la Cuva de los Tayos

UBICACIÓN Y DESCRIPCIÓN DE LA CUEVA

A una altitud aproximada de 800 metros, en una zona montañosa irregular, en las faldas septentrionales de la Cordillera del Cóndor, se sitúa la entrada PRINCIPAL (la entrada está ubicada entre los ríos Coangos y Santiago), o más bien, la entrada CONOCIDA al mundo subterráneo de la Cueva de los Tayos. El acceso consiste en un túnel vertical, una suerte de chimenea con unos 2 metros de diámetro de boca y 63 de profundidad. El descenso -no apto para cardíacos- se realiza con un cabo y polea. De allí, un verdadero laberinto se abre al explorador por kilómetros de misterio, que deben ser recorridos en la más absoluta oscuridad. Las linternas más potentes son nada ante semejantes galerías donde una catedral entera podría caber.

Leyendo tan sólo la acta notarial de su hallazgo, con fecha 21 de julio de 1969, en la ciudad costeña de Guayaquil, dice que:

…he descubierto valiosos objetos de gran valor cultural e histórico para la humanidad. Los objetos consisten especialmente en láminas metálicas que contienen probablemente el resumen de la historia de una civilización extinguida, de la cual no tenemos hasta la fecha el menor indicio…

La Cueva es denominada habitualmente de los Tayos debido a que su sistema de cavernas es el hábitat de unas aves nocturnas llamadas Tayos (Steatornis Caripensis), que constituyen la misma especie que se ha hallado en otras cavernas de Sudamérica, como por ejemplo, los “guacharos” en Caripe, Venezuela.

En las inmediaciones de la Cueva de los Tayos del Ecuador viven los Shuaras, quienes en el pasado fueron conocidos con el nombre Jíbaro -denominación despectiva para ellos-, famosos -también en el pasado- por su bravura y el arte de reducir cabezas. Ellos son los primeros exploradores del sistema subterráneo, ya que cada mes de abril bajaban a la cueva para hurtar los polluelos de los Tayos -que son más grandes que una paloma.

Y en medio de esta faena se toparon con una serie de sorpresas. La más resaltante, fue sin duda, el hallazgo de gigantescas huellas sobre bloques de piedra que, por sus ángulos rectos y simetría, sugieren un origen artificial.

Sombras extraterrestres

El estudio de los OVNI presenta su lado oscuro. Entre estudiosos del tema y testigos de aterrizajes Gray Barker y James E. Moseley recopilaron más de 600 casos de personas que fueron obligadas al silencio. Otros, cesaron en sus investigaciones. Algunos —demasiados— murieron.

Por otra parte, la postura oficial de los distintos gobiernos —de cara a la opinión pública— es de descrédito o en el mejor de los casos de silencio sobre el tema, y una nota de la redacción de la revista italiana Alaya, de enero de 1968, afirma que desde 1955 los gobiernos se han comprometido a guardar silencio sobre la realidad de los OVNI.

Pero mucho antes ya han existido sociedades que se habían comprometido a guardar silencio, generación tras generación, sobre las realidades cuya transmisión secreta a través de los siglos había dado vida precisamente a esas comunidades. Son sociedades que han nacido gracias a la posesión de unos conocimientos que no debían trascender a la masa, y que siguen viviendo gracias a la necesidad de conservar para el hombre esos conocimientos.

Y ese mundo paralelo, esa realidad paralela de las comunidades secretas, de la cábala, del esoterismo, de lo arcano, parece encontrarse con ese otro mundo, con esa otra realidad también paralela a nuestro quehacer sobre la tierra: con la realidad de «ellos».

El mismo interrogante vale para ambos casos: ¿Por qué debe mantenerse en silencio la realidad de los oprimidos? ¿Por qué debe mantenerse en silencio la realidad conocida por las hermandades secretas?

Ya el consejo dado por el célebre papiro Harris rezaba: «¡Cerrar las bocas!», y Fulcanelli da fin a su libro El misterio de las catedrales recomendando que «en la Ciencia, en el Bien, el Adepto debe siempre CALLAR».

Los griegos por su parte, al igual que los egipcios en el culto a Isis, guardaban un silencio absoluto sobre los misterios del culto de Ceres. La revelación del secreto de estas prácticas a los profanos se castigaba con la muerte.

De Isis afirma, a su vez, Fulcanelli, que es la madre de todas las cosas, que las lleva en su seno, y que sólo ella es la dispensadora de la Revelación y de la Iniciación.

«Isis, Ceres, Cibeles: tres cabezas bajo el mismo velo», y «singular analogía hermética: Cibeles» —madre de los dioses— «era adorada en Pesinonte (Frigia) bajo la forma de una piedra negra que se decía haber caído del cielo».

Igual que la Caaba —los del país de Saba, o de Caba, son los cabalistas mismos—, la famosa piedra negra caída del cielo…

Con las estatuas de Isis se relacionan más tarde las vírgenes negras. Bigarne observa que Isis antes de la concepción,

«es, en la teogonía astronómica, el atributo de la Virgen que varios documentos, muy anteriores al cristianismo, designan con el nombre de virgo partitura; es decir, la Tierra antes de su fecundación, que pronto será animada por los rayos del sol».

La Tierra-madre, los rayos del Sol, las piedras negras.

Quienes se han dedicado al estudio del fenómeno OVNI en la antigüedad conocen una leyenda inca de Tiahuánaco —El calendario que figura en la Puerta del Sol de Tiahuánaco se ha identificado como el calendario de Venus—, según la cual de una nave dorada descendida de la «gran estrella esplendorosa» surge Orejona, que construyó, con piedras negras procedentes de su planeta, el primer templo de la isla del Sol. Orejona debía cumplir la misión de convertirse en madre de la Tierra. Estas analogías nos hacen sospechar una leyenda hermética inca.

Pawels y Bergier razonan de este modo:

«es posible que lo que llamamos esoterismo, cimiento de las sociedades secretas y de las religiones, sea el residuo difícilmente comprensible y manejable de un conocimiento muy antiguo, de naturaleza técnica, que se aplica a la vez a la materia y espíritu»;

y apuntan hacia el probable peligro que entraña para toda la Humanidad el supuesto de que estos conocimientos llegaran a manos irresponsables.

Por otra parte, en un editorial del número de julio-agosto de 1963 del desaparecido boletín «Informationen» de la «Gesellchaft für Interplanetarik “Austria” », leemos:

«existe en la Tierra un mito que se adaptaría a los propósitos de los “espaciales” y bajo cuya influencia podría dar resultado el reclutamiento de “ayudantes”. Desde siempre. Nos referimos aquí a una sociedad que hace siglos ya se vanagloriaba de preparar la reforma de “todo el ancho mundo” y cuyos miembros no sólo se reunían en una “fortaleza suspendida en el aire”, sino que se ocupaban de el “trabajo” en todo el sistema solar y poseían además “mil piezas” que harían palidecer de envidia a nuestros técnicos actuales».

El nombre de esta sociedad no hace al caso…, pero la posibilidad de su existencia sigue siendo de interés. Como caso típico, como ejemplo.

Con el estudio de los OVNI «estamos rozando el ocultismo de la doctrina agnóstica, las teorías rosacrucianas, el budismo, la teosofía…», le dice Gordon Creighton a Carlos Murciano que, en tanto que Paul Misraki señala que Henry Sérouya, en su estudio sobre la Kábala,

«precisa que el conocimiento del “carro de Dios” (!) no debía jamás ser transmitido por escrito, sino sólo de manera oral a aquellos que se mostraran dignos; es decir, a un pequeño grupo que había alcanzado previamente un grado de iniciación superior».

El tema que nos ocupa ahora es complejo, tan universal —en perspectiva terrestre—, que únicamente tendremos ocasión de rozarlo furtiva e incompletamente, y además de forma aparentemente bastante confusa.

LA ENIGMÁTICA SERPIENTE

En su libro Los platillos volantes y los dioses, John Michell estudia transfiguraciones de serpientes entre los pueblos antiguos, figuraciones que se revelan como interpretaciones veladas de naves volantes extraterrestres, lo que nos remite a Quetzalcoatl, que quedaba simbolizado por una serpiente con plumas. En Tula, la ciudad consagrada a Qetzalcoatl, se levanta una pirámide consagrada a Venus, ya que ambos eran una sola deidad. Quetzalcoatl, finalizada su labor civilizadora, huyó por los aires, fue por el espacio de un lado a otro, y se convirtió en el planeta Venus, con el nombre náhuatl de la «estrella que echa humo». Una serpiente voladora que es una estrella. Un cohete que se aleja hasta convertirse en sólo un punto luminoso en el cielo… y echa humo.

Quetzalcoatl era en América un agente unificador del Cosmos cuyo signo era la cruz, que trajo riquezas y cultura desde Oriente…, circunstancias que nos hacen recordar que existe también una hermandad de filósofos herméticos que se autodenominan inmortales, iluminados e invisibles, y afirman ser los agentes predestinados para la futura reforma general del Universo y para el establecimiento de la paz universal —obsérvese los paralelismos con Quetzalcoatl—, cuyo signo es la rosa y la Cruz, y de la que un libro de Valentín Andreae cuenta que fue fundada —la leyenda no debe ser histórica, pero obedece sin duda a una intención concreta— por un tal Christian Rosencreutz, que aportó sus conocimientos del Oriente…

Es la misma sociedad de la que nos hablaba el editorial citado del boletín «Informationen», afirmando de ella que sus miembros eran convocados en una fortaleza suspendida en el aire.

El historiador Serge Hutin escribe de esta sociedad que constituye la colectividad de los seres llegados a un estado superior a la humanidad corriente, «poseedores por ello de los mismos caracteres interiores que les permiten reconocerse entre ellos».

Surge la pregunta: ¿Son determinadas hermandades secretas, herméticas, las encargadas de mantener el contacto —siempre— entre la humanidad y «ellos»? ¿Son sus miembros —ya sea consciente o inconscientemente— los auténticos «hombres contacto»?

LOS TEMPLOS, ¿MÁQUINAS DE LOS DIOSES?

Existen por otra parte numerosas razones —cuyo desarrollo no es posible en el limitado espacio de este artículo— que hacen sospechar el origen de la construcción de los templos a partir de la visión real de máquinas volantes descendidas a la tierra en la antigüedad. El templo quiere ser imitación forzosamente inmóvil de la morada real móvil —volante— de la «divinidad». De ahí la gran importancia que presumimos tiene para el ufólogo la existencia de comunidades que transmiten en secreto, durante siglos, las normas por las que debe regirse la construcción de los edificios sagrados.

Podemos mencionar aquí también a la Orden del Temple.

«¿Trajeron de Jerusalén, como se ha dicho, arcanos de artesanía antiquísima en lo que se refiere a la arquitectura? ¿Influyó en ellos la visión del antiguo templo de Salomón, reconstruido en mezquita, con su planta octogonal? ¿Hubo, además, alguna sabiduría matemática escondida que el Occidente no conocía entre los muchos documentos, folios y papiros que los cruzados hallaron en la Ciudad Santa? ¿Venía todo ello a través de Israel, desde el antiguo Egipto? Todo es conjetura sobre estos aspectos. La alquimia pareció ser otro de los renglones favoritos de la Orden. ¿Pero qué era la alquimia sino un intuitivo tanteo de lo que hoy es asignatura corriente en las universidades? El vulgo llamaba magia, con cierto tono entre temeroso y admirativo, a estas investigaciones, reservadas únicamente a los iniciados, como hoy ocurre con los expertos nucleares, también al abrigo de un riguroso secreto oficial…»

«Pero el poderío económico, las exenciones, el monopolio de ciertas transacciones, todo ello llevaba fatalmente al choque con el estado; es decir, con la Corona de Francia. Allí acabó el Temple. Allí también comienza su misterio. Reservado fue todo: los procesos, los interrogatorios, el secuestro de sus bienes por el monarca; las mil y una acusaciones que se formularon contra los caballeros de la Orden en sus distintos grados y jerarquías…»

«… Veraces historiadores aseguran que la obra persistió en la sombra hasta desembocar por vías recónditas en los albañiles del otro templo: el de la masonería.»

Bien, hemos entrado en una frase interesante: las hermandades secretas, herméticas, tienen algo muy importante que ver con la construcción de edificios sagrados. Y el templo, el edificio sagrado, se nos aparece como inspirado en un aparato volante de la «divinidad»: en un aparato volante de «ellos». Prosigamos, pues, en nuestra búsqueda de posibles conexiones.

LA OBRA POR EXCELENCIA

La unión de los dos triángulos del fuego y del agua, o del azufre y del mercurio reunidos en un solo cuerpo, engendra el astro de seis puntas, el Sello de Salomón, también llamado Sello de Hermes, jeroglífico de la Obra por excelencia y de la Piedra Filosofal realizada.

Fulcanelli señala que este símbolo es la misma Estrella de los Magos. Y después de enfocar el misterio de la Estrella de los Magos desde los más variados ángulos, lo único que podemos afirmar al cabo de casi dos mil años de su aparición, es que la susodicha «estrella» sigue siendo para nosotros, con todas sus letras, un objeto volante y luminoso no identificado.

Aparece íntimamente ligado a todo esto la cábala fonética.

EL GAY SABER

Conocido de todos los interesados en el tema es el pasaje en que Jonathan Swift , el singular deán de San Patricio, en boca de Gulliver, nos refiere la visión que éste tuvo de la «isla volante», un «cuerpo movible y opaco, muy grande, que parecía fluctuar en el aire», cuya base era «plana, compacta y resplandeciente». Los Viajes de Gulliver datan de 1727, y Swift relata en ellos que la famosa «isla volante», tripulada por seres inteligentes, basaba su movimiento en las leyes del magnetismo —las mismas en que parecen basarse los OVNI observados en la actualidad—, al tiempo que anuncia que Marte posee dos satélites, cuyos parámetros indica con asombrosa exactitud. Pero resulta que los susodichos satélites de Marte no fueron descubiertos por la ciencia «oficial» hasta el año 1877 —siglo y medio después de hablarnos de ellos el deán de San Patricio (!)— y que, además, uno de ellos (Fobos), es muy probablemente un satélite artificial.

Swift era un iniciado en los conocimientos que proporciona el Gay saber, la Gaya ciencia, la Lengua de Corte entre los antiguos incas (recordemos las analogías entre la Orejona de la leyenda inca y Isis, Ceres y Cibeles) o sea, el argot, la cábala hablada.

Nos informa Fulcanelli que los argotiers, los que utilizan el argot (lengua particular de todos los individuos que tienen interés en comunicar sus pensamientos sin ser comprendidos por los que les rodean), lengua en que se expresaban todos los iniciados, son descendientes herméticos de los argonautas , los cuales, a bordo de la nave Argos —nombre que indica la rapidez o la blancura luminosa—, fueron en busca del Vellocino de Oro, que Frixos había ofrecido a Aetes, hijo del Sol, después de que un carnero, con el vellón de oro, le transportara, atravesando los aires y los mares, a la isla de Aea, país donde «los rayos del sol se encierran en una cámara de oro».

Y bajo el signo del carnero, bajo el signo de Aries, el 12 de abril, se celebraban en Roma las Cereales (en honor de Ceres —recordemos una vez más la analogía Ceres-Isis-Cibeles-Orejona). En las procesiones llevaban un huevo. Y de huevos celestes brotaron a la vida los dioscuros Cástor y Pólux, que formaban parte de la expedición de los argonautas, y que fueron colocados por Zeus como estrellas (pensemos en Quetzalcoatl) en el firmamento. Por último, digamos que las figuras de huevos celestes de los que emergen, en distintas leyendas y mitos antiguos, determinados personajes, caen fácilmente bajo el enfoque de naves espaciales, de cápsulas espaciales, de las que emergen unos tripulantes de las mismas. La forma de huevo es muy frecuente en casos de OVNI recientes (Valensole, Socorro, etc.)

LA CONCHA DE SANTIAGO

Volvamos al argot. lo hablaban los frimasons de la Edad Media, que edificaron los templos argóticos . Las obras de art goth o de argot: Las catedrales góticas.

«También ellos, estos nautas constructores, conocían el camino que conducía al Jardín de las Hespérides.»

Y ya que estamos hablando aquí de nautas, bueno será hablar también de la Concha de Santiago, del “señor Yago de compos stella, que dispensa ayuda, luz y protección. De la citada concha, nos dice Fulcanelli, que la llevan místicamente,

«aquéllos que emprenden la labor y tratan de obtener la estrella (compos stella)…»,

«tienen que realizar, con el bordón por guía y la concha por insignia, este largo y peligroso recorrido, una de cuyas mitades es por vía terrestre y la otra por vía marítima. Deben ser, ante todo, peregrinos, y, después, pilotos».

¿Pilotos? En los pilares que decoran la credencia que se puede admirar en la mansión Lallemant, en Bourges, la susodicha concha aparece rematada por un desconcertante par de alas… ¿Pilotos de naves capaces de volar? ¿Nautas voladores? Recordemos que el «agua» de que hablan los iniciados es un agua que no moja las manos. El agua, el mar, el océano, se nos aparece como denominaciones referidas al espacio y a sus «corrientes», a sus líneas de fuerza. Termina la leyenda de los argonautas consagrando Jasón a neptuno la nave Argos, que Minerva coloca —otra vez— en el cielo entre las constelaciones…

Y sería oportuno recordar que el emblema de la nave espacial «Apolo XII» representaba a un gallardo bergantín dando la vuelta a nuestro satélite…

Volviendo a nuestra concha, apuntemos todavía que en otro de los motivos decorativos de la citada mansión, se puede ver una concha grande en la que surgen, al parecer, otras conchas menudas… Es un fenómeno familiar para los que nos interesamos por el estudio de los OVNI.

Hablamos de los argonautas y de la cábala hablada. Y podemos observar que la voz “argonauta” nos remite a una familia de raíces que permite establecer interesantes relaciones para nuestro tema: sería la familia de las raíces arg-/arq-/arc-/a??- que relacionan entre sí a palabras tan interesantes para nuestro propósito como son el nombre de la nave Argos, los argonautas, la arquitectura (el segundo elemento de la voz procede del griego te???, carpintero, constructor de naves), el arco cuya multiplicación forma la cúpula de los edificios sagrados, lo arcano (secreto), el arca de Noé, a??? (comienzo, origen, y en plural “potencias espaciales”), los arcángeles…, etc…

EL SISTEMA DE LOS 9

En la cábala el numérica el número 9 es importante sin duda. Al echarse de menos a Hiram, el arquitecto conocedor de los secretos de la construcción del Templo, asesinado, Salomón ordenó que nueve maestros lo buscasen. Nueve son los maestros constructores de la bóveda secreta. Enoch escondió el nombre indecible debajo de nueve arcos, grabado en un delta o triángulo equilátero. La figuración del campamento de los Príncipes del Real Secreto, que esperan el momento oportuno para reedificar el templo, se realiza en una sala alumbrada con 81 luces (9 x 9), en la cual aparecen una serie de figuras geométricas concéntricas encerradas en un polígono de nueve lados.

Por otro lado, leemos en Behind the Flying Saucers que la estructura del OVNI caído en manos del Gobierno norteamericano en Nuevo México se basaba igualmente en el número 9. Su anchura total era de 9999/100 pies. La línea vertical imaginaria desde la punta exterior del «ala» circular a la base medía 27 pulgadas. La cabina tenía un diámetro de 18 pies y una altura de 72 pulgadas, sobre saliendo exactamente 45 pulgadas de la cabina por encima del borde exterior de artefacto. Con el segundo OVNI pasando a manos americanas en Arizona ocurre otro tanto. Medía 72 pies de diámetro, y descompuesto en sus distintos elementos, se comprobó que éstos seguían el llamado «sistema de los nueve». Y en el mismo sistema basaba su estructura el tercer OVNI descendido en Paradise Valley, y que tenía un diámetro de 36 pies.

Según una teoría de J. M. Díez Gómez, publicada en extracto a partir de la página 81 de la serie «Cíclope Informa» (Barcelona ; Cíclope, S.A.E.), sobre la que no nos atrevemos a pronunciarnos en favor ni en contra sin un estudio previo completo, Adán sería el símbolo de una nave de tipo nueve. Con las debidas reservas, puede establecerse a raíz de esta teoría una relación cabalística —provisional de momento— entre las voces nueve, nuevo, nave y, posiblemente, huevo (novem, novum, navis, ovum).

En nueve ciclos se forma el ser humano.

En el simbolismo de los números sagrados, el 9, último de estos números, propios de los entes divinos, superiores, frente a los humanos, se consideraba como número completivo de la vida humana y del Cosmos.

Nuestras matemáticas se construyen sobre una serie-base de nueve números completados por el símbolo neutro representado por el cero.

Entre las sociedades secretas debemos citar todavía una, muy importante, en la India, y que se remonta a la época del emperador Asoka. Es la sociedad secreta de los Nueve Desconocidos, etcétera, etc.

APOLO

Podríamos seguir hablando y hablando, pero no es éste el propósito ni el objetivo del artículo como visión global de una probabilidad. Probabilidad en la que podríamos mencionar también a Cyrano de Bergerac, gran conocedor de la Cábala, que describe por ejemplo un cohete de tres fases, tal como hoy son lanzados desde cabo Kennedy.

Sería interesante reenfocar con nuevos ojos la procesión que Josué hizo desfilar siete veces alrededor de Jericó, cuyas murallas se derrumbaron antes de la octava vuelta. «Jericó» deriva muy probablemente de yareah, que significa luna, con lo que tenemos que Jericó es la «ciudad de la Luna».

Pero el mismo tema lo encontramos en los cisnes que giran siete veces alrededor de Delos, naciendo, cuando aún no habían cantado por octava vez, Apolo. Nace «Apolo» para dominar a la Luna…Un mito que acaba de materializarse en nuestros días.

Sorprende la sucesión —es mera coincidencia que no deja de ser curiosa— de voces familiares a los cabalistas en el programa espacial norteamericano : Araña, Aguila, Apolo, Atlas, Mercurio, Saturno, Géminis…

Interesante sería el estudio, con nuevas ideas, del motivo de la cocción filosófica representado en el «Pórtico del Salvador» de la catedral de Amiens. Fulcanelli advierte que el campanario es el horno secreto que encierra el huevo filosofal, que a su vez es el receptáculo del que hablan los iniciados. Hemos rozado el tema del huevo como vehículo celeste. Viacheslav Zaitsev señala que en una primitiva leyenda de los pueblos del Perú, los huevos bajan el cielo en florecillas de diente de león; también conocen los iniciados la Flos Coeli.

Podríamos repasar también el ciclo de romances de la Tabla Redonda, «leyendas herméticas que aluden directamente a la transición de los conocimientos científicos antiguos» ; es solo una indicación, que sospechamos acabaría por profundizar el tema del grial y el de las llamadas «apariciones marianas», fenómeno que Paul Misraki relaciona con el de las apariciones de discos volantes.

Digno de estudio nos parece el tema de las Pléyades. Su nombre proviene del griego p?e??, navegar. Figuran entre las estrellas Maia y Atlas. Ahora bien, Maia —también la mitología hindú conoce a Maya, y la Iglesia católica dedica el mes de mayo a María—, amada de Zeus, la voz Zeus (Theos) se corresponde con la voz Teo —aplicada a lo divino por los aztecas, íntimamente vinculados con la gran familia maya— tuvo con éste a Hermes, el mensajero alado de los dioses, portador del mismo nombre que aquel otro Hermes que daría lugar a la filosofía hermética de que estamos hablando. Maia era la hija mayor de Atlas. Atlas era el hijo de Japeto y de una hija de Océano. Atlas a su vez se casó con la oceánida Pleyone, de cuyo matrimonio nacieron las Pléyades. Pero resulta que la raíz atl del nombre Atlas se encuentra también en el idioma náhuatl —hemos citado por ejemplo a Quetzalcoatl— de los aztecas, vinculados como dijimos a los mayas, en relación con la divinidad y significando «agua».

Lleno está el mundo de coincidencias.

Según la mitología preincaica, los dioses descendieron de la constelación de las Pléyades. Uno de los corredores de la pirámide egipcia de Keops (dijimos que era una construcción muy importante para nuestro tema) recogía la luz de las Pléyades. El doctor Gerhard Wiebe, de Boston, y J. Roca Muntañola, relacionan los monolitos de Stonehenge con la figuración de un «platillo volante». Hecateo, historiador del siglo VI, habla del dios que se aparecía en Stonehenge:

«Durante la estación en que se aparece el dios (Apolo), toca el arpa y danza todas las noches, desde el equinoccio de invierno hasta la salida de las Pléyades, complacido por su propio éxito.»

LA ARAÑA

Por otra parte, entre las muchas etimologías del nombre de María, destaca la de Zorell, que deriva el nombre de la María nacida en Egipto, la hermana de Moisés, del egipcio mrí.t+yâm (segundo elemento = Yahvéh), o sea «amada de Yahvéh» . Amada de Zeus era Maya y mayo es el mes de María.

Tenemos luego la traducción jeronimiana latina del hebreo miryam por «stilla maris» , «gota del mar» . Volvamos ahora a los iniciados y veamos que hablan del «Rocío de mayo», humedad vivificadora del mes de María. Thomas Corneille añade que los grandes maestros de una de las hermandades citadas se hacían llamar «Hermanos del rocío cocido» (F. R. C., Frères de la Rosée-Cuite).

Y ya para terminar, digamos que es curioso observar que el alquimista «necesita el hilo de Ariadna (Ariane es una forma de airagne, por metátesis de la i ) si no quiere extraviarse por los meandros de la Obra y verse incapaz de encontrar la salida» .

Los mayas creían —como cita ya N. Rinin— que en épocas remotas sus dioses descendían del cielo por una telaraña.

«En distinta y oblicua vinculación con ella —dice Zaitsev— puede situarse la visión jacobiana de la escalera que conducía al reino celestial.»

También en el antiguo Egipto existía la creencia de que se ascendía al cielo por una escalera.

En la llanura de Nazca, en el Perú, se observa desde el aire la enorme figura de una araña. En collares y grabados abunda en la América central y meridional el tema decorativo de la araña. Retrocedamos a la formación de la palabra. A??? significa, como observa y relaciona Fulcanelli, «tomar, asir, arrastrar, atraer, de donde se deriva a????, lo que toma, ase, atrae»…«a???? es el imán…» «en provenzal, el hierro se llama aran o iran…», en catalán, aram : es Hiram, el divino Aries, el arquitecto del Templo de Salomón». La voz griega S?d???? significa hierro e imán. De la misma voz deriva el latín sidus, sideris, estrella.

