Consejos sobre la meditación por Sogyal Rinpoche

Consejos sobre la meditación

por Sogyal Rinpoche

Cuando tu lees los libros sobre la meditación, o cuando la meditación es presentada por diversos grupos, el énfasis es mas que todo sobre las técnicas. En el mundo occidental, la gente tiende a estar muy interesada en la “tecnología” de la meditación. Sin embargo, la característica más importante de la meditación no es la técnica, sino la postura, no tanto fisica sino más que todo se refiere a una actitud.

Debemos reconocer que cuando comenzamos la práctica de la meditación, estamos incorporando una dimensión totalmente diferente. Normalmente en la vida ponemos mucho esfuerzo en la obtención de las cosas externas y hay muchas luchas que tenemos que superar, mientras que en la meditación es justamente lo contrario, la meditación el la ruptura de cómo funcionamos normalmente.

La meditación es simplemente una cuestión de estar, de derretirse, como un pedazo de mantequilla dejada al sol. No tiene nada que ver con si tu “sabes” o nó, en hecho, cada vez que tu practicas la meditación tu tienes que estar fresco, como si sucediera por primera vez . Tu apenas siéntate con tu cuerpo relajado, silencioso, tu mente completamente tranquila, y permite que los pensamientos vengan y que vayan, sin dejarlos causar estragos en tu mente. Si tu necesitas algo que hacer, observa la respiración. Este es un proceso muy simple. Cuando tu estás respirando hacia fuera, siente que estás respirando hacia afuera. Cuando tu respiración hacia adentro, siente que tu estás respirando hacia adentro, sin proveer ninguna clase de comentario adicional o chisme mental, pero solo identificando la respiración. este proceso de la mente atenta es muy simple y procesa tus pensamientos y emociones, entonces, como una vieja piel se liberan.

Generalmente la gente para relajar el cuerpo se concentran en diversas partes. Pero la relajación verdadera viene cuando te relajas de adentro hacia afuera entonces todo se facilitará y se hará absolutamente natural.

Cuando tu comienzas a practicar, tu entras en contacto con tu “punto suave”, y solamente permanece allí. Tu no necesitas centrarte en cualquier cosa en detalle para comenzar. Apenas se espacioso, y permite que los pensamientos y las emociones aparezcan. Si tu lo haces así, más tarde, cuando tu utilices un método tal como mirar la respiración, tu atención estará más fácilmente en tu respiración. No hay punto determinado en la respiración en el cual tu necesites centrarte, es simplemente el proceso de la respiración. Veinticinco por ciento de tu atención está en la respiración, y el setenta y cinco por ciento está relajado.

Intenta identificarte realmente con la respiración, más que solamente mirarla. Tu puedes elegir un objeto, como una flor, por ejemplo, para enfocarte. A veces enseñan a visualizar una luz en la frente, o en el corazón. A veces un sonido o una mantra puede ser utilizado. Pero al principio es mejor simplemente ser espacioso, como el cielo, siente que eres el universo entero.

Cuando te sientes, deja que todo se calme y permite que las cosas y todo lo que está en desacorde se disuelvan naturalmente, de aquí nace tu verdadero ser. Tu experimentas un aspecto el cuál es el “verdadero” tu. A medida que tu profundices más, tu comienzas a descubrir y a conectarte con tu calidad de amar que es la más fundamental.

El punto clave de la meditación es el conseguir utilizar ese aspecto de el cual te has olvidado. En Tibetano meditación significa “acostumbrarse”. Acostumbrarse a qué? a tu verdadera naturaleza, tu naturaleza de Buddha. Esta es la razón por la cual, en la enseñanza más alta de Buddismo, Dzogchen, a ti te dicen que descanases en la naturaleza de tu mente”. Tu apenas te sientas y dejas que todos los pensamientos y conceptos se disuelvan. Es como cuando las nubes se disuelven o la niebla se evapora, así revelando el cielo claro y el sol que brilla detrás de ellas.

Cuando todo se disuelve, tu comienzas a experimentar tu verdadera naturaleza, tu “vives!”. Entonces tu lo sabes y en ese momento, te sientes realmente bien!. Está sensación de bienestar es completamente diferente a todas las que tu puedes hayas experimentado. Ésta es una experiencia verdadera y genuina, en la cual tu sientes una profunda paz, alegría y confianza sobre ti mismo.

Es bueno que medites cuando te sientas inspirado. temprano en las mañanas puedes tener esa inspiración, pues los mejores momentos de la mente son temprano en el día, cuando la mente está más tranquila y más fresca (el tiempo tradicionalmente recomendado es antes del amanecer). El más apropiado para sentarse a meditar, porque no solamente es fácil sino que entonces te dará más confianza en la práctica, y tu podrás más adelante practicar cuando no estes inspirado. No hay necesidad de meditar por mucho tiempo: apenas permanece silencioso hasta que puedas entrar y conectarte con la esencia de tu corazón. Éste es el punto principal.

Después de esto hay una cierta integración. Una vez que la mente atenta haya sido despertada por tu meditación, tu mente será tranquila y tus opiniones más coherentes. Entonces, estarás presente en todo lo que haces. Como en el refrán famoso del Zen: “cuando yo como, yo como; cuando duermo, duermo”. Cualquiera cosa que hagas, tu estarás completamente presente en el acto. Así sea lavando platos, si se hace completamente, se puede decir que estarás más lleno de energía. Serás más pacífico, así eres más “tu”. Te conviertes en el “tu” universal.

Una de los puntos fundamentales del viaje espiritual es el perseverar a lo largo del camino. Aunque tu meditación puede ser buena un día y no tan buena el día siguiente, como cambios en el paisaje, esencialmente no son las experiencias, buenas o malas las que cuentan, pero cuando tu perseveras, la práctica verdadera aflora en ti y llega entre lo bueno y malo. Lo bueno y lo malo son simplemente espejismos, así como puede haber buen o mal tiempo, cielo siempre es el mismo. Si tu perseveras y tienes esa actitud del cielo espacioso, sin la perturbación de emociones y experiencias, tu desarrollarás estabilidad y la profundidad real del la meditación.

Tu encontrarás esto gradualmente y casi inadvertidamente, tu actitud comienza a cambiar. Tu no te aferras a las cosas tan sólidamente como antes, y aunque se sucedan las crisis te mantendrás tranquilo, sabrás manejarlas y te darás cuenta que todas estas situaciones son risibles y vivirás con un corazón más alegre

SOGYAL RIMPOCHÉ

SOGYAL RIMPOCHÉ

Sogyal Rimpoché nació en Kham, región del este del Tíbet, y fue reconocido por Yamyang Khyentse Chökyi Lodrö, uno de los maestros más destacados del siglo XX, como la reencarnación de Lerab Lingpa Tertön Sogyal, uno de los maestros del décimotercer Dalai Lama.
Yamyang Khyentse Chökyi Lodrö supervisó el entrenamiento de Rimpoché y lo educó como a su propio hijo. En 1971 Rimpoché fue a Inglaterra donde estudió Religión Comparada en la Universidad de Cambridge. Continuó sus estudios con muchos otros maestros, provenientes de todas las escuelas del budismo tibetano, haciendo de traductor y ayudante.
Con su notable cualidad para presentar la esencia del budismo tibetano de una manera tanto auténtica como profundamente relevante para la mente moderna, Sogyal Rimpoché es uno de los maestros más destacados de nuestro tiempo. Es también el autor del unánimemente reconocido e impactante libro “El libro tibetano de la vida y de la muerte”.
Se han vendido dos millones de ejemplares de este clásico espiritual y ha sido traducido a 29 idiomas en 56 países.
Ha sido adoptado por institutos, grupos e instituciones médicas y religiosas y es utilizado ampliamente por enfermeras, médicos y otros profesionales médicos.
Rimpoché es también el fundador  y director espiritual de Rigpa, una red internacional con 106 centros budistas y grupos en 23 países alrededor del mundo.
Sogyal Rimpoché ha estado enseñando durante más de 30 años y continúa viajando ampliamente  por Europa, América, Australia y Asia, donde se dirige a miles de personas en sus retiros y giras de enseñanzas.

LAMA SOGYAL RIMPOCHÉ, MAESTRO ESPIRITUAL BUDISTA
“La felicidad es una decisión”

Tengo unos 56 años… Nací en Khan, en el Tíbet oriental. Soy lama tibetano y me dedico a la enseñanza del budismo en Occidente. Soy demócrata, pero ningún sistema garantiza la felicidad. Tu mente crea el mundo: ¡domestícala! El budismo ayuda a buscar la felicidad. Dios está en ti, es la realidad de tu naturaleza última: intenta saborearla

VÍCTOR-M. AMELA – 09/05/2005

-¿Por qué interesa tanto el budismo en Occidente?

-Porque los occidentales no son tontos, claro.

-¿Y qué vemos en el budismo?

-Ustedes han visto ya cuánto sufrimiento mental padecen, y están descubriendo que el budismo puede ayudarles.

-¿Sufrimiento mental?

-Depresión, neurosis, infelicidad… ¿Por qué? ¿Por qué, si disponen de tanta riqueza, avances, tecnología, confort…?

-Quizá porque todavía queremos más.

-Vivirás en el mejor sobreático del mejor edificio sobre Central Park… y te tirarás por la ventana. ¿Por qué? Porque la felicidad sólo está en la mente. Todo está en los pensamientos. ¡Es la mente la que crea el mundo!

-¿Mi felicidad depende de mi mente?

-Sí: sufrimiento y felicidad son creaciones mentales. Por eso la enseñanza principal del budismo es ésta: “¡Domestica tu mente!”.

-¿Y en qué consiste eso?

-En conquistar la mente: el budismo enseña a entrenarla para aplacar emociones negativas, angustia, descontento, infelicidad…

-¿Sufrimiento, en suma?

-Sí. Entrenando la mente, es posible llegar al extremo de que cualquier suceso deje de parecerte adverso… para ser una bendición.

-¿Hasta ese punto? ¿Cómo conseguir eso?

-A mí me ayudó esta frase que leí hace 30 años: “El agua, si no la remueves, se vuelve clara”. Pues bien, la mente es como el agua.

-No hay que removerla.

-La enturbian los pensamientos. Una mente calma es un cielo azul: los pensamientos son las nubes que lo tapan. ¡No te identifiques con esas nubes, y busca ver el cielo!

-Difícil: la vida es complicada y hay que darle tantas vueltas al coco…

-¿Sí? “Todos los problemas del ser humano derivan de su incapacidad de sentarse solo en una habitación”, escribió Pascal…

-Pero consuela tanto estar distraídos…

-Nos distraemos de nosotros mismos con pensamientos: son astucias del ego que nos apartan de nuestra esencia, son falsas visiones a las que nos aferramos, nos apegamos.

-¿Tanto nos autoengañamos?

-Escuche este cuento que narró Buda… Un mercader tenía una bella esposa y un hijo pequeño. La esposa enfermó y falleció, y el mercader cifró toda su felicidad en ese niño. Mientras estaba en un viaje, unos bandidos asolaron la aldea y se llevaron al niño. A su regreso, el mercader vio un cuerpo de niño calcinado y lo tomó por el de su hijo.

