan cuando ingresa a los espacios no
cultivados, ante la posibilidad de tropezar con los duendes o el arco
iris. Cuando pasa por las rozas transcurre por el tiempo de cultivo
que tiene cada una de ellas, ya que entre los paez el tiempo de la
roza es una medida espacial. Además, recorre la historia paez al
ponerse en contacto con los procesos, los conflictos, los eventos
memorables inscritos en este paisaje. Al caminar transcurre
simultáneamente por el espacio y el tiempo paez.

Cultivar es convivir con la tierra, transformarla, pero bajo los
códigos que regulan los intercambios entre ésta y los hombres. Por
ello los paeces hacen ofrendad al duende o al arco antes de la
siembra, antes de vender o consumir animales, antes de cosechar o
rozar, reconociendo, así, que ellos están insertos dentro de una red
de relaciones que involucra a todos los seres. De esta manera aunque
tierra, agua, sol, estrellas, plantas, animales, paeces y no paeces
se afectan unos a otros, con cada ofrenda los paeces actualizan los
compromisos adquiridos en su proyecto cultural para mantener la vida
y la posibilidad de intercambios viables, en el presente y para el
futuro. Porque cuando “ven”, también velan, cuidan, se preocupan por
los otros y es fundamentalmente con la agricultura que se reapropia
el territorio, condición esencial para pensar un futuro paez.

De este modo, el territorio es humanizado mediante las actividades
del cuerpo pero ese cuerpo que lo ve, lo camina, lo cultiva ha sido
simultáneamente construido para responder a esta humanización. Para
aclarar esta relación que comenzamos a plantear entre cuerpo y
territorio es preciso recurrir antes a un mecanismo central utilizado
por los indígenas en la elaboración de su historia. Mediante este
mecanismo, llamado por Rappaport telescoping, los paez crean imágenes
en las cuales condensan simbólicamente complejos procesos. Es el caso
de la imagen de Juan Tama que concentra los esfuerzos paez por
defender su tierra durante una época de la colonia3.

Lo que importa aquí es que el telescoping opera también para los
procesos de conocimiento de su propia cultura. Así las lagunas
sagradas condensan los saberes que permiten el devenir paez y su
movimiento se realiza a través del trueno, del arco iris o el duende,
bajo un paradigma de calor y frío. En cada interacción, se produce el
movimiento de frío o calor, en direcciones adecuadas (derecha-
izquierda) o inadecuadas (izquierda-derecha), con sus diversas
intensidades y frecuencia. El desplazamiento ocurre entre polos, cada
uno con constituciones o flujos singulares, según el tiempo,
su “naturaleza” fría o caliente, las relaciones con otros. Si es
humano según la edad, su género, su trabajo y actividades, sus
problemas. Por lo tanto, escoger una ubicación ideal de la vivienda,
de las zonas de trabajo y de relación social, es fundamental para
llevar una vida “wet”, lo cual traduce, simultáneamente, una vida
saludable-feliz. Para ello se seleccionan las “alturas medianas”,
esas partes frescas donde para el paez o nasa existe un mayor
equilibrio entre frío y calor, el óptimo para su cuerpo y donde se
puede producir maíz y frijol, los alimentos básicos, dentro de esas
buenas condiciones. De no vivir bajo relaciones armoniosas se corre
el riesgo de que sea consumida la energía vital del paez, hasta su
muerte, quedando su cuerpo como el hielo (o “piedra-agua”) estado en
el cual el agua ha perdido todo su calor.

En condiciones ordinarias4 las vibraciones de estos intercambios de
calor y frío se sienten mejor, se atenúan y regulan con el uso ritual
de mama coca, traduciéndose en el lenguaje de señas, el saber-
movimiento que recorre el cuerpo de los especialistas (the´ walas)
como el movimiento atenuado del agua sobre la tierra. El arbusto de
la coca recibe y hace fructificar la energía del sol en alianza con
la tierra, de ahí que sea la vía al conocimiento, es decir, al saber
como relacionarse con el territorio de acuerdo a las regulaciones
culturales presentes en la cotidianidad para que éste fructifique,
los enfermos, los problemas en la familia, en la casa o en los
cultivos, las muertes de los animales protectores y los especialistas
de la sensopercepción (o the´ walas) son receptores del entrabamiento
de los circuitos de la energías del territorio.

Pero los the´ wala disponen del conocimiento para ancauzarlos
adecuadamente mediante los rituales, uno de cuyos actores principales
es el agua. Con los rituales los paeces regulan estas interacciones
con el territorio, al punto que Gómez y Portela dicen que los
paez “lo practican tanto que parece una obsesión, desde el nacer
hasta el morir, incluso antes y después está latente” (1993:283).
Bajo las formas de la “limpieza”, el “refrescamiento” y el “ofrecer”,
aisladas o combinadas, el ritual es omnipresente.

En esta forma, puede apreciarse que la construcción del territorio
entre los paez, es un proceso que va de la mano con la del cuerpo de
los paez. En palabras de un The´wala, cansado de tantas preguntas:

“Con las investigadores solo es posible transmitirnos la voz y
relacionarse, mientras entre nosotros nos comunicamos viendo el
territorio y compartiendo en comunidad” (citado en Gómez y Portela
1993: 287)

Siguiendo a Gómez y a Portela (1993), más allá del conocer científico
occidental, del reconocer jurídico, se trata de “ser del territorio”.
Sentir el territorio sólo es posible si cuerpo y territorio están
inscritos por los mismos procesos de modo que uno es paez si puede
sentir el sentido de su cultura en sus relaciones con el mundo y
consigo mismo.

Ahora bien, es a partir de este territorio-cuerpo humanizado que los
paez reinterpretan sus relaciones con los afueranos (Estado,
guerrilla, religiones, hegemonía local, etc.). Ellos recrean su
historia, encuentran mecanismos rituales de transacción, buscan
nuevas ubicaciones dentro de los nuevos sistemas de fuerzas que se
conforman, proponen una redefinición de su situación de acuerdo con
las móviles condiciones exteriores para lograr una mayor posición
negociadora. Es decir, presentan facetas hacia la exterioridad. Todo
ello con el fin de poder dar continuidad a su proyecto.

Conocimiento y poder en los chamanes del Valle de Sibundoy

A su turno, los indígenas del Valle de Sibundoy, tuvieron en Carlos
Tamabioy el Juan Tama de los paeces. Lo cual muestra que ellos
también participaron en el desciframiento de la estructura del poder
colonial para crear estrategias de supervivencia cultural6. A pesar
de la severa interferencia con su territorio indígena (encomiendas,
colonización masiva dirigida de los capuchinos, proyectos estatales)
hoy en día mantienen resguardos y han logrado el reconocimiento de
reservas. Aún siendo un valle compartido registra todavía la historia
de estas comunidades y se sus conflictos con los proyectos
hegemónicos. Así sus marcas están en el cerro de Patascoy, de donde
se dice huyó uno de los más persistentes misioneros capuchinos
eludiendo la fuerza “Salvaje” de los chamanes muertos de antigua, en
los duendes que habitan las quebradas y corrientes de agua seduciendo
con su música o que castigan y enredan en los caminos a quienes se
portan mal, en la laguna de la Cocha ligada a recorridos rituales, en
los ríos y quebradas que con sus desbordamientos periódicos traían la
fuerza de las altas montañas requiriendo los apaciguamientos cíclicos
en cada nuevo periodo, en los páramos y bosques, fuentes de plantas
medicinales y de animales con poderes de curación, en las corrientes,
caminos, cruces y sitios que tienen reputación de mala hora y que hoy
en día originan los sustos y mal aire tanto a indígenas como a
colonos. Pero es en los jardines de los chamanes, pequeños huertos de
más o menos 20 metros cuadrados, donde se concentra uno de los
depósitos de memoria más importantes de los proyectos de identidad
posibles para estas comunidades, en el contexto actual.

Cuando conocimos a los chamanes inga y kamsa del Valle de Sibundoy,
lo primero que ellos resaltaron como punto fundamental fue que
debíamos ver las relaciones que ellos establecían con su mundo y el
de los blancos, para poder reconstruir su realidad como chamanes. Lo
que nos pareció en un comienzo, un discurso desafiante, poco a poco,
se convirtió en una posición etnográfica. Si permitíamos que los
chamanes rechazaran las preguntas que hacíamos sobre su mundo parecía
un horizonte muy fecundo en donde, evidentemente, la petición de
principio de los chamanes consistía en que nos ubicáramos en un punto
desde el cual pudiéramos hacer una lectura viable de su saber. Esto
se tradujo en la solicitud expresa de acompañarlos en las tomas de
yagé. Hasta aquí nada sorprendente. Pero lo que importaba no era
tomar yagé sino permitir que ellos nos hilvanaran el proceso dentro
del cual está inscrito el yagé para evitar que nos perdiéramos en
nuestros imaginarios sobre el poder de esta planta-maestra. Un chamán
ingano nos aclaró muy bien el problema: “Yo he gastado toda mi vida
tratando de entender el yagé para llegar a ser taita. Ustedes quieren
en una hora, en una graba (grabación) comprenderlo? Yo he tenido que
pasar por fases distintas: paciencia, conciencia y ciencia”.

Estas afirmaciones eran el primer compás de advertencia para que no
redujéramos a esquemas simplistas relaciones muy complejas. Al mismo
tiempo nos instaba a buscar la lógica de ese mundo más allá de los
modelos explicativos que teníamos a mano. Cuando un segundo chamán
nos dijo “El yagé pinta la sangre india” nos estaba dando las reglas.
Quienes conocían la cartografía de su mundo eran ellos y para
recorrer esta cartografía había que construirse como indio. De
acuerdo con su experiencia con diferentes investigadores y
otros “blancos”, los no-indios podían recorrer trayectos parciales de
esta cartografía. Entonces, si como lo afirmó un tercer chaman: ” la
sangre se va pintando y así es como se va volviendo uno taita”, cómo
se lograba pintar la sangre? Don Alejo, un chamán Kamsá de 85 años
fue bastante explícito en este sentido.

“Uno no es nadie hasta cuando empieza a pintarse. Algunos creen que
la pinta de la sangre se hace sólo con yagé. Algunos toman un poco de
eso y ya se creen taitas. Para mi fue muy difícil. Yo empecé muy
pequeño, empecé aquí en el Valle. Así duré tomando yagé y aprendiendo
de planticas como hasta jovencito. Eso de verdad es muy bonito. Uno
debe aprender que todas las cosas tienen pintas, todo es pinta-gente.
No hay una sola plantica que no sea pinta-gente. La pinta-gente de
las cosas y de las plantas, al principio, sólo se ve con yagé. Lo que
uno ve no son locuras. Cuando uno viaja en el yagé, el yagé llega
primero..Es como el guardián del camino. El yagé son los ojos y la
luz que lo guían a uno si uno le conviene el yagé. Y ahí aparece la
pinta-gente. Uno tiene que ganársela, los taitas le enseñan a uno a
reconocerla. Si no, uno viaja como cuando uno va en bus viendo pasar
rápido y rápido las cosas. En cambio el taita dice esta gente es
siona, es inga o es coreguaje. Cada plantica es de una gente. La
gente llega con tambores y con flautas, con la cara pintada, con
plumas y con cantos y soplan o chupan o paran el tiempo o lo
devuelven. Cada plantica tiene su poder.

Pero es sólo lo primero, el taita le presenta a uno la pinta-gente
pero ellos no le enseñan a uno a chupar o a soplar o a devolver el
tiempo. Eso hay que ganárselo. Esas gentes que aparecen vienen del
jardín del taita. Cuando uno ya ha visto suficiente gente, hombres y
mujeres, gente animal, está listo para empezar a querer y a hacerse
conveniente con las pinta-gente de las plantas. Ahí es cuando hay que
empezar a viajar pero no en el yagé sino ir a buscar a los taitas-
maestros de esas tribus. Ahí es cuando viene lo difícil. Hay que
bajar a la selva, pagar con trabajo lo que uno aprende. Entonces
conoce los jardines del taita, esos están regados por todos lados
allá en la selva y sólo el sabe dónde comienza y termina su jardín.
Cada uno de los sitios tiene poder y uno lo siente cuando pasa por
ahí. Si usted lleva mal en el corazón, se está lleno de envidia, la
gente se aparece como guerreros terribles, con la piel de los
animales. Si el corazón es bueno y fuerte, ellos se acercan y lo
invitan a danzar. Ahí comienza el convite. Después usted tiene que
coger las plantas del jardín del taita y aprenderlas a sembrar. Pero
no en cualquier lugar. Es donde ellas prendan. Cada plantica tiene su
tierra especial, su sitio especial, su sombra o luz especial, se
gente-planta compañera. Eso es conocer. El taita le dice a uno “Usted
ya sabe pero no puede. Usted ya sembró la pinta gente en su sangre
como lo hizo en la tierra. Ahora para que ellos le ayuden para que
ellos sean poder usted debe ser más fuerte que ellos”.

Uy entonces viene lo duro, duro. Hay que tomar yagé otra vez. Pero
ahora el yagé ya no es guardián. Ahora es poder de la selva para
conquistar, para aprender a trabajar. Usted, entonces se adentra en
la tierra. La gente se desmanda contra usted haciendo lo que ellos
saben hacer. Lanzar rayo, quemar brujería, inundar la selva, parar el
tiempo dejándolo a uno suspendido, regresarlo a niño, asustarlo. Si
usted lucha, si usted es paciente, si tiene el corazón fuerte,
entonces usted aguanta, usted es guapo. Entonces sí, la gente amaina
y ya están listos para que usted los encante. Ahí es cuando el taita
enseña la canción. Usted canta pasito primero, poquito a poco, y la
gente va viniendo, va llegando. Entonces ellos hacen lo que ellos
saben pero por la fuerza de uno, por la orden de uno.

Ahora, lo último que se hace con eso cuando ya ha sembrado y prendido
en la sangre, es sembrar en su propio jardín. Pero eso sólo llega
cuando usted ya ha ido donde muchos taitas, donde muchas tribus,
donde los “amigos” y ha sembrado todos los distintos poderes en
usted. Entonces usted ya tiene el jardín en su sangre, ya tiene los
cantos en la voz, ya tiene el curiyacto en la frente, ya el mundo
está ordenado en uno. Ahora sabe y puede. entonces sí puede ir a su
tierra y hacer su jardín”.

Jardín Chamánico y memoria interétnica

Para entender el anterior relato debemos recordar que el poder
chamánico entre los siona, los coreguaje y los cofán es producto de
la buena marcha de los procesos mediante los cuales cada uno de estos
grupos regula la interacción entre tierras, plantas, animales y
hombres y entre sus respectivos proyectos. Así la energía finita que
diariamente llega del sol se distribuye por los circuitos
domésticados donde están incorporadas dichas interacciones,
permitiendo una existencia viable para cada uno de quienes participan
en esta red ecológica. Una mayor posibilidad de vivir se facilita, en
este contexto, con el enriquecimiento de la complejidad y variedad de
los circuitos que mantienen la energía utilizable para la red antes
de que escape y se desperdicie. De ahí que estos proyectos indígenas
incrementen la biodiversidad como estrategia de supervivencia. En
esta tarea de experimentación son líderes los chamanes quiénes
recogen también los nuevos campos que se abren en su comunidad
procurando mantener siempre la armonía entre estos nuevos circuitos y
los ya existentes. Lo anterior se traduce en especializaciones del
poder chamánico según grupos étnicos ( y aún entre chamanes de una
misma comunidad) que son reconocidas y buscadas por quienes quieren
aprender sobre ellas. La memoria de estos proyectos se mantienen en
procesos claves que se condensan en emblemas tales como plantas,
animales, lugares y, en forma especial, en las plantas maestras,
verbi gracia el yagé. Es así como los chamánes cuando entran en
contacto con ellas dentro de su carrera ceremonial lo que hacen es
conocer los procesos de humanización que cada una de estas
comunidades ha forjado bajo un paradigma energético.

Y esto es lo que nos muestra el anterior relato. A un chamán del
Valle de Sibundoy que inicia un proceso de conocimiento de los
circuitos de humanización de varias comunidades amazónicas, los
cuales codifica bajo el paradigma energético y posteriormente
decodifica para construirse como chamán y jardín, en tanto que prueba
viviente de que tiene el conocimiento y puede canalizarlo para
producir realidad viable. De allí se origina su poder, poder de
curar, poder de vivir. De forma que los borracheros7, los chondores,
los cuyanguillos, los vinanes y las otras plantas sembradas en los
jardines sagrados y en sí mismos son los emblemas y operadores con
los cuales los chamanes guardan, reconstruyen y restauran el sentido
de los procesos que hacen la realidad de cada comunidad.

Como parte de una red ecológica particular, cada planta, animal u
hombre forma parte de “gentes” que deben conocer mutuamente sus
respectivas formas de conexión con ella y los ámbitos viables de
relaciones posibles entre ellos para participar equilibradamente de
la energía vital disponible, lo cual nos acerca al concepto de
ecosofia según Arhem (1990). De ahí que activar estas relaciones es
activar la memoria depositada en ellas, recordando a los hombres
continuamente la necesidad de mantener la armonía. Aún más, de ahí
que se requiera de todo o la mayor parte del territorio para que los
proyectos culturales puedan continuar su existencia. Y esto es válido
también para los paeces.

La diferencia con los indígenas del Valle de Sibundoy es que éstos
realizan, por así decirlo, un telescoping de los telescoping
elaborados por los indígenas de la amazonía y de los andes. Ya no
requieren de todo un territorio sino de unos cuantos metros cuadrados
y de sus propios cuerpos. En los emblemas que ellos construyen
concentran los procesos nucleares para construir las ecologías
amazónicas y andinas.

Redes de chamanes, territorio y memoria

Lograr esta posición fue producto de la particular alianza entre dos
comunidades indígenas de diferente tradición. Los inga son quechua-
hablantes que, en forma escalonada e intermitente, han llegado desde
el piedemonte amazónico peruano hasta Colombia, dejando enclaves el
lado de cada una de las comunidades cuyos territorios han transitado
(Ramírez 1991). Usualmente se han mantenido invisibles frente a los
estudiosos de esas comunidades quienes hacen breves referencias sobre
ellos – su posición de “inferioridad”-, sin que aparezca una
explicación clara sobre qué hacen ahí. Si embargo, cuando se comienza
a adoptar una dinámica interétnica surgen otras lecturas sobre ellos.
Aparecen, por ejemplo, como una barrera protectora y mediadora para
los grupos shuar frente a los proyectos hegemónicos de la colonia8.

Para cuando los españoles tomaron contacto con lo que hoy es el
suroccidente de Colombia, estas migraciones ya habían establecido
enclaves en el valle se Sibundoy, a medio camino entre el piedemonte
amazónico y el altiplano nariñense, en la Cocha (ubicada arriba en
los andes) y, posteriormente, se tiene noticia de un movimiento hacia
Nariño, en la región de Aponte y el asentamiento de un nuevo grupo en
la localidad de San Andrés, en el Valle de Sibundoy.

De modo que llegaron al Valle de Sibundoy con el bagaje de sus
relaciones con siona, coreguaje y cofán, en particular, con lo
aprendido de cada uno de esos grupos respecto a las especialidades
chamánicas reconocidas en la red. Sus experiencias, los límites que
les eran impuestos, el alcance de su capacidad quedaron plasmados en
los relatos de poder que no hacían otra cosa sino reconstruir las
jerarquías vigentes hasta mediados de los cincuenta.

Así pues, los grupos quechua hablantes que llegaron al Valle de
Sibundoy en épocas prehispánicas negociaron una forma de convivencia
con el grupo asentado allí. los kamsa, agricultores que formaban
parte de los quillacinga de montaña quienes se caracterizaban por
tener una apropiación microvertical del territorio, desde los
páramos, pasando por el valle que es origen de un importante río que
atraviesa la amazonía colombiana, y acercándose al piedemonte
amazónico. Si bien hubo una cesión del territorio kamsa los inga
proporcionaron a los kamsa sus contactos para acceder a los carreras
ceremoniales chamánicas de la amazonía. Y esta negociación tuvo en
cuenta que el poder de los chamanes kamsa se distinguía por el uso de
la Brugmansia, de la cual eran hábiles manejadores al punto de ser
capaces de producir múltiples subvariedades de esta planta, temida
tanto en la amazonía como entre las comunidades indígenas andinas.
Aún hoy en día los paeces asimilan la brugmansia a la fuerza trueno y
no forma parte de los poderes que dominan en sus carreras
ceremoniales.

Esto nos trae de nuevo a la perspectiva intercultural que estamos
adaptando. La topología moral que ubica con mayor poder al Valle de
Sibundoy frente a la zona andina continuó presente durante la
colonia, como lo muestra los sucesos recogidos en los juicios sobre
brujería en Buesaquillo, localidad cercana a Pasto en el altiplano
nariñense (Salomon 1983). Hoy en día los chamanes inga y kamsa
incorporan, en su jardín y en sí mismos. el poder de los andes a
través de emblemas que lo condensan. Es el caso del cóndor vinán,
fuerza del aire, fuerza que se eleva sobre la de las montañas y es el
requerido cuando se trata de recoger y destrozar la sustancia de la
brujería. También del “venado borrachero” (una subvariedad de
brugmansia) el cual proporciona el cháman la ligereza y velocidad
para esquivar y huir de las agresiones. O incluso del oso (no
identificado) cuya garra es utilizada para espantar los mensajes
deletéreos, las , malas influencias que llegaron a los pensamientos y
los sueños. Claro que la incorporación la realizan mediante el yagé
quien les da acceso a las pinta-gente respectivas.

En la actualidad, todas las comunidades indígenas que participan de
esta red han sufrido acentuados procesos de cambio cultural. Ha sido
un impacto deletéro sobre las poblaciones indígenas del bajo Putumayo
y sobre sus territorios debido a la intensidad y rapidez de los
procesos interferentes (proyecto capuchino de colonización, guerra
por límites con el Perú, explotaciones petroleras, apertura
desbordada de fronteras de colonización, entrada del narcotráfico y
la guerrilla, ejercito). Langdon (1991) ha reconstruido entre los
siona el deterioro del territorio, es decir de las formas de
humanización, lo cual llevó inicialmente a una radicalización de los
chamanes quienes, al no poder desarrollar estrategias de defensa
efectivas del territorio, vieron decrecer su poder. Actualmente esta
autora (Lagdon 1993) hace referencia a un chamanismo sin chamanes
donde, a pesar de la ausencia de chamanes maestros siona, las
narrativas que se construyeron para interpretar los conflictos, las
enfermedades, los sueños, los eventos de la vida cotidiana que los
siona hacen aflorar una visión del mundo donde se puede apreciar que
estos procesos que producían el territorio aún actúan sobre la
realidad del cuerpo.

Si se ve este fenómeno en forma aislada estaríamos frente al fin de
una historia. La perspectiva cambia si recordamos que los siona
forman parte de una red en la cual los nodos de la memoria colectiva
se pueden desplazar dando quizás tiempo a que se generen nuevas
estrategias locales. Es importante tener esto en mente porque lo que
ocurrió entre los siona se repite entre los coreguaje: en el linaje
de los grandes maestros Piranga, Miguel Piranga declaró recientemente
que estaban cerrados los caminos del yagé (Comunicación personal).. Y
entre los cofán algo similar está ocurriendo.

La crisis ocasionada por la ausencia de chamanes propios ha llevado a
los coreguaje y los siona a buscar chamanes inga y kansa para hacerse
curar ya que, aunque los territorios están intervenidos, la lucha se
esta llevando a un ultimo terreno, el cuerpo que esas culturas
producen. Este reducto mantiene la posibilidad de construir
relaciones entre hombre y naturaleza que se conectan fácilmente con
los procesos rituales propuestos por chamanes inga y kamsa. De este
modo se ha originado una transformación dentro de las jerarquías de
chamanes que fue posible porque la red tenía una posibilidad de
respuesta, presente desde hace muchos años, en la estrategia de
producción del poder chamánico elaborada por inga y kamsa.

