Leyendas canarias

De: Atacuperche  (Mensaje original) Enviado: 20/01/2004 9:00
Dicen que murio la raza, pero nunca fue raza muerta. Raza que murio en la historia pá vivir en la LEYENDA.

Tamaragüa (Buen dia)
Atacuperche

LAS PROFECIAS DE GUAÑAMEÑE

Bencomo, el más terrible de los menceyes, hizo matar a Guñameñe, el adivino, pero sus vaticinios no se acallaron , y el tiempo los vio cumplidos.
  Ya sus palabras habían sido pronunciadas cuando Guetón, el heredero del Mencey de Güimar, fue hecho prisionero por Bencomo.
Pretextando unos robos de ganado Bencomo invadió Guimar, haciendo prisionero a Gueton y también a Guañameñe. Llamó Bencomo a su presencia al adivino y le pregunto por el futuro; esto fue lo que le dijo:
“Llegarán aves blancas y grandes alas por el mar, extrañas huellas cubrirán las arenas de las playas y se cuajará la tierra suelta de los montes. Estará todo dispuesto entonces para que se escuche el cruel sonido de la batalla. Arduo y prolongado será el combate. A su término sólo un terrible despojo será la isla, amargo, como la derrota”.
Bencomo no aceptó aquella profecía que hablaba de derrota, por eso mandó a matar a Guañameñe, el adivino. Sin embargo, pronto llegarían a las costas de Añaza galeones de guerra, y la sangre comenzaría a correr.

chamanismo un estudio antropologico

El modelo teórico psicosocial
El enfoque psicosocial que se retoma en el presente trabajo, rompe con la visión diádica de la estructura social individuo-sociedad, para ubicarse en el ámbito de la comunicación simbólica; su análisis se basa principalmente en métodos de tipo comprensivo y se ocupa de fenómenos de masas y multitudes, del lenguaje, de las influencias y los signos en general.

Este enfoque concibe a la psicología social como la ciencia de los fenómenos de la ideología (cogniciones y representaciones sociales) y de los fenómenos de comunicación.

El enfoque psicosocial propone un modelo tripolar en cuyos polos ubica al ego, al objeto y al sujeto social o alter, y establece entre ellos una interacción.

El ego es un sujeto individual capaz de influir y ser influido por los demás individuos y de actuar sobre un objeto, que puede ser otro individuo o un grupo de ellos. La existencia del tercer elemento, el alter, es lo que permite la interpretación de la interacción ego-objeto, es lo que le otorga sentido a esta interacción, y puede concebirse como producto de la colectividad.

En otras palabras, se alude a la intersubjetividad, a aquello que surge como producto de la interacción, del intercambio de significados, y que se constituye como una dimensión propia; puede concebirse también como ideología, representación social, lenguaje, símbolos, comunicación, todo aquello que permite entender al otro.

El símbolo, el significado y la interpretación
Un símbolo es todo aquello que puede ser aprehendido por los participantes de la interacción, cuya creación y propiedad son de carácter social. El principal sistema simbólico en este contexto viene a ser el lenguaje.

Los símbolos representan la significación de las cosas u objetos […] cuando [un] gesto representa la idea que hay detrás de él y provoca esa idea en el otro individuo, entonces tenemos un símbolo significante […].

Cuando el gesto llega a esa situación, se ha convertido en lo que llamamos “lenguaje”.

Los significados son las representaciones de la experiencia o acontecimientos que refieren los símbolos, son de carácter subjetivo y, en esta medida, no son accesibles para todos los participantes; los significados son construcciones sociales.

El tercer elemento, la interpretación, es la combinación de símbolos y significados, generados sobre la base de un acuerdo común, que otorgan sentido a las expresiones de la interacción.

Estos tres elementos confluyen en un mismo tiempo y establecen entre ellos una relación dinámica, cuyo producto es la creación de una realidad simbólica.

Con el intercambio de símbolos y significados se va construyendo una realidad, que se presenta como una experiencia compartida y que es posible reconstruir con el lenguaje.

Este acto comunicativo del que se habla aquí no sólo implica la presencia de alguien que emite un mensaje con su correspondiente receptor, entre quienes media únicamente un código perfectamente descifrable, sino que va más allá de esto: se alimenta de pensamientos, sentimientos, imágenes, palabras, experiencias, y está constantemente fluyendo en la atmósfera social.

Chamanes y chamanismo
La medicina tradicional puede ubicarse en dos dimensiones: en la del discurso teórico y en el espacio de la cultura; en este último es donde adquiere toda la gama de significaciones mágico-religiosas.

En un intento por delimitar su ámbito, podemos distinguirla de otras prácticas, como la medicina popular o la doméstica, que se utilizan al interior de un grupo sin constituirse como saber formal y como un patrón de reproducción de saberes ancestrales, al contrario de lo que sucede con los terapeutas tradicionales; en esta categoría se engloban diversas especialidades, a saber: sobador, yerbero, huesero, chamán, pulsador, curandero.

Esta clasificación se debe básicamente al tipo de práctica médica que llevan a cabo, así como a los sistemas de prevención o curación que se derivan de su especialidad. Según algunos autores, las parteras se ubican por separado debido a la exclusividad de su práctica.

El chamanismo es una práctica que forma parte de esta estructura de la medicina tradicional y se define como la técnica del éxtasis, pues es justamente esta experiencia la que distingue al chamán de otros terapeutas. La experiencia extática es un estado del alma durante el cual ésta “abandona el cuerpo para emprender ascenciones al Cielo o descendimientos al Infierno, y se dice que en casi ninguna práctica religiosa se viven este tipo de experiencias.

Un chamán se inicia en la práctica después de tener una experiencia de alguna manera trágica, como por ejemplo ser alcanzado por un rayo, soñar con espíritus, sufrir ataques que conlleven un estado de inconsciencia del alma, convulsiones, enfermedades nerviosas, ataques epilépticos, tener una marcada preferencia por la soledad que lo lleva a mostrar cierto retraimiento.

Iniciaciación en el rito
El elemento decisivo en la iniciación chamánica es el rito de la muerte y la resurección del futuro chamán; éste es el elemento extático fundamental que puede presentarse en las formas y/o sucesos extraordinarios ya mencionados.

En los métodos de reclutamiento y el tipo de instrucciones que pueden recibir los chamanes durante su iniciación, destaca la existencia de un núcleo fundamental cuyos elementos se encuentran estrechamente vinculados: experiencia-instrucción-reconocimiento del grupo.

