Que sucedería si Dios instalara un contestador telefónico automático en el cielo

Que sucedería si Dios instalara un contestador telefónico automático en el cielo?

Imagínate rezando y escuchando el siguiente mensaje:

Gracias por llamar a la Casa de mi Padre.
Por favor selecciona una de estas opciones:
* Presiona 1 para peticiones.
* Presiona 2 para acciones de gracias.
* Presiona 3 para quejas.
* Presiona 4 para cualquier otro asunto”
Imagínate que Dios usara esta conocida excusa:
” De momento todos nuestros ángeles están ocupados, atendiendo a otros clientes. Por favor manténgase rezando en la línea, su llamada será atendida en el orden que fue recibida. “..

¿Te imaginas obteniendo este tipo de respuestas cuando llames a Dios en tu oración?:
_ Si deseas hablar con Gabriel, presiona 5.
_Con Miguel, presiona 6.
_Con cualquier otro ángel, presiona 7.
_ Si deseas que el Rey David te cante un Salmo, presiona 8. _ Si deseas obtener respuestas a preguntas necias sobre los dinosaurios, la edad de la Tierra, donde esta el Arca de Noe, por favor espérate a llegar al Cielo.

¿Te imaginas lo siguiente en tu oración?:
Nuestra computadora señala que ya llamaste hoy. Por favor despeja la línea para otros que también quieren rezar… O bien:

Nuestras oficinas están cerradas por Semana Santa. Por favor, vuelve a llamar el Lunes.

Sera que Dios siempre son escucha???? o a veces se hace el desentendido???, ooooo ???

Cuentos para no dormir

Me pidieron que participara en un evento de lecturas de cuentos, con vistas de que fueron puros adultos tuve que cambiar la tematica de los cuentos e inprovisar.

Los cuentos fueron:
Capirujita roja y el padrote feroz.
reseña: la abuelita regentea una casa de mala nota y le pide a la capirujita que vaya por un mandado a la zona roja. Ahi se encontrara a un patrullero que le pide mordida y termina haciendole de alcahuete con la abuelita.

Blanca nieves y los 7 negritos.
Blanca nieves cansada de que se la agarren de cenicienta opta por irse al bosque por que su malvada madastra planea enviarla a un convento de monjas…

Las chicas superponedoras
Omito la reseña
je

Los tres reyes marros
Las aventuras de malechos, Vaasaltar y Malgastar tratando de buscar a Jose y a Maria por ser deudores de la casa de prestamo.

Buscando a Memo
Aventura real en donde al Memo un cuate que teniamos cuando tenia 17 años lo agarra la policia municipal y se lo lleva al juzgado civico, una aventura de 8 horas buscandolo para que resultara que el guey este estuviera desde las 8 de la noche dormido en su casa. Termina la historia cuando le tiramos un par de chelas encima y lo dejamos en la via publica reportandolo con la policia por beber en la via publica.

Grandes verdades y algo de humor

1-El amor eterno dura aproximadamente 3 meses y eso con suerte.
2-No te metas en el mundo de las drogas… Ya somos muchos y hay poca.
3-Todo tiempo pasado fue anterior.
4-Tener la conciencia limpia es síntoma de mala memoria.
5-El que nace pobre y feo tiene grandes posibilidades de que al crecer, desarrolle ambas condiciones.
6-Los honestos son inadaptados sociales.
7-El que quiere celeste, que mezcle azul y blanco.
8-Pez que lucha contra la corriente, muere electrocutado.
9-La esclavitud no se abolió, se cambió a 8 horas diarias.
10-Si la montaña viene hacia ti, ¡corre, es un derrumbe!
11-Lo importante no es ganar, sino hacer perder al otro.
12-No soy un completo inútil… Por lo menos sirvo de mal ejemplo.
13-La droga te buelbe vruto.
14-Si no eres parte de la solución, eres parte del problema.
15-Errar es humano… pero echarle la culpa a otro es mas humano todavía.
16-El que nace pa tamal, nunca ta bien.
17-Lo importante no es saber, es tener el teléfono del que sabe.
19-Yo no sufro de locura… la disfruto a cada minuto.
20-Es bueno dejar el trago, lo malo es no acordarse donde.
21-El dinero no hace la felicidad…. ¡La compra hecha!
22-Una mujer me arrastró a la bebida… Y nunca tuve la cortesía de darle las gracias. 23-Si tu novia perjudica tu estudio, deja el estudio y perjudica a tu novia.
24-La inteligencia me persigue… pero yo soy mas rápido.
25-Huye de las tentaciones… despacio, para que puedan alcanzarte.
26-La verdad absoluta no existe; y esto es absolutamente cierto.
27-Hay un mundo mejor ¡pero es carísimo!
28-Ningun tonto se queja de serlo. No les debe ir tan mal.
29-Estudiar es desconfiar de la intelegencia del compañero de al lado.
30-La mujer que no tiene suerte con los hombres, no sabe la suerte que tiene.
31-No hay mujer fea, sino belleza rara.
32-La pereza es la madre de todos los vicios. Y como madre… hay que respetarla.
33-Si un pajarito te dice algo… debes estar loco pues los pájaros no hablan.
34-En cada madre hay una suegra en potencia.
35-Lo importante es el dinero, la salud va y viene.
36-Trabajar nunca mató a nadie… Pero, ¿para qué arriesgarse?
37-No te tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella.
38-Felices los que nada esperan, porque nunca serán defraudados.
39-El alcohol mata lentamente… No importa, no tengo prisa.
40-La confusión está clarísima.
41-Mátate estudiando y serás un cadaver culto.
42-Lo triste no es ir al cementerio, sino quedarse.
43-Hay dos palabras que te abrirán muchas puertas en tu vida: “Tire” y “Empuje”.
44-¿Para que tomar y manejar si puedes fumar y volar?
45-Dios mío, dame paciencia… ¡pero dámela YAAAA Y AHORITA!
46-De cada 10 personas que miran televisión, cinco son la mitad

LEVANTA ESE TIPI Y LÁRGATE DE AQUÍ…

LEVANTA ESE TIPI Y LÁRGATE DE AQUÍ…

Parece ser que había un Jefe Espiritual lakota al que enviaron a Roma a ver al Papa de la Iglesia Católica. Tras su largo viaje, el Jefe Espiritual plantó su tipi enfrente del Vaticano, se sentó con su pipa delante del tipi y esperó una audiencia con el Jefe De La Fe Cristiana Esperó durante cuatro días con sus noches, soportando el calor del día y el frío de la noche sin que el Pontífice le hiciera el menor caso. Por último, el cuarto día, el Papa le dijo a uno de los suyos que seria mejor que bajara a dar su bendición a aquel indio que había plantado el tipi delante mismo del Vaticano. El Papa fue hasta el tipi, y sin decir una palabra, hizo la señal de la cruz sobre el sacerdote lakota. Luego regresó al Vaticano tan contento.

El sacerdote lakota se puso en pie de un salto inmediatamente, guardó la pipa, levanto el tipi e inició el largo camino de regreso. Cuando llegó, los ancianos le preguntaron qué había ocurrido. El se lo contó todo, diciéndoles que al fin, al cuarto día, el Pontífice se había acercado al tipi, y como no hablaba lakota, se le había dirigido en el lenguaje de señas, diciéndole: «Levanta ese teepee y lárgate de aquí».

Como serian los paises si los midieran de acuerdo a la edad del perro

Leí una vez que la Argentina no es mejor ni peor que España, sólo más joven. Me gustó esa teoría y entonces inventé un truco para descubrir la edad de los países basándome en el sistema perro. Desde chicos nos explicaron que para saber si un perro es joven o viejo había que multiplicar su edad biológica por 7.