EL DIAGNOSTICO EN LOS SISTEMAS MÉDICOS TRADICIONALES

EL DIAGNOSTICO EN LOS SISTEMAS MÉDICOS TRADICIONALES

Las civilizaciones antiguas, como los Incas, los Mayas y los Aztecas, en su esfuerzo de interactuar con la naturaleza y sus elementos, han llegado a un vasto dominio de su hábitat ecológico y de su entorno natural y saben perfectamente y en detalle los momentos de lluvia, de frío, de calor y conocen como estos factores climatológicos pueden intervenir alterando la vida emocional y física del hombre, de los animales y de las plantas .Saben el comportamiento de los vegetales, animales y minerales, en situaciones en que la naturaleza está alterada. El hombre en contacto directo de plantas, animales, minerales, conoce los rasgos normales y las alteradas, este conocimiento de signos, señales, actitudes los utiliza como indicadores o señales de hechos funestos, o de alteraciones en la salud, teniendo en cuenta de que la salud es el equilibrio con todos los elementos que le rodean al hombre.

Para prevenirse de hechos catastróficos y para controlar problemas de enfermedades y la muerte, han creado un lenguaje de comunicación entre animales y hombres, entre minerales y hombre, entre vegetales y el hombre. El intérprete de estos lenguajes simbólicos, figurativos, actitudes, acciones alteradas, ruidos, y toda manifestación sobrenatural es el Chamán, el Maestro Curandero, ellos están preparados para interpretar el lenguaje de la naturaleza, de los animales, vegetales y minerales , y gracias a ésta pueden hacer diagnósticos de salud y enfermedad. Pueden prevenir y pronosticar. Para los andinos que viven de la agricultura y la ganadería, principalmente los animales, las plantas y los minerales son considerados como seres humanos, les confieren atributos y cualidades similares al humano, por esta razón pueden diagnosticar y curar enfermedades como lo hacen los humanos. Según la teoría de los andinos las plantas y animales tienen una sensibilidad mejor preparada que los hombres, pueden captar y dar lectura con precisión los distintos mensajes que la naturaleza envía , ellos pueden captar sobre la enfermedad y la salud, hechos sobrenaturales y la muerte. Los Chamanes y Maestros Curanderos, suelen decir que los animales tienen mejor clarividencia y tele audiencia que los humanos, ellos afirman que los animales diagnostican no solo enfermedades y muerte de los humanos, sino la enfermedad y muerte de animales y plantas, para el efecto utilizan sus agudas percepciones captando el olor de las enfermedades y de la muerte.

Por ejemplo, las aves conocidas como ³Chusiq², ave de color negro que al pasar cerca de las casas donde se encuentran enfermos o próximos a morir emiten chillidos de ³Chusiq², ³Chusiq², ³Chusiq², como una señal de una muerte segura, y gracias a este aviso la familia puede preparar los ritos de entierro, el ²Tuko³ o el Búho cuando canta ³Tukuy², ³Tukuy², ³Tukuy², diagnostica enfermedades epidémicas que puede afectar a varios o a toda la familia, el sonido tukuy en la voz de los aves es fin de la vida. Estos avisos de los animales siempre son tomados en cuenta por las familias y por el Chamán, ellos observando y escuchando los sonidos, ruidos y postura de los animales que diagnostican y avisan se plantean soluciones o respuestas.

Para los Chamanes los que mejor diagnostican y avisan problemas en la familia son los ³Uywas² o animales domésticos y plantas .Por estar viviendo junto a los amos, pueden percibir o diagnosticar la vida humana. Si los animales pueden brindar información a los humanos, sobre su presente y futuro; las plantas también tienen la misma capacidad de diagnosticar por ejemplo, la sábila colocada en la casa con el propósito de que recabe información, sobre lo bueno o malo, tiene la capacidad de percibir y diagnosticar las distintas anormalidades existentes al interior de la casa. A la sábila por sus cualidades de diagnosticar enfermedades en el hogar, los Maestros Curanderos conocen como la planta termómetro porque una vez colocada en el interior de la casa puede informar anormalidades por medio de sus hojas, cuando las puntas de las hojas comienza a secar es prueba de enfermedades en algún miembro de la familia, si comienza a descomponerse, significa daño por envidia, si las hojas están enteras y verdes es una señal fehaciente de buena salud. Muchos Curanderos, familias al recibir reportes de información como lo hemos señalado pueden tomar decisiones de limpieza de la casa, pueden colocar amuletos de protección o tienen la posibilidad de modificar sus comportamientos sociales y con los Dioses, de lo contrario es urgente llamar a un médico tradicional, o a una persona entendido en la ³limpia² de las casa que significa curación del ambiente físico, para que no sean afectadas sus ocupantes.

Si las plantas pueden diagnosticar y dar pronósticos, los minerales como las tierras y las montañas consideradas Divinidades también dan señales de próximas enfermedades, y muerte. Por ejemplo: si las tierras de cultivo se agrietan los dueños interpretan como la ‘sed’ de la tierra ,’ira’ de la tierra las razones pueden estar enmarcadas en un descuido de las Ofrendas en tiempo de cosecha o siembra, o es un aviso de que la tierra está enferma. Si las tierras presentan coloración amarilla es una señal de que la madre tierra está ³molesta² por falta de abono y que en los próximos años no podrá brindar buena producción a los dueños o comunidad; si en los cerros se observan hoyos y grietas, es porque el Dios Montaña está de sed y puede afectar a los humanos propiciando enfermedades y desgracias. Si animales que moran las montañas comienzan a morir, es señal ³ira², Las nubes, las estrellas, de acuerdo a su ubicación en el espacio, también pueden dar señales de vientos, lluvias, granizada, de muerte de animales, enfermedad de los humanos.

Si los agentes de salud o la población no tiene una buena lectura del diagnóstico que emiten las plantas, animales, la naturaleza, entonces la población estaría expuesta a sufrir las distintas devastaciones, y convulsiones provocadas por las agresiones de la naturaleza.

El Qanpy Yachaq, el médico andino Runa Mikuq nos dice:

³ gracias a una correcta interpretación del diagnóstico que brindan los animales ,vegetales, minerales y la naturaleza se pueden prever acontecimientos funestos para la vida animal, vegetal y los humanos, si no hubiera gente con capacidad de hablar con plantas, animales y la naturaleza, la vida sería de caos la helada terminaría con la cosecha, las granizadas no se podrían controlar, no se podría prever viajes, trabajos de agricultura, ganadería, artesanía, la caza, las fiestas estarían mal organizadas, la vida de los pueblos sería toda desgracia²

Segmento de la tesis de Doctorado de Lauro Hinostroza

EL GRAN MISTERIO DE, LA SIERRA PIURANA

[1]
Dimas Arrieta

Dimas ARRIETA ESPINOZA nació en 1964 en Piura (San Miguel de El Faique), Perú. Colaborador de periódicos, director de la revista Poiesis especializada en poesía, ha publicado el poemario Concíerto de la memoría en 1987 y Recuentos de las épocas memorables en 1989, en prosa. Graduado en Educación, su tesis fue un estudio del lenguaje y la educación oral de los curanderos y su sabiduría tradicional en la Sierra Piurana. Desde su infancia provinciana se convirtió en mensajero de esos hombres de conocimiento del Norte peruano que van refrescando sus memorias en las poderosas lagunas de las alturas. Poeta que escucha ” la voz que canta pero no sabe dónde”, dejó a los Guayacundos, los hombres cóndores, hablar a través de su fina y firme palabra en una última obra: Camino a las Huaringas (Ed. Antares, Lima, 1993).

La sorprendente convocatoria para enraizarnos en una sola identidad no la proporcionará hombre o institución alguno, está recorriendo el país, palpándolo, revalorando sus altas culturas. Lo accidentado de nuestro territorio -por gracia o desgracia- nos muestra bellísimos paisajes, maravillosas constelaciones donde podemos desintoxicarnos biológica y espiritualmente. Ahí mismo se esconden no sólo riquezas naturales sino esa rica sabiduría que viene rodando de generación en generación. Cruzando agitados desiertos, serpenteando laderas, culebreando pequeños cerros, nos va saliendo al encuentro aquéllo de lo que quisieran ser parte los ojos y las vivencias. Ahí comprobamos qué tan grandes somos, para erigirnos de estas crisis que deben ser como elviento milenario de esos lugares, que pasando vienen, se van y se alojan en las presencias de cada uno.

La sierra piurana. ¿Qué tiene la sierra piurana? Poco se ha estudiado, Ayabaca y Huancabamba son depositarios de ese eslabón espiritual que tiene el mundo mítico del curanderismo ancestral. La tradición viva de hace miles de años sigue como un fogón inapagable alrededor de unas lagunas misteriosas ubicadas en Huancabamba, las famosas Huaringas. Toda la sierra piurana, parte del departamento de Cajamarca, casi todo el territorio Ecuatoriano -en especial el lado sur- conformaban la antigua nación de Caxas, tan ponderada y enaltecida por los Cronistas como una de las más ricas dentro del gran imperio del Tahuantinsuyu. Por merced de los dioses, lo que hoy se llama Medicina Tradicional se encuentra intacta y en una prolongada efervecencia, y desde todos los rincones del país viajan hasta estas alturas cantidades de gentes en busca de curarse tanto el alma como el cuerpo. Los curanderos de hoy, herederos de los sumos sacerdotes Guayacundos (los hombres cóndores que volaban con las yerbas) los designamos con el término despectivo de brujos, cuando en ellos está toda la hondura humana, el principio de ser humanos hermanos. “Buenito nomás, buenito quiero que seas, y no un sabelotodo, mejor es ser bueno que sabio, claro está, todo acto bueno es un acto sabio, di?”, nos decía un gran maestro.

Variadísimos trajes tienen los paisajes -según cada estación del año-, la policromía cubre los cerros, así como los caracteres de sus habitantes que acogedores nos reciben: “Porque el humano ha venido a ser humano”. Sorprendentes son los rituales de estos Guayacundos, así como lo que dicen: “Yo no soy brujo, ni shamán, el brujo hace daño a sus semejantes, pues yo al hacerlo me estaría fragmentando de mis sentires, de mis humanidades si digo que humano soy”. Entonces le preguntamos qué es, y esto nos dijo: “somos tantas verdades pero no eso”. Así nos sorprendió don Pancho Guarnizo, uno de los curanderos más antiguos de Huancabamba, quien es maestro de los maestros. Saben pues que saben ese saberse que somos una sola humanidad, que en cada uno está la totalidad de la humanidad nuestra, en sus decires: “Todos somos nosotros”. Aquí en estos hermanos encontramos el sentido de la vida, pues pongamos como muestra esa costumbre ancestral que hasta hoy permanece, el sistema de las minkas, trabajo en comunidad para uno solo. La visión del mundo, el modo de vida, la forma de centrarse en el tiempo, es totalmente contraria a la que nos han enseñado en los colegios; en las universidades, por ejemplo, nos dicen que todos somos mortales, y eso para los Guayacundos es una falacia, todos somos eternos, porque somos permanencias, permanentemente cambiamos, eso es verdad, somos espíritus, tenemos alma, energía, presencias o ánimas para ellos, lo cual viene a ser todo una sola cosa, presencias presentes y presencias ausentes del cómo hemos sido o del que seremos. Es por eso su adoración a los cerros, porque éstos suelen ser todos ellos, el panteón de sus sentires está a11í, según sus decires: “Cuando uno muere su energía o presencias pasan a ser parte del cosmos, y algunos de esos cerros por los metales o minerales que tienen son capaces de imantar toda clase de energía”. Así nos dicen los hombres cóndores de la antigua nación de Caxas.

Señales para desentrañar un pasado
La historia que no es una historia sino todas nuestras historias, y en este territorio peruano nunca acabamos de conocernos o explorarnos, es el país más sorprendente, por todos lados aparecen testimonios de civilizaciones que acaso somos todavía o fuimos en alguna etapa de toda esta eternidad. Grandes culturas cuya grandeza -más bien espiritual que material- hoy miramos con asombro, viven y se acrecientan en los hablares, en los decires, en los mitos, cuentos y leyendas que floreciendo están en la población: Esa tradición oral que ha venido rodando de generación en generación, no sabemos desde qué eras o tiempos remotos, y que sólo constatamos que existe y permanece.

Hoy, gracias a la arqueóloga piurana Rosa Palacios Ramírez, se han hecho importantes hallazgos arqueológicos en el distrito de San Miguel de El Faique, en Huancabamba, Piura. Puede que se trate de uno de los más grandes descubrimientos relacionados con geoglifos hallados hasta ahora en el Perú: un vestigio de piedra con descripciones de algún lenguaje antiguo. Todo indica y nos orienta a desentrañar una cultura anterior a los Incas: se trata pues de los Guayacundos (los hombres cóndores que volaban con las yerbas), esos sumos sacerdotes que orientaron a los habitantes de la nación de Caxas para oponer resistencia a los incas y no perder su libertad, por el contrario, los Guayacundos conquistaron a los Incas, sometiéndolos a todo su sistema de creencias y formas de ver el mundo. Ahora, después de 500 años de occidentalización, muy débil para poder cortar de raíz sus creencias, su fe y su relación con la naturaleza como algo sagrado, han asimilado lo occidental y su cristianismo para complementar y apoyar sus creencias. Por eso vemos en sus rituales la cruz cristiana junto con artes dejados por herencia y de raigambre autóctono.

En 1986, la prestigiosa arquéologa norteña Rosa Palacios denunció un petroglifo de ocho metros de largo, dos cincuenta de ancho y tres de altura, que contenía trazos escalonados, círculos concéntricos, rostros antropomorfos, en un sitio denominado “Tres Mangos”, a cinco minutos del citado distrito.

Rosa Palacios afirma que estas señales o descripciones evidencian pertenecer a una cultura inspirada en la Huachuma o Sampedro, en las Mishas, drogas sagradas y peligrosas que ponen esa frontera para desdoblarse de humano-animal a animal-animal. De esto se desprende el famoso mito del León Gente, según el cual algunos curanderos maleros que violaban las leyes de los sentires, es decir, de ser buenitos, nomás, buenitos, tomaban esta yerba, la Misha León, cuando estaban ya viejos, y ciñéndose a ciertas reglas se convertían en un tierno león. Y así una serie de historias y mitos escuchamos desde muy niños. Pero con la verificación de las piedras se confirmó la existencia de los famosos hombres cóndores que volaban con sus yerbas. Las descripciones de las piedras-es decir, el primer hallazgo hecho por Rosa Palacios- coinciden con las afirmaciones de los curanderos: “Esto quiere decir que todos somos nosotros” nos dicen a viva voz los Guayacundos, porque los símbolos en las piedras son las voces que les hablan, y esas piedras cicatrizadas les parecen un sueño ordenado, y claro que están también en las visiones de la Huachuma, de las Mishas, del maique y la muña, drogas sagradas que los hacen reencontrarse con sus antiguas sabidurías, de sus mayores y anteriores.

De igual parecido se han encontrado otras piedras en el sitio llamado “Los Labanes”, de las que nos dio una explicación el Maestro Segundo Pasiguán: “Es un croquis, señales que han dejado nuestros sumos sacerdotes Guayacundos para poder orientarnos hacia las sagradas lagunas de las Huaringas, y esos círculos concéntricos dicen no solamente que todos somos nosotros sino que siempre hay que volver a nuestro natural, a lo que somos y a dónde venimos. Eso es lo que dicen esos círculos tatuados invocando que todos somos hermanos humanos, por ejemplo: el primer círculo dice que es él -el más pequeñito-, el segundo es todo el barrio, el tercero todo el pueblo, el cuarto toda la provincia y el departamento, el quinto todo el Perú, el sexto todo el continente, y. el sétimo todo el mundo, es decir, todos somos nosotros, somos una sola humanidad, todos estamos metidos en este círculo mayor que está en la piedra.

Otras piedras con diferentes símbolos han silo encontradas en estos últimos días, en el sitio llamado “Las tierras de Salvador”, todavía no registradas, como la de “Los Labanes”. También se encuentra aquí, en el distrito de El Faique, la tumba de un sumo sacerdote Guayacundo, una inmensa piedra misteriosa llamada CHIIIN – RIIIM, pues al ser golpeada, por ejemplo con un puñetazo en la superficie, responde con ese sonido: “¡Chiiin – Riiim!”. Se dice que la piedra sólo es una cáscara y que en su interior contiene los restos o algún tesoro de un gran maestro Guayacundo, sabiendo que nuestros ancestros acostumbraban petrificarse por siempre en las piedras, eternizarse, para que sus energías supervivan por siempre ahí y no deambulen fácilmente por el espacio, porque ellos sólo en la piedra fermentan su experiencia y se cierran en su retorno inconcluso, memoria impenetrable para abrir y proyectar su luz. Por eso son amadas como huacas prohibidas.

Por la Huachuma y el buen tabaco habla el curandero [2]
Se ha dispuesto que todos entremos era comunión, sólo
consintiendo que no acaten los resuellos para que nuestra
presencia sea revisada desde el fondo, y se cumpla la gran ley que
descascara las emociones: lo exterior no interesa porque
las facciones se maquillan, todo depende de lo interior porque
ahí está el renacimiento.

De pronto nos damos cuenta que la noche ha avanzado,
una oscuridad cerrada recae en la complicidad, lo que se llama
”Mesa” está tendida en el suelo: las artes, los perfumes y las fores,
las conchas llamadas ‘Toros” para levantar al decaído;
y la Huachuma en la olla lista para beberla.

Un ejército de luciérnagas se aproxima y el maestro con
la vara de membrillo azota en el aire cualquier intromisión.
Voy deeayendo con un cansancio acelerado (después de tomar
la yerba con sorbos atragantados) – trago amargo porque así es la
vida en esencia – me dice mientras demuestro contínuos
escalofríos, y agrega haciendo salud por la vida y mi camino:
la felicidad depende cómo asimiles lo agridulce,
porque cada vino agrio o tropezón será la medida
exacta de tus proyecciones.
Y con esto desterré lo que sentí lejos de los míos,
cuando fui atacado por ausencias y mal tratos,
sintiéndome un Don nadie a indefenso al verme solo.

Noto a mis acompañantes torcidos en el sueño,
pero yo trato de poner resistencia al decaimiento de mi
cuerpo que me vence en el suelo, resulta que después
estoy borracho iniciando proyecciones oníricas que me sacan
del presente.

Nos despierta – luego de un tiempo no registrado en que
el reloj dio la espalda al no acordarme más de mí –
golpeándonos con la Espada de Acero, y en seguida se frota
las manos y levanta las Conchas de la Suerte con mucha reverencia,
y mis oídos se sorprenden con oraciones que no entiendo:

“Jararariar, jay, jayja, murray,
catún maray, ja pu, ra, mari…
Marai huaca, puca, tan ya, paraica.
Ya pu ra mari…”

Palabras sagradas, preferible no arriesgar en traducirlas.
“Parece con la agilidad de un venado”, me dice señalándome
con el bastón que le sacó de un costado; `boy a introducirme
en lo alma, captar lo ánima dormida, quizá se encuentre
despierta y salga conmigo a florecer, arrojó
esto mirando la inmensidad, haciendo los Pagos, con utensilios
preferidos o dejados por herencia.

Mi cuerpo se aflojaba del letargo y la pesadez con las
limpias y los Florecimientos, me despejaban; y me explicó que
al esqueleto hay que dejarlo reposar junto al espíritu en las
horas indicadas de descanso, porque esto obligará a elegir la mejor
orientación cuando se reorganice la lucidez.

Continuaba diciéndome que así lo hacían los maestros
antepasados y que sólo las yerbas se lo han revelado, tantos
secretos descansan y nunca se les ha llamado el ánima
porque no han sabido cómo hacerlo.

El Maestro hablaba con delirios incontrolables mientras
los rituales habían cesado, invocó a las alturas para que el
espectro se esclarezca, y el cielo ha preferido entregarnos
algunas estrellas que simbolizan el buen augurio a nuestra
existencia, y agrega que muchas veces el destino depende
de los astros, y sus ojos le brillaban como un toro en celo, a insiste
que por la Huachuma y el buen tabaco habla su boca,
y que sus palabras las ordenan los espíritus ancestrales con
magia alucinante, y así el poder viene de lejos y no por él.

Comienzas a barajar unos objetos de acero, y plantea que
si hoy los campos estuvieran f oreciendo fabuloso habría sido
el arreglo y la buena orientación, porque las estaciones también
cambian los trajes al paisaje, y el buen ambiente emana
de ellos. Y recomienda que mayo es el mes apropiado a indicado,
con sus perfumes que se impregnan y florecen los jardines.

Segundo Acto
Muchas veces tenía que desconfiar de los maestros:
(diestros con oráculos antiguos), para dar paso
a las técnicas de última resonancia
por eso he ofendido al desconfiar de los viejos ritos.
Entonces que los dioses me perdonen mis caprichos,
y esa reprochable inestabilidad que me visita;
soy partido por la idea de saber que he perdido.

Las horas están que hierven en la hoguera
de estos años que nos han significado tanto abandono
(a lo nuestro), al alivio de los cuerpos en los montes.
Sagradas lagunas de nuestros antepasados
que con las yerbas supieron integrar y armonizar,
también bajo el lema:
que lo alimento sea lo propia medicina;
paciencia, denme, aguas vivas, límpidas y puras
ahora que mis emociones se escabullen
por misteriosos laberintos de mi existencia.
Siento este galope y los aires que lo soplan los costados
como lo han revelado en mis noches refiriéndose a mí:
despierta si estás dormido que dormido no estás,
así me han dicho y yo devuelvo esa advertencia.

Tanto tiempo anunciaron mi advenimiento
y prefirieron enmudecer (rascarse la memoria),
para ver si me encontraban engreído,
será que hoy no voy a robarles el cariño.

Como todo buen patriota prefiero el alimento de mi tierra,
y no es que esconda mis facciones ni mucho menos mi lenguaje,
y estas noches son los ríos que van surcando las épocas
donde poblaciones enteras prefieren guardar sus defectos
creyendo que son ofensivos y difícil de sacarlos a relucir.

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[1] Artículo inédito.

[2] Texto publicado en Orientación de las Señales, ed. Dimas Arrieta, Lima 1992.

El instinto teatral

escrito por Evreinov, N.
jueves, 14 de abril de 2005

¿Cuáles son las bases psicológicas de nuestro amor por el teatro? ¿Cuáles son los sentimientos en que se fundamentan? Los historiadores y los estetas han respondido que el teatro surgió de las ceremonias religiosas y de los ritos, y que fué en un principio, por decirlo así, un derivado del sentimiento religioso. Igualmente se ha dicho, que los orígenes del teatro tienen alguna relación con las tendencias coreográficas del hombre primitivo, que se confunden con la aspiración general del alma humana hacia las formas estéticas, las imágenes, etc. Ello no me impide mantenerme en mi opinión de que todas estas explicaciones han de ser rechazadas y olvidadas,

El hombre posee un instinto de inagotable vitalidad acerca del cual ni los historiadores, ni los psicólogos, ni los estetas, jamás dijeron la menor palabra hasta ahora. Me refiero al instinto de transfiguración, el instinto de oponer a las imágenes recibidas desde afuera, las imágenes arbitrarias creadas desde dentro; el instinto de transmutar las apariencias ofrecidas por la naturaleza, en algo distinto. En resumen, un instinto cuya esencia se revela en lo que yo llamaría “teatralidad”.

Si, en tanto seguía siendo tributario de este instinto, el hombre ha ignorado durante mucho tiempo su existencia, ello nada prueba, porque en la evolución del ser humano el momento en que adquirimos conciencia de un sentimiento está necesariamente distanciado por siglos del momento en que este ha nacido.

Es cierto que la mayoría de las manifestaciones de este instinto, no han escapado a la mirada vigilante de la ciencia. Pero ésta, siempre presurosa por clasificar los fenómenos, los ha catalogado, sin vacilación alguna, dentro de la categoría estética.

El instinto de teatralización en el hombre, el honor de cuyo descubrimiento reivindico, puede encontrar su mejor definición en el deseo de ser “otro”; de cumplir algo “diferente”; de crear un ambiente que se “oponga” a la atmósfera cotidiana. He aquí uno de los principales resortes de nuestra existencia y de lo que llamamos progreso, cambio, evolución, desarrollo en todos los dominios de la vida. Todos hemos nacido con este sentimiento en el alma, todos somos seres esencialmente “teatrales”. En lo referente a este aspecto, un hombre culto poco difiere de un salvaje, y un salvaje de un animal.