Métodos de reclutamiento
• Por transmisión hereditaria
• Por vocación espontánea
• Por voluntad propia o del clan

Instrucciones
• De orden extático (sueños, trances, revelaciones, etc.)
• De orden tradicional (transmisión oral)

Esta experiencia se conoce con el nombre de “separación”, pues se dice que el chamán experimenta un desprendimiento del alma.

Sesiones chamánicas
Aunque representadas con distintos actos, las sesiones chamánicas de las diversas regiones conservan una misma esencia o significado original. En México, todavía podemos encontrar una gran cantidad de curanderos, y se les encuentra en casi todo pueblo, comarca o ciudad, y forman una subcultura de complejidad y riqueza insospechadas.

La concepción de realidad de los chamanes considera la existencia de realidades alternativas, es decir, se trata de una realidad en la que coexisten, a la par de ésta, seres o espíritus con los cuales el chamán puede tener contacto y que le sirven de guía (espíritus aliados o protectores) o dificultan el trabajo curativo (espíritus del infierno), según el nivel en el que se les encuentre.

El ambiente en el que se llevan a cabo las prácticas recrea la realidad que los chamanes conciben: así, se observan altares adornados con flores e imágenes de santos, veladoras, estatuillas, incienso.

La sesión es alumbrada con veladoras o velas únicamente, y todo se hace a media luz, lo cual favorece la cercanía física del paciente con el chamán; no hay grandes adornos y la atmósfera emana gran misticismo.

Los chamanes demuestran gran confianza en su cuerpo como instrumento de curación, elemento fundamental para el paciente, quien a su vez deposita en el chamán la fe en ser curado; cada movimiento y cada gesto es percibido simbólicamente y acogido con gran respeto, pues no hay cabida para la desconfianza.

El viaje sedentario a la curación
A lo largo de una sesión el chamán describe, de forma tanto histriónica como oral, su experiencia extática. Desde el primer momento marca la pauta que permite al paciente y a sus familiares seguirlo en su viaje.

Las palabras que utiliza pueden no tener sentido para el observador incidental, pues expresan asombro, disgusto, resignación o insistencia ante una lucha que se libra en otro nivel, al cual no se tiene acceso.

Las lenguas mediante las cuales se expresan no son mera combinación fortuita de sonidos ininteligibles, sino que se articulan en forma por demás coherente de acuerdo con la situación, pues si pensamos en una deidad, concebida como entidad superior al ser humano, dotada de poder inmesurable y como tal exaltada, no es posible dirigirse a ella con palabras comunes a las que todo mundo pueda tener acceso, sino que más bien debe tratarse de un lenguaje exclusivo.

Su voz es, así, una melodía perfectamente armonizada, cuyos tonos se ven aumentados en los momentos cruciales de su viaje y disminuidos en los más tranquilos. Se ha dicho que el entorno, delineado por una distribución característica de los espacios y constituido por los objetos materiales, los colores, la iluminación, cierto tipo de materiales, etc., dice mucho acerca de la modalidad sensorial de los individuos.

Si pensamos en un lugar semioscuro, con objetos hechos generalmente con materiales naturales como piel, madera, hojas de mazorcas, con olor penetrante a incienso, paredes recubiertas de hierbas olorosas, con una mínima cantidad de muebles, pisos de lodo y arcilla y una temperatura agradable mantenida por un fuego permanente, como es la casa del chamán, ¿qué podemos pensar acerca de la modalidad sensorial por medio de la cual establece contacto?

Todos estos elementos y arreglos del ambiente tendrán un impacto particular sobre el enfermo, en quien se producirá una sensación de bienestar, o bien, una molesta respuesta, dependiendo de sus expectativas, intereses, valores y experiencia personal.

El primer contacto que se establece entre el chamán y el paciente, se ve propiciado por todos estos elementos, se respira un ambiente de privacidad y, por tanto, las distancias conversacionales se acortan dando lugar a mensajes más personales en un tono de voz más suave.

La estructura y el diseño del lugar hace posible que el chamán busque en el Cielo y el Infierno el alma del enfermo y que esto pueda tomarle un tiempo determinado. Generalmente junto a la casa del chamán y fuera de ella se encuentra un árbol o se tiene acceso a una escalera, por medio de los cuales intenta su ascenso al Cielo; su descenso al Infierno, en cambio, se ve limitado por el nivel del suelo.

A todos estos elementos habrá que añadir la propia imagen del chamán, quien asume que, para librar una lucha con entidades celestes o infernales, es necesario portar los elementos que le permitan hacerlo y que conforman en conjunto su indumentaria.

Lógica de lo mágico: lógica de la inmediatez
El chamán mira a través de los ojos del alma, que no del cuerpo; habla, pero no son simples sonidos guturales emanados de su garganta, sino que la que se escucha es una voz surgida del “más allá”, de seres espirituales que se manifiestan por su conducto.

Percibe dimensiones diferentes a las cuales puede ingresar casi en forma volitiva; canta, ríe, llora a su paso por los caminos del Cielo o del Infierno. El primer contacto corporal-visual con el paciente abre entre ambos un canal de comunicación no convencional y tal vez por ello más profundo. Son sus mundos privados los que entran en juego y todo lo que ello implica, sus pasiones, deseos y sentimientos.

En este proceso, el chamán se conduce de acuerdo con su cosmovisión particular: si puede ascender a los cielos o bajar a los infiernos es porque concibe una realidad dicotómica, pero además paralela; si puede recibir mensajes de seres suprahumanos es porque además estas realidades las ha poblado con esos seres.

Así, si puede hablar con los difuntos es porque éstos, al morir, sólo cambian de dimensión pero no dejan de existir; si el paciente que lo visita ha enfermado es porque su cuerpo es débil, no ha sabido conducirse por el buen camino o es depositario de una voluntad divina; si el chamán puede curarlo, es porque tiene el conocimiento, el poder y la fuerza espiritual que le han permitido haber sido elegido como instrumento de curación.

De esta manera nada es fortuito; no hay una clara separación entre vivos y muertos, y quizá la muerte sea extensión de la vida, o bien, sea la vida la que adquiera sentido por la posibilidad de muerte; no existe esa diferencia evolutiva entre animales y seres humanos, lo mismo un caballo que un hombre pueden ser sus aliados pues ambos tienen la fuerza y la capacidad para serlo.

