LAS ARMAS DEL GUERRERO

LAS ARMAS DEL GUERRERO

LAS ARMAS DEL GUERRERO.
Los antiguos mexicanos tenían la costumbre de arropar sus conocimientos y sabiduría a través de la poesía y la parábola. La metáfora poética fue el lenguaje fundamental para expresar complejos conceptos filosóficos sobre lo impronunciable, lo inconmensurable, lo sagrado y lo divino.
Las armas del Guerrero fueron simbólicamente “flor y canto”, entendiendo por “flor” el amplio concepto de la belleza. Y el “canto”, entendido como la sabiduría humana. De este modo los filósofos, además de ser pensadores tenían que ser poetas. Para entender el pensamiento filosófico de los toltecas, debemos compenetrarnos con las formas poéticas y metafóricas de la expresión de su conocimiento.

” Brotan cual esmeraldas,
tus flores,
oh dador de la vida.
Tus cantos reúno
Como esmeraldas los ensarto:
Hago con ellos un collar:
El oro de las cuentas está duro:
Adórnate con ellos.
¡ Es en la tierra tu riqueza única!
                                                                          (Colecc. de Huexotzingo.)

La belleza es consustancial a la sabiduría. La sabiduría humana busca fundamentalmente la trascendencia espiritual y la belleza, es el modo de expresión del espíritu. Es por ello que el arte, es el lenguaje por excelencia del espíritu. El punto que une lo divino con lo terreno, el cielo con la tierra, lo abstracto con lo concreto, el espíritu con la materia.
La belleza es el jardín donde brotan las hermosas flores del espíritu, y estas flores nacen entre bellos cantos que salen de los más profundo de un corazón sensible, sosegado y luminoso. Este es el misterio de “flor y canto” y éstas son las armas del Guerrero.
El potencial del Guerrero radica en tres grandes pilares. La sensibilidad, la responsabilidad y la disciplina.
La sensibilidad es el potencial común a todos los seres vivos, desde el mismo planeta Tierra, pasando por el ser humano, hasta una insignificante bacteria. Todos los seres vivos poseemos sensibilidad y aunque es intrínseca a todo ser vivo, lo que hace la diferencia es la “conciencia de ser” que posea el ser vivo, de ahí que unos y otros tendrán mayor o menor “sensibilidad”. De esta manera diremos que todos los seres humanos tenemos el mismo potencial de sensibilidad, la diferencia es que unos lo desarrollan más que otros a partir de su conciencia.
La responsabilidad existencial viene de lo más profundo del ser humano. En efecto, todos poseemos una “doble conciencia”. Una que es “nueva” y que opera en el mundo de “afuera”, en lo cotidiano. La otra que es “muy vieja” y opera desde lo más profundo de nuestro ser. La primera es “nerviosa, insegura, ignorante y violenta”. La segunda es “tranquila, segura, muy sabia y serena”.
La primera es la que actúa en el mundo de todos los días es, “esa persona que vemos en el espejo”. La segunda es, “ese ser interior infinito y trascendente” que generalmente es ajeno a nosotros mismos y está alejado de los asuntos cotidianos de nuestra vida, pero que a final de cuentas, es lo más importante.

El aliado del Guerrero es aquella ancestral conciencia que vive temporalmente en lo más profundo de nosotros y que es el ser trascendente en camino a la Luz del infinito. Uno de los desafíos más difíciles del Guerrero es entablar un “dialogo” con “ese otro yo antiguo” que habita en lo más profundo de nosotros mismos, cultivar una amistad para que él, sea el consejero para la toma de decisiones más importantes de la vida. Cada individuo esta compuesto de estas dos partes, ninguna es más importante que la otra, las dos se complementan.
La diferencia de un Guerrero y un “ser común” es que el Guerrero llega a la totalidad de si mismo a través de unir en equilibrio “sus dos partes”. Las dos partes de uno se necesitan para crecer, pues ese ser interior “lo sabe todo”, el problema es que no lo consultamos y muchas veces lo evadimos. Con la sabiduría de nuestro “aliado” sabremos siempre lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer. No puede vivir el ser cotidiano, sin la sabiduría del ser trascendente y éste, no puede existir sin el ser cotidiano. Un par de opuestos complementarios.
La disciplina es el tercer elemento que permite construir el arsenal del Guerrero. Pero no nos referimos a disciplina militar, no es obedecer a un tercero ciegamente, sin pensar ni decidir personalmente. Por el contrario, la disciplina para un Guerrero, es un acto intimo y privado, fruto de una comprometida decisión ante la vida. La responsabilidad es un logro personal, porque una persona que sabe lo que tiene que hacer, necesita la “fuerza de voluntad” para hacer lo que debe hacer y no hacer, lo que no debe hacer. Ser una persona disciplinada y no serlo, es tan sólo una actitud ante la vida. Existen personas que les gusta tener encima a otra, que con un látigo se haga responsable de su vida. Existen otro tipo de personas que no toleran que alguien siempre les este diciendo, que hacer y que no hacer, de ese tipo de personas están hechos los Guerreros.
La disciplina interior, nace producto de una actitud ante la vida, de la toma de una decisión; pero requiere que se cultive, se fortalezca y acrecenté. La disciplina es una intención premeditada, conciente y continua, que poco a poco va generando una poderosa fuerza interna a la que llamamos “voluntad”. El Guerrero va desarrollando, poco a poco, un “intento inflexible” por transformarse así mismo y poco a poco, empieza a notar cambios sensibles en su interior y en el mundo que le rodea. Sin esa fuerza los seres humanos somos partículas de polvo en el vendaval de la vida enajenada.
Uno de los grandes logros de nuestra ancestral cultura es la humildad. En efecto, la humildad deviene de la sabiduría. Cuando una persona es sabia, en consecuencia es humilde, e inversamente, en cuanto más ignorante es un apersona, más prepotente y arrogante es. Para que una persona sea humilde, se requiere mucho trabajo y poder interior. Implica el conocimiento y el control interno.

El Guerrero es invulnerable porque no tiene nada que defender. La arrogancia, la presunción, la prepotencia, la importancia personal, requieren de una “defensa” de lo que creemos, suponemos o deseamos imponer a los otros sobre nuestra persona. La humildad purifica no sólo el alma, sino el entorno en el que se mueve el individuo. El Guerrero no tiene que aparentar, defender, o fortalecer nada sobre su persona. El Guerrero trata de pasar inadvertido en medio de una multitud, pues su humildad no es fingida. Él sabe qué es lo que en verdad busca en la vida y por lo que tiene perfectamente claro, que es lo que no quiere y además sabe que la muerte lo puede encontrar en cualquier esquina, en cualquier momento, sin anuncio previo llega el golpe seco y demoledor de la guadaña.
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Otra de las armas del Guerrero es encontrar su “centro dinámico”. En el universo todo es movimiento, no existe nada estático. La diferencia es el nivel de vibración. Una montaña, una ballena, un ratón o una bacteria, cada uno de ellos vibran armoniosamente con “el inconmensurable”, la diferencia es la frecuencia.
En ese sentido, la vida de los seres humanos, se puede ejemplificar muy bien a través del movimiento de una rueda.
Cuando la persona se encuentra alejada “de su centro”, cuando vive “descentrada”, el movimiento en torno al centro será muy grande y más lento que en el centro. Cuando un Guerrero encuentra su centro dinámico a partir del trabajo interior en la vida cotidiana, su movimiento será mucho más rápido y al mismo tiempo parecerá que no se mueve. Esa velocidad en el “reposo” le permite al Guerrero proyectar una imagen de tranquilidad, serenidad y aplomo, a pesar de que su ser este muy revolucionado interiormente.

De esta manera, el Guerrero, no vive en estallidos de euforia, depresión o enojo. El estilo del Guerrero es la fluidez, la humildad y la amabilidad. El Guerrero no trata “de ser alguien”, por el contrario, el Guerrero se diluye a través de entender el verdadero significado de la vida, porque sabe que el mundo material es sólo la apariencia inmediata, lo trascendente esta en el mundo del espíritu y lucha fieramente por ese conocimiento, “como un tigre, como una águila”.
El conocimiento del espíritu no se expresa con palabras. El conocimiento del espíritu es una actitud ante la vida, un estado de ánimo, una intención sostenida e inflexible. Una forma de vivir, de enfrentar el mundo y la vida, una forma de morir.
El Guerrero se ha comprometido a “florecer su corazón” en su “Batalla Florida” y se entrega de lleno a la vida espiritual interior en medido de la vorágine cotidiana. No huye de la vida exterior ni sucumbe a ella, sólo la usa.
Pasa inadvertido, escoge sus batallas, acecha y actúa. No busca que lo reconozcan, lo admiren o lo comprendan. El Guerrero ha creado su mundo interior en busca de la Luz del espíritu y no desea nada del mundo aparente, toma lo mínimo que necesita y se desvanece hasta perderse en la nada.
Es por ello que otra de las características del Guerrero es su silencio. Los seres humanos comunes se la pasan hablando todo el tiempo y no dicen nada. Hablar es un acto compulsivo para no sentir su vacío. Es por ello que actúan sus pensamientos convertidos en palabras. Hablan palabras ajenas, envenenadas, huecas. El Guerrero en cambio mantiene un silencio interno, que le permite entrar en contacto con el universo que le rodea y con el “Ser Interior”, que ha convertido en su aliado. El Guerrero no es un parlanchín y mucho menos una persona presumida.

Aquel que se diga Guerrero o presuma de serlo, con ello demostrara dos cosas. Que no lo es y que además, es mentiroso.