-Pobre hombre, cuánta desgracia…

-Practicó una ceremonia de cremación del hijo, y conservó las cenizas en una bolsita de seda. Trabajaba, comía y dormía aferrado a la bolsa y a su desesperación, llorando…

-Comprensible…

-Un día su hijo escapó de los bandidos y llamó a la puerta del padre. Era medianoche y el padre sollozaba junto a las cenizas. “¡Soy yo, papá!”, gritó el hijo. El padre pensó que alguien le gastaba una broma cruel, y no abrió. El hijo llamó cien veces, inútilmente, hasta que se fue. ¡Nunca volvieron a verse!

-Ya veo: nos apegamos a nuestra verdad…

-… y no sabemos dar la bienvenida a la verdad en persona cuando llama a la puerta.

-Pues ayúdeme a estar abierto y alegre.

-Cada vez que vea o hable con otra persona, piense que esa persona es usted.

-Buen ejercicio… Y difícil.

-Entrene su mente en eso. Verá qué bien.

-¿Y si yo me odio? Odiaré a todos, pues.

-Haga este ejercicio: inspire, y a cada inspiración imagine que recoge usted todo el dolor, desgracia, angustia y sufrimiento de los otros; y espire, y a cada espiración difunda hacia los otros bondad, consuelo, amor.

-¡Se supone que el que estaba mal era yo!

-Precisamente: tus males derivan de preocuparte tanto de ti mismo, del yo, yo, yo…

-Pero si estoy sufriendo yo…

-Yo, yo…¡Ábrete al sufrimiento de los otros!: eso es la compasión. Y empieza a meditar: quieto, concéntrate en tu respiración, obsérvala, eso sosegará tu mente. La práctica de la meditación conduce a la paz interna.

-La panacea, lo que todos buscamos…

-Lo que te digo no es cuestión de fe: te bastará con probarlo y saborearlo por ti mismo.

-¿Qué tipo de paz interna es esa?

-La falacia del ego se disuelve, las emociones negativas pasan… Eso es la sabiduría: como la compasión, está también dentro de ti.

-¿Basta con ponerse a meditar?

-Poquito a poco… Pero si lo intentas, te llenará de tanta alegría y fuerza que querrás seguir. Hoy los estudios médicos ya han probado los múltiples beneficios psicosomáticos de la meditación (sabiduría) y del amor (compasión): el ritmo cardiaco se equilibra, el sistema inmunológico se refuerza…

-Entonces el Dalai Lama estará perfecto…

-El Dalai Lama es un hombre bueno, y verle estimula a la humanidad a intentarlo.

-La humanidad insiste en la barbarie, Occidente en especial: ¡no somos tan inteligentes!

-Sí, sí lo sois, pero sucede que aún ponéis la inteligencia al servicio de la ignorancia.

-¿Qué ignoro?

-Que puedes tomar la decisión de ser feliz.

-Pero hay dolor, sufrimientos, heridas…

-Sí, pero no seas ignorante: ¡no te dejes engañar por todo eso, no te identifiques con eso! Ésa es una visión errónea, ignorante.

-No es nada fácil.

-Ya: si hace mucho que no te duchas, al hacerlo saldrá mucha mugre y te asustarás. Si perseveras, el agua saldrá limpia. Persevera.

-Ustedes no le piden nada a Dios, veo…

-A la sabiduría y a la compasión que palpitan dentro de ti podrías llamarlas Dios.

-¿La humanidad será divina un día?

-Un día, dentro de muchos eones…

LA BASE DEL DZOGCHEN Chögyal Namkhai Norbu

LA BASE DEL DZOGCHEN

Chögyal Namkhai Norbu

Chögyal Namkhai Norbu, nació en Dergué, en el Tíbet Oriental. Él fue reconocido a los tres años como el Tulku de un gran maestro de Dzogchén que había vivido con anterioridad. Después de completar sus estudios académicos, recibió enseñanzas de importantes maestros de dzogchén y practicó con ellos. Cuando los eventos políticos hicieron que abandonase el Tíbet, se estableció en Sikkim. Luego trabajó como profesor en el Instituto para el Medio y el Extremo Oriente en Roma y, más adelante, en el Instituto Universitario Oriental en Nápoles.

En esencia, la enseñanza dzogchén se ocupa del Estado primordial que, desde el comienzo mismo, ha constituido la naturaleza intrínseca de cada individuo. La vivencia de dicho Estado es la vivencia de nuestra verdadera condición: somos el centro del universo, aunque no en el sentido egoi­co y egoísta propio de nuestra experiencia ordina­ria. La conciencia egocéntrica ordinaria no es otra cosa que la jaula limitada de la visión dualista que excluye la vivencia de nuestra verdadera naturale­za: la vivencia del espacio del Estado primordial. Descubrir el Estado en cuestión es Comprender la enseñanza dzogchén, cuya transmisión tiene como función el comunicar dicho Estado: quien lo ha descubierto y se ha establecido en él lo transmite a quienes están atrapados en la condición dualista. Incluso el nombre “dzogchén”, que significa “Gran Perfección”, se refiere a la autoperfección de este Estado, fundamentalmente puro desde el comienzo, en el cual no hay nada que rechazar o que aceptar.
En todas partes los seres sensibles han entrado en la visión dualista que oculta la vivencia del Estado primor­dial y cuando los seres realizados han entrado en contacto con ellos, sólo raras veces han sido capa­ces de comunicar el Estado en cuestión de manera completa sin palabras o símbolos; en consecuen­cia han tenido que usar como medio de comunica­ción la cultura en la cual lo han transmitido. Inclu­so en la antigua tradición bön —la tradición, en gran parte chamánica, que es indígena del Tibet y que antecede la llegada del budismo desde la India— existía una enseñanza dzogchén. Así pues, aunque las enseñanzas dzogchén no pertene­cen ni al budismo ni al bón, podemos considerarlas como la esencia de todas las tradiciones es­pirituales tibetanas, tanto dentro de la primera de dichas religiones como dentro de la segunda.

LA BASE
Es totalmente imposible encontrar al Buda fuera de nuestra propia Mente. Alguien que ignore esto puede buscar externamente, pero ¿cómo es posible encontrarse a sí mismo, buscando fuera de uno mismo? Quien busca su naturaleza fuera de sí es como un loco que, realizando una representación en medio de una multitud, olvida quién es él y trata de encontrarse a sí mismo en todas partes.
                                          PADMASAMBHAVA

De los grupos de tres, el constituido por la Base, el Sendero y el Fruto es de central importancia.
Ahora consideraremos sucesivamente cada uno de estos elementos.
esencia
La Base:  naturaleza
energía
“Base”, en tibetano “shi“, es el término que se uti­liza para indicar el campo fundamental de la exis­tencia, tanto en el plano universal como en el indi­vidual, pues el uno y el otro son esencialmente el mismo, de modo que descubrir el uno es descubrir el otro: si descubres lo que eres en verdad descu­bres la naturaleza del universo. Anteriormente nos habíamos referido a la vivencia del Estado primor­dial en una “Contemplación no dual”: ésta es la vivencia de la Base, que constituye la verdadera identidad del individuo. Se la llama la Base porque sirve de base a todos los fenómenos y porque, siendo increada y desde siempre pura y autoperfecta, no es algo que tenga que ser construido. Aunque es la Base increada e indestructible de la existencia de cada individuo, queda velada a la experiencia de todo aquél en quien se manifieste el dualismo: cuando esto sucede, es oscurecida tem­poralmente por las “nubes” constituidas por los estados mentales negativos en mutua interacción —por ejemplo, pasiones como el apego y la aver­sión— que surgen de la ignorancia básica consti­tuida por la visión dualista. Sin embargo, la Base no debe ser objetivada y considerada como un ente auto existente ella constituye el Estado o condi­ción insustancial que sirve de base a todos los entes e individuos, la cual es ignorada por el indi­viduo ordinario pero se encuentra plenamente patente para el individuo realizado.
En las enseñanzas budistas en general se consi­dera que la conciencia no cesa con la muerte del cuerpo físico, sino que transmigra, y que las cau­sas kármicas acumuladas en innumerables vidas dan lugar a nuevos renacimientos hasta que el individuo se realiza, el karma es trascendido y la trasmigración llega a su fin. No se establece cómo y cuándo comenzó esta trasmigración, pues se considera que, en vez de perder nuestro precio­so tiempo especulando acerca de una causa prime­ra, haríamos bien en ocupamos de lo que puede ser verdaderamente útil, que es cómo poner fin al sufrimiento de la trasmigración y la existencia condicionada. En la época del Buda había mucha discusión entre las sectas del brahmanismo acerca de la existencia o inexistencia de un Creador y, entre quienes afirmaban su existencia, acerca de la naturaleza precisa de éste. Ahora bien, en vez de afirmar o negar la existencia de un ser supremo como la primera causa, el Buda aconsejó a sus dis­cípulos que dejasen a un lado la duda y la especu­lación y se esforzasen por alcanzar el Estado de Iluminación en el cual desaparecen las preguntas y se manifiesta la claridad.
Al nivel de lo que experimentamos en nuestras vidas, está claro que la trasmigración comienza en el momento mismo en que entramos en el dua­lismo y termina cuando redescubrimos el Estado primordial, el cual está más allá de todo límite, incluyendo los límites del tiempo, de las palabras y de los conceptos
La existencia de los innumerables universos surge de la misma manera que la existencia condi­cionada del individuo: a partir de huellas kármicas. Por ejemplo, la antigua tradición tibetana de cos­mología bón explica que el espacio existente antes de la creación de este universo no era otra cosa que la huella kármica latente dejada por seres de previos ciclos universales destruidos al final de los mismos. Este espacio se movió dentro de sí mismo y se formó la esencia del elemento viento; la feroz fricción de este viento contra sí mismo produjo la esencia del elemento fuego; las diferencias de tem­peratura resultantes causaron la condensación que resultó en la aparición de la esencia del elemento agua, y el movimiento de las esencias de estos tres nuevos elementos engendró la esencia del elemen­to tierra, tal como al batir leche se produce mante­quilla. Este nivel de la esencia de los elementos es preatómico y consiste en luz y color.
De la interacción de las esencias de los elemen­tos habrían surgido los elementos al nivel atómico o material, de la misma manera y en la misma secuencia que sus esencias. A continuación, de la interacción de los elementos materiales o atómicos se habría formado lo que se conoce como el “hue­vo cósmico”, constituido por todas las regiones o los dominios de la existencia condicionada: los de las divinidades superiores (sin forma y de la for­ma), el de los naga y los correspondientes a los seis estados del reino de la sensualidad o lokas.
Si las esencias de todos los elementos. los ele­mentos mismos y todos los reinos de experiencia surgen del espacio, constituido por las huellas kár­micas latentes de seres del pasado, dicho espacie no se encuentra más allá del karma y el nivel con­dicionado de la existencia y, en consecuencia no podemos aplicarle lo que se dice de la Base: que desde el comienzo ha sido fundamentalmente pura y autoperfecta. La Base puede compararse con el espacio en la medida en que es lo que permite la manifestación de todos los entes, pero no puede identificarse con el espacio condicionado: ella es lo que permite que éste se manifieste y podría compararse con la esencia de dicho elemento, omnímoda, omnipresente y no nacida.

