Donde esta tu corazon?

De: Alias de MSNThe_dark_crow_v301  (Mensaje original) Enviado: 04/11/2005 4:03

Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamo poseer el corazón más hermoso de la comarca. Una gran multitud se congrego a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en el ni máculas ni rasguños. Era el corazón más hermoso que hubieran visto.

De pronto un anciano se acerco y dijo: ¿Por qué dices eso, si tu corazón no es tan hermoso como el mío? Sorprendidos, la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos y estos habían sido reemplazados por otros que no correspondían, pues se veían bordes y aristas irregulares en su derredor. La mirada de la gente se sobrecogió – ¿cómo puede el decir que su corazón es más hermoso?, pensaron…

El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado desgarbado, se echó a reír. “Debes estar bromeando”, dijo.

“Comparar tu corazón con el mío… El mío es perfecto. En cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor.”

?Es cierto,” dijo el anciano, “tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo… Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor. Arranqué trozos de mí corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado. Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque al poseerlos me recuerdan el amor que hemos compartido.”

“Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio. De ahí quedaron los huecos – dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día tal vez regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón.”

?¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso??. El joven permaneció en silencio, lagrimas corrían por sus mejillas. Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció. El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez arrancó un trozo del suyo ya viejo y maltrecho y con él tapó la herida abierta del joven. La pieza se amoldó, pero no a la perfección. El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho más hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.

Y el tuyo como es?

Luis Alberto.

Cicatrices del Alma

De: Alias de MSNSacerdotizadelaluna1  (Mensaje original) Enviado: 24/06/2004 21:47

En un día caluroso de verano en el sur de Florida, un niño decidió ir a
nadar en la laguna detrás de su casa. Salio corriendo por la puerta trasera,
se tiró en el agua y nadaba feliz.
Su mamá desde la casa lo miraba por la ventana, y vio con horror lo que
sucedía. Enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que podía.
Oyéndole el niño se alarmó y miró nadando hacia su mamá.
Pero fue demasiado tarde. Desde el muelle la mamá agarró al niño por sus
brazos.
Justo cuando el caimán le agarraba sus piernitas. La mujer jalaba
determinada, con toda la fuerza de su corazón. El cocodrilo era más fuerte,
pero la mamá era mucho más apasionada y su amor no la abandonaba.
Un señor que escuchó los gritos se apresuró hacia el lugar con una pistola y
mató al cocodrilo. El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron
bastante, aún pudo llegar a caminar.
Cuando salió del trauma, un periodista le preguntó al niño si le quería
enseñar las cicatrices de sus piernas. El niño levanto la colcha y se las
mostró. Pero entonces, con gran orgullo se remango las mangas y dijo:
“Pero las que usted debe de ver son estas”.
Eran las marcas de las uñas de su mamá que habían presionado con fuerza.
“Las tengo porque mamá no me soltó y me salvó la vida”.
Moraleja: Nosotros también tenemos cicatrices de un pasado doloroso. Algunas
son causadas por nuestros pecados, pero algunas son la huella de Dios que
nos ha sostenido con fuerza para que no caigamos en las garras del mal.

Dios te bendiga siempre, y recuerda que si te ha dolido alguna vez el alma,
es porque Dios, te ha agarrado demasiado fuerte para que no caigas.

La doncella sin manos

De: Alias de MSNThe_dark_crow_v301  (Mensaje original) Enviado: 02/06/2005 23:43

A un molinero le iban mal las cosas, y cada día era más pobre; al fin, ya no le quedaban sino el molino y un gran manzano que había detrás. Un día se marchó al bosque a buscar leña, y he aquí que le salió al encuentro un hombre ya viejo, a quien jamás había visto, y le dijo:

-¿Por qué fatigarse partiendo leña? Yo te haré rico sólo con que me prometas lo que está detrás del molino.

«¿Qué otra cosa puede ser sino el manzano?», pensó el molinero, y aceptó la condición del desconocido. Éste le respondió con una risa burlona:

-Dentro de tres años volveré a buscar lo que es mío -y se marchó.

Al llegar el molinero a su casa, salió a recibirlo su mujer.