Una de las armas más eficaces del Guerrero, es el saber que le es muy difícil cambiar y salir victorioso en su Batalla Florida. Lo que hace verdaderamente a una persona ser un Guerrero, no es su perfección. Por el contrario, lo que lo hace ser un Guerrero, son precisamente sus imperfecciones, la conciencia de ellas y la lucha permanente para borrar de su personalidad estas aristas cortantes, que generan el dolor y el desgaste energético. A los seres humanos nos es muy difícil cambiar y cuando lo hacemos, generalmente es producto de un gran dolor, que al conmocionar permite el cambio. El Guerrero sabe que le es muy difícil cambiar y sí fracasa en el intento, no se desmorona y abandona la intención, por el contrario, la paciencia es uno de los requisitos para ser Guerrero, pues sólo con una infinita paciencia y humildad, se puede mantener una lucha de toda la vida, sin miedo a fracasar y reintentarlo cuantas veces sea necesario.
Finalmente, el arma más poderosa del Guerrero es el desapego. En efecto, lo que hace vulnerable y débil a los seres humanos es el apego a las personas, los sentimientos, los deseos, las ideas y los objetos. El instinto de posesión, que en alguna medida es necesario, los mercaderes lo han desarrollado en forma desproporcionada en las masas embrutecidas. Las personas pretenden llenar su vacío existencial comprando o poseyendo. Pero cuando el Guerrero a través de su conciencia, se puede desprender de todo cuanto le rodea, se convierte en un ser invulnerable, en una persona poderosa. Su poder radica precisamente en que no quiere ni desea nada. Puede prescindir de todo, si es necesario, y no abusa, ni se excede. El Guerrero no se atasca en las voluptuosas redes del “tener” o el placer. El Guerrero no tiene nada y sin embargo, nada le hace falta. Toma y usa lo que requiere y nunca maltrata, perjudica o deforma el mundo que le rodea.
Sin embargo, la pérdida al terror de la muerte es su mejor logro en esta vida. No se puede tener consciencia de la vida sin tener consciencia de la muerte. Para apreciar la vida, debemos tener consciencia de la muerte. La muerte material significa el inicio de la vida eterna espiritual. Todos los seres vivos tendremos que morir. Tener que vivir sin haber vivido una vida verdadera, propia y fuerte, es verdaderamente aterrador y doloroso.
El Guerrero sabe que esta luchando permanente y cotidianamente por vencer a la inercia de la materia y a las “entidades de la noche”, que pretenden acabar en el ser humano la luz del espíritu. Él sabe que en cualquier momento se pude ir y que la guadaña de la muerte no avisa, de modo que siempre esta dispuesto para enfrentar ese grandioso momento. Pero él sabe que una vida que se ha dedicado a la “Batalla Florida”, es una vida que cuenta, que aporta y que trasciende. Él sabe que jamás llegará a tocar la Luz del espíritu, pero no puede vivir sin luchar afanosamente todos los días por lograrlo, pues entiende que no existe mejor tarea en el mundo, que esa precisamente. Esta lucha le da significado a su vida.

Quetzalcóatl es el símbolo de la serpiente que representa a la materia y al espíritu. La serpiente emplumada. La primera que se arrastra en el polvo del mundo terrenal y la segunda que logra desplegar sus alas, producto de su bello plumaje de quetzal, para buscar el origen celestial y divino de su existencia. El Guerrero vive el drama cósmico de la “serpiente emplumada” en carne propia y encuentra la trascendencia existencial en la “Batalla Florida”. El resultado lo tiene sin cuidado. Ser Guerrero de la Muerte Florecida, es ir en la vida sin miedo y sin ambición, con un rumbo en el horizonte y con los ojos puestos en el alto cielo. Es difícil encontrar una mejor forma de vivir.

FILOSOFÍA NÁHUATL

FILOSOFÍA NÁHUATL

JOSÉ MANUEL ALCÁNTAR SEPÚLVEDA

CONTENIDO:

INTRODUCCIÓN

OBJETIVOS

PROBLEMATIZACIÓN

MARCO CONCEPTUAL

* CONCEPTO DE FILOSOFÍA, ETAPAS Y COINCIDENCIAS
* FILOSOFÍA E IDEOLOGÍA
* FILOSOFÍA Y POESÍA
* FILOSOFÍA Y SABIDURÍA
* FILOSOFÍA Y MITO
* FILOSOFÍA Y RELIGIÓN

MARCO TEÓRICO

* EL HOMBRE NÁHUATL, SU MUNDO Y SUS DIOSES
* CARACTERÍSTICAS DEL PENSAMIENTO FILOSÓFICO DE LOS NAHUATL
* LA COSMOVISIÓN NAHUATL Y LA FIGURA DE QUETZALCÓATL
* LOS TLAMATINIME

RESUMEN

CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFÍA

CUESTIONARIO

INTRODUCCIÓN

En nuestro continente americano, antes de la llegada de los conquistadores españoles, se desarrollaba una cultura que por su originalidad destaca en el curso de la historia de la humanidad.

Mucho se ha especulado acerca del origen del hombre en América, pero lo que es indudable es la presencia de manifestaciones culturales autóctonas que hacen de esta región, hasta entonces desconocida de nuestro planeta, un escenario fascinante de la búsqueda del hombre por encontrar el absoluto. Esta búsqueda de lo absoluto lo hace levantar los ojos al cielo y buscar en las estrellas la explicación del misterio del hombre y del mundo que los rodea. Escudriñando el cielo, los Tlamatinime o sacerdotes sabios, se sentían parte viva del cosmos y los incorporaron a su existencia cotidiana, sintiéndose parte integrante de la armonía del universo la divinidad, los dioses eran los creadores del hombre y del mundo que intervenían directamente en todos y cada uno de los momentos y acciones del día.

Pensaban que existía una relación estrecha de dependencia entre la divinidad y el hombre, a tal grado que las acciones de unos repercutían infaliblemente en las del otro y viceversa. Por ejemplo, si Tláloc, el dios de la lluvia, era propicio, las cosechas serían abundantes. Si no se ofrecían sacrificios y ofrendas a los dioses, éstos podrían castigar a los hombres.

Por primitivas y pueriles que nos parezcan estas creencias, y a pesar del horror que nos producen los sacrificios humanos, he querido presentar este trabajo haciendo referencia a una filosofía que trasciende el salvajismo de los náhuatl, anterior al imperialismo militar de la gran Tenochtitlán. Nos referimos a la cosmovisión tolteca, según el pensamiento de Quetzalcóatl hacia el siglo IX de nuestra era; hablar de Quetzalcóatl es hablar de un personaje y de un mito, de un personaje real, rey de Tula o Tollan, la mítica ciudad que dio origen a otras culturas de nuestra patria, como la de Teotihuacan. Y de un mito, de un símbolo que enmarca los conceptos antropológicos y metafísicos de los toltecas, conceptos que a la filosofía tradicional le llevó siglos acuñar, los encontramos también en la filosofía tolteca. Por ejemplo, a la idea de trascendencia, del absoluto, le hallamos su equivalente en la filosofía tolteca en las ideas de Topan y Mictlán con la que los prehispánicos señalaban al más allá metafísico.

Antes de exponer mi trabajo, creo oportuno advertir la necesidad de despojarnos de nuestros esquemas mentales que nos impiden la cabal comprensión de la filosofía prehispánica. No se trata de una filosofía en el sentido formal y de perspectiva occidental, sino de una cosmovisión, de una explicación integral de dios, el hombre y el mundo. No es un sistema filosófico según los cánones europeos tradicionales, es una filosofía original y propia de unos seres humanos que lograron una explicación coherente, de acuerdo con su propia cultura y a sus peculiares circunstancias, únicas en el mundo.

OBJETIVOS

Centré mi atención en la cultura náhuatl porque su idioma, y el tiempo en el que el mundo indígena de América entró en contacto con el pensamiento europeo, se considera como la lengua y la cultura que predominaba en el área de los pueblos que habitaban el Altiplano del Anáhuac; a pesar de que había culturas con mayor desarrollo como la Maya, Olmeca, Purépecha, sin embargo, fue la cultura náhuatl la que más vivamente pudo expresar y presentar su contenido a la mentalidad de los europeos.

Sus testimonios escritos que contenían los tesoros de su cultura, fueron expresados en forma ideográfica, de tal manera que sus documentos muestran los acontecimientos por medio de dibujos, como sucede con el sistema jeroglífico de los egipcios.

El tesoro cultural náhuatl, que nos refleja su gran contenido de pensamiento y su cosmovisión, la encontramos en sus principales manifestaciones: Los códices indígenas que describen adecuadamente la sabiduría indígena en su expresión original; los códices mixtos elaborados en su mayoría por misioneros; los relatos, hechos narrados por testigos oculares de esta civilización; los poemas que con su lenguaje metafórico plasmaban la idea del hombre, del mundo y de dios; y las obras de arte que son imprescindibles para entender este pensamiento y que debemos conocer, reflexionar sobre las formas estéticas a las que llegaron principalmente a través de la pintura, escultura y arquitectura.

A lo largo de la historia, mucho se ha valorado los a grandes filósofos griegos que intentaron una concepción racional del universo mediante abstracciones inteligibles, o a los grandes pensadores cristianos como San Agustín y Santo Tomás de Aquino que lograron una fusión del pensamiento griego y cristiano.

No puedo menospreciar toda la riqueza y profundidad de pensamientos, la contemplación reflexiva, el anhelo constante por conocer la verdad del hombre, el servir de fundamento al caminar de la misma ciencia, la firmeza de encontrar la causa primera y última de las cosas, las mismas especulaciones que han dado pauta a la búsqueda de nuevas fundamentaciones; a lo largo de la historia del hombre se ha manifestado la potencialidad de la inteligencia, se ha aprendido a disciplinar el pensamiento por medio de la lógica para escudriñar el mundo que nos rodea tanto inmanente como trascendente. Muchos hombres han tenido la plena libertad de investigar, discutir, fundamentar, sin temor a la Iglesia o al Estado, buscando la verdad donde ésta se encuentre.

Así, con esta libertad de manifestar sus ideas en una constante marcha hacia la verdad, el mundo prehispánico, a pesar de su inhumana explotación, menosprecio y prejuicios ha logrado una actitud filosófica de los problemas centrales en el hombre, la vida, la muerte, dios, etc. Estoy consiente que no encontraremos una disciplina filosófica, sistemática, analítica y rigurosa en todo el sentido de la palabra pero sí levanta los ojos al cielo y busca en el firmamento y dentro de su interior las respuestas a sus múltiples interrogantes. No es con dialéctica o argumentaciones, pero sí una lucha constante por resolver los misterios que encuentra desde que empieza a existir hasta el trágico instante, en que, al transplantar el umbral de su propia vida, se enfrenta a lo desconocido.

No deberíamos negar que si podemos tener a la mano lo que un pueblo ha pensado en el terreno de la filosofía, podemos también tener una base para explicarnos él por qué de muchos acontecimientos de la vida nacional en los aspectos sociológicos, artísticos y en fin, en todas aquellas manifestaciones que de una manera más o menos directa, afectan la vida de los que hemos nacido en estas tierras, y las de los que de otras partes del mundo han venido a compartir la aventura de ir construyendo una comunidad humana que proyecta su ser, en los parámetros del tiempo y el espacio, para prolongarlo hacia el porvenir.

Por ello, intento buscar la objetividad desde los orígenes de mi pueblo, por sobre la base de mis investigaciones se pueda comprender más al hombre y el hecho de hoy.

Yo como mexicano quiero, a través de este trabajo, glorificar mis antecedentes prehispánicos, al tiempo que hablo español y practico el cristianismo; no pretendo realizar un tratado filosófico, sino más bien una guía que estimule, ayude a la comprensión y al amor de nuestro pueblo.

Con actitud humilde realizaré este trabajo de investigación; ya sé que el verdadero intelectual, sabio o filósofo no ha de temer la esterilidad e inutilidad, basta que un árbol sea árbol para que dé fruto; los resultados llegan tarde a veces pero llegan; el espíritu de investigación aquí está, ojalá logre mis objetivos. Si bien, no puedo igualarme a aquellos que admiro, pero siempre podré igualarme conmigo mismo ya que cada individuo es único, por lo tanto, cada fruto del espíritu es único también. Creo que si hago esto daré frutos útiles y alcanzaré lo que deseo.

