Otra version del evangelio de Bernabe

VERDADERO EVANGELIO DE JESUS, LLAMADO EL CRISTO, UN NUEVO PROFETA ENVIADO POR DIOS AL MUNDO, SEGUN LA DESCRIPCION DE BERNABE, SU APOSTOL.

Bernabé, apóstol de Jesús el Nazareno, llamado Cristo, a todos quienes viven sobre la Tierra les desea paz y consuelo.

Queridos hermanos: el Dios grande y Maravillosos nos visitó durante estos últimos años a través de su Profeta Jesucristo, en gran misericordia de enseñanza y milagros, por cuya razón muchos, siendo engañados por Satanás, bajo la pretensión de piedad, están predicando la doctrina más impía, llamando a Jesús “hijo de Dios”, repudiando la circuncisión ordenada por Dios para siempre, y permitiéndose toda carne impura; entre los cuales también Pablo ha sido engañado, y de esto no hablo sin sufrir; y por esta causa estoy escribiendo aquella verdad que yo ví y escuché en el trato que tuve con Jesús, para que podáis ser salvados, y no engañados por Satanás pereciendo en el Juicio de Dios. Por tanto cuidados de todo aquel que os predique una nueva doctrina contraria a la que yo escribo, para que así podáis ser salvados eternamente. Que el gran Dios esté con vosotros y os proteja de Satanás y de todo mal. Amén.

1. EN ESTE PRIMER CAPITULO ESTA CONTENIDA LA ANUNCIACION DEL ANGEL GABRIEL A LA VIRGEN MARIA ACERCA DEL NACIMIENTO DE JESUS.
En estos últimos días una virgen llamada María, del linaje de David, de la tribu de Judá, fue visitada por el ángel Gabriel, enviado por Dios. Esta virgen, que vivía en toda santidad sin pecar, y siendo inmaculada y estando dedicada a la oración y el ayuno, estaba sola un día, y entonces entró en su habitación el ángel Gabriel, y la saludó, diciendo: <>.

La virgen se asustó por la aparición del ángel, pero este le consoló, diciendo: <>. La virgen respondió: <<¿Pero cómo puedo tener hijos, siendo que ningún hombre me ha conocido?>>. el ángel contestó:<<¡Oh María!, Dios que pudo hacer al hombre sin necesidad de hombre, es capaz de crear en tú un hombre sin necesidad de hombre alguno, ya que para El nada es imposible>>. María respondió: <>.

El ángel respondió: <>. María se postró con humildad, diciendo: <>. El ángel partió, y la virgen glorificó a Dios, diciendo: <>.

2. LA ADVERTENCIA DEL ANGEL GABRIEL DADA A JOSE ACERCA DEL EMBARAZO DE LA VIRGEN MARIA.

María, habiendo conocido la voluntad de Dios, temiendo que las gentes pudieran considerar un pecado que ella estuviese embarazada, y la apedreasen como culpable de fornicación, escogió a un compañero de su propio linaje, un hombre conocido con el nombre de José, de vida intachable; ya que él siendo justo, temía a Dios y lo adoraba con ayuno y oraciones, viviendo del trabajo de sus manos, pues era carpintero.

A este hombre que la virgen conocía, lo escogió como compañero y le dio a conocer el designio divino.

José, siendo un hombre piadoso, cuando se dio cuenta que María estaba encinta, sintió que debía separarse de ella, ya que temía a Dios. Pero, cuando estaba dormido, fue reprendido por el ángel de Dios, quien le dijo: <<¿Oh José!, por qué intentas repudiar a María, tu esposa? Has de saber que lo que vive en ella ha sido hecho por la voluntad de Dios. La virgen dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre Jesús: y a él mantendrás alejado del vino y de las bebidas embriagantes y de toda carne impura, ya que es un santo de Dios desde el vientre de su madre. El es un profeta de Dios enviado al Pueblo de Israel, para que él pueda convertir a Judea a su corazón, y para que Israel camine bajo la Ley del Señor, como está escrito en el libro de Moisés. El vendrá con gran poder, que Dios le dará, y obrará grandes milagros, por lo cual muchos serán salvados. José, despertando del sueño, dio gracias a Dios, y vivió con María toda su vida, sirviendo a Dios con toda sinceridad. 3. MARAVILLOSO NACIMIENTO DE JESUS, Y APARICION DE ANGELES ALABANDO A DIOS. Reinaba en ese tiempo en Judea Herodes, por decreto de César Augusto, y Pilato era gobernador, durante el sacerdocio de Anás y Caifás. Entonces, por decreto de Augusto, todo el mundo fue censado; allí que cada uno fuera a su propia tierra, y se presentaran por sus propias tribus para ser empadronados. José, de acuerdo al mandato, partió de Nazaret, una ciudad de Galilea, con María su esposa, que se hallaba en estado avanzado de embarazo, para ir a Belén -ya que ésa era su ciudad, siendo del linaje de David- para poder se censados según el decreto del César. Habiendo llegado José a Belén, ya que la ciudad era pequeña y había una gran multitud de forasteros reunidos allí, no pudo encontrar alojamiento, y por lo tanto tomó albergue fuera de la ciudad en un refugio hecho par descanso de los pastores. Mientras José permaneció allí se cumplieron los días para que María diera a luz. La virgen fue rodeada por una luz sumamente brillante, y dio a luz a su hijo sin dolor. Ella lo tomó en sus brazos, y lo envolvió en trapos y lo colocó en el pesebre, ya que no había lugar en la posada. Entonces vino con alegría una multitud de ángeles sobre el albergue, bendiciendo a Dios y anunciando la paz a quienes temieran a Dios. María y José alabaron al Señor por el nacimiento de Jesús, y ella lo alimentó con gran regocijo. 4. LOS ANGELES LES ANUNCIAN A LOS PASTORES EL NACIMIENTO DE JESUS, Y ELLOS LO ENCUENTRAN Y LO ANUNCIAN Entonces estaban los pastores cuidando sus rebaños, como es su costumbre. Y entonces, fueron rodeados por una luz sumamente brillante, de la cual se les apareció un ángel bendiciendo a Dios. Los pastores se llenaron de temor debido a la luz y a la súbita aparición del ángel; por lo que el ángel del Señor los consoló diciéndoles: <>. Y cuando él hubo dicho esto, vino una gran multitud de ángeles bendiciendo a Dios, anunciando paz a los hombres de buena voluntad. Cuando los ángeles se fueron, los pastores hablaron entre ellos, diciendo: <>.

Acudieron muchos pastores a Belén buscando al niño recién nacido, y encontraron fuera de la ciudad que el niño había nacido, según lo dicho por el ángel, y estaba acostado en un pesebre. Ellos por lo tanto le rindieron homenaje, y le dieron a la madre lo que ellos tenía, anunciándole lo que ellos habían visto y oído. María entonces guardaba todas esta cosas en su corazón, y José similarmente, dando gracias a Dios. Los pastores regresaron a sus rebaños, anunciando a todos qué gran cosa habían visto. Y así todo el país de Judea se llenó de temor, y todo hombre a quien llegaban estas noticias las guardaba en su corazón y decía: <>.

5. CIRCUNCISION DE JESUS

Cuando se cumplieron los ocho días según la Ley del Señor, como está escrito en el libro de Moisés, tomaron al niño y lo llevaron al templo para circuncidarlo. Y así, circuncidaron al niño, y le dieron el nombre Jesús, como el ángel del Señor había dicho antes de que fuese concebido en el vientre. María y José sintieron que el niño debería ser para la salvación y ruina de muchos. Mientras tanto, ellos temían a Dios, y cuidaban al niño, con temor a Dios.

6. TRES MAGOS SON CONDUCIDOS POR UNA ESTRELLA DESDE ORIENTE A JUDEA, Y HALLANDO A JESUS, LE RINDEN HOMENAJE Y LE DAN REGALOS.

En el reinado de Herodes, rey de Judea, cuando nació Jesús, tres magos del Oriente observaban las estrellas del cielo. Entonces apareció ante ellos una estrella de gran brillantez, por lo que, habiendo discutido entre ellos, decidieron acudir a Judea, guiados por la estrella, la cual iba ante ellos, y habiendo llegado a Jerusalén, preguntaron dónde había nacido el Rey de los Judíos. Y cuando Herodes escuchó esto se sintió atemorizado, y toda la ciudad se vio alterada. Herodes, por tanto, convocó a los sacerdotes y escribas, diciendo: <<¿Dónde debería nacer el Cristo?>>. Ellos respondieron que él había de nacer en Belén, pues está escrito por el profeta: <>.

Entonces Herodes llamó a los magos y les preguntó a qué habían venido; y ellos contestaron que habían visto una estrella en el Oriente, la cual los había guiado hasta allí, y que ellos deseaban rendir homenaje con regalos a este nuevo rey manifestado por su estrella.

Entonces dijo Herodes: <>. Pero esto lo dijo engañosamente.

El Evangelio de Bernabé (Pons)

El Evangelio de Bernabé (Pons)
El Evangelio de Bernabé es conocido de forma indirecta por la Iglesia cristiana desde el siglo VI como uno de los libros apócrifos que resultan sospechosos desde el punto de vista de la fe; sin embargo, su nombre quedaba a mero título de referencia, siendo desconocidos tanto el texto como los motivos que condujeron a que fuera incluido en la lista de apócrifos. Sin embargo, desde el siglo XVIII es conocido en Europa en ciertos círculos de orientalistas y de teólogos un Evangelio de Bernabé que se presenta como escrito por un Bernabé que pasa a ser ahora uno de los doce apóstoles. Aunque la mayoría de críticos que se han acercado al texto han negado que éste pueda relacionarse con el que aparece, por ejemplo, en el Decreto Gelasiano de libros aprobados y no aprobados, del siglo VI, algunos investigadores han creído ver en él ciertas huellas de doctrinas judeocristianas primitivas. De cualquier forma, existe un cierto acuerdo entre los especialistas en atribuir su redacción, única según algunos, última, según otros, a una pluma islámica, conocedora del cristianismo, que escribiría a finales del siglo XVI o principios del siglo XVII.
Mientras que en Holanda y Prusia circulaba un manuscrito del texto en italiano, preñado de notas en árabe al margen, en Gran Bretaña se hacía visible un manuscrito en español del mismo texto, que es utilizado por el arabista inglés George Sale en el prólogo a su traducción del Corán (1734). Mientras que el texto italiano pasará posteriormente a la Biblioteca Nacional de Austria, donde hoy se encuentra (Cod. 2662), el texto español ha desaparecido, sin que se conozca su paradero. Afortunadamente, en 1976 se descubrió en la Universidad de Sydney una copia parcial del texto, realizada en el mismo siglo XVIII, que sirve de base para la presente edición. A esta copia le faltan los capítulos 121 a 200, así como algunos párrafos en la parte final del texto. El texto español del Evangelio de Bernabé aparece mencionado en un manuscrito morisco compuesto en castellano en Túnez hacia 1634, como guía para todos aquéllos que deseen seguir el verdadero mensaje de Dios.
Una de las características más destacadas del manuscrito español es que porta un prólogo del que carece el manuscrito italiano: en él, un monje -Fray Marino- cercano al Papa Sixto V nos narra cómo vino a dar con el Evangelio de Bernabé en la mismísima biblioteca papal. Tras haber leído mencionado este evangelio en unos libros de factura anti-paulina, y ardiendo en deseos de encontrarlo, fue a dar con él en la Biblioteca de Sixto V. Un día que éste se quedó dormido tras una conversación, Fray Marino tropezó en la Biblioteca con el libro, que no dudó en hurtar y leer. Esa lectura le hizo cambiar de fe, y ese mismo beneficio desea para todos los lectores del evangelio, para quienes escribe el texto. Este prólogo, verdadero artificio de auto-identidad del texto, se intenta rodear de algunas circunstancias históricas: la existencia del Papa Sixto V, las menciones a las grandes familias Orsini y Colonna, la actuación de la Inquisición… posiblemente ese Fray Marino, tras quien se esconde el verdadero autor del texto, sea también trasunto de un personaje histórico, quizá el gran orientalista Fray Marco Marini, experto en el antiguo targum judío.
Esa fe que va a enmarcar al Evangelio de Bernabé es la fe del islam. En efecto, el Evangelio de Bernabé se presenta como un relato de la vida y mensaje de Jesús siguiendo la estructura fundamental de los evangelios sinópticos, pero modificada en varios de sus puntos esenciales de acuerdo con la visión islámica de Jesús. De esta forma, Jesús niega rotundamente ser hijo de Dios, sino únicamente profeta enviado al mundo; afirma la aplicación de la promesa divina de salvación en la descendencia de Ismael; el Evangelio le es revelado en forma de libro brillante que desciende sobre su corazón; establece las abluciones y la circuncisión como una de las condiciones fundamentales del creyente; no padecerá tormento ni será crucificado, sino que lo será el traidor Judas en su lugar. Finalmente, niega ser él mismo el mesías anunciado en las Escrituras: Jesús se presenta como anunciador de este mesías que es Muhámmad, a quien Dios tiene predestinado para ese papel desde el principio de los tiempos. Para poder combinar el relato evangélico con ese anuncio del mesías, Jesús tomará en el Evangelio de Bernabé las acciones y las palabras de Juan el Bautista.
El texto del Evangelio de Bernabé se concibe y desarrolla entonces entre dos universos religiosos. Por un lado, se toman las estructuras narrativas evangélicas cristianas como cañamazo de base, y, por otro, esas estructuras quedan insufladas conceptualmente de mensajes islámicos. El Jesús de los evangelios cristianos, que tiene unas partes que son aceptables y piadosas para el islam, y tiene otras que son evidentemente rechazables y condenables, queda corregido de acuerdo con la visión de la profetología islámica. Jesús queda redimensionado en el Evangelio de Bernabé como un importantísimo profeta, portador del mensaje divino, que, consciente de que su predicación quedará alterada por sus discípulos (y el Bernabé escritor acusará, como el islam, a Pablo de Tarso), anuncia a la humanidad al verdadero mesías que clausurará la revelación de Dios a los hombres: Muhámmad.
El emprender un texto como éste conlleva una serie de riesgos redaccionales y teológicos de los que parece ser consciente el redactor del texto. Éste debe mezclar ambos mundos para presentar un texto que sea, a la vez, familiar en su redacción y mensaje para los cristianos, y aceptable para ojos islámicos. Ya que el Evangelio revelado a Jesús según el islam se ha perdido por la perfidia de algunos cristianos, y los evangelios que se conservan no son sino relatos humanos deformados sobre la vida y mensaje de Jesús, lo que aquí encuentra el lector es, al mismo tiempo:
• Un relato de la vida y predicación de Jesús semejante estructuralmente a los que se conservan.
• Un relato escrito por un testigo directo y designado por Jesús.
• Un texto que se ha salvado de las alteraciones posteriores que padecen los evangelios aceptados por los cristianos.
• Un texto que narra la dimensión única de Jesús como profeta y ser humano.
• Un mensaje que contiene la profecía de la verdadera y definitiva revelación, la del islam.
Para elaborar todo este mensaje, destinado a cristianos y a musulmanes, el texto se mueve siempre en un sendero muy angosto que participe de ambos mundos. Hay diversos elementos originales debidos a esta posición del redactor, pero uno ha sorprendido especialmente a los que se han acercado al Evangelio de Bernabé: la negación en boca de Jesús de ser el mesías. Esta negación, junto con la afirmación complementaria de serlo Muhámmad, parece contradecir la lección coránica que afirma que el profeta Jesús (‘Isa) es el mesías (al-masih). Pero la contradicción es sólo aparente. Por un lado, el título otorgado a Jesús en el Corán está desprovisto de cualquier significado salvífico tal y como se entiende en el judaísmo y en el cristianismo, no siendo más que un título honorífico, casi una extensión de su nombre, otorgado a Jesús. Por otro lado, el Evangelio de Bernabé, hace decir a Jesús que él no es el mesías en italiano y en castellano, pero nunca en árabe, que es la lengua en la que el Corán cobra toda su naturaleza y significado, evitándose así caer en contradicción con el texto coránico. Muhámmad queda investido con ese título en el Evangelio de Bernabé en tanto en cuanto profeta de Dios (rasul) y sello (játim) de toda la revelación profética hecha por Dios a los hombres. Mediante la desprovisión de cualquier característica divinal del término mesías y su adscripción estricta a su misión profética, y mediante su aplicación en italiano y español a Muhámmad, se salvan los riesgos de heterodoxia islámica.
Es ésta una solución profundamente original, como otras que hay en el texto, que hace del Evangelio de Bernabé un texto osado, pero de una enorme profundidad apologética. En lugar de transitar por los caminos de la polémica religiosa anticristiana, su autor o autores prefirieron ofrecer un texto verdaderamente cristiano -esto es, islámico- que se hubiera preservado de la maldad de los hombres. A ojos musulmanes, el Evangelio de Bernabé conforma, pudiéramos decir, lo que hubiera debido ser el evangelio cristiano si se obvian los abusos de Pablo y de las autoridades de la iglesia cristiana sobre el mensaje de Jesús. No es de extrañar, entonces, que el Evangelio de Bernabé, a través de sus traducciones inglesa, árabe, turca o urdu, haya alcanzado cierta estima como texto religioso en algunos círculos islámicos, en especial egipcios, paquistaníes o entre los musulmanes de Gran Bretaña.
Una de las cuestiones que lógicamente más ha preocupado a los críticos que se han acercado al texto es la de la autoría de una obra semejante. Aunque algunos autores han creído poder rastrear huellas ebionitas, elkesaítas o samaritanas en el Evangelio de Bernabé, la mayoría está de acuerdo en que su autor es un musulmán de finales de la Edad Media o comienzos de la Edad Moderna. Escribiendo por razones desconocidas -algún autor desliza una posible venganza desde una hipotética condición de converso-, ofrece un texto «evangélico» compuesto con fines proselitistas como labor estrictamente individual. Míkel de Epalza fue el primero que planteó no ya un autor, sino todo un medio intelectual en cuyo seno cobra perfecta lógica un texto como el del Evangelio de Bernabé: el de los moriscos de Granada a finales del siglo XVI, envueltos en el asunto de los Libros Plúmbeos del Sacromonte.
La Granada de finales del siglo XVI se vio sacudida intelectual y socialmente por una serie de descubrimientos de huesos y cenizas y de unos fantásticos textos árabes burilados en plomo en las cuevas del Monte Valparaíso, que en adelante ya sería llamado el Sacro Monte. En esos textos se daba noticia de los primeros mártires cristianos de la ciudad, del que sería su futuro patrón, San Cecilio, y de la estancia de Santiago en la ciudad del Darro; aparte de estas maravillosas nuevas, los textos revelaban toda una serie de contenidos doctrinales envueltos en un estilo ampuloso y oscuro, puestos en boca de los varones apostólicos y de la misma Virgen María.
La alegría del descubrimiento se trocó en entusiasmo cuando se comprobó que los textos ponían a Granada a la altura eclesiástica de Toledo o Compostela, hizo que se sucediesen las traducciones de los textos árabes, teniéndolos por auténticos documentos del primer cristianismo, sin reparar demasiado en los nada escondidos elogios que la propia Virgen María hacía de la raza árabe y su lengua. El interés fue tal que durante varios años se escondieron las voces que criticaban dichos libros, señalando que tenían factura moderna, que se habían colocado en las cuevas para engañar a sus destinatarios y que los textos estaban llenos de doctrina islámica. Con el paso del tiempo, sin embargo, y a pesar de la encendida defensa que hicieron el arzobispo de Granada y otros personajes, ésta fue la opinión que se abrió paso, sostenida por cada vez más personas del mayor peso intelectual. El asunto terminó de forma un tanto abrupta, al pedir Roma que se enviasen los textos -cosa que se hizo no sin mucha resistencia- y ser allí condenados en 1662 tras su estudio, por sostener contenidos musulmanes.
Toda la crítica se muestra unánime hoy día en otorgar la responsabilidad en la factura de estos textos a una serie de moriscos granadinos de cierto nivel intelectual que realizaron un intento de intervención sobre el pensamiento cristiano de la época. Presentados como textos cristianos, los libros plúmbeos de Sacromonte explican sus doctrinas dentro de un tono deliberadamente neutro, de moral común y universal, que en ningún momento busca el conflicto o la diferencia entre religiones. Sin embargo, pronto se cae en la cuenta de que lo mismo que se busca disfrazar los posibles temas conflictivos o polémicos, los principales dogmas del islam están esparcidos por todos los textos y son perfectamente identificables a poco que uno se empeñe en buscarlos.
Otra de las características especiales de estos textos es que están concebidos como una cadena de descubrimientos en la que unos textos van anunciando a los otros que han de descubrirse: forma evidente de adelantar un hallazgo y asimismo de mantener viva la expectación. Lo interesante en este momento es que los libros plúmbeos del Sacromonte anunciaban como culminación de la serie de textos una «Verificación del Evangelio» (Haqiqat al-Inchil) que había sido trasladada por la mano de la Virgen María. Este libro se presentaba de forma indescifrable para los descubridores -no en vano fue llamado el «libro mudo»- y, se preservaba para su revelación futura a una humilde criatura en el marco de un Concilio general que tendría lugar en Chipre.
La «Verificación del Evangelio» no fue nunca conocida en España, pero, como muestra el texto que sigue a continuación, en el norte de África en el siglo XVII sí se leyó entre los moriscos españoles allí exiliados un nuevo evangelio, que se presentaba además como evangelio nuevo. Que había sido escrito además por alguien cuya tumba se venera en Chipre y que es el patrón de la isla: San Bernabé. ¿Era el Evangelio de Bernabé el último eslabón de una cadena de audacias que había comenzado en Granada? Las semejanzas entre los libros plúmbeos y Bernabé son numerosas y más que evidentes, tanto en sus mensajes, islámicos que transitan el cristianismo, como en su revestimiento de «descubrimientos» fortuitos; el hecho de que los libros de Granada anunciasen finalmente un evangelio verídico les hacen convertirse en un medio ideal para que un texto como el Evangelio de Bernabé pudiera ser creado dentro de él.
BIBLIOGRAFÍA
• G. SALE (Trad. e introd.), The Koran, London, 1734.
• L. & L. RAGG, The Gospel of Barnabas, Oxford, 1907.
• J. JOMIER, «L’Evangile de Barnabé», MIDEO, El Cairo-Beirut, 6 (1959-1961): 137-226.
• J. SLOMP, «The Gospel of Barnabas in the context of Muslim-Christian apologetics», Al-Mushir. The Counselor, Rawalpindi, XVI (1974): 106-130.
• M. PHILONENKO, «Une tradition essénienne dans l’Evangile de Barnabas», Mélanges d’Histoire des Religions offerts à H. Ch. Puech, París, 1974, pp. 191-195.
• L. CIRILLO, «Un nuovo vangelo apocrifo: il Vangelo di Barnaba», Rivista di Storia e Letteratura Religiosa, Florencia, XI (1975): 391-412.
• J. SLOMP, «The Pseudo-Gospel of Barnabas. Muslims and Christians Evaluations», Bulletin. Secretariatus Pro Non-Christianis, Ciudad del Vaticano, XI/I, 31 (1976): 68-77.
• FLETCHER, «The Spanish Gospel of Barnabas», Novum Testamentum, XVIII, 4 (1976): 314-320.
• L. CIRILLO – M. FRÉMAUX, Evangile de Barnabé. Recherches sur la composition et l’origine. Texte et traduction, Paris, 1977.
• J. SLOMP, «The Gospel in dispute. A Critical evaluation of the first French translation with the Italian text and introduction of the so-called Gospel of Barnabas», Islamochristiana, Roma, 4 (1978): 67-111.
• J. M. MAGNIN, «En marge de l’ébionisme. L’Evangile de Barnabé», Proche-Orient Chrétien, Jerusalén, XXIX (1979): 44-64.
• J. JOMIER, «Un énigme persistant: L’Evangile dit de Barnabé», MIDEO, El Cairo-Beirut, 14 (1980): 271-300.
• J. SLOMP, «El seudoevangelio de Bernabé»; Encuentro, Madrid, 103 (1980), 15 pp.
• J. SLOMP, «Das ‘Barnabasevangelium’», Cibedo-Texte, Frankfurt, 14 (1982): 1-16.
• M. DE EPALZA, «Le milieu hispano-moresque de l’Évangile islamisant de Barnabé (XVIe-XVIIe siècles)», Islamochristiana, Roma, 8 (1982): 159-183.
• M. DE EPALZA, «Etudes hispaniques actuelles sur l’Evangile islamisant de Barnabé», Al-Masªq, Leeds, I (1988): 33-38.
• W. F. CAMPBELL, The Gospel of Barnabas. Its True Value, Rawalpindi, 1989, pp. 27-30.
• CH. SCHIRRMACHER, Mit den Waffen des Gegners. Christlich-muslimische Kontroversen im 19. und 20. Jahrhundert, Berlin, 1992.
• J. BOWMAN, «The Gospel of Barnabas and the Samaritans», Abr-Nahrain, 30 (1992): 20-33.
• L. F. BERNABÉ PONS, El Evangelio de Bernabé. Un evangelio islámico español, Alicante, 1995.
• G. A. WIEGERS, «Muhammad as the Messiah: A comparison of the polemical works of Juan Alonso with the Gospel of Barnabas» Bibliotheca Orientalis, Leiden, LII, 3/4 (April-Juni 1995): 245-291 [traducción española ‘Ilu, Madrid, 1 (1996): 197-222; 2 (1997): 199-228].
• L. F. BERNABÉ PONS, «Zur Wahrheit und Echtheit des Barnabasevangeliums», en R. Kirste-U. Tworushka-P. Schwarzenau (eds.), Wertewandel und religiöse Umbrüche, Balve, 1996, pp. 133-188.
• J. SLOMP, «The Gospel of Barnabas in recent research», Islamochristiana. Roma. 23 (1997): 81-109.
• L. F. BERNABÉ PONS, El texto morisco del Evangelio de San Bernabé, Granada-Alicante, 1998.
• M. DE EPALZA, Jesús entre judíos, cristianos y musulmanes hispanos (siglos VI-XVII), Granada, 1999.
• L. F. BERNABÉ PONS, «Los mecanismos de una resistencia: los libros plúmbeos del Sacromonte y el Evangelio de Bernabé», Al-Qantara, Madrid, XXIII, 2 (2002): 477-498.
LUIS FERNANDO BERNABÉ PONS

EL EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGUN EL EVANGELIO DEL APOSTOL

EL EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGUN EL EVANGELIO DEL APOSTOL

——————————————————————————–

   
  INTRODUCCION

  Qumran – “Los Rollos del Mar Muerto”

Nag Hammadi – “Los Evangelios Gnósticos”

Ev. de Tomás – “El Quinto Evangelio”

“Q” – “El Evangelio Perdido de Jesús el Cristo”

Notas

Evangelio según el Tomás el Apóstol

Qumran – “Los Rollos del Mar Muerto”:
En 1947 en la zona de Qumran, cerca del Mar Muerto (Palestina), por accidente y merced a la intervención casual de unos pastores, se llevó a cabo uno de los hallazgos arqueológicos más importantes de nuestro siglo.

En varias cuevas de la región, se encontraron numerosas vasijas de arcilla, que resultaron contener una colección de más de 800 pergaminos y papiros que hoy se conocen como los “Rollos del Mar Muerto” (o de Qumran) y que han llegado a tener una trascendencia enorme en la validación y revisión de los textos bíblicos del Antiguo Testamento, además de ser uno de los descubrimientos papirológicos más importantes de la historia: La colección de textos hebreos más antigua y completa que se ha encontrado.

Las investigaciones demostraron que estos rollos, en gran parte copias de los libros canónicos del A.T. de la Biblia, fueron recopilados por la secta de los Esenios, contemporánea a Cristo.

Los Esenios eran una secta mística y monástica del judaísmo primitivo, llevaba una vida dedicada al trabajo y la oración, apegada al estricto cumplimiento de la Ley de Moisés. En el año 152 a.C., descontentos con la frivolidad y decadencia del sacerdocio hebreo, dominado por los fariseos y saduceos, se retiraron de la ciudad de Jerusalén hacia el desierto, donde permanecieron en relativo aislamiento hasta el año 68 d.C., cuando los romanos destruyeron la comunidad (posiblemente como parte de las guerra contra los judíos).

Es probable que la gran mayoría de los textos de las cuevas de Qumran se hayan escrito y depositado allí en los últimos años, en tiempos de la guerra entre los judíos rebeldes y los romanos, cuando los esenios ya vislumbraban el final de su comunidad, con el fin de preservar sus conocimientos y tradiciones. En todo caso, los escritos más antiguos datan del siglo II a.C. y los últimos de la primera mitad del I d.C.

Hacia el final de su existencia, los miembros de esta comunidad, llegaron ha ser uno de los principales grupos religiosos en que se dividía el judaísmo anterior a la destrucción del Templo de Jerusalén, en el año 70 d.C.

Pese a ciertas evidencias que sugieren que Juan el Bautista, el profeta precursor de Jesús de Nazaret, estaba relacionado con este grupo o pertenecía al mismo, no existe nada que indique que los esenios influyeron directamente sobre los primeros cristianos. A pesar de las teorías marginales de algunos investigadores con puntos de vista “alternos” a los de la comunidad científica, como Carsten Peter Thiede (en relación con el famoso papiro “7Q5”), aun no se ha demostrado vinculación alguna entre Jesús de Nazaret y los Esenios; además se cree que estos escritos han tenido poca o ninguna significación en lo que respecta al origen y la creación del Nuevo Testamento, vale decir, a los escritos sagrados del Cristianismo.

Salvo por el hecho de que tanto la comunidad esenia, como el movimiento original de Jesús, eran grupos mesiánicos, que creían que “El Reino de Dios” (o sea un mundo perfecto en donde reinaría un rey justo y divino) estaba cerca y que eran contemporáneos, nada más los relaciona.

Todo esto no ha impedido que muchos pretendan retrotraer la época de redacción de los evangelios canónicos a los tiempos en que la comunidad esenia todavía existía y haciendo de los descubrimientos de Qumran un valuarte para la verificación histórica de los orígenes del cristianismo.

Es irónico que, a otro descubrimiento igualmente importante y mucho más significativo para la cristiandad, no se le haya dado en más de 50 años, la importancia que merece.

Volver al Comienzo
Nag Hammadi – “Los Evangelios Gnósticos”:
Unos años antes de los descubrimientos de Qumran, en diciembre de 1945, dos hermanos, campesinos egipcios, en un lugar del Alto Egipto llamado Nag Hammadi, donde el Nilo hace una curva en su cause, se encontraban buscando fertilizante para cultivar. Uno de ellos, llamado Muhammad Alí, cavando, pego con su pala contra un objeto duro, perfectamente oculto entre unas piedras. Al retirar la tierra y las rocas, se encontró con una tinaja de terracota cuidadosamente cerrada con una especie de plato. Al principio, Muhammad dudó en abrirla por la superstición de que pudiera contener a un genio y éste pudiera dañarlo. Más tarde, dándose valor ante la esperanza de encontrar oro, la abrió, pero en lugar del precioso metal había unos libros encuadernados en piel de gacela.

El lugar preciso del descubrimiento era conocido en la antigüedad con el nombre de Chenoboskeion (“pastizal de gansos”). En la zona, San Pacomio fundó el primer monasterio cristiano del Alto Egipto en el año 320 d.C. Unos años después, en 367 d.C., los monjes locales copiaron más de 45 escrituras religiosas cristianas y paganas en 13 códices (libros encuadernados en cuero). Al modo de Qumran, toda esta colección fue sellada dentro de tinajas y resguardada en las cercanías por temor a la persecución a la que los gnósticos eran sujetos por esa época.

Los libros eran de al menos 1600 años de antigüedad y eran en su mayoría cristianos, pese a que, entre ellos, se encontraba una copia de “La República” de Platón y otros textos clásicos. Estaban escritos en copto, una lengua todavía sobreviviente y que era una derivación de la hablada por los faraones en su etapa helenística (s. IV al I a.C.). Todos eran traducciones de originales griegos al idioma local. La colección constaba de un total de aproximadamente 1100 páginas.

A diferencia de la de Qumran, los mismos eran de singular relevancia para el esclarecimiento de los orígenes del Cristianismo y de las directas enseñanzas de Jesús. Esto fue entendido desde un primer momento por los estudiosos, pero “increiblemente”, todavía hoy, luego de más de 50 años, el tema no ha sido tratado con seriedad y profundidad por las autoridades religiosas y por la opinión pública en general.

Unos de estos códices contenía al escrito que ocupa nuestra atención, un “Evangelio” atribuido al Apóstol Tomás, que recopilaba una serie de proverbios que Cristo había sentenciado durante sus años de prédica.

Volver al Comienzo
Ev. de Tomás – “El Quinto Evangelio”
Medio siglo antes del descubrimiento de Nag Hammadi, en Oxyrhynchus, una antigua ciudad egipcia, se descubrieron unos fragmentos de papiro escritos en griego, que correspondían a un evangelio apócrifo atribuido al Apóstol Tomás. La paleografía fechó la redacción de los mismos hacia el año 200 al 250 d.C. y desde entonces, se creyó que una vez existió un quinto libro análogo a los canónicos, en donde se registraban las enseñanzas de Jesús.

Una de estas páginas se encuentra el Museo Británico, el Londres. Sin embargo, no se le dio mayor importancia al tema, hasta el descubrimiento de la versión copta (que ofreció el texto completo). A los fragmentos griegos se los conoce como “Papiros de Oxyrhynchus” y al texto copto, “Codex II de Nag Hammadi” respectivamente.