-Dime, ¿cómo es que tan de pronto nos hemos vuelto ricos? En un abrir y cerrar de ojos se han llenado todas las arcas y cajones, no sé cómo y sin que haya entrado nadie.

Respondió el molinero:

-He encontrado a un desconocido en el bosque y me ha prometido grandes tesoros. En cambio, yo le he prometido lo que hay detrás del molino. ¡El manzano bien vale todo eso!

-¿Qué has hecho, marido? -exclamó la mujer horrorizada-. Era el diablo, y no se refería al manzano, sino a nuestra hija, que estaba detrás del molino barriendo la era.

La hija del molinero era una muchacha muy linda y piadosa; durante aquellos tres años siguió viviendo en el temor de Dios y libre de pecado. Transcurrido que hubo el plazo y llegado el día en que el maligno debía llevársela, se lavó con todo cuidado y trazó con tiza un círculo a su alrededor. Se presentó el diablo de madrugada, pero no pudo acercársele y dijo muy colérico al molinero:

-Quita toda el agua, para que no pueda lavarse, pues de otro modo no tengo poder sobre ella.

El molinero, asustado, hizo lo que se le mandaba. A la mañana siguiente volvió el diablo, pero la muchacha había estado llorando con las manos en los ojos, por lo que estaban limpísimas. Así tampoco pudo acercársele el demonio, que dijo furioso al molinero:

-Córtale las manos, pues de otro modo no puedo llevármela.

-¡Cómo puedo cortar las manos a mi propia hija! -contestó el hombre horrorizado. Pero el otro le dijo con tono amenazador:

-Si no lo haces, eres mío, y me llevaré a ti.

El padre, espantado, prometió obedecer y dijo a su hija:

-Hija mía, si no te corto las dos manos me llevará el demonio, así se lo he prometido en mi desesperación. Ayúdame en mi desgracia y perdóname el mal que te hago.

-Padre mío -respondió ella-, haz conmigo lo que te plazca; soy tu hija.

Y, tendiendo las manos, se las dejó cortar. Vino el diablo por tercera vez, pero la doncella había estado llorando tantas horas con los muñones apretados contra los ojos, que los tenía limpísimos. Entonces el diablo tuvo que renunciar; había perdido todos sus derechos sobre ella.

Dijo el molinero a la muchacha:

-Por tu causa he recibido grandes beneficios; mientras viva, todos mis cuidados serán para ti.

Pero ella le respondió:

-No puedo seguir aquí; voy a marcharme. Personas compasivas habrá que me den lo que necesite.

Se hizo atar a la espalda los brazos amputados, y, al salir el sol, se puso en camino. Anduvo todo el día hasta que cerró la noche. Llegó entonces frente al jardín del Rey, y, a la luz de la luna, vio que sus árboles estaban llenos de hermosísimos frutos; pero no podía alcanzarlos, pues el jardín estaba rodeado de agua. Como no había cesado de caminar en todo el día, sin comer ni un solo bocado, sufría mucho de hambre y pensó: «¡Ojalá pudiera entrar a comer algunos de esos frutos! Si no, me moriré de hambre». Se arrodilló e invocó a Dios, y he aquí que de pronto apareció un ángel. Éste cerró una esclusa, de manera que el foso quedó seco, y ella pudo cruzarlo a pie enjuto. Entró entonces la muchacha en el jardín, y el ángel con ella. Vio un peral cargado de hermosas peras, todas las cuales estaban contadas. Se acercó y comió una, cogiéndola del árbol directamente con la boca, para acallar el hambre, pero no más. El jardinero la estuvo observando; pero como el ángel seguía a su lado, no se atrevió a intervenir, pensando que la muchacha era un espíritu; y así se quedó callado, sin llamar ni dirigirle la palabra. Comido que hubo la pera, la muchacha, sintiendo el hambre satisfecha, fue a ocultarse entre la maleza.

El Rey, a quien pertenecía el jardín, se presentó a la mañana siguiente, y, al contar las peras y notar que faltaba una, preguntó al jardinero qué se había hecho de ella. Y respondió el jardinero:

-Anoche entró un espíritu que no tenía manos y se comió una directamente con la boca.

-¿Y cómo pudo el espíritu atravesar el agua? -dijo el Rey-. ¿Y adónde fue, después de comerse la pera?

