Hacerse responsable

-Te sientes como una hoja a merced del viento, ¿no? -dijo don Juan, mirándome.
Así me sentía exactamente. Don Juan parecía compenetrado de mis sentimientos. Dijo que mi estado de ánimo le recordaba una canción y empezó a cantarla en tono bajo; su voz cantante era muy agradable y la letra me arrebató: “Qué lejos estoy del suelo donde he nacido. Inmensa nostalgia invade mi pensamiento. Al verme tan solo y triste cual hoja al viento, quisiera llorar, quisiera morir de sentimiento.”
Callamos largo rato. Finalmente, él rompió el silencio.
-Desde el día en que naciste, de una forma u otra, alguien te ha estado haciendo algo -dijo.
-Eso es correcto -dije.
-Y te han estado haciendo algo en contra de tu voluntad.
-Cierto.
-Y ahora estás desamparado, cual hoja al viento.
-Correcto. Así es.
Dije que las circunstancias de mi vida habían sido, a veces, devastadoras. Él escuchó con atención, pero no pude saber si sólo lo hacía por amabilidad, o si estaba genuinamente preocupado, hasta que lo sorprendí tratando de esconder una sonrisa.
-Por mucho que te guste compadecerte a ti mismo, tienes que cambiar eso -dijo con voz suave-. No encaja con la vida de un guerrero.
Rió y cantó nuevamente la canción, pero contorsionando la entonación de ciertas palabras; el resultado fue un lamento risible. Señaló que el motivo de que me gustara la canción era que en mi propia vida yo no había hecho sino lamentarme y hallar defectos en todo. No pude discutir con él. Estaba en lo cierto. Sin embargo, yo creía tener motivos suficientes para justificar mi sentimiento de ser como una hoja al viento.
-Lo más difícil en este mundo es adoptar el ánimo de un guerrero -dijo él. De nada sirve estar triste y quejarse y sentirse justificado de hacerlo, creyendo que alguien nos está siempre haciendo algo. Nadie le está haciendo nada a nadie, mucho menos a un guerrero.
“Tú estás aquí, conmigo, porque quieres estar aquí. Ya deberías haber asumido la responsabilidad completa, y la idea de que estás a merced del viento debería ser inadmisible.”
(Viaje a Ixtlan, C. Castaneda)

¿De qué sirve el poder?

Tomado de http://rojointenso.net/foros/index.php?showtopic=1043

¿De qué sirve el poder?

Cada cierto tiempo se repite algo que sin excepción me pone algo melancólico y me hace preguntarme cosas. Una persona quiere vivir su propia vida y desarrollarse, deja de ver a alguien que le hace daño, o que no quiere superarse, y duele.

Sería muy hermoso poder ayudar a otros. NO ES POSIBLE.

Cuando aprendí a leer las cartas como método para usar mi intuición, se me explicó que jamás se debe cobrar por una sencilla razón. No podemos ayudar a nadie con cartas o no. Podemos crear situaciones para que las personas se ayuden pero no ayudarlas.

Por lo mismo, los que cobran por ayudar a otros, sea a través de las cartas o por operar enfermos, no están ayudando. Si acaso, están realizando un intercambio de esperanzas por dinero, el doctor que hace una cirugía no lo hace gratis. ¿Ayuda él? Trata de ayudar al cuerpo a que se ayude a través de medicamentos o cortar partes del cuerpo, pero ayudar No.

Vivir de ayudar a otros, o enfocar la vida en “ayudar” o “entrenar” a otros tiene un gran riesgo. Se corre el riesgo de interesarse en la vida de los demás porque la propia vida esta vacía. Es necesario ayudarse para poder ayudar, siendo árbol de frutos y no de leña.

Algo que se hablaba mucho cuando estaban presentes al mismo tiempo el Nagual Andrés y el Nagual Rafael, es que no sólo no se puede ayudar, sino que en el caso de un sacerdote, sólo podría absolver de los pecados si no tuviera antes que hacerse perdonar los propios.

El modo y los conocimientos están disponibles para el que quiera tomarlos. Un médico puede publicar sus investigaciones en Internet por varios motivos, pueden ser nobles ( tener sus datos a la mano, ayudar a otros, etc ), o pueden ser egoístas ( reconocimiento profesional, dinero etc), pero ese conocimiento es independiente de quien lo escribe, y no es conocimiento sino hasta que alguien lo aplica.

Podemos entrar en discusiones interminables sobre que si la mamá de un niño con una enfermedad terrible puede o no ayudarlo. Hay batallas que deben pelearse aunque no dependa de nosotros el resultado. Ser un guerrero es ser alguien que no se rinde, si el guerrero no consigue su objetivo, lo intenta repetidamente hasta la muerte. Si no lo consigue no es un guerrero, sino palabras vacías de un hombre vacío.

Un guerrero es práctico. No sirve de nada intentar curar a un alcohólico o tratar de llegar a la luna nadando. Si se cura el alcohólico lo hace por sus propios medios ( que quizá le proporcionó el guerrero ), y si se es un guerrero, no se pierde el tiempo en metas imprácticas, estúpidas o de autocompasión, o como diría Gurdjieff, de verter la nada en el vacío.

Un guerrero tiene su objetivo, y a través de su poder personal trata de salir del camino del burro haya o no conseguido la zanahoria. Al conseguir su meta o darse cuenta que esta realmente es inalcanzable, sale del círculo, y ese es el punto donde se da la evolución, donde se crea una revolución, y donde se puede hacer la diferencia.

Es importante recordar que no podemos ayudar a nadie, y mucho menos a aquellos que amamos, pero podemos protegerlos.