Todos los expertos independientes, e incluso algunos teólogos, están de acuerdo en que el “Evangelio según Tomás” es tan auténtico como los sinópticos y el del Apóstol Juan. Este texto se viene estudiando desde hace décadas y, últimamente, ha dado lugar a sorprendentes conclusiones (que trataremos más adelante).

Como el lector podrá comprobar, el de “Tomás”, es un evangelio totalmente diferente de los incluidos en el Nuevo Testamento. En él no existen partes narrativas o anécdotas sobre la vida y obra de Jesús, sólo consta de 117 proverbios y cortos diálogos en donde se recogen las enseñanzas más significativas atribuidas al Maestro. No se dice nada del nacimiento, de la muerte o de su supuesta resurrección.

El autor, quizá aludiendo a la calidad “privada” de los diálogos o máximas, se refiere a las mismas como: “Los dichos secretos que Jesús viviente habló”.

Ya Clemente de Alejandría cita al Ev. Tomás, sin nombrar la fuente. El texto en cuestión es el proverbio N° 2, que dice: “Jesús ha dicho: Que quien busca no deje de buscar hasta que encuentre, y cuando encuentre se turbará, y cuando haya sido turbado se maravillará y reinará sobre la totalidad y hallará el reposo”. Esto demuestra que el libro, en su forma primitiva, existía ya en el 190 d.C. fecha de composición de “Stromata” (“Remedios”), el libro que contiene dicha cita.

Sin embargo, existen evidencias que el de Tomás, pudo haber sido el evangelio más antiguo (con seguridad su versión original es anterior al 100 d.C.), o al menos, el que recoge con mayor fidelidad y sin agregados mítico-legendarios a las palabras dichas por el Jesús histórico, de los que hoy se conservan.

Volver al Comienzo
“Q” – “El Evangelio Perdido de Jesús el Cristo”:
Hace tiempo, en el siglo XIX, algunos estudiosos notaron algo singular en ante la lectura crítica y comparativa de los evangelios sinópticos del Nuevo Testamento.

Ninguno de los Evangelios es congruente en un 100% con los otros, ni su forma narrativa es equivalente. Cada uno de ellos refleja un estilo diferente e incluso, hoy se sabe, fueron redactados en lugares y épocas disímiles.

El más antiguo es el de “Marcos”, que se fecha hacia el año 70 d.C. (con seguridad luego de la destrucción de Jerusalén a manos de los romanos). “Mateo” y “Lucas” se terminaron unos 20 años después.

Es obvio que en los aspectos narrativos y en la secuencia de eventos que documentan, tanto “Mateo” como “Lucas” se basan en “Marcos”. Sin embargo, los primeros contienen numerosos dichos y frases atribuidas a Jesús que no están presentes en éste último. Además, en los originales griegos, las palabras suelen ser idénticas, lo que es algo insólito si se piensa que cuando dos cronista “recuerdan” algo que oyeron o leyeron hace años, pueden documentarlo en forma similar, pero jamás iguales.

La respuesta a este misterio fue dilucidada mediante los estudios filológicos: Tanto “Mateo” como “Lucas” tuvieron como “fuentes” a dos evangelios anteriores. Para las historias y leyendas de la vida de Jesús, tomaron como modelo a “Marcos” (agregándole las historias sobre la infancia y la resurrección que el original de “Marcos” no poseía; por otro lado, para incorporar las máximas y proverbios de Jesús, utilizaron un documento (hoy perdido) al que los expertos llaman “Q”.

Por obvias razones, desde que esta teoría surgió, la mayoría de los académicos fueron muy cautos en confirmarla como un hecho. La razón es que “Q”, hoy día, ya no existe. Sin embargo, el descubrimiento del Ev. de Tomás, trajo la evidencia positiva de que alguna vez, “la fuente” existió. Especialmente el papiro “Oxyrhynchus”, cuyo texto griego era concomitante con las frases equivalentes de las versiones de los evangelios canónicos de la misma lengua.

Muchos de sus dichos son análogos a los de “Mateo” y “Lucas”, otros son inéditos, demostrando que estos dos redactores, utilizaron los que más se adecuaban a sus criterios doctrinales.

“Tomás” da una interpretación muy diferente a los dichos conocidos de Jesús. El erudito Burton Mack, ha formulado una controversial teoría (muy factible por cierto) que plantea que algunas de las primitivas comunidades cristianas no creían que Jesús de Nazaret era el “Mesías” esperado por los judíos, o el “Cristo”, sino un maestro de sabiduría; un hombre que intentó enseñar a otros como alcanzar una plenitud existencia y como vivir en armonía con nuestros semejantes. Para ellos, Jesús no era un ser divino, sino totalmente humano.

Estos primeros seguidores, disintieron de otros cristianos que se basaron en los rituales y en la idea de la muerte y resurrección de su “Salvador”. El que esta segunda variante ideológica triunfara sobre la primera, probablemente se debió a que la psicología popular, siempre acepto mucho más fácilmente a las doctrinas que eran acompañadas con leyendas heroicas y narraciones biográficas que les inspiraran devoción, fe y admiración.

En el evangelio de Tomás y, presumiblemente, en “Q”, la “salvación” se logra no por la fe o el seguimiento ciego de una creencias, sino por la búsqueda de la sabiduría interior y la conducta apropiada para con el prójimo. Esto “libera” al ser espiritual de su “envoltura” material y le permite la trascendencia.

Hoy en día, muchos paliógrafos se encuentran abocados a la “reconstrucción” de “Q”, lo que a la postre traerá de nuevo a la luz el “evangelio original” de Jesús de Nazaret, el Cristo. En próximas entregas, presentaremos un trabajo crítico en tal sentido. Por ahora, ofrecemos los textos en sí, para que el lector juzgue por sí mismo.-

Oscar Carlos Cortelezzi
Buenos Aires – Argentina

 
——————————————————————————–

  NOTAS

  (1) Entre finales de los años ‘40s y comienzo de los ‘50s (de 1947 al 1956).
(2) Es decir, los cinco primeros libros de la Biblia: Génesis, Exodo, Levítico, Números y Deuteronomio (llamados “Pentateuco” = del griego, “cinco libros” y cuyo nombre hebreo es “Torah”). 

(3) Quienes daban demasiado importancia a “la letra” de la Ley y o a su esencia espiritual y moral. Además eran soberbios y elitistas.

(4) Los “sicari” o “selotes”.

(5) Cuando comenzó a Diáspora y la formación del judaísmo talmúdico.

(6) Es decir los incorporados al Nuevo Testamento: “Mateo”, “Marcos”, “Lucas” y “Juan”.

(7) Los “gnósticos” eran una de las muchas variantes del cristianismo primitivo, el cual, lejos de ser homogéneo como comúnmente se cree, era una suerte de “federación” de comunidades independientes, cada una con su estilo de vida y su particular forma de interpretar las enseñanzas de Cristo. La progresiva centralización del poder eclesial en Roma, que culminó bajo el reinado de Constantino I y su conversión al Cristianismo (313 d.C.) derivó el un sistemático proceso de eliminación de estas iglesias “alternas” (respecto de la de Roma). Entre ellas, los gnósticos fueron particularmente perseguidos y finalmente desaparecieron.

(8) La lengua copta fue casi totalmente olvidada luego de la introducción del Islam en Egipto (640 d.C.) y su remplazo por el árabe.

(9) Tal vez más, porque rumores sobre lo ocurrido en las primeras horas luego del descubrimiento afirman que los campesinos en cuestión, desconociendo el valor de los textos, ¡echaron a varios libros al fuego para calentarse esa noche!

(10) Los evangelios “canónicos” adquirieron dicha condición durante el III Concilio de Cartago, celebrado por la Iglesia en el año 397 d.C. Ya Ireneo (“Padre de la Iglesia”), hacia el año 180 comenzó una labor de censura de los textos apócrifos, que comenzaron a abundar a comienzos del siglo II, pero sólo dos siglos después se llegó a un total acuerdo sobre este tema.

(11) Padre de la Iglesia (h. 150 al 211 d.C.).

(12) Esto es lógico, pues “Marcos” fue anterior en su redacción a “Mateo” y “Lucas”.

(13) La canonicidad del “Apéndice” (16:9-20) del Evangelio de Marcos, fue controversial durante siglos. Los mismos teólogos creyeron que era una interpolación posterior para “reforzar” la idea de la resurrección de Cristo, que en dicho libro, no tenía mayor asidero. Recién 1500 años después de la muerte de Jesús, durante el Concilio de Trento (1545-63), se declaró en forma “dogmática” que el texto era legítimo y fidedigno (canónico). Los expertos no tienen duda de que el evangelio en cuestión terminaba originalmente con (16:8): “Ellas salieron y huyeron del sepulcro, porque temblaban y estaban presas de espanto. Y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo”. (Es decir, con un sepulcro vacío, pero sin la prueba final de la resurrección).

(14) Este nombre proviene de la palabra alemana “Quelle”, que significa “fuente” (o sea, la fuente original de los evangelios).

(15) Del griego: “El Ungido”, “El Señalado”.

Volver al Comienzo

 
——————————————————————————–

  EVANGELIO SEGUN EL APOSTOL TOMAS

  Estos son los dichos secretos que ha proclamado Jesús el viviente, y que anotó Dídimo Judas Tomás:
1. Y Tomás ha dicho: Quien encuentra la interpretación de estos dichos, no saboreará la muerte.

2. Jesús ha dicho: Que quien busca no deje de buscar hasta que encuentre, y cuando encuentre se turbará, y cuando haya sido turbado se maravillará y reinará sobre la totalidad y hallará el reposo.

3. Jesús ha dicho: Si aquellos que os guían os dijeran, “¡Ved, el Reino está en el Cielo!”, entonces las aves del Cielo os precederían. Si os dijeran, “¡Está en el mar!”, entonces los peces del mar os precederían. Más bien, el Reino de Dios está adentro de vosotros y está fuera de vosotros. Quienes llegan a conocerse a sí mismos lo hallarán y cuando lleguéis a conoceros a vosotros mismos, sabréis que sois los Hijos del Padre viviente. Pero si no os conocéis a vosotros mismos, sois empobrecidos y sois la pobreza.

4. Jesús ha dicho: La persona mayor en días no vacilará en preguntar a un infante de siete días con respecto al lugar de la vida y vivirá. Pues muchos que son primeros serán los últimos y los últimos primeros. Y se convertirán en una sola unidad.

5. Jesús ha dicho: Conoce lo que está enfrente de tu rostro y lo que se esconde de ti se te revelará. Pues no hay nada escondido que no será revelado, y nada enterrado que no será levantado.

6. Sus discípulos le preguntan, le dicen: ¿Cómo quieres que ayunemos, y cómo oraremos? ¿Y cómo daremos limosna, y cuál dieta mantendremos?

Jesús ha dicho: No mintáis, y no practiquéis lo que odiáis porque todo se revela delante del rostro del Cielo. Pues no hay nada escondido que no será revelado, y no hay nada oculto que quedará sin ser descubierto.

7. Jesús ha dicho: Bendito sea el león que el humano come y el león se convertirá en humano. Y maldito sea el humano a quien el león come y el humano se convertirá en león.

8. Y él ha dicho: El Reino se asemeja a un pescador sabio que echó su red al mar. La sacó del mar llena de peces. Entre ellos descubrió un pez grande y bueno. Aquel pescador sabio volvió a arrojar todos los peces al mar, escogió sin vacilar el pez grande. Quien tiene oídos para oír, ¡que oiga!

9. Jesús ha dicho: He aquí que el sembrador salió y tomó un puñado de semillas, esparció. Algunas en verdad cayeron en el camino y vinieron los pájaros, las recogieron. Otras cayeron sobre la roca-madre y no arraigaron abajo en el suelo y no retoñaron espigas hacia el Cielo. Y otras cayeron entre las espinas, las cuales ahogaron las semillas y el gusano se las comió. Y otras cayeron en la tierra buena y produjeron cosecha buena hacia el Cielo, rindió sesenta por medida y ciento veinte por medida.

10. Jesús ha dicho: He arrojado fuego sobre el mundo y he aquí que lo estoy vigilando hasta que arda en llamas.

11. Jesús ha dicho: Este Cielo pasará y pasará el que está más arriba. Y los muertos no están vivos y los vivos no morirán. En los días cuando comíais los muertos, los transformasteis a la vida. Cuando entréis en la luz, ¿que haréis? En el día cuando estabais juntos, os separasteis, mas cuando os hayáis separado, ¿que haréis?

12. Los discípulos dicen a Jesús: Sabemos que te separarás de nosotros. ¿Quién será Rabí sobre nosotros?

Jesús les ha dicho: En el lugar donde habéis venido, iréis a Jacob el Justo, para el bien de quien llegan a ser el Cielo y la tierra.

13. Jesús ha dicho a sus discípulos: Comparadme con alguien y decidme a quién me asemejo.
Simón Pedro le dice: Te asemejas a un ángel justo.
Mateo le dice: Te asemejas a un filósofo del corazón.
Tomás le dice: Maestro, mi boca es totalmente incapaz de decir a quien te asemejas.
Jesús dice: No soy tu maestro, ya que has bebido, te has embriagado del manantial burbujeante que he repartido al medirlo. Y le lleva consigo, se retira, le dice tres palabras: áhyh ashr áhyh (Soy Quien Soy).
Ya, cuando viene Tomás a sus camaradas, le preguntan: ¿Qué te dijo Jesús?
Tomás les dice: Si os dijera siquiera una de las palabras que me dijo, cogeríais piedras para lapidarme y fuego saldría de las piedras para quemaros.

14. Jesús les ha dicho: Si ayunáis, causaréis transgresión a vosotros mismos. Y si oráis, seréis condenados. Y si dais limosna, haréis daño a vuestros espíritus. Y cuando entréis en cualquier país para vagar por las regiones, si os reciben comed lo que os ponen frente a vosotros y curad a los enfermos entre ellos. Pues lo que entra en vuestra boca no os profanará, sino lo que sale de vuestra boca eso es lo que os profanará.

15. Jesús ha dicho: Cuando veáis a quien no nació de mujer, tendeos sobre vuestros rostros y adoradle, él es vuestro Padre.

16. Jesús ha dicho: Quizás la gente piense que he venido para lanzar paz sobre la tierra, y no saben que he venido para lanzar conflictos sobre la tierra, a fuego, espada y guerra. Pues habrá cinco en una casa, estarán tres contra dos y dos contra tres, el padre contra el hijo y el hijo contra el padre. Y estarán de pie como solitarios.

17. Jesús ha dicho: Yo os daré lo que ningún ojo ha visto y ningún oído ha escuchado y ninguna mano ha tocado y que no ha surgido en la mente humana.

18. Los discípulos dicen a Jesús: Dinos como será nuestro fin.
Jesús ha dicho: ¿Así habéis descubierto el origen, que ahora preguntáis referente al fin? Pues en el lugar donde está el origen, allí estará el fin. Bendito sea quien estará de pie en el origen y conocerá el fin y no saboreará la muerte.

19. Jesús ha dicho: Bendito sea quien existía antes de que entrara en el ser. Si os hacéis mis discípulos y atendéis mis dichos, estas piedras os servirán. Pues tenéis cinco árboles en el paraíso, los cuales no se mueven en el verano ni caen sus hojas en el invierno quien los conoce no saboreará la muerte.

20. Los discípulos dicen a Jesús: Dinos a qué se asemeja El Reino de los Cielos.
El les ha dicho: Se asemeja a una semilla de mostaza, la más pequeña de todas las semillas, no obstante, cuando cae en la tierra fértil, produce una planta grande y se hace albergue para los pájaros del Cielo.

21. Mariam ha dicho a Jesús: ¿A quiénes se asemejan tus discípulos?
El ha dicho: Se asemejan a niños que residen en un campo que no es suyo. Cuando vengan los dueños del campo, dirán: ¡Devolvednos nuestro campo! Se quitan su ropa frente a ellos para cedérselo y para devolverles su campo. Por eso yo digo, si el dueño de la casa se entera de que viene el ladrón, estará sobre aviso antes de que llegue y no le permitirá penetrar en la casa de su dominio para quitarle sus pertenencias. En cuanto a vosotros, cuidaos del sistema, ceñid vuestros lomos con gran fortaleza para que no encuentren los bandidos una manera de alcanzaros, pues hallarán la ventaja que anticipasteis. ¡Que haya entre vosotros una persona con comprensión! …cuando maduró la cosecha, vino rápido con su hoz en la mano, la recogió. Quien tiene oídos para oír, ¡que oiga!

22. Jesús ve a infantes que están mamando. Dice a sus discípulos: Estos infantes que maman se asemejan a los que entran en el Reino.
Le dicen: ¿Así al convertirnos en infantes entraremos en el Reino?
Jesús les ha dicho: Cuando hagáis de los dos uno, y hagáis el interior como el exterior y el exterior como el interior y lo de arriba como lo de abajo, y cuando establezcáis el varón con la hembra como una sola unidad de tal modo que el hombre no sea masculino ni la mujer femenina, cuando establezcáis un ojo en el lugar de un ojo y una mano en el lugar de una mano y un pie en el lugar de un pie y una imagen en el lugar de una imagen, entonces entraréis en el Reino.

23. Jesús ha dicho: Yo os escogeré, uno entre mil y dos entre diez mil y estarán de pie como una sola unidad.

24. Sus discípulos dicen: Explícanos tu lugar, porque es necesario que lo busquemos.
El les ha dicho: Quien tiene oídos, ¡que oiga! Dentro de una persona de luz hay luz, y él ilumina el mundo entero. Cuando no brilla, hay oscuridad.

25. Jesús ha dicho: Ama a tu hermano como a tu alma, protégele como a la pupila de tu ojo.

26. Jesús ha dicho: Ves la mota que está en el ojo de tu hermano, mas no ves la viga que está en tu propio ojo. Cuando saques la viga de tu propio ojo, entonces verás claramente para quitar la mota del ojo de tu hermano.

27. Jesús ha dicho: A menos que ayunéis del sistema, no encontraréis el Reino de Dios. A menos que guardéis la semana entera como sábado, no veréis al Padre.

28. Jesús ha dicho: Me puse de pie en medio del mundo y encarnado me aparecía a ellos. Los encontré a todos ebrios, no encontré a ninguno sediento. Y mi alma se apenaba por los hijos de los hombres, porque están ciegos en sus corazones y no ven que vacíos han entrado en el mundo y vacíos están destinados a salir del mundo de nuevo. Mas ahora están ebrios, cuando hayan sacudido su vino, entonces repensarán.

29. Jesús ha dicho: Si la carne ha llegado a ser por causa espiritual, es una maravilla, mas si espíritu por causa corporal, sería una maravilla maravillosa. No obstante me maravillo en esto que esta gran riqueza ha morado en esta pobreza.

30. Jesús ha dicho: Donde hay tres dioses, carecen de Dios. Donde hay solo uno, digo que yo estoy con él. Levantad la piedra y allí me encontraréis, partid la madera y allí estoy.

31. Jesús ha dicho: Ningún oráculo se acepta en su propia aldea, ningún médico cura a aquellos que le conocen.

32. Jesús ha dicho: Una ciudad que se construye encima de una montaña alta y fortificada, no puede caer ni quedar escondida.

33. Jesús ha dicho: Lo que escucharás en tu oído, proclámalo desde tus techos a otros oídos. Pues nadie enciende una lámpara para ponerla debajo de un cesto ni la pone en un lugar escondido, sino que se coloca sobre el candelero para que todos los que entran y salen vean su resplandor.

34. Jesús ha dicho: Si un ciego guía a un ciego, caen juntos en un hoyo.

35. Jesús ha dicho: Nadie puede entrar en la casa del poderoso para conquistarla con fuerza, a menos que le ate sus manos, entonces saqueará su casa.

36. Jesús ha dicho: No estéis ansiosos en la mañana sobre la noche ni en la noche sobre la mañana, ni por vuestro alimento que comeréis ni por vuestra ropa que llevaréis. Sois bien superiores a las flores de viento, que ni peinan lana ni hilan. Al tener una vestidura, ¿que os falta? ¿O quién puede aumentar vuestra estatura? El mismo os dará vuestra vestidura. 

37. Sus discípulos dicen: ¿Cuándo te nos revelarás y cuándo te percibiremos?
Jesús dice: Cuando os quitéis vuestros vestidos sin avergonzaos y toméis vuestra ropa y la pongáis bajo vuestros pies para pisar sobre ella, como hacen los niños, entonces miraréis al Hijo del Viviente y no temeréis.

38. Jesús ha dicho: Muchas veces habéis anhelado oír estos dichos que os proclamo, y no tenéis otro de quien oírlos. Habrá días en que me buscaréis, pero no me encontraréis.

39. Jesús ha dicho: Los clérigos y los teólogos han recibido las llaves del conocimiento, pero las han escondido. No entraron ellos, ni permitían entrar a los que sí deseaban. En cuanto a vosotros, haceos astutos como serpientes y puros como palomas.

40. Jesús ha dicho: Ha sido plantada una enredadera sin el Padre, y puesto que no es vigorosa será desarraigada y destruida.

41. Jesús ha dicho: Quien tiene en su mano, a él se dará más. Y quien no tiene, se le quitará aún lo poco que tiene.

42. Jesús ha dicho: Haceos transeúntes.

43. Sus discípulos le dicen: ¿quién eres?, por cuanto nos dices estas cosas.
Jesús les dice: De lo que os digo no conocéis quien soy, sino os habéis hecho como los judíos, pues aman el árbol mas odian su fruto, y aman el fruto mas odian el árbol.

44. Jesús ha dicho: Quien maldice al Padre, se le perdonará. Y quien maldice al Hijo, se le perdonará. Pero quien maldice a la Espíritu Santa, no se le perdonará, ni en la tierra ni en el Cielo.

45. Jesús ha dicho: No se cosechan uvas de los espinos ni se recogen higos de las zarzas, pues no dan fruto. Una persona buena saca lo bueno de su tesoro. Una persona perversa saca la maldad de su tesoro malo que está en su corazón y habla opresivamente, pues de la abundancia del corazón saca la maldad.

46. Jesús ha dicho: Desde Adán hasta Juan Bautista, entre los nacidos de mujeres no hay ninguno más exaltado que Juan Bautista, tanto que sus ojos no se romperán. No obstante, he dicho que quienquiera entre vosotros que se convierta como niño, conocerá el Reino y será más exaltado que Juan.

47. Jesús ha dicho: Una persona no puede montar dos caballos ni tensar dos arcos, y un esclavo no puede servir a dos amos, de otra manera honrará a uno y ofenderá al otro. Nadie bebe vino añejo e inmediatamente quiere beber vino nuevo. Y no se pone vino nuevo en odres viejos, para que no se revienten. Y no se pone vino añejo en odres nuevos, para que no se vuelva ácido. No se cose remiendo viejo en ropa nueva, porque vendría un rasgón.

48. Jesús ha dicho: Si dos hacen la paz entre sí dentro de esta misma casa, dirán a la montaña, “¡Muévete!” y se moverá.

49. Jesús ha dicho: Benditos sean los solitarios y escogidos porque encontraréis el Reino. Habéis procedido de él, y a él volveréis.

50. Jesús ha dicho: Si os dicen “¿De donde venís?”, decidles “Hemos venido de la luz, el lugar donde la luz se ha originado por sí misma, él se puso de pie y se reveló en las imágenes de ellos.” Si os dicen “¿Quiénes sois?”, decid “Somos los Hijos de El y somos los escogidos del Padre viviente.” Si os preguntan “¿Cuál es el signo en vosotros de vuestro Padre?”, decidles “Es movimiento con reposo.”

51. Sus discípulos le dicen: ¿Cuándo sucederá el reposo de los muertos, y cuándo vendrá el mundo nuevo?
El les dice: Lo que buscáis ya ha llegado, pero no lo conocéis.

52. Sus discípulos le dicen: Veinticuatro profetas proclamaron en Israel, y todos hablaban dentro de ti. El les dice: Habéis ignorado al viviente que está enfrente de vuestro rostro y habéis hablado de los muertos.

53. Sus discípulos le dicen: ¿Es provechosa la circuncisión, o no?
El les ha dicho: Si fuera provechosa, su padre los engendraría circuncidados de su madre. Sino que la verdadera circuncisión espiritual se ha hecho totalmente provechosa.

54. Jesús ha dicho: Benditos sean los pobres, pues vuestro es el Reino de los Cielos.

55. Jesús ha dicho: Quien no odia a su padre y a su madre, no podrá hacerse mi discípulo. Y quien no odia a sus hermanos y a sus hermanas y no levanta su cruz a mi manera, no se hará digno de mí.

56. Jesús ha dicho: Quien ha conocido el sistema, ha encontrado un cadáver y quien ha encontrado un cadáver, de él no es digno el sistema.

57. Jesús ha dicho: El Reino del Padre se asemeja a una persona que tiene semilla buena. Su enemigo vino de noche, sembró una maleza entre la semilla buena. El hombre no les permitió arrancar la maleza, sino les dice: Para que no salgáis diciendo, “Vamos a arrancar la maleza”, y arranquéis el trigo con ella. Pues en el día de la cosecha aparecerá la maleza, la arrancan y la queman.

58. Jesús ha dicho: Bendita sea la persona que ha sufrido porque ha encontrado la vida.

59. Jesús ha dicho: Mirad al viviente mientras viváis, para que no muráis y tratéis de mirarlo sin poder ver.

60. Ven a un samaritano llevando un cordero, entrando en Judea.
Jesús les dice: ¿Por qué lleva consigo el cordero?
Le dicen: Para matarlo y comerlo.
El les dice: Mientras está vivo no lo comerá, sino solamente después que lo mate y se haya convertido en cadáver.
Dicen: De otra manera no podrá hacerlo.
El les dice: Vosotros mismos, buscad un lugar para vosotros en el reposo, para que no os convirtáis en cadáveres y seáis comidos.

61a. Jesús ha dicho: Dos descansarán en una cama, el uno morirá, el otro vivirá.

61b. Salomé dice: ¿Quién eres tú, hombre? Como mandado por alguien, te tendiste en mi cama y comiste de mi mesa.
Jesús le ha dicho: Soy quien viene de la igualdad. A mí se me han dado de las cosas de mi Padre.
Salomé dice: Soy tu discípula.
Jesús le dice: Por eso yo digo que cuando alguien iguale se llenará de luz, pero cuando divida se llenará de oscuridad.

62. Jesús ha dicho: Yo comunico mis misterios a quienes son dignos de mis misterios. No dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace tu derecha.

63. Jesús ha dicho: Había una persona rica que tenía mucho dinero, y dijo: Voy a utilizar mi dinero para sembrar y cosechar y resembrar, para llenar mis graneros con fruto para que nada me falte. Así pensaba en su corazón y aquella misma noche murió. Quien tiene oídos, ¡que oiga!

64a. Jesús ha dicho: Una persona tenía huéspedes. Y cuando había preparado el banquete, envió a su esclavo para convidar a los huéspedes.
Fue al primero, le dice: Te convida mi amo.
Respondió: Tengo unos negocios con unos mercaderes, vienen a mí por la tarde, iré para colocar mis órdenes con ellos, ruego ser excusado del banquete.
Fue a otro, le dice: Mi amo te ha convidado.
Le respondió: He comprado una casa y me exigen por un día, no tendré tiempo libre.
Vino a otro, le dice: Mi amo te convida.
Le respondió: Mi compañero va a casarse y tengo que preparar un festín, no podré venir, ruego ser excusado del banquete.
Fue a otro, le dice: Mi amo te convida.
Le respondió: He comprado una villa, voy a cobrar el alquiler, no podré venir, ruego ser excusado.
Vino el esclavo, dijo a su amo: Los que usted ha convidado al banquete se han excusado a sí mismos.
Dijo el amo a su esclavo: Sal a los caminos, trae a quienesquiera que encuentres, para que cenen.

64b. Y él ha dicho: Comerciantes y mercaderes no entrarán en los lugares de mi Padre.

65. El ha dicho: Una persona bondadosa tenía una viña. La arrendó a inquilinos para que la cultivaran y recibiría su fruto. Mandó a su esclavo para que los inquilinos le dieran el fruto de la viña. Agarraron a su esclavo, lo golpearon, un poco más y lo habrían matado. El esclavo fue, se lo dijo a su amo. Contestó su amo, “Quizás no le reconocían.” Mandó a otro esclavo, los inquilinos lo golpearon también. Entonces el amo mandó a su hijo. Dijo, “Tal vez respetarán a mi hijo.” Ya que aquellos inquilinos sabían que era el heredero de la viña, lo agarraron, lo mataron. Quien tiene oídos, ¡que oiga!

66. Jesús ha dicho: Mostradme la piedra que han rechazado los constructores es la piedra angular.

67. Jesús ha dicho: Quien conoce todo pero carece de conocerse a sí mismo, carece de todo.

68. Jesús ha dicho: Benditos seais cuando sois odiados y perseguidos y no encontráis sitio allá donde habéis sido perseguidos.

69a. Jesús ha dicho: Benditos sean los que han sido perseguidos en su corazón, estos son los que han conocido al Padre en verdad.

69b. Jesús ha dicho: Benditos sean los hambrientos, pues el estómago de quien desea se llenará.

70. Jesús ha dicho: Cuando saquéis lo que hay dentro de vosotros, esto que tenéis os salvará. Si no tenéis eso dentro de vosotros, esto que no tenéis dentro de vosotros os matará.

71. Jesús ha dicho: Yo destruiré esta casa y nadie será capaz de reconstruirla.

72. Alguien le dice: Diles a mis hermanos que repartan conmigo las posesiones de mi padre.
El le dice: Oh hombre, ¿quién me hizo repartidor?
Se volvió a sus discípulos, les dice: No soy repartidor, ¿soy?

73. Jesús ha dicho: La cosecha en verdad es abundante, pero los obreros son pocos. Pues implorad al Amo que mande obreros a la cosecha.

74. El ha dicho: Amo, ¡hay muchos alrededor del embalse, pero ninguno dentro del embalse!

75. Jesús ha dicho: Hay muchos que están de pie a la puerta, pero los solitarios son los que entrarán en la alcoba nupcial.

76. Jesús ha dicho: El Reino del Padre se asemeja a un mercader poseedor de una fortuna, quien encontró una perla. Aquel mercader era listo, vendió la fortuna, compró para sí mismo la perla única. Vosotros mismos, buscad el tesoro de su rostro, que no perece, que perdura, el lugar donde ni la polilla se acerca para devorar ni el gusano destruye.

77. Jesús ha dicho: Soy la luz quien está sobre todos, Soy el todo. Todo salió de mí, y todo vuelve a mí. Partid la madera, allí estoy. Levantad la piedra y allí me encontraréis.

78. Jesús ha dicho: ¿Qué salisteis a ver en lo silvestre, una caña sacudida por el viento y a una persona vestida con ropa felpada? He aquí, vuestros gobernantes y vuestros dignatarios son los que se visten en ropa felpada, y ellos no podrán conocer la verdad.

79. Una mujer de la multitud le dice: ¡Bendita sea la matriz que te parió, y benditos los senos que te amamantaron!
El le dice: Benditos sean quienes han oído la significación del Padre y la han cumplido en verdad. Pues habrá días cuando diréis: ¡Bendita sea la matriz que no ha engendrado, y benditos los senos que no han amamantado!

80. Jesús ha dicho: Quien ha conocido el sistema, ha encontrado el cuerpo y quien ha encontrado el cuerpo, de él no es digno el sistema.

81. Jesús ha dicho: Quien se enriquece, que reine. Y quien tiene poder, que renuncie.

82. Jesús ha dicho: Quien está cerca de mí está cerca del fuego, y quien está lejos de mí está lejos del Reino.

83. Jesús ha dicho: Las imágenes se manifiestan a la humanidad y la luz que está dentro de ellas se esconde. El se revelará a sí mismo en la imagen de la luz del Padre, pues su imagen se esconde por su luz.

84. Jesús ha dicho: Cuando véis vuestro reflejo, os alegráis. Pues cuando percibáis vuestras imágenes que entran en la existencia frente a vosotros, las cuales ni mueren ni disfrazan ¿hasta qué punto dependerán de vosotros?

85. Jesús ha dicho: Adán entró en la existencia por un gran poder y por medio de una gran riqueza, pero sin embargo no se hizo digno de vosotros. Pues si hubiera sido digno, no habría saboreado la muerte.

86. Jesús ha dicho: Las zorras tienen sus guaridas y los pájaros tienen sus nidos, pero el hijo de la humanidad no tiene ningún lugar para poner su cabeza y descansar.

87. Jesús ha dicho: Maldito sea el cuerpo que depende de otro cuerpo, y maldita sea el alma que depende de estar juntos aquellos.

88. Jesús ha dicho: Los ángeles y los oráculos vendrán a vosotros y os regalarán lo vuestro. Y vosotros mismos, dadles lo que tenéis en vuestras manos y decid entre vosotros: ¿En qué día vendrán para recibir lo suyo?

89. Jesús ha dicho: ¿Por qué laváis el exterior del cáliz? ¿No notáis que quien crea el interior, también es quien crea el exterior?

90. Jesús ha dicho: Venid a mí, pues mi yugo es natural y mi dominio es manso y encontraréis reposo para vosotros mismos.