No rechazo mi mestizaje, acepto, creo y vivo mi pasado, aunque sea un pasado continuo y no consistente; estoy convencido que mi pueblo es muy afortunado por su gran legado de pensamiento, artístico, literario y su gran potencia creadora notable. En él los mexicanos deberíamos conciliar el hecho de ser conquistados y conquistadores, de conservar muchas características raciales y rasgos de personalidad indígena; debemos luchar por encontrar el equilibrio entre Cortés y Cuauhtémoc, y al desarrollo filosófico que originó el encuentro de las dos culturas.

México, orgulloso de su pasado indígena, parece avergonzarse de su presente indígena. Los edificios del gobierno están cubiertos con pinturas murales y esculturas que alaban el heroísmo de los indígenas, mientras que los museos albergan exquisitas joyas, cerámica y artefactos encontrados en las ruinas prehispánicas. Pero los indios mismos, los descendientes directos de ese “glorioso pasado”, siguen siendo una raza conquistada, víctimas de la peor pobreza y discriminación que se pueda encontrar en México hoy día.

Han perdido la mayor parte de sus tierras comunales, su cultura ha sido asediada y erosionada por la “civilización” e incluso se les ha robado su pasado.

El México moderno, que ha desenterrado sus raíces indígenas y elevado el indigenismo a símbolo de identidad nacional, tiene poco espacio para los indígenas del presente.

Sin embargo, la fuerza y resistencia de su visión religiosa y cultural del mundo han contribuido a conservar una identidad indígena independiente.

Desde la Conquista, todos ellos han estado librando una batalla contra la asimilación y la desaparición. Su mera existencia es un tributo a su decisión de sobrevivir. Son los campesinos que viven en las peores tierras de una país de tierras pobres; subsisten en la medida que su cultura pueda resistir los ataques del individualismo, materialismo y consumismo inherentes al desarrollo moderno.

Yo sé que mi pueblo cuenta con su riqueza mitológica pero trataré de reivindicarla al descubrir una forma autónoma y originaria de pensamiento que expresa parte de la verdad de manera fantástica y poética, siendo clave en la manifestación de su cultura. Mi postura será que no hay que rechazar la mitología, hay que partir y servirnos de ella para entrar necesariamente el hecho real, buscando conquistar con honestidad a la objetividad.

Así pues, este tema no trataré de comprenderlo todo, quiero fijarme en un solo punto, el aspecto filosófico y girar alrededor de él, como bien lo dijo el gran Napoleón Bonaparte: “No es con abundancia de tropas sino con tropas bien organizadas y disciplinadas como se obtienen éxitos en la guerra”.

PROBLEMATIZACIÓN

¿Es filosófica la interrogación sobre la existencia de una filosofía náhuatl?, pienso que es una interesante pregunta que no se plantearán los grandes pensadores, que a lo largo de su historia, han hecho lo que consideramos filosofía.

Pienso que ni Platón, ni Aristóteles, ni ningún otro sabio griego se plantearon jamás el problema de la existencia de una filosofía griega; ni Hobbes, ni Locke sobre la existencia de una inglesa; ni tampoco Descartes o Voltaire sobre una francesa; pero entonces ¿por qué los latinoamericanos, nos vemos por momentos forzados a iniciar, en nuestro filosofar, planteándonos el problema de sí existen realmente una filosofía en nuestro mundo prehispánico?. Creo que es una cuestión que afecta a nuestro propio ser, nuestro ser como hombres, ya que el pensar, reflexionar es propio del hombre; y es este pensar, es este reflexionar el que está puesto en duda cuando nos preguntamos sobre su posibilidad entre hombres como nosotros. Esto es, nos estamos preguntando, nada más y nada menos si somos o no hombres.

Entonces sinceramente ¿acaso dudamos de nuestra capacidad para pensar, reflexionar y filosofar? ; ¿confirmamos la idea de nuestros conquistadores de que somos bestias e irracionales?.

Lamentablemente muchos compatriotas dudan de esta capacidad de especular, argumentar, reflexionar, pareciera que esta capacidad fuera, tan sólo, de un cierto tipo de súper-hombre, de una cultura y no en la nuestra.

Pero quiero ir más allá en estos planteamientos, ¿se duda de la capacidad de reflexionar o de una filosofía auténtica en el mundo prehispánico?.

Un filósofo reflexiona sobre diversos temas y problemas pero sin tener en la mente la preocupación por un determinado modelo de pensar; nosotros reflexionamos en función con unos determinados modelos a los que consideramos filosóficos; ¿acaso es filosofía auténtica la que se ha hecho desde tales de Mileto hasta Sartre? Y ¿es inauténtica la que hemos hecho nosotros?.

Estoy convencido de que Platón y Aristóteles se plantearon los problemas de su mundo y de su tiempo, así nuestro mundo prehispánico, también se ponen a reflexionar sobre lo que consideran eran los problemas a resolver en el hombre, pugnando por emerger rompiendo servidumbre y formas de esclavitud.

Algunos, que niegan rotundamente una filosofía náhuatl, preguntan: ¿dónde está un trabajo equivalente a la Metafísica de Aristóteles, el discurso del Método de Descartes, la Crítica de la Razón Pura de Kant?, ¿a poco los indígenas originaron un sistema equivalente a estos trabajos?, ¿qué acaso no más bien son pensadores o sabios y no filósofos?, les preguntaría yo: ¿qué acaso debe ser pleno eco y reflejo de la filosofía occidental?, ¿es rechazado todo lo peculiar u original?, ¿debemos ser copias perfectas de tal modelo?, ¿qué no hay la mínima posibilidad de ser auténticos aunque ingenuos?.

La filosofía no es sólo un pensar sistemático, se puede expresar en otras múltiples formas y si no, ¿dónde dejaríamos el Poema de Parménides? ¿Las Máximas de Epicteto?, ¿La Apología de Sócrates?, ¿Los Diálogos de Platón? Y ¿el teatro de Jean Paul Sartre?, creo que lo importante es la actitud en la búsqueda de la verdad, ¿cómo lograrlo?, eso no es lo esencial, el problema es llegar y encontrarla.

Así pues, al filósofo, le ha preocupado reflexionar, enfrentar, los problemas que se plantean al hombre, sobre sí mismo y la realidad en determinado tiempo y espacio; ¿por qué entonces negarse a sí mismo? , ¿por qué América ha de negar la grandeza de sus indios?, ¿ Por qué valorar solamente al padre colonizador y desprestigiar nuestro seno maternal?, bien lo decía José Martí: “Estos nacidos en América, que se avergüenzan porque llevan delantal indio, de la madre que los crió y reniegan ¡bribones! de la madre enferma y las dejan en el lecho de las enfermedades….. maldiciendo y negando el seno que los cargó”.

MARCO CONCEPTUAL

CONCEPTO DE FILOSOFÍA, ETAPAS Y COINCIDENCIAS

El significado etimológico del vocablo “filosofía”, proviene de dos palabras griegas: “philos” que significa “amante” y “sophia” que significa “saber” o “sabiduría”, reuniendo los dos términos, filósofo es aquél que es amante de la sabiduría; como bien sabemos, el primero que usó esta palabra fue Pitágoras, el cual, con mucha humildad, no queriendo hacerse pasar por el sabio, manifiesta que él era solamente amante de la sabiduría, ya que el verdadero saber le corresponde sólo al Ser Trascendente.

Pienso que la filosofía no es, ni algo oscuro, ni ideas confusas, ni una superciencia, creo que es algo sencillo: el conocimiento que reclama nuestra razón humana como natural; es simplemente la contestación de los porqués.

Desde la antigüedad, la filosofía se ha entendido como el conjunto de conocimientos elaborados por la razón humana; siendo el resultado del ejercicio espontáneo de la razón y del sentido común, cuando el hombre reflexiona sobre sí mismo y el mundo que le rodea. El filósofo debe ir en búsqueda de la verdad y no solamente en una exposición dialéctica como encontramos en los sofistas.

En el gran filósofo Sócrates percibimos un giro al concepto de filosofía, para él consiste en llegar al conocimiento de las esencias, es encontrar el elemento fijo y permanente que hay en las cosas particulares.

Platón ya propone un sistema, para él es una visión de conjunto de todos los conocimientos, los cuales hay que jerarquizarlos; afirma que la filosofía es la adquisición de la ciencia, la cual tiene por objeto llegar a conocer lo inmutable de las cosas sensibles, o sea la idea.

Para Aristóteles había unos conocimientos “vulgares” que son los que el hombre adquiere por medio de su experiencia y de su contacto con el mundo que le rodea y los conocimientos “científicos” que tratan de explicar las causas inmediatas del acontecer en los seres de la naturaleza. De aquí resulta, que si del conocimiento elemental de las cosas, nos elevamos posteriormente a pensar en las causas inmediatas o primeras de las cosas y llegamos finalmente a reflexionar en las últimas causas de ellas, o sea, lo que en último término descubre el hombre como causa de las cosas, su actividad vendría a constituir el “saber filosófico”.

Después de estos tres pensadores griegos que representaron la maduración de la filosofía como ciencia especial que busca el conocimiento de las cosas por sus últimas causas aparecen los Estoicos para quienes la filosofía es un esfuerzo de llegar a la verdad, orientado hacia lo práctico; y los Epicureístas para quienes la filosofía es una actividad que procura la vida dichosa con discursos y razonamientos.

En la edad media el concepto es acentuado por Santo Tomás de Aquino como el conocimiento de las cosas por sus últimas causas, a la luz natural de la razón; con esto pretende separar los conocimientos debidos al esfuerzo exclusivo de la razón de aquellos que pretenden también explicar las cosas por sus últimas causas, pero cuya fuente se encuentra en la palabra revelada por dios; filosofía llamada: Escolástica.

San Agustín vendrá a adoptar el sistema de pensamiento platónico y lo amplía con las enseñanzas del cristianismo para dar origen a la filosofía Agustiniana.

En la edad moderna, se vislumbra el panorama de las ciencias por su constante afán de conocer las maravillas del ensanchamiento que tiene el mundo y el concepto del universo, con lo cual surgen nuevos conceptos de filosofía.

Para Bacon, filosofía es todo aquello que es objeto de la razón y la convierte en madre de las demás ciencias. Para René Descartes la filosofía consiste en el perfecto conocimiento de las cosas. Para Leibnitz es el estudio que persigue la sabiduría; Manuel Kant dice que es una ciencia teórica que indaga los principios “a priori” de los objetos del conocimiento científico. Por su parte, Fichte afirma que es la teoría de las ciencias; Hegel menciona que es el pensamiento aplicado a la consideración de los objetos.

