La incesante agonia del mundo indigena

Eran los dueños de paraísos terrenales definitivamente perdidos. Eran unos 250 millones de aborígenes repartidos en cinco mil culturas que vivían en armonía con la Tierra, una forma de vida que el hombre ha perdido. Todo fue así durante miles de años hasta que los “blancos” descubrieron la riqueza de sus patrimonios y se lanzaron sobre sus bosques, construyeron minas y caminos, asesinaron en masa e importaron enfermedades. En cien años sólo sobrevivirá la mitad de estos pueblos.

“Los indios son unos imbéciles y unos holgazanes que ocupan demasiada tierra. Un lujo folklórico que ninguna nación moderna, con aspiraciones de desarrollo, puede permitirse”. Estas palabras, pronunciadas hace no mucho tiempo por un secretario de Justicia de la región brasileña de Mato Grosso, resumen cuál es la situación de los pueblos aborígenes.

En los últimos meses han sido asesinados 55 indios asháninka en Perú, setenta yanomamis en Brasil, más de mil indígenas de las colinas Cittagone (Bangladesh), casi cincuenta en Sudán… La veda está abierta. Los aborígenes sobran. Son perseguidos como animales y se encuentran en grave peligro de extinción.

El hombre olvida muy de prisa sus errores. Cuando la biblioteca de Alejandría se consumió entre las llamas, los cimientos de la cultura occidental se conmovieron. Se había perdido gran parte de la memoria de un pueblo; 1.600 años después la biblioteca de Sarajevo ha corrido igual suerte, destruida esta vez por una guerra entre hermanos. Es la fragilidad con que se conserva el archivo de la vida.

Una tragedia que se repite todos los días. Cada vez que en un pueblo indígena muere un anciano, una biblioteca se quema. Un vasto registro de sabiduría y conocimientos que, lamentablemente no merece la atención del resto del mundo.

Los aborígenes son demasiado insignificantes para la sociedad moderna. Viven en armonía con los animales y las plantas, en plena naturaleza, y no desean mantener relaciones con la supuesta civilización. No compran automóviles. No ven la televisión. No siguen las imposiciones de las modas. No tienen farmacias. No confían sus ahorros a los bancos. No votan. Son los últimos hombres libres. Los dueños del paraíso. Son distintos, y están condenados a desaparecer.

En el mundo “civilizado” no hay lugar para aquellos que no se someten a la esclavitud del dinero. Aquel que no “consume” comprando lo que no necesita, no merece existir. Aquel que no se somete a la esclavitud del “empleo” desperdiciando la mayor parte de su vida en tareas que no le agradan y que sólo benefician a otros: es un vago indeseable , no merece existir.

La meditación, la contemplación de la naturaleza y el disfrutar la vida son delitos censurables y penados por las leyes como vagancia. ¿ Los “blancos” se han olvidado de ser humanos, convirtiéndose en máquinas?.

Los aborígenes son los últimos HUMANOS.La ONU ha declarado a 1993 Año Internacional de los Pueblos Indígenas, pero no parecen buenos tiempos para confraternizaciones. El genocidio cultural y físico continúa. De los más de cinco mil millones de personas que viven en el mundo, 250 millones son aborígenes. En total son cinco mil culturas indígenas, casi el 95 por ciento de la diversidad cultural del planeta. La deforestación, la minería, la contaminación, la construcción de represas, los gobiernos intransigentes y sus todopoderosos ejércitos… Demasiados enemigos para unas gentes que basan su fortaleza en el contacto directo con la naturaleza y la espiritualidad.

Algunos antropólogos son pesimistas: dentro de cien años sólo habrá sobrevivido la mitad de estos pueblos. ¿Por qué se les llama indígenas? Porque fueron los primeros en vivir en unas tierras libres, posteriormente colonizadas por extranjeros. Ahora son prisioneros en sus propias casas. Richard Nerysoo, inuit, da una explicación aún más sencilla: “Ser indio es importante, porque hay que ser capaz de vivir de una manera muy especial. Quiere decir vivir en armonía con la tierra, con los peces y los pájaros, como si fueran nuestros hermanos. La tierra es una vieja amiga, lo fue de tu padre y lo será de tus hijos. Es el centro de nuestras vidas”.

Desde 1900, noventa de las doscientas tribus de indios norteamericanos han desaparecido. No son tan lejanos los días en los que los grandes militares norteamericanos cabecillas de un expolio histórico, consideraban que el único indio bueno era el indio muerto (Sherman). Tampoco son lejanos aquellos en que un “civilizado” presidente argentino llamado Sarmiento sostenía que: la sangre de indios y gauchos, los “bárbaros”, sólo sirve para regar la tierra. Los indios de Tierra del Fuego fueron totalmente exterminados para quitarles sus tierras por estancieros como los Menéndez, que organizaban cacerías humanas promocionadas en periódicos de Francia. Parece que todo sigue igual. Algunos presidentes de Argentina toman como modelo al etnocida Julio Argentino Roca, exterminador de millares de mapuches, tewelches, guaraníes y tobas.Es un hecho que la “justicia” de los blancos, subordinada a los intereses del poder, es arbitraria e inicua con los mismos blancos. ¿Qué pueden esperar entonces de ella los aborígenes, los “salvajes” “primitivos”?…

Una parte demasiado grande de la historia se ha escrito sin tener en cuenta a los aborígenes. Cuando Cristóbal Colón creyó haber llegado a las Indias por una nueva ruta, bautizó a los habitantes del lugar, el Caribe, como indios. Desde entonces, los errores se han sucedido. “Con sólo cincuenta hombres podríamos dominarlos y obligarles a hacer lo que deseemos”, acertó a decir el almirante a su regreso a España, y se convirtió junto a sus hermanos en el primer “blanco” genocida…

“Les dimos montañas cubiertas de bosques y valles llenos de caza”, recordaba un líder indio hace casi doscientos años. “¿Y qué dieron ellos a nuestros guerreros y a nuestras mujeres? Ron, baratijas y una tumba”.

“Los consideramos como hermanos, abrimos nuestros pechos y les entregamos nuestro corazón. Y ellos ¿que hicieron?, se aprovecharon de nuestra nobleza y nos lo arrancaron y se lo dieron a comer a sus perros”, decía un cacique mapuche

“¿ Qué se puede esperar del blanco? Mentiras, robo, opresión y la muerte”.

Los indios han sido utilizados por el hombre blanco para los fines mas diversos. Los primeros antropólogos los consideraron simples salvajes, caníbales sin escrúpulos capaces de las mayores atrocidades. Pero eran eran perfectos para posar junto a ellos y hacerse magníficas fotografías, que sin duda engrandecieron las paredes de sus bibliotecas y sociedades geográficas.

Posteriormente, los misioneros trataron de librarles de sus depravadas costumbres, dignas de animales y no de personas, pero no pudieron hacerles ver con el ejemplo que el buen camino pasaba por la religión. Los filósofos del siglo XVIII fueron los primeros en descubrir en ellos rastros de primitiva sabiduría. Su relación con la naturaleza les pareció admirable.

Actualmente, muchos ecologistas los han convertido en bandera de sus reivindicaciones. La naciones americanas en su período de independencia los usaron como símbolo de esta tierra contraponiéndolos a la Metrópoli, para después -cuando ya no eran útiles- destrozarlos en atroz genocidio.

Hoy los partidos políticos los usan en sus campañas electorales, y una vez recogidos los votos ya no recuerdan las promesas efectuadas ni aplican o reglamentan las “leyes indígenas” promulgadas.Invadidos, pero no conquistados. Esta frase resumió la opinión indígena durante la celebración del V Centenario. Para muchos de ellos han sido quinientos años de resistencia. Heridos para siempre, se enfrentan ahora a lo que puede ser el holocausto. Es la desesperada defensa de unos pueblos que tienen derechos a dirigir sus vidas simplemente porque estaban aquí primero.

Russell Means, jefe de los sioux de las Colinas Negras (Black Hills) de Dakota del Sur, aprovechó una visita a España para confesar que estaba cansado “de ser considerado un salvaje primitivo”. “No soy un objeto turístico”, continuó diciendo “…soy una persona”. Faltaban sólo unos días para que fuese el Año Internacional de los Pueblos Indígenas. Se celebraba el V Centenario, “un insulto para los pueblos indios”. Cuando llegó Colón a América vivían en Estados Unidos y Canadá alrededor de diez millones de indígenas. Han sobrevivido menos de un millón y medio.

Cuatrocientos mil viven en reservas, y un millón han tenido que abandonar sus tierras y repartirse por los barrios marginales de las grandes ciudades.

“Los indios viven peor que cualquier otra etnia. Tenemos los mayores límites de desempleo, mortalidad, alcoholismo…”.”¿Qué es una “reserva” indígena, una “comunidad” o una “reducción”? Es el término eufemístico que usan los blancos para llamar a los CAMPOS DE CONCENTRACIÓN donde nos han metido prisioneros, una forma de matarnos lentamente” nos decía un ilustrado mapuche.

En África, Asia y Oceanía, la situación aborigen no es mucho más optimista.Pigmeos (Zaire, Congo, Gabón), bosquimanos (Botsuana y Namibia), vedas (Sri Lanka), karen (Birmania y Tailandia), kalingas y bontoc (Filipinas), sarawak (Malasia), maoríes (Nueva Zelandia) y tasmanios (Tasmania), entre otras muchas etnias, se han convertido en supervivientes. En Chile se debaten en una supervivencia cada vez más arriesgada cerca del millón de mapuches. En Argentina sobreviven algo más de quinientos mil aborígenes, tomando en cuenta los que viven en comunidades con identidad definida. Alrededor de 150 mil kollas conforman el pueblo más numeroso. Le siguen los tobas (unos 78 mil), los mapuches (72 mil) y los matacos (47 mil) (cifras oficiales). Luego, hay grupos más pequeños, y entre todos, reúnen un espectro de más de media docena de etnias diferentes El gran problema de todos ellos es la tierra que pisan, el lugar donde vivieron sus antecesores, el sitio donde ellos desean criar a sus hijos y morir.