Así mismo, debemos considerar que no podemos pagar porque alguien aprenda por nosotros, un maestro particular puede enseñarnos pero no hacernos aprender, al igual que podemos contratar a un guardaespaladas pero no pagar a alguien para que haga ejercicio por nosotros.

Cualquier lucha por lograr esto es una estupidez. No se obtiene algo de nada. Los magos negros, los obsesionados y los tontos creen que sí.

¿De qué sirve el poder si eres incapaz de ayudar a los que amas?

DE NADA.

Y sin embargo, puede usarse en proteger y nutrir a aquellos que lo necesitan. El poder siempre puede usarse para cumplir con nuestro deber, o ayudarnos a aumentar nuestras habilidades para lo mismo. Cualquier intento de usar el poder para otra cosa, es tirarlo.
Alfonso Orozco – Noviembre 1999
ICQ 41907900

Hablar o no hablar

Tomado de www.nahual.org/hablar.html

Hablar o no hablar

Hace unos días recibí una pregunta por ICQ muy interesante:

“¿Pueden los naguales y los guerreros hacerse conocer? yo tengo un amigo guerrero que un día me confesó todo llorando, que no podía decirle a nadie , por que las personas focalizan en ellos y pierden energía, esto se lo dijo un Nagual, y que eso no lo podía soportar, que hacia un año que no lo decía a nadie, y te aseguro que es absolutamente verdad, por que de ser una persona normal de pronto comenzó a hablar de Castaneda con los términos exactos sin haber leído un libro”

Aquí hay varias consideraciones, primero, un Nagual o guerrero se da a conocer sólo con sus actos visibles. Tener que decirle a alguien que se es un Nagual o guerrero, hace que se deje de serlo. Es cierto que hablar llama sobre uno influencias negativas, pero al respecto, hay que ver cual es el objetivo final del guerrero al hablar. Si puedes tratar de ayudar a otros puedes hablar. Si puedes aclarar las dudas, puedes hablar, pero no puedes hablar para obtener un beneficio personal, o para no estar solo. El silencio es necesario por lo mismo que Cristo menciona que se debe rezar en secreto. Creo que lo que esta detrás de esto es una situación desgraciadamente poco común. Primero, la persona de la que se habla en la pregunta obviamente no tenía una vida equilibrada, sino que buscaba respuestas y encontró solo mas preguntas.

En la hoja El prisionero de las estrellas mencioné como pasos para que algo sea valor, el poder publicarlo libremente. Salvo raras excepciones, el conocimiento puede usarse libremente siempre que no perjudique a otros. Enseñar a otros técnicas de parar el mundo es válido, pero aunque suene extraño, hay personas que me han escrito preguntándose como hacer que un pariente viva menos. En lo personal, lo único que no puedo revelar son fragmentos específicos. Para el que busca las respuestas están en muchos lugares, los libros de Castaneda contienen un camino para buscar la verdad, al igual que la Magia Ritual , los rosacruces y demás.

Hay momentos en que el camino exige un juramento de silencio, pero lo que se pide callar es poco. Puedo explicar esto de manera muy sencilla. Si yo digo “Busca y encontrarás” algunos verán un fragmento de la Biblia, otros una burla, y otros entenderán. Todo lenguaje o acto que vemos está condicionado con la energía que tiene a su alcance el receptor. Puedo usar frases como “evolución espiritual”, pero realmente lo que está escrito en unas palabras pasa desapercibido a las personas. La comprensión depende del receptor. Podemos aprender verdades grandes de personas que saben menos que nosotros simplemente porque tenemos una mayor energía que ellos. Este tema lo discuto con detalle en Las escuelas iniciáticas.

La afinidad y el buen juicio son también una guía para saber a quien podemos y no podemos decir ciertas cosas. Durante años me ha tocado ver que dos mundos aislados, uno de personas que me conocen como experto en programación, y otros que me conocen como Nagual, se llevan una gran sorpresa de repente al descubrir la existencia del otro mundo.

Sin embargo, creo que esta persona estaba en medio de un ambiente que no le correspondía y guiado por las circunstancias, tenía necesidad de alguien que le oyera y se preocupara por él. Un guerrero pelea sin esperar recompensa, porque pelear ciertas batallas es suficiente recompensa. Las personas con que estamos en contacto pertenecen a un mundo intermedio; yo puedo dar la iniciación, por poner un ejemplo, pero sólo al que quiere y merece ser iniciado. IMPORTAN LAS PERSONAS. Aquí va un ejemplo que puede parecer exagerado, pero es absolutamente verídico.

Hace un tiempo hablé de matrimonio con una dama, y de repente nos dimos cuenta de un incidente. Siempre le hablaba yo por teléfono, nos poníamos de acuerdo para vernos por Chat, Email, o el mismo teléfono. Ella me mandaba beeper cuando mi beeper funcionaba. Y de repente.. oh sorpresa…. nos dimos cuenta que a pesar de estar casi comprometidos… ella no tenía mi teléfono personal ni el del trabajo.

Uno puede ser reservado con las cosas que no importan, pero las importantes, deben decirse, y demostrarse con actos. El guerrero respalda sus palabras con la conducta. Hay cosas que de repente si hay que decir aunque no sean importantes, por ejemplo, he mencionado en varias ocasiones que puedo ser muy violento físicamente, y que sé artes marciales. Esto lo comento a las personas que me interesan, porque de repente podría parecerles raro que alguien calmado pare un asalto, por ejemplo. Creo que la coherencia es sumamente importante. Un guerrero que se deje llevar por su dolor, su pena o su soledad, no lo es. Las lágrimas pueden indicar corazón, pero el corazón no cuenta si no tiene a que adherirse.

