Consciencia

Consciencia
Por Krisaltis (Octavio Chon)

Es el propósito –recordando a Sócrates- cumplido de modo adecuado, lo que implica la virtud y ésta, a su vez, la felicidad. Es cierto que si cada quien cumple sus funciones de modo adecuado se incrementará la optimización de la labor. Cuando no es así, el conflicto ha de ser inevitable, a no ser que se atisbe algún cese de éste. Así pues, el objetivo de este artículo es relacionar cómo las funciones, el olvido del verdadero Ser y la manipulación producto de éste se manifiesta en la actualidad. Además, se podrá apreciar que en algunas ocasiones algunas fuentes no serán necesariamente académicas. El motivo por el cual se hace así es porque de todos modos se puede aprender de otros ámbitos y así retrogrogresar –cogiendo lo pasado pero con las lecciones del presente- mejor en la investigación. En otras palabras, diversidad de consideraciones y su respectivo diálogo.

En el presente cada persona cree cumplir de modo adecuado sus funciones. Hasta cierto nivel es cierto. Uno puede ejercer como profesional, ser padre de familia, joven universitario, etc. Sin embargo, la situación no se limita a lo que cada quien haga dentro del sistema en el que se encuentre. Existen niveles, y uno de ellos es el que se acaba de mencionar. Sin embargo, existe ese otro nivel el cual influye en todos los ámbitos de la condición humana y que también involucra al planeta en cuanto nuestras acciones la beneficien o no. Me refiero, pues, a lo que somos, aún cuando lo hayamos olvidado. Teniendo en cuenta que la persona de por sí se encuentra bajo capa tras capa,  que se considera como personalidad, la cual suele servir como escudo o defensa emotiva personal. A través de los años se la ha alimentado mediante diversos condicionamientos, desde el colegio, la familia y hasta el Estado mismo. Una vez Krishnamurti mencionó: “(…) El conocimiento en cierto nivel es esencial, pero los conocimientos psicológico con respecto a uno mismo, a sus experiencias, etc., se convierten en una rutina. Las imágenes que tengo de mí mismo también llegan a ser, obviamente, una rutina, y todo eso contribuye a que el cerebro se contraiga (…)[1]” ¿Y en qué momento ha empezado todo esto? Quizá las palabras del chamán Don Juan Matus puedan servirnos de guía: “Los hechiceros del antiguo México (…) Descubrieron que todos tenemos un compañero de por vida… Tenemos un depredador que vino de las profundidades del cosmos para tomar control de nuestras vidas. Los seres humanos son sus prisioneros. El depredador es nuestro amo y señor. Nos ha convertido en seres dóciles y desvalidos. Si queremos protestar, suprime nuestra protesta. Si queremos actuar independientemente, exige que no lo hagamos.”[2] Para el que considera la existencia de estas entidades, el manipuleo comienza desde lo energético, infiltrándose en la persona si ésta no es orientada de modo adecuado, chupándole la energía. Por otro lado, si no se considera la existencia de estos seres, el depredador puede representar a los condicionamientos que desde niño uno va asimilando y poco a poco “solidificando”. El hecho es el mismo, sea mediante lo espiritual o lo psicológico, o los dos a la vez, la suerte de freno mental que cada quien manifiesta que impide despertar. ¿Y qué es lo que ve si cesan esos patrones no-saludables; además, por qué no se consideran saludables? Dadas las limitaciones de las palabras para expresar ciertas vivencias, lo más sugerible y sensato, dado que uno no se valdría de creencias, sería vivenciarlo por uno mismo. En este artículo se pretende plasmar lo que dentro de las posibilidades se dan. Ahora, en cuanto al patrón no-saludable, ¿por qué no es saludable? Por el hecho de que considerando la limitación y de que ésta es una forma de ilusión en cuanto se da desde la perspectiva del olvido, desembocará en meras apariencias y no en una comprensión de los hechos. En otras palabras, ¿qué sucede si uno, ante lo ilimitado, se limita?, ¿no sucede, acaso, que hay cierto forcejeo de lo real?, ¿y si se insiste en creer que lo limitado es lo real, dado que uno se ha acostumbrado tanto a ello, acaso no se da un conflicto desembocando en mayor frustración? ¿En cuanto al yo, creyéndose autónomo, no sentirá que su supuesta autonomía cesará, temiendo, no a la muerte en sí, porque no la conoce, sino al cese de todo lo que cree estable?, ¿no es acaso éste un sentimiento común en las personas? Ya el escritor Ken Wilber lo mencionó: “Esta “pérdida” de la conciencia de unidad nos arroja a un mundo de demarcaciones, espacio, tiempo, sufrimiento y mortalidad. Sin embargo, mientras atravesamos este mundo de demarcaciones y batallas, tenemos básicamente una sola motivación: el deseo de recobrar la conciencia de unidad, de descubrir una vez más el territorio de lo ilimitado. Todos nuestros deseos, necesidades, anhelos e intenciones son, en última instancia, “gratificaciones sustitutivas” de la conciencia de unidad; pero sólo nos satisfacen a medias y, por consiguiente, a medias nos frustran.”[3]

Para aquellos que consideran la existencia de las entidades más arriba mencionadas, el caso sería que éstas manipulan a las personas a partir de los gustos-disgustos producto de lo limitado, considerado como lo único existente y por tanto, solo en éste aspecto, ilusorio. Evítese malinterpretar, pues, que ilusorio se refiere que todo es ilusión. Más bien, se sugiere considerar a lo ilusorio como el estado del olvido. Lo limitado no implica ser ilusión sin más. Es un hecho que se siente frustración y sufrimiento en el estado de olvido, pero su fuente es lo limitado creído como lo único. Así, entonces, estas entidades harían algo así como el doctor en Filosofía y Caballero de las ciencias y las artes Darío Salas indicaría “El sapiens, en su lucha inclemente por la existencia, y en sus múltiples relaciones con el medio natural y social que lo circunda, experimenta inevitablemente toda suerte de tributaciones, sufrimientos, decepciones, y experiencias diversas, tanto gratas como ingratas. Como consecuencia de esto, su aparato emocional y nervioso elabora ciertos elementos incorpóreos, pero de una extraordinaria potencia, los cuales “abandonan” el cuerpo humano en forma de vibraciones (todo vibra, la materia es sólo energía vibratoria) que son emitidas por antenas incorporadas en la unidad biológica, las cuales se encuentran orientadas o sintonizadas con la frecuentas de los Arcontes, quienes así “cosechan” esta fuerza y las utilizan con fines que no divulgaremos, volviendo a advertir, que de todos modos, cumplen una función cósmica”[4] Existan o no estas entidades, el hecho es el mismo, mantenerse centrados para evitar dispersar de modo innecesario las energías de cada quien; esto es, estar centrados, sensatos y lúcidos en cada cosa que se haga. Por supuesto, no se trata de forzarse a sí mismo, sino de que a partir de la comprensión de sí mismo –cuyo factor inevitable conllevará a la comprensión de lo que Es, ya que lo ilusorio puede cesar- se dé de espontáneo, y en ello hay fuerza. “Un hombre que ha despertado de un sueño jamás conserva la idea del “yo” o “mío” en relación con el cuerpo que tenía durante su sueño y los objetos que le fueron ofrecidos en él, sino que por el contrario, vive muy despierto y consciente de su propio Ser como algo diferente”.[5] Sin embargo, con lo mismo que se alimenta al estado del olvido se pretende ser consciente de lo que Es. Se trata de un círculo vicioso. Al respecto el ingeniero, filósofo y escritor Salvador Pániker comparte: “(…) Ocurre que una vez accedido a las seguridades del lenguaje conceptual tendemos a instalarnos en él. Olvidamos voluntariamente que el concepto, la ciencia, el ego, la limitación, no son sino aspectos de una fase provisional del desarrollo del ser. Y lo olvidamos porque, como ya he dicho repetidamente, lo místico es “insoportable”. Es insoportable en tanto que transpersonal (atenta contra la seguridad –falsa seguridad- del ego) y en tanto que infinito (ya que lo infinito, para nosotros, es el caos). El exceso de luz –de lucidez- no se soporta: la despersonalización y la locura amenazan siempre al aspirante místico”[6]. “Sucede entonces que con el mismo lenguaje que genera la ansiedad intenta el hombre construir remedios a esa ansiedad”[7]. Así pues, se retorna a lo que se ha mencionado más arriba: no se trata de meras descripciones, sino también de vivencia. De este modo, para terminar, alguien una vez dijo “(…) Vivimos una vida de gran sufrimiento desde el instante en que nacemos hasta que morimos. Ese es un hecho. Y ninguna teoría especulativa sobre ese hecho podrá afectarlo. Lo que realmente afecta “lo que es” es la capacidad, la energía, la intensidad, la pasión con la que miramos el hecho. Y no podemos tener pasión e intensidad, si la mente está persiguiendo alguna ilusión, alguna ideología especulativa”[8]. Y sucede que en la actualidad hasta existen personas que se asemejan más a zombis, que no tienen idea de lo que hacen en esta vida física, así como tampoco sienten energía al hacer las cosas.

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[1] “Más allá del tiempo”, J. Krishnamurti y David Bohm. Traducción del inglés por Armando Clavier. Ed. Kier.

[2] “El lado activo del infinito” por Carlos Castaneda, 1998, pág. 213-220. Fondo de cultura económica.

[3] “La conciencia sin fronteras”, Ken Wilber, 1989, 3ra edición, pág. 198. Ed. Kairós

[4] “Los brujos hablan”, John Baines. Xistral editores. Téngase en cuenta que John Baines es su pseudónimo mas no su nombre real.

[5] “La joya del discernimiento (Viveka Chudamani)”, Sankara. Fragmento 455.

[6] “Filosofía y mística”, Salvador Pániker, pág. 121. Ed. Anagrama

[7] “Filosofía y mística”, Salvador Pániker, pág. 176. Ed. Anagrama

[8] “Más allá de la violencia”, J. Krishnamurti. Ed. Edhasa.

Investigador

Investigador

Por Krisaltis

            La persona que investiga, en la mayor parte del planeta, no se encuentra ante óptimas condiciones. Y esto porque, además del factor económico, está ese otro factor, que es el de ver a cada instante que la gente a su alrededor está inmerso, por lo general, en una mentira. Es decir, resulta evidente que mientras más la persona investigue, de acuerdo a la comunidad en la que se encuentre, más detectará engaños tras engaños impuestos a las personas sin que ellos se percaten o cuestionen. En estas circunstancias, el investigador se suele ver en la situación de comunicarle a sus más allegados sobre lo que está ocurriendo, no teniendo muchos resultados óptimos en algunos casos. Cual mito de la caverna Platónica. Así, luego de mucho esfuerzo, el que investiga suele darse por resignado. Podría ver que hay otros medios para difundir lo que sabe, pero desde ya sabe que su condición no es tan favorable considerando que todo el sistema está en pos de mantener la mentira. ¿Cómo se explicaría la perpetuación del engaño, si no es que es hecho a propósito? El investigador sabe que la gente sapiente y con principios es menos propensa a ser maniqueada con facilidad. Sin embargo, sabe que tampoco todos han de saber necesariamente lo mismo que él, por lo que tan solo se contentaría con un mínimo preciso para la población, en cuanto a conocimientos, pero ni eso ve que sucede. En cambio, ve que día tras día la mentalidad de las personas va en decadencia. Primero observa los sutiles cambios en la comunidad, y luego ya tendrá una idea de lo que se avecina. El investigador que no suele estar preparado como persona tiende a decepcionarse, en muchos casos a recluirse fuera de la ciudad o pueblo. Quizá mejor sea ser ignorante, piensa. La falta de motivación por parte de sus allegados le afecta.

            El investigador puede notar que la sociedad corrupta en la que se encuentra es una imitación barata de Rita[1]. Aquel que pretenda irrumpir en el orden cósmico será llevado ante Varuna –una suerte de guardián cósmico- o a su equivalente griego Némesis, para que se retorne al fluir natural. El que investiga puede saber que la riqueza en exceso, innecesaria en principio, provoca la “ira” de estos guardianes. Sabe que en las antiguas tradiciones era importante el término medio como modo de evitar desastres. Si se quiere algo, otra cosa de igual valor se ha de dar. Aquel que tiene demasiado, es porque de algún lado se sustrae. Ve que las comunidades más sanas son las que saben vivir con lo preciso, y aún así son felices, puesto que su excelencia consiste en ello, vivir de modo moderado. Solo así, en equilibrio, no hay irrupción de Rita. Sin embargo, el investigador ve en muchas partes que hay exceso en muchos niveles. Quizá luego él pretenda ser un iluminado, influyendo a la gente para que le preste atención. Luego se da cuenta que también hay todo un teatro alrededor del tema “espiritual”. Así, lo único que podría quedarle es comportarse de modo sano, siendo amables con las personas, ayudando a unos y a otros sin ir necesariamente en detrimento de sí mismo. En ese momento es probable que vea como no necesaria el llegar a condición de iluminado y que solo basta con que las personas sepan llevarse bien consigo mismas y entre sí mismas. Solo así, observa, podrán vivir mejor. ¿Por qué otra causa si no es porque la gente se suele maltratar es que viven tan mal como lo hacen? La persona que investiga se da entonces cuenta de que el asunto es muy simple. Y es que ve que se trata de tan solo llevarse bien con los demás, de modo sano y saludable.

            Así, el investigador, aunque vea que en su entorno exista mucha adversidad, podrá saber que sí hay un posible cese de la condición deteriorada en la conducta humana. No era necesario retirarse del pueblo o de la ciudad para comprender esto. Tan solo era preciso un poco de tiempo para sí mismo. Se da cuenta que por más que investigue, si no hace una previa parada para ver lo que sucede, quizá los detalles importantes se vean ofuscados, no porque quiera, sino por el arrastre que puede conllevar la sociedad en turno en su estrepitosa marcha hacia el progreso ilusorio. No hay verdadero progreso si no hay un aprendizaje del pasado y un respeto por la herencia cultural. No es apegarse al pasado, es ser conscientes del presente porque cada uno de nosotros somos, de alguna forma, la humanidad entera con miles de años de evolución y desarrollo cultural. Claro, no cada quien sabe lo que ha ocurrido hace miles de años, sino que cada quien ha de ser consciente que antes que él han existido personas, culturas, etc., que forman parte, no todo, de grandes lecciones que pueden ser asimiladas y de gran uso para él y los suyos. El investigador observa que la gente suele nacer sin un ambiente que lo oriente de modo adecuado como persona. Es decir, la sociedad en turno le impone lo que ha de creer, hacer y no hacer. Se suele encontrar en un mundo en el que no sabe ni tiene muy en claro para qué existe. En la antigüedad, a la persona se le instruía y se le explicaba mediante mitos cómo funcionaba el Universo. Ahora, esa misma persona está ante un entorno en el cual incluso se le muestra hostil, sin la noción de naturaleza viva. No se trata de volver al pasado, sino de ser conscientes de que algo falta en la conducta humana. Es cierto, miles de años en que la persona ha vivido a base de interpretaciones del Universo para que luego, en unos cientos de años se le cambie su welstanshauung[2], representa un temblor en su sistema de creencias. Luego, no se promueve el retornar al oscurantismo, sino tan solo que la noción deus ex machine[3] ha hecho una herida en la sensibilidad de la humanidad con consecuencias considerables para el planeta. Y en las escuelas, por lo general, todavía no se les educa aún a los niños a ver al entorno como algo vivo. Lo contrario, se está promoviendo la tecnología, las máquinas modernas como lo que se supone sanará todo esto. Sin embargo, mientras la consciencia de las personas no asimile a lo natural como ellos mismos también, no habrá un cambio radical –de raíz- en todo este asunto.