¿Paraíso o infierno? La pregunta no tiene respuesta. Viven en lugares maravillosos, pero no son libres. No pueden decidir sobre lo que es suyo. Dominan la tierra, y saben utilizar sus recursos sin llegar jamás a esquilmarla. Son capaces de identificar los diferentes tipos de suelo, de forma que evitan los más débiles y aprovechan los fértiles. Además, cada cierto tiempo cambian de cultivos y de terrenos, permitiendo que la naturaleza se recupere. Todo esto no sirve de nada. Los gobiernos de los países en los que les ha tocado vivir los consideran prehistóricos, y piensan que su presencia es un paso atrás en el camino hacia un futuro occidental. El derecho a la libre determinación de los pueblos y la soberanía no existen para las naciones indígenas.

Muchos países le asignan por la fuerza la nacionalidad del estado invasor. No son tobas, mapuches o guaraníes, son argentinos, paraguayos o chilenos; perversa forma de negar la existencia de naciones soberanas preexistentes, malicioso proceder de los Estados “blancos” para evitar cuestionamientos a su legitimidad.

En Bangladesh, las fuerzas políticas creen “que la raza no puede ser fuerte si se continúa mezclando con esos indios tan feos”. Racismo en estado puro.

En el mes de abril del pasado año, un grupo de militares de ese país realizó una nueva incursión en un pueblo de la región de las colinas de Chittagong, la reserva para indígenas creada en la frontera entre Bangladesh, India y Birmania. Entraron en una aldea llamada Logang y obligaron a todos los habitantes a entrar en sus casas. Después prendieron fuego a las viviendas. Alrededor de 1.200 personas, la mayoría mujeres, niños y ancianos, fueron quemadas vivas, lo mismo se hizo muchas veces en la Argentina y Chile con los mapuches.Los supervivientes de este pueblo-colmena, en el que estaban reunidos desde el año 1989 indígenas de veinticinco etnias diferentes, no podían ocultar su dolor: “No tienen suficiente con arrojarnos fuera de nuestras tierras, y se divierten matándonos con sistemas que nosotros seríamos incapaces de utilizar para capturar animales”.

El gobierno de Bangladesh tiene prohibida la entrada a esta región a los extranjeros. Los periodistas no visitan jamás la zona, y las autoridades informan sólo cuando no han podido silenciar la noticia. Violaciones, torturas, asesinatos. El horror no quiere testigos. Nadie sabe cuántos indígenas han muerto en Chittagong, pero las organizaciones humanitarias hablan de decenas de miles.

Hasta sus voces están condenadas a muerte. Un estudio del Instituto de Tecnología Lingüística de Massachusetts confirma que tres mil de las seis mil lenguas que se hablan en el mundo se perderán porque los jóvenes no las hablan. “Nos prohiben enseñar a nuestros niños nuestra hermosa lengua en la escuela” dice el cacique mapuche Amaranto Aigo de Ruka Choroy.Una tragedia que no viene sola: al ser culturas no escritas, perderán para siempre sus tradiciones, sus conocimientos sobre medicina y naturaleza… Sólo trescientas lenguas tienen el futuro asegurado.

Los indígenas son los más discriminados, la discriminación sufrida por los judíos y las mujeres es mínima al lado de la que sufren los aborígenes. En Perú, en Bolivia, en Ecuador, en Brasil, en México son considerados menos que animales. En Argentina, país con aspiraciones raciales nórdicas, se niega que haya indígenas. Los anuncios publicitarios en los medios de comunicación siempre muestran personas rubias y de ojos celestes, y sin embargo la mayoría de los habitantes de ese país son de piel cobriza, pelo y ojos obscuros. Sólo cuando se mezclan los colores de las razas, se obtiene el verdadero color de la tierra En ese mismo país el Registro de las Personas se niega a registrar los recién nacidos con nombres indígenas, a pesar de existir una ley que ampara ese derecho. Sin embargo no se pone el menor reparo cuando se los inscribe con nombres exóticos y grotescos. Allí también, las religiones indígenas no está inscriptas en el Registro de Culto, por lo tanto jurídicamente su ejercicio no está permitido. Cientos de sectas de incierto origen y nebulosa calidad, en cambio, están matriculadas y protegidas.

En Paraguay se prohibe a los indios en muchos sitios, manejados por misioneros cristianos, la práctica de su religión ancestral. La Constitución de la Argentina, en uno de sus artículos, señala que se promoverá la conversión de los indígenas a la religión católica. A los indios se les arrebató todo su patrimonio material, ahora se les pretende destruir lo último y lo más valioso que les queda: su patrimonio espiritual.

Si un judío o un negro es discriminado se alzan cientos de voces en protesta, si un indio es apaleado e insultado todos callan y miran hacia otro lado. Si se habla de genocidio, solo se recuerdan los seis millones, mayoritariamente judíos, exterminados por los nazis; pero nadie menciona los 60.000.000, (SÍ USTED LEYÓ BIEN 60 MILLONES) de indígenas americanos exterminados por los blancos, sin la menor exageración numérica, ¡un verdadero holocausto hitleriano pero con un 1.000 % más de víctimas!.La opresión transforma a los hombres en supervivientes. Y algunos se niegan a aceptar ese papel.

Por primera vez en la historia, los indios se están suicidando. Un yanomami de veinte años se quitó la vida la pasada primavera comiendo frutos venenosos. Había perdido a su mujer y a sus hijos, víctimas de una enfermedad introducida por los mineros. Marcos Pellegrini, médico durante diez años en tierras yanomamis, está convencido de que “no es una muerte accidental”. “Conocen desde muy pequeños las plantas y los animales venenosos”, continúa diciendo, “y nunca cometen errores de este tipo. Además, no es el único caso. Lo que sucede es que no soportan la presión a que les están sometiendo…”.

Muchos indígenas ya han dicho basta. Están dispuestos a morir por su tierra. Un total de 22.500 familias del valle Narmada, en la India, han asegurado que no quieren abandonar sus casas para que el gobierno construya el embalse de Sadar Sarovar. Pero los muros miden ya sesenta metros y provocarán graves inundaciones con las primeras lluvias monzónicas.”Somos hombres, no animales o cosas que el gobierno pueda mover a su voluntad”, afirmó un habitante del valle Narmada. Prefiere morir ahogado, en su casa, a hacerlo de hambre, sed o enfermedades en los lugares asignados para su asentamiento. Una vez finalizada, la obra habrá desplazado a sesenta mil nativos, y sus aguas beneficiarán principalmente a industrias y a núcleos urbanos. Los mapuches pewenches del valle del Alto Bío-Bío, en Chile, se encuentran en una lucha similar. Ya hay 144 mapuches en prisión por defender las tierras donde reposan los huesos de sus padres y preservar el vital ecosistema. Pero los intereses económicos no entienden otra cosa que no sea la ganancia y los gobiernos hacen oídos sordos.

¿Es un pecado querer vivir en paz con el planeta?. Acorralados por la cultura dominante, y empujados de sus territorios por ambiciones sin escrúpulos, los indígenas del mundo y su amplio espectro de etnias continúan marchando por el camino de una lenta agonía que los lleva hacia el abismo de la extinción. Pero aún siguen siendo libres a su modo: son los últimos HOMBRES en armonía con la Naturaleza.(basado en un artículo publicado enEl País, de Madrid) por AUKANAW

ElSagrado árbol Pewen

y el Sagrado volcán Llaima (Pewen Mapu)

1983-2000© Copyright Grupo Aukamapu. Todos los derechos reservados. Se autoriza la reproducción citando al Autor, sin alterar el texto ni el contexto.

La lucha esta ganada cuento

Cuento tseltal

La lucha está ganada

Marceal Méndez Pérez

“Si dejamos Bachajón fue por esta tierra. Así lo quiso Dios. Aquí está nuestro destino, donde se une el agua fría del Pajwuchil y el agua tibia del río Grande. Ya no podrán quitarnos estas tierras, la lucha está ganada. Aquel kaxlan ya no volverá, aunque regresara con el gobernador no le sería fácil corrernos. Nos quería mandar allá, al cerro K’ajk’em wits; pero allí no crecen bien las cosas, sobre el polvo de las piedras no enraiza el maíz ni el frijol, solamente zacates y algunas verduras, nada más. Por eso quiso convencernos a la fuerza para que nos fuéramos hasta allá, lejos; que abandonáramos este regalo de Dios: la tierra humedecida por arroyos, con su vegetación espesa que la decora con flores y cantos de pájaros. Su gran mentira no se escondió. Primero dijo en la asamblea que era orden del gobierno acaparar esta llanada. Varios días después, quería quedarse y pagar nuestra jornada para llevarse la cosecha a otra parte. Así supimos lo que había en su corazón. Entonces, yo convencí a la gente de que no convenía, que era un engaño. Él enrojeció de coraje, y frunciendo el ceño se alejó galopando de la pequeña plaza. Y de veras no conviene, hijo, lo debes de entender…”

­¡Petul! ¡Despierta, Petul!

Mi padre se sobresalta de la hamaca. Su mirada temerosa se clava en mis ojos y me inmoviliza en el asiento junto al fuego, donde escucho sus consejos.

­¡Petul! ¡Abre tu puerta, Petul!

La luz débil de una vela sobre la mesa palidece más su rostro. Voltea hacia el rincón donde mi madre enferma yace encobijada en un petate; se acerca indeciso a la puerta y aparta lentamente las tablas de corcho.

­¡Teófilo! ¿Qué te trae aquí tan temprano? ¿Por qué tiemblas, Teófilo?