91. Le dicen: Dinos quien eres tú, para que podamos confiar en ti.
El les dice: Escudriñáis la faz del Cielo y de la tierra mas no habéis conocido a quien está frente a vuestro rostro, y no sabéis preguntarle en este momento.

92. Jesús ha dicho: Buscad y encontraréis. Mas esas cosas que me preguntabais en aquellos días, no os las dije entonces. Ahora quiero comunicarlas, pero no preguntáis de ellas.

93. Jesús ha dicho: No deis lo sagrado a los perros, para que no lo echen en el montón de estiércol. No arrojéis las perlas a los cerdos, para que no lo hagan…

94. Jesús ha dicho: Quien busca encontrará, y a quien toca se le abrirá.

95. Jesús ha dicho: Si tenéis monedas de cobre, no las prestéis a interés, sino dadlas a ellos de quienes no recibiréis reembolso.

96. Jesús ha dicho: El Reino del Padre se asemeja a una mujer que ha tomado un poco de levadura y la ha escondido en la masa, produjo panes grandes de ella. Quien tiene oídos, ¡que oiga!

97. Jesús ha dicho: El Reino del Padre se asemeja a una mujer que llevaba una jarra llena de grano. Mientras estaba andando por un camino lejano, se rompió la asa de la jarra, derramó el grano detrás de ella en el camino. No lo sabía, no había notado ningún accidente. Cuando llegó a su casa, puso la jarra en el suelo, la descubrió vacía.

98. Jesús ha dicho: El Reino del Padre se asemeja a una persona que deseaba asesinar a un hombre prominente. Desenvainó su espada en su casa, la clavó en la pared para averiguar si su mano prevalecería. Luego asesinó al hombre prominente.

99. Le dicen sus discípulos: Tus hermanos y tu madre están de pie afuera.
El les dice: Quienes están aquí, que cumplen los deseos de mi Padre, estos son mis hermanos y mi Madre. Ellos son los que entrarán en el Reino de mi Padre.

100. Le muestran a Jesús una moneda de oro y le dicen: Los agentes de César nos exigen tributos.
El les dice: Dad a César lo de César, dad a Dios lo de Dios, y dadme a mí lo mío.

101. Jesús ha dicho: Quien no odia a su padre y a su madre a mi manera, no podrá hacerse discípulo mío. Y quien no ama a su Padre y a su Madre a mi manera, no podrá hacerse discípulo mío. Pues mi madre me parió, mas mi Madre verdadera me dio la vida.

102. Jesús ha dicho: ¡Ay de los clérigos! pues se asemejan a un perro dormido en el pesebre de los bueyes. Ya que ni come ni deja que coman los bueyes.

103. Jesús ha dicho: Bendita sea la persona que sabe por cuál parte invaden los bandidos, porque se levantará y recogerá sus pertenencias y ceñirá sus lomos antes de que entren.

104. Le dicen: ¡Ven, oremos y ayunemos hoy!
Jesús ha dicho: ¿Pues cuál es la transgresión que he cometido yo, y en qué he sido vencido? Pero cuando salga el novio de la alcoba nupcial, ¡entonces que ayunen y oren!

105. Jesús ha dicho: Quien reconoce a padre y madre, será llamado hijo de ramera.

106. Jesús ha dicho: Cuando hagáis de los dos uno, os convertiréis en hijos de la humanidad y cuando digáis a la montaña, “¡Muévete!”, se moverá.

107. Jesús ha dicho: El Reino se asemeja a un pastor que tiene 100 ovejas. Se extravió una de ellas, que era la más grande. El dejó las 99, buscó a la una hasta que la encontró. Tras haberse cansado, dijo a esa oveja, “¡Te quiero más que a las 99!”

108. Jesús ha dicho: Quien bebe de mi boca, se hará semejante a mí. Yo mismo me convertiré en él, y los secretos se le revelarán.

109. Jesús ha dicho: El Reino se asemeja a una persona que tiene un tesoro escondido en su campo sin saberlo. Y después de morir, lo legó a su hijo. El hijo no lo sabía, aceptó aquel campo, lo vendió. Y vino quien lo compró, aró, descubrió el tesoro. Empezó a prestar dinero a interés a quienes quería.

110. Jesús ha dicho: Quien ha encontrado el sistema y se ha enriquecido, que renuncie al sistema.

111. Jesús ha dicho: El Cielo y la tierra se enrollarán en vuestra presencia.
Y quien vive de adentro del viviente, no verá la muerte ni el miedo pues Jesús dice: Quien se encuentra a sí mismo, de él no es digno el sistema.

112. Jesús ha dicho: ¡Ay de la carne que depende del alma, ay del alma que depende de la carne!

113. Sus discípulos le dicen: ¿Cuándo vendrá el Reino?
Jesús dice: No vendrá por expectativa. No dirán, “¡Mirad aquí!” o “¡Mirad allá!”. Sino que el Reino del Padre se extiende sobre la tierra y los humanos no lo ven.

114. Simón Pedro les dice: Que Mariam salga de entre nosotros, pues las hembras no son dignas de la vida.
Jesús dice: He aquí que le inspiraré a ella para que se convierta en varón, para que ella misma se haga una espíritu viviente semejante a vosotros varones. Pues cada hembra que se convierte en varón, entrará en el Reino de los Cielos. 

 

 
——————————————————————————–

FIN DEL EVANGELIO SEGUN EL APOSTOL TOMAS

EL EVANGELIO SEGÚN TOMÁS (Otra version)

EL EVANGELIO SEGÚN TOMÁS
Este documento debe ser el más antiguo texto conservado de los que representan el movimiento espirtual llamado gnosticismo. Sospechan algunos estudiosos que el Evangelio de Tomás contiene algunos de los primeros escritos de la Historia del propio cristianismo, anteriores tal vez a los Evangelios canónicos. Si fuese cierto, corroboraría las pretensiones de los gnósticos cristianos en el sentido de que sus enseñanzas derivan del mensaje que predicó el mismo Jesús.

En la época moderna, las primeras noticias acerca de la existencia del Evangelio de Tomás las dieron unos investigadores franceses a finales del s. XIX, que descubrieron fragmentos del antiguo texto en griego. En 1945 apareció un ejemplar completo del Evangelio en idioma copto entre los manuscritos de la biblioteca de Nag Hammadi, una colección de libros gnósticos que había permanecido oculta en Egipto desde el s. IV.

A diferencia de los Evangelios del NT, el Evangelio de Tomás no está organizado como relato de la vida, pasión y muerte de Jesucristo, sino que es una colección de palabras y anécdotas de Jesús. El estilo podría recordar una recopilación de notas tomadas durante un ciclo de conferencias. El primer párrafo dice que son las “palabras secretas” de Jesús tomadas por Judas Tomás, hermano gemelo de Jesús. (Otra obra de la colección Nag Hammadi, el Libro de Tomás el Oponente, también identifica a Tomás como mellizo de Jesús: motivo suficiente para que la ortodoxia rechazase la validez de estos textos).

Evangelio según el Apóstol Tomás

Las palabras secretas de Jesús
Estos son los dichos secretos que ha proclamado Jesús el viviente, y que anotó Dídimo Judas Tomás:

1. Y Tomás ha dicho: Quien encuentra la interpretación de estos dichos, no saboreará la muerte.

2. Jesús ha dicho: Que quien busca no deje de buscar hasta que encuentre, y cuando encuentre se turbará, y cuando haya sido turbado se maravillará y reinará sobre la totalidad y hallará el reposo.

3. Jesús ha dicho: Si aquellos que os guían os dijeran, “¡Ved, el Reino está en el Cielo!”, entonces las aves del Cielo os precederían. Si os dijeran, “¡Está en el mar!”, entonces los peces del mar os precederían. Más bien, el Reino de Dios está adentro de vosotros y está fuera de vosotros. Quienes llegan a conocerse a sí mismos lo hallarán y cuando lleguéis a conoceros a vosotros mismos, sabréis que sois los Hijos del Padre viviente. Pero si no os conocéis a vosotros mismos, sois empobrecidos y sois la pobreza.

4. Jesús ha dicho: La persona mayor en días no vacilará en preguntar a un infante de siete días con respecto al lugar de la vida y vivirá. Pues muchos que son primeros serán los últimos y los últimos primeros. Y se convertirán en una sola unidad.

5. Jesús ha dicho: Conoce lo que está enfrente de tu rostro y lo que se esconde de ti se te revelará. Pues no hay nada escondido que no será revelado, y nada enterrado que no será levantado.

6. Sus discípulos le preguntan, le dicen: ¿Cómo quieres que ayunemos, y cómo oraremos? ¿Y cómo daremos limosna, y cuál dieta mantendremos?

Jesús ha dicho: No mintáis, y no practiquéis lo que odiáis porque todo se revela delante del rostro del Cielo. Pues no hay nada escondido que no será revelado, y no hay nada oculto que quedará sin ser descubierto.

7. Jesús ha dicho: Bendito sea el león que el humano come y el león se convertirá en humano. Y maldito sea el humano a quien el león come y el humano se convertirá en león.

8. Y él ha dicho: El Reino se asemeja a un pescador sabio que echó su red al mar. La sacó del mar llena de peces. Entre ellos descubrió un pez grande y bueno. Aquel pescador sabio volvió a arrojar todos los peces al mar, escogió sin vacilar el pez grande. Quien tiene oídos para oír, ¡que oiga!

9. Jesús ha dicho: He aquí que el sembrador salió y tomó un puñado de semillas, esparció. Algunas en verdad cayeron en el camino y vinieron los pájaros, las recogieron. Otras cayeron sobre la roca-madre y no arraigaron abajo en el suelo y no retoñaron espigas hacia el Cielo. Y otras cayeron entre las espinas, las cuales ahogaron las semillas y el gusano se las comió. Y otras cayeron en la tierra buena y produjeron cosecha buena hacia el Cielo, rindió sesenta por medida y ciento veinte por medida.

10. Jesús ha dicho: He arrojado fuego sobre el mundo y he aquí que lo estoy vigilando hasta que arda en llamas.

11. Jesús ha dicho: Este Cielo pasará y pasará el que está más arriba. Y los muertos no están vivos y los vivos no morirán. En los días cuando comíais los muertos, los transformasteis a la vida. Cuando entréis en la luz, ¿que haréis? En el día cuando estabais juntos, os separasteis, mas cuando os hayáis separado, ¿que haréis?

12. Los discípulos dicen a Jesús: Sabemos que te separarás de nosotros. ¿Quién será Rabí sobre nosotros?

Jesús les ha dicho: En el lugar donde habéis venido, iréis a Jacob el Justo, para el bien de quien llegan a ser el Cielo y la tierra.

13. Jesús ha dicho a sus discípulos: Comparadme con alguien y decidme a quién me asemejo. Simón Pedro le dice: Te asemejas a un ángel justo. Mateo le dice: Te asemejas a un filósofo del corazón. Tomás le dice: Maestro, mi boca es totalmente incapaz de decir a quien te asemejas.

Jesús dice: No soy tu maestro, ya que has bebido, te has embriagado del manantial burbujeante que he repartido al medirlo. Y le lleva consigo, se retira, le dice tres palabras: áhyh ashr áhyh (Soy Quien Soy).

Ya, cuando viene Tomás a sus camaradas, le preguntan: ¿Qué te dijo Jesús?

Tomás les dice: Si os dijera siquiera una de las palabras que me dijo, cogeríais piedras para lapidarme y fuego saldría de las piedras para quemaros.

14. Jesús les ha dicho: Si ayunáis, causaréis transgresión a vosotros mismos. Y si oráis, seréis condenados. Y si dais limosna, haréis daño a vuestros espíritus. Y cuando entréis en cualquier país para vagar por las regiones, si os reciben comed lo que os ponen frente a vosotros y curad a los enfermos entre ellos. Pues lo que entra en vuestra boca no os profanará, sino lo que sale de vuestra boca eso es lo que os profanará.

15. Jesús ha dicho: Cuando veáis a quien no nació de mujer, tendeos sobre vuestros rostros y adoradle, él es vuestro Padre.

16. Jesús ha dicho: Quizás la gente piense que he venido para lanzar paz sobre la tierra, y no saben que he venido para lanzar conflictos sobre la tierra, a fuego, espada y guerra. Pues habrá cinco en una casa, estarán tres contra dos y dos contra tres, el padre contra el hijo y el hijo contra el padre. Y estarán de pie como solitarios.

17. Jesús ha dicho: Yo os daré lo que ningún ojo ha visto y ningún oído ha escuchado y ninguna mano ha tocado y que no ha surgido en la mente humana.

18. Los discípulos dicen a Jesús: Dinos como será nuestro fin. Jesús ha dicho: ¿Así habéis descubierto el origen, que ahora preguntáis referente al fin? Pues en el lugar donde está el origen, allí estará el fin. Bendito sea quien estará de pie en el origen y conocerá el fin y no saboreará la muerte.

19. Jesús ha dicho: Bendito sea quien existía antes de que entrara en el ser. Si os hacéis mis discípulos y atendéis mis dichos, estas piedras os servirán. Pues tenéis cinco árboles en el paraíso, los cuales no se mueven en el verano ni caen sus hojas en el invierno quien los conoce no saboreará la muerte.

20. Los discípulos dicen a Jesús: Dinos a qué se asemeja El Reino de los Cielos. El les ha dicho: Se asemeja a una semilla de mostaza, la más pequeña de todas las semillas, no obstante, cuando cae en la tierra fértil, produce una planta grande y se hace albergue para los pájaros del Cielo.

21. Mariam ha dicho a Jesús: ¿A quiénes se asemejan tus discípulos?

El ha dicho: Se asemejan a niños que residen en un campo que no es suyo. Cuando vengan los dueños del campo, dirán: ¡Devolvednos nuestro campo! Se quitan su ropa frente a ellos para cedérselo y para devolverles su campo. Por eso yo digo, si el dueño de la casa se entera de que viene el ladrón, estará sobre aviso antes de que llegue y no le permitirá penetrar en la casa de su dominio para quitarle sus pertenencias. En cuanto a vosotros, cuidaos del sistema, ceñid vuestros lomos con gran fortaleza para que no encuentren los bandidos una manera de alcanzaros, pues hallarán la ventaja que anticipasteis. ¡Que haya entre vosotros una persona con comprensión! …cuando maduró la cosecha, vino rápido con su hoz en la mano, la recogió. Quien tiene oídos para oír, ¡que oiga!

22. Jesús ve a infantes que están mamando. Dice a sus discípulos: Estos infantes que maman se asemejan a los que entran en el Reino.

Le dicen: ¿Así al convertirnos en infantes entraremos en el Reino? Jesús les ha dicho: Cuando hagáis de los dos uno, y hagáis el interior como el exterior y el exterior como el interior y lo de arriba como lo de abajo, y cuando establezcáis el varón con la hembra como una sola unidad de tal modo que el hombre no sea masculino ni la mujer femenina, cuando establezcáis un ojo en el lugar de un ojo y una mano en el lugar de una mano y un pie en el lugar de un pie y una imagen en el lugar de una imagen, entonces entraréis en el Reino.

23. Jesús ha dicho: Yo os escogeré, uno entre mil y dos entre diez mil y estarán de pie como una sola unidad.

24. Sus discípulos dicen: Explícanos tu lugar, porque es necesario que lo busquemos. El les ha dicho: Quien tiene oídos, ¡que oiga! Dentro de una persona de luz hay luz, y él ilumina el mundo entero. Cuando no brilla, hay oscuridad.

25. Jesús ha dicho: Ama a tu hermano como a tu alma, protégele como a la pupila de tu ojo.

26. Jesús ha dicho: Ves la mota que está en el ojo de tu hermano, mas no ves la viga que está en tu propio ojo. Cuando saques la viga de tu propio ojo, entonces verás claramente para quitar la mota del ojo de tu hermano.

27. Jesús ha dicho: A menos que ayunéis del sistema, no encontraréis el Reino de Dios. A menos que guardéis la semana entera como sábado, no veréis al Padre.

28. Jesús ha dicho: Me puse de pie en medio del mundo y encarnado me aparecía a ellos. Los encontré a todos ebrios, no encontré a ninguno sediento. Y mi alma se apenaba por los hijos de los hombres, porque están ciegos en sus corazones y no ven que vacíos han entrado en el mundo y vacíos están destinados a salir del mundo de nuevo. Mas ahora están ebrios, cuando hayan sacudido su vino, entonces repensarán.

29. Jesús ha dicho: Si la carne ha llegado a ser por causa espiritual, es una maravilla, mas si espíritu por causa corporal, sería una maravilla maravillosa. No obstante me maravillo en esto que esta gran riqueza ha morado en esta pobreza.

30. Jesús ha dicho: Donde hay tres dioses, carecen de Dios. Donde hay solo uno, digo que yo estoy con él. Levantad la piedra y allí me encontraréis, partid la madera y allí estoy.

31. Jesús ha dicho: Ningún oráculo se acepta en su propia aldea, ningún médico cura a aquellos que le conocen.

32. Jesús ha dicho: Una ciudad que se construye encima de una montaña alta y fortificada, no puede caer ni quedar escondida.

33. Jesús ha dicho: Lo que escucharás en tu oído, proclámalo desde tus techos a otros oídos. Pues nadie enciende una lámpara para ponerla debajo de un cesto ni la pone en un lugar escondido, sino que se coloca sobre el candelero para que todos los que entran y salen vean su resplandor.

34. Jesús ha dicho: Si un ciego guía a un ciego, caen juntos en un hoyo.

35. Jesús ha dicho: Nadie puede entrar en la casa del poderoso para conquistarla con fuerza, a menos que le ate sus manos, entonces saqueará su casa.

36. Jesús ha dicho: No estéis ansiosos en la mañana sobre la noche ni en la noche sobre la mañana, ni por vuestro alimento que comeréis ni por vuestra ropa que llevaréis. Sois bien superiores a las flores de viento, que ni peinan lana ni hilan. Al tener una vestidura, ¿que os falta? ¿O quién puede aumentar vuestra estatura? El mismo os dará vuestra vestidura.

37. Sus discípulos dicen: ¿Cuándo te nos revelarás y cuándo te percibiremos? Jesús dice: Cuando os quitéis vuestros vestidos sin avergonzaos y toméis vuestra ropa y la pongáis bajo vuestros pies para pisar sobre ella, como hacen los niños, entonces miraréis al Hijo del Viviente y no temeréis.

38. Jesús ha dicho: Muchas veces habéis anhelado oír estos dichos que os proclamo, y no tenéis otro de quien oírlos. Habrá días en que me buscaréis, pero no me encontraréis.

39. Jesús ha dicho: Los clérigos y los teólogos han recibido las llaves del conocimiento, pero las han escondido. No entraron ellos, ni permitían entrar a los que sí deseaban. En cuanto a vosotros, haceos astutos como serpientes y puros como palomas.

40. Jesús ha dicho: Ha sido plantada una enredadera sin el Padre, y puesto que no es vigorosa será desarraigada y destruida.

41. Jesús ha dicho: Quien tiene en su mano, a él se dará más. Y quien no tiene, se le quitará aún lo poco que tiene.

42. Jesús ha dicho: Haceos transeúntes.

43. Sus discípulos le dicen: ¿quién eres?, por cuanto nos dices estas cosas. Jesús les dice: De lo que os digo no conocéis quien soy, sino os habéis hecho como los judíos, pues aman el árbol mas odian su fruto, y aman el fruto mas odian el árbol.

44. Jesús ha dicho: Quien maldice al Padre, se le perdonará. Y quien maldice al Hijo, se le perdonará. Pero quien maldice a la Espíritu Santa, no se le perdonará, ni en la tierra ni en el Cielo.

45. Jesús ha dicho: No se cosechan uvas de los espinos ni se recogen higos de las zarzas, pues no dan fruto. Una persona buena saca lo bueno de su tesoro. Una persona perversa saca la maldad de su tesoro malo que está en su corazón y habla opresivamente, pues de la abundancia del corazón saca la maldad.

46. Jesús ha dicho: Desde Adán hasta Juan Bautista, entre los nacidos de mujeres no hay ninguno más exaltado que Juan Bautista, tanto que sus ojos no se romperán. No obstante, he dicho que quienquiera entre vosotros que se convierta como niño, conocerá el Reino y será más exaltado que Juan.

47. Jesús ha dicho: Una persona no puede montar dos caballos ni tensar dos arcos, y un esclavo no puede servir a dos amos, de otra manera honrará a uno y ofenderá al otro. Nadie bebe vino añejo e inmediatamente quiere beber vino nuevo. Y no se pone vino nuevo en odres viejos, para que no se revienten. Y no se pone vino añejo en odres nuevos, para que no se vuelva ácido. No se cose remiendo viejo en ropa nueva, porque vendría un rasgón.

48. Jesús ha dicho: Si dos hacen la paz entre sí dentro de esta misma casa, dirán a la montaña, “¡Muévete!” y se moverá.

49. Jesús ha dicho: Benditos sean los solitarios y escogidos porque encontraréis el Reino. Habéis procedido de él, y a él volveréis.

50. Jesús ha dicho: Si os dicen “¿De donde venís?”, decidles “Hemos venido de la luz, el lugar donde la luz se ha originado por sí misma, él se puso de pie y se reveló en las imágenes de ellos.” Si os dicen “¿Quiénes sois?”, decid “Somos los Hijos de El y somos los escogidos del Padre viviente.” Si os preguntan “¿Cuál es el signo en vosotros de vuestro Padre?”, decidles “Es movimiento con reposo.”

51. Sus discípulos le dicen: ¿Cuándo sucederá el reposo de los muertos, y cuándo vendrá el mundo nuevo?

El les dice: Lo que buscáis ya ha llegado, pero no lo conocéis.

52. Sus discípulos le dicen: Veinticuatro profetas proclamaron en Israel, y todos hablaban dentro de ti. El les dice: Habéis ignorado al viviente que está enfrente de vuestro rostro y habéis hablado de los muertos.

53. Sus discípulos le dicen: ¿Es provechosa la circuncisión, o no? El les ha dicho: Si fuera provechosa, su padre los engendraría circuncidados de su madre. Sino que la verdadera circuncisión espiritual se ha hecho totalmente provechosa.

54. Jesús ha dicho: Benditos sean los pobres, pues vuestro es el Reino de los Cielos.

55. Jesús ha dicho: Quien no odia a su padre y a su madre, no podrá hacerse mi discípulo. Y quien no odia a sus hermanos y a sus hermanas y no levanta su cruz a mi manera, no se hará digno de mí.

56. Jesús ha dicho: Quien ha conocido el sistema, ha encontrado un cadáver y quien ha encontrado un cadáver, de él no es digno el sistema.

57. Jesús ha dicho: El Reino del Padre se asemeja a una persona que tiene semilla buena. Su enemigo vino de noche, sembró una maleza entre la semilla buena. El hombre no les permitió arrancar la maleza, sino les dice: Para que no salgáis diciendo, “Vamos a arrancar la maleza”, y arranquéis el trigo con ella. Pues en el día de la cosecha aparecerá la maleza, la arrancan y la queman.

58. Jesús ha dicho: Bendita sea la persona que ha sufrido porque ha encontrado la vida.

59. Jesús ha dicho: Mirad al viviente mientras viváis, para que no muráis y tratéis de mirarlo sin poder ver.

60. Ven a un samaritano llevando un cordero, entrando en Judea. Jesús les dice: ¿Por qué lleva consigo el cordero? Le dicen: Para matarlo y comerlo. El les dice: Mientras está vivo no lo comerá, sino solamente después que lo mate y se haya convertido en cadáver. Dicen: De otra manera no podrá hacerlo. El les dice: Vosotros mismos, buscad un lugar para vosotros en el reposo, para que no os convirtáis en cadáveres y seáis comidos.

61a. Jesús ha dicho: Dos descansarán en una cama, el uno morirá, el otro vivirá.

61b. Salomé dice: ¿Quién eres tú, hombre? Como mandado por alguien, te tendiste en mi cama y comiste de mi mesa. Jesús le ha dicho: Soy quien viene de la igualdad. A mí se me han dado de las cosas de mi Padre. Salomé dice: Soy tu discípula. Jesús le dice: Por eso yo digo que cuando alguien iguale se llenará de luz, pero cuando divida se llenará de oscuridad.

62. Jesús ha dicho: Yo comunico mis misterios a quienes son dignos de mis misterios. No dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace tu derecha.

63. Jesús ha dicho: Había una persona rica que tenía mucho dinero, y dijo: Voy a utilizar mi dinero para sembrar y cosechar y resembrar, para llenar mis graneros con fruto para que nada me falte. Así pensaba en su corazón y aquella misma noche murió. Quien tiene oídos, ¡que oiga!

64a. Jesús ha dicho: Una persona tenía huéspedes. Y cuando había preparado el banquete, envió a su esclavo para convidar a los huéspedes.

Fue al primero, le dice: Te convida mi amo.

Respondió: Tengo unos negocios con unos mercaderes, vienen a mí por la tarde, iré para colocar mis órdenes con ellos, ruego ser excusado del banquete.

Fue a otro, le dice: Mi amo te ha convidado.

Le respondió: He comprado una casa y me exigen por un día, no tendré tiempo libre.

Vino a otro, le dice: Mi amo te convida.

Le respondió: Mi compañero va a casarse y tengo que preparar un festín, no podré venir, ruego ser excusado del banquete.

Fue a otro, le dice: Mi amo te convida.

Le respondió: He comprado una villa, voy a cobrar el alquiler, no podré venir, ruego ser excusado. Vino el esclavo, dijo a su amo: Los que usted ha convidado al banquete se han excusado a sí mismos.

Dijo el amo a su esclavo: Sal a los caminos, trae a quienesquiera que encuentres, para que cenen.

64b. Y él ha dicho: Comerciantes y mercaderes no entrarán en los lugares de mi Padre.

65. El ha dicho: Una persona bondadosa tenía una viña. La arrendó a inquilinos para que la cultivaran y recibiría su fruto. Mandó a su esclavo para que los inquilinos le dieran el fruto de la viña. Agarraron a su esclavo, lo golpearon, un poco más y lo habrían matado. El esclavo fue, se lo dijo a su amo. Contestó su amo, “Quizás no le reconocían.” Mandó a otro esclavo, los inquilinos lo golpearon también. Entonces el amo mandó a su hijo. Dijo, “Tal vez respetarán a mi hijo.” Ya que aquellos inquilinos sabían que era el heredero de la viña, lo agarraron, lo mataron. Quien tiene oídos, ¡que oiga!

66. Jesús ha dicho: Mostradme la piedra que han rechazado los constructores es la piedra angular.

67. Jesús ha dicho: Quien conoce todo pero carece de conocerse a sí mismo, carece de todo.

68. Jesús ha dicho: Benditos seais cuando sois odiados y perseguidos y no encontráis sitio allá donde habéis sido perseguidos.

69a. Jesús ha dicho: Benditos sean los que han sido perseguidos en su corazón, estos son los que han conocido al Padre en verdad.

69b. Jesús ha dicho: Benditos sean los hambrientos, pues el estómago de quien desea se llenará.

70. Jesús ha dicho: Cuando saquéis lo que hay dentro de vosotros, esto que tenéis os salvará. Si no tenéis eso dentro de vosotros, esto que no tenéis dentro de vosotros os matará.

71. Jesús ha dicho: Yo destruiré esta casa y nadie será capaz de reconstruirla.

72. Alguien le dice: Diles a mis hermanos que repartan conmigo las posesiones de mi padre. El le dice: Oh hombre, ¿quién me hizo repartidor? Se volvió a sus discípulos, les dice: No soy repartidor, ¿soy?

73. Jesús ha dicho: La cosecha en verdad es abundante, pero los obreros son pocos. Pues implorad al Amo que mande obreros a la cosecha.

74. El ha dicho: Amo, ¡hay muchos alrededor del embalse, pero ninguno dentro del embalse!

75. Jesús ha dicho: Hay muchos que están de pie a la puerta, pero los solitarios son los que entrarán en la alcoba nupcial.

76. Jesús ha dicho: El Reino del Padre se asemeja a un mercader poseedor de una fortuna, quien encontró una perla. Aquel mercader era listo, vendió la fortuna, compró para sí mismo la perla única. Vosotros mismos, buscad el tesoro de su rostro, que no perece, que perdura, el lugar donde ni la polilla se acerca para devorar ni el gusano destruye.

77. Jesús ha dicho: Soy la luz quien está sobre todos, Soy el todo. Todo salió de mí, y todo vuelve a mí. Partid la madera, allí estoy. Levantad la piedra y allí me encontraréis.

78. Jesús ha dicho: ¿Qué salisteis a ver en lo silvestre, una caña sacudida por el viento y a una persona vestida con ropa felpada? He aquí, vuestros gobernantes y vuestros dignatarios son los que se visten en ropa felpada, y ellos no podrán conocer la verdad.

79. Una mujer de la multitud le dice: ¡Bendita sea la matriz que te parió, y benditos los senos que te amamantaron!

El le dice: Benditos sean quienes han oído la significación del Padre y la han cumplido en verdad. Pues habrá días cuando diréis: ¡Bendita sea la matriz que no ha engendrado, y benditos los senos que no han amamantado!

80. Jesús ha dicho: Quien ha conocido el sistema, ha encontrado el cuerpo y quien ha encontrado el cuerpo, de él no es digno el sistema.

81. Jesús ha dicho: Quien se enriquece, que reine. Y quien tiene poder, que renuncie.

82. Jesús ha dicho: Quien está cerca de mí está cerca del fuego, y quien está lejos de mí está lejos del Reino.

83. Jesús ha dicho: Las imágenes se manifiestan a la humanidad y la luz que está dentro de ellas se esconde. El se revelará a sí mismo en la imagen de la luz del Padre, pues su imagen se esconde por su luz.

84. Jesús ha dicho: Cuando véis vuestro reflejo, os alegráis. Pues cuando percibáis vuestras imágenes que entran en la existencia frente a vosotros, las cuales ni mueren ni disfrazan ¿hasta qué punto dependerán de vosotros?

85. Jesús ha dicho: Adán entró en la existencia por un gran poder y por medio de una gran riqueza, pero sin embargo no se hizo digno de vosotros. Pues si hubiera sido digno, no habría saboreado la muerte.

86. Jesús ha dicho: Las zorras tienen sus guaridas y los pájaros tienen sus nidos, pero el hijo de la humanidad no tiene ningún lugar para poner su cabeza y descansar.

87. Jesús ha dicho: Maldito sea el cuerpo que depende de otro cuerpo, y maldita sea el alma que depende de estar juntos aquellos.

88. Jesús ha dicho: Los ángeles y los oráculos vendrán a vosotros y os regalarán lo vuestro. Y vosotros mismos, dadles lo que tenéis en vuestras manos y decid entre vosotros: ¿En qué día vendrán para recibir lo suyo?

89. Jesús ha dicho: ¿Por qué laváis el exterior del cáliz? ¿No notáis que quien crea el interior, también es quien crea el exterior?

90. Jesús ha dicho: Venid a mí, pues mi yugo es natural y mi dominio es manso y encontraréis reposo para vosotros mismos.

91. Le dicen: Dinos quien eres tú, para que podamos confiar en ti. El les dice: Escudriñáis la faz del Cielo y de la tierra mas no habéis conocido a quien está frente a vuestro rostro, y no sabéis preguntarle en este momento.

92. Jesús ha dicho: Buscad y encontraréis. Mas esas cosas que me preguntabais en aquellos días, no os las dije entonces. Ahora quiero comunicarlas, pero no preguntáis de ellas.

93. Jesús ha dicho: No deis lo sagrado a los perros, para que no lo echen en el montón de estiércol. No arrojéis las perlas a los cerdos, para que no lo hagan…

94. Jesús ha dicho: Quien busca encontrará, y a quien toca se le abrirá.

95. Jesús ha dicho: Si tenéis monedas de cobre, no las prestéis a interés, sino dadlas a ellos de quienes no recibiréis reembolso.

96. Jesús ha dicho: El Reino del Padre se asemeja a una mujer que ha tomado un poco de levadura y la ha escondido en la masa, produjo panes grandes de ella. Quien tiene oídos, ¡que oiga!

97. Jesús ha dicho: El Reino del Padre se asemeja a una mujer que llevaba una jarra llena de grano. Mientras estaba andando por un camino lejano, se rompió la asa de la jarra, derramó el grano detrás de ella en el camino. No lo sabía, no había notado ningún accidente. Cuando llegó a su casa, puso la jarra en el suelo, la descubrió vacía.

98. Jesús ha dicho: El Reino del Padre se asemeja a una persona que deseaba asesinar a un hombre prominente. Desenvainó su espada en su casa, la clavó en la pared para averiguar si su mano prevalecería. Luego asesinó al hombre prominente.

99. Le dicen sus discípulos: Tus hermanos y tu madre están de pie afuera. El les dice: Quienes están aquí, que cumplen los deseos de mi Padre, estos son mis hermanos y mi Madre. Ellos son los que entrarán en el Reino de mi Padre.

100. Le muestran a Jesús una moneda de oro y le dicen: Los agentes de César nos exigen tributos. El les dice: Dad a César lo de César, dad a Dios lo de Dios, y dadme a mí lo mío.

101. Jesús ha dicho: Quien no odia a su padre y a su madre a mi manera, no podrá hacerse discípulo mío. Y quien no ama a su Padre y a su Madre a mi manera, no podrá hacerse discípulo mío. Pues mi madre me parió, mas mi Madre verdadera me dio la vida.

102. Jesús ha dicho: ¡Ay de los clérigos! pues se asemejan a un perro dormido en el pesebre de los bueyes. Ya que ni come ni deja que coman los bueyes.