            El investigador, al observar todo esto, puede ser tildado como hereje de su sociedad. ¿Es herejía pensar distinto?, cuestiona. Como al inicio, puede sentirse impotente, pero su lucidez le incita a darse cuenta de que tales sentimientos en excesos son innecesarios. Se percata de la importancia de la sensibilidad en todo esto, ya que solo alguien sensible podrá captar la esencia de las cosas, al sentirlas en sí mismo y no meramente en su intelecto. Y es que, como alguien[4] dijo, no somos solamente homo sapiens sapiens. Tal concepción solo se fundamenta en mentalidades racionalistas. En cambio, ser consciente de la parte demens de uno, permite reconocer las propias limitaciones, darse cuenta de su aspecto sensible, de la importancia de su imaginación y de lo impredecible que puede ser. Y solo siendo conscientes de algo se puede ser realmente responsable. Así, el investigador puede reconocerse como homo sapiens demens. La sensibilidad, pues, le funciona como receptor.

            El investigador al final podría preguntarse por qué es que la existencia está como está. Puede darse cuenta de que la evolución –ahora con nuevas características por estar a un nivel psíquico- es un proceso que toma muchos años y que situaciones como las que consideraría óptimas han de esperar más años a que se den. Sabe que la paciencia es importante, incluso si rebasa su vida física. Y esto es así porque no vive meramente para sí, sino también para colaborar con los demás en su investigación.

Mazel Tov – www.krisaltis.tk

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[1] En la religión Hindú, Rita es el orden cósmico.

[2] Cosmovisión

[3] Expresión latina que viene a significar “dios surgido de la máquina”

[4] Edgar Morin

Canalizadores manipulados

Canalizadores manipulados

Por Krisaltis

Tanto en la antigüedad como en la actualidad, hubo gente que decía poder contactar con los diversos dioses existentes. Hoy por hoy se los suele llamar canalizadores, y por lo general son gente a la que tiende a denominársele “espiritual”. Lo que antes era privilegio de unos pocos, ahora se ha convertido en una suerte de moda. En efecto, hasta el novato puede canalizar si se lo entrena, y esto ha tomado mayor impulso con el movimiento New Age. Hay quienes incluso afirman poder canalizar a Jesús y a diversos personajes famosos en su época, ahora muertos, como Akhenatón, faraón egipcio. Hay para todos los gustos, se puede decir. Sin embargo, el mensaje suele ser común, repetitivo e incluso hasta ad nauseam1. Abundan los mensajes de “amor y luz”, los del famoso contacto masivo e incluso los que mencionan al 2012 como punto crucial –aunque de este último difieren algunos diciendo que hasta ya hemos pasado el 2012. Todo esto el lector habituado a esta clase de temática sabrá de antemano que me refiero a los que se hacen llamar la Federación Galáctica, Ashtar, Oxalc, San Gabriel, Saint Germain, el Morya, etc. Y se hace mención de ellos para evitar ambigüedades y ser claros, porque es preferible lo nítido a lo demasiado turbio.

Pues bien, usualmente esta clase de supuestas entidades solo muestran un lado de las cosas, y si aparece alguno desagradable, inmediatamente hacen un llamado al amor o a que todo depende de cómo se lo mire –hasta cierto punto correcto, pero se llega al solipsismo2 y eso sí que es perjudicial. No niego con esto que el amor y la paz sean requisitos para convivir mejor, pero se los sobreestiman y eclipsan otros aspectos igual de importantes, como la política, la economía, la crítica, el cuestionamiento a sí mismo, etc. En las más de las veces se incita a cuestionar, pero de inmediato ofrecen un sermón que hace recordar al ambiente de una iglesia. Sin embargo, no se hablará al vacío y se procederá con este artículo a mostrar las pruebas precisas para fundamentar todo lo declarado. Tratándose de una cuestión seria, es lo propio mostrar la evidencia. Recuérdese que la influencia del pensamiento espiritual recae directamente en los asuntos públicos –¿quién no ha visto a algún conocido actuar de una u otra forma porque según lo que dicen los canalizadores es de hacerse o no? Téngase en cuenta que este texto está siendo enfocado hacia los mensajes mismos de los canalizadores y no especialmente a las personas detrás. Muy aparte de si es inventado o no, lo presente está dedicado a aclarar algunas cosas que el poco enterado en estos temas no suele observar.

Antes de continuar, es preciso hacer un recordatorio, ya que el que escribe no es el único que se ha dado cuenta. Un maestro taoísta ya lo había visto, y helo aquí: “En el transcurso del tiempo -dice el maestro taoísta Chao Pi Ch’en-, el aspirante pasará por estados diabólicos que toman la forma de visiones del paraíso en todo su esplendor, con maravillosos jardines y lagos, o infiernos llenos de terribles demonios de extrañas formas y cabezas repelentes que cambian constantemente. Si al aspirante no le es posible deshacerse de estas apariciones o de las visiones de mujeres o muchachas que le perturban, debe sosegar su mente, a fin de que permanezca lúcida interior y exteriormente. Mantener la mente de esta forma es indispensable para percibir el esplendor del alma” Resulta inevitable sentir que hace mención de la presencia de los mensajes que se repiten una y otra vez hasta el cansancio de “amor y luz”, de una nueva era perfecta, de cuidarse de las entidades de la oscuridad, o de la lluvia de fotones que acelerará la evolución de la humanidad.

Ahora bien, lo que sigue pertenece a escritos de diversos autores que también han visto lo mismo o similar que el maestro taoísta Chao Pi Ch’en. Así, se tiene al investigador Salvador Freixedo señalando que: “Cuando los espíritus le comienzan a hablar a un hombre, éste debe guardarse muy bien de creerles nada de lo que le digan. Porque casi todo lo que dicen son mentiras inventadas por ellos. Cuando hablan de cómo son las cosas de los cielos y de cómo es el universo, dicen tantas mentiras que uno se queda asombrado” El fantasma de Chao Pi Ch’en aparece aquí. Sin embargo, hay algunas entidades canalizadas que aparentemente son más honestas –como los Pleyadian Plus de Bárbara Marciniak- y mencionan que: “Os damos claves de formas muy directas, pero también os engañamos. Os engañamos siempre. Es sano que sospechéis un poco de nosotros. Si no lo hacéis, sois tontos” En efecto, se haría el papel de tonto luego de tener esto en cuenta. “Deseamos implantar nuevas imágenes en vuestra mente, imágenes que os lleven más allá. No importa como lo hacemos. No importa tampoco si esto es verdad o no. […] Algún día […] comprenderéis que a veces nos hemos inventado las cosas para que se catalizara algo dentro de vuestro Ser y os hiciera crecer. Somos Maestros muy ingeniosos” Hace recordar la famosa frase “el fin justifica los medios”. Habrá que preguntarse qué derecho se creen tener para hacer tal cosa. Y sobre esas imágenes implantadas, de nuevo la presencia del maestro taoísta: “(…) el aspirante pasará por estados diabólicos que toman la forma de visiones del paraíso en todo su esplendor, con maravillosos jardines y lagos, o infiernos llenos de terribles demonios de extrañas formas y cabezas repelentes que cambian constantemente”

Y si esto no basta, para los que hayan leído a John Baines recordarán que dijo “El sapiens, en su lucha inclemente por la existencia, hace que su aparato emocional y nervioso elabore ciertos elementos incorpóreos, pero de una extraordinaria potencia, los cuales “abandonan” el cuerpo humano en forma de vibraciones que son emitidas por antenas incorporadas en su unidad biológica, las cuales se encuentran orientadas y sintonizadas con la frecuencia de los Arcontes, que así “cosechan” esta fuerza y la utilizan con fines que no divulgaremos; volviendo a advertir que, de todos modos, cumplen una función cósmica” En un mundo en el que las cosas cambian rápidamente y aparecen por doquier soluciones que se ven rápidas y sencillas –aparte de los libros de autoayuda- se encuentran los dispuestos a acoger la mejor propuesta que “le resuene”, omitiendo que ese mismo “resonar” puede ser influenciado. Aquí un eco de Juan G. Atienza: “Nosotros somos, para el mundo de lo suprarracional, lo mismo que el mundo de los animales superiores para nosotros. Nosotros dominamos ese mundo con la razón, que supera al entendimiento de nuestras bestias, pero a nosotros se nos está dominando y se nos manipula mediante una supra-racionalidad -o irracionalidad, porque ese mundo no tiene nada de racional ni de razonable- que jamás podríamos ser capaces de comprender” Habría que preguntarse que con ese potencial, cómo no ha de ser posible manipular el sentir de las personas.

Y si se lo ve por el lado sin la intervención de esta clase –que llaman divina-, uno puede observar que se usa mucha persuasión mental, y me refiero a lo que en la revista Autogestión número 55 dice: “Cuanto más se intente buscar engañar al espectador u oyente, mas se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? Si se dirige a una persona como si tuviera la edad de 12 años, sin plantearle nada que le cuestione, tendrá, con cierta probabilidad, una respuesta o reacción desprovista de sentido crítico” Y aquí se tiene un buen ejemplo proveniente de una canalización del Arcángel Miguel por medio de Ann O’Riley: “Sus momentos aquí, Mis Hermosos Seres de Gracia, iban a ser llenados con luz y alegría. La mayoría de ustedes son individuos muy infelices y no tienen idea de cómo salir del hueco en el que han caído” Pero eso no es todo, aquí hay algo más con lo cual se manipula a la gente mediante el lenguaje, y es que usan la emoción más que la reflexión –lo dicho más arriba para anular el cuestionamiento. Según el artículo “Características de las sectas destructivas”: “Para dirigir el pensamiento de los fieles del grupo, se va introduciendo un lenguaje simple y preparado que anule la capacidad de crítica del individuo (…)”

La sombra de Hittler se aparece diciendo: “Por medio de hábiles mentiras, repetidas hasta la saciedad, es posible hacer creer a la gente que el cielo es el infierno y el infierno el cielo… Cuanto más grande sea la mentira, más la creen (…) Me valgo de la emoción para la mayoría y reservo la razón para la minoría” Con esto se pueden crear mentiras ficticias para luego ofrecer soluciones con tal de manipular a los creyentes, aunque esto no es nada nuevo. Más de los Playadian Plus: “Más vale que abandonen las fábulas en que creían, la energía que predomina encauza vuestras creencias según lo que ellos necesitan” Aquí se está refiriendo a los dioses, que se aceptan como reales. Sin embargo, bajo esta misma lógica, ¿a quién le consta que el denunciante, los pleyadianos, no hagan lo mismo, ya que después de todo acaban de decir que mienten y que harían lo necesario para concretar sus propósitos? En la mitología nórdica existe una deidad mentirosa, embustera, timadora, de nombre Loki. Encajaría muy bien la descripción de esta divinidad con lo que acaban de enunciar los pleyadianos sobre “os engañamos siempre”, y lo mismo va para las otras fuentes canalizadas, como los de Saint Germain y del Morya.

Pero tampoco esto es nuevo, ya, otra vez, Freixedo, Atienza y Baines lo mencionaban. En el caso de Freixedo: “Cuando se invoca a alguien (…) se está debilitando el propio psiquismo, disminuyendo su resistencia a las influencias externas y acondicionándolo con ello a recibir más sumisamente el “mensaje” o las imposiciones del dios” Desde el aspecto físico como el metafísico, el manipuleo se incremente cuando una persona se encuentra en estas condiciones, se es más vulnerable en la mayoría de las veces. La persona común por lo general no se percata de estas cosas, y si se lo comunican, tiende a ser distorsionado para servir a los intereses del manipulador. Y es que la gente media creyente de estos temas no tiene como hábito investigar y tampoco es necesario que lo hagan ya que dedican su tiempo a otras cosas. Es el hecho de que hay quienes –lo que sí tienen más tiempo libre- se aprovechan de la ignorancia de los otros y así, de alguno u otro modo, los perjudican. Y volviendo al aspecto físico del manipuleo y la persuasión, los mensajes canalizados abundan en términos nuevos, lo que puede conocerse como el uso de jergas o de algún argot. El argot de los mensajes de la Federación Galáctica se hace presente como uso habitual: Selamat Gajun, Selamat Ja, Selamat Jarin, Selamat Kasijaram, Ankara, entre otras cosas, solo por dar un ejemplo. Esto tiene un propósito, y es como se señala otra vez en el artículo “Características de las sectas destructivas”: “(…) de manera que se van estableciendo una serie de fórmulas de lenguaje y clichés. Se busca a su vez transmitir la idea de que sólo unos elegidos pueden comprender la verdad y que por lo tanto no hay que dar ningún tipo de explicación” Y el artículo de psicología “Cuidado: respuestas definitivas a las dudas existenciales” de la revista EROSKI aclara: “(…) se modifica el lenguaje habitual del recién introducido y se le proporciona la jerga o argot específicos del grupo, lo que acentúa la complicidad y refuerza el sentimiento y la conciencia de pertenencia a la secta”

Antes de concluir el artículo, una reflexión desde la perspectiva del chamán Don Juan Matus: “(…) Tenemos un depredador que vino de las profundidades del cosmos para tomar control de nuestras vidas. Los seres humanos son sus prisioneros. El depredador es nuestro amo y señor. Nos ha convertido en seres dóciles y desvalidos. Si queremos protestar, suprime nuestra protesta. Si queremos actuar independientemente, exige que no lo hagamos” Al final de cuentas, reflexionándolo bien, todo lo susodicho parece estar relacionado. Abunda la gente que por haberse metido a estos temas no ha terminado bien. Y es que no se trata de un asunto que sea todo “amor y luz”, sí existe el peligro y sí es necesario defenderse y saber moverse en el momento apropiado. Mientras más se conoce, mejor de discierna y uno se encuentra en una posición más provechosa para evitar salir perjudicado.