Las enseñanzas dzogchén consideran el proce­so de originación cósmica de una manera paralela y sin embargo distinta a la de la tradición bön. En las enseñanzas dzogchén se considera que, tanto en el nivel universal como en el individual, el Estado primordial, que está más allá del tiempo y, en consecuencia, de la creación y la destrucción, es la Base fundamentalmente pura de toda existen­cia. Por su propia naturaleza intrínseca, el Estado primordial se manifiesta como luz, la cual a su vez se manifiesta como los cinco colores que constitu­yen las esencias de los elementos. Estas últimas interactúan —tal como lo explica la cosmología bón— para producir los elementos mismos, que constituyen el cuerpo del individuo y la totalidad de la dimensión material. Así pues, el universo es entendido como el juego de la energía del Estado primordial, que surge espontáneamente y que pue­de ser disfrutado como lo que es —un juego— por quien permanezca integrado en su condición intrínseca esencial: el Estado autoliberador y auto-perfecto del dzogchén. Ahora bien, si, como resul­tado de la percepción fundamentalmente incorrecta de la realidad que el budismo llama “ignorancia”, el individuo entra en la confusión del dualismo, su conciencia dualista tomará las proyecciones de la capacidad cognoscitiva (o cognoscitividad) pri­mordial, que es su propia fuente y la fuente de toda manifestación, como una realidad externa que existe separada e independientemente de dicha conciencia dualista, y ésta quedará atrapada en las mencionadas proyecciones. Las múltiples pasiones surgen de esta percepción errónea fundamental y condicionan continuamente al individuo, mante­niéndolo en el dualismo.
Con sus explicaciones de la Base, el Sendero y el Fruto las enseñanzas dzogchén se proponen mostrar cómo surgió la ilusión del dualismo, cómo puede ésta disolverse y cuál es la vivencia de un individuo cuando ella se disuelve. Ahora bien, los símbolos que se utilizan para explicar la naturaleza de la realidad sólo pueden ser parcialmente apro­piados, pues por su propia naturaleza las palabras y los conceptos son inadecuados para describirla con exactitud. Como dijo Milarepa, aunque en la medida en la que ambos son vacíos se puede com­parar la naturaleza esencial de la mente con el es­pacio, la mente tiene una naturaleza cognoscitiva de la que el espacio carece. La realización no con­siste en un conocimiento acerca del universo, sino en la vivencia directa de la naturaleza de éste. Has­ta el momento en que obtengamos la vivencia directa en cuestión seguiremos dependiendo de los ejemplos y sujetos a los límites de los mismos.
Podríamos comparar la Base con un objeto des­conocido y misterioso. Para describirlo, yo podría decir que el objeto es blanco y redondeado, con lo cual ustedes se formarían una cierta idea de él. Ahora bien, al día siguiente podrían oír una des­cripción dada por alguna otra persona que lo hay a visto y cambiar su idea según esta última descrip­ción, concluyendo que el objeto es ovalado y no redondo, y su color madreperla y no blanco. Cin­cuenta descripciones después, todavía no habrían llegado a conocer en absoluto el objeto, y seguirí­an cambiando de opinión cada vez que oyesen nuevas descripciones. En cambio, si ven el objeto ustedes mismos aunque sea una sola vez sabrán perfectamente cómo es y comprenderán que todas las descripciones eran parcialmente correctas pero que ninguna de ellas podía expresar la naturaleza del objeto en su totalidad. Algo similar sucede con las descripciones de la Base o Estado primordial que constituye y jamás deja de constituir la verda­dera condición intrínseca de cada individuo, que es pura desde el comienzo, incluso mientras la con­ciencia superficial de quienes se encuentran poseí­dos por el error está sumergida en el dualismo y atrapada en las redes de las pasiones.
Ahora que hemos considerado el significado del término “Base” como se lo entiende en las enseñanzas dzogchén, podemos comenzar a consi­derar cómo se manifiestan, a partir de dicha Base, el individuo y el universo que éste experimenta. Todos los niveles de las enseñanzas afirman que el individuo está constituido por el Cuerpo, la Voz y la Mente. Los Estados perfectos de éstos, que se dan en el individuo realizado, son simbolizados por las sílabas OM, AH y HUM, respectivamente. El Cuerpo incluye la totalidad de la dimensión material del individuo, mientras que la Voz corres­ponde a la circulación de la energía vital del orga­nismo, conocida como vayu o prana en sánscrito y lung en tibetano, que está asociada íntimamente a la respiración. La Mente incluye tanto a la mente que razona, como a la naturaleza de ésta, que no está sujeta a los límites del intelecto.
El cuerpo, la voz y la mente del individuo ordi­nario están tan condicionados que éste se encuen­tra totalmente inmerso y atrapado en el dualismo. La percepción dualista que un ser ordinario tiene de la realidad es llamada visión impura o kármica, la cual está condicionada por las causas kármicas que se manifiestan continuamente como resultado de las acciones pasadas del individuo, hasta el pun­to de que éste vive tan encerrado en el mundo de sus propios límites como un pájaro en una jaula. En cambio, se dice que un ser realizado —alguien que está más allá de los límites del dualismo, que ha descubierto la condición de la Base que anterior­mente le estaba velada y que vive en y por ella— posee una visión pura. La claridad autoperfecta de la visión pura (del) Estado primordial en los individuos realizados ha hecho que éstos no se limiten a transmitir di­rectamente el Estado en el que se hace patente la verdadera condición de la Base o campo de la experiencia del individuo, sino que además impartan una introducción simbólica a dicha Base y una explicación oral de la misma. La explicación oral describe el funcionamiento de la Base en términos de tres aspectos o “sabidurías”, que son la esencia, la naturaleza y la energía. Y para simbolizar el aspecto funcional de la Base que cada uno de ellos representa, tradicionalmente se utiliza un espejo: la vacuidad que permite al espejo llenarse con cual­quier contenido ilustra la esencia, la capacidad reflectante del espejo representa la naturaleza y las apariencias particulares que se reflejan simbolizan la energía.
Esencia:
El aspecto de la Base que llamamos ‘esencia” corresponde a la vacuidad fundamental de ésta. En la práctica ello implica que, si uno observa su pro­pia mente, descubrirá que cualquier pensamiento que se manifieste es vacío en los tres tiempos: pasado, presente y futuro. Esto significa a su vez que si uno busca el lugar de donde surgió el pensa­miento no encontrará nada; si busca el lugar donde se encuentra actualmente el pensamiento no encontrará nada, y si busca el lugar al que se va el pensamiento tampoco encontrará nada: en los tres casos encontrará sólo vacuidad. Ello no implica que la “vacuidad” exista como cosa o como lugar, sino más bien que todos los fenómenos, sean suce­sos mentales u objetos aparentemente externos, no importa cuán sólidos puedan parecernos, son en verdad esencialmente vacíos (en el sentido de carecer de sustancia o autoexistencia) y carecen de permanencia; que los mismos existen sólo en for­ma transitoria y que cada “cosa” está hecha de otras cosas, las cuales a su vez están hechas de otras cosas, y así sucesivamente.., posiblemente hasta llegar a un nivel en el que no encontraremos cosa alguna. Esto nos muestra que todo lo que parece tener una existencia sustancial, desde lo enormemente grande hasta lo infinitamente peque­ño, es fundamentalmente vacío.
Empleando un espejo como símbolo de la Base, se dice que la vacuidad de ésta, que es fundamentalmente pura o katak, es como la capa­cidad de un espejo para llenarse con imágenes. Un maestro puede mostrar al discípulo un espejo y explicarle que el espejo mismo no juzga los refle­jos que aparecen en él como bonitos o feos: al espejo no lo cambia ninguno de los reflejos que pueda manifestar, de una clase o de la otra, y se vacuidad no es afectada ni desvirtuada por ellos. Entonces explicará que la esencia vacía de la men­te es como la del espejo —pura, clara y límpida— y que, no importa lo que ella manifieste, la esencia de la mente no puede desaparecer ni ser dañada o maculada.
Naturaleza:
Aunque la vacuidad en el sentido que ya se ha explicado constituye la condición esencial subya­cente de todos los fenómenos, estos últimos —sean sucesos mentales u objetos “reales” experimenta­dos como algo externo— siguen manifestándose. Tal como los reflejos, a pesar de ser vacíos, siguen apareciendo en un espejo, las cosas siguen existien­do y los pensamientos siguen surgiendo. Este con­tinuo surgir es el aspecto de la Base que se designa como “naturaleza” La naturaleza de la Base es manifestar, y para ilustrar esta naturaleza se la compara con la capacidad que tiene un espejo de reflejar todo lo que se ponga delante de él. El maestro puede usar un espejo físico para mostrar que, sin importar si lo que se refleja es bueno o malo, bonito o feo, la capacidad de reflejar inhe­rente al espejo funciona tan pronto como se ponga un objeto delante de él. Entonces explicará que lo mismo es cierto con respecto a lo que se conoce como la “naturaleza de la mente”, que es descu­bierto en la auténtica Contemplación no dual. Cualquier pensamiento o suceso puede surgir, pero la naturaleza de la mente no será condicionada por éste, ni entrará en el juicio, sino que simplemente los reflejará, tal como lo hace un espejo por su propia naturaleza.
Energía:
Hemos visto que lo que se conoce como shi o la Base —la condición fundamental del individuo y de la existencia— es en esencia vacía, y sin em­bargo su naturaleza es manifestar. Lo que ella manifiesta es energía, la cual se compara con los reflejos que surgen en un espejo. De nuevo, el maestro puede mostrar un espejo al discípulo y explicarle cómo los reflejos que surgen en él son la energía de la naturaleza intrínseca del espejo, manifestándose visiblemente. Ahora bien, aunque para explicar separemos artificialmente la esencia, la naturaleza y la energía de la Base, el símbolo del espejo muestra que estos tres aspectos son interdependientes y no pueden ser separados los unos de los otros. En efecto, la vacuidad primordialmente pura de un espejo, su clara capa­cidad de reflejar y los reflejos que surgen en él, son inseparables y son todos esenciales para la existencia de lo que se conoce como “espejo”. Si no fuese vacío, el espejo no reflejaría; si no tuviese una clara capacidad de reflejar, ¿cómo podría manifestar reflejos? Y si no pudiese manifestar reflejos, ¿cómo podríamos decir que se trata de un espejo? Lo mismo sucede con los tres aspectos de la Base: la esencia, la naturaleza y la energía son interdependientes.
Cómo se manifiesta la Energía: dang, rólpa y tsel
La energía se manifiesta de tres maneras caracte­rísticas, que se conocen como dang, rólpa y tsel. Puesto que estos términos no pueden ser traduci­dos con precisión a lenguas occidentales, tenemos que utilizar los vocablos tibetanos. Se los explica mediante tres ejemplos, que son el espejo, la bola de cristal y el cristal de roca tallado que descom­pone la luz.