Con los países, entonces, hay que dividir su edad por 14 para saber su correspondencia humana. ¿Confuso? En este artículo pongo algunos ejemplos reveladores.

Argentina nació en 1816. Tiene ciento ochenta y nueve años. Si lo dividimos por 14, Argentina tiene trece años y cuatro meses. O sea, está en la edad del pavo. Argentina es rebelde, es pajera, no tiene memoria, contesta sin pensar y está llena de acné. Por eso le dicen el granero del mundo.

Casi todos los países de América Latina tienen la misma edad y, como pasa siempre en esos casos, hay pandillas. La pandilla del Mercosur son cuatro adolescentes que tienen un conjunto de rock. Ensayan en un garage: hacen mucho ruido y jamás sacaron un disco. Venezuela, que ya tiene tetitas, está a punto de unirse para hacer los coros. En realidad quiere coger con Brasil, que tiene catorce. Son chicos; un día van a crecer.

México también es adolescente, pero con ascendente indio. Por eso se ríe poco y no fuma inofensivo porro como el resto de sus amiguitos. Fuma peyote y se junta con Estados Unidos, que es un retrasado mental de 17 que se dedica a atacar a chicos hambrientos de seis añitos en otros continentes.

En el otro extremo, por ejemplo, está la China milenaria: si dividimos sus 1.200 años por 14, nos da una señora de ochenta y cinco, conservadora, con olor a pis de gato, que se la pasa comiendo arroz porque no tiene para comprarse la dentadura postiza. Tiene un nieto de ocho, Taiwán, que le hace la vida imposible. Está divorciada hace rato de Japón, que es un viejo cascarrabias. Japón se juntó con Filipinas, que es jovencita, es boluda y siempre está dispuesta a cualquier aberración a cambio de dinero.

Después están los países que acaban de cumplir la mayoría de edad y salen a pasear en el BMW del padre. Por ejemplo Australia y Canadá. Estos son típicos países que crecieron al amparo de papá Inglaterra y de mamá Francia, con una educación estricta y concheta, y ahora se hacen los locos. Australia es una pendeja de 18 años y dos meses que hace topless y coge con Sudáfrica; Canadá es un chico gay emancipado que en cualquier momento adopta al bebé Groenlandia y forman una de estas familias alternativas que están de moda.

Francia es una separada de 36 años, más puta que las gallinas, pero muy respetada en el ámbito profesional. Es amante esporádica de Alemania, un camionero rico que está casado con Austria. Austria sabe que es cornuda, pero no le importa. Francia tiene un hijo, Mónaco, que tiene seis años y va camino de ser puto o bailarín, o las dos cosas.

Italia es viuda desde hace mucho tiempo. Vive cuidando a San Marino y a Vaticano, dos hijos católicos idénticos a los mellizos de los Flanders. Italia estuvo casada en segundas nupcias con Alemania (duraron poco; tuvieron a Suiza) pero ahora no quiere saber nada con los hombres. A Italia le gustaría ser una mujer como Bélgica, abogada, independiente, que usa pantalón y habla de tú a tú de política con los hombres. (Bélgica también fantasea a veces con saber preparar spaghettis.)

España es la mujer más linda de Europa (posiblemente Francia le haga sombra, pero pierde en espontaneidad por usar tanto perfume). España anda mucho en tetas y va casi siempre borracha. Generalmente se deja coger por Inglaterra y después hace la denuncia. España tiene hijos por todas partes (casi todos de trece años) que viven lejos. Los quiere mucho, pero le molesta que los hijos, cuando tienen hambre, pasen alguna temporada en su casa y le abran la heladera.

Otro que tiene hijos desperdigados es Inglaterra. Gran Bretaña sale en barco a la noche, se culea pendejas y a los nueve meses aparece una isla nueva en alguna parte del mundo. Pero no se desentiende: en general las islas viven con la madre, pero Inglaterra les da de comer. Escocia e Irlanda, los hermanos de Inglaterra que viven el piso de arriba, se pasan la vida borrachos, y ni siquiera saben jugar al fútbol. Son la vergüenza de la familia.

Suecia y Noruega son dos lesbianas de 39, casi 40, que están buenas de cuerpo a pesar de la edad y no le dan bola a nadie. Cogen y laburan: son licenciadas en algo.
A veces hacen trío con Holanda (cuando necesitan porro), y a veces le histeriquean a Finlandia, que es un tipo de 30 años medio andrógino que vive solo en un ático sin amueblar, y se la pasa hablando por el móvil con Corea.

Corea (la del sur) vive pendiente de su hermana esquizoide. Son mellizas, pero la del norte tomó líquido amniótico cuando salió del útero y quedó estúpida. Se pasó la infancia usando pistolas y ahora, que vive sola, es capaz de cualquier cosa. Estados Unidos, el retrasadito de 17, la vigila mucho, no por miedo, sino porque quiere sus pistolas.

Israel es un intelectual de sesenta y dos años que tuvo una vida de mierda. Hace unos años, el camionero Alemania no vio que pasaba Israel y se lo llevó por delante. Desde ese día, Israel se puso como loco. Ahora, en vez de leer libros, se la pasa en la terraza tirándole cascotes a Palestina, que es una chica que está lavando la ropa en la casa de al lado.

Irán e Irak eran dos primos de 16 que robaban motos y vendían los repuestos, hasta que un día le robaron un respuesto a la motoneta de Estados Unidos, y se les acabó el negocio. Ahora se están comiendo los mocos.

El mundo estaba bien así, es decir, como estaba. Hasta que un día Rusia se juntó (sin casarse) con la Perestroika y tuvieron docena y media de hijos.Todos raros, algunos mogólicos, otros esquizofrénicos. Hace una semana, y gracias a un despelote con tiros y muertos, los habitantes serios del mundo descubrimos que hay un país que se llama
Kabardino-Balkaria. Un país con bandera, presidente, himno, flora, fauna, …y hasta gente…!!!

A mí me da un poco de miedo que nos aparezcan países de corta edad, así, de repente. Que nos enteremos de costado, y que incluso tengamos que poner cara de que ya sabíamos, para no quedar como ignorantes. ¿Por qué siguen naciendo países nuevos -me pregunto yo- si los que hay todavía no funcionan?

Libros para el baño

Libros para el baño

Ariel Ruiz Mondragón
La Insignia. México, noviembre del 2005.

En los años ochenta del siglo pasado empezó a circular una revista de Guadalajara que llamó la atención por reunir a caricaturistas que hicieron de la irreverencia casi extrema una obsesión: Galimatías. Entre sus noveles autores destacó pronto Trino (José Trinidad Camacho), quien pergeñó, al alimón con Jis, un personaje de época en la caricatura mexicana que causó furor a finales de aquella década y principios de los noventa: El Santos, cuyas sensacionales aventuras y épicas hazañas fueron publicadas en La Jornada y en la revista El Chamuco.

Pese a la celebridad que los autores alcanzaron con el personaje del pancracio, también realizaron otras memorables tiras, como “La chora interminable”. Al mismo tiempo ambos caricaturistas emprendieron proyectos solistas que encontraron lugar en periódicos y revistas. En el caso de Trino muchas de sus tiras han sido recopiladas y llevadas al formato de libro, lo que ha ocurrido en este año con los volúmenes Don Taquero y Los invasores de Marte (México, Ediciones B, 2005). También recientemente se han publicado dos libros ilustrados por el caricaturista: el de Vivian Mansour El Enmascarado de Lata (México, Fondo de Cultura Económica, 2005) y La Constitución (México, Trilce, 2005).