Su magia no se opone a las prácticas médicas, sólo opera en diferentes niveles; los médicos trabajan con el cuerpo, mientras que para los chamanes lo más importante es el alma. Para ellos no hay límites espacio-temporales; estos límites son convencionales y son impuestos por la razón humana. Pueden lo mismo consultar a sus ancestros que vislumbrar el progreso de la enfermedad del paciente al mismo tiempo que comunicarlo en el aquí y el ahora.

La realidad es atemporal, no existen las secuencias ni la cronología. Al final, el afecto y el pensamiento conviven y sirven para una misma causa: la sanación del enfermo.

Construcción de una realidad: la cura
Esta lógica del chamán, que bien puede llamarse lógica de la inmediatez, construye una realidad que existe porque, una vez construida, es legitimada por los individuos quienes, sin necesidad de haber tenido una experiencia directa, cuentan con elementos que les permiten hacer flexible su lógica, trátese por ejemplo de experiencias indirectas, testimonios, etc., lo que hace factible su aceptación; ellos son quienes hacen posible que la realidad del chamán no se desvanezca y de esta manera pueda acceder el paciente.

El paciente puede provenir de lugares o realidades completamente diferentes cuyas reglas se ejercen de forma también diferente, cuyo lenguaje puede incluso tener otros usos y donde el pensamiento predomina sobre los afectos.

No importa cómo llegue el paciente ni cuál haya sido su experiencia anterior; su primer contacto con el chamán representa la entrada a una realidad diferente, a una realidad aparte, lo que significa que debe ceder el paso al mundo de lo posible, de lo incomunicable, pues sólo aquí es factible que ambos, chamán y paciente, construyan juntos esa realidad que buscan: la cura.

Compartiendo signos y símbolos interpretan un significado común, atribuyen poder a los objetos y se dejan llevar por una nueva realidad que reconstruyen en cada encuentro.

Las palabras, el ambiente, los ritos corporales que acompañan al chamán, todos construyen una realidad que no es la del chamán ni la del paciente, sino la de ambos, cuyo sentido y significado tal vez termine ahí o quizá lo trascienda. Lo que ambos entiendan de su experiencia será producto de esta vivencia compartida, de lo que en ese momento signifique un silencio prolongado,de la manera como se use una estatuilla de madera, de la forma como se dirijan las palabras, de la disposición para escucharlas.

El prestigio y el consenso serán elementos que coadyuven en la creación y la conservación de dicha realidad.

Evidentemente su entrada a este mundo provocará en el paciente una reacción emocional que lo hará susceptible a factores que en otro contexto tienen un efecto casi nulo y lo hará sensible a cualquier manifestación nueva o hasta entonces ignorada. Junto con el chamán, el paciente reinterpretará sus símbolos y significados y, en esta medida, será capaz de curarse.

Para explicar mejor este proceso se planteará en términos del modelo tripolar del alter, en donde en el lugar del símbolo estaría ubicado el lenguaje verbal y no verbal, mediante el cual se comunican el chamán y el paciente acompañados de esa gama infinita de gestos, de una serie de rituales, del ambiente y la atmósfera particulares que en esta práctica se crean.

El alter estaría bien representado por la comunidad en la que tiene lugar dicho proceso; toda comunidad tiene su propia historia, en la que se ha ido conformando todo un sistema de creencias puestas de manifiesto por medio de sus tradiciones, de sus costumbres, de su folklore; todo ello actúa como esquema de referencia y de interacción, en el cual tiene lugar el tercer elemento, constituido precisamente por el objeto de la comunicación, que en este caso es la cura chamánica

Este sistema funciona gracias a la interacción de todos sus elementos. El paciente, al entrar en contacto con el chamán, es capaz de dar un nuevo sentido a sus pesares; para él, estar enfermo significa ahora que hay alguien que entiende lo que le pasa, y no sólo eso, sino que conoce ese terreno y puede moverse en él, lo que le proporciona la posibilidad de ser curado.

En otras palabras, esto quiere decir que tiene lugar un proceso de resignificación; el paciente deja atrás las creencias con las que ingresa, la manera como entendía su enfermedad, para sustituirlas por una nueva visión de las cosas o por una explicación (sentido) en el caso de que su padecimiento no hubiera tenido ninguna, previa a la consulta.

Respuesta

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De: Alias de MSNThe_dark_crow_v301 Enviado: 08/02/2005 21:01
Esta explicación tendrá como característica el que pueda ser insertada en el sistema de creencias de la comunidad, es decir, tendrá que ser factible de acuerdo con los esquemas culturales del grupo, pues sólo así podrá ser preservada esta práctica.

Enfermedades naturales y sobrenaturales
Rescatando el interés que ha existido por el estudio de la medicina tradicional y su organización resalta, a manera de conclusión, la clasificación general de las entidades nosológicas que, a grandes rasgos y de acuerdo con su origen, se agrupan en: “naturales” y “sobrenaturales”.

El empacho y el susto son procesos que suelen ubicarse en ambas categorías; algunas tienen que ver más bien con el tipo de causa que las produce, como por ejemplo el mal viento del monte. Las enfermedades de origen sobrenatural se dividen en cuatro grupos: mal viento, mal de ojo, susto y hechizo.

El aire representa una de las principales etiologías de las entidades nosológicas; en la medicina tradicional indígena existen diversos padecimientos relacionados directa o indirectamente con este elemento. A manera de ejemplo está la pérdida de la sombra, y, a pesar de que su causa se relaciona más bien con el susto o la inseguridad vividos en un momento determinado, la consecuencia es un debilitamiento del cuerpo que permite que los malos aires se apoderen de la sombra.

La pérdida de la sombra es un ejemplo de las llamadas enfermedades frías, es decir, las que se adquieren desde el exterior del cuerpo y cuya manifestación no es visible.

Cabe señalar que esta importancia adjudicada a los elementos naturales proviene de la cosmovisión particular propia de los grupos donde se origina y que, a su vez, es motivo de la ubicación recurrente de la enfermedad en lo sobrenatural.

Entre las entidades nosológicas de filiación tradicional más extendidas se encuentran: el espanto, el mal de ojo, la pérdida del alma y el empacho. La etiología de muchos de estos padecimientos, así como su tratamiento, descansan sobre la concepción dicotómica frío-calor, donde la enfermedad se produce por el desequilibrio entre ambos elementos.

No es tarea sencilla tratar de entender todos estos cuadros sin un referente cultural, pues en todas estas entidades hay procedimientos rituales, conjuros, reglas específicas, donde la posibilidad de la cura no se sustenta en las creencias individuales del terapeuta tradicional y del paciente únicamente, sino que se debe a las tradiciones y creencias populares del grupo, el que permite interpretar lo que sucede entre aquéllos.