-Bajó del cielo una figura, con un vestido blanco como la nieve, que cerró la esclusa y detuvo el agua, para que el espíritu pudiese cruzar el foso. Y como no podía ser sino un ángel, no me atreví a llamar ni a preguntar nada. Después de comerse la pera, el espíritu se retiró.

-Si las cosas han ocurrido como dices -declaró el Rey-, esta noche velaré contigo.

Cuando ya oscurecía el Rey se dirigió al jardín acompañado de un sacerdote, para que hablara al espíritu. Se sentaron los tres debajo del árbol, atentos a lo que ocurriera. A medianoche se presentó la doncella, viniendo del boscaje, y, acercándose al peral, se comió otra pera, alcanzándola directamente con la boca; a su lado se hallaba el ángel vestido de blanco. Salió entonces el sacerdote y preguntó:

-¿Vienes del mundo o vienes de Dios? ¿Eres espíritu o un ser humano?

A lo que respondió la muchacha:

-No soy espíritu sino una criatura humana, abandonada de todos menos de Dios.

Dijo entonces el Rey:

-Si te ha abandonado el mundo, yo no te dejaré.

Y se la llevó a su palacio, y, como la viera tan hermosa y piadosa, se enamoró de ella, mandó hacerle unas manos de plata y la tomó por esposa.

Al cabo de un año el Rey tuvo que partir para la guerra y encomendó a su madre la joven reina, diciéndole:

-Cuando sea la hora de dar a luz, atiéndela y cuídala bien, y envíame en seguida una carta.

Sucedió que la Reina tuvo un hijo, y la abuela se apresuró a comunicar al Rey la buena noticia. Pero el mensajero se detuvo a descansar en el camino, junto a un arroyo, y, extenuado de su larga marcha, se durmió. Acudió entonces el diablo, siempre dispuesto a dañar a la virtuosa Reina, y trocó la carta por otra, en la que ponía que la Reina había traído al mundo un monstruo. Cuando el Rey leyó la carta, se espantó y se entristeció sobremanera; pero escribió en contestación que cuidasen de la Reina hasta su regreso.

Volvió el mensajero con la respuesta y se quedó a descansar en el mismo lugar, durmiéndose también como a la ida. Vino el diablo nuevamente, y otra vez le cambió la carta del bolsillo, sustituyéndola por otra que contenía la orden de matar a la Reina y a su hijo. La abuela se horrorizó al recibir aquella misiva, y, no pudiendo prestar crédito a lo que leía, volvió a escribir al Rey; pero recibió una respuesta idéntica, ya que todas las veces el diablo cambió la carta que llevaba el mensajero. En la última le ordenaba incluso que, en testimonio de que había cumplido el mandato, guardase la lengua y los ojos de la Reina.

Pero la anciana madre, desolada de que hubiese de ser vertida una sangre tan inocente, mandó que por la noche trajesen un ciervo, al que sacó los ojos y cortó la lengua. Luego dijo a la Reina:

-No puedo resignarme a matarte, como ordena el Rey; pero no puedes seguir aquí. Márchate con tu hijo por el mundo, y no vuelvas jamás.

Le ató el niño a la espalda y la desgraciada mujer se marchó con los ojos anegados en lágrimas.

Llegado que hubo a un bosque muy grande y salvaje, se hincó de rodillas e invocó a Dios. Se le apareció el ángel del Señor y la condujo a una casita en la que podía leerse en un letrerito: «Aquí todo el mundo vive de balde». Salió de la casa una doncella, blanca como la nieve, que le dijo: «Bienvenida, Señora Reina», y la acompañó al interior.

Desatándole de la espalda a su hijito, se lo puso al pecho para que pudiese darle de mamar, y después lo tendió en una camita bien mullida. Le preguntó entonces la pobre madre:

-¿Cómo sabes que soy reina?

Y la blanca doncella, le respondió:

-Soy un ángel que Dios ha enviado a la tierra para que cuide de ti y de tu hijo.

La joven vivió en aquella casa por espacio de siete años, bien cuidada y atendida, y su piedad era tanta que Dios, compadecido, hizo que volviesen a crecerle las manos.