La teatralidad es pre-estética, es decir más primitiva y de un carácter más fundamental que nuestro sentido estético. Sería ridículo hablar de la estética de un salvaje; no se puede concebir a un salvaje gozando de lo “bello por lo bello”. Empero, posee seguramente el sentido de la teatralidad, y como consecuencia, el arte teatral es esencialmente diferente de todas las demás artes.

Cuando yo era aún muy niño, ya sabía distinguir por instinto el arte policéfalo, el cual es estético, del arte monocéfalo, que es teatral. Cuando me cubría con la capa de mi padre y me ponía anteojos negros, imitando la voz ronca y terrorífica de un intruso para asustar a los sirvientes, tratábase de teatro. Empero cuando me entregaba con pasión al dibujo o a la música, tratábase de arte.

En aquella época me hubiese sorprendido mucho si me hubieran dicho que trataba de la misma cosa. ¿y cómo poder afirmarlo? En el primer caso, el del teatro, lo que más trato es de ser diferente de lo que soy en realidad; en el segundo caso, el del arte, y que es exactamente lo opuesto al primero, busco descubrirme a mi mismo, manifestar mi ser interior bajo la forma más sincera de que soy capaz. ¿Qué hay de común entre ésta y aquélla? ¿Es ésta la fuerza creadora? Claro que, generalizando de este modo, arriesgamos hacer entrar en la misma categoría el nacimiento de un niño y la confección de un ataúd. ¿Es esto un deleite estético? Pero en mis mascaradas infantiles difícilmente se puede suponer un deseo de deleite estético.

El arte del teatro es pre-estético, y no estético, por la sencilla razón de que la “transformación” –esencia misma del arte teatral-, es más primitiva, más fácil de realizar que la “formación”, la cual es la esencia de las artes estéticas. Creo que en el principio de la historia de la cultura humana, la teatralidad hizo el papel de una especie de pre-arte. Se ha de buscar el origen de todas las artes en el sentimiento de la teatralidad del hombre primitivo y no en su sentido utilitario. Cuando un salvaje se agujerea la nariz, pasando por el agujero un hueso de ballena, no lo hace con el propósito de espantar a sus enemigos o para producir mayor efecto en la guerra, sino por la alegría pura de la autotransfiguración. ¿Acaso no es emocionante que en las cavernas de los hombres primitivos, en lugar de arado i utensilios de la vida doméstica o armas, la antropología descubriera pulseras, collares, trozos de conchas y otros implementos de la mascarada prehistórica? ¿Y no es acaso típico que las mujeres indígenas de la costa oeste africana por un botón entregarían su honra con el corazón ligero, porque el brillo del botón constituye un auténtico valor teatral, cuando ni mirarían una buena pieza de tela que podría cubrir la desnudez de su cuerpo?

Que el efecto teatral tiene para el hombre salvaje mayor importancia que su propio bienestar físico, se puede evidenciar del incidente que viene a continuación: para vengar la muerte de Cook en Hawai, los ingleses prendieron fuego aun cierto número de aldeas indígenas. Los habitantes de estas aldeas fugaron, pero apenas encontrándose fuera del peligro, se detuvieron sobre el puente y galvanizados por el imponente espectáculo de las llamas devorando sus viviendas, se pusieron a lanzar gritos de entusiasta admiración: “¡Oh, maravilla!” He aquí gente que no sólo podría hallarle justificativo a Cook, sino que hasta al mismo Nerón, quien consideraba que Roma en llamas era un espectáculo más digno de interés que una Roma cuidando con indolencia sus tesoros roídos por los siglos.

Tan sólo la ceguera y los prejuicios impiden reconocer cuánta teatralidad existe entre los salvajes. Considerad el tatuaje, las perforaciones en la piel, los labios o los dientes, donde colocan plumas, anillos, trozos de cristal, de metal y de madera: prácticas como las de desplazar los incisivos, arrancar el cabello, deformar el cráneo y los pies, estas evidentes manifestaciones de la manía de transfiguración ¿no pertenecen acaso a la teatralidad de la más pura especie?

El instinto de teatralidad es potente sin duda alguna. Impulsa al salvaje de igual modo que el hambre, el apetito sexual o el amor. El cínico proverbio “buscad la mujer”, puede muy bien ser remplazado por “buscad el teatro”, pues la historia de la especie humana se halla saturada de este instinto. El salvaje frecuentemente está dispuesto a entregar su vida por la alegría de llegar a ser diferente de lo que es en realidad. Para teatralizar su cuerpo, el indígena de Borneo práctica más de 90 profundas incisiones en su piel. Se halla inundado de su propia sangre; sus sufrimientos intensificados por el calor tropical y por los insectos que infestan sus heridas, son terribles. Para que las cicatrices sean suficientemente prominentes y debidamente visibles, las heridas permanecen durante mucho tiempo abiertas por medio de cortes suplementarios y otras medidas bárbaras. Según Darwin, la cruel operación necesita a menudo varios años para llegar a su perfección y frecuentemente se termina por un envenenamiento de la sangre y una muerte horrible. No obstante, el indígena de Borneo aspira al día en que la cruel operación hará de él un “hombre diferente”. Desde este punto de vista se distingue muy poco del indio Orinoco quien trabajaría durante dos más semanas para ganar el dinero suficiente y comprar los costosos pigmentos de tatuaje, los cuales transformarían su cuerpo en un objeto de admiración general.

Aún cuando bárbaros, estos cambios de apariencia merecen nuestro mayor interés y nuestro respeto. Se les puede considerar como los primeros pasos del hombre primitivo más allá de los límites de la naturaleza hacia la civilización. Pintando su piel en rojo y azul, pasándose un hueso a través de las narices, etc; el hombre primitivo se imagina ser diferente lo que es en realidad. En cierta medida, elige para sí mismo un “papel” y empieza luego a representar este papel. ¿No es ello acaso la curva psicológica de todo cambio social, de todo progreso? En el fondo de la imitación se vuelve a encontrar el mismo instinto. Imitar, significa representar el papel de un personaje, quien, por una u otra razón, ha impresionado nuestro instinto teatral.

El nacimiento de un niño, la educación, la caza, el matrimonio, la guerra, los ritos funerarios, cada acontecimiento importante de la vida proporciona al hombre primitivo (y no tan sólo al hombre primitivo) la oportunidad de un espectáculo puramente teatral. Su vida entera es una sucesión de espectáculos. Sin la sal de la teatralidad, la vida le sería como un alimento desabrido, una mustia sucesión de sufrimientos y privaciones sin un rayo de esperanza. Empero, tan pronto como el hombre empieza a teatralizar, su vida adquiere un nuevo sentido: se transforma en “su” vida, algo que él mismo ha creado; la transforma en una vida diferente, deja de ser su esclavo para transformarse en su amo. ¿Quién otorgó a la pantera su manchado pelaje? La naturaleza. Pero un hombre tomó la piel de la pantera y se la colocó en los hombros, que tornó tan brillantes, perfumados y adornados. Él mismo se tornó pantera, más bien super-pantera, pues en tanto baila, puede hacer una demostración de cómo da un zarpazo la pantera y también cómo la pantera es muerta por la ofensa.

EL MENSAJE DE LA MITOLOGÍA

EL MENSAJE DE LA MITOLOGÍA

Conferencia de Joseph Campbell

Joseph Campbell fue, sin duda, uno de los máximos mitólogos del siglo XX. Antes de morir en 1987, hizo un viaje final por los Estados Unidos presentando una serie de conferencias y seminarios. Esta es una de esas conferencias, traducida directamente del inglés por Soledad Rodriguez Perea. En la conferencia que le presentamos a continuación en Temakel, desde un estilo coloquial propio de una comunicación oral, Campbell aborda la temática del inconciente colectivo, los arquetipos, Dante, la cosmovisión mítica japonesa, la relación entre mística y mitología, la leyenda de Tristán e Isolda, la visión de Alce Negro, un mito de los navajos. Distintos senderos para girar en torno al centro ancestral de la experiencia mítica y su importancia como forma de expresión simbólica de la realidad.