Otro pensador del siglo pasado, P. Graty afirma que no es la sola inteligencia, sino el alma completa con todas sus disposiciones morales, la condición primaria para un filosofar válido.

La moderna es una etapa que se caracterizó por una hostilidad hacia la cultura medieval, encontramos una concepción racionalista del universo, el intento de reducir las órdenes superiores complejos al método matemático y es fundamental la idea de progreso en todas sus facetas.

Finalmente, en la filosofía contemporánea, tenemos una complejidad de movimientos filosóficos, como el Positivismo (Comte), Evolucionismo (Spencer, Bergson), el Materialismo Dialéctico (Marx, Engels), el Vitalismo (Nietzsche, Unamuno), el Historicismo (Dilthey), el Idealismo (Husserl), la Fenomenología (Scheler), el Existencialismo (Kierkergaad, Heidegger y Sartre) y Raciovitalismo (Ortega y Gasset).

Pensamiento contemporáneo en donde hay un descubrimiento de la existencia, de la contingencia de lo que existe, como experiencia fundamental.

Por la somera revisión que he hecho de lo que piensan los filósofos en relación con el concepto que ellos mismos nos dicen tener de su propia actividad, a lo largo de sus etapas históricas descubrimos que no siempre coinciden, pero sí encontramos varias coincidencias felices que son comunes y claves en la actividad propia de todo filósofo.

Reflexión: Un filósofo tiene como tarea fundamental volver a pensar sobre los datos que ya conoce, para tratar de llegar a lo más profundo de las cosas; tiende a adquirir un conocimiento exhaustivo de las cosas.

Visión Unitaria: Se busca una explicación unitaria de todos los conocimientos adquiridos, precisamente por estar dedicada al saber más profundo, a aquél que pretende explicar a fondo el principio, origen o causa fundamental de las cosas.

Teórica: Ya que la teoría es el conjunto de leyes que sirven para explicar la relación de un determinado conjunto de fenómenos, y podemos decir, que la filosofía es una reflexión teórica.

Científica: Algunos lo llegan a negar, pero precisamente para negar el valor científico de la filosofía, hacen una serie de reflexiones teóricas argumentando que sólo se puede llamar científico a lo experimental, a lo útil, a lo práctico, debido a que esas reflexiones ya son en sí filosóficas y con ello están haciendo ciencia, la filosofía es una ciencia. Además por ser la filosofía un saber acerca de algo, siguiendo un determinado orden o sistema, llena las características de lo que es propiamente ciencia.

Acumulación de conocimientos: Hay problemas fundamentales en ella que no encuentran una solución definitiva por hallarse condicionados a los adelantos de las ciencias y de la técnica; por tanto, el progreso de la filosofía radica en el estudio constante de los problemas fundamentales, profundizando y ampliando soluciones y armonizándolos con el progreso de otras ciencias.

Posibilidad de definición: Algunos defienden que la filosofía no se puede definir, argumentando que para ello es necesario “vivirla” para saberla comprender, yo pienso que aquí no hay que confundir filosofar como ocupación que corresponde al acto de vivir la filosofía.

Después de contemplar una aparente disconformidad, y a veces oposición en un aspecto tan fundamental para una disciplina del conocimiento humano como es su propia definición, debemos aceptar que en realidad, la filosofía es una actividad de la inteligencia a la cual los filósofos contemplan desde diferentes ángulos y obtienen, en consecuencia, conceptos distintos.

Sin embargo, puedo decir que la filosofía es la ciencia que estudia los principios más generales de lo que nos es dado.

No me cabe la menor duda, de que la filosofía prehispánica, cuenta con varios elementos de lo que hemos analizado; pero ahora pasaré ha esclarecer algunos conceptos afines a la filosofía que nos conducirán al cuerpo de nuestra investigación.

FILOSOFÍA E IDEOLOGÍA

El estudio filosófico y el científico se complementan ya que son limitados, sin embargo cualquier modo de interrogar la realidad es legítimo; lo negativo es cuando alguna corriente quiere absolutizar la verdad, por eso el contraste entre las diversas filosofías resulta fecundo para neutralizar la unilateralidad de cada una.

El camino hacía la verdad se ve continuamente amenazado, por actitudes que no respetan la situación concreta y real de la verdad humana; esto es evidente especialmente en la tendencia a crear ideologías, es decir, la formulación de ciertas verdades o sistemas sociales, políticos, económicas, etc., no ya en primer lugar dentro de una sumisión sincera a la realidad objetivamente buscada y reconocida, sino más bien, o al menos en una medida determinada, en función de intereses personales o de grupo. Pienso que se puede llamar ideología a toda verdad o sistema de verdades que se funde voluntaria o involuntariamente en función de unas condiciones sociales o de poder, considerando como absoluto aquello que es un aspecto parcial de la realidad; que procura hacer aparecer mediante la lógica de una teoría, sus múltiples intereses y que tiende al poder.

La tendencia a fortalecerse ante los demás, le hace tener una postura relativa y atacable. Cada hombre y cultura tienen sus propias ideologías, tomadas por muchos como paradigmas, que empujan al hombre a la búsqueda de la verdad y muy frecuentemente impiden encontrar la verdad que buscan, o por lo menos cometerse respetuosamente a ella, con una postura de búsqueda y de apertura.

El progreso de la verdad parece ser muchas veces y necesariamente, una lucha contra los prejuicios y contra las ideologías; esta actitud crítica es una tarea permanente de la reflexión filosófica.

El filósofo Bacon, en su teoría de los ídolos, critica la conciencia falsa, engañada por los prejuicios sociales y anticipa el concepto de ideología que es usual en la actualidad.

El verdadero conocimiento desenmascararía el carácter interesado del propio pensamiento y realizará la propia pretensión de poder; por esto sus productos intelectuales son ideología y no-filosofía.

FILOSOFÍA Y POESÍA

En todas las culturas humanas encontramos una tendencia a expresar el saber por medio de un lenguaje revestido de formas bellas, que constituye la poesía; ésta tiene como preocupación fundamental la armonía de las formas expresadas, en tanto que la filosofía trata de explicar la esencia de las cosas por sus causas, además la búsqueda y sistematización de esos conocimientos.

Un poeta expresa la verdad cuando es auténtico, pero más que dirigirse a la raza exclusivamente, lo hace a la intuición y al sentimiento, habrá quien pueda acercarse a la verdad a través de un poema que toca su sensibilidad, que quizá a través de un raciocinio escueto y carente de formas bellas y armoniosas que son fundamentales en la poesía. El poeta puede acercarse a la verdad en chispazos de intuición y moviendo las fibras de nuestros sentimientos.

Así pues, pienso que un poeta expresa de manera brillante sus sentimientos a través de su poesía, y no sólo los de él, sino los mismos sentimientos y pensamientos de todo un pueblo, sus ideales, fracasos, sus temores y por qué no decirlo, refleja la idea que tienen de sí mismos, del mundo y de la divinidad.

Un claro ejemplo lo encontramos en las culturas prehispánicas en lo que se nota una interpolación de lo que propiamente constituye el saber filosófico, ya que es expresado a través de formas literarias, muy elaboradas y refinadas en las cuales descubrimos un canto o poema que contiene en sí las intuiciones del pensador, pero cuya verdad desvirtúa frecuentemente la esencia misma del pensamiento para dar preferencia a la expresión de su belleza.

La poesía la enmarcamos dentro de la literatura que al igual que todo testimonio humano y ningún filmación de hechos más abundante, contiene datos sobre acontecimientos, las nociones, datos históricos, los indicios más preciosos sobre nuestras “moradas interiores”, puesto que representa la manifestación más cabal de los fenómenos de conciencia profunda. La literatura, con toda su belleza, puede y debe ser citada ante el tribunal de la historia o del derecho, como un testimonio del filósofo, como cuerpo de experimentación, del sabio. Así encontramos, por ejemplo: Una concepción de Historia en la Iliada griega, un esbozo de Geografía marítima en la Odisea, la relación de Meteorología y la Agricultura en Hesíodo, en Dante la Cosmografía de su tiempo, la idea nacional en el Poema del Mío Cid, la teoría del honor en Lope de Vega y Calderón de la Barca, la Química en Aldous Huxley, y porqué descartarlo, el pensamiento náhuatl en su “Flor y Canto”.Para el pensador náhuatl, el modo más firme de acercarse al conocimiento de la verdad es a través de la “Flor y Canto”, o sea, en la observación de las formas naturales como expresión esencial armoniosa de las mismas, a través, de la línea, por cierto, muy estimada y meritoria. Por ello, creo que para el hombre náhuatl, el poeta es quizá el único poseedor de la verdad.

FILOSOFÍA Y SABIDURÍA

La sabiduría, a lo largo de la historia, ha sido considerada desde tres ángulos: la ciencia de dios, la del hombre como persona y la de las comunidades humanas; en todas ellas se implica no sólo un cúmulo de conocimientos, sino también una actitud frente a la vida, por lo que con frecuencia se suele identificar con la filosofía; así se habla, de la sabiduría de dios cuando se quiere referir al modo como el Ser Trascendente va disponiendo las circunstancias históricas para que acontezcan tales y cuales cosas; se habla de la sabiduría de un hombre cuando los conocimientos que ha obtenido a través del tiempo lo sabe aplicar, usando para ello la prudencia.

También hablamos de la sabiduría de un pueblo cuando sabe manejar sus destinos teniendo conciencia de sus propias capacidades y actuando en sus relaciones, tanto internas como externas, para llegar a logros que lo conduzcan a su realización histórica.

Por ser la sabiduría un combinado de amplios conocimientos de las ciencias, de las artes o de las letras, a veces se confunde con la filosofía y precisamente de allí nace el que sean disciplinas o actitudes afines. Cuando se carece de sabiduría, suele acontecer que las masas humanas se adhieren a las doctrinas que les proponen sus demagogos o líderes, que expresan ideales sin dar tiempo a que el hombre reflexione.

Pienso que es significativo que en la actualidad el sabio es invitado a explicar problemas que hasta ahora sólo dependían de la filosofía: causalidad, determinismo, probabilidad, continuidad, espacio, tiempo, etc., el sabio en vez de recurrir al filósofo para comprender estas nociones, quiere filosofar consigo mismo, con lo que puede llegar a hacerlo sin experiencia o en forma deficiente. Me he encontrado a lo largo de mi vida, personas muy cultas, con un cúmulo de conocimientos impresionante, me parecen extraordinarios en el manejo de conocimientos de muchos temas, son interesantes ante tal eminencia, diría que son una “enciclopedia andando”, pero muchas ocasiones no saben transmitir esos conocimientos, no aplican en su vida toda esa riqueza de conceptos que manejan; en cambio, pienso que esos hombres “sabios” de nuestras humildes comunidades, viven y dan testimonio de lo saben, se refleja en su hablar, en su actuar y en todo su ser; son coherentes con lo que piensan y hacen, lo que afirman en teoría lo viven en la práctica; por ello, creo que un hombre sabio, tiene conocimientos que repercuten en la actitud que toman ante la vida. Cuando el individuo se da esa falta de sabiduría que lo lleva a proceder a la ligera, por pereza o ignorancia se hace ver la urgencia de meditar profundamente en la utilidad de la filosofía para que el hombre del mundo actual, no sean arrastrados por el asombroso desarrollo de la tecnología, que puede proporcionarte comodidades y tranquilidad, pero que le hace evitar su encuentro íntimo y personal, para que pueda distinguir por la razón, cual es su verdadero fin, distinguiendo lo superficial y accidental, de lo esencial y fundamental.