Finalmente, el Rey, terminada la campaña, regresó a palacio, y su primer deseo fue ver a su esposa e hijo. Entonces la anciana reina prorrumpió a llorar, exclamando:

-¡Hombre malvado! ¿No me enviaste la orden de matar a aquellas dos almas inocentes? -y le mostró las dos cartas falsificadas por el diablo, añadiendo-: Hice lo que me mandaste ­y le enseñó la lengua y los ojos.

El Rey prorrumpió a llorar con gran amargura y desconsuelo por el triste fin de su infeliz esposa y de su hijo, hasta que la abuela, apiadada, le dijo:

-Consuélate, que aún viven. De escondidas hice matar una cierva, y guardé estas partes como testimonio. En cuanto a tu esposa, le até el niño a la espalda y la envié a vagar por el mundo, haciéndole prometer que jamás volvería aquí, ya que tan enojado estabas con ella.

Dijo entonces el Rey:

-No cesaré de caminar mientras vea cielo sobre mi cabeza, sin comer ni beber, hasta que haya encontrado a mi esposa y a mi hijo, si es que no han muerto de hambre o de frío.

Estuvo el Rey vagando durante todos aquellos siete años, buscando en todos los riscos y grutas, sin encontrarla en ninguna parte, y ya pensaba que habría muerto de hambre. En todo aquel tiempo no comió ni bebió, pero Dios lo sostuvo. Por fin llegó a un gran bosque y en él descubrió la casita con el letrerito: «Aquí todo el mundo vive de balde». Salió la blanca doncella y, cogiéndolo de la mano, lo llevó al interior y le dijo:

-Bienvenido, Señor Rey -y le preguntó luego de dónde venía.

-Pronto hará siete años -respondió él- que ando errante en busca de mi esposa y de mi hijo; pero no los encuentro en parte alguna.

El ángel le ofreció comida y bebida, pero él las rehusó, pidiendo sólo que lo dejasen descansar un poco. Se tendió a dormir y se cubrió la cara con un pañuelo.

Entonces el ángel entró en el aposento en que se hallaba la Reina con su hijito, al que solía llamar Dolorido, y le dijo:

-Sal ahí fuera con el niño, que ha llegado tu esposo.

Salió ella a la habitación en que el Rey descansaba, y el pañuelo se le cayó de la cara, por lo que dijo la Reina:

-Dolorido, recoge aquel pañuelo de tu padre y vuelve a cubrirle el rostro.

Obedeció el niño y le puso el lienzo sobre la cara; pero el Rey, que lo había oído en sueños, volvió a dejarlo caer adrede. El niño, impacientándose, exclamó:

-Madrecita. ¿cómo puedo tapar el rostro de mi padre, si no tengo padre ninguno en el mundo? En la oración he aprendido a decir: Padre nuestro que estás en los Cielos; y tú me has dicho que mi padre estaba en el cielo, y era Dios Nuestro Señor. ¿Cómo quieres que conozca a este hombre tan salvaje? ¡No es mi padre!

Al oír el Rey estas palabras, se incorporó y le preguntó quién era. Entonces ella respondió:

-Soy tu esposa y éste es Dolorido, tu hijo.

Pero al ver el Rey sus manos de carne, replicó:

-Mi esposa tenía las manos de plata.

-Dios misericordioso me devolvió las mías naturales -dijo ella; y el ángel salió fuera y volvió en seguida con las manos de plata. Entonces tuvo el Rey la certeza de que se hallaba ante su esposa y su hijo, y, besándolos a los dos, dijo, fuera de sí de alegría.

-¡Qué terrible peso se me ha caído del corazón!

El ángel del Señor les dio de comer por última vez a todos juntos, y luego los tres emprendieron el camino de palacio, para reunirse con la abuela. Hubo grandes fiestas y regocijos, y el Rey y la Reina celebraron una segunda boda y vivieron felices hasta el fin.

Historietas sobre el conocimiento

De: Alias de MSNThe_dark_crow_v301  (Mensaje original) Enviado: 22/07/2005 12:04

historietas sobre el conocimiento
Teorizar… ?

Hubo un santo que tenía el don de hablar el lenguaje de las hormigas.
Se acercó a una que parecía más enterada y le preguntó: «¿Cómo es el Todopoderoso? ¿Se parece de algún modo a las hormigas?».
La docta hormiga le respondió: «¿El Todopoderoso? En absoluto. Las hormigas, como puedes ver, tenemos un solo aguijón. Pero el Todopoderoso tiene dos».