Dang:
Un espejo no tiene ni forma ni color. Pero cuando se coloca frente a él una tela roja, el espejo parece ser rojo; frente a una tela verde, parece ser verde, y así sucesivamente. Así pues, aunque la vacuidad de un espejo es esencialmente infinita y sin forma, el espejo puede llenarse con cualquier contenido. Lo mismo sucede con la energía del individuo, aunque en el nivel dang ella es esencialmente infi­nita y sin forma, está claro que tiene la capacidad de adoptar cualquier forma.
En efecto, aunque esencialmente nuestra energía no posee ni forma ni dualidad algunas, las huellas kármicas contenidas en nuestra corriente-de-con­ciencia dan lugar a las formas que experimentamos como cuerpo, voz y mente, y a las que percibimos como un medio ambiente externo cuyas característi­cas están, en ambos casos, determinadas por las causas acumuladas durante innumerables vidas. El problema es que dichas huellas también producen el error dualista-sustancialista y el apego que nos hacen ignorar por completo nuestra verdadera natu­raleza y experimentar una separación radical entre nuestra persona —cuerpo, voz y mente— y lo que tomamos por un mundo externo, y que nos hacen experimentar dicha persona y dicho mundo como realidades absolutas y autoexistentes. El resultado de este error es lo que se conoce como ‘visión kár­mica”.
Al liberarse de esta ilusión, el individuo experi­menta su propia naturaleza tal como es y como ha sido desde el comienzo: como una capacidad cog­noscitiva libre de restricciones y como una energía libre de todo límite o forma. Descubrir esto es des­cubrir el dharmakaya o “Cuerpo de la Verdad”, que es mejor traducir como “Cuerpo del Verdadero Carácter de la Realidad”.

Rölpa:
Este modo de manifestación de la energía del indi­viduo es ilustrado con el símbolo de una bola de cristal. Cuando se coloca un objeto cerca de una bola de cristal, una imagen de ese objeto puede ser vista dentro de la bola, de modo que el objeto mis­mo parece encontrarse dentro de ella. Lo mismo puede suceder con la energía del individuo, que tiene la potencialidad de aparecer como una ima­gen experimentada “internamente”, como si fuese vista con “el ojo de la mente” y sin poder ser cap­tada en términos del dualismo interior/exterior. Sin embargo, no importa cuán vívida pueda ser esta imagen, ella es, como en el caso anterior, la mani­festación de la propia energía del individuo, esta vez en forma de energía rólpa. De esta forma de manifestación de la energía dependen muchas de las prácticas de tóguel y del iangthik a las que se hará referencia más adelante; de ella surgen las cien divinidades pacíficas y feroces descritas en el Bardo Tódröl o Libro tibetano de los muertos tal como le aparecen a la conciencia en el bardo de la dharmata, y es también de ella de donde han sur­gido las deidades que emplean los practicantes del Sendero de transformación para convertir su visión impura en visión pura. Finalmente, es éste el nivel de su propia energía que los realizados vivencian como el sambhogakaya o “Cuerpo de Riqueza”: la riqueza en cuestión es la fantástica multiplicidad de formas que se manifiesta en dicho nivel —el de la esencia de los elementos, que es luz— y que los realizados no perciben en términos dualistas.

Tsel:
Tsel es la manifestación de la energía del individuo mismo como un mundo aparentemente externo; en efecto, el mundo aparentemente externo no es más que una manifestación de nuestra energía. Cuando aparece el dualismo surge la ilusión de un indivi­duo autoexistente que vive encerrado en sí mismo y que se siente separado de un mundo que experi­menta como externo, pues la conciencia fragmen­taria toma las proyecciones de los sentidos como objetos que existen independiente y separadamente del ilusorio “sí mismo” con el que ella se identifica y al que ella se aferra.
El ejemplo que se usa para ilustrar nuestra ilu­sión de separatividad establece un paralelo entre la forma en que se manifiesta la energía del in­dividuo y lo que sucede cuando se coloca un cris­tal bajo la luz del sol. Sabemos que la luz del sol, al caer en el cristal, es reflejada, refractada y des­compuesta por él, produciendo rayos y formas con los colores del espectro que parecen estar separa­dos del cristal pero que en verdad son funciones de su naturaleza característica. De la misma manera, lo que aparece como un mundo de fenómenos apa­rentemente externos es la energía del individuo mismo, percibida por sus sentidos. En verdad, no hay nada externo al individuo o separado de él, y todo lo que se manifiesta constituye un continuo fundamentalmente libre de dualidad y de multipli­cidad: esta es precisamente la “Gran Perfección” que se descubre en el dzogchén.
Para un individuo realizado, el nivel de mani­festación de la energía llamado tsel constituye la dimensión del nirmanakaya o “Cuerpo de Mani­festación”. Ahora bien, debemos tener en cuenta que, ni las formas de manifestarse dang, rólpa y tsel de la energía, ni el dharmakava, el sambhoga­kava y el nirmanakava, están separados entre si. La energía ilimitada y sin forma dang, cuya correcta captación es el dharmakava, se manifiesta a nivel de la esencia de los elementos, que es luz. como las formas inmateriales de la energía rólpa cuya correcta captación es el sambhogakaya y que sólo pueden ser percibidas por quienes tienen cla­ridad visionaria. A nivel “material”, ella se mani­fiesta como las formas de la energía tsel, que los individuos poseídos por el error perciben como externas a su conciencia, sólidas y materiales, pero cuya correcta captación es el nirmanakaya. Así pues, decir que los Iluminados posean tres kaya o cuerpos no significa que tengan tres cuerpos físi­cos en distintas dimensiones, ni tres niveles, como una estatua; los kaya son las tres formas de mani­festación de la energía de cada individuo, tal como se las experimenta en la realización. Estos tres kaya serán considerados luego en mayor detalle.
Es en términos de los ejemplos anteriores como el maestro nos introduce simbólicamente a la Base, y es explicando los tres aspectos de dicha Base y la forma en que ella se manifiesta como los tres modos de la energía, como nos introduce oral­mente a la misma. Este es el secreto abierto, que todos pueden descubrir por sí mismos. Vivimos nuestras vidas, por así decirlo, al revés, concibiéndonos como un “yo” que creemos absolutamente separado de un mundo que consideramos externo. e intentando manipular a este último para obtener satisfacción. Ahora bien, en tanto que sigamos en el estado dualista, nuestra experiencia seguirá estando marcada por un sentido subyacente de carencia, miedo, ansiedad e insatisfacción

IMPERMANENCIA Y MUERTE

IMPERMANENCIA Y MUERTE

Jóvenes mueren antes que personas mayores; personas que estaban muy enfermas viven más que otras personas que estaban completamente sanas.

Tampoco importará que no se haya terminado algún trabajo, o que tengamos la sensación de tener algo pendiente que hacer en la vida, porque eso tampoco va a impedir que llegue el momento de la muerte.
Aunque queden cosas por hacer, la muerte llega y no se puede evitar.

EL RESPLANDOR INMACULADO

Del testamento final de Longchenpa, el maestro Dzogchen del siglo XIV

En un cielo nocturno sin nubes, la luna llena,
“El Señor de las Estrellas” está a punto de salir.
El rostro de mi compasivo señor, Padmasambhava,
Me atrae hacia delante, irradiando su tierna bienvenida.

Mi gozo en la muerte es muchísimo mayor
Que el gozo de los mercaderes al ganar vastas fortunas en el mar,
O los señores de los dioses que se jactan de su victoria en la batalla;
O el de aquellos sabios que han entrado en el trance de la perfecta absorción.
Así, tal un viajero que se echa al camino, cuando llega el momento de partir,

No permaneceré más en este mundo,
Sino que iré a morar en la fortaleza de la gran dicha de la ausencia de la muerte.

Esta vida mía está acabada,
mi karma se ha agotado,
El beneficio que podían hacer las oraciones se ha gastado,
Todas las cosas mundanas han llegado a su fin,
El espectáculo de esta vida ha terminado.

En un instante reconoceré la misma esencia de la manifestación de mi ser
En los puros y vastos reinos de los estados del bardo;
Estoy próximo a ocupar mi asiento en el terreno de la perfección primordial.

Las riquezas que se encontraban en mí han hecho felices las mentes de otros,
He utilizado la bendición de esta vida
Para realizar todos los beneficios de la isla de la liberación;
Habiendo estado con vosotros, mis nobles discípulos, durante todo este tiempo,
La alegría de compartir la verdad me ha llenado y satisfecho.

Ahora van a terminar todas las conexiones entre nosotros en esta vida.
Soy un mendigo errante que va a morir como le plazca,
No os entristezcáis por mí, pero seguid rezando siempre.
Estas palabras las dice mi corazón, las dice para ayudaros;
Pensad que son una nube de flores de loto, y vosotros, en vuestra devoción,
Abejas que se zambullen en ellas para libar su alegría trascendente.

Por la gran bondad de estas palabras
Que los seres de todos los reinos del samsara,
En el terreno de la perfección primordial, alcancen el Nirvana.

La meditación sobre la impermanencia y la muerte es muy importante. Por esa razón fue la última enseñanza que dio Buddha. Buddha explicó que todos los fenómenos que surgen debido a causas, son impermanentes.

No es suficiente conocer sólo intelectualmente la impermanencia y la muerte. Tampoco es suficiente saber de memoria todos los puntos sobre la meditación. Lo que hay que hacer realmente es meditar día tras día hasta realizar lo que significa la impermanencia y la muerte; si no se medita así diariamente no se conseguirá frenar el apego.

También nuestro cuerpo humano es muy frágil, es como una especie de burbuja;
Si tuviéramos un cuerpo de hierro, entonces quizá podría resistir más en algunas situaciones, pero la realidad es que cualquier pequeña circunstancia puede acabar con nuestra vida, un alimento en mal estado puede ser suficiente, o un simple pinchazo puede causar la muerte por el tétano.

La raíz es la rama, la rama es la raíz                                                          Ajahn Chan

Tan pronto nacemos ya estamos muertos. Nuestro nacimiento y nuestra muerte son sólo una cosa. Es como un árbol; donde hay una raíz, tiene que haber ramas. Si hay ramas, tiene que haber raíz. No se pueden tener las unas sin las otras.

Resulta un tanto ridículo ver cómo en los funerales la gente está tan llena de dolor y aflicción, temerosa y triste, mientras que cuando ocurre un nacimiento se siente feliz y encantada. Es un engaño; nadie se ha parado a mirarlo con claridad.

Creo que si verdaderamente quieres llorar ,sería mejor hacerlo en el momento del nacimiento, porque realmente nacer es morir, morir es nacer, la raíz es la rama, la rama es la raíz.

Si tienes que llorar, llora por la raíz, llora por el nacimiento. Míralo con mas detalle: si no hubiera nacimiento no habría muerte: ¿Puedes entenderlo?

Hay que meditar en la impermanencia y la muerte porque nos sirve para estar preparados
antes de que esta llegue; es lo que nos da el impulso para que seamos capaces de hacer los
preparativos necesarios para cuando llegue el momento.

Si meditamos en la impermanencia y en la muerte, obtendremos mucho beneficio y ventajas.
La primera de ellas es que se desarrolla un fuerte interés por la práctica, y de esa manera, uno puede alcanzar todos los niveles del camino, desde los niveles básicos hasta la buddheidad.

