Castaneda se encuentra con Jodorowsky

Castaneda se encuentra con Jodorowsky
Por Danio Monti
traducción por José González Riquelme

Yo soy el que envió los extractos del libro de Cocagnac al Nagualist hace unos años. El renovado interés en el tema me anima a buscar tiempo para contribuir a la lista con alguna información nueva.

Hay mucha información sobre Pachita en el libro Psicomagia. Una terapia pánica, de Alejandro Jodorowsky. (La primera edición en español tiene fecha de 1995) (*). Tengo la edición italiana, que por coincidencia tiene el mismo título que la versión española. No sé si se ha publicado en inglés.

Alejandro Jodorowski es un director de cine conocido mundialmente, realizador de “El topo”, “La montaña sagrada”, y unos cuantos títulos más. Pero, durante varios años, fue ayudante de Pachita durante sus sesiones curativas. No puedo informar de todo lo que hay en el libro sobre Pachita, porque son muchas páginas, y merece la pena leer el libro.

Sin embargo, el libro cuenta también un encuentro de Jodorowsky con Castaneda; [N. del T.: el traductor utiliza la sección completa del encuentro tal como se publicó en la edición española del libro]:

[Págs. 105-109] . . .Pachita aliviaba efectivamente a la mayoría de los que iban a verla. Por eso quise observarla y aprender de ella…

Pero situándote en una lógica un poco diferente: a diferencia de un Castaneda que, después de recibir el mensaje de don Juan se convierte él mismo en chamán, tú no pretendes ser brujo. Tú te contentas con asimilar ciertos principios universales para transportarlos a una actuación no mágica sino «psicomágica»…

Sí, porque yo no procedía de una cultura llamada «primitiva». En mi opinión, salvo excepciones —no me pronuncio sobre el caso de Castaneda, a quien conocí en México en aquella época—, no puedes convertirte en chamán o brujo si no has nacido en un contexto primitivo. Con la mejor voluntad y la mayor amplitud de criterio del mundo, no se deshace uno tan fácilmente de todo su bagaje occidental y racional.

Castaneda es un personaje inaprensible al que pocos pueden ufanarse de haber visto. ¿En qué circunstancias lo conociste?

En aquel entonces, en los años setenta, yo era muy conocido en ciertos medios, gracias a mi película El topo, que para muchos era una especie de referencia en materia de cine mágico. Castaneda había visto El topo dos veces, y le había gustado. Yo me encontraba en México en un restaurante en el que sirven unos filetes espléndidos y se bebe buen vino. Iba acompañado de una actriz mexicana que reconoció en el local a una amiga que estaba con un señor. Castaneda —que no era otro el señor—, al enterarse de quien era yo, envió a su amiga a nuestra mesa. La mujer me preguntó si quería conocer a Castaneda. «Desde luego —respondí—, ¡Soy un gran admirador suyo!» Ella dijo que él vendría a sentarse a mi mesa, pero yo insistí en ir a la suya.

Una coincidencia novelesca…

¡La vida es novelesca! Propuse a Castaneda ir a su casa, pero él quiso venir a mi hotel. Éramos como dos chinos, rivalizando en cumplidos. Él no paraba de darme preferencia, y yo hacía otro tanto, por supuesto…

¿Y no dudaste de si realmente estabas en presencia de Castaneda?

Ni un instante. Más adelante, en Estados Unidos se publicó un libro en el que aparece un retrato suyo, un dibujo. Y es el retrato del hombre al que conocí.

¿Cuál fue tu primera impresión?

En México es fácil determinar la clase social a la que pertenece un hombre sólo con verle el físico. Castaneda tiene aspecto de camarero.

¿ . . . ?

Sí; tiene aspecto de hombre del pueblo; no es grueso, pero sí fornido, con el pelo crespo y la nariz un poco achatada: un mexicano de las clases populares. Pero, en cuanto abre la boca, se transforma en príncipe; detrás de cada palabra suya se percibe una gran cultura.

¿Da impresión de sabiduría?

Más que sabiduría, de simpatía. En seguida nos hicimos amigos. Vestía con sencillez y estaba despachando un buen filete, regado con Beaujolais… No se parecía a don Juan sino al Castaneda que se manifiesta en los libros. Yo volvía a encontrarme con su tono, con su voz, por así decirlo…

Según tú, ¿sus libros narran hechos reales o son ficción?

Me es difícil pronunciarme. Mi impresión es que se funda sobre una experiencia real a partir de la cual elabora e introduce conceptos extraídos de la literatura esotérica universal. En sus libros encuentras el zen, las Upanishads, los tarots, el trabajo sobre los sueños… Una cosa es segura: que recorre realmente México para hacer sus investigaciones.

¿Crees en la existencia de don Juan?

No; creo que este personaje es un invento genial de Castaneda, que desde luego, ha conocido a varios brujos yaquis.

¿Cómo se desarrolló vuestra conversación en la habitación del hotel?

En primer lugar, llamó para avisarme de que llegaría con cinco minutos de adelanto. Me conmovió tanta delicadeza. Luego, cuando llegó, le dije: «No sé si eres un loco, un genio, un granuja o si dices la verdad.» Él me aseguró que no decía más que la verdad, y a renglón seguido me contó una historia increíble, de cómo don Juan, con una simple palmada en la espalda, lo había proyectado a cuarenta kilómetros de distancia… porque se había dejado distraer por una mujer que pasaba por allí… También me habló de la vida sexual de don Juan, que era capaz de eyacular quince veces seguidas. Por otra parte, me parece que al propio Castaneda le gustan mucho las mujeres. Me preguntó si no podríamos hacer una película los dos juntos. Hollywood le había ofrecido mucho dinero, pero él no quería que don Juan fuera Anthony Quinn… Entonces le empezó la diarrea, con mucho dolor de estómago, algo que, me dijo, no le ocurría nunca. También yo sentía fuertes dolores, en el hígado y en la pierna derecha. Era extraño que nos vinieran aquellos dolores cuando empezábamos a plantearnos un proyecto… El dolor hacía que nos arrastráramos por la habitación. Llamé a un taxi y lo acompañé al hotel. Después fui a hacerme operar por Pachita. Había instado a Castaneda a que fuera a conocer a aquella mujer excepcional, pero no compareció. Tuve que guardar cama durante tres días. Una vez restablecido, lo llamé al hotel, pero ya se había marchado. No he vuelto a verlo, la vida nos separó. Un guerrero no deja huella.

Es decir, que te parece a la vez un tramposo y una persona muy interesante…

Me contó sus historias de don Juan con tanta convicción… Yo estoy acostumbrado al teatro, a los actores, y no me pareció que mintiera. ¿Quizá esté loco y sea un genio?

Según tú, ¿cuál ha sido la aportación de Castaneda?

Su aportación ha sido inmensa: él creó una fuente de conocimiento diferente, la fuente sudamericana. Hizo revivir el concepto del guerrero espiritual… Volvió a poner de actualidad el trabajo sobre el sueño despierto. Sin duda, ha publicado demasiado, pero los editores norteamericanos hacer firmar contratos por una decena de libros… Y siempre, a pesar de todo, siempre tiene algo nuevo que decir, sus libros revelan muchas cosas olvidadas. De manera que, verdad o mentira, poco importa. Si es trampa, es una trampa sagrada…

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Por casualidad, algún tiempo después de leer el libro de Jodorowsky, tuve la oportunidad de hablar con el propio Jodorowsky sobre su interés por el trabajo de Castaneda. Le dije que me parecía que la obra de Castaneda había influido mucho en sus películas. Estuvo de acuerdo, pero agregó que sin duda en el mismo grado en que sus películas influyeron en Castaneda al escribir sus libros. Recordó entonces su encuentro con Castaneda, en términos muy similares a los descritos más arriba. También me dijo que Federico Fellini, que hasta casi el final de su vida sintió la necesidad de hacer una película inspirada en los libros de Castaneda, se había puesto en contacto con él. Fellini estaba convencido de que sólo Jodorowsky era la persona adecuada para escribir el guión de esa película.

Aparte de esto, Jodorowsky también es conocido como autor de libros de comics. Su trabajo más importante en este campo es el Ciclo del Incal, hecho en colaboración con el artista de comics más grande de Europa, Moebius.

Es interesante advertir que también Moebius está relacionado en cierto modo con la obra de Castaneda. De hecho, afirma que parte se su más reciente producción de comics los hace mientras está en un estado de ‘ensueño’. Esto nos parece plausible al verlos: algunos de sus dibujos son muy etéreos, como si estuvieran suspendidos en un extraño encantamiento. Para los que estén interesados, Dark Horse publica en Estado Unidos los comics de Moebius.

(*) N. del T.: Psicomagia. Una terapia pánica, por Alejandro Jodorowsky y Gilles Farcet, Editorial Seix Barral, Barcelona, 1995, 189 páginas; traducida del francés por Ana Mª de la Fuente, título original: Psicomagie / Approches d’une thérapie panique. Esta edición está agotada y no ha vuelto a publicarse otra.

Sobre castaneda y el titulo de una publicacion de budismo zen

Punto de Encaje

sobre Carlos Castaneda y el nombre de esta publicación

Un alumno de Castaneda me preguntó si el título de esta publicación, Punto de Encaje, había sido elegido para burlarse de Castaneda o con otra intención. Es verdad, ¿por qué utilizar una expresión que pertenece a otra tradición, a otra enseñanza que no es el Zen, para titular nuestro diario? ¿No sería una manera de acechar a los brujos, de seducir a las brujas…?

En la enseñanza de Buda se distinguen dos corrientes: la corriente “Hinayana” -en sánscrito, pequeño vehículo- que favorece el desarrollo personal mediante un comportamiento riguroso y un poco ascético para salvarse uno mismo y realizar el despertar, escapando así de la enfermedad, de la vejez y de la muerte; y la corriente “Mahayana”, que significa gran vehículo, en donde se desea, por el contrario, salvar a todas las existencias, aunque uno deba atravesar último la puerta de la libertad. Sin embargo ¿cómo separar estas dos tendencias, estos dos aspectos, que fueron -ambos- enseñados por el Buda Shakyamuni? Fue lo que me expresó muy claramente uno de mis maestros, Rempo Niwa Zenji, cuando yo critiqué el Budismo Hinayana. “No conoce usted el Budismo Hinayana”, me dijo en esa ocasión.

De todos modos el aspecto “desarrollo personal”, que personalmente conozco muy poco en el Budismo, me parece expresado de una manera sumamente original y atrayente en la obra de Carlos Castaneda, y budista o no, el contenido de sus libros me hizo profundamente feliz y me llenó de afecto por su autor. Por eso elegí “Punto de Encaje” como título de mi diario, pues expresa un poco nuestra enseñanza zen; por simpatía, por amistad y respeto hacia ese viejo maestro Don Juan, que, por su magia, hizo reflexionar y soñar a toda una generación de gringos. Tal fue la razón por la que elegí dicho título.

No sé si este diario va a durar mucho más. De todas maneras, quise que sea un medio de expresión gratis -mágico, ¿no?- que permita comunicar una cultura profunda y seria. Y entonces, ¿cómo no soñar en asociarme con gente valiosa y de gran pureza -si es que existen- para tratar de dar a los hombres una parte de verdadera humanidad y algunas raíces bien profundas e intentar, así, alinearnos en un mismo punto?

Les propongo entonces, si es que les interesa, comparar dos extractos que tratan aproximadamente el mismo tema, en este caso, el punto de encaje. La enseñanza de Don Juan, por un lado, y la del sexto patriarca zen chino, por el otro, que expresan con respecto al silencio interior y a detener el diálogo -o monólogo- interno, algunas similitudes evidentes:

Extracto del libro “Fuego Interior”, de Carlos Castaneda:

“..Insistió muchas veces que es el diálogo interno lo que mantiene fijo el punto de encaje en su posición original.

-“Una vez que se logra el silencio, todo es posible” – dijo.

Castaneda, su alumno, le respondió: “Soy consciente de que, en general, he dejado de hablar conmigo mismo, pero no sé cómo lo logré…”.

El maestro responde: “Explicarlo es la sencillez misma. Lo quisiste, y, en consecuencia instituiste un nuevo intento, un nuevo comando, y, con el tiempo, lo que sólo era tu propio comando se volvió el comando del Águila; mostrándonos como el nudo ha sido hecho, nos enseña también a deshacerlo.” Y Don Juan concluye: “Es uno de los descubrimientos más extraordinarios de los nuevos videntes, el hecho de que nuestro comando pueda volverse el comando del Águila.”

En otros términos, que nuestro comando individual pueda volverse visceral, universal. “El diálogo interior se interrumpe como ha comenzado, por un acto de la voluntad”, dice Don Juan.

Cuando leemos esto parece muy simple. Quisimos anclar la realidad mediante nuestro diálogo interno y alcanza con querer desanclarla mediante el silencio interior. Y ya está. Pero como hablamos de magia, de voluntad, de querer, debemos pensar, antes que nada, en el querer extraordinario y la magia fabulosa que cada uno de nosotros tuvo que desplegar para nacer en este mundo, en la hazaña que cada uno tuvo que realizar para fijarse en la realidad. ¿Qué fue lo que motivó tal proeza? Este querer nacer, este querer vivir, esta necesidad de confort, de la razón , esta necesidad de lo limitado, de la felicidad, del amor, la familia, su cuerpo, el tiempo. Un instante, un solo instante suspendido en la eternidad, de razonable seguridad. ¡Qué fabulosa magia!