Cuando se le preguntó cómo era el cielo, la sabia hormiga replicó solemnemente: «Allí seremos igual que Él, con dos aguijones cada uno, aunque más pequeños».
Existe una fuerte controversia entre las distintas escuelas de pensamiento religioso acerca de dónde exactamente se hallará ubicado el segundo aguijón en el cuerpo glorioso de la hormiga.

…..

Sin comentarios:

«¿Qué demonios estás haciendo?», le pregunté al mono cuando le vi sacar un pez del agua y colocarlo en la rama de un árbol.
«Estoy salvándole de perecer ahogado», me respondió.

Lo que para uno es comida, es veneno para otro. El sol, que permite ver al águila, ciega al búho. Y las buenas intenciones con ceguera solo son estupideces.

La Búsqueda

«Usted perdone», le dijo un pez a otro, «es usted más viejo y con más experiencia que yo y probablemente podrá usted ayudarme. Dígame: ¿dónde puedo encontrar eso que llaman Océano? He estado buscándolo por todas partes, sin resultado».
«El Océano», respondió el viejo pez, «es donde estás ahora mismo».
«¿Esto? Pero si esto no es más que agua… Lo que yo busco es el Océano», replicó el joven pez, totalmente decepcionado, mientras se marchaba nadando a buscar en otra parte.

….

Si la ciencia lo dice…

Un hombre a quien se consideraba muerto fue llevado por sus amigos para ser enterrado. Cuando el féretro estaba a punto de ser introducido en la tumba, el hombre revivió inopinadamente y comenzó a golpear la tapa del féretro. Abrieron el féretro y el hombre se incorporó. «¿Qué estáis haciendo»?, dijo a los sorprendidos asistentes. «Estoy vivo. No he muerto».
Sus palabras fueron acogidas con asombrado silencio. Al fin, uno de los deudos acertó a hablar: «Amigo, tanto los médicos como los sacerdotes han certificado que habías muerto. Y ¿cómo van a haberse equivocado los expertos?». Así pues, volvieron a atornillar la tapa del féretro y lo enterraron debidamente.

…..

Es fe… ¿o pereza?

Un hombre que paseaba por el bosque vio un zorro que había perdido sus patas, por lo que el hombre se preguntaba cómo podría sobrevivir. Entonces vio llegar a un tigre que llevaba una presa en su boca. El tigre ya se había hartado y dejó el resto de la carne para el zorro.
Al día siguiente Dios volvió a alimentar al zorro por medio del mismo tigre. El comenzó a maravillarse de la inmensa bondad de Dios y se dijo a sí mismo: «Voy también yo a quedarme en un rincón, confiando plenamente en el Señor, y éste me dará cuanto necesito».
Así lo hizo durante muchos días; pero no sucedía nada y. el pobre hombre estaba casi a las puertas de la muerte cuando oyó una Voz que le decía: «¡Oh, tú, que te hallas en la senda del error, abre tus ojos a la Verdad! Sigue el ejemplo del tigre y deja ya de imitar al pobre zorro mutilado».

……

Libertad, libertad

Estaba el filósofo Diógenes cenando lentejas cuando le vio el filósofo Aristipo, que vivía confortablemente a base de adular al rey.
Y le dijo Aristipo: «Si aprendieras a ser sumiso al rey, no tendrías que comer esa basura de lentejas». A lo que replicó Diógenes: «Si hubieras tú aprendido a comer lentejas, no tendrías que adular al rey».

…..

Educación

Un hombre se encontró un huevo de águila. Se lo llevó y lo colocó en el nido de una gallina de corral. El aguilucho fue incubado y creció con la nidada de pollos. Durante toda su vida, el águila hizo lo mismo que hacían los pollos, pensando que era un pollo. Escarbaba la tierra en busca de gusanos e insectos, piando y cacareando. Incluso sacudía las alas y volaba unos metros por el aire, al igual que los pollos. Después de todo, ¿no es así como vuelan los pollos?
Pasaron los años y el águila se hizo vieja. Un día divisó muy por encima de ella, en el límpido cielo, una magnífica ave que flotaba elegante y majestuosamente por entre las corrientes de aire, moviendo apenas sus poderosas alas doradas.
La vieja águila miraba asombrada hacia arriba «¿Qué es eso?», preguntó a una gallina que estaba junto a ella. «Es el águila, el rey de las aves», respondió la gallina. «Pero no pienses en ello. Tú y yo somos diferentes de él». De manera que el águila no volvió a pensar en ello. Y murió creyendo que era una gallina de corral.