Algunos años atrás yo estaba bien sorprendido e interesado por aprender eso en la India, los mismos dos aspectos que en la mitología y en las formas de arte que Bastian había reconocido, bien reconocidas, que llamo los elementales y los aspectos folclóricos. Los aspectos folclóricos de un trabajo de arte o de una imagen se conocen como “desi” y desi quiere decir local, provincial y popular. Es una interesante combinación de palabras. Lo elemental se explica con un término que yo encuentro enormemente interesante. Se llama “marga”, m- a- r- g- a.
La primera “a”, es una “a” larga, y marga significa el camino. Viene de la raíz sánscrita “mrig” que explica las huella izquierda de un animal y el significado de esto es que siguiendo el camino de los arquetipos, las imágenes de los arquetipos, las formas elementales de los aspectos elementales de la imagen, estás en la pista de la guarida del animal que deja marcas en el camino, y esa guarida es tu corazón. Y el animal es el animal humano. Es el camino interno hacia ti mismo siguiendo el sendero de los arquetipos.
Ahora esto nos da la clave de los dos aspectos fundamentales del mensaje de la mitología. La idea elemental esta encerrada en la idea folklórica. La fuente de la idea elemental es la imaginación humana. El espíritu humano.
Y se dirige a la imaginación humana, el espíritu humano. La inflexión folklórica remite, específicamente a la sociología de la cultura local. La idea elemental está encerrada en el sistema folklórico. Los rituales del folklore, consecuentemente también encierran instrucciones elementales, la idea elemental. El crecimiento de las personas jóvenes y su entrenamiento en la vida ritual y en el orden moral de la sociedad están al mismo tiempo siendo introducidos por las ideas elementales, que son las raíces de la propia naturaleza.
De modo que la primera función luego, es inducir a los niños en la sociedad y desde que las ideas elementales encerradas hablan profundamente al propio espíritu del individuo, el queda profundamente vinculado en la sociedad. Este es el tipo de compromiso que proviene de la identificación con la sociedad, que viene de la inducción en una cultura tradicional. No lo tenemos.
Nuestro compromiso con nuestra sociedad es de aquí. Las personas se preguntan por las razones. ¿De qué se trata la guerra? ¿Voy a ir a ella? Quiero decir, no lo tenemos como un tipo de orden de sistema total. La sociedad de ustedes es ustedes. En un modo profundo. Pero luego viene un momento en la mitad de la vida, luego de la mitad de la vida, cuando la sociedad te deja. Los jóvenes, que vinieron después pueden hacer el trabajo mejor que ti.
Incluso déjenme decirles en secreto, que ustedes se desenganchan a sí mismos. Cuando todos los que encuentras te recuerdan a alguien que ya te ha hablado, todo lo que escuchas, lo has oído antes, estas listo para otra cosa.
Y así, el sistema folklórico te desengancha y tú te desenganchas. La primera parte de la vida te adapta, la segunda parte te deja. La primera mitad de la vida, la idea folklórica, folke dedanka, desi; la segunda mitad, las ideas elementales, los arquetipos, la marga.
Y ahora es exactamente la explicación de Dante, de todo su tema en este trabajo muy interesante, el Convito, o II Convivio El consideró los primeros 25 años de vida como los años de desarrollo. El llamó la adolescencia o infancia. El ser humano es en una posición de dependencia hasta ciertamente los 12 ó 13 mas o menos, y en nuestra cultura, cuando preparamos el doctorado, estarán en una situación de dependencia y sumisión a la autoridad hasta los 45 y nunca se van a recuperar.
Algunos no se recuperan y pueden verlo por el modo de caminar. El reconocimiento de la autoridad es muy difícil después de la edad de 45.
Esta es la primera etapa de la vida, y las virtudes que le asigna Dante son la obediencia, el sentido de vergüenza, no de culpa, son dos cosas muy diferentes, la vergüenza es lamentar por fallar en la realización, la culpa viene de ofender a algo que tu reconoces como la máxima autoridad, el sentido de vergüenza, como noble virtud, virtud aristocrática, donde la culpa no está. Un sentido de vergüenza, propiedad en la apariencia y dulzura en la conducta. Dar esto a mis estudiantes en los sesenta, les digo que fue siempre un placer.
Ellos ilustraron lo contrario de todo esto. Ningún sentido de la vergüenza, sin obediencia, la más desastrosa apariencia y una conducta destructiva, fue lo que paso. Luego vamos de los 25 a los 45 que es la mitad de la vida, la madurez con esos 35 años en el centro, ahora la visión que Dante le da a los 35 años, es buen momento para los del este, los 35 años. Es algo divertido. Dante nació en 1264 entonces tenía 35 en el año 1300 y en ese período, se pensaba que estaban en la mitad de los años de la historia del mundo, entonces no era difícil para el relacionar su vida individual con la vida del universo, y no es tan fácil.
Pero este es el tiempo, luego de la transición y a través de la experiencia del sentido del simbolismo de la cultura para llegar al conocimiento de esto, no sólo seguir y así, tenemos gente de conocimiento. Ahora las virtudes son las virtudes del medioevo, son templanza y coraje y amor y lealtad y cortesía, una buena muestra.
De los cuarenta y cinco a los setenta, esos son los años que en la India son para pasarlos en el bosque. Este es el año de Vanapresta, de dejar la sociedad por el bosque. No pasa esto en Occidente. Como resultado la India particularmente en su vida social y política, nunca conoció gente que conociera alguna cosa detrás de lo que le es dado, y su sistema político es el mismo estado y el mismo sistema político del año 2000 antes de Cristo. Esto es despotismo y revolución consiste simplemente en una revolución de palacio para instalar otro despotismo pero en el Occidente desde el mundo griego, hemos tenido una evolución institucional que viene de la experiencia de los siglos. La sabiduría de los que vivieron. Ellos no van al bosque, ellos permanecen en la sociedad.
Y las virtudes aquí, 45-70 son sabiduría, justicia, generosidad y alegría. Quiero decir que podrían estar en esa condición en que nada los atropellará en ese momento. Luego a los 70, como siempre pienso, es un término desafortunado el que Dante le puso. El la llamó decrepitud, desde aquí y las dos virtudes aquí son mirar la vida hacia atrás con gratitud, lo importante, no importa cual haya sido tu asiento en la opera, es un buen espectáculo, realmente, y ver adelante a la muerte como un retorno a casa, lo que no es un mal programa.
Unos amigos me dieron un artículo de una prestigiosa revista de sociología llamada Asuntos Extranjeros. Era su 60 aniversario, yo estaba impresionado porque estoy suscrito desde la primera edición. Y en ella había un artículo llamado “Cuidado y reparación de los mitos públicos” donde el autor decía que una sociedad que no tiene un mito para soportarla y darle coherencia se disuelve, y eso es lo que nos pasa a nosotros. Él definió el mito aunque de modo incompleto. Lo definió como un orden de ideas aceptables que conciernen al cosmos y sus partes, naciones y otros grupos humanos. Pero también incluye la dimensión mística que informa de todo esto. Y si no está, no tenemos una mitología, tenemos una ideología. Incluye también la pedagogía y lo individual. Da una guía para manejarse. Coordina la persona viva con el ciclo de su propia vida, con el entorno en el cual está viviendo y con la sociedad con la que ya fue integrada en el entorno.
Ahora la imagen que puse en escena es de W B Yeats, en su curioso y notable libro. La Visión, y él lo sacó de un trabajo sobre alquimia del siglo 16, Speculum Hominum et Angelorum, el espejo de los hombres y de los ángeles. Lo que representa es el ciclo de la luna con relación al ciclo de la vida humana, la noche 15 de la luna correspondiente al año 35 de la vida.
Usando los términos que Yeats aplica a esto, nacimos del misterio transcendente e inmediatamente la sociedad nos pone su impronta sobre nosotros.
La máscara que tenemos que vestir nos es puesta por la sociedad. Y Yeats llama a esto la máscara primaria. La octava noche de la luna es la noche de la adolescencia o pubertad.
En ese momento, las luces comienzan a dominar sobre la oscuridad y la actitud de dependencia y sumisión se transforman ahora en madurez. Hay dos tipos de madurez. Está la de la sociedad tradicional donde el individuo se mueve con el rol de autoridad que es el de la sociedad. Digamos que él es el ejecutor, el que administra los rituales y el que lleva el sentido de la cultura. Es fiel al camino de la máscara primaria. Por otra parte, en nuestro mundo de la cultura, donde tenemos una visión más abierta, el individuo en ese momento, cuando está capacitado para tener un sentido de destino y de trabajo por si mismo del que la sociedad no tenía idea, comienza a separarse. El individuo comienza a encontrar su propio camino y el vestido, podríamos decir, de su máscara primaria es gradualmente tirado afuera. Esto es lo que se conoce como el camino de la mano izquierda.
El camino de la mano derecha es el de vivir en el contexto de la ideología y el sistema de la máscara, el sistema de la persona, de un pueblo local. El camino de la mano izquierda es el de la búsqueda individual. Antes las sociedades no daban mucha importancia a esto. En nuestro mundo, el individuo, particularmente en el mundo europeo, el individuo es reconocido como positivo, no con un poder negativo. Y además tenemos en nuestro mundo la máscara antitética. La máscara de la propia vida individual, que empuja sobre la otra. Ahora incluso cuando los jóvenes son animados a encontrar su propio camino, no hay un paso psicológico, de modo que este período es de gran tensión. No renacemos fácilmente como los primitivos o la gente de las sociedades tradicionales. Tenemos un nacimiento más complicado.
Luego vamos a la noche 15 de la luna. Ahora la imagen aquí es la de estas dos grandes luces. La luz lunar que muere y resucita, y la luz solar que es independiente de las vicisitudes del tiempo. En ese momento, la luna y el sol son luces similares. Antes de la noche 15 de la luna en el momento de la puesta del sol, mirando al oeste, vemos el sol en el justo momento en el que cae en el horizonte. Y si miran al este, la luna estará en la misma posición en el horizonte del este. Lo vi dos veces en mi vida y las dos veces confundí la luna con el sol. Cuando estaba dando una conferencia sobre este tema en Oklahoma, escuché la pregunta de un grupo de gente joven ¿qué hay de nuevo en esto? Véanlo.
Es un momento de gran importancia mística. Aquí tu consciencia, tu cuerpo y su conciencia están en la superficie. Y tú podrás preguntarte a ti mismo ¿quién o qué soy? ¿Yo soy la conciencia yo soy el vehículo de la consciencia? ¿Yo soy este cuerpo que es el vehículo de luz, de luz solar o yo soy la luz? Una vez yo estaba en la tarea de hablar de estos temas, hablando de budismo, a un grupo de chicos jóvenes, entre 12 y 17 años, y cuando llegamos a este problema de tener que explicar qué es la conciencia de Buda o la conciencia de Cristo, miré al techo por inspiración y la encontré, dije, miren para arriba, al techo y podrán ver que las luces (plural) están encendidas, o pueden incluso decir que la luz (singular) está encendida y son dos maneras de decir lo mismo. En un caso, están poniendo énfasis en cada lámpara, en el otra están poniendo énfasis en las luces.
En Japón esas dos alternativas se llaman respectivamente, el ge hokkai y el ri hokkai. El Ge Hokkai, el reino individual, el ri ho kkai, el general y luego decimos ge ge imugai, individual general sin problemas. Lo mismo. Ahora, yo digo, cuando una de esas lamparas de luces corta la corriente del edificio y crece, nadie viene y dice, bien, es mi lámpara favorita. La sacan, la tiran y ponen otra. Lo que importa no es el vehículo sino la luz. Y yo digo ahora, mirando a sus cabezas, me pregunto, ¿de qué son esos vehículos? Son vehículo de consciencia. ¿Cuánta consciencia están irradiando y quienes son ustedes? ¿Son los vehículos o son la consciencia? Y cuando se identifican con la consciencia, luego con gratitud pueden dejar ir al vehículo. ¿En la muerte qué nos molesta? Estamos identificados con el que es realmente eterno. Esta consciencia que toma formas y las deja nuevamente, toma formas y las deja nuevamente.
Y luego puedes darte cuenta que eres uno con la consciencia de todos los seres. Eres uno con ellos y puedes decir ge ge mu gai individual, individual, sin obstrucción.
Esta es la experiencia mística en la tierra.
Aquí está la crisis. Aquí está la muerte y la resurrección de la octava noche, es la muerte del ego infantil, el nacimiento de la madurez, aquí está la muerte del cuerpo, la identificación con los aspectos eternos en el cuerpo, y de aquí es una buena cosa mirar el cuerpo que se va, siguiendo el curso de la naturaleza.
Hasta la noche 22 de la luna, la oscuridad comienza a preponderar, el cuerpo se vuelve mas y más obediente a las reglas primarias de la sociedad y la naturaleza. Recuerdo un caballero que me preguntó, cuando yo estaba hablando acerca de esto: ¿qué pasará entonces? Y le dije, ya lo sabrás tú. Y luego tenemos aquí estos signos que indican el momento nuclear de la crisis.
Temptatio. Tentación, tentación, la copa de Tristán e Isolda. No de Isolda y el rey Mark, el matrimonio arreglado por la sociedad sino el nacimiento del encuentro de los ojos y el darse cuenta del destino individual de la vida y de su realización.
Luego aquí: pulcritud, belleza, el momento glorioso. Dije que después de la resurrección del cuerpo, el último día, la unión del cuerpo y el alma en el cielo, estamos en los 35 años de edad. Luego entonces llegamos aquí a la violencia, la declinación y el decaimiento, sosteniéndonos en la forma por un ultimo tiempo. Y finalmente, la “sapientia” sabiduría, los frutos. No es un mal récord. Y esto es también parte de la mitología del cuerpo. El cuerpo sigue un curso inevitable.
…Ahora, hay un personaje que quisiera recordar: Negro Elk (Alce Negro). Negro Elk habló en el libro de John Neihdart. Es un hermoso libro. Afortunadamente fue un poeta el que recibió este mensaje del viejo Negro Elk, que tenía 90, de la visión de este guardián del Ogalala, experimentó con la pipa medicinal cuando era un niño de 9. Una visión que era predictiva en un sentido realmente mágico, el destino de su pueblo, vino a el antes que ellos tuvieran ese encuentro con la caballería y la batalla de la Rodilla Herida y todo eso.
El Viejo Negro Elk cuando era un joven de 14 aproximadamente, participó en la batalla con Custer. En un momento, con su punto de vista dijo: me vi a mi mismo en la sagrada montaña en el centro del mundo”. Y aquí está el en la montaña en el centro del mundo con el árbol Axial y tres pájaros a su alrededor y Mateo, Marcos, Lucas y Juan alrededor también. Y el decía la montaña en el centro del mundo, la alta montaña, es Horny Peak en el sur de Dakota. Inmediatamente después de todo el dijo, “pero la montaña del centro es cada cosa”
Ahora aquí está el hombre que sabía la diferencia entre los símbolos del folklore y las referencias de estos símbolos.
La tierra sagrada está en todas partes. Y por eso cuando están en un lugar con un propósito de culto, puede agregar en su interior el misterio, decir, este es el centro, este es el norte, este es el sur de la montaña, y así.
Este mundo de este viejo hombre sabio me recuerda la frase, que viene de un texto del siglo 13, del siglo 12 que fue traducido del griego al latín llamado el Libro de los 24 Filósofos. Dice allí, Dios es una esfera inteligible. Inteligible significa conocido por la mente. Una esfera inteligible cuyo centro es todas partes y la circunferencia ninguna parte. Y eso está aquí, y la función de los rituales y de los mitos es ponernos en la experiencia aquí. No en algún lugar un tiempo atrás.
Voy a tomar como modelo para la santificación de la tierra la palabra que tenemos aquí. La palabra de los Navajo y la mitología de los Navajo y sus pinturas de arena. Y yo quisiera mostrarles unas pocas series de estas pinturas de arena y los mitos asociados con ellas.
El pueblo de Islandia tiene un término land nam. Esto significa que la tierra llama o la tierra habla. Y la tierra hablando consiste en santificar la tierra reconociendo las características de la imágenes mitológicas de los paisajes locales.
Cada detalle de la tierra desértica de los Navajo es santificado y reconocido como vehículo del misterio radiante.
Esta pintura de arena se llama “Las Cortinas del Cielo” y tenemos las cuatro direcciones y el centro. El centro oscuro, el abismo oscuro de donde todas las cosas vienen y hacia donde todas van.
Y cuando las apariencias emergen, se organizan en pares de opuestos. Esto es mitología básica que encontramos en la India. El sol sale por aquí. Es el lugar del nacimiento, de la emergencia de la nueva vida. Cuando el Buda llega a la iluminación está mirando al este.
El Nuevo Testamento es un testamento del día de sol, el elevarse de un nuevo sol del este. Luego en lo alto del cielo, en el cielo azul la luna, este es el punto de los 35 años en la vida.
Luego el oeste donde el sol cae y luego el norte, donde el sol está debajo de la tierra y el norte es siempre el área de respeto, y misterio y peligro. El peligro de lo que no está acomodado en las formas del orden social.
Y luego nosotros vemos el sol en varios aspectos. Luego todos estos Mandalas que voy a mostrar están abiertos en el este, no cerrados, abiertos, para recibir lo transpersonal, la luz trascendental brillando. Todas las cosas son transparentes para la trascendencia. Cuando una deidad como Yaveh en el viejo Testamento dice “Yo soy el final” , el no es transparente para la trascendencia. No es como las deidades de las viejas culturas la personificación de una energía que antecede su personificación. El dice “Yo soy el que soy”. Y cuando la deidad se explica así, nosotros también estamos implicados en eso, de modo que estamos abiertos a la trascendencia. Y tienen una religión de adoración, cuando la deidad abre tienes una religión de identificación con lo divino. Y eso es lo que los cristianos mencionan cuando dicen “Yo y el padre somos uno” y el fue crucificado por ellos. Halaj dijo lo mismo y todos ellos están diciendo lo mismo. Somos partículas de este misterio, la eternidad, el fin, el misterio final que se echó desde el abismo en formas del mundo.
Luego ustedes ven la planta principal de su sustento. Como el animal para un cazador, el animal que es el principio animal de esta vida, es el animal principal, de modo que cuando las plantas crecen, las plantas principales también son santificadas.
Aquí están los mitos de Pueblos y Huichol en Méjico contando de los moledores de maíz y en uno de esos mitos, la madre del joven héroe le pide a una que muela el maíz y a medida que ella lo muele, su propio brazo desaparece. Y ella desaparece. Ella se muele a sí misma. Toda nuestra vida está sustentada por el misterio de la vida y todas las cosas que comemos, sea vegetal o animal, es la vida que se te da a ti, será tu propio ser, será tu propia sustancia. De modo que todos estos Mandalas que yo estoy mostrando aquí van a ser colocados con el este arriba y van a ver que está abierto.
Y luego están los guardianes de la puerta en este caso son pequeñas figuras conocidas como Donso, gran mosca.
Les conté que cuando uno camina en el desierto a veces una gran mosca baja y se sienta en el hombro. Esta gran mosca es similar al espíritu Santo. Es la voz del misterio y es su guía. Y puede ser llamado “Gran Vuelo” o en otro aspecto “Pequeño viento” y es interesante, el viento, espíritu del espíritu que tenemos en el centro de Seattle. esto es un arquetipo. Reconocer la respiración como la respiración de la vida.
Ahora quiero volver al mayor mito de los Navajos, y es el mito del Pueblo de modo que el uno es universal en esta parte del mundo, Y esto es sobre la primera gente que venía desde la matriz de la tierra a través de cuatro estadios. Y ellos iban de un estadio a otro.
Un accidente sucedió en el estadio más bajo. Un flujo llegó como castigo por algo impropio o algo, el rompimiento de un tabú o algo y ellos vinieron.
Finalmente ellos llegan al punto máximo, de la tierra donde ahora estamos. Esto es realmente el nacimiento fuera de la tierra y aquí está la escalera para salir y estas son las primeras personas con las plantas y animales que ellas encontraron aquí y esto encierra un milagro.
Ahora debo decirles: en el Museo de Arte Moderno en Nueva York algunos años atrás, un grupo de cantores Navajos vinieron a mostrar las pinturas de arena y cómo las hacen, y fue maravilloso ver a ese hombre tomando la arena coloreada en sus manos y con una gran precisión preparar estas maravillosas pinturas. Cuando las estaba haciendo, siempre dejaba un detalle incompleto.
Ahora, cuando ellos se las dan a los artistas, como ésta que se la han dado a los artistas para copiar y luego están en el Museo de Arte Navajo, algo deberá faltar. Eso es para proteger el poder de aquellos que trabajan con la pintura. Se supone que no se debe dejar el poder. Bien ponen una pintura en el museo y luego si les preguntan porque no completaron la pintura, completar ésta por ejemplo, ellos se ríen y dicen, si terminamos ésta mañana a la mañana cada mujer en Manhattan podría estar embarazada.
De modo que estas cosas tienen poder. Y luego es también interesante verlos con las pinturas cuando las destruyen, cuando ellos las remueven.
Ellos toman la arena y eso fue todo, puedo relacionarlo con un obispo de la iglesia católica romana concentrado con la hostia en su mano, eso es lo que dice, aquí hay poder sagrado. Luego no la tiran sino que la colocan en un recipiente especial para que ellos la reciban y la lleven a otra parte, a un lugar especial desconocido.
De modo que aquí la primera parte de la leyenda, la leyenda del emerger.
Ahora yo dije que en Islandia teníamos este concepto del hombre de la tierra, el llamado de la tierra. Un lugar especial es identificado en la reserva como el lugar del emerger. No es el lugar del emerger. Es el símbolo ritual de ese lugar. Y ustedes consideran el misterio del emerger cuando van a ese lugar. Luego aquí está la montaña del norte y la montaña del sur y la montaña del este y la montaña del oeste. La tierra es consagrada. Es una tierra santa de este modo. ¿De dónde viene el mito? Viene con la gente a este lugar. Y luego ellos consagran el lugar en términos del mito que está con ellos.
Ahora quiero ir a una leyenda concreta. Y es la leyenda de “Donde Dos Vino A Su Padre”.
Los dibujos que voy a mostrar ahora no son de pinturas con arena sino de pinturas con polen, ellos los llaman así.
Están hechos con maíz y pétalos, flores, y ese tipo de cosas.
Cuando comenzó la segunda Guerra Mundial y los hombres jóvenes de la reserva de Navajos fueron convocados a las armas, había un viejo cantante llamado Jeff King. Y una amiga mía, Maude Oaks, que ahora vive en Carmel, vino a la tierra Navaja para aprender las leyendas tradicionales y para pintar, ella era una artista competente, con las pinturas de arena también. Ella había realmente seducido al hombre viejo para que le contara sus historias y lo persuadió porque el se dio cuenta que los jóvenes ya no estaban aprendiendo esas cosas. Esos rituales eran de una noche, tres noches o nueve noches. Y los cantores debían conocer desde su corazón la extremadamente elaborada mitología y el sistema de ritos.
Y no podía haber errores y había también un segundo cantor para supervisar para estar seguros que no haya errores durante el canto.
Los jóvenes no se ponían a aprender todo esto. De modo que los rituales estaban muriendo. Y la cuestión era que si ellos le daban el material a la moderna antropóloga investigadora, podría ser almacenado y colocado como tesoro en el museo de los Navajos.
En ese momento, esto fue en el 30, una normal familia de Navajos se describía con un padre, una madre un niño y dos antropólogos. Los Navajos eran un campo de caza para los antropólogos en ese momento. Bien, cuando los jóvenes eran alistados, las familias iban al viejo Jeff King que había sido un militar en el ejército americano cuando ellos estaban volando el Apache, Gerónimo.
Y el viejo Jeff King quien murió en la mitad de los 90 de ese año es considerado como un héroe militar en el cementerio de Arlington. Bien, Maude fue a darle el rito que él hacía cuando los jóvenes iban al ejército. Era un viejo ritual del espejo llamado “Donde el Dos Viene a Su Padre”
Habiendo venido del mundo de abajo las personas están en este pequeño espacio y en las cuatro direcciones están las montañas de las cuatro direcciones completadas con las semillas y esas cosas.
Esta es la casa de la Mujer Cambiante, una maravillosa figura de la mitología Navaja. Ella nació, milagrosamente de una nube y fue la madre de estos niños por milagro, por nacimiento virginal. Ella estaba en una pequeña fuente y el sol brillaba sobre ella y cuando ella volvió a casa dio luz a un pequeño niño. Aquí hay monstruos merodeando el vecindario por eso ella hizo un pequeño agujero y puso el pequeño niño allí en una suerte de cueva bajo tierra para protegerlo de los monstruos y luego volvió a la fuente para lavarse, y nuevamente dio a luz. Esta vez de la luna. Y ella entonces volvió y aquí están los dos pequeños niños.
El niño que nació del sol se llamó “Matador de enemigos” y aquí está el modo en que él aparece en las danzas rituales.
Él es el espejo, dirigido hacia afuera.
El niño que nació de la luna se llamó “El Niño del Agua” y es un hombre medicinal, un chaman.
El motivo de los dos héroes es común en muchas mitologías del mundo. Ellos representan el espejo que regresa y su magnífico sacerdote. Bien, ellos estaban viviendo con su madre y vieron que no solo su madre sino todo el vecindario estaba en problemas por los monstruos y entonces ellos pensaron que sería mejor ir y pedir la ayuda a su padre el sol, el sol es realmente el padre de ambos porque el sol da el brillo a la luna y así, para ayudar a su madre. Ahora, la madre les había dicho: es peligroso por aquí niños, y ustedes pueden ir al este, al sur, al oeste pero no vayan al norte. Entonces ellos fueron al norte. Era el único modo de tener material nuevo. No obedecer a la comunidad. Eran los que estaban atascados o en problemas.
De modo que guiados por el Hombre Arcoiris, fueron a las montañas, los cuatro rincones, todo en los indios americanos es cuatro, ellos ambulaban por el mundo por su camino. Este es un típico mito de búsqueda del héroe.
Cuando llegaron al fin del mundo conocido, eso es cuando alcanzaron el horizonte y se encontraron con el guardián del umbral cuyo nombre es Niño Arena Blanca. Él es el guardián del este. Tiene brazos largos. Agarra a la gente y entierra su cabeza en la arena y los ahoga.
Es uno de los que cuida que la gente no vaya mas allá de los límites de la mitología. Los niños lo alabaron. Ellos le dijeron: “magnífico, El Niño Arena Blanca, nunca hubo nada en el mundo como tu”.
Y como él nunca había recibido una alabanza en su vida entonces les dijo, bien, pueden irse.
Y ellos así salieron, aquí esta El Chico Arena Blanca y el Chico Arena Azul y así y así y ahora ellos están más allá de los límites del mundo.
Estaban yendo por un lugar y vieron una vieja vieja mujer y su nombre es Edad Antigua. Y ella dijo, bien, hola chicos, ¿qué están haciendo por este camino, ustedes gente de la tierra?
Ellos dijeron estamos en nuestro camino hacia la casa de nuestro padre, el sol, para tener armas para salvar a nuestra madre de los monstruos. Ah, dijo ella, eso es un largo largo camino. Serán viejos cuando lleguen allí. Pero, ella dijo, les voy a advertir algo, no caminen por mi sendero. Caminen por la derecha, de modo que los chicos comenzaron a caminar por la derecha pero luego ellos se olvidaron.
Lo sé, los héroes siempre se olvidan.
Y ellos estaban caminando por el camino nuevamente y comenzaron a sentirse viejos y tuvieron que agarrar un palo y caminar con él y finalmente no pudieron caminar más, la vieja mujer los había estado mirando y ella dijo ah, ah, ah, les dije. Ellos le dijeron ¿puedes volvernos jóvenes otra vez? Bien, ella dijo, si ahora van a tener cuidado, lo haré, y escupió en sus manos y tomó humedad de sus axilas y de entre sus piernas y los frotó sobre ellos y los hizo nuevamente jóvenes. Ahora sigan a la derecha del camino. De modo que ellos fueron jóvenes otra vez y vieron otra pequeña vieja mujer, una pequeña mujer negra ¿Quién es? Es la mujer Araña.
Ahora estas arañas viven en la tierra y eso es como un hada madrina, similar al hada madrina. Este es el espíritu de la misma madre tierra en la forma de vieja araña. Luego otra vez.
Ah, hola Chicos de la Tierra, ¿qué los trae por aquí? Oh estamos en el camino hacia nuestro padre el Sol para buscar armas para salvar a nuestra madre. ¡Oh ese es un largo largo viaje!. Por que no vienen a mi pequeña casa y descansan para el viaje. De modo que ella hizo que el sol se ponga rápido, tenía poder sobre el mismo sol. De modo que había oscurecido y tenían que pasar toda la noche con ella. Ellos pensaron que era un pequeño agujero. ¿Cómo podremos llegar allí? Pero luego no hubo problema con eso. Ellos bajaron y ella les dio alguna comida y les dio algunos pedazos de ébano y turquesa, y se arreglaron para el viaje y le dijeron que el problema era lo que ellos podrían encontrar, y ellas les dio una pluma para que se protegieran.
Ahora aquí está la pluma, aquí, que la pequeña vieja mujer araña les dio a los dos chicos. Ella les dijo, mantengan la pluma cerca y superarán todos los obstáculos. Ahora aquí están los obstáculos. El cactus que corta y los juncos que cortan y las piedras que molestan. Estos fueron superados. Porque eran muy poderosos. Bien con esta ayuda los chicos comenzaron su camino y pasaron por estos obstáculos. Materia conocida.
Debemos pasar el mundo conocido. La ayuda mágica viene a nosotros en forma de alguna madre hada madrina. Los caminos del viaje son previsibles y se superan.
Los chicos llegaron al océano que envuelve al mundo, es un motivo común de la mitología. Océanos en los griegos y así. Sabemos que ellos envolvían el mundo porque aquí están las cuatro montañas de las cuatro direcciones. En otras palabras ellos tradujeron el espacio en un cuadro liso. A propósito quiero señalar en este cuadro que los animales no están puestos naturalmente.
Esta gente sabía cómo dar un aspecto natural a estas cosas. Ellos le dan la forma de referencias espirituales. La transformación de la naturaleza en arte esta dando el fenómeno natural de transparencia a la transcendencia.
Los niños ahora cruzan el agua con la pluma entre ellos con el poder mágico que les dieron. Luego ellos se aproximan a la casa del sol que está cuidada por cuatro tipo de animales guardianes. Primero tenemos las serpientes, las cuatro serpientes. El joven que había sido entrenado para ser un espejo transformó esta psicología en consciencia militar secular, viene caminando por esta línea, se arrodilla aquí con la cabeza sobre la canasta de yuca, y hubo una ceremonia de purificación, de purificación antes de tener la revelación y este es el sentido de este rito.
Estos son luego los osos guardianes, estos son los guardianes pájaros de trueno y estos son los vientos guardianes.
Los chicos las pasaron, llegaron a la casa del sol. Aquí tenemos la casa del sol, es un microcosmos del macrocosmos. Con las dos direcciones. Aquí está la hija del sol, aquí está el caballo del sol. Él viaja por el mundo con su escudo. Estos son los pasos de los chicos, las pausas donde encontraron los obstáculos del camino. Ellos llegaron, el sol se puso en la jornada de viaje y los chicos encontraron a la hija del sol.
Ella les dijo ¿quiénes son ustedes? Ellos dijeron, somos los hijos del sol. ¡Oh son ustedes son ustedes!. Hu, ella dijo, bien, papá no está en casa ahora pero cuando venga va a ser difícil para ustedes, de modo que los protegeré. Y ella los envolvió en nubes de cuatro colores y los colocó sobre la puerta del propio color, sobre la puerta puso a Matador de Enemigos y sobre esta a Chico de Agua.
De modo que por la tarde el sol llegó, se bajó del caballo, entró a la casa, colgó su escudo en la pared y vino clunk, clunk, clunk, clunk, clunk y el se dirigió a la mujer y le dijo “¿quienes son esos dos jóvenes que vi viniendo hacia aquí hoy? Ella dijo: siempre me has dicho que tu te comportas cuando te vas alrededor del mundo. Estos niños dicen que son tus hijos.
Oh ¿eso dicen, eso dicen? De modo que los buscó en la casa y los bajó y los sometió a una prueba. Este es el motivo favorito de las historias de indios americanos. La prueba del padre es la prueba de suegro. Él los llevó a través de los cuatro colores en las cuatro direcciones. Punta de piedra. Les colocó una pluma, dos niños, un pluma, no se preocupen, aquí está el mito. Ellos sobrevivieron. Le dio una pócima de tabaco para fumar, ellos sobrevivieron. Él los puso en un lugar y trató de llevarlos a la muerte. Ellos sobrevivieron. El finalmente dijo, bueno espero que ustedes sean mis hijos. Vayan a la siguiente habitación. De modo que los llevó a la siguiente habitación. El colocó a uno de los chicos una piel de búfalo negra y al otro con una blanca y les dijo sus nombres verdaderos y cada uno adquirió su verdadera identidad.
Recuerden que antes ellos eran negros y del mismo tamaño. Ahora ellos sin más altos y el Chico del Agua es azul. Bien la descripción de este momento de iniciación en ese cuarto donde había truenos y los relámpagos entraban, era algo terrible, pero ahora ellos sabían quienes eran. Este es el segundo nacimiento por el padre. Lo mismo de lo que habíamos estado hablando antes. Y cuando ellos pasaron eso tenían mucho poder, se dividieron en cuatro. El amarillo corresponde al Matador de Enemigos y el blanco corresponde al Chico del Agua. Y ahora llenos de poder, comenzaron a volver por el océano cósmico.
Llegaron por el agujero en el cielo. Ahora la pluma que ellos llevaban no es la que la Mujer Araña les había dado. Esta es la que su padre les dio. El padre, ahora en el agujero en el cielo les tomó un examen final. ¿Cuál es su nombre, cuál es el nombre de las montañas del norte, cuál es el nombre del agujero en la tierra? y todo este tipo de cosas y las respuestas eran susurradas por Gran Mosca y Pequeño Viento. Ahora ustedes podrán decir que esto era hacer trampa.
Si ellos no se hubieran preocupado por esto no hubieran recibido la inspiración. De modo que aquí estamos, si tu pretendes pasar el examen, lo pasarás. De modo que habiendo pasado el examen bajaron a la montaña central, el monte Taylor y aquí ustedes ven la huella en la montaña.
Ahora, antes de que ellos fueran a trabajar para matar el monstruo que estaba molestando a la madre, ellos debían matar el monstruo arquetípico, y el vivía aquí en este lago. Y su nombre era Gran Monstruo Algosolo. La característica del monstruo es que el perdía sombra como una substancia. De modo que este Gran Monstruo Algosolo, vio a los dos chicos reflejados en el lago. Luego ustedes ven que estos son los otros dos, los segundos dos. Sí. Puedo beberlos y llevarlos a la muerte. De modo que el Gran Monstruo Algosolo, que perdía la sombra como sustancia, se tomó el lago y tuvo una digestión pesada y luego los escupió otra vez y aquí están ellos. El tomó el lago cuatro veces. Ahora hasta un monstruo se cansa después de tanto trabajo.
Y entonces los chicos se movieron. Ahora, notablemente este monstruo es también un hijo de el sol. Pero el sol fue a ayudar a los chicos matando el monstruo. Tomen esto. Ambigüedad acerca de la virtud y el vicio y todo eso. De modo que el monstruo fue matado y ahora ellos pueden ya volver a casa. Cuando ellos vuelven y pasan el pie de Monte Taylor, ellos tropiezan.
Y las armas del padre, uh, se caen. Ellos habían viajado desde la ladera, hasta un lugar en el que el fuego se mezcla con el reino del agua y donde el fuego se mezcla con la tierra. Y aquí están encontrándose con Dios Hablante que es el ancestro masculino de la línea femenina de los dioses. Es una mezcla de hombre y mujer y les dio un bastón, un bastón mágico para guiarlos a lo que esta hecho de masculino y femenino. Aquí les dan armas dobles, ahora, armas masculinas y femeninas.
Y esta energía vino de ellos en la forma de piedras indicando que ellos estaban llenos de poder mágico y que ellos continuaban viajando con la pluma. Ahora solo para mostrarles este Dios muy interesante, Dios Hablante. Su boca aquí no se ve mucho, su boca y ojos están hechos de lluvia masculina y la niebla femenina sube, de esta forma. Su nariz es de maíz. El les dio las armas para matar a los monstruos de la tierra. Y luego de una terrible serie de batallas matando a estos tremendos monstruos, los chicos estuvieron cerca de ser destruidos. Estaban muy lastimados, perdieron sus armas y piernas y Chico del Agua esta en peligro de volverse el reflejo de Matador de Enemigos.
Y allí los Dioses bajaron y comenzaron una ceremonia sobre ellos y les ayudaron. ¿Y cómo suponen que fue la ceremonia? Es la que les he estado contando. La ceremonia de toda la historia de su vida. Así como los psicoanalistas te llevan a recordar todas las cosas de niños y ponerte en tu propio camino otra vez, aquí están. Y cuando ellos pasaron esta prueba y tuvieron esta ceremonia, otra vez fueron cuatro. Y este es la pintura más impactante de todas, los cuatro niños, parados en la montaña cada uno con su propio color. Ahora cuando Maude Oaks recibió esta ceremonia de Jeff King, el omitió este cuadro. Y cuando terminó el dijo, bien, es todo, Maude dijo, no Jeff, debe de haber otro cuadro. Ahora ella sabe todo lo que hay que saber de estas situaciones de ceremonias mitológicas. O, dijo el, te di todo. No, Jeff, ella dijo. Bien, dijo el, te lo daré. De modo que tienen toda la historia aquí. Es el típico mito de aventura. Dejando los límites del mundo en el que has crecido, yendo atrás de todos esos conocimientos en dominios de la transcendencia y luego adquiriendo lo que se pierde y vuelve como beneficio. Un hermoso ejemplo de este sistema.
Pienso que puedo terminar con esta figura del espíritu de la tierra, otra vez de nuestros Navajos y tenemos la montaña central, la fuente central y las montañas en las cuatro direcciones, las figuras que debemos aprender para saber, el asiento de todas las cosas, pero lo importante aquí en este nuevo camino, son estas cuatro marcas que son interpretadas como los cuatro estadios de la vida.
La infancia, la juventud, la madurez y la vejez. Podría decir que no hay conflicto entre el misticismo, la dimensión mística y la ciencia. Pero hay una diferencia entre la ciencia del sigo 2000 después de Cristo y la ciencia del 2000 antes de Cristo. Y estamos en problemas por esto porque tenemos un texto sagrado que se hizo en alguna parte por otra gente hace mucho tiempo y no tiene nada que ver con las experiencias de nuestras vidas. Y aquí hay un desacuerdo fundamental. Y además, cuando miramos este texto, es un texto que nos habla del hombre como superior a la naturaleza, el hombre está sobre la naturaleza como ser que le fue dado a el y comparen esto con las palabras de Black Elk. Esta es la diferencia entre mitología como petrificada, algo que está seco, muerto y no funciona, y la mitología como algo que está funcionando. Cuando la mitología está viva, no tienen que decirle a alguien lo que significa. Es como mirar un cuadro que realmente te habla. Nos da algo. Y si preguntas al artista ¿qué significa esto? Seguramente te preguntará si quieres ser insultado. Los mitos deben trabajar como un cuadro que se resiste a ser totalmente explicado. Si el cuadro, la obra de la mitología, es completamente explicada, su mensaje se habrá perdido.