103. Jesús ha dicho: Bendita sea la persona que sabe por cuál parte invaden los bandidos, porque se levantará y recogerá sus pertenencias y ceñirá sus lomos antes de que entren.

104. Le dicen: ¡Ven, oremos y ayunemos hoy!

Jesús ha dicho: ¿Pues cuál es la transgresión que he cometido yo, y en qué he sido vencido? Pero cuando salga el novio de la alcoba nupcial, ¡entonces que ayunen y oren!

105. Jesús ha dicho: Quien reconoce a padre y madre, será llamado hijo de ramera.

106. Jesús ha dicho: Cuando hagáis de los dos uno, os convertiréis en hijos de la humanidad y cuando digáis a la montaña, “¡Muévete!”, se moverá.

107. Jesús ha dicho: El Reino se asemeja a un pastor que tiene 100 ovejas. Se extravió una de ellas, que era la más grande. El dejó las 99, buscó a la una hasta que la encontró. Tras haberse cansado, dijo a esa oveja, “¡Te quiero más que a las 99!”

108. Jesús ha dicho: Quien bebe de mi boca, se hará semejante a mí. Yo mismo me convertiré en él, y los secretos se le revelarán.

109. Jesús ha dicho: El Reino se asemeja a una persona que tiene un tesoro escondido en su campo sin saberlo. Y después de morir, lo legó a su hijo. El hijo no lo sabía, aceptó aquel campo, lo vendió. Y vino quien lo compró, aró, descubrió el tesoro. Empezó a prestar dinero a interés a quienes quería.

110. Jesús ha dicho: Quien ha encontrado el sistema y se ha enriquecido, que renuncie al sistema.

111. Jesús ha dicho: El Cielo y la tierra se enrollarán en vuestra presencia. Y quien vive de adentro del viviente, no verá la muerte ni el miedo pues Jesús dice: Quien se encuentra a sí mismo, de él no es digno el sistema.

112. Jesús ha dicho: ¡Ay de la carne que depende del alma, ay del alma que depende de la carne!

113. Sus discípulos le dicen: ¿Cuándo vendrá el Reino? Jesús dice: No vendrá por expectativa. No dirán, “¡Mirad aquí!” o “¡Mirad allá!”. Sino que el Reino del Padre se extiende sobre la tierra y los humanos no lo ven.

114. Simón Pedro les dice: Que Mariam salga de entre nosotros, pues las hembras no son dignas de la vida.

Jesús dice: He aquí que le inspiraré a ella para que se convierta en varón, para que ella misma se haga una espíritu viviente semejante a vosotros varones. Pues cada hembra que se convierte en varón, entrará en el Reino de los Cielos.

El Evangelio de Tomás (Otra version)

El Evangelio de Tomás
Estas son las palabras secretas que pronunció Jesús el Viviente y que Dídimo Judas Tomás consignó por escrito.

1. Y dijo: “Quien encuentre el sentido de estas palabras no gustará la muerte”

2. Dijo Jesús: “El que busca no debe dejar de buscar hasta tanto que encuentre. Y cuando encuentre se estremecerá, y tras su estremecimiento se llenará de admiración y reinará sobre el universo”.

3. Dijo Jesús: “Si aquellos que os guían os dijeren: Ved, el Reino está en el cielo, entonces las aves del cielo os tomarán la delantera. Y si os dicen: Está en la mar, entonces los peces os tomarán la delantera. Mas el Reino está dentro de vosotros y fuera de vosotros. Cuando lleguéis a conoceros a vosotros mismos, entonces seréis conocidos y caeréis en la cuenta de que sois hijos del Padre Viviente. Pero si no os conocéis a vosotros mismos, estáis sumidos en la pobreza y sois la pobreza misma” .

4. Dijo Jesús: “No vacilará un anciano a su edad en preguntar a un niño de siete días por el lugar de la vida, y vivirá; pues muchos primeros vendrán a ser últimos y terminarán siendo uno solo”.

5. Dijo Jesús: “Reconoce lo que tienes ante tu vista y se te manifestará lo que te está oculto, pues nada hay escondido que no llegue a ser manifiesto” .

6. Le preguntaron sus discípulos diciéndole: “¿Quieres que ayunemos? ¿Y de qué forma hemos de orar y dar limosna, y qué hemos de observar  respecto a la comida?” Jesús dijo: “No mintáis ni hagáis lo que aborrecéis, pues ante el cielo todo está patente, ya que nada hay oculto que no termine por quedar manifiesto y nada escondido que pueda mantenerse sin ser revelado.

7. Jesús dijo: “Dichoso el león que al ser ingerido por un hombre se hace hombre; abominable el hombre que se deja devorar por un león y éste se hace hombre”.

8. Y dijo: “El hombre se parece a un pescador inteligente que echó su red al mar y la sacó de él llena de peces pequeños. AI encontrar entre ellos un pez grande y bueno, aquel pescador inteligente arrojó todos los peces pequeños al mar y escogió sin vacilar el pez grande”.

9. Dijo Jesús: “He aquí que el sembrador salió, llenó su mano y desparramó. Algunos (granos de simiente) cayeron en el camino y vinieron los pájaros y se los llevaron. Otros cayeron sobre piedra y no arraigaron en la tierra ni hicieron germinar espigas hacia el cielo. Otros cayeron entre espinas éstas ahogaron la simiente- y el gusano se los comió. Otros cayeron en tierra buena y (ésta) dio una buena cosecha, produciendo 60 y 120 veces por medida”.

10. Dijo Jesús: “He arrojado fuego sobre el mundo y ved que lo mantengo hasta que arda”.

11. Dijo Jesús: “Pasará este cielo y pasará asimismo el que está encima de él. Y los muertos no viven ya, y los que están vivos no morirán. Cuando comíais lo que estaba muerto, lo hacíais revivir; ¿qué vais a hacer cuando estéis en la luz? El día en que erais una misma cosa, os hicisteis dos; después de haberos hecho dos, ¿qué vais a hacer?”.

12. Los discípulos dijeron a Jesús: “Sabemos que tú te irás de nuestro lado; ¿quién va a ser el mayor entre nosotros?” Díjoles Jesús: “Dondequiera que os hayáis reunido, dirigios a Santiago el Justo, por quien el cielo y la tierra fueron creados”.

13. Dijo Jesús a sus discípulos: “Haced una comparación y decidme a quién me parezco”. Di jóle Simón Pedro: “Te pareces a un ángel justo”. Díjole Mateo: “Te pareces a un filósofo, a un hombre sabio”. Díjole Tomás: “Maestro, mi boca es absolutamente incapaz de decir a quién te pareces”. Respondió Jesús: “Yo ya no soy tu maestro, puesto que has bebido y te has emborrachado del manantial que yo mismo he medido”. Luego le tomó consigo, se retiró y le dijo tres palabras. Cuando Tomás se volvió al lado de sus compañeros, le preguntaron éstos: “¿Qué es lo que te ha dicho Jesús?” Tomás respondió: “Si yo os revelara una sola palabra de las que me ha dicho, cogeríais piedras y las arrojaríais sobre mí: entonces saldría fuego de ellas y os abrasaría”.

14. Díjoles Jesús: “Si ayunáis, os engendraréis pecados; y si hacéis oración, se os condenará ; y si dais limosnas, haréis mal a vuestros espíritus – Cuando vayáis a un país cualquiera y caminéis por las regiones , si se os recibe [nacaóéx”o6ai], comed lo que os presenten (y) curad  a los enfermos entre ellos. Pues lo que entra en vuestra boca no os manchará, mas lo que sale de vuestra boca, eso sí que os manchará” .

15. Dijo Jesús: “Cuando veáis al que no nació de mujer, postraos sobre vuestro rostro y adoradle: El es vuestro padre”.

16. Dijo Jesús: “Quizá piensan los hombres que he venido o”a traer paz al mundo, y no saben que he venido a traer disensiones sobre la tierra: fuego, espada, guerra . Pues cinco habrá en casa: tres estarán contra dos y dos contra tres, el padre contra el hijo y el hijo contra el padre. Y todos ellos se encontrarán en soledad” .

17. Dijo Jesús: “Yo os daré lo que ningún ojo ha visto y ningún oído ha escuchado y ninguna mano ha tocado y en ningún corazón humano ha penetrado” .

18. Dijeron los discípulos a Jesús: “Dinos cómo va a ser nuestro fin”. Respondió Jesús: “¿Es que habéis descubierto ya el principio para que preguntéis por el fin? Sabed que donde está el principio, allí estará también el fin. Dichoso [MdKáQios] aquel que se encuentra en el principio: él conocerá el fin y no gustará la muerte”.

19. Dijo Jesús: “Dichoso [paKáeíoí j aquel que ya existía antes de llegar a ser. Si os hacéis mis discípulos (y) escucháis mis palabras, estas piedras se pondrán a vuestro servicio. Cinco árboles tenéis en el paraíso  que ni en verano ni en invierno se mueven y cuyo follaje no cae: quien los conoce no gustará la muerte”.

20. Dijeron los discípulos a Jesús: “Dinos a qué se parece el reino de los cielos”. Díjoles: “Se parece a un grano de mostaza, que es (ciertamente) la más exigua de todas las semillas, pero cuando cae en tierra de labor hace brotar un tallo (y) se convierte en cobijo para los pájaros del cielo”.

21. Dijo Mariham a Jesús: “¿A qué se parecen tus discípulos ?” El respondió: “Se parecen a unos muchachos que se han acomodado en una parcela ajena. Cuando se presenten los dueños del terreno les dirán: Devolvednos nuestra finca. Ellos se sienten desnudos en su presencia al tener que dejarla y devolvérsela”. Por eso os digo: “Si el dueño de la casa se entera de que va a venir el ladrón, se pondrá a vigilar antes de que llegue y no permitirá que éste penetre en la casa de su propiedad y se lleve su ajuar. Así, pues, vosotros estad también alerta ante el mundo, ceñid vuestros lomos con fortaleza para que los ladrones encuentren cerrado el paso hasta vosotros; pues (si no) darán con la recompensa  que vosotros esperáis. ¡Ojalá surja de entre vosotros un hombre sabio  que-cuando la cosecha hubiere madurado-venga rápidamente con la hoz en la mano y la siegue! El que tenga oídos para oír, que oiga” .

22. Jesús vio unas criaturas que estaban siendo amamantadas y dijo a sus discípulos: “Estas criaturas a las que están dando el pecho se parecen a quienes entran en el Reino”. Ellos le dijeron: “¿Podremos nosotros-haciéndonos pequeños- entrar en el Reino?” Jesús les dijo: “Cuando seáis capaces de hacer de dos cosas una, y de configurar lo interior con lo exterior, y lo exterior con lo interior, y lo de arriba con lo de abajo, y de reducir a la unidad lo masculino y lo femenino, de manera que el macho deje de ser macho y la hembra hembra; cuando hagáis ojos de un solo ojo y una mano en lugar de una mano y un pie en lugar de un pie y una imagen  en lugar de una imagen, entonces podréis entrar [en el Reino]”.

23. Dijo Jesús: “Yo os escogeré uno entre mil y dos entre diez mil; y resultará que ellos quedarán como uno solo”.

24. Dijeron sus discípulos: “Instruyenos acerca del lugar  donde moras, pues sentimos la necesidad de indagarlo”. Díjoles: “El que tenga oídos, que escuche: en el interior de un hombre de luz hay siempre luz y él ilumina todo el universo; sin su luz reinan las tinieblas”.

25. Dijo Jesús: “Ama a tu hermano como a tu alma; cuídalo omo la pupila de tu ojo”.

26. Dijo Jesús: “La paja en el ojo de tu hermano, sí que la ves; pero la viga en el tuyo propio, no la ves. Cuando hayas sacado la viga de tu ojo, entonces verás de quitar la paja del ojo de tu hermano”.

27. (Dijo Jesús): “Si no os abstenéis del mundo, no encontraréis el Reino; si no hacéis del sábado sábado , no veréis al Padre”.

28. Dijo Jesús: “Yo estuve en medio del mundo y ,-” me manifesté a ellos en carne. Los hallé a todos ebrios (y) no encontré entre ellos uno siquiera con sed. Y mi alma [ipuxh] sintió dolor por los hijos de los hombres, porque son ciegos en su corazón y no se percatan de que han venido vacíos al mundo y vacíos intentan otra vez salir de él. Ahora bien: por el momento están ebrios, pero cuando hayan expulsado su vino, entonces se arrepentirán”.

29. Dijo Jesús: “El que la carne haya llegado a ser gracias al espíritu es un prodigio; pero el que el espíritu (haya llegado a ser) gracias al cuerpo, es prodigio [de prodigios]. Y yo me maravillo cómo esta gran riqueza ha venido a alojarse en esta pobreza”.

30. Dijo Jesús: “Dondequiera que hubiese tres dioses, dioses son; dondequiera que haya dos o uno, con él estoy yo”.

31. Dijo Jesús: “Ningún profeta es aceptado en su aldea; ningún médico cura [OeoarreúeivJ a aquellos que le conocen”.

32. Dijo Jesús: “Una ciudad que está construida (y) fortificada sobre una alta montaña no puede caer ni pasar inadvertida”.

33. Dijo Jesús: “Lo que escuchas con uno y otro oído, pregónalo desde la cima de vuestros tejados; pues nadie enciende una lámpara y la coloca bajo el celemín o en otro lugar escondido, sino que la pone sobre el candelera para que todos los que entran y salen vean su resplandor”.

34. Dijo Jesús: “Si un ciego guía a otro ciego, ambos caen
en el hoyo”.

35. Dijo Jesús: “No es posible que uno entre en la casa del fuerte y se apodere de ella (o de él) de no ser que logre atarle las manos a éste: entonces sí que saqueará su casa”.

36. Dijo Jesús: “No estéis preocupados desde la mañana hasta la noche y desde la noche hasta la mañana (pensando) qué vais a poneros”.

37. Sus discípulos dijeron: “¿Cuándo te nos vas a manifestar y cuándo te vamos a ver?” Dijo Jesús: “Cuando perdáis (el sentido de) la vergüenza y-cogiendo vuestros vestidos-los pongáis bajo los talones como niños pequeños y los pisoteéis, entonces [veréis] al Hijo del Viviente .y no tendréis
miedo”.

38. Dijo Jesús: “Muchas veces deseasteis [énieupeív] escuchar estas palabras que os estoy diciendo sin tener a vuestra disposición alguien a quien oírselas. Días llegarán en que me buscaréis (y) no me encontraréis”.

39. Dijo Jesús: “Los fariseos [OQTÍOV], que encontró una perla ]. Ese comerciante era sabio: vendió sus mercancías y
Evangelio de Tomás
701
compró aquella perla única. Buscad vosotros también el tesoro imperecedero allí donde no entran ni polillas para devorar (lo) ni gusano para destruir (lo)” (46|3_22).
77. Dijo Jesús: “Yo soy la luz que está sobre todos ellos. Yo soy el universo: el universo ha surgido de mí y ha llegado hasta mí. Partid un leño y allí estoy yo; levantad una piedra y allí me encontraréis” (4622.28).
78. Dijo Jesús: “¿A qué salisteis al campo? ¿Fuisteis a ver una caña sacudida por el viento? ¿Fuisteis a ver a un hombre vestido de ropas finas? [Mirad a vuestros] reyes y a vuestros magnates [M€Yiorávo?]: ellos son los que llevan [ropas] finas, pero no podrán reconocer la verdad” (4628-473).
79. Le dijo una mujer de entre la turba: “Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron”. El [le] respondió: “Bienaventurados aquellos que han escuchado la palabra [Aóyo^] del Padre (y) la han guardado de verdad, pues días vendrán en que diréis: Dichoso el vientre que no concibió y los pechos que no amamantaron” (473.,2).
80. Dijo Jesús: “El que haya reconocido al mundo [“óaiaos], ha encontrado el cuerpo [aupa]. Pero de quien haya encontrado el cuerpo, de éste no es digno el mundo” (4712.15).
81. Dijo Jesús: “Quien haya llegado a ser rico, que se haga rey; y quien detente el poder [6úva(jis], que renuncie [ácveíoSai]” (4715.17).
82. Dijo Jesús: “Quien esté cerca de mí, está cerca del fuego; quien esté lejos de mí, está lejos del Reino” (4717.19).
83. Dijo Jesús: “Las imágenes [elKtíw] se manifiestan al hombre, y la luz que hay en ellas permanece latente en la imagen de la luz del Padre. El se manifestará, quedando eclipsada su imagen por su luz” (4719.24).
84. Dijo Jesús: “Cuando contempláis lo que se os parece, os alegráis; pero cuando veáis vuestras propias imágenes [ekúv] hechas antes que vosotros-imperecederas y a la vez invisibles-, ¿cuánto podréis aguantar?” (4724.29).
85. Dijo Jesús: “El que Adán llegara a existir se debió a una
702
Apócrifos gnósticos de JVag Hammadi
Evangelio de Tomás
703
gran fuerza [óúvapi?] y a una gran riqueza; (sin embargo), no llegó a ser digno de vosotros, pues en el supuesto de que hubiera conseguido ser digno [a?ioc,], [no hubiera gustado] la muerte” (47W.34).
86. Dijo Jesús: “[Las zorras tienen su guarida] y los pájaros [su] nido, pero el Hijo del hombre no tiene lugar donde reclinar su cabeza (y) descansar” (4734-484).
87. Dijo Jesús: “Miserable [TaAafnujoov] es el cuerpo [aupa] que depende de un cuerpo, y miserable es el alma [vuxñ] que depende de entrambos” (484.7).
88. Dijo Jesús: “Los ángeles [ávyeAos] y los profetas
[nccxpi’iTns] vendrán a vuestro encuentro y os darán lo que os
^corresponde; vosotros dadles asimismo lo que está en vuestra
mano, dádselo (y) decios: ¿Cuándo vendrán ellos a recoger lo
que les pertenece?” (487.|2).
89. Dijo Jesús: “¿Por qué laváis lo exterior del vaso [TTOTÍJ-Cíov]? ¿Es que no comprendéis [voeív] que aquel que hizo el interior no es otro que quien hizo el exterior?” (4813.16).
90. Dijo Jesús: “Venid a mí, pues mi yugo es adecuado [xenoróí] y mi dominio suave, y encontraréis reposo [ávánauai?] para vosotros mismos” (48,6.2o).
91. Ellos le dijeron: “Dinos quién eres tú, para que creamos [rrioreúeiv] en tí”. El les dijo: “Vosotros observáis [rreigáCeiv] el aspecto del cielo y de la tierra, y no habéis sido capaces de reconocer a aquel que está ante vosotros ni de intuir el momento [KOIQÓÍ] presente” (482o.25).
92. Dijo Jesús: “Buscad y encontraréis: mas aquello por lo que me preguntabais antaño-sin que yo entonces os diera respuesta alguna-quisiera manifestároslo ahora, y vosotros no me hacéis preguntas en este sentido” (4825.30) o
93. [Dijo Jesús]: “No echéis las cosas santas a los perros, no sea que vengan a parar en el muladar [KOTTCÍCI]; no arrojéis las perlas [MaovaQfr(ní)] a los puercos, para que ellos no las [….]” (4830.32) o
94. [Dijo] Jesús: “El que busca encontrará, [y al que llama] se le abrirá” (4833.34).
95. [Dijo Jesús]: “Si tenéis algún dinero, no lo prestéis con interés, sino dádselo a aquel que no va a devolvéroslo” (4835-492).
96. [Dijo] Jesús: “El reino del Padre se parece a [una] mujer que tomó un poco de levadura, la [introdujo] en la masa (y) la convirtió en grandes hogazas de pan. Quien tenga oídos, que oiga” (492^).
97. Dijo Jesús: “El reino del [Padre] se parece a una mujer que transporta(ba) un recipiente lleno de harina. Mientras iba [por un] largo camino, se rompió el asa (y) la harina se fue desparramando a sus espaldas por el camino. Ella no se dio cuenta (ni) se percató del accidente. Al llegar a casa puso el recipiente en el suelo (y) lo encontró vacío” (497_15).
98. Dijo Jesús: “El reino del Padre se parece a un hombre que tiene la intención de matar a un gigante [peyícn-ávoc,]: desenvainó (primero) la espada en su casa (y) la hundió en la pared para comprobar la fuerza de su mano. Entonces dio muerte al gigante” (4915.2o).
99. Los discípulos [MaOnr^í] le dijeron: “Tus hermanos y tu madre están afuera”. El les dijo: “Los aquí (presentes) que hacen la voluntad de mi Padre, éstos son mis hermanos y mi madre; ellos son los que entrarán en el reino de mi Padre” (4921_26).
100. Le mostraron a Jesús una moneda de oro, diciéndole: “Los agentes de César [KaíaaoJ nos piden los impuestos”. El les dijo: “Dad a César lo que es de César, dad a Dios lo que es de Dios y dadme a mí lo que me pertenece” (4927_31).
101. (Dijo Jesús): “El que no aborreció a su padre y a su madre como yo, no podrá ser [discípulo] mío; y quien [no] amó [a su padre] y a su madre como yo, no podrá ser [discípulo] mío; pues mi madre, la que […], pero [mi madre] de verdad me ha dado la vida” (4932-50,).
102. Dijo Jesús: “¡Ay de ellos, los fariseos [

EL EVANGELIO ARMENIO DE LA INFANCIA

EL EVANGELIO ARMENIO DE LA INFANCIA

Lo que advino, con motivo de la Santa Virgen María, en la casa de su padre.

Relato de Santiago, hermano del Señor

I 1. En aquel tiempo, un hombre llamado Joaquín salió su casa, llevando consigo sus rebaños y sus pastores, y fue al desierto, donde fijó su tienda. Y, después de haber permanecido allí en oración, durante cuarenta días y cuarenta noches, gimiendo, llorando y no viviendo más que de pan y de agua, se arrodilló, y, en la aflicción de su alma, rogó a Dios en estos términos: Acuérdate de mí, Señor, según tu misericordia y tu justicia, y opera en mí una señal de tu benevolencia, como lo hiciste con nuestro antepasado Abraham, a quien, en los días de su vejez, concediste un vástago de bendición, hijo de la promesa, Isaac, su descendiente único y prenda de consuelo para su raza. Y de esta suerte, con lágrimas y alma afligida, pedía piedad a Dios. Y decía: No me iré de aquí, ni comeré, ni beberé, hasta que el Señor me haya visitado, y haya tenido compasión de su siervo.

2. Y, cuando se acabaron los cuarenta días de ayuno, advino el ángel del Señor, y, colocándose ante Joaquín, le dijo: Joaquín, el Señor ha oído tus plegarias, y ha atendido tus súplicas. He aquí que tu mujer concebirá, y te dará a luz un vástago de bendición. Y su nombre será grande, y todas las razas lo proclamarán bienaventurado. Levántate, toma las ofrendas que has prometido, llévalas al templo santo, y cumple tu voto. Porque yo iré esta noche a prevenir al Gran Sacerdote, para que acepte esas ofrendas. Y, después de hablar así, el arcángel lo abandonó. Y Joaquín se levantó en seguida con júbilo, y partió con sus numerosos ganados y con sus ofrendas.

3. Y el ángel del Señor, apareciendo a Eleazar, el Gran Sacerdote, en una visión semejante, le dijo: He aquí que Joaquín viene hacia ti con ofrendas. Recibe sus dones religiosamente y conforme a la ley, como conviene. Porque el Señor ha escuchado sus ruegos, y ha realizado su demanda. Y el Gran Sacerdote se despertó de su sueño, se levantó, y dio gracias al Altísimo, diciendo: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque no desdeña a sus servidores que le imploran. Después, el ángel apareció por segunda vez a Ana, y le dijo: He aquí que tu marido llega. Levántate, ve a buscarlo, y recíbelo con alegría. Y Ana se levantó, revistió su atavío nupcial, y fue a buscar a su marido. Y, cuando lo divisó, se prosternó con júbilo ante él, y le echó al cuello los brazos.

4. Y Joaquín dijo: Salud y feliz noticia, Ana, porque el Señor ha tenido piedad de mí, me ha atendido, y ha prometido damos un vástago de bendición. Y Ana dijo a Joaquín: Buena nueva a mi vez te doy, porque también a mí el Señor ha prometido darnos lo que dices. Y, transportada de gozo, añadió: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que no ha desdeñado nuestras súplicas, y que no ha apartado de nosotros su misericordia. Y, al mismo tiempo, Joaquín ordenó que se llamase a sus amigos y vecinos, y les hizo una recepción grandiosa. Comieron, bebieron, se regocijaron, y, después de haber rendido gracias al Señor, volvieron cada uno a su casa. Y glorificaron a Dios en alta voz.

Del nacimiento de la Virgen María, y lo que ocurrió en casa de su padre

II 1. Y Joaquín se levantó muy temprano, llamó a sus pastores, y les dijo: Traedme diez corderos blancos, y esto será la ofrenda para el templo augusto de mi Dios; y doce terneros, y esto será para los sacerdotes, los escribas y los ministros, que son los servidores de la Sinagoga y cien moruecos, y esto será para todo el pueblo de Israel. Y, cuando Joaquín hubo tomado estas ofrendas, las llevó al templo del Señor, y, habiéndose prosternado ante los sacerdotes y ante toda la asamblea, les presentó los dones aportados. Y ellos se regocijaron, y lo felicitaron de que hubiese placido al Señor aceptar de sus manos tan santas ofrendas. Y la multitud de gentes que se encontraban allí, estaban admirados, y decían: Alabado sea el Señor Dios de Israel, que ha realizado los votos de tu corazón. Ve en paz a tu casa, y el Señor será contigo perpetuamente, y te dará un hijo bendito y un vástago santificado, fruto de las entrañas de tu esposa.

2. Y Joaquín, después de haberse prosternado ante los sacerdotes, se levantó, entró en el templo, y, puesto en oración, daba gracias al Señor, y decía: Señor Dios de Israel, puesto que has escuchado a tu servidor, y lo has tratado con amplia medida de misericordia, yo te prometo que el hijo que me concedes, sea del sexo masculino o del femenino, te lo daré, para que esté a tu servicio en este templo, todos los días de su vida. Y, luego que hubo hablado así, Joaquín se incorporó, y marchó gozosamente a su casa.

3. Transcurridos tres meses, el hijo se estremecía en el vientre de su madre. Y Ana, llena de gran júbilo, dijo en un transporte de alegría: Por la vida del Señor, si me es concedido un hijo de bendición del sexo masculino o femenino, lo doy al templo santo, por todos los días de su vida. Y Ana cumplió ciento sesenta días de su embarazo, lo que equivale a seis meses.

4. Y Joaquín partió con presentes, llegó al templo santo, y, ante los sacerdotes, ofreció los sacrificios que había prometido cumplir íntegramente al comienzo del año. Y, al levantar las víctimas sobre el altar de los sacrificios, e inmolarlas, los sacerdotes vieron, mientras la sangre corría, que aquellas víctimas no contenían ninguna mácula, y, llenos de gozo, dieron gracias al Altísimo.

5. Mas Joaquín, después de haber hecho sus ofrendas ordinarias, tomó un cordero, y, haciendo primero su oblación, lo sacrificó después sobre el altar. Y todos vieron por un prodigio inesperado salir de la arteria una especie de leche blanca en lugar de sangre. Ante tan singular espectáculo, los sacerdotes y todo el pueblo quedaron atónitos, sorprendidos y maravillados. Porque jamás se había visto un prodigio semejante al que se verificara en tal sacrificio. Y Eleazar, el Gran Sacerdote, requirió a Joaquín para que dijese en nombre de qué había presentado en ofrenda y en sacrificio aquel cordero sobre el altar.

6. Y Joaquín respondió: Las primeras ofrendas las prometí al Señor, como un voto que debía cumplir. Pero este último cordero lo ofrecí en nombre de mi vástago futuro, y a él lo reservé. Y el Gran Sacerdote dijo: ¿Sabes lo que implica ese signo que el Señor te ha mostrado en nombre de tu vástago futuro? La leche que acaba de salir de esa arteria tiene una significación precisa. Porque lo que nacerá del vientre de su madre, será una hembra, una virgen impecable y santa. Y esta virgen concebirá sin intervención de hombre, y nacerá de ella un hijo varón, que llegará a ser un gran monarca y rey de Israel. Y, al oír estas cosas, todos los que estaban presentes, fueron presa de la mayor admiración. Joaquín se dirigió en silencio a su casa, y contó a su esposa los prodigios que habían ocurrido. Y, dando gracias a su Dios, se regocijaron, y dijeron al Altísimo: Hágase tu voluntad.

7. Y, cuando el embarazo de Ana alcanzó los doscientos diez días, lo que hace siete meses, súbitamente, a la hora séptima, Ana trajo al mundo a su santa hija, durante el día 21 del mes (de …), que es el 8 de septiembre. El primer día preguntó a la partera: ¿Qué he traído al mundo? Y la partera contestó: Has traído al mundo una hija extremadamente bella, graciosa y radiante a la vista, sin tacha ni mancilla alguna. Y Ana exclamó: Bendito sea el Señor Dios de Israel, que ha escuchado las súplicas de sus siervos, que nos ha mostrado su amplia misericordia, y que ha hecho por nosotros grandes cosas, que han inundado de gozo nuestra alma. Ahora mi corazón está sólidamente establecido en el Señor, y mi esperanza ha sido exaltada en Dios mi Salvador.

8. Y, cuando la niña tuvo tres días, Ana ordenó a la partera que la lavase, y la llevase a su dormitorio con respeto. Y, habiéndole la partera presentado a la niña, le dio el pecho, y la nutría con su leche. Y, en una efusión de ternura, le puso por nombre María. De día en día la niña crecía y adelantaba, y la madre, en los transportes de su júbilo, la mecía entre sus brazos. Y así sus padres la alimentaban y la cuidaban. Y, cuando llegó el tiempo de la purificación, por haber cumplido María cuarenta días, sus padres la tomaron con respeto, y, aportando numerosas ofrendas, la condujeron al templo santo, conforme a la regla de su tradición.

9. Y la pequeña María crecía y adelantaba de día en día. Cuando cumplió seis meses, su madre permitió que intentase andar por sí sola. Y la niña avanzó tres pasos por sí sola, y volviendo atrás, se echó en brazos de su madre. Y su madre, levantándola en sus brazos, y haciéndole caricias, exclamó: ¡Oh tú, María, santa madre de las vírgenes, raíz de hermoso crecimiento, rama de un noble trono, de ti se levantará la aurora, el astro precursor de la luz, semejante a la luna más que ninguna estrella, luz del día más brillante que el esplendor del sol, alba del sol del Oriente! Así hablaba Ana, y añadía otras muchas cosas aún. Y, acariciando a su santa hija, decía: Por la vida del Señor, tus pies no pisarán el suelo hasta el día en que te llevemos al templo. Y Ana pidió a Joaquín: Construye a tu hija María un aposento en que habite, hasta el momento en que sea mayor, y la llevemos al templo santo.

10. Y, pasado algún tiempo, los esposos se dijeron entre sí: Conduzcámosla a la casa del Señor, para que viva en su presencia, conforme a nuestro voto. Pero Ana advirtió a Joaquín: Esperemos a que adquiera conciencia de sí misma. Y, en aquellos mismos días, Ana quedó encinta, y trajo al mundo una niña que llamó Parogithä, diciendo: María será del Señor, y Parogithü constituirá nuestras delicias (phurgäiä) en lugar de María.

De la educación de la Virgen María, que tuvo lugar en el templo, durante doce años

III. 1. Y Joaquín dijo a Ana: Se han cumplido los días de la hija que ha nacido en nuestra casa. Manda que se convoque a todas las hijas de los hebreos, vírgenes consagradas a Dios para que cada una tome una lámpara en su mano, y conduzcan a la niña, con santo respeto, al templo del Señor. Y, habiéndola conducido, la colocaron en la tercera grada del tabernáculo. Y el Señor Dios le concedió gracia y sabiduría. Un ángel que descendió del cielo, le servía la mesa, y se veía alimentada por los ángeles del Espíritu Santo. Y, en el tabernáculo, oía incesantemente el lenguaje y el canto de los ángeles.

2. María tenía tres años, cuando sus padres la llevaron al templo, y en él permaneció doce. Al cabo de un año, sus padres murieron. María experimentó viva aflicción por la pérdida de los que le habían dado el ser, y les guardó el duelo oficial de treinta días. Establecida en el templo, fue allí educada, y se perfeccionó a la manera de las mujeres, como las demás hijas de los hebreos que con ella se encontraban, hasta que alcanzó la edad de quince años.

3. En aquel año, murió Eleazar, el Gran Sacerdote. Y los hijos de Israel, siguiendo las reglas del duelo, lloraron por él treinta días. Y, después de todos estos acontecimientos, tuvo lugar una asamblea de los sacerdotes, de los ancianos del pueblo y de otros notables, que resolvieron designar un Gran Sacerdote del templo, consultando la suerte. Y la suerte recayó sobre Zacarías, hijo de Baraquías. Todos los sacerdotes lo impusieron, y lo nombraron soberano ministro y Sumo Pontífice del santo altar. E Isabel, esposa de Zacarías, y Ana, eran parientes, y ambas a dos infecundas. Y, desde el embarazo de Ana y el nacimiento de María hasta el momento en que Zacarías comenzó a ejercer sus funciones de Gran Sacerdote, habían transcurrido catorce años.