En el magnetismo parecen basarse los OVNI. Del magnetismo habla la obra de Fulcanelli. Hoy se tienen pruebas de la existencia de campos magnéticos galácticos.

Pero decidámonos ya por el punto final. El etcétera es interminablemente largo. Reflexione y ate cabos el lector… las coincidencias se suceden casi imperceptiblemente.

MK Ultra hacia la muerte mental

Los experimentos orientados hacia la modificación del comportamiento, o lavado de cerebro, se iniciaron antes de 1939. Más tarde fueron perfeccionados con la ayuda de sicotrópicos tales como algunos derivados de la ergotamina. Después de la Guerra las investigaciones se aceleraron culminando en el proyecto MK-ULTRA realizado cerca de Palo Alto. Pero los principios del método no son nuevos. Los ejercicios espirituales de los jesuitas corresponden al mismo tiempo de modificación del comportamiento. Algunos autores han llegado a manifestar que el propio Marx sufrió un lavado de cerebro con la mismas técnicas mientras estudiaba en Berlín.

«Lo malo es que, en última instancia, algunos a veces ya no saben para quién están trabajando realmente».

Son palabras graves para ser pronunciadas por una persona tan puntualmente informada como lo es Ismael Medina.

«¿Se experimenta sobre las posibilidades de aplicación del control mental?» preguntan a altos mandos militares en Melilla (1980), al Jefe del Estado Mayor en Madrid (1983) y a la Dirección General de la Guardia Civil (1983): «Sí…sí…sí…» es su respuesta.

El eco es el mismo. Grave. La libertad mental es la más íntima que nos queda y también esa nos la pueden controlar con excesiva facilidad. Este reportaje es a la vez una denuncia y un aviso. Ni Pershing, ni neutrones, ni guerra bacteriológica: la guerra mental es la más limpia y anónima aún y ya actúa entre nosotros.

EL PROTOCOLO DE LA MUERTE PROGRAMADA

14 de noviembre de 1978: Leo J. Ryan, 53 años, 5 hijos, miembro demócrata de la Cámara de Representantes, desembarca en Georgetown, capital de la Guayana, junto con sus ayudantes, varios periodistas y unos abogados de la secta de los templarios del pueblo. El número dos de la embajada norteamericana, Richard Dwyer, los acompaña a Jonestown. Allí mantienen una entrevista con Jim Jones. Los testimonios acusadores que recogen son abrumadores y una veintena de fieles se acogen a la protección de Ryan y le piden ser repatriados a Estados Unidos.

El sábado 18 de noviembre, el grupo abandona Jonestown y acude al aeropuerto de Port Kaituma, donde les esperan unos aviones. Repentinamente se produjo el ataque saltan unos hombres que abren fuego, matando a cinco personas entre las que se cuenta Leo Ryan, e hiriendo a otras diez. Dos días más tarde 900 cadáveres conforman el terrorífico broche final de un ensayo mental de la Inteligencia norteamericana.

TRAMPA DELIBERADA

Año y medio después, los hijos del diputado decidieron presentar una denuncia contra el Gobierno norteamericano. De la instancia presentada ante la Corte del Distrito Norte de California por su abogado, Marvin E. Lewis, se deduce que el Departamento de Estado estaba perfectamente al corriente de las actividades oscuras de Jim Jones en el campo de experimentación de Jonestown.

Retrocedamos al origen de los hechos: en agosto de 1977 la revista New West de San Francisco publica una investigación de Marshall Kilduff y Phil Tracy denunciando las prácticas de James Warren Jones, para los amigos Jim Jones. Diez antiguos miembros de la secta contaban allí las torturas, las extorsiones de fondos, las amenazas de muerte. El lugarteniente-gobernador Mervyn-Dymally intenta obligar a los periodistas a interrumpir su investigación, lo que contribuirá a su fracaso electoral en noviembre de 1978.

PROYECTO DE SUICIDIO COLECTIVO

Más adelante, reemprende la investigación el San Francisco Examiner y revela que varios centenares de adeptos han sido obligados a entregar sus bienes a Jones. Deborah Berkeley logra escapar de Jonestown y narra a unos reporteros de San Francisco Chronicle las condiciones de vida en la comunidad de la selva de la Guayana. Revela además, por vez primera, la existencia de un proyecto de suicidio colectivo.

Es entonces cuando interviene Leo J. Ryan. En Washington pide repetidas veces al Departamento de Estado informaciones sobre el People’s Temple de la Guayana. Le responden que la colonia de Jonestown no ha sido objeto de ninguna investigación, y que las altas esferas no disponen de ninguna noticia al respecto.

Ryan decide actuar entonces en el marco de la Cámara de Representantes. A petición propia, es nombrado jefe de una,

«Misión del Gobierno de los Estados Unidos encargada de investigar las alegaciones de malos tratos inflingidos a ciudadanos norteamericanos en la colonia de Jonestown, en Guayana».

Misión oficial, a cuyo título todos los servicios gubernamentales estaban obligados a aportarle su ayuda, a transmitirle sus informaciones y a asegurarle su seguridad.

SENTENCIADO POR LA CIA

En la documentación aportada por los hijos de Ryan se acusa nominalmente a John Brushnel, que era entonces adjunto a la subsecretaría de Estado para los Asuntos Interamericanos; a Richard McCoy, en aquella época cónsul general de los Estados Unidos en Georgetown; y a John Burke, agente consular. De Richard McCoy diría en su día Hoding Carter, portavoz del Departamento de Estado, refiriéndose a los días de la matanza, que «había desempeñado su tarea conforme a las más severas exigencias profesionales y morales». De la denuncia de los hijos de Ryan se desprende que McCoy estaba informado de lo que estaba sucediendo en el campo de Jim Jones, y de que además del Departamento de Estado, también la CIA estaba perfectamente al corriente de lo que hacía el People’s Temple.

Uno de sus agentes, Philip Blakley, vivía en Jonestown, donde se había convertido en uno de los hombres de confianza de Jim Jones, mientras que Richard Dwyer, el mismo que acogió a Ryan y lo acompañó a Jonestown, era un agente de la central de inteligencia norteamericana. En el documento judicial de Marvin E. Lewis puede leerse textualmente que la acusación de los hijos de Ryan se funda en,

«el hecho de que los agentes citados trabajaban por cuenta del Departamento de Estado y de la CIA con el fin de utilizar la colonia de Jonestown como campo de experimentación del control mental en el marco de las investigaciones emprendidas por la CIA en el programa MK-Ultra».

MK-ULTRA

El escándalo del control mental estalló en los Estados Unidos en 1975, tras el suicidio de Frank Olson, quien dos años antes se había defenestrado desde el décimo piso de un edificio de Manhattan, aparentemente a consecuencia de un ataque de locura. Sorprendió en aquel entonces que el Consejo General de la CIA declarara que Olson había muerto «en acto de servicio». El suicidado era químico al servicio del ejército y estaba participando en investigaciones secretas sobre los efectos del LSD en el cerebro humano, para conocer el modo de empleo de alucinógenos durante los interrogatorios.

Una comisión del Congreso ante la que fue obligado a declarar el almirante Stansfield Turner, director entonces de la CIA y amigo personal de Jimmy Carter, reveló que estos experimentos habían formado parte de un programa secreto sobre el control mental, bautizado como MK-Ultra. El caso del People’s Temple indica que Jim Jones habría participado en dicho programa.

DE LOS PANTERAS NEGRAS AL FASCISMO

Así, sorprendieron algunos aspectos en lo que se refería a las implicaciones políticas. Es evidente que allí no se experimentó solamente con la comunidad del Templo del Pueblo, sino que previamente se operó también con éxito un cambio de personalidad en la figura de su líder.

A finales de los años 50, Jim todavía alimentaba y procuraba empleo y ropa a quienes nada tenían. Luego fundó una colonia de protección contra la guerra nuclear en California. En 1970 montó en San Francisco una iglesia que ofrecía trabajo y ayuda a los necesitados; instalaciones hospitalarias, una guardería, una carpintería, una imprenta. Contactó con Angela Davis, con los Panteras Negras que vieron como su ídolo George Jackson era asesinado por un guardián de la prisión de San Quintín, con el jefe indio Dennis Banks. Luego puso todo su entusiasmo al servicio de la campaña electoral de Jimmy Carter, pero no convenía, naturalmente, y saltó.

Ya fuera, en la Guayana, se operó su cambio subliminal. Una creciente manía persecutoria se adueñó de él. temía que su Jonestown fuera desmantelado por la fuerza, encarcelados los negros y aniquilados por la CIA los blancos. Para no caer en esas garras se imponía en último extremo el autoaniquilamiento. A ese fin encaminó a sus seguidores y ese fin de ensayo llegó inexorablemente. Antirracista, antifascista, Jim Jones acabó aplicando las más rigurosas reglas dictatoriales en su campo de concentración y finalmente el exterminio. Una labor exquisita en dos niveles —el individual y el colectivo— de los especialistas de la inteligencia mental norteamericana, desarrollada a partir del proyecto MK-Ultra.

LA HISTORIA EMPIEZA EN BUDAPEST

Esta primera operación de control mental, de la que derivan las actuales investigaciones en este campo, duró de 1952 a 1965, costó mil quinientos millones de pesetas e involucró a 185 sabios que en estricto secreto llevaron a cabo 149 experimentos diferentes en 44 universidades e institutos, 15 fundaciones y laboratorios, 12 hospitales y 3 penitenciarías.

Comenzó en 1949, cuando el cardenal Midszenty, ante la sorpresa general, reconoció los cargos que le fueron imputados por los jueces de Budapest. El primado de Hungría había sido sometido a un lavado de cerebro.

«Al principio —declaró el director de la CIA Stanley Turner el 3 de agosto de 1977 ante el Congreso— el proyecto MK-Ultra fue un programa defensivo para saber cómo habían conseguido los soviéticos y sus aliados controlar el cerebro humano mediante drogas o el lavado de cerebro. Pero ya en los años 50 los objetivos convirtieron el proyecto en ofensivo».

Un psiquiatra de la Cornell University, amigo del entonces director de la CIA Allen Dulles, creó la Society for Investigation of Human Ecology (Sociedad para la Investigación de la Ecología Humana), tapadera de la CIA y en cuyo marco se experimentaron todas las técnicas posibles del programa MK-Ultra.

SUPRIMIR LA MEMORIA

Se buscaba ahora la provocación de la amnesia a voluntad, para conseguir interrogar a un espía enemigo sin que él ni sus superiores advirtieran que había revelado sus secretos, al tiempo que se lograría suprimir datos comprometedores de la memoria de los agentes propios antes de enviarlos a misiones en países enemigos. Lo mismo valdría para borrar la información acumulada cuando cesaran en el servicio activo.

Entre los documentos que se dieron a conocer en 1977 figura la contratación de un mentalista profesional, John Mulholland, fallecido en 1970.

Un portavoz de la CIA declaró que,

«recurríamos a él cada vez que un acontecimiento rebasaba los límites de nuestro entendimiento y podía tratarse e un recurso de magia».

Mulholland lograba desviar la atención de un sujeto, obligándole a mirar en la dirección que él deseaba, gracias a sus poderes hipnóticos. En 1953 se le pagaron 3.000 dólares por redactar un manual de manipulación para la CIA. De acuerdo con los términos del contrato de este Subproyecto n° 4 o MK-Ultra, el manual serviría para,

«administrar inadvertidamente a cualquier individuo no importa que sustancia sólida, líquida o gaseosa».

LOS COREANOS LAVAN MEJOR

En cuanto al lavado de cerebro, alcanzó poco antes su éxito definitivo en manos de los especialistas de Corea del Norte, que marcaron la pauta para el resto de equipos que en todo el mundo practican este sistema de despersonalización. Se siguen diez fases básicas:

Destrucción de la identidad del individuo

Insinuación de su culpabilidad general

Incitación a la denuncia de sí mismo

Instauración de un clima de inseguridad

Clemencia aparente y proposición de perdón

Incitación a confesarse

Insinuación de su culpabilidad

Autocrítica por deducción lógica de su culpabilidad

Armonización de los puntos de vista entre las dos posiciones

Acabado del cambio del sujeto

De esta forma, se le lleva a condenarse a sí mismo sin que se ejerza verdadera violencia sobre él, obligándolo a analizar de forma lógica a partir de un punto de vista erróneo.

Si analizamos bien este sistema, cabría imputarles semejante práctica igualmente a las sectas dominantes y hasta convendríamos en que los coreanos bebieron en cálices sagrados: los conceptos de la culpabilidad y de la autoanulación como premisas para la purificación y el cambio de personalidad que deben conducir a la pretendida liberación o sublimación espiritual del individuo, subyacen en toda doctrina religiosa importante.

INFILTRACIÓN MENTAL

En lo que respecta a los rusos, maestros en la investigación de las posibilidades que ofrece la mente humana, para lo cual están en estos momentos logrando vertiginosos avances en el conocimiento de la composición de la sustancia de nuestra memoria, cabe decir que el Estado Mayor soviético dispone de una central de informaciones que opera bajo las siglas GRU y cuenta con una red de 30.000 agentes diseminados por los países occidentales y del Tercer Mundo.

Los objetivos de esta red consisten en la preparación de la injerencia rusa en los asuntos occidentales a escala planetaria, mediante la manipulación de la opinión por una parte, y por otra en el intento de apropiación de los progresos de la investigación de los países occidentales, especialmente en las áreas de aeronáutica, comunicaciones, informática avanzada e ingeniería militar. El procedimiento se basa en la grabación en la memoria subliminal de la documentación que se pretende obtener, en el marco de una programación hipnótica cuyas claves de reconversión solamente conocen los inductores del agente programado. Director de este grupo de control y condicionamiento mental es el general Piotr Ivanovitch Ivashutine, quien dirige un grupo que llega a aplicar auténticas técnicas de influencia mágica en la población.

Las tentativas por convertir al ser humano en muñeco que responda inadvertidamente a determinados impulsos, seguirán siendo objetivo prioritario de cuantos pretenden dominarnos. Ahí están, en esa línea de condicionamiento mental, los de otra forma inexplicables suicidios simultáneos de varios componentes de la fracción del Ejército Rojo (RAF) en la prisión de Stuttgart/Stammheim.

El individuo humano, desde el momento en que se integra en una comunidad armónica de congéneres, puede llegar a perder fácilmente sus convicciones individuales, y pasar a asimilar el sentir global del grupo armónico del que forma parte y del que pasa a ser una célula más sin personalidad propia. Esta célula puede, en cualquier momento, cuando concurran en el preciso instante las circunstancias óptimas, transformarse en brazo ejecutor de una acción tremendamente nefasta, con el agravante además de estar íntimamente convencido de estar haciendo el bien.

Otro ejemplo, a menor escala, sería acaso el del grupo de Charles Manson en su cruzada contra Sharon Tate. En aras de la investigación, yo mismo me ví involucrado en 1982 en Florida en una espiral de condicionamiento mental que me demostró, el insospechado grado de efectividad que podría llegar a generar un encauzamiento subliminal correctamente dirigido, a un grupo homogéneo de personas.

En tales circunstancias, lo de la Guayana es perfectamente comprensible y realizable. Y recientemente estábamos asistiendo a la inconcebible integración de Shannon Jo Ryan, una de las hijas del diputado sacrificado en la Guayana, a la secta del hindú Bhagwan Shree Rajnesh, que está cobrando auge inusitado en el Oregón. Se sigue experimentando con seres humanos. El precio en vidas no importa. Luche cada cual, en su parcela personal, por no perder su última libertad: la mental.

Los tuneles de america

Los indios hopi, asentados en el estado norteamericano de Arizona, y que afirman proceder de un continente desaparecido en lo que hoy es el océano Pacífico, recuerdan que sus antepasados fueron instruidos y ayudados por unos seres que se desplazaban en escudos voladores, y que les enseñaron la técnica de la construcción de túneles y de instalaciones subterráneas.

Muchas otras leyendas y tradiciones indígenas del continente americano hablan de la existencia de redes de comunicación y de ciudades subterráneas.

Existe una nutrida literatura y suficientes investigadores que mantienen la hipótesis de que debajo de la superficie de nuestro planeta habitan seres inteligentes desconocidos por nosotros.

Existen diversas hipótesis acerca de la posibilidad de que inteligencias procedentes de fuera de nuestro planeta posean puntos de apoyo subterráneos o subacuáticos en el planeta Tierra. No voy a entrar aquí en el análisis de estas posibilidades, ya que forman parte de otro estudio que merece su propia dedicación.

De forma que no voy a hablar de organizaciones como la Hollow Earth Society (Sociedad de la Tierra Hueca) o el SAMISDAT, que buscan establecer contacto con supuestos habitantes del interior del planeta, la primera, mientras que la segunda echa leña al fuego de la existencia de toda una organización de ideología nazi —naturalmente vinculada a los personajes dirigentes de la Alemania nazi— que sobrevive bajo la piel de nuestro planeta, con entradas a su mundo especialmente en el polo Norte y de la Amazonía brasileña.

No voy a hablar de tales organizaciones ni de otras similares, ni voy a entrar en el tema de Shamballah ni de Agartha —supuestos conceptos de lo que serían unos centros de control subterráneos en los confines del Asia central— ni en el del supuesto ‘Rey del Mundo’, porque no es el momento de negar ni de confirmar la validez de todos estos supuestos. El día en que crea oportuno hablar de ellos, lo haré de la forma más clara posible.

Voy a centrarme en este artículo en los lugares que, en el continente americano, tienen mayores posibilidades de conectar con este mundo inteligente subterráneo que aflora en muchas narraciones de los indios del Norte, del Centro y del Sur de este vasto continente, recogidas desde la época de la conquista hasta nuestros días. Para darle algún orden a la exposición de estos lugares —y dado que la datación cronológica de los supuestos túneles se pierde en la indefinición— voy a recorrer en las páginas que siguen América comenzando por el Norte para terminar, en trayecto descendente sobre el mapa, en el Norte de Chile.

Quede dicho, antes de descender, que hay más de un investigador que afirma que el polo Norte alberga tierras cálidas y la entrada hacia un mundo interior.

EL MONTE SHASTA

Los indios hopi afirman que sus antepasados proceden de unas tierras hundidas en un pasado remoto en lo que hoy es el océano Pacífico. Y que quienes les ayudaron en su éxodo hacia el continente Americano fueron unos seres de apariencia humana que dominaban la técnica del vuelo y la de la construcción de túneles e instalaciones subterráneas. Los hopi están asentados hoy en día en el estado de Arizona, cerca de la costa del Pacífico. Entre ellos y la costa, se halla el estado de California. Y en el extremo norte de este estado existe un volcán nevado, blanco, llamado Shasta.

Las leyendas indias del lugar explican que en su interior se halla una inmensa ciudad que sirve de refugio a una raza de hombres blancos, dotados de poderes superiores, supervivientes de una antiquísima cultura desaparecida en lo que hoy es el océano Pacífico. El único supuesto testigo que accedió a la ciudad, el médico Dr. Doreal, afirmó en 1931 que la forma de construcción de sus edificios le recordó las construcciones mayas o aztecas.

El nombre Shasta no procede del inglés, ni de ninguno de los idiomas ni dialectos indios. En cambio, es un vocablo sánscrito, que significa “sabio”, “venerable” y “juez”. Sin tener noción del sánscrito, las tradiciones indias hablan de sus inquilinos como de seres venerables que moran en el interior de la montaña blanca por ser ésta una puerta de acceso a un mundo interior de antigüedad milenaria.

Notificaciones más recientes de los habitantes de la cercana colonia de leñadores de Weed refieren apariciones esporádicas de seres vestidos con túnicas blancas que entran y salen de la montaña, para volver a desaparecer al tiempo que se aprecia un fogonazo azulado.

Narraciones recogidas de los indios sioux y apaches confirman la convicción de los hopi y de los indígenas de la región del monte Shasta, de que en el subsuelo del continente americano mora una raza de seres de tez blanca, superviviente de una tierra hundida en el océano. Pero también mucho más al norte, en Alaska y en zonas más norteñas aún, esquimales e indios hablan una y otra vez de la raza de hombres blancos que habita en el subsuelo de sus territorios.

UNA CIUDAD BAJO LA PIRÁMIDE

Descendiendo hacia el Sur, recogí en la primavera de 1977 en México la creencia de que bajo la pirámide del Sol en Teotihuacán (la “ciudad de los dioses”), se esconde por el lado opuesto de la corteza terrestre —o sea en el interior del subsuelo— una ciudad en la cual se afirma que se halla el dios blanco.

400 EDIFICIOS VÍRGENES

Si de aquí nos trasladamos a la península del Yucatán, hallaremos en su extremo norte, oculta en la espesura de la selva, una ciudad descubierta en 1941 que se extiende sobre un área de 48 km2, y que guarda en el silencio del olvido más de 400 edificios que en alguna época remota conocieron esplendor.

Fue hallada por un grupo de muchachos que, jugando en las inmediaciones de una laguna en la que solían bañarse, se toparon con un muro de piedras trabajadas, oculto por la vegetación. No teniendo los mexicanos recursos suficientes para acometer la exploración del lugar, requirieron ayuda norteamericana, acudiendo dos arqueólogos especializados en cultura maya, adscritos al Middle American Research Institute de la Universidad de New Orleans.

También ellos determinaron que el proyecto de limpieza y estudio de la enorme ciudad sobrepasaba sus posibilidades, por lo que habría que crear una asociación con otras entidades. La guerra logró que el proyecto fuera momentáneamente archivado. Hasta que, en 1956, la Universidad de New Orleans, asociada esta vez con la National Geographic Society y con el Instituto Nacional de Antropología de México reemprendió las investigaciones.

Andrews, el arqueólogo que dirigía la expedición, se dedicó —mientras el equipo de trabajadores comenzaba la desobstrucción de las edificaciones— a recoger informaciones entre los indios de la región. Un chamán le hizo saber que la ciudad se llamaba Dzibilchaltún, palabra que era desconocida en el idioma maya local, y que la laguna era llamada Xlacah, cuya traducción sería “ciudad vieja”.

LA CIUDAD ENGULLIDA

Queriendo averiguar el motivo de este nombre, le fue narrada al arqueólogo norteamericano una leyenda transmitida por los indios de generación en generación, y que afirmaba que, en el fondo de la laguna, existía una parte de la ciudad que se alzaba arriba, en la jungla. De acuerdo con la narración del viejo chamán, muchos siglos antes había en la ciudad de Dzibilchaltún un gran palacio, residencia del cacique. Cierta tarde llegó al lugar un anciano desconocido que le solicitó hospedaje al gobernante.

Si bien demostraba una evidente mala voluntad, ordenó sin embargo a sus esclavos que preparasen un aposento para el viajero. Mientras tanto, el anciano abrió su bolsa de viaje y de ella extrajo una enorme piedra preciosa de color verde, que entregó al soberano como prueba de gratitud por el hospedaje. Sorprendido con el inesperado presente, el cacique interrogó al huésped acerca del lugar del que procedía la piedra.

Como el anciano rehusaba responder, su anfitrión le preguntó si llevaba en la bolsa otras piedras preciosas. Y dado que el interrogado continuó manteniéndose en silencio, el soberano montó en cólera y ordenó a sus servidores que ejecutasen inmediatamente al extranjero. Después del crimen, que violaba las normas sagradas del hospedaje, el propio cacique revisó la bolsa de su víctima, suponiendo que encontraría en ella más objetos valiosos.

Mas, para su desespero, solamente halló unas ropas viejas y una piedra negra sin mayor atractivo. Lleno de rabia, el soberano arrojó la piedra fuera del palacio. En cuanto cayó a tierra, se originó una formidable explosión, e inmediatamente la tierra se abrió engullendo el edificio, que desapareció bajo las aguas del pozo, surgido éste en el punto exacto en el que cayó a tierra la piedra. El cacique, sus servidores y su familia fueron a parar al fondo de la laguna, y nunca más fueron vistos. Hasta aquí la leyenda.

Pero continuemos con estas ruinas del Yucatán septentrional. La expedición acabó por desobstruir una pirámide que albergaba ídolos diferentes de las representaciones habituales de las divinidades mayas. Otro edificio cercano se revelaría como mucho más importante. Se trataba de una construcción que difería totalmente de los estilos tradicionales mayas, ofreciendo características arquitectónicas jamás vistas en ninguna de las ciudades mayas conocidas.

En el interior del templo —adornado todo él con representaciones de animales marinos— Andrews descubrió un santuario secreto, tapiado con una pared, en el que se encontraba un altar con siete ídolos que representaban a seres deformes, híbridos entre peces y hombres. Seres similares por lo tanto a aquellos que en tiempos remotos revelaron inconcebibles conocimientos astronómicos a los dogones, en el África central, y a aquellos otros que nos refieren las tradiciones asirias cuando hablan de su divinidad Oannes.

En 1961, Andrews regresó a Dzibilchaltún, acompañado en esta ocasión de dos experimentados submarinistas, que debían completar con un mejor equipamiento la tentativa de inmersión efectuada en 1956 por David Conkle y W. Robbinet, que alcanzaron una profundidad de 45 metros, a la cual desistieron en su empeño debido a la total falta de luz reinante. En esta segunda tentativa, los submarinistas fueron el experimentado arqueólogo Marden, famoso por haber hallado en 1956 los restos de la H.M.S Bounty, la nave del gran motín, y B. Littlehales.

Después de los primeros sondeos, vieron claro que la laguna se desarrollaba en una forma parecida a una bota, prosiguiendo bajo tierra hasta un punto que a los arqueólogos submarinistas les fue imposible determinar. Al llegar al fondo de la vertical, advirtieron que existía allí un declive bastante pronunciado, que se encaminaba hacia el tramo subterráneo del pozo. Y allí se encontraron con varios restos de columnas labradas y con restos de otras construcciones. Con lo cual parecía confirmarse que la leyenda del palacio sumergido se fundamentaba en un suceso real.

Este enclave del Yucatán presenta certeras similitudes con las ruinas de Nan Matol, la ciudad muerta del océano Pacífico del que afirman proceder los indios americanos. También allí se conserva una enigmática ciudad abandonada y devorada por la jungla, a cuyos pies, en las profundidades del mar, los submarinistas descubrieron igualmente columnas y construcciones engullidas por el agua.

EL EMPERADOR DEL UNIVERSO

Nos vamos a la otra costa de México, ligeramente más al Sur. En Jalisco, y a unos 120 km tierra adentro del cabo Corrientes, cuentan los indígenas que se oculta un templo subterráneo en el que antaño fue venerado el ‘emperador del universo’.