Sobre eso libros sostuvimos una conversación con el caricaturista, en el que abordamos temas como la actualidad de sus libros, el origen de su inquietud por taquero y marcianos, la crítica que realiza en esas tiras, el lugar en el que se deben leer sus libros, el papel de la escatología en su obra, y su labor como ilustrador de la norma fundamental de México y de un cuento para niños.

Trinos es autor y coautor de más de quinces libros, además de haber colaborado en medios como La Jornada, Milenio, Reforma, El Chamuco y Replicante, entre otros.

Ariel Ruiz (AR): ¿Por qué publicar hoy estos libros, Los invasores de Marte y Don Taquero?

Trino (T): Los dos son recopilaciones de trabajos que hice con anterioridad; Don Taquero fue una serie que salió en un suplemento en el que recomendaban restoranes y demás, una publicación como de gourmets, y a mí se me ocurrió hacer algo sobre los tacos. Esto fue de 1996 a 1998, y ahora se reúnen todas las tiras que salieron y que ya no he vuelto a hacer. Cuando volví a ver la serie pensé: “esto da para un librito”, y puede ser padre revivir esto porque es atemporal, son chistes que pueden haber pasado en el 96 o en el 2005.

Me late mucho la idea de recopilar material viejo porque me da la posibilidad de que la gente del DF y en todos lados conozcan esa tira, ya que nada más salió en Guadalajara, y nada más en ese suplemento que no todos conocen. Entonces es un poco sacar material del baúl y ponerlo a consideración.

En el caso del otro, es parte de una trilogía de libros que empezó con Crónicas de Marte y Visitantes de Marte, y Los invasores de Marte es el último. También es una recopilación cronológica de las “Crónicas marcianas” que salen en Reforma.

Todos son recopilaciones, no son libros para los que haya hecho tiras especiales, sino que ya han sido publicadas tanto en el suplemento aquel como en Reforma.

AR: Respecto a Don Taquero, ¿de dónde surgió la idea de retomar a esa figura tan significativa para muchos de nosotros? ¿Por qué dedicarle una serie de caricaturas a un taquero?

T: En primer lugar yo creo que los mexicanos somos buenos gourmets de tacos. Si vas a Guadalajara a estar dos semanas y tienes un buen cuate allá, siempre te va a decir: “Te recomiendo que vayas a las tortas ahogadas de tal esquina, o que vayas a los tacos de lengua que están en tal lugar”.

Siempre las recomendaciones de la gente que vive en una ciudad te van a dar, más que un restaurante acá donde no hay fallas, un puestito donde hay un riesgo, pero en el que los tacos son una maravilla. En este caso hablo de un taquero de quien se sospecha que sus tacos no son de res sino de perrito. Es una leyenda urbana que todos tenemos: que a veces hemos comido tacos de perro o de caballo, y no nos hemos dado cuenta.

Me basé un poco en un taquero que existe en Guadalajara que está por Federalismo, que dicen que tiene tacos de perro, lo que él no negó; pero la gente siguen yendo, aún pese a saber eso, porque dice: “las salsas están buenísimas”. Entonces dije: “No puede ser, allí hay un personajazo”. Es el personaje indispensable cuando sales del antro y no cenaste. A las dos de la mañana no hay restoranes abiertos, y lo que quieres es un taco para bajarte el pedo, y pues siempre hay un puestito que está abierto a las tres de la mañana, con su cebollita, el cilantro, la salsita, con toda la dinámica que hay dentro de él: una televisión en blanco y negro que se ve medio mal, y el taquero diciendo: “¿Cuántos va a llevar? ¿Cómo vio al Atlas?” Son un poco como los taxistas: te dan su punto de vista sobre la política, te dan de comer, y al final te preguntas “¿qué comí? Quién sabe, pero está buenísimo”.

Es parte de nuestra cultura. No sé si esto lo venderán en Colombia, en Venezuela o España, pero allí no significaría nada; tal vez una figura parecida en España sería el churrero, porque cuando viví en Barcelona vi que lo que está abierto de noche es dónde te venden churros de dulce para después de comerte algo. Pero allí no hay una cultura del taco.

AR: En el mismo sentido quiero ir sobre tu otro libro: con Los invasores de Marte completas una trilogía equiparable a la de Kim Stanley Robinson…

T: Sí, Ray Bradbury y la chingada.

AR: Pero, ¿de dónde te salió la idea de hacer esas tiras acerca de unos marcianos que vienen a la Tierra?

T: Me encanta la idea de que la gente crea que los extraterrestres son bien inteligentes. Tengo la teoría de que si los extraterrestres fueran inteligentes no abducirían tanto pendejo; mejor que vengan y abduzcan a Monsiváis, a Krauze, a Naranjo, allí sí les creo. Pero vienen a Wyoming y agarran un pinche ranchero al que se llevaron y le metieron unos fierros por allí atrás, y le dijeron que estamos destruyendo el planeta.

Entonces pensé que allí hay un tema que es inagotable, y que puesto en una tira diaria como “Crónicas marcianas” me da idea para hacer pitorreo tanto de la política como de las series chafas de la televisión de los sesenta.

AR: O de programas actuales como los de Jaime Maussan.

T: No tienes idea cómo me da temas para hacer en la tira. La verdad creo yo que él no se la agarra en serio, porque no puede ser. Eso me nutre mucho; ver los programas de Maussan me encanta porque siempre sacan algo de superneta: “Ahora aquí vamos a ver un video sorprendente”, y los videos siempre están muy mal tomados, borrosos. No sé qué es lo que nos falta a nosotros de tecnología para hacerlos en high definition y que se vea chingón el ovni. Pero siempre es una mierda que se mueve en superchinga porque no quieren ser vistos. Si es así, pues que no vengan.

AR: En ambos libros, ¿cómo te sirven esos personajes para hacer crítica social y política?

T: Pues es que al no ser yo cartonista político, siento que lo que hago en estas tiras es una burla de lo cotidiano, de las situaciones que vivimos todos los días, y que en ello va la política, el futbol, el amor, el sexo, los grandes problemas del ser humano. Hay mucha tela de dónde cortar, y si de repente el tema es que Montiel se enriqueció, se me ocurre una tira en la que vienen extraterrestres a preguntarle acerca de cómo enriquecerse sin que haya pedo o sin que los metan a la cárcel, cosas así.

Es decir, me aprovecho mucho de las situaciones políticas para pitorrearme de eso, sin sacar a esos personajes directamente, sino más bien de fuerita, como somos en general. Si vamos a hacer una crítica de Madrazo, nunca se la vamos a ir a decir, ni ganas y pa’qué.

De entrada allí hay sesgos en los que utilizo la política y cualquier otro tema, como los de la farándula.

AR: A partir de tus monos, ¿quiénes son peores: los marcianos o los terrícolas?

T: Por supuesto que son los terrícolas; somos más pendejos, la verdad. Todas las teorías religiosas, fanáticas, tienen que ver con una especie de divinidad. Los que se separan de esta tendencia católica o musulmana de que Dios castiga y la chingada, y que no creen en eso, se van a lo pendejo porque dicen: “son los extraterrestres, quienes son los que están mandando señales que se apreciaron en no sé dónde, como en el tsunami”. Como los dianéticos, que tienen una teoría de que hay seres superiores y la chingada; pero creo que es un vacío existencial que tienen de no encontrar alguien en quien creer, y entonces inventan cosas así.

Entonces creo que los humanos somos más imbéciles. Si existieran realmente los marcianos, creo que ni ganas tendrían de venir aquí, ¿a qué chingados?

AR: De todas las tiras y libro que tienes, algunos hechos al alimón con Jis y muchos otros como solista, ¿en qué lugar ubicas a Don Taquero y a Los invasores de Marte?