4. Y, siendo ya Zacarías el Gran Sacerdote, su esposa continuaba estéril, y sin tener hijos, como Ana. Y, fuera de tiempo, los sacerdotes y todo el pueblo hicieron una reflexión demasiado tardía, y se dijeron los unos a los otros: Es extremadamente enojoso que no hayamos comprendido más pronto lo que hicimos. Porque hemos establecido este Gran Sacerdote, sin advertir el defecto que se oponía a ello, dado que su esposa es infecunda, y no ha concebido fruto de bendición. Y uno de los sacerdotes, llamado Levi, dijo: este me parece justo, y, con vuestro permiso, se lo comunicará. Los otros sacerdotes observaron: Declárale la cosa a él solo y en secreto, y no hables de eso a nadie más. Y el sacerdote, asintiendo, dijo: Conforme. Se lo manifestará a él, y a nadie más que a él.

5. Un día, pues, como hubiese terminado el tiempo de la plegaria, el sacerdote fue secretamente a entrevistar se con Zacarías, y le notificó la conversación que había tenido con sus compañeros. Al oír tal, Zacarías se turbó hasta lo sumo, y dijo entre sí: ¿Qué hará? ¿Qué respuesta he de dar? Porque, en lo tocante a mí, no me remuerde la conciencia el haber hecho mal alguno, y, si me odian sin causa, a pesar de mi inocencia, al Señor únicamente corresponde. examinarlo. Si repudio a mi esposa, sin alegar ningún desaguisado por su parte, cometerá una falta torpe. Y sería muy penoso para mí atribuirme un delito que no he cometido, para que se me destituya, o, sin decir nada, abdicar el pontificado y el servicio del santo altar. ¿Qué, pues, va a ocurrir en esta grave perplejidad que a mi alma atormenta?

6. Y, mientras revolvía en su pensamiento todas estas reflexiones, llegó la hora de la oración ritual, en que debía depositar el incienso ante el Señor. Y, manteniéndose en el templo cerca del santo altar, y llorando frente al tabernáculo, rogaba de esta suerte: Señor, Dios de nuestros padres, Dios de Israel, mírame con misericordia, a mí, tu siervo, que se presenta lleno de confusión delante de tu majestad, y que implora la dulce gracia de tu benevolencia. No desdeñes a tu siervo humilde. Si me juzgas digno de servir tu santo altar, usa a mi respecto de tu tierna bondad hacia los hombres, pues que tú solo eres piadoso y omnipotente. Sea para ti la gloria en todos los siglos. Amén.

7. Así habló Zacarías, mientras se encontraba a la derecha del santo altar, y, prosternado, adoraba al Señor. Y he aquí que un ángel de Dios le apareció, en el tabernáculo, y le dijo: No temas, Zacarías, porque tus plegarias han sido atendidas, y tus súplicas han llegado hasta Dios. He aquí que tu esposa Isabel concebirá y parirá un hijo, y llamaréis su nombre Juan. Mas Zacarías repuso: ¿Cómo puede suceder eso, puesto que yo soy viejo, y mi mujer avanzada en edad? Y el ángel dijo: Por cuanto no me has escuchado, ni creído mis palabras, he aquí que quedarás mudo e incapaz de hablar, hasta que esas cosas advengan. Y, en el mismo instante, Zacarías fue atacado de mutismo en el templo, y, habiéndose arrodillado en silencio frente al santo altar, se golpeó el pecho, y lloró con amargura.

8. Y los sacerdotes y la multitud del pueblo que se encontraba allí, notaron con sorpresa y con asombro que Zacarías se retardaba en el templo. Y, habiéndose introducido cerca de él, los sacerdotes lo encontraron atacado de mutismo. No podía hablar, y no se explicaba más que por gestos. Después, cuando hubo pasado la fiesta de los santos tabernáculos, el 15 del mes de tesrín, que es el 2 de octubre, finaron las primeras solemnidades. El 22 de tesrín, que es el 9 de octubre, Isabel quedó encinta. Y el 16 del mes de tammuz, que es el 5 de junio, tuvo lugar el nacimiento de Juan el Bautista.

De cómo los sacerdotes, siguiendo su uso tradicional, dieron a María en matrimonio a José, para que velase cuidadosamente por la Santa Virgen, y cómo él la tomó bajo su guarda, confiando en el Señor

IV 1. Cuando, transcurridos quince años, terminó la residencia santificada de María en el templo, los sacerdotes deliberaron entre sí, y se preguntaron: ¿Qué haremos de María? Sus padres, que han muerto, nos la confiaron en el templo, como un depósito sagrado. Ahora ha alcanzado, en toda su plenitud, el desarrollo propio de las mujeres. No es posible guardarla más tiempo entre nosotros, porque es preciso evitar que el templo de Dios sea profanado sin noticia nuestra. Y los sacerdotes se repitieron los unos a los otros: ¿Qué nos toca hacer? Y uno de ellos, un sacerdote llamado Behezi, dijo: Hay todavía con ella en el templo muchas otras hijas de los hebreos. Vayamos, por tanto, a interrogar a Zacarías, el Gran Sacerdote, y lo que él juzgue conveniente, lo haremos. Todos contestaron, unánimes: Está bien. Y el sacerdote Behezi se presentó ante Zacarías, y le dijo: Tú eres el Gran Sacerdote, avezado a la guarda del santo altar. Y hay aquí hijas de los hebreos, que se han consagrado a Dios. Entra en el Santo de los Santos, y ruega por la intención suya. Todo lo que el Señor revele, lo haremos según su voluntad.

2. E inmediatamente Zacarías se levantó, y, tomando el racional, entró en el Santo de los Santos, y rogó por aquellas jóvenes. Y, mientras esparcía el incienso ante el Señor, he aquí que un ángel de Dios fue a colocarse cerca del altar del tabernáculo, y le dijo: Sal a la puerta del templo, y ordena que se llame a las once hijas de los hebreos, y, con ellas, trae aquí a María, que es de la raza de Judá y de la familia de David. Ordena también que se llame a todos los celibatarios de la ciudad, y que cada uno aporte una tablilla. Colocarás todas las tablillas en el tabernáculo de la alianza, escribirás el nombre de cada uno sobre su tablilla, harás la plegaria, y cada virgen se casará con el hombre que Dios designe entre ellos. Y el Gran Sacerdote salió del templo, y ordenó que cuantos fuesen celibatarios se n,uniesen en aquel lugar. Y, al conocer esta orden, todos, hasta el último, se reunieron en el lugar indicado, llevando cada uno en la mano su tablilla. Y el viejo José, que también conoció aquella orden, abandonó su azuela de carpintero, y, tomando una tablilla, se apresuró a ir al lugar marcado. Y el Gran Sacerdote le tomó de las manos la tablilla, la aceptó, y, entrando en el templo, hizo la plegaria por aquellos hombres.

3. Era, en efecto, uso constante entre las familias de Israel salidas de la tribu de Judá y de la línea de David, colocar a sus hijas en el templo, donde se las guardaba en la santidad y en la justicia por el espacio de doce años, para allí servir, y esperar el momento de los decretos divinos, o sea, aquel en que el Verbo tomaría carne de una pura e impecable virgen, y, convertido exteriormente en uno de tantos hombres, pisaría la tierra con paso humano. La raza de Israel guardaba esa regla, consignada por escrito y conservada en el templo por la tradición de los antepasados. Y, a menos que no apareciese ningún signo o advertencia del Espíritu Santo, daban a aquellas jóvenes en matrimonio. Así se procedió con aquellas doce vírgenes, que eran de la raza de Judá y de la familia de David, y entre las cuales se encontraba la Virgen María, que tenía preeminencia sobre todas. Se las reunió de común acuerdo, y se las hizo comparecer en el lugar señalado. Y los sacerdotes consultaron la suerte a cuenta de ellas y a intención de los celibatarios, para saber quién de éstos recibiría una como esposa.

4. Y, cuando el Gran Sacerdote devolvió a los celibatarios sus tablillas respectivas, que había sacado del templo, vio que el nombre de cada una de las vírgenes estaba grabado sobre la tablilla de aquel a quien había tocado por mujer. Y, al tomar Zacarías las tablillas, éstas no llevaban ningún signo, excepto los nombres que se hallaban escritos en ellas. Pero, al entregar a José la última, en la cual se encontraba escrito el nombre de María, he aquí que una paloma, que salió de la tablilla, se posó sobre la cabeza del agraciado. Y Zacarías dijo a José: A ti te corresponde la Virgen María. Recíbela, y guárdala como esposa tuya, puesto que te ha caído en suerte por una decisión santa, para que se enlace contigo en matrimonio, como cada una de las otras vírgenes a uno de los celibatarios.

5. Mas José, al oír esto, resistió y repuso: Yo os ruego, sacerdotes y todo el pueblo, reunidos en este templo santo, que no me violentéis en presencia de todos. ¿Cómo haré nada de lo que me decís? Tengo una numerosa familia de hijos y de hijas, y quedaría avergonzado y confuso ante ellos. ¡No me violentéis! Mas los sacerdotes y todo el pueblo le contestaron: Obedece a la voluntad de Dios, y no seas recalcitrante e insumiso, porque no obras según la ley, al oponerte a esa voluntad. Y José dijo: Siendo, como soy, viejo, y estando próximo a la muerte, ¿por qué me obligáis a hacer en mi ancianidad cosas que no convienen a mi edad, ni a mi condición? Y el Gran Sacerdote dijo: Escucha. No tendrás vergüenza ni confusión de ningún lado, sino de todas partes bendición y gloria. Y José dijo: Hablas bien, pero la que me ha tocado es una niña, no una mujer, y, al verlo y comprenderlo, todos los hijos de Israel me pondrán en ridículo. Y el Gran Sacerdote dijo: Sabemos que eres bueno, justo y temeroso de Dios. Esta virgen es huérfana, y se ve privada de sus padres. La hemos tomado en tutela protectora, y en el templo la hemos residenciado, bajo la fe del juramento. Los sacerdotes y todo el pueblo acabamos de atestiguar legalmente que te ha caído en suerte María. Recógela por nuestra voluntad y nuestra bendición, y guárdala con santidad y con respeto, conforme a la ley a la tradición de nuestros antepasados, hasta que te llegue el momento de recibir la corona de gloria, al mismo tiempo que las otras vírgenes y los otros celibatarios.

6. Y José dijo: Tened piedad de los cabellos blancos de mi vejez. No me impongáis la carga, a que no tengo inclinación alguna, de guardarla con cuidado y con circunspección, como conviene. Es una virgen que acaba de llegar a la edad núbil, conforme a la naturaleza de las mujeres. ¿Cómo ha de ser para mí un deber aceptarla en matrimonio, ya que esto constituiría un pecado? Y el Gran Sacerdote dijo: Si no estabas dispuesto a consentir en las consecuencias de este acto, ¿quién te ha obligado a ello? ¿Por qué has venido con los otros celibatarios? Y advierte que, después de haberte presentado con ellos, y de haber tirado a la suerte, según el uso consagrado, has recibido del templo del Señor un signo bendito e indicativo de que Dios te ha concedido a María en matrimonio. Y José dijo: Yo no sabía esto de antemano, y, por mis propias reflexiones, no me era posible conocer el acontecimiento que se preparaba, ni sus resultas. Pero, repito, me hallo a punto de morir, y espero que respetéis los cabellos blancos de mi cabeza y mi vida sin tacha. Y el Gran Sacerdote dijo: Teme al Señor, y no resistas a sus órdenes. Recuerda cómo Dios procedió con Coré, Dathan y Abiron, y cómo la tierra se abrió y los tragó a causa del acto de desobediencia que cometieron. No los imites, si quieres evitar alguna desgracia imprevista, que te advenga de súbito.

7. Cuando José hubo oído estas palabras, se inclinó, se prosternó ante los sacerdotes y ante todo el pueblo, y sacando del templo a María, partió con ella, y la condujo a su casa, en la villa de Nazareth. Al llegar, le advirtió: Hija mía, presta oídos a lo que voy a decirte, y guarda su recuerdo. Yo proveeré a todas tus necesidades materiales, y tú habitarás aquí honestamente. Guárdate a ti misma, y por ti misma vela. No vayas inútilmente a parte alguna, y procura que nadie entre en casa, hasta que llegue el momento en que, Dios mediante, vuelva al lado tuyo. Sea eternamente contigo el Dios de Israel, Dios de nuestros padres. Y, habiendo hablado así, se levantó, y se puso en camino, para ir a ejercer su oficio de carpintero.

8. Y, al cabo de pocos días, sucedió que los sacerdotes se reunieron en consejo, y dijeron: Mandemos hacer, para el templo, un velo que será expuesto en el día de la gran fiesta, ante la congregación de todo el pueblo, y que realzará el esplendor del culto en el santo tabernáculo. Entonces el Gran Sacerdote ordenó que se convocase a las mujeres y a las vírgenes que estaban consagradas a Dios en el templo, y que pertenecían a la tribu de Judá y a la estirpe de David. Y, cuando las once vírgenes hubieron llegado, Zacarías se acordó de que María pertenecía a aquella tribu y a aquella estirpe, y mandó que fuesen a buscarla. Y, cuando María llegó, el Gran Sacerdote dijo: Echad a suertes, para saber quiénes habéis de tejer la muselina y la púrpura, lo encarnado y lo azul, y, echadas las suertes, la púrpura y la escarlata tocaron a María. Y, tomándolas en silencio, regresó y comenzó por hilar la escarlata, ante todo.

Sobre la voz del ángel mensajero, que anunció la impregnación de la Santa Virgen María

V 1. El año 303 de Alejandro, el 31 del mes de adar, el primer día de la semana, a la hora tercera del día, María tomó su cántaro, y fue a la fuente en busca de agua. Y oyó una voz que decía: Regocíjate, Virgen María. Súbitamente, María se turbó, y quedó helada de espanto. Y miró a derecha y a izquierda, y, no viendo a nadie, se preguntó: ¿De dónde ha partido la voz que se ha dirigido a mí? Y, recogiendo su cántaro, marchó precipitadamente a su casa, cuya puerta cerró y encerrojó cuidadosamente. Después, se recogió, silenciosa, en el fondo de la casa. Y, en el estupo de su espíritu, se decía con asombro: ¿Qué saludo es que se me ha hecho? ¿Cuál es el que me conoce, y sabe de antemano quién soy? ¿A quién he visto yo que pueda hablarme en esos términos? Y, pensando en todas esta cosas, se estremecía y temblaba.

2. Y, levantándose, se puso en oración, y dijo: Señor Dios de Israel, Dios de nuestros padres, mírame con misericordia, y condesciende a mi demanda, y a la plegaria di mi corazón. Escucha a tu miserable sierva, que te implora con esperanza y con confianza. No me entregues a las tentaciones del seductor y a las emboscadas del enemigo, y líbrame de los peligros y de la astucia del cazador, porqui espero y confío en que guardarás mi virginidad intacta Señor y Dios mío. Y, luego que hubo hablado así, rindió gracias al Señor, llorando. Y, después de haber permanecido en este estado durante tres horas, tomando la escarlata, se puso a hilar.

3. Y he aquí que el ángel del Señor llegó, y penetró cerca de ella, estando las puertas cerradas. El ser incorpóreo se le presentó bajo la apariencia de un ser corpóreo, y le dijo: Regocíjate, María, sierva inmaculada del Señor Como el ángel se le apareciera de súbito, María sintió pánico, y, en su pavor, era incapaz de responder. Y el ángel dijo: No te espantes, María, bendita entre todas las mujeres. Yo soy el ángel Gabriel, enviado por Dios para comu nicarte que quedarás encinta, y que darás a luz al hijo de Altísimo, el cual será un gran rey, y prevalecerá sobre la tierra toda. María le preguntó: ¿De qué hablas? ¿Qué es lo que expresas? Explícame este enigma. Y el ángel repuso: Lo que te he dicho, lo has oído de mi boca. Recibe la invitación contenida en este mensaje que acabo de hacerte y regocíjate. María dijo: Lo que me manifiestas es de una novedad desconcertante, que me llena de sorpresa y de asombro, pues afirmas que concebirá y pariré al tenor de las demás mujeres. ¿Cómo ha de ocurrirme esto, si yo no conozco varón? Y el ángel dijo: ¡Oh Santa Virgen María, no abrigues sospechas tales, y comprende lo que te revelo! No concebirás de una criatura, ni de un marido, ni de la voluntad de un hombre, sino del poder y de la gracia del Espíritu Santo, que habitará en ti, y que hará de ti lo que le plazca. María dijo: Lo que me anuncias me parece extraordinario y duro de creer. Yo no puedo conformarme, ni resignarme, con las cosas que me dices. Porque los prodigios de que me hablas, me parecen chocantes en principio e inverosímiles de hecho. Al oír tus palabras, mi alma se estremece de miedo, y tiembla. Mi espíritu continúa en la perplejidad, y no sé qué respuesta dar a tus discursos. El ángel preguntó: ¿Por qué te estremeces, y por qué tiembla tu alma?

4. Y María repuso: ¿Cómo podré conceder crédito a tus palabras, si jamás oí a nadie otras parecidas, y ni aun sé lo que pretendes comunicarme? El ángel dijo: Mis discursos son la exacta verdad. No te hablo a la ventura, ni conforme a mis propias ideas, sino que te digo lo que he oído del Señor, y que Dios me ha enviado a notificarte y a exponerte. Y tú tomas mi lenguaje por una falsedad. Teme al Señor, y escúchame. La Virgen repuso: No es que considere tus discursos vanos, sino que estoy poseída de un profundo asombro. Aquel que el firmamento y la tierra no pueden contener, ni envolver su divinidad, y cuya gloria no pueden contemplar todas las falanges celestes de espíritus luminosos y de seres ígneos, ¿podría yo sostenerlo, y soportar su ardor infinito, y abrigarlo en mi carne? ¿Cómo sería yo capaz de llevarlo corporalmente en mi seno, y de tocarlo con mis manos? Tu discurso es inverosímil; la idea, incomprensible, y su realización desconcertante. Se necesita más que toda la clarividencia del espíritu humano para escrutarlo y comprenderlo. ¿Quieres alucinar mi espíritu con un discurso engañador? ¡No será así! El ángel replicó: ¡Oh bienaventurada María, escúchame lo que decirte quiero! ¿Cómo la tienda de Abraham recibió a Dios bajo formas corpóreas, sin que el fuego se le aproximase? ¿Cómo habló Dios a Jacob, después de luchar con él? ¿Cómo Moisés, en el Sinaí, vio a Dios cara a cara, y la hoguera en que se le mostró ardió, sin consumirse? A ti te sucederá igual por otro concepto, y no tienes por qué temer a este propósito. Cree solamente, y oye lo que ahora voy a significarte.

5. María opuso aún: ¿Cómo me sucederá lo que dices? ¿Y cómo conocerá yo en qué día y a qué hora ocurrirá el suceso? Indícamelo. Y el ángel contestó: No hables así de lo que ignoras, y no te niegues a creer lo que no comprendes. Humilla tu oído, y cree todo lo que te revelo. María dijo: No hablo así por incredulidad, ni por desconfianza, pero quiero asegurarme con exactitud, y saber con certeza cómo la cosa me ocurrirá y en qué momento, a fin de que me halle dispuesta y prevenida. El ángel repuso: Su advenimiento puede acaecer a cualquier hora. Al penetrar en tu seno, y habitar en él, purificará y santificará toda la esencia de tu carne, que se convertirá en templo suyo. María dijo: Pero ¿cómo advendrá esto, puesto que, repito, no conozco varón? El ángel dijo: El Espíritu Santo vendrá a ti, y la potencia del Altísimo te cubrirá con su sombra. Y el Verbo divino tomará de ti un cuerpo, y parirás al hijo del Padre celestial, y tu virginidad permanecerá intacta e inviolada. María dijo: ¿Y cómo una mujer, conservando su virginidad, puede tener un hijo, sin la intervención de un hombre?

6. Y el ángel replicó: El caso no será como piensas. Tu maternidad no será efecto de una concupiscente pasión corpórea, ni tu embarazo consecuencia de una relación conyugal, porque tu virginidad permanecerá pura y sin tacha. La entrada del Verbo divino no violará tu vientre, y, cuando salga de él, con su carne, no destruirá tu pureza inmarchita, María exclamó: Tengo miedo de ti, porque me sonsacas con palabras gratas de oír, y que me causan viva sorpresa. ¿Es que quieres convencerme mediante frases engañosas, como sucedió a Eva, nuestra primera madre, a quien el demonio, conversando con ella, persuadió por discursos dulces y agradables, y que fue en seguida entregada a la muerte? El ángel dijo: ¡Oh Santa Virgen María, cuántas veces me he dirigido a ti, y te he dicho la exacta verdad! Y no crees en las órdenes y en el mensaje que te expresa mi boca, ni aun hallándome en tu presencia. De nuevo me dirijo a ti en nombre de Dios, para que tu alma no se espante ante mi vista, ni tu espíritu dude del que me ha enviado. Y no apartes de tu corazón las palabras que de mí ya has oído. No he venido a hablarte por artificio engañoso de ninguna especie, ni por trampa, ni por astucia, sino para preparar en ti el templo y la habitación del Verbo. María dijo: Ante la insistencia de tus discursos, siento sobrecogido mi ánimo, y me preocupa saber qué respuesta he de dar a lo que dices. Y, si no llego a convencerme a mí propia, ¿a quién podré descubrir mi situación, y persuadirlo de que no miento?

7. Y el ángel exclamó: ¡Oh Santa Virgen sin mancilla, no te ocupes de aprensiones vanas! María dijo: No dudo de tus palabras, ni tengo lo que dices por increíble, antes bien, soy dichosa, y me regocijan vivamente tus discursos. Pero mi alma se estremece y tiembla ante el pensamiento de que llevaré a Dios en mi carne, pada darlo a luz como a un hombre, y que mi virginidad continuará inviolable. ¡Oh prodigio! ¡Y qué maravilloso es el hecho de que me hablas! El ángel dijo: Una y otra vez he repetido mi largo discurso, dándote de él mi verídico testimonio, y no me has creído. Y María repuso: Te ruego, oh servidor del Altísimo, que no te enoje mi insistencia en preguntarte. Porque tú conoces la naturaleza humana y su incredulidad en toda materia. He aquí por qué yo quiero informarme fidedignamente, para saber al justo lo que ha de ocurrirme. No quedes, pues, descontento de las frases que he pronunciado. El ángel dijo: Llevas razón, pero ten fe en mí, que he sido enviado por Dios, para hablarte, y para anunciarte la buena nueva.

8. Y María respondió: Sí, creo en tus discursos, sé que es verdad lo que hablas, y acepto tus órdenes. Pero escucha lo que voy a decirte. Hasta el presente, he sido guardada en la santidad y en la justicia, ante los sacerdotes y ante todo el pueblo, después de haber sido legítimamente prometida a José, para ser su esposa. Y él se ha eñcargado de recogerme en su casa, para velar cuidadosamente por mí, hasta el momento que recibamos la corona de bendición, con las otras vírgenes y los otros celibatarios. Y, si vuelve, y me encuentra encinta, ¿qué respuesta le daré? Y, si me pregunta cuál es la causa de mi embarazo, ¿qué contestará a su interrogación? El ángel dijo: ¡Oh bienaventurada María, escucha bien mi palabra, y guarda en tu espíritu lo que voy a decirte! Esto no es obra del hombre, y el fenómeno de que te hablo no provendrá de nadie, y el mismo Señor lo realizará en ti, y él posee el poder de sustraerte a todas las angustias de la prueba. María dijo: Si la cosa es tal como la explicas, y el mismo Señor se digna descender hasta su esclava y su sierva, hágase en mí según tu palabra. Y el ángel la abandonó.

9. No bien la Virgen hubo pronunciado aquella frase de humillación, el Verbo divino penetró en ella por su oreja. Y la naturaleza íntima de su cuerpo animado fue santificada, con todos sus sentidos y con los doce miembros u órganos de sus sentidos, y quedó purificada como el oro en el fuego. Y se convirtió en un templo santo e inmaculado, y en la mansión del Verbo divino. Y, en el mismo momento, comenzó el embarazo. Porque, cuando el ángel llevó la buena nueva a María, era el 15 de nisan, lo que hace el 6 de abril, un miércoles, a la hora tercera del día.

10. Y, al mismo tiempo, un ángel se apresuró a ir al país de los persas, para prevenir a los reyes magos, y para ordenarles que fuesen a adorar al niño recién nacido. Y ellos, después de haber sido guiados por una estrella durante nueve meses, llegaron a su destino en el punto y hora en que la Virgen acababa de ser madre. Porque, en aquella época, el reino de los persas dominaba, por su poder y por sus victorias, sobre todos los reyes que existían en los países de Oriente. Y los reyes de los magos eran tres hermanos: el primero, Melkon, que imperaba sobre los persas; el segundo, Baltasar, que prevalecía sobre los indios; y el tercero, Gaspar, que poseía el país de los árabes. Habiéndose reunido por obediencia al mandato de Dios, se presentaron en Judea en el instante en que María había dado a luz. Y, habiendo apresurado su marcha, se encontraron allí en el tiempo preciso del nacimiento de Jesús.

11. Y, luego que la Virgen recibió el mensaje de su lmpregnación por el Espíritu Santo, vio a los coros angélicos, que cantaban en loor suyo. Y, al verlos, se sintió llena de pánico a una que de gozo. Y, con la faz postrada contra la tierra, se puso a alabar a Dios en hebreo, exclamando: ¡ Oh Señor de mi espíritu y de mi cuerpo, tú tienes el poder de cumplir todas las voluntades de tu amor creador, y tú decides libremente de toda cosa conforme a tu albedrío! Dígnate condescender con las plegarias de tu esclava y de tu sierva. Atiéndeme y libra mí alma, por cuanto eres el Dios mi Salvador, y tu nombre, Señor, ha sido invocado sobre mí cotidianamente. Y, hasta este día, me he guardado en la santidad, en la justicia y en la pureza, ordenada por ti, y he conservado mi virginidad firme e intacta, sin ningún deseo de carnales mancillas. Y, ahora, hágase tu voluntad.

12. Y, habiendo hablado así, María se levantó, y dio gracias al Altísimo. Después de lo cual, pasó una hora. Y, como la Virgen reflexionase, comenzó a llorar, y dijo: ¿Qué prodigio nuevo, y que no se había visto en el nacimiento de ningún hombre, es el que se realiza en mí? ¿No me convertiré en la fábula y en el ludibrio de todos, hombres y mujeres? Heme aquí, pues, en la mayor perplejidad. No sé qué hacer, ni qué respuesta dar a quienquiera se informe de mí. ¿A quién me dirigiré, y cómo justificaré todo esto? ¿Por qué mi madre me ha parido? ¿Por qué mis progenitores me han consagrado a Dios, en la tristeza de su alma, para convertirme en objeto de reproche para mí misma y para ellos? ¿Por qué me han obligado a guardar virginidad en el templo santo? ¿Por qué no he recibido más pronto la sentencia de muerte, que me sacará de este mundo? Y, puesto que permanezco con vida, ¿por qué mis padres no me han dado en matrimonio, sin decir nada, como a las demás hijas de los hebreos? ¿Quién ha visto ni oído nunca cosa semejante? ¿Quién creerá que dé a luz una mujer que no ha conocido varón? ¿A quién, ni en público, ni en secreto, contaré sin reticencia lo que ocurre? ¿Podré persuadir, a fuerza de palabras, ni a casadas, ni a solteras? Si les revelo exactamente lo insólito de mi caso, creerán que me mofo, y, si hablo bajo la fe del juramento, juzgarán que soy perjura. Decir falsedades, me es imposible, y condenarme a mí misma, siendo inocente, es bien duro. Si se me exige un testigo, nadie podrá justificarme. Y, si repito por segunda vez mi declaración, diciendo la verdad, se me condenará a muerte con desprecio. Todos los que oigan mi declaración, prójimos o extraños, dirán: Quiere engañar, con vanos subterfugios, a los insensatos y a los irreflexivos. No sé qué hacer, ni quién me sugerirá una respuesta que dar a todos, con respecto a este asunto; ni cómo diré esto a mi marido, cuyo nombre he recibido por el matrimonio; ni cómo me atrever a tomar la palabra ante los sacerdotes y el pueblo; ni cómo soportará ser entregada, delante de todo el mundo, al apa rato de la justicia humana. Si declaro a las casadas que soy virgen, y que he concebido sin la operación de un horn bre, tomarán mis palabras por una burla, y no me creerán. ¿Cómo podré yo darme cuenta a mf misma de lo que me ha sucedido? Todo aquello de lo que tengo conciencia, es que mi virginidad está a salvo, y que mi embarazo es cierto. Porque el ángel del Señor me ha dicho la verdad, sin mentira alguna. No me ha engaño con vanas habilidades, sino que ha transmitido, exacta y sinceramente, las palabras pronunciadas por el Espíritu Santo. ¿Qué hacer, pues, ahora que me he convértido en objeto de censura y de reprobación entre los hijos de Israel? ¡Oh palabra asombrosa! ¡ Oh obra sorprendente! Oh prodigio terrible y desconcertante! Nadie creerá que yo no haya conocido varón, y que mi embarazo es un ejemplo. Y, si digo seriamente a alguien: Cree que estoy encinta, y que, sin embargo, permanezco virgen, me contestará: Sea. Yo creo que hablas exacta y sinceramente. Pero explicame cómo una virgen puede llegar a ser madre, sin que un hombre haya destruido su virginidad. Y, con estas pocas palabras, me pondrán en ridículo. Bien sé que muchos hablarán perversamente de mí, y que me condenarán a la ligera, a pesar de mi inocencia. Sin embargo, el Señor me salvará de las murmuraciones y de los ultrajes de los hombres.

13. Habiendo dicho estas cosas, María dejó de hablar entre sí. Y, levantándose, abrió la puerta de la casa, para ver si había por allí alguien que prestase oídos a las palabras que pronunciara anteriormente. Como no percibiese ningún ser humano, volvió al interior de la casa, y, tomando la escarlata y la púrpura que había recibido de manos de los sacerdotes, para hacer un velo del templo, se puso a hilarlas. Cuando terminó su obra, fue a llevarla al Gran Sacerdote. Y éste, tomándola de las manos de la Virgen Santa, le dijo: María, hija mía, bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es tu seno virginal. El Señor magnificará tu santo nombre por toda la tierra. Tendrás preeminencia sobre todas las mujeres, y llegarás a ser la madre de las vírgenes. De ti vendrá al mundo su salvación. Así habló Zacarías. María se prosternó ante los sacerdotes y ante todo el pueblo, y, sumamente gozosa, regresó a su casa.

14. Y, cuando tuvo lugar la anunciación del ángel a María, el embarazo de Isabel duraba ya desde su comienzo el 20 de tesrín, lo que hace el 9 de octubre, y de esta fecha al 15 de nisan, es decir, al 6 de abril, habían transcurrido ciento ochenta días, lo que hace seis meses. Entonces comenzó la encarnación del Cristo, por la cual tomó carne en la Virgen Santa. Y un día, ésta, reflexionando, se dijo: Iré a ver a mi prima Isabel, le contaré todo lo ocurrido, y cuanto ella me diga, otro tanto haré. Y envió a José, a Bethlehem, un mensaje concebido en estos términos: Te ruego que me dejes ir a ver a Isabel, mi prima. Y José le permitió ir, y ella salió a escondidas a punto de amanecer y, dirigiéndose hacia las montañas de Judea, llegó a la villa de Judá. Y entró en la morada de Zacarías, y saludó a su parienta.

