Flora de la tierra media

Olvar (Plantas)

Flor Alfarin

Una de las muchas canciones tristes que cantaban los elfos grises de la Tierra Media hablaba de una planta llamada alfirin. Sus flores eran como campanas doradas y crecía en la verde llanura de Lebennin, cerca del delta del Anduin, el Gran Río. Verlas en los campos, mientras soplaba la brisa marina, estremecía los corazones de los eldar y despertaba el anhelo por el mar que empujaba a estos Hijos de las Estrellas hacia el oeste, pasando el Belegaer, el Gran Mar, hasta llegar a donde habitaban sus hermanos inmortales. En las mentes de los elfos, las alfirin eran como las grandes campanas de oro de Valinor, que siempre repicaban en las Tierras Imperecederas, pero en miniatura.

Flor Elanor

En la Tercera Edad del Sol, en el país de Lothlórien, crecía una hermosa flor invernal. Se llamaba elanor, que significa «sol estelar», y su flor tenía forma de estrella y era dorada. Las historias de la Tierra Media relacionan la elanor con la «Historia de Aragorn y Arwen». Tanto elanor, la Estrella Dorada, como niphredil, la Estrella Blanca, crecían en mayor abundancia en Cerin Amroth, la colina en la que Aragorn, el señor mortal de los dúnedain, y Arwen Undómiel, la hija de Elrond Medio elfo, se prometieron amor eterno. Arwen aceptó seguir el destino de la raza de los hombres mortales y, tras la Guerra del Anillo, Aragorn y Arwen se casaron. Aunque su vida fue feliz, poco después de que Aragorn murió, Arwen también falleció, y escogió la colina de Cerin Amroth como lugar de su último descanso.

Flor Lissuin

Muchas de las flores más hermosas de la Tierra Media fueron llevadas como regalo a los mortales por los elfos desde las Tierras Imperecederas. Tal era el caso de la flor de dulce fragancia llamada lissuin, ya que las historias de Númenor cuentan que los elfos de Tol Eressëa llevaron la flor lissuin y la flor dorada en forma de estrella, elanor, a las tierras de los mortales. Las dos flores -una debido a su fragancia, la otra por su color- se tejían en guirnaldas y se llevaban como coronas durante las fiestas de boda.

Flor Mallos

En los campos de Lebennin, cerca del delta del río Anduin, crecían las flores que los elfos grises llamaban mallos, la «nieve de oro». Sus capullos eran hermosos y nunca se agostaban, y en las canciones de los elfos se los comparaba con las campanas doradas que llamaban a los elfos para partir por el Mar Occidental.

Flor Niphredil

A finales de la Segunda Edad de las Estrellas, nació la niña más hermosa que jamás vio el mundo, hija de Melian la Maia y Thingol, rey de los sindar. Nació en los bosques de Neldoreth, en Beleriand, y se le dio el nombre de Lúthien. Entonces llegó a los bosques la flor blanca niphredil para saludar la llegada de la hermosa Lúthien. Se decía de esta flor que era una estrella de la Tierra, al igual que lo era aquella hija única nacida de la unión de un eldar y una Maia. En la Tercera Edad del Sol, la flor blanca seguía creciendo en el Bosque Dorado de Lothlórien, donde prosperó, mezclada con la flor dorada elanor. Y allí llegó la doncella élfica más bella de esa edad. Era Arwen Undómiel, y ella, como Lúthien, compartió el mismo destino de un trágico amor por un mortal, y en aquel bosque Arwen juró su amor a Aragorn, el dúnadan. Años más tarde, eligió ese mismo bosque para morir sobre un lecho de aquellas flores blancas y doradas.

Flor Simbelmynë

Cerca de Edoras y del Castillo de Oro de los reyes de la Marca, se alzaban los grandes túmulos funerarios de los reyes que gobernaron Rohan. A finales de la Tercera Edad, las tumbas estaban dispuestas en dos hileras: una de nueve tumbas para los reyes del primer linaje, la otra de ocho para los del segundo. En estas tumbas crecían las flores blancas llamadas simbelmynë, que en la lengua común de los hombres es «nomeolvides», y que los elfos llaman uilos. Florecen en todas las estaciones y, como los brillantes ojos de los elfos, siempre centellean con luz estelar.

Planta Athelas

Desde el país de los númenóreanos llegó a la Tierra Media una hierba que tenía mágicos poderes curativos. Esta hierba recibía el nombre de asëa aranion en la lengua de los Altos elfos, la «hoja de los reyes», debido a sus poderes especiales. Los libros élficos se refieren a ella más comúnmente con su nombre sindarin: athelas; en la lengua común de los hombres, el oestron, se la llamaba «hojas de reyes».