© Temakel. Por Esteban Ierardo

El peso central de los enteógenos en la dinámica cultural

El peso central de los enteógenos en la dinámica cultural

Dr. Josep Mª Fericgla
Institut de Prospectiva Antropològica MGS-Universitat de Barcelona

Como disciplina científica orientada al estudio de las formas y leyes que rigen los comportamientos culturales de las sociedades humanas, la Antropología cultural tradicionalmente se ha centrado en la investigación de las sociedades primitivas o ágrafas. En la actualidad y por diversos motivos, tal orientación se ha visto dividida hacia objetivos distintos. Observamos como las actuales Antropologías, en plural, se ocupan de forma prioritaria del estudio y resolución de problemas de nuestras propias sociedades complejas. También vemos como ha ganado terreno la orientación antropológica humanista en contra de la positivista, lo cual, por ejemplo, se ve reflejado desde el punto de vista metodológico en el desarrollo de la Nueva Etnografía, ya desde los años 80: las culturas deben ser descritas a partir de sus propios términos y utilizando categorías indígenas de carácter émico, a diferencia del enfoque tradicional que ponía un énfasis exclusivo en el uso de categorías abstractas, o étic. Tal taxonomía y enfoque fueron creados por la propia Antropología y, por ello, a menudo ignoraban los producidos desde cada sociedad. En tercer lugar, también se observa una decidida vocación hacia la transdisciplinariedad en las investigaciones antropológicas de vanguardia.

Por otro lado, es frecuente que la Antropología actual se atomice en el estudio de objetos minúsculos, tales como la investigación de jardines en tanto que paisajes urbanos, los estudios de campo realizados en los bares de cualquier barrio de una gran ciudad entendiéndolos como territorios donde se supone que aparecen microsistemas sociales, o el análisis de las diferentes preferencias musicales de los estudiantes de una aula universitaria. El resultado final de todo ello es que, al lado de las dolorosas reflexiones epistemológicas sobre la finalidad y sentido de la ciencia antropológica, aparece una desmesurada y en apariencia caótica cantidad de especificidades temáticas que hallamos hoy como pan de cada día en las publicaciones especializadas: Mi esperanza es que aparezca un nuevo paradigma capaz de englobar tales especificidades integrándolas en un marco más amplio que dé sentido a las diversas Antropologías actuales, a menudo demasiado alejadas de la realidad y del interés social.

Dentro de este marco coyuntural aquí muy brevemente esbozado, nace la Etnofarmacognosia, neologismo acuñado por el etnobotánico norteamericano Jonathan Ott, que se ocupa del inmenso campo de estudio oculto bajo la importancia cognitiva y cultural del uso de enteógenos en las diversas sociedades primitivas y actuales. La Etnofarmacognosia reúne las principales características de las tendencias más vanguardistas hacia la integración de diversos campos científicos, y con ello permite caminar de nuevo por terrenos de investigación amplios. Se enclava en el gran y actual interés hacia los fenómenos relacionados con la cognición y la mente en tanto que espacio clave para entender la producción cultural del ser humano. La Etnofarmacognosia no hubiera podido disfrutar del auge que está adquiriendo lentamente de no ser per la doble actitud émica y transdisciplinaria de sus investigadores, ya que los efectos visionarios de los enteógenos tan solo pueden ser estudiados a fondo con carácter global y sistémico, por medio de la autoexperimentación. Por otro lado, tales estudios no podrían avanzar si no fuera intensificando la integración disciplinaria, de aquí que no se trate ya de una rama multi, sino transdisciplinar.

Al mismo tiempo, la actitud forzosamente émica de los etnofarmacognólogos ha llevado a comprender y asumir las propias categorías del pensamiento indígena como probablemente nunca antes en la historia de nuestra disciplina, ya que los diversos estados y formas de procesar de la consciencia humana no son ni expresables ni comprensibles más que por medio de las grandes metáforas, que constituyen uno de los aspectos más sutiles de cada cultura. Ningún antropólogo investigador puede afirmar que ha analizado una cultura seriamente en tanto no pueda entender el sentido profundo de las grandes metáforas que el pueblo objeto de estudio usa para crear su mundo, proyección de su cosmovisión. Esta vicisitud ha ampliado los propios horizontes de la Antropología cultural al punto de que, eventos hasta hace poco tiempo considerados inexplicables, han entrado a formar parte de las especulaciones o de los conocimientos científicos sin que ello supusiera rebajar ninguna exigencia en el rigor metodológico de la investigación, sino al contrario. En este sentido, el uso de enteógenos por parte de la inmensa mayoría de pueblos ágrafos y de sus líderes religiosos, chamanes, creadores inspirados o místicos y el intento de codificación científica de ello abre unas gigantescas puertas a la investigación de la mente humana y de su objeto más preciado: la cultura.

Permítanme aclarar el sentido del nuevo neologismo que estoy utilizando en mi expresión: enteógenos. Este término, que muchos investigadores ya conocen, fue propuesto en el año 1979 por un pequeño grupo de científicos formado por los filósofos Carl Ruck y Danne Staples, por el etnomicólogo Robert Gordon Wasson, y los etnobotánicos Jeremy Bigwood y Jonathan Ott. El término se está difundiendo de manera rápida entre los especialistas y en la actualidad ya hay abundante bibliografía donde aparece este neologismo. La etimología de enteógeno deriva del griego clásico y viene a significar “que genera dios dentro de mí” o más libremente “dios en de mí”. La matriz de este término es theus (dios) y gen (que genera o despierta), y ya era usado en el mundo helénico para describir la inspiración poética o profética y para describir el estado de catarsis sagrada producida por el consumo de plantas psicótropas, práctica que estuvo vigente en la Grecia clásica durante más de 2000 años. Los griegos iniciados en los sacros misterios eleusinos, délficos o de Samotracia, eran aquellos que habían pasado por la experiencia extática superior denominada epopteía, o percepción y experiencia de la divinidad en el interior, y eran llamados epoptes , que significa “testigo ocular” y a la vez “vidente que ha alcanzado la más alta iniciación en los misterios sagrados”. A pesar del secretismo mantenido durante más de veinte siglos, hoy se sabe que tal epopteía o éxtasis sagrado, era conseguida por medio del consumo ritual de hongos enteogénicos (WASSON, HOFMANN y RUCK, 1980; y WASSON, KRAMRISCH, OTT y RUCK, 1996), y que ello constituyó el origen del misterio central y ulterior adoptado por los primeros cristianos en su ceremonia ritual, la Misa (ALLEGRO, 1985); aunque con posterioridad, tal consumo de embriagantes sagrados fuera cambiado por el de un placebo.

En este sentido pues, el término “enteógeno”, tanto en forma de sustantivo como de adjetivo, viene a substituir categorías como “alucinógenos” o “psicodislépticos”, que con sus connotaciones negativas de psicosis y alucinación eran de uso científicamente inadecuado. Nunca fue correcto decir que los chamanes toman “psicodislépticos” o “alucinógenos”; y tampoco es literal decir que consumen “narcóticos”. En todo caso, sería correcto denominarlo “estupefacientes” ya que la experiencia extática deja literalmente estupefacto al sujeto que ha pasado por ella; pero es mejor desechar también tal categoría lingüística por el contenido hoy asociado a las drogas ilegales.

En este sentido, el uso de substancias embriagantes concebidas como sacras es virtualmente universal, tanto entre los indígenas americanos como en el resto del planeta, y tanto en la actualidad como en la más remota antigüedad. Por ejemplo, en unas investigaciones recientes dirigidas por el arqueólogo Jordi Joan, de la Universitat de Barcelona, se han descubierto los restos de consumidores de enteógenos y de cerveza más antiguos de Europa en un poblado íbero de la Edad del Bronce (yacimientos excavados en Catalunya, comarcas del Alt Empordà y del Segrià). En otro yacimiento ibérico de muy reciente excavación (en Mas Castellar, municipio de Pons, Girona), se han hallado los restos de una vasija cuyo análisis químico ha permitido descubrir que contuvo cerveza y el hongo parásito conocido como Cornezuelo del centeno, cuyo principal componente psicoactivo es el ácido lisérgico, base de la famosa LSD 25. También se han hallado partículas de este hongo enteógeno en una de las mandíbulas humanas halladas en la excavación. Otros descubrimientos recientes realizados entre los restos del castillo cristiano de Cornellà (en Catalunya), han puesto de relieve que una pipa allí desenterrada había sido usada para fumar cáñamo; y aún otro hallazgo de los arqueólogos catalanes ha sido el de un cráneo humano con restos de opio entre los dientes, en las minas neolíticas de Gavà (comarca del Baix Llobregat, Cataluña. Aparecido en EL PERIODICO del 30 de noviembre de 1997, pág. 39). Lo mismo podría decirse respecto del conocido hombre de Similaun, del IV milenio a.C., hallado hace unos pocos años congelado e intacto en los altos Alpes fronterizos entre Italia y Austria. Entre los objetos que portaba este hombre prehistórico al morir congelado había hongos psilocíbicos europeos. Incluso una de las hipótesis barajadas para explicar su muerte repentina por congelación es la de que habría consumido tales hongos y se había perdido por los altos cerros alpinos debido a su estado de ebriedad. A raíz de los hongos visionarios que llevaba y de los múltiples tatuajes azules que exhibía en su cuerpo, se ha supuesto que se trataba de un chamán local.

Por otro lado, se debe reconocer que el estudio antropológico de los sistemas de curación de las sociedades ágrafas, de sus estrategias de toma de decisiones, el análisis de los mecanismos de adaptación, de los procesos de creación de identidad y de sistemas simbólicos, y el estudio de las prácticas religiosas que invaden la vida cotidiana de estas sociedades simples, todos estos distintos ámbitos de la vida humana no son comprensibles en su profundidad si no es contemplando el consumo de enteógenos como parte esencial de ello.

Para ilustrar alguno de los más universalmente conocidos usos chamánicos de plantas visionarias se puede citar el consumo del hongo visionario Amanita muscaria en toda Siberia y en algunos territorios de la antigua Europa occidental; está también profusamente descrito el uso chamánico mexicano del teonanácatl, hongos psilocíbicos cuya ebriedad es buscada por diversos grupos indígenas de Mesoamérica como los mazatecas, etnia a la que pertenecía la famosa chamán María Sabina que abrió las puertas del conocimiento sobre la vigencia del uso de enteógenos al mundo actual. Es famoso también el uso pan-amazónico chamánico y no chamánico de la mixtura enteógena de ayahuasca o yagé, en más de 70 grupos étnicos de la Amazonia -analizado en detalle en alguna de mis obras anteriores y en referencia a los mecanismos de toma de decisiones y ritos religiosos (FERICGLA, 1994 a; 1997 a). Cabe citar también el uso de rapés inhalados que contienen elevadas cantidades de triptaminas embriagantes en la zona del Caribe y de la Amazonía (OTT, 1996). No está menos extendida en todo Sur y Centroamérica la tradición de beber el potentísimo jugo de las Brugmansia, popularmente conocidas como “floripondio” o “hierba del diablo”, cuya embriaguez puede durar tres o cuatro días. También ocupa un lugar importante el uso adivinatorio y en diversos rituales de curación de las semillas de Dondiego de día que sintetizan alcaloides ergolínicos. No se puede olvidar el uso del péyotl, o cactus del peyote, tan conocido por ser el enteógeno con que los huicholes -entre otras etnias- realizan su comunión sagrada; en la actualidad, este pequeño cactus es también el sacramento consumido por los cerca de 500.000 miembros de la Native American Church y de la Peyote Way Church of God extendida por los EEUU y Canadá. Finalmente, hay que citar el conocido uso extático del gran cactus San Pedro -el que guarda las llaves del cielo en la tradición cristiana- en toda cordillera andina; y tampoco se puede olvidar el tabaco silvestre, considerado por el eminente antropólogo Johannes Wilbert como el alucinógeno americano por excelencia ya que fue -y es- consumido por grupos indígenas de todas las latitudes continentales (WILBERT, 1987).

Por otra parte, el uso de vegetales psicoactivos no es algo exclusivo de los humanos. Existe una creciente evidencia de que también otros animales usan embriagantes y plantas medicinales. En este sentido, la Asociación Americana para el Progreso de la Ciencia organizó recientemente unas charlas sobre zoofarmacognosia donde quedó patente que el consumo de embriagantes es una actividad normal y ordinaria en los animales (citado por OTT, ibid:30-31).

Así pues, el consumo de enteógenos es una práctica cuasi universal en el ser humano, en especial entre los pueblos ágrafos, y tiene un importante peso específico en distintos ámbitos de la cultura, y no precisamente en ámbitos marginales. A pesar de ello, hasta hace muy pocos años casi no había ningún antropólogo que se dedicara a la investigación en Etnofarmacognosia. Una de las excepciones que cabe citar es justamente la de Gerardo Reichel-Dolmatoff, colombiano de adopción, quien en sus trabajo de campo puso un especial y repetido énfasis en la importante presencia de narcóticos -como lo denominaba- en ritos y ceremonias de los tukano y de otros pueblos colombianos2 . También señaló la importancia cultural de los sueños nocturnos en los sistemas de toma de decisiones indígenas y, como expondré más adelante, los sueños y la imaginería mental generada por el consumo de enteógenos tienen un papel equivalente en muchas sociedades, hasta el punto de que, por ejemplo, entre los shuar ecuatorianos ni tan solo existen dos palabras distintas para denominar unos y otros episodios visionarios.

Para acabar con este ya largo inicio de la exposición que sigue, cabe apuntar que desde el punto de vista metodológico, la Etnofarmacognosia propone una alternativa de orden y sistemática transdisciplinaria y procesual que permite incrementar la sistematicidad de las variables que concurren en los distintos fenómenos culturales relacionados con el consumo de embriagantes sagrados, y con ello obtener un resultado global que ha de permitir explicar los fenómenos de forma más satisfactoria que hasta la actualidad. Este enfoque situaría mi exposición en el interés por intentar establecer unas relaciones transdisciplinarias a partir de la Teoría General de Sistemas (VON BERTALANFFY, 1968; BATESON, 1993)3.

Con mi modesta aportación, intentaré transmitir la importancia de los enteógenos en los procesos sociales y culturales, tanto de los pueblos indígenas como de la actualidad occidental multiétnica; pero no quisiera ser malentendido en el sentido de que no propongo una explicación que pretenda ser la piedra filosofal para entender las diversas dinámicas y evoluciones culturales, ello es el sueño imposible de todo científico. Tan solo quiero llamar la atención sobre algo que hasta ahora se ha menospreciado por una buena parte de la comunidad científica. Me refiero -insisto- a la enorme importancia cultural y cognitiva de los estados modificados de consciencia autoinducidos por medio de los embriagantes sagrados, casi todos ellos de origen vegetal, y el peso que tienen dentro de todo marco cultural y en relación a los procesos de cambio que tanto interesan hoy.

Hace unos años, poco después de comenzar mi investigación de campo entre los shuar amazónicos, el grupo más numeroso de la gran Nación Jíbaro -como lo denomina A. C. Taylor- ingerí por primera vez la pócima visionaria de la ayahuasca o yagé, y comprendí que cuando los shuar y achuaras ancianos dicen que no pueden creer seriamente en los mandatos evangélicos de los misioneros por la simple razón de que ellos, los shuar, sí pueden ver lo que conciben como poderes o espíritus de la selva, en tanto que los misioneros les obligan a creer en algo que ellos mismos no han visto y que tampoco ha visto nadie vivo, comprendí en toda su profundidad la gran importancia cultural implícita relacionada con el consumo de enteógenos en las sociedades ágrafas, y así mismo me fue también dado comprehender el profundo referente que ha permitido a los pueblos amerindios mantener su firme identidad durante todos los siglos de colonización.

II

Entremos ahora en el análisis esquemático de las relaciones observables que hay entre el efecto de los enteógenos y su peso específico en la cultura. La exposición está ordenada siguiendo capítulos básicos en el análisis antropológico de toda sociedad. Así, expondré la relación que se observa en las sociedades ágrafas entre los enteógenos y:

* II.1 la subsistencia (el medio ecológico)
* II.2 las relaciones de ayuda (sistemas de curación)
* II.3 la memoria colectiva (identidad)
* II.4 los sistemas de toma de decisiones individuales y grupales;

y acabaré mi exposición con un breve repaso del peso que tiene todo ello en la actualidad indígena y mestiza americana.

II.1. RELACION ENTRE LOS ENTEÓGENOS Y LAS ESTRATEGIAS DE SUBSISTENCIA (EL NICHO ECOLÓGICO)

En primer lugar, hay que realizar una mención al estilo cognitivo de los pueblos ágrafos y no industrializados. Se trata de una cognición concretista del mundo, en el sentido de que en tal estilo cognitivo no predominan los modelos abstractos, sino que su elaboración simbólica pertenece al reino de las imágenes: sigue la lógica de las imágenes en el sentido kantiano, a lo que corresponde también una organización neuronal diferencial como se ha puesto de relieve recientemente por parte de neurólogos (KREMER-MARIETTI, 1993). Así por ejemplo, la conducta de los animales tiene una gran interés para los indios porque, además de permitirles cazar con éxito, constituye un modelo plástico de lo que es posible en términos de adaptación exitosa y lograda. La sabiduría de los chamanes a menudo contiene descripciones detalladas de los contactos e intercambios de información entre los animales y ellos mismos, y muchos chamanes pretenden haber adquirido parte de sus conocimientos específicos de animales que les revelaron las fuentes de algunos alimentos inesperados, la cura para una enfermedad o algún procedimiento práctico para resolver problemas cotidianos.

A partir de la propia lógica de las imágenes es relativamente inmediato observar la interrelación entre los múltiples elementos que configuran la naturaleza y al ser humano dentro de ella, e imprimir un carácter animista a toda la naturaleza. Así, y como es bien conocido, son multitud los pueblos indígenas que hablan de los animales, de las plantas e incluso de los mecanismos artificiales en términos aplicables a los humanos: “el coche fracasa” (cuando se estropea); “la bombilla tiene el poder de iluminar” o “el grifo sabe dar agua” son expresiones animistas frecuentes.

El indígena, globalizando, es consciente de que forma parte de una red compleja de interacciones que incluyen al universo entero. Por ello, las relaciones entre los seres humanos y el entorno son formuladas no sólo a nivel ecológico y cognitivo, sino que también constituyen una relación personal afectiva en la que los animales y las plantas individuales son tratados con respeto y prudencia (REICHEL-DOLMATOFF, 1983:296). “¿Para qué matar este animal si hoy no lo necesitas para comer?”, se pregunta el shuar amazónico ante la posibilidad de cazar una presa fácil que tiene delante.

Dentro de esta relación sistémica con los recursos ecológicos, a veces sucede que el alimento falta, y es en estas situaciones cuando mejor se pueden observar los recursos culturales que se ponen en marcha para sobrevivir: si la caza escasea, el ser humano debe plantearse una nueva estrategia distinta de la utilizada hasta el momento para salir del callejón del hambre. El factor azar, como después expondré con detalle, es al que se debe recurrir. ¿Cómo sucede en la práctica? Para poner un ejemplo etnográfico propio del mundo colombiano, citaré el de los tukano. En esta sociedad, el chamán debe visitar al Señor de los Animales a través de un trance extático autoinducido por enteógenos, y debe tratar de obtener la suelta de alguno de sus animales. No obstante, el chamán no solicitará animales individuales sino rebaños enteros o que el Señor de los Animales propicie una buena estación de caza. Así, tal espíritu interpretado bajo numerosas personificaciones o aspectos formales es concebido en tanto que administrador de derechos de los usufructuarios (ibid, 299), pero dado que los recursos cinegéticos son limitados, los derechos restrictivos de su uso son instituidos por estos seres espirituales y corresponde al chamán actuar de mediador. Para ello, el especialista en trances extáticos debe fijar algunas regulaciones importantes absolutamente pragmáticas, por ejemplo limitando las especies cazadas o restringiendo el número de personas que puede salir de cacería, los días adecuados o los lugares permitidos. Y en los casos de anomalía en el delicado equilibrio del nicho ecológico que incluye al ser humano, la regulación a aplicar para “sanar el medio” suele decidirse en base a premisas -o llamémosle “conocimientos revelados”- elaboradas durante los estados mentales dialógicos, producto del consumo de enteógenos, que son vividos en forma de revelaciones trascendentes por parte del chamán.

Por otro lado, y en referencia a los importantes códigos restrictivos que regulan la vida de muchos pueblos indígenas en estos momentos cruciales -control riguroso del consumo de ciertos alimentos, abstinencia sexual, aislamiento social-, cabe apuntar que las actividades más comprometidas para la continuidad de la vida humana son justamente las más protegidas por tales restricciones, y entre tales eventos vitales solemos hallar la menstruación, el embarazo, el parto, los períodos de luto, la recolección de hierbas medicinales, la preparación de venenos y partidas para cazar, y también la elaboración de los enteógenos tradicionales de cada sociedad.

II.2 RELACIÓN ENTRE LOS ENTEÓGENOS Y LAS RELACIONES DE AYUDA (CURACIONES)

La mejor forma de definir la acción del chamán es entendiéndola en tanto que relación de ayuda. Aunque hasta este punto no me he tomado la tarea de definirlo, diré que entiendo el chamán como el individuo visionario, inspirado y entrenado en decodificar su imaginería mental que, en nombre de la colectividad a la que sirve y con la ayuda de lo que concibe como sus espíritus aliados, entra en estados de catarsis profunda sin perder la consciencia despierta de lo que está percibiendo. Durante la disociación mental autoinducida, su ego soñador establece relaciones con entidades que el hechicero vivencia como de carácter inmaterial y puede, hasta cierto punto, modificar el orden del cosmos invisible de acuerdo con su interés o el de su colectividad (FERICGLA, 1997 b:75; HULTKRANTZ, 1988:57-67).

Así pues, hay que entender las relaciones de ayuda en un sentido amplio, tanto a nivel individual en el que la práctica básica -pero no única- se centra en las curaciones, como a nivel cósmico. A nivel individual los chamanes son los responsables de reinstaurar el orden que cada pueblo entiende bajo este complejo y delicado equilibrio que llamamos salud, y no hablo más de ello ya que existe abundantísima literatura sobre el tema, pero hay también otras formas de relación de ayuda que podríamos denominar de reajuste vital. Así por ejemplo, los shuar ecuatorianos creen poder preestablecer acciones de su futuro individual por medio de las visiones que tienen bajo el efecto de la ayahuasca. No obstante, cuando un sujeto no tiene las visiones deseables sobre un evento específico, por ejemplo sobre su futuro matrimonio o sobre una vendetta que pretende organizar para vengar algún afrenta anterior, acudirá al hechicero para que éste, también en estado de ebriedad, trate de reordenar el futuro del sujeto de cara a su éxito y mayor eficacia biográficas.

Por otro lado, ya es algo conocido que muchas etnias indígenas creen que el cosmos está en permanente proceso entrópico de deterioro. Antes la gente era más sana -dicen-, más fuerte, las huertas producían más y los brujos eran más poderosos que en el presente. Tal sensación entrópica, de tendencia hacia el caos y el desorden, en muchos casos no puede ser considerada como una consecuencia inmediata del presente, en que su relación con el avasallador mundo industrializado conduce a un fuerte deterioro cultural indígena o a su extinción literal en los casos más dramáticos, sino que tales creencias sobre el deterioro permanente de la Naturaleza más bien representan una forma de ser existencial incrustada en su cosmovisión. Tal vez está relacionado con la observación del crecimiento y decadencia de todo nicho ecológico (por ejemplo, G. Reichel-Dolmatoff lo explica con claridad en su extensa obra sobre los tukano; ibid, 305). No obstante, el punto crucial es que esta idea de desorden creciente siempre va seguida por la acción institucionalizada del ser humano que, por medio de sus ritos, consigue recrear el mundo y ayuda a restablecer el orden cósmico adecuado.

Este ciclo continuo de creación, destrucción y reconstrucción ritualizada puede ser observado en multitud de pueblos indígenas amerindios, asiáticos, africanos y también en las tradiciones agrícolas europeas: por ejemplo en el ciclo ritual anual de Navidad y San Juan. Desde luego, y al margen de otras consideraciones, se trata de un importante mecanismo cultural de supervivencia social y biológica, y todos estos ritos negantrópicos tienen su epicentro ceremonial justamente en el consumo de enteógenos y en el reajuste cognitivo por medio del dialogismo mental que se activa con ello.