EL EVANGELIO DE NICODEMO

EL EVANGELIO DE NICODEMO
Hechos de Pilatos (Acta Pilati)

Acusado por los príncipes de los judíos, Jesús comparece ante Pilatos realizado a su entrada en el pretorio

I 1. Yo, Emeo, israelita de nación, doctor de la ley en Palestina, intérprete de las Divinas Escrituras, lleno de fe en la grandeza de Nuestro Señor Jesucristo, revestido del carácter sagrado del santo bautismo, e investigador de las cosas que acaecieron, y que hicieron los judíos, bajo la gobernación de Cneo Poncio Pilatos, trayendo a la memoria el relato de esos hechos, escrito por Nicodemo en lengua hebrea, lo traduje en lengua griega, para darlo a conocer a todos los que adoran el nombre del Salvador del mundo.
2. Y lo he hecho bajo el imperio de Flavio Teodosio, en el año decimoctavo de su reinado y bajo Valentiniano.
3. Y os suplico a cuantos leáis tales cosas, en libros griegos o latinos, que oréis por mí, pobre pecador, a fin de que Dios me sea favorable y que me perdone todas las culpas que haya cometido. Con lo cual, y deseando paz a los lectores, y salud a los que entiendan, termino mi prefacio.
4. Lo que voy a contar ocurrió el año decimoctavo del reinado de Tiberio César, emperador de los romanos, y de Herodes, hijo de Herodes, monarca de Galilea, el año decimoctavo de su dominación, el ocho de las calendas de abril, que es el día 25 del mes de marzo, bajo el consulado de Rufino y de Rubelión, el año IV de la olimpíada 202, cuando Josefo y Caifás eran grandes sacerdotes de los judíos. Entonces escribió Nicodemo, en lengua hebrea, todo lo sucedido en la pasión y en la crucifixión de Jesús.
5. Y fue que varios judíos de calidad, Anás, Caifás, Sommas, Dathan, Gamaliel, Judas, Levi, Nephtalim, Alejandro, Siro y otros príncipes visitaron a Pilatos, y acusaron a Jesús de muchas cosas malas, diciendo: Nosotros lo conocemos por hijo de José el carpintero y por nacido de María. Sin embargo, él pretende que es hijo de Dios y rey de todos los hombres, y no sólo con palabras, mas con hechos, profana el sábado y viola la ley de nuestros padres.
6. Preguntó Pilatos: ¿Qué es lo que dice, y qué es lo que quiere disolver en vuestro pueblo?
7. Y los judíos contestaron: La ley, confirmada por nuestras costumbres, manda santificar el sábado y prohíbe curar en este día. Mas Jesús, en él, cura ciegos, sordos, cojos, paralíticos, leprosos, poseídos, sin ver que ejecuta malas acciones.
8. Pilatos repuso: ¿Cómo pueden ser malas acciones ésas?
9. Y ellos replicaron: Mago es, puesto que por Beelzebuh, príncipe de los demonios, expulsa los demonios, y por él también todas las cosas le están sometidas.
10. Dijo Pilatos: No es el espíritu inmundo quien puede expulsar los demonios, sino la virtud de Dios.
11. Pero uno de los judíos respondió por todos: Te rogamos hagas venir a Jesús a tu tribunal, para que lo veas y lo oigas.
12. Y Pilatos llamó a un mensajero y le ordenó: Trae a Jesús a mi presencia y trátalo con dulzura.
13. Y el mensajero salió, y habiendo visto a Jesús, a quien muy bien conocía, tendió su manto ante él y se arrojó a sus pies, diciéndole: Señor, camina sobre este manto de tu siervo, porque el gobernador te llama.
14. Viendo lo cual, los judíos, llenos de enojo, se dirigieron en son de queja a Pilatos, y le dijeron: Debieras haberlo mandado traer a tu presencia no por un mensajero, sino por la voz de tu heraldo. Porque el mensajero, al verlo, lo adoró, y extendió ante Jesús su manto, rogándole que caminase sobre él.
15. Y Pilatos llamó al mensajero y le preguntó: ¿Por qué obraste así?
16. El mensajero, respondiendo, dijo: Cuando me enviaste a Jerusalén cerca de Alejandro, vi a Jesús caballero sobre un asno y a los niños de los hebreos que, con ramas de árbol en sus manos, gritaban: Salve, hijo de David. Y otros, extendiendo sus vestidos por el camino, decían: Salud al que está en los cielos. Bendito el que viene en nombre del Señor.
17. Mas los, judíos respondieron al mensajero, exclamando: Aquellos niños de los hebreos se expresaban en hebreo. ¿Cómo tú, que eres griego, comprendiste palabras pronunciadas en una lengua que no es la tuya?
18. Y el mensajero contestó: Interrogué a uno de los judíos sobre lo que quería decir lo que pronunciaban en hebreo y él me lo explicó.
19. Entonces Pilatos intervino, preguntando: ¿Cuál era la exclamación que pronunciaban en hebreo? Y los judíos respondieron: Hosanna. Y Pilatos repuso: ¿Cuya es la significación de ese término? Y los judíos replicaron: ¡Señor, salud! Y Pilatos dijo: Vosotros mismos confirmáis que los niños se expresaban de ese modo. ¿En qué, pues, es culpable el mensajero?
20. Y los judíos se callaron. Mas el gobernador dijo al mensajero: Sal, e introdúcelo.
21. Y el mensajero fue hacia Jesús, y le dijo: Señor, entra, porque el gobernador te llama.
22. Y, al entrar Jesús en el Pretorio, las imágenes que los abanderados llevaban por encima de sus estandartes se inclinaron por sí mismas y adoraron a aquél. Y los judíos, viendo que las imágenes se habían inclinado por sí mismas, para adorar a Jesús, elevaron gran clamoreo contra los abanderados.
23. Entonces Pilatos dijo a los judíos: Noto que no rendís homenaje a Jesús, a pesar de que ante él se han inclinado las imágenes para saludarlo, y, en cambio, despotricáis contra los abanderados, como si ellos mismos hubiesen inclinado sus pendones y adorado a Jesús. Y los judíos repusieron: Los hemos visto proceder tal como tú indicas.
24. Y el gobernador hizo que se aproximasen los abanderados y les preguntó por qué habían hecho aquello. Mas los abanderados respondieron a Pilatos: Somos paganos y esclavos de los templos. ¿Concibes siquiera que hubiéramos podido adorar a ese judío? Las banderas que empuñábamos se han inclinado por sí mismas, para adorarlo.
25. En vista de esta contestación, Pilatos dijo a los jefes de la Sinagoga y a los ancianos del pueblo: Elegid por vuestra cuenta hombres fuertes y robustos, que empuñen las banderas, y veremos si ellas se inclinan por sí mismas.
26. Y los ancianos de los judíos escogieron doce varones muy fornidos de su raza, en cuyas manos pusieron las banderas, y los formaron en presencia del gobernador. Y Pilatos dijo al mensajero: Conduce a Jesús fuera del Pretorio, e introdúcelo en seguida. Y Jesús salió del Pretorio con el mensajero.
27. Y Pilatos, dirigiéndose a los que empuñaban las banderas, los conminó, haciendo juramento por la salud del César: Si las banderas se inclinan cuando él entre, os haré cortar la cabeza.
28. Y el gobernador ordenó que entrase Jesús por segunda vez. Y el mensajero rogó de nuevo a Jesús que entrase, pasando sobre el manto que había extendido en tierra. Y Jesús lo hizo y, cuando entró, las banderas se inclinaron y lo adoraron.

Testimonios adversos y favorables a Jesús

II  1. Viendo esto, Pilatos quedó sobrecogido de espanto y comenzó a agitarse en su asiento. Y, cuando pensaba en levantarse, su mujer, llamada Claudia Prócula, le envió un propio para decirle: No hagas nada contra ese justo, porque he sufrido mucho en sueños esta noche a causa de él.
2. Pilatos, que tal oyó, dijo a todos los judíos: Bien sabéis que mi esposa es pagana y que, sin embargo, ha hecho construir para vosotros numerosas sinagogas. Pues bien: acaba de mandarme a decir que Jesús es un hombre justo y que ha sufrido mucho en sueños esta noche a causa de él.
3. Mas los judíos respondieron a Pilatos: ¿No te habíamos dicho que era un encantador? He aquí que ha enviado a tu esposa un sueño.
4. Y Pilatos, llamando a Jesús, le preguntó: ¿No oyes lo que éstos dicen contra ti? ¿Nada contestas?
5. Jesús repuso: Si no tuviesen la facultad de hablar, no hablarían. Empero, cada uno puede a su grado abrir la boca y decir cosas buenas o malas.
6. Los ancianos de los judíos replicaron a Jesús: ¿Qué es lo que decimos? Primero, que has nacido de la fornicación; segundo, que el lugar de tu nacimiento fue Bethlehem y que, por causa tuya, fueron degollados todos los niños de tu edad; y tercero, que tu padre y tu madre huyeron contigo a Egipto, porque no tenían confianza en el pueblo.
7. Pero algunos judíos que allí se encontraban, y que eran menos perversos que los otros, decían: No afirmaremos que procede de la fornicación, porque sabemos que María se casó con José y que, por ende, Jesús no es hijo ilegítimo.
8. Y Pilatos dijo a los judíos que mantenían ser Jesús producto de fornicación: Vuestro discurso es mentiroso, puesto que hubo casamiento, según lo atestiguan personas de vuestra clase.
9. Empero Anás y Caifás insistieron ante Pilatos, diciendo: Toda la multitud grita que ha nacido de la fornicación y que es un hechicero. Y esos que deponen en contra son sus prosélitos y sus discípulos.
10. Preguntó Pilatos: ¿Qué es eso de prosélitos? Y ellos respondieron: Son hijos de paganos, que ahora se han hecho judíos.
11. Mas Lázaro, Asterio, Antonio, Jacobo, Zaro, Samuel, Isaac, Fineo, Crispo, Agripa, Amenio y Judas dijeron entonces: No somos prosélitos, sino hijos de judíos, y decimos la verdad, porque hemos asistido a las bodas de María.
12. Y Pilatos, dirigiéndose a los doce hombres que así habían hablado, les dijo: Os ordeno, por la salud del César, que declaréis si decís la verdad y si Jesús no ha nacido de la fornicación.
13. Y ellos contestaron a Pilatos: Nuestra ley nos prohíbe jurar, porque es un pecado. Ordena a ésos que juren, por la salud del César, ser falso lo que nosotros decimos y habremos merecido la muerte.
14. Anás y Caifás dijeron a Pilatos: ¿Creerás a estos doce hombres, que pretenden que no ha nacido de la fornicación y no nos creerás a nosotros, que aseguramos que es un mago, y que se llama a sí mismo hijo de Dios y rey de los hombres?
15. Entonces Pilatos ordenó que saliese todo el pueblo, y que se pusiese aparte a Jesús y, dirigiéndose a los que habían aseverado que éste no era hijo de la fornicación, les preguntó: ¿Por qué los judíos quieren hacer perecer a Jesús? Y ellos le respondieron: Están irritados contra él, porque opera curaciones en día de sábado. Pilatos exclamó: ¿Quieren, pues, hacerlo perecer, por ejecutar una buena obra? Y ellos confirmaron: Así es, en efecto.

Diálogo entre Jesús y Pilatos

III 1. Lleno de cólera, Pilatos salió del Pretorio, y dijo a los judíos: Pongo al sol por testigo de que nada he encontrado de reprensible en ese hombre.
2. Mas los judíos respondieron al gobernador: Si no fuese un brujo, no te lo hubiéramos entregado. Pilatos dijo: Tomadlo y juzgadlo según vuestra ley. Mas los judíos repusieron: No nos está permitido matar a nadie. Y Pilatos redarguyó: Es a vosotros, y no a mí, a quien Dios preceptuó: No matarás.
3. Y, vuelto al Pretorio, Pilatos llamó a Jesús a solas, y lo interrogó: ¿Eres tú el rey de los judíos? Y Jesús respondió: ¿Dices esto de ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?
4. Pilatos repuso: ¿Por ventura soy judío yo? Tu nación y los príncipes de los sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?
5. Contestó Jesús: Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuese de este mundo, mis servidores habrían peleado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
6. Pilatos exclamó: ¿Luego rey eres tú? Replicó Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que oye mi palabra la verdad escucha.
7. Dijo Pilatos: ¿Qué es la verdad? Y Jesús respondió: La verdad viene del cielo. Pilatos le preguntó: ¿No hay, pues, verdad sobre esta tierra? Y Jesús dijo: Mira cómo los que manifiestan la verdad sobre la tierra son juzgados por los que tienen poder sobre la tierra.

Nuevos cargos de los judíos contra Jesús

IV 1. Dejando a Jesús en el interior del Pretorio, Pilatos salió, y se fue hacia los judíos, a quienes dijo: No encuentro en él falta alguna.
2. Mas los judíos repusieron: Él ha dicho que podía destruir el templo, y reedificarlo en tres días.
3. Pilatos les preguntó: ¿Qué es el templo? Y los judíos contestaron: El que Salomón tardó cuarenta y seis años en construir, y él asegura que, en sólo tres días, puede aniquilarlo y volver a levantarlo otra vez.
4. Y Pilatos afirmó de nuevo: Inocente soy de la sangre de este hombre. Ved lo que os toca hacer con él.
5. Y los judíos gritaron: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!
6. Entonces Pilatos, llamando a los ancianos, a los sacerdotes y a los levitas, les comunicó en secreto: No obréis así, porque nada hallo digno de muerte en lo que le reprocháis de haber violado el sábado. Mas ellos opusieron: El que ha blasfemado contra el César es digno de muerte. Y él ha hecho más, pues ha blasfemado contra Dios.
7. Ante esta pertinacia en la acusación, Pilatos mandó a los judíos que saliesen del Pretorio y, llamando a Jesús, le dijo: ¿Qué haré a tu respecto? Jesús dijo: Haz lo que debes. Y Pilatos preguntó a los judíos: ¿Cómo debo obrar? Jesús respondió: Moisés y los profetas han predicho esta pasión y mi resurrección.
8. Al oír esto, los judíos dijeron a Pilatos: ¿Quieres escuchar más tiempo sus blasfemias? Nuestra ley estatuye que, si un hombre peca contra su prójimo, recibirá cuarenta azotes menos uno, y que el blasfemo será castigado con la muerte.
9. Y Pilatos expuso: Si su discurso es blasfematorio, tomadlo, conducidlo a vuestra Sinagoga, y juzgadlo según vuestra ley. Mas los judíos dijeron: Queremos que sea crucificado. Pilatos les dijo: Eso no es justo. Y, mirando a la asamblea, vio a varios judíos que lloraban, y exclamó: No es voluntad de toda la multitud que muera.
10. Empero, los ancianos dijeron a Pilatos: Para que muera hemos venido aquí todos. Y Pilatos preguntó a los judíos: ¿Qué ha hecho, para merecer la muerte? Y ellos respondieron: Ha dicho que era rey e hijo de Dios.

Defensa de Jesús por Nicodemo

V 1. Entonces un judío llamado Nicodemo se acercó al gobernador y le dijo: Te ruego me permitas, en tu misericordia, decir algunas palabras. Y Pilatos le dijo: Habla.
2. Y Nicodemo dijo: Yo he preguntado a los ancianos, a los sacerdotes, a los levitas, a los escribas, a toda la multitud de los judíos, en la Sinagoga: ¿Qué queja o agravio tenéis contra este hombre? Él hace numerosos y extraordinarios milagros, tales como nadie los ha hecho, ni se harán jamás. Dejadlo, y no le causéís mal alguno, porque si esos milagros vienen de Dios, serán estables y, si vienen de los hombres, perecerán. Moisés, a quien Dios envió a Egipto, realizó los milagros que el Señor le había ordenado hacer, en presencia del Faraón. Y había allí magos, Jamnés y Mambrés, a quienes los egipcios miraban como dioses, y que quisieron hacer los mismos milagros que Moisés, mas no pudieron imitarlos todos. Y, como los milagros que operaron no provenían de Dios, perecieron, como perecieron también los que en ellos habían creído. Ahora, pues, dejad, repito, a este hombre, porque no merece la muerte.
3. Mas los judíos dijeron a Nicodemo: Te has hecho discípulo suyo y por ello levantas tu voz en su favor.
4. Nicodemo replicó: ¿Es que el gobernador, que habla también en su favor, es discípulo suyo? ¿Es que el César no le ha conferido la misión de ser su ejecutor de la justicia?
5. Mas los judíos, estremecidos de cólera, tremaron los dientes contra Nicodemo, a quien dijeron: Crees en él, y compartirás la misma suerte que él.
6. Y Nicodemo repuso: Así sea. Comparta yo la misma suerte que él, según que vosotros lo decís.

Nuevos testimonios favorables a Jesús

VI 1. Y otro de los judíos avanzó, pidiendo al gobernador permiso para hablar. Y Pilatos repuso: Lo que quieras decir, dilo.
2. Y el judío habló así: Hacía treinta años que yacía en mi lecho, y era constantemente presa de grandes sufrimientos, y me hallaba en peligro de perder la vida. Jesús vino, y muchos demoníacos y gentes afligidas de diversas enfermedades fueron curadas por él. Y unos jóvenes piadosos me llevaron a presencia suya en mi lecho. Y Jesús, al yerme, se compadeció de mí y me dijo: Levántate, toma tu lecho, y marcha. Y, en el acto, quedé completamente curado, tomé mi lecho y marché.
3. Mas los judíos dijeron a Pilatos: Pregúntale en qué día fue curado. Y él respondió: En día de sábado. Y los judíos exclamaron: ¿No decíamos que en día de sábado curaba las enfermedades y expulsaba los demonios?
4. Y otro judío avanzó y dijo: Yo era un ciego de nacimiento, que oía hablar, pero que a nadie veía. Y Jesús pasó, y yo me dirigí a él, gritando en alta voz: ¡Jesús, hijo de David, ten piedad de mí! Y él tuvo piedad de mí, y puso su mano sobre mis ojos, e inmediatamente recobré la vista.
5. Y otro avanzó y dijo: Yo era leproso, y él me curó con una sola palabra.

Testimonio de la Verónica

VII 1. Y una mujer, llamada Verónica, dijo: Doce años venía afligiéndome un flujo de sangre y, con sólo tocar el borde de su vestido, el flujo se detuvo en el mismo momento.
2. Y los judíos exclamaron: Según nuestra ley, una mujer no puede venir a deponer como testigo.

Testimonio colectivo de la multitud

VIII 1. Y algunos otros de la multitud de los judíos, varones y hembras, se pusieron a gritar: ¡Ese hombre es un profeta, y los demonios le están sometidos! Entonces Pilatos preguntó a los acusadores de Jesús: ¿ Por qué los demonios no están sometidos a vuestros doctores? Y ellos contestaron: No lo sabemos.
2. Y otros dijeron a Pilatos: Ha resucitado a Lázaro, que llevaba cuatro días muerto, y lo ha sacado del sepulcro.
3. Al oír esto, el gobernador quedó aterrado, y dijo a los judíos: ¿De qué nos servirá verter sangre inocente?

Las turbas prefieren la libertad de Barrabás a la de Jesús. Pilatos se lava las manos

IX 1. Y Pilatos, llamando a Nicodemo y a los doce hombres que decían que Jesús no había nacido de la fornicación, les habló así: ¿Qué debo hacer ante la sedición que ha estallado en el pueblo? Respondieron: Lo ignoramos. Véanlo ellos mismos.
2. Y Pilatos, convocando de nuevo a la muchedumbre, dijo a los judíos: Sabéis que, según costumbre, el día de los Ázimos os concedo la gracia de soltar a un preso. Encarcelado tengo a un famoso asesino, que se llama Barrabás, y no encuentro en Jesús nada que merezca la muerte. ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y todos respondieron a voz en grito: ¡Suéltanos a Barrabás!
3. Pilatos repuso: ¿Qué haré, pues, de Jesús, llamado el Cristo? Y exclamaron todos: ¡Sea crucificado!
4. Y los judíos dijeron también: Demostrarás no ser amigo del César si pones en libertad al que se llama a sí mismo rey e hijo de Dios. Y aun quizá deseas que él sea rey en lugar del César.
5. Entonces Pilatos montó en cólera y les dijo: Siempre habéis sido una raza sediciosa, y os habéis opuesto a los que estaban por vosotros.
6. Y los judíos preguntaron: ¿Quiénes son los que estaban por nosotros?
7. Y Pilatos respondió: Vuestro Dios, que os libró de la dura servidumbre de los egipcios y que os condujo a pie por la mar seca, y que os dio, en el desierto, el maná y la carne de las codornices para vuestra alimentación, y que hizo salir de una roca agua para saciar vuestra sed, y contra el cual, a pesar de tantos favores, no habéis cesado de rebelaros, hasta el punto de que Él quiso haceros perecer. Y Moisés rogó por vosotros, a fin de que no perecieseis. Y ahora decís que yo odio al rey.
8. Mas los judíos gritaron: Nosotros sabemos que nuestro rey es el César, y no Jesús. Porque los magos le ofrecieron presentes como a un rey. Y Herodes, sabedor por los magos de que un rey había nacido, procuró matarlo. Enterado de ello José, su padre, lo tomó junto con su madre, y huyeron los tres a Egipto. Y Herodes mandó dar muerte a los hijos de los judíos, que por aquel entonces habían nacido en Bethlehem.
9. Al oír estas palabras, Pilatos se aterrorizó y, cuando se restableció la calma entre el pueblo que gritaba, dijo: El que buscaba Herodes ¿es el que está aquí presente? Y le respondieron: El mismo es.
10. Y Pilatos tomó agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo: Inocente soy de la sangre de este justo. Pensad bien lo que vais a hacer. Y los judíos repitieron: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!
11. Entonces Pilatos ordenó que se trajese a Jesús al tribunal en que estaba sentado, y prosiguió en estos términos, al dictar sentencia contra él: Tu raza no te quiere por rey. Ordeno, pues, que seas azotado, conforme a los estatutos de los antiguos príncipes.
12. Y mandó en seguida que se lo crucificase en el lugar en que había sido detenido, con dos malhechores, cuyos nombres eran Dimas y Gestas.

Jesús en el Gólgota

X 1. Y Jesús salió del Pretorio y los dos ladrones con él. Y cuando llegó al lugar que se llama Gólgota, los soldados lo desnudaron de sus vestiduras y le ciñeron un lienzo, y pusieron sobre su cabeza una corona de espinas y colocaron una caña en sus manos. Y crucificaron igualmente a los dos ladrones a sus lados, Dimas a su derecha y Gestas a su izquierda.
2. Y Jesús dijo: Padre, perdónalos, y déjalos libres de castigo, porque no saben lo que hacen. Y ellos repartieron entre sí sus vestiduras.
3. Y el pueblo estaba presente, y los príncipes, los ancianos y los jueces se burlaban de Jesús, diciendo: Puesto que a otros salvó, que se salve a sí mismo. Y si es hijo de Dios, que descienda de la cruz.
4. Y los soldados se mofaban de él, y le ofrecían vinagre mezclado con hiel, exclamando: Si eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
5. Y un soldado, llamado Longinos, tomando una lanza, le perforó el costado, del cual salió sangre y agua.
6. Y el gobernador ordenó que, conforme a la acusación de los judíos, se inscribiese sobre un rótulo, en letras hebraicas, griegas y latinas: Éste es el rey de los judíos.
7. Y uno de los ladrones que estaban crucificados, Gestas, dijo a Jesús: Si eres el Cristo, líbrate y libértanos a nosotros. Mas Dimas lo reprendió, diciéndole: ¿No temes a Dios tú, que eres de aquellos sobre los cuales ha recaído condena? Nosotros recibimos el castigo justo de lo que hemos cometido, pero él no ha hecho ningún mal. Y, una vez hubo censurado a su compañero, exclamó, dirigiéndose a Jesús: Acuérdate de mí, señor en tu reino. Y Jesús le respondió: En verdad te digo que hoy serás conmigo en el paraíso.

Muerte de Jesús

XI 1. Era entonces como la hora de sexta del día y grandes tinieblas se esparcieron por toda la tierra hasta la hora de nona. El sol se oscureció, y he aquí que el velo del templo se rasgó en dos partes de alto abajo.
2. Y hacia la hora de nona, Jesús clamó a gran voz: Hely, Hely, lama zabathani, lo que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
3. Y en seguida murmuró: Padre mío, encomiendo mi espíritu entre tus manos. Y, dicho esto, entregó el espíritu.
4. Y el centurión, al ver lo que había pasado, glorificó a Dios, diciendo: Este hombre era justo. Y todos los espectadores, turbados por lo que habían visto, volvieron a sus casas, golpeando sus pechos.
5. Y el centurión refirió lo que había ocurrido al gobernador, el cual se llenó de aflicción extrema y ni el uno, ni el otro comieron, ni bebieron, aquel día.
6. Y Pilatos, convocando a los judíos, les preguntó: ¿Habéis sido testigos de lo que ha sucedido? Y ellos respondieron al gobernador: El sol se ha eclipsado de la manera habitual.
7. Y todos los que amaban a Jesús se mantenían a lo lejos, así como las mujeres que lo habían seguido desde Galilea.
8. Y he aquí que un hombre llamado José, varón bueno y justo, que no había tomado parte en las acusaciones y en las maldades de los judíos, que era de Arimatea, ciudad de Judea, y que esperaba el reino de Dios, pidió a Pilatos el cuerpo de Jesús.
9. Y, bajándolo de la cruz, lo envolvió en un lienzo muy blanco, y lo depositó en una tumba completamente nueva, que había hecho construir para sí mismo, y en la cual ninguna persona había sido sepultada.

Los judíos amenazan a Nicodemo y encierran en un calabozo a José de Arimatea

XII 1. Sabedores los judíos de que José había pedido el cuerpo de Jesús, lo buscaron, como también a los doce hombres que habían declarado que Jesús no naciera de la fornicación, y a Nicodemo y a los demás que habían comparecido ante Pilatos, y dado testimonio de las buenas obras del Salvador.
2. Todos se ocultaban y únicamente Nicodemo, por ser príncipe de los judíos, se mostró a ellos, y les preguntó: ¿Cómo habéis entrado en la Sinagoga?
3. Y ellos le respondieron: Y tú, ¿cómo has entrado en la Sinagoga, cuando eras adepto del Cristo? Ojalá tengas tu parte con él en los siglos futuros. Y Nicodemo contestó: Así sea.
4. Y José se presentó igualmente a ellos y les dijo: ¿Por qué estáis irritados contra mí, a causa de haber yo pedido a Pilatos el cuerpo de Jesús? He aquí que yo lo he depositado en mi propia tumba, y lo he envuelto en un lienzo muy blanco, y he colocado una gran piedra al lado de la gruta. Habéis obrado mal contra el justo, y lo habéis crucificado, y lo habéis atravesado a lanzadas.
5. Al oír esto, los judíos se apoderaron de José y lo encerraron, hasta que pasase el día del sábado. Y le dijeron: En este momento, por ser tal día, nada podemos hacer contra ti. Pero sabemos que no eres digno de sepultura y abandonaremos tu carne a las aves del cielo y a las bestias de la tierra.
6. Y José respondió: Esas vuestras palabras son semejantes a las de Goliath el soberbio, que se levantó contra el Dios vivo, y a quien hirió David. Dios ha dicho por la voz del profeta: Me reservaré la venganza. Y Pilatos, con el corazón endurecido, lavó sus manos en pleno sol, exclamando: Inocente soy de la sangre de ese justo. Y vosotros habéis contestado: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos! Y mucho temo que la cólera de Dios caiga sobre vosotros y sobre vuestros hijos, como habéis proclamado.
7. Al oír a José expresarse de este modo, los judíos se llenaron de rabia, y, apoderándose de él, lo encerraron en un calabozo sin reja que dejara penetrar el menor rayo de luz. Y Anás y Caifás colocaron guardias a la puerta y pusieron su sello sobre la llave.
8. Y tuvieron consejo con los sacerdotes y con los levitas, para que se reuniesen todos después del día del sábado, y deliberasen sobre qué genero de muerte infligirían a José.
9. Y cuando estuvieron reunidos, Anás y Caifás ordenaron que se les trajese a José. Y, quitando el sello, abrieron la puerta y no encontraron a José en el calabozo en que lo habían encerrado. Y toda la asamblea quedó sumida en el mayor estupor, porque habían encontrado sellada la puerta. Y Anás y Caifás se retiraron.

Los soldados atestiguan la resurrección de Jesús. Temor de los judíos, al saberlo

XIII 1. Y, mientras ellos no salían de su asombro, uno de los soldados a quienes habían encomendado la guardia del sepulcro entró en la Sinagoga y dijo: Cuando vigilábamos la tumba de Jesús, la tierra tembló y hemos visto a un ángel de Dios, que quitó la piedra del sepulcro y que se sentó sobre ella. Y su semblante brillaba como el relámpago y sus vestidos eran blancos como la nieve. Y nosotros quedamos como muertos de espanto. Y oímos al ángel que decía a las mujeres que habían ido al sepulcro de Jesús: No temáis. Sé que buscáis a Jesús el crucificado, el cual resucitó, como lo había predicho. Venid, y ved el lugar en que había sido colocado, y apresuraos a avisar a sus discípulos que ha resurgido de entre los muertos, y que va delante de vosotros a Galilea, donde lo veréis.
2. Y los judíos, convocando a todos los soldados que habían puesto para guardar a Jesús, les preguntaron: ¿Qué mujeres fueron aquellas a quienes el ángel habló? ¿Por qué no os habéis apoderado de ellas?
3. Replicaron los soldados: No sabemos qué mujeres eran, y quedamos como difuntos, por el mucho temor que nos inspiró el ángel. ¿Cómo, en estas condiciones, habríamos podido apoderarnos de dichas mujeres?
4. Los judíos exclamaron: ¡Por la vida del Señor, que no os creemos! Y los soldados respondieron a los judíos: Habéis visto a Jesús hacer milagros, y no habéis creído en él. ¿Cómo creeríais en nuestras palabras? Con razón juráis por la vida del Señor, pues vive el Señor a quien encerrasteis en el sepulcro. Hemos sabido que habéis encarcelado en un calabozo, cuya puerta habéis sellado, a ese José que embalsamó el cuerpo de Jesús, y que, cuando fuisteis a buscarlo, no lo encontrasteis. Devolvednos a José, a quien aprisionasteis, y os devolveremos a Jesús, cuyo sepulcro hemos guardado.
5. Los judíos dijeron: Devolvednos a Jesús y os devolveremos a José, porque éste se halla en la ciudad de Arimatea. Mas los soldados contestaron: Si José está en Arimatea, Jesús está en Galilea, puesto que así lo anunció a las mujeres el ángel.
6. Oído lo cual, los judíos se sintieron poseídos de temor y se dijeron entre sí: Cuando el pueblo escuche estos discursos, todos en Jesús creerán.
7. Y reunieron una gruesa suma de dinero, que entregaron a los soldados, advirtiéndoles: Decid que, mientras dormíais, llegaron los discípulos de Jesús al sepulcro y robaron su cuerpo. Y, si el gobernador Pilatos se entera de ello, lo apaciguaremos en vuestro favor y no seréis inquietados.
8. Y los soldados, tomando el dinero, dijeron lo que los judíos les habían recomendado.

Intrigas de los judíos para invalidarla resurrección de Jesús

XIV 1. Y un sacerdote llamado Fineo, y el maestro de escuela Addas, y el levita Ageo llegaron los tres de Galilea a Jerusalén, y dijeron a todos los que estaban en la Sinagoga: A Jesús, por vosotros crucificado, lo hemos visto en el Monte los Olivos, sentado entre sus discípulos, hablando con ellos y diciéndoles: Id por el mundo, predicad a todas las naciones, y bautizad a los gentiles en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y el que crea y sea bautizado será salvo. Y, no bien hubo dicho estas cosas a sus discípulos, lo vimos subir al cielo.
2. Al oír esto, los príncipes de los sacerdotes, los ancianos del pueblo y los levitas dijeron a aquellos tres hombres: Glorificad al Dios de Israel, y tomadlo por testigo de que lo que habéis visto y oído es verdadero.
3. Y ellos respondieron: Por la vida del Señor de nuestros padres, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, declaramos decir la verdad. Hemos oído a Jesús hablar con sus discípulos y lo hemos visto subir al cielo. Si callásemos ambas cosas, cometeríamos un pecado.
4. Y los príncipes de los sacerdotes, levantándose en seguida, exclamaron: No repitáis a nadie lo que habéis dicho de Jesús. Y les dieron una fuerte suma de dinero.
5. Y los hicieron acompañar por tres hombres, para que se restituyesen a su país, y no hiciesen estada alguna en Jerusalén.
6. Y, habiéndose reunido todos los judíos, se entregaron entre sí a grandes meditaciones, y dijeron: ¿Qué es lo que ha sobrevenido en Israel?
7. Y Anás y Caifás, para consolarlos, replicaron: ¿Es que vamos a creer a los soldados, que guardaban el sepulcro de Jesús, y que aseguraron que un ángel abrió su losa? ¿Por ventura no han sido sus discípulos los que les dieron mucho oro para que hablasen así, y los dejasen a ellos robar el cuerpo de Jesús? Sabed que no cabe conceder fe alguna a las palabras de esos extranjeros, porque, habiendo recibido de nosotros una fuerte suma, hayan por doquiera dicho lo que nosotros les encargamos que dijesen. Ellos pueden ser infieles a los discípulos de Jesús lo mismo que a nosotros.