­¡Hay varios hombres en la orilla del pueblo, allá por la laguna! También está el kaxlan, el que quería quitarnos la tierra, ¿qué vamos a hacer?

Mi padre se calza los huaraches viejos y dobla su pantalón de manta hasta las rodillas; descuelga su machete del gancho junto a la puerta. Fija su angustiosa mirada sobre mi madre, se amarra la funda a la cintura y sale sin hablar. Descuelgo también el mío, y después de ponerme un par de botas manchadas de lodo, avanzo tras él por las calles empedradas todavía envueltas con niebla. Al llegar a la plaza, Teófilo sube a una mata de naranjo frente a la comisaría, y a la altura del techo de teja, hace un llamado con el mugido de un cuerno, provocando la algarabía de los zanates en otros árboles de la plaza.

Varios hombres se asoman dispuestos a cualquier cosa que suceda; pues saben que algo anda mal, no es común llamar a reuniones a tan tempranas horas; se dirigen al pequeño corredor de la comisaría donde hacen asambleas los domingos y ponen atención a las palabras de mi padre:

­Ha vuelto el kaxlan, vino a quitarnos la tierra… ¿vamos a dejar que nos corran de aquí? Hemos vivido aquí desde que nuestros abuelos dejaron Bachajón hace mucho tiempo. ¡La defendamos, compañeros!…

El griterío de los hombres espanta a los pájaros de los árboles y vuelan despavoridos hacia todos lados. Sin perder tiempo, avanzamos tumultuosamente por la terracería rumbo a Tila, hacia la laguna. Algunas mujeres se asoman a la puerta de sus casas para vernos pasar, los perros gruñen y nos persiguen con ladridos por la carretera hasta las afueras del pueblo; nos detenemos en la piedra grande el Golol ton, el descansadero, y desde allí escuchamos las risas de los trabajadores. Al acercarnos a la laguna espesa, en cuya húmeda orilla un caballo negro come hojas tiernas, vemos a los hombres venidos de quién sabe dónde dando tajos y reveses al monte. El fuereño camina entre ellos, mirando prevenidamente a su rededor: su mirada se detiene en nosotros y, enrojeciéndose su rostro de ira o de vergüenza, reúne a su gente junto a él. Como si todos ellos hubiesen adivinado nuestros pensamientos, nos miran enfurecidos. Entonces nosotros, ciegos de coraje, nos acercamos. Ellos, obedeciendo a sus impulsos, avanzan contra nosotros. De pronto el miedo me inmoviliza: veo caminar a mis compañeros como si fueran solamente sombras, sin vida, arrastrados por una fuerza incontrolable hacia el encuentro con la muerte. Pareciera ser en un sueño verlos mezclarse con los fuereños, aferrarse uno al otro para tumbarse al suelo y forcejear… De repente vuelven mis sentidos, bruscamente, como si hubiese despertado de una pesadilla atroz, cercana y real… Me descubro a la orilla de la laguna, todavía inmóvil; veo cómo entre ellos se hacen heridas en brazos y piernas, escapan gritos lastimeros, algunos huyen aterrados por el monte y otros se retuercen empapados de sangre sobre la broza. El fuereño se interna en el cafetal, huyendo. Yo avanzo tras él, con una piedra en mano. Al verme desenfunda su pequeño machete y, antes de atacarme, la piedra se estrella en su cara. Cae ensangrentado. Lo arrastro del pescuezo hacia el claro del acahual, junto a su caballo que permanece indiferente. Le aprieto con fuerza, con coraje.

­¡No me mates! ¡No me mates, por favor! –balbucea trabajosamente.

Loco de ira, desenfundo el machete decidido a matarlo.

­¡Lekol, está muriendo tu tata! –grita alguien.

Un escalofrío me estremece. El hombre se zafa de mis brazos y corre despavorido hasta perderse en la espesura del camino. Algunos de sus hombres, perseguidos por mis compañeros, corren como mulas espantadas detrás de él. Me dirijo aprisa donde mi viejo agoniza, junto a heridos bañados en sangre que se arrastran por la broza.

­Hijo, escucha mi palabra, el dinero provoca sufrimiento…, en cambio, la santa tierra te alimenta –dice mi padre, jadeante, como si tuviera sed de aire, su cabeza se reclina sobre las piernas acuclilladas de Teófilo. Sangra una herida profunda en su pecho. La lucha está ganada… ¿Ves que ya no es fácil que nos quiten estas tierras? Nunca le tengas miedo a nadie, ni siquiera al gobernador. Si alguien poderoso te provoca, con la fuerza del pueblo… arráncale el corazón.

En su última palabra, su alma sale agazapada para volar en la inmensidad interminable del espacio.

———–

Marceal Méndez Pérez es un narrador tseltal originario de Petalcingo, Chiapas. Este relato proviene de un libro inédito de próxima aparición. Es colaborador frecuente de Ojarasca.

El ultimo chaman

El último chamán
http://www.unesco.org/courier/2000_04/sp/doss02.htm
——————————————————————————–

El último chamán  Carlos Andrade, lingüista y periodista ecuatoriano
photo
Los záparas en el siglo xix. Grabado del libro del explorador italiano Gaetano Osculati, Esplorazione delle regioni equatoriali (1848).

Mi lengua, mi apreciada posesión. Mi lengua, mi objeto de afecto. Mi lengua, mi precioso ornamento.

De un poster en lengua maorí (Nueva Zelandia)

El centenar de záparas que viven en la Amazonia ecuatoriana han emprendido una carrera contra el tiempo para resistir a una muerte anunciada y recuperar su lengua, su cultura y su territorio.

“Yo soy Manari, que en mi lengua, el idioma záparo, es un lagarto poderoso en la selva, pero para que nos inscriban en el Registro Civil nos hemos tenido que poner nombres españoles y en tu lengua me llamo Bartolo Ushigua. (…) Los záparas éramos uno de los pueblos indios más grandes de la Amazonia, y también los que teníamos chamanes más poderosos porque conocían los secretos medicinales de más de quinientas plantas.”1
Así habla Manari, 25 años, hijo del último chamán fallecido hace tres años y presidente de los 115 záparas que viven en la actual provincia amazónica de Pastaza, a 240 km al sur de Quito en las riberas del río Conambo; un río por el que llegaron todos los infortunios que aceleraron su decadencia: los colonizadores, las enfermedades, el boom del caucho, la esclavitud, las guerras, la explotación petrolera, la “modernidad”. “Desde que vinieron a nuestra selva los blancos caucheros”, añade Manari, “han tomado a nuestros hermanos para obligarles a trabajar como esclavos y también para venderlos como si fueran mercancía. Cuando ellos vinieron trajeron también enfermedades que nosotros no conocíamos, que nuestros chamanes no sabían cómo curar, entonces ha muerto la mayoría de nuestro pueblo.”
“En esta Patria, oficialmente, los záparas han desaparecido”, se apresuró a afirmar un texto publicado en Ecuador a principios de los años 90. Pero los záparas están empeñados en sobrevivir, aunque las amenazas que pesan sobre ellos son más de las que pueden contar: su sistema numeral llega hasta el tres.
El rescate de la lengua zápara es, junto con la delimitación definitiva de su territorio y el reencuentro con sus parientes del otro lado de la frontera con el Perú, uno de los tres pilares del combate que los jóvenes záparas, encabezados por Manari y apoyados por la Organización de los Pueblos Indígenas del Pastaza (OPIP), se propusieron librar hace tres años para salvar su cultura y su modo de vida tradicional de recolectores y cazadores. El balance es hoy poco halagador.

“Somos pocos y tenemos miedo de acabarnos”
El reencuentro con sus familiares peruanos, de quienes se separaron hace casi 60 años, luego de una guerra entre ese país y el Ecuador, no ha podido concretarse. El viaje puede tardar un mes río abajo y hasta tres meses río arriba y es apenas hace un par de meses que los záparas recibieron un motor fuera de borda como donación. El viaje implica también contactos diplomáticos para penetrar en un territorio de alta conflictividad. “Nosotros somos ecuatorianos”, dice Manari, “pero antes los záparas éramos un solo pueblo y éramos una sola selva. Por eso nosotros no sabemos sacar permiso en la frontera y no sabemos cómo buscar a nuestros hermanos.”
La idea es que un grupo ya escogido de cuatro niños viajen al encuentro de los chamanes que están del lado peruano para que éstos los instruyan en sus prácticas. Ello es fundamental para la supervivencia de la comunidad, pues desde que murió el último chamán hace tres años los záparas han perdido la única fuente de saber sobre sus tradiciones, sobre el poder curativo de las plantas y los secretos de la selva. “Desde que murió mi padre no tenemos quien nos proteja y muchos de nuestros hermanos están enfermándose y muriendo”, dice Manari. La transmisión de los saberes tradicionales y las terapias del chamanismo sólo son posibles a través de la lengua. La conservación del idioma záparo es algo más que una cuestión cultural, es la supervivencia física de la comunidad, su existencia misma, lo que está en juego. Y el proyecto para recuperarla es una carrera contra el tiempo, pues sólo la hablan aún cinco personas muy ancianas que viven a varios días de camino unas de otras. Una de ellas es Sasiko Takiauri, que nació hace unos setenta años a orillas del Conambo. “Por ese entonces”, recuerda Sasiko, “todos hablaban záparo; yo aprendí el quichua recién a los 18 años.”
La historia la lengua zápara es común a las del resto de la región. Forma parte de la familia lingüística del mismo nombre, junto con el arabela, el iquito y el taushiro del Perú y guarda parentesco con otras ya desparecidas (konambo, gae y andoa). El záparo cedió espacio al quichua recientemente. Hace unos 60 años, según cuenta Sasiko, los záparas comenzaron a identificarse con la cultura de los quichuas cuando se hicieron frecuentes los intercambios comerciales con el poblado quichua de Sarayacu. Hoy, los nietos y bisnietos de Sasiko que viven en los poblados záparas de Llanchama Cocha, Jandia Yacu y Mazaramu, reciben clases en quichua y español, según un modelo de educación bilingüe implantado por el Estado. Los profesores tienen el nivel de bachillerato, no son originarios de las comunidades donde enseñan, reciben un sueldo mensual de cuatro dólares y no dudan en declarar que se irán de ahí apenas puedan. Sus alumnos casi no hablan español y aprenden el quichua casi exclusivamente de forma oral.
“No nos ha gustado a nosotros pedir favores”, dice Manari. “Pero como ahora somos pocos tenemos miedo de acabarnos.” Mientras tanto los viejos, con Sasiko a la cabeza, vuelven a dar a los niños nombres en su lengua, Newa, Toaro, Mukútzagua (perdiz, loro, pájaro oropéndola), para hacer saber al mundo que los záparas no han desaparecido.