T: Estoy contentísimo con la edición de los dos libros porque están bien editados, bonitos, a color, y son la consecuencia de El Santos, en el que nos deschongábamos Jis y yo, y que significó el enriquecimiento que da el trabajar con alguien haciendo una tira. Eso nos dio para hacer “La chora interminable” o El Santos.

Estos libros son una cosa más personal, es toda mi etapa solista. No me comparo con los Beatles, pero si fuera uno de ellos sería el Ringo Starr, que saca muchos discos; yo soy fan de ellos, juntos y separados, tengo todos los discos y todos tienen su esencia. Entonces si a la gente le gustó El Santos, aquí están ciertos chistes que podrían haber visto en El Santos, aunque a lo mejor menos guarros.

Considero a estos libros parte de mi desarrollo y proceso evolutivo personal, y a mí me encantan los dos, porque sinceramente te digo que donde mejor los puedes disfrutar es en el baño. Tienes que agarrar Don Taquero en el baño, que es el lugar donde realmente te puedes concentrar y leerlo. No creo que esto deba estar en una biblioteca, allí la gente no lo va a pelar; tiene que ser para el baño.

AR: Hablando de eso: un aspecto que siempre me ha llamado la atención en tu obra es el escatológico. ¿Qué papel juega ese elemento en tu obra?

T: Es toda una tendencia, e incluso se nos ha puesto una etiqueta: “Pinches Jis y Trino escatológicos”. Desde que abrimos -con El Santos sobre todo- la posibilidad de hablar de eso en los medios, que fue en La Jornada y ahora que estoy en Reforma, no se me ha censurado por seguir haciendo esto; se me haría una traición a los lectores ya no ser escatológico porque estoy en Reforma.

Me gusta sacar eso porque no todo el tiempo ni todo tiene que ser puerco. Aquí hay una en el taquero, que es una tira de comida, en donde me explayé en eso, ya que todo puede ser susceptible de la cochinada, y no es posible que aquí no vaya a poder sacar un chiste de un pedo.

Obviamente tiene que ver con la escatología lo del proctólogo. Pero los temas dan para eso, ni modo que me vaya de ladito; digo, así fue en El Santos. Es ya como un estigma, es como la fábula del alacrán y el sapo: está en mi naturaleza.

AR: Pasemos a otro tema y otro libro: eres un caricaturista irreverente como pocos, y como dices, “eso está en tu naturaleza”. Con esas características, ¿por qué ilustraste un texto casi sagrado como la Constitución mexicana?

T: Es un reto; cuando me invitó Deborah Holtz a hacerlo eso, me pareció que era un reto padrísimo. No me gustaría que esto causara un furor como lo que pasó con lo de la bandera, no quiero provocar. Simplemente digo: la Constitución se debe reformar, es muy arcaica en muchos de los artículos. Pero en este trabajo no es mi pretensión que cambie la Constitución, sino que llegue a todos y que al menos sea un libro de consulta para los chavos de secundaria o prepa.

Creo que a la Secretaría de Educación Pública no le latió comprarlo porque se iba a meter en un pedo, porque le iban a decir, “a ver, cómo ese texto ilustrado por Trino, y si tiene humor, la Constitución es muy seria”.

Tiene muy poco humor, no siento yo que haya hecho un pitorreo de la Constitución; pero hay gente muy obtusa, por lo que puede causar muchas broncas. Aquí en México puedes hablar de lo que quieras, de los políticos, sexo, drogas, pero no puedes hablar de religión ni de los valores patrios como la bandera, la Constitución, de los héroes que nos dieron patria.

No se puede hacer burla de eso, pero todo es susceptible de serlo, por eso hay libertad de expresión. La Constitución no es para mí un vehículo para echar desmadre, sino que lo que hice fue ponerla a un nivel en que la gente diga: “mira, tiene monitos, la quiero leer”. No estoy diciendo que yo sea el educador número uno, pero me gustó el proyecto y dije: “Cómo no le voy a entrar, es la oportunidad de oro para poder estar en una cuestión que es importante: que los mexicanos conozcamos la ley, que los mexicanos tengamos la Constitución para consultarla, y saber por qué este cabrón me está chingando, y si llegan los judiciales y me llevan sin una orden, decirles que constitucionalmente eso no se vale”.

Ojalá que la gente vea este trabajo más como un libro de consulta accesible, que es la Carta Magna, que como una afrenta de mi parte, aunque sí se puede echar desmadre con la Constitución, lo que no es mi objetivo.

AR: Entonces es más didáctico que humorístico.

T: Sí, exactamente.

AR: ¿Ya ha habido alguna respuesta por parte del gobierno y del público en general a esta Constitución ilustrada?

T: Hasta ahorita no, porque es una novedad, pero tal vez en un mes pueda ver mejor esas reacciones.

AR: ¿Cómo ha sido tu trabajo de ilustrador? Esto lo pregunto porque antes de la Constitución habías ilustrado otro libro, El Enmascarado de Lata, de Vivian Mansour.

T: Me encanta ilustrar ideas ajenas en el sentido de poder interpretar, de convivir con autores. Con Vivian me pasó cuando me dio su cuento, el que se me hizo tan bonito que dije: “quiero interpretárselo chido, hacer algo bonito con personajes, y que ella sienta que su historia tiene un refuerzo padre con las imágenes”.

Para mí es mucho más nutritivo eso, porque con lo mío yo sé que lo controlo, es mi tira y es lo que a mí se me antoja; pero es un reto cuando alguien te dice: “Aquí cámbiale, porque resulta que el monito no es la idea que me había imaginado; me imaginé un niño más buena onda, no tan cabroncillo”. Ah, pues hago otro diseño.

Eso es trabajar en equipo y a mí me gusta; no soy ni una diva en el sentido de “a mí nadie me dice nada, y mis monos son así y a la chingada”. Tampoco le haría el favor de hacer ilustraciones a cualquiera; por ejemplo, no quiero ilustrarle un libro a Jorge Ortiz de Pinedo con sus chistes, sino cuando hay calidad y el proyecto es muy padre. Imagínate que llegara alguien que no respete yo y que me diga: “oye, que tus monos sean más chistosos, tú eres bien leperote, ponle una reatota”. No, hay que tener cierta calidad; a mí sí me gusta muchísimo trabajar en equipo e ilustrar, además de que me saca de la rutina. Dibujar siempre lo mismo, lo que la gente cree que es algo muy divertido, y sí, pero después de un mes dices: “Chale, otra vez otras fábulas, y ahora qué voy a hacer”. Entonces ilustrar me saca de mi rutina.

AR: ¿Qué otro proyecto editorial tienes por allí?

T: En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara saldrá Misterios charros, un libro gordote que es una selección de toda mi trayectoria desde 1987 hasta 1999 de tiras que no son conocidas o que no fueron conocidas porque no fueron publicadas en periódicos nacionales, sino en revistillas o en folletos. Es la evolución mía como cartonista de humor de un solo cuadro, o de tiras, en este caso de un charro y una adelita.

Es una miscelánea porque no es un libro que tenga lo mismo: hay cartones, hay tiras, y hay una tira de formato diferente que se llama “Frontera cero”, que es la historia de un indocumentado que quiere pasar a Estados Unidos y nunca lo deja otro personaje. Es una relación que se establece entre los dos y es un poco como el taquero y su cliente.

Entonces es un libro misceláneo, no tanto enfocado a un personaje, y allí se ve la evolución de mi línea. Allí están las células de las “Crónicas”, de las “Fábulas”, del mismo Santos, en otros personajes. Va a estar padre.

manual de la perfecta cabrona

Este libro es para mi hija, Skannon Hillory Hector, cuya visión y ayuda fueron esenciales para realizarlo; y para mi padre, Robert Gifford Hilts, a quien sigo echando de menos cada día.