Y ahora me dicen que los burgueses de Los Ángeles, pagan doscientos dólares para que les muevan el punto de encaje. ¿Cómo creerlo? No hay un solo ser humano que quiera desmoronar, y menos aún por la voluntad, lo que con tanto talento fijo: la realidad. El problema es que muy a menudo uno se aburre en esta realidad. Entonces, nos gustaría cambiarla, o por lo menos, introducirle algunas correcciones. Por ejemplo, permanecer joven sin cirugía estética, ser una bruja llena de poderes y aterrorizar a los machos, imaginarse un disneyworld para uno solito… y tantos deseos espirituales egoístas, pero ¡tan legítimos! Escapar de la muerte y de la disolución del ego, y perpetuar su conciencia individual durante mucho tiempo. Incluso desdoblarse y poder amar a dos personas al mismo tiempo, volar sin alas delta para asombrar a sus vecinos. O, simplemente, sentir el efecto de las drogas más fabulosas sin sanción penal alguna… El mundo está hambriento de sueños, y es normal.

Entonces, soñemos juntos que el mundo entero se despierta al hecho de que todo esto no es más que un sueño; y vigilemos que este sueño no se transforme en pesadilla. O bien, aprendamos a atravesar la pesadilla. Acabo de encontrar la definición del Zen: aprender a atravesar la pesadilla. Para eso, Zazen es la actitud más fuerte. Entonces la gente me preguntará, porque quieren pruebas, resultados visibles, probables: “Maestro, ¿ ha logrado usted atravesar su pesadilla?” Yo les respondo: cuando lo halla logrado, se van a enterar, porque ustedes mismos son mi pesadilla. Todo este mundo es mi pesadilla, porque yo practico el Mahayana, el gran vehículo: pacificar todas las existencias para que la pesadilla cese, tal es la vía de Buda.

He aquí la enseñanza del sexto patriarca zen chino (Houei Neng, Eno en Japonés; vivió entre los años 638 y 713 de nuestra era), con respecto al punto de encaje y al silencio interior:

“Desde siempre, amigos míos, nuestro método ha hecho del “no-pensar” su principio, del “sin-apariencia” su cuerpo, y del “sin-fijación” su fundamento. El adepto del “sin-apariencias”, estando en el seno mismo de las apariencias, está desapegado de las apariencias. Quien practica el “no-pensamiento” no piensa aunque este pensando. En lo que se refiere a “sin-fijación”, es la esencia propia del hombre. Los pensamientos corren sin parar: uno pasó, otro está pasando, uno llega… se encadenan sin detenerse nunca; pero si, durante un solo instante, esta cadena se corta, vuestro cuerpo absoluto se aleja inmediatamente de vuestro cuerpo de carne, y en la sucesión de instantes ulteriores, ningún pensamiento puede ya fijarse en el más mínimo fenómeno. Pues si uno para su pensamiento durante un solo instante, todos los pensamientos se detienen y somos libres de toda atadura. Así, sin fundarnos en nada, fundamos nuestro método. Amigos míos, “sin-apariencia” consiste en desapegarse de todas las apariencias exteriores.”

La “new age” de Buenos Aires me va a preguntar: “Sí, pero ¿para qué sirve?”

Cuando el maestro Kodo Sawaki respondió a mi propio maestro, Taisen Deshimaru, “no sirve para nada”, éste último sólo tuvo una pasión en su vida y esto hasta su último suspiro: practicar zazen. Y el maestro Keizan dice, a propósito de la experiencia de zazen: “Alto como una montaña, profundo como el océano, sin mostrar los picos ni las profundidades insondables, invisible, brillando, sin pensar. La fuente es clara en su manifestación silenciosa, nuestro cuerpo se manifiesta abarcando cielo y tierra, el agua pura no tiene ni derecho ni revés, el espacio nunca tendrá interior y exterior. ¿Cómo puede existir el objeto o el conocimiento? Esto ha estado siempre con nosotros pero sin tener nombre nunca. Aquellos que realizan este conocimiento y esta visión tienen un arte sutil, apacible e impecable llamado zazen, que es el estado de absorción, la fe de todos los estados de concentración.”

En otros términos, esto significa que zazen se vuelve el Águila misma.

Kosen Thibaut
12 de marzo de 1996 – La Habana, Cuba

VIAJE A UN SHABONO

VIAJE A UN SHABONO
traducción por José González Riquelme

Publicado en Anthropology Newsletter. (Asociación Antropológica Americana). Diciembre 1983, págs. 2,7.

Shabono ha sido descrito por un crítico (Kendall, 1982) como un antro-romance, por otro (Vesper, 1982) como una “versión moderna de la novela colonial británica,” y Picchi, en las páginas del American Anthropologist (1983:674), como bien escrito, pero con un enfoque narcisista. Nuestro comentario no pretende sumarse a las evaluaciones de este libro. Los abajo firmantes formábamos el antiguo comité de evaluación de esta estudiante que estuvo matriculada en la escuela universitaria de graduados, y que ahora se ha convertido en autora; creemos que es nuestra obligación proporcionar alguna información sobre las serias objeciones planteadas por Holmes (AA 1983:664), que encuentra extraordinarias afinidades de este libro con un informe publicado anteriormente de la vida con los Yanoáma por Helena Valero (1971). Cuando se publicó Shabono por primera vez, este comité manifestó su preocupación privadamente a un notable erudito sobre los Yanomama. Desde entonces han surgido tres situaciones que nos obligan a hacer ahora esta declaración pública. La primera es el comentario de Holmes; la segunda es el hecho de que la prensa ha informado que Florinda Donner, la autora de Shabono, está actualmente siguiendo estudios en la Universidad de California, Los Angeles (Japenga 1983), y la tercera es la cronología presentada del viaje a los Yanomama, que parece mostrar que tuvo lugar mientras Donner era estudiante bajo nuestra supervisión.

Factores legales y confidenciales limitan lo que el comité puede informar. Por ejemplo, no podemos revelar el nombre con el que Donner se matriculó en la Universidad de California. Por comodidad nos referiremos a ella como Donner.

Debemos señalar en primer lugar que la publicación de Shabono tuvo lugar cuatro años después de que Donner interrumpiera sus estudios avanzados [realizados por graduados], y que no ha habido ninguna relación formal entre esta estudiante y su comité desde el otoño de 1977. Incluso, cuando se publicó este libro en 1982, este comité ni siquiera sabía que su autora era una ex-estudiante nuestra. La relación se estableció gracias a un crítico que, enterándose por los editores que Donner había estado en la Universidad de California en Los Angeles, pudo finalmente localizar al presidente del comité (publicado en Vesperi 1982). Al enterarse ahora de que su identidad de estudiante había sido descubierta, Donner telefoneó al presidente y reconoció que había cambiado su nombre y había escrito el libro.

En resumen, todo lo que podemos revelar sobre la carrera de graduado de Donner es el informe histórico. Entró en el departamento de antropología como graduada en 1972. Fue propuesta a la candidatura doctoral en Abril de 1976. Solicitó un permiso de ausencia para 1977-78 que le fue concedido, no volviendo nunca a inscribirse después de este tiempo. Hay que señalar que verdaderamente Donner estaba en muy buena posición académica cuando se fue.

El comité de graduación de Donner aprobó su propuesta de disertación, que era para estudiar las prácticas curativas en Curiepe, en la región costera de Venezuela, de las cuales informó después. Quizá sea pertinente señalar que el expediente de la graduada indicaba que hizo anteriormente otra propuesta de investigación, en la primavera de 1973, para un estudio sobre curanderos en Tucipata, descrito como un centro urbano en el río Orinoco, en Venezuela. La propuesta indicaba que ella ya había hecho una visita a este pueblo.

Todo el tiempo que Donner estuvo bajo nuestra supervisión, no informó nunca a este comité de ninguna visita prolongada, de ninguna investigación o contacto alguno con los Yanomama. Encontramos desconcertante que no nos hubiera mencionado este, indudablemente, apasionante viaje y sus experiencias traumáticas con aquella gente. Por lo tanto este comité lamenta ser incapaz de proporcionar información alguna sobre esta experiencia de campo. Habría sido muy útil si Donner hubiera sido más precisa sobre cuándo exactamente se realizó este viaje. En Shabono no hay fechas en absoluto. Solamente después de la publicación del libro se dieron algunas fechas a periodistas de la prensa local. Estas fechas han dejado a este comité aún más confundido. Según Vesperi (1982) la cronología se dio como 1976-77. Según Japenga (1983) la fecha se extendió a “hace unos 10 años”. Esto implica que el periodo fue 1974-75, o quizás 1975-76, lo que querría decir que fue anterior a su viaje de investigación a la costa. Es posible que nunca lo sepamos con seguridad, pues de la útil entrevista con Japenga (1983) sacamos que “Donner dijo que dejó de llevar la cuenta de los años cuando vivió con Ritimi, Tutemi y Texoma, sus amigos Yanomama, que nunca tuvieron necesidad de contar más allá de tres”.

Holmes observa que por “coincidencia” Carlos Castaneda honró la cubierta de las tapas del libro con sus comentarios. Para mayor coincidencia, y como un aficionado de la saga de don Juan no podría dejar de notar, se le dedica un capítulo entero del sexto libro de Castaneda (1981) a una cierta bruja de nombre Florinda. Esta señora enseñó a Castaneda el arte del “acecho”. Aludiendo a los acechadores ella dijo: “Puesto que no tienen miedo de hacer el papel de tontos, pueden hacer tonto a cualquiera” (Castaneda 1981:284). Quizás haya algo de verdad en esto.

D.R. Price-Williams
R.B. Edgerton
L.L. Langness
Universidad de California, Los Angeles

REFERENCIAS CITADAS

– Castaneda, Carlos. 1981. El Don del Águila. Madrid: Gaia Ediciones.
– Holmes, Rebecca. 1983. “Shabono: ¿Escándalo o magnífica ciencia social?” American Anthropologist, 85: 664-667.
– Japenga, Ann. 1983. “La saga de un cruce cultural”. Los Angeles Times. 11 de Septiembre.
– Kendall, Elaine. 1982. “Examen de Shabono por Florinda Donner”. Los Angeles Times. 9 de Mayo.
– Picchi, Debra. 1983. “Examen de Shabono por Florinda Donner”. American Anthopologist. 86: 674-675.
– Valero, Helena: contado a Ettore Biocca. 1971. Yanoáma: la historia de una chica blanca raptada por los indios del Amazonas. New York: E.P. Dutton.
– Vesperi, Maria D. 1982. “El misterio nubla el aire en el relato de una vida con los indios”. St. Petersburg Times. (Florida), 25 de Abril.

Castaneda, Margaret Runyan. Un viaje mágico con Carlos Castaneda. Millenia Press

Castaneda, Margaret Runyan. Un viaje mágico con Carlos Castaneda. Millenia Press (1977).

Crítica del libro por Sandy McIntosh
traducción por José González Riquelme

Un Viaje Mágico con Carlos Castaneda de Margaret Runyan Castaneda (N. del T.: Publicado en España por Editorial Obelisco, Barcelona, 1999) es un material valioso, pero también un libro difícil por varias razones. Parece haber sido compuesto con notas escritas en distintos momentos. Estas notas parecen, alternativamente, confirmar o negar la validez de don Juan y del resto de la empresa de Castaneda, lo cual contribuye a presentar un punto de vista inestable que desconcierta al lector. Por ser la esposa de un matrimonio antiguo y, según leemos, habiendo sido menospreciada repetidamente por Carlos, es razonable esperar que Margaret tenga un cierto interés personal en el tema. Sin embargo, al no definir nunca su posición, no sabemos cómo tomar su historia. De todas maneras, ciertos elementos de la historia nos presentan un aspecto de Castaneda que probablemente no podamos ver en ningún otro sitio. Según Margaret, Castaneda tenía como norma inventar su historia personal mucho antes de “encontrarse” con don Juan y pregonar el “Camino del Guerrero”, el cual, esencialmente, consiste de una amalgama de ideas convincentes procedentes de varias fuentes y de dudosos hábitos personales que trató de disfrazar de virtudes. El carácter de estas virtudes es, según un comentario de Calixto, engañoso, egoísta, centrado en sí mismo, narcisista, con ambición de poder, distante, frío, no comunicativo, arrogante, “despiadado”, y autoengañado. El Carlos de Margaret de los años 50 y principios de los 60 es un joven inmigrante pobretón pero ambicioso, con grandes inclinaciones artísticas, y muy sensible sobre su diminuta estatura física, pero con mucha seguridad en su habilidad para cautivar y manipular a las mujeres con mentiras grandiosas sobre su supuesto pasado heroico y sobre su presente misterioso y fascinante.