FILOSOFÍA Y MITO

En los pueblos primitivos, más que en civilizaciones muy desarrolladas, se observan relatos que rigen las costumbres de esos pueblos y que se refieren a las relaciones del hombre con otros seres que están en el mundo que les rodea; y las que tiene el propio ser humano con lo que trasciende al mundo sensible.

Se dice que tienen un serio contenido filosófico y a su expresión se le ha llamado: mito, puesto que con él se trata de dar una explicación del origen del hombre en el mundo, del origen y existencia de las fuerzas naturales, así como de las relaciones e influencia que ellas tienen sobre la humanidad.

Los mitos son saberes que regulan la vida de esos pueblos, así como la misma conducta de los mismos hombres.

Cabe mencionar que todo mito puede diferir en detalle pero no en contenido básico.

Este fenómeno, que parece satisfacer a las almas sencillas, se ve en nuestro mismo pueblo náhuatl, en donde sucede que la fuerza sobrenatural se le representa por una imagen pintada o esculpida.

En muchas culturas, el mito se fue tergiversando por la tradición oral; pero en otras encontramos una etapa en la cual el proceso se invierte, y aquellos mitos, empiezan a ser relacionados por los pensadores, dando origen a algo que ya puede empezar a llamarse filosofía como nuestro mundo prehispánico; ya que en él descubrimos una manera autónoma y originaria de pensamiento que manifiesta parte de verdad de manera fantástica y poética, siendo trascendental en la expresión de un pueblo, aunque sea simbólica y afectiva.

El mito ejerce gran influjo en la cultura y vida de un pueblo; en él encontramos una concepción del universo y de la vida, las más de las veces personalizada en la que lo plástico no es mera alegoría externa de lo conceptual, sino que forma con ello una unidad originaria, vivida especialmente por nuestros antepasados como si fuera la misma realidad.

Aunque la filosofía ha empleado ocasionalmente los mitos como formas de exposición y no desconoce la acción fomentadora de la cultura inherente a muchos de ellos, debe elevarse por encima de la plasticidad concreta del mito para venir a la clara y despierta autoconciencia del pensamiento.

FILOSOFÍA Y RELIGIÓN

De acuerdo con el origen de la palabra religión que significa el conjunto de creencias y normas de conducta por las cuales el hombre se “religa” al ser supremo, es decir, a dios; estas creencias o formas de vida pueden ser más o menos perfectas o elaboradas según sea el adelanto de la civilización en que se encuentre.

Así, surgen una serie de conceptos del mismo ser y diversos caminos de conducta que ha de seguir para su descubrimiento o reencuentro con el absoluto.

En la exposición dogmática de toda religión se encuentra una serie de conceptos que coinciden con los conocimientos filosóficos, pues abarcan la misma problemática que el hombre se plantea para la explicación de sí mismo y del mundo que le rodea; la diferencia está en que las verdades del dogma son producto de lo que dios ha revelado al hombre, mientras que la filosofía trata de hacerlo por su propia razón.

Después del dogma, en una religión aparece la moral, que es el conjunto de reglas que deben regir las costumbres del hombre para hacer más grato su comportamiento frente al Ser Trascendente; estas normas tienen mucho que ver en la filosofía práctica o Ética.

La forma de relacionarse el hombre y dios se plasma en los ritos o la liturgia, que naturalmente tienen derivaciones de otro tipo, como lo artístico, que es un problema de la Estética, rama de la filosofía.

Dentro pues, de todo el contenido de las revelaciones del hombre con Dios, sean esas muy primitivas y elaboradas, muy limpias o sanguinarias, todas tienen un acervo de conocimientos que frecuentemente se confunden con aquellas que corresponden exclusivamente a la filosofía.

Cuando el individuo se da esa plena realización de armonía con su ser supremo, se dice que ha alcanzado su felicidad total.

No me cabe la menor duda, que nuestro mundo indígena tenía una definida cosmovisión teológica de sí mismo y del mundo que le rodea.

MARCO TEÓRICO

EL HOMBRE NAHUATL, SU MUNDO Y SUS DIOSES

La visión del mundo de los propios nahuas en un preciso momento histórico excluía cualquier punto convergente entre los dioses y los hombres, y por lo tanto los primeros no podían formar parte del modo visible de la vida de los mortales. Los hombres podían invocar al dador de vida, más no podían sostener un diálogo con él.

Las innumerables preguntas acerca del sentido de la vida de su fugacidad, la duda acerca de qué es lo real y qué es un sueño, se quedaba en el ámbito de pensamiento filosófico de la clase sacerdotal y gobernante.

Ignoramos los sentimientos del esclavo que iba a morir en la piedra de los sacrificios o de la madre a quien arrebataban al hijo para ofrendarlo a los dioses. Lo más verosímil por falta de testimonios escritos que reflejaran el estado psicológico de las víctimas o de los que presenciaron el sacrificio nos induce a pensar que esta enorme masa del pueblo, educada en la creencia de que el Sol necesitaba sangre para vivir y seguir alumbrando al mundo, ignoraba el conflicto que nace entre el sentimiento de deber y el dolor, entre el deber y el temor, el deber y la rebelión.

La creencia de que el sacrificio tiene una fuerza mágica para detener el mal se manifiesta todavía en algunos pueblos.

Basarse únicamente en los testimonios de los que presenciaron estos actos con ojos occidentales y consideraron el sacrificio únicamente como un acto de barbarie, ignorando su significado ritual, íntimamente ligado a la visión religiosa del mundo de los antiguos nahuas, será si no falsificar, sí empobrecer el significado de mismo acto. Lo que a los ojos de los occidentales parecía cruel y trágico, en realidad era el cumplimiento del más alto deber humano para estos hombres.

De los dioses no se habla, se menciona su voluntad y deseos, pero ellos mismos no se presentan en forma humana, no participan en la vida de los seres humanos, no los asisten ni los castigan, no dirigen sus actos, no se interponen a lo que ellos emprenden de modo visible, por medio de acción o de palabra directa.

Mientras el dios cristiano vive independientemente del hombre, entre los dioses del mundo prehispánico y los hombres existe una dependencia mutua, según el cristianismo el hombre es libre en la elección del mal y el bien, mientras que el hombre prehispánico no tenía esa libertad; el cristianismo subraya la necesidad de salvar el alma, mientras que los indígenas imploran por los bienes materiales.

Los dioses de la cultura náhuatl a pesar de que aparecen en innumerables leyendas, son en el momento de la conquista todavía más bien fuerzas sobrenaturales que seres de carne y huesos.

Esta mitología de los hombres-dioses son solitarios sobre toda medida natural, sin la cual no sería posible comprender la opresión de la masa de los hombres. Los dioses se colocan en lugar más preponderante que los hombres.

Aún en el poema que cuenta cómo Quetzalcóatl rescató los huesos preciosos en el reino de la muerte para crear al hombre y darle el sustento –el maíz–, el primer lugar lo ocupan las hazañas del dios mismo y no el ser creado por él.

Por un lado, los griegos acercaron a los dioses lo más posible a los hombres, mientras que los prehispánicos, consideraban la vida como un sueño: “Puede que nadie diga la verdad en la tierra”, y alejaron a los dioses a distancias inalcanzables para el hombre.

Los dioses griegos tienen un poder mucho más amplio sobre los hombres, pero no absoluto; los dioses de la cultura náhuatl tienen un poder absoluto sobre el hombre y además tienen el deseo de divertirse o complacerse con el espectáculo de los seres transitorios. Ometeotl, el dios viejo, tiene a los hombres en el centro mismo de su mano y allí, sosteniendo y dominando a los pobres macehuales: los hombres, introduce la acción en el mundo: “nos está moviendo a su antojo… él de nosotros se ríe”, y el hombre no encuentra una contestación satisfactoria a las preguntas que le acechan. Los griegos se sienten en confianza con los dioses y éstos tienen amores con los mortales; los antiguos mexicanos tienen miedo de sus dioses, a pesar de que saben que ellos les deben todo el sustento. Ningún dios prehispánico puso sus ojos sobre un mortal. Ningún mortal puso en duda los designios de dios.

De los dioses de la cultura náhuatl sabemos muy poco, no sabemos quienes fueron sus hijos; no hay comparación con el amor, sexo, celos, bigamia e incesto de los dioses griegos. Del árbol genealógico de los dioses mexicanos se sabe poco, y eso sólo en cuanto a los dioses principales; no hay celos unos de otro, y no luchan entre sí por el poder, a excepto de Tezcatlipoca y Quetzalcóatl, ya que éste último es derrotado y expulsado de Tula.

Así pues, en el mundo náhuatl, el hombre está agobiado por el peso de los dioses y encadenado por su omnipotencia.

En ningún momento un hombre puede ser digno compañero de los dioses, ni éstos, rebajarse a su nivel, mezclarse con los seres humanos.

Sus dioses tienen que permanecer más allá de la experiencia humana. Los hombres eran vasallos de los dioses y nada más. Ser vasallo de los dioses es el fin y el objeto de la existencia del hombre.

Los dioses nunca bajan a la tierra para mezclarse con el hombre, no adoptan el aspecto humano, no hablan con mortales, no cometen incestos y si lo hacen como Quetzalcóatl, se les considera impuros y tienen que abandonar su reino y se transforman en perros o en serpientes. Sus dioses no se divierten, no cortan flores en el campo, no huyen del amor ni tratan de conquistarlo; no viajan en carros de oro, no beben, no atraviesan en el mundo de los muertos en busca de la mujer amada.

El único sentimiento bien definido del que se habla en las crónicas antiguas es el deseo de obtener el precioso líquido, la sangre humana para sostener el universo y asegurar su continuidad.

El dios que más se asemeja a Prometeo en el panteón de los antiguos mexicanos es Quetzalcóatl, el dios supremo, el sabio, el benefactor de la humanidad, el creador de uno de los “soles” y del hombre; el dios que robó a la hormiga colorada el sustento elemental de la raza humana: el maíz.

La edad de múltiples rostros que reflejan “por encima de todo, sabiduría extraordinaria e inclinación constante de favorecer a los seres humanos”.