Y que, cuando finalice el actual ciclo evolutivo, volverá a gobernar la Tierra con esplendor el antiguo pueblo desplazado. Tal afirmación guarda relación con el legado que encierran los pasadizos de Tayu Wari, en la selva del Ecuador.

LAS LAMINAS DE ORO DE LOS LACANDONES

De aquí hacia el Sur, al estado mexicano de Chiapas, junto a la frontera con Guatemala. Allí moran unos indios diferentes, de tez blanca, por cuyos secretos subterráneos ya se había interesado en marzo de 1942 el mismo presidente Roosevelt. Pues cuentan los lacandones que saben de sus antepasados que en la extensa red de subterráneos que surcan su territorio, se hallan en algún lugar secreto unas láminas de oro, sobre las que alguien dejó escrita la historia de los pueblos antiguos del mundo, amén de describir con precisión lo que sería la Segunda Guerra Mundial, que implicaría a todas las naciones más poderosas de la Tierra.

Este relato llega a oídos de Roosevelt a los pocos meses de sufrir los Estados Unidos el ataque japonés a Pearl Harbor. Semejantes planchas de oro guardan estrecha relación, igualmente, con las que luego veremos se esconden en los citados túneles de Tayu Wari, en el Oriente ecuatoriano.

50 KM DE TUNEL

Prosigamos hacia el Sur. El paso siguiente que se da desde Chiapas pisa tierra guatemalteca. En el año 1689 el misionero Francisco Antonio Fuentes y Guzmán no tuvo inconveniente en dejar descrita la “maravillosa estructura de los túneles del pueblo de Puchuta”, que recorre el interior de la tierra hasta el pueblo de Tecpan, en Guatemala, situado a unos 50 km del inicio de la estructura subterránea.

A MÉXICO EN UNA HORA

A finales de los 40 del siglo pasado apareció un libro titulado Incidentes de un viaje a América Central, Chiapas y el Yucatán, escrito por el abogado norteamericano John Lloyd Stephens, que en misión diplomática visitó Guatemala en compañía de su amigo el artista Frederick Catherwood. Allí, en Santa Cruz del Quiché, un anciano sacerdote español le narró su visita, años atrás, a una zona situada al otro lado de la sierra y a cuatro días de camino en dirección a la frontera mexicana, que estaba habitada por una tribu de indios que permanecían aún en el estado original en que se hallaban antes de la conquista.

En conferencia de prensa celebrada en New York tiempo después de la publicación del libro, añadió que, recabando más información por la zona, averiguó que dichos indios habían podido sobrevivir en su estado original gracias a que —siempre que aparecían tropas extrañas— se escondían bajo tierra, en un mundo subterráneo dotado de luz, cuyo secreto les fue legado en tiempos antiguos por los dioses que habitan bajo tierra. Y aportó su propio testimonio de haber comenzado a desandar un túnel debajo de uno de los edificios de Santa Cruz del Quiché, por el que en opinión de los indios antiguamente se llegaba en una hora a México.

EL TEMPLO DE LA LUNA

En octubre de 1985 tuve ocasión de acceder junto con Juan José Benítez, con los hermanos Vilchez y con mi buena amiga Gretchen Andersen —que, dicho sea de paso, nació al pie del monte Shasta en el que inicié este artículo— a un túnel excavado en el subsuelo de una finca situada en los montes de Costa Rica. Nos internamos en una gran cavidad que daba paso a un túnel artificial que descendía casi en vertical hacia las profundidades de aquel terreno.

Los lugareños —que estaban desde hace años limpiando aquel túnel de la tierra y las piedras que lo taponaban— nos narraron su historia, afirmando que al final del mismo se halla el “templo de la Luna”, un edificio sagrado, uno de los varios edificios expresamente construidos bajo tierra hace milenios por una raza desconocida, que de acuerdo con sus registros había construido una ciudad subterránea de más de 500 edificios.

LA BIBLIOTECA SECRETA

Y ya bastante más al Sur, me interné en 1986 en solitario en la intrincada selva que, en el Oriente amazónico ecuatoriano, me llevaría hasta la boca del sistema de túneles conocidos por Los Tayos —Tayu Wari en el idioma de los jívaros que los custodian—, en los que el etnólogo, buscador, aventurero y minero húngaro Janos Moricz había hallado años atrás, y después de buscarla por todo el subcontinente sudamericano, una auténtica biblioteca de planchas de metal.

En ellas, estaba grabada con signos y escritura ideográfica la relación cronológica de la historia de la Humanidad, el origen del hombre sobre la Tierra y los conocimientos científicos de una civilización extinguida.

LAS CIUDADES SUBTERRÁNEAS DE LOS DIOSES

Por los testimonios recogidos, a partir de allí partían dos sendas subterráneas principales: una se dirigía al Este hacia la cuenca amazónica en territorio brasileño, y la otra se dirigía hacia el Sur, para discurrir por el subsuelo peruano hasta el Cuzco, el lago Titicaca en la frontera con Bolivia, y finalmente alcanzar la zona lindante a Arica, en el extremo norte de Chile.

De acuerdo por otra parte con las informaciones minuciosamente recogidas en Brasil por el periodista alemán Karl Brugger, con cuyo asesinato en la década de los 80 desaparecieron los documentos de su investigación, se hallarían en la cuenca alta del Amazonas diversas ciudades ocultas en la espesura, construidas por seres procedentes del espacio exterior en épocas remotas, y que conectarían con un sistema de trece ciudades ocultas en el interior de la cordillera de los Andes.

LOS REFUGIOS DE LOS INCAS

Enlazando con estos conocimientos, sabemos desde la época de la conquista que los nativos ocultaron sus enormes riquezas bajo el subsuelo, para evitar el saqueo de las tropas españolas. Todo parece indicar que utilizaron para ello los sistemas de subterráneos ya existentes desde muchísimo antes, construidos por una raza muy anterior a la inca, y a los que algunos de ellos tenían acceso gracias al legado de sus antepasados. Posiblemente, el desierto de Atacama en Chile sea el final del trayecto, en el extremo Sur.

Estamos hablando pues, al final del trayecto, de la zona que las tradiciones de los indios hopi citados al inicio de esta artículo —allá arriba en la Arizona norteamericana—, señalan como punto de arribada de sus antepasados cuando —ayudados por unos seres que dominaban tanto el secreto del vuelo como el de la construcción de túneles y de instalaciones subterráneas—, se vieron obligados a abandonar precipitadamente las tierras que ocupaban en lo que hoy es el océano Pacífico.

Pero la localización de las señales concretas —que existen—, el desciframiento adecuado de sus claves correctoras —que las hay—, así como la decisión de dar el paso comprometido al interior, es —como siempre sucede en todo buscador sincero— una labor tan comprometida como intransferible.

Información adicional: Project RedBook – Subterranean Worlds / Alien-Human Underworlds

Los primero contactados

En prácticamente todos los legados de los orígenes de los primeros pueblos del planeta, se pueden hallar vestigios de seres inteligentes, superiores, descendidos de los cielos, que contactan directamente con los humanos. Dando inicio con ello, indefectiblemente, a las respectivas creencias religiosas de los pueblos afectados.

En todas las épocas ha habido además personajes singulares que han influido directamente en la marcha de la historia de la humanidad, después de haber sido contactados por entes no humanos.

Puede hablarse de personajes contactados o “elegidos”, como puede también hablarse de pueblos enteros, contactados o elegidos por entidades no humanas.

Ante la imposibilidad de referirme a todos ellos en este artículo, me limitaré a los más importantes personajes que en los tiempos antiguos representan a la élite visible de los contactados.

Los primeros formados

Antes de hablar de los primeros contactados, cabría hablar de los primeros formados, aquellos que fueron puestos por seres superiores sobre la superficie del planeta Tierra, programados para engendrar allí a una nueva raza de seres inteligentes: nosotros.

De ello nos hablan,

las referencias bíblicas a Adán y Eva, en que un ser superior crea a los primeros padres de la especie humana

los relatos del Popol Vuh, el libro sagrado de los quichés, de la gran familia maya, según el cual los poderosos del cielo deciden crear sobre la superficie terrestre a un muñeco de inteligencia restringida -nosotros

el relato conocido por el “Espejo de Izanami”, con el que los japoneses explican el descenso, en tiempos remotos, de una pareja celeste que procrea sobre el planeta Tierra y deja en él a sus hijos varón y hembra para que crezcan y se desarrollen hasta llegar a formar la nación nipona

las pinturas rupestres conocidas por “wandjinas”, que son, en los montes Kimberley australianos, las únicas pinturas no trazadas por mano humana, sino directamente por los dioses que en épocas remotas descendieron para proporcionar alimento a los nativos ¿los “primeros contactados” en sentido estricto? , antes de transformarse en serpientes míticas, ascender al cielo y moverse allí en forma de luces que pueden verse a gran altura ¿los primeros “Objetos Volantes No Identificados” en sentido estricto?

etc…

Los primeros contactadores

Entre los primeros rollos recuperados en 1947 de las cuevas de Qumran, junto al Mar Muerto, nos llama la atención el del Génesis Apocrifon, denominado Manuscrito de Lamech antes de haber sido desenrollado. En él se cuenta cómo Lamech, padre de Noé, vuelto a casa tras larga ausencia, se encuentra con la sorpresa de que su mujer, Bathenosh, había dado a luz a un niño que no acababa de cuadrar en la familia. Su mujer le asegura que el niño no es hijo de ningún extraño ni de ninguno de los “Hijos del Cielo”, como nos lo relata el propio Lamech de acuerdo con el texto del Libro de Enoch:

“Yo he puesto en el mundo a un hijo, diferente a los otros; no es como los hombres, sino que parece un hijo de los mensajeros del cielo.”

Esta comparación que hace Lamech parece indicar que él, o incluso la gente de la época, estaban familiarizados con las características o peculiaridades que presentaban estos “hijos de los mensajeros del cielo”, que por lo tanto habrían efectuado frecuentes visitas a los humanos de la época, que podríamos entonces considerar como de los primeros humanos contactados por seres superiores descendidos de las alturas.

Producto de las primeras contactaciones: los gigantes

En otro pasaje de su legado, Enoch nos habla ya de la unión de los celestes con las hijas de los hombres:

“Y los mensajeros, hijos de los cielos, se dijeron entre ellos: ‘Vamos, escojamos mujeres entre los hijos de los hombres y engendremos hijos.'”

De estas uniones siempre de acuerdo con el Libro de Enoch las hijas de los hombres, que podemos considerar primeras contactadas íntimas, “concibieron y pusieron en el mundo grandes gigantes”. Este relato que queda confirmado por otros pasajes del Génesis , tiene sus similitudes con las narraciones tradicionales de los orígenes de otros muchos pueblos del planeta.

En todos los casos, los varones de estos coitos cósmicos son de origen extraterrestre, mientras que las hembras que dan a luz a los gigantes o “seres diferentes” son humanas, terrestres, contactadas.

El contactado Lot

Bien conocido es el pasaje bíblico que refiere la destrucción de Sodoma y Gomorra, circunstancia que convierte al patriarca Lot en uno de los primeros contactados con nombre conocido. Se conjugan en este pasaje los factores de venganza por parte de los “contactadores” o emisarios descendidos de las alturas, de protección a una familia concreta, de aviso previo del inminente arrasamiento total, de ataque aéreo y hasta de una posible cuenta atrás, ya que Lot y su familia disponen de un plazo muy breve e improrrogable para abandonar la ciudad a fin de salvar sus vidas.

Pero vayamos al texto bíblico:

“Cuando los dos emisarios llegaron por la tarde a Sodoma, Lot estaba sentado a la puerta de la población. En cuanto los vio, se levantó para salir a su encuentro, se prosternó de cara al suelo y dijo: ‘Por favor, señores míos, venid a casa de vuestro siervo para pasar la noche y lavaros los pies..'”

Los dos emisarios en un primer momento se niegan aduciendo que dormirán en la plaza, pero a los ruegos insistentes de Lot aceptan y entran en su casa. Al poco rato los hombres de Sodoma llaman a Lot y le exigen que les entregue a los dos forasteros. Lot se niega a ello, ofreciéndoles a cambio a sus dos hijas, que aún no conocieron varón. Ante el enojo del gentío, intervienen los dos misteriosos emisarios, asiendo a Lot y metiéndolo en casa, al tiempo que,

“hirieron de ceguera a los hombres que habían permanecido fuera de la entrada de la casa, de forma que no pudieron llegar a hallar la entrada.”

Obsérvese que es éste uno de los casos en que el texto bíblico denota que los emisarios o ángeles que proceden de las alturas pueden ser absolutamente semejantes a nosotros, ya que sin más los llaman ‘hombres’

“dijeron a Lot: ‘Vamos a destruir este lugar: grande es el clamor contra sus habitantes en la presencia de Yahveh, y Yahveh nos ha enviado para exterminarlos.'” (…) ”

Al despuntar el alba, y dado que Lot se hacía el remolón, los dos hombres lo tomaron de la mano, así como también a su mujer y a sus dos hijas, y por compasión de Yahveh hacia él, le hicieron salir y lo dejaron fuera de la ciudad.

Mientras lo sacaban, dijeron:

“¡Sálvate, por tu vida! No se te ocurra mirar atrás ni te entretengas en ningún lugar de la llanura. ¡Sálvate en la montaña, no fuera caso de que murieras!” Poco después, “Yahveh hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego que venían de Yahveh desde el cielo. Y destruyó estas ciudades y toda la llanura con todos los habitantes de las ciudades y las plantas de la tierra. La mujer de Lot miró hacia atrás, y se convirtió en una estatua de sal.” (Esta circunstancia hizo apuntar a algunos estudiosos la hipótesis de que se produjo allí una auténtica explosión nuclear.)

“Abraham fue muy de mañana al lugar en que había estado en presencia de Yahveh. Miró hacia Sodoma y Gomorra y toda la llanura, y vio la humareda de la tierra que subía como la humareda de un horno.”

El contactado Moisés

El libro del Éxodo nos ofrece uno de los casos de contacto extraterrestre más decisivos para la marcha de la Humanidad. El contactador, Yahveh, se desplazaba a voluntad en un vehículo aéreo:

“Yahveh iba delante de ellos, de día en una columna de nube para mostrarles el camino, y de noche en una columna de fuego que los iluminaba, para que pudieran caminar día y noche.”

Inmediatamente se hace patente la intervención de Yahveh que por su carácter marcadamente sanguinario jamás puede ser identificable con la noción de Dios en defensa de los hijos de Israel (con la finalidad de que le admiren, teman y estén, por ende, a su servicio), masacrando implacablemente a los egipcios.

Y queda patente el contacto directo de este desconocido vengador celeste con el caudillo de los israelitas, Moisés, al decirle Yahveh:

“Extiende la mano sobre el mar, que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros y sobre sus conductores.”

Moisés extendió la mano sobre el mar, y hacia la mañana el mar regresó a su lugar, y las aguas sorprendieron aquí el ensañamiento de Yahveh llega a sus cotas máximas a los egipcios que huían.

El que Moisés fue en el siglo XVI antes de JC un hombre-contacto, queda claramente confirmado en el siguiente pasaje bíblico:

“Yahveh les dijo acto seguido a Moisés, a Aharon y a María: ‘Acudid los tres a la entrada del oráculo’. Y los tres fueron. Entonces Yahveh descendió en la columna de nube, se colocó a la entrada de la tienda y llamó a Aharon y a María. Y los dos salieron.

Y les dijo: ‘Escuchad mis palabras: si entre vosotros dos hubiera un profeta de Yahveh, me mostraría a él en visión, le hablaría en sueños. No sucede así con mi siervo Moisés; él es el hombre de confianza de toda mi casa. Yo le hablo cara a cara, en visión y no en enigmas; él contempla la imagen de Yahveh.”

El libro del Exodo sigue corroborando plenamente este extremo:

“Yahveh dijo a Moisés: ‘Acudiré a reunirme contigo dentro de una nube espesa, para que el pueblo pueda darse cuenta de cuando hablo contigo y crea aún más en ti.'”

Pero Yahveh advierte del peligro que supone aproximarse a su ‘nave’:

“Además, márcale al pueblo un límite alrededor de la montaña y adviérteles: ‘Guardaos de subir a la montaña y de tocar su base. Quien toque la montaña morirá.'”

Y, efectivamente, Yahveh subió a bordo de la nube para desplazarse hasta Moisés:

“Al tercer día, de madrugada, hubo encima de la montaña truenos y rayos y una nube espesa, acompañados de un fuerte resonar de trompeta.”

(…) “La montaña del Sinaí humeaba toda ella, porque Yahveh había bajado sobre ella con fuego.”

(…) “Entonces Yahveh llamó a Moisés a la cumbre de la montaña, y Moisés subió.”

(…) “El pueblo se mantenía lejos, mientras Moisés se acercó a la oscuridad en la cual se hallaba Yahveh.”

Y ya su estancia prolongada dentro de la nube-nave de Yahveh:

“Moisés entonces subió a la montaña. Entonces una nube cubrió la montaña, y la gloria de Yahveh se estableció encima de la montaña del Sinaí. La nube la cubrió durante seis días, y, al séptimo día, Yahveh llamó a Moisés desde el interior de la nube. El aspecto de la gloria de Yahveh era a los ojos de los israelitas como un fuego abrasador en la cima de la montaña. Moisés penetró en medio de la nube y subió a la montaña, y permaneció en la montaña durante cuarenta días y cuarenta noches.”

La primera abducción: el contactado Elías

El profeta Elias nos brinda en el siglo IX antes de JC la primera narración conocida dentro de los textos bíblicos en que el contactado es abducido por un objeto volante no identificado. Pero no hace falta interpretar el texto, sino que una vez más es suficiente con leerlo simplemente tal y como nos lo transmiten las Escrituras:

“Cuando Yahveh quiso hacer subir a Elías al cielo en una turbonada, Elías y Eliseo marcharon hacia Galgala.” De Galgala fueron a Bet-El, de aquí a Jericó, y de allí al Jordán. Tanto en Bet-El como en Jericó, los profetas del lugar le dijeron a Eliseo:

“¿Sabes que hoy Yahveh quiere llevarse a tu señor por los aires, por encima de tu cabeza?”, con lo cual confirmaron que se trataba de un encuentro con abducción previamente anunciada y acordada.

La historia termina así, literalmente, junto a la orilla del río Jordán:

“Mientras iban caminando y hablando, un carro de fuego con caballos de fuego separó al uno del otro, y Elías ascendió al cielo en la turbonada. Al verlo Eliseo, gritó: ‘¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su conductor!’.”

Ya sé que no encaja lo del carro de fuego con caballos de fuego, pero ¿qué otra forma de describir a un “vehículo” volante que transporta a una persona, tenía un testigo que no tenía la más remota idea de lo que era un aparto volante fabricado por alta tecnología por seres inteligentes, si no era comparándolo con lo que él conocía como medio de transporte: un carro tirado por caballos?

Posiblemente de una forma similar abandonara mucho tiempo antes nuestro planeta uno de los personajes más intrigantes que lo pisaron, cual fue el padre de Matusalén, Henoc. Cuenta el texto bíblico:

“Henoc vivía con Dios, y desapareció, porque Dios se lo llevó.”

El contactado Isaías, precursor de Alber Einstein: nueva abducción

No estará de más recordar aquí otro texto bíblico, cual es el escrito apócrifo titulado Visión de Isaías, que relata cómo el profeta Isaías, en el siglo VIII antes de JC, duda de la veracidad de su fe en la grandeza del Todopoderoso, por cuya razón es contactado e invitado a subir al cielo. Al ver allí la majestad del llamado Creador, Isaías se arrepiente de sus dudas.

El emisario que le había conducido al cielo se disponía a acompañarle de regreso a la Tierra.

“¿Por qué tan pronto?” suplicó el profeta .

“No llevo más de dos horas aquí.”

“Dos horas no: treinta y dos años”, rectificó el emisario, advirtiéndole, sin embargo, que estos treinta y dos años no habían transcurrido para él: vuelto a la Tierra tendrá la misma edad que tuvo al partir.

Tenemos aquí un ejemplo de aplicación práctica de la teoría de la relatividad. Pero, ¿cómo la podía conocer el autor del apócrifo, escrito antes del siglo III de nuestra era? La pregunta no es capciosa ni ligera. Poco importa que la Iglesia reconozca la autenticidad o no de este texto apócrifo. Poco importaría incluso en este caso el que Isaías ascendiera realmente a algún punto externo a la atmósfera terrestre o no. Poco importaría para esta pregunta el que efectivamente realizara este asombroso viaje espacial.

Porque lo que realmente es inquietante en este texto y que alguien me lo aclare si puede es cómo un autor que vivió antes del siglo III de nuestra era, era capaz de poner un ejemplo práctico de aplicación de la teoría de la relatividad formulada por Albert Einstein en nuestros días.

El contactado Habacuc y su fugaz viaje aéreo

Relata el texto bíblico del libro del profeta mayor Daniel otro curioso caso de contacto:

“Vivía en Judea el profeta Habacuc, que había preparado un cocido, había untado pan en una cazuela, y salía al campo para llevárselo a los segadores. El emisario del Señor le dijo: ‘Lleva la comida que aquí tienes a Babilonia, a Daniel, dentro de la cisterna de los leones.’ Habacuc respondió: ‘Señor, ¡yo no he visto nunca Babilonia, ni conozco la cisterna!’

El emisario del Señor lo tomó por la coronilla y, asiéndole de los pelos por los aires, lo dejó en Babilonia sobre la cisterna, con la fuerza de su ala. Habacuc gritó: ‘¡Daniel, Daniel, toma la comida que Dios te envía!’ Y Daniel dijo: ‘Has pensado en mí, oh Dios, y no has abandonado a los que te quieren.’ Daniel se levantó y comió. Y el emisario del Señor devolvió inmediatamente a Habacuc a su lugar.”

El contactado Daniel

Ya poco antes los protectores celestes de Daniel le revelaron a éste con pelos y señales las características de los próximos reinados en la zona. Evidenciaban con ello que su intervención podía encauzar los destinos de los países, y esta
situación se ha venido prolongando a lo largo de la historia de la humanidad hasta nuestros días. El profeta Daniel nos describe a sus ‘contactos’ de esta forma tan poco divina y, en cambio, tan tecnológicamente avanzada:

“El día 24 del mes primero, mientras me hallaba a orillas del gran río” se refiere al Tigris “alcé los ojos y vi a un hombre vestido de lino, con el dorso ceñido de oro de Ufaz. Su cuerpo era como el crisólito; la cara, como el fulgor del relámpago; los ojos, como antorchas de fuego; los brazos y las piernas, como el reflejo del bronce pulido; el sonido de sus palabras, como el murmullo de una multitud.” (…)

“Mientras así me hablaba, bajé la cabeza sin decir nada; y como una semejanza de mano de hombre me tocó los labios.” (…)
“Nuevamente la apariencia humana me tocó y me confortó.”

Más adelante, Daniel nos relata que este misterioso personaje humanoide no estaba solo:

“Y yo, Daniel, vi a otros dos que estaban de pie, uno en esta orilla del río y el otro en la otra orilla del río. Y le hablé al hombre vestido de lino que se hallaba por encima del agua del río: ‘¿Hasta cuándo, el fin de las cosas extraordinarias?’ Y oí al hombre vestido de lino que estaba encima del río: ‘Todas estas cosas se acabarán cuando se haya acabado el poder del que oprime al pueblo santo.'”

Insisto: ¿quién es ése, a quien tanto le interesa intervenir en nuestra historia?

El contactado Ezequiel

Tiempo después, en el siglo VI antes de JC, el profeta Ezequiel tuvo un encuentro similar junto al río Quebar, cerca de Babilonia, quedando descrito en su libro uno de los más detallados testimonios de encuentros cercanos con objetos volantes no identificados que podemos encontrar en los tiempos antiguos. No hay espacio aquí para reproducir su extensa descripción, que finaliza con esta indicación de que hubo un “contacto”:

“Y lo ví, y caí sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba. Me dijo: ‘Hijo de hombre, levántate, que quiero hablarte.'”

Del relato de Ezequiel se desprende claramente que se trata de la descripción detallada del descenso de un aparato volante que se dirige hasta el lugar en el que se halla el profeta, se detiene allí junto a él, momento en el que uno de sus tripulantes (o acaso el único) se dirige al profeta para entablar una conversación. El estudio más serio y autorizado de cuantos se han efectuado del fenómeno observado y descrito por Ezequiel es indudablemente el que llevó a cabo Josef F. Blumrich, ingeniero jefe responsable de la Oficina de Construcción de Proyectos de la NASA, agencia que le concedió en 1972 la medalla para Servicios Excepcionales.

El resultado de sus investigaciones fue no sólo la afirmación rotunda y categórica de que Ezequiel vio efectivamente una nave espacial, sino la descripción total y compleja de la misma. Afirma que encontró todos los elementos para la rediseñación del aparato, en los textos bíblicos. Tanto es así, que llegó a patentar en los Estados Unidos, para aplicaciones tecnológicas actuales, la especial configuración de la famosa “rueda en rueda” que cita el texto bíblico de Ezequiel.

Maya, contactada para dar a luz a Buda

Por aquellos mismos años, en el siglo VI antes de JC, en tierras situadas mucho más al Este, en las estribaciones inferiores del Himalaya, una mujer debidamente preparada para ello Maya , concibe a un ser que nace sin padre terrestre. La mujer había formulado voto de castidad, habiendo conseguido que su marido, Suddhodana, no la obligara a cumplir los deberes conyugales, al igual que sucedería algo más de medio milenio más tarde con María y José.

Además, al igual que en el caso de ésta, los dioses velaban por Maya y por el precioso embrión que habría de ser el Buda.

Si bien en el caso de Maya el contacto se diluye más en la indefinición, las circunstancias que rodean todo el nacimiento de Buda y que aquí una vez más por razones de espacio no tienen cabida indican con claridad que se trataba de una orquestación muy similar a la que tuvo lugar en Palestina siglos más tarde, como inmediatamente pasaremos a ver.