1. Las palabras de Manari están tomadas de una carta que envió hace dos años al agregado cultural de la embajada del Ecuador en el Perú solicitando su intervención para que los záparas ecuatorianos pudieran cruzar la frontera y encontrar a sus hermanos peruanos.

nauta@speed.net.ec
Organización de Pueblos Indígenas del Pastaza (OPIP)
General Villamil s/n° y Teniente Hugo Ortiz
Puyo, Ecuador

II. La Cosmovisión Chamanística

II.  La Cosmovisión Chamanística

El primer paso para poder apreciar el significado del oro precolombino en un contexto socio-religioso, consiste en tratar de reconstruir la cosmovisión del chamán indígena. Aunque indudablemente hay variantes que se deben a diversas orientaciones intelectuales de los aborígenes, a diferentes tradiciones locales y a distintas épocas, es posible discernir ciertas constantes en el pensamiento chamanístico, o sea algunos temas que se repiten insistentemente en las creencias de las sociedades indígenas del país y cuyas raíces se remontan a muy antiguas épocas prehistóricas.

El chamanismo es un sistema coherente de creencias y prácticas religiosas, que tratan de organizar y explicar las interrelaciones entre el cosmos, la naturaleza y el hombre. Estas explicaciones sobre el lugar que el hombre ocupa en la naturaleza, en parte se fundamentan en experiencias visionarias que, por tener una común base neurofisiológica, son muy convincentes. A continuación trataremos de una serie de rasgos culturales y psicológicos que podemos considerar como característicos, tanto del sistema chamanístico universal, como del de muchas tribus colombianas actuales. (1)

Una constante es la idea de que el cosmos está estratificado y de que consiste en una secuencia de mundos superpuestos, lo que implica una gradación. En una imagen simplificada el cosmos es tripartito y está formado por nuestro mundo terrestre, por un mundo subterráneo y otro superior celeste. Los chamanes y otras personas con conocimientos esotéricos, subdividen estos tres grandes estratos en un número mayor de dimensiones y hablan de una cadena, cada vez más remota, de otros mundos. Por cierto, son precisamente dichas dimensiones las que los chamanes y otros visionarios dicen poder visitar durante sus trances. Es además frecuente la creencia de que, en épocas míticas, haya existido la posibilidad para toda la gente, de comunicarse con estos mundos por medio de una escalera, un bejuco, un puente o un camino secreto, pero que esta comunicación fue interrumpida por varias causas.

Aquellos mundos escalonados, según la tribu en cuestión, son imaginados de distintas formas. Para algunas tribus amazónicas cada mundo es como una enorme casa, una maloca, con el interior preciosamente adornado con pinturas o con plumas multicolores. Para otras tribus de la misma región del país, los diferentes mundos son como grandes platos de barro, llamados budares, sobre los cuales se tuestan las tortas de cazabe, preparadas de harina de yuca amarga. Los indios de la Sierra Nevada de Santa Marta imaginan los mundos como grandes volantes de huso que se ensartan, el uno sobre el otro, en un inmenso huso que constituye un eje central, un axis mundi.

Hay pues infinidad de imágenes; pero la invariante es un modelo del cosmos claramente estratificado diferenciándose cada estrato del otro por ciertas características únicas sean personificaciones sobrenaturales benévolas o malévolas, el País de los Muertos, los animales, plantas medicinales, música celeste, soles y lunas propias, más un gran número de otros aspectos.

Según las creencias chamanísticas de algunas tribus, aquellos mundos escalonados que yacen fuera de esta tierra, corresponden a un microcosmos que consiste en una secuencia de dimensiones del propio mundo interior del individuo, es decir, representan una escala interna de “mundos” de la conciencia humana. Dicen los chamanes que, en sus alucinaciones, penetran los diferentes estratos del cosmos como si fuera por estrechas puertas y que, a la inversa, pueden y deben explorarlas dimensiones de su propio ser.

Este modelo cósmico se repite luego en una escala cada vez menor: las montañas y los cerros los imaginan como “mundos” estratificados; detalles arquitectónicos de templos y aún de viviendas, simbolizan la estructura del cosmos; el cuerpo humano se interpreta en términos de segmentos horizontales, y el mismo principio se puede aplicar a artefactos tales como una olla o un instrumento musical.

Entre las sociedades indígenas colombianas son comunes estas creencias acerca de la estructura básica del cosmos así como de la posibilidad de moverse una persona dentro de este modelo escalonado. Ideas muy parecidas se encuentran en muchas otras partes del continente americano y también en el Viejo Mundo; es posible suponer que se trate de una forma de pensamiento arcaico que se remonte a lejanas épocas prehistóricas. (2)

Debo referirme ahora en más detalle a la persona del chamán. Por lo general este oficio es de hombres pero en varias culturas las mujeres también son chamanes. Contrario al estereotipo popular, los llamados “brujos” o “hechiceros” de los indios son, por lo general, individuos muy inteligentes que desempeñan múltiples funciones importantes dentro de sus sociedades. Son curanderos, rezanderos y dirigen los rituales del ciclo vital del Individuo; son especialistas en genealogías, en recitaciones mitológicas, en bailes y cantos y, por lo general, reúnen en sus personas a varias de estas funciones aunque puede haber especialistas. El chamán es muchas veces astuto político y, como gran conocedor de la naturaleza, influye sobre la toma de decisiones en el campo de la conservación de los recursos. Es muy importante su función mediadora en el caso de conflictos sociales, así como su papel en el alivio de problemas psicológicos individuales. Pero ante todo el chamán es un mediador entre este mundo y el mundo sobrenatural. Por cierto, siempre y en todas partes del mundo, ha existido una relación estrecha entre el chamanismo y el arte, y en algunas tribus el chamán incluso sigue siendo un artista o un artesano consumado. (3)

En muchas sociedades, antiguas y actuales, el chamán tiene un carácter fálico o andrógino y personifica las energías procreativas de la naturaleza. Como “dueño” de los animales pretende influir con sus ensalmos y ritos sobre la fertilidad de la fauna selvática y acuática; así mismo se preocupa por la iniciación sexual de los adolescentes de la tribu, que llegan a la pubertad. El embarazo y el parto siempre son ocasiones de prácticas chamanísticas. La imagen fálica del chamán es también la razón por la cual se le asocia comunmente con aquellos animales a los cuales se atribuye gran potencia sexual, expresada por ciertos rasgos morfológicos, anatómicos o por características de comportamiento.

Según las diferentes culturas el oficio del chamán puede ser heredado o revelarse en una visión o un sueño; también es posible que una persona se vuelva chamán simplemente siguiendo su vocación. El aprendizaje, bajo la dirección de un practicante mayor, puede durar varios años y termina con la iniciación. Es una regla prácticamente universal que el neófito tenga que morir simbólicamente, para renacer luego, dotado de ciertas facultades sobrenaturales. Para lograr este fin, el aprendiz pasa una larga temporada en aislamiento social, ayuna hasta encontrarse en una fase de inanición severa y desarrolla estados alucinatorios durante los cuales se imagina que, convertido en ave, vuela por los aires y visita dimensiones ignotas del cosmos.

Por lo general, al menos en el continente americano, la iniciación chamánica implica ingerir una serie de substancias alucinógenas. En estas ocasiones es cuando el chamán adquiere sus familiares, es decir, los espíritus de animales que posteriormente se convierten en sus auxiliares. Dichas creencias y prácticas continúan aún entre un crecido número de tribus colombianas. (4)

Una de las funciones principales del chamán consiste en establecer y mantener contacto con el mundo sobrenatural, tal como se anotó anteriormente. Este contacto a veces lo puede lograr por meditación profunda, por privaciones sensoriales o por súbitas visiones de seres o situaciones sobrenaturales, pero en gran parte del continente americano, es más frecuente llegar al éxtasis apelando a materias alucinógenas. En efecto, para la mayoría de los chamanes, el éxtasis tiene un origen místico; el alucinógeno es un don de los diosés.(5)

Colombia es un país particularmente rico en plantas psicotrópicas que crecen en todas sus zonas; éstas producen efectos en los cuales la realidad ordinaria se distorsiona entrando la persona a un mundo visionario y totalmente irreal.

Debemos distinguir aquí entre dos categorías de visiones. Una categoría tiene una base neurofisiológica y consiste en sensaciones luminosas que aparecen como relámpagos en el campo visual, aún en la obscuridad absoluta. Generalmente se trata de líneas y puntos, estrellas y círculos, es decir, de motivos geométricos y no figurativos que, técnicamente, se designan como fosfenos. Ya que todos poseemos la misma estructura cerebral, todos tenemos las mismas sensaciones luminosas, independientes de una luz externa. Estos fenómenos son comunes bajo el estímulo de una droga alucinógena. La otra categoría de visión alucinatoria tiene una base cultural y no biológica, pues consiste de imágenes figurativas que la persona proyecta, a base del acervo acumulado de sus experiencias, sobre el fondo de colores y movimientos causados por la droga.