¿Cuáles son las desventajas de no meditar en la impermanencia?
¿Cuáles son las ventajas de meditar en ella?

Las desventajas de no meditar son que no se tendrá ningún interés por la vía espiritual; uno se dejará arrastrar completamente por los intereses mundanos y no se harán los preparativos para ese viaje que se ha de hacer antes o después.

Suponiendo que se tenga algún interés por practicar, se irá dejando siempre para más adelante; no se verá el momento de comenzar, siempre se irá posponiendo y posponiendo hasta que llegará el momento de la muerte sin haber hecho nada. Y aún en el caso de comenzar la práctica no será pura, no será perfecta, debido a que en el fondo uno practicará impulsado por sus propios intereses mundanos, como tener una buena reputación o fama, no tener obstáculos ni enfermedades y tener una vida larga.

El deseo de que los demás nos consideren un buen practicante, un buen meditador a veces está muy escondido en nosotros, pero en el fondo está ahí. Eso impide que la práctica sea una práctica pura de Dharma, porque la motivación que uno tiene no es la adecuada. Además, aunque la motivación sea buena, si no se medita en la impermanencia y en la muerte, la práctica no tendrá intensidad.

Cuando se está muy interesado por algún tipo de actividad, se hace con mucho gusto y sin
esfuerzo. Con la práctica ocurre algo parecido. Si no se siente mucho placer por practicar, todo se hace duro y pesado y ese gusto por la práctica sólo puede surgir si se medita en la impermanencia y la muerte.

Otra desventaja de no meditar en la impermanencia y la muerte es que uno se involucrará continuamente en acciones negativas. Si no se ha meditado, cuando llegue el momento de la muerte, surge una gran preocupación y pesar; uno tiene la sensación de que no ha aprovechado el tiempo de vida. Pero cuando llegue ese momento, ya de nada sirve esa gran preocupación,
ese gran arrepentimiento, porque ya no hay tiempo de solucionarlo.

La meditación sobre la impermanencia y la muerte es muy poderosa, porque consigue que no
nos puedan perjudicar o arrastrar los engaños como el apego, el odio o la ignorancia, ya que se tiene una fuerte determinación para frenarlos.
Cuando uno empieza a practicar, también es muy importante la meditación en la impermanencia y la muerte porque nos provee de fuerzas para comenzar la práctica.

De hecho, la impermanencia y la muerte son el motivo que ha impulsado a muchos de los grandes practicantes como Milarepa, que al ver la muerte de uno de sus benefactores, sintió una fuerte necesidad de dedicarse de lleno a la práctica.
Esta meditación es importante para dar continuidad a la práctica de un modo correcto y también es muy importante para concluirla, es decir, para que podamos terminarla de una manera perfecta.

Otra ventaja será que al llegar el momento de la muerte, uno lo aceptará sin ningún tipo de preocupación; si se ha sido un gran practicante, incluso se aceptará ese momento con alegría, como si se tratara simplemente de un cambio, cambiar un viejo cuerpo por uno nuevo.

Si se ha sido un practicante de tipo medio, al menos no se tendrá ningún tipo de temor, y si se ha sido un practicante de tipo básico, no se tendrá ningún tipo de pesar o preocupación.

Puesto que la muerte es algo por lo que tenemos que pasar, es muy importante hacer los preparativos; es como si supiéramos con certeza que vamos a tener que ir a India, haríamos todos los preparativos necesarios para ir.

Además, hay que tener en cuenta que en un viaje común, como ir a India, se puede recibir ayuda de otras personas que tengan experiencia; pero en el momento de la muerte, lo único que nos va a servir de ayuda realmente es la práctica del Dharma.

Así pues, no hay nadie que pueda escapar a la muerte;
incluso Buddha pasó por ese proceso de la muerte para mostrárnoslo.

Buddha, que no tiene un cuerpo ordinario y no está sometido igual que nosotros al karma y a los engaños,
se ha mostrado pasando por ese proceso de la muerte,
¿cómo vamos a escapar nosotros?

No hay manera de escapar al momento de la muerte; uno no puede irse a otro lugar y esconderse.
No se puede pagar dinero para alargar el tiempo de vida, no hay manera de escapar cuando llegue ese momento.

La duración de la vida viene determinada por el karma que uno mismo haya podido crear, por los méritos que uno pueda tener acumulados en esta vida.

El tiempo de vida es muy difícil de alargar; el tiempo va pasando, se va acabando… es algo que no se puede evitar, es como el agua en los ríos de montaña que fluye de un modo continuo, sin poder evitarlo; nuestro tiempo de vida fluye de la misma manera, se va gastando, se va perdiendo.

Otro aspecto a tener en cuenta también para meditar en este punto de la certeza de la muerte es que, independientemente de que hayamos aprovechado o no el tiempo de nuestra vida, la muerte va a llegar.

¡Pero no es fácil!

A veces, en nuestra juventud, nos resulta difícil practicar porque no tenemos interés por la práctica; después en una etapa intermedia de la vida, tenemos muchas obligaciones, y más tarde nos resulta también difícil practicar porque quizá ya somos demasiado mayores y tenemos otros obstáculos y dificultades. Pero independientemente de que hayamos aprovechado el tiempo o no, la muerte llega.

Aún suponiendo que todas las personas del mundo fueran nuestros amigos y nos cogieran de la mano para que no nos marchásemos, no lo podrían conseguir.
Tampoco las cosas materiales, por muchas riquezas que se tengan, pueden ser de ayuda en ese momento. No puede uno llevarse nada consigo.

Tanto esfuerzo para acumular y todo se queda ahí, sin ser de ninguna ayuda en ese momento. Incluso aunque se tuvieran alimentos y ropa para cien años, en el momento de la muerte, uno no podría llevarse consigo ni un poquito, no le serviría para nada.

E incluso nuestro propio cuerpo, que es algo tan querido para nosotros y que siempre protegemos y cuidamos tanto, en el momento de la muerte se convierte en un gran obstáculo, pues tenemos que abandonarlo.

Llegado ese momento, lo único que verdaderamente nos puede servir de ayuda es la práctica del Dharma; esto quiere decir que lo único que nos va a ayudar es todo el karma positivo que hayamos acumulado, lo único que nos va a acompañar es nuestro karma, ya sea positivo o negativo. Por eso se dice que en el momento de la muerte, la única ayuda que tenemos es la práctica del Dharma: todas aquellas impresiones que han podido quedar en nuestra mente debido a haber practicado, a haber pensado y actuado de un modo positivo. En el momento de la muerte se puede decir que el Dharma o el karma positivo, es el único guía que tenemos, nuestro único alimento, la única compañía o ayuda que vamos a tener en ese camino.

Estar Preparado

Hay que hacer los preparativos antes de que llegue la muerte.
Si hacemos los preparativos ahora, entonces, en el momento de la muerte,
la práctica del Dharma nos será realmente de ayuda.

Porque si tan sólo pensamos, “el Dharma es lo único que me va a ayudar en ese momento”,
pero no lo aplicamos, no nos servirá de nada.

UNA PRÁCTICA SENCILLA SOBRE LA IMPERMANENCIA Y LA MUERTE

Estoy aquí, sentado, y pienso en todos los seres que ahora están muertos.

“Desde tiempos inmemoriales, innumerables seres han llegado, han usado su tiempo y se han ido. Sólo recordamos los nombres y los actos de unos pocos. Sus muchos dolores y deleites, victorias y derrotas son hoy (como ellos) meras sombras. Y así será con todos los que conozco y conmigo mismo.

El tiempo convertirá en fantasmas todas las preocupaciones que me ahogan, todas las incertidumbres que me acosan y todos los placeres que persigo. Por lo tanto, contemplaré la
realidad de mi propia muerte para poder entender lo que es verdaderamente valioso en la vida.

Porque mi muerte puede llegar pronto, pagaré todas mis deudas,
pagaré todas las injurias y no tendré diferencias con nadie.
Porque mi muerte puede llegar pronto, no malgastaré mi tiempo repasando viejos errores,
sino que utilizaré cada día como si fuese el último.
Porque mi muerte puede llegar pronto, prefiero purificar mi mente antes que acicalar mi cuerpo.
Porque mi muerte puede llegar pronto y separarme de los que quiero,
desarrollaré el desapego y la compasión antes que la posesividad y el interés.
Porque mi muerte puede llegar pronto, usaré cada día íntegramente,
sin desperdiciarlo en objetivos infructuosos o en anhelos vanos.

Ojalá que esté preparado cuando llegue la muerte.
Ojalá que no tenga terror cuando se desvanezca la vida.
Ojalá que mi desapego me permita liberar el corazón”.

La Joya Del Corazón Del Afortunado

La Joya Del Corazón Del Afortunado

Una introducción a la Gran Perfección

Consejos de mi Corazón: Capitulo 7: Dudjom Rimpoche

¡Homenaje a mi maestro!
El Gran Maestro de Oddiyana dijo una vez:
No investigues las raíces de las cosas,
¡Investiga la raíz de la Mente!
Una vez que hayas encontrado a la raíz de la Mente,
Sabrás una cosa, no obstante todo será así liberado.
Pero si no logras encontrar la raíz de la Mente,
Conocerás todo, pero no entenderás nada.

Cuando comiences a meditar en la mente, siéntate con tu cuerpo derecho, y permite que tu respiración entre y salga en forma natural. Contempla el espacio frente a ti con los ojos ni cerrados ni totalmente abiertos. Piensa que por el bienestar de todos los seres quienes han sido tus madres, vas a observar a la conciencia, el rostro de Samantabhadra. Ruega fervorosamente a tu maestro raíz, quien es inseparable de Padmasamvabha, el Guru de Oddiyana, y luego mezcla tu mente con la suya. Asiéntate en un estado meditativo equilibrado.

Sin embargo, una vez que hayas asentado tu mente, no podrás descansar por mucho tiempo en ese estado vacío y claro de conciencia pura y prístina. Tu mente comenzará a moverse y a agitarse. De manera inquieta correrá de aquí para allá, por todas partes, como un chango. Lo que estás experimentando en este momento no es la naturaleza de la mente, sino sólo pensamientos. Si permaneces con ellos y los sigues, te encontrarás recolectando todo tipo de cosas, pensando acerca de toda clase de necesidades, planeando diversas actividades. Es precisamente este tipo de actividad mental el que te ha lanzado en el pasado al oscuro océano del samsara, y no cabe duda que lo hará en el futuro. Sería mucho mejor si pudieras cortar con la siempre expansiva y negra confusión de tus pensamientos.

¿Qué pasaría si pudieras liberarte de las cadenas de tus pensamientos? ¿Cómo es la conciencia pura y prístina? ¡ Es vacía, deslumbrantemente límpida, ligera, libre y llena de gozo! No es algo que esté encadenado ni demarcado por su propia colección de atributos. No hay nada en la totalidad del samsara y el nirvana que no lo abrace. Desde el tiempo sin principio, está dentro de nosotros, innata. Nunca hemos estado sin ella, y sin embargo, está plenamente fuera de nuestro campo de acción, esfuerzo e imaginación.