Dos contactadas de excepción: María y su madre Ana

Las ayudas externas fueron sucediéndose a lo largo de la vida de María. Por ejemplo, leemos en el Evangelio del Pseudo Mateo que cuando María sentía dolores de parto,

“apareció ante los viajeros un hermoso niño que lucía una espléndida vestidura.” (…)

“Y mandó el emisario parar la caballería, porque el tiempo de dar a luz se había echado ya encima. Después mandó a María que bajara de la cabalgadura y se metiera en una cueva subterránea, donde siempre reinó la oscuridad, sin que nunca entrara un rayo de luz, porque el Sol no podía penetrar hasta allí. Mas en el momento mismo en que entró María, el recinto se inundó de resplandores y quedó todo refulgente como si el Sol estuviera allí dentro. Aquella luz divina dejó la cueva como si fuera al mediodía. Y, mientras estuvo allí María, el resplandor no faltó ni de día ni de noche.”

Como puede apreciarse, una cueva debidamente preparada: el emisario les dice que tienen que penetrar precisamente en ella.

Pero retrocedamos a la infancia de la propia madre de Jesús y aún más, a su misma concepción. Resulta que Ana, la madre de María, ya concibió a ésta gracias a la intervención de seres procedentes de fuera de este planeta. Leemos en el
Evangelio del Pseudo Mateo que Joaquín, después de vivir veinte años de matrimonio con Ana, no tuvo de ella hijos ni hijas. Avergonzado, un buen día se marchó lejos, a la montaña, sin siquiera despedirse de Ana.

Hasta que,

“un joven apareció en las montañas en que Joaquín apacentaba sus rebaños, y le dijo: ‘Baja de las montañas y vuelve al lado de tu esposa, a quien encontrarás encinta, porque Dios ha suscitado progenitura en ella, y su posteridad será bendita.” Dicho lo cual, “el emisario se elevó hacia el cielo”.

Nacida de forma tan peculiar María, y destetada al tercer año, Joaquín y Ana la confiaron a la pequeña congregación de vírgenes que pasaban el día y la noche glorificando a Dios. A partir de este momento, María, la futura madre de Jesús, es visitada permanentemente por los mensajeros, que no la pierden de vista y la mantienen en condiciones óptimas para su futura misión:

“Desde entonces en adelante consumía todo el tiempo en oración hasta que se dejaba ver el emisario del Señor, de cuyas manos recibía el alimento.” (…)

“Cada día usaba exclusivamente el alimento que recibía de manos del emisario…” (…)

“A menudo se veía a los emisarios conversar con ella, y obedecerla con el afecto de verdaderos amigos.”

Más adelante, cuando un buen día José regresa junto a María después de haber estado trabajando de carpintero en Capernaum durante meses, y encuentra a su mujer encinta, las doncellas que habían estado haciendo compañía a María aplacan su desesperación:

“Nosotras sabemos que ningún hombre la ha tocado…” (…)

“A diario un emisario conversa con ella, y a diario recibe su alimento de manos de ese emisario.” (…)

“Y, si quieres que te declaremos nuestras sospechas, nadie la ha puesto encinta, sino es el emisario del Señor.”

¿Cabe caso de contacto más directo que el que nos narra este Evangelio del Pseudo Mateo? El resultado de tal contacto es sobradamente conocido.

El contactado Mahoma

Si entre el caso de contacto de Maya, la madre de Buda, y de María, la madre de Jesús, han pasado algo más de quinientos años, vuelven a transcurrir otros tantos entre el contacto vivido por María y el siguiente en importancia. El contactado es en esta ocasión un hombre realmente extraordinario, Muhammad Ibn Abdallah, analfabeto como la inmensa mayoría de los habitantes de La Meca.

Próximo a cumplir los 40 años, este hombre es contactado para ser convertido en el profeta Mahoma. El contacto se produjo una serena noche del 17 de Ramadán del año 609 de la era cristiana, mientras Muhammad estaba entregado a la meditación, aislado en una gruta del Hira, cerca de La Meca, momento en que se le apareció un emisario descendido del cielo que le dijo:

“Yo soy Gabriel, el emisario enviado por Dios para comunicarte que has sido elegido para que le anuncies a la Humanidad su mensaje revelado.”

Salpicado está el mensaje revelado del Corán de ejemplos de mensajeros que descienden de las alturas. Demasiado recadero volante aparece pues también aquí, en el origen de la fe islámica, que en el curso de quince siglos se ha afianzado en el tercer lugar del ranking mundial de las grandes religiones, detrás de los budistas y de la Iglesia católica. 700 millones de personas creen hoy que Al’lah del que sólo tienen noción a través de lo que predicó un humano, Muhammad Ibn Abdallah, en base a lo que le dictó un mensajero volante, Gabriel, se identifica con la esencia de Dios.

Realmente, los Poderosos del Cielo son hábiles psicólogos.

El contactado Jonathan Swift

Otro tipo de contacto es el que nos ofrecen de forma indirecta escritores como por ejemplo Jonathan Swift o Julio Verne.

En sus Viajes de Gulliver, en el capítulo ‘Viaje a Laput’, Jonathan Swift, el singular “cura loco”, deán de San Patricio, en Dublín, da a conocer singulares datos astronómicos correctos, que en su siglo nadie conocía aún. Gulliver, el personaje por cuya boca habla Swift, afirma que dichos datos los obtuvo de unos individuos que tripulaban una isla volante, redonda y resplandeciente, gobernada a voluntad por sus tripulantes recurriendo al magnetismo.

Dichos tripulantes le comunican a Gulliver la existencia, en órbita alrededor de Marte, de dos satélites minúsculos, imposibles de ver a simple vista. Insisto: nadie conocía la existencia de los satélites de Marte en el momento en que se publicaron los Viajes de Gulliver, en el año 1727. Los satélites de Marte, exactamente dos y además pequeños, fueron descubiertos para la ciencia oficial por el astrónomo Asaph Hall en el año 1877, desde el observatorio de Washington.

Ciento cincuenta años después de ser descritos por Jonathan Swift.

El contactado Julio Verne

Otro caso comparable al de Jonathan Swift es el del también novelista Julio Verne. En su obra De la Tierra a la Luna avanza notables coincidencias con los vuelos tripulados que el hombre realizaría cien años más tarde. Veamos algunas:

En la novela de Verne, los viajeros a la Luna, tres, al igual que los tripulantes de las futuras cápsulas Apolo, son lanzados desde la península de Florida, en los Estados Unidos, desde un lugar que dista solamente 200 Km. de Cabo Cañaveral, en la misma Florida. En la novela de Verne, los protagonistas dudan inicialmente si efectuar el lanzamiento desde Florida o desde el litoral meridional de Texas.

Y si la NASA lanza las cápsulas Apolo desde Florida, instaló su mundialmente famosa central de operaciones precisamente en Houston, en el litoral meridional de Texas. La duración del viaje de la Tierra a la Luna es, en la novela, de tres días, exactamente la duración del viaje real efectuado por los astronautas americanos cien años más tarde. De regreso a la Tierra, la cápsula de los tres intrépidos viajeros de la novela cae en el océano Pacífico, en donde un navío estadounidense los rescató. Y la cápsula que efectuó el primer vuelo humano a la Luna, Apolo 8, rescatada igualmente por un navío estadounidense, cayó también en el Pacífico, apenas a dos millas y media de distancia del lugar indicado en la novela de Julio Verne.

Una diana sin discusión, si consideramos que la superficie del océano Pacífico es de 166 millones de Km. cuadrados. Más: el comandante de la cápsula Apolo 8, en una carta enviada al nieto de Julio Verne, en la que califica a éste de “uno de los grandes adelantados de la era del espacio”, escribe:

“Nuestra nave espacial fue lanzada desde Florida, al igual que la de Barbicane, y tenía el mismo peso y la misma longitud que aquélla.”

El primer vuelo humano a la Luna imaginado (?) por Julio Verne partió en diciembre de un año indeterminado de la década de los 60 del siglo pasado.

El primer vuelo humano tripulado a la Luna se realizó cien años más tarde, y efectivamente en el mes de diciembre de un año de la década de los 60: fue el 21 de diciembre de 1968 cuando el el Apolo 8 los primeros tres hombres llegaron a la Luna, la orbitaron y regresaron a la Tierra, amerizando en el Pacífico… Tal vez Julio Verne se acercó excesivamente a la realidad para que todo no fuera más que una coincidencia casual.

Los ejemplos de Jonathan Swift, de Julio Verne y de muchos otros no mostrados aquí nos colocan sobre una pista. ¿De dónde obtuvieron sus datos? Entre las varias posibilidades, no cabe perder de vista ésta: que alguien no perteneciente a nuestra especie humana terrestre nos pudiera inocular determinadas ideas.

Sería una forma de contacto, de manipulación y de encauzamiento tan inadvertida, como grave y posible.

Caudillos contactados

Otro estilo de contacto lo brindan las biografías de distintos líderes de la antigüedad, de los que si bien no se tiene noticia de contactos directos con seres extrahumanos, sí quedan patentes intervenciones inteligentes procedentes de las alturas, por lo general en favor de los respectivos líderes.

Recordemos como ejemplos los casos:

de Aulio Postumio, que vio apoyada en el año 498 antes de JC su batalla contra Tarquino y Octavio Manilio, junto al lago Regilo, por la repentina presencia de dos extraños jinetes de estatura superior a la humana, que se pusieron a la cabeza de las tropas de Aulio Postumio y dieron la vuelta a la batalla, en favor de Postumio

de Alejandro Magno, al que varios escudos volantes en formación triangular propiciaron con su decidida intervención el asalto y toma de Tiro, en el año 322 antes de JC

de César, cuya vida se ve salpicada de apariciones sobrehumanas, entre las que destaca el objeto ígneo que cayó del cielo para precipitarse sobre el campamento de su adversario Pompeyo, en el año 48 antes de JC, para decidir la victoria finalmente a favor de César

de Constantino el Grande, que obtuvo la victoria sobre Majencio y se convirtió al cristianismo, en el año 312, después de hacer acto de presencia sobre sus tropas un enorme objeto volante no identificado en forma de cruz o de espada

de Carlomagno, finalmente, cuyas tropas superaron el asedio a su castillo de Sigisburg, al que les estaban sometiendo los sajones, gracias a la aparición inesperada de dos escudos volantes a baja altura sobre el castillo, que hicieron huir despavoridos a los sajones que, además, se convirtieron al cristianismo por esta aparición celeste

Cabría hablar aún del contenido de las epopeyas del Mahabharata y del Ramayana, de los conocimientos imposibles de los dogones, en Malí, del éxodo de los Aztecas, calcado del de los israelitas, y de tantos otros ejemplos de contactos con fenómenos extrahumanos inteligentes en la antigüedad.

Pero una vez más, la casuística es muchísimo más amplia que el espacio disponible para reflejarla.

Los planes de nuestros gobernantes

Mucha gente se pregunta por qué el virus causante del SIDA no ha podido controlarse aún, ni ser eliminado del organismo humano, al cabo de 12 años de haber sido detectada la enfermedad, en 1981.

Otros se preguntan por qué, si había médicos que indicaron cómo había que curar a los afectados del Síndrome Tóxico de 1981 en España, la Administración dejó morir a más de 700 de sus administrados, y permitió que quedaran afectados más de 60.000 españoles.

Tal vez eche un poco de luz sobre estos enigmas, el saber que existe un plan de eliminación de casi la mitad de la población del planeta, para garantizar la supervivencia de la otra mitad.

El 24 de julio de 1980 el Departamento de Estado norteamericano hacía público el “Informe Global 2000 para el Presidente”, preparado conjuntamente con el Consejo de la Casa Blanca sobre la calidad medioambiental, y cuyo proyecto, dirigido por personajes de la cumbre de la Comisión Trilateral como Zbigniew Brzezinski y Cyrus Vance, se remontaba a los primeros días de la administración trilateral de Jimmy Carter.

La finalidad de este informe era, de hecho, legitimar a posteriori una política perseguida desde hacía tiempo por la Comisión Trilateral, el Consejo de Relaciones Exteriores de New York y otros bloques pensantes del Establishment liberal norteamericano.

Se trata del planteamiento político de un verdadero genocidio a escala planetaria. La proposición esencial de este largo informe es que toda la política norteamericana futura dependa esencialmente de un control de la población. Los temas evocados en el informe, al igual que en numerosos documentos anexos, son las múltiples penurias y crisis que se considera amenazan al mundo en los años venideros: crisis de los recursos del agua, penuria de energía, penuria de materiales estratégicos, y así sucesivamente. Y todas estas crisis, según dicho informe, tienen una causa esencial, fundamental: el crecimiento demográfico.

Si no se toman medidas para frenar este crecimiento, en el año 2000 habrá 2.400 millones de seres humanos “de más”, subrayan los expertos. Dado que este exceso de población es el origen de todos los problemas graves que afronta la humanidad hoy en día, dichos expertos recomiendan que la política norteamericana tanto interior como exterior, tienda hacia este objetivo: a saber, ¡la eliminación de 2.400 millones de seres humanos en los años venideros!

LAS GUERRAS QUE NO SE VEN

Pero, ¿cómo puede eliminarse tamaña masa de seres humanos en una época en que oficialmente se está abogando por la confraternización, y por la supresión del riesgo de confrontación armada entre las grandes potencias —reducidas ya a una sola—, en que parece inevitable la paz mundial y se plantea como harto difícil el exterminio violento de seres humanos a gran escala? Parece claro que había que buscar otras fórmulas para eliminar a la humanidad sobrante. Una de ellas sería la de minar el organismo humano en el marco de un ataque menos vistoso y declarado: había que recurrir a las posibilidades que ofrece la guerra de “baja intensidad”, efecto de la cual podrían muy bien ser determinadas nuevas enfermedades. Por poner un ejemplo, el SIDA.

Oficialmente se dice que el SIDA es de origen desconocido, que su solución está más o menos lejana, y que el tratamiento más efectivo, hoy en día, es el AZT o azidotimidina, una droga altamente tóxica.

Si el Poder quisiera, el SIDA posiblemente ya sería curable. En este sentido ha venido investigando por ejemplo el Instituto Weizmann en Israel, sin ningún tipo de financiación adecuada.

Paralelamente, en Francia, el Dr. Mirko Beljanski desarrollaba sin apoyo oficial alguno otra serie de productos que parecen frenar la progresión del virus causante del SIDA. Años atrás ya le habían expulsado del Instituto Pasteur —en el que había trabajado durante 27 años como jefe de investigación—, porque sus hallazgos relativos a la terapia del cáncer no encajaban en la filosofía sanitaria oficial.

Los intereses de las grandes multinacionales farmacéuticas son muchas veces más determinantes que el objetivo final de la curación de los enfermos.

Pero cabe otro trasfondo en la pandemia del SIDA. No en vano, un informe de los servicios de Inteligencia españoles insinuaba ya en el año 1987 la posibilidad de que el virus del SIDA hubiera sido creado en un laboratorio y que la expansión de la enfermedad podía enmarcarse en el contexto de una guerra de baja intensidad.

Y naturalmente comienzan a tambalearse los pocos resortes de confianza que uno aún tenía en los dirigentes de la comunidad humana. Uno sabía —porque salta a la vista— que la política, la religión, y todo cuanto supone un poder sobre las masas humanas, se mueve prioritariamente por intereses económicos, por pautas de dominio que poco tienen que ver con la satisfacción, la felicidad y el bienestar de los ciudadanos, y mucho por el contrario con la lucha de unos pocos por empuñar cada vez con mayor firmeza las riendas del control total. Pero lo que a uno le eriza los pocos pelos ingenuos que aún le quedaban, es la evidencia de que este juego del que es víctima participa incluso en la ruleta de la Sanidad internacional.

En el año 1981 se descubren dos enfermedades nuevas, desconocidas en el planeta hasta entonces, y cuyos orígenes siguen siendo oficialmente, hasta hoy, sendos misterios. Me refiero naturalmente al Síndrome Tóxico español y al Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), de proporciones planetarias. En la historia de ambos síndromes se ven envueltos dos organismos de proyección mundial: la OMS (Organización Mundial de la Salud) y el CDC (Center for Disease Control = Centro de Control de Enfermedades); y una multinacional de la industria química: Bayer.

En lo que respecta al SIDA, la multinacional alemana reconoció a principios de 1987 que había comercializado un fármaco coagulante que actuó como transmisor del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), el virus del SIDA. Un fármaco, el coagulante factor VIII, que se obtiene a partir de un concentrado de plasma sanguíneo, transmitió el virus del SIDA a la mitad de los seis mil hemofílicos de la antigua República Federal de Alemania, creando alarma en todo el mundo. Un elevado número de ellos contrajo la enfermedad, y una parte han muerto.

EL SIDA, ¿PRODUCTO DE LABORATORIO?

En cuanto a la OMS, con sede en Ginebra (Suiza), y al CDC, con sede en Atlanta, en Georgia (Estados Unidos), extracto los siguientes párrafos de un amplio informe redactado por los servicios secretos españoles y reproducido en la publicación restringida de Inteligencia “Pri” en mayo de 1987:

En 1986 se publicaron unas acusaciones muy concretas efectuadas de forma independiente por tres científicos. Estos coincidieron en afirmar el origen artificial del virus del SIDA en los Estados Unidos por un lado, y, por otro, el hecho accidental de su hallazgo.

En resumen, sus acusaciones son las siguientes:

El profesor Jacob Segal, de la universidad de Berlín Oriental, apunta que fue probablemente en los laboratorios militares de Fort Detrick (Maryland) donde tuvo lugar la manipulación genética. El Dr. Segal ha redactado un informe de 30 páginas sobre su convicción del origen artificial del virus, en el que afirma que el retrovirus VIH (virus del SIDA) creado en Fort Detrick, es una combinación del virus MAEDI-VISNA, oriundo de las ovejas, y el virus humano de la leucemia de células T (HTLV-I). Muy probablemente, añade el Dr. Segal, los científicos no eran conscientes de la terrible creación que habían logrado. Al Dr. Segal la teoría del mono verde le resulta divertida e increíble y la considera una cobertura ideada por los propios norteamericanos.

El Dr. John Seale, un especialista londinense en enfermedades venéreas, muy conocido en el tema por haber seguido la enfermedad desde el principio y haber predicho la expansión de la misma, no está de acuerdo con el Dr. Segal sobre el origen militar del virus, aunque sí afirma:

“Estoy totalmente convencido de que el virus del SIDA está fabricado por el hombre, y que es el resultado de haber combinado accidentalmente, en algún centro de investigación sobre el cáncer en los Estados Unidos, el virus MAEDI-VISNA de las ovejas y el virus de la leucemia bovina, muy parecido al HTLV humano.”

Por su parte, el Dr. Robert Strecker, médico californiano que también ha seguido la enfermedad desde sus orígenes, opina asimismo que,

“no existe ningún virus animal conocido que produzca todos los efectos del SIDA. Este (el virus del SIDA) ha sido logrado mediante ingeniería genética a partir de otros virus. Según mi investigación, los dos virus usados para ello son el virus MAEDI-VISNA de las ovejas y el de la leucemia bovina.”

AGUAS TURBIAS EN LA DIRECCION SANITARIA MUNDIAL

Cabe tener en cuenta que en el caso del SIDA, al igual que en los de otras epidemias mundiales de los últimos años, los dos organismos citados —la OMS y el CDC— han tenido un papel predominante, aceptado por los demás países. Sus informes, conclusiones, opiniones y consejos han marcado y dirigido todas las pautas a seguir.

EL CDC

Las autoridades de todos los países han ofrecido a los investigadores del CDC vía libre, tanto en la investigación de campo como en la investigación clínica, así como en todo tipo de recursos humanos y económicos, facilitando las muestras necesarias para que realicen sus investigaciones.

Y comenta al respecto el informe de Inteligencia:

Pese a esta facilidad que los distintos gobiernos ofrecen al CDC, no se acostumbra a exigir como contrapartida ninguna prestación. No es de extrañar, pues, que el CDC posea todo tipo de información sobre el desarrollo y extensión mundial de todo tipo de enfermedades y que la extrapolación de estos datos a un próximo, medio y largo futuro, sea para el CDC algo factible debido a la enorme cantidad de recursos que posee.

Pero conviene señalar que el CDC es un organismo norteamericano, con presupuesto norteamericano y que, muy probablemente, servirá en primer lugar a los intereses de su país y, quizá, en alguna ocasión a los intereses de un determinado sector de su país.

Por otra parte, el tipo de información que maneja el CDC no es una información científica cualquiera, sino que se trata de información epidemiológica, es decir, datos que hablan sobre:

El origen de las enfermedades (infecciosas, ambientales, sociales)

La extensión y progresión de las mismas

Los factores que inciden positiva y negativamente (sociales, económicos, productos químicos, tratamientos)

Esta información puede llegar a ser muy estratégica por su repercusión económica, política y social

Importantes sectores económicos o políticos pueden tener interés en que un posible factor sea enfatizado o silenciado según convenga. Cierto tipo de explicaciones sobre una epidemia pueden hacer reclamar a los ciudadanos una política sanitaria costosa que los políticos no puedan satisfacer.

Es por ello que, dentro del mundo científico sanitario, sean los epidemiólogos y los centros de investigación epidemiológica los que suelen recibir más presiones de todo tipo.

El tratar de controlar e infiltrar estos centros puede ser un objetivo a conseguir por ciertas multinacionales y por otros centros de poder.

Por ello no se considera conveniente tomar las conclusiones del CDC y de otros centros similares, que en muchos casos son simples declaraciones, como dogmas inamovibles por las autoridades sanitarias de los distintos países. En todo caso, las declaraciones de estos centros han de ser analizadas y contrastadas con otras que ofrezcan mayores garantías de objetividad.

En 1981, y durante el primer año, el CDC mantuvo que el SIDA era propio de homosexuales, pese a que ya había afectado a varios drogodependientes. Incluso bautizó la enfermedad como GRID (Gay Related Inmunodeficience), afirmando que esos drogadictos probablemente tenían pautas sexuales anormales.

El hecho de no prestar atención a esos primeros drogadictos y a las hipótesis que varios médicos lanzaron sobre la posible transmisión sanguínea de la enfermedad, fue la causa principal de que no se investigase precozmente esta vía y que no se impusieran medidas preventivas hasta tres años después sobre la sangre contaminada. Ello provocó que el SIDA se haya extendido entre los hemofílicos y transfundidos, no sólo norteamericanos sino también europeos, a través de las exportaciones masivas de plasma norteamericano a Europa, especialmente a España, que depende en un 90% de este plasma extranjero.

Al cabo de dos meses, el CDC tuvo que admitir otras formas de contagio. A partir de entonces afirmó que la enfermedad se transmitía sólo entre los llamados grupos de riesgo: homosexuales, heroinómanos, hemofílicos, transfundidos y haitianos, y que la entrada del virus en la sangre era la única forma de contagio del SIDA.

Los casos cada vez más crecientes de afectados que no pertenecían a estos grupos fueron rechazados por el CDC como casos que “no habían sido cuidadosamente estudiados”. Ello ha podido retrasar, una vez más, el estudio sistemático de otras formas de contagio, con el consiguiente precio de una mayor expansión de la enfermedad.

Dada la influencia que ejerce el CDC en las políticas sanitarias de los países occidentales y la excesiva rigidez que demuestran en la valoración de los factores que inciden en la transmisión del virus, el CDC podría contribuir a retardar la aplicación de una precoz y eficaz prevención por parte de los distintos gobiernos. Y es de destacar que las medidas preventivas son la única arma de que se dispone, hoy día, para luchar contra el SIDA, a falta de una vacuna eficaz y de algún tipo de tratamiento curativo.

LA OMS

En lo que a la OMS respecta, hay que señalar que se le ha delegado un importante papel en la prevención y control del SIDA, especialmente en los países del Tercer Mundo. En este marco, la Oficina Regional de la OMS en África es la que lleva desde hace décadas la iniciativa sanitaria en este continente. Y cito al respecto del referido informe de Inteligencia:

Sin embargo, pese a las campañas sanitarias realizadas en África durante años, no parece que la OMS haya sido capaz de detectar, o al menos informar, de la existencia en África Central de una extraña epidemia, el SIDA, que desde hace unos 15 años está extendiéndose por toda el África Subsahariana. No fue hasta 1983, dos años después de detectar el primer caso en EEUU, que se diagnosticaron los primeros casos en Africa. Estos casos tampoco fueron descubiertos por los servicios de la OMS, sino por un equipo de epidemiólogos belgas y franceses que viajaron a Centroáfrica para averiguar si en esta zona tropical estaba presente el SIDA. En una sola semana descubrieron 35 casos en un solo hospital del Zaire.

El no haber sabido detectar el nacimiento y expansión, durante 15 años, de una epidemia tan grave como la del SIDA es sorprendente.

En octubre de 1985 el Dr. Sergei K. Litvinov, epidemiólogo ruso especialista en enfermedades transmisibles africanas que ostentaba el cargo de secretario adjunto al director general de la OMS en Ginebra, y a cuya dirección estaban las principales divisiones y subdivisiones de la OMS para la vigilancia, control y supuesta prevención de todas las enfermedades transmisibles —incluido el SIDA— declaró a un semanario que,

“todo ha sido un pánico y una exageración proveniente del país originario del SIDA, es decir, EEUU”.

El Dr. F. Assad, que dirige la sección específica de lucha contra el SIDA en la sede central de la OMS en Ginebra, declaró a la Prensa en esa misma época:

“Mi reacción respecto al miedo al SIDA es que ésta es una enfermedad, y que quien no utilice ‘ciertas prácticas’ no la va a contraer. Lo más importante es un buen sistema de información, es decir, abstenerse de ciertas prácticas sexuales y de drogas. ¡Eso es todo! Es de ese tipo de enfermedades que uno va a su encuentro. Es difícil adquirirla. Se tiene que ‘trabajar duro’ para lograrlo. Todo el mundo es libre de especular, pero la gente responsable debería controlarse a sí misma. No deberíamos tener pánico.”

Estas declaraciones realizadas por un responsable de una institución como la OMS, cuya principal función es la información directriz, la educación y prevención estratégica sanitarias, pueden considerarse como irresponsables si se tiene en cuenta que para esa fecha, octubre del 85, ya se tenían datos como los siguientes:

El 20% de casos de SIDA en África afecta a niños

Cada día nace en Nueva York un niño con SIDA

Existía en el mundo occidental al menos un 6% de casos de SIDA de los que no se conocía la posible causa de su contagio

Sirvan estas pinceladas para que el lector comprenda que las opiniones de organismos de prestigio mundial como lo son por ejemplo los citados (OMS y CDC), no responden siempre, necesariamente, a un espíritu de progreso científico transparente.