Planta Galenas

En el país de Númenor crecía la hierba de hoja ancha llamada galenas, que era apreciada por la fragancia de sus flores. Antes de que ese país fuera engullido por el Mar Occidental, los marineros de Númenor la llevaron a la Tierra Media, y allí creció en abundancia en las cercanías de los asentamientos de los descendientes de los númenóreanos. Los hobbits cogían las anchas hojas de las galenas, las secaban y las cortaban. Luego las encendían en pipas de larga caña. Ésta era la hierba nicotiana, más tarde conocida en la Tierra Media como hierba para pipa. La fumaban corrientemente los hobbits, los hombres y los enanos, y todos encontraban una gran satisfacción en ello.

Planta del Cadalso

En las regiones pantanosas de la Tierra Media crecía la hierba del cadalso. En las leyendas de los hobbits se nombra a esta hierba trepadora que se aferraba a los árboles, pero no se habla de sus propiedades, porque pocos fueron los que consiguieron regresar tras penetrar en las encantadas tierras cenagosas.

Planta Seregon

En la antigua Beleriand había una colina rocosa llamada Amon Rûdh, la «colina pelada», en la que se encontraban excavadas las últimas cavernas de los Enanos Mezquinos. Sobre aquella colina no crecía nada, excepto la resistente planta seregon. En élfico, su nombre significa «piedra sangrienta» porque, cuando la planta florece, sus pétalos de un rojo oscuro hacen que parezca que la cima de piedras esté cubierta de sangre. Esta visión resultó ser profética, porque los renegados de Túrin hallaron la muerte en la cima de esta colina, y el último de los Enanos Mezquinos también murió en las cavernas del interior de la colina.

Planta de Mordor

En la Tierra Negra de Mordor estaba Gorgoroth, donde se albergaban el crisol y la forja del Señor de los Anillos, Sauron. Se decía que nada crecía en aquel suelo envenenado, pero en ningún otro lugar de la Tierra Media crecían las zarzas tan grandes y feroces. Las zarzas de Mordor eran horribles, con espinas de hasta treinta centímetros de longitud afiladas como dagas de orcos, y se extendían por la región como si fueran rollos de alambre de acero

Olvar (Arboles)

Arboles de los Valar

Cuando Melkor destruyó las Lámparas de los Valar, que habían iluminado el mundo, los Valar abandonaron la Tierra Media y fueron a las Tierras Imperecederas. Allí establecieron un segundo reino, al que llamaron Valinor, y Yavanna, la Dadora de Frutos, se sentó en el verde montículo de Ezellohar, próximo a la dorada puerta occidental de Valimar, y cantó, mientras que los Valar permanecían sentados en sus tronos del Anillo del Juicio, y Nienna la Plañidera bañaba en silencio la tierra con sus lágrimas. Se cuenta que primero surgió un árbol de plata y luego un árbol de oro: resplandecientes de brillante luz, crecieron hasta ser tan altos como montañas. Telperion era el mayor de estos árboles y tenía hojas de verde oscuro y brillante plata. En sus ramas había multitud de flores plateadas de las que caía un rocío argentífero. En alabanza, se llamaba también a Telperion Ninquelótë y Silpion. Laurelin, el más joven de los Árboles de los Valar, era la «canción dorada». Sus hojas estaban perfiladas de oro, pero eran de un verde claro; sus flores eran como trompetas y llamas doradas, y de sus ramas caía una lluvia de luz dorada. En alabanza, Laurelin era llamado también Culúrien y Malinalda, el «árbol dorado». Así fue que estos dos árboles crecieron en las Tierras Imperecederas e iluminaron la región con oro y plata. A partir del ritmo de los Árboles de los Valar comenzó la Cuenta del Tiempo, porque antes no se había medido el Tiempo, y así comenzaron los días y años de los Árboles, que duraron muchas largas edades -mucho más tiempo que los años de las Estrellas y del Sol. La Luz de los Árboles gemelos en las Tierras Imperecederas era eterna, y quienes vivían bajo ella se veían ennoblecidos y llenos de gran sabiduría. Pero, transcurrido un tiempo, Varda, quien excavó pozos a los pies de los Árboles para recoger los rocíos de Luz, cogió la luz plateada de Telperion y subió a la bóveda celeste y volvió a alumbrar a las débiles estrellas. Las hizo más brillantes y los siervos malignos de Melkor en la Tierra Media se amedrentaron. Bajo esta Luz de las Estrellas aparecieron los elfos. Aunque la vida de los Árboles de los Valar fue larga, Melkor hizo un pacto con Ungoliant, la Gran Araña, y los Árboles fueron quemados con llamas de hechicería, y se les extrajo la savia de su vida. Su Luz fue extinguida y no quedaron más que los tocones y raíces, ennegrecidos y emponzoñados. Apenados, los Valar se acercaron a los Árboles y de sus restos carbonizados surgió un único fruto dorado y una única flor de plata. Se los llamó Anar, el Fuego Dorado, e Isil, la Refulgente. Aulë el Herrero fabricó unas grandes linternas alrededor de estas radiantes luces para que no se apagaran, Manwë las santificó y Varda las elevó a los cielos y las colocó en una trayectoria sobre las tierras de Arda. Así, estos pequeños fragmentos de la Luz viva de los Árboles de los Valar llegaron al mundo y se los llamó el Sol y la Luna. Pero los Árboles no sólo permanecieron en ellos en el mundo, sino que Yavanna hizo la especie de árboles Garathilion a imagen y semejanza de Telperion, aunque de ellos no emanaba luz. Entregó este tipo de árbol a los elfos de Tirion, quienes lo llamaron el Árbol Blanco de los eldar. Uno de dichos árboles fue Celeborn, que floreció en Tol Eressëa y que produjo la plántula que los elfos dieron a los hombres de Númenor. La plántula se convirtió en el árbol llamado Nimloth el Hermoso, el Árbol Blanco de Númenor, que creció en el palacio real hasta que el rey Ar-Pharazôn lo destruyó. Pero un príncipe llamado Elendil el Alto cogió un esqueje de Nimloth y lo llevó a la Tierra Media. Su hijo plantó primero el fruto de Nimloth en Minas Ithil, en Gondor, y hasta la Cuarta Edad del Sol florecieron los Árboles Blancos de Gondor. Aunque en tres ocasiones pereció un Árbol Blanco, debido a la guerra o la plaga, siempre se encontró un esqueje y el linaje nunca se extinguió. Estos Árboles Blancos eran un nexo viviente con el pasado más remoto de las Tierras Imperecederas, y eran signo de la nobleza, la sabiduría y la bondad de los Valar llegadas a los hombres mortales.