Intervención de Nicodemo en los debates de la Sinagoga. Los judíos mandan llamar a José de Arimatea y oyen las noticias que éste les da

XV 1. Y Nicodemo se levantó y dijo: Rectamente habláis, hijos de Israel. Os habéis enterado de lo que han dicho esos tres hombres, que juraron sobre la ley del Señor haber oído a Jesús hablar con sus discípulos en el monte de los Olivos, y haberlo visto subir al cielo. Y la Escritura nos enseña que el bienaventurado Elías fue transportado al cielo, y que Eliseo, interrogado por los hijos de los profetas sobre dónde había ido su hermano Elías, respondió que les había sido arrebatado. Y los hijos de los profetas le dijeron: Acaso nos lo ha arrebatado el espíritu, y lo ha depositado sobre las montañas de Israel. Pero elijamos hombres que vayan con nosotros, y recorramos esas montañas, donde quizá lo encontremos. Y suplicaron así a Eliseo, que caminó con ellos tres días, y no encontraron a Elías. Y ahora, escuchadme, hijos de Israel. Enviemos hombres a las montañas, porque acaso el espíritu ha arrebatado a Jesús, y quizá lo encontremos, y haremos penitencia.
2. Y el parecer de Nicodemo fue del gusto de todo el pueblo, y enviaron hombres, que buscaron a Jesús, sin encontrarlo, y que, a su vuelta, dijeron: No hemos hallado a Jesús en ninguno de los lugares que hemos recorrido, pero hemos hallado a José en la ciudad de Arimatea.
3. Y, al oír esto, los príncipes y todo el pueblo se regocijaron, y glorificaron al Dios de Israel de que hubiesen encontrado a José, a quien habían encerrado en un calabozo, y a quien no habían podido encontrar.
4. Y, reuniéndose en una gran asamblea, los príncipes de los sacerdotes se preguntaron entre sí: ¿Cómo podremos traer a José entre nosotros, y hacerlo hablar?
5. Y tomando papel, escribieron a José por este tenor: Sea la paz contigo, y con todos los que están contigo. Sabemos que hemos pecado contra Dios y contra ti. Dígnate, pues, venir hacia tus padres y tus hijos, porque tu marcha del calabozo nos ha llenado de sorpresa. Reconocemos que habíamos concebido contra ti un perverso designio, y que el Señor te ha protegido, Iibrándote de nuestras malas intenciones. Sea la paz contigo, José, hombre honorable entre todo el pueblo.
6. Y eligieron siete hombres, amigos de José, y les dijeron: Cuando lleguéis a casa de José, dadle el saludo de paz, y entregadle la carta.
7. Y los hombres llegaron a casa de José, y lo saludaron, y le entregaron la carta. Y luego que José la hubo leído, exclamó: ¡Bendito sea el Señor Dios, que ha preservado a Israel de la efusión de mi sangre! ¡Bendito seas, Dios mío, que me has protegido con tus alas!
8. Y José abrazó a los embajadores, y los acogió y regaló en su domicilio.
9. Y, al día siguiente, montando en un asno, se puso en camino con ellos, y llegaron a Jerusalén.
10. Y, cuando los judíos se enteraron de su llegada, corrieron todos ante él, gritando y exclamando: ¡Sea la paz a tu llegada, padre José! Y él repuso: ¡Sea la paz del Señor con todo el pueblo!
11. Y todos lo abrazaron. Y Nicodemo lo recibió en su casa, acogiéndolo con gran honor y con gran complacencia.
12. Y, al siguiente día, que lo era de la fiesta de Preparación, Anás, Caifás y Nicodemo dijeron a José: Rinde homenaje al Dios de Israel, y responde a todo lo que te preguntemos. Irritados estábamos contra ti, porque habías sepultado el cuerpo de Jesús, y te encerramos en un calabozo, donde no te encontramos, al buscarte, lo que nos mantuvo en plena sorpresa y en pleno espanto, hasta que hemos vuelto a verte. Cuéntanos, pues, en presencia de Dios, lo que te ha ocurrido.
13. Y José contestó: Cuando me encerrasteis, el día de Pascua, mientras me hallaba en oración a medianoche, la casa quedó como suspendida en los aires. Y vi a Jesús, brillante como un relámpago, y, acometido de terror, caí por tierra. Y Jesús, tomándome por la mano, me elevó por encima del suelo, y un sudor frío cubría mi frente. Y él, secando mi rostro, me dijo: Nada temas, José. Mírame y reconóceme, porque soy yo.
14. Y lo miré, y exclamé, lleno de asombro: ¡Oh Señor Elías! Y él me dijo: No soy Elías, sino Jesús de Nazareth, cuyo cuerpo has sepultado.
15. Y yo le respondí: Muéstrame la tumba en que te deposité. Y Jesús, tomándome por la mano otra vez, me condujo al lugar en que lo había sepultado, y me mostró el sudario y el paño en que había envuelto su cabeza.
16. Entonces reconocí que era Jesús, y lo adoré, diciendo: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
17. Y Jesús, tomándome por la mano de nuevo, me condujo a mi casa de Arimatea, y me dijo: Sea la paz contigo, y, durante cuarenta días, no salgas de tu casa. Yo vuelvo ahora cerca de mis discípulos.

Estupor de los judíos ante las declaraciones de José de Arimatea

XVI 1. Cuando los sacerdotes y los levitas oyeron tales cosas, quedaron estupefactos y como muertos. Y, vueltos en sí, exclamaron: ¿Qué maravilla es la que se ha manifestado en Jerusalén? Porque nosotros conocemos al padre y a la madre de Jesús.
2. Y cierto levita explicó: Sé que su padre y su madre eran personas temerosas del Altísimo, y que estaban siempre en el templo, orando, y ofreciendo hostias y holocaustos al Dios de Israel. Y, cuando Simeón, el Gran Sacerdote, lo recibió, dijo, tomándolo en sus brazos: Ahora, Señor, envía a tu servidor en paz, según tu palabra, porque mis ojos han visto al Salvador que has preparado para todos los pueblos, luz que ha de servir para la gloria de tu raza de Israel. Y aquel mismo Simeón bendijo también a María, madre de Jesús, y le dijo: Te anuncio, respecto a este niño, que ha nacido para la ruina y para la resurrección de muchos, y como signo de contradicción.
3. Entonces los judíos propusieron: Mandemos a buscar a los tres hombres que aseguran haberlo visto con sus discípulos en el monte de los Olivos.
4. Y, cuando así se hizo, y aquellos tres hombres llegaron, y fueron interrogados, respondieron con unánime voz: Por la vida del Señor, Dios de Israel, hemos visto manifiestamente a Jesús con sus discípulos en el monte de las Olivas, y asistido al espectáculo de su subida al cielo.
5. En vista de esta declaración, Anás y Caifás tomaron a cada uno de los testigos aparte, y se informaron de ellos separadamente. Y ellos insistieron sin contradicción en confesar la verdad, y en aseverar que habían visto a Jesús.
6. Y Anás y Caifás pensaron: Nuestra ley preceptúa que, en la boca de dos o tres testigos, toda palabra es válida. Pero sabemos que el bienaventurado Enoch, grato a Dios, fue transportado al cielo por la palabra de Él, y que la tumba del bienaventurado Moisés no se encontró nunca, y que la muerte del profeta Elías no es conocida. Jesús, por lo contrario, ha sido entregado a Pilatos, azotado, abofeteado, coronado de espinas, atravesado por una lanza, crucificado, muerto sobre el madero, y sepultado. Y el honorable padre José, que depositó su cadáver en un sepulcro nuevo, atestigua haberlo visto vivo. Y estos tres hombres certifican haberlo encontrado con sus discípulos en el monte de los Olivos, y haber asistido al espectáculo de su subida al cielo.

Descenso de Cristo al Infierno (Descensus Christi ad Inferos)

Nuevas y sensacionales declaracionesde José de Arimatea

XVII 1. Y José, levantándose, dijo a Anás y a Caifás: Razón tenéis para admiraros, al saber que Jesús ha sido visto resucitado y ascendiendo al empíreo. Pero aún os sorprenderéis más de que no sólo haya resucitado, sino de que haya sacado del sepulcro a muchos otros muertos, a quienes gran número de personas han visto en Jerusalén.
2. Y escuchadme ahora, porque todos sabemos que aquel bienaventurado Gran Sacerdote, que se llamó Simeón, recibió en sus manos, en el templo, a Jesús niño. Y Simeón tuvo dos hijos, hermanos de padre y de madre, y todos hemos presenciado su fallecimiento y asistido a su entierro. Pues id a ver sus tumbas, y las hallaréis abiertas, porque los hijos de Simeón se hallan en la villa de Arimatea, viviendo en oración. A veces se oyen sus gritos, mas no hablan a nadie, y permanecen silenciosos como muertos. Vayamos hacia ellos, y tratémoslos con la mayor amabilidad. Y, si con suave insistencia los interrogamos, quizá nos hablen del misterio de la resurrección de Jesús.
3. A cuyas palabras todos se regocijaron, y Anás, Caifás, Nicodemo, José y Gamaliel, yendo a los sepulcros, no encontraron a los muertos, pero, yendo a Arimatea, los encontraron arrodillados allí.
4. Y los abrazaron con sumo respeto y en el temor de Dios, y los condujeron a la Sinagoga de Jerusalén.
5. Y, no bien las puertas se cerraron, tomaron el libro santo, lo pusieron en sus manos, y los conjuraron por el Dios Adonaí, Señor de Israel, que ha hablado por la Ley y por los profetas, diciendo: Si sabéis quién es el que os ha resucitado de entre los muertos, decidnos cómo habéis sido resucitados.
6. Al oír esta adjuración, Carino y Leucio sintieron estremecerse sus cuerpos, y, temblorosos y emocionados, gimieron desde el fondo de su corazon.
7. Y, mirando al cielo, hicieron con su dedo la señal de la cruz sobre su lengua.
8. Y, en seguida, hablaron, diciendo: Dadnos resmas de papel, a fin de que escribamos lo que hemos visto y oído.
9. Y, habiéndoselas dado, se sentaron, y cada uno de ellos escribió lo que sigue.

Carino y Leucio comienzan su relato

XVIII 1. Jesucristo, Señor Dios, vida y resurrección de muertos, permítenos enunciar los misterios por la muerte de tu cruz, puesto que hemos sido conjurados por ti.
2. Tú has ordenado no referir a nadie los secretos de tu majestad divina, tales como los has manifestado en los infiernos.
3. Cuando estábamos con nuestros padres, colocados en el fondo de las tinieblas, un brillo real nos iluminó de súbito, y nos vimos envueltos por un resplandor dorado como el del sol.
4. Y, al contemplar esto, Adán, el padre de todo el género humano, estalló de gozo, así como todos los patriarcas y todos los profetas, los cuales clamaron a una: Esta luz es el autor mismo de la luz, que nos ha prometido transmitirnos una luz que no tendrá ni desmayos ni término.

Isaías con/irma uno de sus vaticinios

XIX 1. Y el profeta Isaías exclamó: Es la luz del Padre, el Hijo de Dios, como yo predije, estando en tierras de vivos: en la tierra de Zabulón y en la tierra de Nephtalim. Más allá del Jordán, el pueblo que estaba sentado en las tinieblas, vería una gran luz, y esta luz brillaría sobre los que estaban en la región de la muerte. Y ahora ha llegado, y ha brillado para nosotros, que en la muerte estábamos.
2. Y, como sintiésemos inmenso júbilo ante la luz que nos había esclarecido, Simeón, nuestro padre, se aproximó a nosotros, y, lleno de alegría, dijo a todos: Glorificad al Señor Jesucristo, que es el Hijo de Dios, porque yo lo tuve recién nacido en mis manos en el templo e, inspirado por el Espíritu Santo, lo glorifiqué y dije: Mis ojos han visto ahora la salud que has preparado en presencia de todos los pueblos, la luz para la revelación de las naciones, y la gloria de tu pueblo de Israel.
3. Al oír tales cosas, toda la multitud de los santos se alborozó en gran manera.
4. Y, en seguida, sobrevino un hombre, que parecía un ermitaño. Y, como todos le preguntasen quién era, respondió: Soy Juan, el oráculo y el profeta del Altísimo, el que precedió a su advenimiento al mundo, a fin de preparar sus caminos, y de dar la ciencia de la salvación a su pueblo para la remisión de los pecados. Y, viéndolo llegar hacia mí, me sentí poseído por el Espíritu Santo, y le dije: He aquí el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo. Y lo bauticé en el río del Jordán, y vi al Espíritu Santo descender sobre él bajo la figura de una paloma. Y oí una voz de los cielos, que decía: Éste es mi Hijo amado, en quien tengo todas mis complacencias, y a quien debéis escuchar. Y ahora, después de haber precedido a su advenimiento, he descendido hasta vosotros, para anunciaros que, dentro de poco, el mismo Hijo de Dios, levantándose de lo alto, vendrá a visitarnos, a nosotros, que estamos sentados en las tinieblas y en las sombras de la muerte.

La profecía hecha por el arcángel Miguel a Seth

XX 1. Y, cuando el padre Adán, el primer formado, oyó lo que Juan dijo de haber sido Jesús bautizado en el Jordán, exclamó, hablando a su hijo Seth: Cuenta a tus hijos, los patriarcas y los profetas, todo lo que oíste del arcángel Miguel, cuando, estando yo enfermo, te envié a las puertas del Paraíso, para que el Señor permitiese que su ángel diera aceite del árbol de la misericordia, que ungiese mi cuerpo.
2. Entonces Seth, aproximándose a los patriarcas y a los profetas, expuso: Me hallaba yo, Seth, en oración delante del Señor, a las puertas del Paraíso, y he aquí que Miguel, el numen de Dios, me apareció, y me dijo: He sido enviado a ti por el Señor, y presido sobre el cuerpo humano. Y te declaro, Seth, que es inútil pidas y ruegues con lágrimas el aceite del árbol de la misericordia, para ungir a tu padre Adán, y para que cesen los sufrimientos de su cuerpo. Porque de ningún modo podrás recibir ese aceite hasta los días postrimeros, cuando se hayan cumplido cinco mil años. Entonces, el Hijo de Dios, lleno de amor, vendrá a la tierra, y resucitará el cuerpo de Adán, y al mismo tiempo resucitará los cuerpos de los muertos. Y, a su venida, será bautizado en el Jordán, y, una vez haya salido del agua, ungirá con el aceite de su misericordia a todos los que crean en él, y el aceite de su misericordia será para los que deban nacer del agua y del Espíritu Santo para la vida eterna. Entonces Jesucristo, el Hijo de Dios, lleno de amor, y descendido a la tierra, introducirá a tu padre Adán en el Paraíso y lo pondrá junto al árbol de la misericordia.
3. Y, al oír lo que decía Seth, todos los patriarcas y todos los profetas se henchieron de dicha.

Discusión entre Satanás y la Furia en los infiernos

XXI 1. Y, mientras todos los padres antiguos se regocijaban, he aquí que Satanás, príncipe y jefe de la muerte, dijo a la Furia: prepárate a recibir a Jesús, que se vanagloria de ser el Cristo y el Hijo de Dios, y que es un hombre temerosísimo de la muerte, puesto que yo mismo lo he oído decir: Mi alma está triste hasta la muerte. Y entonces comprendí que tenía miedo de la cruz.
2. Y añadió: Hermano, aprestémonos, tanto tú como yo, para el mal día. Fortifiquemos este lugar, para poder retener aquí prisionero al llamado Jesús que, al decir de Juan y de los profetas, debe venir a expulsarnos de aquí. Porque ese hombre me ha causado muchos males en la tierra, oponiéndose a mí en muchas cosas, y despojándome de multitud de recursos. A los que yo había matado, él les devolvió la vida. Aquellos a quienes yo había desarticulado los miembros, él los enderezó por su sola palabra, y les ordenó que llevasen su lecho sobre los hombros. Hubo otros que yo había visto ciegos y privados de la luz, y por cuya cuenta me regocijaba, al verlos quebrarse la cabeza contra los muros, y arrojarse al agua, y caer, al tropezar en los atascaderos, y he aquí que este hombre, venido de no sé dónde, y, haciendo todo lo contrario de lo que yo hacía, les devolvía la vista por sus palabras. Ordenó a un ciego de nacimiento que lavase sus ojos con agua y con barro en la fuente de Siloé, y aquel ciego recobró la vista. Y, no sabiendo a qué otro lugar retirarme, tomé conmigo a mis servidores, y me alejé de Jesús. Y, habiendo encontrado a un joven, entré en él, y moré en su cuerpo. Ignoro cómo Jesús lo supo, pero es lo cierto que llegó adonde yo estaba, y me intimó la orden de salir. Y, habiendo salido, y no sabiendo dónde entrar, le pedí permiso para meterme en unos puercos, lo que hice, y los estrangulé.
3. Y la Furia, respondiendo a Satanás, dijo: ¿Quién es ese príncipe tan poderoso y que, sin embargo, teme la muerte? Porque todos los poderosos de la tierra quedan sujetos a mi poder desde el momento en que tú me los traes sometidos por el tuyo. Si, pues, tú eres tan poderoso, ¿quién es ese Jesús que, temiendo la muerte, se opone a ti? Si hasta tal punto es poderoso en su humanidad, en verdad te digo que es todopoderoso en su divinidad, y que nadie podrá resistir a su poder. Y, cuando dijo que temía la muerte, quiso engañarte, y constituirá tu desgracia en los siglos eternos.
4. Pero Satanás, el príncipe de la muerte, respondió y dijo: ¿Por qué vacilas en aprisionar a ese Jesús, adversario de ti tanto como de mí? Porque yo lo he tentado, y he excitado contra él a mi antiguo pueblo judío, excitando el odio y la cólera de éste. Y he aguzado la lanza de la persecución. Y he hecho preparar madera para crucificarlo, y clavos para atravesar sus manos y sus pies. Y le he dado a beber hiel mezclada con vinagre. Y su muerte está próxima, y te lo traeré sujeto a ti y a mi.
5. Y la Furia respondió, y dijo: Me has informado de que él es quien me ha arrancado los muertos. Muchos están aquí, que retengo, y, sin embargo, mientras vivían sobre la tierra, muchos me han arrebatado muertos, no por su propio poder, sino por las plegarias que dirigieron a su Dios todopoderoso, que fue quien verdaderamente me los llevó. ¿Quién es, pues, ese Jesús, que por su palabra, me ha arrancado muertos? ¿Es quizá el que ha vuelto a la vida, por su palabra imperiosa, a Lázaro, fallecido hacía cuatro días, lleno de podredumbre y en disolución, y a quien yo retenía como difunto?
6. Y Satanás, el príncipe de la muerte, respondió y dijo: Ese mismo Jesús es.
7. Y, al oírlo, la Furia repuso: Yo te conjuro, por tu poder y por el mío, que no lo traigas hacia mí. Porque, cuando me enteré de la fuerza de su palabra, temblé, me espanté y, al mismo tiempo, todos mis ministros impíos quedaron tan turbados como yo. No pudimos retener a Lázaro, el cual, con toda la agilidad y con toda la velocidad del águila, salió de entre nosotros, y esta misma tierra que retenía su cuerpo privado de vida se la devolvió. Por donde ahora sé que ese hombre, que ha podido cumplir cosas tales, es el Dios fuerte en su imperio, y poderoso en la humanidad, y Salvador de ésta, y, si le traes hacia mí, libertará a todos los que aquí retengo en el rigor de la prisión, y encadenados por los lazos no rotos de sus pecados y, por virtud de su divinidad, los conducirá a la vida que debe durar tanto como la eternidad.

Entrada triunfal de Jesús en los infiernos

XXII 1. Y, mientras Satanás y la Furia así hablaban, se oyó una voz como un trueno, que decía: Abrid vuestras puertas, vosotros, príncipes. Abríos, puertas eternas, que el Rey de la Gloria quiere entrar.
2. Y la Furia, oyendo la voz, dijo a Satanás: Anda, sal, y pelea contra él. Y Satanás salió.
3. Entonces la Furia dijo a sus demonios: Cerrad las grandes puertas de bronce, cerrad los grandes cerrojos de hierro, cerrad con llave las grandes cerraduras, y poneos todos de centinela, porque, si este hombre entra, estamos todos perdidos.
4. Y, oyendo estas grandes voces, los santos antiguos exclamaron: Devoradora e insaciable Furia, abre al Rey de la Gloria, al hijo de David, al profetizado por Moisés y por Isaías.
5. Y otra vez se oyó la voz de trueno que decía: Abrid vuestras puertas eternas, que el Rey de la Gloria quiere entrar.
6. Y la Furia gritó, rabiosa: ¿Quién es el Rey de la Gloria? Y los ángeles de Dios contestaron: El Señor poderoso y vencedor.
7. Y, en el acto, las grandes puertas de bronce volaron en mil pedazos, y los que la muerte había tenido encadenados se levantaron.
8. Y el Rey de la Gloria entró en figura de hombre, y todas las cuevas de la Furia quedaron iluminadas.
9. Y rompió los lazos, que hasta entonces no habían sido quebrantados, y el socorro de una virtud invencible nos visitó, a nosotros, que estábamos sentados en las profundidades de las tinieblas de nuestras faltas y en la sombra de la muerte de nuestros pecados.

Espanto de las potestades infernalesante la presencia de Jesús

XXIII 1. Al ver aquello, los dos príncipes de la muerte y del infierno, sus impíos oficiales y sus crueles ministros quedaron sobrecogidos de espanto en sus propios reinos, cual si no pudiesen resistir la deslumbradora claridad de tan viva luz, y la presencia del Cristo, establecido de súbito en sus moradas.
2. Y exclamaron con rabia impotente: Nos has vencido. ¿Quién eres tú, a quien el Señor envía para nuestra confusión? ¿Quién eres tú, tan pequeño y tan grande, tan humilde y tan elevado, soldado y general, combatiente admirable bajo la forma de un esclavo, Rey de la Gloria muerto en una cruz y vivo, puesto que desde tu sepulcro has descendido hasta nosotros? ¿Quién eres tú, en cuya muerte ha temblado toda criatura, y han sido conmovidos todos los astros, y que ahora permaneces libre entre los muertos, y turbas a nuestras legiones? ¿Quién eres tú, que redimes a los cautivos, y que inundas de luz brillante a los que están ciegos por las tinieblas de sus pecados?
3. Y todas las legiones de los demonios, sobrecogidos por igual terror, gritaban en el mismo tono, con sumisión temerosa y con voz unánime, diciendo: ¿De dónde eres, Jesús, hombre tan potente, tan luminoso, de majestad tan alta, libre de tacha y puro de crimen? Porque este mundo terrestre que hasta el día nos ha estado siempre sometido, y que nos pagaba tributos por nuestros usos abominables, jamás nos ha enviado un muerto tal como tú, ni destinado semejantes presentes a los infiernos. ¿Quién, pues, eres tú, que has franqueado sin temor las fronteras de nuestros dominios, y que no solamente no temes nuestros suplicios infernales, sino que pretendes librar a los que retenemos en nuestras cadenas? Quizá eres ese Jesús, de quien Satanás, nuestro príncipe, decía que, por su suplicio en la cruz, recibiría un poder sin límites sobre el mundo entero.
4. Entonces el Rey de la Gloria, aplastando en su majestad a la muerte bajo sus pies, y tomando a nuestro primer padre, privó a la Furia de todo su poder y atrajo a Adán a la claridad de su luz.

Imprecaciones acusadoras de la Furiacontra Satanás

XXIV 1. Y la Furia, bramando, aullando y abrumando a Satanás con violentos reproches, le dijo: Belzebú, príncipe de condenación, jefe de destrucción, irrisión de los ángeles de Dios, ¿qué has querido hacer? ¿Has querido crucificar al Rey de la Gloria, sobre cuya ruina y sobre cuya muerte nos habías prometido tan grandes despojos? ¿Ignoras cuán locamente has obrado? Porque he aquí que este Jesús disipa, por el resplandor de su divinidad, todas las tinieblas de la muerte. Ha atravesado las profundidades de las más sólidas prisiones, libertando a los cautivos, y rompiendo los hierros de los encadenados. Y he aquí que todos los que gemían bajo nuestros tormentos nos insultan, y nos acribillan con sus imprecaciones. Nuestros imperios y nuestros reinos han quedado vencidos, y no sólo no inspiramos ya terror a la raza humana, sino que, al contrario, nos amenazan y nos injurian aquellos que, muertos, jamás habían podido mostrar soberbia ante nosotros, ni jamás habían podido experimentar un momento de alegría durante su cautividad. Príncipe de todos los males y padre de los rebeldes e impíos, ¿qué has querido hacer? Los que, desde el comienzo del mundo hasta el presente, habían desesperado de su vida y de su salvación no dejan oír ya sus gemidos. No resuena ninguna de sus quejas clamorosas, ni se advierte el menor vestigio de lágrimas sobre la faz de ninguno de ellos. Rey inmundo, poseedor de las llaves de los infiernos, has perdido por la cruz las riquezas que habías adquirido por la prevaricación y por la pérdida del Paraíso. Toda tu dicha se ha disipado y, al poner en la cruz a ese Cristo, Jesús, Rey de la Gloria, has obrado contra ti y contra mí. Sabe para en adelante cuántos tormentos eternos y cuántos suplicios infinitos te están reservados bajo mi guarda, que no conoce término. Luzbel, monarca de todos los perversos, autor de la muerte y fuente del orgullo, antes que nada hubieras debido buscar un reproche justiciero que dirigir a Jesús. Y, si no encontrabas en él falta alguna, ¿por qué, sin razón, has osado crucificarlo injustamente, y traer a nuestra región al inocente y al justo, tú, que has perdido a los malos, a los impíos y a los injustos del mundo entero?
2. Y, cuando la Furia acabó de hablar así a Satanás, el Rey de la Gloria dijo a la primera: El príncipe Satanás quedará bajo tu potestad por los siglos de los siglos, en lugar de Adán y de sus hijos, que me son justos.

Jesús toma a Adán baj.o su protección y los antiguos profetas cantan su triunfo

XXV 1. Y el Señor extendió su mano, y dijo: Venid a mí, todos mis santos, hechos a mi imagen y a mi semejanza. Vosotros, que habéis sido condenados por el madero, por el diablo y por la muerte, veréis a la muerte y al diablo condenados por el madero.
2. Y, en seguida, todos los santos se reunieron bajo la mano del Señor. Y el Señor, tomando la de Adán, le dijo: Paz a ti y a todos tus hijos, mis justos.
3. Y Adán, vertiendo lágrimas, se prosternó a los pies del Señor, y dijo en voz alta: Señor, te glorificaré, porque me has acogido, y no has permitido que mis enemigos triunfasen sobre mí para siempre. Hacia ti clamé, y me has curado, Señor. Has sacado mi alma de los infiernos, y me has salvado, no dejándome con los que descienden al abismo. Cantad las alabanzas del Señor, todos los que sois santos, y confesad su santidad. Porque la cólera está en su indignación, y en su voluntad está la vida.
4. Y asimismo todos los santos de Dios se prosternaron a los pies del Señor, y dijeron con voz unánime: Has llegado, al fin, Redentor del mundo, y has cumplido lo que habías predicho por la ley y por tus profetas. Has rescatado a los vivos por tu cruz, y, por la muerte en la cruz, has descendido hasta nosotros, para arrancarnos del infierno y de la muerte, por tu majestad. Y, así como has colocado el título de tu gloria en el cielo, y has elevado el signo de la redención, tu cruz, sobre la tierra, de igual modo, Señor, coloca en el infierno el signo de la victoria de tu cruz, a fin de que la muerte no domine más.
5. Y el Señor, extendiendo su mano, hizo la señal de la cruz sobre Adán y sobre todos sus santos. Y, tomando la mano derecha de Adán, se levantó de los infiernos, y todos los santos lo siguieron.
6. Entonces el profeta David exclamó con enérgico tono: Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho cosas admirables. Su mano derecha y su brazo nos han salvado. El Señor ha hecho conocer su salud, y ha revelado su justicia en presencia de todas las naciones.
7. Y toda la multitud de los santos respondió, diciendo: Esta gloria es para todos los santos. Así sea. Alabad a Dios.
8. Y entonces el profeta Habacuc exclamó, diciendo: Has venido para la salvación de tu pueblo, y para la liberación de tus elegidos.
9. Y todos los santos respondieron, diciendo: Bendito el que viene en nombre del Señor, y nos ilumina.
10. Igualmente el profeta Miqueas exclamé, diciendo: ¿Qué Dios hay como tú, Señor, que desvaneces las iniquidades, y que borras los pecados? Y ahora contienes el testimonio de tu cólera. Y te inclinas más a la misericordia. Has tenido piedad de nosotros, y nos has absuelto de nuestros pecados, y has sumido todas nuestras iniquidades en el abismo de la muerte, según que habías jurado a nuestros padres en los días antiguos.
11. Y todos los santos respondieron, diciendo: Es nuestro Dios para siempre, por los siglos de los siglos, y durante todos ellos nos regirá. Así sea. Alabad a Dios.
12. Y los demás profetas recitaron también pasajes de sus viejos cánticos, consagrados a alabar a Dios. Y todos los santos hicieron lo mismo.

Llegada de los santos antiguos al Paraíso y su encuentro con Enoch y con Elías

XXVI 1. Y el Señor, tomando a Adán por la mano, lo puso en las del arcángel Miguel, al cual siguieron asimismo todos los santos.
2. Y los introdujo a todos en la gracia gloriosa del Paraíso, y dos hombres, en gran manera ancianos, se presentaron ante ellos.
3. Y los santos los interrogaron, diciendo: ¿Quiénes sois vosotros, que no habéis estado en los infiernos con nosotros, y que habéis sido traídos corporalmente al Paraíso?
4. Y uno de ellos repuso: Yo soy Enoch, que he sido transportado aquí por orden del Señor. Y el que está conmigo es Elías, el Tesbita, que fue arrebatado por un carro de fuego. Hasta hoy no hemos gustado la muerte, pero estamos reservados para el advenimiento del Anticristo, armados con enseñas divinas, y pródigamente preparados para combatir contra él, para darle muerte en Jerusalén, y para, al cabo de tres días y medio, ser de nuevo elevados vivos en las nubes.

Llegada del buen ladrón al Paraíso

XXVII 1. Y mientras Enoch y Elías así hablaban, he aquí que sobrevino un hombre muy miserable, que llevaba sobre sus espaldas el signo de la cruz.
2. Y, al verlo, todos los santos le preguntaron: ¿Quién eres? Tu aspecto es el de un ladrón. ¿De dónde vienes, que llevas el signo de la cruz sobre tus espaldas?
3. Y él, respondiéndoles, dijo: Con verdad habláis, porque yo he sido un ladrón, y he cometido crímenes en la tierra. Y los judíos me crucificaron con Jesús, y vi las maravillas que se realizaron por la cruz de mi compañero, y creí que es el Creador de todas las criaturas, y el rey todopoderoso, y le rogué, exclamando: Señor, acuérdate de mí, cuando estés en tu reino. Y, acto seguido, accediendo a mi súplica, contestó: En verdad te digo que hoy serás conmigo en el Paraíso. Y me dio este signo de la cruz, advirtiéndome: Entra en el Paraíso llevando esto, y, si su ángel guardián no quiere dejarte entrar, muéstrale el signo de la cruz, y dile: Es Jesucristo, el hijo de Dios, que está crucificado ahora, quien me ha enviado a ti. Y repetí estas cosas al ángel guardián, que, al oírmelas, me abrió presto, me hizo entrar, y me colocó a la derecha del Paraíso, diciendo: Espera un poco, que pronto Adán, el padre de todo el género humano, entrará con todos sus hijos, los santos y los justos del Cristo, el Señor crucificado.
4. Y, cuando hubieron escuchado estas palabras del ladrón, todos los patriarcas, con voz unánime, clamaron: Bendito sea el Señor todopoderoso, padre de las misericordias y de los bienes eternos, que ha concedido tal gracia a los pecadores, y que los ha introducido en la gloria del Paraíso, y en los campos fértiles en que reside la verdadera vida espiritual. Así sea.

Carino y Leucio concluyen su relato

EL EVANGELIO DE BERNABÉ

EL EVANGELIO DE BERNABÉ

(Fragmento italiano)

1. En el momento en que los judíos se preparaban para ir a capturar en el huerto de los Olivos a Jesús, éste fue arrebatado al tercer cielo.

2. Porque no morirá hasta el fin del mundo, y se crucificó a Judas en su lugar.

3. Dios permitió que el discípulo traidor pareciese a los judíos hasta tal punto semejante en su rostro a Jesús, que lo tomasen por él, y que, como a tal, lo entregasen a Pilatos.

4. Aquella semejanza era tamaña, que la misma Virgen María y los mismos apóstoles fueron engañados por ella.

5. Y, el día en que se publicó el decreto del Gran Sacerdote, la Virgen María volvió a Jerusalén con Jacobo, con Juan y conmigo.

6. Y, temerosa de Dios, y aun sabiendo que el decreto del Gran Sacerdote era injusto, ordenó a los que residían con ella que olvidasen a su Hijo, profeta tan santo, y muerto, sin embargo, con tanta ignominia.

7. Mas Dios, que conoce lo que pasa en el corazón de los hombres, comprendía que estábamos abrumados de dolor, a causa de la muerte de Judas, la cual mirábamos como la de Jesús mismo, nuestro maestro, y que experimentábamos el más vivo deseo de verlo, después de su resurrección.

8. He aquí por qué los ángeles que guardaban a la Virgen María subieron al tercer cielo, en que Jesús estaba acompañado de sus ángeles, y lo enteraron de lo que ocurría.

9. Entonces Jesús pidió a Dios que le diese medios de ver a su madre y a sus discípulos.

10. Y Dios, lleno de misericordia, ordenó a cuatro de sus ángeles más queridos, Gabriel, Miguel, Rafael y Uriel, que llevasen a Jesús a la casa de su madre, y que lo guardasen allí durante tres días consecutivos, no dejándolo ver por más personas que por las que creyesen en su doctrina.

11. Y Jesús, rodeado de esplendor, llegó a la habitación en que estaba la Virgen María, con sus dos hermanas, y Marta con María Magdalena, y Lázaro conmigo, y Juan con Jacobo y con Pedro. Y, al verlo, fuimos presa de tal pavor, que caímos todos al suelo como muertos.

12. Mas Jesús, levantando a su madre y a sus discípulos, dijo: No temáis, ni lloréis, porque vivo estoy, y no difunto, como habéis creído.

13. Y cada cual permaneció largo tiempo como fuera de sí, ante el asombro de ver a Jesús, a quien juzgaban muerto.

14. Y, con grandes gemidos, la Virgen exclamó: Te ruego, hijo mío, que me digas por qué, habiéndote dado Dios el poder de resucitar a los muertos, has sufrido la muerte tú, con gran vergüenza para tus parientes y para tus amigos, y con gran oprobio para tu doctrina, de suerte que todos los que te aman están como heridos de estupor y de agonía.

15. Mas Jesús, abrazando a su madre, repuso: Puedes creerme, madre mía, cuando afirmo que nunca he muerto, y que Dios me ha reservado hasta el fin del mundo.

16. Y, habiendo hablado así, ordenó a los cuatro ángeles que se dejasen ver, y que diesen testimonio del modo como las cosas habían ocurrido.

17. Y los ángeles aparecieron como cuatro soles deslumbrantes, y de nuevo todos los asistentes, presa de pavor, cayeron como muertos.