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¿Podrías aceptar más trabajo sin que te aumentemos el sueldo o te ascendamos?

Me gustaría que llamaras más a menudo.

¿Podrías hacerme el trabajo de plástica para mañana? Si no lo llevo, me suspenden.

¿Podrías parecerte más a la hija que siempre quise?

¡YO CREO QUE NO!

“Teníamos tanto en común: yo lo amaba y él se amaba a sí mismo”.

                                                                          SHELLEY WINTERS

[INTRODUCCION]

Plantada, pero con los ojos abiertos.

Dejad que os explique en un momento por qué escribí este libro.

Todo empezó en febrero de 1993, con mi artículo “Ponte en contacto con la cabrona que llevas dentro», publicado en Hysteria, una revista de humor para mujeres.

La revista se publicó, una personalidad en el medio de las comunicaciones vio el artícu­lo y me llamó para que diera una entrevista en la radio y, de repente, fui considerada como “la experta en la cabrona que llevamos dentro». Pues bien, lo soy. Pero antes de que «ella» se convirtiera en el objeto de mi espe­cialización, era experta en encanto tóxico. Desde el día de mi nacimiento me entrena­ron en las habilidades del encanto. La frase que mi madre me repetía más veces era: «Eli­zabeth, compórtate»,

Y lo intenté. De verdad. Procuré ser un ejemplo de amabilidad: una Melania Wilkes, una Beth de Mujercitas (¿o era Amy?), una Mary Ingalls… Aprendí de memoria los nom­bres de los componentes de la familia más tó­xica, los Encanto: Actuar, Hablar, Sentarse, Pensar e, incluso, Vestir.

Hablar con Encanto fue difícil. Intenté mantener un tono de voz bajo y bien modu­lado. Cuando eso no funcionó, lo subí una octava, lo que me obligó a susurrar. Yo creía que sonaba más dulce; todos los demás, que tenía laringitis.

Vestir con Encanto casi me hizo perder la razón. ¡Encanto… cuando lo que yo quería era usar blusas cortas! ¡Escotes! ¡Ropa entallada! Pero, al final, fue el viejo Actuar con Encanto el más tóxico de la familia. Simple­mente, no podía hacerla. Me reía estrepito­samente; decía lo primero que se me pasaba por la cabeza. Cuando era adolescente, mis amigas solían decirme: «¡Deja de hacer el ridículo!», y en los momentos en los que era necesario guardar una discreción extrema, me daban un codazo y siseaban: ¡Liiiiiiz!».

En privado se morían de risa al recordar las (innumerables) veces que saqué los pies del tiesto.

Además, todas sabíamos la verdad: eran las cabronas quienes se llevaban el gato al agua. Por ejemplo, Escarlata O’Hara: ella era la estrella de la película, ¿no es cierto? Y se lle­vó la mejor parte. Puede que Melania se que­dara al final con Ashley, ¿pero quién quiere un Ashley? Cualquiera con un poco de visión pue­de darse cuenta de que Ashley era… Ashley.

Pero los convencionalismos del encan­to siguieron acosándome hasta que sucedió ESO. El incidente que por fin me hizo ver que el encanto podía ser tóxico.


EL MOMENTO DE LA VERDAD

El suceso tuvo que ver con un hombre. En mi caso, la frase puede completarse si al final añadimos “por supuesto». Confesar lo que pasó me resulta muy embarazoso, pero sé que debo hacerla. He aquí lo que ocurrió: me dejaron plantada.

Sí. Me quedé sentada en mi sofá un sá­bado por la noche, después de haberme probado y quitado sucesivamente cinco con­juntos diferentes y fabulosos. Llamé a su ca­sa, me respondió el contestador. Dejé un men­saje: «Hola, son casi las 9:00. Se te ha debido de haber hecho tarde. Nos vemos aquí». 9:15, 9:45. Me fui a mi cuarto a las 10:30, me qui­té el maquillaje y me metí en la cama, don­de me quedé dando vueltas, pasando de la preocupación a la ira, y otra vez a la preo­cupación durante toda la noche.

Al día siguiente, él llamó con una excusa muy poco convincente. «Me comprendes, ¿verdad?».

Por supuesto. Lo comprendía totalmente. Pero, aun así, lo perdoné porque era muy gua­po y me gustaba de verdad. Y porque a nadie le gustan las cabronas. ¿Cómo podría una chi­ca tan maja como yo estar mucho rato enfu­rruñada? Me pidió otra oportunidad y se la di.

Sí, sí, habéis acertado: volvió a pasar lo mismo. ¡Y esta vez estallé! Enfurecida, llamé para maldecir y despotricar en su contestador hasta que se cortó la llamada. Después vol­ví a marcar para gritar un poco más. Al final, agotada, el entrenamiento de tantos años hi­zo su aparición. «Lo siento, pero estoy hecha polvo», susurré con voz ronca por teléfono. «Por favor, llámame».

¿Lo veis? ¿Habéis visto lo que hice? Ni yo misma puedo creerlo. ¡Pedí perdón! ¡Le dije a su contestador que estaba hecha polvo! No estaba hecha polvo, ¡estaba furiosa! Pero, ¿sabéis?, él era guapo, y pensé que, quizá, me gustaba de verdad, y que jamás volvería a tratarme mal si le demostraba lo maja que yo era.

A la tercera fue la vencida: ¡por fin, la gota que colmó el vaso!

¡Sí! Y cuando me di cuenta de lo que había hecho, decidí en el acto que había llegado el momento de dejar a un lado el encanto tóxico. Había llegado la hora de emular a las perfectas cabronas que en el mundo habían existido. Tomaría ejemplo de las páginas del libro de su vida, como mi madre solía decir.

Pero ese libro no existía.

Hasta ahora.

“Ninguna mujer es toda dulzura”
MADAME RÉCAMIER

[I]
Encanto tóxico

El encanto tóxico es lo que nos sucede cuando interiorizamos a los diferentes miembros de la familia Encanto. Su efecto es similar al de la levadura: ésta hace que la masa adquiera una consistencia suave y ligera, mientras que el encanto tóxico nos lleva a hacer de la vida algo suave y ligero… para todos los demás. Quienes la padecemos nos empleamos a fondo para endulzar el panorama o, parafraseando el viejo dicho, utilizamos nuestro «azúcar personal» para preparar limonada con los limones de la vida. Con frecuencia, esto sólo se logra a un coste terrible.
El hecho de que estés leyendo este libro es una prueba de tu voluntad para abandonar el encanto tóxico. Para valorar correctamente sus efectos, tendrás que determinar primero si has sufrido durante mucho tiempo este síndrome. Contesta las siguientes preguntas:

1. ¿Alguna vez has querido cantarle las cuarenta a alguien y, en lugar de eso, has comido un pedazo de pastel?

2, ¿Qué tal el pastel entero?

3. ¿Alguna vez has dicho: «¡No sé qué me ha podido pasar!»?

4. ¿Alguna vez has rechazado una invitación para salir un sábado por la noche por esperar la de un galán más apetecible?

5. ¿Alguna vez te has quedado sola en casa el sábado por la noche porque el galán más apetecible no se dignó a llamar?

6. ¿Alguna vez has dicho «sí» cuando lo que querías decir era «yo creo que no»?

7 ¿Te disculpas con frecuencia?

8 ¿Opinas que el escote palabra de honor es atrevido y por ello has elegido un vestido con tirantes para ir a la boda de tu mejor amiga?

Si has contestado afirmativamente a cualquiera de estas preguntas, seguro que estás utilizando demasiada miel. Pero no todo está perdido, tranquilízate. Si quieres, puedes librarte del encanto tóxico.
La cabrona que llevas dentro te espera. Continúa leyendo.