Arboles Brethil

En la desaparecida región de Beleriand hubo una vez grandes bosques de abedules. En la lengua sindarin de los elfos grises, los árboles de estos bosques recibían el nombre de «brethil».

Arboles Culumalda

En el reino de Gondor se encontraba la isla de Cair Andros que, como una nave anclada, descansaba en el río Anduin. En esta isla crecían los más hermosos árboles de Ithilien. Se los llamaba culumalda, que significa «rojo dorado», porque ése era el tono de su follaje.

Arboles Lairelosse

En el reino perdido de Númenor, en las regiones occidentales y boscosas de Andustar, existía una zona tan llena de una multitud de árboles perfumados de hoja perenne que recibía el nombre de Nísimaldar, o tierra de «los árboles de la fragancia». Entre los muchos árboles que allí crecían, se encontraba uno de hoja perenne y flores perfumadas llamado lairelossë, que significa «blanco de nieve estival», que fue llevado a Númenor por los elfos de Tol Eressëa.

Arboles Laurinque

En Hyarrostar, la región suroccidental de Númenor, floreció en otros tiempos el árbol de flores doradas llamado laurinquë. Sus flores colgaban en largos racimos y eran altamente apreciadas por su gran belleza. También su madera era muy valorada por los númenóreanos, puesto que era un excelente material de construcción para sus barcos.

Arboles Mallorn

En las orillas del Cauce de Plata, que discurría al este de las Montañas Nubladas, se encontraba una región boscosa en la que crecían los árboles más altos y hermosos de la Tierra Media. Eran los árboles mallorn, que tenían una corteza plateada y flores doradas, y que de otoño a primavera tenían las hojas también de un tono dorado. En la Tercera Edad del Sol esta región recibió el nombre de Bosque Dorado y Lothlórien, «la tierra de las flores de ensueño». Este bosque de árboles mallorn se convirtió en un refugio seguro contra las criaturas malignas gracias a los poderes de los elfos, por lo que los árboles prosperaron y crecieron como no lo hacían en ningún otro lugar de la Tierra Media. Allí vivían los galadhrim, los elfos del reino del rey Celeborn y la reina Galadriel. Y al abrigo de las ramas de los mallorn, donde los troncos se abrían cerca de la copa, los galadhrim construyeron sus moradas que se llamaban telain o flets. En verdad era un reino arbóreo, y allí resplandecía un dorado brillo de poder élfico como en ningún otro lugar en dicha edad.

Arboles Nessamelda

Uno de los muchos y variados árboles aromáticos de hoja perenne llevados desde Tol Eressëa a la tierra de Númenor por los elfos del mar durante la Segunda Edad del Sol fue el nessamelda. Era éste el «árbol de Nessa», la diosa Vala danzante de los bosques, hermana de Oromë el Cazador, que era más abundante en la región de Númenor llamada Nísimaldar, la tierra de los «árboles fragantes».