Volvamos ahora al aspecto de las relaciones de ayuda entendidas como curación. Los tres aspectos básicos que hay que regular inexorablemente para evitar que enferme la vida de toda comunidad humana son:

* el crecimiento de la población o aspectos demográficos en general
* la explotación del nicho ecológico, y
* el control de la agresividad, sea intragrupal o intergrupal.

Estos tres asuntos deben ser meticulosamente regulados si un colectivo pretende sobrevivir, y en nuestras sociedades occidentales justamente se trata de los tres magnos problemas que ponen la supervivencia -nuestra y del resto de la humanidad- al borde del abismo: la sobrepoblación mundial debida a la influencia colonial occidental sobre las costumbres indígenas de otros pueblos; el agotamiento de los recursos naturales y el suicida calentamiento de la atmósfera son la consecuencia a la falta de planificación razonable a este segundo parámetro; y la gran violencia callejera que existe en las grandes ciudades.

Todo antropólogo que ha hecho investigación de campo sabe que en la sociedades simples es fácilmente observable cómo los sujetos son conocedores de que su supervivencia depende de ello y, en consecuencia, las acciones adaptativas que llevan a cabo para mantener el equilibrio en cada uno por separado y entre estos tres factores a la vez.

Para controlar tal tríada de asuntos de peso vital -y no uso aquí este término como exageración literaria-, las sociedades suelen imponer severas regulaciones a la conducta individual, y cuanto más simple es una sociedad más rígidas suelen ser las normas restrictivas. En general, se puede afirmar que la estrategia que tiene cada cultura para hacer respetar estos límites está estrechamente relacionada con la idea fundamental de enfermedad de haya desarollado. Así, la enfermedad suele ser concebida como el quebrantamiento de alguna norma cultural básica y se manifiesta a través de un amplio abanico de señales y síntomas cuya causa se atribuye a factores externos al propio sujeto, pero es el paciente quien asume la casuística de la enfermedad por el hecho de haber devenido vulnerable a ella, y esto tanto se puede aplicar a las enfermedades de los pueblos ágrafos como a los enfermos de SIDA (por que han llevado una vida mala, dice la creencia popular), o a los cancerosos de pulmón (si no hubiera fumado, le dirá el médico). Por tanto, el diagnóstico que suele realizar el brujo y en terapeuta (especialmente el psicoterapeuta) tiene dos aspectos diferentes: uno se refiere a las quejas del paciente y a los síntomas que ofrece para su diagnóstico; y el segundo aspecto se refiere a la causa última por la que una persona concreta se convirtió en víctima de la enfermedad, por qué fue vulnerable a ella. La forma de saberlo, de nuevo, es a través de los trances que se autoinduce el chamán con la ayuda de los enteógenos o, a veces, por medio de otras técnicas visionarias, del análisis de sueños, etc.

Es decir, en el proceso diagnóstico el chamán está interesado en la enfermedad del paciente pero no en tanto que aspecto biológico individual, sino más bien como síntoma de un desorden en el flujo vital del cosmos que le rodea y en el que él está sumergido: reparar la enfermedad es, en cierta forma, restablecer el orden cosmogónico. Por tanto, para el hechicero es preciso averiguar correctamente las causas últimas de la enfermedad, identificar con precisión la cualidad exacta de la relación exacta donde se halla la anomalía para, a continuación, rehacer el equilibrio cósmico mediante la comunicación con los espíritus, y para todo ello consume enteógenos. Parafraseando de nuevo a Reichel-Dolmatoff, podría decirse que un chamán indígena no tiene pacientes individuales sino que su tarea es curar la disfunción social; y con ello -no hay que olvidarlo- se convierte en una fuerza muy importante para el control colectivo y para la gestión de los recursos. Incluso hay casos, como los citados por Reichel-Dolmatoff (ibid, 304) y como los que yo mismo he descrito a partir de mi trabajo de campo (FERICGLA, 1994 , en que los brujos forzaron pequeños movimientos migratorios al pedir a sus congéneres que abandonaran las chozas para evitar una epidemia que se aproximaba o la presencia de espíritus malignos, calamidades ambas que le habían sido reveladas en sesiones de trances enteogénicos oraculares.

Para acabar con este epígrafe, se puede afirmar que la mayor parte de las actividades clave de los chamanes -tales como los rituales de curación, propiciación de lluvias o de cambios climáticos, reafirmación periódica de alianzas o intercambio de alimentos entre grupos exógamos- pueden ser contemplados como actos cuya última finalidad es la gestión de los recursos y del equilibrio social por medio de una relación de ayuda a nivel individual y colectivo, y todo ello es actuado, inspirado o directamente concebido bajo los efectos de enteógenos.

Dejo de lado las reflexiones que tanto gustan hoy sobre hipotéticas conexiones entre el inconsciente individual desvelado por la acción de los enteógenos y el mundo exógeno. No me atrevo a discutir que la excursión psíquica a provocada por el uso de plantas visionarias pueda estimular algún tipo de captación no ordinaria del mundo físico exógeno. Por ejemplo, tal vez cabría hablar de un desarrollo especial de la intuición, capacidad que C.G. Jung ponía al lado de las sensaciones y de las percepciones físicas en tanto que fuente de información del entorno. Es cierto también que la física actual ha puesto de relieve que en los mundos de lo no observable, constituidos por las grandes distancias macrocósmicas y las interrelaciones submoleculares, no actúan las leyes de la causalidad, de la temporalidad y de la masa, lo cual deja una puerta abierta a especulaciones científicas imposibles hace unas décadas. También es cierto que por medio de sus prácticas adivinatorias, los pueblos indígenas aciertan las predicciones en un índice superior a lo que las leyes del azar estadístico permitirían prever, pero ello no autoriza -como sucede tan a menudo- a dar pretendidas explicaciones de carácter científico a fenómenos que rayan la fantasía: los chamanes también fracasan muchísimas veces en sus prácticas curativas y los pueblos selváticos sufren muchas enfermedades propias, y ello no hay que olvidarlo.

II.3 RELACIÓN ENTRE LOS ENTEÓGENOS, LA MEMORIA COLECTIVA Y LOS REFERENTES DE LA IDENTIDAD INDIVIDUAL

En la actualidad, hay dos campos de estudio de la Antropología que tienen especial relevancia por su interés aplicado a nuestras sociedades multiétnicas: me refiero a los procesos de creación de identidad y a los mecanismos de adaptación, especialmente investigados en relación a la inteligencia artificial y a los modernos Sistemas Expertos computerizados capaces de elaborar parcialmente su propio software, con lo que ya se habla de neuroinformática y estrategias de adaptación (ÁLVAREZ MUNÁRRIZ, 1994).

En las sociedades ágrafas, la creación de la identidad individual camina estrechamente ligada a los sistemas simbólicos y a las estrategias adaptativas grupales. Todo ello constituye una buena parte del contenido de la memoria colectiva proyectada y formalizada en los mitos. Como ya han señalado diversos autores, no es infrecuente que la recreación del universo de referentes identitarios durante los ritos de paso suela ir acompañada del consumo de vegetales o pócimas embriagantes. Tal y como observamos, incluso en nuestros adolescentes es normal el consumo regular de alcohol, marihuana y, cada día más, embriagantes sintéticos a pesar de ser ilegales para unificar el sentimiento de pertenencia a los peer groups, o pandillas callejeras: en ellas, la búsqueda colectiva de tal ebriedad se convierte en lo que podríamos denominar un referente de paso. Así, durante las ocasiones ceremoniales, sean amplias o restringidas al ámbito familiar, cuando el universo y sus componente están siento cognitivamente actualizados colectivamente en estos actos negantrópicos de restauración cósmica de que antes hablaba, hay un objetivo que suele adquirir una importancia capital: la renovación, por medio de los relatos míticos, de las conexiones con las generaciones pasadas, presentes e incluso, en algunos pueblos, futuras. El acento del ritual recae sobre la unificación del grupo, sobre la realimentación de la identidad social, sobre la continuidad de los estrechos lazos de identidad que unen a la sociedad presente con su pasado, y al mismo tiempo la ceremonia catártica se convierte en el fundamento del futuro. Los prolongados relatos genealógicos y los diálogos o monólogos ritualizados, recitados o cantados durante la ceremonia tienen una poderosa función cohesionante.

En referencia a todo ello, cabe apuntar en forma de paréntesis que el estilo cognitivo propio de los estados modificados de la consciencia es de un dialogismo mental como principal fenómeno observable por medio del arte y autoexperimentable a nivel subjetivo.

El estado cotidiano de nuestra percepción y de nuestro conocimiento despierto actúa de acuerdo a procesuamientos dualistas y disyuntivos (o esto o aquello, o ahora o más tarde, o aquí o allá, o Ud. o yo) que en cierta forma nos individualizan y aíslan del grupo. Cuando en mi trabajo de campo entre los shuar preguntaba a alguien: “¿qué piensa usted de esto o de aquello?”, la respuesta más habitual que recibía solía ser: “nosotros pensamos tal cosa o tal otra”. De forma parecido a los enteógenos, las prácticas orientales de meditación, las técnicas antiestrés, los enteógenos y la psicología analítica tienen justamente como finalidad detener este funcionamiento dualista de nuestra mente, entrenándola para realizar una integración no conflictiva de elementos opuestos, y aquí deberíamos remitirnos a la sugerente teoría de los holones, o del orden sistémico holístico, propuesta por A. Koestler (KOESTLER, 1983: 171 y ss.).

Así, un nivel de consciencia jerárquicamente superior al conflictivo dualismo disyuntivo cotidiano lo constituye el dialogismo cognitivo, concepto fundamental en todo lo relacionado con los espíritus, experiencias extáticas y excursiones psíquicas. Durante los estados mentales dialógicos nuestra mente habla consigo misma, se auto-observa, reelabora sus contenidos emocionales recientes y lejanos, y toma consciencia de sí misma. Es el ojo descarnado de que han hablado metafóricamente desde los griegos hasta los mexicas. A todo ello hay que añadir el fenómeno de la proyección psicológica: percibir como exógeno aquello que en principio es endógeno; ver en lo externo aquello que está sucediendo en el mundo interno. Este fenómeno es el que en antropología clásica fue denominado “la participación mística del primitivo con su entorno” (LÉVY-BRUHL, 1985), y es una de las características predominantes en la creación de mundos míticos y simbólicos, y a la vez es uno de los factores que más pesan en la identidad de los sujetos.

Este hecho es muy importante ya que también se trata de una función clave para comprender el potencial adaptógeno de tales formas alternativas de la consciencia. El dialogismo cognitivo es un estado durante el que los procesos metales actuantes constituyen un deuteroaprendizaje respecto del pensamiento cotidiano: se piensa sobre el propio pensamiento y se aprende a aprender. De aquí el fructífero uso de enteógenos en la moderna psicoterapia (entre otros, me refiero a los trabajos experimentales de psiquiatras como S. Grof, Ch. Grob, R. Yensen, S. Roquet, a la psicoterapeuta A. Schulgin, etc.).

Puestas así las cosas, está claro que el chamán oficiante -o el psicoterapeuta occidental- orienta de modo adaptativo las experiencias que los individuos proyectan sobre el fundamento vívido de las visiones propias de la ebriedad sagrada (ver FERICGLA, 1994 a). Se ven a sí mismos regresar al pasado mítico originario, se perciben tomando parte activa en el acto de Creación divina que es la creación de uno mismo y, en este proceso, la memoria individual entronca formal y emocionalmente con la memoria colectiva por medio de los enteógenos, de aquí la gran importancia que tienen en la construcción del patrón identitario de los individuos.

Además de ello y como se ha verificado en diversas ocasiones (FERICGLA, 1997:43-80), las visiones que llenan el universo del sujeto embriagado suelen tener una parte de imágenes personales y otra de imágenes arquetípicas o universales; y hoy no hay la menor duda sobre la existencia de imágenes universales contenidas genéticamente en nuestro inconsciente, ese contenido formal que ya fue observado por antropólogos del siglo XIX e inicios del XX, tales como Adolf Bastian, Hubert y Marcel Mauss, que las denominaron “ideas primordiales”, fenómeno que con posterioridad fue descrito con detalle analítico por C.G. Jung y por diversos de los padres e investigadores de Antropología Psicológica. Es así como el estado extático permite al sujeto experimentar y vivir de forma emocionalmente intensa aquellos episodios que entroncan su vida individual con la colectiva, fortaleciendo los referentes de identidad hasta niveles que son probablemente insospechados por el occidental medio. Esto, por ejemplo, permite comprender mejor la, en apariencia, inexplicable solidez y permanencia de la identidad de los indios americanos si la comparamos con las cambiantes identidades occidentales: el consumo de enteógenos -sea peyote, ayahuasca, san pedro u hongos- les permite participar en la construcción de su propio mundo cognitivo, simbólico y colectivo.

Por otro lado aun, las visiones que se desvelan a los sujetos de pueblos ágrafos en estado catártico, aunque les confirma la certitud de su panteón de mitos ya que los perciben cargados de vida y de emoción, son objeto permanente de discusión y de reajuste de acuerdo a cada experiencia individual. De aquí, que los mitos son dinámicos y no estáticos. Cualquier antropólogo sabe que si pretende ofrecer una recopilación de los mitos shuar, aguarunas o quechuas, forzosamente deberá realizar una recopilación de las múltiples versiones que halla en su camino y fundirlas en una de unitaria más completa.

II.4 RELACIÓN ENTRE LOS ENTEÓGENOS Y LA TOMA DE DECISIONES INDIVIDUAL Y GRUPAL

Uno de los ámbitos a los que he otorgado mayor importancia en mis investigaciones referidas a los aspectos cognitivos y dinámicos de las culturas, son los mecanismos de toma de decisiones. ¿Cómo hace cada sociedad para tomar decisiones, tanto a nivel individual como colectivo? ¿Cuál es la racionalidad yacente que orienta cada decisión? Saltando pasos intermedios y con independencia de quién decide, podemos aceptar que las determinaciones se toman en base a dos parámetros: los conocimientos previos sobre aquello que hay que decidir y el azar que menudo determina las circunstancias que envuelven y condicionan la decisión.

Sin caer es tesis darwinistas simples, hay que admitir que la evolución biológica tiene una gran necesidad del azar como mecanismo que asegura la eficacia en las formas de supervivencia. Por ejemplo y para poner una ilustración elemental, existe una indudable interacción entre los animales que persiguen los seres humanos y las cacerías que éstos emprenden para atrapar a los animales, de tal manera que tanto los cazadores como las presas modifican sus decisiones ante las acciones y las acciones que pueden prever en el otro. En este juego sistémico existe una ventaja clara para el que es capaz de evitar un modelo fijo de toma de decisiones y, en definitiva, de conducta. Así, las regularidades que se observan en el comportamiento del otro proporcionan una base para las respuestas anticipativas del contrincante; y los animales que sufren una caza continuada acaban aprendiendo la conducta de los cazadores y están más preparados para un movimiento de huida exitosa ante la agresión de éstos. Es así como todos los colectivos pueden ser víctimas de sus propios hábitos. Aplicado a las sociedades cazadoras, por ejemplo, se puede afirmar que el éxito repetido en la cacería suele conducir al agotamiento de los recursos cinegéticos en un nicho ecológico determinado (MOORE, 1983:309-317). Es decir, que el éxito repetido corre el peligro de conducir hacia un fracaso inducido por el propio éxito o dicho de forma más simple se puede morir de éxito. Este mismo principio debe aplicarse a la cultura y, en general, a sus mecanismos de adaptación que dependen de las decisiones tomadas en cada momento.

Nunca debiera olvidarse que a los seres humanos, como a todos los animales, nos resulta extremadamente difícil evitar los automatismos en la conducta que acaban en una pauta regular de respuesta. De hecho, las psicoterapias están basadas en este principio: tratar de cambiar pautas adquiridas que resultan dolorosas o asociales para el sujeto, a pesar de que éste sea capaz de percibirlo con claridad y deteste su propia forma de actuar. Como afirmaron en su día Yule y Kendall, la experiencia ha demostrado que el ser humano es un instrumento muy poco apto para la realización de una selección al azar (YULE y KENDALL, 1948:337). Es indudable que una consecuencia de esta necesidad de introducir el azar en la vida como parámetro de eficacia -y no voy a entrar ahora en la interesante discusión sobre la existencia de acausalidades y sincronicidades, a pesar de que en absoluto se trata de una discusión vana, por ello ruego que se acepte aquí el concepto de azar en un sentido restringido-, ha llevado a los seres humanos de todas las épocas a buscar fórmulas que actúen en este sentido para ayudar en el proceso de toma de decisiones. Como ejemplo podemos citar desde la simple pero definitiva adivinación que realizaban los naskapi, habitantes tradicionales de los bosques de la península del Labrador, por medio la escapulomancia -técnica que consiste en quemar un omoplato del espécimen animal que querían cazar- hasta las ceremoniosas consultas regulares de los césares romanos a sus augures antes de iniciar cada batalla o de tomar cualquier gran decisión.

A partir de la distribución de las grietas que aparecían en el omoplato incinerado y de los sueños que el cazador había tenido antes de la práctica mántica, los naskapi decidían la dirección a tomar para iniciar de cacería. No se debe olvidar que de este “juego” dependía el éxito en la caza cotidiana, que los naskapi llevaban una existencia precaria agrupados en pequeños clanes familiares porque el medio no permitía el asentamiento de un número elevado de personas sin que ello produjera el agotamiento rápido de los nutrientes extraídos del nicho ecológico y que, por tanto, necesitaban que su sistema de toma de decisiones fuera lo más eficaz posible.

Tal búsqueda de algún mecanismo que atrape el azar es algo repetido a lo largo de la historia de la humanidad. Como sabemos, existen sistemas parecidos al de los naskapi, quemando omoplatos, en Norteamérica, Asia, India y la vieja Europa. En China se quemaba el caparazón de una tortuga y la adivinación se llevaba a cabo por medio de las grietas que aparecían: se llegaron a codificar hasta 25 figuras distintas formadas por las grietas con fines predictivos (véase PLATH 1862:819-27, citado por MOORE, 1983:309). También en nuestras sociedades disponemos desde las sofisticadas tablas de números escogidos siguiendo el azar matemático, hasta la cotidiana tirada de dados. Tampoco es una observación nueva la de que el arte de las mancias y los juegos de azar son tan semejantes que a menudo el mismo instrumento pasa de un uso al otro. No obstante, cabe añadir un matiz de gran importancia que aportaron los matemáticos Neumann y Morgenstern a medidos de siglo (NEUMANN Y MORGENSTERN, 1947: 143-165). La relación no es, en principio, entre la adivinación y los juegos de azar, sino entre la adivinación y los juegos de estrategia. Queda fuera de la intención de esta conferencia tratar la teoría estadística de los juegos de estrategia, pero sí recojo de ella que a menudo, lo conveniente a primera vista es crítico a medio plazo ya que a no ser que el azar genere probabilidades nuevas y apropiadas, la ventaja inicial se puede perder y morir de éxito.

A partir de todo ello, se debe aceptar que durante los estados modificados de la consciencia se establecen relaciones nuevas entre los elementos que ya existen en nuestra memoria. Los enteógenos tienen como capacidad lo que suelo denominar la amplificación emocional: todo el cosmos adquiere su sentido básico a partir de la relación emocional que establecemos con cada uno de sus elementos. Se barajan posibilidades sistémicas que los automatismos cognitivos cotidianos impiden formular. Nuestra menta origina sus contenidos básicos en forma de imágenes, no de pensamientos abstractos, y es en el nivel en que se mueve tal lógica, la de las imágenes, donde se debe buscar la salida de tales pautas de pensamiento habituales.

Tampoco se debe pensar en un uso permanente de enteógenos por parte de las sociedades ágrafas, ya que ello conduciría al mismo problema de que he hablado en los párrafos anteriores. Según mis investigaciones entre los shuar amazónicos, cada sujeto consume ayahuasca con fines decisorios un promedio de 8 veces a lo largo de su vida. Se trata de un dato estadístico, lo cual implica que algunas personas consumirán innumerables veces (los chamanes), en tanto que otras tal vez no lo usarán nunca con estos fines.

III

EL PRESENTE Y EL FUTURO INMEDIATO DEL CONSUMO DE ENTEÓGENOS

Para acabar este texto, permítaseme algunas reflexiones sobre el presente y el futuro inmediato que preveo respecto del consumo de substancias embriagantes sagradas en algunas sociedades.

En línea con la multitud de estudios y filosofías actuales referidas al proceso de mundialización que estamos viviendo, cabe afirmar que hemos convertido el mundo en un gran supermercado de símbolos. Todo es comprable y vendible en tanto uno se conforme con la imagen, con la faz simbólica del asunto. El mundo está a un paso de transformarse en una insólita y tiránica gran superficie de venta de valores por donde cada uno puede pasearse con su carrito de la compra y, pagando, puede conjugarlo todo: coger un poco de armonía budista para afrontar los problemas, una pizca de ideología de izquierdas si se es asalariado (o empresario ¡tanto da!), algo de colorido africano en el vestir o contribuir con alguna ONG para ayudar a alguien y sentirse así mejor (lo cual no quita que la ayuda sea eficaz respecto de los receptores de ella). Estamos en camino de construir un mundo donde sólo cuente el símbolo; la mundialización se basa en comprar y vender imagen, esta es la cuestión clave. Con lo cual, las vidas de las personas -más en unos continentes y menos en otros- va convirtiéndose en una suma de “como si fueras”. Incluso las minorías indígenas están aprendiendo la lección del consumo de símbolos y, aunque ya hubieren adoptado la forma de vestir y de vivir a lo occidental, saben que es preciso actuar como si fueran indígenas tradicionales para conseguir subvenciones y ayudas al desarrollo, y llamar la atención de los turistas provenientes de países económicamente ricos. Tal forma de entender el mundo y de vivir la vida es el más adecuado para los rígidos sistemas de control de los actuales Estados: en tanto todo se trate de un como si fuera auténtico, es más simple controlar las sociedades, aceptar formas de vida distintas (ya que sólo se trata de las formas externas en el vestir, en el peinado o en los lugares de moda, y lo importante es que hayan lugares de moda donde la gente invierta su dinero), y cobrar los impuestos que gravan toda forma de consumo de manera cada vez más onerosa.

Los enteógenos, entre otras cosas, inducen un contacto dialógico con uno mismo, con la propia esencia cognitiva y psíquica, si se puede hablar en estos términos. Ayudan a la reconstrucción y reajuste del propio ego, y permiten conocer cuál es el lugar que cada sujeto ocupa en el mundo, proceso contrario al mercado de símbolos alejados de la experiencia inmediata de la propia existencia. En realidad, los chamanes indígenas no curan las enfermedades con tanta eficacia como el romanticismo de muchos occidentales cree ver, pero sin duda se trata de individuos que conocen cuál es y debe ser su ubicación en la sociedad de que forman parte y en el cosmos en general, sus deberes y derechos en un sentido profundo. De ahí, y como se ha observado en multitud de casos etnográficos (ELIADE 1976; 1982; POVEDA, 1997), la mayor riqueza de que disfruta su vocabulario comparado con el de sus congéneres, su mejor estado de salud en términos generales y su magnífica capacidad de adaptación a los cambios contextuales, que a menudo les permite actuar de líderes con eficacia en los movimientos sociales de sus comunidades. A raíz de ello, me gusta hablar de la función adaptógena de tales embriagantes tenidos por sagrados en innumerables tradiciones culturales (FERICGLA, 1994 a); y de ahí también los potenciales terapéuticos que se están descubriendo por parte de diversos psiquiatras y psicólogos europeos y norteamericanos. Sin lugar a dudas, los Estados actuales, con su obsesión por unificar y profundizar los sistemas de control social de lo cual depende su propio mantenimiento -ya que los actuales sistemas de representación social están en franco declive-, ven en los enteógenos aquellas substancias que bien usadas podrían originar nuevas formas de integración de las que, probablemente, los Estados tal y como se construyen hoy quedarían fuera. De aquí, por ejemplo, la radical prohibición del enteógeno occidental y moderno por excelencia, la dietilamida del ácido lisérgico 25 o LSD-25. A partir del consumo generalizado de la LSD-25 en la década de los años 60 en los EEUU, nació un nuevo patrón cultural (al que se denominó contra-cultura de forma harto significativa) que dura hasta la actualidad: el arte pop, la música moderna, las formas en el vestir y peinados, el ambiente lumínico de las discotecas, las nuevas formas de entender el amor y la sexualidad… todo ello ha tenido una relación indisociable con la experiencia psicodélica de los años 60. A pesar de las múltiples quejas de los científicos y terapeutas que estaban usando la LSD-25 con un éxito sin precedentes en marcos clínicos y desde casi dos décadas antes, a pesar de ello, tal enteógeno fue radicalmente prohibido (ESCOHOTADO 1989; LEE y SHLAIN, 1994). Obviamente, los beneficios registrados con el uso de estos milenarios embriagantes no quita que su consumo implique ciertos peligros bajo ciertas condiciones, y de ahí las normas restrictivas que lo limitan entre los pueblos ágrafos; pero en último término también cabría proscribir los coches, el sagrado vino de los cristianos y las aspirinas (cuyo ligero exceso provoca hemorragias intestinales) por el mismo motivo.