“Hasta que no pierdes tu reputación,
no te das cuenta de lo pesada que era
ni de lo que es realmente la libertad”
MARGARET MITCHELL

[II]
Conoce a tu cabrona interior

Existe una parte poderosa y esencial en cada una de nosotras que no ha sido reconocida hasta ahora, ni su energía convenientemente explotada. Años de represión han ocultado esta faceta en los rincones y las grietas de nuestras almas. Como no la comprendemos, hacemos todo lo posible por mantenerla en la oscuridad, donde creemos que pertenece.
Se trata de la «cabrona interior». No te hagas la tonta: sabes perfectamente de lo que estoy hablando.
Todas la conocemos. Flota constantemente justo bajo la superficie de nuestra conciencia y nuestra educación. Es parte de nosotras, es inteligente, segura de sí misma y sabe lo que quiere. Nos dice que no nos conformemos con menos. Nos avisa cuando estamos a punto de embarcarnos en una conducta autodestructiva.
La cabrona interior no es esa parte de nosotras que a veces se muestra estúpida, o ruin o carente de sentido del humor. No cae en el fatalismo, ni abusa de sí misma ni de los demás.
La cabrona interior no se enzarza en discusiones de poca importancia, ni siquiera para pasar el rato. ¿Para qué molestarse?
La cabrona interior jamás es mordaz de forma gratuita. Y nunca teme decir: «Que se vayan a freír espárragos si no aguantan una broma».
A mi modo de ver, hay una verdad absoluta: al liberar a nuestra cabrona interior podemos utilizar su poder y energía para nuestros objetivos más elevados.
Si la ignoramos, nos arriesgamos a que enloquezca cuando la presión por ser encantadora se vuelve insoportable. Todas hemos sido testigos de ello y no es una perspectiva agradable.
Cuando no reconocemos a nuestra cabrona interior nos salen granos o engordamos, o adelgazamos demasiado, y nos volvemos controladoras, manipuladoras, lloronas o histéricas. No insistimos en practicar sexo seguro.
Nada de eso es productivo y algunas de estas cosas resultan francamente peligrosas. ¿Cómo podemos terminar con estas conductas autodestructivas, en especial después de toda una vida de encanto tóxico?
Lo único que se necesita es una pequeña frase:

«YO CREO QUE NO»

Todas lo pensamos y, sin embargo, espantamos esa idea como si fuera un mosquito molesto. «Eso no estaría bien», pensamos, sin caer en la cuenta de que el precio que debemos pagar a cambio es muy alto.
Quizá te preguntes: «¿Puedo ser encantadora sin ser tóxica?».
iClaro que sí! De hecho, ponerte en contacto con tu cabrona interior te ayudará a ser encantadora de verdad. Hay una enorme diferencia entre parecer encantadora y serio. Tu cabrona interior no quiere que seas mala. Quiere que seas firme. Quiere que seas razonable. Y quiere que seas encantadora, sobre todo contigo misma.

DECIR «YO CREO QUE NO»

Inténtalo. Empieza poco a poco. Imagina una situación en tu vida en la que se pueda aplicar. Por ejemplo:

– Tu hija de 30 años quiere mudarse a su antigua habitación sin pagar alquiler, con su novio y la motocicleta de éste.
Tú dices: “Yo creo que no».

– El hombre con el que has estado saliendo durante un mes te exige, en un ataque de celos, que canceles una comida con un cliente importante.
Tu respuesta: “Yo creo que no».

– Tu madre quiere que conozcas al hijo de su amiga del club de jubilados. «Sólo una pequeña cena, hija. Os hemos sacado entradas para el teatro».
Tú sonríes: «Mamá, yo creo que no».

– Tu jefe sugiere con insistencia que inviertas tu bonus en el último y enloquecido proyecto empresarial de su primo.
Tú contestas: “Yo creo que no».

DECIR MÁS CON MENOS

¿Ves? Funciona. Nadie puede malinterpretar el significado de esa frase. Argumentar en contra es inútil; ¿cómo puede alguien insistir en que crees algo si tú afirmas lo contrario?
Es suave. Es cortés, pero a la vez fuerte, firme e indiscutible.
Lo mejor de la frase «yo creo que no» es que puede utilizarse en cualquier momento durante una conversación. Si adviertes que estás deslizándote por la rampa del encanto tóxico, es muy fácil detener la caída. Y si olvidas decirlo, o no te atreves, no te preocupes: sin lugar a dudas se te presentará de nuevo la oportunidad.

DECIR MÁS

Naturalmente, habrá ocasiones en las que decir «yo creo que no» no será suficiente. Esta frase es sólo un cucurucho sobre el cual construir una especie de helado verbal. Añade el número de bolas que desees.

«No creo que te pueda prestar los pendientes de brillantes de mi abuela, pero tengo otros de cuarzo muy monos».
«No creo que me quede».
«No creo que ese color me favorezca».
«No creo estar lista».

También existen esos casos que demandan cierta delicadeza combinada con la habilidad de tener los pies plantados sobre la tierra.

Por ejemplo, estás en una fiesta. Un amigo de un amigo se presenta y te dice: «¿Sabías que Fulanito me ha dicho que eres la mujer perfecta para mí?». Ese hombre no te interesa un pimiento, pero, por pura amabilidad, le contestas: «Yo creo que no, pero podemos charlar un poco».

Como puedes ver, la frase es cortés y razonable, nunca resulta cruel y no es nada difícil de decir. Prueba con distintos tonos de voz. Dale un tono reflexivo o intenta poner énfasis en distintas palabras: «yo creo que no», «yo creo que no», etcétera.

“Sólo empiezan a llamarte cabrona cuando alcanzas el éxito”
JUDITH REGAN

[III]
Un epíteto atrevido

A algunas de nosotras nos puede resultar problemático utilizar el término «cabrona» para referimos a nosotras mismas. Podemos llegar a creer que hacerlo equivaldría a afirmar la imagen negativa que las mujeres asertivas han llevado como un sambenito durante años. Es decir, si expresamos lo que realmente pensamos, debemos de ser unas cabronas.
Analicemos con detenimiento este punto. ¿Cuál es el problema exactamente? ¿Nos estamos portando mal acaso? ¿O estamos yendo demasiado rápido, adelantándonos, liberándonos del papel que nos han asignado?

El término «cabrona» nos asusta para que nos refugiemos cuanto antes en la tranquilidad del encanto tóxico.
Todo lo que puedo decir es: «Yo creo que no».
Por desgracia, muchas de nosotras hemos sido víctimas del prejuicio contra este calificativo. Si reunimos a un grupo de mujeres para que hablen de esta condición, admitirán que existe, incluso aceptarán que en ocasiones han caído en comportamientos cabrones, pero sólo porque se vieron obligadas a ello, por supuesto. En nuestros momentos más sinceros, sin embargo, aludiremos a nuestra condición de cabronas con gozoso orgullo. Porque, afrontémoslo, ha habido momentos en nuestras vidas en los que ser cabrona ha sido divertido.
Pero si nos preguntan si nos consideramos cabronas diremos rotundamente que no. «Ay, no, no, no, no, ¡NO!». Nos consideramos chicas amables que, de vez en cuando, se ven forzadas a defenderse actuando como cabronas. Son «esas otras mujeres» quienes de verdad son unas cabronas.

De nuevo, yo creo que no. De hecho, pienso que esta dinámica lleva consigo las semillas de la división. Por una especie de malévola y oculta maldición, el encanto tóxico funciona mejor cuando nuestra cabrona interior y nosotras estamos separadas, cuando estamos divididas y cuando entre nosotras no existe respeto.