La diferencia esencial reside en que Quetzalcóatl en ninguno de sus actos se opone a la voluntad de otros dioses y en ningún momento corre el riesgo de atraer sobre sí su ira; no crea al hombre por su propia voluntad, sino que ejecuta el mandato de los dioses a quienes quiere ayudar a resolver el problema de cómo poblar la tierra. Además al ver los hombres ya creados dijeron: “han nacido los vasallos de los dioses”.

Quetzalcóatl no crea pues un ser que podría oponerse a los dioses, sino que va a ser su vasallo, o sea, hace un acto contrario al Prometeo quien, al robar el fuego, entrega a los hombres un arma que les permitirá liberarse del poder divino y buscar su camino por su propio razonamiento.

Lo mismo ocurre con el robo del maíz. No es Quetzalcóatl solo quien se preocupa por el sustento del hombre, son todos los dioses quienes se plantean la pregunta de cómo alimentar a los seres creados y “ya todos buscan alimento”. Mientras Prometeo, al entregar el fuego, hace del hombre un rival de los dioses: al poseer la técnica, las artes, la ciencia, los hombres se iban a liberar del poderío de los dioses. Al convertirse en seres racionales, los hombres podían dominar la naturaleza, liberarse de la voluntad y órdenes divinas.

Quetzalcóatl no yerra de modo consciente; es víctima de un complot de otros sacerdotes y su pecado lo aterroriza.

No trata de buscar una salida, deshacer el mundo, ni por su propio bien ni por el bien de su pueblo. Escoge el camino del castigo ejemplar y muere por su propia voluntad, quemándose en el fuego. Al entrar en conflicto con las leyes divinas, sociales, éticas y morales de su tiempo, Quetzalcóatl no se debate, no se pregunta, no se opone; avergonzado acepta su tragedia y con eso dejar de ser un héroe.

La fiesta religiosa de los antiguos mexicanos, tendría para nosotros un sentido más amplio diferente al occidental. Eran mucho más acontecimiento que representaciones. Un acontecimiento cuyo fin era liberar a los espectadores, que al mismo tiempo eran actores, del miedo a las fuerzas sobrenaturales, del terror que les infundían los dioses esotéricos. La diversión y la alegría eran elementos secundarios, lo esencial era ganar la gracia de los dioses, aplacar sus iras, descifrar sus propósitos y colaborar con ellos en asegurar la existencia del mundo por medio de la sangre derramada. Para acercarse a los dioses, los actores en las fiestas religiosas se vestían de animales, se transformaban en tigres y coyotes, águilas y serpientes: se cubrían de plumas, imitaban las aves del agua en sus movimientos y voces; se convertían en mariposas, flores, plantas e insectos; se pintaban de colores sagrados: negro, blanco, rojo y azul; ejecutaban movimientos con significado oculto que sólo para ellos era conocido; así, para los que contemplaban el espectáculo desde fuera, como soldados y frailes, la fiesta religiosa era simplemente obra del demonio.

Curiosamente en el siglo XX se vuelve la mirada hacia las fiestas prehispánicas, espectáculo “cuyos ritos y danzas sacras son la forma más bella y únicas que puede en realidad justificarse”. Hoy día vemos en la fiesta religiosa prehispánica, en el afán de comprender el “acontecimiento” religioso, un drama humano relacionado con las fuerzas cósmicas que regían la vida del hombre, una guerra contra el destino, contra el fatalismo.

Por lo tanto, la fiesta religiosa no era un reflejo de la vida, sino la vida misma; se refleja la vida del hombre, su pensamiento, su visión del mundo; en ella los ayunos, plegarias, comidas y danzas, cantos y música, pintura y adornos faciales, máscaras y plumajes, ritos y magia, ceremonias oscuras y complejas, todo lo que rodea al ser humano, tiene un doble sentido; todo es signo, un signo complicado e irrevocable.

Un espectáculo que siempre tiene que desembocar en la muerte, en estos espectáculos religiosos el hombre juega un papel insignificante, sus pasos desde el nacimiento están vigilados por fuerzas invisibles, sus actos de adultos determinados de antemano. Sus dioses son encarnaciones de las fuerzas de la naturaleza, crueles, despiadados, el papel del hombre se limita a aclararlos, a asegurar el poder de los dioses y ofrecerles sus máximos dones: su propia sangre y corazón.

La fiesta de los nahuas es la máxima expresión de un fanatismo religioso, ese fanatismo que lleva a un hombre a la piedra de los sacrificios.

El mundo fue creado, según los antiguos mexicanos, por una pareja divina: Ometecuhtl “el Señor de la dualidad” y Omecíhuatl “la Señora de la dualidad”. Una de las leyendas dice que el sol creado necesitaba sangre para iniciar su marcha sobre la bóveda celeste: “entonces los dioses se sacrificaron y el sol, sacándose vida de su muerte, comenzó su curso en el cielo”.

He aquí el punto de partida: el momento en que comienza el drama de la humanidad ligada para siempre con el sol.

El mundo se creó y fue destruido cuatro veces y cada una de estas veces lleva el nombre del “Sol”. Cada época duraba 52 años solares de 365 días y para que una nueva época pudiera surgir, para que el Sol pudiera alumbrar de nuevo en la tierra, para que no se rompiera la regularidad del proceso cósmico, había que alimentar al sol: lo más precioso que el hombre posee, su sangre: chalchíuatl, la sustancia mágica, el sacrificio que despierta tanto horror en los cronistas españoles: “No creo que haya corazón tan duro que oyendo una crueldad tan inhumana, y más que bestial y endiablada, no se enternezca y mueva a lágrimas, horror y espanto”.

No sólo es Tonatiúh quien vive gracias a este alimento sagrado. Sin él, no pueden existir otros dioses: Tláloc, dios de la lluvia. Ni “nuestra abuela” Toci, ni el dios del fuego Xiuhtecuhtl: , ni Xilonen la mazorca tierna, ni Centeotl dios del maíz.

El pueblo náhuatl, cuya estructura económica es básicamente agrícola, veneran a los dioses de la vegetación.

De la masa del maíz se forman los dioses, el maíz se come, el maíz sirve de adorno a las doncellas. El maíz es el símbolo de la renovación de la naturaleza, pero a la vez es la renovación del hombre mismo.

Se agrupaban a todos los seres según los puntos cardinales y la dirección central, o de abajo arriba. Por eso en la inutilidad es tan importante el número 4 como para los occidentales es el número 3.

Todo el mundo: los animales, los dioses, los días, los nombres, los colores quedan agrupados en estas cuatro direcciones. El hombre recibe el nombre del día en que nace, los días a su vez agrupados en el calendario ritual se dividen en cuatro partes de 65 días cada una que corresponde al Este, Oeste, Sur y Norte.

Cuatro fueron los hijos engendrados por la primera pareja: Los tres Tezcatlipocas y Quetzalcóatl, cuatro los dioses que crearon al dios y la diosa del agua, que a su vez tenían un aposento de cuatro cuartas; los cuatro dioses ordenaron hacer por el centro de la tierra cuatro caminos para entrar por ellos y alzar el cielo; cuatro fueron las primeras destrucciones, cuatro “soles” edades antes de que surgiera el mundo actual, cuatro direcciones tiene el segundo juego de pelota.

Junto al número cuatro, los números importantes son: el nueve que es el número del inframundo, es el número de los días maléficos, es el número de la tierra y lugares subterráneos.

El trece son los cielos donde la pareja divina espera la destrucción del mundo actual para construir el mundo nuevo.

El veinte es el número del hombre; es la suma de los dedos de las manos y de los pies. Veinte son los días de las trece unidades (meses), veinte es el cuatro por cinco y cuatro es el número del sol y cinco es la quinta dirección del mundo, de arriba abajo, los cuatro colores: rojo, azul, negro y blanco los colores de los cuatro puntos cardinales del mundo, más el amarillo, el color del sol.

La palabra “flor” tiene un significado distinto cada vez. El “agua florida”, es simbólicamente la sangre, las “flores que bailan” son los guerreros. Las “flores que se ambicionan” son los cautivos que serán inmolados en el altar del sacrificio. Por fin “la flor” es ya el mismo canto y es la flor divina que de la mansión de los cantos baja.

Si nos hemos detenido con tanta insistencia en las explicaciones de los símbolos del mundo de los antiguos mexicanos, es para poner lo complejo de aquel pensamiento en que el significado de cada acto, de cada cosa, residía en su relación con otros. Este simbolismo, quedó oculto para los cronistas españoles. En aquel espectáculo religioso todo era obra del demonio, por él dirigido y a él dedicado; este sentido impregnó la literatura y pensamiento occidental y sólo cuatrocientos años después de haber sido cortada aquella civilización, después del triunfo de la Revolución, cuando en México se opera un fenómeno llamado “la vuelta a las raíces”, comienza a surgir el interés por aquel mundo desaparecido y su mitología, tan diferente de la griega y de la cristiana, cuyo centro lo constituye el sol y en el que el sentimiento más poderoso es el temor.

CARACTERÍSTICAS DEL PENSAMIENTO FILOSÓFICO DE LOS NAHUATL

El escritor peruano Carlos Manatequi afirma: “Me parece evidente pensar en un pensamiento francés o alemán, pero no me parece evidente la existencia de un pensamiento prehispánico”.

Esta opinión sólo es eco de otras muchas que niegan la categoría de filosofía al pensamiento de las culturas prehispánicas, entre ellas a la náhuatl, la cual sólo sería poesía y mito, y quedaría reducido a un producto secundario de su concepción religiosa que jamás alcanzaría a ser considerado como pensamiento filosófico. Sin embargo, nosotros compartimos la opinión de León Portilla, uno de los grandes estudiosos de la cultura náhuatl, de que en las expresiones más acabadas de su espíritu se pueden encontrar los rasgos, los elementos de una verdadera filosofía.

El hombre náhuatl busca en su mundo verdades fundamentales y se plantea problemas como el de la verdad cognoscitiva y la verdad misma del hombre. Por medio de la observación del mundo que lo rodea y las reflexiones sobre su ser mismo y el ser de lo trascendente, se hace cuestiones que se presentan en cualquier sistema filosófico: ¿Quién soy? ¿Qué significa el mundo, lo que me rodea?, ¿Cuál es mi visión última?, ¿Quién es dios y qué es?, y sus respuestas a estas preguntas se caracterizan por su originalidad. Respecto a esto podemos usar para el pensamiento náhuatl las palabras que Bolívar utilizó para referirse a las civilizaciones prehispánicas del Perú: “Todo en él fue original y tal puro como la inspiración que viene de lo alto”. Para comprobarlo, basta analizar los códices, por ejemplo, el Matritense y el Florentino, que describen la sabiduría indígena en su expresión original. Hay que admitirlo, no podemos hablar de una filosofía de manera explícita consciente, sistemática y tradicionalista.