Arboles Neldoreth

Entre los árboles más queridos de la Tierra Media se encontraba el que los elfos llamaban neldoreth, pero que los hombres conocían como haya. Según las historias de la desaparecida Beleriand, las grandes estancias de Menegroth, las Mil Cavernas poseían columnas talladas a imagen y semejanza de las hayas que crecían en el bosque de Neldoreth. Y los elfos apreciaban aún más al neldoreth porque se asemejaba a Laurelin, el Árbol Dorado de los Valar. El haya de triple tronco de Doriath, llamada Hírilorn, fue el neldoreth de mayor tamaño que creció en la Tierra Media, y en ella se construyó la casa protegida de Lúthien.

Arboles Oiolaire

Entre los reyes marinos númenóreanos existía la costumbre de bendecir a un barco para que tuviera un viaje y un regreso seguros. Esto se hacía cortando una rama del árbol aromático sagrado llamado oiolairë, que se colocaba en la proa del barco. Esta «verde rama del regreso» era una ofrenda a Ossë, el Señor de las Olas, y a Uinen, la Señora de las Calmas. El nombre del oiolairë, un regalo hecho a los númenóreanos por los elfos de Tol Eressëa, significa «verano eterno».

Arboles Region

Entre los árboles de la Tierra Media, había uno al que los elfos llamaban region y que los hombres conocían como acebo. Una parte del reino de los sindar recibió su nombre de este árbol. Era la zona de densos bosques de Beleriand Oriental que se encontraba dentro del reino de Doriath. El region estaba muy extendido en la Tierra Media, pero en pocos sitios se daba de manera realmente lujuriante. Una de las zonas en las que era más conocido era en Eregion, que significa «país del acebo». Los Herreros elfos vivieron allí en la Segunda Edad del Sol, y fue allí donde se forjaron los imponentes Anillos de Poder.

Arboles Taniquelasse

Entre los muchos y hermosos árboles aromáticos de hoja perenne que los elfos de Tol Eressëa llevaron como regalo y bendición a Númenor, había uno de nombre taniquelassë. La flor, hoja y corteza de este árbol eran muy apreciadas por los númenóreanos debido a su dulce fragancia. Su nombre sugiere que el árbol tuvo su origen en las laderas del Taniquetil, la Montaña Sagrada de Manwë, que era la cima más alta de las Tierras Imperecederas.

Arboles Tasarion

Entre los árboles más antiguos se contaba el que los primeros elfos llamaron tasarion. Los tasarion eran árboles fuertes y de larga vida, y en las Edades de las Estrellas el principal bosque de estos árboles en la Tierra Media se encontraba en el Nan-tasarion, el «valle de los tasarion», en Beleriand. Desde entonces, los tasarion han sobrevivido a todos los cambios del mundo, y ahora los hombres los llaman sauces.

Arboles Vardarianna

El país de Númenor fue bendecido en sus principios con los regalos de los Valar y los eldar. Entre los regalos de los elfos estaban los muchos árboles de hoja perenne y aromáticos llevados a Númenor por los elfos del mar, o teleri, desde la isla solitaria de Tol Eressëa. Eran muy apreciados por el celestial perfume de sus flores, hojas, cortezas y madera. Entre estos árboles se encontraba el vardarianna, que, como su nombre implica, era un árbol «amado por Varda», la Reina de los Cielos.

Arboles Yavannamire

Recién creado Númenor, los elfos de Tol Eressëa llegaron en sus barcos cargados de regalos. Entre los más hermosos de dichos presentes se encontraban los muchos árboles aromáticos de hoja perenne que daban flores y frutos en las Tierras Imperecederas. En Númenor crecieron bosques de estos maravillosos árboles perfumados. Entre los más hermosos se contaba el yavannamirë, bautizado en honor de Yavanna, la Reina valariana de la Tierra. El nombre significa «joya de Yavanna» y, además de su aromática madera, corteza y hoja perenne, el árbol producía un fruto escarlata, redondo y suculento.

En la tierra media hay una gran diversidad de Flora, dividida en cuatro grandes grupos:

Ucornos, Entre los olvar más antiguos que habitaban en Arda se encontraban los árboles de los grandes bosques. Durante muchas edades crecieron tranquilamente, pero en la Tierra Media, al iniciarse las Edades de las Estrellas, aparecieron entre los árboles grandes espíritus, llamados ents, los Pastores de Árboles. Estos protectores aparecieron porque en aquel momento llegaron al mundo muchas otras razas y Yavanna temía que los bosques fueran destruidos. Con el tiempo, algunos ents se convirtieron en algo parecido a árboles, y algunos de los antiguos árboles se hicieron un poco más parecidos a los ents, capaces de ciertos movimientos. Al igual que los ents, aprendieron a hablar. Ya fueran ents o árboles en un principio, al llegar la Tercera Edad existía una raza distinta de estas dos, la de los ucornos. En su mayoría, los ucornos se alzaban como árboles oscuros en lo más profundo de los bosques, retorcidos e inmóviles, pero siempre atentos y vigilantes. Cuando se desataba su ira, se movían rápidamente, como envueltos en sombras, y caían sobre sus enemigos con una fuerza sin compasión. La historia de la Guerra del Anillo cuenta que los ucornos, junto a los ents, marcharon sobre Isengard como un gran bosque y, bajo la dirección de los ents de Fangorn, exterminaron a toda la legión orca en la Batalla de Cuernavilla. Los ucornos eran muy antiguos y muy melancólicos, y algunos tenían el corazón corrupto y estaban podridos. Uno de estos espíritus arbóreos con sentidos habitó en el Bosque Viejo, a orillas del Tornasauce. Era el Hombre-Sauce, a quien algunos llamaban Viejo Hombre-Sauce. El Bosque Viejo no era más que un resto del bosque más antiguo de la Tierra Media, y el Viejo Hombre-Sauce estaba decidido a impedir que se abrieran más caminos en sus dominios. Mantenía todo el Bosque Viejo sometido a un encantamiento mediante el poder de su canto y atraía a todos los viajeros hacia sí, para acabar con ellos gracias a sus raíces y ramas, móviles y ágiles.
Flores:

Alfirin,Una de las muchas canciones tristes que cantaban los elfos grises de la Tierra Media hablaba de una planta llamada alfirin. Sus flores eran como campanas doradas y crecía en la verde llanura de Lebennin, cerca del delta del Anduin, el Gran Río. Verlas en los campos, mientras soplaba la brisa marina, estremecía los corazones de los eldar y despertaba el anhelo por el mar que empujaba a estos Hijos de las Estrellas hacia el oeste, pasando el Belegaer, el Gran Mar, hasta llegar a donde habitaban sus hermanos inmortales. En las mentes de los elfos, las alfirin eran como las grandes campanas de oro de Valinor, que siempre repicaban en las Tierras Imperecederas, pero en miniatura.

Elanor, En la Tercera Edad del Sol, en el país de Lothlórien, crecía una hermosa flor invernal. Se llamaba elanor, que significa «sol estelar», y su flor tenía forma de estrella y era dorada. Las historias de la Tierra Media relacionan la elanor con la «Historia de Aragorn y Arwen». Tanto elanor, la Estrella Dorada, como niphredil, la Estrella Blanca, crecían en mayor abundancia en Cerin Amroth, la colina en la que Aragorn, el señor mortal de los dúnedain, y Arwen Undómiel, la hija de Elrond Medio elfo, se prometieron amor eterno. Arwen aceptó seguir el destino de la raza de los hombres mortales y, tras la Guerra del Anillo, Aragorn y Arwen se casaron. Aunque su vida fue feliz, poco después de que Aragorn murió, Arwen también falleció, y escogió la colina de Cerin Amroth como lugar de su último descanso.

Lissuin, Muchas de las flores más hermosas de la Tierra Media fueron llevadas como regalo a los mortales por los elfos desde las Tierras Imperecederas. Tal era el caso de la flor de dulce fragancia llamada lissuin, ya que las historias de Númenor cuentan que los elfos de Tol Eressëa llevaron la flor lissuin y la flor dorada en forma de estrella, elanor, a las tierras de los mortales. Las dos flores -una debido a su fragancia, la otra por su color- se tejían en guirnaldas y se llevaban como coronas durante las fiestas de boda.

Mallos, En los campos de Lebennin, cerca del delta del río Anduin, crecían las flores que los elfos grises llamaban mallos, la «nieve de oro». Sus capullos eran hermosos y nunca se agostaban, y en las canciones de los elfos se los comparaba con las campanas doradas que llamaban a los elfos para partir por el Mar Occidental.

Niphredil, A finales de la Segunda Edad de las Estrellas, nació la niña más hermosa que jamás vio el mundo, hija de Melian la Maia y Thingol, rey de los sindar. Nació en los bosques de Neldoreth, en Beleriand, y se le dio el nombre de Lúthien. Entonces llegó a los bosques la flor blanca niphredil para saludar la llegada de la hermosa Lúthien. Se decía de esta flor que era una estrella de la Tierra, al igual que lo era aquella hija única nacida de la unión de un eldar y una Maia. En la Tercera Edad del Sol, la flor blanca seguía creciendo en el Bosque Dorado de Lothlórien, donde prosperó, mezclada con la flor dorada elanor. Y allí llegó la doncella élfica más bella de esa edad. Era Arwen Undómiel, y ella, como Lúthien, compartió el mismo destino de un trágico amor por un mortal, y en aquel bosque Arwen juró su amor a Aragorn, el dúnadan. Años más tarde, eligió ese mismo bosque para morir sobre un lecho de aquellas flores blancas y doradas.