Las principales plantas alucinógenas usadas en Colombia por los indígenas son las diferentes especies de una liana selvática del género Banisteriopsis, comunmente llamada yajé; la fruta o flor del árbol “borrachero” (Brugmansia), las diversas especies de chamico (Datura) y la batatilla (lpomea violacea). Rapés narcóticos que se absorben por la nariz, se preparan de las semillas de yopo (Anadenanthera peregrina, A. macrocarpa), un árbol de los Llanos Orientales, o de la cáscara de varias especies arbóreas del género Virola, que es selvático. Los grandes cigarros que los indios fuman ritualmente, en la región del noroeste amazónico, pueden causar síntomas de intoxicación e inducir alucinaciones. Los indios usan ciertos hongos (Psilocybe y otros) o las secreciones de las glándulas parótidas de un sapo (Bufo marinus) que contiene componentes alucinógenos muy poderosos. En resumen, es un hecho que los indios colombianos son expertos en la preparación de una amplia gama tanto de bebidas como de rapés, dosificando sus diversos componentes con gran conocimiento etnofarmacológico, generalmente con el fin de inducir determinada clase de visiones y sensaciones. (6)

Los cronistas españoles de la Conquista y Colonia recogieron muchos datos fidedignos sobre el uso de éstas y otras drogas por parte de los indígenas colombianos y también existen pruebas contundentes respecto a su empleo en épocas prehistóricas, como veremos más adelante. (7)

El uso de drogas alucinógenas es un elemento cultural arcaico, de difusión prácticamente universal y es de suponer que ya los cazadores de la época paleolítica conocieron algunas plantas narcóticas. El empleo de estas drogas está estrictamente relacionado con el llamado vuelo chamánico, es decir, con la sensación de una disociación durante la cual el “espíritu” del chamán se separa de su cuerpo y penetra en otras dimensiones del cosmos, sea para encontrar en ellas la curación de enfermedades, sea para consultar con los seres sobrenaturales o ancestrales, acerca de sucesos actuales y venideros, sea para aprender nuevos ensalmos, cantos o bailes.

En muchos aspectos, el vuelo chamánico simboliza la muerte, seguida por el renacimiento en un estado del saber. El chamán es el hombre que puede producir su propia muerte a voluntad, en cualquier momento, para luego volver a su condición corporal biológica, pero cada vez imbuído de un “saber” adquirido en otra dimensión cognoscitiva donde cree estar en presencia de seres sobrenaturales así como de espíritus de muertos. La muerte y el renacimiento del chamán son temas míticos muy frecuentes; en ellos el chamán es devorado por un monstruo, un caimán, una serpiente gigantesca o el remolino de un río, situaciones de las cuales sale ileso, transformado y elevado a un estado de sacralidad.

La idea de otras dimensiones, de “otros mundos” que son las moradas de los espíritus de los muertos o de seres fantásticos, se fundamenta en la experiencia del viaje extático del chamán; por consiguiente, la imagen que él se forma de esas dimensiones y las descripciones que hace de aquellas, dependen de los procesos proyectivos de la personalidad cultural y psicológica del chamán, así como de la tradición cultural de la tribu.

El vuelo extático proporciona el modelo para el concepto de la transformación. A partir de éste, el chamán, bajo la influencia de ciertos narcóticos, cree poder transformarse en un pájaro, en un jaguar o en otros animales y así poder vagar, sin ser reconocido, en nuestro mundo terrenal. Bajo esta apariencia acecha a sus enemigos, observa la conducta de las gentes, se comunica con otros chamanes.

El chamán es siempre un gran transformador y así hay una relación, un entendimiento entre él y ciertos animales que pasan por una metamorfosis; los batracios y las mariposas son animales chamánicos por excelencia, lo mismo como aquellos que cambian de piel, las culebras y los cangrejos.

El vuelo chamánico da lugar a varios otros importantes complejos de asociaciones. Ante todo, el chamán es el hombre-pájaro, es el dueño y compañero de todas las aves, las cuales forman el grupo más versátil de la fauna. En muchas sociedades el chamán ostenta una máscara de ave y, en lo general, los chamanes se adornan con gran corona de plumas. Algunos llevan cuerdas emplumadas sobre la espalda o alas de aves; incluso otros se cubren todo el cuerpo de plumas; a veces sus objetos rituales están adornados con plumitas. La maraca, el instrumento tan característico del chamán, casi siempre está adornada con un penacho de plumas; el rapé narcótico se absorbe a través de un hueso tubular de ave.

Según piensan los indios, los animales también tienen sus chamanes y, al penetrar el chamán indígena en otras dimensiones, se le presentan animales monstruosos, híbridos deformes que en ocasiones le impiden el paso. Hay pues una relación muy especial entre el chamán y los animales; algunos de ellos son sus dobles, sus avatares y el chamán puede adoptar su forma. El jaguar, el águila arpía, o las grandes serpientes de agua son manifiestamente animales chamánicos que representan metáforas, simbolizan pasajes míticos o sirven de auxiliares, mensajeros o ejecutores. La mitología y el ritual indígena abundan con estas imágenes. (8)  En el folklore colombiano actual encontramos varios de estos personajes chamanísticos, tales como el Mohán, el Poira, la Madremonte, la Patasola, y otros más.

A veces un animal, insignificante para nosotros, puede ser un animal chamánico de gran poder: una lagartija, una ranita o un pequeño pájaro. Pero siempre son animales que, si se estudia su anatomía, aspecto o comportamiento, tienen alguna característica muy significativa que los asocia con el mundo chamanístico. Talvez sea su color, su olor particular, la forma de sus genitales, o algún rasgo que no escapó a la observación del indígena quien, como cazador y pescador, es un excelente conocedor de la fauna.

Por otro lado están los monstruos, los animales fantásticos. El chamán los ve en sus alucinaciones, lucha con ellos, los somete, y en ocasiones hace de ellos sus auxiliares. En los mitos de tantas tribus colombianas se refieren a jaguares con pies humanos, dantas gigantescas que andan en las patas traseras, serpientes bicéfalas o venados que se transforman en mujeres seductoras. En este mundo mítico y alucinatorio se confunden y combinan a veces los rasgos de un felino con los de un reptil y un ave, resultando un ser que simboliza todos los poderes chamánicos en una sola figura fantástica, especie de dragón que vuela, devora y envenena con sus colmillos ponzoñosos. Muchas veces algunos de estos animales subsidiarios adquieren el carácter de un alter ego.

En muchas sociedades indígenas se distinguen varias categorías de chamanes y con alguna frecuencia se habla de “brujos”, quienes, bajo la presunta forma de animales o disparando minúsculos proyectiles invisibles, dicen poder causar la enfermedad y aún la muerte de otra persona. Indudablemente estas creencias ya existían en tiempos prehistóricos. Es un hecho que, por sus supuestos contactos con el mundo sobrenatural, el chamán fácilmente aparece como un personaje de las tinieblas, asociado con la lechuza y el murciélago, temido y acusado de hacer daño a sus enemigos. En efecto, la agresividad es otra característica del chamán quien frecuentemente aparece como un luchador, un guerrero que se enfrenta tanto a supuestas fuerzas maléficas sobrenaturales, como a enemigos personales. En ocasiones dos chamanes enemigos ponen en escena verdaderos duelos; pero en la mayoría de los casos estos encuentros violentos no ocurren en realidad sino se representan muy dramáticamente en la esfera alucinatoria. Los contendores yacen en un profundo trance, y su lucha se desarrolla en una dimensión irreal.

Hablar aquí de chamanes buenos o malos, de magia blanca o negra, me parece una polarización algo dudosa, basada en prejuicios y conceptos occidentales; más bien habría que aceptar que los chamanes actúan de acuerdo con las definiciones del bien y del mal de sus culturas respectivas y que difícilmente se pueden medir con los valores y normas de otros credos. De todos modos, la agresividad es parte esencial de la constitución psicológica del chamán y a veces se expresa en forma violenta, acrecentada, como es natural, por los efectos de las substancias psicotrópicas que consume. Cabe añadir que sus atavíos, sus máscaras y sus gestos a veces violentos, pueden inspirar temor reverente a participantes en rituales nocturnos. Además, muchos chamanes emplean en sus cantos y ensalmos un idioma arcaico, secreto, lo que aumenta desde luego la sensación de lo misterioso de los ritos.

Detengámonos un instante en este punto, con el fin de resumir la esencia fundamental del chamanismo. Para alcanzar la integración del universo estratificado, en un sistema comprensible y manejable por el hombre, se necesitan varios poderosos factores mediadores. Esta mediación se logra a través de tres agentes: el chamán, los animales y, en el caso del continente americano, las substancias alucinógenas. Hasta aquí he hablado principalmente de las características del chamanismo universal, tal como ellas están documentadas para el Viejo Mundo. Para ilustrar ahora la mentalidad chamanística en el ambiente aborígen colombiano, se pueden mencionar varios ejemplos etnográficos de las tribus actuales. Ya que el material disponible es muy voluminoso, debo limitarme a citar sólo una selección de datos.