Mensaje 2 de 3 en la discusión

De: DieMilonga Enviado: 23/07/2005 10:58

Quería exprearles el agrado que me han causado las historias sobre el conocimiento. Han llegado como llegan las buenas cosas en su justo y preciso momento.

Muchas gracias.

DieGo

Mensaje 3 de 3 en la discusión

De: Alias de MSNThe_dark_crow_v301 Enviado: 23/07/2005 12:20

De nada.
Si te gustaron entonces dejame postear un libro que se llama la filosofia de los idiotas que son relatos sufis.
Tambien tengo algunas cosas de Antony de Mello quien fue quien hizo esa compilacion de las historietas que puse en otro libro.

Ten calma-1078

Ten calma, desacelera el ritmo de tu corazón silenciando tu mente.
Afirma tu paso con la visión del futuro.

Rompe la tensión de tus nervios y músculos con la dulce música de los arroyos que viven en tu memoria.

Vive intensamente la paz del sueño.

Aprende a tomar vacaciones de un minuto, al detenerte a mirar una flor,
al conversar con un amigo,
al contemplar un amanecer
o al leer algunas líneas de un buen libro.

Recuerda que vivir más intenso no quiere decir vivir más rápido
y que la vida es más que aumentar la velocidad.

Voltea hacia las ramas del roble que florece y comprende que creció grande y fuerte porque creció despacio y bien.

Ten calma, desacelera el paso
y echa tus raíces en la buena tierra de lo que realmente vale,
para así crecer hacia las estrellas

Los pequeños detalles

De: Alias de MSNº_LUNA_º  (Mensaje original) Enviado: 14/12/2006 9:36
El alumno, según él, había terminado el cuadro. Llamó a su maestro para que lo evaluara. Se acercó el maestro y observó la obra con detenimiento y concentración durante un rato. Entonces, le pidió al alumno la paleta y los pinceles.

Con gran destreza dio unos cuantos trazos aquí y allá. Cuando el maestro le regresó las pinturas al alumno el cuadro había cambiado notablemente.

El alumno quedó asombrado; ante sus propios ojos la obra había pasado de mediocre a sublime. Casi con reverencia le dijo al maestro:
¿Cómo es posible que con unos cuantos toques, simples detalles, haya cambiado tanto el cuadro?
Es que en esos pequeños detalles está el arte. Contestó el maestro.

Si lo vemos despacio, nos daremos cuenta que todo en la vida son detalles.
Los grandes acontecimientos nos deslumbran tanto que a veces nos impiden ver esos pequeños milagros que nos rodean cada día. Un ave que canta, una flor que se abre, el beso de un hijo en nuestra mejilla, son ejemplos de pequeños detalles que al sumarse pueden hacer diferente nuestra existencia.

Todas las relaciones -familia, matrimonio, noviazgo o amistad- se basan en detalles. Nadie espera que remontes el Océano Atlántico por él, aunque probablemente sí que le hables el día de su cumpleaños. Nadie te pedirá que escales el Monte Everest para probar tu amistad, pero sí que lo visites durante unos minutos cuando sabes que está enfermo.

Hay quienes se pasan el tiempo esperando una oportunidad para demostrar de forma heroica su amor por alguien. Lo triste es que mientras esperan esa gran ocasión dejan pasar muchas otras, modestas pero significativas. Se puede pasar la vida sin que la otra persona necesitara jamás que le donaras un riñón, aunque se quedó esperando que le devolvieras la llamada.