BERTRAND RUSSELL

Para no perder de vista en ningún momento la posibilidad expuesta sobre el origen y la finalidad de la pandemia del SIDA, así como sobre lo que se estuvo ensayando en España en 1981 —con el triste resultado del Síndrome Tóxico— con vistas a una aplicación masiva en el futuro en esta u otra área del globo, cabe tener bien presente lo que Bertrand Russell dejó escrito en la obra Impacto de la Ciencia en la Sociedad:

“Actualmente la población del mundo se está incrementando en unos 85.000 individuos por día. La guerra, hasta ahora, no ha tenido un gran efecto en este incremento, que ha ido continuando a través de cada una de las guerras mundiales… La guerra, hasta ahora, no ha sido efectiva en este aspecto… Pero tal vez la guerra bacteriológica llegará a ser efectiva. Si una Muerte Negra se extendiera por el planeta, una vez por cada generación, los supervivientes podrían procrear libremente, sin llenar excesivamente el planeta.”

Para valorar debidamente esta reflexión, cabe tener presente que Bertarnd Russell fue un intelectual “orgánico”, que trabajaba para el Departamento de Guerra Psicológica del Foreign Office.

Lo grave es que las elucubraciones de Russell, son hechos trágicos hoy en día. Por si alguien lo duda, volvamos al informe “Global 2000”:

Toda la argumentación en que se basa es una falacia. No hay ninguna correlación entre “recursos naturales” y potencial demográfico, por la sencilla razón de que no existen “recursos naturales” como tales, dado que son la ciencia y la tecnología las que definen los recursos. Si las tecnologías modernas disponibles se empleasen en las regiones atrasadas del mundo, es evidente que generarían los recursos requeridos por la población prevista para el año 2000.

Y ¿cómo llega este informe a unas previsiones tan siniestras? Pues excluyendo precisamente toda difusión de las tecnologías agroindustriales modernas en el tercer mundo, excluyendo toda posibilidad de un verdadero desarrollo económico de estos países, y excluyendo todo desarrollo económico que pudiera darse más allá de su actual estado. Sobre esta intención política, planteada como axioma, se ha levantado el andamio de esas previsiones de superpoblación; es decir, que en el año 2000 una economía mundial fatalmente estancada, e incluso en franco declive, no permitirá vivir a 2.400 millones de seres humanos, que por lo tanto sobrarán.

UN HORRIBLE GENOCIDIO A ESCALA INTERNACIONAL

Así, este informe dirigido al presidente de los Estados Unidos intenta justificar, con gran abundancia documental, la contradicción de que el orden mundial que persigue la Trilateral, pase por un horrible genocidio a escala internacional.

Ya en 1965 se constituyó una comisión especial, llamada “Agenda para el año 2000”, en la que participaron futuros dirigentes de la Comisión Trilateral como Zbigniew Brzezinski y Samuel Huntington. Este grupo publicó un informe que apelaba al control demográfico en el Tercer Mundo. El mismo año, el futuro trilateralista George Bell, entonces subsecretario de Estado para asuntos económicos, nombró a un “responsable demográfico” en el Departamento de Estado, a la cabeza de un equipo encargado de estudiar los medios de reducir la población. Cyrus Vance y Richard Gardner, este último también futuro trilateralista, formaban parte de este equipo, que precedió directamente a la Oficina de Asuntos Demográficos creada en 1967 en el Departamento de Estado.

En 1969, Henry Kissinger tomaba el control del Consejo Nacional de Seguridad y del Departamento de Estado, y bajo su petición el entonces presidente Richard Nixon estableció una Comisión para el Crecimiento Demográfico, cuya dirección fue confiada a Laurence Rockefeller. En un informe de 1972, esta comisión apelaba a un crecimiento demográfico cero, tanto en los Estados Unidos como en el resto del mundo. Paralelamente, la Oficina de Asuntos Demográficos del Departamento de Estado inició en 1970 la publicación de una serie de estudios que anticipaban directamente el Informe Global 2000.

A continuación, Kissinger tomó dos medidas para institucionalizar esta política de planificación del genocidio. En 1975 creó el grupo indicado sobre la política demográfica en el seno del Consejo Nacional de Seguridad y reorganizó el Departamento de Estado añadiéndole un nuevo servicio: el de la Oficina de Océanos y Asuntos Internacionales, Científicos y del Medio Ambiente. Esta oficina tiene la misión de supervisar las transferencias de tecnología al Tercer Mundo. Por iniciativa de Brzezinski y de Vance, el presidente Jimmy Carter encargó a esta oficina la preparación y redacción del Informe Global 2000. Participaron en la elaboración del informe varios bloques pensantes anglo-norteamericanos de la vanguardia del movimiento neomaltusiano —abogados del “pensar lo impensable” para reducir la población del planeta—, como la rama norteamericana del World Wildlife Fund, Draper Fund y Population Crisis Comittee.

LA MANERA MAS EFICAZ: FOMENTAR EL HAMBRE Y LAS ENFERMEDADES

En 1981 el jefe del servicio de América Latina de la Oficina de Asuntos Demográficos del Departamento de Estado, Thomas Ferguson, declaró a la publicación de Inteligencia ‘EIR’ que lo estaba interrogando sobre la política del secretario de Estado Haig respecto a América Central:

“Una vez que la población escapa a todo control, se impone un gobierno autoritario, incluso fascista, para reducirla. Esto interesa solamente a los expertos en reducir la población con fines humanitarios. En El Salvador no hay sitio para tanta gente. Consideren también el Vietnam. Hemos estudiado el asunto. Aquella región estaba también superpoblada y planteaba un problema. Pensamos que la guerra haría descender los índices de crecimiento y nos equivocamos. Para reducir rápidamente y de manera efectiva la población, es necesario que todos los hombres sean movilizados para el combate y que se mate a una gran cantidad de mujeres en edad de procrear. Mientras tengan ustedes un gran número de mujeres en edad de procrear, tendrán un problema.

En El Salvador se mata un pequeño número de hombres y no a las suficientes mujeres para que ello tenga una influencia sobre la población. La manera más rápida de reducir la población es el hambre, como en África, o la enfermedad, como la Peste Negra. Lo que podría suceder en El Salvador es que la guerra desorganizara la distribución de los alimentos. Entonces, la población se debilitaría y habrían enfermedades y escasez. En este momento, podrían ustedes crear una tendencia a la baja rápida de los índices demográficos. De otro modo, la gente se reproduce como animales.”

William Paddock, consejero del Departamento de Estado bajo Kissinger y Vance, declaró por su parte durante un seminario organizado en el mismo año de 1981 por la Georgetown University, y hablando en nombre del Departamento de Estado, que sobre los 4 millones de habitantes con que cuenta El Salvador, 3.5 podrían eliminarse si “la violencia y la guerra civil continuasen, lo cual es la única solución al problema de la superpoblación”.

El año 1981 en que se efectuaban estas declaraciones —cabe recordarlo siquiera a guisa de dato anecdótico— es el mismo año 1981 en que se descubre la existencia del SIDA y en que se desencadena en España el enigmático Síndrome Tóxico.

“El documento Global 2000 es maravilloso”, confiaría todavía William Paddock a la publicación ‘EIR’, “es excelente y ha recibido bastante más publicidad que la mayoría de estudios preparados a petición de la Casa Blanca. Nos hace falta un ‘Global 2000’ para el Estado para empezar a planificar y a adaptarnos a la situación que se avecina. Sería bueno que nadie tuviese ningún hijo más desde ahora hasta el año 2000, pero el gran problema se sitúa más allá.”

El general Draper, presidente del Draper Fund que tomó parte en la elaboración de Global 2000, lanzó en 1971 la propaganda en favor del modelo chino de control demográfico, un control que recurría a la práctica del infanticidio.

“¿Quién va a eliminar el excedente de población en tal o cual país, cuando la presión ejercida por un número demasiado grande de personas y con muy pocos recursos llegue a límites intolerables?”, preguntaba Draper.

Cuando el trilateralista Henry Kissinger era secretario de Estado, inauguró la política llamada de la “carta china” en el marco de los acuerdos secretos establecidos con los chinos, que les garantizaban la hegemonía del Sudeste asiático, empezando por Camboya. Así pues, el Departamento de Estado norteamericano se desentendió del gobierno de Lin Nol y permitió que los Khmers Rojos, fantoches de China, se apoderaran del país. El resultado de ello, que Kissinger conocía con antelación, o debería de haber conocido, fue el genocidio de casi la mitad de la población camboyana, de 7 millones de personas, bajo la supervisión de unos 10.000 consejeros chinos.

No es de extrañar pues que a Cyrus Vance le esté costando tantísimo la pacificación de los territorios de la antigua Yugoslavia. En el fondo, esa pacificación no le conviene en absoluto.

La vida secreta de Jesus

Habiendo sobrevivido a las heridas que le causara la crucifixión, Jesús comenzó una segunda vida en Cachemira, adonde llegó en busca de las diez tribus perdidas de Israel. Allí murió a edad muy avanzada de muerte natural. Está enterrado en la capital de Cachemira, en donde se venera su tumba desde hace casi 1900 años.

¿SENTADO A LA DERECHA DEL PADRE?

Jesús fue crucificado un viernes hacia el mediodía. Antes de caer la noche, ya muerto fue bajado de la cruz y depositado su cadáver en la gruta funeraria de José de Arimatea, cuya entrada fue taponada con una roca. El domingo siguiente, el cuerpo de Jesús había desaparecido inexplicablemente del interior de la gruta. Se había cumplido la profecía bíblica: había resucitado de entre los muertos. Tras una breve estancia en la Tierra, durante la cual sus discípulos entraron en contacto con él, Jesús ascendió al Cielo, donde está sentado a la derecha del Padre.

Esto es dogma de fe para la religión cristiana.

Pero, por otra parte, en el sector Khanyar de la ciudad de Srinagar, capital de Cachemira, está enterrado el cuerpo de Jesús en la cripta conocida por el nombre de “rozabal”.

¿Cómo explicar que Jesús esté sentado en el cielo y que al mismo tiempo yazca muerto en Cachemira? Algo no cuadra, a partir del hecho cierto de la crucifixión.

En tela de juicio están la muerte de Jesús en la cruz, su resurrección, y su ascensión al Cielo.

Porque no hay datos históricos que avalen su muerte en la Cruz. Tampoco nadie presenció la resurrección.

En cambio, hay indicios históricos de un hombre de ideas y filosofías idénticas, que a partir de aquellos años marcha hacia el Este, dejando testimonio de su vida y de sus actos. Un hombre que se encamina hacia Cachemira, se establece en ese país y muere en él. Su tumba se está venerando hoy en día en Srinagar, capital de Cachemira.

Leyendas, tradiciones y textos antiguos nos refieren esta segunda vida de Jesús al Norte de la India. Por esos documentos sabemos que Jesús tuvo hijos en Cachemira, y que de resultas de esta unión con una mujer, un hombre, Basharat Saleem, puede afirmar hoy ser el descendiente vivo de Jesús.

En la misma ciudad en que este descendiente por vía directa de Jesús conserva el árbol genealógico de su familia que, arrancando de Jesús llega íntegro y sin lagunas hasta su misma persona, un destacado arqueólogo, el Profesor Hassnain, director de los Archivos, Bibliotecas y Monumentos del Gobierno de Cachemira, está investigando intensamente las posibilidades para esta hipótesis de una segunda vida de Jesús.

Así, una realidad que es sabida a nivel de investigación y a nivel sectario por unas cuantas personas repartidas por todo el mundo, es sin embargo desconocida para la inmensa mayoría del público, que creo es ya hora de que sea informado de que el pilar sobre el que se asienta el Credo cristiano, Jesús, posiblemente no haya muerto en la cruz, sino que después de vivir una segunda etapa de su vida en tierras lejanas, muriera a edad muy avanzada, de muerte natural. Con ello, y sólo así, habría completado la misión para la que fue enviado a la Tierra, misión que incluía el encontrar y el predicar a las tribus perdidas de Israel, a los hijos de Israel.

Se establecen así puentes lógicos sobre unos vacíos en modo alguno claros, que ofrece el texto bíblico.

Debo señalar que los nombres Yusu, Yusuf, Yusaasaf, Yuz Asaf, Yuz-Asaph, Issa, Issana, Isa, que aparecen en textos, leyendas y recuerdos cachemires, son todos ellos traducciones del nombre de Jesús. Por lo tanto, cuando hablo de Jesús en las páginas que siguen, me puedo estar refiriendo a cualquiera de las traducciones de su nombre en las lenguas cachemir, árabe o urdú. También se refieren al nombre de Jesús prefijos toponímicos tales como Yus-, Ish- o Aish-.

“YO SOY INOCENTE DE ESTA SANGRE”

Antes de entrar en los detalles que me inducen a creer que Jesús no murió en la Cruz, creo conveniente dejar bien sentada la simpatía que Pilato, procurador romano de Judea que se vio forzado a decretar la muerte de Jesús, sentía por éste.

Leemos en el Evangelio de Juan (19,12):

..”Desde este momento Pilato intentó liberarlo (a Jesús); pero los judíos gritaban: ‘si lo dejas ir, no eres amigo del César; todo aquel que se declara rey se declara en contra del César'”.

Y continúa Mateo (27,24):

..”Viendo Pilato que no conseguía nada, sino que el tumulto aún crecía, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo diciendo: yo soy inocente de esta sangre; vosotros mismos.”

Evidentemente, Pilato no deseaba la muerte de Jesús. Pero los judíos declararon a Jesús un rebelde, que deseaba llegar a ser rey. Advirtieron a Pilato que si le dejaba libre sería él el desleal al César. A Pilato, que no se podía jugar su alto cargo, y al que no convenía en modo alguno la enemistad del César, sólo le quedaba la opción de ajusticiar a Jesús de tal forma que, aparentemente muerto, pudiera sin embargo seguir con vida. Así fijó en primer lugar la crucifixión en un viernes, a pocas horas de la puesta del sol, y a punto de caer la noche del gran Sabbath. Especulaba Pilato con que, de acuerdo con las leyes judías, el cuerpo de Jesús no podía permanecer en la cruz después del anochecer. También en el instante preciso, aparece en escena un hombre llamado José, declarado amigo de Pilato y persona notable de la localidad, discípulo secreto de Jesús. Este hombre se lleva el cuerpo de Jesús a un lugar en el que los judíos no tenían nada que buscar.

JESÚS NO MURIÓ EN LA CRUZ

Analicemos desde varios ángulos la real probabilidad de que Jesús no muriera en la cruz.

En primer lugar hay que considerar que Jesús no permaneció muchas horas crucificado. Fue bajado de la cruz en la tarde del mismo día en que le fue dictada y ejecutada la sentencia.

Jesús fue crucificado en un viernes.

El sábado es el Sabbath judío.

Esta circunstancia obligaba a bajar el cuerpo de Jesús antes de la caída de la noche, ya que el dí judío comenzaba con la entrada de la noche, o sea que el sábado comenzaba a contar a partir de la noche del viernes.

Estaba prohibido, según las leyes judías, dejar colgado en la cruz a un ajusticiado durante el día sagrado del Sabbath

Insisto en que Jesús sólo permaneció en la cruz durante algunas horas, porque se podía vivir durante varios días en esta horrible condición. El verdadero objeto de la crucifixión no era la muerte inmediata, sino que era una tortura que se prolongaba a lo largo de 3 ó 4 días. Conviene tener presente que si a un crucificado se le bajaba de la cruz a tiempo y se le trataba cuidadosamente, generalmente se recobraba y sobrevivía.

Considérese ahora que Jesús fue crucificado junto con dos malhechores. Los tres, por lo tanto, están sufriendo un mismo suplicio, como leemos en Lucas (23,40) que un ladrón le dice al otro: “¿Tú tampoco temes a Dios, tú que te hallas en un mismo suplicio?”. Pero resulta que en el momento de bajarlos de la cruz al mismo tiempo que a Jesús, los dos ladrones siguen con vida, por lo cual los soldados romanos les quiebran las piernas para que acaben de morir. Es improbable que Jesús, habiendo sufrido el mismo suplicio, hubiera muerto ya.

Además Pilato, persona que conocía por experiencia lo que tarda una persona en morir en la cruz, se extrañó de que Jesús hubiera muerto ya. Cuando José de Arimatea fue a ver a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, leemos textualmente en Marco (15,44): “Pilato se extrañó de que hubiera ya muerto”.

También es harto conocido el hecho de que cuando el centurión romano prueba si Jesús está muerto hiriéndole con su lanza en un costado, de la herida fluye agua y sangre. Pero de un cuerpo muerto brotan únicamente algunas gotas de sangre espesa. Llegados a este punto nos interesa recordar que el llamado “sudario de Turín” ha quedado recientemente demostrado ser el auténtico lienzo con el que fuera envuelto el cuerpo de Jesús una vez bajado de la cruz, y que de su análisis se desprende que este cuerpo seguía con vida en aquellos momentos.

JESÚS SALE VIVO DEL SEPULCRO

Una vez bajado Jesús de la cruz, según vimos con vida, se suceden una serie de acontecimientos que indican que se le intentó curar y que salió también con vida de su sepultura. Recuérdense aquí los sentimientos de simpatía de Pilato hacia Jesús.

Observemos en primer lugar que Jesús fue entregado, no a sus enemigos, sino a quienes le eran amigos. Así leemos en el Evangelio de San Juan (19,38-39):

“..Después; José de Arimatea que era discípulo de jesús; pero a escondidas por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de jesús, y Pilato se lo concedió. Fueron pues, y se lo llevaron. Fue también Nicodemo, el que anteriormente había ido a encontrarle de noche, llevando una mezcla de mirra y aloe, unas 100 libras.”

Es curioso observar ahora que Jesús fue llevado a una tumba de José de Arimatea, y que esta tumba no fue rellenada con tierra, como es costumbre entre los judíos, sino que únicamente fue tapada con una gran piedra o roca. Se trataba de una tumba espaciosa en la cual había aire suficiente para respirar. Curioso es también observar que para salir del sepulcro, jesús necesitó apartar la roca que tapaba su entrada. Lo cual indica que de ahí salió un cuerpo físico humano y no un ente espiritual o divino para el que no hubiera sido necesario desplazar la roca. Es más, Jesús-hombre precede a sus discípulos en el camino a Galilea. A partir de la entrega del cuerpo a José de Arimatea leemos todo esto en el Evangelio de Marcos (15, 46-47; 16, 1-7):

“Este (José de Arimatea) compró una sábana, bajó el cuerpo, lo envolvió en la sábana, lo depositó en un sepulcro tallado en la roca e hizo rodar una piedra para tapar la puerta del sepulcro. María Magdalena y María, madre de José, miraban dónde lo ponían. Pasado el sábado, María Magdalena, madre de Jaime, y Salomé compraron perfumes para ir a ungirlo. De buena mañana, el domingo, llegaron al sepulcro a la salida del sol. Y se decían entre ellas: ¿Quién nos separará la piedra de la puerta del sepulcro? miraron, y vieron que habían separado ya la piedra; era realmente muy grande. Entraron entonces en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido con un hábito blanco, y se asustaron. Pero él les dijo: no tengáis miedo. Buscáis a Jesús de Nazareth, el crucificado; ha resucitado, no está aquí; ved el lugar en que le pusieron. Pero id, y decidles a sus discípulos y a Pedro que os precede a Galilea; allá lo veréis tal como os dijo.”

La afirmación de que María Magdalena, María y Salomé entraron en el sepulcro, indica las dimensiones espaciosas de éste.

Por una parte existen indicios claros de que Jesús fue curado de sus heridas por Nicodemo. Este le aplicó un ungüento que curaba las heridas y facilitaba la circulación libre de la sangre en el cuerpo. El ungüento aplicado por Nicodemo a Jesús se conoce por el nombre de Marham-I-Isa (el ungüento de Jesús) o también Marham-I-Rosul (el ugüento del profeta), ungüento citado en numerosos tratados médicos orientales en muchos de los cuales se afirma también que es un ungüento aplicado a las heridas de Jesús cuando fue bajado de la cruz. El más conocido de estos tratados es el famoso Cánon de Avicena.

JESÚS RESUCITADO COME PAN Y PESCADO

Jesús, curado de sus heridas y abandonado el sepulcro, se pone en marcha para huir de sus enemigos, comenzando así una nueva etapa de su vida humana. La misma Biblia nos demostrará cómo la imagen de Jesús vista después de su salida del sepulcro, es la imagen de un cuerpo humano físico, y no la imagen de un ente divino o espiritual.

Salido del sepulcro, Jesús se encuentra primero con María Magdalena y su compañera, que abrazan sus pies —señal de que era un cuerpo físico—, y a las que Jesús encarga que comuniquen a sus discípulos que se trasladen a Galilea donde se reunirán con él.

Luego Jesús será visto por Jaime y por Pablo, como lo leemos en la primera epístola de este último a los corintios (15, 7-8).

Jesús se encuentra esporádicamente con sus amigos, no osando dejarse ver abiertamente en público, por temor a que le reconozcan y prendan los judíos. Si leemos atentamente el Evangelio de Mateo veremos claramente expresado este temor (28, 8):

“Se fueron inmediatamente del sepulcro (se refiere a María y su compañera) con gran temor y gran alegría, y corrieron a anunciarlo a los discípulos”.

Es evidente que las dos mujeres dentro de la alegría de saber que Jesús estaba vivo, albergaban un gran temor de que fuera descubierto. El mismo Jesús se da cuenta de ello e intenta apaciguarlas (10):

“Entonces Jesús les dijo: No tengáis miedo; id y decid a mis hermanos que se vayan a Galilea y allá me verán”.

Luego, Jesús emprende una caminata a pie de unos 100 kilómetros para llegar a Galilea y despistar así a sus posibles perseguidores.

Pero veamos más pruebas de que Jesús seguía en su cuerpo humano terrestre, y que no se había espiritualizado. Leemos así en el Evangelio de Lucas, cuando Jesús se aparece a los apóstoles (24, 37-39):

“Despavoridos y llenos de temor, pensaron que veían a un espíritu, y él les dijo:¿Por qué os asustáis y por qué os vienen al corazón estos pensamientos? Miradme las manos y los pies que soy yo mismo; palpadme y mirad, que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo”.

Dos versículos más adelante Jesús de repente muestra tener hambre. Algo absolutamente inconcebible en un ente divino o en un ente espiritual. Así lo leemos (41-43):

“Entonces les dijo: ¿Tenéis aquí algo para comer? Ellos le dieron un trozo de pescado a la brasa; lo tomó y se lo comió delante de ellos”.

Vayamos al Evangelio de Juan. Leemos ahí (20,27) cómo Tomás palpa las heridas de Jesús. Demuestra así que lo que se les apareció era un cuerpo tangible de carne y huesos:

“Después le dijo a Tomás: Acerca el dedo aquí y mira mis manos, y acerca, y acerca la mano y ponla en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente”.

Lo que queda claro es que Jesús tenía que desaparecer de Palestina. Tomó, como hemos visto, los últimos contactos con sus discípulos, contactos esporádicos para no ser descubierto, y emprendió la marcha hacia el Este. Era, al fin y al cabo, un hombre perseguido. Para no ser descubierto, incluso se disfraza durante los últimos días de su estancia en Palestina, como lo demuestra el texto del Evangelio de Marco (16,12):

“Después de esto se apareció en una figura distinta a dos de ellos que caminaban e iban hacia el campo”

Pero, aparte de que ahora se veía forzado a huir, Jesús tenía de todos modos que acabar de cumplir la misión para la que fue enviado. De haber muerto efectivamente en la cruz, Jesús habría fracasado en el cometido que le fue asignado. Quiero decir que Jesús no debía morir sin haber antes buscado y salvado a las tribus perdidas de Israel.

EN BUSCA DE LAS TRIBUS PERDIDAS DE ISRAEL

Evidentemente, Jesús debía ir en busca de estas tribus. Pero, ¿dónde estaban?

Volviendo atrás en el tiempo, recordaremos que Josué dividió la Tierra Santa entre los hijos de Israel, siendo ocupada la mayor parte del Sur de Palestina por las tribus de Judá y Benjamín, mientras las restantes diez tribus se establecieron en el Norte de Palestina. Bajo el rey Saul, las doce tribus volvieron a reunificarse, si bien más tarde, en tiempos del sucesor del rey Salomón, una revolución separará para siempre a diez de las tribus de Israel de la casa de David.

Luego, y como resultado de una incursión asiria, el rey Tiglatpileser se lleva a muchos de los habitantes de las tribus del norte. Comenzó así la cautividad de las diez tribus. Casi todos los supervivientes fueron enviados a cautiverio años más tarde por Sargón, que finaliza victorioso el sitio puesto por los asirios a la capital del reino del Norte israelita, Samaria. De este cautiverio ya no regresarían jamás.

Englobados de esta forma en el imperio persa, los componentes de las diez tribus así perdidas de Israel, fueron desplazándose hacia el Este a medida que los grandes conquistadores persas iban expandiendo sus dominios por tierras del actual Afganistán, Pakistán y Cachemira por el Norte, para detenerse a la ribera del río Indo. Allí se establecieron los supervivientes israelitas, siendo conocidos hasta hoy con el nombre de Bani Israel, o sea “hijos de Israel”.

Estas tierras serían por lo tanto el objetivo inmediato de Jesús: Cachemira.

LA HUÍDA DE JESÚS

Ibn-i-Jarir, en su famoso Tafsir-Ibn-i-Jarir at-Tabri escribe:

“El y su madre, María, tuvieron que emigrar de Palestina y partir hacia un país lejano, pasando de país en país”.

Jesús, según los relatos bíblicos, se había encaminado hacia Emaus, hacia el valle de Josafat, habría pasado a través del Occidente de Judea y habría llegado a Samaria, un país en el que les estaba prohibido entrar a los judíos. Había alcanzado finalmente Nazareth, encaminándose al lago Tiberíades (Juan, 21, 1). De Nazareth partían las grandes caravanas en ruta hacia Damasco.

A tres kilómetros de Damasco existe un lugar que desde entonces y hasta hoy se llama Maqam-I-Isa (el lugar de estancia de Jesús). Jesús debió haber vivido ahí el tiempo suficiente como para convertir en discípulos suyos a Ananias y otros.

Durante su estancia en Damasco Jesús recibió una carta del rey de Nisibis, en la que se le informaba que el mencionado rey había caído en una grave enfermedad y que pedía a Jesús que acudiera para curarle. Jesús envió una contestación diciendo que enviaría a uno de sus discípulos y que él mismo seguiría más tarde, según leemos en la Biblioteca Cristiana Ante-Nicena, Vol. XX (Documentos siríacos, 1). Jesús sabía que algunas de las tribus perdidas de Israel estaban en Nisibis, circunstancia que también mencionó el historiador Josephus. Pero se da cuenta de que es hora de marcharse de Damasco para salvar su vida (Actos, 9, 23).