Acerca de la idea del cosmos estratificado, ya mencioné algunos conceptos de los indios de la Sierra Nevada y de la región amazónica. Sobre la “escalera” chamánica, que comunica varios estratos, hay algunas informaciones del Chocó. En el río Docordó, afluente del San Juan, observé en la casa de un chamán de los indios Noanamá, una larga escalera tallada de un sólo tronco de madera, que remataba en una cabeza antropomorfa. (9) Entre los indios Chamí, otro grupo del Chocó, recogí un mito que habla de un chamán que construye una escalera de guadua, para subir al cielo. Cuando el pájaro carpintero troza la escalera, el hombre cae pero al pronunciar la palabra mágica “pluma”, flota lentamente hacia abajo y llega a un mundo subterráneo poblado por seres extraños. (10)

CONTINUAR

1. Acerca de la cosmovisión y práctica chamanística, véanse, ante todo, las obras de Eliade
(1965;1968; 1976) y la extensa bibliografía que cita este autor. Una breve introducción al tema se encuentra en Halifax (1982), Lewis (1975) y Rogers (1982). Sobre chamanismo indígena americano en general, véanse, Hultkrantz (1963), Krickeberg etal. (1968), La Barre (1972), Métraux (1947), Schmitz (1964). Véase también Furst (1973-1974). (regresar1)

2.  La Baria (1972), passim.  (regresar2)

3.  Sobre el chamán como artista, véanse, Furst (1974), Lommel (1967) y sus respectivas
bibliografías. El número especial de la revista Artscanadá (Nos. 184-187, 1973/1974) está dedicado
a este tema, bajo el título de Stones, banes and skin: Ritual and Shamanic Art”.  (regresar3)

4.  Sobre la iniciación chamánica, tal como la practican algunas tribus colombianas actuales, véase,  Reichel-Dolmatoff (1976; 1979c; 1986, pp.155-170). Sobre el discutido tema de la “normalidad”
psicológica del chamán, véanse, entre Otros, Dévereux (1956), Lewis (1975), Silverman (1967).  (regresar4)

5.  Sobre el chamanismo y el uso de alucinógenos, véanse, entre otros,  Cordy-Co¡ms (1977),  Furst (1972; 1974; 1976); Harner (1973): Reichel-Dolmatoff (1976c).  (regresar5)

6.  Sobre las plantas alucinógenas de Colombia, véanse, Reichel-Dolmatoff (1978c); Schultes &  Hofmann (1979) y las bibliografías citadas por estos autores. Una obra enciclopédica, de alcance  transeultural, son los don volúmenes de V ö lger (1981).  (regresar6)

7.  En algunas culturas indígenas de Colombia y de otros países, no sólo el chamán ingiere
alucinógenos; también grupos de hombres adultos los toman con ocasión de ceremonias colectivas
dirigidas por el chamán. Generalmente las mujeres participan en estas ceremonias pero sin consumir  substancias narcóticas.  Hay que aclarar aquí que nuestro concepto genérico de  drogas no existe entre los indígenas que  distinguen entre materias psicotrópicas según los efectos específicos, Sería impensable para un  chamán, aplicar nuestro concepto de droga a su transformación en jaguar, en el mismo sentido que  a su vuelo extático. Además, entre las sociedades tribales la experiencia alucinatoria es controlada  y moderada, de modo que este fenómeno no se puede comparar con el uso altamente nocivo de  compuestos químicos comerciales o de plantas narcóticas, tal como hoy se practica en las  sociedades modernas.  (regresar7)

8. Sobre la transformación chamánica en jaguar, véase Reichel-Dolmatoff (1978c).  (regresar8)

9.  Reichel-Dolmatoff (1953), pp. 9-10;  (regresar9)

10.  Reichel-Dolmatoff (1960), Fig. 4 2.  (regresar10)

Secretos de una sanadora mapuche

ecretos de una sanadora mapuche

Entrevista a Luisa Matías Nahuelpán

Doña Luisa vive en Villa Nahuel, Mehuín Alto y como ella dice no es meica ni machi pero sabe “hacer la hierba para sanar a las personas”. Ella recibió el don de sanar de un sueño, tal como le ocurre a machis y meicas de la tradición espiritual mapuche.

Doña Luisa recibió el don de sanar en sueño, tal como le ocurre a machis y meicas de la tradición espiritual mapuche: “yo en sueños recibí. Vino un hombre del aire, tomó mi mano fuerte y me dijo: ‘su mano esta ungida’. Esto lo soñó eso sí después de acercarse a la religión cuando yo entendí que un Dios vivo que tenemos, un Dios que sana, que opera. Lo incurable lo sana. Es la fe que tengo anclada a la roca del corazón como se dice”. Y aclara: “nosotras somos evangélicas, creemos en Dios. Porque todos estamos aquí con la bendición de Dios. Dios da la vida y salud. Yo soy tierra y tengo que volver a la tierra algún día”.

Heredó de las mujeres de la familia los conocimientos prácticos para curar con hierbas. “Yo todo no lo sé, porque yo era un poquito loquita. No me gustaba cuando ella (su abuela) me llamaba para enseñarme. Yo me arrancaba y ella me decía “mire loca algún día se va a casar, va tener hijos que van a estar llorando y yo no voy a estar ¿Quién te va ayudar? esto es para su bien”.

Luisa Matías se acordó de su abuela cuando se enfermaron sus niños, cuando ya era tarde “pero mi mamá vivía, así que me dejó completa (enseñanza): esto es pa’ la sangre , pa’ la vida, pa’ el empacho pa’ todo, me dijo”. Aseguró que, de todos modos, el que quiere aprende el arte de curar con hierbas. “Algunos pueden saber. El que tiene voluntad para saber lo hace, el que no, no”.

Mal de Ojo y Empacho

Para el Mal de Ojo, atribuido a la envidia en la tradición oral, la señora Luisa tiene tiene sus recetas infalibles “se da remedio fresco (mezcla de hierbas) y reprendo ese aire. Le pongo la mano en la mollera y lo reprendo: ‘aquí no pertenece, suéltelo déjelo en paz. Si te han mandado dígale que aquí no puede, porque esta criatura está en manos de Cristo. Yo soy faltante, soy pecadora de pensar, en mirar, en hablar ante mi padre, pero la guagua no, claro. Obedezca, mire. Yo te reprendo en el nombre del señor Jesús Cristo, te reprendo, sale y deja en paz esta criatura sana porque está la mano de Dios sobre la mollera. Sale, tú eres el dañino, tú eres el engañador, el envidioso, le envidias la vida a esta criatura, pero él (divinidad) dice que no tiene poder”. Hasta ahora no le pasado que espíritus dañinos no salgan de los cuerpos “la mano Dios es más poderosa que ese demonio” explica.

Luego de esta oración, que mezcla elementos cristianos con la espiritualidad mapuche, el pequeño se sana. Luisa Matías nos explica esta singular enfermedad “yo creo que ese ojo es el espíritu, es ese aire malo que coloca la persona que dice a la guagua nanaicito (arrumaco). Eso le produce como una fiebre al niño, dura unos días le entra un calor se aflige y se va”, dice.

70 años de olvido

70 años de olvido

LEVANTAMIENTO CAMPESINO EN RANQUIL

“Y yo he venido a buscar la espantosa verdad de 1934, entre otras cosas, para que los chilenos sepamos de una vez por todas quienes somos los chilenos, que hicimos y que es lo que se nos oculta de nuestra propia historia. Porque los acontecimientos de 1934 jamás entraron en la historia oficial”. Patricio Manns, “El Memorial de la Noche”.

Por Renato REYES / Azkintuwe

El invierno en la cordillera de Lonquimay es siempre terrible, pero en aquel invierno de 1934 lo fue mucho más y la gelidez de la montaña parece que también terminó congelando la memoria histórica de un episodio que unió, tal vez por única vez, a mapuche-pewenche y campesinos chilenos pobres. Se trata de la más olvidada y no por ello la menos terrible de las matanzas gestadas desde el Estado chileno contra aquellos que se oponen a los designios del poder.

Desde mediados de junio de aquel año, hasta bien entrado el mes siguiente, el Alto Bío Bío se tiñó de sangre mapuche y chilena, luego de que casi un millar de habitantes de esa zona se alzaran en armas contra el gobierno de Arturo Alessandri y con la venia del Estado chileno, de los ancestrales territorios pewenche de la alta cordillera. La represión no se hizo esperar y Carabineros de Chile hizo su entrada triunfal en los avatares represivos, sofocando el alzamiento, para luego asesinar cobardemente a casi 500 prisioneros que se habían rendido al verse derrotados.

El despojo de tierras mapuche iniciado en la segunda mitad del siglo XIX con la “Pacificación de La Araucanía”, tiene su momento cúlmine en las tres primeras décadas del siglo siguiente, cuando el Ministerio de Tierras y Colonización, creado por el Estado chileno, terminó su labor de “redistribución” de las tierras usurpadas en el Gulumapu, generando toda una masa de mapuche empobrecidos que, en territorio pewenche, eran arrinconados cada vez más arriba en la cordillera. A ellos se unía un cada vez más creciente número de colonos chilenos pobres que terminaron habitando el mismo espacio de los pewenche y sobre todo compartiendo las mismas miserias de éstos. Ello llevó a que los colonos chilenos, agrupados en el Sindicato Agrícola de Lonquimay, solicitaran al gobierno la entrega legal de un predio en la localidad de Nitrito, que habitaban varios chilenos y pewenche desde hacía más de una generación.

La Sociedad Puelma Tupper reclamó para sí la propiedad de las tierras y exigió una orden judicial de desalojo, basada en la prerrogativa jurídica de que quienes habitaban el lugar no tenían títulos de propiedad. Ante ello, los habitantes del lugar propusieron al Estado que comprase las tierras al reclamante y ellos a su vez pagarían al primero, en un plazo prudente, el valor de éstas. Sin embargo, mientras se realizaban las negociaciones, Carabineros comenzó a hostigar a los campesinos, utilizando contra los hijueleros todos los abusos y formas de atemorizamiento posibles. Cuando las tierras estaban recién cultivadas y comenzaba el duro invierno cordillerano, llegó la fuerza represiva a desalojarlos, destruyendo cercos e incendiando los ranchos, expulsándolos sin misericordia y conduciéndolos hasta terrenos estériles, más arriba de la misma cordillera, sin alimentos ni habitación.