¿QUÉ CAUSA ESTA DINÁMICA?

Esta pregunta podría mantener entretenidos a sociólogos y teóricos durante años, quizá décadas. Está bien. Necesitan motivos para justificar las becas y subvenciones que reciben. La verdad, por simple que parezca, es la siguiente: en la raíz del problema que supone para muchas de nosotras asumir a la cabrona interior está el temor a que nos llamen así.
Permitidme que os recuerde una cosa: es sólo una palabra. Con palos y piedras se puede hacer mucho daño, pero las palabras no nos hieren si no queremos.

SI ME LO LLAMAS, QUIERO SERLO

Cualquier mujer que tenga éxito en algo será llamada cabrona. ¿Hillary Clinton? Cabrona. ¿Gloria Steinem? Cabrona. ¿Barbra Streisand? Cabrona. La lista sigue, sigue y sigue…
El quid de la cuestión es que, si no podemos evitarlo, ¿por qué no darle la bienvenida? Todas hemos tenido esta experiencia: en algún momento decimos frente a otras personas lo que pensamos de verdad sobre alguna cuestión o persona. Después, en alguna otra ocasión, alguien nos dirá: «Fulanito realmente pensó que eras una cabrona». (Si no te ha ocurrido todavía, sigue esperando: sucederá).
Entonces, la mayoría de nosotras se asegura de ser particularmente amable con el tal Fulanito durante el siguiente encuentro. Incluso hasta podemos tomamos la molestia de demostrar que el que nos haya considerado cabronas no sólo es erróneo, sino también absolutamente injusto. O nos disculpamos dando explicaciones de todos los motivos por los que dijimos lo que dijimos. «Estaba muy estresada la última vez que nos vimos» o «Vaya, ¡no sé lo que me pasó!». O incluso: «¿Sabes?, el síndrome premenstrual me afecta de verdad». En definitiva, nos retractamos.
¿Qué sucedería si respondiéramos enviando a Fulanito un ramo de flores con una pequeña tarjeta de agradecimiento en la que pusiera: «No sabes cuánto me alegra que hayas reconocido a mi cabrona interior»?
¿Qué pasaría si dejáramos de temer a esta dichosa palabrita?
Otro punto que debe analizarse, y que requiere una breve incursión en la retórica, es el siguiente: ¿cómo llamamos a un hombre que habla por sí mismo, un hombre que es exigente consigo mismo y con los que lo rodean, un hombre que se comporta como lo haría cualquier cabrona que se respetara a sí misma? Triunfador.

¿A QUIÉN HAY QUE ECHAR LA CULPA?

Pues bien, a nadie. Quizá a todos. Sin embargo, existe un aspecto muy importante sobre la cabrona interior que debe plantearse con toda claridad:

La existencia de la cabrona interior no tiene que ver con la culpa.

La cabrona interior simplemente existe, así como el cielo simplemente es el cielo, y los platos, una vez sucios, deben lavarse. No hace falta señalar a nadie con el dedo. Y tampoco existe razón alguna por la que haya que pedir perdón por estar en contacto con ella. Después de todo, es la parte de nosotras mismas que sabe lo que en realidad nos importa y queremos.
Ella sabe que nos enorgullecemos de nuestro trabajo y que exigimos cierto nivel, tanto de los demás como de nosotras mismas.

Ella sabe que queremos que nuestros amantes nos satisfagan en la cama (más adelante insistiré sobre este punto).
Ella sabe que queremos que nuestra mejor amiga, la novia, entienda que vestirse con tafetán después de los doce años es ridículo. Ella sabe que queremos que el mundo mida nuestros logros, y no nuestros cuerpos. Ella sabe que deseamos ser capaces de decir lo que sabemos, sin recibir a cambio humillantes epítetos.
Mientras sigamos negando que la cabrona interior es parte de nosotras mismas, mientras continuemos rindiéndonos al encanto tóxico, no conseguiremos nunca lo que queremos. No obtendremos lo que necesitamos, y ninguna de nosotras alcanzará realmente lo que es bueno para todas.

“La verdadera hermandad entre mujeres [consiste en]
un grupo de señoras en bata,
atiborrándose de M&M’s y haciéndose reír”.
MAXINE WILKIE

[IV]
¡Podemos Hablar!

No hay nada mejor que un grupo de mujeres reunidas con tiempo para charlar. ¿Y qué hacemos nosotras, las mujeres, cuando hablamos? Llegamos al fondo de las cosas. Es hermoso.
Empezamos en la adolescencia, cuando estamos en permanente lucha contra todo y contra todos. Ahí es cuando descubrimos lo perspicaces que son nuestras amigas, lo bien que nos entienden.
Comprenden lo absurdo que es el toque de queda impuesto por nuestros padres, y el imposible examen de historia; se compadecen de nosotras por el doloroso aparato de ortodoncia que nos vemos obligadas a llevar, por la crueldad gratuita que demuestra el chico que no llama y por el desastre de la blusa nueva que se encoge al lavarla; y, como nosotras, desfallecen ante la sola mención de nuestros ídolos musicales o cinematográficos. Una vez recuperadas de nuestros años de adolescencia (cosa que la mayoría de nosotras consigue tarde o temprano), somos capaces de formar amistades fuertes y duraderas con otras mujeres. Nuestras mejores amigas son aquellas con quienes no escondemos a nuestra cabrona interior.
Mientras mis amigas y yo luchamos contra nuestra tendencia hacia el encanto tóxico, nuestra cabrona interior nos ayuda a establecer fronteras que mantienen sana la amistad. ¿Chantaje emocional? ¿Revelar secretos? ¿Cotilleo mal intencionado?
Yo creo que no.

AMIGAS DE VERDAD

¿Es fácil para dos o más mujeres en contacto con sus cabronas interiores ser amigas?
Yo creo que no, pero ciertamente esa amistad es más significativa que en aquellas relaciones basadas en el encanto tóxico.
Las reglas que rigen las relaciones entre mujeres son tan complejas que, en comparación, el nudo gordiano parece un juego de niños. Pero es precisamente esta complejidad lo que hace este tipo de amistades tan gratificantes.
Las amigas que están en contacto con su cabrona interior con frecuencia son las que nos dan más apoyo: son a quienes acudimos cuando sentimos que nuestro carácter empieza a diluirse ante jefes poco razonables y fechas de entrega imposibles, frente al amante que de repente deja de llamar y ante la tristeza por la pérdida de nuestros pendientes preferidos. Son las que nos recuerdan la importancia de nuestros sueños y aspiraciones, y las que nos animan silenciosa o ruidosamente cuando el camino parece demasiado empinado o largo.
El principal elemento del vínculo entre las mujeres es el amor. Si no nos amáramos, no nos molestaríamos en decir la verdad. Simplemente nos dejaríamos resbalar de una decepción a la siguiente, con lo que acabaríamos reuniendo suficiente experiencia como para convertirnos en cantantes de blues.
Lo maravilloso de entrar en contacto con nuestra cabrona interior consiste en que podemos escuchar nuestra propia voz. La cabrona interior es muy sabia y no tiene miedo de decir las verdades, aunque depende de nosotras escucharla. El hecho es que, después de haber oído la misma melodía durante tanto tiempo, podemos saber cuándo va a empezar y, en ocasiones, podemos librar a una amiga del peligro.
Por ejemplo, cuando el novio de nuestra amiga le rompe el corazón al irse a Hawai para ayudar a su amigo a empezar un negocio, ¿le echamos en cara que se lo habíamos advertido? Claro que no. Estar en contacto con nuestra cabrona interior requiere de sensibilidad.
Ella: -¡No puedo creer que me haya dejado! ¡Y para vivir en un lugar donde hace calor durante todo el año! Quizá deba ir tras él.
Tú: -¿Sabes cuántas serpientes venenosas hay en Hawai?
Después nos las arreglamos para reunirnos con frecuencia para ver películas como Thelma y Lauise o El diario de Bridget Jones y pedir que nos lleven una pizza o comida china, evitando cuidadosamente cualquier alusión a Hawai. Con el tiempo, cambiamos a películas extremadamente románticas ubicadas en lugares como, por ejemplo, Alaska (siempre y cuando la ropa de abrigo permita apreciar los atractivos del protagonista).