Así, en palabras de Lévi-Strauss: “La eficacia de la magia implica […] la creencia del he-chicero en la eficacia de sus técnicas; luego la del enfermo que aquél cuida o de la víctima que persigue […]; finalmente, la confianza y las exigencias de la opinión colectiva, que forman a cada instante una especie de campo de gravitación en cuyo seno se definen y se sitúan las relaciones entre el brujo y aquellos que él hechiza”.

El lenguaje que subyace a todo pensamiento está cargado de imágenes; éstas a su vez están matizadas de emociones, de vivencias, de experiencias. Por ello, no puede haber pensamiento sin afectividad; son las palabras, pero también los gestos y movimientos, la indumentaria, el tono de voz, los colores, los olores, el tiempo y el espacio los que adquieren un significado a la luz del contexto en el que se circunscriben, lo que permite construir la realidad, producto de la interacción.

Es en la comunicación, en las palabras, donde reside precisamente la magia, donde se funden pensamiento y experiencia, donde la razón y el sentir son una misma cosa y coexisten para dar sentido al mundo del individuo.

Al ser materializada, la magia se atribuye a un objeto o a una persona; de esta manera, quedan abiertas las posibilidades de que la capacidad depositada en los objetos se revierta en el propio individuo y, en esa medida, pueda acceder a esas otras realidades en las que sus propias capacidades potenciales se vuelvan parte activa.

Esta práctica es una pequeña muestra de las múltiples y variadas expresiones de la cultura popular; intentar caracterizar cualquiera de ellas resulta una tarea difícil, pues hacerlo nos remite irremediablemente a la descripción densa de un espacio de interacción particular que no se agota en la enumeración de acontecimientos.

¿Por qué sobreviven estas prácticas?
Para tratar de explicar esto, a pesar de la vertiginosa corriente de la modernidad, debemos entenderlas como experiencias colectivas que tienen lugar en un mundo de vida compartido e histórico, manifestaciones que pueden tomar la forma de refranes, chistes, historias, leyendas, monumentos, que hacen las fiestas populares y las canciones, donde también vemos reflejada la espiritualidad de un pueblo, la mística de la cultura popular.

Todo esto alimenta la memoria colectiva y otorga sentido a la existencia, son experiencias que se viven colectivamente y que se recuerdan de la misma forma. Así se conforman repertorios de saberes y prácticas que van enriqueciendo el legado cultural, al mismo tiempo que mantienen las tradiciones.

Dichas creencias se encuentran históricamente situadas de manera que su aparición no es fortuita ni su desaparición prevenible; constituyen, en esta medida, condición de posibilidad de las acciones colectivas.

El lenguaje, el arte, los mitos, las costumbres, la religión, la magia, son productos colectivos de los pueblos y se conforman en actos sociales en la medida en que en cada uno de ellos hay respuestas y, por tanto, interacciones. Estas expresiones mágicas de la cultura constituyen el repertorio distintivo de una comunidad y perviven porque consolidan de una forma importante la identidad de un pueblo.

La identidad cultural es el espacio donde conviven rasgos de superficie y otros más profundos.

En estos últimos se ubican la magia y la superstición, es lo que el investigador McHale llama retour de personnages, refiriéndose a ese espacio o zona intertextual donde coexisten diversos discursos, diferentes pensamientos y visiones de mundo, donde se mezclan ideas dando lugar a otras distintas, como la celebración de Navidad, donde convive la tradición religiosa con los fantasmas del capitalismo, como el consumismo, y vistas además, como ficciones de nuestra vida colectiva, producto de lo que Canclini llama proceso de hibridización de las culturas, donde coexisten el pasado y el presente.

El nuevo curanderismo: el urbano
La práctica del nuevo curanderismo urbano, según especialistas, recupera elementos de la medicina popular y la práctica científica; estas fusiones o sincretismos, que ocurren con más frecuencia en los actos religiosos y manifestaciones tradicionales, son la condición de lo llamado “popular”, y forman parte del movimiento continuo y del reacomodo de las prácticas sociales, que, sin embargo, generan identidades determinadas.

Este proceso de resignificación simbólica que se fortalece como espacios de resistencia al pensamiento y discursos hegemónicos, y que coadyuva a la autoctonía cultural de los pueblos.

He aquí donde radica la verdadera fortaleza de las creencias y prácticas mágicas.

Religion y espiritualidad de los antiguos mexicanos

Religión y Espiritualidad entre los Antiguos Mexicanos

Para los Pueblos nahoas, la religión lo era todo, la naturaleza,
la
comida, la guerra, la paz, el amor, la sabiduría, etc…

Toda la vida era una consagración y espacio donde se manifestara
lo
Sagrado.

La religión sin embargo, fué un proceso largo. Las formas
religiosas
pasan por etapas de maduración, de profundidad, de síntesis.
Casi
todo lo que se oye sobre la religión mesoamericana es sobre su
etapa
final, pero antes, hubo otras.

La primera idea de Dios se construyó alrededor de la Casa (Kalli).
AHí todo parecía depender del fuego. La seguridad
(psicológica y
física), el alimento, la salud…
Del fuego se hablaba como centro, como base, como ejemplo. Cuando se
quería trascender una situación como las señaladas,
probablemente la
imágen, la palabra y el concepto que venían a la mente era
precisamente el fuego.
A Dios se le entendió entonces bajo el símbolo del Fuego,
Xiuhtecutli
y se le representó como un anciano ( Sabiduría, autoridad)
sentado
que sostenía un brasero en su cabeza.

Después la vida tribal se volvió más compleja y más
allá de la cueva
o la cabaña, se encontró el Hombre ANtiguo ante fuerzas
misteriosas,
vitales, necesarias: la fecundidad, la maternidad, la Tierra. Por
aquel entonces, las mujeres inventaban la agricultura y transformaban
la civilización.
Esto se puede ver en las muchas figurillas femeninas con caderas y
senos prominentes, símbolo de la fecundidad y muy parecidas a las
llamadas “venus” europeas.

Aparece Tlaloc (dios de la lluvia) y su contraparte dialéctica
Chalchiutlicue ( la del Vestido de Esmeraldas). El primero, como el
que da bebida a la tierra, ésta segunda, el verdor de la
naturaleza,
la diosa que cubre todo de verde vegetal. Estamos en lo que suele
llamarse religión agrícola.
Los manantiales, los rayos, los ríos y todo lo conectado con la
vida
agrícola está animado por Tlaloc y sus fuerzas animadas son los
Tlaloques.