Muhammad bin Khavendash bin Mahmud, comúnmente llamado Mir Khwand, escribe en su famoso libro Rauzat-us Safa que se ha convertido en un libro persa de historia clásico:

“Jesús y María abandonaron la ciudad y se encaminaron hacia Siria”

Voy a cambiar rápidamente de fuentes para leer en el Sagrado Corán (23, versículo 50):

“E hicimos con el hijo de María y con su madre, un milagro y les refugiamos en una benéfica colina provista de manantiales”.

En la obra Jami-ut-Tawarihk se nos explica que durante estos días María, la madre de Jesús llevaba un bastón en su mano y caminaba a pie. A continuación el autor nos cuenta que Jesús se encaminó hacia el rey de Nasibain (Nisibis) y predicó allí. Desde esta ciudad marchó hacia Mashaq, donde está situada la tumba de Sem, hijo de Noé. Descripción similar podemos hallar en la obra Nasikh-ut-Tawarihk (vol. 1, 28). Ni en el Jami-ut-Tawarihk, ni en el Rauzat-us-Safa, hallamos explicación alguna para la repentina marcha de Jesús de Nisibis. Sin embargo sí la hallamos en la obra de Ibn-i-Jarir, Tafsir-Ibn-i-Jarir-al-Tabri (vol. 3, 197):

“El rey (de Nasibain) era un hombre astuto. El pueblo quería matarlo (a Jesús) y éste huyó”.

En aquella época existían tres ciudades con este nombre. A saber:

una entre Mosul y Siria

la segunda a orillas del Eufrates

la tercera cerca de Jalap, en Siria

En el libro Majma-ul-Buldan publicado en 1207, leemos que la primera de ellas está situada en la ruta de las caravanas de Siria a Mosul y más allá y que está situada a una distancia de seis días de viaje de Mosul. Mosul era un importante centro de comercio. Edessa, conocida ahora por el nombre de Urfa, no está lejos de este lugar. De Urfa a Aleppo hay cuatro días de viaje y Aleppo está situada en lo que siempre ha sido la gran ruta del comercio entre el Océano Indico y el mar Mediterráneo. Ain-ul-Arus está situada a sólo unas cuantas horas de viaje de Aleppo. Así pues, Jesús fue a todos estos lugares para llegar a Aleppo y proseguir su viaje. En Ain-ul-Arus está la tumba de Sem, hijo de Noé, lugar en el que también han sido encontrados vestigios hititas. Así, Jesús visitó la tumba de Sem durante su viaje.

Desde que el pueblo de Nisibis quiso matar a Jesús, y dado que él no podía ir muy lejos en pocos días, viajó de incógnito bajo el nombre de Yuz Asaf, y los libros y tradiciones locales de las regiones que visitó o por las que pasó después de su marcha de Nisibis hablan de él llamándole Yuz Asaf. En la obra Farhang-i-Jahang y en el Anjuman-i-Arae Nasiri leemos que Asaf fue uno de los grandes países no árabes. En el Burhan-i-Qate Asaf es el nombre dado al hijo de Barkhia, que fue uno de los eruditos de Beni Israel.

En el Farhang-i-Anand Raj el nombre Yuz se explica como “procurador o líder”. Ambas palabras son hebreas. Pero ninguna de las obras citadas explica realmente qué significa Yuz Asaf y no le hallamos explicación lógica a la luz de los significados aportados. En el libro Farhanf-i-Asafia se explica de la siguiente forma el significado de Asaf: En tiempos de Hazrat Isa (Jesús) cuando los leprosos fueron curados por él, éstos, habiendo sido admitidos entre la gente sana que estaba libre de enfermedades, fueron llamados Asaf.

Así, la palabra Asaf fue aplicada a los leprosos curados por Jesús. Por lo tanto, Yuz Asaf significa “el procurador o líder de los leprosos curados por Jesús”. ¿Quién podía ser esa persona, sino Jesús mismo? El nombre Asaf, teniendo así un significado especial conocido en aquella época por las pocas personas que rodeaban a Jesús, sirvió para el propósito y le describía con mayor propiedad que cualquier otro nombre que hubiera podido adoptar. Faizi, el poeta de la corte de Akbar, cita a Jesús:

“Aiyki nam-i to: Yuz o Cristo” (O tú cuyo nombre es Yuz y Cristo).

Más tarde volvemos a encontrar a Jesús en el Irán. Allí se sabe de Yuz Asaf que vino de un país situado al Oeste y que predicó aquí y que mucha gente creyó en él. Los recuerdos que se tienen de Yuz Asaf en las tradiciones iraníes, son similares a los que se tienen de Jesús.

Rastros de Jesús se hallan también en el Afganistán: en Angazni, en el Oeste, y en Jalalabad, en el extremo Sudeste del Afganistán, existen dos explanadas que llevan el nombre de Yuz Asaf, ya que aquí había predicado. Uno de los emires del Afganistán nombró uncelador para esta parcela en Jalalabad, e igualmente donó una subvención para su mantenimiento.

Muy cerca ya de la actual frontera entre el Pakistán y Cachemira aunque todavía en el lado paquistaní, volvemos a encontrar datos sobre el paso de Jesús por la localidad de Taxila. Allí estaba Tomás esperando la boda de un hijo de Gad, hermano del rey Gondafras. Así está escrito en el acta Thomae:

..”Tomás, terminadas las ceremonias, abandonó su sitio. El novio apartó la cortina que le separaba de su novia. Vio a Tomás, según supuso, conversando con ella. Entonces le preguntó sorprendido ¿Cómo puedes estar aquí? ¿No te ví salir antes que a nadie? Y el Señor contestó: No soy Judas Tomás, sino su hermano”.

Debo hacer un breve inciso aquí para aclarar que Juan llama también a Tomás por el nombre de Didimo, correspondencia griega del arameo Toma, que significa “mellizo”, a causa del extraordinario parecido físico entre Tomás y Jesús (Juan, 20, 24).

Tomás acompaña a Jesús en su huída de Jerusalén hasta Cachemira. Así, aparece junto a María, madre de Jesús, en el momento en que se supone que debería haber tenido lugar la resurrección (Actos, 1, 13-14), aparece también junto al lago Tiberíades (Juan, 21, 1-2), aparece en Damasco y en Magdonia (Nisibis), y aparece ahora en Taxila, como acabamos de ver. A partir de aquí acompaña a Jesús a Cachemira, en donde se encontraba también en el momento de la muerte de éste. Luego retrocedería hasta Taxila para seguir hacia Kerala en el Sur de la India, siendo muerto y quemado en Milarope, Madras.

la isla secreta

Debajo de la isla de Pohnpei (o Ponape), en el océano Pacífico, se esconde una página secreta de la historia de la Humanidad. Por esta razón, los iniciados de la hermandad de los ‘tsamoro’ le dan a su isla justamente este nombre: “Sobre el secreto”.

Un lugar que le sigue ocultando al extraño gran parte, precisamente, de sus conocimientos secretos.

El único que ha trascendido más allá de sus límites, sigue sin estar resuelto: frente a sus costas se asientan las ruinas de la enigmática ciudad acuática de Nan Madol, construida —nadie sabe cuándo ni por quién— con gigantescos bloques de basalto sobre 91 islotes artificiales. Invadida por la jungla y los manglares, continúa siendo para los nativos una ciudad prohibida, que —de acuerdo con su tradición— acecha con la muerte a quien osa permanecer en ella después de la caída del Sol.

En este enclave de las Carolinas orientales, en la Micronesia, averigüé sobre el terreno cuanto allí se esconde. Acumulando vivencias en la jungla de los montes y en los manglares de las aguas litorales, conviviendo con los transmisores del conocimiento de la isla, he ido recomponiendo el rompecabezas de la desafiante historia de Pohnpei —descubierta por navegantes españoles en el siglo XVI— que mantiene a muerte un solo principio: no revelar jamás todo lo que alberga.

En 1939 había aparecido en la Prensa alemana una curiosa noticia: afirmaba ésta que submarinistas japoneses habían efectuado inmersiones en la isla carolina de Ponape (la antigua Pohnpei) y habían sacado del lecho del mar trozos de platino. Pero no de alguna formación natural recubierta de coral, sino de un tesoro submarino.

Noticias posteriores afirmaban que en la costa oriental de Pohnpei se hallaban diseminadas en una amplia área misteriosas construcciones cubiertas por la jungla: un sistema de canales, muros ciclópeos, ruinas de fortificaciones, ruinas de palacios…

UNA CIUDAD SUMERGIDA

Ya mucho antes de la primera gran guerra —explicaron los nativos— buscadores de perlas y comerciantes japoneses habían efectuado sondeos clandestinos en el fondo del mar. Hasta que los submarinistas regresaron con narraciones fabulosas: allí abajo se habían podido pasear por calles en parte bien conservadas, si bien recubiertas por moluscos, colonias de corales y otros habitantes marinos, amén de algún que otro vestigio de ruinas. Desconcertante había sido, según ellos, la visión de numerosas bóvedas de piedra, columnas y monolitos.

Esta misteriosa ciudad submarina albergaba tesoros concretos, debiéndose hallar en el centro de la misma una especie de panteón de los nobles del lugar, cuyas momias yacían allí. Pero aquí viene lo asombroso: cada una de estas momias estaría encerrada en un sarcófago de platino. Estos son los sarcófagos que —ya en época de la dominación japonesa de la isla, o sea entre las dos guerras mundiales— habrían localizado los submarinistas nipones.

De acuerdo con estos testimonios, habrían ido extrayendo platino del fondo marino hasta el momento en que dos submarinistas ya no volvieron a emerger.

Desaparecieron sin dejar rastro, llevándose consigo su moderno equipo de inmersión y de trabajo: jamás nadie volvió a verlos.

RUMBO AL ENIGMA

Pohnpei se presentaba como un reto fascinante. Pero quedaba una sola duda: ¿se trataba de comentarios fantasiosos de gente ávida de sensacionalismo? Para despejarla, valía la pena estar volando, como lo estábamos haciendo Miquel Amat y yo, en pos del Sol.

“Allí la gente no va”. Que esto no lo hacía nadie, que la gente se iba, pues… a Hawaii o a las Fidji, pero allí no: “Allí se comen a la gente”, me decía un oficial de inmigración en el aeropuerto neoyorquino John F. Kennedy. Mal informado estaba el funcionario yanqui sobre las actuales preferencias culinarias de los pohnpeyanos, pero menos aún sabían en las agencias de viaje de la otra costa americana: “¿Y eso dónde cae? Es la primera vez que lo oigo”, me confiesa un veterano empleado de la ‘Western Airlines’ en Los Angeles. En eso, parecía evidente que el inquisidor de New York había tenido razón: a Pohnpei la gente no iba.

Ya en pleno Pacífico, a mitad de camino entre Los Angeles y Pohnpei, con más de 15.000 km de vuelo a las espaldas desde nuestra partida de Barcelona y con todavía algo más de 4.200 km de sobrevuelo del océano Pacífico por delante, tampoco habían oído hablar nunca de Pohnpei. Ni siquiera el experimentado taxista hawaiiano que nos llevó del aeropuerto de Honolulu a la playa de Waikiki. Únicamente el gerente del restaurante ‘Tahitian Lanai’ en Waikiki supo aportar algo concreto; conocía Pohnpei: que si lo nuestro era el masoquismo, que fuéramos allí.

Pero que el Pacífico ofrecía mil rincones para visitar antes que éste.

EL NOVENO ATERRIZAJE

Al día siguiente nos esperaba por fin nuestro noveno y definitivo aterrizaje desde que partimos de Barcelona. El volante correo del Pacífico nos había llevado de Honolulu al atolón de Johnston, de allí al de Majuro, y de éste a la base de misiles de Kwajalein.

Después de haber estado sobrevolando y aterrizando en atolones que eran superficies desérticas y absolutamente planas que a duras penas rebasaban en algún metro el nivel del mar, el espectáculo que hora y media más tarde se ofreció a nuestros ojos a la izquierda del avión, cuando surgimos por debajo de la capa de nubes, fue realmente impresionante: una lúgubre mole de montañas totalmente cubierta de espesa jungla de un pegajoso color verde oscuro, aparecía envuelta en sus cúspides más elevadas por neblinas y nubarrones blancos, grises, pesados.

Sobrevolamos los arrecifes de coral del extremo norte de la isla, e inmediatamente surgió un poco más a la izquierda el islote sobre el que se extiende el campo de aterrizaje de Pohnpei.

Aterrizaje —huelga decirlo— sin ayudas de tierra: a ojo.

VIGILANTES SOMBRAS NOCTURNAS

Al segundo día nos instalamos en una cabaña de madera con cubierta de hoja de palma, cuyos lados ofrecían amplias franjas abiertas por las que pasaba el aire pero nunca la lluvia, abundante lluvia en esta isla, que cae intermitentemente durante 300 de los 365 días del año. A una temperatura media permanente de 27-28°C, este tipo de alojamiento es el único idóneo para el lugar.

Tuvimos que acostumbrarnos a compartir el interior del habitáculo con lagartos, lagartijas, sapos, caracoles gigantes y la visita diaria de una rata. Pero todo esto quedaba compensado por la magnífica vista tropical que desde nuestra cabaña disfrutábamos sobre la Bahía de la Mala Acogida, como la bautizaron cuando la descubrieron en enero de 1828 unos navegantes rusos, a causa del poco hospitalario carácter de sus moradores.

En la primera noche de estancia en la isla ya tuvimos una clara muestra de que allí nos preguntarían más de lo que nos dirían. Fuimos a dar una vuelta a pie para la primera toma de contacto con el nuevo entorno. La oscuridad, total. Solamente la tenue luz de alguna vela o quinqué en las cabañas cercanas. Sin previo aviso rompió a llover bastante torrencialmente, a lo cual no tardaríamos a acostumbrarnos.

De la oscuridad surgió una figura igual de oscura que nos invitó por señas a seguirla. Nos ofreció cobijo en la cercana cabaña de reunión de los hombres del lugar. Estaba ocupada por unos quince individuos que nos fueron estudiando en silencio, mientras dos de ellos se alternaban en hacernos preguntas concretas sobre nuestra estancia en Pohnpei: qué habíamos venido a hacer aquí, cuándo habíamos llegado, qué lugares pensábamos visitar, y —algo que parecía interesarles especialmente— cuándo volvíamos a abandonar la isla. Intenté ganar tiempo con respuestas evasivas hasta que paró de llover.

Continuamos nuestro solitario deambular de exploración nocturna del terreno, cuando un silencioso movimiento oscuro a mi espalda coincidió con una pregunta:

“¿Me das fuego?”

Volvía a ser el mismo individuo que nos había invitado a la cabaña de los hombres, ahora acompañado de uno de nuestros interrogadores:

“¿A dónde os dirigís por este camino?”

Estaba claro que, al igual que en el Kim de Rudyard Kipling, también la noche de Pohnpei iba a estar llena de ojos…

SUS ANTEPASADOS APLICABAN TECNOLOGÍAS MÁGICAS

Entre aventuras, con tiento y con paciencia, logré conectar con el paso de los días con algunos de los transmisores del conocimiento ancestral de la isla —a la que James Churchward consideraba asentamiento del santuario del supuesto continente hundido de Mu—.

El enigma principal que ofrece son las ruinas de Nan Madol. Con respecto a ellas, la arqueología oficial reconoce abiertamente su desconocimiento absoluto sobre la finalidad de las más impresionantes ruinas del océano Pacífico; es más, de la única ciudad en ruinas que puede visitarse en los 166 millones de km2 de dicho océano.

Pero además de este enigma principal, arqueológico, existe un foco mágico de la isla, oculto en la abrupta espesura de la jungla de Salapwuk, en las alturas montañosas del reino de Kiti, en el suroeste de Pohnpei. Allí y en otros puntos de la isla, la memoria de los pohnpeyanos perpetúa hasta hoy el recuerdo de gigantes, el recuerdo de personas que sabían volar, el recuerdo de una raza que recurría a asombrosos poderes mágicos que permitían el transporte aéreo de grandes bloques de piedra.

El recuerdo claro de la conexión celeste y de la realidad del vuelo posible, en la antigüedad.

ORÍGENES INICIATICOS

Pero vayamos a los orígenes de esta isla absolutamente mágica: Pensile Lawrence, uno de los transmisores vivos de la historia esotérica de Pohnpei, me contó por fin, al cabo de dos interminables semanas de evasivas y de negativas a la ansiada entrevista, esta historia de sus orígenes:

“Nueve parejas —nueve mujeres y nueve hombres— erraban en una canoa por el ancho mar, buscando una tierra nueva en la que establecerse. En esto pensaban cuando se toparon con un pulpo hembra de nombre Letakika. Cuando éste averiguó el motivo de su viaje, les indicó un lugar del océano en el que había una roca que surgía por encima de las olas. Las nueve parejas prosiguieron su camino y hallaron la roca. Sobre ella comenzaron a construir la isla.

Luego, dejaron en ella a una pareja, un hombre y una mujer, mientras que el resto volvieron a marchar. El nombre del hombre que se quedó en la isla no tiene importancia; no tenía nombre. Sí lo tenía el de la mujer: se llamaba Lemuetu. Lemuetu es la primera madre de Pohnpei. Por ello sus habitantes se asientan sobre un matriarcado. En su canoa, las nueve parejas llevaban alimentos para comer y para plantar en la nueva tierra.”

Este escueto y a la vez completo relato iniciático sobre los orígenes de la roca prima de Pohnpei, es un compendio de conocimientos ocultos. Aquí, en el breve espacio de un artículo, no ha lugar para explicaciones más amplias, que sí están recogidas en cambio en mi libro Sobre el secreto (Plaza & Janés Editores, 1985). Apuntaré aquí solamente que el 9 es —para las empresas de la especie humana— el símbolo del nacimiento.

Entre otras, lo refleja así claramente por ejemplo la cábala lingüística de las voces “nueve-nuevo-nave-huevo” (“novem-novum-navis-ovum”), que cobra todo su vigor en el gay saber de los argotiers, en el argot de aquellos que construían la obra en el país del gallo, en la Galia: “neuf-neuf-nef-oeuf”.

En el relato pohnpeyano reaparecen estos mismos elementos: la nave, tripulada por nueve parejas, para construir un país nuevo, lo cual significa un nacimiento, simbolizado por el huevo.

EL VIAJE DE NOÉ

Ahora bien, las características de la nave-canoa, con alimentos y plantas parta sembrar en el país nuevo, el hallazgo de una roca de tierra firme sobre la cual establecer un nuevo núcleo humano, la indicación de la cercanía de la nueva tierra por parte de un animal —aquí es un pulpo—, la equiparan a la nave-arca de Noé que navega igualmente en busca de la nueva tierra.

Y en la misma cábala lingüística de quienes construyen bajo el signo del gallo, Noé es la radical de Noëlle, la natividad, el nacimiento. Con lo que seguimos en la constante 9 indicada en el relato primo de Pohnpei: en 9 ciclos (=meses) se forma (= nace) el ser humano.

Y —como no podía ser menos— exactamente cada 9 meses se reunían en Salapwuk —en cuyas espesuras se conserva la roca original de la isla, aquella que sirvió para su nacimiento—, el principal lugar de culto de Pohnpei, todos los iniciados, para unas celebraciones a las cuales estaba vedada la asistencia a todo extraño.

EN EL SECRETO SANTUARIO DEL PACIFICO

Aventurarse en las espesuras de los montes de Salapwuk, en el reino de Kiti, puede llegar a constituir una de las experiencias más cautivantes en la vida de cualquier persona que busca. Como puede también convertirse en un sendero sin retorno. O ser simplemente una excursión por la jungla. Todo depende de la motivación con que uno emprende la ascensión hasta el núcleo habitado más elevado de Pohnpei. Allí se halla el germen inicial de todo cuanto tiene que ver con los misterios de la isla.

La lenta ascensión a pie a través de la jungla propicia el que solamente llegue hasta Salapwuk aquél a quien los celadores del santuario se lo permiten. Tanto es así, que Miquel y yo fuimos los primeros extranjeros que han llegado a pisar aquellos parajes vírgenes.

En busca del lago de agua dulce en el que, en las alturas de Kiti, crecía la misma hierba que crece abajo en el mar.

LA AVENTURA DE LA BÚSQUEDA

Días antes le había preguntado a Masao —uno de los iniciados de la isla— por el significado del nombre ‘Salapwuk’: “Allí hay una roca. Cuando la veas, sabrás por qué se llama Salapwuk”, me contestó escuetamente, para advertirme a renglón seguido:

“Si logras subir con los contactos adecuados a las montañas, los celadores del lugar te mostrarán algo si creen que eres merecedor de ello; pero jamás te permitirán acceder a las cosas secretas que allí hay.”

Pronto tendría que darle la razón.

Tras el largo ascenso hacia las cabañas de Pernis Washndon —el celador visible (que no máximo) de los selváticos montes de Kiti— la primera condición que éste me impuso fue el mutuo silencio sobre lo que allí hablaríamos, compromiso que por supuesto no voy a romper, por lo cual solamente reflejaré aquí parte de aquello que no atañe al mismo. Después de lo cual comprobaría que los distintos vigías de la jungla montañosa estaban informados de nuestra presencia. Entrada ya la noche, acudieron una serie de hombres, con alguno de los cuales nos habíamos cruzado ya en nuestro camino de ascenso. Pero otros acudieron de zonas aún más altas.

En un momento nos vimos acosados por primero tres, e inmediatamente dos más, en total cinco de aquellos guardianes de Salapwuk que, machete en mano y a dos palmos de nosotros —que estábamos hombro con hombro intentando captar aquella situación —imponían la prudencia por encima de cualquier otra reacción.

Tuvimos el segundo justo para confirmarnos mutuamente que aquello se salía de lo normal y podía derivar en algo feo si dábamos un paso en falso, cuando comenzaron a someterme alternativamente los cinco a un severo interrogatorio acerca del motivo auténtico de nuestra presencia en Salapwuk. Sólo al cabo de un buen rato de esfuerzos por no perder parte del terreno tan pacientemente ganado, logré restarle gravedad a la tensión que evidentemente se había creado.

Miquel y yo nos turnamos para dormir aquella noche tan fascinantemente intrigante como incómoda y al día siguiente nos internamos desarmados en las espesuras de la parte superior de Salapwuk, guiados por lugareños armados, circunstancia que nos impidió adoptar una postura de fuerza cuando se repitió un grave episodio de tensión entre ellos y nosotros. “Un comentario más y os pueden matar aquí mismo”, nos avisó la bonita Carmelida, que nos hacía de intérprete y que la víspera, advertida por Pernis Washndon de que guardara silencio sobre el contenido de nuestra conversación, comentó: “Si estuviera loca, hablaría.”

Los guardianes cumplieron perfectamente su cometido, puesto que regresamos después de un día de caminata a pie descalzo por la jungla, sin haber visto el enclave que yo buscaba. El lugar en el que, en épocas pasadas, cuando se producía alguna sequía anómala, los chamanes invocaban la llegada de la lluvia, que no tardaba en presentarse, después de haber clavado el sacerdote una vara en una abertura del terreno.

Era exactamente la historia que ocho años antes me había contado el superior del santuario de Aishmuqam, en la antigua ruta de los mercaderes que desde el Afganistán se dirigían a la capital de Cachemira, Srinagar.

Guardaban allí el bastón de Musa (Moisés), que solamente se usaba en aquel extremo norteño de la India para invocar la llegada de la lluvia, o el fin de una epidemia, siempre con inmediato resultado positivo.

EL TAPÓN DEL MISTERIO

De cuanto se puede explicar, lo más importante que me traje de las espesuras de Salapwuk fue la explicación de su celador visible, Pernis Washndon, de que estos montes y la isla misma no constituían más —como su propio nombre esotérico (“Sobre el secreto”) indica— que un tapón que esconde, al tiempo que señaliza, el emplazamiento del auténtico misterio que se oculta en sus profundidades.

No tardaría en averiguar que este misterio guardaba estrecha relación con las noticias aparecidas a finales de los años 30 en la Prensa alemana.

De regreso del reino de Kiti pude ya, con lo averiguado en Salapwuk, poner todo mi empeño en averiguar el motivo de la existencia en la isla de una ciudad construida sobre islotes artificiales, aprovechando su arrecife coralífero.

Para ello había que remontarse a la aparición en la isla, en épocas remotas, de una pareja de instructores llegados desde el aire, en una nube, con la finalidad de buscar un emplazamiento idóneo para la construcción de una ciudad-santuario.

Hallaron este emplazamiento en un lugar en el que vieron luces bajo el agua, en el mar. Supieron por ellas que era éste el lugar en el que debían construir una ciudad provocativamente distinta, sobre islotes artificiales, para señalizar la singularidad de aquel lugar.

Porque las luces que vieron les indicaban la existencia, allí, de construcciones artificiales muchísimo más antiguas, sumergidas bajo las aguas litorales de Pohnpei. Allí estaba el inicio del ovillo que conducía al secreto que daba nombre y significado a la isla.

Todo un reto para esoteristas, arqueólogos e historiadores.

LOS GRANDES INICIADOS

El Corán, en la Sura 18, habla de Al Raqim, la tabla que contiene las claves de la iniciación en la cueva. En Pohnpei los Sau Rakim fueron antiguamente los grandes iniciados —ya no queda ninguno hoy en día— que guardaban los secretos y no los compartían con las demás personas. Los mantenían ocultos, ya que de otra forma eran castigados con la muerte.

Cuenta la tradición que conocían todas las antiguas historias de Pohnpei, y que cuando morían comenzaba a llover, a relampaguear y a tronar. Algo similar —se suceden en esta isla las conexiones planetarias— a lo que sucedió con motivo de la crucifixión de Jesús.

LOS TSAMORO, SOCIEDAD SECRETA DE POHNPEI

Por debajo de los Sau Rakim, que eran los máximos iniciados de la isla, existía una sociedad secreta, la sociedad de los tsamoro. Los jefes de tribu se constituían automáticamente en miembros de esta sociedad, mientras que a los demás tsamoro se les exigía una demostración de sus aptitudes en el plazo de un tiempo de prueba de varios años de duración. Esta demostración consistía en el conocimiento de la lengua de la sociedad, que no era la del pueblo. Era por lo tanto un argot, una lengua de los argotiers, por lo tanto de los argo-nautas.