En cuanto al futuro inmediato de su uso, parece que se perfila en un ámbito lúdico y en dos grandes vertientes más. Por un lado, la cultura del como si está explotando cada vez más extensamente el turismo chamánico con el fin de consumir enteógenos en rituales llamésmosles de inspiración chamánica. En los EE.UU., existen numerosas agencias de viajes que venden a buenos precios tours por Ecuador, Perú y Brasil en los que se incluye la participación en ceremonias donde se consumen enteógenos, en especial ayahuasca o yagé, de la mano de brujos contratados para tal fin. También en Europa existe tal posibilidad lúdica, aunque con mucho menor auge que los EE.UU. Por otro lado, se observa un renacimiento de la enteogenia religiosa y las doctrinas daimistas, originarias del Brasil, se están extendiendo por Europa. Aunque se trate de movimientos minoritarios, la búsqueda del éxtasis religioso por medio de la ayahuasca, denominada en estas religiones Santo Daime, tiene una gran importancia antropológica ya que se trata del renacimiento del uso de enteógenos en marcos religiosos y adaptados a las modernas sociedades industrializadas. Sumando la totalidad de seguidores oficiales de las iglesias del Santo Daime (de carácter rural y festivo), de la Uniao do Vegetal (más urbana e intelectualizada), de la iglesia A Barquiña donde existen los seguidores del Maestro Manuel Arausho y los del Maestro Antonio Geraldo, de la tendencia de Francisca Gabriel (de acusado carácter religioso-chamánico), y finalmente los devotos de la línea del Maestro Daniel, sumando a todos los seguidores oficialmente registrados hay unas quince a diecisiete mil personas; no obstante, el número de simpatizantes que acuden a sus ceremonias religiosas de forma irregular, tal vez pueda llegar a sumar unas sesenta o setenta mil personas más. Por otro lado, existen las religiones cuyo consumo ritual se centra en los efectos extáticos del peyote: la Native American Church, cuyos miembros se centran en los EE.UU., y la Peyote Way Church of God extendida por los EE.UU. y Canadá . Tal vez quepa especular con la posibilidad de que algunos curanderos y ayahuasqueros andinos y amazónicos actuales que trabajan de forma aislada, amplíen su actividad religiosa y acaben creando y manteniendo grupos más o menos numerosos de seguidores.

Para acabar, también en el futuro es previsible que el uso de enteógenos en medios clínicos occidentales crezca y se acabe abriendo una importante brecha en la proscrita situación actual. En los EE.UU. y en diversos países europeos, desde hace unos pocos años, que se han otorgado licencias oficiales para retomar las investigaciones médicas y psiquiátricas sobre la aplicación terapéutica de enteógenos. En España, por ejemplo, la comisión nacional de ética acaba de otorgar permiso para la realización de un estudio farmacológico del efecto de la ayahuasca sobre humanos, lo cual implica el consumo de este enteógeno por parte de sujetos no experimentados ya que no hay consumidores oficiales de ello (situación que no puede darse respecto de estudios equivalentes sobre heroína, MDMA, cocaína u otras substancias ilegales, porque se acusaría a los investigadores de instigar el consumo de narcóticos prohibidos, por lo que sólo pueden realizarse estudios humanos a partir de drogadictos declarados y voluntarios). Es cierto que la situación es de experimentación, legal y rigurosamente controlada, lo cual implica una gran fragilidad legal y no permite realizar ningún tipo de extrapolación; pero también es cierto que los resultados de tales trabajos científicos están poniendo de relieve los inmensos potenciales terapéuticos que pueden derivar de los enteógenos y ello tal vez permitiría pensar en un uso clínico generalizado en las próximas décadas.

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BIBLIOGRAFÍA CITADA

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NOTAS DE PIE DE PÁGINA

1. El presente texto corresponde a la conferencia impartida en el Simposio central del VIII Congreso de Antropología en Colombia, realizado en la Universidad Nacional, Bogotá, los días 5 a 7 de diciembre de 1997.

2. Este texto constituyó mi principal aportación al Simposio central del VIII Congreso de Antropología en Colombia (Bogotá, 5 a 7 de diciembre de 1997, organizado por la Universidad Nacional). Dado que uno de los actos conmemorativos de este VIII Congreso fue rendir homenaje al desaparecido Gerardo Reichel-Dolmatoff (murió en mayo del año 1994), el autor quiso aportar su pequeño granito de arena a tal conmemoración utilizando, en lo posible y para ilustrar los aspectos teóricos que se exponen en el texto, material etnográfico y etnológico de la obra del Dr. G. Reichel-Dolmatoff, en lugar de usar material extraído de su propio trabajo de campo.

3. De aquí, por ejemplo, que en los congresos internacionales dedicados al estudio de enteógenos que el autor organiza anualmente en Barcelona, concurren como conferenciantes y en igualdad de condiciones botánicos, químicos, farmacólogos, psiquiatras y psicólogos, además de etnólogos.

El peyote

Desde la llegada de los primeros europeos al Nuevo Mundo el peyoye ha generado una gran controversia, persecución y supresión. Condenado por los conquistadores españoles como “truco satánico” y recientemente atacado por los gobiernos locales y grupos religiosos, la planta ha seguido jugando un papel sacramental muy importante entre los indios americanos. Su uso se ha extendido por las tribus americanas durante los últimos cien años. La persistencia y culto del peyote constituye un capítulo fascinante en la historia del Nuevo Mundo. Un reto para antropólogos y psicólogos, botánicos y farmacólogos que continuan estudiando la planta y sus constituyentes en conexión con la experiencia humana.

Podríamos llamar a este cactus velloso el prototipo de alucinógeno del Nuevo Mundo. Fue uno de los primeros encontrado por los europeos y sin duda el más espectacular inductor de alucinaciones encontrado por los conquistadores españoles. Encontraron el peyote muy arraigado en las religiones nativas, y sus esfuerzos por erradicar esta práctica les llevó a esconderse en las montañas, donde su uso sacramental ha persistido hasta nuestros días.

¿Cuánto tiempo tiene el culto del peyote? Fray Bernardino de Sahagún estimó, tomando como base diversos hechos históricos de la cronología india, que el peyote fue conocido por los chichimecas y toltecas por lo menos 1.890 años antes de la llegada de los europeos. Estos cálculos darían a esta planta divina de México una historia de unos dos milenios.

Luego Carl Humboltz, el etnólogo danés que hizo un trabajo pionero entre los indios chiguagua, sugirió que el culto peyotero es mucho más viejo. Mostró que un símbolo utilizado en las ceremonias indias tarahumara aparecieron en antiguos relieves rituales preservados en rocas volcánicas mesoamericanas. Más recientemente los descubrimientos arqueológicos en cuevas secas y refugios de piedra en Texas han sacado a la luz especímenes del peyote. Estos especímenes, encontrados en un contexto que sugiere un uso ceremonial, indica que su uso tiene más de tres mil años.

Los datos más recientes sobre el cactus sagrado son los de Sahagún, que vivió de 1499 a 1590, y que dedicó buena parte de su vida a los indios de México. Sus detalladas observaciones no fueron publicadas hasta el siglo XIX. Consecuentemente, la publicación más reciente recae sobre Juan Cárdenas, cuyas observaciones sobre los maravillosos secretos de los indios fueron publicados en 1591. Los escritos de Sahagún se encuentran entre los más importantes de los primeros cronistas europeos. Describió el uso de peyote entre los chichimecas, las primitivas planicies desérticas del norte, para obtener prosperidad: “hay otra hierba, como los tunas (cactus opuntia) de la tierra. Se le llama peiotl. Es blanco. Se encuentra en el norte del país. Aquellos que lo comen o lo beben tienen visiones terroríficas o que te hacen reir. La intoxicación dura dos o tres días y luego cesa. Es un alimento común entre los chichimecas, ya que los sustenta y les da coraje para luchar y no sentir miedo, hambre o sed. Y dicen que les proteje de cualquier peligro”.

No se sabe si los chichimecas fueron los primeros indios en descubrir las propiedades psicoactivas del peyote. Algunos estudiantes creen que los indios tarahumara, que vivían donde abunda el peyote, fueron los primeros en descubrir su uso y luego se estendió hasta el cora, el huichol y otras tribus. Ya que la planta crece en multitud de localidades en México, parece probable que sus propiedades fueron descubiertas independientemente por diferentes tribus. Cerca de setecientos jesuitas españoles atestiguaron que los indios mexcanos usaban peyote médica y ceremonialmente para diferentes enfermedades y que cuando se ponían veían horribles visiones. El padre Andres Pérez de Ribas, un jesuita del siglo XVII que estuvo dieciséis años en Sinaloa, contó que el peyote normalmente se tomaba pero que su uso incluso medicinal, estaba prohibido y castigado, ya que estaba conectado con “rituales paganos y supersticiones” para contactar con espíritus demoníacos a través de “fantasías diabólicas.

La primera descripción completa del cactus fue hecha por Francisco Hernández, quien, como físico personal del rey Felipe II fue a estudiar medicina azteca. En su estudio etnobotánico de Nueva España el doctor Hernández describió así el peyotl, como era llamada la planta en el lenguaje Nahuatl de los aztecas:

“La raiz es más o menos mediana, sin sujetar ramas u hojas por encima de la tierra, pero con cierto lanaje adherido de manera que es difícil de imaginar. Hombres y mujeres dicen que les hace daño. Parece que tiene un sabor dulce y ligeramente picante. En forma de polvo se dice que alivia el dolor de las articulaciones. Se atribuyen maravillosas propiedades a esta raiz si es posible tener fe en lo que se dice entre ellos sobre esto. Aquellos que lo toman pueden predecir cosas.”

A finales del siglo XVII, un misionero español de Nayarit hizo la primera transcrición de lo que es un ritual de peyote. Sobre la tribu Cora dijo: “Cerca de los músicos estaba sentado el que guiaba los cantos, cuya función es marcar el tiempo. Cada uno tenía sus asistentes que le sustituían cuando estaba fatigado. Cerca colocaban una fuente llena de peyote, que es una raiz diabólica que se muele en polvo y luego la beben para que no se debiliten tras los agotadores efectos de tan larga función, la cual empieza formando un círculo entre hombres y mujeres tan grande como lo permitie el número de participantes sobre una superficie que ha sido limpiada para este propósito. Uno detrás de otro iban bailando en círculo o marcando el tiempo con sus pies, dejando en el centro a los músicos y al maestro de los cantos que invitaban, y cantando en el mismo tono amusical que les marca. Bailan toda la noche desde la cinco de la tarde hasta las siete de la mañana, sin parar ni abandonar el círculo. Cuando paraba el baile sólo quedaban de pie aquellos que les quedaban fuerzas, ya que la mayoría después del peyote y el vino no podían utilizar sus piernas.”

La ceremonia entre los Cora, Huichol y Tarahumara probablemente ha cambiado poco en su contenido con el paso de los siglos. Todavía consiste, gran parte de ella, en bailar.

El ritual peyotero que practican ahora los huichol es lo más parecido a las ceremonias mejicanas pre-coloniales. La descripción de Sahagún del ritual teochichimeca podría bien ser la descripción de un ritual moderno, ya que estos indios todavía se reúnen en el desierto 300 millas al noreste de sus tierras en la Sierra Madre, al oeste de México. Todavía cantan toda la noche, todo el día, y todavía estiman el peyote por encima de cualquier planta psicotrópica, aparte de las setas sagradas. Morning glories, daturas y otros alucinógenos indígenas están considerados dentro de la brujería.

Gran parte de los primeros escritos dejados en México son de misioneros que se oponían al uso del peyote en prácticas religiosas. Para ellos el peyote no tenía sitio en el cristianismo por sus asociaciones paganas. Como los eclesiásticos españoles eran intolerantes con cualquier culto que no fuese el suyo, los persiguieron fieramente. Pero los indios eran reacios a renunciar a cultos peyoteros establecidos despues de siglos de tradición.

Sin embargo la supresión del peyote fue muy lejos. Por ejemplo, un cura cerca de San Antonio publicó en 1760 un manual que contenía preguntas que debían hacerse a los conversos. Entre ellas estaban: “¿has comido la carne de Dios? ¿Has tomado peyote?”

Otro cura, el Padre Nicolás de León examinaba de forma similar conversos potenciales: “¿Eres tú un soothsayer? ¿Predices cosas leyendo el futuro?”

Durante la última década del siglo XIX, el explorador Carl Humboltz estudió el uso del peyote entre los indios de Sierra Madre Occidental, principalmente huicholes y tarahumara, y escribió sobre la ceremonia peyotera y los cactus utilizados junto con Lophophora Williamsii.

Sin embargo ningún antropólogo participó ni pudo observar ninguna caza del peyote hasta los años 60, cuando varios antropólogos y un escritor mejicano fueron invitados por varios huicholes a acompañarles en el peregrinaje. Una vez al año, los huicholes hacen un viaje sagrado para recoger Hikuri. Les guía un experimentado mara´akame o Chamán, que está en permanente contacto con Tatewari (nuestro abuelo de fuego). Tatewari es el último dios Huichol, también conocido como Hikuri, el dios del peyote. Se le personifica con plantas de peyote en las manos y pies, y es el que interpreta todas las deidades a los modernos chamanes, a menudo a través de visiones, otras veces indirectamente a través de Kauyumari (El sagrado Ciervo-Persona y héroe tribal).

Tatewari guió el primer peregrinaje peyotero mucho más allá del área donde habitan 9.000 huicholes en dirección al Wirikuta, una región ancestral donde abunda el peyote. Durante el viaje los participantes, normalmente de diez a quince, toman la identidad de antepasados deificados mientras siguen al chamán en busca de Tatewari y “para encontrar sus vidas”.

La caza del peyote es verdaderamente una caza. Los peregrinos llevan alforjas con tabaco, imprescindible para el viaje-ritual. También llevan botas de agua para traer a la vuelta de Wirikuta. Prácticamente lo único que comen durante su estancia en Wirikuta es tortillas. Sin embargo los peregrinos toman peyote mientras estan en Wirikuta. Tienen que andar unas distancias muy largas. Actualmente la mayoría del viaje es hace en coche, pero antes los Indios andaban unas 200 millas.

La preparación para ir a coger peyote incluye una confesión y purificación rituales. Se han de confesar todas las relaciones sexuales, sin mostrar vergüenza, resentimiento, celos ni expresión alguna de hostilidad. Por cada ofensa el chamán hace un nudo en un cuerda que se quema al finalizar el ritual. Después de la confesión, el grupo, preparándose para salir hacia Wirikuta -un área localizada en San Luis Potosí- debe estar limpio antes de hacer el viaje al paraiso.

Al llegar ante las montañas sagradas de Wirikuta, los peregrinos son ritualmente lavados y rezan por la lluvia y la fertilidad. En medio del rezo y el canto empieza el peligroso cruce hacia el Otro Mundo. Este pasaje tiene dos partes: primero, La Entrada de las Nubes Chocantes, y segundo, la apertura de las Nubes. Estos pasajes no representan sitios físicos sino que existen únicamente en la “geografía de la mente”: para los participantes, el paso del uno al otro es una experiencia llena de emoción.

Al llegar al sitio donde se va a cazar el peyote, el chamán comienza sus práctica ceremoniales, contando historias de la vieja tradición del peyote e invocando la protección ante sucesos venideros. Aquellos que peregrinan por primera vez quedan cegados y los participantes son llevados por el chamán al “umbral cósmico” que sólo él puede ver. Todos se paran, encienden velas y murmullan rezos mientras el chamán, imbuido con fuerzas sobrenaturales, canta.

Finalmente se encuentra el peyote. El chamán ha visto las huellas del ciervo. Saca su arco y dispara una flecha al cactus. Los peregrinos hacen ofrecimientos a este primer Hikuri. Se encuentra más peyote y se llenan varias cestas. Al día siguiente se recoge más peyote, parte del cual se comparte con los que se han quedado en la aldea.

La ceremonia para distribuir el tabaco comienza. Se colocan flechas apuntando a los cuatro puntos cardinales. A medianoche se enciende un fuego. Según los huicholes, el tabaco pertenece al fuego. El chamán reza colocando el tabaco ante el fuego, tocándolo con plumas y luego lo distribuyen entre los peregrinos que lo guardan en sus bolsa, simbolizando el nacimiento del tabaco.

La caza huichol del peyote se considera un retorno a Wirikuta o Paraiso, el arquetípico principio y final de un pasado mítico. Un moderno mara´akame lo expresó así: “Un día todo será como lo has visto ahí, en Wirikuta. Volverán las Primeras Gentes. Los campos serán puros y cristalinos, esto no está muy claro para mí, pero en cinco años lo sabré, con más revelaciones. El mundo acabará y la unidad estará aquí otra vez. Pero sólo para huicholes puros.”

Entre los tarahumara el culto del peyote es menos importante. Muchos compran su reservas del cactus a los huichol. Aunque las dos tribus están separadas por varios cientos de kilómetros y no son parientes, comparten el mismo nombre para el peyote -Hikuri- y ambos cultos tienen muchos puntos en común.

La danza peyotera Tarahumara se suele realizar en cualquier momento del año por salud, prosperidad tribal o simple culto religioso. A menudo se incorpora en otros festivales indios. La parte principal de la ceremonia consiste en bailes y rezos seguido de un festín al día siguiente. Se hace en un claro en el terreno bien barrido. Se arrastran troncos de roble y pino para la hoguera y se orientan en dirección este-oeste. El nombre tarahumara de esta danza es “moviéndose por el fuego”, y excepto el peyote mismo, el fuego es el elemento mas importante.

Varias mujeres asisten al líder preparándole las plantas Hikuri, machacando el cactus en un mortero y cuidando de que no se pierda una sola gota del líquido obtenido. Un asistente recoge todo el líquido, incluso el agua utilizadad para limpiar el metate. El guía se sienta al lado oeste del fuego, y puede que haya una cruz erigida enfrente suyo. Delante, un hoyo donde pueda escupir. Un peyote se coloca delante, a un lado, o dentro de un hoyo en forma de raiz. Cubre el peyote con media calabaza hueca que gira para marcar un círculo en el terreno alrededor del peyote. Quitando temporalmente la calabaza………

El peyote y la ayahuasca en las nuevas religiones mistéricas americanas

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Agosto 25, 2008 — Hugo
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por el Dr Josep Mª Fericgla I Laboratorio de espiritualidades