Pero, ¿cómo, preguntarás, es reconocer la conciencia pura y prístina, la cara de rigpa? Aunque lo experimentes, simplemente no podrás describirlo; sería como un mudo tratando de describir sus sueños. Es imposible distinguir entre tú que descansas en la conciencia pura y prístina y la conciencia pura y prístina que estás experimentando. Cuando descansas de manera natural, desnuda, en el estado ilimitado de la conciencia pura y prístina, todos esos pensamientos molestos y veloces que no se quedan callados, ni siquiera por un instante – todas esas memorias, todos esos planes que te causan tantos problemas – pierden su poder. Desaparecen en el cielo espacioso sin nubes de la conciencia pura y prístina. Se quiebran, se desmoronan y desaparecen. Toda su fuerza se pierde en la conciencia pura y prístina.

De hecho, tienes esta conciencia pura y pristina dentro de ti. Es la sabiduría clara y desnuda del Dharmakaya. Pero, ¿Quién te puede introducir a ella?, ¿En dónde puedes asentar su base?, ¿De qué puedes estar seguro? Para empezar, es tu maestro quien te muestra el estado de la conciencia pura y prístina. Y cuando la reconoces por ti mismo, es cuando has sido introducido a tu propia naturaleza. Todas las apariencias, tanto del samsara como del nirvana, son simples despliegues de tu propia conciencia pura y pristína; toma como punto de referencia tu vida, de manera firme, tan solo la conciencia pura y prístina. Así como las olas que se levantan y surgen del océano y regresan a él, así todos los pensamientos que surgen, moran y se disuelven en esa conciencia pura y prístina. Convéncete de su disolución y así te encontrarás en un estado totalmente libre tanto de meditador como de objeto de meditación – más allá de la mente meditadora.

“¡Ah en ese caso!” Podrías pensar, “no hay necesidad de meditar”. Bueno, yo puedo asegurarte que sí es necesario meditar. El mero reconocimiento de la conciencia pura y prístina no te libera. A través de tus vidas desde el tiempo sin principio te has visto envuelto en creencias falsas y hábitos engañosos. Desde entonces hasta ahora has gastado cada momento como un miserable y patético esclavo de tus pensamientos. Y cuando mueras, no se sabe a ciencia cierta a donde irás. Seguirás a tu karma y tendrás que sufrir. Es por esta razón que debes meditar, para preservar de manera continua el estado de conciencia pura y prístina al que se te ha introducido. El omnisciente Longchenpa ha dicho, “Puedes reconocer tu propia naturaleza, pero si no meditas y te familiarizas con ella, serás con un recién nacido abandonado en un campo de batalla: serás tomado por el enemigo, el ejército hostil de tus propios pensamientos.” En términos generales, meditación significa familiarizarnos con el estado de descansar en la naturaleza primordial y libre de elaboraciones, a través de la atención espontánea, constante y natural. Significa acostumbrarnos a dejar en paz el estado de la conciencia pura y prístina, despojado de toda distracción o aferramiento.

¿Cómo nos acostumbraremos a morar en la naturaleza de nuestra mente? Cuando surjan pensamientos mientras meditas, déjalos que surjan; no hay necesidad de considerarlos tus enemigos. Cuando surjan, relájate en su surgimiento. Por otro lado, si no surgen, no te preguntes nervioso si acaso van a surgir o no. Simplemente descansa en su ausencia. Si aparecen de manera súbita pensamientos grandes y bien definidos durante tu meditación, es fácil reconocerlos. Pero cuando ocurren movimientos sutiles, es difícil darse cuenta que están ahí hasta mucho después. Esto es a lo que llamamos namtok wogyu, la corriente subterránea de la distracción mental. Es el ladrón de tu meditación, así que es importante mantenerlo vigilado. Si puedes estar atento en forma constante, tanto en la meditación como después de ella, mientras comes, duermes, caminas o estás sentado, es justamente eso- ¡estas en lo correcto!

El gran maestro Guru Rimpoché dijo:

Cien cosas se pueden explicar, mil se pueden decir,
Pero sólo una debes entender,
Conoce una cosa y todo se libera-
Permanece en tu naturaleza interior; ¡tú conciencia pura y prístina!

También se dice que si no meditas, no encontrarás la certidumbre: si lo haces, la conseguirás. Pero, ¿qué tipo de certidumbre? Si meditas con un esfuerzo fuerte y gozoso, aparecerán señales de cómo te has acostumbrado a morar en tu naturaleza. Tu aferramiento feroz a experimentar los fenómenos de manera dualista, gradualmente se aflojará, y tu obsesión con la felicidad y el sufrimiento, las esperanzas y miedos, etc, gradualmente se irán debilitando. Aumentará la devoción por tu maestro y tu confianza sincera en sus instrucciones. Después de un tiempo tus actitudes dualistas y tensas se evaporarán y llegarás al punto en donde el oro y las piedras, la comida y la basura, los dioses y demonios, la virtud y la no-virtud, todo será lo mismo para ti – estarás imposibilitado para escoger entre el paraíso y el infierno. Pero hasta que llegues a ese punto (mientras estés aún atrapado en las experiencias de la percepción dual), virtud y no-virtud, tierras búdicas e infiernos, felicidad y dolor, acciones y sus resultados – todo esto es la realidad para ti. Como lo dice el Gran Guru, “Mi visión va más allá del cielo, pero la atención a mis acciones y sus resultados es más fina que la harina.”

Así que no vayas por ahí proclamando sé un gran meditador Dzogchen cuando de hecho no eres más que un vago pedorro que apesta a alcohol y lujuria.

Es esencial que tengas una base estable de devoción pura y samaya, unidos a un entusiasmo fuerte y gozoso que esté bien equilibrado, ni muy tenso ni muy suelto. Si eres capaz de meditar, alejándote por completo de todas las actividades y preocupaciones de esta vida, es certero que obtendrás las extraordinarias cualidades del profundo camino del Dzogchen. ¿Por qué esperar a vidas futuras? Puedes tomar por asalto a tu ciudadela primordial hoy mismo, en el presente.

Estos consejos son la sangre misma de mi corazón. ¡Mantenlos cerca y nunca los dejes ir!

Los Tres Preceptos Incisivos

Los Tres Preceptos Incisivos de Garab Dorje

Tshig gsum gnad brdegs

Una introducción directa a la naturaleza de la mente es el primer imperativo.
Convicción absoluta en la práctica es el segundo imperativo.
Confianza implícita en soltar es el tercer imperativo.

Estos tres preceptos incisivos fueron el último testamento escencial de Garab Dorje, el tulku de Vajrapani, Maestro de los misterios, a su discípulo Manjushrimitra. Ellos describen la esencia del Dzogchen

La extraordinaria enseñanza de la gloriosa y soberana sabiduría

Khepa sri gyelpo khyad chos

Una exposición de “Los tres preceptos incisivos” de Garab Dorje por Patrul Rinpoche

Para algunos el Khepa Sri Gyelpo por Patrul Rinpoche es el texto individual más importante de Dzogchen en la tradición del Dzogchen Nyingthik. Dentro del marco de la visión, la meditación y la acción, Patrul Rinpoche incluye los tres preceptos incisivos o imperativos de Garab Dorje en su exposición de la visión o examen de la atiyoga del Dzogchen. El da instrucciones muy precisas sobre la práctica de la visión y la meditación. La técnica meditativa empleada es la expresión explosiva de la sílaba sagrada PHAT. Un prerrequisito necesario para la práctica de esta instrucción es la introducción experimental a la naturaleza de la mente a través de la sucesión lineal.

¡Homenaje al Gurú!

La visión es Longchen Rabjam, la Vasta Extensión Todo Permeante;
la meditación es Khyentse Wozer, la Brillantez de la Sabiduría y del Amor;
la acción es Gyelwai Nyugu, el Bodisatva.
Practicando tal visión, meditación y acción,
sin tensión o esfuerzo obtendrás la budeidad en esta vida;
y fallando en eso – ¡qué paz mental!

Sí, Visión es Longchen Rabjam, la Vasta Extensión Todo Permeante,
y los tres preceptos alcanzan esa realidad esencial.

Primero, mantén la mente relajada,
y, ni difuso ni concentrado, permanece sin pensamiento;
en este estado de equilibrio y relajación
abruptamente pronuncia un ¡PHAT! que pasme a la mente,
fuerte, alto y corto – y ¡ahí está!
nada más que asombro e iluminación.
En el asombro iluminado está la toda penetrante libertad de la mente,
y en esa inexpresable libertad toda penetrante de la mente
reconoce la total presencia del dharmakaya.
Una introducción directa a la naturaleza de la mente es el primer imperativo.

Entonces, ya sea que haya quietud o movimiento,
rabia o lujuria, felicidad o tristeza,
en todo momento y en cada situación,
sostén ese reconocimiento de la total presencia del dharmakaya.
La luz clara ´hijo´ uniéndose con la familiar luz ´madre´
permanecen absortas en la presencia total indescriptible.
Una y otra vez rompe la quietud, el júbilo, la claridad y el movimiento,
pronunciando abruptamente la sílaba de los métodos y de la intuición.
La absorción meditativa y la comprensión intuitiva subsecuentes son idénticas,
y las sesiones y los intervalos de meditación son indistinguibles:
siempre permanece en este estado de no diferenciación.
De cualquier modo, mientras que se esté desarrollando esta estabilidad,
renuncia al entretenimiento y atesora la meditación;
realiza prácticas de meditación formal en períodos establecidos,
y en todo momento y en cada situación
observa solo el libre juego del dharmakaya,
convencido de que no hay nada mas que eso.
Convicción absoluta es el segundo imperativo.

Si surgen lujuria o enojo, placer o dolor,
o cualquier pensamiento fortuito,
a través de reconocerlos directamente no queda ningún residuo;
intuyendo este aspecto liberador del dharmakaya,
análogo a una figura trazada en el agua,
se da el surgimiento espontáneo ininterrumpido y el soltar reflexivo.
Lo que sea que surja es el alimento de la presencia total desnuda y vacía;
lo que sea que se mueva es la creatividad del soberano dharmakaya
disolviéndose espontáneamente sin dejar rastro – ¡imponente!
La forma en la que las cosas surgen es la misma que antes;
la diferencia crucial está en la forma de soltarlas.
Sin esta función vital de soltar, la meditación es un sendero ilusorio;
imbuidos en esto, permanecemos en la no meditación del dharmakaya.
Confianza implícita en soltar es el tercer imperativo.

En esta visión que posee los tres imperativos, actúan como soporte:
la meditación, la interfusión de la sabiduría y el amor,
y la actividad acostumbrada del Bodisatva.
Incluso aunque los Budas del pasado, presente y futuro confieren,
no hay preceptos superiores a estos.

El Dharmakaya Descubridor de Tesoros, la creatividad de la presencia total,
extrajo este tesoro de la matriz de la comprensión intuitiva perfecta.
Este tesoro no es una extracción mineral de las rocas,
es el testamento final de Garab Dorje;*
es el elixir espiritual de las tres transmisiones
confiado con el sello de lo secreto a mis hijos de corazón.