El Nagual Rafael decía a sus discípulos que un estudiante pasa por etapas en las que llega a tener miedo de su sombra, pero realmente, creo que esto no era lo que pasaba al joven del que me comentan. Simplemente, no podía entender que los demás no eran como él. Estaba en la etapa de buscar una vida “normal” … pero una vez que se entró en ciertas cosas no hay marcha atrás, sobre todo cuando uno es sincero.

Me parece raro que se le pidiera no decir nada a nadie desde hacía hace un año.. en un año de entrenamiento no se aprende nada que no deba decirse, y como he dicho antes, las mismas palabras hacen que haya una barrera natural. Solo escucha quien tiene oídos y ve quien tiene ojos.

Que se pueden llamar a influencias negativas, si.. el principal problema de tener dinero y salir a una calle oscura, es que uno está donde no debe estar. Si se focaliza sobre uno y uno pierde energía o es asaltado, no es por decir o ponerse un reloj bueno, sino por el lugar en que se está. Por otra parte hay un momento en que dar explicaciones no está moralmente mal pero puede ser desastroso. Como dice el refrán, quien anda de redentor, termina crucificado.

Algo que me resulta aparente es que la persona de la que se habla no estaba emprendiendo una búsqueda del guerrero como se describe en el ciclo del héroe, porque no se nota la influencia de la fuerza equilibradora en su vida.

Y hay un momento que las influencias negativas son mínimas, porque operan en un nivel diferente… como dice un poema mexicano :” Hay aves que cruzan el pantano y no se manchan”, o como dicen varias filosofías orientales, aquel que no tiene herida puede tocar el veneno con la mano.

Por otra parte, lo de no conocer el lenguaje de Castaneda y de repente después de tratar a un Nagual ( el que le dijo que no dijera nada a nadie ).. pues obviamente esa persona lo familiarizó con textos de Castaneda ya digeridos. Además, siempre es posible que ese maestro haya querido prevenirlo contra el hecho de que los demás no son como uno, y que a veces querer hacer las cosas es sumamente desagradable para otros. Vale la pena ver otros aspectos que he citado en otras partes:

* El pararrayos ( porqué hablo )

* La máscara ( porqué se necesita la no compasión )

* Dos mundos ( renunciar al mundo no está permitido )

* El retiro del mundo

* El prisionero de las estrellas (Pasos para ser valor)

* La llamada

Al hablar de esto recuerdo fragmentos de Castaneda que hablan del Nagual o guerrero(cosas diferentes!!!) como un baluarte de cordura y razón, no de dudas ni penas, ni de soledad. Por detalles que menciono en La llamada, y lo que otros llaman señales o designios, es obvio en mi línea que los nuevos grupos de guerreros no se forman entre los desesperados. Ser Guerrero es ser sobrio. EL Nagual es un faro de cordura, en palabras de Castaneda… hay gentes que no se aceptan en el Nagualismo y el verdadero Nagualismo, NO RECLUTA, como le pasó a Carlos. Mas adelante hablaremos de eso, pero sería interesante ver como llego la persona en cuestión bajo la tutela de ese Nagual.
Alfonso Orozco – Octubre 1999
ICQ 41907900

Comandos cuerdos

Comandos cuerdos

Son las tres de la tarde. Otra vez estoy sentado en mi coche esperando a una persona. Falta una hora.

He mencionado que la mayor parte de los que me buscan, y que son serios/equilibrados, lo primero que me preguntan se refiere a parar el diálogo interno. Parar el diálogo interno es sumamente fácil, como han descubierto aquellos a quienes he enseñado el método, pero parar el diálogo interno puede ser muy peligroso.

Todos sabemos que la naturaleza odia el vacío, como es obvio el poder del hombre reside en decidir que va a alimentar de sí mismo. Si un hombre es incapaz de acercar a su vida las cosas valiosas y/o alimentarse de ellas, terminará en una situación mucho peor de en la que estaba originalmente.

Por lo tanto, no enseño el método que detiene el diálogo interno, excepto a aquellos que de una manera u otra demuestran en sus acciones o palabras la cordura necesaria. Es importante considerar que aunque detener el diálogo interno de la manera correcta es sumamente benéfico, algo debe sustituirlo. Lo más indicado es lo que en México llamamos “comandos cuerdos” Castaneda habla de ellos en “el fuego interno”. Cito a continuación lo más importante.

El diálogo interno apropiado para los nuevos videntes no significa diálogo, sino el manejo desinteresado del intento a través de comandos cuerdos. El manejo del intento empieza con un comando dado a uno mismo; el comando se repite hasta que se convierte en el comando del águila y se mueve el punto de encaje.

Tu comando es el comando del águila, y esa es la esencia de la maestría del intento. Mientras tanto, da ahora mismo el comando de no impacientarte ni siquiera en los peores momentos de duda. Transcurrirá un lento proceso antes de que ese comando sea escuchado y obedecido como si fuera el comando del águila.

Lo anterior es sumamente claro, pero debemos tener cuidado de no caer en los extremos. Ir a bailar no puede ser un comando cuerdo, porque implica diversión, al igual que ir al cine. NO HAY INTENTO EN HACER LO QUE QUEREMOS HACER, y una diversión es eso, di-vertirse, enfocarse a dos actividades separadas al mismo tiempo. Si un guerrero pelea a cada momento su ultima batalla sobre la tierra no puede pelear a la vez dos batallas, y por lo mismo al divertirse uno no está intentando, sino usando “tiempo fuera” que por otra parte es indispensable por razones obvias.