La etapa siguiente, más compleja aún hizo ver a los Pueblos,
que
Dios, Lo Sagrado, trascendía la casa y la aldea, la naturaleza, y
lo
tangible…
Dios es el señor de Cielo y Tierra. Cielo como lo trascendente.
Tierra como lo Cotidiano.

“In iluhícac in Tlaltipaque”. Dios Trascendente que incluso supera
la
muerte y la vida: “Ipalnemohuani” “El que nos da la Vida”.

Mas tarde, la mística y la filosofía llevaron a descubrir un
“´Dios
existente por sí mismo” el Moyocoyani, EL Teotl. Dios es Dios.

Y para que Dios no quedara en pura abstracción y trascendencia
ajena
a lo cotidiano, los Pueblos se preocuparon de vincular a Teotl con su
propia historia:
Así, el Fuego, el Dios Viejo, fué llamado Huehue-Teótl,
Tlaloc y
Chalchiutlicue eran invocados junto con el nombre Teotl. A ese Teotl
lo pensaron y representaron inpalpable e invisible,. como el viento y
la noche: In Yóhualli in Ehecatl. De esta manera Dios conservaba
su
Trascendencia y al mismo tiempo permanecía vitalmente en la
historia
personal,fasmiliar, agrícola, social y espiritual.

*************

Esto quiere decir, que la Divinidad en los Pueblos Antiguos era Una,
Dual ( Padre y Madre)( Lluvia del Cielo-Verdor de la Tierra), y sus
múltiples manifestaciones eran llamadas por la religiosidad
popular “dioses”.

Es decir. Un Dios Dual. Con diversas manifestaciones. Pero también
un
proceso hasta llegar a ésta Teología.

testamento de cuahutemoc

TESTAMENTO DE  CUAUHTEMOC

Emperador del México Anahuak

( Cuahutemoc significa Aguila que desciende. Hay quienes erroneamente leen “Águila que cae”…El Águila cuando desciende es para cazar, para conseguir lo que quiere…)

“Nuestro Sol se ha ocultado Nuestro Sol se ha escondido y nos ha dejado en la màs completa oscuridad… Sabemos que volverá a salir para alumbrarnos de nuevo, pero mientras permanezca allà en el Mictlàn debemos unirnos ocultando en nuestros corazones todo lo que amamos.

Escondamos nuestros teokaltin, (templos) nuestros kalmekameh,( escuelas de altos estudios) nuestros tlachkouan, ( campos de pelotas) nuestros telpochkaltin, (escuelas para jòvenes) y nuestras kuikakaltin, (casa del canto) y dejemos las calles desiertas para encerrarnos en nuestros hogares.

De hoy en adelante, ellos, nuestros hogares, seràn nuestros teokaltin, nuestros kalmekameh, nuestros Tlachkouan, nuestros telpochkaltin y nuestros kuikakaltin.

De hoy en adelante, hasta que salga el Nuevo Sol, los padres y las madres seràn los maestros y los guìas que lleven de la mano a sus hijos mientras vivan, que los padres y las madres no olviden decir a sus hijos, lo que ha sido hasta hoy Anawak.

Al amparo de nuestros dioses, y como resultado de nuestras costumbres y de la educaciòn que nuestros mayores inculcaron a nuestros padres, y que con tanto empeño èstos inculcaron en nosotros.

Que tampoco olviden decir a sus hijos lo que un dìa deberà ser el Grande Mèxico Anawak ¡¡¡¡ “.
Profecías del Tlatoani Kuauhtemoc.

Náhuatl ( Texto Original )

Totonal yomotlatih Totonal yoixpollih iuan Zentla youayan o tech Kateh
Mach Tikmatih ka okzepa ualla man Ka okzepa kizakin iuan yankuiotika tech tlahuiliquin

Mach inoka ompa miktlan maniz manzanueliui tozentlalikan, tetochtetokan iuan tezolnepantla tiktlatikan nochi intlen toyolkitazohtla Kiueyi tlatkiomati.

Man tikin popolokan toteokaluan tokalmekahuan totlachkohuan totelpochkahuan tokuikakalhuan.

Man mozelkahuacan tohumeh iuan man tochanhuan Kin ihkuak kixouaz toyankuik tonal. In tatitzin iuan in nanzitzin Man aik kuikalkuan kimilhuizkeh itelpochhuan iuan matechnazkeh mo pipilhuan inokan nemiskeh uel kenin yoko.

Kin axkan totlazoh Anawak in tlanekiliz iuan tlapeliuiz in tonechtoltiliz uan iuan zan ye nopampa tokenmauiliz iuan tokem popoliz okizelikeh totiachkatzitzihuan iuan tleh totahtzitzin auik yolehkayopan oki xi nachtotakeh toyelizpan.

Axkan tehua tekin tekimakah in topilhuan Amo kin ilkauazkeh nonotzazkeh mopilhuan uelkenin yez kenin imakokiz iuan uelkenin chikahkauiz iuan uel kenin kiktzon kixtitin iueyika neltohtiliz inin totlatzoh talnantzin Anawak ¡¡¡¡

Mi vida con el chaman

Mi Vida con el Chaman

A Santos López

A los doce años de edad me fui con un circo que pasaba. A los quince años me fui a la selva. Tuve suerte. No me devoraron los caníbales porque con sólo verme se dieron cuenta de mi ignorancia y mi debilidad, así que no tenían nada qué comer de mí, por lo que les fue preciso adoptarme. Me llevaron a casa del chamán, para que me educara.

Si vosotros no conocéis un chamán, podréis imaginároslo fácilmente. Es así, como os lo imagináis. Sólo que tiene la nariz un poco menos larga, los brazos sí, larguísimos, cola no tiene pero no la ha olvidado, y es bondadoso a la manera de la selva, o sea con una dureza que asusta. Sin embargo, después de cierto tiempo llegamos a querernos. Porque yo era algo que él había encontrado. Y porque, al depender de la tribu, debía respeto y devoción al chamán.