Se concluye, pues, que los mensajes canalizados, en su mayoría, no resultan óptimos para una mejor comprensión de lo que sucede. Desembocan, más bien, en una masturbación mental que agrada. Y en boca de un mensaje de los casiopeas canalizado por la investigadora e hipnoterapeuta Laura Knight-Jadczyck: “En algunas ocasiones es muy conveniente creer en un paquete de mentiras porque la salida más sencilla es la de relajarse y confiar en que hay alguien “allí fuera” llámese Jesús, Buda, Mahoma, o el Comandante Ashtar y sus camaradas que va a arreglar todas las cosas para nosotros si solamente lo pedimos con cierta devoción y somos capaces de enviar la suficiente carga energética por medio de pensamientos de “amor y de luz”” En efecto, antes y ahora la gente ha sido susceptible de mentiras. Puede traducirse en una flojera mental, pero resulta injusto adjudicársele este término a la persona media que sin idea de lo que se mete, termina burlado de la peor forma. Esta persona por lo general es alguien que trabaja, tiene familia, etc., y que poco tiempo le dedica a investigar -aunque con todo lo mencionado ya tendrá motivos suficientes para dudar más de las cosas. De modo que no es asunto especialmente del lector o del que quiere aprender, sino en mayor medida del que le provee de la fuente, de su papel en informar y formar. Sin embargo, en estos tiempos en los que se quiere mezclar verdad y mentira, es preciso el sentido crítico y el buen discernimiento para muchos aspectos en la vida de uno. Así, pues, se espera que lo compartido sea de ayuda para el lector e investigador.

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1.- Falacia que consiste en repetir una y otra vez lo mismo para pretender hacerlo pasar como verdadero.

2.- Tendencia a creer que la verdad depende de uno, es decir, que toda la realidad no es más que una proyección de sí mismo.

Bibliografía:

Qué es la iluminación, edición a cargo de John White. Editorial Kairós, cuarta edición, Barcelona, 2001.

La gran manipulación cósmica, por Juan G. Atienza. Ediciones Martínez Roca, España, 1981.

El lado activo del infinito, por Carlos Castaneda. Biblioteca Nueva Era, Argentina.

Los brujos hablan, primera parte, por Johm Baines. Editorial Kier, Buenos Aires, 1968.

¡Defendámonos de los dioses!, por Salvador Freixedo. Editorial Posada, México, 1985.

Artículos:

Un mensaje del arcángel Miguel, canalizado y escrito por Carolyn Ann O’Riley.

Características de las sectas destructivas, por Secretaria de ayuda a personas afectadas por Sectas Destructivas.

Estrategias de manipulación, por Manuel Araus y Francisco Sandalio. Revista Autogestión nª55 octubre-noviembre de 2004

Enlaces web:

http://www.bibliotecapleyades.net/pleyades/esp_pleyades_8.htm

http://www.bibliotecapleyades.net/pleyades/tierra/tierra.htm

http://revista.consumer.es/web/es/20000501/interiormente/

Casiopea, www.cassiopaea.org Estados Unidos, 1997 (contactos desde 1993)

Krisaltis producciones: http://groups.msn.com/krisaltislamultidimensionalidad

REVELACIONES Y REVELADORES DEL GRAN SECRETO DEL COSMOS

Lo que todo ser humano buscador de la verdad tiene derecho de saber  y que la ciencia ortodoxa no dice, las religiones niegan y ciertos gobiernos ocultan

    Ignorando o menospreciando a científicos de apertura y avanzada, los “oficiales” no dicen todo lo que saben… aunque no saben todo lo que, más allá de sus limitadas herramientas, ya ha sido revelado a la humanidad, a lo cual pretenden desmentir atacándolo con sus escépticos argumentos a esta altura insustentables.
    Los dirigentes religiosos, no pueden sino negar la verdad para poder sustentarse en las falsedades que predican.
    Y ciertos gobiernos, históricamente han sido digitados por sociedades secretas obedientes a fuerzas cósmicas de doble polaridad, que han manejado el mundo desde su génesis (en especial con la polaridad negativa = oscuridad).
    Nadie que pretenda saber lo que el sistema oculta, podrá descubrirlo gracias a sus tentáculos de manipulación informativa (científicos, jefes religiosos o gobernantes), sino muy a pesar de ellos. Nadie que se resista a ser mantenido en la ignorancia, podrá depender de la palabra “oficial” para formarse un juicio.
    Cuando los primeros extraterrestres bajaron a revelar información a los humanos, no había ciencia, ni religión, ni política que pudieran negar la realidad de los contactos habituales. Y desde que la ciencia, la religión y la política se complotaron para desinformar a la sociedad, no sólo fue alterada o calificada como “superstición” la evidencia extraterrestre en la antigüedad, sino también la registrada desde el oscurantista medioevo hasta la actualidad.
    De esta manera, cuando ya deberíamos tener definiciones claras sobre la dualidad de seres del cosmos aquí intervinientes (en la manipulación del mundo por parte de unos, y en ayuda liberadora por parte de otros), todavía debemos presenciar el interminable debate de si existen o no los extraterrestres…
    Al margen de esa polémica inconducente, para estar a la altura de los tiempos y no quedados en el tiempo (allá por 1947), proponemos aquí profundizar en el trasfondo del fenómeno: quiénes vienen del cosmos, desde cuándo, por qué y para qué, como producto de qué situaciones no sólo de nuestro orbe, sino de un contexto cósmico mucho mayor, en el cual han ocurrido conflictos anteriores a la existencia del mundo, que han determinado el desorden en que estamos y la disputa entre fuerzas de signos opuestos, unas para preservar el status quo involutivo, y otras para corregirlo. Todo esto, sabido a partir de mensajes cósmicos que no por primera vez han llegado a la Tierra para esclarecer a los humanos, pues ya hace veinte siglos alguien que dijo “Yo no soy de este mundo”, habló muy claro sobre qué poderes actúan aquí desde arriba, y sobre la misión de ayuda que vino a cumplir, enfrentándolos.
    No era necesario caer en lo religioso institucionalizado, pero en eso se derivó aquella revelación. Tampoco era necesario caer en lo sectario pseudorreligioso con lo revelado por las fuentes cósmicas recientemente transmisoras de los mensajes que aquí se podrán leer, pero se cayó en ello con la misma actitud fanática de los herederos y dogmatizadores aquella historia legendaria. Por eso, en los documentos aquí publicados, se podrá encontrar tanto el mensaje cósmico revelador de lo que ha pasado en el Universo y en especial en la Tierra, como los manejos que sectariamente se hicieron en forma autoritaria, conduciendo al descrédito público a la información recibida del cosmos.
    Toda vez que se transmite información (tanto sea desde el cosmos como por Internet), se corre el riesgo de exponer a ella a gente no preparada para saber manejarla adecuadamente. Por eso no es descartable la posibilidad de que, con el contenido de los textos que aquí encontrarán, haya quienes adopten actitudes apocalípticas, reúnan gente, la fanaticen y manipulen. Personas capaces de armar algo sectariamente peligroso, con lo que aquí es publicado para liberar mentes y no para sumirlas a la voluntad de algún pseudogurú que declare ser un “contactado”, que dé fe de estos mensajes por recibir los suyos de su fuente transmisora, que le dice que esto es cierto y que (mezclando piedras con caracoles) alerte sobre los “tres días de oscuridad”, contra “el Hercólobus” o aconseje “vender todo e irse a las montañas” (detrás del “gurú”). Es imposible publicar información sin riesgo de que farsantes o que convencidos de buena fe, pero de malos pasos, hagan de ella lo contrario de lo que motivó su transmisión. Esto sucedió y sigue sucediendo con muy diversos grupos contactistas, incapaces de tomar con naturalidad y equilibrio mental a mensajes cósmicos que terminan degenerados en doctrinas verdaderamente idiotizantes, antisociales y enajenantes para el individuo, que se pone en manos de seres del cosmos o del “intermediario” humano (“contactado”) ante “Ellos”.
    Luego, cuando los investigadores de sectas, la prensa y la justicia, rastreando los fundamentos de un grupo contactista de suicidas, lleguen a esta página, se juzgará y se informará que aquí se publica “información peligrosa”; “no apta” para cualquiera (y tendrán razón en eso: mejor que muchos no la lean, si no están preparados para descubrir que en el mundo todo es al revés de lo que se le hace creer a la gente; así que si va a haber quien quiera pegarse un tiro, volverse loco o armar una secta de sumisos, por no ser apto para lo aquí publicado, que después no se diga que ya desde esta introducción no se le advirtió que mejor optara por la SALIDA).
    Los sí aptos para avanzar en esta lectura, aquí van a conocer sobre los REVELADORES DEL GRAN SECRETO, que han manejado (unos bien, otros mal) las REVELACIONES DEL COSMOS efectuadas por extraterrestres; es posible que muchos lectores que las descubran, asuman y firmen un COMPROMISO CÓSMICO de fidelidad al legítimo Orden Universal, y que participen en REUNIONES DE DISTINTOS, tan “distintos” como ellos mismos son (como gente de estos temas), en comparación con los rebaños mundiales de gente indistinta en su alto grado de manipulabilidad mental.

ORTODOXIA Y HETERODOXIA DESDE UN PUNTO DE VISTA LIBERTARIO

De: Alias de MSNThe_dark_crow_v301  (Mensaje original) Enviado: 28/06/2005 2:07

ORTODOXIA Y HETERODOXIA DESDE UN PUNTO DE VISTA LIBERTARIO.

Si el conocimiento fuera una fruta, cualquiera podría
comer de él. Pero el conocimiento es Argot, Jerga,
Chamullería, lo que, naturalmente, lo veda al profano,
a priori, y al estulto (véase estulticia), después.
Evidentemente sí le preguntamos a un Arquitecto ¿qué
es la Tensegridad? Sabrá darnos la respuesta concreta.
Pero no muchos son Arquitectos.
Por esas y otras razones de “justicia social” creo que
es una perversidad apelar a lo oculto, a los secretos
indescifrables ó a las descripciones incognoscibles,
para velar el conocimiento, y menos decir que el
conocimiento nos puede perjudicar. No señor, creo que
lo único que nos perjudica en este mundo es justamente
el desconocimiento.

La Iglesia, madre de todas las ortodoxias y de todos
los misterios, siempre nos ha presentado el misterio
como un dogma de fe, infantilizándonos, alegando que
la verdad será solo revelada a los escogidos.
Es la típica treta del que trata con lo “numinoso”
desde la óptica del propio beneficio y es por ello que
los brujos “negros” (la raza negra no tiene culpa de
ese apelativo), utilicen la misma táctica para
engatusar a su adeptos, (fieles, correligionarios,
devotos, zombis, etc.)

A base de apelar a lo innombrable, (tácticas de
Lovecraft), (lo innombrable no existe. Si existe algo
se lo puede nombrar, y sino se inventa uno un nombre y
enriquece el idioma que para eso está), subyugan a las
masas en su propio beneficio. (Véanse los típicos
ejemplos de los mayores brujos del siglo pasado:
Hitler, Stalin, etc…)

Catalizando la energía de los grupos la utilizan para
sus propios designios ocultos. (ocultismo).
Por eso se relaciona tanto a la Ortodoxia con el
fascismo. (Los conservadores son muy Ortodoxos, pues
conservan, guardan y acumulan… atesorando, todo.)

Los Heterodoxos asumen desde un principio su
desconocimiento y a partir de ahí intentan describir
el mundo, lo que ven, lo que sienten. Le pese a quién
le pese y oféndase la moral puritana de quién se
ofenda. Y si ven monstruos succionadores de tuétanos
que eternamente chupan y chupan la desventurada alma
incauta, pues viva la pepa, se lo cuentan a quién sea
aunque sea subnormal, “pa” que aprenda.

Si yo pienso que el hombre es un animal de inventario,
al que en el momento que yo le descoloco los muebles ó
le sustraigo una pieza, le hago cambiar de forma, por
que él ya no se reconoce ó no reconoce el mundo que le
rodea, entonces, le hago cambiar de realidad.

Esto se puede explicar desde dos premisas: la literal
y la literaria.

Como persona que escribe puedo describirlo a un
público de lectores. Como Brujo tengo que cambiar ese
inventario.

Imaginad que os llamo Imbeciles y que, ante la
provocación, me contestáis que nos es vuestro
propósito contar nada que pueda perjudicar al que no
esté preparado para recibir vuestra enseñanza: Yo os
diré, señores son ustedes Brujos Negros. Al hacerlo
habré cambiado vuestra realidad, ya no seréis lo que
erais, seréis lo que os llamen, que ignominia.

Particularmente pienso que Brujo es aquél que “percibe
una fluctuación cuantica en el éter subliminal” (por
ponerle un nombre y por describirlo), la aprovecha, la
sintetiza, y elabora su discurso. Dijésemos o sea, el
brujo es la pila eléctrica que se carga… dijésemos
él interprete de lo “numinoso”, de lo que aún no está
expresado, de lo que está más allá de nuestras
conciencias, en el universo, universos, entremezclado.
Y como perceptor lo sintetiza: con un conjuro… con
una palabra. con un discurso….y hace un vudú, ó
lleva a la gente a la guerra.

Desde un punto de vista libertario el Chamán será
aquél capaz de conectar con esa energía, la energía de
lo no expresado, lo existente y no nombrado por
desconocido para todos, de momento, Y al conectar no
interferir, no añadir ningún interés personal, desde
la falta de compasión consigo mismo, siguiendo la
pauta que dimane del contacto con esa llameémosle
energía qué ó es la que hace crecer a las plantas y
restaña las heridas, ó a la humanidad no le interesa.
O disipa nieblas y da felicidad, ó no interesa.

El Ocultista bebe en el manantial del agua pura y allí
se vuelve etéreo. Pero, podrida la vanidad por el
hallazgo, no desea compartirlo en la vana ilusión de
sujetar lo inaprensible por que el conocimiento de
esa naturaleza es tal que ó vas con él o él no va
contigo. Ó te vuelves luz ó nunca serás luminoso. Ó te
conviertes en halcón ó nunca serás halcón.

Dándose la paradoja de que el que es luz ya no es
hombre, es luz.

Por todo esto yo creo que es necesario un despego y
una falta total de interés por privatizar el
conocimiento.

La “memoria” sobrevive a la muerte

La “memoria” sobrevive a la muerte

      Una sorprendente comprobación, que la “memoria” de una molécula puede sobrevivir a la desaparición de ésta, está conmoviendo al mundo científico.

      El biólogo francés Jacques Benveniste explica el descubrimiento que tiene perpleja a la comunidad científica internacional con la siguiente comparación: “Es como si a uno se le cayera la llave de arranque del auto en el río Sena, en el centro de París, tomara después unas pocas gotas de agua del mismo río doscientos kilómetros corriente abajo y pudiera hacer arrancar el auto con esa agua”.

      El biólogo y un equipo de trece científicos canadienses, israelíes e italianos han descubierto que una molécula diluída hasta que deja de existir puede comportarse como si aún estuviera presente y que el líquido de la dilución conserva la “memoria” de la molécula.

      El hallazgo, que da por tierra con todo el conocimiento molecular aceptado actualmente, es tan sorprendente para el mundo académico que el equipo ha estado tratando de encontrar una falla a su propia comprobación desde hace ocho años, pero los estudios llegan siempre a la misma anonadante conclusión.

      Los resultados han reconfortado a los partidarios de la medicina homeopática, quienes nunca supieron exactamente de qué manera diminutas cantidades de sustancias naturales como la belladona y el opio pueden tener propiedades curativas.

      Muchos científicos han manifestado que no hay evidencias de que productos utilizados en medicina homeopática pueden curar enfermedades, pero los partidarios de esta práctica señalan que el nuevo descubrimiento podría demostrar que los productos conservan la “memoria” de sustancias curativas.