Se piensa a veces que la felicidad es como sacarse la lotería, un suceso majestuoso que de la noche a la mañana cambiará una vida miserable por una llena de dicha. Esto es falso, en verdad la felicidad se finca en pequeñeces, en detalles que sazonan día a día nuestra existencia.
Nos dejamos engañar con demasiada facilidad por la aparente simpleza. NO desestimes jamás el poder de las cosas pequeñas: una flor, una carta, una palmada en el hombro, una palabra de aliento o unas cuantas líneas en una tarjeta. Todas estas pueden parecer poca cosa, pero no pienses que son  insignificantes.

En los momentos de mayor dicha o de mayor dolor se convierten en el cemento que une los ladrillos de esa construcción que llamamos relación. La flor se marchitará, las palabras quizá se las llevará el viento, pero el recuerdo de ambas permanecerá durante mucho tiempo en la mente y el corazón de quien las recibió.

¿Qué esperas entonces? Escribe esa carta, haz esa visita, levanta el teléfono. Hazlo ahora, mientras la oportunidad aún es tuya. NO lo dejes para después por parecerte poca cosa. En las relaciones no hay cosas pequeñas, únicamente existen las que se hicieron y las que se quedaron en buenas intenciones…

El árbol de los problemas

De: Alias de MSNº_LUNA_º  (Mensaje original) Enviado: 10/12/2006 19:09
El carpintero que había contratado para ayudarme a reparar una vieja granja, acababa de finalizar un duro primer día de trabajo.

Su cortadora eléctrica se dañó y le hizo perder una hora de trabajo y ahora su antiguo camión se negaba a arrancar. Mientras lo llevaba a casa, se sentó en silencio. Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia.

Cuando nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos.

Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa.

Posteriormente me acompañó hasta el auto. Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que lo había visto hacer un rato antes. -“Oh, ese es mi árbol de problemas”, contestó. -“Sé que yo no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos.

Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego en la mañana los recojo otra vez”. -“Lo divertido es”, dijo sonriendo, “que cuando salgo en la mañana a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior.

El gran espejo

De: Alias de MSNº_LUNA_º  (Mensaje original) Enviado: 11/10/2006 15:40
El gran espejo

Había una vez una pequeña gatita llamada Preciosa que perdió a toda su familia cuando sólo tenía un par de semanas.

Creció sola en un gran granero donde había varios grandes gatos viejos y bravucones. Trataban a la pequeña Preciosa como un estorbo y la golpeaban cuando se les acercaba. Preciosa cogió un miedo atroz a esos gatos y les evitaba tanto como podía.

Finalmente, creció y se hizo más fuerte y se mudó a otros graneros y otros lugares. Cazaba suficiente comida para alimentarse y su vida estaba bien excepto por el hecho de que se sentía muy sola. No podía encontrar a nadie con quien jugar o hablar No había muchos gatitos donde ella estaba, y cuando veía alguno estaba protegido por grandes gatos, y Preciosa sentía terror cuando veía un gato grande. Esto significaba que no podía jugar o hablar con ningún gato en absoluto, y los otros animales eran diferentes a ella y no podía hablar su idioma o sentirse cerca de ellos.

Un día estaba explorando un granero que tenía muchos muebles y se encontró con una gran hoja brillante que estaba apoyada sobre una de las paredes del granero. Al acercarse a esta cosa brillante vio un gran gato acercándose a ella, y, como siempre, se asustó mucho y salió corriendo.

Sin embargo, esta vez le pareció diferente -no había olido ni oído a ningún otro gato- así que se acercó a este curioso objeto, y volvió a ver a ese gran gato y a salir corriendo. Esta maniobra se repitió varias veces hasta que Preciosa se fue acercando llena de curiosidad hasta que prácticamente se tocó la nariz con este extraño gato tan grande.

Empezó a silbarle y lo mismo hizo el extraño; cuando paró, también lo hizo el otro. Preciosa estaba allí sentada, completamente desconcertada, hasta que un pequeño gatito blanco y negro se acercó al objeto brillante; y Preciosa vio que había otro gatito que tenía precisamente el mismo aspecto que el primero.

Cualquier cosa que hiciera el gatito, también la hacía el otro gatito, y cualquier cosa que hiciera Preciosa, también la hacía el extraño. De repente Preciosa lo supo: ¡era ella misma! ¡Ese gran gato era Preciosa! Se miró a sí misma y vio lo grande que era y  le vino a la mente la idea de que si ella misma era un gran gato, tal vez había otros grandes gatos en algún otro lugar que podrían jugar y hablar con ella, y si eran malos, ahora era lo suficientemente grande como para cuidarse a sí misma.