Castaneda, el hábil manipulador, se muestra como tal en una de las historias de Margaret sobre el Carlos de la época anterior a “don Juan”. Según Margaret, una vez cuando Carlos era estudiante en Los Angeles Community College le dijo que una chica rubia y bonita, que asistía a una de sus clases, se había entusiasmado con él y lo perseguía adonde quiera que fuera. Carlos dijo que la chica le había dicho que quería darle un regalo de Navidad. Esto molestó a Margaret, por supuesto, pues nunca se sentía segura de los fluctuantes afectos de Carlos. Después, cuando los dos iban en el coche de Carlos, un Chevrolet del 54, por Los Ángeles, él se volvió de repente y señaló vagamente hacia la acera.

“—¡Allí! —agitó su dedo en el aire—. ¡Aquella es la chica de la que te hablé! Esa es la chica que quería hacerme un regalo.

—¿Dónde? ¿Dónde está? —me di la vuelta en mi asiento. Había docenas de personas en el centro de la ciudad, docenas de rubias jóvenes—. No la veo. ¿Cuál es? No la veo.”

Carlos estaba silencioso. Finalmente, Margaret le preguntó el nombre de la chica. Carlos lo pensó rápidamente y contestó que su nombre era “Sue Childress”. Algún tiempo más tarde confesó que se había inventado el nombre de la chica. Le había dado el nombre de pila de la madre de Carlos, y el apellido de soltera de la madre de Margaret, Childress.

Pero Margaret no estaba segura de que ni siquiera ahora estaba diciendo la verdad. Gracias a los medios de que disponía como empleada de una compañía telefónica, Margaret buscó a todos los Childress en la zona, encontrando finalmente una guía telefónica con una Childress llamada Sue. Decidió llamar a esta Sue Childress y averiguar si era o no la persona de la que Carlos le había hablado. Sue Childress negó conocer a alguien con la descripción de Castaneda, pero de todas maneras accedió a reunirse con Margaret y Carlos en un restaurante.

Cuando Margaret le cuenta a Carlos lo que ha hecho, Carlos se mostró divertido.

“—Oh, ya sabes, no hay ninguna Sue Childress —dijo—. Mira, simplemente me inventé el nombre.

Me miró con aquellos traviesos ojos negros…

—Me lo he inventado todo —dijo—, era mentira. Puedes entenderlo, ¿no?”

Margaret estaba resuelta a seguir adelante con su descubrimiento, pero Carlos ya no la escuchaba. De repente se había quedado absorto. Ella lo cuenta así:

“Estaba de pie, en el centro de la habitación, con los brazos y las piernas muy rígidos. Era así como se ponía cuando estaba excitado. Cerró los ojos y, por un momento, comprendió. Yo había creado a Sue Childress, o para ser más precisos, había dispuesto los eventos de un modo tan radical que le había permitido aparecer en nuestra vida. Y lo había hecho todo con aquella insistencia mía, aquella determinación de acero para hacer que las cosas se convirtieran en realidad… Él se imaginaba un personaje, me lo decía, y yo le entregaba a cambio un ser humano real. Claro está que lo que aquí estaba operando era la propia lógica extraña de Carlos, y yo no la comprendía.”

Carlos se sienta entonces en un sofá, agarra un cuaderno y se pone a esbozar un retrato de Sue Childress.

“—No es una mujer baja, pongamos 1,70. Es rubia, pero tiene los ojos oscuros y una cara preciosa, ¿ves? —dijo mostrándome un esbozo en blanco y negro del aspecto que debería tener Sue.”

Cuando Margaret se reune con la Sue Childress real en un restaurante a media luz, parecía exactamente como Carlos la había descrito.

Mientras que Margaret se otorga el mérito de este milagro (“aquella determinación de acero para hacer que las cosas se convirtieran en realidad”), es probable que Castaneda se quedara petrificado pensando en aquella extraña conjetura, no maravillado por los poderes de su esposa sino por su propia presunción.

Con el paso del tiempo, se hizo evidente para Margaret que Carlos confiaba cada vez más en su poder para aparentar —intentar— que las cosas ocurrieran. En realidad, algo que podemos llamar vivir de ilusiones parecía haberse convertido en su modus vivendi. Algunos años más tarde, después de que Margaret y Carlos llevaran separados mucho tiempo, la invitó a Nueva York, en donde se encontraba trabajando con su corrector de estilo, Michael Korda, en un nuevo manuscrito. Margaret supuso que el propósito de su invitación era el mismo que tenía ella: buscar una reconciliación final en su relación. Pero lo que Castaneda tenía en la cabeza no era, al parecer, la reconciliación. Durante el fin de semana se dedicó unas veces a ignorarla y otras a intimidarla. Aunque le dio un cheque con una gran cantidad para el hijo de Margaret, C.J., su comportamiento fue tan malo que Margaret terminó por llamarlo, con desprecio, ‘Napoleón’ cuando dejaron el hotel. Algunos meses más tarde, después de que Castaneda recibiera la notificación de la demanda de divorcio, llamó a Margaret para preguntarle porque había presentado la demanda. Le recordó su indignante comportamiento con ella en aquel fin de semana en Nueva York. Carlos se quedó en silencio durante un rato, y después con mucha calma le explicó que no había sido él quien se había comportado tan mal en Nueva York. No había estado en Nueva York durante ese fin de semana. Él era ahora un brujo, le explicó, y a los brujos les ocurren cosas inexplicables. En este caso, el desagradable Carlos debe haber sido su doble.

Hay una patética tristeza en la historia de Margaret que probablemente tenga su origen en las grandiosas promesas de amor de Castaneda, y su habitual incapacidad para mantenerlas —en conjunción con la firme creencia de Margaret en el significado místico de su vida con él. Su historia termina con un encuentro con Carlos en el aparcamiento de un restaurante. Ahora, Carlos se encuentra rodeado por sus guardianes femeninos, que impiden que Margaret se aproxime. Finalmente, consigue acercarse a él. Ella le da una copia del libro recientemente publicado El arte de ensoñar y le pide que se lo dedique. Él la besa en la mejilla, pero se niega a firmar el libro. “Oh, tengo las manos muy cansadas”, le dice. Y esta es la última vez que lo ve.

Copyright © 1999, Sandy McIntosh

Howard Y. Lee: Profesor de Artes Marciales de Castaneda.

Howard Y. Lee: Profesor de Artes Marciales de Castaneda.
Por Daniel Lawton
traducción por José González Riquelme

Traté durante algún tiempo a Howard, incluso nos hicimos amigos.

Era agradable estar cerca de él debido a su energía. Me hacía sentirme bien de verdad. No tenía la misma visión del mundo que Carlos. Veía energía, pero por entonces decía que no era exactamente visual. Decía que había bandas de energía ahí fuera, tal como las había descrito Carlos, y que no todas eran beneficiosas para los humanos. Él había logrado sintonizar con una que era beneficiosa, y estaba interesado en enseñar a otros a sintonizar con ella.

Por entonces yo todavía andaba interesado en las artes marciales, y le dije a Howard que era un lástima que hubiera dejado de enseñarlas, porque había muy pocos profesores auténticos de artes marciales por ahí. Howard dijo que había llegado a la conclusión de que no tenía sentido enseñarlas.

Howard dijo que había aprendido a manejar la energía haciendo artes marciales y acupuntura. Llegó un momento en que se dio cuenta que ya no necesitaba agujas, que podía estimular la energía simplemente apuntando con los dedos.

Su filosofía por entonces era que viviría 150 años, y que entonces la gente escucharía sus consejos sobre la energía. Intenté dar publicidad a Howard a través de la revista Magical Blend, pero Howard no estaba interesado. Dijo que primero tenía que terminar un libro que estaba escribiendo, y que después podría dedicarse a eso. Howard tenía un sentido del destino muy desarrollado, creo que era cosa de la energía que manejaba.

Su actitud sobre el ego era distinta a la de Carlos. Howard no tenía miedo de mostrar su fotografía en lo que escribía, o promover su nombre por razones comerciales. Mi punto de vista es que su visión de la energía estaba más próxima a la visión yóguica. Estaba tan saturado por la energía que utilizaba que todo lo demás no importaba mucho. En consecuencia, era de modales suaves al mismo tiempo que autoritarios.

Howard decía que después de la muerte la atención se disipa lentamente, durando unos 500 años antes de desaparecer. En esto coincidía con las manifestaciones del nagual.

Carlos fue a ver a Howard por primera vez hace unos 25 años, porque una de las mujeres de su grupo, que ahora ya no está con él, se fijó en el sitio. Ella no solía acabar las cosas, pero Carlos la acompañó para inscribirla, y terminó convirtiéndose él mismo en estudiante, por un periodo de 10 o 15 años. Las brujas también practicaban a veces. Howard no supo quien era Carlos durante mucho tiempo, pero Carlos un día le preguntó si podía dedicarle El Fuego interno. Howard dijo que no lo creyó hasta que vio el libro.

Según una persona que no voy a nombrar, Carlos le habló a la vieja Florinda de Howard (por entonces ella aún andaba por aquí), diciéndole que hablaba igual que don Juan. La vieja Florinda lo tomó como un augurio, diciéndole que tenía que hacer cualquier cosa que Howard quisiera. Algunas veces Howard llevaba puesto algo que Carlos le regaló, que perteneció al viejo Nagual. Yo lo he visto, de manera que puedo verificar la historia.

Carlos manifestó su decepción por intentar atraer a Howard a su grupo sin éxito. Alquilaron un local cerca del taller de Howard, esperando que reanudara sus clases de artes marciales, y quizás seducirlo para que se uniera a ellos, pero no funcionó.

Howard dijo bien claro que no pensaba que ensoñar fuera bueno. La mayor parte de su negocio funcionaba con gente que practicaba las técnicas de Carlos, y decía que siempre estaba reparando daños energéticos. Personalmente creo que le llegaban montones de bichos raros quejándose, las sobras de los que querían trabajar con Carlos, y no se les brindaba la oportunidad, así que se resignaban con Howard. Sus lamentaciones sobre “sus grandes trastornos energéticos” o “los horrores que ensoñaban” eran simplemente alardes de lo avanzados que estaban. Esto le dio a Howard una falsa impresión de lo que estaba ocurriendo.

Howard solía curar a miembros del grupo de Castaneda, y Carlos dijo que Howard le había salvado la vida un par de veces. Howard me contó que una vez vio a una de las mujeres del grupo de Carlos corriendo desnuda por la calle y gritando, mientras Carlos y alguien más corrían tras ella tratando de alcanzarla.

Howard practicó artes marciales con el famoso Marshall Ho, que se hizo famoso, sobre todo, por meterse en el rollo de Hollywood, y también por ser redactor colaborador de una importante revista de karate propiedad de Larry Flint. Carlos decía que solían hacer películas caseras de artes marciales, y que él siempre terminaba haciendo de camarero mexicano.

Envié un amigo que hacía yoga a Howard. Y comenzó a asistir regularmente a sus clases. Yo había practicado yoga con este amigo, que creyó que me había vuelto loco por dejar a Howard e irme con Carlos. Como resultado, siempre estaba oyendo censuras de Carlos por parte de Howard, y sin lugar a dudas, Howard siempre recibía censuras por parte de Carlos. En definitiva, había un vivo espíritu de competición entre Howard y Carlos; no sé en que medida esto afectaba a Howard, pues saqué una impresión errónea con las interacciones de mi amigo.

oel, Daniel C. Seeing Castaneda: Reactions to the “Don Juan” Writings of Carlos

oel, Daniel C. Seeing Castaneda: Reactions to the “Don Juan” Writings of Carlos Castaneda. Perigee Books (1976).
Resumen del libro por Randy Stark.
traducción por José González Riquelme

Este libro, publicado por primera vez en 1976, está agotado. Sin embargo Amazon.com lo tiene incluido entre los libros que puede buscar en librerías de libros usados y también se puede encontrar en muchas bibliotecas públicas. Al final de este artículo se encuentra una relación de otros libros de Daniel Noel.

(N. del T.: Este libro se publicó en España con el título de “Castaneda a examen: debate en torno al autor de «Las enseñanzas de Don Juan»”, por Theodore Roszak, Joyce Carol Oates, Joseph Chilton Pearce y otros; selección y prólogo de Daniel Noel; Editorial Kairós, Barcelona, 1977, traducción de Jorge Oliver.)

Antes de comenzar con el resumen, hay dos cosas en relación con el libro en general que quiero comentar. La primera es la cubierta, diseñada por Joanne Scribner. Al fondo hay un cielo de color verde oliva sobre una montaña de color también verde oliva, pero más oscuro (sin detalles, sólo una línea). Al pie de la montaña, hacia la izquierda, sobre una superficie llana de color gris oscuro se ve un hongo cortado, muy parecido a los que se pueden comprar en el supermercado. Su sombra se aleja hacia la izquierda y por el lomo del libro. El primer plano y el centro de la portada están dominados por un águila en negro, blanco y gris que mira hacia la derecha, con las alas desplegadas y las garras hacia abajo, a punto de posarse sobre un gran huevo amarillo, junto al cual se encuentra una pequeña mantis religiosa de color verde lima. La sombra del huevo va hacia la izquierda hasta desaparecer por lo que es el primero de tres escalones de color gris claro. El primer y tercer escalones son anchos y el segundo es estrecho, elevándose todos ellos hacia la derecha. Las bien definidas líneas negras del segundo y tercer escalones parecen, a primera vista, las líneas de una carretera alejándose en la distancia hacia la montaña de color verde oliva oscuro.