      “Si hasta ahora había alguna certeza en nuestro universo biológico, era que para cada función existía una molécula que le correspondía. Nuestros estudios evidencian la existencia de un efecto de tipo molecular en ausencia de la molécula”, destacó Benveniste.

      Este científico inició su investigación en 1985 con un interrogante relativamente simple: ¿podría demostrarse que los medicamentos homeopáticos –producidos con sustancias naturales en lugar de drogas manufacturadas en laboratorios– tienen un efecto biológico sobre las personas?

      Para encontrar la respuesta se diluyeron moléculas hasta el máximo grado posible, diez elevado a la centésima sexagésima potencia. La cantidad de partículas que hay en el universo es igual a diez a la sexagésima potencia.

      Según la Ley de Avogadro, una molécula deja de existir cuando ha sido diluída en la proporción de diez a la vigésima tercera potencia. La labor del equipo investigador representa la primera vez que se sugiere que una molécula podría tener una memoria biológica independiente.

      Benveniste publicó los resultados de sus estudios en 1985, y ellos indicaban que los productos homeopáticos podrían tener un efecto perceptible sobre el organismo humano, desatando de paso una polémica entre los oponentes y los partidarios de los controvertidos medicamentos.

      El respetado semanario científico “Nature” decidió publicar en su edición de junio de 1988 los resultados del trabajo en equipo, pero con una inusual “reserva editorial” en la que consignaba que el resultado del trabajo era tremendamente controvertido.

      En un editorial titulado “Cómo creer en lo increíble”, “Nature” advirtió que Benveniste había aceptado que otros biólogos viajen a París para estudiar el descubrimiento.

      El especialista, entonces de cincuenta y tres años, indicaba que no se sentía complacido al tener que publicar los resultados de sus investigaciones cuando aún no se sabe qué produce la reacción a pesar de la aparente desaparición de la molécula.

      Otro factor inexplicable es que el experimento es sólo exitoso si el líquido con que se efectúa la dilución es agitado vigorosamente.

      El ganador del premio Nobel de Química  Jean-Marie Lahan declaró durante una entrevista para el diario “Le Monde”: “Estos resultados son inquietantes, muy inquetantes”.

      “No veo de qué manera en biología, habiendo desaparecido una molécula, puede transmitirse información que estaba contenida en ella”, agregó.

      “Si estos resultados se confirman –y ello no es imposible aunque las probabilidades sean muy exiguas– pondrán en tela de juicio toda la base sobre la cual se asienta el conocimiento molecular”, destacó Lahan.

      Como se comprenderá, este descubrimiento –que sí reúne todas las credenciales exigibles por el ambiente académico científico– es invalorable a la hora de fundamentar la sobrevivencia a la muerte, ya que si una molécula –entidad física– no solamente demuestra así una correspondencia energética inherente sino, más aún, señala la extensión cualitativa y cuantitativa en lo temporal que la misma acusa, se hace difícil negar tal acerto. Pues el descubrimiento de Benveniste demuestra que la “memoria” (en el sentido energético del término) no sólo continúa existiendo después de la desaparición física de aquella (su muerte) sino que amplifica su efecto a través del tiempo y a través del espacio y la materia. Dicho de otra forma, esta condición se opone a la destructiva Ley de Entropía, conformando un ejemplo destacable de Negantropía y, si se quiere, de evolución post-mortem. Y si una sencilla –estructuralmente hablando– molécula presenta tal efecto, ¿qué no puede esperarse de esa concepción holística cuerpo-mente, ese complejísimo y sutil entramado orgánico, energético y emocional que llamamos “ser humano”?

Lo que enseñaron los antiguos

LO QUE ENSEÑABAN LOS ANTIGUOS

    Puede decirse que es prácticamente inmemorial el conocimiento que la Humanidad atesora respecto del uso de las gemas en particular, y de los minerales en general, para fines prácticos como la protección espiritual, la curación de enfermedades, o el ascender en la escala social o política así como la conquista del ser amado. Y si bien sus aplicaciones no han variado  significativamente con los siglos, sí lo ha hecho la forma de emplearlas; esto en parte porque las Ciencias Ocultas, al contrario de lo que piensan sus detractores, no han permanecido estáticas a través del tiempo, sino han continuado investigando, desarrollando alternativas y evolucionando, y en parte porque cada época hace más accesibles para el común de la gente ciertos elementos e inaccesibles otros.

    Como ejemplo del primer punto, tenemos el hecho de que si bien en Occidente se sospechaba ya desde el apogeo de los griegos sobre la existencia de un campo de energía imanente al ser humano, se debe a la tradición mística orientar el descubrimiento y desarrollo del concepto de los centros energéticos conocidos como “chakras”, así como la enorme variedad de interacciones energéticas que cada uno de nosotros tiene con su entorno. Por consiguiente, no fue sino hasta tiempos históricamente recientes que se difundió entre los sabios de todo el orbe tales conceptos y se encontró la manera de vincularlos a la Gemoterapia. En cuanto al segundo punto, esto es, las modificaciones que con el paso del tiempo la gente común ha adoptado respecto al uso de las gemas, tiene que ver, por ejemplo, con el paso de una cultura campestre a una cosmopolita. En efecto, trescientos o cuatrocientos años atrás nadie se asombraba de que una receta cualquiera –como veremos en algunos interesantes ejemplos a continuación– recomendara colocar una gema dentro de una bolsita de piel de ciervo junto al hueso craneal de un lobo, sencillamente porque sólo era cuestión de tomar un mosquetón o el arco y las flechas que todo jefe de familia guardaba detrás de la puerta junto a la escoba, y hacerse una escapada al bosque más cercano para dolor de cabeza del primer ciervo y el primer lobo que se cruzarían, comúnmente, en su camino. En cambio, en esta era de plástico, uno no puede menos que enarcar una ceja, desorientado cuando, más allá de la urgencia que le corra, se pregunte dónde diablos encontrar tales animales fuera del zoológico más cercano.

    Esto me lleva a una recomendación que creo de gran importancia cuando, en este u otros libros, nos propongamos revisar secretos esotéricos medievales para su uso cotidiano: los elementos empleados en general no tienen “poder” por sí mismos, sino tomados en conjunto por sus connotaciones simbólicas. Para citar un ejemplo: cuando en una “receta” medieval se nos indica dibujar ciertos signos sobre un trozo de pergamino virgen, no lo es debido a que el pergamino (un cuero de animal curtido y sobado numerosas veces) tenga alguna propiedad especial, sino debido a que, en esa época, era el elemento más común y duradero para escribir, y casi no se conocía otra cosa. El papel sólo llegó a Europa a mediados de la Edad Media y, aun así, era insólitamente escaso y caro.

    Por eso, a usted le dará el mismo resultado escribir esos signos sobre una hoja virgen que extraiga de su block.

    Pero también es cierto que, debido a lo criptográfico de la literatura ocultista del pasado (a causa de las persecuciones de la plebe o el clero se hacía muchas veces imperativo escribir “en clave”, para que el conocimiento –por el peligro de herejía que implicaba para su autor, o por el poder latente que tal saber encerraba– sólo fuera accesible para los iniciados), en ocasiones la mención de partes de animales se referían en realidad a momentos astrológicos. Así, por ejemplo, cuando se dice de emplear “el ojo de un carnero”, en realidad se indica realizar la operación cuando sea visible (“e-vidente”) el ingreso del Sol en Aries. Como este es un tratado de Gemoterapia y no de Ocultismo medieval ni de Alquimia (sobre lo que otros textos de esta Editorial brindarán mayor ilustración) no abundara aquí sobre la explicación de estas claves y correspondencias, que de todas formas el lector hallará en otros de mis trabajos.

    Para las “recetas” que brindo a continuación, he empleado una pequeña colección de “grimorios” medievales; a saber, las Clavículas de Salomón, el Pequeño Alberto y el Dragón Rojo, así como una versión tardía de los Sueños de Escipión.

    Las “Clavículas de Salomón” (por pequeñas claves” y no por el hueso homónimo) se atribuyen al rey judío hijo de David y fundador del primer templo, aunque lógicamente no se conservan testimonios históricos que atestigüen tal paternidad.

    El “Pequeño Alberto” se supone escrito por el mago, cabalista y sacerdote cristiano Alberto el Grande, a mediados del siglo V de nuestra era, si bien las ediciones modernas muestran que, aunque es muy posible que una pequeña parte –precisamente la que nos interesa– sí haya sido contemporánea de ese hombre de vastísima cultura, le han sido adosados otros capítulos muy posteriores y de dudosa autoría, evidente por los bruscos cambios de estilos literarios y lo renacentista de ciertos conceptos.

    El “Dragón Rojo” es un texto de Alquimia (precisamente, “dragón rojo” era como los alquimistas llamaban al azufre ardiente durante el proceso de la Gran Obra, u obtención de la Piedra Filosofal) del siglo XV.

    Finalmente, los “sueños de Escipión”, si bien se refieren a consejos morales y lecturas propicias para un renacer espiritual, también encierran secretos de Gemoterapia. Es un conjunto de alegorías que con la excusa de representar los sueños del general Escipión “el Africano”, transmite las enseñanzas de Aristóteles, Macrobius (año 400 de nuestra era) y Hierocles (hacia el 485).

    Tomadas en conjunto, veamos las enseñanzas que estos antiguos nos legaron para el uso de las piedras, siendo necesario resaltar que en todo momento los autores insistían en un proceder “científico”, o sea, no simplemente creer, sino experimentar y aplicar.

“Para hacerse amar siempre por su mujer, es necesario llevar siempre en el bolsillo un pedazo de piedra imán, que tiene el color del hierro y se halla en el mar de las Indias. Para hacerse invisible, no se necesita otro que tener una piedra de oftalme, que no se determina por el color, porque tiene muchos. Esta piedra tiene tal virtud, que ofusca y priva por completo de la vista a los que la tienen delante.”

“Si uno quiere desazonar, meter miedo y espeluznar, o bien sembrar disensiones, tomará la piedra ónix, cuyo color es negro; la mejor es la que está llena de vetas, y se la encuentra en Arabia. Si se la cuelga del cuello a alguien, o bien engarzada en una sortija se le regala a alguno, éste no tardará en ponerse triste y en ser medroso hasta la exageración”.

“Si se quiere quemar la mano de alguno sin fuego o curar la tísis, tómese la piedra ferípendanus, que es de color pálido. Colgada del cuello de la persona tísica, la cura; y teniéndola apretada en la mano, quema. Por esto es necesario tocarla con mucha suavidad.

“Para alegrar una persona y desvelarla, se echa mano de la piedra silonita, que se forma en el cuerpo de las tortugas de la India, y es blanca, encarnada o purpúrea; otros dicen que es verde y se halla en Persia, y aseguran que aumenta en tamaño con la luna en cuarto creciente y disminuye en cuarto menguante. Ciertos filósofos aseguran que quien la lleva consigo ve y sabe lo que ha de acontecer; además, si se la coloca debajo de la lengua, sobre todo en luna nueva, se sabrá si una cosa debe acontecer o no; si ha de acontecer, se adherirá a la lengua tan fuertemente, que costará trabajo desprenderla de ella; y por el contrario, si no ha de acontecer, caerá por sí misma”.

“El topacio es muy bueno para curar las hemorroides, reduciéndolo a polvo impalpable y mezclándolo con grasa de jabalí joven”.

“Los que quieran colocarse por encima de sus enemigos, tomarán la piedra que se llama diamante, tallada a facetas, que es tan dura que sólo puede romperse con sangre de macho cabrío. Se la encuentra en Arabia y en Chipre. Llevándola en el lado izquierdo produce efectos admirables contra los enemigos, conserva el juicio, ahuyenta las bestias feroces y venenosas, impide las malas intenciones de los que tratan de hacer daño al que la lleva y remata todas las diferencias y procesos. El diamante, además, es muy bueno contra los venenos y contra los espíritus burlones, según el uso que de él se haga”.

“Si alguno desea evitar toda clase de daño y no tener nada que temer en el mundo, o ser generoso, tomará ágata, que es negra, blanca, verde, marrón o azul y está surcada de vetas. Evita los peligros, infunde valor, hace al que la posee poderoso, simpático y jovial, y es muy buena contra las adversidades”.

“El que desee obtener alguna cosa de otro, que se sirva de la piedra que se llama “alectorioe”, que es blanca y debe extraerse de un gallo de cuatro años o más; algunos dicen que también de un capón viejo. Esta piedra es del tamaño de un haba, y hace al hombre simpático y constante; puesta bajo la lengua quita la sed”.

“Si se quiere dominar a todas las bestias, interpretar todos los sueños y saber lo que está por venir, tome la piedra asmundos, que es de diferentes colores. Esta piedra es un gran contra-veneno; humilla a todos los enemigos e impide sus malas intenciones. Su virtud elimina borracheras y prepara la inteligencia para todas las ciencias. Para adquirir arrojo y no embriagarse jamás, se tomará una amatista, que es de color violeta; la mejor se encuentra en la India; además aumenta la inteligencia”.

“Quien quiera burlarse de sus enemigos y rematar sus litigios y diferencias, se hará con una berilla, que tiene el color pálido y transparente como el agua. Llevándola encima, no hay que temer a los enemigos y se ganarán cuantos litigios se tengan entablados. Tiene también una virtud admirable para los niños, porque les hace capaces para adquirir grandes progresos científicos”.

“El que desee saber los que intentan robarle, hágase con la piedra llamada celonita, que tiene el color de la púrpura y otros varios, y se encuentra en el cuerpo de las tortugas. Quien se ponga esta piedra bajo la lengua, descubrirá lo futuro”.

“El que quiera hacerse sabio sin tener nada de loco, hágase con la piedra llamada crísolita, que tiene un color verde muy brillante. Es preciso engarzarla en oro y llevarla siempre encima”.

“Esta piedra (el autor está refiriéndose al heliótropo) es, según he aprendido, de la que se servían en otros tiempos los sacerdotes en los templos, para adivinar e interpretar los oráculos y las respuestas de los ídolos. Quien lleve sobre sí esa piedra obtendrá gran reputación, adquirirá fortuna y vivirá mucho tiempo. Para desvanecer toda clase de ilusiones e imaginaciones, tómese la piedra calcedonia, que es pálida y oscura. Si se la agujerea por la mitad y se cuelga del cuello con otra piedra llamada serenibus, no se temerá ninguna ilusión fantástica. Por su virtud se ven humillados todos los enemigos y conserva el vigor y fuerza del cuerpo”.

“Si alguno persigue el placer de ser simpático a todo el mundo, tome la piedra chetidonía, que es pálida y se halla en el vientre de las golondrinas. Molida esta piedra y cosida entre dos telas o en una bolsita de piel de cordero y colgada del sobaco izquierdo, cura el frenesí y todas las enfermedades crónicas. Es también muy buena contra la letargía y la epidemia. Evax asegura que esta piedra hace al hombre sabio, de buen humor y simpático”.