Hace unos meses una persona me comentaba que le preocupaba su paranoia eventual, y me pedía consejo sobre como controlarla. Le contesté que un guerrero hace del lugar donde está su campo de batalla, y que por las razones expuestas en El guerrero de la sombra / la sombra del guerrero, no podía desperdiciar nada.

Si consideramos a la paranoia atentamente, veremos que es un mecanismo defensivo sumamente sano si se mantiene dentro de ciertos límites. La paranoia nos dice “no compres eso porque es demasiado bueno para ser cierto”, pero también nos puede llevar a celos absurdos. Esto me recuerda lo que se dice en artes marciales dentro de las reglas de la espada (si no recuerdo mal es en el libro de los cinco anillos de Miyamoto Musashi), y que se dice también en las leyes de la espada de la magia ritual. Una espada que se usa demasiado pierde su filo, al igual que una espada que está siempre en su funda.

Es responsabilidad del guerrero usar con cordura los recursos a su alcance, y por lo tanto el diálogo interno debe ser sustituido por comandos cuerdos cuando no hay pensamiento consciente, aunque el objetivo final es semejante al zen, estar en calma.

En la página que habla sobre los yoes menciono un desorden frecuente en los individuos, pero, ¿ cual es la causa? La mayoría de las personas confunden coherencia con terquedad. Terquedad es querer forzar las cosas mas allá de sus límites normales y naturales de manera brusca, el Iching menciona al respecto “la acción sin preparación de campo solo espanta y repele”

Las intenciones detrás de la terquedad, NO SON INTENTO. Conozco personas que usan múltiples alias por ser incapaces de ser coherentes consigo mismos. Algunas personas tratando de lograr la coherencia y no oírse simplemente estúpidos, llegan a los extremos de mandarse mensajes públicos o privados de uno a otro alias, tratando de simular una relación NORMAL con las personas, que está fuera de su alcance. Esto no es otra cosa que lamentable, y produce una obsesión.

Cualquier obsesión no es otra cosa que pensar en lo mismo sin necesidad.

Para fines prácticos, un comando cuerdo es aquél que nos ordena a nosotros mismos algo constructivo que no queremos hacer. Un comando cuerdo jamás nos hará obsesionarnos, ser arrogantes, pródigos, ni mentir, ni soñar. Los comandos cuerdos no son para demostrar el valor ante nadie, ni para mejorar algo en nosotros. Los comandos cuerdos solamente sirven para no empequeñecerse.

Alguien me comentaba hace un tiempo que esa era la importancia del “fuego interno”, no la metáfora de consumirnos por dentro, sino no demostrar nada, ser inasible pero conservar prendido el fuego interno, lo que Confucio llama “él oculta su luz y sin embargo brilla”

Es curioso que se hable de los comandos cuerdos en el fuego interno, ¿no?

Alfonso Orozco – Noviembre 1999

ICQ 41907900

SER INACCESIBLE.

SER INACCESIBLE.

“De pronto se irguió y, con la mano izquierda, señaló una zona oscura en el matorral del desierto.
-Allí está -dijo, como si hubiera estado esperando algo que de repente había aparecido.
-¿Qué es? -pregunté.
-Allí está -repitió-. ¡Mira! ¡Mira!
Yo no veía nada, sólo los arbustos.
-Ahora está aquí -dijo con gran urgencia en la voz-. Está aquí.
Una repentina racha de viento me golpeó en ese instante e hizo arder mis ojos…
-Acabas de sentirlo -repuso. Ahora mismo. Se te metió en los ojos y te impidió ver.
-¿De qué habla usted?
-A propósito te traje a la punta de un cerro -dijo-. Aquí nos notamos mucho y algo se nos viene encima.
-¿Qué cosa? ¿El viento?
-No sólo el viento -dijo con severidad-. A ti te parece viento porque el viento es todo lo que conoces…”

“-Aquí está -dijo don Juan. En ese momento sentí una bocanada de aire en la cara. Al parecer, el viento había en verdad empezado a soplar después de que nos levantamos. Yo no podía creerlo; tenía que haber una explicación lógica.
Don Juan soltó una risita suave y me dijo que no forzara mi cerebro buscando las razones.
-Vamos a juntar otra vez los arbustos -dijo-. No me gusta hacerles esto a las plantitas, pero hay que pararte.
Recogió las ramas que habíamos usado para cubrirnos y apiló piedras y tierra sobre ellas. Luego, repitiendo los movimientos que hicimos antes, cada uno de nosotros juntó otras ocho ramas. Mientras tanto, el viento soplaba sin cesar… Con mucha rapidez puso las ramas sobre mi cuerpo, y luego se tendió y se cubrió a su vez…
el viento volvió a cambiar, de una racha dura y continua, a una vibración apacible.”

“La voz de don Juan me arrancó de mis deliberaciones. Me decía que era hora de irse. Hice tiempo; quería quedarme para comprobar que el viento amainaría.
-Yo no vi nada, don Juan -dije.
-Pero notaste algo fuera de lo común.
-Quizá debería usted volver a decirme qué se suponía que viera.
-Ya te lo dije -repuso-. Algo que se esconde en el viento”

“El mundo es un sitio misterioso. Sobre todo en el crepúsculo.
Señaló hacia el viento con un movimiento de barbilla.
-Esto puede seguirnos -dijo-. Puede fatigarnos, o hasta matarnos.
-¿Ese viento?
-A esta hora del día, en el crepúsculo, no hay viento. A esta hora sólo hay poder.”