La segunda cosa que quiero hacer notar es algo que está impreso al final de la página opuesta a la de los agradecimientos:

“Debido a que no se pudo obtener el permiso de los propietarios del copyright para utilizar citas de los cuatro libros de Castaneda, algunas citas de Castaneda que ya aparecieron en las selecciones que componen esta antología cuando se publicaron originalmente, han tenido que ser parafraseadas, reducidas o suprimidas aquí. Estos cambios se señalan con corchetes en el texto.”

(N. del T.: En la edición española se indica: “Las citas que aparecen en el presente texto entre corchetes se refieren a citas originales de los libros de Castaneda que Daniel C. Noel creyó conveniente resumir o reducir.)

Este libro cubre la tetralogía que entonces se creía que concluía el trabajo de Castaneda sobre el tema de don Juan, algo que el propio Castaneda había dicho. Una posible razón para negar el permiso para citar material de estos cuatro primeros libros es, en mi opinión, el hecho aparente de que se empiezan a apreciar grietas en las descripciones de la supuesta existencia de don Juan.

Ver la entrevista con Daniel Noel en este mismo sitio web para obtener más información sobre sus esfuerzos para publicar éste y otro libro sobre la obra de Castaneda.

RESUMEN

Castaneda a examen está dividido en tres partes: críticas, correspondencia y controversia, y análisis y aplicación. Cada una de estas partes está dividida a su vez en secciones. Al principio de cada sección hay un comentario de Noel que hace referencia a los artículos de los autores que componen que la sección. Haciendo la presentación del libro tenemos la siguiente introducción general.

Tomando en serio a Castaneda: Modelos alternativos de interpretación.

Alan Watts solía desarmar a los críticos académicos que postulaban que su obra no debía ser tomada en serio, autodefiéndose como “filósofo bufón”, mientras que al mismo tiempo parecía “acentuar la importancia filosófica de su peculiar frivolidad”. Este modus operandi es comparado con los escritos de Castaneda en el sentido de que deben ser tomados seriamente, incluso aunque la obra esté impregnada de “bufonadas y ardides” y a pesar de la confusa personalidad pública del autor. Sin embargo, la mayoría de los críticos y comentaristas están de acuerdo en que sus libros son obras de “profunda y sólida significancia”. La pregunta que nos hacemos es: ¿cómo deben considerarse?

Los críticos de Castaneda señalaban sobre todo el abandono de la objetividad científica y el acercamiento a sus temas de estudio de una manera puramente subjetiva. Sus partidarios, por otro lado, lo alababan por romper barreras en su manera de hacer el trabajo de campo etnográfico. Se cita a Joseph Chilton Pearce, de quien volveremos a oír hablar en el libro, diciendo que ve en Carlos “al genio literario, psicológico y espiritual más importante de las últimas generaciones” y en don Juan “al paradigma más significativo después de Jesucristo”.

“En cuanto a la crítica, el dilema no está en si hay que tomar en serio las recomendaciones de Castaneda, sino en cómo hacerlo: ¿Cómo podemos valorar mejor el significado de sus obras? Para ello tal vez sea necesario”, dice Noel, “explorar las vías alternativas de interpretación”, pero sin “olvidarnos del humor que se desprende de una serie muy divertida de aventuras literarias”.

Las vías de interpretación que Noel propone son: experiencia psicodélica, antropología, psicología y consciencia corporal. Después de discutir los pros y los contras, Noel concluye que lo que se necesita es “un esfuerzo interdisciplinario de interpretación”. Y agrega que “las fuentes de interpretación son las que pueden mantener con efectividad este sentido de posibilidad y apertura pluralista” que generan los libros de Castaneda.

Las cuatro últimas secciones de la introducción son: hechos, ficción y realidad literaria; lenguaje y metafísica; el misticismo negativo y el posmoderno; y el último ardid de los brujos: el conocimiento de uno mismo. Las siguientes cuatro citas corresponden, en orden, a cada una de las secciones.

“Las palabras son los únicos agentes psicotrópicos que recibimos de Castaneda, y nuestros ojos sobre las manchas oscuras de las páginas constituyen la única vía para atravesar su desierto.”

“El poder silencioso para el que la pedagogía de Don Juan prepara a su alumno, no está nunca alejado de las narraciones que ambos intercambian, ni del diálogo interno al que Carlos siempre vuelve cuando reflexiona sobre lo que le ha ocurrido durante su interrupción. Evidentemente, lo que le ocurre al lector depende radicalmente del lenguaje. Pero una vez enfatizado el indispensable andamiaje lingüístico, ¿no debemos reconocer que la estructura erigida por las palabras de Castaneda trasciende esas mismas palabras en una forma que podríamos llamar ‘mística’?”

“Si los libros de Castaneda nos llevan a estar desilusionados de nuestras modernas desilusiones, tendremos que estar dispuestos a aceptar algo análogo a la explicación de los brujos en Relatos de poder: un modo de interpretación equivalente a lo que encontramos como resultado de nuestras indagaciones al explicar la tetralogía, un modo de interpretación lindante, deliberadamente, con lo paradójico, lo inefable y lo desconocido.”

“Don Juan afirma que es preciso recordar constantemente que cualquier orientación total, incluso la brujería, es ‘sólo un camino’ y que el requisito previo para tener esto siempre presente es ‘una vida disciplinada’. El significado de la disciplina en la propia vida —comprendiendo la vida psíquica— tal vez sea, finalmente, lo que aquí está en juego. Pues con esta disciplina, sugiere el anciano brujo, uno puede hallar entre el millón de caminos —incluyendo los caminos de las explicaciones— nuestro propio camino con corazón, el camino que no lleva a ninguna parte y que a pesar de todo ayuda a ‘un tránsito placentero’. Incluso una visión momentánea de tal camino, gracias a una seria y cuidadosa observación de los textos de Castaneda, sería una recompensa nada despreciable. Y, tras la visión momentánea, la risa podría ser nuestro próximo paso.”

PRIMERA PARTE
Críticas

1. Las enseñanzas de don Juan
Una forma yaqui de conocimiento

“Dos de los primeros análisis sobre los escritos de Carlos Castaneda,” nos dice Noel en su introducción a esta sección, “fueron hechos por destacados profesores en el campo en el Carlos Castaneda era todavía un estudiante graduado: la antropología.”

Edward H. Spicer, profesor de antropología en la Universidad de Arizona, comentó Las enseñanzas de don Juan en la revista American Anthropologist. Edmund Leach, antropólogo cultural de la Universidad de Cambridge, publicó un comentario en el New York Review of Books. “Ambos análisis contribuyeron en gran medida a la favorable acogida que la obra de Castaneda iba a recibir en los próximos seis años.”

Sin embargo, ninguno de los dos comentarios fue totalmente favorable. En realidad, el de Leach está “formulado con frases tan caústicas que rayan, a veces, en lo ridículo”, y el de Spicer afirma que “resulta absolutamente gratuito enfatizar, como lo hace el subtítulo, cualquier conexión entre el tema del libro y las tradiciones culturales de los yaquis”

Edward H. Spicer
Prematura alabanza de una autoridad en la cultura yaqui

“Con la habilidad de un consumado novelista”, escribe Spicer, “y utilizando el suspense para ir revelando gradualmente a los personajes y la sugerencia apremiante en vez de la exposición detallada del lugar y la situación, consigue que la intensa relación que se desarrolla entre el joven y despistado antropólogo y el experimentado maestro absorba al lector.”

Los escritos de Castaneda, sostiene Spicer, “pueden equipararse con los mejores relatos de psicólogos experimentales”, y “representan un logro notable” que los antropólogos encargados de la formación de investigadores para “importantes relaciones de campo” encontrarán “inmensamente útil”. Este entusiasmo sobre el tratamiento que da Castaneda a su trabajo de campo y la explicación de su “consenso especial” está solamente empañado por el hecho de que don Juan no muestra ninguna señal en absoluto de ser un yaqui.

Spicer se refiere a este problema haciendo notar que mucha gente en México y en Arizona que son yaquis de origen “no han participado nunca en la vida comunitaria de los yaquis o, en el mejor de los casos, lo han hecho sólo esporádicamente”. Además, y debido a esta ambigüedad “las enseñanzas de don Juan existen en un limbo cultural”, que Spicer admite que es “una seria limitación”.

Edmund Leach
La mística universitaria

“El tono general es el de Coleridge-de-Quincey, de Rousseau, sacado del gótico del dieciocho.” Con esto, Leach se lanza a una comparación de pasajes entre Las enseñanzas de don Juan y El viejo marinero, que para él ilustran el hecho de que lo que Castaneda ha escrito “tiene más tendencia a aparecer como poesía que como ciencia” y que “ésta es una obra de arte más que de erudición”. Y continúa diciendo que “Apreciada sobre esta base, la obra quizá no sea de una calidad superlativa, pero sí muy estimulante”.

La relación entre Carlos y don Juan “es una relación que es a la vez íntima y tensa, como entre Moby Dick y Ahab, Dios y Job, o entre cualquier psicoanalista y su paciente”. Pero, “hasta qué punto el propio Castaneda llegó a creer en las fantasías de don Juan, es algo que queda cuidadosamente velado. Y la fascinación indudable del libro reside precisamente en esto: la incertidumbre de la actitud del propio autor. Es don Juan, y no Castaneda, el que lleva la voz cantante”.

Leach, al igual que Spicer, también advierte la falta de relación entre don Juan y la cultura yaqui, y además reflexiona que los paralelismos entre las enseñanzas de don Juan y las del Taoismo, del Yoga, del Vedanta, y del Zen —paralelismos también mencionados en la sobrecubierta del libro— son “demasiado parecidos para ser verdad”. Leach cita El tercer ojo (1956) de Lobsang Rampa como un ejemplo instructivo. “El libro pretendía ser un relato autobiográfico de un lama tibetano emigrado que presumía de metafísico en la precomunista Lhasa. Pareció convincente, porque se ajustaba a las expectaciones de los lectores. En realidad, ‘Rampa’ es un inglés, y dudo que haya estado alguna vez a menos de mil millas del Himalaya.”

“El libro de Castaneda no es, ciertamente, un completo engaño, pero si hubiese sido un engaño, no sería muy diferente.”

Carlos se encuentra con don Juan: Múltiples tomas.

Carlos se encuentra con don Juan: Múltiples tomas.
traducción por José González Riquelme

Un repaso a las diferentes versiones del supuesto encuentro inicial, todas contadas por el propio Castaneda.

De la cronología de Castaneda:

“Verano de 1960: Castaneda supuestamente se encuentra con don Juan en la estación de autobuses de Greyhound en Nogales, Arizona. (Ver, por ejemplo, Las enseñanzas de Don Juan, Una realidad aparte y El lado activo del infinito.)”

Toma 1.
De Las Enseñanzas de Don Juan (1968).

“Esperaba yo un autobús Greyhound en un pueblo fronterizo, platicando con un amigo que había sido mi guía y ayudante en la investigación. De pronto se inclinó hacia mí y dijo que el hombre sentado junto a la ventana, un indio viejo de cabello blanco, sabía mucho de plantas, del peyote sobre todo. Pedí a mi amigo presentarme a ese hombre.

Mi amigo lo saludó, luego se acercó a darle la mano. Después de que ambos hablaron un rato, mi amigo me hizo seña de unírmeles, pero inmediatamente me dejó sólo con el viejo, sin molestarse siquiera en presentarnos. Él no se sintió incomodado en lo más mínimo. Le dije mi nombre y él respondió que se llamaba Juan y que estaba a mis órdenes. Me hablaba de “usted”. Nos dimos la mano por iniciativa mía y luego permanecimos un tiempo callados. No era un silencio tenso, sino una quietud natural y relajada por ambas partes. Aunque las arrugas de su rostro moreno y su cuello revelaban su edad, me fijé en que su cuerpo era ágil y musculoso.

Le dije que me interesaba obtener informes sobre plantas medicinales. Aunque de hecho mi ignorancia con respecto al peyote era casi total, me descubrí fingiendo saber mucho e incluso insinuando que tal vez le conviniera platicar conmigo. Mientras yo parloteaba así, él asentía despacio y me miraba, pero sin decir nada. Esquivé sus ojos y terminamos por quedar los dos en silencio absoluto. Finalmente, tras lo que me pareció un tiempo muy largo, don Juan se levantó y miró por la ventana. Su autobús había llegado. Dijo adiós y salió de la terminal.

Me molestaba haberle dicho tonterías, y que esos ojos notables hubieran visto mi juego. Al volver, mi amigo trató de consolarme por no haber logrado algo de don Juan. Explicó que el viejo era a menudo callado o evasivo; pero el efecto inquietante de ese primer encuentro no se disipó con facilidad… El amigo que me presentó a don Juan explicó más tarde que el viejo no era originario de Arizona, donde nos conocimos, sino un indio yaqui de Sonora, México.

Comentario–la secuencia:
Castaneda y Bill están sentados juntos, Bill se levanta, saluda a don Juan, le da la mano, habla con don Juan durante un rato, luego llama a Castaneda, se va sin presentarlos. Castaneda y don Juan se presentan a sí mismos, se dan la mano, se quedan en silencio un buen rato, luego Castaneda y don Juan hablan, la famosa mirada, otra vez un largo periodo de silencio, después don Juan se levanta, mira por la ventana, dice adiós, sale de la estación. Castaneda está molesto, Bill lo consuela explicándole el comportamiento habitual de don Juan. Después Bill explica los orígenes de don Juan.