Fue por eso, por el respeto, que pude sobrevivir. En la selva hay un respeto mítico para todo. Y también práctico. No respetar las leyes de la selva implica peligro de muerte. Se respetan los territorios de cada animal, las costumbres de las tribus, las insignias, los poderes, la hormiga se respeta, la serpiente, cada ser mantiene su autonomía. No todo el tiempo se está de caza. Si el tigre ya comió, los sobrevivientes se quedan tranquilos. No se acostumbran los postres en la selva. Después de haber comido se bosteza, mostrando todos los dientes, y después se duerme, si no hay nada qué hacer. Al menos así era en aquella tribu.

Pero cuando hay algo qué hacer, todo se pone en marcha con una celeridad y precisión que dejaría boquiabiertos a vuestros flamantes ejecutivos de oficina. La tribu se mueve como un solo hombre cuando se ha tomado la determinación de emprender algo. Y el equipo funciona cronométricamente, milimétricamente. La exactitud está grabada en cada individuo como una norma de la naturaleza.

Cuando se terminaba de labrar una canoa, el chamán iba –yo detrás de él– para decirle a la canoa lo que había qué decirle antes de botarla al agua. La canoa absorbía el conjuro y salía dando tumbos de felicidad por el río, como todas las canoas novatas con el entusiasmo del primer día, hasta que la paciencia del boga las amansa.

Si había un enfermo el chamán iba –yo detrás de él– para hablarle a la enfermedad y suplicarle que abandonara el cuerpo poseído. La enfermedad, a veces, se retiraba a doler en el centro de una calabaza. Pero si el enfermo moría, el chamán se quedaba algunos días sin salir de su choza, discutiendo con el espíritu del muerto y solicitándole los remedios.

A veces también había fiestas, parecidas a las que se muestran en el cine, pero el cine no muestra el final. El final es tristísimo. Participaba el chamán con sus atuendos –yo detrás de él– y la fiesta era para los hombres solos. Las indias aparte, preparando las comidas, trayendo el vino de palma –que lo servían helado.

El viaje para trasladar la tribu a otro lugar se preparaba con dos lunas de anticipación. Partíamos al amanecer, llevando las flechas en la mano, hacia un lugar previamente escogido. Aprendí a pescar con la flecha, a la luz de la noche y a marchar en silencio entre una larga fila. Si la fila gira noventa grados, tenéis un ejército al frente.

Cuando el chamán se enfurecía conmigo me acorralaba contra lo que estuviese más próximo, sacaba su enorme cuchillo, con el cual me hacía cosquillas en la barriga, y me gritaba en castellano: –¡Mister Jaramillo, lo voy a matar!

Después el chamán me alzaba por el pescuezo y me tiraba lejos de sí, pero no me rompí una pata porque él mismo me había enseñado a caer, no sólo con seguridad, sino también con estilo. Si olvidaba el estilo, era probable que me diese otra lección.

El chamán, es verdad, me había tomado muchísimo cariño. “¡Mister Jaramillo, lo voy a matar!”

“Te voy a matar” es la frase que más he escuchado en mi vida, desde niño. Y cuando no me la han dicho, he sabido que la están pensando. Como nunca me habían explicado el motivo llegué a acostumbrarme tanto que, una vez que me la dijeron muy temprano, en un paraje solitario, detuve mi caballo a la orilla del camino y le ofrecí un cigarrillo al que acababa de saludarme de esa manera. ¿Me conoce usted? –le pregunté–. “Claro que lo conozco, y por eso es que lo voy a matar”. Y así fue como vine a enterarme.

Jorge Montoya Toro y Graciliano Arcila Vélez aparecieron una vez en aquella tribu. Se presentaron como etnólogos y antropólogos de la Universidad de Antioquia. Llevaron acompañantes con la grabadora, la filmadora, las cámaras fotográficas, todo un equipo inútil y risible. Pero lo más risible de todo eran el chaleco, el saco y la corbata con alfiler de Jorge Montoya Toro. No sé si lo recuerde. Nunca lo volví a ver. El no me vio, claro está. Yo era un indio como todos, sólo un poco más blanco. Además, él no se daba cuenta de nada. Permanecía abstraído todo el tiempo. Cuando terminó la investigación nos puso unos discos antiquísimos que habían llevado en una vitrola de cuerda. ¡Hasta allá!

A don Benigno Mantilla Pineda, que iba con ellos, le puse en la mano algunos poemas líricos que yo componía antes de dedicarme a la épica. Naturalmente, no podía tomarlos en serio, pero se asombró de que le diese un escrito.

Con el nombre de “el indio Tascón” fue conocido en Andes el chamán. Cursó bachillerato en el liceo Juan de Dios Uribe y fue rechazado en la facultad de medicina por ser indio. Entonces estudió derecho. Alcanzó la dignidad de juez en un pueblo antioqueño. Después de haber sido juez estuvo dos veces en la cárcel porque nunca dejó de ser indio y eso no tiene perdón.

Fue siempre defensor de su tribu hasta que un terrateniente lo mandó asesinar, porque los terratenientes nunca tienen suficiente tierra. Y eso fue en la carretera que sale de Andes a Jardín, siendo Gobernador el señor doctor, y Presidente el señor doctor, y Ministro el señor doctor, en aquel año de gracia de 1981 que está grabado en tantos bloques de piedra por tantos motivos, mas no por éste.

¡Caiga su sangre sobre nosotros!

El agua sagrada

Mbe, Mbe ma Yeye
Existe, existe siempre, Madre
Invocación yoruba a Oshún

Para Fernanda,
Ojo, corazón, espada
Para las hijas de Yemayá y Ochún

En el momento que entre Berlín y la Ciudad de México se da una manifestación artística conjunta en torno al agua en Agua-Wasser, el mismísimo Banco Mundial da a conocer datos y cifras espeluznantes: para el año 2025 una tercera parte de la humanidad no tendrá en absoluto acceso a ninguna clase de agua. Otra tercera parte podrá obtener agua pero sin potabilizar y solo el resto de la humanidad será privilegiada con agua potable, limpia y clara. Según las Naciones Unidas, ya ahorita hay más de un billón de gente sin acceso a agua fresca. Sólo Estados Unidos y Canadá tienen el 40 por ciento de agua pura en su territorio, principalmente en forma de hielo, y el Amazonas y las cuencas hidrológicas de América del Sur el 25 por ciento. La mitad del agua está contaminada. Los ríos burbujean con los agentes limpiadores que por supuesto no los limpian de los deshechos químicos y orgánicos y la falta de bosques provocan el asolve de lagos cuya desaparición se acelera.