18. Entonces Jesús dio cuatro velos a los ángeles para que se cubriesen, y para que, de esta manera, su madre y sus discípulos pudiesen soportar su aspecto, y oírlos hablar.

19. Y, animándolos a ello, dijo: He aquí a los ministros de Dios. Gabriel anuncia los secretos divinos. Miguel combate a los enemigos del Altísimo. Rafael recibe las almas de los muertos. Uriel, en el último día, llamará a juicio a todos los hombres.

20. Y los ángeles contaron a la Virgen lo que Dios les había mandado, y cómo Judas había sufrido una transformación para que sufriese la pena que había querido infligir a otro.

21. Y yo, Bernabé, dije a Jesús: ¿Me permitirás, oh maestro, dirigirte una pregunta, como cuando habitabas entre nosotros?

22. Y Jesús repuso: Pregunta, Bernabé, todo lo que quieras, y te responderé.

23. Y yo inquirí: Maestro, puesto que Dios es misericordioso, ¿por qué nos ha atormentado así, y por qué ha consentido que creyésemos que había muerto, mientras tu madre te lloraba hasta el punto de hallarse muy cerca de morir también? Y a ti, que eres el Santo de Dios, ¿cómo éste te ha dejado expuesto a la infamia de morir sobre el Calvario, entre dos ladrones?

24. Y Jesús contestó: Créeme, Bernabé. Siendo Dios la pureza misma, no puede ver en sus servidores la menor falta, que no castigue severamente. Y, como mi madre y mis discípulos me amaban con un afecto demasiado terrestre y humano, Dios, que es justo, ha querido castigar este afecto en el mundo mismo, y no hacerlo expiar por las llamas del infierno. Aunque yo hubiese llevado en la tierra una vida inocente, no obstante, como los hombres me habían llamado Dios e Hijo de Dios, mi Padre, no queriendo que fuese, en el día del juicio, un objeto de burla para los demonios, prefirió que fuese en el mundo un objeto de afrenta por la muerte de Judas en la cruz, y que todos quedasen persuadidos de que yo había sufrido este suplicio infamante. Y esa afrenta durará hasta la muerte de Mahoma, que, cuando venga al mundo, sacará de semejante error a todos los que creen en la ley de Dios.

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Edmundo González Blanco

EL EVANGELIO DE SAN PEDRO

EL EVANGELIO DE SAN PEDRO
(Fragmento griego de Akhmin)

Endurecimiento de los judíos contra Jesús, después de haber protestado Pilatos de su inocencia ante ellos

I 1.Mas ninguno de los judíos se lavó las manos, ni Herodes, ni ninguno de los jueces de Jesús.
2. Y, como no querían lavárselas, Pilatos se levantó del tribunal.
3. Y entonces el rey Herodes ordenó a los judíos que aprehendieran al Señor, diciéndoles: Haced todo lo que os he mandado que hagáis.

Herodes entrega a Jesús al pueblo

II 1.Empero José, el amigo de Pilatos y del Señor, permaneció allí. Y, sabiendo que se le iba a crucificar, fue a Pilatos, y le pidió el cuerpo del Señor, para sepultarlo.
2. Y Pilatos envió a pedir a Herodes el cuerpo del Señor.
3. Mas Herodes dijo: Hermano Pilatos, aun cuando nadie lo pidiese, nosotros lo sepultaríamos, sin esperar a que despuntase el día del sábado, porque escrito está en la ley que no se ocultará el sol sobre un hombre puesto en suplicio mortal.
4. Y lo entregó al pueblo, la víspera de los Ázimos, su fiesta.

Pasión de Jesús

III 1. Y ellos, habiendo agarrado al Señor, lo empujaban a toda prisa, y decían: Arrastremos al Hijo de Dios, ahora que somos dueños de él.
2. Y lo revistieron con un manto de púrpura, y lo hicieron sentarse en el Tribunal, diciendo: Juzga equitativamente, rey de Israel.
3. Y uno de ellos, habiendo traído una corona de espinas, la colocó sobre la cabeza del Señor.
4. Y otros, puestos delante de él, le escupían en el rostro, y otros le pegaban en las mejillas, y otros lo golpeaban con una caña, y algunos lo azotaban con un látigo, diciendo: Tributemos estos honores al Hijo de Dios.

Crucifixión de Jesús

IV 1.Y tomaron dos malhechores, y crucificaron al Señor entre ellos. Mas él se callaba, como aquel que no siente sufrimiento alguno.
2. Y, cuando hubieron levantado la cruz, inscribieron en ella: Éste es el rey de Israel.
3. Y, habiendo depositado ante él sus vestidos, echaron suertes sobre ellos, y se los repartieron.
4. Empero uno de los malhechores les dirigió reproches, diciendo: Nosotros, por el mal que hemos hecho, sufrimos así. Mas éste, que se ha convertido en el Salvador de los hombres, ¿qué mal os ha hecho?
5. Y, habiéndose irritado contra él, ordenaron que se le rompiesen las piernas, a fin de que muriese entre tormentos espantosos.

Últimos momentos de Jesús

V 1.Y era mediodía, y las tinieblas se apoderaron de toda la Judea, y ellos estaban turbados, y se preguntaban con inquietud si el sol se habría ocultado ya, considerando que él vivía aún, y que está escrito para ellos que el sol no debe ocultarse sobre un hombre puesto en suplicio mortal.
2. Y uno de ellos dijo: Dadle a beber hiel con vinagre. Y, habiendo hecho la mezcla, se la dieron a beber.
3. Y consumaron todas las cosas, y acumularon sobre sus cabezas sus pecados.
4. Muchos circulaban con lámparas encendidas, pensando que era ya de noche, y se ponían a la mesa.
5. Y el Señor clamó, diciendo: Mi potencia, mi potencia, me has abandonado. Y pronunciadas estas palabras perdió la vida.
6. Y, en aquella misma hora, el velo del templo de Jerusalén se rompió en dos.

Sepultura de Jesús

VI 1.Entonces los judíos arrancaron los clavos de las manos del Señor y lo pusieron en tierra. Y la tierra entera tembló y un gran temor se esparció entre el pueblo.
2. Mas el sol volvió a brillar, y se encontró que era la hora de nona.
3. Los judíos se regocijaron de ello, y dieron a José el cuerpo del Señor, para que lo sepultase. Porque José había sido testigo de todo el bien que el Señor había hecho.
4. Habiendo, pues, tomado al Señor, lo lavó, y lo envolvió en un lienzo, y lo transportó a su propia tumba, llamada el huerto de José.
5. Y los judíos y los ancianos y los sacerdotes comprendieron el mal que se habían hecho a sí mismos, y comenzaron a lamentarse y a exclamar: ¡Malhayan nuestros pecados! El juicio y el fin de Jerusalén se aproximan.

Duelo de los discípulos

VII 1.Cuanto a mí, me afligía con mis compañeros y, con el espíritu herido, nos ocultábamos, porque sabíamos que los judíos nos buscaban, como malhechores y como acusados de querer incendiar el templo.
2. A causa de todo esto, ayunábamos, y permanecimos en triste duelo, y llorando, noche y día, hasta el sábado.

Pánico de los judíos

VIII 1.Pero los ancianos y los escribas y los fariseos se habían reunido en concilio, y, al saber que todo el pueblo murmuraba, y se golpeaba el pecho, diciendo: Si a su muerte se han producido tamaños signos, ello demuestra que era justo, cobraron gran pavor.
2. Y fueron a Pilatos, rogándole, y diciendo:
3. Procúranos soldados, a fin de que guardemos su tumba durante tres días. Así evitaremos que sus discípulos vayan a robar su cuerpo y que el pueblo, creyendo que ha resucitado de entre los muertos, nos cause algún mal.

El sepulcro de Jesús guardado y sellado
IX 1. Pilatos, pues, les dio al centurión Petronio con soldados, para guardar el sepulcro. Y a éste fueron con ellos los ancianos y los escribas y los fariseos.
2. Y habiendo arrastrado hasta aquel lugar una enorme piedra, en un esfuerzo común y con ayuda del centurión y de los soldados, todos los que estaban allí la colocaron a la puerta del sepulcro, de modo que obstruyese su entrada.
3. Y fijaron, para asegurarla, siete sellos y, plantando una tienda, montaron la guardia.
4. Y por la mañana, cuando el sábado comenzaba a despuntar, llegó una gran multitud de gentes de Jerusalén y de sus cercanías, para ver el sepulcro sellado.
Prodigios que en el sepulcro ocurrieron
X 1.Empero, en la noche tras la cual se abría el domingo, mientras los soldados en facción montaban dos a dos la guardia, una gran voz se hizo oír en las alturas.
2. Y vieron los cielos abiertos, y que dos hombres resplandecientes de luz se aproximaban al sepulcro.
3. Y la enorme piedra que se había colocado a su puerta se movió por sí misma, poniéndose a un lado, y el sepulcro se abrió. Y los dos hombres penetraron en él.
4. Y, no bien hubieron visto esto, los soldados despertaron al centurión y a los ancianos, porque ellos también hacían la guardia.
5. Y, apenas los soldados refirieron lo que habían presenciado, de nuevo vieron salir de la tumba a tres hombres, y a dos de ellos sostener a uno, y a una cruz seguirlos.
6. Y la cabeza de los sostenedores llegaba hasta el cielo, mas la cabeza de aquel que conducían pasaba más allá de todos los cielos.
7. Y oyeron una voz, que preguntaba en las alturas: ¿Has predicado a los que están dormidos?
8. Y se escuchó venir de la cruz esta respuesta: Sí.
9. Los circunstantes, pues, se preguntaban unos a otros si no sería necesario marchar de allí, y relatar a Pilatos aquellas cosas.
10. Y, en tanto que deliberaban todavía, otra vez aparecieron los cielos abiertos, y un hombre que de ellos descendió y que entró en el sepulcro.
Temor de los que hicieran la guardia en el sepulcro

XI 1.Visto lo cual, el centurión y sus compañeros de guardia se apresuraron a ir a visitar a Pilatos por la noche, abandonando el sepulcro que vigilaran. Y contaron todo lo que habían presenciado, vivamente inquietos y diciendo: Verdaderamente era Hijo de Dios.
2. Mas Pilatos, respondiendo, dijo: Yo estoy puro de la sangre del Hijo de Dios, y sois vosotros los que lo habéis decidido así.
3. Entonces todos le rogaron, sumisos, que ordenase al centurión y a los soldados no decir nada de lo que habían visto.
4. Porque (arguyeron), siendo culpable del mayor pecado ante Dios, nos importa no caer en manos del pueblo judío, y no ser lapidados.
5. Y Pilatos ordenó al centurión y a los soldados que nada dijesen.

Visita de varias mujeres al sepulcro

XII 1.Al rayar el alba, María Magdalena, discípula del Señor, tomando consigo a varias de sus amigas, fue con ellas al sepulcro en que aquél había sido depositado.
2. Y eligió esa hora, por temor a los judíos, los cuales estaban inflamados de cólera, y ella no había hecho, sobre el sepulcro del Señor, lo que las mujeres acostumbran a hacer con los muertos y con los seres queridos.
3. Y las visitantes temían que los judíos las viesen, y decían: Aunque el día en que se lo crucificó no hayamos podido llorar y lamentarnos, hagámoslo ahora, al menos sobre su sepulcro. ¿Quién nos revolverá la piedra de la puerta del sepulcro, a fin de que entremos, nos sentemos junto a él, y lo unjamos?
4. Porque la piedra es enorme, y tememos que alguien nos vea. Y, si no podemos revolverla, al menos depositaremos a la entrada lo que traemos en memoria suya. Y lloraremos, y nos lamentaremos, hasta que volvamos a nuestras casas.

Las mujeres encuentran el sepulcro abierto y un ángel les anuncia la resurrección de Jesús

XIII 1.Y, habiendo llegado al sepulcro, lo encontraron abierto. Y aproximándose, y bajándose a mirar, vieron, sentado en medio del sepulcro, un mancebo hermoso y vestido con una ropa muy brillante, que les dijo:
2. ¿Por qué habéis venido? ¿A quién buscáis? ¿Al crucificado? Resucitó, y se fue. Y, si no lo creéis, mirad, y ved que no está ya en el lugar en que se lo puso. Porque se ha levantado de entre los muertos, y se ha ido a la mansión de donde se lo había enviado.
3. Entonces las mujeres, espantadas, huyeron.

Los discípulos continúan afligidos

XIV 1.Y era el último día de los Ázimos, y muchos salían de la ciudad, y regresaban a sus hogares, por haber terminado la fiesta.
2. Nosotros, los doce discípulos del Señor, llorábamos y nos afligíamos. Y cada cual, apesadumbrado por lo que sucediera, se retiró a su casa.
3. Cuanto a mí, Simón Pedro, y a Andrés, mi hermano, tomamos nuestras redes y nos fuimos al mar. Y estaba con nosotros Levi, hijo de Alfeo, cuando el Señor… 

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Edmundo González Blanco

——————————————————————————–

(Citas en la literatura cristiana primitiva)

Serapión (Ob. de Antioquía 190-211)

1. Nosotros, en efecto, hermanos, recibimos tanto a Pedro como a los demás apóstoles cual si se tratara de Cristo mismo, pero rechazamos con conocimiento de causa las obras falsificadas con sus nombres, sabiendo que semejantes escritos no los hemos recibido por tradición. Yo, cuando me encontraba en medio de vosotros, suponía que todos estabais adheridos a la  verdadera fe, y por no hojear el evangelio atribuido a Pedro, que ellos mismos me presentaban, dije que, si era aquello lo único que les acongojaba, podían leerlo. Mas ahora, al enterarme de que su verdadero sentir estaba enmarañado en cierta herejía, a juzgar por lo que se me ha dicho, me apresuré a personarme de nuevo entre vosotros. Así, pues, hermanos, esperadme en breve. Por nuestra parte, hermanos, después de darnos perfecta cuenta de la herejía a que estaba adherido Marciano, quien llegaba a contradecirse a sí mismo, no entendiendo lo que decía (cosa que podréis saber por mi carta), nos ha sido, pues, posible por medio de los que manejaron este mismo evangelio; es decir, por los sucesores de los que le entronizaron (a los que llamaremos docetas, pues la mayor parte de sus doctrinas están impregnadas en las enseñanzas de estos herejes), hemos podido, digo, por medio de éstos manejar el libro en cuestión, hojearlo y comprobar que la mayor parte del contenido está conforme con la recta doctrina del Salvador, si bien se encuentran algunas recomendaciones nuevas que hemos sometido a vuestra consideración. Y esto es lo que escribía Serapión. (citado por Eusebio, Hist. Eccl. VI 12,2-6)

——————————————————————————–

Orígenes (+ 253-254)

2. Algunos, haciendo caso a la tradición contenida en el evangelio titulado según Pedro o en el libro de Santiago, dicen que los hermanos de Jesús son hijos de José, habidos de una primera mujer que convivió con éste antes que María. (Comm. in Mt. 10,17)

——————————————————————————–

Eusebio de Cesarea (+ 339)

3. Y por lo que se refiere a los llamados Hechos suyos [de Pedro], al Evangelio que lleva su nombre y a lo que llaman su Predicación y su Apocalipsis, sabemos que no han sido en manera alguna incluidos por la tradición entre los católicos [libros canónicos], pues ningún escritor eclesiástico antiguo o contemporáneo se sirvió de testimonios procedentes de tales obras. (Hist. Eccl. III 3,2)

4. Por otra parte, el estilo desdice de las maneras apostólicas; además, las sentencias y principios del contenido, en total desacuerdo con la verdadera ortodoxia, demuestran claramente que se trata, en efecto,  de teorías inventadas por herejes. Por que tales obras no deben ser catalogadas siquiera entre las apócrifas, sino rechazadas por absurdas e irreverentes. (Hist. Eccl. III 25,6-7)

——————————————————————————–

Teodoreto Cirense (+ h.460)

5. Los nazarenos son judíos que veneran a Cristo como hombre justo y que se sirven del evangelio llamado según Pedro. (Haeret. fabularum. comp. II 2)
 

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero, BAC

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO SEGÚN LOS HEBREOS

FRAGMENTOS DEL EVANGELIO SEGÚN LOS HEBREOS
(Citas en la literatura cristiana primitiva)

San Irineo (+ h.202)

1. [Los ebionitas] utilizan únicamente el evangelio que es según San Mateo y rechazan al apóstol Pablo, llamándole apóstata de la Ley. (Adv. haeres. I 26,2)

2. Pues los ebionitas, sirvíendose solamente del evangelio que es según San Mateo, se dejan persuadir por él y no piensan rectamente del Señor. (Adv. haeres. III 11,7)

——————————————————————————–

Clemente Alejandrino (+ ant.215)

3. Y como también está escrito en el evangelio según los Hebreos: El que se admiró, reinará; y el que reinó, descansará. (Strom. II 9)

4. Pues aquello puede equivaler a ésto: El que pide, no cejará hasta que encuentre. Y en encontrando, se llenará de estupor; y en llenándose de estupor, reinará; y en reinando, descansará. (Strom. V 14)

——————————————————————————–

Orígenes (+ 253-254)

5. Y si alguien acepta el Evangelio de los Hebreos, donde el Salvador en persona dice: Poco ha me tomó mi madre, el Espíritu Santo, por uno de mis cabellos y me llevó al monte sublime del Tabor, se quedará perplejo al considerar cómo puede ser madre de Cristo el Espíritu Santo, engendrado por el Verbo. Pero tampoco esto le es a éste difícil de explicar. (In Io. 2,6)

6. Si alguien admite el: Ha poco me tomó mi madre, el Espíritu Santo, y me llevó al monte sublime del Tabor y lo que sigue, puede, viendo en Él a su madre, decir… (Hom. in Ier. 15,4)

——————————————————————————–

Eusebio de Cesarea (+ 339)

7. Ya algunos han querido incluir entre estos escritos [cuya canonicidad se discute] el Evanelio según los Hebreos, que es el mayor encanto de los judíos que han recibido a Cristo. (Hist. Eccl. III 25)

8. Éstos [los ebionitas] pensaban que debían ser rechazadas todas las cartas del Apóstol, llamándole a éste apóstata de la Ley; y utilizando solamente el llamado Evangelio según los Hebreos, hacían poco caso de todos los demás. (Hist. Eccl. III 27)

9. Narra también [Papías] otra historia contenida en el Evangelio según los Hebreos, referente a una mujer acusada ante el Señor de muchos pecados. (Hist. Eccl. III 39)

10. [Hegesipo] habla algo del Evangelio según los Hebreos y del siríaco, y particularmente del dialecto hebreo, dando a entender que él había llegado a la fe gracias a los hebreos. Recuerda asimismo otras cosas como si provinieran de la tradición judaica no escrita. (Hist. Eccl. IV 22)

11. Puesto que el evangelio que ha llegado hasta nosotros en caracteres hebreos no lanzaba la amenaza contra el que escondió (el talento), sino contra el que vivió disolutamente —pues distinguía tres siervos: uno que había consumido la hacienda de su señor con meretrices y flautistas; otro que había hecho rendir mucho su trabajo, y otro, finalmente,que había ocultado el talento. Y dijo que el primero fuera recibido; que el segundo, tan sólo amonestado, y que al tercero le metieran en la cárcel—, se me ocurre preguntar si por ventura en el Evangelio de San Mateo la amenaza que viene después de la reprimenda contra el indolente va dirigida, no ya contra éste, sino (por epanálepsis) contra el anterior, que había comido y bebido con los borrachos. (Theophania IV 22)

12. Él dio a conocer [ya] la causa de la escisión de las almas, cual ha de sobrevenir a los edificios, como hemos podido comprobarlo en un lugar del evangelio que está divulgado entre los judíos, en lengua hebrea, donde se dice: Yo he de escogerme los que me complazcan; [y éstos son] los que me da mi padre en el cielo. (Theoph. [siríaca] IV 12)

13. … así es posible reconocer la fuerza de que se sirvió [y constatar] que no sólo predijo el futuro, sino que además vinculó los hechos a su palabra; sobre todo en lo que se refiere a aquello que está escrito: Yo me escojo los mejores, los que me da mi padre en el cielo. (Theoph., ibid.)

——————————————————————————–

San Epifanio (+ 403)

14. Está en poder de [los nazarenos] el Evangelio según San Mateo, completísimo, y en hebreo. Pues entre ellos se conserva, sin duda, todavía éste tal como fue compuesto originariamente, en caracteres hebreos. Lo que no sé es si han suprimido las genealogías desde Abrahán hasta Cristo. (Haeres. l.I t.2 d.29,9)

——————————————————————————–

San Jerónimo (+ 419 o 420)

15. Como podemos también leer en el Evangelio Hebreo, [donde] el Señor habla a los discípulos diciéndoles: Nunca estéis contentos sino cuando miréis a vuestro hermano con amor. (Comm. III in Eph. 5,4)

16. … Pero quien leyere el Cantar de los Cantares y entendiere que el esposo del alma es el Verbo de Dios, y diere crédito al evangelio publicado [bajo el título] según los Hebreos, que recientemente hemos traducido —en el que, refiriéndose a la persona del Salvador, se dice: Hace poco me tomó mi madre, el Espíritu Santo, por uno de mis cabellos—, no tendrá reparo en decir que el Verbo de Dios procede del Espíritu, y que, por tanto, el alma, que es esposa del Verbo, tiene por suegra al Espíritu Santo, cuyo nombre entre los hebreos es de género femenino, RUAH. (Comm. II in Mich. 7,6)

17. También el evangelio llamado según los Hebreos, traducido recientemente por mí al griego y al latín, del que Orígenes se sirve con frecuencia, después de la resurrección refiere los siguiente: Mas el Señor, depués de haber dado la sábana al criado del sacerdote, se fue hacia Santiago y se le apareció. (Pues es de saber que éste había hecho voto de no comer pan desde aquella hora en que bebió el cáliz del Señor hasta tanto que le fuera dado verle resucitado de entre los muertos). Y poco después: Traed, dijo el Señor, la mesa y el pan. Y a continuación se añade: Tomó un poco de pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio a Santiago el Justo, diciéndole: hermano mío, come tu pan, porque el Hijo del hombre ha resucitado de entre los muertos. (De viris ill. 2)

18. Aun el texto mismo hebreo se conserva hasta hoy en la biblioteca de Cesarea, que el mártir Pánfilo formó con muchísimo empeño. También a mí, los nazarenos que viven en Berea (Alepo), ciudad de Siria, y que se sirven de este libro, me proporcionaron ocasión de copiarlo. En el cual es de notar que, siempre que el evangelista, ya por cuenta propia, ya poniéndolo en boca del Salvador, aduce testimonios del Antiguo Testamento, no sigue la interpretación de los 70, sino la antigua hebraica. Entre los cuales están aquellos dos: De Egipto llamé a mi Hijo y será llamado Nazareno. (De viris ill. 3)

19. Ignacio … escribió … a los de Esmirna y a Policarpo en particular. En esta carta se aduce un testimonio acerca de la persona de Cristo, sacado del evangelio recientemente traducido por mí, en estos términos: Yo a mi vez pude verle e su propia carne después de la resurrección, y estoy convencido de que vive. Y cuando se dirigió a Pedro y a los que con él estaban, les dijo: Palpad y ved que no soy un fantasma sin cuerpo. Y al momento le tocaron y creyeron. (De viris ill. 16)

20. En Belén de Judea: Es éste un error de los copistas, pues creemos que el evangelista dijo, como leemos en el texto hebreo, de Judá, y no de Judea. (Comm. I in Mt. 2,5)

21. En el evangelio llamado según los Hebreos se encuentra mahar, que quiere decir de mañana, en lugar de sobresustancial; de manera que el sentido resulta así: Danos hoy el pan de mañana, esto es, el del futuro. (Comm. I in Mt. 6,11)

22. En el evangelio hebreo según San Mateo se dice: Danos hoy el pan de mañana, esto es, danos hoy el pan que vas a darnos en tu reino. (Tract. in Ps. 135)

23. En el evangelio usado por nazarenos y ebionitas (que recientemente hemos traducido del hebreo al griego y que la mayoría llaman el auténtico de San Mateo), este hombre que tiene la mano seca, se dice ser un albañil, y se le describe pidiendo socorro con estas exclamaciones: Era albañil y me ganaba elsustento con mis manos; te ruego ¡oh Jesús!, que me devuelvas la salud para no verme obligado a mendigar vergonzosamente mi sustento. (Comm. I in Mt. 12,13)

24. En el evangelio que usan los nazarenos encontramos escrito, en lugar de hijo de Baraquías, hijo de Joyada. (Comm. IV in Mt. 23,35)

25. Éste (Barrabás), que había sido condenado por rebelión y homicidio, se interpreta hijo de su maestro en el evangelio llamado según los Hebreos. (Comm. IV in Mt. 27,16)

26. En (ese) evangelio, que repetidas veces hemos mencionado, leemos que el arquitrabe del templo, de tamaño extraordinario, se rompió y se partió. (Comm. IV in Mt. 27,51)

27. Y en el evangelio escrito con caracteres hebreos leemos, que no se rasgó el velo del templo, sinó que se vino abajo el arquitrabe del citado templo, cuya magnitud causaba admiración. (Ep. 120,8 ad Hedybiam)

28. Mas según el evangelio escrito en lengua hebrea, leído por los nazarenos, descenderá sobre él toda la fuente del Espíritu Santo. El Señor es espíritu; y donde el espíritu del Señor, allí está la libertad… Y a propósito, en el evangelio del que hace poco hicimos mención, encontramos escrito: Y sucedió que, cuando hubo subido el Señor del agua, descendió toda la fuente del Espíritu Santo, descansó sobre Él, y le dijo: Hijo mío, a través de todos los profetas te estaba esperando para que vinieras y pudiera descansar en ti. Pues tú eres mi descanso, mi Hijo primogénito, que reinas por siempre. (Comm. IV in Is. 11,2)

29. Pues como los apóstoles le tuvieran por un espíritu, o como dice el evangelio que entre los hebreos leen los nazarenos, por un fantasma sin cuerpo… (Comm. in Is. 18 praef.)

30. Y en el evangelio que acostumbraron a leer los los nazarenos, según los Hebreos, se cuenta entre los crímenes mayores el haber causado tristeza al alma de su hermano. (Comm. IV in Ez. 18,7)

31. En el Evangelio según los Hebreos, que fue escrito en lengua caldea y siríaca, mas con caracteres hebreos, del que se sirven hasta hoy los nazarenos, según los apóstoles, o, como prefiere la mayor parte, según San Mateo, conservado en la bibliotea de Cesárea, se cuenta esta historia: He aquí que la madre del Señor y sus hermanos le decían: Juan el bautista bautiza en remisión de los pecados; vayamos (también nosotros) y seamos bautizados por Él. Mas Él les dijo: ¿Qué pecados he cometido yo para que tenga que ir y ser bautizado? De no ser que esto que acabo de decir sea una ignorancia mía. (Contra Pelag. III 2)

32. Y en el mismo libro [Evangelio según los Hebreos]: Si pecare, dice, tu hermano de palabra y te diere satisfacción, recíbele siete veces al día. Díjole Simón, su discípulo: ¿Siete veces al día? Respondió el Señor y le dijo: Te digo que sí, y aun setenta veces siete. Puesto que aun en los mismos profetas, después de haber sido ungidos por el Espíritu Santo, se han encontrado faltas. (Contra Pelag. III 2)

——————————————————————————–

Ps. Orígenes Latino

33. Está escrito en cierto evangelio, llamado según los Hebreos (si es que place admitirlo, no como autoridad, sino para esclarecimiento de la cuestión propuesta): Díjole el otro de los ricos: ¿Qué de bueno tengo que hacer para poder vivir? Díjole: Cumple la ley y los profetas. Respondióle: Ya lo vengo haciendo. Díjole: Ve, vende todo lo que es tuyo, distribúyeselo entre los pobres, y vente, sígueme. Mas el rico empezó a rascarse la cabeza, y no le agradó (el consejo). Díjole el Señor: ¿Cómo te atreves a decir: He observado la Ley y los Profetas? Puesto que está escrito en la Ley: Amarás a ru prójimo como a ti mismo. Y he aquí que muchos hermanos tuyos, hijos de Abrahán, están vestidos de basura y muriéndose de hambre, mientras que mi casa está llena de bienes abundantes, sin que salga nada de ella.
Y volviéndose, dijo a Simón, su discípulo, que estaba sentado a su lado: Simón, hijo de Juan, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico en el cielo. (Comm. in Mt. 15,14)

——————————————————————————–

Ps. Cipriano

34. Y el inventor de este bautismo adulterino, o mejor, mortífero, si algún otro es, sobre todo … aquel libro supositicio titulado Predicación de Pablo. En el cual podrás encontrar, contra el testimonio de todas las escrituras, a Cristo confesando su propio pecado (Él, que fue el único que no pecó lo más mínimo), e impelido, casi contra su voluntad, por María, su madre, a recibir el bautismo de Juan. Y que, mientras era bautizado, se vio fuego sobre el agua, cosa que no figura en evangelio alguno. Y que Pedro y Pablo, después de tanto tiempo, depués de consignar el evangelio en Jerusalén y de cambiar impresiones, y después de la discusión y disposición de lo que había de hacerse, por fin [vinieron a verse] en Roma, como si entonces precisamente se conocieran por vez primera. Y otras cosas parecidas, inventadas absurda y torpemente, encontrarás reunidas en aquel libro. (De rebaptism. c.17)

——————————————————————————–

Teodoreto Cirense (+ h.460)

35. Los nazarenos admiten solamente el Evangelio de los Hebreos, y llaman apóstata al Apóstol. (Haeret. Fabul. Comp. II 1)

36. [Los nazarenos] han utilizado únicamente el Evangelio según San Mateo. (ibid.)

37. Los nazarenos son judíos que honran a Cristo como hombre justo y usan el evangelio llamado según San Pedro. (ibid.)

——————————————————————————–

Felipe de Side (+ h.430)

38. [Los antuguos] rechazaban de plano el Evangelio según los Hebreos y el llamado de Pedro y el de Tomás, diciendo que eran escritos heréticos. (Extractos, cit. por Lagrange)

——————————————————————————–

Stichometria (s.IV)

39. Cuarto Evangelio según los Hebreos: 2200 líneas. (añadida a la Chronographia de Nicéforo h.850)

——————————————————————————–

Haymon de Auxerre (+ h.850)

40. Como se dice en el Evangelio de los Nazarenos, que, al oír esta voz del Señor: [Padre, perdónalos], muchos miles de judíos que estaban en torno a la cruz, creyeron.  (Comm. II in Is., 53)

——————————————————————————–

Versión copta de San Cirilo de Jerusalén

41. Está escrito en [el evangelio] según los Hebreos que, deseando Cristo venir a la tierra para efectuar la redención, el Buen Padre llamó a una fuerza celestial por nombre Miguel, recomendándole el Ciudado de Cristo en esta empresa. Y vino la fuerza al mundo, y se llamaba María, y (Cristo) estuvo siete meses en su seno. Después le dio a luz, y creció en estatura y escogió a los apóstoles … fue crucificado y asumido por el Padre. —Cirilo le dice: ¿En qué lugar de los cuatro Evangelios se dice que la santa Virgen María, madre de Dios, es una fuerza? —El monje responde: En el Evangelio de los Hebreos. —¿Entonces, dice Cirilo, son cinco los Evangelios? ¿Cuál es el quinto? —El monje responde: Es el Evangelio que fue escrito para los Hebreos.

Cuando ellos le pusieron en cruz, el padre le asumió hacia sí en los cielos. (fragmento copto publicado por V. Burch)

——————————————————————————–

(Añadiduras a códices cursivos griegos de San Mateo)

Glosas que reproducen el IOUDAIKON

42. El Judaico no dice en la ciudad santa, sino en Jerusalén. (In Mt. 4,5: cod. 566 Tisch.)

43. Bariona]: El Judaico: hijo de Juan. (In Mt. 16,17: cod. 566; d 30; e 77)

44. El Judaico dice así después de setenta veces siete: Pues también en los profetas, después de haber sido ungidos con el espíritu Santo, se encuentra pecado. (cod 566; e 77 175; In Mt. 18,22)

45. El Judaico: y negó y juró y echó maldiciones. (In Mt. 27,65: cod. 566; d 30; e 77 175 370 371)

46. La palabra eikh no aparece en ciertos ejemplares (códices), ni en el Judaico. (In Mt. 5,22: cod. d 30)

47. El Judaico en este punto dice así: Si estáis en mi regazo y no hacéis la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, yo os arrojaré de mi seno. (In Mt. 7,5: cod. d 30)

48. El Judaico: más [prudentes] que las serpientes. (In Mt. 10,16)

49. El Judaico dice: es saqueado. (In Mt. 11,12: cod. d 30)

50. El Judaico: te doy gracias. (In Mt. 11,25: cod. d 30)

51. El Judaico no dice: tres [días y tres noches]. (In Mt. 12,40: cod. e 175)

52. El Judaico: el Korbán, en el que vosotros saldréis beneficiados por nosotros. (In Mt. 15,1: cod. d 30)

53. Lo señalado con asterisco no está en los otros, sinó en el Judaico. (In Mt. 16,2s.: cod. d 30)

54. El Judaico: Y les puso a su disposición gente armada que se pusiera al frente de la gruta y le hiciera guardia de día y de noche. (In Mt. 27,65: cod. d 30)
 

Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero, BAC

1 2