“Todo el día habíamos permanecido cerca de la casa por razón del “viento”. Don Juan explicó que habíamos molestado adrede al viento, y que lo mejor era no buscarle tres pies al gato. Incluso debería dormir cubierto de ramas.
Una racha repentina hizo a don Juan incorporarse en un salto increíblemente ágil.
-Me lleva la chingada -dijo-. El viento te anda buscando.”

“Si vivieras aquí en el desierto sabrías que durante el crepúsculo el viento se transforma en poder. Un cazador digno de serlo, sabe eso y actúa de acuerdo.
-¿Cómo actúa?
-Usa el crepúsculo y ese poder oculto en el viento.
-¿Cómo?
-Si le conviene, el cazador se esconde del poder cubriéndose y quedándose quieto hasta que el crepúsculo pasa y el poder lo tiene envuelto en su protección.
Don Juan hizo gesto de envolver algo con las manos…
Un cazador puede quedarse a campo raso sin que ningún puma o coyote o bicho pegajoso lo moleste. Un león de montaña puede acercarse a la nariz del cazador y olfatearlo, y si el cazador no se mueve, el león se va. Te lo garantizo.
“En cambio, si el cazador quiere darse a notar, todo lo que tiene que hacer es pararse en la punta de un cerro a la hora del crepúsculo, y el poder lo acosará y lo buscará toda la noche. Por eso, si un cazador quiere viajar de noche, o quiere que lo tengan despierto, debe ponerse al alcance del viento.
“En eso consiste el secreto de los grandes cazadores. En ponerse al alcance, y fuera del alcance, en la vuelta justa del camino.” ”

“Él dijo que yo no lo había comprendido, y que ponerse fuera del alcance no significaba ocultarse ni guardar secretos, sino ser inaccesible.
-Deja que te lo diga de otro modo -prosiguió, pacientemente-. No tiene caso esconderte si todo el mundo sabe que estás escondido.”

“-Ser inaccesible significa tocar lo menos posible el mundo que te rodea. No comes cinco perdices; comes una. No dañas las plantas sólo por hacer una fosa para barbacoa. No te expones al poder del viento a menos que sea obligatorio. No usas ni exprimes a la gente hasta dejarla en nada, y menos a la gente que amas.”

“-Ponerse fuera del alcance significa que evitas, a propósito, agotarte a ti mismo y a los otros. -prosiguió él-. Significa que no estás hambriento y desesperado, como el pobre hijo de puta que siente que no volverá a comer y devora toda la comida que puede, ¡todas las cinco perdices!
Definitivamente, don Juan golpeaba debajo del cinturón. Reí y eso pareció complacerlo. Tocó levemente mi espalda.
-Un cazador sabe que atraerá caza a sus trampas una y otra vez, así que no se preocupa. Preocuparse es ponerse al alcance, sin quererlo. Y una vez que te preocupas, te agarras a cualquier cosa por desesperación; y una vez que te aferras, forzosamente te agotas o agotas a la cosa o la persona de la que estás agarrado.”

“ser inaccesible no significa esconderse ni andar con secretos”

“Un cazador usa su mundo lo menos posible y con ternura, sin importar que el mundo sean cosas o plantas, o animales, o personas o poder. Un cazador tiene trato íntimo con su mundo, y sin embargo es inaccesible para ese mismo mundo.
-Eso es una contradicción -dije-. No puede ser inaccesible si está allí en su mundo, hora tras hora, día tras día.
-No entendiste -dijo don Juan con paciencia-. Es inaccesible porque no exprime ni deforma su mundo. Lo toca levemente, se queda cuanto necesita quedarse, y luego se aleja raudo, casi sin dejar señal alguna.”
 

VOLVERSE CAZADOR.

VOLVERSE CAZADOR.

“-A veces es necesario hallar aprisa un sitio benéfico, a campo abierto -prosiguió don Juan-. O a lo mejor es necesario determinar aprisa si el sitio en que uno va a descansar es o no un mal sitio. Una vez, nos sentamos a descansar junto a un cerro y tú te pusiste muy enojado y molesto. Ese sitio era enemigo tuyo. Un cuervito te lo advirtió, ¿recuerdas?”

“-¿De qué habla usted?
-El cuervo era un augurio -prosiguió-. Si supieras cómo son los cuervos, le habrías huido a ese sitio como a la peste. Pero no siempre hay cuervos que den la advertencia, y tú debes aprender a hallar, por ti mismo, un sitio apropiado para acampar o descansar.”

“-El truco es sentir con los ojos -dijo-. Tu problema es el no saber qué sentir. Pero ya te vendrá, con la práctica.
-Quizá usted debería decirme, don Juan, qué es lo que debo sentir.
-Eso es imposible.
-¿Por qué?
-Nadie puede decirte lo que debes sentir. No es calor, ni luz, ni brillo, ni color. Es otra cosa.
-¿No puede usted describirla?
-No. Sólo puedo darte la técnica. Una vez que aprendas a separar las imágenes y veas dos de cada cosa, debes poner atención en el espacio entre las dos imágenes. Cualquier cambio digno de notarse ocurrirá allí, en ese espacio.”

“-Tienes facilidad para la cacería -dijo-. Y eso es lo que debes aprender: a cazar. Ya no vamos a hablar de plantas.
Infló las quijadas un instante; luego añadió con candidez:
-De todos modos creo que nunca hablamos, ¿verdad?- y rió.”