No encontramos en ella la organización, la homogeneidad de los grandes sistemas filosóficos de Occidente, por ejemplo, el aristotélico-tomista; pero, sin duda, el pensamiento náhuatl manifiesta un esfuerzo sincero de búsqueda de las verdades básicas; encontramos en él una singular concepción del mundo, una visión propia del universo. Esta concepción, esta visión, no se encuentra desarrollada, plasmada en grandes obras o tratados de filosofía a manera de las summas medievales, dadas las limitaciones de la escritura prehispánica; pero sí reflejada en todas sus manifestaciones espirituales.

“¿Adónde iremos?

Sólo a nacer venimos

¿Acaso de verdad se vive en la tierra?

No para siempre en la tierra

Sólo un poco aquí.

No se necesita ser un experto para reconocer en esta frase el problema de la realidad del ser y de esa existencia en el más allá que se da en toda la cultura universal. Es importante señalar que el hombre náhuatl tiene una apertura fundamental a lo trascendente, su pensamiento siempre se inicia preguntándose por dios y termina respondiéndose con dios. Su universo está lleno de la divinidad que se manifiesta en todo lo que le rodea, agua y sol, muerte y vida, en el cielo y en la tierra. Así se lee en los anales de Cuautitlán:

“Señora de nuestra carne,

Señor de nuestra carne,

La que se viste de negro,

El que se viste de rojo,

La que da estabilidad a la tierra.

Soustelle señala:

“La religión con su ritual minucioso y exigente, con su abundancia de mitos, penetraba profundamente y bajo todos los aspectos de la vida cotidiana de los hombres. Constituía una interpretación del mundo y suministraba una regla de conducta. Daba un sentido, totalmente y a cada instante, a la existencia del pueblo mexicano”.

Por esta razón, no es posible separar su filosofía de su teología, puesto que se confunden, forman una unidad. Si hablamos de su filosofía, tenemos que hablar de su teología. Pero esto no resta valor a su pensamiento filosófico. De hecho es un fenómeno universal que se ha dado en la mayoría de las culturas. Menciona María Zambrano:

“Hace muy poco tiempo que el hombre cuenta su historia, examina su presente y proyecta su futuro sin contar con los dioses, con Dios, con alguna forma de manifestación de lo divino”.

LA COSMOVISIÓN NAHUATL Y LA FIGURA DE QUETZALCÓATL

Krickeberg afirma que el conocimiento de la naturaleza, la tradición histórica y el centro del mundo náhuatl no se pueden buscar en una fuente única. No obstante, creemos que básicamente toda la visión posterior del mundo náhuatl parte de la cosmovisión tolteca del mundo, de la que forma parte fundamental la figura de Quetzalcóatl. La concepción tolteca del mundo, como todas las de América prehispánica, está profundamente marcada por el elemento religioso. Dios surge en todos lados, su religión es una religión naturalista, y en ocasiones confusa:

“La religión es su filosofía, su ciencia y su moral que explica el origen del mundo y del hombre; que da razón de los fenómenos naturales y establece el método para obtenerlos y (o) evitarlos y que preceptuaba las formas de conducta”.

Su misticismo brota en su arquitectura, con la construcción de los templos, en la escultura teomórfica, en el juego de pelota.

La religión se manifiesta en lo más íntimo de la vida personal y en toda la estructura comunitaria. Los toltecas expresan su pensamiento del mundo a través de los mitos; el mundo aparece en ellos como una isla inmensa dividida de manera horizontal en cuatro cuadrantes, o rumbos, a manera de puntos cardinales y rodeada toda por el agua. Estos cuatro rumbos se encuentran en el ombligo de la tierra. Cada uno con su propia simbología y su propio significado. Así, el Oriente, simbolizado por el color blanco, es la región fuente de la vida, de la fertilidad, de la luz, del nacer y renacer. El Norte, simbolizado por el color negro, es la región en donde yacen los muertos. En el Poniente se encuentra la residencia del sol, lugar de la juventud y de la abundancia, y se halla representado por el color rojo. El azul simboliza al Sur, lugar de la tierra y de la siembra.

Pero no sólo horizontalmente se halla dividido el mundo. Verticalmente hay varios estratos. Arriba de la tierra se encuentran los cielos, “El Topan” ocupados por los distintos cuerpos celestes. En el cielo último, en el más alto, está la región de los dioses.

Hacia debajo de la tierra hay una serie de pisos inferiores, que son recorridos por los que mueren, hasta llegar al profundo, en donde se halla “El Mictlán”, la región de los muertos.

Hay que observar que este mundo no es siempre el mismo, no es un mundo que permanezca estático; por el contrario, su universo es un universo que se transforma, que cambia en el tiempo.

Era el lugar de la lucha constante entre fuerzas invisibles representadas por dioses. Como resultado de estas batallas cósmicas, cuatro soles habían dejado de existir, es decir, el mundo había muerto ya cuatro veces por medio de inmensos cataclismos y se vivía entonces el quinto sol o edad del sol en movimiento, después de haber pasado sucesivamente por las edades de la tierra, aire, fuego y agua. Este nuevo mundo había sido producto del sacrificio de los dioses, “que con su sangre lo habían creado y vuelto a poblar”.

En conjunto, esta visión cosmológica representa un esfuerzo de explicación, un intento de interpretación de su universo que se les ofrece complejo, cambiante, producto de una dialéctica, de una lucha de fuerzas. Es un mundo que ellos saben que está destinado a desaparecer, que no es permanente, y en consecuencia, no presenta seguridad para nadie; lo único seguro es la muerte.

Su mundo se encuentra sumido en el misterio que ellos intentan desentrañar en la medida de sus posibilidades, desde su particular reflexión y circunstancia, es decir, de manera totalmente original.

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De: The_dark_crow_v301 Enviado: 09/06/2006 01:38 a.m.

Pero su mundo no sólo se caracteriza por la amenaza, también ofrece esperanza, posibilidades que se reflejan en los estratos de su cosmovisión: el hombre puede llegar al “Topán”, un mundo en el que hay fertilidad, vida y movimiento. Su sol puede desaparecer en cualquier momento, pero ese momento permanece desconocido para ellos, es cosa de los dioses, y mientras llega el fin ellos se aferran a la vida.

Es precisamente este núcleo de mitos, esta cosmovisión la que se toma de Quetzalcóatl y se reconstruye. A partir de él surgen una serie de nuevos conceptos, formas distintas de ver la realidad y lo trascendente, que cambian la mentalidad existente y marcan profundamente toda la civilización náhuatl.

Quetzalcóatl es un ser entre histórico y mítico personificado de diversas maneras entre los pueblos nahuas, para algunos fue un sacerdote del dios Quetzalcóatl o Serpiente Emplumada, que vivió en el siglo IX en Tula, en medio del ayuno y la oración; pero el dios Tezcatlipoca, su enemigo, le tendió una trampa.

Quetzalcóatl, víctima del alcohol, rompe su castidad. Al darse cuenta de su pecado abandona la ciudad, convirtiéndose en el Lucero de la Mañana; pero prometiendo volver algún día. Entre los aztecas es Tlahuizcaltecutli (lucero de la mañana) o también Ehécatl (dios del viento). Entre los mayas es Kukulcán. Pero más allá de las implicaciones míticas, Quetzalcóatl, como personaje histórico o mítico, se encuentra inserto profundamente en toda la mentalidad del mexicano de aquellos tiempos, de tal manera que sería sumamente difícil entender el pensamiento náhuatl sin tener en cuenta el pensamiento de Quetzalcóatl.

Quetzalcóatl introduce una nueva doctrina que habla de Tlilán Tlapalán “la tierra del color negro y rojo”, el lugar del saber más allá de la muerte y de la destrucción de los soles y los mundos.

Así mismo, Quetzalcóatl modifica marcadamente la idea de la divinidad dejando a un lado el politeísmo, descubre y encuentra un nuevo dios, para él, el verdadero dios, el dios uno y dual, fuente y origen de todo. La divinidad suprema es Ometeotl, dios de la dualidad, que como tal se expresa como Ometecuhtli, Señor de la dualidad y como Omecihuatl, Señora de la dualidad. Ometeotl tiene la cualidad de ser el Tloque Nahuaque, que significa dueño de la cercanía y la proximidad, Tloque Nahuaque es presencia dinámica en todo lugar, es el dueño del negro y del rojo, colores que simbolizan la sabiduría. Es el dios que se manifiesta en el mundo, dando estabilidad y dinamismo como se expresa en el siguiente texto:

“Y sabían los toltecas que muchos son los cielos

decían que son doce divisiones superpuestas

allí está la puerta,

allí vive el verdadero dios y su comparte

el dios celestial se llama señor de la dualidad

y su comparte se llama señora de la dualidad,

señora celeste

quiere decir:

sobre los doce cielos es rey, es seño

Los señores de la dualidad

Según he podido ver en la informaciones , Ometecuhtli y Omecihuatl, los señores de la dualidad pudieran tener mas de una probable existencia, y es lo que quiero averiguar, en algunas partes estas divinidades provienen de un solo ser divino Ometeotl, en otras en cambio se da por hecho que Ometeotl es la pareja en si , en varias mas es un ser androgino con ambas cualidades masculino-femenino, y concerniente a esto, se da el caso en otras publicaciones de que es un ser que solo existía en el principio creando el Omeyocan, posteriormente dándose el tiempo, para crear una pareja con la cual crearía cuatro hijos, que se relacionarían con los cuatro primeros soles.

Se da el caso también que a Ometecuhtlti, lo transfieren al otro lado de la vida espiritual convirtiéndolo en Mictlantecuhtli y dándole a su esposa el nombre de Mictlantecihuatll, lo cual es aceptable si se diera el caso de dualidad extrema el señor del cielo y del infierno, ( Se que no es un infierno en el sentido judeo cristiano islamico ),Aquí es donde empieza una de mis primeras dudas, me hablan de trece cielos y de siete infiernos en algunos casos nueve, he localizado doce cielos y cinco “infiernos”que a continuación te doy.