Simbelmynë, Cerca de Edoras y del Castillo de Oro de los reyes de la Marca, se alzaban los grandes túmulos funerarios de los reyes que gobernaron Rohan. A finales de la Tercera Edad, las tumbas estaban dispuestas en dos hileras: una de nueve tumbas para los reyes del primer linaje, la otra de ocho para los del segundo. En estas tumbas crecían las flores blancas llamadas simbelmynë, que en la lengua común de los hombres es «nomeolvides», y que los elfos llaman uilos. Florecen en todas las estaciones y, como los brillantes ojos de los elfos, siempre centellean con luz estelar.
Plantas:

Athelas, Asëa aranion hoja de reyes, Desde el país de los númenóreanos llegó a la Tierra Media una hierba que tenía mágicos poderes curativos. Esta hierba recibía el nombre de asëa aranion en la lengua de los Altos elfos, la «hoja de los reyes», debido a sus poderes especiales. Los libros élficos se refieren a ella más comúnmente con su nombre sindarin: athelas; en la lengua común de los hombres, el oestron, se la llamaba «hojas de reyes».

Galenas o hierva para pipa, En el país de Númenor crecía la hierba de hoja ancha llamada galenas, que era apreciada por la fragancia de sus flores. Antes de que ese país fuera engullido por el Mar Occidental, los marineros de Númenor la llevaron a la Tierra Media, y allí creció en abundancia en las cercanías de los asentamientos de los descendientes de los númenóreanos. Los hobbits cogían las anchas hojas de las galenas, las secaban y las cortaban. Luego las encendían en pipas de larga caña. Ésta era la hierba nicotiana, más tarde conocida en la Tierra Media como hierba para pipa. La fumaban corrientemente los hobbits, los hombres y los enanos, y todos encontraban una gran satisfacción en ello.

Hierba del cadalso, En las regiones pantanosas de la Tierra Media crecía la hierba del cadalso. En las leyendas de los hobbits se nombra a esta hierba trepadora que se aferraba a los árboles, pero no se habla de sus propiedades, porque pocos fueron los que consiguieron regresar tras penetrar en las encantadas tierras cenagosas.

Seregon, En la antigua Beleriand había una colina rocosa llamada Amon Rûdh, la «colina pelada», en la que se encontraban excavadas las últimas cavernas de los Enanos Mezquinos. Sobre aquella colina no crecía nada, excepto la resistente planta seregon. En élfico, su nombre significa «piedra sangrienta» porque, cuando la planta florece, sus pétalos de un rojo oscuro hacen que parezca que la cima de piedras esté cubierta de sangre. Esta visión resultó ser profética, porque los renegados de Túrin hallaron la muerte en la cima de esta colina, y el último de los Enanos Mezquinos también murió en las cavernas del interior de la colina.

Zarzas de Mordor, En la Tierra Negra de Mordor estaba Gorgoroth, donde se albergaban el crisol y la forja del Señor de los Anillos, Sauron. Se decía que nada crecía en aquel suelo envenenado, pero en ningún otro lugar de la Tierra Media crecían las zarzas tan grandes y feroces. Las zarzas de Mordor eran horribles, con espinas de hasta treinta centímetros de longitud afiladas como dagas de orcos, y se extendían por la región como si fueran rollos de alambre de acero.
Arboles:

Árboles de los Valar, Cuando Melkor destruyó las Lámparas de los Valar, que habían iluminado el mundo, los Valar abandonaron la Tierra Media y fueron a las Tierras Imperecederas. Allí establecieron un segundo reino, al que llamaron Valinor, y Yavanna, la Dadora de Frutos, se sentó en el verde montículo de Ezellohar, próximo a la dorada puerta occidental de Valimar, y cantó, mientras que los Valar permanecían sentados en sus tronos del Anillo del Juicio, y Nienna la Plañidera bañaba en silencio la tierra con sus lágrimas. Se cuenta que primero surgió un árbol de plata y luego un árbol de oro: resplandecientes de brillante luz, crecieron hasta ser tan altos como montañas. Telperion era el mayor de estos árboles y tenía hojas de verde oscuro y brillante plata. En sus ramas había multitud de flores plateadas de las que caía un rocío argentífero. En alabanza, se llamaba también a Telperion Ninquelótë y Silpion. Laurelin, el más joven de los Árboles de los Valar, era la «canción dorada». Sus hojas estaban perfiladas de oro, pero eran de un verde claro; sus flores eran como trompetas y llamas doradas, y de sus ramas caía una lluvia de luz dorada. En alabanza, Laurelin era llamado también Culúrien y Malinalda, el «árbol dorado». Así fue que estos dos árboles crecieron en las Tierras Imperecederas e iluminaron la región con oro y plata. A partir del ritmo de los Árboles de los Valar comenzó la Cuenta del Tiempo, porque antes no se había medido el Tiempo, y así comenzaron los días y años de los Árboles, que duraron muchas largas edades -mucho más tiempo que los años de las Estrellas y del Sol. La Luz de los Árboles gemelos en las Tierras Imperecederas era eterna, y quienes vivían bajo ella se veían ennoblecidos y llenos de gran sabiduría. Pero, transcurrido un tiempo, Varda, quien excavó pozos a los pies de los Árboles para recoger los rocíos de Luz, cogió la luz plateada de Telperion y subió a la bóveda celeste y volvió a alumbrar a las débiles estrellas. Las hizo más brillantes y los siervos malignos de Melkor en la Tierra Media se amedrentaron. Bajo esta Luz de las Estrellas aparecieron los elfos. Aunque la vida de los Árboles de los Valar fue larga, Melkor hizo un pacto con Ungoliant, la Gran Araña, y los Árboles fueron quemados con llamas de hechicería, y se les extrajo la savia de su vida. Su Luz fue extinguida y no quedaron más que los tocones y raíces, ennegrecidos y emponzoñados. Apenados, los Valar se acercaron a los Árboles y de sus restos carbonizados surgió un único fruto dorado y una única flor de plata. Se los llamó Anar, el Fuego Dorado, e Isil, la Refulgente. Aulë el Herrero fabricó unas grandes linternas alrededor de estas radiantes luces para que no se apagaran, Manwë las santificó y Varda las elevó a los cielos y las colocó en una trayectoria sobre las tierras de Arda. Así, estos pequeños fragmentos de la Luz viva de los Árboles de los Valar llegaron al mundo y se los llamó el Sol y la Luna. Pero los Árboles no sólo permanecieron en ellos en el mundo, sino que Yavanna hizo la especie de árboles Garathilion a imagen y semejanza de Telperion, aunque de ellos no emanaba luz. Entregó este tipo de árbol a los elfos de Tirion, quienes lo llamaron el Árbol Blanco de los eldar. Uno de dichos árboles fue Celeborn, que floreció en Tol Eressëa y que produjo la plántula que los elfos dieron a los hombres de Númenor. La plántula se convirtió en el árbol llamado Nimloth el Hermoso, el Árbol Blanco de Númenor, que creció en el palacio real hasta que el rey Ar-Pharazôn lo destruyó. Pero un príncipe llamado Elendil el Alto cogió un esqueje de Nimloth y lo llevó a la Tierra Media. Su hijo plantó primero el fruto de Nimloth en Minas Ithil, en Gondor, y hasta la Cuarta Edad del Sol florecieron los Árboles Blancos de Gondor. Aunque en tres ocasiones pereció un Árbol Blanco, debido a la guerra o la plaga, siempre se encontró un esqueje y el linaje nunca se extinguió. Estos Árboles Blancos eran un nexo viviente con el pasado más remoto de las Tierras Imperecederas, y eran signo de la nobleza, la sabiduría y la bondad de los Valar llegadas a los hombres mortales.

Brethil, En la desaparecida región de Beleriand hubo una vez grandes bosques de abedules. En la lengua sindarin de los elfos grises, los árboles de estos bosques recibían el nombre de «brethil».

Culumalda, En el reino de Gondor se encontraba la isla de Cair Andros que, como una nave anclada, descansaba en el río Anduin. En esta isla crecían los más hermosos árboles de Ithilien. Se los llamaba culumalda, que significa «rojo dorado», porque ése era el tono de su follaje.

Lairelossë, En el reino perdido de Númenor, en las regiones occidentales y boscosas de Andustar, existía una zona tan llena de una multitud de árboles perfumados de hoja perenne que recibía el nombre de Nísimaldar, o tierra de «los árboles de la fragancia». Entre los muchos árboles que allí crecían, se encontraba uno de hoja perenne y flores perfumadas llamado lairelossë, que significa «blanco de nieve estival», que fue llevado a Númenor por los elfos de Tol Eressëa.

Laurinquë, En Hyarrostar, la región suroccidental de Númenor, floreció en otros tiempos el árbol de flores doradas llamado laurinquë. Sus flores colgaban en largos racimos y eran altamente apreciadas por su gran belleza. También su madera era muy valorada por los númenóreanos, puesto que era un excelente material de construcción para sus barcos.

Mallorn, En las orillas del Cauce de Plata, que discurría al este de las Montañas Nubladas, se encontraba una región boscosa en la que crecían los árboles más altos y hermosos de la Tierra Media. Eran los árboles mallorn, que tenían una corteza plateada y flores doradas, y que de otoño a primavera tenían las hojas también de un tono dorado. En la Tercera Edad del Sol esta región recibió el nombre de Bosque Dorado y Lothlórien, «la tierra de las flores de ensueño». Este bosque de árboles mallorn se convirtió en un refugio seguro contra las criaturas malignas gracias a los poderes de los elfos, por lo que los árboles prosperaron y crecieron como no lo hacían en ningún otro lugar de la Tierra Media. Allí vivían los galadhrim, los elfos del reino del rey Celeborn y la reina Galadriel. Y al abrigo de las ramas de los mallorn, donde los troncos se abrían cerca de la copa, los galadhrim construyeron sus moradas que se llamaban telain o flets. En verdad era un reino arbóreo, y allí resplandecía un dorado brillo de poder élfico como en ningún otro lugar en dicha edad.