Toma 2.
De la transcripción de una cinta grabada con una entrevista de radio en 1968 con Castaneda en la KPFA:

“Castaneda: Me encontré con don Juan de una manera bastante fortuita. Estaba haciendo, por entonces en 1960, estaba haciendo, estaba recogiendo datos etnográficos sobre el uso de plantas medicinales entre los indios de Arizona. Y un amigo mío, que era mi guía en esta empresa, conocía a don Juan. Sabía que don Juan era un hombre que sabía mucho sobre el uso de plantas y trató de presentármelo, pero nunca tuvo ocasión de hacerlo. Un día cuando estaba a punto de regresar a Los Angeles, casualmente lo vimos en la estación de autobuses, y mi amigo se le acercó para hablar con él. Después me lo presentó y yo comencé a decirle que estaba interesado en plantas, y especialmente en el peyote, porque alguien me había dicho que este viejo sabía mucho sobre el uso del peyote. Y hablamos durante quince minutos mientras él esperaba a su autobús, o mejor dicho, yo hablé y él no dijo nada en absoluto. Seguía mirándome fijamente de vez en cuando y esto me hacía sentir incómodo, porque yo no sabía nada sobre el peyote, y él parecía que veía a través de mí. Después de unos quince minutos se levantó y dijo que quizás yo podría ir a su casa en algún momento, en donde podríamos hablar con más tranquilidad, y se fue. Pensé que mi encuentro con él había sido un fracaso, porque no conseguí nada de él. Y mi amigo dijo que era muy normal que el viejo reaccionara así, porque era muy excéntrico. Pero yo volví otra vez, quizás un mes más tarde, y comencé a buscarlo. No sabía donde vivía, pero conseguí averiguar donde estaba su casa y fui a verlo. Él, al principio, ¿sabes?, me acerqué a él como si fuéramos amigos. Me había gustado, por alguna razón, me había gustado la manera como me había mirado en la estación de autobuses. Había algo muy extraño en su manera de mirar a la gente. Y no mira fijamente; normalmente no mira a nadie directamente a los ojos, pero algunas veces sí lo hace y es algo extraordinario. Y fue más esa mirada lo que me hizo ir a verle que mi interés en el trabajo antropológico. Así que fui varias veces y desarrollamos una especie de amistad. Tiene un gran sentido del humor y eso facilitó las cosas.”

Comentario:
Aquí el amigo de Castaneda había tratado de presentárselo antes “pero nunca tuvo ocasión de hacerlo.” Casualmente se lo encuentran en la estación de autobuses, y el amigo hace las presentaciones, y “alguien” le había dicho a Castaneda que el hombre sabía mucho sobre el peyote. El enfoque está en la mirada de don Juan, que Castaneda asegura es lo que le hizo volver “quizás un mes más tarde.”

Toma 3
De la transcripción de una cinta grabada con una entrevista entre Jane Hellisoe de la University of California Press y Castaneda en 1968:

“JH: ¿Cómo se encontró con don Juan?

CC: La manera en que yo, eh, lo conocí, fue, eh, una cosa muy casual. Yo no estaba interesado en averiguar lo que sabía, porque yo no sabía lo que él sabía. Yo estaba interesado en recabar información sobre plantas. Y me encontré con él en Arizona. Había un viejo, que vivía en algún sitio de aquellas colinas, que sabía muchísimo sobre plantas. Y eso era lo que me interesaba, recoger información sobre plantas. Y eh, yo eh, fuimos un día, este amigo y yo, fuimos a buscarlo. Y los indios yuma nos dieron direcciones equivocadas y subimos a las colinas y nunca encontramos al viejo. Hum, fue más tarde cuando estaba al final de este primer viaje a Arizona, al final del verano y ya estaba preparado para regresar a Los Angeles, que estaba esperando en la parada del autobús y llegó el viejo. Y así es cómo me encontré con él. Eh, hablé con él durante un año. Solía visitarlo, lo visito periódicamente, porque me gusta; es muy amistoso y muy consecuente. Es agradable estar con él.”

Comentario:
Una descripción mucho más simple que la que hay en el libro, desde luego, pero aquí menciona haber buscado a don Juan con anterioridad. También indica aquí que el encuentro tuvo lugar “al final del verano.” Aquí don Juan simplemente llega y se encuentran; no se menciona ninguna presentación ni conversación más tarde entre Castaneda y su amigo.

Toma 4
De Una realidad aparte (1971)

Estaba yo sentado con Bill, un amigo mío, en la terminal de autobuses de un pueblo fronterizo en Arizona. Guardábamos silencio. Atardecía y el calor del verano era insoportable. De pronto, Bill se inclinó y me tocó el hombro.

—Ahí está el sujeto del que te hablé —dijo en voz baja.

Ladeó casualmente la cabeza señalando hacia la entrada. Un anciano acababa de llegar. [Anteriormente, don Juan estaba “sentado frente a la ventana.” Esta vez, “acababa de llegar.”]

—¿Qué me dijiste de él? —pregunté.

—Es el indio que sabe del peyote. ¿Te acuerdas?

Recordé que una vez Bill y yo habíamos andado en coche todo el día, buscando la casa de un indio mexicano muy “excéntrico” que vivía en la zona. No la encontramos, y yo tuve la sospecha de que los indios a quienes pedimos direcciones nos habían desorientado a propósito. Bill me dijo que le hombre era un “yerbero” y que sabía mucho sobre el cacto alucinógeno peyote. Dijo también que me sería útil conocerlo. Bill era mi guía en el suroeste de los Estados Unidos, donde yo andaba reuniendo información y especímenes de plantas medicinales usadas por los indios de la zona.

Bill se levantó y fue a saludar al hombre. El indio era de estatura mediana. Su cabello blanco y corto le tapaba un poco las oreja, acentuando la redondez del cráneo. Era muy moreno; las hondas arrugas en su rostro le daban apariencia de viejo, pero su cuerpo parecía fuerte y ágil. Lo observé un momento. Se movía con una facilidad que yo habría creído imposible para un anciano.

Bill me hizo seña de acercarme.

—Es un buen tipo —me dijo—. Pero no le entiendo. Su español es raro; ha de estar lleno de coloquialismos rurales.

El anciano miró a Bill y sonrió. Y Bill, que apenas habla unas cuantas palabras de español, armó una frase absurda en ese idioma. Me miro como preguntando si se daba a entender, pero yo ignoraba lo que tenía en mente; sonrió con timidez y se alejó. [Antes Bill “dejaba a Castaneda sólo” con don Juan.] El anciano me miró y empezó a reír. Le expliqué que mi amigo olvidaba a veces que no sabía español.

—Creo que también olvidó presentarnos —añadí, y le dije mi nombre.

—Y yo soy Juan Matus, para servirle —contestó.

Nos dimos la mano y quedamos un rato sin hablar. Rompí el silencio y le hablé de mi empresa. Le dije que buscaba cualquier tipo de información sobre plantas, especialmente sobre el peyote. Hablé compulsivamente durante un buen tiempo, y aunque mi ignorancia del tema era casi total, le di a entender que sabía mucho acerca del peyote. Pensé que si presumía de mi conocimiento el anciano se interesaría en conversar conmigo. Pero no dijo nada. Escuchó con paciencia. Luego asintió despacio y me escudriñó. Sus ojos parecían brillar con luz propia. Esquivé su mirada. Me sentí apenado. Tuve en ese momento la certeza de que él sabía que yo estaba diciendo tonterías.

—Vaya usted un día a mi casa —dijo finalmente, apartando los ojos de mí—. A lo mejor allí podemos platicar más a gusto.” [Anteriormente, don Juan no invitó a Castaneda a su casa.]

No supe qué más decir. Me sentía incómodo. Tras un rato, Bill volvió a entrar en el recinto. [Anteriormente, no dijo que Bill había salido del recinto.] Advirtió mi desazón y no pronunció una sola palabra. Estuvimos un rato sentados en profundo silencio. Luego el anciano se levantó. Su autobús había llegado. Dijo adiós.

—No te fue muy bien, ¿verdad? —preguntó Bill.

—No.

—¿Le preguntaste de las plantas?

—Sí. Pero creo que metí la pata.

—Te dije, es muy excéntrico. Los indios de por aquí lo conocen, pero jamás lo mencionan. Y eso es por algo.

—Pero dijo que yo podía ir a su casa.

—Te estaba tomando el pelo. Seguro, puedes ir a su casa, pero eso qué. Nunca te dirá nada. Si llegas a preguntarle algo, te tratará como si fueras un idiota diciendo tonterías.

Bill dijo convincentemente que ya había conocido gente así, personas que daban la impresión de saber mucho. En su opinión tales personas no valían la pena, pues tarde o temprano se podía obtener la misma información de alguien que no se hiciera el difícil. Dijo que él no tenía paciencia ni tiempo que gastar con viejos farsantes, y que posiblemente el anciano sólo aparentaba ser conocedor de hierbas, mientras que en realidad sabía tan poco como cualquiera.

Bill siguió hablando, pero yo no escuchaba. [Aquí hay una larga conversación con Bill.] Mi mente continuaba fija en el indio. El sabía que yo había estado alardeando. Recordé sus ojos. Habían brillado, literalmente.

Comentario–la secuencia:
Básicamente lo mismo de antes, con las excepciones señaladas entre corchetes. La diferencia más notable, aparte de una imagen diferente del momento en que Castaneda ve por primera vez a don Juan, es que aparentemente antes, Castaneda omitió el dato importantísimo de que don Juan realmente lo había invitado para que fuera a su casa en su primer encuentro.

Toma 5
De Viaje a Ixtlan (1972)

—ENTIENDO que usted conoce mucho de plantas, señor —dije al anciano indígena frente a mí.

Un amigo mío acababa de ponernos en contacto para luego salir de la habitación, y nos habíamos presentado el uno al otro. El viejo me había dicho que se llamaba Juan Matus.

—¿Te dijo eso tu amigo? —preguntó casualmente.

—Sí, en efecto.

—Corto plantas, o mejor dicho ellas me dejan que las corte —dijo con suavidad.

Estábamos en la sala de espera de una terminal de autobuses de Arizona. Le pregunté con mucha formalidad:

—¿Me permitiría el caballero hacerle algunas preguntas?

Me miró inquisitivamente.

—Soy un caballero sin caballo —dijo con una gran sonrisa, y luego añadió—: Ya te dije que mi nombre es Juan Matus.

Me gustó su sonrisa. Pensé que, obviamente, era un hombre capaz de apreciar la franqueza, y decidí lanzarle con audacia una petición.

Le dije que me interesaba reunir y estudiar plantas medicinales. Dije que mi interés especial eran los usos del cacto alucinógeno llamado peyote, que yo había estudiado con detalle en al Universidad en Los Ángeles.

Mi presentación me pareció muy seria. La hice con gran sobriedad y me sonó perfectamente verosímil.

El anciano meneó despacio la cabeza y yo, animado por su silencio, añadí que sin duda ambos sacaríamos provecho de juntarnos a hablar del peyote.

En ese momento alzó la cabeza y me miró de lleno a los ojos. Fue una mirada formidable. Pero no era amenazante ni aterradora en modo alguno. Fue una mirada que me atravesó. Inmediatamente se me trabó la lengua y no pude proseguir mis peroratas. Ése fue el final de nuestro encuentro. Pero al irse dejó un rastro de esperanza. Dijo que tal vez pudiera yo visitarlo algún día en su casa.”

Comentario–la secuencia:
Nada realmente nuevo aquí. La sección media un poco engordada.

Toma 6
“Castaneda a examen,” Castaneda entrevistado por Sam Keen, publicado en Psychology Today (1972):

“KEEN: ¿Cómo y dónde conoció a Don Juan y se convirtió en su aprendiz?

CASTANEDA: Me hallaba acabando mi licenciatura en UCLA y planeaba asistir a una cátedra de graduación en Antropología. Quería convertirme en profesor y consideré que podía empezar con buen pie publicando un ensayo corto sobre plantas medicinales. Me traía sin cuidado el encontrar a un personaje raro como Don Juan. Estaba en una estación de autobuses, en Arizona, con un compañero de la facultad. Éste me señaló a un anciano indio y me dijo que él conocía el peyote y las plantas medicinales. Quise darme tono y me presenté a Don Juan diciendo: “Entiendo que sabe usted mucho sobre peyote. Yo soy uno de los expertos en peyote (había leído The Peyote Cult de Weston La Barre) y creo que le gustaría venir a comer y hablar conmigo”. Bien, sólo me miró y mi envalentonamiento se derritió. Me quedé mudo y entumecido. Yo era normalmente agresivo y locuaz, por eso el quedar silenciado por una mirada era un acontecimiento extraño. Tras este encuentro comencé a visitarle y, un año más tarde, me comunicó que había decidido transmitirme el conocimiento de la brujería que había recibido de su maestro.”