Preciosa salió y encontró montones de amigos y nunca más volvió a sentirse sola.

Basta una cebolla

De: Alias de MSNº_LUNA_º  (Mensaje original) Enviado: 09/10/2006 8:05

Basta una cebolla

¿Conocen ustedes la fábula rusa de la cebolla?

Cuentan los viejos cronicones ortodoxos que un día se murió una mujer que no había hecho en toda su vida otra cosa que odiar a cuantos la rodeaban.

Y que su pobre ángel de la guarda estaba consternado porque los demonios, sin esperar siquiera al juicio final, la habían arrojado a un lago de fuego en el que esperaban todas aquellas almas que estaban como predestinadas al infierno. ¿Cómo salvar a su protegida? ¿Qué argumentos presentar en el juicio que inclinasen la balanza hacia la salvación?

El ángel buscaba y rebuscaba en la vida de su protegida y no encontraba nada que llevar a su argumentación. Hasta que, por fin, rebuscando y rebuscando se acordó de que un día había dado una cebolla a un pobre.
Y así se lo dijo a Dios, cuando empezaba el juicio. Y Dios le dijo: “Muy bien, busca esa cebolla, dile que se agarre a ella y, si así sale del lago, será salvada.”

Voló precipitadamente el ángel, tendió a la mujer la vieja cebolla y ella se agarró a la planta con todas sus fuerzas. Y comenzó a salir a flote. Tiraba el ángel con toda delicadeza, no fuera su rabo a romperse. Y la mujer salía, salía.

Pero fue entonces cuando otras almas, que también yacían en el lago, lo vieron.  Y se agarraron a la mujer, a sus faldas, a sus piernas y brazos, y todas las almas salían, salían.

Pero a esta mujer, que nunca había sabido amar, comenzó a entrarle miedo, pensó que la cebolla no resistiría tanto peso y comenzó a patalear para liberarse de aquella carga inoportuna. Y, en sus esfuerzos, la cebolla se rompió. Y la mujer fue condenada.

*****
Sí, basta una cebolla para salvar al mundo entero. Siempre que no la rompamos pataleando para salvarnos nosotros solitos.

******
José Luis Martín Descalzo, del libro Razones para vivir.

Helado para el alma

De: Alias de MSNº_LUNA_º  (Mensaje original) Enviado: 03/10/2006 9:45
HELADO PARA EL ALMA

La semana pasada llevé a mis niños a un restaurante.  Mi hijo de 6 años de edad, preguntó si podía dar las gracias.  Cuando inclinamos nuestras cabezas el dijo:

-“Dios es bueno, Dios es grande. Gracias por los alimento, yo estaria aún más agradecido si Mamá nos diese helado para el postre. Libertad y Justicia para todos. Amén”

Junto con las risas de los clientes que estaban cerca, escuché a una señora comentar:

-“Eso es lo que está mal en este país, los niños hoy en dia no saben como orar, pedir a Dios helado… ¡Nunca había escuchado esto antes!”

Al oír esto, mi hijo empezó a llorar y me preguntó:
-“¿Lo hice mal? ¿Está enojado Dios conmigo?”

Sostuve a mi hijo y le dije que había hecho un estupendo trabajo y Dios seguramente no estaría enojado con él.  Un señor de edad se aproximó a la mesa. Guiñó su ojo a mi hijo y le dijo:

-“Llegué a saber que Dios pensó que aquella fue excelente oración”
-¿En serio?- preguntó mi hijo.
-¡Por supuesto!

Luego en un susurro dramático añadió, indicando a la mujer cuyo comentario habia iniciado aquel asunto:

Como era de esperar, compr+e a mis niños helado al final de la comida.  Mi hijo se quedó mirando fijamente el suyo por un momento y luego hizo algo que nunca olvidaré por el resto de mi vida.  Tomó su helado  y sin decir una sola palabra avanzó hasta ponerlo frente a la señora.

Con una gran sonrisa le dijo:

-“Tómelo, es para usted.  El helado es bueno para el alma y mi alma ya está bien”.

Anonimo

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