“-Los cazadores siempre cazan -dijo-. Yo también soy cazador.
-¿Quiere usted decir que caza para vivir?
-Cazo para poder vivir. Puedo vivir de la tierra, en cualquier parte.
Indicó con un ademán todo el derredor.
-Ser cazador significa, que uno conoce mucho -prosiguió-. Significa que uno puede ver el mundo en formas distintas. Para ser cazador, hay que estar en perfecto equilibrio con todo lo demás; de lo contrario la caza sería una faena sin sentido. Por ejemplo, hoy agarramos una culebrita. Tuve que pedirle disculpas por quitarle la vida tan de repente y tan definitivamente; hice lo que hice sabiendo que mi propia vida se cortará algún día en una forma muy semejante: repentina y definitiva. Así que, a fin de cuentas, nosotros y las culebras estamos parejos. Una de ellas nos alimentó hoy.”

“-Los cazadores tienen que ser individuos excepcionalmente agudos -prosiguió-. Un cazador deja muy pocas cosas al azar.”

“-Digamos que alguien me enseñó a cazar como yo quiero enseñarte ahora -dijo rápidamente, y cambió el tema.
-Creo que en otro tiempo la caza era una de las mayores acciones que un hombre podía ejecutar -dijo-. Todos los cazadores eran hombres poderosos. De hecho, un cazador tenía que ser poderoso por principio de cuentas, para soportar los rigores de esa vida.”

“-¿Crees que tú y yo somos iguales? -preguntó con voz nítida.”
“-Por supuesto que somos iguales -dije.
Naturalmente, condescendía. Le tenía mucho afecto al anciano, aunque a veces no supiera qué hacer con él; sin embargo conservaba aún en el trasfondo de mi mente -sin que jamás fuera a darle voz- la creencia de que, siendo un estudiante universitario, un hombre del refinado mundo occidental, yo era superior a un indio.
-No -dijo él calmadamente-, no lo somos.
-Por supuesto que lo somos -protesté.
-No -dijo él con voz suave. No somos iguales. Yo soy un cazador y un guerrero, y tú eres un cabrón.”

HACERSE RESPONSABLE.

HACERSE RESPONSABLE.

“-Piensa ahora en tu muerte -dijo don Juan de pronto-. Está al alcance de tu brazo. Puede tocarte en cualquier momento, así que de veras no tienes tiempo para pensamientos y humores de cagada. Ninguno de nosotros tiene tiempo para eso.”

“-Lo que andaba mal contigo cuando te vi, y lo que anda mal contigo ahora, es que no te gusta aceptar la responsabilidad de lo que haces -dijo despacio, como para darme tiempo de entender sus palabras-. Cuando me estabas diciendo todas esas cosas en la terminal, sabías muy bien que eran mentiras. ¿Por qué mentías?
Expliqué que mi objetivo había sido hallar un “informante clave” para mi trabajo.
Don Juan sonrió y empezó a tararear una tonada.
-Cuando un hombre decide hacer algo, debe ir hasta él fin -dijo-, pero debe aceptar responsabilidad por lo que hace. Haga lo que haga, primero debe saber por qué lo hace, y luego seguir adelante con sus acciones sin tener dudas ni remordimientos acerca de ellas.”

“-Mírame a mí -dijo-. Yo no tengo duda ni remordimiento. Todo cuanto hago es mi decisión y mi responsabilidad. La cosa más simple que haga, llevarte a caminar en el desierto, por ejemplo, puede muy bien significar mi muerte. La muerte me acecha. Por eso, no tengo lugar para dudas ni remordimientos. Si tengo que morir como resultado de sacarte a caminar, entonces debo morir.
“Tú, en cambio, te sientes inmortal, y las decisiones de un inmortal pueden cancelarse o lamentarse o dudarse. En un mundo donde la muerte es el cazador, no hay tiempo para lamentos ni dudas, amigo mío. Sólo hay tiempo para decisiones.” ”

” “Hacernos responsables de nuestras decisiones significa estar dispuestos a morir por ellas.” ”

“En tono de dramatismo paródico, anunció que iba a contarme un cuento.
Dijo que había una vez un joven…
el joven preguntó: “¿Qué lleva usted en estos guajes?” El anciano, en vez de responder, le dijo que iba a mostrarle un compañero que podía aliviar sus penas y darle consejo y sabiduría en los caminos del mundo.
Don Juan hizo un gesto majestuoso con ambas manos y dijo que el anciano hizo venir al venado más hermoso que el joven había visto en su vida. El venado era tan manso que se acercó a él y caminó en torno suyo. Resplandecía y brillaba. El joven, cautivado, supo en el acto que se trataba de un “espíritu venado”. El viejo le dijo que, si deseaba tener ese amigo y su sabiduría, lo único que debía hacer era soltar los guajes…
“¿Qué lleva usted en estos cuatro guajes enormes?”…
El anciano, dijo don Juan, repuso serenamente que llevaba comida: pinole y agua…
Don Juan dijo que, por supuesto, el joven no creyó una sola palabra. Calculó que si el viejo, quien obviamente era un brujo, se hallaba dispuesto a dar un “espíritu venado” a cambio de sus guajes, éstos debían estar llenos de un poder más allá de lo imaginable.
Don Juan contrajo nuevamente su rostro en una sonrisa demoníaca y dijo que el joven declaró que deseaba quedarse con los guajes…
Dije que su reacción era natural: cualquiera en su lugar habría hecho lo mismo.
La respuesta de don Juan fue que el joven era un tonto que no sabía lo que andaba buscando. Ignoraba lo que era el “poder”, de modo que no podía decir si lo había encontrado o no. No se hizo responsable de su decisión, por ello lo enfureció su error…
Luego explicó la conducta del viejo. Astutamente, alimentó al joven para darle el “valor de un estómago lleno”, de modo que el joven, al hallar sólo comida en los guajes, los rompió en un arrebato de ira.
-Si hubiera estado consciente de su decisión y se hubiera hecho responsable de ella -dijo don Juan-, se habría dado por bien satisfecho con la comida. Y a lo mejor hasta se hubiera dado cuenta de que esa comida también era poder.”