Por supuesto que esto se sabe, no es nada nuevo. Tan se sabe que el Banco mundial ha adoptado una política de privatización del agua que elevará su costo a tal grado que una buena parte de los habitantes de esta tierra, ubicados en el llamado tercer mundo o gayola, no podrán pagarla. Las multinacionales buscan apropiarse de las fuentes y los sistemas acuíferos y en este mundo de agua privatizada ésta llegará a nuestras privilegiadas casas solo unas horas al día, con un costo de 10 a 100 veces más que en los noventas. El derecho divino de beber agua fresca directamente de un manantial en la montaña cambia radicalmente por el de pagar al único dios válido por beber de los manantiales de la Enron, de los pozos de Monsanto, o de los acueductos de la Bechtel. De hecho la Monsanto sabe que tendrá ganancias de unos 420 millones de dólares y un ingreso neto de 63 millones para el 2008 solo de sus negocios de agua en la India…… y en México. Monsanto sabe que el mercado del agua será un negocio multibillonario.

Las contradicciones humanas y el fuerte sentido de autodestrucción nos han puesto en este punto crítico en el que difícilmente podremos dar marcha atrás, aunque nuestro deber es intentarlo. La inconciencia nos ha hecho olvidar nuestra dependencia natural en el agua y su sacralidad y ritualización. ¿La reverenciamos acaso como lo que sostiene todas las formas de vida? o es algo que simplemente utilizamos para mantener la vida humana, the human way of life. Sólo nos importa en la medida de los fines humanos inmediatos. Las necesidades de irrigación y de poder hidroeléctrico que llevan a desviar los causes y represarla han hecho que –un solo ejemplo- el Río Amarillo se esté secando, y aunque nos han dicho hasta la saciedad que esta tierra se tornará desierto y que lo único que podremos beber estará embotellado, nos sigue importando muy poco, como lo demuestra cada acto que involucra al (lugar común mas verdadero) preciado líquido en nuestra civilizada vida, al igual que el resto de los elementos vitales. Y aunque todavía –al menos los que leen y escriben en este periódico- al abrir la llave recibimos agua limpia, este hecho simple hace que lo creamos parte indisoluble de la vida cotidiana y nos cuesta utilizar la imaginación para considerar la gran importancia de aquellos que deben caminar kilómetros para obtenerla hoy día y la reverencia ancestral de esos lugares de donde un agua límpida y pura surgía mágicamente de las profundidades de la tierra.

Ahora escucha a las cuatro raíces de todo lo que es:

La alentadora Hera, Hades, el brillante Zeus
y Nestis, que humedece las fuentes de los mortales
con lágrimas
Hera rige a la fructífera tierra
Hades al fuego central
Zeus el aire luminiscente
Y Nestis el agua mitigante.

Ver al agua como fuente de la vida, no solo como recurso, es el reto de una nueva síntesis de la ciencia y las religiones. El agua es elemento primordial que subyace en los mitos e historias de la creación, así como en los ritos sagrados y el folklore (literalmente sabiduría popular) en todo el mundo, especialmente en las tierras áridas donde el agua es lo más preciado. El mito egipcio solar de la creación da cuenta de cómo Ra reposaba en el océano primigenio (Nun). Para los asirio babilónicos, primero los dioses y luego todos los seres vivientes surgieron de la fusión del agua salada (Tiamat) y el agua dulce (Apsu). Los libros sagrados hindúes explican como todos los seres emergieron del mar primordial. Al inicio de la historia judeo-cristiana el espíritu de Dios se mueve sobre las aguas y líneas después crea un firmamento para dividirlas (Génesis 1:1-6). El Corán dice hemos creado todo ser viviente del agua.

Muchas culturas la asocian con la mujer: con la Diosa, o varias Diosas o variedades de espíritus femeninos de la Naturaleza. Los Bushmen Kung de Botswana atribuyen el origen del agua a las mujeres, cosa que les da poder especial sobre ella. La Madre de Todo, en un mito aborigen del norte de Australia, llegó del mar en forma de arcoiris serpentina con sus hijos (los Ancestros) dentro de ella. Fue La Madre de Todo quien hizo el agua para los Ancestros, que la orinaron sobre la tierra creando lagos, ríos y ojos de agua que calmarían su sed. Los templos de Ishtar en Babilonia estaban situados en sitios que poseían ojos de agua y los pozos irlandeses están todos consagrados a Brigit.

…antes que nada existiera, Yemayá estaba tendida cuan larga era y de repente dijo:
Ibi bayán odu mi: me duele el vientre,
y de ella salieron los ríos, los orishas y todo lo que alienta y vive sobre la tierra.
De Los Orishas en Cuba, de Natalia Bolívar

En la cultura yoruba afroamericana – originaria de Nigeria y la zona África occidental- Yemayá es la Madre de Todo, el principio de todo lo vivo, la Madre del Mar y de todos los orishas. Ella fue la primera célula en el mar primigenio, el manantial de nuestro comienzo, y como Madre de Todo es una guerrera impecable que hace lo que sea necesario para que sus criaturas estén bien cuidadas. Es la Virgen de Regla para los cubanos, la Inmaculada Concepción para Brasil. Su hermana es Ochún, la orisha del agua dulce, de los ríos y manantiales, y por lo tanto madre primordial de los hijos del Universo. Ella puede hacer que un río se seque o que se desborde. Hace que el vientre de las mujeres se llene de agua nutricia para sus hijos. Es la dama del cobre y el oro, así como de la miel y el juego. Es líder de las brujas, Iyami Oshoroga, y la encontrarás donde sea que esté el amor. Ochún es la Madre de Cuba, sincretizada en la Virgen de la Caridad del Cobre. Los yorubas tienen también una deidad andrógina para el océano profundo –que es terrible y a quien todo el mundo teme-: Olokun, nacido también de Yemayá.

El agua viva o corriente de los manantiales y fuentes naturales de Oshún es asociada con la mujer, la fertilidad y el parto en todas las demás culturas. Para los griegos eran hogar de las Naiades, ninfas de agua dulce ( el significado original de la palabra griega para manantial es doncella nubil). Algunos de ellos eran sagrados para Hera o Afrodita y tenían fama de milagrosos. Hera, por ejemplo, volvía a ser virgen cada año al sumergirse en la fuente de Kanathos. En los mitos nórdicos, Odin busca la sabiduría de la fuente de Mimir y sacrifica uno de sus ojos a cambio de algunos preciosos tragos de su agua. Para los celtas, el salmón del conocimiento nada en las aguas sagradas de una poza y se alimenta de las avellanas que caen en ella, ya que contienen toda la sabiduría del mundo.