En Nitrito, Ranquil, Quilleime, Lolco y Trubul, los campesinos se unieron en defensa de los expulsados, recibiendo el apoyo de los mapuche de la reducción Maripe, cuyo lonko Ignacio Maripe, quince años antes había perdido sus tierras en el mismo Fundo Ralko. Según se consigna en documentos de la época, este lonko pewenche fue salvajemente torturado en vida, sacándosele los ojos, cortándosele la lengua y las orejas hasta dejarlo exánime. Tal como se consiga en documentos, relatos y sobre todo en la prensa chilena de la época, el principal líder del alzamiento fue el profesor de castellano José Segundo Leiva Tapia, que habiendo estudiado en Santiago regresó a la zona para dedicarse a la “agitación social” e imbuirse de la cultura mapuche.

Por lo mismo, parte de los alzados correspondían a campesinos mapuche-pewenche, hecho que queda consignado en una información aparecida el domingo 1º de julio en el diario La Nación y que daba cuenta de la activa presencia mapuche, con el sugestivo titular de: “Alrededor de cien indios combaten en las filas sediciosas”. De igual forma, el listado final de detenidos, publicado el 20 de julio en la prensa nacional consigna la presencia de al menos una decena de mapuche que fueron pasados posteriormente a los racistas tribunales de justicia chilenos.

Más de medio millar de asesinados

Avanzado ya el invierno, en junio de 1934, la desesperación, el hambre, el frío y el odio, dieron paso a la revuelta. Varios miles de campesinos y mapuche, armados de viejos fusiles y escopetas, asaltaron las pulperías y bodegas de los latifundios cercanos, y asumieron posiciones de enfrentamiento. El 29 de junio, el diario La Nación titulaba “Armados Avanzan sobre Lonquimay” y el decano patronal de la prensa nacional, El Mercurio, titulaba cuatro días más tarde: “Se acentúa la gravedad de
los sucesos del sur”, en clara alusión al avance de los campesinos alzados en armas por su dignidad.

El historiador Ricardo Donoso, desde su particular visión política, dice de ello en su libro ‘Alessandri, Agitador y Demoledor’: “Un grupo de inquilinos del Fundo Ranquil, levantados en armas, abandonaron sus tierras y en una semana se desparramaron en una extensión de 150 kilómetros, pasando a cuchillo a pulperos, mayordomos y propietarios que intentaron oponérseles”. El gobierno movilizó para sofocar la rebelión a tropas policiales desde Temuko, Victoria, Mulchén y Santa Bárbara, con el apoyo de aviones de la Fuerza Aérea.

En piquetes de 20 carabineros, las fuerzas represivas se internaron en la zona, en una primera etapa de poca eficacia, pero que más tarde con el apoyo de 100 policías venidos desde Santiago al mando del propio Director General de Carabineros, Humberto Arriagada Valdivieso, endurecieron su accionar represivo, cometiendo toda clase de abusos. En una maniobra de arrinconamiento de los rebeldes, que desde el lado sur eran atacados por las tropas al mando del Comandante Délano Soruco y por el norte, desde Mulchén, bajo el mando del propio Arriagada, enfrentaron acciones sumarias y muchos fueron pasados por las armas a pesar de haberse rendido ante las fuerzas militares.

A principios de julio, un grupo rebelde seguía manteniéndose fuerte en los cerros de Llanquen. Los que sobrevivieron a los fusilamientos indiscriminados fueron apresados o huyeron hacia la cordillera, abandonando a sus familias. Las mujeres que se quedaron en los improvisados campamentos fueron violadas y erradicadas para siempre
con sus hijos de la zona. El gobierno los acusó de “bandoleros y subversivos”, justificando de ese modo la brutal represión desatada contra ellos. Según el Senador Pradenas, -parlamentario por Temuko en aquella época- resultaron detenidos 500 personas, de las cuales sólo 23 llegaron a la capital de la provincia de Cautín, ciudad en la que se inició el proceso judicial. Sobre el destino de las personas detenidas que no llegaron al juicio, no existe una versión oficial y se les da por muertos, que se vienen a sumar a los que cayeron durante los enfrentamientos registrados en la montaña.
Muchos de los que sobrevivieron, chilenos y mapuche, tras duras jornadas escapando por la cordillera, terminaron dispersos en estancias o en los huertos de Neuken y Río Negro donde rehicieron sus vidas, luego de cruzar hacia el Puelmapu tras padecer indescriptibles fatigas y penalidades. Al final, tal como ocurrió muchas veces en la agitada vida política del Chile de los años ’20 y ’30, el olvido y las infaltables leyes de amnistía terminaron por echarle tierra a la masacre, olvidándose de ello una sociedad entera… tal como antes, tal como después…

* Reportaje publicado en el Periódico Mapuche Azkintuwe, Julio de 2004. Pág. 7.
Kolectivo Mapuche Lientur / http://www.nodo50.org/kolectivolientur

Los indigenas esos humanoides

La parte central de este artículo esta referida a la polémica dentro del marco del proceso de discusión en las Naciones Unidas -ONU-, en el Grupo de Trabajo de la Comisión de Derechos Humanos sobre la Declaración de Derechos Indígenas, y tiene como objetivo clarificar y presentar en forma ordenada y sistemática los conceptos de derecho indígena contenidos en un borrador ya trabajado por el otro ‘grupo de trabajo sobre pueblos indígenas’; ambos ‘grupos de trabajo’ se reúnen en Ginebra-Suiza anualmente. Las sesiones son entre representantes de los Estados y de algunas organizaciones indígenas de todo el mundo. Esta vez el Grupo de Trabajo terminó con una huelga de hambre de los indígenas hartos de tanta postergación.

La libre determinación y la igualdad de los derechos son los dos conceptos básicos o pilares fundamentales de los pueblos del mundo. Estos, están -digámoslo clara y fuertemente- siendo conculcados, o en el mejor de los casos ‘regateados’ para los Pueblos Indígenas, puesto que se habla de ‘una negociación’ entre los ‘estados independientes’ y pueblos ‘derrotados’, o en ‘estado de domesticación’ (Ver el Informe final del Experto Alfonso Martínez, sobre Tratados entre Pueblos Indígenas y Estados), cuyos territorios han sido usurpados por el ‘hecho consumado’ de la colonización europea.

Es necesario pues, exponer, los términos de la discusión desde el punto de vista indígena, o si se quiere, desde el punto de vista de algunos indígenas resistentes, que somos fieles a la libertad y a la justicia histórica, desde la visión de los indígenas que no hemos traicionado la causa de nuestros pueblos y que nunca podremos olvidar el pasado de exterminio y el presente de ‘domesticación’ forzada.

Acá en la patria peruana, mientras algún patriota peruano prosiga la lucha por la auténtica independencia, jamás estará terminado ‘el hecho consumado’ de la ocupación colonialista, ni mucho menos se podrá aceptar en ningún foro internacional y menos en la ONU, la tesis genocida y fascista de la ‘muerte presunta’ de nuestras grandes y eternas naciones indígenas peruanas y americanas.

El objetivo inmediato de este documento, es impulsar a nuestros pueblos originarios a ejercer desde ya una libre determinacion indígena activa, en todos los campos, niveles e instituciones. No debemos esperar a que nos reconozcan la libre determinación, pues la libertad en los individuos o en los pueblos, no se reconoce, sino que ‘se ejerce’, por ‘las buenas o por las malas’, que para el caso es lo mismo.

El concepto de libertad individual o colectiva tiene que ver con la forma como se relacionan los seres humanos entre sí y con la naturaleza. Cualquier concepto sobre la libre determinación tiene que ver necesariamente con esta premisa. Esto es útil recordarlo sobre todo cuando vayamos a analizar conceptos en donde el relativismo cultural tiene mucho que ver. Ya veremos después este tipo de problemas cuando hablemos de ‘propiedad’ indígena y propiedad occidental. Y ya sabemos para qué han usado la ‘libertad’ los colonialistas Occidentales: Para liberarse ‘del Otro’, por la vía del exterminio físico o del sometimiento total. Es por esto que Bus dice que ‘disemina libertad’, sembrando bombas en Afganistán y en Irak.

Es muy común tomar como idénticos ‘mundo libre’ y mundo occidental, sin embargo cuando hablamos de libertad individual o libre determinación colectiva no debemos referirla necesariamente al estilo de vida occidental, aunque necesariamente deberemos involucrar en el proceso de análisis conceptos que tienen que ver con el estilo de vida occidental, ya que no se puede generalizar para todas las culturas un mismo concepto de libertad o libre determinación.

El problema se suscita en el siglo XV donde las naciones del Occidente europeo, en concierto inician un proceso de guerra de ocupación del resto de la tierra. Este proceso por sus consecuencias nefastas para la humanidad entera, hoy se condena como uno de los capítulos mas sangrientos y oscuros de la humanidad. Es el fenómeno colonialista, en el cual muchos pueblos y naciones fueron literalmente desaparecidos del planeta, otros pueblos quedaron despojados de sus territorios y sus Estados fueron destruidos, algunos sometidos al dominio externo. El resultado neto es la muerte por mano directa o ‘indirecta’ del colonialismo, de 70 millones de seres humanos, solo en América, en un mundo donde habían solo 400 millones de habitantes. Posteriormente, la mayoría de los pueblos colonizados se ‘independizan’, no sin antes desarrollar cruentos procesos de liberación nacional. Pero en este proceso de descolonización, se debe destacar que muchos territorios de naciones ocupados colonialmente, en especial en la llamada ‘América Latina’ fueron embusteramente ‘descolonizados’ por fuerzas criollas ilegítimas, que en todos los casos eran -y son- los mismos colonialistas, pero disfrazados o encubiertos por una falsa legitimidad, que ha devenido en auto titularse como: ‘países independientes’.