 

LA MUERTE COMO UNA CONSEJERA.

LA MUERTE COMO UNA CONSEJERA.

“Dije que éramos tan distintos que, pensaba, no había posibilidad de llevarnos bien.
-Uno de nosotros tiene que cambiar -dijo él, mirando el suelo-. Y tú sabes quién.”
“En tono de gran excitación, le dije que podría jurar haber visto las facciones de un halcón en su rostro….
-Yo cazaba halcones -dije.
-Lo sé -repuso don Juan como si tal cosa.”

“En los dos meses en que libré la extraña guerra contra el halcón albino, sólo una vez estuve cerca de él. Había estado cazándolo todo el día y me hallaba cansado. Me senté a reposar y me quedé dormido bajo un eucalipto. El grito súbito de un halcón me despertó. Abrí los ojos sin hacer ningún otro movimiento, y vi un ave blancuzca encaramada en las ramas más altas del eucalipto. Era el halcón albino. La caza había terminado. Iba a ser un tiro difícil; yo estaba acostado y el ave me daba la espalda. Hubo una repentina racha de viento y la aproveché para ahogar el sonido de alzar mi rifle 22 largo para apuntar. Quería esperar que el halcón se volviera o empezara a volar, para no fallarle. Pero el ave permaneció inmóvil. Para mejor dispararle, habría tenido que moverme, y era demasiado rápida para ello. Pensé que mi mejor alternativa era aguardar. Y eso hice durante un tiempo largo, interminable. Acaso me afectó la prolongada espera, o quizá fue la soledad del sitio donde el halcón y yo nos hallábamos; de pronto sentí un escalofrío ascender por mi espina y, en una acción sin precedente, me puse en pie y me fui. Ni siquiera vi si el halcón había volado.
Jamás atribuí ningún significado a mi acto final con el halcón albino. Pero fue muy raro que no le disparara. Yo había matado antes docenas de halcones. En la granja donde crecí, matar aves o cazar cualquier tipo de animal era cosa común y corriente.
Don Juan escuchó atentamente mientras yo narraba la historia del halcón albino.
-¿Cómo supo usted del halcón blanco? -pregunté al terminar.
-Lo vi -repuso.
-¿Dónde?
Aquí mismo, frente a ti.
Ya no me quedaban ánimos para discutir.
-¿Qué significa todo esto? -pregunté.
Él dijo que un ave blanca como ésa era un augurio, y que no dispararle era lo único correcto que podía hacerse.
-Tu muerte te dio una pequeña advertencia -dijo con tono misterioso-. Siempre llega como escalofrío.”

“-La muerte es nuestra eterna compañera -dijo don Juan con un aire sumamente serio-. Siempre está a nuestra izquierda, a la distancia de un brazo. Te vigilaba cuando tú vigilabas al halcón blanco; te susurró en la oreja y sentiste su frío, como lo sentiste hoy. Siempre te ha estado vigilando. Siempre lo estará hasta el día en que te toque.”

“Tú eres el muchacho que acechaba su caza y esperaba pacientemente, como la muerte espera; sabes muy bien que la muerte está a nuestra izquierda, igual que tú estabas a la izquierda del halcón blanco.”

“¿Cómo puede uno darse tanta importancia sabiendo que la muerte nos está acechando? -preguntó.
Sentí que mi respuesta no era en realidad necesaria… -Cuando estés impaciente -prosiguió-, lo que debes hacer es voltear a la izquierda y pedir consejo a tu muerte. Una inmensa cantidad de mezquindad se pierde con sólo que tu muerte te haga un gesto, o alcances a echarle un vistazo, o nada más con que tengas la sensación de que tu compañera está allí vigilándote.
Volvió a inclinarse y me susurró al oído que, si volteaba de golpe hacia la izquierda, al ver su señal, podría ver nuevamente a mi muerte en el peñasco.
Sus ojos me hicieron una seña casi imperceptible, pero no me atreví a mirar.
Le dije que le creía y que no era necesario llevar más lejos el asunto, porque me hallaba aterrado. Él soltó una de sus rugientes carcajadas.
Respondió que el asunto de nuestra muerte nunca se llevaba lo bastante lejos.”

“La muerte es la única consejera sabia que tenemos. Cada vez que sientas, como siempre lo haces, que todo te está saliendo mal y que estás a punto de ser aniquilado, vuélvete hacia tu muerte y pregúntale si es cierto. Tu muerte te dirá que te equivocas; que nada importa en realidad más que su toque. Tu muerte te dirá: “Todavía no te he tocado.” ”

PERDER LA IMPORTANCIA.

PERDER LA IMPORTANCIA.