“La chelidoina negra preserva de todas las bestias feroces, apacigua las querellas y conduce a término todo lo que uno se propone, y debe adquirirse en el mes de agosto. Si se quiere conseguir el favor y el honor, no hace falta más que llevar encima la piedra labrices, porque los antiguos, Evax y Aarón, dicen que da sabiduría, proporciona amores y otorga mercedes.”

“Para desterrar los fantasmas y librarse de la locura, tómese la piedra crisolita, que engarzándola en oro y llevándola continuamente encima, destierra a los espíritus y preserva del delirio. Algunos dicen que devuelve la salud perdida y es admirable contra el miedo. Si se quiere saber el pensamiento y deseos ajenos, tómese la piedra beratide, que es negra, y póngasela en la boca. Llevándola encima estará siempre jovial y será bien recibido donde quiera”.

“La piedra quirím es maravillosa para sorprender el pensamiento ajeno, porque le hace decir todo lo que siente mientras duerme, si se le coloca sobre la cabeza. Se encuentra esta piedra en los nidos de las abulillas, y se la llama vulgarmente “piedra de los traidores”. Cuando quiera obtenerse cualquier cosa de otro, llévese encima la piedra rajane, que es negra y luciente, y se halla en la cabeza de un gallo, algún tiempo después de haber sido comido por las hormigas”.

“Quien quiera curar a otro de melancolía o cuartanas, tome la piedra lazule (lapislázuli) que es de color celeste o azul con pequeños corpúsculos dorados. Este secreto es infalible y ha sido experimentado recientemente, si se lleva encima la piedra citada”.

“El que quiera hacerse sabio, acaparar riquezas y conocer el porvenir, tome la piedra que llamamos esmeralda, que es muy transparente y brillante, la verde bronceada es la mejor, y se la encuentra en los nidos de los grifos. Tiene la propiedad tonificante y conservadora. Al que la lleva encima le da inteligencia y memoria, le proporciona riquezas y le comunica el don de la profecía si se la coloca bajo la lengua”.

“Para vencer a un enemigo debe tomarse la piedra draconita, que se extrae de la cabeza del dragón. Es maravillosa contra los filtros y venenos, y llevándola colgada del brazo izquierdo, se sale victorioso de los adversarios”.

“Si se quiere dar amor, tómese la piedra echites, llamada también aquilaria, porque se encuentra de ordinario en el nido de las águilas. Tiene el color de púrpura y se encuentra a orillas del océano y en Persia. Los antiguos dicen que esta piedra, llevándola colgada del brazo izquierdo, da el amor, que es bueno contra el mal caduco. Además, los caldeos aseguran que si se tocan las viandas o cualquier otra cosa emponzoñada con esta piedra, se quita la ponzoña. Hace poco he visto hacer esta prueba a uno de mis hermanos. El que quiera emprender un viaje sin peligro, tome la piedra llamada jacinto; el acuático y el zafirino, el acuático es amarillo pálido, el zafirino, que es el más apreciado, es luciente y sin oqueras. Los antiguos dicen que los viajeros que lleven en los dedos o pendiendo del cuello esta piedra, pueden ir por todas partes sin el menor temor, seguros de que serán bien recibidos donde quiera que lleguen”.

“Quien quiera evitarse diversos accidentes y garantizarse contra toda mordedura venenosa, lleve sobre sí la piedra vrites, de la que se conocen tres clases: verdes, negras y parduscas; la verde con manchas blancas es la mejor. Llevándola encima cura los males y accidentes antes señalados”.

“Para poner la paz entre dos o más que riñan, se tomará la piedra zafiro que se halla en las Indias Orientales, procurando elegir la amarillo mate, que es la mejor.

Esta piedra, llevada encima, da paz y concordia, convierte a devoción y piedad, inspira el bien y modera el fuego ardoroso de las pasiones internas”.

    Es muy posible que, antes de finalizar la lectura de este capítulo, el lector se cuestione, seriamente, el grado de eficacia y verosimilitud de estas antiguas afirmaciones, tal vez sólo remotas supersticiones. Ciertamente, sin duda se trata de una “superstición”, en el sentido etimológico de la palabra que, en efecto, proviene del latín “supérstite” que significa “lo que sobrevive”. Exactamente, lo que sobrevive de un saber perdido.

    Sospecho que mi propia afirmación de haber experimentado varias de ellas –y así haber obtenido los resultados esperados– será también, para el paciente lector que no me conoce personalmente, tal vez sólo una afirmación gratuita. Entonces permítame darle una evidencia de la seriedad de estas arcaicas enseñanzas, que se basa en el razonamiento de que si es fácil comprobar la exactitud de otras “recetas” de los mismos grimorios (“grimorio” es todo texto manuscrito de magia) es lógico suponer que todas lo serán. Menciono un par de recetas de los mismos: “Para hacer aparecer el arco iris no hay más que tomar la piedra llamada iris, que es blanca como el cristal, cuadrada o cónica. Si se expone esta piedra a los rayos solares, se verá en el inmediato muro un arco iris “. Mucho antes del nacimiento de Newton y sus estudios de óptica, el fenómeno de refracción de un prisma ya había sido experimentado y anotado, y, aunque no entendían claramente porqué se producía (creyendo que era una propiedad mágica de la piedra) sí relataban seria y fielmente lo que podía suceder. Algo parecido a esta otra recomendación: “Para conseguir que el fuego sea perpetuo y no se extinga jamás, tómese la piedra abaston, que tiene el color de fuego y no se apaga fácilmente, porque tiene como una pelusa que es llamada “la piel de la salamandra”  (“salamandras” son los “elementales del Fuego”) y se encuentra en Arabia. Cuando esta piedra es inflamada una vez no se apaga con lo cual conserva por mucho tiempo el fuego”. En realidad no se trata aquí de magia elemental ninguna, sino del hecho que el abaston, proveniente de los (más aún entonces) riquísimos yacimientos petrolíferos del Cercano Oriente, era en realidad un trozo de brea.

LA CRUZADA DE LOS MILITARES ESPIRITISTAS

Revista espiritista “La Conciencia”
Año X, número 160, marzo-abril de 1958

Nota de la dirección: Unas líneas para explicar el porqué de esta selección de hoy. No somos –cuanto menos hasta que se nos presente evidencia suficiente– espiritistas. Pero sabemos que bastantes lectores sí lo son, además del hecho de respetar todos los enfoques de estas temáticas. Así que hemos seleccionado este artículo por varias razones: (a) para satisfacer el interés de quienes se sientan atraídos por esa escuela de pensamiento; (b) porque la ya desaparecida revista “La Conciencia” constituyó uno de los más serios y profundos esfuerzos intelectuales argentinos para difundir, junto al espiritismo, una incipiente parapsicología, y muchos de sus trabajos encierran semillas de descubrimientos posteriores, y (c) porque una nota que vinculara tan taxativamente a ciertos militares con el espiritismo, además de curiosa, nos explica determinados hilos que en las sombras se movieron tras la geopolítica sudamericana de los últimos decenios…

LA CRUZADA DE LOS MILITARES ESPIRITISTAS

escribe: Gral. Levino Cornelio Wischral

    La Cruzada de los Militares Espiritistas nació de la voluntad de un grupo de militares espíritas, al afirmar públicamente su creencia en el Espiritismo; de vivir unidos y, por lo tanto, en comunión evangélica con las demás criaturas humanas, difundiendo entre las Fuerzas Armadas el amor crístico, mediante la difusión de los preceptos de la codificación de Allan Kardec. La Cruzada de los Militares Espiritistas, congrega elementos del Ejército, la Aeronáutica, la Marina, las fuerzas policiales, la guardia civil, cuerpos de bomberos, etc., del Brasil como, asimismo, señoras, civiles y reservistas de cualquier categoría.

    El Guía Espiritual de la Cruzada de los Militares Espiritistas es el capitán Mauricio, ex Comandante de la histórica Legión Tebana, del siglo III. En el mundo católico es conocido como San Mauricio, cuya fiesta se celebra el 22 de setiembre. Fue mártir del cristianismo en el año 286, sucumbiendo horriblemente supliciado con toda su legión, integrada por 6.661 soldados. Todos han sido ultimados por haberse negado a homenajear y adorar las falsas divinidades esculpidas en barro, antes de entrar en combate, rehusándose de esta manera a cumplir con los usos y costumbres paganas de aquel siglo. Ellos tenían que cumplir con esos sacrificios inútiles, regados con sangre, a cambio de cierta victoria sobre el enemigo. Al negarse a esas bárbaras costumbres, toda la Legión Tebana ha sido exterminada por las fuerzas amigas de otras legiones. La tropa de Mauricio no podía proceder de forma diferente pues poco antes había aceptado a Jesús como excelso modelo de amor, paz y vida, y no de desamor, guerra y muerte.

    Bajo las luces del espíritu del capitán Mauricio fue, pues, fundada en Río de Janeiro, el 10 de diciembre de 1944, la Cruzada de los Militares Espiritistas, debidamente registrada en la Escribanía, siendo sus estatutos publicados en el “Diario Oficial” del 20 de marzo de 1952.

    Su actual presidente es el General Duque Estrada, ocupando la vicepresidencia el mariscal Mario Travasses, ambas figuras de relieve en el Ejército y también esforzados siervos de la siembra de Jesús. Núcleos de esa Cruzada funcionan en todos los sectores del Ejército, de la Aeronáutica y de la Marina, pues solamente en el Ejército funcionan 33 de esos núcleos. El entrelazamiento espiritual es cada vez más amplio, de cofrades civiles y militares, ya que éste es uno de los principales objetivos de sus dirigentes.

    Dentro de la Academia Militar de Agujas Negras, antigua Escuela Militar, y en el Colegio Militar de Río de Janeiro, existen esos núcleos, habiendo en el ámbito de la Academia Militar uno que se especializó en la realización de sesiones de materializaciones de espíritus, dirigido por oficiales y profesores de aquella Academia. Por eso mismo, hace unos años atrás, nuestros aspirantes a oficiales, se sentían orgullosos, al egresar de las escuelas, de ser materialistas, ateos y positivistas, hoy, gracias a Dios, observamos satisfechos que existe gran número de oficiales, de profesores, de sargentos, de alumnos y soldados estudiando con amor y sinceridad la Ley de la Reencarnación, la Ley de Causa y Efecto, y la continuación de la Vida. Nótase un extraordinario despertar espiritual, y todos se esfuerzan en ser también auténticos soldados de Cristo.

    Nos agradaría, pues, substituir en los diccionarios de los pueblos el vocablo “matar” por la palabra salvadora de Jesús que tanto exaltó: “amar”. Momentáneamente, eso podrá parecer torpe pretensión, una insensatez, pues sabemos que el espíritu del capitán Mauricio, nuestro mentor, viene influenciando desde hace siglos para que las guerras se tornen más humanas, hasta llegarse a la completa anulación de las desinteligencias existentes entre las naciones.

    De un mensaje de Mauricio, recientemente recibido a través de canales mediumnímicos, destacamos algunas consideraciones como éstas:

    “Nuestra Cruzada no derrama sangre, sino luz y amor para todos, sin distinción de la fe, cultura, posición social o económica, color o raza; en ella militan civiles y soldados hasta el grado de mariscal”.

    Refiriéndose a los militares en particular, aconseja y formula preguntas como éstas:

    “¿Cuántos tendrán el coraje de transformar vuestros símbolos de guerra en objetivos de paz?. ¿Cuántos podrán alcanzar el sentido íntimo de vuestra renuncia a los emblemas bélicos, convirtiéndolos en insignias de sumisión a Cristo?. ¿Cuántos comprenderán vuestras negativas al brillo efímero del mundo terreno, para confiaros a la gloria eterna de la paz espiritual, que es también la paz Universal?. Regimentad, pues, vuestras energías creadoras, como vanguardistas de la más conmovedora lucha que se ha de trabar, en breve, sobre el orbe terráqueo, cuando la luz de Cristo despejará las tinieblas del odio, de la crueldad y el egoísmo. Fustigad todo eso, sin hacer uso de las pasiones inferiores, librándoos de los grillos de la vanidad, del amor propio y del orgullo!. ¡Combatid en vosotros los impulsos primitivos del hombre-carne y sed los centinelas atentos y eternos del Hombre-Amor!. La Cruz Redentora que fulguró en los estandartes de Constantino, protector de la religión cristiana, imprimirá a vuestras almas el sello Sublime del Divino Pastor. ¡Lanzaos, decididos, a la conquista de los corazones adversarios, aliándoos a las huestes defensoras del Cristianismo!. El júbilo y la esperanza se hacen más vivos en el espacio cuando los soldados belicosos de la Tierra truecan los símbolos de guerra por la mansedumbre de Jesús!. Aceptad el distintivo de la fe, en el amor a Jesús y además de la eternidad, la lúcida espada sin filo”.

    Así terminó nuestro patrono su exhortación a los militares. ¡Seamos todos “cruzados” del ejército de Jesús!. Paz.

PERO, DESPUÉS DE TODO…¿SIRVE PARA ALGO EL TAROT?

PERO, DESPUÉS DE TODO…
¿SIRVE PARA ALGO EL TAROT?

escribe: GUSTAVO FERNÁNDEZ
gustavofernandez@email.com

    Alguna vez he escrito que tal vez hubiera sido cálidamente acogedor apoltronarme en el marco (ya que en algún momento de irresponsabilidad social decidí dedicar mi vida a la Parapsicología y disciplinas afines) de una “metapsíquica científica” o, también, en una “ovnilogía académica”, para nombrar sólo dos de mis pasiones. Mediáticamente, un parapsicólogo que discurra entre estadísticas y gráficos computadorizados es, cuanto menos, más digerible para la “opinión publicada” –como dice un viejo periodista argentino, que no la “pública”– que aquél que disfruta de sahumerios, velas y, cuándo no, las inefables cartas de Tarot.

    Y bueno, sí. Me divierte jugar con las matemáticas, amo mi computadora, pero experimento algo visceral cuando estoy rodeado de mis sahumerios, mis velas… y mis cartas de Tarot. Y si bien las sensaciones son importantes para mí, para no parecer un sibarita del intelecto simplemente, dedicado más a disfrutar los qué en lugar de preguntarme los porqué y los cómo, me decidí a escribir este artículo para explicar porqué el Tarot es, a mi modesto saber y entender, algo más que –como supone cierta “inteligentzia” periodística que confunde comentarios incisivos con sarcasmos pedantes– una credulidad ingenua sin fundamento racional. Pues sostengo que lo tiene, y mucho. Y ese es el espíritu de esta nota.

    No he de ser redundante con aquello de que un tema nunca es absurdo o serio por sí mismo, sino por el método –o la falta de él– con que es encarado su análisis. Y es un paradigma que, para la conciencia colectiva, ciertos temas son de suyo execrables del pensamiento científico más porque “aparentan” superstición o irracionalidad –o, a veces, por la que muestran sus afamados cultores– que porque necesariamente no la tengan. Incidentalmente, uno puede especular (aun corriendo el riesgo de transformar esto en un bizantino monólogo) que si de “pensamiento mágico” estamos hablando, aparece éste más en el estudiante universitario que aprende y repite como un sonsonete el axioma enseñado por su docto profesor (quizás sin pasar nunca por la verificabilidad del mismo) que el shamán que afanosamente recolecta ciertas hierbas con la luna propicia para probar la receta de aquel brebaje que en el último solsticio de invierno le enseñara su antecesor en la tribu. De forma que, a continuación, esbozaré mis especulaciones respecto a cuáles son los fundamentos operativos del Tarot.