Este mensaje proveniente del corazón es la verdad profunda;
esta verdad vital es el mensaje de mi corazón.
No abandonen esta verdad vital;
no dejen que estos preceptos se les escapen.

La enseñanza extraordinaria del Khepa Srigyelpo,
la Gloriosa y Soberana Sabiduría, está completa.

Como una ofrenda de acción de gracias a mis Lamas de Dzogchen, mediante su gracia este texto ha sido traducido por Kunzang Tenzin y terminado en la luna llena del primer mes del año del pájaro de hierro, febrero 18 de 1981. Que llegue a las manos de los afortunados y que beneficie a todos los seres.

Esta versión de la traducción incluye cambios menores. Terminada el décimo día del octavo mes del año del dragón de hierro, octubre 8 de 2000, en Kathmandú, Nepal.

¡Que todos los seres sean felices!

CONSEJOS PARA DESARROLLARSE COMO UN DZOGCHENPA

CONSEJOS PARA DESARROLLARSE COMO UN DZOGCHENPA

por Tenzin Wangyal Rinpoche:

Maestro de la antigua tradición Bön Po de Tibet

“Es muy importante descubrir a través de la auto-observación que nivel de integración de las enseñanzas somos capaces de practicar y aplicar, de lo contrario existirá un vacío entre las enseñanzas de Dzogchen  y nuestras aspiraciones como practicantes de Dzogchen. Cuando mi maestro Lopon  Tenzin Namdak dio enseñanzas sobre el ‘ Zhang Zhung Nyan Gyud’ en Italia  en 1989 dijo, ‘ La enseñanza es Dzogchen, nosotros no somos Dzogchen. ‘Él  estaba hablando sobre el vacío entre la explicación del estado o base dado en las enseñanzas y la condición  dualística  que nosotros  vivimos en nuestra mente conceptual. Nosotros podemos ver fácilmente si hay este vacío cuando surge una pasión como la ira. Cuando recibimos enseñanzas, aprendemos acerca de la integración de la práctica y la auto-liberación, pero muy a menudo no hay ninguna relación funcional entre lo  que nosotros hemos aprendido en las  enseñanzas sobre las pasiones y lo que pasa dentro de nosotros cuando una pasión  como la ira surge. Eso significa que la enseñanza no está trabajando y la  ira que nosotros sentimos no corresponde al enojo del que nosotros hablábamos  según las enseñanzas. En términos prácticos, éste es el vacío sobre el que mi  maestro estaba hablando. En el momento en que una pasión surge, nosotros nos olvidamos de todas las explicaciones. Para eliminar este vacío cuando  intentamos aplicar la integración de la enseñanza, es importante no seguir  ciegamente lo que los textos  nos dicen sobre la auto-liberación, sino primero analizar  nuestra propia  condición y determinar en qué fase de práctica  estamos, qué nivel  de practicante hemos alcanzado, y entonces aplicar el punto de vista apropiado y la  práctica adecuada. Es como si nosotros estamos enfermos. Nosotros tenemos que averiguar qué enfermedad tenemos y qué tipo de medicina  debemos tomar. Por tanto el primer paso que  debemos hacer hacia la integración  es determinar qué nivel  tenemos  para trabajar sobre él, y no intentar aplicar inmediatamente  el punto de vista más alto de las enseñanzas de la integración y la auto-liberación, de otro modo el vacío surgirá entre la enseñanza y nuestra capacidad de aplicarla en la vida cotidiana

De esta manera, la integración es una cosa, y lo que nosotros hacemos es otra. Nosotros debemos conectar lo que aprendemos sobre la liberación de las  pasiones en las enseñanzas y lo que nosotros realmente experimentamos cuando sentimos que las pasiones surgen.”

 

Tulku  Urgyen Rinpoche:

Tulku Urgyen Rinpoche es uno de los últimos grandes maestros  vivos de Tibet. Fue el maestro Dzogchen  del Decimosexto Karmapa , y más recientemente de los regentes de Kagyu Shamar, Situ de Tai, Jamgon Kongtrul y Gyaltsop Rinpoches, así como de  muchos otros lamas importantes.

“La razón principal por la que no  puede enseñarse únicamente la visión trascendental es que pocas personas entenderán correctamente el punto principal creyendo, ‘ yo sólo necesito la  visión trascendental ¡No hay nada que hacer! Yo puedo dejar todas las actividades y prácticas! ‘Por supuesto, esto puede ser verdad en cierto sentido; sin embargo, lo que pasa cuando  alguien deja la práctica del Dharma convencional demasiado pronto, es que esa  persona falla en hacer la práctica espiritual en términos de purificación  de las obscuraciones y el recogimiento de las acumulaciones. Al mismo tiempo, él  o ella no comprenden de verdad, no progresa, y no logra estabilidad en  la visión trascendental. El resultado final es que la visión trascendental sigue siendo una idea mientras su conducta muestra no tener atención a lo bueno y lo malo. Eso es lo que  Padmasambhava quiso decir por ‘ perder la conducta en la visión trascendental. ‘  “Nosotros necesitamos integrar la visión trascendental y la conducta. Padmasambhava dijo sabiamente, ‘ Aunque tu visión trascendental sea más alta que el cielo, vigila tus acciones más finamente que la harina de la cebada. ‘Entendiendo la expresión ‘ más fino que la harina de cebada  por la voluntad de adoptar lo que es bueno y evitar lo que es malo, con  respeto por la ley de causa y efecto, con atención al mas mínimo  detalle. Esto es mantener la armonía entre la visión trascendental y la conducta.

Por el contrario, separando las propias acciones de la visión trascendente, es de algún modo  convencerse a sí mismo de que no hay ninguna necesidad de hacer la práctica preliminar  , ninguna necesidad de cualquier buena acción, ninguna necesidad de hacer ofrendas,  y ninguna necesidad de disculparse por las acciones malas. Uno puede engañarse a sí mismo  creyendo que sólo necesita permanecer en la simplicidad. Eso honestamente  significa, sin embargo,  que semejante persona no hará ningún progreso espiritual. Finalmente, es  verdad que “no hay nada que hacer”, pero esto sólo  es verdad cuando uno ha pasado a través de  la puerta de la comprensión, la experiencia del despertar, y  la realización. Mantener una convicción intelectual del punto de vista trascendental sin haber  hecho la práctica es una grave equivocación. Así es cómo el  autodidacta practicante de Dzogchen se pierde.”

El Estado primordial Namkai Norbu

El Estado primordial

Namkai Norbu

En esencia, la enseñanza dzogchén se ocupa del Estado primordial que, desde el comienzo mismo, ha constituido la naturaleza intrínseca de cada individuo. La vivencia de dicho Estado es la vivencia de nuestra verdadera condición: somos el centro del universo, aunque no en el sentido egoico y egoísta propio de nuestra experiencia ordinaria. La conciencia egocéntrica ordinaria no es otra cosa que la jaula limitada de la visión dualista que excluye la vivencia de nuestra verdadera naturaleza: la vivencia del espacio del Estado primordial. Descubrir el Estado en cuestión es Comprender la enseñanza dzogchén, cuya transmisión tiene como función el comunicar dicho Estado: quien lo ha descubierto y se ha establecido en él lo transmite a quienes están atrapados en la condición dualista. Incluso el nombre “dzogchén”, que significa “Gran Perfección”, se refiere a la autoperfección de este Estado, fundamentalmente puro desde el comienzo, en el cual no hay nada que rechazar o que aceptar.

Para entrar en el Estado primordial y Aprehenderlo así directamente, uno no necesita conocimientos intelectuales, culturales o históricos. Por su propia naturaleza, dicho Estado está más allá del alcance del intelecto. Sin embargo, cuando la gente encuentra una enseñanza que no conocía con anterioridad, en seguida quiere saber dónde surgió, de dónde vino, quién la enseñó y así sucesivamente. Aunque lo anterior es perfectamente comprensible, no se puede decir que el dzogchén mismo pertenezca a la cultura de ningún país. Por ejemplo, hay un tantra del dzogchén llamado Dra Talyur Tsawe Guíüb que afirma que la enseñanza dzogchén se encuentra también en otros trece sistemas solares distintos del nuestro; en consecuencia, ni siquiera podemos decir que la enseñanza dzogchén pertenezca al planeta Tierra. ¿Cómo podría decirse entonces que pertenece a alguna cultura nacional particular? Aunque es cierto que la tradición dzogchén que vamos a considerar ha sido transmitida a través de la cultura del Tibet, que la ha conservado desde el comienzo de la historia conocida de ese país, no podemos concluir, sin embargo, que el dzogchén sea tibetano, ya que el Estado primordial no tiene nacionalidad y se encuentra en todas partes.

Sin embargo, también es cierto que en todas partes los seres sensibles han entrado en la visión dualista que oculta la vivencia del Estado primordial. Y cuando los seres realizados han entrado en contacto con ellos, sólo raras veces han sido capaces de comunicar el Estado en cuestión de manera completa sin palabras o símbolos; en consecuencia, han tenido que usar como medio de comunicación la cultura en la cual lo han transmitido. Así pues, a menudo ha sucedido que la cultura y las enseñanzas se han encontrado entrelazadas y, en el caso del Tibet, esto es cierto a tal punto que no es posible comprender la cultura del país sin una comprensión de las enseñanzas.

Esto no significa que la enseñanza dzogchén se haya difundfdo ampliamente en el Tibet y llegado a ser bien conocida por todos; la verdad es más bien lo contrario. Dicha enseñanza siempre estuvo reservada, pues es tan directa que mucha gente le tenía algo de miedo y, en consecuencia, en cierta medida siempre hubo que mantenerla en secreto. Sin embargo, no cabe duda de que ella constituye la esencia de todas las enseñanzas tibetanas. Incluso en la antigua tradición bón’ —la tradición, en gran parte chamánica, que es indígena del Tibet y que antecede la llegada del budismo desde la India— existía una enseñanza dzogchén.’ Así pues, aunque las enseñanzas dzogchén no pertenecen ni al budismo ni al bün, podemos considerarlas como la esencia de todas las tradiciones espirituales tibetanas, tanto dentro de la primera de dichas religiones como dentro de la segunda. Entendiendo esto, y teniendo en cuenta el hecho de que las tradiciones espirituales del Tibet constituyen la esencia de la cultura tibetana, podemos usar las enseñanzas dzogchén como una clave para la comprensión de esa cultura como totalidad. En efecto, todos los aspectos de la cultura en cuestión surgieron como facetas de la visión unificada de los maestros realizados de las distintas tradiciones espirituales.

La claridad del Estado primordial —esencia de la experiencia de muchos maestros— funcionó como un cristal en el corazón de la cultura, que proyectó las formas del arte y la iconografía, la medicina y la astrología tibetanas, como brillantes rayos o reflejos. Si comprendemos la naturaleza del cristal, comprenderemos mejor los rayos y reflejos que de él emanaron.

DZOGCHEN LA DOCTRINA BÁSICA DEL DZOGCHEN

DZOGCHEN

LA DOCTRINA BÁSICA DEL DZOGCHEN

El peregrino Buddhista necesita avanzar sin caer en la trampa de la serpiente, Mara, y discriminar perfectamente la Dualidad.