La secuencia:

Una vez más, nada nuevo, pero aquí suena como que Castaneda se quedó casi inmediatamente mudo y “silenciado por una mirada” [de don Juan], mientras que en descripciones anteriores afirmaba que había continuado hablando durante unos 15 minutos. También, por primera vez, se refiera a Bill como “un compañero de la facultad.”

Toma 7
De la entrevista de Keith Thompson en 1994 con Castaneda para el New Age Journal:

“KT: ¿Exactamente cómo se cruzaron sus caminos?

CC: Estaba esperando el autobús en la estación de Greyhound en Nogales, Arizona, hablando con un antropólogo que había sido mi guía y ayudante en mi estudio. Mi colega se inclinó hacia adelante y señaló a un indio viejo de pelo blanco al otro lado de la sala–“Psst, allá, que no te vea que lo miras”– y me dijo que era un experto en peyote y plantas medicinales. Eso fue todo lo que necesitaba oír. Me puse mis mejores aires y me acerqué como si tal cosa a este hombre, que era conocido como don Juan, y le dije que yo era una autoridad en peyote. Le dije que le merecía la pena que comiéramos y hablara conmigo, o algo así de insoportablemente arrogante.

KT: La vieja estratagema de la comida con el poderoso. Pero usted no era ninguna autoridad en la materia, ¿verdad?

CC: ¡Si casi no sabía nada del peyote! Pero seguí parloteando, presumiendo de mi conocimiento, intentando impresionarlo. Recuerdo que él simplemente me miraba y asentía de vez en cuando, sin decir una palabra. Mis pretensiones se derritieron en el calor del día. [¡Ajá!] Me quedé aturdido al ser silenciado. Allí estaba yo sintiéndome desolado, [¡sí, aquello era desolación!] hasta que don Juan vio que su autobús había llegado. Dijo adiós, con un ligero ademán de su mano. Me sentí como un imbécil arrogante, y ese fue el final.

KT: También el principio.

CC: Sí, entonces fue cuando comenzó todo. Me enteré que don Juan era conocido como brujo. Mi tarea consistía en averiguar dónde vivía. Sabes, yo era muy bueno haciendo eso, y lo hice. Lo averigüé, y fui a verlo un día. Nos caímos bien y pronto llegamos a ser buenos amigos.

KT: Se sintió como un imbécil en presencia de este hombre, y sin embargo ¿estaba deseando encontrarlo?

CC: La manera cómo don Juan me había mirado allí, en la estación de autobuses, fue excepcional, un hecho sin precedentes en mi vida. Había algo extraordinario en sus ojos, que parecían brillar con luz propia… La mirada de don Juan me afectó en un nivel profundo, a pesar de mi disgusto e irritación porque hubiera advertido, en la estación de autobuses, mi pretensión de ser un experto.

La secuencia:
Una vez más, nada realmente nuevo, excepto otra versión ligeramente diferente de lo que el informante de Castaneda supuestamente le dijo cuando vio a don Juan por primera vez.

Toma 8
De El lado activo del infinito (1998)

De pronto se inclinó y con un ligero gesto de la barbilla me indicó que mirara hacia el otro lado de la sala.

—Creo que ese viejo sentado en la banca junto al rincón es el mismo del que te hablé —me dijo al oído—. No estoy del todo seguro, porque sólo lo vi frente a frente una vez. [Nota: Esta vez don Juan está “en la banca junto al rincón.”] Cuando te hablaba de los chamanes y de sus transformaciones, te dije que una vez había conocido a un chamán de nube.

—Sí, sí, claro que me acuerdo —le dije—. ¿Es ese hombre el chamán de nube?

—No —dijo enfáticamente—. Pero creo que es compañero o maestro suyo. Los vi a los dos a la distancia hace muchos años.[Aquí, en su conversación, el hombre que anteriormente “sabía mucho de plantas” se ha convertido ahora en “maestro del chamán de nube.”]

Sí recordaba que Bill había mencionado muy de paso, pero no en relación al chamán de nube, que sabía de la existencia de un anciano misterioso que era chamán jubilado, un indio viejo misántropo de Yuma, que una vez había sido un chamán aterrador. [Aquí, en lugar de un yerbero que sabía mucho del peyote, tiene a Bill diciendo que don Juan era un “chamán aterrador.” Esto es interesante porque en Las enseñanzas Castaneda dice que al principio vio a don Juan sólo como “un hombre algo peculiar que sabía mucho sobre el peyote,” y sólo más tarde descubre que “la gente con quien vivía creía que… era un brujo.” En Una realidad aparte, Castaneda dice don Juan tardó todo un año para revelarle que era brujo.] La relación entre el chamán de nube y el anciano nunca había sido expresada por mi amigo, pero evidentemente, estaba fresca en la mente de Bill a tal extremo, que creía habérmela relatado.

Una ansiedad extrema me sobrevino y salté de mi asiento. Como si no tuviera voluntad propia, me acerqué al anciano, y le solté una perorata sobre mi conocimiento de las plantas medicinales y del chamanismo entre los indios americanos del llano y sus antepasados siberianos. Como tema secundario, le comenté al anciano que sabía que era chamán. Terminé asegurándole que sería muy beneficioso para él si hablaba largamente conmigo. [Aquí no hay una conversación preliminar de Bill. ¡Castaneda salta y aborda a don Juan por su cuenta!]

—Aunque sólo sea —dije con petulancia—, podríamos hacer intercambios de historias. Usted me cuenta las suyas y yo correspondo con las mías.

El anciano mantuvo la vista baja hasta el último momento. Entonces me escrudiñó.

—Yo soy Juan Matus —me dijo mirándome directamente a los ojos. [Anteriormente había presentaciones y conversaciones sobre el caballero sin caballo, etc. Antes teníamos la jactancia de Castaneda y la famosa mirada, ahora aquí don Juan se presenta a sí mismo al mismo tiempo que tiene lugar “la mirada.”]

Mi perorata no debería haber terminado allí de ninguna manera, pero por ninguna razón en la que pudiera pensar, sentí que ya no había más que decir. Quería decirle mi nombre. Levantó la mano a la altura de mis labios, como para prevenírmelo. [En las descripciones de los dos primeros libros, Castaneda explícitamente dice: “Le dije mi nombre,” y en Ixtlan se presentan a el uno al otro.]

En ese instante llegó un autobús a la parada. El anciano murmuró que era el autobús que esperaba y, muy sinceramente, me dijo que lo buscara para conversar con mayor libertad e intercambiar historias. Había una pequeña sonrisa irónica en su boca al decir esto. Con una agilidad increíble para un hombre de su edad (le hacía unos ochenta años), cubrió en unos cuantos pasos los cuarenta metros que había entre la banca donde había estado sentado y la puerta del autobús. Como si el autobús hubiera parado sólo para recogerlo, partió en cuanto él saltó al interior y la puerta se había cerrado. [En descripciones anteriores, hay un gran intervalo antes de que don Juan se levante y tome el autobús, pero aquí, cuando aún están conversando, llega el autobús.]

Después de que se fue, regresé a la banca donde Bill permanecía sentado. [¿Sí? Antes era Bill el que “volvía a la habitación.”]

—¿Qué te dijo, qué te dijo? —me preguntó muy agitado. [¿Qué me dices? Pero si antes Castaneda y Bill se sentaban en silencio durante un rato, antes de que Bill dijera: “No fue muy bien, ¿verdad?”]

—Me sugirió que lo buscara y que fuera a visitarlo a su casa —contesté—. Hasta me dijo que allí podríamos conversar.

—Pero, ¿qué le dijiste para conseguir que te invitara a su casa? —me exigió.

Le dije a Bill que había utilizado mi mejor arte de vendedor y que le había prometido revelarle todo lo que sabía yo desde el punto de vista de mis lecturas, sobre las plantas medicinales.

Bill, evidentemente, no me creyó. Me acusó de mentirle.

—Conozco a la gente del lugar —dijo agresivamente—, y ese viejo es un pedo muy estrafalario. No habla con nadie, ni siquiera con los indios. ¿Por qué se dispone a hablar contigo, un total desconocido? ¡Ni siquiera tienes gracia!… [Y continúa así interminablemente. Advertid simplemente que la larga conversación con Bill justo después del encuentro es enteramente diferente que la conversación post-encuentro descrita en Una realidad aparte. Por otro lado, en Una realidad aparte la conversación consiste en un par de párrafos, y no hay ni una sola frase que coincida.]

Comentario:
Después de la conversación, Castaneda dice que va directamente a Yuma en lugar de a Los Ángeles, y dice que se entera allí, por “alguna gente” que Bill le había presentado al principio de su viaje, que don Juan era un yaqui de Sonora y que era un brujo temible. En el original, Castaneda había dicho específicamente que Bill era el que le había dicho esto.

Esta historia final contradice todas las versiones previas, especialmente en la parte en que Castaneda salta y aborda a don Juan sin ninguna intervención por parte de Bill. No hay ninguna conversación estúpida en el terrible español de Bill ni nada que se le parezca. En los otros libros se dijo que don Juan había visto como un augurio que Castaneda llegara a él gracias a un idiota balbuciendo estupideces, pero aquí Bill ni siquiera se levanta y no balbuce estupideces a don Juan en absoluto.

La abstinencia sexual: Castaneda y Gurdjieff comparados

El clásico de Ouspenski, Fragmentos de una enseñanza desconocida, nos habla de las enseñanzas privadas de Gurdjieff

La abstinencia sexual: Castaneda y Gurdjieff comparados
Por Corey Donovan
Traducción por José González Riquelme

Espero que ninguno de nosotros nos sintamos irritados porque Castaneda tuviera una vida sexual. Me imagino que la mayoría simplemente se maravillará de la capacidad de un varón de setenta y tantos años para llevar a cabo una vida sexual tan tremendamente activa y promiscua como la que ha salido a la luz en los últimos meses. También parece que ha habido mucho humor irónico, por parte de Castaneda, en la manera en que ha manejado sus relaciones sexuales dentro de su círculo íntimo. Por ejemplo, al adoptar a su amante de tanto tiempo, Nury Alexander, como hija unos años antes de su muerte, Castaneda parecía disfrutar escandalizando a los recién llegados a su círculo, con el hecho de que tuviera relaciones sexuales con la persona a la que primero conocieron como “la hija de Castaneda”.

Más “disonancia cognitiva” entra en juego cuando uno recuerda que muchas veces Castaneda insistió en público que él no tenía relaciones sexuales, que no tenía ni tiempo ni energía para desperdiciarlos en el sexo, y, particularmente, su tendencia a criticar a otros “gurús” y maestros por no vivir de acuerdo a sus propias enseñanzas. Uno se acuerda, por ejemplo, de las censuras que frecuentemente hacía de Alan Watts, el cual escribía sobre cómo llevar una vida espiritual, pero por otra parte tenía una vida sexual contraria a esos principios, al menos en la mente de Castaneda.

Una manera de compaginar las manifestaciones públicas de Castaneda sobre la abstinencia y su propia vida sexual podría ser ésta: La continencia puede ser una etapa por la que todos nosotros debemos pasar en algún momento para eliminar nuestro condicionamiento sexual y liberarnos, y poder empezar a usar nuestra sexualidad de tal manera que ayude a generar energía y que produzca ciertas clases de conciencia acrecentada.

Castaneda se refirió a los que no eran unos “cogidas aburridas”, es decir, aquellos cuyas madres tuvieron un orgasmo en el momento en que fueron concebidos y que, como resultado, nacieron con suficiente energía para tener toda la actividad sexual que quisieran. Sin embargo, insistió en que la mayoría de nosotros éramos unos “cogidas aburridas”, y que deberíamos actuar asumiendo que no teníamos energía para desperdiciar en actividades sexuales. Se me ocurre pensar que Castaneda hizo de esto la base de sus “enseñanzas” sobre el sexo, porque no confiaba en que sus seguidores probaran la continencia, a menos que se la convirtiera en un requisito indispensable para “ver energía tan como fluye”. (Supuso, evidentemente, que no nos hubiéramos sentido muy estimulados a probar la continencia de saber lo frecuentemente que él tenía relaciones sexuales.) El problema con esto es que Castaneda creó una de sus muchas reglas universales de brujería, que, en mi opinión, ignora el hecho de que hay una gran diversidad de tipos energéticos entre nosotros.

Esta es una de las muchas áreas en donde creo que Gurdjieff tiene sus enseñanzas más afinadas, al enfatizar que lo que es adecuado para un tipo energético no tiene por qué funcionar con otro tipo, y que antes de cambiar o adoptar cualquier clase de comportamiento, uno debe ante todo tratar de determinar su propia constitución particular.

Gurdjieff habló de la abstinencia sexual en particular cuando contestó a una pregunta sobre si uno debe abstenerse de tener relaciones sexuales para formar el “cuerpo astral” [en contexto, muy similar al concepto del “cuerpo energético” de Castaneda] en el capítulo 12 del libro de Ouspensky Fragmentos de una enseñanza desconocida:

“Aquí no hay uno sino varias preguntas’, dijo G. ‘En primer lugar, la abstinencia sexual es necesaria para la transmutación [o sea, la formación del cuerpo astral] sólo en determinados casos, es decir, para ciertos tipos de personas. Para otros no es necesaria en absoluto. Y para otros más, llega por sí misma cuando comienza la transmutación. Explicaré esto con más claridad. Para algunas personas es necesaria una abstinencia total y prolongada para que comience la transmutación; en otras palabras, esto significa que sin esta abstinencia total y prolongada la transmutación no puede comenzar. Pero una vez que haya empezado, la abstinencia ya no es necesaria. En otros casos, es decir, con otros tipos de personas, la transmutación puede empezar con una vida sexual normal —y hasta es posible que puede empezar antes y seguir mejor su curso con un gran consumo externo de energía sexual. En el tercer caso, el comienzo de la transmutación no requiere abstinencia, pero, una vez que ha empezado, la transmutación absorbe toda la energía sexual y acaba con la vida sexual normal, o con el gasto externo de energía sexual.”