Para seguir dando ‘soporte’ a este embuste o mentira histórica a luces vista como un vulgar engaño, se desata la controversia o polémica en el seno de la ONU, sobre la Libre Determinación de los Pueblos Indígenas -LDPI- . Y allí no se enfrentan los Estados contra los pueblos indígenas, NO, sino mas bien son algunos auténticos Estados democráticos que están por la Libre Determinación para todos los pueblos dentro de sus límites territoriales como países soberanos, y en el lado contrario, y cada vez menos, algunos pocos Estados ‘independientes’ que controlados por una étnia, (y generalmente una pequeña oligarquía política) excluyen del poder a los otros (mayoritarios o minoritarios) pueblos o etnias que habitan al interior de determinado país. Estos, los últimos países ‘blancos’, excluyentes, discriminadores y embusteros ‘libérrimos demócratas’ postulan una ‘Libre Determinación’ exclusiva y excluyente, solamente para ‘su’ pueblo dentro de ‘su’ Estado -toda libertad para ellos y nada para los ‘Otros’- y cualquier reclamo de esos ‘otros’ pueblos que habitan ese territorio (que generalmente son los despojados de ese territorio) es ‘subversión’, ‘separatismo’, ‘secesión’ o ‘rebelión’. Creemos que esta sin razón e injusticia discriminatoria, nos da la facilidad para evidenciar muchos de los temas de conflicto entre los países del planeta y dentro de cada uno de ellos.

Esta posición ‘dura’ o ‘fría’ de algunos países contra los derechos y el reconocimiento de los indígenas como seres humanos, en la ONU es ciertamente débil en el mediano y largo plazo, pero no por ello, en el corto plazo están derrotados. Ellos juegan a alargar los plazos, saben que los indígenas seguiremos usando nuestras tradicionales estrategias ‘atemporales’ (porque usamos el ‘tiempo indígena’, que es colectivo o ‘generacional’) es decir los indígenas en la ONU -y en todo sitio- aparecemos sin estrategia, con puras tácticas, por eso, ellos, nuestros contrarios, saben que aun el ‘tiempo de los indígenas’ es funcional a los mecanismos de dominación colonialista y confían que así será por muchos siglos más.

La estrategia colectiva de la resistencia de los pueblos indígenas de América al colonialismo, ha demorado 500 años en expresarse, pero es indudable que ya surgió continentalmente en 1992, y se viene profundizando en algunas regiones de América y seguirá ocupando posiciones por algún tiempo más. Sin embargo es necesario apurar las cosas en la ONU; pues en muchos países, cierto ‘fundamentalismo’ indígena no se deja esperar.

Lo mas cierto es que la discusión o ‘controversia’ sobre la Libre Determinación para los Pueblos Indígenas en la ONU, en realidad encubre una discusión en donde lo que menos importa es la Libre Determinación de los Pueblos indígenas. Son mas bien, en el fondo, temas irresueltos de la comunidad de naciones, temas sumamente importantes no solo para los Pueblos Indígenas, sino para la humanidad entera, temas como son: 1. El carácter de las democracias mono-nacionales o singulares y su confrontación y evolución con un tipo de estado mas avanzado, como son los estados plurinacionales; 2. Las relaciones de producción y reproducción, estas últimas que son las relaciones ‘al interior de la familia’ y de las familias con el Estado; (tema que denominamos: Las tecnologías de organización de la fuerza de trabajo, como base misma de las culturas y sociedades humanas; que es un tema que se le viene reduciendo absurdamente a ‘la problemática de género’, pero que tiene que ver mas con lo que se ha denominado contradicciones entre civilizaciones; (y un tercero y no menos importante tema de) 3. Relaciones, que se dan entre el hombre y la naturaleza, que lejos de llamarlas ‘ecológicas’, podríamos denominarlas: de restablecimiento de los ‘vínculos hombre-naturaleza’ o de la ‘vincularidad’ del ser humano y el ser natural. Tema este último que nos llevará a revisar la ‘ontología’ misma del ‘ser humano’.

El porqué la ‘Libre Determinación de los Pueblos Indígenas’, trae a colación estos temas enumerados antes, tiene que ver con el hecho de que somos los pueblos indígenas el último tramo de la humanidad que no ha conseguido el reconocimiento pleno como ‘seres humanos’ al estilo o de ‘tipo occidental’, o lo que es lo mismo, visto desde nuestro angulo: el hombre occidental no nos quieren reconocer nuestros derechos porque no hemos roto y no queremos romper los vínculos que es esa ‘nuestra relación estrecha’ con nuestra madre naturaleza. Que es lo que constituye nuestra diferencia. Cambiar nuestros vínculos con la madre natura por ‘el título’ o ‘diploma’ de seres humanos occidentales, condición para ser ‘individuos libredeterminados’, es como querer ‘cambiar nuestra primogenitura por un plato de lentejas’.

Es de suma importancia la libre determinación, (LD) porque es la única garantía para el desarrollo pleno de los pueblos, como premisa fundamental, dota a los pueblos diversos de la responsabilidad y voluntad propia y autónoma para poder movilizarse y organizarse para resolver por ellos mismos sus problemas, cualquiera sea su naturaleza.

Creemos que es por esto que la LD es un principio que ha merecido ser considerado como el primer artículo de los pactos que consagran los derechos humanos de segunda y tercera generación (los Derechos Civiles y Políticos y los Económicos, Sociales y Culturales).

La negativa de algunos Estados a reconocer el derecho a la libre Determinación de los Pueblos Indígenas es el último bastión donde se refugian el colonialismo (y hasta los principios básicos del esclavismo), que iniciaron algunos pueblos de Europa en los siglos XV y XVI. Son los PI Los últimos pueblos sometidos aun al pillaje de sus territorios, al esclavismo encubierto (o nuevas formas de esclavismo) y a la represión internacional institucionalizada y sistemática para impedir la reconstrucción de sus organizaciones estatales nacionales propias (llámense, Repúblicas, Confederaciones, Estado Autonómicos, Regiones Autónomas, Descentralismos (verdaderos), etc.

Sin embargo, es innegable la supervivencia resistente de las otrora grandes y nobles naciones indígenas. Y más innegable aún es su existencia pre-colombina.

El hecho es que en la actualidad, la discusión o debate en torno a este tema, esta entrampado en la imputación directa y desvergonzada del criterio jurídico de ‘muerte presunta’ para todas o para la mayoría de las naciones indígenas del mundo.

Es lo que se ha venido denominando en la ONU: ‘proceso de domesticación’ de los Pueblos Indígenas en la historia mundial. Es decir el proceso a través del cual, se quiere persuadir a los PI a aceptar, admitir y consentir el fenómeno jurídico de la ‘muerte presunta’ para nuestras naciones. Y por tanto la ilegitimidad de querer recuperar o reconstruir (que para el caso es lo mismo) nuestros Estados.

Esto puede notarse claramente cuando algunos Estados argumentan que declarar la LDPI, es poner en grave riesgo la unidad e integridad de los Estados y Territorios ‘nacionales’, o lo que es lo mismo, que esto daría margen y legitimaría la secesión. Puesto que la única forma de negar la libertad de los pueblos a su autodeterminación, es negando su capacidad o potencialidad estatal, y la única forma para que esto suceda es que estas naciones estén desaparecidas, ya no existan, estén muertas. esta es la figura jurídica de la ‘muerte presunta’ para nuestros pueblos.

Para los PI, no debe importar si los Estados reconocen o no la Libre Determinación, puesto que no esta en debate si vamos a la secesión o a la integración de los estados actualmente existentes; sino mas bien, si los pueblos indígenas tenemos o no todos los derecho que les asisten a los demás seres humanos, o no. Lo que se debate hoy en la ONU es si somos reconocidos como seres humanos o no, esa es la cuestión.

Si los demás pueblos nos reconocen como pueblos a los indígenas del mundo, entonces tenemos derecho a reconstituir nuestros estados indígenas, si lo haremos solos o acompañados, ese es otro tema que tiene que ver con nuestra simple libertad de decidir. Es la única forma -con estados propios- como los pueblos o naciones de seres humanos pueden auto gobernarse, superar su pobreza, subdesarrollo y dotarse de un futuro de dignidad humana.

Otros levantan el argumento que ‘no se puede hacer un Estado dentro de otro Estado’, esta premisa bien entendida se expresa mas bien asi: ‘no se puede hacer un Estado junto a otro Estado excluyente o hegemonista’. No es un problema la constitución de Estados ‘unidos’, salvo cuando uno de los Estados niega o esclaviza al resto. La reconstitución NATURAL de los Estados o Confederaciones indígenas no provocarán unívocamente la cesesión.

El problema real es que existen Estados que quieren conservar sus estructuras feudales, exclusivistas, excluyentes y segregacionistas. Estos no solo negarán la LD de los Pueblos Indígenas sino la de todos los Pueblos a quien quieran someter. Estos Estados, aunque habría que analizar la naturaleza de cada uno, no admiten la posibilidad de una comunidad o diversidad de estados de pueblos diversos o diferentes que compartan un país plural.

Se trata entonces de Pueblos con Estados excluyentes, segregacionistas y discriminatorios que ocupan totalmente el ‘Espacio estatal’ de un cualquier país diverso en pueblos y culturas. Aquí se pretende matar la socio-diversidad y la diversidad-cultural, que son el a-b-c de la biodiversidad.

Los temas que surgen del debate sobre la Libre Determinación de los Pueblos Indígenas, debería estar vinculada mas bien a temas de perfeccionamiento de la democracia y la gobernabilidad, que son temas de actualidad en foros internacionales y que se discuten para modernizar a los Estados excluyentes o ‘feudales’, temas como: – Los procesos descentralistas o autonómicos o de fortalecimiento institucional o formal, al interior del país, como es el caso del proceso de los estados autonómicos de España; y de los procesos de integración regional o sub regional, hacia fuera, como por ejemplo el proceso de la Unión Europea. Así de simple para que lo entiendan bien esos trogloditas y piratas que aun caminan por la ONU.

1 5 6 7