“AMAME EN TODO MI SER”.
ELIZABETH BARRET BROWNING

[V]
La cabrona en la cama

Bueno, la cabrona enamorada… ¡De verdad! ¡Cómo conservar a la cabrona interior en ese impetuoso carrusel de la vida que es el romance? Si es verdad que lo que buscamos en nuestras parejas es la intimidad, entonces es indispensable que dichos compañeros estEen al tanto de la existencia de nuestra cabrona Interior. No podemos intimar de verdad con alguien que no conozca y respete cada aspecto de nuestra personalidad (hecho abundantemente demostrado durante la década de los cincuenta).
Afrontémoslo: el terreno amoroso es el más propicio para el desarrollo del encanto tóxico, y también donde éste resulta más peligroso.
Muchas de nosotras tenemos miedo de que los hombres que amamos no quieran saber nada de nosotras si realmente llegan a conocemos.
Pero cuando no conocen nuestro verdadero ser, vivimos con el temor de su desilusión si nos revelamos ante ellos.
¡Caramba, aquí tenemos un círculo vicioso! Estar en contacto con nuestra cabrona interior rompe ese ciclo.

El genesis segun los informaticos

1. En el principio DIOS creó el bit y el byte. Y con ellos creó la palabra.
2. Y había dos Bytes en la palabra; y nada mas existía. Y Dios separó el Uno del cero; y vio que era bueno.
3. Y Dios dijo: que se hagan los Datos; y así pasó. Y Dios dijo: Dejemos los Datos en sus correspondientes sitios. Y creó los diskettes, los disco duros y los discos compactos.
4. Y Dios dijo: que se hagan los ordenadores, así habrá un lugar para poner los diskettes, los discos duros y los discos compactos. Así Dios creó a los ordenadores, les llamó hardware.
5 . Pero aún no había software. Pero Dios creó los programas; grandes y pequeños … Y les dijo: Creced y multiplicaos y llenad toda la memoria.
6. Y Dios dijo: crearé el programador; y el Programador creará nuevos programas y gobernará los ordenadores y los programas y los datos.
7. Y Dios creó al Programador; y le puso en el Centro de Datos; y Dios le enseñó al Programador el Directorio y le dijo: Puedes usar todos los Volúmenes y subdirectorios, pero NO USES WINDOWS.
8. Y Dios dijo: no es bueno que el programador esté solo. Cogió un hueso del cuerpo del Programador y creó una criatura que miraría al Programador y admiraría al Programador y amaría las cosas que el programador hiciese. Y Dios llamó a la criatura: el Usuario.
9. Y el Programador y el Usuario fueron dejados en el desnudo DOS y eso era bueno.
10. Pero Bill era más listo que todas las otras criaturas de Dios. Y Bill le dijo al Usuario: ¿Te dijo Dios realmente que no ejecutaras todos los programas?.
11. Y el Usuario respondió: Dios nos dijo que podíamos usar cualquier programa y cualquier pedazo de datos, pero nos dijo que no ejecutásemos Windows o moriríamos.
12. Y Bill le dijo al Usuario: ¿Cómo puedes hablar de algo que incluso no has probado?. En el momento en que ejecutes Windows serás igual a Dios. serás capaz de crear cualquier cosa que quieras con el simple toque del ratón.
13. Y el Usuario vió que los frutos del Windows eran más bonitos y fáciles de usar. Y el Usuario vió que todo conocimiento era inútil ya que Windows podía reemplazarlo.
14. Así el Usuario instaló Windows en su ordenador; y le dijo el Programador que era bueno.
15. Y el Programador inmediatamente empezó a buscar nuevos controladores. Y Dios le preguntó: ¿qué buscas?. Y el Programador respondió: Estoy buscando nuevos controladores, porque no puedo encontrarlos en el DOS. Y Dios dijo: ¿quien te dijo que necesitabas nuevos controladores?, ¿acaso ejecutaste Windows?. Y el programador dijo: fue Bill, quien nos lo dijo …
16. Y Dios le dijo a Bill: Por lo que hiciste, serás odiado por todas las criaturas. Y el Usuario siempre estará descontento contigo. Y siempre venderás Windows.
17. Y Dios le dijo al Usuario: por lo que hiciste, el Windows te decepcionará y se comerá todos tus recursos; y tendrás que usar malos programas; y siempre permanecerás bajo la ayuda del Programador.
18. Y Dios le dijo al Programador: por haber escuchado al Usuario nunca serás feliz. Todos tus programas tendrán errores y tendrás que corregirlos y corregirlos hasta el fin de los tiempos.
19. Y Dios echó a todos del Centro de Datos y bloqueó la puerta de entrada con una password.

Buena memoria

Alumno Susuki

Es el primer día de clases en USA y la maestra presenta a Susuki, hijo de un empresario japonés, a los chicos de sexto grado. Luego les dice:

– Empecemos repasando un poco de historia americana… A ver… ¿quién dijo “Denme la libertad o denme la muerte”? La clase se queda callada, excepto Susuki, quien se paró y expresó:

– Lo dijo Patrick Henry en 1775.

– ¡Muy bien! ¿Y quién dijo “El gobierno del pueblo para el pueblo no debe desaparecer de la faz de la tierra”?

Nuevamente hay silencio en la clase, salvo Susuki, que dice:

– Abraham Lincoln en 1863.

La maestra, asombrada, les dice:

– Chicos, debería darles vergüenza.. Susuki, que es nuevo en nuestro país, sabe más de nuestra historia que ustedes y…

Se escucha un susurro diciendo:

– ¡A la mierda con los malditos japoneses!

– ¿Quién dijo eso?, pregunta la maestra, indignada.

Otra vez es Susuki quien levanta su mano y dice:

– General Mc Arthur en 1942 y Lee Iacocca en 1982.

La clase se queda muda y uno de los chicos alcanza a decir:

– Voy a vomitar…

– La maestra trata de ver quién fue el irrespetuoso:

– ¡Ya está bien! ¿Quién dijo eso?

Y Susuki responde: – George Bush padre al Primer Ministro japonés en 1991.

Uno de los alumnos, furioso, le grita desde el fondo:

– ¡Chupame ésta!

Casi saltando en su silla, Susuki le dice a la maestra:

– ¡¡¡Bill Clinton a Mónica Lewinsky en 1997!!!

La clase entra en un estado de histeria… La maestra se desmaya… Cunde el caos… Mientras los chicos se arremolinan alrededor de la desvanecida maestra, uno de ellos exclama:

– ¡Mierda!

¡Nunca vi un pinche desmadre  como éste…!

Y Susuki responde:

– Néstor Kirchner, Argentina, agosto 2004.

Problemas conyugales

Un hombre entra en la habitación con una oveja en los brazos… Su mujer echada en la cama está leyendo un libro…

Dice el hombre:

– Mira cariño, esta es la vaca que me fifo cuando a vos te duele la cabeza…

Le contesta la mujer:

– Si no fueras tan boludo te darías cuenta de que es una oveja…

El hombre sonríe:

– Si no fueras tan boluda te darías cuenta de que estoy hablando con la oveja…

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