Si tradicionalmente fueron Europa y Asia los proveedores de espiritualidad y de técnicas para buscar y vivir el misticismo y el éxtasis religioso, en la actualidad es el continente americano el que se ha convertido en un inmenso campo de cultivo de la espiritualidad mundial, laboratorio de nuevas religiones y religiosidades que en diversos casos se van abriendo camino en el Viejo Mundo, incluso en Asia.
Este hervidero de nuevas espiritualidades, mestizajes religiosos y sincretismos(1).adquiere una gran diversidad en sus forma de manifestarse: desde la mística extática entendida en la más estricta tradición de la individualidad oriental, hasta las grandes organizaciones religiosas de carácter protestante cuya clave expansionista suele residir en las estrechas relaciones que mantienen con los sistemas de control social (gobiernos, ejércitos, multinacionales), los cuales apoyan de forma principalmente monetaria las acciones proselitistas de sus pastores y difusores, con el fin de conseguir agrupar el máximo número de seguidores en sus ceremonias y creencias a los que poder controlar con posterioridad. La tristemente famosa Escuela Lingüística de Verano es un buen ejemplo de ello en Sudamérica.
Para iniciar el recorrido analítico por las nuevas formas religiosas cuya esencia es el consumo ritualizado de substancias visionarias o enteógenas(2), se debe aceptar que tales religiones sincréticas solo se mantienen vivas en América y en África, a pesar de que el consumo de psicótropos fue algo generalizado en la práctica totalidad de las religiones prehistóricas e históricas.
Hay abundante material bibliográfico sobre ello, pero tal vez el punto crucial de esta discusión deba situarse en el enfrentamiento científico entre Mircea Eliade y Robert Gordon Wasson. El primero defendió la hipótesis de que las religiones que practican el consumo ritualizado de enteógenos deben ser consideradas como formas de espiritualidad decadente, ya que la búsqueda de estados extáticos debe ser, según M. Eliade, resultado de la meditación en sus diversas formas. En cambio, el segundo de estos autores, R. Gordon Wasson, puso de manifiesto que el proceso prehistórico evolucionó en sentido contrario: el consumo de enteógenos permitió al ser humano conocer y vivir ciertas experiencias extáticas que luego fueron buscadas por otros medios cuando, por las causas que fuere, desaparecía del entorno de una sociedad la posibilidad de abastecerse del enteógeno usado, como fuera el caso de los arios y su famoso Soma. En todo caso, incluso en la puritana Iglesia Católica, hoy prácticamente desactivada de todo misticismo, sobrevive el consumo simbólico de un embriagante – el vino- como centro de su máxima expresión ritual, la Misa. Y ello es algo que proviene de los más lejanos orígenes cristianos y no al revés: los Patriarcas fundadores, a la sazón, usaban licores mucho más fuertes que el actual vino de misa y la ebriedad sagrada era conseguida de forma mucho más rápida y profunda, como aparece repetidamente en los Textos Sagrados.
Así pues, a modo de introducción hay que definir los lazos que unen tales formas de religiosidad mistérica contemporánea americana con el misticismo, en la forma en que es entendido en Occidente a partir de las tradiciones dadas.
Por mística, en su sentido más lato, cabe entender la parte de la producción cultural humana relativa a los misterios religiosos. Se trata de una experiencia de lo numinoso – verdadera o supuesta, pero ello no es objeto de discusión aquí- , de la unión o vivencia sensible y directa con la divinidad según la entienda cada cultura. Al sentido originario de mística, en tanto que experiencia sensible, cabe atribuir los misterios de muchas religiosidades no cristianas, desde el chamanismo hasta el sufismo musulmán o el budismo. La diferencia más importante entre el misticismo cristiano y los demás, reside en que el cristiano – cuyo preludio hallamos en el misticismo judío- , no puede eludir el hecho de que la materia ha sido santificada, ni puede ignorar a los otros seres humanos ya que el principal camino hacia la unión con Dios es el amor al prójimo, y ello a pesar de los siglos de torturas y asesinatos inquisitoriales en nombre de tal amor. En sentido contrario, en otras tradiciones espirituales, el misticismo ha sido más relacionado con determinados ritos religiosos de carácter secreto y misterioso, que permitían a los iniciados el contacto sensible con la divinidad. De ahí, el contenido profundamente mistérico de las religiones enteógenas cuyo centro ritual reside, justamente, en el consumo de psicótropos de carácter visionario (no de narcóticos o estimulantes) cuyo efecto sobre la psique humana desvela la vivencia de lo que se suele denominar como experiencia inmediata de la divinidad, con o sin activación del imaginario.
Aclarado el primero de los conceptos a utilizar, fijemos la atención en el siguiente ¿de dónde nacen las nuevas religiones mistéricas americanas?. Sin lugar a dudas, los cuatro principales pilares que sustentan tal laboratorio de espiritualidad en la América de hoy son:
el cristianismo, tanto en su versión de decaído catolicismo como por medio de los múltiples grupos y sectas de ostentosos y agresivos protestantes sostenidos con abundantes dólares;
las creencias y prácticas animistas y mágicas de origen africano llegadas al continente americano con los esclavos negros; por ejemplo, los ritos de candomblé y las demás prácticas afrobrasileñas o las ceremonias propias de la magia vudú afrocaribeña;
el tercer puntal que alimenta el hervidero de religiosidades en la América de hoy está constituido por los intrincados sistemas de creencias, símbolos y prácticas chamánicas supervivientes de los pueblos indígenas americanos, los cuales si bien en su mayoría han sucumbido junto a sus formas culturales en el largo proceso de colonización y de industrialización, en algunos casos han logrado sobrevivir generando múltiples formas sincréticas mágico-religiosas al unirse a la simbología cristiana o a las prácticas africanas en sus ritos y ceremonias;
finalmente, y con una influencia menor pero claramente visible, están los esoterismos espirituales desarrollados en Europa a lo largo del siglo XIX: teosofía, espiritismo, rosacrucismo y la masonería.
En el actual mercado de la espiritualidad también se dan otras mezclas como, por ejemplo, los rastafaris jamaicanos, las nuevas espiritualidades en base a religiones orientales, o cierta psicología humanista contemporánea denominada de la Nueva Era cuyos valores transpersonales le acercan mucho a los sistemas espirituales misticoides. A pesar de su existencia, no hablaré de ello sino que las dos religiones a las que dedicaré el presente texto son el resultado del sincretismo nacido entre las prácticas chamánicas indígenas amerindias y el cristianismo americano. Estas nuevas formas de espiritualidad siguen manteniendo su centro ritual en el consumo de enteógenos, característica esencial de las prácticas mágico-religiosas indígenas tradicionales y del cristianismo original (ALLEGRO, 1985).
A partir de estas tres grandes formas de espiritualidad (cristianismo, religiones afro y tradiciones chamánicas amerindias) más la supervivencia de las doctrinas esotéricas europeas y las aportaciones del mundo oriental que iniciaron su entrada masiva en la América en los años 1960, se han originado un sinnúmero de grupos, sectas y religiones cuya búsqueda se orienta hacia la experiencia de lo numinoso, entendido aquí como la influencia de un objeto o presencia invisible que induce estados modificados de la consciencia, sensiblemente verificables.
La importancia universal de este campo de cultivo de nuevas espiritualidades que es América hoy se debe a que ahí se digieren y aprovechan aportaciones de todas la grandes y pequeñas culturas previas. Las poblaciones americanas no están lastradas por la pesada cadena que representan las antiguas y rígidas tradiciones litúrgicas, a las iglesias duramente jerarquizadas y, en definitiva, a las mentalidades conservadoras. Las nuevas espiritualidades americanas disfrutan de la capacidad de transformarse tan a menudo como se crea necesario, de la libertad para experimentar formas nuevas sin dogmatismos de antiguas religiones – lo cual no implica que estén libres de ellos- , a menudo decadentes y que consiguen mantenerse gracias al apoyo de las instituciones políticas o por medio de estrategias de marketing que no tienen mucha relación con la búsqueda de valores espirituales trascendentes o de un camino hacia la experiencia de plenitud extática, sea ésta entendida como una unión con la divinidad, con la esencia de la Pachamama, la Madre Tierra, o como una catarsis autoremunerativa.
Durante milenios, la religiosidad de las sociedades indígenas americanas – tanto en el continente meridional como en el septentrional- han entendido el consumo de enteógenos como la forma sagrada de comunión con su ideación de divinidad, fuera ésta teísta, animista o atea. Sólo para recordar alguna de las plantas o pócimas visionarias más conocidas y usadas en contextos religiosos americanos indígenas, cabe mencionar el consumo mexicano de teonanácatl, hongos psilocíbicos cuya ebriedad es buscada por diversas etnias de Mesoamérica como los mazatecas, pueblo al que pertenecía la famosa chamán María Sabina a quien Occidente debe, en parte, el conocimiento sobre la vigencia del uso de enteógenos en el mundo indígena actual. Es famoso también el uso pan-amazónico chamánico y no chamánico en más de 70 grupos étnicos de la mixtura enteógena de ayahuasca o yagé – analizado en detalle en alguna de mis obras anteriores: FERICGLA, 1994; 1997. Cabe citar también el uso de rapés inhalados que contienen elevadas cantidades de triptaminas embriagantes en la zona del Caribe y de la Amazonía (OTT, 1996). No está menos extendida en todo Sur y Centroamérica la tradición de beber el potentísimo jugo de las Brugmansia, popularmente conocidas como “floripondio” o “hierba del diablo”, cuya embriaguez puede durar tres o cuatro días. También ocupa un lugar importante el uso adivinatorio y en diversos rituales de curación de las semillas de Dondiego de día que sintetizan alcaloides ergolínicos. No se puede olvidar el péyotl, o cactus del peyote, tan conocido por ser el enteógeno con que los huicholes – entre otras etnias- realizan su comunión sagrada; en la actualidad, este pequeño cactus es también el sacramento consumido por los cerca de 500.000 miembros de la Native American Church y de la Peyote Way Church of God extendida por los EE.UU. y Canadá, y de la que hablo extensamente más adelante. Finalmente, hay que citar el difundido uso del gran cactus san Pedro – dueño de las llaves del cielo, en la tradición cristiana- por toda la cordillera andina; y tampoco se puede olvidar el tabaco silvestre, considerado por el eminente antropólogo Johannes Wilbert como el alucinógeno americano por excelencia ya que fue – y es- consumido por grupos indígenas de todas las latitudes continentales (WILBERT, 1987). Podríamos recoger más de dos cientos especímenes vegetales enteógenos utilizados en la América indígena (OTT 1996; EVANS SCHULTES y HOFAMNN, 1982), pero como ilustración de los psicótropos más famosos es suficiente.
Así pues, voy a centrarme en analizar las dos iglesias sincrético-religiosas de orientación mistérica más importantes surgidas a partir del contacto entre el cristianismo y las religiosidades autóctonas americanas. La principal característica de los movimientos sincréticos a los que me voy a referir reside en su búsqueda de estados extáticos de carácter religioso por medio del consumo de enteógenos. Tales ceremonias se celebran de acuerdo a tradiciones aborígenes chamánicas de origen inmemorial y a nuevas incorporaciones rituales y simbólicas del siglo XX: hoy, las pócimas o vegetales visionarios se consumen dentro de marcos altamente ritualizados y de simbología predominantemente cristiana. Me refiero a la Native American Church, Iglesia Nativa Norteamericana, y a sus diversas ramificaciones, cuya comunión sacra se realiza con el pequeño cactus embriagante del peyote; y a los seguidores del denominado Santo Daime, divididos en diversas iglesias – de las que hablo más adelante- y cuya forma de embriaguez sagrada se busca por medio del consumo del famoso enteógeno pan-amazónico de la ayahuasca. Para simplificar la exposición hablaré de las iglesias del peyote y de las de la ayahuasca.
La gran importancia de ambas iglesias reside en dos de sus características esenciales:

sus prácticas mistéricas están muy cercanas al cristianismo originario, en el que también se consumían embriagantes sagrados como medio para autoinducirse experiencias extáticas de búsqueda de lo numinoso (ALLEGRO, 1985; WASSON, HOFMANN y RUCK 1980; y WASSON, KRAMRISCH, OTT, y RUCK, 1996). Insisto: el consumo de una bebida embriagante, el vino, como centro mistérico de la ceremonia central cristiana católica es una supervivencia de ello.
la poca o casi nula relación formal con los poderes políticos, a excepción de los trámites necesarios para legalizar la existencia institucional de tales iglesias. Esta relativa marginalidad les permite moverse de acuerdo a intereses que ellos entienden de carácter más espiritual que social. En este sentido, puede afirmarse que no se trata de movimientos de resistencia étnica ni política, aunque sí configuran fuertes referentes de identidad para los miembros que están en ellas.
También existen otros grupos religiosos americanos actuales que consumen substancias cuyos efectos embriagantes y visionarios constituyen una importante fuente de revelaciones – como por ejemplo los ya mencionados rastafaris jamaicanos que consideran a la Cannabis como su planta sagrada, y la consumen de diversas formas- , pero estos grupos los dejaré fuera de mi exposición por tratarse de movimientos muy minoritarios. IILa espiritualidad del peyote
La Iglesia Nativa Norteamericana, Native American Church, cuenta en la actualidad con un número de seguidores que oscila entre trescientos y quinientos mil que habitan principalmente en los EE.UU. y, en segundo lugar, al oeste de Canadá. Los miembros de esta iglesia residentes en Sudamérica o en Europa suman una cifra insignificante.
La búsqueda de lo numinoso y de una catarsis religiosa, meta de sus formas de espiritualidad, se centra en el consumo ceremonial del cactus peyote , ingestión que se realiza arropada por ritos ancestrales y de largada duración – habitualmente más de 7 horas- cuya finalidad es dar un sentido consensuado al efecto visionario del cactus. El principio activo desde el punto de vista farmacológico es la mescalina.
Para entender a fondo el sentido y los mecanismos internos de la Iglesia Nativa Norteamericana hay que comenzar por ampliar alguna información sobre el cactus embriagante y sobre la ceremonia actual, mucho más corta que la realizada por los indígenas norte y mesoamericanos cuyas celebraciones peyoteras se alargan durante tres a cinco días.
El peyote crece en grandes cantidades al norte de México y al sudoeste de los EE.UU., en los desiertos calcáreos y en los valles de los ríos que surcan la geografía local. A pesar de su tamaño relativamente pequeño, entre 10 y 12 cm de diámetro y 3 a 6 cm de altura, este cactus crece muy lentamente: una sola planta llega a necesitar hasta 15 años para alcanzar su estado de maduración plena (OTT, 1996). De cada cactus se ingiere tan solo la corona superior, lo que popularmente se denomina el “botón de peyote” o “botón de mescal”, y el efecto posterior podría resumirse diciendo que induce una experiencia dialógica de carácter muy visionario y luminoso que es vivida como un contacto o revelación proveniente del ser íntimo de cada uno, con el sí mismo en expresión psicológica, aunque lo más general es proyectarlo hacia personajes o seres vividos como externos al propio sujeto embriagado: este mismo hecho fue puesto de relieve a lo largo de los siglos XII a XIV por diversos místicos cristianos que propugnaban la existencia de Dios en sí mismos, “Dios soy yo mismo”, por lo que eran sistemáticamente excomulgados o, aun peor, condenados por la Inquisición a raíz de sus “visiones demoníacas”. Bajo el efecto del peyote se experimenta una explosión visionaria que sume al sujeto en un profundo estado modificado de consciencia cuya atmósfera interior predominante es la emocional.
En 1560 fue el franciscano fray Bernardino de Sahagún el primer blanco que describió el efecto de este cactus y el uso sagrado que le daban los indígenas. Este conocido misionero de la época colonial lo detalló de esta forma:
Ay otra yerva que se llama peiotl… hazese hazia la parte del norte: los que la comen o beben ven visiones espantosas o de risas, dura este emborrachamiento dos o tres días y después se quita. Es como un manjar de los chichimecas que los mantiene y da ánimo para pelear y no tener miedo, ni sed ni hambre y dicen que los guarda de todo peligro. (SAHAGÚN, 1982; se trata de los materiales recopilados en náhuatl por el autor en 1569).
El denominativo de este cactus en lengua náhuatl (3) era peiotl o péyotl, palabra que probablemente significaba “cosa peluda” ya que, a la vez, se indicaría un espécimen preciso de oruga velluda y este cactus que está coronado por mechones de pelos sedosos alrededor de la flor, en el botón (LA BARRE, 1980). Existen numerosas pruebas arqueológicas de que los Aztecas que vivían en el valle de México – donde hoy se levanta la populosa capital de este país- y también otros grupos indígenas que habitaban más al norte, ya veneraban el cactus del peyote como fuente de inspiración y revelación divinas, y lo consumían en sus ceremonias religiosas. R.G. Wasson ha sugerido que la categoría péyotl es el origen etimológico de la palabra mexicana piule, utilizada en la actualidad para referirse a los enteógenos y a la embriaguez visionaria en general (citado por OTT, 1996:77, y propuesto ya en 1919 por B.P. Reko. No obstante, EVANS SCHULTES y HOFMANN, 1982:76, indican que por piule se conoce en México los frijoles rojos y blancos de varias especies de Rhynchosia que quizá fueron consumidos en la antigüedad como alucinógenos).
En este ámbito es de mencionar la importancia de los trabajos arqueológicos realizados en la Huasteca (México), a lo largo de más de ocho años de excavaciones, por parte de la pareja Joaquín y Nicole Muñoz, antropólogos, historiadores y arqueólogos. Gracias a su laborioso esfuerzo se ha podido reconocer un enorme complejo diferenciado de escritura glífica que hasta hoy había sido considerado simplemente como figuras decorativas. Este complejo cultural prehistórico de amplio desarrollo local – se expandió por un territorio del tamaño de la Península Ibérica- , se asocia de forma predominante y casi exclusiva a restos de cultura material en los que el elemento central y más significativo está relacionado con la muerte y la ingestión de substancias psicoactivas(4) .
La historia conocida sigue en el año 1521 cuando los castellanos, bajo el mando de Hernán Cortés, derrotaron el imperio Mexica o Azteca y culminaron la conquista de lo que hoy es México. Entre otras consecuencias inmediatas para los indígenas, tal victoria implicó la imposición del Catolicismo y la eliminación oficial de las religiones aborígenes, con lo que la única salida que quedó a los mexicas y otros pueblos autóctonos para mantener sus intensas creencias y prácticas chamánico-religiosas fue la apostasía. Hoy se sabe que a pesar del violento proceso de aculturación y adoctrinamiento católico, en diversos lugares los mexicanos siguieron practicando el consumo de diferentes enteógenos, no solo peyote, bajo formas simbólicas cristianas. Tal uso de hongos embriagantes les mantenía en contacto con la experiencia catártica, centro de sus valores religiosos, sociales, morales y estéticos, y ello puede dar una indicación del enorme valor que tenía – y tiene- la experiencia enteógena para los indígenas mesoamericanos. No es preciso mencionar la ya famosa investigación de R.G. Wasson que culminó con el redescubrimiento de tales prácticas, todavía vivas a mitad del siglo XX cuando se creían desaparecidas desde siglos antes (WASSON, 1983).
No se conocen documentos que atestigüen con fiabilidad si los misioneros católicos de los siglos XVI a XIX probaron nunca el efecto del peyote sagrado de aquellos pueblos indígenas, pero a partir de las desacertadas afirmaciones que realizan en los textos coloniales (como la anterior de Sahagún) se puede inferir que nunca lo consumieron, ya que el efecto del cactus dura entre seis y ocho horas pero nunca “dos o tres días”(5). La persecución cristiana contra las formas religiosas de los indígenas mexicanos fue en aumento hasta que el 19 de junio de 1620 los “Inqvisidores contra la herética, el vicio y la apostasía” oficializaron un decreto en México que reza así:
El vso de la Yerba o Raiz llamada Peyote… es acción supersticiosa y reprobada, opuesto a la pureça, y sinceridad de nustra Santa Fe Catholica, siendo ansi, que la dicha yerba ni otra alguna no puede tener la virtud y eficacia natural que se dize para los dichos effectos ni para causar las ymagenes, fantasmas y representaciones en que se fundan las dichas adivinaciones y que en ellas se ve notoriamente la sugestion, y asistencia del demonio, autor deste abuso…
Mandamos que de aquí adelante ninguna persona de cualquier grado y condicion que sea pueda usar ni use de la dicha yerba, del Peyote, ni de otra para los dichos efectos (sic), ni para otros semejantes debajo de ningun titulo, o color, ni hagan que los indios ni otras personas las tomen con apercibimiento que lo contrario haciendo, demas deque abreys incurrido en las dichas censuras y penas, procederemos contra los q. rebeldes e indoliantes fueredes, como contra (sic) personas sospechosas en la Santa Fe Catholica. (citado por OTT, 1996:78).
Este decreto constituyó la base legal para que el consumo de peyote y de cualquier otro enteógeno fuera perseguido con toda violencia por parte de los soldados y misioneros castellanos. A cambio, a los indígenas se les ofrecía como substituto el mediterráneo vino de misa y posteriormente, para frenar su fiereza, se les embriagó con los destilados anglosajones – licores como el aguardiente o el whisky que, aunque todavía no estudiado con rigor, han jugado un papel fundamental en todo el proceso de colonización de las Américas- . A pesar de todo, el peyote y otros enteógenos han seguido siendo usados en secreto o no por la casi totalidad de grupos indígenas, y gracias a ello la antropología ha podido conocer con detalle tales prácticas y la importancia sin igual que tienen en la cosmovisión, el arte, la medicina, las relaciones sociales y la religiosidad indígena. La bibliografía sobre el peyote, o híkuri o híkuli como es denominado en lenguas indígenas actuales del norte de México, es muy extensa y cada vez más compleja, lo que da una indicación de la enorme importancia y profundidad cultural de tal práctica (tal vez conviene señalar las obras de BENÍTEZ 1968; FURST 1972 y 1980; LA BARRE 1980; y OTT, 1996, donde aparece una extensa bibliografía. Para un resumen de la historia y usos del peyote: EVANS SCHULTES y HOFMANN, 1982:132-143).
Dicho lo anterior, la historia sigue. El uso sacramental del peyote no tan solo ha sobrevivido entre las etnias habitantes del actual México, en especial entre huicholes y chichimecas, sino que a finales del siglo XIX – a partir de 1870 según algunos autores- el consumo del cactus inició una rápida expansión de la mano del movimiento pan-indio. Según la extensa y erudita obra de W. La Barre, El culto del peyote, el camino que probablemente siguió el uso sacramental de este pequeño cactus partió del norte de México y pronto fue adoptado por grupos nómadas como los apaches mescaleros del sudoeste de los EE.UU., a los cuales llegaría de la mano de otros pueblos nativos del México septentrional. De los apaches, el peyote pasó a los comanches kiowa y así continuó su difusión hasta el norte de los EE.UU., a las tribus de las praderas, y finalmente hasta el oeste del territorio canadiense (OTT, 1996).
Es muy probable que el consumo ritualizado de este enteógeno haya cumplido una doble función entre los indígenas norteamericanos, y hoy lo sigue haciendo:
por un lado, satisfacía las expectativas espirituales o chamánico-religiosas más toda la relación de ayuda que deriva de ello, y
por otro, actúa como elemento reafirmante de identidades étnicas colectivas.
No se debe olvidar que el consumo del peyote llegó a las gigantescas praderas americanas en el momento álgido y más violento del proceso de aculturación occidental en aquellas zonas. En este sentido, el uso del cactus enteógeno fue renovadamente estigmatizado por los blancos en el siglo XIX – cuando la Inquisición ya había dejado de actuar en América- para poder atacar las tradiciones y culturas indígenas ahora con fines políticos, raciales y económicos como queda reflejado, por ejemplo, en el artículo de T.S. Blair “Habit indulgence in certain cactaceus plants among the Indians”, editado en 1921 en el Journal of the American Medical Association (ibid:79).
En aquellos años del primer tercio del siglo XX se produjo un fenómeno social – que se mantiene hoy- alrededor de las religiones mistéricas que usan enteógenos. Los indígenas, en su urgente búsqueda de aliados blancos que les apoyaran en el consumo ritualizado del peyote, hallaron principalmente ayuda entre antropólogos, etnobotánicos, abogados y algunas personas de idiosincrasia liberal. La Constitución de los EE.UU. garantiza la total libertad de religiones dentro de su ámbito territorial, y ello fue la palanca legal que permitiera a los indígenas mantener sus prácticas enteógenas vigentes. No obstante, para ello necesitaron ayuda a la hora de interpretar las Leyes estatales y federales, y el apoyo de opiniones y figuras autorizadas por la propia sociedad blanca. Tras diversas discusiones, la larga batalla legal fue ganada por los indios – una de las pocas que han ganado en la historia de la aculturación de Norteamérica, como apuntan diversos autores- y en el año 1918, líderes de las etnias cheyenne, kiowa, ponca, otoe y comanche fundaron en Oklahoma la Native American Church, Iglesia Nativa Americana. Según comenta E.F. Anderson (1980), la iglesia se extendió de forma rápida incluso hasta territorios meridionales del Canadá, pero algunos indígenas ancianos mostraron su oposición a tal “reforma” chamánico-religiosa que incluía el uso del peyote, ya que no formaba parte de sus tradiciones ancestrales que, a menudo, incluían el consumo de otros enteógenos no contemplados por la nueva Iglesia Nativa Americana. Este hecho reafirma lo dicho anteriormente respecto de la función socializadora y generadora de identidades asociadas al uso ritual del cactus o de otros enteógenos.
A pesar de ello, la situación actual navega en medio de una batalla de ambigüedades legales ya que la Ley norteamericana acepta a regañadientes la venta y difusión del enteógeno y, por ejemplo, en el año 1964 se condenó a algunos indígenas por asuntos relacionados con la venta del peyote. Lo soporta gracias a la libertad innegociable de las creencias religiosas que profese cada cual, y al uso altamente ritualizado del cactus en esta iglesia, lo mismo que sucede con la ayahuasca y las iglesias daimistas de las que se habla más adelante. Por otro lado, diversos grupos indígenas, como por ejemplo los navajos y los hopis, comparten el consumo del cactus visionario pero nada más ya que se trata de grupos étnicos enemigos que nunca se reúnen para celebrar sus ritos religiosos. Esto conlleva que no exista un frente común para organizar, controlar y legalizar la recolección, la venta y el consumo de este cactus enteógeno.
Una nueva dificultad legal tuvo su raíz en el hecho de que, cuando se autorizó el consumo de peyote con fines espirituales en todos los EE.UU., se aceptaba el uso de este alucinógeno pero tan solo por parte de personas que pudieran demostrar que corría un mínimo del veinticinco por ciento de sangre india por sus venas: es decir, se trata de una Ley claramente racista – y esto es algo que hoy despierta muchas suspicacias en los EE.UU. Además, es muy difícil calcular el índice real de sangre indígena que corre por las venas de cada persona, ya que a lo largo de este siglo ha habido muchos matrimonios mixtos de blancos e indios, hijos no reconocidos, etc. Por otro lado aun, la Iglesia Nativa Americana se trata de una organización con fines y contenidos de carácter espiritual, no es un partido político u otro tipo de organización con intereses materiales o nacionalistas, con lo cual la adhesión o no a tal camino religioso debería estar basada en una espiritualidad vivida de forma individual y en el compromiso personal hacia y con las prácticas místico-extáticas que propugna la Iglesia Nativa Americana. Por ello, la adscripción a la iglesia del peyote no puede estar basada en aspectos raciales, económicos o lingüísticos, como reclaman los propios dirigentes y líderes religiosos.

El sol y la luna (historia tarahumara)

Tomado del libro Hijos de la Primavera: vida y palabras de los indios de América, F. C. E., México, 1994, pág.201
Coordinador: Federico Navarrete Linares.
Adaptación: Gabriela Rábago.
Ilustrador: María María Acha.
En el principio del mundo, de esto hace ya mucho tiempo, era grande la oscuridad sobre la Tierra, pues el Sol y la Luna no la podían iluminar. Eran dos pobres niños vestidos con hojas de palma que vivían solos en una cabaña. No tenían vacas ni ovejas. Lo único que comía la Luna eran piojos de la cabeza del Sol. Los dos eran oscuros y no brillaban. Por eso, el Lucero de la Mañana era el único ast ro que esparcía alguna luz sobre el mundo.

También había seiscientos tarahumaras que no hallaban que hacer a causa de la oscuridad. Para andar tenían que cogerse de las manos, y de todas maneras tropezaban. Así no podían trabajar ni conocerse unos a otros.

Entonces los tarahumaras fueron a buscar al Sol y a la Luna. Los curaron tocándoles el pecho con crucecitas mojadas en tesgüino. Así comenzaron a brillar y a dar luz. Ese fue su principio. Los tarahumaras de ahora, hijos de aquel los seiscientos hombres, cuentan que fue así como se iluminó la tierra y pudieron trabajar y verse las caras.

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