Aún dentro de la tradición judeo-cristiana, que generalmente evita la veneración de los fenómenos naturales, hay numerosos ejemplos de manantiales, pozos y ríos que, en la mayoría de los casos, adquieren su sacralidad por estar relacionados con algún milagro. El agua del Jordán es sagrada porque ahí fue bautizado Jesús por Juan el Bautista. El manantial de Lourdes es sagrado por sus propiedades curativas, que se dieron por la aparición de la Virgen María a Bernardette. En algunos casos, los aún sagrados pozos de Chartres o de Glastonbury lo son desde los tiempos paganos.

Sagrados por derecho propio, los manantiales extienden su sacralidad al agua que de ellos brota, recordando a los cristianos, por ejemplo, que el agua es símbolo de gracia y purificación. También es uno de los cuatro elementos que poseen características fundamentales. En el Cántico del Sol, San Francisco de Asís ruega a Dios por agua: Alabado seas, Señor, por la hermana agua, que es muy útil, humilde, preciosa y casta. De una manera un tanto distinta, Séneca declara que donde nace un manantial o fluye el agua, ahí deberíamos construir altares y ofrecer sacrificios. Toda agua corriente, para los antiguos celtas por lo pronto, era puerta hacia el mundo de las hadas y cruzarla sin conocimiento al amanecer o cuando el sol se pone, podría hacer que te encontraras en su reino. Los menhires y círculos de piedra, los altares en los bosques, generalmente se erigieron cerca de una fuente acuífera, ya sea un pozo o agua corriente , atestiguando su importancia en los ritos paganos. El ritual del baño ha sido parte de varias religiones desde sus inicios. Los sacerdotes egipcios se bañaban dos veces en el día y dos en la noche. Lavar el cuerpo y acompañar el baño con ciertos cantos y oraciones es parte de las prácticas de chamanes tanto siberianos como americanos. Los Ghats hindúes son sitios públicos para baños rituales, siendo el Ganges el más sagrado. En las costumbres judías, se deben lavar las manos antes de orar y antes de comer cualquier cosa. En las mezquitas islámicas se ofrece agua a los fieles para lavarse antes de cada una de las cinco oraciones diarias. El bautismo cristiano, de acuerdo con San Pablo, es un ritual de muerte y renacimiento que simula la muerte y resurrección de Cristo. Y de acuerdo con el mitólogo Mircea Eliade, la inmersión en agua significa una disolución de las formas, una reintegración hacia la no forma de la pre existencia, y el emerger del agua es una repetición del acto de la creación en el cual la forma se expresa primero.

Cuando del subsuelo brotan burbujeantes aguas minerales o calientes su significado curativo y sagrado era especial. A una temperatura que fluctúa entre los 40 y 50 grados centígrados, los baños termales se utilizan desde siempre. En México abundan los ejemplos y el comprobado poder curativo. En Europa lugares como Bath, en Inglaterra, Aquae Sulis para los romanos, donde las diosas Sulis y Minerva eran honradas, tienen un uso comprobado de unos 7000 años. En Alemania, las aguas de Aquae Aureliae se convirtieron en Baden-Baden, y en ambos sitios existe una construcción de baños romanos. En 218, las topas de Aníbal descansaron en las aguas de Perrier, al sur de Francia, después de vencer al imperio romano En Suiza Evians-le-Bains, en Italia San Pellegrino, los tres precursores de las aguas embotelladas

A veces los pozos o arroyos eran oraculares. Pausanias reporta de un arroyo sagrado frente al santuario de Démeter en Patras que servía para una adivinación infalible utilizando un espejo. Las Camenae son las ninfas romanas dotadas del don profético y en Roma existía un manantial sagrado de donde las vestales se surtían para sus ritos. El Pozo del Cáliz en Avalon era utilizado también para la visión y la profecía. La práctica de veneración de estos pozos y fuentes sigue hasta ahora en la forma subconsciente de los pozos de deseos, como la Fuente de Trevi en Roma. La idea de regeneración del agua ha resonado en una gran cantidad de historias sobre la Fuente de la Juventud e incluso el conquistador Ponce de León, en 1513, se lanzó en su búsqueda al llegar a tierras americanas, aventura que culminó con el descubrimiento de Florida . En China, el beber las aguas de la fuente de Pon Lai confería mil vidas, reputación que compartía con los manantiales del monte Lao Shan.

Si por los cambios climatológicos ,efectuados en miles de años, los polos se deshielaron para producir las grandes inundaciones que todas las religiones tienen registradas, el efecto invernadero es ya una realidad de hoy. No es nada improbable que así como el agua fue la primordial gota de vida, sea la fuerza destructiva de las inundaciones –o diluvios- la que termine de nuevo con ella y nuestra madre Yemayá difícilmente podría hacer mucho por sus hijos. Aunque la historia de Noé es la más conocida en occidente, no es ni la única ni la más antigua, ya que tanto en el Medio Oriente como en China, India, Australia, el sur de Asia, las islas del Pacífico, Europa, África y las Américas, o sea, en todo el mundo, manifestado en los mitos Arikarasm, Arándas Aymarás, Cheyennes, Yuricaras, Wapangwas, Mayas, Ipurinas, Shawnees, Ziusudras, Utnapishmtims, Mandes, Chiricahuas, Apaches, Eskimales, Nahuas, Navajos, Netsilik, Pimas, Pomos, Wyoys, Yanas, Kotos, Yumas, Muiscas…. la leyenda del diluvio nos enfrenta ahora no al pasado sino al futuro.

Es tal el valor que le hemos damos al agua en los últimos 150 años -en un planeta constituido por el famoso 75 por ciento de un elemento al que no se le tiene el mínimo respeto-, y dado nuestro poco apego a la vida, la de nuestros hijos y de todos los seres vivientes, sintientes o no, ( valga aquí la líquida expresión), parece que no nos quedan mas que dos sopas: morir ahogados o morir de sed.

El agua brillante que se mueve en los arroyos y ríos no es solo agua, sino la sangre de nuestros ancestros. Cada reflejo fantasmal del agua clara de los lagos nos cuenta de sucesos y memorias de la vida de mi gente. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre. Los ríos son nuestros hermanos. Alivian nuestra sed.

Llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Debemos ser tan amables con los ríos como con nuestros hermanos. Esto lo sabemos.

La Tierra no pertenece al hombre, el hombre pertenece a la Tierra.

Jefe Seattle, del pueblo Suquamish, 1855.

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