    La “adivinación” a través de las cartas no es un proceso incognoscible. Las cartas por sí mismas nunca “dicen” nada, en el sentido de “dictarnos” algún conocimiento. Son, a los efectos prácticos, trozos de cartón pintado. Es el agrupamiento de símbolos que encierran lo que dispara algo en nosotros. Pues son cada uno de sus personajes, eventos y situaciones descriptos tanto en arcanos mayores como menores, los que nos remiten a sucesivos arquetipos del Inconsciente. Es decir, entelequias psicológicas, engramas genéticos que, en la memoria racial y colectiva, codifican determinadas respuestas asociables a determinados estímulos.

    En algún otro lugar me he referido extensamente a Arquetipos e Inconsciente Colectivo de la humanidad. Baste reseñar para el lego que un arquetipo es como el ladrillo psíquico de nuestra personalidad, pero un ladrillo que no pertenece a la superestructura levantada a lo largo de nuestra vida en función de las vivencias, sino que forma parte del fundamento basal del edificio de nuestra vida. A través de los siglos y los milenios, la repetición en el plano individual y colectivo de determinadas experiencias críticas ha marcado a fuego la genética de nuestra especie, y esos “recuerdos ancestrales”, transmitiéndose de generación en generación (especialmente cuando son olvidados o soterrados por la cultura imperante) aflorando como símbolos y signos que de lo colectivo, lo mitológico, se reflejan en el macrocosmos de nuestras experiencias cotidianas.

    El Arlequín, Bufón o Loco, aquel que transgrede el “establishment”, destructivo en su irresponsabilidad pero motivador en sus pasiones; el Sabio, que avanza lenta y serenamente detrás de objetivos claros, apoyándose en el cayado de las experiencias e iluminando su camino con la luz de la Razón; la Rueda de la Fortuna, repitiendo los ciclos del ser a través de los tiempos; el sufrimiento expiatorio del Ahorcado;  la Luna, expresando la consciencia sólo como un reflejo del inconsciente, todos símbolos emblemáticos, profundos en sabiduría, que encierran, en conjunto, las claves de nuestra naturaleza mortal. Personajes que representan el drama de la existencia humana, codificaciones fácilmente recordables de facetas de nuestro diamante interior, tallado a través de los evos por clivajes extraños en manos de un Ser superior.

    De forma tal que las figuras que nos muestran las cartas no son el aleatorio producto de una mente desequilibrada o el afán iluminista de algún mercachifle de la alta Edad Media. Sus figuras, sus colores, cada uno de sus, en ocasiones, insólitos elementos asociados (las letras en el Carro, el número preciso de “lágrimas” que derrama el Sol o el pequeño pájaro negro a un costado de la Estrella, así como el Diablo sacando la lengua o tomando una espada sin empuñadura) tienen una interpretación precisa. Y, evocativamente, su contemplación meditativa (¿qué otra cosa hacemos cuando, con un cierto vacío expectante en nuestro tórax, observamos en silencio las cartas tratando de encontrar una respuesta a nuestras preguntas?) actúa en nuestro inconsciente, porque, precisamente, en nuestro inconsciente encuentra un eco, que es como decir, el retorno a la fuente de sus orígenes: el arquetipo dibujado en la carta no es más que, después de todo, un reflejo degradado del Arquetipo que duerme en las sombras de los lejanos recovecos de nuestra psiquis más profunda.

    Y allí, en el Inconsciente, casi a caballito (es un decir meramente descriptivo, aclaro) entre el Inconsciente Personal y el Inconsciente Colectivo, se encuentra la Potencialidad Parapsicológica, es decir, la capacidad innata, latente en todos y cada uno de nosotros, de producir, voluntaria o involuntariamente, fenómenos parapsicológicos. Y esa asociación de ideas, de imágenes, esa correspondencia psicoide entre el dibujo en el mundo material y la pulsión despertada en lo mental detona esa Potencialidad.

    Y en esa circunstancia y ese contexto, afloran ciertos fenómenos parapsicológicos.

    Como el de la clarividencia, el conocimiento sin el uso de los sentidos físicos, de información en tiempo presente. Y le contamos al consultante “la otra historia” de su realidad, hoy.

    O cuando esa clarividencia se ambienta en tiempos pasados (retrocognición o postcognición) o futuros (premonición o precognición) y hablamos de lo que ha sucedido (y nadie ha venido a contárnoslo) o lo que podrá suceder –obsérvese, ya veremos porqué, que he escrito “podrá suceder” y no “sucederᔖ en el futuro.

    Pero también es posible que, en ese instante de recogimiento, una misma imagen mental esté presente en dos psiquis simultáneamente; la del consultante y la mía, y hablaré, entonces de telepatía.

    Para, finalmente, no olvidar que si en Parapsicología llamamos psicoquinesia a las “modificaciones que el psiquismo hace en un sistema físico en evolución”  todo el proceso de barajado de las cartas conforma un sistema cerrado en evolución, y nuestra acción, inconsciente, puede canalizar una psicoquinesia que haga que, después de todo, no sea tan “azarosa” la disposición final de esas cartas.

    Por supuesto, es posible que algún lector cuestione la validez de los fenómenos parapsicológicos aquí mencionados. Si es así, lo siento; tal ignorancia (no lo digo en un sentido ofensivo, sino en el estricto del diccionario) es problema suyo, no mío.

    El segundo aspecto digno de ser considerado tiene que ver con lo que podemos esperar del Tarot. Soy consciente de que pocas, muy pocas personas, acuden al mismo con la actitud espiritual e intelectual menester, esto es, haciendo de la entrevista una forma de adoptar, con tiempo, actitudes y caminos constructivos ante la vida, manteniendo en claro su discernimiento del absoluto libre albedrío que le compete con respecto a su futuro. Muchos son los que acuden al Tarot como último, desesperado intento de salvataje en la tormenta en que están naufragando sus vidas. Muchos, también, creen que las cartas reflejan un destino inexorable del que nadie, ni tirios ni troyanos, puede escapar. Y esbozar algunos razonamientos respecto a qué podemos esperar (y qué no) del Tarot es tan importante como aprender a echar correctamente las cartas.

    Es tan vieja como la humanidad misma la discusión respecto a si existe el libre albedrío, si cada ser humano se encuentra frente al futuro como ante una página en blanco, o si todo está inexorablemente escrito en ella: la voluntad de elegir frente al determinismo tiene tantos adeptos como detractores. Y un ejercicio del razonamiento nos enfrenta a algunas paradojas: mientras por un lado yo puedo elegir entre, por ejemplo, seguir tipeando estas líneas o detenerme e ir a prepararme un café (a propósito, es una buena idea; ya regreso)…

        … lo cual alentaría la ilusión de que soy dueño del destino, no he podido elegir en mi vida, por caso, cuándo nacer, dónde hacerlo, en el seno de qué familia. Esto es parte de mi historia, que no es más que destino corriendo en un sentido negativo. Podemos ir más allá y preguntarnos hasta qué punto lo que llamamos “libre elección” es tal, como en el caso de optar entre el bien y el mal en mi conducta. Si he crecido en un marco de buenos ejemplos familiares o sociales, donde frecuentemente he visto en mí o en otros las favorables consecuencias de la honestidad y el recto accionar, o por el contrario mi infancia y adolescencia han transcurrido en un lumpen donde los malos hábitos, la infidelidad, la mentira eran moneda corriente, con el concepto de obtener pequeñas y cotidianas ventajas de cada desliz hecho con astucia; ¿puede ser entonces realmente tan libre mi elección?. Con razón Smiles escribió: “mucha gente no delinque no por virtud, sino por el temor de ser descubierta”. Yo, mucho antes de saber siquiera que este caballero existía, escribí alguna vez: “mucha gente es buena porque no tiene el coraje de ser mala y arriesgarse a las consecuencias.”

    Creo, de todas formas, que el estudio del Esoterismo, como en tantos otros ámbitos, arroja un poco de luz sobre esta cuestión: existe tanto el determinismo como el libre albedrío. Hay cosas que podemos elegir, y otras en las cuales sólo matizar sus efectos. Para describirlo gráficamente, mi vida es como una barca navegando por el río. Puedo dejarme arrastrar por la corriente (quizás velozmente a destino, quizás contra unas rocas que asoman) o puedo, a fuerza de remo y transpiración, acercarme a una orilla, a otra, anclar en el medio o remar en contra de la corriente. Pero este es el río de mi vida, y dentro de él, y sólo de él, me desenvuelvo.

    Así que, parafraseando a Schrödinger y su gato, sostengo que el Tarot no muestra el futuro, sino hacia dónde llevan al consultante las tendencias dominantes, que es lo mismo que decir qué ha de ocurrir (agradable o desagradable) si él no hace nada por evitarlo. El viejo ejemplo: un señor, la noche antes de volar de Washington a Londres, sueña que su avión cae a poco de despegar y él fallece. A la mañana, asustado, cancela su reserva. El avión despega y cae. Todos mueren, menos él, que se quedó en su hotel. ¿Hubo o no hubo determinismo?. Depende de la lectura. No lo hubo cuando atendemos al hecho de que el soñante no murió como su premonición parecía indicarle. Sí la hubo, para los demás.  Y esto transforma al Tarot en un arma formidable para construir nuestras vidas: no, como dicen sus detractores (ninguno de los cuales, creo, se dedicó algún tiempo a estudiarlo) un entretenimiento para espíritus débiles ansiosos de una guía paternalista que les ayude a superar su ansiedad frente a lo desconocido, no. Porque al Tarot, como filosofía esotérica que es, poco le interesa si su marido le mete los cuernos con la rubia platinada del edificio contiguo, o si su jefe le sonríe en estos días porque en secreto paladea el momento de anunciarle que por ahora (y unos cuantos años más) sus servicios son prescindibles; o si su suegra es la bruja maléfica que todos sabemos. Esas necesidades urgentes de todos los días le son indiferentes a una disciplina para la cual lo único significativo es su crecimiento espiritual. Pero así como usted no tendrá mucho ánimo de hablar de cosas espirituales si venció el alquiler y están por lanzarlo a la calle, o sus hijos andan con un calzado que ya no sabe cómo y con qué pegar para que las suelas permanezcan en su lugar, la filosofía subyacente al Tarot es pragmática: sólo a través de superar sus obstáculos cotidianos tendrá usted tiempo –y ganas– de preguntarse por las cosas del espíritu. Y si llegado el momento (y dadas las condiciones) no lo hace, problema suyo, amigo o amiga mía: su karma tomará debida nota de ello. Porque una persona que ignore los fundamentos espirituales de nuestra vida cotidiana, o que asfixiada por las angustias de todos los días no pueda reparar en esos mecanismos, es digna de consideración y de ayuda. Pero una persona que, habiendo tenido la oportunidad, desprecia (¿debería quizás haber escrito de-precia?) tales asuntos, es absolutamente responsable de las consecuencias, y a llorar a la iglesia más cercana.

    Por eso es necesario aclararle al consultante que, en el caso de aparecer una mala noticia, esto no es necesariamente lo que, sí o sí, ha de ocurrir, sino lo que ha de ocurrir si no se hace a tiempo lo necesario para evitarlo. Y por ello, también, toda entrevista de Tarot debe profundizar las “alternativas” o “situaciones bisagra” que pongan en manos del consultante la decisión de qué caminos tomar. Pues el Tarot es un semáforo que nos advierte que debemos frenar antes del próximo cruce, porque existe el riesgo de un accidente. Si hacemos caso omiso del semáforo y apretamos el acelerador a fondo justo cuando está llegando un camión al cruce por nuestra derecha y no lo vemos, la responsabilidad de las consecuencias (¿adivinen qué?) es nuestra.

    Por la misma razón, creo que toda mala noticia que aparezca expresada en los símbolos de las cartas debe ser dicha al consultante pues, si por prurito no lo hacemos, le quitamos de las manos la única posibilidad que tenía de hacer algo para evitarlo.

    Finalmente, no creo que la razón de ser de una entrevista de Tarot sea deslumbrar a nuestro consultante con nuestras capacidades, la exactitud de nuestros aciertos o cómo somos capaces de saber de él lo que él ya sabía (una verdadera pérdida de tiempo y dinero, debo decir). Mucho menos, valernos de ello para inspirar una actitud reverencial en el consultante hacia nosotros, aconsejándole qué debe hacer, cuándo y cómo. Que hayamos desarrollado nuestras percepciones para profundizar intuitivamente en una situación no es sinónimo de que hayamos ampliado nuestro sentido común para recomendar qué hacer, especialmente cuando uno descubre que un consejo es lo que uno haría de estar en esa circunstancia, pero ocurre que uno no es el consultante ni está en su circunstancia. Sí, en todo caso, ampliar su cosmovisión de la situación, enriquecer su evaluación con información accesoria, ayudarle a distinguir lo importante de lo urgente (ya que no son sinónimos) e, indirectamente, alimentar en él el sentimiento de que existen maneras correctas de ser y de hacer las cosas, aun cuando todo parece derrumbarse a nuestro alrededor. Si usted descubre cómo el Tarot le ayuda a lograr esto, ¿no cree que es quizás más de lo que pueden prometerle las pitonisas de avisos clasificados?.

    Un comentario final, que tiene que ver con el grado de aciertos esperable. El Tarot es un arte, no una ciencia, y menos exacta. Depende de muchos (e imponderables) factores: astrológicos, de salud física y mental, de “feeling” con quien viene a consulta, de lo que cenamos anoche… El porcentaje de aciertos ha de ser alto, pero nunca es total. Desconfíe, entonces, de quienes se autopromocionan como infalibles, y tampoco sea demasiado cruel con su buena tarotista que alguna vez erró un pronóstico, aunque ese yerro le haya costado a usted algunos pesos (o dólares, o lo que fuere) en la consulta: los metereólogos erran más, y los llaman científicos. Y, cada año, en cada país, con fondos privados o públicos, se invierten millones de dólares en “encuestas de opinión” o de “boca de urna”, que entre gráficos y estadísticas pronostican desde un resultado electoral hasta la evolución macroreconómica… con la misma habilidad con que después explican porqué sus resultados no se cumplieron. Y todos contentos.

¿FUE MOISÉS YERNO DE AKHENATÓN Y “ESPOSO”DE TUTANKHAMÓN?

¿FUE MOISÉS YERNO DE AKHENATÓN Y “ESPOSO”
DE TUTANKHAMÓN?