Los tsamoro se reunían una vez al año en un lugar sagrado, rodeado de muros de piedra. El acceso les estaba vedado a los no iniciados, bajo pena de muerte inmediata. Durante sus reuniones secretas, los elegidos bebían sakau y cada uno ofrecía un recipiente de esta bebida sagrada a los seres superiores.

Explicaré enseguida en qué consiste esta bebida.

Valga decir antes aún que el jefe de la hermandad secreta de los tsamoro tenía su sede en estos montes de Salapwuk en cuya jungla me hallaba, y en donde cada nueve meses se reunían todos los iniciados para un encuentro de cuatro días de duración.

UNA VEZ MAS EL CLICHÉ DEL DILUVIO

Averigüé en las oscuras noches de la jungla que existen allí narraciones legendarias que apuntan claramente hacia el recuerdo de una inundación total de la isla, o sea de un diluvio (para ellos obviamente universal).

Literalmente:

“Las inundaciones arrancaron toda la tierra de la isla” — dicen las tradiciones.

Después de haberse retirado nuevamente las aguas, alguien procedió a reconstruir un túmulo de rocas en Salapwuk, en el reino de Kiti. Pernis Washndon (el celador de los misterios de estos montes) me dijo en este contexto que Salapwuk no era más que el tapón que tapaba un secreto que se encerraba debajo del lugar que estábamos pisando.

Y considerando que Salapwuk debe su razón de ser —como ya vimos en el anterior número de “Más Allá”— a la primera piedra, a la piedra angular, obligado es aportar aquí el dato de que en el texto apócrifo Testamento de Salomón, la piedra angular es aquella que se pone encima de la puerta del templo.

EL RITUAL DEL SAKAU

La ceremonia del sakau es celebrada por todos los pohnpeyanos diariamente, al anochecer. Según ellos, es una bebida proporcionada antiguamente por los seres superiores, como vehículo de comunicación con ellos. Tanto es así, que en el escudo o emblema oficial del actual estado de Pohnpei aparecen juntas las ruinas de Nan Madol y un cuenco de coco conteniendo el sakau.

Nosotros tomamos nuestro primer trago en el marco de un festivo agasajo del que nos hizo objeto una familia que ocupaba el pequeño islote de Takaieu, en los arrecifes que rodean a la isla central de Pohnpei.

El ritual ancestral que seguimos para tomar la bebida de la conexión celeste fue el siguiente: en primer lugar, durante el día fuimos recogiendo raíces de sakau (kawa-kawa, cuyo nombre botánico es ‘piper methysticum’). Al anochece, fuimos disponiendo hojas de banana debajo de una gran piedra plana, de hecho una plancha de piedra. La cantidad de hojas de palma depende siempre del mayor o menor rango del personaje principal que asiste a la ceremonia. Inmediatamente después lavamos cuidadosamente con agua las raíces y la plancha de piedra, hasta dejarla completamente limpia.

Mientras esto hacíamos en el interior de la amplia cabaña, en el exterior otros lugareños se encargaron simultáneamente de arrancar largas tiras de corteza de hibisco. Inmediatamente comenzó el ritual de ir machacando con piedras las raíces de sakau, dispuestas sobre la plancha de piedra. Esta plancha —de basalto— tiene un sonido metálico al golpearla con las piedras que sirven para machacar las raíces de sakau, y los oficiantes comenzaron por golpearla para señalar el inicio de la ceremonia en sí.

Cuando las raíces ya estuvieron prácticamente trituradas —en cuyo proceso intervinieron seis oficiantes sentados alredededor de la piedra-base—, se hizo perceptible el ritmo del repiqueteo de las piedras. Este ritmo, aplicado al unísono por todos los que están machacando las raíces, depende a su vez también del rango de la persona principal presente en la ceremonia, siendo el ritmo final idéntico al que se percibe escuchando el tamborcillo de mano de cualquier oficiante en cualquier lamasería del área Himalaya.

Cuando ya estuvo completamente triturada la raíz de sakau, la salpicamos con agua fresca, al igual que las tiras de corteza de hibisco. Inmediatamente nuestros anfitriones pasaron a amasar las raíces trituradas con agua, mientras otros ya habían dispuesto la corteza en un extremo de la piedra de sakau, para irla rellenando con la masa de raíces.

Esta fue envuelta —liada— completamente en la corteza, hasta formar un largo y grueso canuto que luego uno de ellos fue exprimiendo con lentitud y fuerza para que el jugo resultante se escurriera en un cuenco de coco. Nos lo tendieron para iniciar la ingestión, tras lo cual lo fuimos ofreciendo a cada uno de los presentes, como es costumbre entre ellos.

Es un jugo espeso, marrón, amargo y refrescante, que tiene la ventaja de no contener las fibras de la yuca masticada por las mujeres de la tribu, que ingerí con la chicha durante mi convivencia con los jívaros del curso alto del río Santiago, en la selva ecuatoriana.

Lo que ingerimos aquí, en Pohnpei, es una droga adormecedora, la kawaína, cuyos efectos se comienzan a advertir en una insensibilización de los labios y de la punta de la lengua. Es un principio activo modificador del sistema nervioso, que produce la parálisis de las fibras centrípedas. El abuso de su ingesta puede conducir finalmente a una caquexia mortal. De todas formas, esto no se da entre los habitantes de Pohnpei, que saben dosificarse perfectamente su ración diaria de sakau. Precisamente porque no toman el sakau por drogadicción, sino porque constituye para ellos ancestralmente un vehículo de comunicación sagrado. De comunicación con seres superiores.

Vayamos pues a la comunicación celeste de los antiguos habitantes de esta pequeña isla —más pequeña que, por ejemplo, Ibiza—.

PADRE EXTRATERRESTRE Y MADRE TERRESTRE

Comienza la conexión celeste de los antiguos pohnpeyanos con un hombre llamado Kanekin Zapatan, descendido de las alturas, de un lugar desconocido, a Pohnpei, acompañado de un grupo de personas que sabían volar. Kanekin Zapatan se fija en la hija de un jefe nativo. Tenemos así a un hombre descendido del cielo que se casa con una mujer terrestre. Ya conocemos eso de los textos bíblicos.

Urgido para el regreso por sus acompañantes, reclama sus alas y su aditivo capilar —un casco que llevaba— para poder reunirse en las alturas con los suyos.

Le acompaña también su mujer, y literalmente dice la tradición:

“Metió a la mujer en el cabello y alrededor de él ajustó el nudo”.

¿Cabría en aquella remota época mejor concreción para indicar que le puso un casco, imprescindible para levantar el vuelo?

Huye pues con la hija del jefe nativo, que en el trayecto da a luz a un niño distinto, dotado de grandes poderes mágicos. Este niño se llamará Luk, al que dejan en tierra mientras ellos prosiguen su vuelo. Más adelante Luk enciende una hoguera, para ascender en su humo, sobre un tambor, al cielo, imagen ésta que puede equipararse a la del despegue de un cohete portador de una cápsula tripulada. Al reencontrarse con sus padres les recuerda que “me engendrasteis en la Tierra”.

La narración también afirma de él que “sabía andar sobre el mar”. Se suceden los símiles con pasajes bíblicos.

DOMINABAN LA TÉCNICA DEL VUELO

“En aquella época” —me cuenta Masao al pie del camino que conduce hacia Nan Madol— “la raza de los hombres era distinta. Estaban más dotados, ya que eran capaces de transformar la piedra y de efectuar trabajos muy difíciles en la misma, pero esta gente habilidosa ya no existe hoy en Pohnpei. Hoy ya no son como la gente de antes, son distintos, ya que aquéllos poseían poderes mágicos y eran fuertes.”

Un curioso invento lo constituyen los sacos voladores que aparecen en algún que otro relato de los tiempos antiguos de la isla. Se trataba de vehículos volantes de gran movilidad con capacidad para un solo tripulante. Incluso quedan narraciones que refieren combates entre varios de estos sacos voladores.

En relación con este tema, le pregunté a Masao si antiguamente habían existido en la isla hombres voladores.

“¿Hombres volantes? No. No volaban propiamente, sino que penetraban en grandes pájaros, pronunciaban palabras mágicas, el pájaro se alzaba y volaba con ellos dentro. Construyeron pájaros voladores con árboles.”

DOS HERMANOS CON PODERES MÁGICOS

Es hora ya de que me refiera al principal enigma que plantea esta isla: la ciudad muerta de Nan Madol. Para ello hay que remontarse nuevamente a los relatos tradicionales de los nativos. Cuentan éstos que muchísimo tiempo después de la llegada de la primera canoa con las nueve parejas (ver “Más Allá” n°…), hacen aparición en la isla dos hermanos: Olosipe y Olosaupa. Con ellos comienza el enigma de la ciudad de Nan Madol.

El único recuerdo ancestral que los nativos conservan sobre la construcción de dicha ciudad, es el que refiere su origen a la actuación, absolutamente mágica, de estos dos personajes.

Nadie sabe de dónde vinieron; llegaron en una nube y descendieron en Sokehs, en el norte de la isla. Eran constructores, ingenieros, arquitectos extraordinariamente inteligentes y dotados de poderosos recursos mágicos. Pero además sacerdotes e instructores, que sacaron a los pohnpeyanos de su ignorancia y de su primitivismo. Llegaron a Pohnpei para edificar allí un santuario consagrado a un protector de la tierra y del mar: la anguila, desde entonces el animal totémico por excelencia de Pohnpei.

Hay que tener en cuenta que el pohnpeyano no adora a la anguila misma como animal, sino por lo que éste representa: en su cuerpo habita el espíritu, la divinidad. La anguila es así un vehículo de la divinidad. Como lo es la serpiente para los aborígenes australianos y para los pueblos mesoamericanos, entre otros. ¿Y por qué en Pohnpei no aparece la figura de la serpiente, cobrando vigor, en su lugar, la de la anguila? Pues porque es el único animal que el nativo pohnpeyano puede asimilar a la imagen de una serpiente, por la sencilla razón de que en su pequeña isla las serpientes no existen.

Pero volvamos al propósito de Olosipe y Olosaupa: erigirle un santuario a esta anguila sagrada.

Siendo la anguila una serpiente acuática, el santuario debía erigirse en un lugar que fuera a la vez mar y tierra: el arrecife coralífero que rodea a la isla.

EL FEUDO DE LOS REYES DEL SOL

Recorrieron, pues, la costa de la isla desde el promontorio de Sokehs, en el Norte, en busca de un lugar idóneo. Lo hallaron en un lugar llamado Sau Nalan, cuyo significado era el Sol. El santuario debía recibir el nombre de Nanisounsap, que significa “lugar del rey del Sol”. Pensile Lawrence, transmisor ya citado del conocimiento esotérico de Pohnpei, me confesaría:

“Se decidieron por el actual enclave de Nan Madol, puesto que en aquel lugar preciso observaron luces extrañas en el mar.”

De acuerdo también con la versión esotérica, debajo de Nan Madol yace Kanimeiso, la “ciudad de nadie”.

Por ende, cabe comentar aquí que todo el simbolismo de la construcción del santuario apunta hacia el feudo de los reyes del Sol: Nan Tauas, la construcción principal del conjunto, se halla en el vértice oriental (hacia donde sale el Sol) de Nanisounsap (el lugar del rey del Sol), erigido a su vez en el extremo oriental de Sau Nalan (el Sol), que a su vez constituye el flanco oriental, o sea de la salida del Sol, de la isla de Pohnpei.

TRANSPORTE AÉREO

Cuando regresamos de la jungla de Salapwuk, nos instalamos pues en el minúsculo y paradisíaco islote de Joy Island (antiguamente Nahnningi, el “pedazo de tierra pescado del fondo del mar”, o sea un trozo del paraíso, puesto que eso es para los pohnpeyanos el fondo del mar). En el islote sólo vivía Nahzy Susumu.

Con él, con nuestra compañera, guía e intérprete Carmelida Gargina, con los grandes cangrejos cocoteros, dos perros y algunos cerdos, con las rayas y con las crías y algún que otro padre de tiburón y con la desdichada morena que pescó Carmelida a golpe limpio de mi machete para cocerla luego aún medio viva en las brasas de nuestra hoguera, compartimos las inolvidables y solitarias noches de este mágico arrecife coralífero del Pacífico.

¿Mágico?: Absolutamente mágico. De día, íbamos a visitar desde allí las cercanas ruinas de Nan Madol: 91 islotes artificiales construidos sobre el arrecife, a base de la superposición —única en el mundo— de enormes columnas de basalto. Analizamos todas las posibilidades que podían ofrecerse de transportar estas columnas desde la cantera que se hallaba al norte de la isla, hasta el enclave en que habían sido apiladas en Nan Madol. Por tierra, imposible, dado que la espesa jungla que cubría toda la isla, y los intrincados manglares que se extendían a lo largo de la costa, hacían imposible el transporte de estos enormes bloques de piedra.

Cabía la posibilidad de un transporte por mar, a lo largo del arrecife. Miquel Amat, experto navegante, me comentó sin embargo que la única posibilidad habría sido, en época tan lejana, el sujetar cada columna de piedra debajo de una enorme balsa, para evitar que esta zozobrara y se hundiera.

Pero entonces, ¿cómo habrían podido salvar la barrera coralífera con la que habrían topado? El transporte era a todas luces imposible. Excepto para los iniciados, aquellos privilegiados isleños que conocían la historia auténtica de su tierra.

A la luz de la hoguera, en noche de plenilunio, un descendiente de tsamoro me confió que para ellos no es ningún secreto el que Olosipe y Olosaupa, los dos hermanos constructores, estaban dotados de un extraordinario poder mágico:

“Convocaron a todas las piedras para que vinieran por sí solas y formaran las imponentes construcciones. Olosipe y Olosaupa llamaron a las piedras que estaban en Sokehs. Estas oyeron su llamada mágica y acudieron volando junto a los dos hermanos. Por procedimientos mágicos éstos ordenaron a cada uno de los grandes bloques de piedra que ocupara su sitio correspondiente en las construcciones. Tal es la forma en que se construyó Nan Madol.”

Quien se sonría ante mi ingenuidad, recuerde las palabras del jefe hopi White Bear, cuando explica —sin tener ni la más remota idea de lo que cuentan los transmisores del conocimiento en Pohnpei— que exactamente este corte y trasporte de enormes bloques de piedra es lo que los katchinas —seres que dominaban el secreto del vuelo— enseñaron a los antepasados de los indios hopi, hoy asentados en Arizona, y que por su parte afirman proceder del Pacífico.

Es más: vimos que en la relación solar de todo el simbolismo construccional y de emplazamiento del santuario del rey del Sol —Nanisounsap— el edificio principal, Nan Tauas, ocupaba el vértice más oriental, o sea dirigido al Sol naciente.

Pues bien, Tauas significa en lenguaje hopi exactamente esto mismo: Sol.

EL MISTERIO ESTA DEBAJO

Todo esto no son más que los testimonios visibles y averiguables —cuando se pregunta con tiento— de los enigmas que presenta la isla de Pohnpei. Ocultos quedan sus auténticos misterios. O su auténtico misterio. Aquél que está implícito en el propio nombre de Pohnpei: “Sobre el secreto”.

Tuve que desandar la selva monte arriba para que en lo alto del reino de Kiti, en Salapwuk, uno de los principales celadores del secreto me dijera que la isla que estábamos pisando no era más que el tapón puesto encima de un gran secreto que se escondía debajo, razón y origen de la sociedad secreta que allí funcionaba.

Tuve que cruzar luego los manglares y navegar hasta Nahnningi, y por ende explorar las ya devastadas ruinas de la ciudad prohibida de Nan Madol, para ir arrancándoles a algunos nativos iniciados la confesión de que Nan Madol no es más que una señal en forma de desafiante ciudad que indica que frente a su muralla externa, allí donde moran los tiburones, se esconde bajo las aguas otra ciudad de construcción muchísimo más antigua.

Sendas expediciones australiana, norteamericana y japonesa confirman que allí, a nueve metros de profundidad, descubrieron los vértices superiores de diez columnas verticales de 20 metros de altura cada una. Nadie explica lo que ha encontrado agua abajo de estas diez columnas submarinas, de una cultura absolutamente distinta a la de los constructores de Nan Madol: éstos dispusieron la totalidad de los bloques de basalto en forma horizontal, mientras que las mencionadas columnas submarinas se hallan todas en posición vertical.

Pero eso es solamente el principio de lo que allí se esconde. Quedan para el recuerdo más reciente los sarcófagos de platino extraídos de allí entre las dos guerras mundiales por los buzos japoneses. Y para el más remoto, las luces vistas en este punto del mar por los instructores y constructores Olosipe y Olosaupa, que supieron así en dónde debían erigirle un santuario a la anguila sagrada.

El motivo de este artículo ahora, al cabo de siete años de haber visitado la isla, no es otro que el de remozar la memoria y dejar constancia de este misterio para las generaciones futuras, para las que Pohnpei no será más que una diminuta isla en el Pacífico, invadida por el moderno turismo motorizado japonés. Les debía este homenaje a los Sau Rakim de Pohn Pei, que supieron desaparecer sin haber narrado más que una parte de su saber, testimoniando así su pertenencia a la universal comunidad de iniciados.

El buen amigo, periodista, viajero, buscador y aventurero catalán Jorge Juan Sánchez García, que visitó Pohnpei en el mes de octubre de 1990, me comunica que desde mi estancia en la isla murió el celador de Salapwuk, Pernis Washndon, y se suicidó el joven y solitario Nahzy Susumu, que registraba el paso de cualquier extranjero a Nan Madol.

La sociedad secreta de los tsamoro no traiciona sus principios.

La cruz del diablo

En 1986, me interné en solitario en la selva ecuatoriana, en busca de la entrada que —oculta en la espesura amazónica— da acceso a los túneles de los Tayos, que supuestamente albergan el valioso legado de una civilización desconocida.

Desde entonces guardé silencio sobre lo que allí averigüé, por haberlo pactado así con los celadores visibles de aquel mundo subterráneo.

Ahora, al cabo de seis años, me veo obligado a publicar parte de su testimonio, forzado a ello por sendos artículos aparecidos recientemente sobre las cuevas de los Tayos y sobre el túnel de Costa Rica.

image from GoldLibrary Website

Cuando le sorprendo en el comedor del hotel Guayaquil aquel mediodía de finales de marzo de 1986, le fastidio a Janos Moricz el jugo de papaya que se estaba llevando a los labios.

Retornó el vaso a la mesa y me miró como si fuera un ectoplasma:

“¿De dónde sale usted? Ya no creíamos volver a verle…”

Contra su consejo y contra el de sus colaboradores, me había aventurado solo en el Oriente ecuatoriano, en la espesura de la selva amazónica, en busca de una confirmación de cuanto él aseguraba existe en el subsuelo de aquellos parajes vírgenes. Dado que no logré que me acompañara al lugar de su extraordinaria experiencia, decidí ir solo. Intentó disuadirme durante muchos días, para acabar brindándome una cena de despedida para alguien al que no se le va a volver a ver:

“Entrar solo en la selva supone la muerte. De allí no sales si no la conoces bien.”

LA LEY DEL SILENCIO

Ahora que había regresado, y que le demostré hasta dónde había llegado, su actitud cambió por completo: me abrió su pequeño museo junto a la sede de la Empresa Minera Cumbaratza y de la Empresa Minera del Sur, en Guayaquil, me mostró parte de su oro, sus fotografías del interior de los túneles, y me obsequió con un plano de los mismos:

“Es usted el primer extranjero que ha tenido el arrojo de ir solo hasta las cuevas. Otros lo han intentado, pero nunca nadie había ido solo. Ha crecido enormemente mi respeto por usted, por lo que, la próxima vez que venga, le prometo acompañarle a la selva. Solamente le pido a cambio que no publique absolutamente nada de lo que ha visto ni de lo que le he estado explicando.”

No hacía falta que insistiera en ello.

Conozco bien las reglas y sé respetarlas: por ética y por propia seguridad, pues queda mucho camino por recorrer.

UN REGUERO DE INFARTOS

Prácticamente a la misma hora en que estaba yo aterrizando procedente de Bogotá en el aeropuerto Simón Bolívar de Guayaquil, el 22 de febrero de 1986, moría de un infarto en los montes cercanos a Vilcabamba —en donde Moricz estaba concentrando sus más recientes prospecciones mineras— el ingeniero jefe de su equipo de geólogos, el alemán Dr. Stadler, que hacía su primer recorrido de reconocimiento del terreno.

Esta fue mi bienvenida.

Mi llegada coincidió con la del ingeniero Hans Theo Sürth, ayudante de Rommel en el desierto en sus años mozos, y que ahora actuaba en representación del Departamento de Geología y Minería de la misma empresa alemana que había enviado al Dr. Stadler. Al comunicar Sürth la muerte de su compañero a la central alemana, no tardó en recibir un telex de sus jefes que finalizaba con estas palabras: “… y abrid bien los ojos”. No dudé en aplicarme el consejo.

En 1987 telefoneé a Pierre Paolantoni a su casa de Paris. Me interesaba contactarle dado que catorce años antes también él había obtenido información de primera mano de Janos Moricz —que por cierto cambió hace años su nombre original húngaro de Janos por el español Juan—. Quedé con Pierre en que nos veríamos personalmente en la primera ocasión que yo tuviera de viajar a Paris. Cuando meses más tarde se dio esta ocasión, telefoneé previamente para acordar una cita.

Atendió al teléfono su mujer Marie-Thérèse: que no hacía falta que fuera a verlos, dado que al día siguiente de mi primera llamada, Pierre Paolantoni había sido ingresado de urgencia en una clínica por haber sufrido un ataque cardíaco. Precisaba reposos absoluto y no quería ni oír hablar del tema. Durante el invierno de 1991 acudí repetidas veces al domicilio de los Paolantoni en París, pero jamás logré hablar con ellos cara a cara.

Por primera vez desde su salida durante la ocupación rusa, Janos Moricz tenía intención de viajar a Europa, a su Hungría natal, en el verano de 1990. Al no venir, le llamé a Guayaquil:

“Con la guerra que se está fraguando en el Golfo, yo no viajo a Europa ni loco”, me dijo, para añadir: “Y le doy un consejo: lárguese con su familia ahora que aún está a tiempo. Aquí tiene usted casa y comida para el tiempo que haga falta.”

Temía que la guerra del Golfo le matara en Europa. Y las paradojas del destino pueden llegar a ser grotescas, dado que no interpretó bien el mensaje: se quedó en el Ecuador, y exactamente el día antes de que el diabólico presidente Bush anunciara el fin de la guerra del Golfo, Janos Moricz fue hallado muerto de un infarto de miocardio, el 27 de febrero de 1991, en la habitación de un hotel en Guayaquil.

EL HALLAZGO DE MORICZ

Entre la voluminosa documentación que me entregó Juan Moricz cuando regresé de la selva, figura copia de la Escritura notarial de protocolización de la denuncia oficial de su sorprendente hallazgo.

La presentó hace casi 20 años al Ministro de Finanzas, y por su intermedio al Presidente de la República del Ecuador, para dejar constancia de la exactitud de sus afirmaciones.

Extracto de esta Escritura notarial:

“He descubierto, en la región Oriental, provincia de Morona-Santiago, (click imagen derecha) dentro de los límites de la República del Ecuador, objetos preciosos de gran valor cultural e histórico para la humanidad, que consisten en láminas metálicas que elaboradas por el hombre contienen la relación histórica de toda una civilización perdida de la cual el género humano no tiene memoria ni indicio todavía.

Tales objetos se encuentran agrupados dentro de variadas y distintas cuevas, siendo de diversas clases en cada una de ellas. He realizado el descubrimiento de manera enteramente fortuita, en circunstancia en que, en mi calidad de científico, investigaba aspectos folklóricos, etnológicos y lingüísticos de tribus ecuatorianas.

Los objetos por mí descubiertos tienen las características siguientes, las cuales he podido constatar personalmente:

Uno: Objetos de piedra y metal en distintos tamaños, formas y colores.

Dos: Láminas de metal grabadas con signos y escritura ideográfica, verdadera biblioteca metálica que contiene la relación cronológica de la historia de la humanidad, el origen del hombre sobre la Tierra y los conocimientos científicos de una civilización extinguida.”

Lamina metálica encontrada dentro la Cueva de Los Tayos…

(image from ForosKaliman Website)

Más adelante, y siempre dentro de la misma escritura notarial, Moricz no se anda con rodeos ni tapujos cuando se dirige al Presidente de la República:

“Pido a usted se digne nombrar una comisión nacional ecuatoriana de control y de supervisión, a fin de dar a conocer a sus integrantes el lugar exacto en que se encuentran las variadas cuevas y cavernas que contienen los objetos descubiertos.

Dejo constancia de que me reservo el derecho de posteriormente presentar ante quien usted determine, fotografías, películas, e incluso muestras originales que sirvan para ampliar la descripción e identificar claramente la forma, tamaño, disposición y calidad de los objetos por mí descubiertos.

Dejo constancia, además, de que en uso de mi derecho de dominio sobre la parte que me corresponde en el hallazgo en conformidad con la Ley, me reservo el derecho de proceder al señalamiento y ubicación exactos del lugar donde los objetos se encuentran una vez que se haya designado oficialmente la comisión que solicito, y ésta se halle reunida e integrada con los científicos, investigadores y observadores que yo por mi parte designe en salvaguarda de mis derechos.”

COMPROMISO DE SILENCIO

El 23 de julio de 1969 se firmó en Guayaquil un documento que comenzaba así:

“Los abajo firmantes, integrantes de la expedición a las cuevas descubiertas y denunciadas en el Ecuador por el Sr. Juan Moricz, nos comprometemos formalmente a no formular declaración alguna periodística, radiodifundida, televisada u otras de similar naturaleza, ni a publicar fotografía alguna relacionada con la expedición, sus incidencias, los objetos preciosos existentes en el interior de las cavernas, la ubicación geográfica del lugar descubierto, las teorías o hipótesis a que conduce el descubrimiento y en general respecto de todos los pormenores de la expedición.” Etc.

De hecho, yo podía haber publicado un libro sobre mi viaje a los Tayos (“Tayu Wari” en el idioma de los nativos) tan pronto como regresé a Barcelona, en la primavera de 1986. Pero no me parecía ético. Prefería seguir buscando en esta dirección, como en tantas otras, en silencio. Prefería la postura del propio Moricz, cuando le pregunté qué pasaría si él moría antes de poder dar al mundo el mensaje que se había traído del interior de las cuevas:

“No pasaría nada. Entonces no habré sido yo el elegido para dar este mensaje.”