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Sabiendo la verdad de la No Dualidad, entonces puede estar libre del peligro de la Ignorancia.

Los Sabios, aquellos que han comprendido la eficacia de la vigilia, gozan de la vigilia, y son transportados a las esferas de actividad en las que trabajan los Nobles.

REFUGIO
Busquemos refugio y alojamiento en la iluminación; en la doctrina relativa y la absoluta, la acción correcta con benevolencia, las intenciones correctas con compasión, las actitudes correctas con alegría y la ecuanimidad con gozo; en la corrección, en la más venerable desafección de las pasiones, y en la pureza.
Busquemos refugio y alojamiento en la doctrina del Mahaprajnaparamita, que es la doctrina primera, la suprema, la más venerable, inamovible e imperecedera. De ella salen todos los Buddhas del pasado, presente, y futuro. Emplead su gran sabiduría para llegar a la otra orilla y para derrotar las aflicciones y las pasiones que emanen de las sensaciones, emociones, y pasiones de la mente.

A partir de aquí, se presentan las Doctrinas de Dzogchen.

Para una mente no preparada para ver más allá de las palabras,
pueden parecer intelectuales y difíciles de entender.

Los que quieran seguir este camino deben buscar a un Maestro adecuado.

Está claro que no sólo en los tratados de Grandes Maestros,
sino en los tratados de todas las tradiciones nacidas de sus conceptos,
todas las apariencias externas, incluso las que se presenten como sólidas,
son consideradas como productos de la mente.

La ciencia moderna está claramente de acuerdo con estas ideas.

La mente es una energía invisible, capaz de dar energía al cerebro visible.
Entonces, está claro que la mente y los pensamientos no son producto del ser humano.
Al contrario, el ser humano es producto de los pensamientos.

Es muy importante no confundir el cerebro visible con la mente.

Es la mente la que permite la visibilidad del cerebro y del cuerpo humano entero.

La aparente existencia del ser humano como un ente separado del resto del universo es también producto del error de los pensamientos, que son fundidos en la Dualidad.

El concepto de una mente desconocida es también producto del error de los pensamientos.

Todas las escrituras antiguas dicen que la causa del sufrimiento es el deseo y el apego, pero Buddha sabía que la verdad es mucho más profunda. El deseo y el apego son las consecuencias de un estado de la mente dual.

¿Qué significa esto? Significa que la mente ha sustituido la discriminación natural de los fenómenos por una percepción de forma y nombre en la cual cada forma y objeto aparece separado el uno del otro. Entonces, esto causa una separación de uno mismo (como objeto especial y separado), de cualquier otro humano, animal, planta, flor, roca, u otros aparentes fenómenos. La percepción de la Dualidad ha destruido la Unidad y Armonía de los universos.

Por tanto, la percepción falsa de Dualidad es la causa del sufrimiento.

¿Cómo disolver esta dualidad?

No por las enseñanzas en los libros. Estos incrementan tus conocimientos intelectuales.

No por los preceptos, que ayudan tu estado moral.

No por las escrituras, que pueden enseñarte la concentración en tus prácticas.

No por los tratados, que pueden enseñarte la Sabiduría.

Los preceptos, escrituras, y tratados son herramientas fantásticas, pero sólo las prácticas disuelven la causa del sufrimiento y también permiten el crecimiento de la naturaleza Buddhista.

Yun Men, en su obra, “Sentencias”, dice que El Octuple Sendero y otras enseñanzas de este tipo tienen su función, pero, al incluir las enseñanzas directas y completas que son extremadamente difíciles de entender, no disuelven la Dualidad. Quedarse encallado en las sensaciones, emociones, y pensamientos es un error. Sólo puedes disolver la Dualidad con prácticas de Contemplación.

INTRODUCCIÓN

Las prácticas fueron introducidas en el Tíbet por el Gran Maestro Padmasambhava.

Así también, Padmasambhava fue el gran maestro pionero de la Escuela Buddhista Tántrica en el Tibet (adonde llegó también procedente de la India, el año 747 d.C., invitado por el rey tibetano) y bajo el patrocino real, convirtió el Tíbet al Buddhismo.

Padmasambhava fue muchos años discípulo de varios maestros de India, Birmania, Afganistán, Nepal y otros países importantes con grandes tradiciones espirituales. En el Libro Tibetano de la Gran Liberación, Evans-Wentz hace una descripción exquisita de su trayectoria espiritual: “Pudo reunir, como una abeja, el néctar de las más raras flores del vasto jardín oriental de conocimientos filosóficos y psíquicos.”

Padmasambhava (683-712), el gran maestro pionero de la Escuela Buddhista Tántrica, el primero en la línea directa y el supremo maestro del Tíbet, explicó las enseñanzas en el sermón, ‘El Conocimiento de la Mente, la Visión de Desnudez, Llamado Auto-liberación’.

La Doctrina fue escrita en la biografía según su principal discípulo, la dama Yeshey Tshogyal

Samayá, gya, gya, gya. Vasta,
Vasta, Vasta, es la Divina Sabiduría.

“Éste es el Conocimiento de la Mente, la Visión de la Realidad, la Auto-Liberación.

Para beneficio de las futuras generaciones que nacerán durante la Edad de la Oscuridad, estos esenciales aforismos aquí expuestos, necesariamente breves y concisos, han sido consignados por escrito, de acuerdo con los preceptos tradicionales.

Aunque sus enseñanzas fueron impartidas durante esta época actual, el texto de las mismas estuvo oculto en medio de un tesoro de preciosos objetos.

Que puedan ser leídos por aquellos benditos devotos del futuro.”

La DOCTRINA DE LA GRAN PERFECCIÓN: DZOGCHEN
En sentido estricto, dicha vía comienza con lo que se conoce como la “introducción directa”: una desocultación inicial, inmediata y súbita de nuestra condición originaria de total plenitud y perfección, correspondiente al estado del Despertar.

Su carácter intrínsecamente autoliberador hace que cualquier pensamiento valorizado delusoriamente que se encuentre presente cuando se manifieste, o que pueda surgir mientras se encuentre patente, se autolibere instantánea y espontáneamente.

La vía de la auto-liberación es el vehículo primordial o, lo que es lo mismo, el Dzogchen, el vehículo Buddhista que consiste en los tres aspectos indispensables: la base, la vía y el fruto.

EL ERROR (AVIDYA) ES LA ILUSORIA SEPARACIÓN DE LOS ASPECTOS DE LA BASE

La base es nuestra condición primordial de perfección natural y tiene tres aspectos:

El Vacío Eterno, Sin Limite y Indestructible (La Esencia)

La Sucesión Temporal y Espacial (Naturaleza Discriminativa)

Las Irritación Personales y Reacciones (Energía)

Forman una unidad indivisible sin Dualidad. Y entonces muestran la indivisibilidad del Vacío y la Forma.

La impresión de la Vacuidad es igual que la propiedad de un espejo de aceptar el ambiente externo dentro de los límites de su capacidad.

La Discriminación es la capacidad de aceptar las impresiones reflejadas. Las Experiencias de Forma son las impresiones de los reflejos particulares.

AVIDYA: LA PRODUCCIÓN DE LA DUALIDAD

Avidya, una separación ilusoria de los elementos de la base, Desarrollado en el ser humano resulta en tres aspectos distintos de energía:

Los Pensamientos y la separación espacial entre ellos

Las impresiones mentales, no materiales

Los fenómenos mentales, materiales

Esta separación ilusoria en nuestra condición primordial de perfección produce una distancia artificial entre sí y los objetos materiales que tienen sus raíces en los mismos pensamientos. La ruptura tiene raíces en los pensamientos y la generación de una Identidad.

“El Pensador es nacido del Pensamiento”

Paradójicamente el Pensamiento crea al Pensador y no el revés.

LA DESOCULTACIÓN DE LA NATURALEZA PRIMORDIAL

El error llamado “avidya”, el cual implica las delusiones de los pensamientos y las ilusiones de la aparente existencia de dualidad, permite la condición para la manifestación consciente de las sensaciones, emociones y pasiones, que oculta la verdad de la No- Dualidad. La No-Dualidad es el estado de la naturaleza primordial de todo eterno.

Todos los métodos verbales, abstractos, y simbólicos de las enseñanzas y prácticas tienen el único propósito de guiar al adepto en el gran Camino del Yoga Interno y de disolver la Identidad personal. Y la mente Dual.

Cuando la mente está firmemente atrapada en los atascos de Mara, puede que sea necesario romper primero las cadenas de los hábitos y sistemas que inhiben los avances.

Eso se llama el yoga externo.

LA DISOLUCIÓN DE LA EXCITACIÓN

Las actitudes cargadas por las sensaciones, emociones, y pasiones, sostenidas por las delusiones e ilusiones, implican una tensión y excitación mental y corporal.

Si, a raíz de mirar la mente por las enseñanzas, se disuelve en una instante o después de un camino gradual, la dualidad, el cuerpo-mente pierde toda la tensión y el estrés no natural y hay una relajación total y una experiencia de bienestar mas allá de la mente.

El Dzogchen es un vehículo que permite una comprensión progresiva e irreversible con la disponibilidad de una vía directa.

No es necesario, entonces, producir visualizaciones y otras experiencias que no estaban originalmente manifiestas.

“En el reino de la Sabiduría que transciende toda meditación, que brilla por luz propia, donde no es posible extraviarse, los conceptos vacuos, la auto-liberación y el Vacío original primordial, son los del Dharmakáya. Sin la comprensión de esto, no es posible alcanzar la Finalidad del Sendero.”

Estas enseñanzas, extremadamente profundas e inconmensurables, agotan todo conocimiento. Pero no hay dos cosas tales como la contemplación y un contemplador.

Cuando se las contempla exhaustivamente, estas enseñanzas que conducen a las practicas se funden en una sola unidad, el estado primordial.

Así, se logra la finalidad de la búsqueda, y termina, así mismo, la búsqueda misma. No queda más nada que buscar. No hay necesidad de buscar. No hay buscador.

Pero se necesita andar en el mundo de los sentidos con la clara comprensión de la NO-DUALIDAD siempre presente.

“Este estado inconfundible de la Clara Sabiduría sin comienzo del auto-reconocimiento, Es exactamente lo mismo que se expone en la Doctrina de la Gran Perfección.”

LA INCONFUNDIBLE CLARA SABIDURÍA.
ENTONCES, TODO ES ILUSIÓN

“No habiendo cosa alguna en la que meditar, no existe ninguna meditación. No habiendo cosa alguna en la que extraviarse, no hay ningún extravío si uno es guiado por la memoria.”

Sin meditar, sin extraviarse, mirad hacia dentro al Verdadero Estado, en el cual brilla resplandecientemente el auto-reconocimiento, el auto-conocimiento y la auto-iluminación. Estos, que así brillan, son llamados, “La Mente Bodhisáttvica”.

Concluyen aquí las Enseñanzas Básicas de la Suprema Doctrina Dzogchen del Despertar Súbito.

Una compilación de comentarios y varios textos introductorias de Dzogchen.