En el mismo capítulo, Gurdjieff también dice:

“El sexo juega un papel tremendo en cuanto a mantener la mecanicidad de la vida. Todo lo que la gente hace está relacionado con el “sexo”: la política, la religión, el arte, el teatro, la música, todo es “sexo”. ¿Creen ustedes que la gente va al teatro o a la iglesia a rezar o a ver una obra nueva? Eso es sólo para cubrir las apariencias. Lo más importante en el teatro o en la iglesia, es que habrá muchas mujeres o muchos hombres. Este es el centro de gravedad de todas las reuniones. ¿Qué crees que hace que la gente vaya a los cafés, a los restaurantes, a todo tipo de las fiestas? Sólo una cosa: el Sexo. Ahí está la principal fuente de energía de toda la mecanicidad. Todo sueño, toda hipnosis deriva de ella.

Cuando el sexo es claramente consciente de sí mismo, cuando no se refugia
detrás de pretextos, ya no se trata de la mecanicidad de la cual hablo. Por
el contrario, el sexo que existe por sí solo y que no depende de otra cosa
ya es un gran logro. Pero ¡el mal estriba en esta mentira perpetua a sí
mismo!”

Según voy siguiendo mi camino, zigzagueando por entre los escritos de Gurdjieff y los de las personas que lo conocieron, encuentro constantemente explicaciones serias como ésta, que me hacen sentir que, en los escritos de Castaneda, o don Juan (si tal persona existió) o el mismo Castaneda puede haber sido un administrador de la “luz de Gurdjieff”.

Castaneda no fue capaz de hablar, hasta cerca del final, de su propia vida sexual en un lugar público (y cuando lo hizo, fue al grupo de los domingos y sólo de una manera evasiva) debido, entre otros factores, a la mojigatería con la que fueron educados los jóvenes de su clase social en la América Latina de los años 20 y 30. Era esta misma inhibición, en mi opinión, lo que le hacía sentirse tan incómodo cuando los hombres iban en pantalón corto, o las mujeres llevaban atuendos “sugerentes”.

A propósito, creo que hay mucha actividad sexual sugerida en los libros de Castaneda y Florinda, aparte de los continuos episodios de exhibicionismo que describen entre los brujos del grupo de don Juan. La energía sexual es la más poderosa energía que tenemos, de manera que si una banda de brujos tan audaces como los que se describen en los libros (o algo parecido) realmente existieron, deben haber trabajado con su sexualidad explorando otros niveles de conciencia y otras realidades energéticas. Que Castaneda no pudiera encontrar otro camino por el que avanzar, aparte de enfatizar la abstinencia sexual al hablar públicamente sobre el sexo, sólo nos muestra sus limitaciones como maestro.

N. del T.: La edición española de este libro clásico de Peter D. Ouspensky contiene la siguiente información:
– Obra traducida de la edición francesa, cuya primera edición fue impresa en 1949, publicada en 1950, y revisada, corregida y reimpresa en 1961 bajo el título: “Fragments d’un Enseignement Inconnu”.
– Las ediciones en inglés han sido publicadas bajo el título: “In Search of the Miraculous-Fragments of an Unknown Teaching”.
– Única versión autorizada en español.
– Traducida por un grupo de personas bajo la dirección de Dorothea Dooling, Roberto Wangeman Castro y Antonio Cook Garland.
– Copyright 1968 by Tatiana Forman
– La distribución y venta de esta obra se hace por convenio especial entre
EDITORIAL GANESHA y S.I.E.L.P.
lAVALLE 2000 (1051) Buenos Aires – Argentina
– ISBN 950-9785-05-9
Impreso en Argentina
Editorial Ganesha

Salvador López: ¿Uno de los informantes originales de Castaneda?

Salvador López: ¿Uno de los informantes originales de Castaneda?
Por Corey Donovan
traducción por José González Riquelme

Dos de las personas que conocieron a Castaneda en los años sesenta y setenta, los profesores de la Universidad de California en Los Ángeles Douglass Price-Williams y Gloria Garvin Sun, han especulado que Salvador López, el último y famoso chamán de la reserva india de Cahuilla (y el último ejecutante del rito de tragar fuego), fue uno de los auténticos chamanes nativos que pudieron haber dado a Castaneda información etnográfica sobre el uso de la datura y otras plantas halucinógenas que usó en sus dos primeros libros.

Las reservas indias de los Cahuilla están cerca de Palm Springs y, por lo tanto, no muy lejos de Los Ángeles. Además están muy próximas al lugar donde Joanie Barker se crió, y se sabe que normalmente asistía al festival anual de los Cahuilla. Se ha especulado que Joanie, que se encontró con Castaneda por primera vez en el verano de 1960 y que pronto se convirtió en su novia, pudo haberlo llevado a la reserva india que le era tan familiar al enterarse de que él estaba asistiendo a una clase sobre chamanismo (dada por Clement Meighan).

Chris Rodgers, miembro de la lista de Sustained Action, visitó el Museo Malki en la reserva de Cahuilla y conoció a la nieta de Salvador López, que tiene ahora cuarenta y tantos años. Informó a Chris que López murió en 1973 (el año que el grupo de don Juan supuestamente “se fue”) y que era un “chamán oso” con conocimientos sobre el uso de la datura, la cual es conocida como un elemento tradicional de las prácticas chamánicas de los Cahuilla.

En cuanto al uso tradicional de la datura por los Cahuilla, he aquí lo que Lowell Bean ha dicho en su libro California Indian Shamanism (Ballena Press, 1992):

“Otra planta con propiedades narcóticas aún más dramáticas, la datura metaloides, conocida comúnmente como jimsonweed o toloache (de la palabra nahuatl toloatzin, a través del español), es nativa de muchos sitios de las Americas. En California, así como en partes de México, America Central y Sudamérica, el toloache se usaba en rituales halucinógenos y en las prácticas curativas.

Fisiológicamente, cualquier parte de la datura es tóxica, así como productora de visiones. Se usaba con las debidas precauciones, pues su uso podía causar el coma o la muerte. Incluso cuando se toma en dosis seguras, el estado psicodélico que produce puede ser aterrador, y los que la tomaban necesitaban ser vigilados y guiados cuidadosamente durante la experiencia. El descubrimiento de los usos de esta planta con propósitos medicinales y psicodélicos fue un significativo avance científico (Gayton 1930; Bean 1972; Kroeber 1925).

Es difícil hacer una descripción exacta de su uso en California, ya que las sociedades que la utilizaron prácticamente ya no existían cuando los etnógrafos las estudiaron. Las descripciones más completas de la religión basada en el uso de la datura, llamada culto del toloache en la literatura antropológica, son las de los Yokuts (Gayton 1930), Luiseño, y Cahuilla (Strong 1929; C.G. Bu Bois 1908a).

Ésta es, aparentemente, una religión muy antigua, común a algunos pueblos del sur de California y a los de la parte baja de su zona central, mientras que la planta de la datura era conocida y usada (aunque no en relación con el culto del toloache) por pueblos tan al norte como los de la región de la Bahía de San Francisco y desde allí por el Este hasta la Sierra Nevada…

El uso de la datura estaba relacionado con frecuencia con los puestos de autoridad y casi siempre con la orientación profesional y con el rango social. Por ejemplo, el Cahuilla páxa… era un dirigente cuyo papel principal consistía en la organización de la ceremonia de iniciación de los muchachos. Él y los chamanes (cuya asunción de poderes chamánicos tenía lugar gracias a la mediación de la datura) eran miembros importantes del consejo de los hombres que controlaban los asuntos de la tribu. La ceremonia de iniciación de un joven tenía lugar cuando un número de jóvenes no iniciados, las reservas acumuladas de comida, o el desarrollo de las tensiones sociales internas, estimulaban a este grupo gobernante a emprender los preparativos necesarios (Strong 1929; Gayton 1930; Kroeber 1925).

Antes de la iniciación los jóvenes eran separados de sus familias y llevados a un lugar aislado. Después de los pertinentes ritos de purificación, se les daba una infusión de raíz de datura, y a continuación se les animaba a que bailaran hasta que cayeran en un estado de inconsciencia. Cuando despertaban, se encontraban en un estado de trance en el cual veían visiones en vivos colores, simbólicas y emocionalmente significativas, todo ello bajo las condiciones controladas por el páxa y sus ayudantes. Durante las semanas siguientes a los chicos se les enseñaban canciones y bailes del clan, y al final de la semana se hacía, y se explicaba, una pintura en el suelo mostrando conceptos cosmológicos. La bebida de datura era la parte esotérica de los ritos más largos, que tenía detalles de ejecución distintos en cada grupo. Tales ceremonias eran los rasgos centrales de la religión toloache de los Luiseño-Juaneño, Cahuilla, Kumeyaay, Cupeño, y Gabrielino. Entre estos grupos las ceremonias se hacían con todos los muchachos, mientras que entre sus vecinos de la región del noroeste, los Serrano, sólo los jóvenes de las familias más selectas eran iniciados (Strong 1929).

Los chamanes bebían el toloache como parte de la mayoría de las ceremonias religiosas de las tribus del sur de California; les daba acceso a fuentes de poder necesarias para curar, adivinar, diagnosticar, bailar, y cantar durante largos periodos; para las grandes cacerías; para tener una visión más aguda; y para la brujería. Los chamanes de varios grupos ponían a prueba sus poderes durante el Baile del Águila, participando en una prueba para ver quién podía matar al águila sagrada ‘disparándole’ con toloache. En estos casos particulares el toloache parece ser una fuerza personificada (Strong 1929; Harrington 1942).”

Otro miembro de la lista de Sustained Action, Daniel Lawton, es el hijo de Harry Lawton, antropólogo y escritor que había pasado mucho tiempo en la reserva Cahuilla. Daniel preguntó a su padre sobre Salvador López. Lo recordaba haciendo las ceremonias de comer fuego. También dijo que creía que su esposa se llamaba Alice, y que sólo hacía unos años que había muerto. Dan preguntó a su padre si López podía ser una base viable para el personaje de don Juan, y posteriormente nos comunicó: “Me dijo que el individuo era bastante estoico. Sólo respondía a preguntas, no era la clase de persona que diera muchas explicaciones al estilo de como don Juan hace en los libros”. Sin embargo, Salvador López, como experto en el uso de la datura, tan cómodamente cerca de Los Ángeles, en una reserva en donde la novia que Castaneda tenía entonces, Joanie Barker, era, al parecer, conocida y de confianza, parece un buen candidato para haber sido uno de los informantes de Castaneda en los usos tradicionales de esta planta, lo cual haría que los dos primeros libros de Castaneda sonaran con un cierto grado de autenticidad etnológica.

Semejanzas entre la Tensegridad y otros sistemas de ejercicios

Semejanzas entre la Tensegridad y otros sistemas de ejercicios
por Ewald Berkers
traducción por José González Riquelme

La Tensegridad no es única. Existen toda clase de sistemas que utilizan los movimientos y posturas del cuerpo para aumentar el bienestar (yoga, qigong). Es muy probable que Castaneda haya tomado algo prestado de estos otros sistemas para crear sus pases de Tensegridad. Aquí se muestran algunos pases de Tensegridad que son extraordinariamente parecidos a movimientos procedentes de otros sistemas. También se dan algunas explicaciones alternativas de por qué funcionan los pases.

Un principio general que se pone en funcionamiento en todos los pases es el estiramiento de los meridianos. Estirando algunas partes de la piel y del cuerpo, se abren los canales energéticos (meridianos). Para mí esto es como una sensación de frescura.

Si haces muchos movimientos diferentes (Tensegridad o, por ejemplo, danza), gran parte de tu cuerpo se estirará. En consecuencia, el flujo más suave de la energía hará que te sientas mejor.

Se sabe que Castaneda, Florinda y Taisha han practicado artes marciales durante bastante tiempo. Se puede ver esta influencia en las formas largas, que son como las formas largas de las artes marciales, normalmente llamadas katas.

En particular, la forma larga de Luhan y la del Tigre del Intento son muy parecidas a katas.

Los números de las páginas del libro Pases mágicos se refieren a la edición española publicada por Ediciones Martinez Roca, S.A. (222 páginas).

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La Serie del Intento.

• Mezclar energía golpeando el suelo con los talones (Pases mágicos, pág. 50).

Este caminar sin moverse del sitio abre canales en las caderas y en los tobillos.

Encontrado en Qigong for Health and Martial Arts [Qigong para la salud y las artes marciales] por Yang Jwing-Ming.

• Patear energía por delante y por detrás del cuerpo (Pases mágicos, págs. 52 y 53).