Pero apareció recientemente un artículo sobre los Tayos, firmado por alguien que nunca estuvo cerca de los mismos, ni mucho menos al borde de su entrada. Valga decir aquí de paso que tampoco Erich von Däniken estuvo jamás en la selva que encierra estas cuevas.

Un mes después de este reportaje, apareció un artículo sobre el túnel del “Templo de la Luna”, al que descendí con Juan José Benítez en Costa Rica en octubre de 1985. Honestamente creo que no era momento todavía de publicar nada sobre ninguno de los dos túneles.

En el caso de los Tayos, me obligan a publicar parte de mi propio testimonio, en apoyo de sus mismas afirmaciones.

MANIOBRAS DE DISTRACCIÓN

Como queda dicho, llegué a Guayaquil en febrero de 1986. En la sede de la Empresa Minera Cumbaratza me recibe Zoltan, compañero de fatigas de Moricz, y me comunica que acaba de morir en los montes cercanos a Vilcabamba el geólogo alemán ya citado.

En los días siguientes Janos Moricz, su compañero y compatriota Zoltan y Gerardo Peña, el abogado del grupo, me convierten en su huésped de honor y se empeñan en disuadirme de mi empeño de visitar las cuevas:

“¿De verdad quiere irse a Oriente? Esto siempre es peligroso, e ir solo es un suicidio.”

Pero yo no dejo de hacer mis preparativos para el viaje a la selva. Intento conseguir en Guayaquil, sin éxito, el ansiado suero contra la mordedura de serpientes, que no había podido obtener en Barcelona ni en Madrid. Tampoco aquí. En el mercado negro puedo agenciarme un revólver sin licencia por 80.000.- sucres, unas 80.000.- pesetas.

En algunas ferreterías de la capital del Guayas me ofrecen un rudimentario artefacto de dos balas, sin ninguna precisión, por unas 20.000.- pesetas. Decido que ya veré cómo me defiendo en la selva cuando esté más cerca de ella. Mientras tanto, me compro una hamaca y un poncho de lona para las lluvias.

En vez de ir conmigo a la selva como estaba previsto, Janos Moricz me invita a acompañarle a Vilcabamba —el pequeño valle andino con mayor índice de longevidad de América—, no sin antes darme un consejo:

“Llévese bastantes botellas de aguardiente de caña. No para usted, sino para la mula, por si ésta flaquea en la selva: un trago de aguardiente la levanta de golpe. Además, es lo más seguro: montado en la mula no le morderá ninguna serpiente.”

Me llevo aguardiente y whisky para mí. Viajo al sur del Ecuador, casi a la frontera con el Perú, en un “Trooper” de la Empresa Minera del Sur y en compañía de Zoltan.

“¿Por qué no se olvida de los Tayos? Verá cómo le gustan las minas. Es toda una experiencia. Escriba un libro sobre las minas y sobre el oro. Le daremos toda la información que precise y en Vilcabamba estamos abriendo una nueva prospección. Puede vivir allí como invitado nuestro el tiempo que quiera.”

No sabían con quién estaban hablando.

ÚLTIMOS CONSEJOS Y ADVERTENCIAS

En el camino, me compro en Loja unas botas de agua “Siete vidas” para la selva: con ellas avanzas mejor cuando el piso se transforma en lodazal, y puedes evitar la eventual mordedura de alguna serpiente que estés a punto de pisar por no haberla visto entre la hojarasca. Sirven, siempre y cuando sus colmillos sean lo suficientemente pequeños para no perforar la goma de las botas.

Llegamos al Hotel de Turistas de Vilcabamba, en los Andes, adquirido y transformado por Moricz en laboratorio de Geología, en el preciso instante en que en su cocina dan caza a una serpiente que se había colado en el edificio.

En los dos días siguientes todo son intentos de disuadirme de mi intención de llegar a los Tayos. Dado que no cedo, Moricz me brinda un banquete de despedida en el que se queman los últimos cartuchos: me advierten que nadie había vuelto solo de aquella selva, que las boas van a dar cuenta de mí antes de que me pueda apercibir de ello, que los tigrillos (jaguares) no son ninguna broma, y que las serpientes esperan gozosas mi llegada. La orquestación era la de toda una “última cena”.

Al día siguiente madrugo para emprender con el hijo del cónsul alemán en Guayaquil, Günter Lisken, agregado al ministro de Industria del Ecuador, el largo viaje en jeep hasta Cuenca, la histórica ciudad de los Andes. Media hora antes, Janos Moricz parece compadecerse de mí y me da unos cuantos consejos prácticos: la mejor ruta que puedo tomar, los contactos que debo localizar en el trayecto a la selva, y cómo protegerme de las serpientes: que embadurne de ajo los extremos de mi hamaca, ya que este olor las repele, y deposite algo más lejos potes de leche caliente, cuyo olor en cambio las atrae de forma casi encantada, mágica.

Pero yo ya no me fío de los consejos de quien me ha dejado plantado y ha hecho los imposibles por distraerme de mi objetivo principal. Cambio toda mi estrategia y mi ruta y prescindo de los contactos de Moricz, que averigüé sobre la marcha que no eran en absoluto recomendables.

A partir de ahora todo será improvisado, y me dejo guiar por mi intuición.

ÚLTIMOS APROVISIONAMIENTOS

En Cuenca, ya solo, localizo por fin unas minúsculas bolitas de cloro que se utilizan para el agua de las piscinas. Me llevo una bolsa para purificar con ellas en mis dos cantimploras el agua de los arroyos que beberé. También me compro un machete de grandes dimensiones, única arma que finalmente me llevaré a la selva además de mi cuchillo de supervivencia, que ya traía de Barcelona.

Me informo de cómo llegar a Macas, la última localidad antes de la selva: iré en un autobús que marcha al Oriente, cruzando los Andes hasta rebasar la tercera cordillera y descender hacia la selva: 300 km que se cubren a marcha lenta en 12 horas. Precio: 300.-pts. En Macas hago el último esfuerzo por conseguir un arma de fuego, pero en vano. Necesito el dinero para alquilar una avioneta que me lleve al corazón de la selva.

Tampoco aquí tienen antídoto contra la mordedura de las serpientes. Me cuentan que dos días antes de mi llegada hallaron a una boa roncando junto a la orilla del río, con dos bultos bien visibles en su interior. Más abajo apareció un bote vacío: abrieron la boa y hallaron en su interior a la pareja que ocupaba el bote. Y todavía no me hallaba en la selva virgen.

Pido antídoto contra los ofidios en la rudimentaria enfermería de la misión de Chiguaza, algo apartada de Macas. No tienen, pero sí me da un remedio la hermana encargada de la misma: “Cuando te abras paso por la selva reza un avemaría y nada te pasará”. Un anciano misionero prácticamente ciego tiene mejor consejo:

“Durante toda mi vida he andado por la selva pidiendo que no me tocara a mí, sino al que viniera detrás”.

RUMBO A LA SELVA

Tengo que esperar tres días para obtener permiso de vuelo con la avioneta: falta arreglar una pieza y además acaba de saberse que el general Frank Vargas Pazzos, jefe de la Fuerza Aérea Ecuatoriana, se ha alzado contra el presidente de la República, León Febres Cordero. Se prohíben todos los vuelos en el Ecuador, y el batallón de Selva en cuya pista debe de aterrizar mi avioneta se halla en estado de alerta máxima.

De hecho despegamos de forma clandestina en cuanto se observa el primer claro entre las nubes y las brumas: un rápido contacto por radio para conocer la situación atmosférica en el área de destino permite intentar el vuelo.

Sobre la cordillera selvática del Cutucú tenemos serios problemas de visibilidad y no parece que el pequeño aparato quiera remontar fácilmente las copas de los árboles más elevados:

“Nosotros hace diez años que no tenemos ningún accidente mortal”, me tranquiliza el piloto a mi lado. “Los de las misiones protestantes en cambio se la pegan con frecuencia, dado que salen a volar con el estómago lleno de alcohol para darse valor. Aquí en cuanto ves un claro entre las nubes tienes que despegar y rezar para que no se cubra durante el vuelo, para seguir teniendo visibilidad y llegar a tu destino.”

En la pequeña pista de selva me recibe un sargento a pie de avioneta: debo acompañarle para justificar mi llegada y el motivo de mi estancia en aquél último bastión del ejército ecuatoriano en los lindes de su territorio selvático cercano a la frontera peruana. Allí solamente se iba castigado, o voluntario para subir escalafón en dos años de estancia. El coronel Gordillo me da la bienvenida y me prohíbe hacer fotografías en aquel lugar.

A los pocos minutos, una botella de whisky que saco de mi mochila le hace cambiar de opinión y me pide fotografiarse conmigo en aquel mismo marco. Me facilita máquina de escribir y una canoa con escolta armada para un tramo del río que deberé remontar a partir de allí.

A cambio me pide un informe de todo cuanto observe en mi ruta, dado que ellos mismos desconocen el lugar al que me dirijo. Les queda únicamente una dosis de antídoto contra las serpientes, pero no me la pueden dar porque es para cualquier emergencia que ellos puedan tener. Me internaré en la selva definitivamente sin armas de fuego ni antídoto contra las serpientes.

Aunque sí: me llevo un botellín de keroseno: si te muerden lo tomas y vomitas, pero no te mueres.

También sirve una lavativa de ajo, y los indígenas tienen un remedio eficaz: la curarina, una planta que nada tiene que ver con el veneno del curare, y que es eficaz remedio contra la mordedura de las serpientes.

ME DETIENEN LOS GUARDIANES

Un nuevo peligro lo representarán pronto los torbellinos de las aguas rápidas del río Santiago que estamos remontando. Uno de los dos últimos visitantes de esta zona murió al golpearse contra una roca y caer al agua. Pregunto qué hacer si te ataca una de las boas que acechan en los remansos del río: nada. No tienes tiempo. Si caes al agua te arrastra inmediatamente hacia el fondo te aprisiona el tórax y te devora entero.

El último tramo es a pie, en una caminata ascendente, con una mochila de 22 kg a las espaldas, en que tienes que abrirte paso a machetazos hasta llegar al poblado nunkui del Coangos.

Durante el viaje había ido oyendo silbidos en la selva: con el lenguaje de los pájaros se comunican los jívaros de estos parajes, y a mi llegada ya sabían de dónde y en qué circunstancias venía. Me ofrecieron chicha —raíz de yuca masticada por las mujeres del poblado— y aguardiente de caña.

Al cabo de un rato me comunican que no puedo entrar en ninguna hea (cabaña), ni salir del poblado: soy su prisionero hasta que se aclare quién soy y para qué he venido.

INTERROGATORIO A VIDA O MUERTE

Bien entrada la noche llega por fin un responsable con poder de decisión. Le pregunto qué significa aquella retención y aquella actitud hostil hacia mí, dado que tenía mis papeles en regla, venía desarmado y contaba con un salvoconducto del Gobernador de la zona, que instaba a todos los habitantes de la la misma a prestarme ayuda.

Me contestó que aquel salvoconducto era papel mojado en el territorio de su tribu, y yo estaba en el fondo completamente de acuerdo con él en este extremo.

Y continuó:

“Este es nuestra selva y nuestro territorio, y tu has entrado en él sin nuestro permiso. Si fueras portador de un permiso nuestro, la costumbre de nuestro pueblo nos obligaría a protegerte mientras estés aquí, y nos obligaría a acompañarte hasta que volvieras a salir de nuestra selva con vida, aunque en ello muriera alguno de los nuestros. Pero dado que has entrado en nuestro territorio sin avisarnos de tu llegada, debes saber que si mañana desapareces en estos parajes, si te matamos esta noche, nadie se va a enterar nunca de ello. Nadie conocería tu paradero ni podría venir en tu ayuda. Desaparecerías para siempre.”

Aquella primera noche dormí sin llegar a pegar ojo. Con el machete a mano y el cuchillo escondido en una de mis botas. Si la cosa se ponía fea eran unos 50 individuos, repartidos en 9 cabañas, los que tendría frente a mi. Tampoco ellos se fiaban de mí. Nadie quiso acogerme en su cabaña. Al día siguiente seguí inquiriendo el motivo de aquella desconfianza y de aquella hostil acogida, que para mí no era lógica en una tribu de su estilo: “Es que puedes ser un espía”.

Me acordé de repente de que el Gobernador me había advertido que no me adentrara solo en aquella zona de la selva, dado que los jívaros shuaras estaba en guerra entre sí, entre tribus: unos querían ser ciudadanos ecuatorianos “oficiales” y los otros preferían seguir siendo los hijos de la selva y dueños de su propia libertad e independencia.

Pensaban que yo podía ser un espía que trabajaba para alguno de los bandos contendientes.

HAS VENIDO PARA ESPIAR LAS PIEDRAS

Cuando insistí en que no tenía nada que ver en esta lucha, acabó por confesarme:

“También puedes haber venido para espiar las piedras.” Aquello ya me intrigó muchísimo más. ¿Espiar las piedras? – “Sí, puedes haber venido para espiar las piedras que constituyen la razón de nuestra existencia aquí.” Le dije que sí, que ese era precisamente el motivo de mi viaje.

En los días siguientes fui indagando más y más aspectos de lo que había detrás de estas piedras: averigüé así que la razón de vivir de estos indios —en esta zona concreta— se debía al hecho de que eran los guardianes de lo que se ocultaba debajo de sus pies, en el subsuelo de aquel pedazo de selva: los agujeros que pertenecían a otros seres que ellos desconocían, pero que el legado de sus padres y abuelos afirmaba vivían en aquellas profundidades.

Nunca los habían visto ellos, pero cuando descendían a las cuevas en alguna ocasión veían sombras que huían rápidamente en la penumbra, y que dejaban huellas de pisadas en el lodo. Me fui ganando la confianza de aquellos jívaros distintos hasta lograr que por fin aceptaran tatuarme en el brazo el mismo signo que ellos llevan marcado en el rostro: sería mi salvoconducto para futuras incursiones en su territorio.

El veterano Waharai acabó llenando de humo una gran hoja que tomó de los alrededores, afiló una rama en punta y fue pinchándome con paciencia hasta grabarme aquel signo con humo en la piel. Pero antes, con tiento y paciencia, fui averiguando día a día y noche a noche las historia de las piedras. Me acompañaron además hasta la boca de entrada de Tayu Wari, la gran boca negra en la que anidan los tayos, pájaro sagrado que guarda en la tradición el acceso al mundo subterráneo.

De regreso, hicimos un alto en el río que separa la boca de la cueva del poblado en el que vivía. De repente, me dice uno de ellos:

“La otra entrada que buscas está frente a tí. Mira atentamente. Nunca podrás penetrar en ella, pues la guardan las boas. Dos niños de una misma mujer de nuestra tribu han muerto devorados por las boas, uno cada año, el anterior y éste, mientras jugaban aquí en la orilla del río.”

LO QUE HAY DEBAJO

De acuerdo con los relatos que personalmente me hicieran Janos Moricz y su compañero Zoltan en Guayaquil y en Vilcabamba, y de acuerdo también con los relatos que escuché en la selva de boca de los transmisores de los conocimientos antiguos de su tribu —entre ellos los jívaros shuaras Wamputsar y Kajekai Wajarai Nunkuich, así como Venancio, que me abordó mientras estaba solo en el riachuelo de la selva lavando mi ropa—, relatos que en lo esencial coinciden con los recogidos de boca de Moricz por Salvador Freixedo y por el matrimonio Marie-Thérèse Guinchard y Pierre Paolantoni, el interior de Tayu Wari alberga lo siguiente:

(image from ForosKaliman Website)

Una vez descendida la oscura chimenea de más de 80 metros de profundidad en la que anidan los pájaros sagrados llamados tayos, recorridos los primeros 300 metros de subterráneos y atravesada la gran estancia bautizada por Moricz como “Domo de Nuestra Señora del Guayas”, hay que recorrer dos galerías largas, hasta que se dobla un recodo de 90 grados que forma el mismo pasadizo, y que a renglón seguido conduce a una curva en sentido contrario. De allí se desemboca en una sala circular.

En su centro hay una mesa redonda tallada en piedra, rodeada de siete asientos que son también de piedra. En la pared de roca, detrás de cada asiento, una abertura rectangular.

A partir de aquí hay que penetrar en la abertura que está orientada hacia el Sur. Un pasadizo pequeño, bajo y estrecho, asciende por una pendiente poco pronunciada. Al cabo de una hora larga de lenta ascensión, el túnel vira hacia el Sureste y asciende ahora en una pendiente más acentuada. Poco después, el túnel se estrecha aún más, ahora en descenso, y hay que continuar a gatas.

Al poco rato se percibe una luz, al final de la pendiente. La boca del túnel queda separada del exterior por una potente cascada de agua que la cubre por completo. Una vez cruzada la cascada, se llega a un promontorio, abierto en lo alto sobre la selva virgen, y que da paso a una enorme gruta. Junto a ella, en la pared de la roca que forma un precipicio a plomo sobre la selva virgen que se divisa abajo en el valle, un resbaladizo camino enlosado forma una estrechísima cornisa que conduce hasta otra abertura —esta vez pequeña— en la roca: se trata de una pequeña cavidad de solamente tres metros de profundidad.

En el piso de esta pequeña estancia hay dos losas cuadradas de medio metro de lado cada una. Debajo de ella, una estrecha escalera de piedra, que hay que descender hasta llegar a una galería de piso de tierra. Al final de la misma, una bajada extremadamente peligrosa que desemboca en una nueva gruta que alberga un pequeño lago de unos 40 metros de ancho.

Continúa a partir de aquí una galería horizontal que se extiendo a lo largo de algo más de un kilómetro, para virar luego hacia el Oeste e iniciar una bajada poco pronunciada. Por este camino se llega al cabo de una hora larga de marcha a una nueva gruta, mucho más pequeña que la anterior, y que también posee un pequeño lago interior.

Al retirarse el agua de este lago —fenómeno que se produce en determinadas circunstancias— aparece en su fondo, a unos diez metros de profundidad, una galería lateral. Al cabo de unos metros, una larga escalera ascendente conduce hacia un nuevo pasadizo superior, horizontal, extremadamente estrecho y de algo más de metro y medio de altura, que avanza en espiral. Al final, una escalera descendente muy pronunciada. Un poco más adelante, una nueva cavidad, en cuyo centro se halla una especie de altar. Más allá, un enorme pórtico abre el paso a una galería ancha, que se desanda cómodamente hasta llegar a una suave pendiente que desemboca en una gruta.

En esta gruta, una luz procedente de una especie de lámpara giratoria ilumina numerosos esqueletos humanos totalmente recubiertos de oro. Junto a ellos, ingentes cantidades de joyas de todo tipo. En el centro de la estancia se halla una mesa o pupitre de piedra, sobre el cual se hallan unos libros cuyas hojas son de oro. Sus páginas están cubiertas de jeroglíficos, y contienen la historia de todas las civilizaciones de la Tierra.

Allí moran los habitantes de estas cavernas. Más bajos que nosotros. Se mueven como sombras en la penumbra. Ningún extraño debe tocar nada de lo que allí ve. De lo contrario, nunca más hallará el camino de salida.

NO DES UN PASO EN FALSO

Esta es la historia y existe el lugar. Pero podría ser que no fuera éste el lugar de esta historia. Porque un lugar así, naturalmente, se cubre con habilidad. Si te aventuras tras las huellas que dejo en este reportaje, no hallarás más que un conjunto de cuevas entrelazadas, y unos indios que guardan silencio.

Pocas son en estos momentos las personas que conocen las claves correctoras para llegar a la biblioteca de oro. Este reportaje te muestra la cerradura. Pero si no posees la llave, nunca llegarás a abrir la puerta. Si intentas forzarla, reventarás en el intento.

Lee, escucha, documéntate en otras fuentes, en otros textos, en otros libros. Existen. La llave existe, por fortuna para los auténticos buscadores. Solamente hay que ser sincero consigo mismo, ser honesto, y saber leer cada frase en varios sentidos. De la habilidad y limpieza de propósitos del buscador depende —exclusivamente— el dar con la llave de este legado.

Recuerda siempre que solamente llega aquél que realmente merezca llegar.

La conspiracion de los iluminados

¿Somos los cobayas de un destino planificado?

Tal cabría desprender de una correspondencia que se conserva en la biblioteca del Museo Británico en Londres: se trata de las cartas cruzadas en el siglo pasado entre Albert Pike y Giuseppe Mazzini, dos cualificados miembros de la cúpula masónica y satánica de los Iluminados. En ellas se diseñaron las tres grandes guerras mundiales.

Así, en carta dirigida a Mazzini con fecha del 15 de agosto de 1871 —hace más de un siglo— Pike le comunica que la Primera Guerra Mundial se debía generar para permitir a los Iluminados derrocar el poder de los zares en Rusia, y transformar este país en la fortaleza del comunismo ateo. Las divergencias provocadas por los agentes de los Iluminados entre los imperios británico y alemán —y también la lucha entre el pangermanismo y el paneslavismo— se debían aprovechar para fomentar esta guerra. Una vez concluida, se debía edificar el comunismo y utilizarlo para destruir otros gobiernos y debilitar a las religiones.

La Segunda Guerra Mundial debía fomentarse aprovechando las diferencias entre fascistas y sionistas políticos. La lucha debía iniciarse para destruir el nazismo e incrementar el sionismo político, con tal de permitir el establecimiento del Estado soberano de Israel en Palestina. Durante la Segunda Guerra Mundial se debía edificar una Internacional comunista lo suficientemente robusta como para equipararse a todo el conjunto cristiano. En este punto se la debía de contener y mantener, para el día en que se la necesitase para el cataclismo social final.

El objetivo de estas dos guerras —diseñadas en el siglo pasado— se ha conseguido. Queda por ver la Tercera Guerra Mundial.

¿ESTA YA PLANIFICADA LA TERCERA GUERRA MUNDIAL?

La Tercera Guerra Mundial se debe de fomentar aprovechando las diferencias promovidas por los agentes de los Iluminados entre el sionismo político y los dirigentes del mundo musulmán. La guerra debe de orientarse de forma tal que el Islam y el sionismo político se destruyan mutuamente, mientras que otras naciones se verán obligadas a entrar en la lucha, hasta el punto de agotarse física, mental, espiritual y económicamente.

Albert Pike le escribió a Giuseppe Mazzini el 15 de agosto de 1871 que, al final de la Tercera Guerra Mundial, quienes pretenden la completa dominación mundial provocarán el mayor cataclismo social jamás conocido en el mundo.

UN INVISIBLE GOBIERNO MUNDIAL

Desandemos este sendero. La Comisión Trilateral es una agrupación de personas privadas de las altas finanzas, del mundo de los negocios y de la política, procedentes de Norteamérica, Europa occidental y Japón, que brinda a la élite procedente de la masonería de las distintas orientaciones unas posibilidades de encuentro, con vistas a una colaboración secreta que abarca todo el mundo. El objetivo ideológico de la Comisión Trilateral es el mismo que el del Council for Foreign Relations (Consejo para Relaciones Exteriores), fundado en 1921 por el banquero norteamericano Morgan, y conocido también como «el Gobierno invisible». Lo que es menos conocido de la Trilateral es el hecho de que responde por igual del poder del ocultismo, del poder de la brujería y del poder del supuesto mal, y éstos responden a su vez de las drogas, de la música rock y de la política.

El sector político entronca con los Iluminados, que son altos grados de la masonería. La brujería comprende la magia negra y la blanca. A esta última se suma un determinado número de grupos masónicos. Hay escasamente unas cien organizaciones que pertenecen al mundo de la masonería. Se explica por esta trama secreta de planificación del destino de la humanidad, el que Karl Marx escribiera sus obras londinenses por encargo de Nathan Rothschild (cuyo apellido significa «escudo» o «protector de los rojos»). Los cheques con los que le pagó pueden verse en el Museo Británico. Marx participó en la fundación de la Primera Internacional en 1864.

Se derrumbó porque los anarquistas querían anarquía, y la querían de inmediato. La Segunda y la Tercera Internacional —que en sus transformaciones dieron lugar por un lado a la Internacional Socialista y por el otro al Komintern y al Kominform—, no son otra cosa que la confirmación de los Iluminados, que hicieron con la Revolución francesa y con Napoleón el primer intento de gobierno mundial. Quien hable de casualidades, es que no ha entendido todavía el juego que se llevan con todos nosotros.

OBJETIVO: EL NUEVO ORDEN MUNDIAL

La idea del judío alemán Adam Weishaupt, que fundó la cúpula de los Iluminados el 1 de mayo de 1776, era el camino a través de la anarquía. El que su fundación tuviese lugar el día siguiente de la noche de Walpurgis, y el hecho de que este día fuera consagrado mundialmente festivo —el ‘Día del Trabajo’— aclara todavía más la estrecha relación que existe. El hecho que además el sello de los Iluminados aparezca con la fecha de 1776 en el dólar americano, asombra a aquéllos que no saben que Washington fue tan masón como su rival Jefferson.

Si hablamos del poder efectivo, debemos mencionar a los Rockefeller y —más importantes aún— a los Rothschild. En sucesión ascendente siguen los Bilderberger, un club formado en mayo de 1954 e integrado por los 500 hombres y organizaciones más ricas e influyentes del mundo, que se propone la instauración del «Nuevo Orden Mundial».

Más arriba está el «Consejo de los 33», los 33 más altos masones iniciados del mundo. Por encima de ellos, el «Gran Consejo de los 13», 13 Grandes Druidas, por encima de los cuales aún actúa «El Tribunal» y, finalmente, el inmencionable nombre de grado 72 de los cabalistas, que —dicho sea de paso—también significa «Iluminado». Para los Iluminados Lucifer es Dios, y Jesús es el imitador. De la misma forma que para los cristianos Satanás es el imitador de Jesús.

CUANDO SE APAGUEN LAS LUCES DE NEW YORK

El 1 de agosto de 1972, después del aquelarre, es decir el «sábado de las brujas», Philip von Rothschild anunció ante el «Consejo de los 13» en el Casino Building de San Antonio, la planificación de la historia a partir de 1980. Las indicaciones son muy concretas:

«Cuando veáis apagarse las luces de New York, sabréis que nuestro objetivo se ha conseguido.»

Hay que saber interpretar la frase. Elija cada cual, si es que tiene opción a ello, si es éste u otro su propio objetivo.

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