Nessamelda, Uno de los muchos y variados árboles aromáticos de hoja perenne llevados desde Tol Eressëa a la tierra de Númenor por los elfos del mar durante la Segunda Edad del Sol fue el nessamelda. Era éste el «árbol de Nessa», la diosa Vala danzante de los bosques, hermana de Oromë el Cazador, que era más abundante en la región de Númenor llamada Nísimaldar, la tierra de los «árboles fragantes».

Neldoreth, Entre los árboles más queridos de la Tierra Media se encontraba el que los elfos llamaban neldoreth, pero que los hombres conocían como haya. Según las historias de la desaparecida Beleriand, las grandes estancias de Menegroth, las Mil Cavernas poseían columnas talladas a imagen y semejanza de las hayas que crecían en el bosque de Neldoreth. Y los elfos apreciaban aún más al neldoreth porque se asemejaba a Laurelin, el Árbol Dorado de los Valar. El haya de triple tronco de Doriath, llamada Hírilorn, fue el neldoreth de mayor tamaño que creció en la Tierra Media, y en ella se construyó la casa protegida de Lúthien.

Oiolairë, Entre los reyes marinos númenóreanos existía la costumbre de bendecir a un barco para que tuviera un viaje y un regreso seguros. Esto se hacía cortando una rama del árbol aromático sagrado llamado oiolairë, que se colocaba en la proa del barco. Esta «verde rama del regreso» era una ofrenda a Ossë, el Señor de las Olas, y a Uinen, la Señora de las Calmas. El nombre del oiolairë, un regalo hecho a los númenóreanos por los elfos de Tol Eressëa, significa «verano eterno».

Region, Entre los árboles de la Tierra Media, había uno al que los elfos llamaban region y que los hombres conocían como acebo. Una parte del reino de los sindar recibió su nombre de este árbol. Era la zona de densos bosques de Beleriand Oriental que se encontraba dentro del reino de Doriath. El region estaba muy extendido en la Tierra Media, pero en pocos sitios se daba de manera realmente lujuriante. Una de las zonas en las que era más conocido era en Eregion, que significa «país del acebo». Los Herreros elfos vivieron allí en la Segunda Edad del Sol, y fue allí donde se forjaron los imponentes Anillos de Poder.

Taniquelassë, Entre los muchos y hermosos árboles aromáticos de hoja perenne que los elfos de Tol Eressëa llevaron como regalo y bendición a Númenor, había uno de nombre taniquelassë. La flor, hoja y corteza de este árbol eran muy apreciadas por los númenóreanos debido a su dulce fragancia. Su nombre sugiere que el árbol tuvo su origen en las laderas del Taniquetil, la Montaña Sagrada de Manwë, que era la cima más alta de las Tierras Imperecederas.

Tasarion o sauces, Entre los árboles más antiguos se contaba el que los primeros elfos llamaron tasarion. Los tasarion eran árboles fuertes y de larga vida, y en las Edades de las Estrellas el principal bosque de estos árboles en la Tierra Media se encontraba en el Nan-tasarion, el «valle de los tasarion», en Beleriand. Desde entonces, los tasarion han sobrevivido a todos los cambios del mundo, y ahora los hombres los llaman sauces.

Vardarianna, El país de Númenor fue bendecido en sus principios con los regalos de los Valar y los eldar. Entre los regalos de los elfos estaban los muchos árboles de hoja perenne y aromáticos llevados a Númenor por los elfos del mar, o teleri, desde la isla solitaria de Tol Eressëa. Eran muy apreciados por el celestial perfume de sus flores, hojas, cortezas y madera. Entre estos árboles se encontraba el vardarianna, que, como su nombre implica, era un árbol «amado por Varda», la Reina de los Cielos.

Yavannamirë, Recién creado Númenor, los elfos de Tol Eressëa llegaron en sus barcos cargados de regalos. Entre los más hermosos de dichos presentes se encontraban los muchos árboles aromáticos de hoja perenne que daban flores y frutos en las Tierras Imperecederas. En Númenor crecieron bosques de estos maravillosos árboles perfumados. Entre los más hermosos se contaba el yavannamirë, bautizado en honor de Yavanna, la Reina valariana de la Tierra. El nombre significa «joya de Yavanna» y, además de su aromática madera, corteza y hoja perenne, el árbol producía un fruto escarlata, redondo y suculento.