Este golpear hacia adelante y arriba, y para atrás es un ejercicio chino corriente.

Encontrado en The Chinese Exercise Book [El libro de ejercicios chinos] por Dahong Zhou.

• Patear una puerta lateral (Pases mágicos, pág. 54).

Golpe típico de judo.

• El semicírculo de energía (Pases mágicos, págs. 59 y 60).

Aumenta la coordinación entre los dos hemisferios del cerebro.

Este pase es parecido a algunos movimientos del BrainGym, como los “Ochos perezosos”. (Estando de pie se levanta un brazo estirado por delante del cuerpo hasta la altura de los hombros. Lentamente se traza un gran 8 tumbado, o símbolo del infinito, con la punta de los dedos y se sigue con los ojos.)

• Agitar energía por encima de la cabeza y partirla (Pases mágicos, pág. 61 y 62).

Abre canales energéticos al estirar la piel de los brazos. El movimiento circular de la mano sobre la cabeza sirve para que reciban el tratamiento tantos canales como sea posible.

Muchos movimientos y posturas del Qigong chino utilizan esta posición del brazo (sin hacer el círculo) para abrir canales energéticos. Se pueden encontrar algunos en el libro que está en la siguiente dirección de internet http://taichiworld.com/freebooks/CS.html

• Acumular energía para el intento (Pases mágicos, págs. 62-70).

Los pases en donde se “agarra energía” y se aplica a los “centros vitales” parecen únicos.

De todas maneras, hay movimientos de Qigong que tienen algo en común con ellos. En estos pases la energía se genera poniendo en tensión los puños de varias maneras, y después de acumular suficiente energía se la deja fluir por los brazos al resto del cuerpo. (Muscle/Tendon Changing & Marrow/Brain Washing Chi Kung por Yang Jwing-Ming, págs. 150-159.)

Según mi punto de vista sobre los pases de la serie del Intento, no se toma energía del capullo luminoso, sino que se genera tensando los puños. Esta energía se pone entonces en el sistema energético del cuerpo a través de los puntos de acupuntura llamados Zhangmen (“Puerta del sistema”) en la parte delantera del cuerpo y Mingmen (“Puerta de la vida”) en la parte de atrás. Los movimientos de los brazos en este proceso no son sólo para hacer que los movimientos parezcan más misteriosos, sino probablemente también para generar energía extra y abrir canales energéticos en los brazos al estirarlos.

La serie de Westwood

• Los pases mágicos del centro de decisiones (Pases mágicos, págs. 96-103).

En mi opinión estos pases están dirigidos a la glándula tiroides, que está situada al nivel del punto V. Las hormonas que produce la tiroides no tienen nada que ver con el tomar decisiones, pero influyen en la cantidad de energía del cuerpo a nivel celular. La mayoría de pases de esta serie dan un cierto masaje o agitan la glándula tiroides y por lo tanto la hacen producir más hormonas.

El punto de acupuntura localizado en el punto V tampoco tiene nada que ver con la toma de decisiones. Castaneda asegura que los chamanes antiguos no querían tocar este punto. Aunque es un punto débil que tiene que ser manejado por los acupuntores con cuidado, no hay ningún problema en tocarlo o darle masaje suavemente con el dedo.

En la acupuntura, la toma de decisiones está relacionada con el meridiano de la vesícula.

• Pases para conseguir el silencio interior, Tres dedos en el suelo, Los nudillos en los dedos de los pies (Pases mágicos, págs. 138 y 139).

Los movimientos en los que hay que doblarse e inhalar mientras se colocan los dedos en el suelo, o los nudillos en los dedos de los pies, son muy parecidos a los movimientos de qigong para los riñones. En la variante del qigong, te doblas y tocas los tobillos o el suelo con las manos, esperas unos segundos y lentamente te incorporas. (The Roof of Chinese Chi Kung, por Yang Jwing-Ming, págs. 151 y 152.)

La serie Caliente

La serie caliente, al parecer, es muy parecida a un número de movimientos en el sistema de artes marciales Teh Kenpo (un arte marcial del estilo del karate).

• Elevar energía de la izquierda y de la derecha (Pases mágicos, pág. 147).

Es igual que el ejercicio en el Tai Chi Quan estilo Yang llamado: El gallo dorado sobre una pierna (excepto por la velocidad y la intención). Hay una fotografía en la página 42 del número de Junio/Julio de 1996 de la revista Kung Fu Wushu que muestra este movimiento [contribución de Linda Zoontjens y Daniel Lawton].

• Mezclar energía del cuerpo izquierdo y el cuerpo derecho (Pases mágicos, pág. 154).

El principio es similar a algunos movimientos de BrainGym (por ejemplo, los ochos perezosos), en donde la atención cambia repetidamente del lado izquierdo al lado derecho del cuerpo para aumentar la coordinación entre los dos lados.

• La respiración lateral (Pases mágicos, pág. 167).

Este movimiento de las manos con las palmas mirando hacia los laterales, es una manera corriente de estirar el meridiano Lung en el qigong (por ejemplo, Qigong Empowerment, por Liang & Wu, pág. 45).

Pases para el cuerpo izquierdo

Tercer pase mágico de los cinco para el cuerpo izquierdo (Pases mágicos, págs. 174 y 176).

Estos pases son similares a partes de “Yun Zhuan Qian Kun” (Induciendo la gran circulación del Qi) como se describe en el libro Prenatal Energy Mobilizing Qigong–China Taoist Ancient Qigong (Guangdong Science and Technology Press, 1992) (Los movimientos de este libro también se hacen en el lado derecho.) [Contribución de William Settee]

Pases con las bolas de teflón

• Puntos misteriosos en la parte superior del cuerpo (Pases mágicos, págs. 216 y 217).

Puntos normales de acupuntura que son estimulados con las bolas. Estos puntos son:

– Parte superior de la cabeza – Baihui / GV 20 (limpia los sentidos, calma el espíritu, beneficioso para varios sistemas)

– Sienes – Shangquan / GB 3 (para problemas de oído o senos)

– Tercer ojo – Yingtang (calma el espíritu)

– Bajo la caja torácica – Zhangmen / LIV 13 (beneficioso para varios sistemas)

• Puntos misteriosos en el brazo izquierdo (Pases mágicos, págs. 213-216).

Los puntos de acupuntura estimulados son:

1. Chize / LU 5

2. Jianshi / PC 5 and Neiguan / PC 6

3. No es un punto de la acupuntura TCM, de la del maestro Tong o

de la generalizada.

4. Parte interior de la muñeca: Shenmen / HT 7; parte exterior:

Yanglao / SI 6

5. Quze / PC 3

6. Xiaohai / SI 8

7. Shouwuli / LI 13

La mayoría de estos puntos están indicados para el tratamiento de la depresión.

Primer video

• Tres puntos en la cara

Es muy parecido al ejercicio de yoga mencionado en la página 26 del libro Yoga with Swami Sarasvati (Cornestone Library, New York, 1973), en un capítulo dedicado a la cara y al cuello; en la foto del ejercicio número 2 la colocación de las manos es idéntica al video. En yoga no tienen la parte del movimiento de “soltar” (cuando los dedos se estiran de golpe después de aplicar la presión —en el ejercicio de yoga los dedos no presionan sino que dan masaje suavemente en círculos, pero la posición de las manos es la misma, incluidos los pulgares debajo de la barbilla). [Contribución de William Settee]

Los puntos de acupuntura estimulados son Tongziliao / GB 1 y Taiyang (junto a los ojos). Los puntos bajo la barbilla no parecen ser puntos de acupuntura.

• La antena / La respiración axial

La posición más importante de las manos (con los dedos corazón, anular y pulgar unidos) en el movimiento llamado “La Antena” es el Apan Mudra, también llamado Mudra de la Energía. (Ver más abajo la referencia a la página 74 de Donde cruzan los brujos.)

En algunas fotocopias que hice hace más de diez años, no tengo ni idea de qué libro las saqué, encontré toda una colección de posiciones de las manos. Estas mudras son de un texto japonés de 1272 llamado Shi-do-in-zu. En una de las figuras, titulada “Deidades representadas en forma de mudras”, la Mudra de la Energía aparece combinada con la de “La Antena”. La mano izquierda tiene el pulgar y el meñique unidos y los otros dedos apuntan hacia arriba.

En otra figura del mismo libro se muestra la posición de las manos en “La respiración axial”.

No-haceres: Propósito inflexible.

Dirigido al meridiano del intestino delgado, que se encuentra en la parte externa de los brazos, desde el meñique hasta los hombros. El intestino delgado en la medicina china está relacionado con la separación de lo Puro y de lo Impuro. También actúa sobre la mente. Me di cuenta que presionando los puntos de este meridiano podía llegar a un estado mental que era muy parecido al que se lograba haciendo “Propósito inflexible”.

Las formas largas de Luhan

Howard Lee está enseñando actualmente formas largas que son sumamente evocadoras de las formas que Castaneda atribuyó al Nagual Luján.

[Contribución de Corey Donovan]

El Tigre del Intento

Las garras de tigre las encontramos en muchas artes marciales, incluida la que Howard Lee enseña. [Contribución de Daniel Lawton]

Actúa sobre los pulmones, usando varios principios conocidos del qigong. El sonido silbante se conoce como el “sonido curativo” de los pulmones. Las garras estiran algo el meridiano de los pulmones (que va desde los hombros a los pulgares, aproximadamente).

Los vigorosos movimientos contrarrestan la emoción que más perjudica a los pulmones, es decir, la tristeza.

Ejercicios de calentamiento

Se sabe que los ejercicios de calentamiento de Castaneda (por ejemplo, los giros de los brazos) son los mismos que enseña Howard Lee. Puesto que Castaneda asistió a las clases de Howard Lee durante diez años y Howard Lee nunca ha asistido a un seminario de Tensegridad, no hay mucha duda de quien copió a quien.

Pases de Donde cruzan los brujos

En http://www.nagual.net/ixtlan/notes/spasses.html hay unos pasajes del libro de Taisha Abelar Donde cruzan los brujos, con las descripciones de todos los pases descritos en dicho libro. Los números de las páginas se refieren a las del texto en español.

Muchos de los pases de Clara son de origen chino. Esto no se menciona explícitamente en el texto, pero se indica que Clara ha estudiado acupuntura y artes marciales en China.

De manera que Taisha Abelar muy probablemente ha tenido bastantes conocimientos sobre las técnicas chinas de manipulación del chi.

• Página 51, primera parte.

La respiración que se hace sentándose y agarrándose las rodillas es el ejercicio de Hatha Yoga “Pavanamuktasana”, pudiéndose encontrar una descripción con foto en el libro Yoga Hygiene Simplified de Shri Yogendra, Pyramids Books, 1969. [Contribución de William Settee]

• Página 53, segunda parte.

Taisa tiene que mover la energía por la línea central del cuerpo desde la vagina, por la espalda, por la cabeza y hacia abajo a su vagina de nuevo.

Esto se llama la “circulación pequeña” o la “órbita microcósmica”. Es un ejercicio de qigong básico y muy corriente.

Taoista. Se utiliza para eliminar los bloqueos energéticos, para suavizar el flujo de la energía. (No hay que hacerlo desnudo.)

El entrenamiento de la “pequeña circulación” es realmente un poco más complicado de lo que se describe aquí y no está exento de peligro.

• Página 74.

La posición de la mano, colocando el pulgar en la parte superior de los dedos corazón y meñique, es igual a como se hace en el último pase del primer video (“La Antena”). Se llama Apan Mudra o Mudra de la energía.

En el portal de la red http://www.acupunture.com/Acup/AIDS.htm encontré el texto siguiente:

“A Guan Yin, el Buda de la compasión, se le muestra a veces con las manos colocadas en un mudra específico, o postura de meditación. Es interesante hacer notar el efecto energético de esta posición en la que las puntas de los dedos corazón y anular tocan la punta del pulgar. Los dedos índice y meñique están estirados hacia afuera. El punto central energético de este mudra es que el Qi circula de vuelta hacia ti y, al mismo tiempo, proyectado hacia afuera. De esta manera, se nos recuerda que la compasión es amarse a uno mismo, y reconocerse en el otro.”

En el libro Qigong Empowerment de Liang & Wu, encontré una variación interesante llamada “el sello de la mano de la luz dorada”. Después de poner ambas manos en esa posición, se presionan suavemente los dedos índice y meñique de las dos manos juntas (este sello es parte de un pase más largo).

• Página 82.

Respirar como un bebé. Así es exactamente como los taoistas llaman a la respiración abdominal.

• Página 96.

Palmas en las orejas, dedos detrás de la cabeza, los dedos corazón tocándose. Dar golpecitos en el cráneo poniendo los dedos índices encima de los dedos corazón y después haciéndolos resbalar con fuerza para que golpeen produciendo un chasquido.

Esto es Qigong taoista corriente (por ejemplo, Chi Self-massage por Mantak Chia, página 81).

• Página 99.

Tragar saliva y seguirla según baja es un ejercicio taoista corriente para reducir el diálogo interno excesivo.

• Página 121.

Masaje facial usando los dedos. Clara lo utiliza para evitar la formación de arrugas.

Hay toda clase de variaciones de estos movimientos; son muy corrientes (por ejemplo, Chi Self-massage por Mantak Chia).

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