ESCRIBE GUSTAVO FERNÁNDEZ

            Sí, ya sé. Nuevamente a más de un lector estas especulaciones –no niego que lo son– les volverán a parecer gratuitas y advenedizas. Que no tengo credenciales universitarias en Historia o Arqueología y ni siquiera en Teología para semejante despropósito. Que cualquier doctorando podría refutar fácilmente mis divagaciones. Que aporto pocas y pobres evidencias. Que…

            Pero es también igualmente cierto, aunque peque de un inusual arrebato de soberbia, que ni Schliemann (el descubridor de Troya, ¿recuerdan?) era arqueólogo, ni los hermanos Wright (aquellos del primer avión) ingenieros. Y que a falta de herramientas intelectualmente disciplinadas como las que proveen esas específicas formaciones académicas, desde el solitario puesto de un francotirador de la cultura a uno le cabe la sensación –que sería poco honesto callar, sobre todo poco honesto para con uno mismo– que la Historia que nos contaron no es la verdadera Historia. Y cuando casi insidiosamente “otra” concepción de los hechos comienza a filtrarse en nuestra consciencia poco queda más que sentarse a teclear estas líneas, tratando, confiando, de transmitir la misma intuitiva certidumbre que a uno –un servidor– lo anima.

            La columna vertebral de mi hipótesis, creo, está plenamente expuesta en el título el cual, sin embargo, necesita una aclaración más sobre la que abundaré, de todas formas, a lo largo de este trabajo. Me refiero a eso del matrimonio entre Moisés y quien se supone el Faraón de deslucido paso por el puesto pero bien ganado prestigio por la magnificencia de su tumba –y la poca habilidad de los ladrones para encontrarla–. Así que, antes de que se vea esto como un libelo que remite a arcaicas concepciones de convivencia entre homosexuales, sólo apunta a un juego de palabras que mete una segunda espina en el costado de los enciclopedistas: la convicción de que Tut-Ankh-Amón… era mujer.

            Así que para que el benemérito lector no se pierda en un laberinto de cuestionamientos, expongamos brevemente el hilo conductor de nuestros razonamientos: Moisés no fue judío, sino egipcio. Quizás alto sacerdote hierofante del culto al Dios Uno de Akhenatón, debió huir cuando éste cayó. Posiblemente casado con una princesa a la que equivocadamente se ha llamado “Tutankhamón”, muerta a consecuencia de un parto de mellizos, Moisés se encontró en el éxodo con un pueblo –el hebreo– permeable a la concepción monoteísta, irascible, fanático y presto a rebelarse contra la opresión egipcia; y el espacio para continuar detentando un poder que había perdido cuando los sacerdotes “revivieron” el culto de Amón. Y ya en camino a la Tierra Prometida, se vale de la creencia en un dios local, menor, cnótico, sangriento, llamado Jehová, para “corporizar” su monoteísmo ya vislumbrado a través del culto a Atón. Años después, otro sacerdote afirma este culto, y su figura y persona se diluyen luego de los siglos –voluntaria o involuntariamente– con la del otro patriarca, de donde de “dos” Moisés las creencias “construyen” únicamente uno. Ahora, trataré de construir una teoría.

            Ya Sigmund Freud, en su ensayo “Moisés y la religión monoteísta” (Alianza Editorial, Madrid, 1970) señalaba lo discutible de la versión popular que hace de su nombre la traducción de “el sacado de las aguas”, en obvia referencia a la historia que cuenta cómo había sido dejado flotar dentro de un canasto por el Nilo hasta ser rescatado por una princesa egipcia para ser criado en palacio. La forma hebrea activa, Mosche podría significar, a lo sumo, “el que saca de las aguas”. Pero Freud señala astutamente otra cosa: sería absurdo atribuir a una princesa egipcia haberle dado un nombre derivado de la etimología hebrea.

            Un autor inglés, J.H. Breasted, en “El albor de la consciencia” (Londres, 1934) escribe al respecto: “Es notable que su nombre, Moisés, sea egipcio. No es sino el término egipcio “mose” (que significa “niño”) y representa una abreviación de nombres más complejos, como, por ejemplo, “Amen-mose”, es decir, “niño de Amón”, o “Ptah-mose”, “niño de Ptah”, nombres que a su vez son abreviaciones de apelativos más largos: “Amón (ha dado un) niño” o “Ptah (ha dado un) niño”. El nombre abreviado “Niño” se convirtió pronto en un sustituto cómodo para el complicado nombre completo, de modo que la forma nominal “Mose” se encuentra con cierta frecuencia en los monumentos egipcios. El padre de Moisés seguramente había dado a su hijo un nombre compuesto con Ptah o Amón y en el curso de la vida diaria el patronímico divino cayó gradualmente en el olvido, hasta que el niño fue llamado simplemente “Mose”. La “s” final de Moisés procede de la traducción griega del antiguo Testamento. Tampoco ella pertenece a la lengua hebrea, donde el nombre se escribe Mosheh”.

            Desde aquí hay sólo un paso para advertir que algunos de los nombres más popularizados por la divulgación arqueológica comparten esta particularidad: por ejemplo, Ah-mose, Thut-mose (Tutmosis) y Ra-mose (Ramsés).

            Aquí nos encontramos con un problema ideológico. Siendo el nombre egipcio, es casi natural deducir que podría serlo también su sangre. Sin embargo, el pueblo judío debe el inicio de sus tiempos contabilizados al Éxodo, al patriarca le debe la Ley, y a su sagrado compromiso con la Tradición su monolítica cohesión histórica. Tal vez nada podría resultar más subversivo a los oídos de un hebreo que la posibilidad de que tanto se le debiera, no a un judío, sino a un egipcio, y que quizás y después de todo, su propia religión no fuera más que una adaptación tardía de cierta religión egipcia. Y si así hubiera sido, por motivos nacionalistas hubiese sido imperativo camuflar las apariencias para transformar a este egipcio en un judío.

            En el año 1909, Otto Rank, a la sazón discípulo de Freud, publicó por primera vez sus trabajos bajo el título de “El mito del nacimiento del héroe”. Señalaba este experto que casi todos los pueblos civilizados importantes ensalzaron precozmente –en creaciones poéticas y leyendas– a sus héroes, reyes y príncipes legendarios, a los fundadores de sus religiones, de sus dinastías, imperios y ciudades; en suma, a sus héroes nacionales. Especialmente las historias de nacimiento y juventud de estos personajes fueron adornadas con rasgos fantásticos, cuya similitud, y aun a veces su concordancia textual, en pueblos distintos, algunos distanciados y completamente independientes entre sí, se conoce desde hace tiempo y ha llamado la atención de los investigadores.

            Si de acuerdo a las teorías de Rank se reconstruyese una “leyenda-tipo” que destaque los rasgos esenciales de todas estas versiones, se obtendría el siguiente esquema:

El héroe es hijo de ilustrísimos padres, casi siempre hijo de reyes.

Su concepción es precedida por dificultades, como la abstinencia, la esterilidad prolongada o las relaciones secretas de los padres, debidas a prohibiciones u otros obstáculos exteriores. Durante el embarazo, o aun antes, ocurre un anuncio (sueño, oráculo) que advierte contra su nacimiento, amenazando por lo general la seguridad del padre.

En consecuencia, el niño recién nacido es condenado, casi siempre por el padre o por el personaje que lo representa, a ser muerto o abandonado; de ordinario se le abandona a las aguas en una caja.

Luego es salvado por animales o por gente humilde y amamantado por un animal hembra o por una mujer de baja alcurnia.

Ya hombre, vuelve a encontrar a sus nobles padres por caminos muy azarosos; se venga de su padre y, además, es reconocido, alcanzando grandeza y gloria.

            Entre los más conocidos por la historia o la leyenda, Edipo, Sargón, Ciro, Rómulo y Remo, Gilgamesh, Perseo y Heracles son quizás algunos de los exponentes más evidentes.

            Moisés, en cambio, representa un caso muy distinto. La primera familia, generalmente noble, es aquí bastante modesta: se nos dice que es hijo de judíos levitas. La segunda, en cambio, la familia humilde en la cual suele criarse el héroe, está sustituída aquí por la casa real de Egipto; la princesa lo cría como hijo propio. Muchos estudiosos se extrañaron ante esta discrepancia de la leyenda típica. Eduard Meyer y otros después de él aceptaron que la leyenda tuvo originalmente otra versión: el faraón habría sido advertido por un sueño profético (esto es mencionado también en las crónicas de Flavio Josefo) de que un hijo de su hija le depararía peligros, a él y a su reino. Por eso hace abandonar en el Nilo al niño que acaba de nacer, pero éste es salvado por judíos, que lo crían como hijo propio. A causa de “motivos nacionales”, como dice Rank, la leyenda habría sido elaborada hasta adoptar la forma que conocemos. Pero la menor reflexión demuestra que jamás pudo existir semejante leyenda mosaica original, concordante con las demás de su especie. En efecto, la leyenda sólo pudo haber sido de origen, o bien egipcio, o bien judío. El primer caso queda excluido pues los egipcios no tenían motivo alguno para ensalzar a Moisés, que no era un héroe para ellos. Por consiguiente, la leyenda debe haber surgido en el pueblo judío, es decir, se la habría vinculado en su versión conocida a la persona del caudillo. Mas para tal fin era completamente inapropiada, pues ¿de qué podía servirle a un pueblo una leyenda que convirtiera a su gran hombre en un extranjero?.

La discrepancia de la leyenda mosaica frente a todas las demás de su especie puede ser reducida a una particularidad que presenta la historia de Moisés. Mientras en general el héroe se eleva en el curso de su vida por sobre sus orígenes modestos, la vida heroica del hombre Moisés comienza con su descenso de las alturas, con su condescendencia hacia los hijos de Israel. Esta “contramarcha” de la tendencia del inconsciente colectivo ratifica la presunción de que la génesis del mito no nace de una sucesión de necesidades espirituales e históricas sino de una muy particular circunstancia: la interpretación del mito del huérfano que se vincula a Moisés obliga a la conclusión de que éste habría sido un egipcio a quien un pueblo entero necesitaba transformar en judío. Y es entonces cuando podemos comenzar a hacernos profundas preguntas respecto a lo que, en nuestras primera lecturas del Antiguo Testamento, quizás hemos pasado por alto.

            Por ejemplo, Moisés no sólo fue el conductor político de los judíos radicados en Egipto, sino también su legislador y educador, imponiéndoles el culto de una nueva religión, llamada aún hoy mosaica en honor a su creador. Pero, ¿acaso un sólo hombre puede llegar tan fácilmente a crear una nueva religión?. Además, si alguien pretende influir sobre la religión de otro, ¿acaso no es lo más natural que comience por convertirlo a su propia religión?. El pueblo judío de Egipto seguramente poseía alguna forma de religión, y si Moisés, que le dio una nueva, era egipcio, no podemos dejar de suponer que esa otra nueva religión debía ser también egipcia.

            Pero aquí puede proponerse sin duda una crítica: el evidente antagonismo entre la religión judía que se supone instauró Moisés, y la egipcia, tal cual la conocemos. En la primera, la idea monolítica de un Dios único que nadie osa ni soporta contemplar. Esta última, un enjambre de divinidades antropomorfas y vulnerables a la impetración humana. Una, un monoteísmo abstracto; la otra, un politeísmo de mercado. Una, increíblemente abstracta. Otra, pragmáticamente materialista. Da la sensación de que la antítesis entre la religión mosaica y la egipcia ha sido voluntaria y deliberadamente agudizada; mientras una de ellas condena con la mayor severidad toda forma de magia y hechicería, en la otra florecen exuberantemente. Por un lado, los egipcios hacen del culto a la vida después de la muerte el leit motiv de sus creencias religiosas, al punto de que alrededor de ello se construye toda una cosmovisión. Por el otro, entre los judíos no se menciona ni siquiera una vez la existencia de una vida después del óbito, ausencia aún más extraña en tanto y en cuanto no sólo se trataba de un momento en la historia de la Humanidad para el cual esa inquietud era no sólo asaz común sino también un componente cultural ineludible, sino también porque nada hay en una religión monoteísta que entre en conflicto con el concepto de la sobrevivencia a la muerte, como lo demostraría milenios después el cristianismo. Mientras los egipcios se afanaban y competían entre sí para representar en arcilla, piedra, madera y cuanto material se cruzara en su camino el aspecto más fidedigno de sus dioses, los judíos enfrentaban la más rigurosa prohibición de representar plásticamente a cualquier ente vivo o imaginado.

            Pero a mi criterio hay una oposición más, quizás la más importante, que es crucial en nuestra interpretación: mientras la religión egipcia, en una práctica común a la época, se mostraba relativamente tolerante con otras creencias y otros dioses, incorporándolos llegado el caso a su propio horizonte espiritual o cuanto menos mostrándose poco severo con la continuidad de tales prácticas aun en países sojuzgados militarmente, la religión mosaica es el primer caso de intolerancia religiosa. Mientras los babilonios permitieron a los judíos continuar sus prácticas aun en tiempo de cautiverio, los judíos, ya en Canaán, pasaron a cuchillo a todo pueblo que no se arrodillaba ante Jehová. Resumiendo, tenemos entonces a un egipcio que elige exiliarse entre los judíos, dándoles su propia religión (o creencias religiosas) e imponiéndolas con una severidad rayana en el fanatismo, dando la impresión de no tolerar el menor atisbo de opinión disidente –como si eso resucitara algún fantasma de su pasado– mientras decide imperiosa, casi precipitadamente, abandonar su patria. Un egipcio que trasmite una enseñanza religiosa egipcia, sí, pero no “la” religión egipcia. Cuanto menos, no la comúnmente aceptada como tal.

            Pero sigamos a Freud: “…Durante la gloriosa dinastía XVIII, bajo cuya égida Egipto llegó a ser por primera vez una potencia mundial, ascendió al trono, por el año 1.375 a.J.C. un joven faraón que primero se llamó Amenhotep IV, como su padre fue el III, pero que más tarde cambió de nombre, y por cierto algo más que su nombre. Este rey se propuso imponer a sus egipcios una nueva religión, una religión contraria a sus tradiciones milenarias y a todas sus maneras familiares de vivir. Tratábase de un rígido monoteísmo, la primera tentativa de esta clase emprendida en la historia de la humanidad (nota del autor: yo no estoy de acuerdo con esta última afirmación, pero mejor dejémoslo para otra ocasión) en cuanto alcanzan nuestros conocimientos. Con la creencia de un dios único nació casi inevitablemente la intolerancia religiosa, extraña a los tiempos anteriores y también a largas épocas ulteriores (el resaltado es mío). Pero el reinado de Amenhotep sólo duró diecisiete años, y muy poco después de su muerte, ocurrida en 1358 a.C., la nueva religión ya había sido eliminada y proscripta la memoria del rey hereje.”