“Pareció haber leído mis pensamientos, y explicó que yo no advertía los beneficios de la “forma correcta de andar”, ni los de masticar las hojas, porque era joven y fuerte y mi cuerpo no percibía nada por ser un poco estúpido.
Rió. Yo no estaba de humor para risas y eso pareció divertirle más aún. Corrigió su frase anterior, diciendo que mi cuerpo no era realmente estúpido, sino que estaba adormilado.
En ese instante un cuervo enorme voló por encima de nuestras cabezas, graznando. Sobresaltado, eché a reír. Me pareció que la ocasión pedía risa, pero para mi absoluto asombro él sacudió con fuerza mi brazo y me calló. Su expresión era sumamente seria.
-Eso no fue chiste -dijo con severidad, como si yo supiera a qué se refería.
Pedí una explicación. Era incongruente, le dije, que se enojara porque yo reía del cuervo, cuando nos habíamos reído de la cafetera.”

“-¡Lo que viste no era sólo un cuervo! -exclamó.
-Lo que viste no era un acuerdo del mundo -dijo-. Los cuervos que vuelan o graznan no son nunca un acuerdo. ¡Eso fue una señal!
-¿Una señal de qué?
-Una indicación muy importante acerca de ti -repuso crípticamente.
En ese mismo instante, el viento arrastró hasta nuestros pies la rama seca de un arbusto.
-¡Eso fue un acuerdo! -exclamó él, y mirándome con ojos relucientes estalló en una carcajada.”

“El trote me había agotado por completo, aunque me hallaba de mejor humor. Era extraña la forma en que había cambiado. Me sentía casi alborozado, pero cuando habíamos empezado a trotar, después de nuestra discusión, me hallaba furioso con él.
-Es muy extraño -dije-, pero me siento de veras, bien.
Oí a la distancia el graznar de un cuervo. Él se llevó el dedo a la oreja derecha y sonrió.
-Eso fue una señal -dijo.
Una piedra cayó rebotando cuestabajo y aterrizó con estruendo en el chaparral.
Él río con fuerza y señaló con el dedo en dirección del sonido.
-Y eso fue un acuerdo -dijo.”

“-Voy a hablar aquí con mi amiguita -dijo, señalando una planta pequeña.
Se arrodilló frente a ella y empezó a acariciarla y a hablarle. Al principio no entendí lo que decía, pero luego cambió de idioma y le habló a la planta en español. Parloteó sandeces durante un rato. Luego se incorporó.
-No importa lo que le digas a una planta -dijo-. Lo mismo da que inventes las palabras; lo importante es sentir que te cae bien y tratarla como tu igual.
Explicó que alguien que corta plantas debe disculparse cada vez por hacerlo, y asegurarles que algún día su propio cuerpo les servirá de alimento.
-Conque, a fin de cuentas, las plantas y nosotros estamos parejos -dijo-. Ni ellas ni nosotros tenemos más ni menos importancia.”

“Al llegar a la ladera encontré todo un racimo de las mismas plantas. Quise reír, pero don Juan no me dio tiempo. Quería que yo diese las gracias al montón de plantas. Sentí una timidez torturante y no pude decidirme a hacerlo.
Él sonrió con benevolencia e hizo otra de sus aseveraciones crípticas. La repitió tres o cuatro veces, como para darme tiempo de descifrar su sentido.
-El mundo que nos rodea es un misterio -dijo-. Y los hombres no son mejores que ninguna otra cosa. Si una plantita es generosa con nosotros, debemos darle las gracias, o quizá no nos deje ir.
La forma en que me miró al decir eso me produjo un escalofrío. Apresuradamente me incliné sobre las plantas y dije: “Gracias” en voz alta.
Él empezó a reír en estallidos calmados, bajo control.”

“Me dijo, imperioso, que cuando yo anduviera con él tenía que observar y copiar todas sus maneras, o de lo contrario mejor haría no yendo.
-No puedo estarte esperando como si fueras un niño -dijo en tono de regaño.
Esa frase me hundió en las profundidades de la vergüenza y el desconcierto: ¿Cómo era posible que un hombre tan anciano caminase mucho mejor que yo? Me creía de constitución atlética y fuerte, y sin embargo él había tenido que esperar a que yo me le emparejara.
Curvé los dedos y, extrañamente, pude mantenerme a su paso sin ningún esfuerzo.”

BORRAR LA HISTORIA PERSONAL.

BORRAR LA HISTORIA PERSONAL.

“-No tengo ninguna historia personal -dijo tras una larga pausa-. Un día descubrí que la historia personal ya no me era necesaria y la dejé, igual que la bebida.”

“-Entonces mírala por este lado -prosiguió-. Si quieres aprender los asuntos de las plantas, como en realidad no hay nada que decir de ellas, debes, entre otras cosas, borrar tu historia personal.
-¿Cómo? -pregunté.
-Empieza por lo fácil, como no revelar lo que verdaderamente haces. Luego debes dejar a todos los que te conozcan bien. Así construirás una niebla en tu alrededor.
-Pero eso es absurdo -protesté-. ¿Por qué no va a conocerme la gente? ¿Qué hay de malo en ello?
-Lo malo es que, una vez que te conocen, te dan por hecho, y desde ese momento no puedes ya romper el lazo de sus pensamientos.”

“-Verás -prosiguió-: sólo tenemos una alternativa: o tomamos todo por cierto, o no. Si hacemos lo primero, terminamos muertos de aburrimiento con nosotros mismos y con el mundo. Si hacemos lo segundo y borramos la historia personal, creamos una niebla a nuestro alrededor, un estado muy emocionante y misterioso en el que nadie sabe por dónde va a saltar la liebre, ni siquiera nosotros mismos.”

“-Cuando nada es cierto nos mantenemos alertas, de puntillas todo el tiempo -dijo él-. Es más emocionante no saber detrás de cuál matorral se esconde la liebre, que portarnos como si conociéramos todo.”

1 2 3 4 5 6 11