            Pero la cosa no puede resultar tan sencilla como la locura mesiánica o el delirio místico o idealista de un solitario. Nada nuevo hay bajo el Sol, y  todo lo nuevo es reminiscencia de condiciones o circunstancias que siempre encontraremos husmeando en el pasado. Y también los orígenes de este monoteísmo egipcio puede ser rastreado con anterioridad a Amenhotep IV. En la escuela sacerdotal del templo solar de On (Heliópolis, que es, por cierto, una toponimia griega posterior) se discutía desde tiempo atrás la representación de un dios universal destacándose más que lo ritual o escatológico, la faz ética de su esencia. Maat, la diosa de la Verdad y la Justicia, era hija del dios solar Ra, y ya durante el reinado de Amenhotep III, padre y antecesor del reformador, la adoración al dios solar alcanzó un apogeo que hace suponer el intento de cierta élite de hierofantes en eclipsar a Amon, el dios de Tebas, que se había tornado excesivamente poderoso. Se remozó entonces un antiquísimo nombre del dios solar, Aton o Atum, y el joven rey halló en esta concepción la posibilidad de gestar una nueva religión sin necesidad de partir de la nada, sólo plegándose a una facción ya existente. Y el gran salto hacia delante: abandonó su “nombre sagrado” anterior, para adoptar aquél tan odiado a su muerte que fue tratado de borrar de la historia pero, como el Ave Fénix, resurgiría para perpetuarlo en la inmortalidad: Akhenatón.

            Sin embargo, no perdamos de vista también que el mismo no fue sólo un “resucitador” de un culto decadente; en efecto, su acción fue mucho más profunda: cuando Akhenatón canta: “¡Oh, Tú, Dios único!. ¡No hay otro dios sino Tú!”, uno recueda al salmista y al profeta y su letanía de “Dios es Uno y es el dios de Israel”. En suma, su carácter de exclusividad.

            Pero todo tiene su tiempo y, en un momento aún discutido, Akhenatón murió y es reemplazado, esto nos dice la arqueología por su “yerno” Tutankhatón quien, ante la presión del clero rebelado, debió abandonar la ciudad que su suegro y predecesor había construido para desafiar a Tebas, Akhetatón (“el horizonte de Atón”, rápidamente sepultada bajo el olvido de las arenas de lo que se conoce como Tell-el-amarna) y regresar a Tebas, donde cambió su nombre por Tutankhamón. Pero muere a los dieciocho años, algunos suponen a consecuencia de las lesiones provocadas por una caída de caballo, y después de un tiempo oscuro de anarquía el caudillo militar Horemheb se hace con el poder.

            Tras este rápido racconto histórico, es interesante rescatar algunas características salientes de la religión de Atón:

Su carácter sobrio y racional. En flagrante contradicción con la ornamentada y sofisticada religión de Amón, la de Atón no sólo tenía un único dios, sino que su representación no podía ser más conceptual: un disco brillante (sólo asimilable al sol como símbolo, no como entidad en sí) cuyos rayos se estiran hasta transformarse en manos que acarician a los hombres.

Ninguna referencia tanatológica. Ni Osiris, ni el culto a los muertos, ni la vida en el más allá es comentada por sus exegetas, de una forma que resultaría harto violenta, como antítesis, a los numerosos cultores de la religión popular. Más chocante resulta analizar el hecho de que una religión monoteísta en nada se contrapone (y es perfectamente compatible) con una creencia en el reino de los muertos. Pero si la religión mosaica deviene de la de Akhenatón esto adquiere otra dimensión, porque es evidente que el faraón hereje necesitaba borrar toda referencia al culto de los muertos ya que su dios, Osiris, era tremendamente idolatrado por todos los niveles sociales al punto de que a sus enseñanzas se supeditaban todas las actividades humanas, constituyéndose de esta manera en el principal opositor de las reformas que Akhenatón quería inculcar.

Parentescos lingüísticos. Aunque los fonemas egipcios y hebreos no suenan ni siquiera similares, uno no puede menos que pensar en la profesión de fe judía: “Shema Jisroel Adonai Elohenu Adonai Ejod”. El parentesco entre Aton y Adonai (¿y por qué no con el dios sirio –luego griego– Adonis?) es demasiado evidente como para no suponer que puede traducirse aquélla así: “Oye, Israel, nuestro dios Aton (Adonai) es un dios único”.

La circuncisión. El “padre de la historia”, Herodoto, nos cuenta que esta práctica existía en Egipto desde mucho tiempo atrás, y esto ha sido confirmado por los exámenes de momias y aun por las figuras murales de ciertas sepulturas. Pero ningún otro pueblo próximo al Mediterráneo, ni babilonios, ni sumerios, ni semitas eran circuncisos. Ahora bien, si los egipcios practicaban asiduamente la circuncisión y Moisés no fuera egipcio: ¿qué sentido tendría darle a su pueblo una práctica vergonzante que recordaría sus tiempos de esclavitud?. Pero si Moisés (y sus inmediatos seguidores) sí fuera egipcio, sería algo absolutamente natural y cotidiano en sus vidas, sin trascendencia ni implicancias represivas.

Las actitudes de Moisés. Muchas de sus acciones según se describen en las Escrituras, comprensibles para un judío, suenan inconcebibles para un egipcio. Pero si a este egipcio lo ubicamos en el marco psicohistórico de Akhenatón y su religión, se transforma en algo inevitable. Partamos de la premisa, entonces, de que Akhenatón tenía entre sus íntimos a un hombre con dotes de líder, llamado, quizás Thoth-mose. En realidad su verdadero nombre no importa, sí que en el mismo figuraba la expresión “mose” que finalmente le queda como apodo. Un hombre encumbrado y de alcurnia, seguramente familiar en algún grado del faraón (ya que el mito afirma que era “de la casa real”). Consciente de sus grandes dotes, ambicioso y emprendedor, quizás soñaba con dirigir algún día al reino. Pero no era de sangre real, sólo un afortunado matrimonio podría llevarlo a esa posición. Mientras tanto, muy estrechamente vinculado al faraón y decidido prosélito del nuevo culto, posiblemente gobernador de aquella provincia limítrofe, Gosen, en la que desde hacía mucho tiempo ha se habían radicado tribus semitas.

            Pero muere Akhenatón. Cae Tell-el-Amarna. Y moisés decide huir (seguramente su vida estaba en peligro, tal vez ya había perdido a sus seres más queridos) y, antes de hacerlo, forjó el plan de fundar un nuevo imperio, con un pueblo al que pudiera darle la religión ahora desdeñada en Egipto. Y eligió para ellos a las tribus que él ya había gobernado y con las cuales mantenía una excelente relación, que fácil y tácitamente le aceptarían como líder: los “habbiru” –de donde derivó la expresión “hebreos”– Y en algún momento entre 1358 y 1350 A.C. (cuando Horemheb se encumbra) comienza el Éxodo. Frente a un faraón que no era ni Akhenatón ni Tutankhamón, quizás algún capitanejo tergiversado por la fuertemente emocional pero poco rigurosa historicidad de las Escrituras. O dos “capitanejos-pseudofaraones” distintos, con nombres perdidos en estos años de confusión y barbarie: así se explica claramente que “el” faraón primero le permita salir de Egipto (en verdad, casi se lo ruega) y poco tiempo después se lance al frente de sus ejércitos para atraparle y castigarle como si las siete plagas, especialmente la muerte de los primogénitos (como el del propio faraón) ya no pesara en su conciencia… porque en realidad era el primogénito de otro.

            Un hombre que ha caído de su pedestal pero no ha claudicado sus ambiciones e ideales. Un hombre que transita un exilio interior antes de emprender un Éxodo exterior. No únicamente la pérdida de poder y dinero, sino algo más profundo y doloroso es lo que empuja a un hombre a “quemar sus naves” en semejante odisea. Y aquí es donde toma relevancia un personaje hasta ahora tangencial en esta historia: Tut-Ankh-Atón (“el que abre las puertas a Atón”) luego devenido Tut-Ankh-Amón.

La princesa Tutankhamón

            Según relata el egiptólogo Luis García Gallo (apoyado por el especialista Thomas Howing, ex director del Museo Metropolitano de Arte de  Nueva York, Lord Carnavon y Howard Carter, respectivamente mecenas y explorador que develaron en 1922 los secretos de la hasta hoy tumba mejor preservada, no fueron en realidad dos científicos aplicados a la investigación sino dos soberbios imperialistas desdeñosamente dedicados al pillaje. Cuando el 4 de noviembre fue hallada la tumba, los primeros en introducirse fueron el conde, su hija Ewelyn, Carter y el arqueólogo Gallender, cometiendo un primer acto ilegal, pues estaba claramente acordado que esto debía estar supervisado por un inspector del Servicio de Antigüedades egipcio. Esto tuvo una larga y lamentable seguidilla de “irregularidades” (para decirlo de una manera suave) donde Carnavon y Carter, con la soberbia de sentirse bajo el paraguas protector del imperialismo británico dominante en Oriente en ese entonces, discriminaron a los nativos, ninguno de los cuales pudo ni siquiera asomarse al lugar mientras que todo invitado extranjero sí lo hacía. A esto hay que sumarle los, lisa y llanamente, robos cometidos por Carnavon (en 1979 se encontraron, en cuartos hasta entonces secretos de su castillo inglés, importantísimas piezas de la tumba sacadas subrepticiamente de las tierras del Nilo) y verdaderas estafas, como sobrevaluaciones hechas por peritos egipcios –corrompidos por el dinero de Carnavon– de los tesoros que el Museo de el Cairo optaba por comprar a los descubridores, en una operación que le insumió a los egipcios 256.305 dólares de 1922, aproximadamente cuatro millones de dólares de hoy. En esas fechas, Carter, por su intervención en el negocio, cobró cuarenta mil dólares de entonces (algo así como seiscientos cincuenta mil dólares actuales). Buen negocio esta arqueología.

            Damos estos datos no porque nos interese el cotillón académico, sino para refrendar nuestro convencimiento de lo poco metodológico de la investigación y la poca fiabilidad de los registros allí obtenidos, amén de que –de acuerdo a la cultura machista post-victoriana– si se difundía que la momia correspondía a una mujer, la mentalidad de la época le restaría valor. Además, entre tanta rapiña e idas y venidas, buena parte de las evidencias determinantes pudieron haberse esfumado. ¿Pero en qué se basa la convicción de muchos científicos de que Touth-Ankh-Amen (su verdadero, deliberadamente ambiguo nombre, porque la fonética “tutankamón” tan masculina ella, es completamente aleatoria) era mujer?.

En las siguientes pruebas:

En la famosa máscara funeraria, corona su frente la efigie de un buitre, símbolo de la diosa Isis. No existe ninguna imagen masculina con este tocado en toda la iconografía egipcia.

La observación objetiva de los rasgos de la sin duda muy fiel mascarilla funeraria corresponden mas bien a una mujer de ciertas características etíopes.

El propio Howard Carter, en la página 156 del segundo volumen del libro que escribió con A. C. Mace, dice: “No era visible el pelo del pubis, ni tampoco podía decirse si se le había hecho la circuncisión, pero el falo lo tenía suelto, fajado independientemente y retenido en itifálica posición a través del perineo por medio de vendajes”. Y escribe García Gallo: “Si esto fuera cierto, se deduce que cuando fue embalsamado el cadáver, el miembro viril no estaba incorporado al cuerpo y que, de haberlo estado, sería una hipótesis absurda suponer que al cadáver se le hizo la ablación del pene y después de fajarlo itifálicamente (erecto) se lo trasladó a la zona perineal. Era evidente que tal manipulación obedecía a una ceremonia practicada en las exequias de los cadáveres femeninos, ya que es difícil admitir el supuesto de que un varón difunto sea presentado en el más allá con su sexo en posición generadora. Sin duda alguna, se trata de un simulacro del órgano viril añadido al cadáver en cumplimiento de un rito funerario consistente en incluir dentro de los cuerpos de las mujeres fallecidas simulacros simbólicos del falo osiríaco –símbolo de la simiente humana– al contrario de los cadáveres masculinos a los que se les hacía acompañar por placentas, símbolos éstos de la maternidad de la diosa Isis”.

Dos cadáveres momificados de niños en sendos sarcófagos fueron hallados en el pequeño almacén anexo a la cámara mortuoria, sarcófagos de idéntica factura regia a la que contenía la princesa. Según el examen anatómico-forense, se trataba de dos niños muertos a los seis o siete meses del parto. Mientras que uno de ellos mostraba el cuerpo completo, al otro le faltaba la parte inferior, como si se hubiera destrozado al ser extraído del seno materno. El hecho de que estos pequeños compartan el mismo ámbito mortuorio, demuestra la intimidad que les unía a la princesa.

La cabeza de la momia se encontraba rapada al ras, situación muy peculiar y nada parecido a ninguna otra momia real. Pero adquiere sentido cuando al leer a Herodoto (otra vez) encontramos este párrafo: “Cuando en una casa muere el gato, los dueños, en señal de duelo, se rasuran las cejas, pero cuando muere el perro, entonces tienen que rasurarse todo el cuerpo y la cabeza”. Si por la muerte de una mascota se imponía semejante señal de duelo, cuánto más no sería así a la muerte de dos niños nonatos. De lo que se desprende que la persona hallada en esta tumba fue madre y sobrevivió algún tiempo a sus dos hijos muertos después de un difícil parto, mostrando su propio desconsuelo con la mortificación de hacerse rasurar la cabeza y el pubis antes de reunirse con ellos en el más allá.

Dos extraños cuchillos fueron encontrados entre los vendajes que fajaban a la momia: uno de ellos, con el mango de oro y la hoja de fino hierro, estaba colocado a lo largo de su muslo derecho, y el otro, de mango y hoja de oro, cruzando el bajo vientre. La posición tan insólita de este segundo cuchillo sugiere que bien pudo haber servido de bisturí en una operación cesárea de fatal resultado, de la que los niños nacieron muertos.

Finalmente, los sarcófagos, antes de apoyarse sobre el piso de granito, reposan sobre una cama de madera decorada con dos cabezas de leonas, lo que recuerda un relieve existente en el templo de Luxor en el que está representado el nacimiento de un niño de la casa real sobre una cama de parecido decorado. En esos tiempos existía la creencia –sin aval científico– de que la hembra del león da a luz una sola vez, de allí que este animal se asociara a la mujer que da a luz una sola vez en su vida.

            Esta mujer, entonces, muere en dramáticas circunstancias. No quedan, sin embargo, ni los más leves registros de su consorte. Y no los hay porque este debe haber sido desclasado –aprovechando sus enemigos la confusión que siguió al dolor por la pérdida de sus seres queridos– empujándolo al exilio en esos años turbulentos. Y sería demasiada casualidad que un personaje “X”, tan importante en las sombras, desaparezca en el mismo período en que, un poco compulsivamente, se introduce otro de dudosos orígenes en el mismo marco político. Un funcionario allegado a Akhenatón y marido de la princesa Touth-Ankh-Amen sale de escena. Moisés, transmisor –no legislador– de una religión claramente “akhenatonista”, simultáneamente, ingresa a ella. Insisto. Demasiada casualidad.

            Entre las numerosas críticas que pueden ocurrírsele al lector, seguramente estará aquella, ateniéndose a los relatos bíblicos, que nos habla de la huída de Moisés de Egipto después de matar a un cuidador, sus años de pastor en las montañas como yerno de Yethro, su regreso a Egipto para predicar. Personalmente creo que hubo dos Moisés. Y que la historiografía judía, posteriormente, voluntaria o involuntariamente, los fusionó en uno solo. Pero de eso hablaremos en otro artículo.

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