El Omeyocan la región más alta de los cielos, el cielo doble del dios doble, Seguido del Teotlauhco, mansión roja del dios del fuego, el Teocozauhco, mansión amarilla del sol, el Teoixtac, mansión blanca de la estrella de la tarde, (Estos tres soles desaparecieron en las desapariciones de las catástrofes de las primeras razas humanas) Hizo Ometecuhtli un cielo intermedio, el Itzapan Nanazcayan, para separar el cielo de los dioses, de los hombres. Formo asimismo siete cielos inferiores, Ilhuicatl Xoxouhco, cielo azul que se ve de día, Ilhuicatl Yayauhco, cielo oscuro de la noche, Ilhuicatl Mamaloaco, cielo en que se ven los cometas, Ilhuicatl Huitztlan, cielo en que se ve la estrella de la tarde, Ilhuicatl Tonatiuh, cielo en que se ve el sol, Ilhuicatl Tetlaliloc, o Citlalco, el espacio, cielo en que se ven las estrellas, Ilhuicatl Tlalocatipan Meztli, el cielo en donde se aprecia la luna, las nubes, el aire. Los “infiernos” de los cuales he leído sobre que son zonas inmediatas y compuesta por nueve estratos o zonas (acaso podríamos pensar que abr alguna relación con el infierno de Dante, alguna información templaria?) Primer nivel: aquí los recién llegados vadean un río con la ayuda de un perro (cerbero?), de ahí la costumbre de venerarlos y tratarlos con respeto. Segundo nivel: aquí dos grandes montañas se acercan y alejan impidiendo el paso a los muertos, así que tienen cruzar entre ambas rápidamente y con cuidado para no quedar aprisionados.(Caridbis y scilla?)Tercer nivel: llamado Cerro de Navajas, donde los visitantes son atacados con cuchillos de obsidiana y pedernal sumamente afilados. Cuarto nivel: aquí hace un frío que corta y también cae nieve. Quinto nivel: en este lugar se encuentran los vientos más fuertes, que levantan los cuerpos y los golpean a merced del aire. Sexto nivel: en este lugar mora el dios de las flechas erradas. Todas las flechas que se han perdido en batalla y que no han tenido un blanco, son lanzadas por él a los muertos en su camino y de este modo, los va desangrando. Séptimo nivel: esta es la morada de un jaguar que devora los corazones. Octavo nivel: aquí el alma es por fin liberada de su cuerpo, de toda sensación y dolor. Noveno estrato: este es el Recinto de la Muerte o del Descanso Eterno (Chicunamictlan), está regido por los señores del inframundo: Mictlantecuhtli y Mictlantecihuatl. Una vez vencido el último obstáculo, una extensión de nueve aguas, las almas alcanzan la paz eterna. El Chichihuacuauhco, ubicado en el Tamoanchan, el lugar de nuestra vida donde esta el árbol de leche, donde los niños que morían antes de tiempo, esperaban turno para regresar y poblar el mundo, cuando desapareciera la raza que habitaba en la tierra, Mictlan, donde llegaban los que morían en forma natural, sin distinción de rango o clase social, aunque aquí se pensaba que no era un viaje del alma sino del cuerpo del difunto el cual salía de su tumba a los cuatro años de ser enterrado. Tlalocan, ubicado al sur en su caso muertes relacionadas con Tlaloc donde los que por alguna causa habían padecido enfermedad o habían sido asesinados, recibían una segunda vida, que Vivian, durante un tiempo igual al que les había faltado en la tierra, La cuarta mansión era la casa del sol Tonatiuhchan en lhuicatl Tonatiuh, (aquí hay otra confusión es esta casa perteneciente al reino de los cielos o a la casa de los muertos)donde morían los donde llegaban los que morían en batalla, o a causa de esta, ya se por su agonía, o al ser prisioneros que dada la tradición debían sacrificarse a Huitzilopochtli o al culto solar.: se ubica al Oriente,. Esta cubierto con flores blancas, amarillas y rojas. Los guerreros y sacrificados se reúnen al amanecer para llevar al astro Sol por el camino del cielo hasta que este alcanza el cenit. Cincalco: se ubica al Poniente, es el Lugar de la Casa del Maíz o el Lugar de las Mujeres (Cihuatlampa). Aquí van las mujeres que han muerto dando a luz a su primer hijo, y en la creencia de que este podría ser un futuro guerrero, se entiende la labor de parto como una gesta guerrera. Son las famosas Cihuateteo, encargadas de relevar a los guerreros en el cenit y llevar al Sol hasta el ocaso, cuando entrará en las regiones del inframundo.

Si hacemos un recuento contamos doce cielos y cinco “infiernos”. Existe un cielo mas con otro nombre ? o debemos de dar por hecho que el Omeyocan al ser el cielo doble se cuenta por dos lo cual nos daria los trece cielos. Y en el caso de los infiernos, cinco descritos acaso debemos dar por doble el Tamoanchan y dividirlo en una especie de limbo-purgatorio, lo que nos daria seis, y al final elChicunamictlan, tambien como Omeyocan seria doble lo cual nos daria los siete, pero si se dan los estratos como infiernos entonces como se llaman?

Quiero decir que algunas cosas que puse encerradas en paréntesis son similitudes probables tal como si pusiera que el taoismo chino basado en la dualidad tambien estaría dentro del concepto de Ometeotl o como se ha dicho aquí en el significado de la palabra amen , (de acuerdo, así sea, ) y la descripción que nos dio Valiont, AUM, (que en sánscrito se producía om, y es una de las máximas mantras de los brahmanes vedhicos), o en maya que da la configuración de hombre y mujer en la casa, son tal vez la misma palabra con difernte apreciacion.

En la búsqueda de entender mas , espero que me ayuden , y cualquiera que quiera darme una opinión o un

Comentario será bien recibido.

Vuh coatl

PENSAMIENTO Y RELIGIÓN EN EL MÉXICO ANTIGUO

PENSAMIENTO Y RELIGIÓN

EN EL MÉXICO ANTIGUO
Bruno Cruz Petit

En este artículo voy a exponer algunas de las ideas más sobresalientes de la gran antropóloga Laurette Sejournée, fallecida en el 2003, dando algunos apuntes sobre otros autores que han reflexionado sobre la religión mexicana precolombina, para finalmente comentar algunas ideas sobre el valor del mito como fuente de sabiduría y verdad.

Conocida por defender la tesis de que la antigua Tollan, capital de los toltecas, era en realidad Teotihuacan (y no Tula), cuna del culto a Quetzalcoatl, Sejournée propuso toda una interpretación de la mitología azteca, enfocada a revalorizarla como conocimiento humanístico y trascendente. El ánimo que guió sus trabajos no estaba lejos del que impulsara a Miguel León Portilla en la redacción de su libro “Filosofía Nahuatl”. Se trataba de “leer” los mitos de los antiguos mexicanos tal como lo habrían hecho los tlamatinine, sabios nahuas que reflexionaban sobre los mitos de manera similar a los sabios orientales o los filósofos occidentales. Se quería reunir todo el “corpus” mitológica azteca y buscar la lógica que lo unificaba, incluyendo códices con narraciones distintas, contrapuestas o complementarias, poesías y crónicas de estudiosos de la época de la conquista que se interesaron por la cultura autóctona como Fray Bernardino de Sahagún.

La dispersión de mitos y fuentes, primera dificultad del investigador, fue explicada por un proceso de sincretismo dado por la asimilación parcial de la cultura de los antiguos toltecas por parte de los mexicas o aztecas. Estas tribus nómadas y guerreras emigraron durante doscientos años desde una tierra llamada Aztlan, cuya localización desconocemos. A su llegada al Valle de México (Anahuac) se encontraron con una civilización superior, la tolteca, de la que adoptaron su religión, fusionándola con dioses propios y difundiendo posteriormente dicha religión a las tribus que iban sojuzgando. Sin embargo, para Sejournée la amplitud que tuvo en toda Mesoamérica el culto a Quetzalcoatl no puede explicarse por dicho dominio, muy tardío, de los odiados mexicas, sino por la influencia de una cultura anterior como fue la tolteca, identificada en los mitos con su capital religiosa Teotihuacan o “ciudad de los dioses”. Los aztcecas desvirtuaron, según esta tesis, el panteón nahua incluyendo en él a Huitzilopochtli, dios de la guerra, debido a la necesidad imperiosa que tenían de un sistema de pensamiento que sostuviese su imperialismo.

En el momento de la conquista, pues, los aztecas practicaban un aparente y abigarrado politeísmo, que no excluía una tendencia a simplificar el panteón por parte de los tlamatinine, agrupando a varias divinidades como manifestaciones de un mismo Dios. Tal como decía una antiquísima creencia el origen de todas las cosa radicaría en Ometeotl, dios de la dualidad, divinidad masculina y femenina al mismo tiempo. Según León Portilla, debemos pensar que la élite sacerdotal conocía los mitos antiguos e interpretaba los ritos comunitarios de acuerdo a ellos. Para ellos, siempre según León Portilla, la religión y las narraciones de tipo mitológica no eran sino una forma de busca respuestas a interrogantes filosóficos, sobre el origen del mundo, el carácter de la muerte y la relación entre hombre y naturaleza.

Un desarrollo posterior ya de carácter azteca quiso que de Ometeotl procedieran las fuerzas que engendraron al mundo, encarnadas en cuatro dioses, Tezcatlipoca rojo (dicho también Xipe o Camaxtle), Tezcatlipoca negro, Quetzalcoatl y Huitzilopochtli, claramente insertado a la misma altura que los dioses antiguos, pese a que una tradición propiamente azteca señalaba a Huitzilopochtli como hijo de Coatlicue. También recuperaron la antigua Leyenda de los Soles, según la cual antes de la actual humanidad habían existido otras cuatro eras o soles, presididas respectivamente por Texcatlipoca, Quetzaltcoatl, Tlaloc y Chalchiutlicue (diosa de las aguas, hermana de Tlaloc). La última parte del mito tiene especial relevancia, puesto que en él se nos narra el nacimiento del Quinto Sol, el actual. Al encontrarse la tierra sin sol debido a una catástrofe, los dioses se reúnen en Teotihuacan y determinan que es necesario un sacrificio para alumbrar al nuevo sol. Tecuciztécatl y Nanautzin se ofrecen a llevarlo a cabo; el primero, rico en plumas, no se atrevió a echarse totalmente en el fuego. El segundo, buboso y en proceso de desintegración, lo consigue y anima al otro a cumplir el sacrificio. Posteriormente, aparecen el Sol y la Luna, pero sin moverse. El necesario el sacrificio de todos los dioses y la ayuda del viento para que empiece el movimiento del sol, origen de la vida.

El calendario azteca nos da una idea de la importancia del sacrificio de lo más precioso del hombre, la vida, para mantener la misma vida en el mundo. Los aztecas se sintieron señalados con la misión de dar vida al Sol mediante sacrificios humanos, es decir, con una práctica que justificaba la guerra contra los demás pueblos mesoamericanos al tiempo que evitaba el fin del mundo.

Laurette Sejournée, por su parte, sitúa a Quetzaltcoatl en el centro del pensamiento religioso mesoamericano, ya que, además de su antigüedad y expansión, este Dios encarna lo más profundo del mensaje de los antiguos nahuas. Ante todo, Quetzalcoatl aparece en la Leyenda de los Soles como el creador del hombre. En un fragmento documentado ya en al conquista Quetzalcoatl baja al Reino de los muertos y se apodera de los huesos de hombres y mujeres a los que insufla vida rociándolos de sangre de su miembro, no si antes caer al suelo con ellos y determinar su imperfección futura. El descenso al Mictlan viene a ser una penitencia, un desprendimiento de la materia para lograr el triunfo del espíritu que también viene simbolizado en otros mitos como el de su conversión en Venus tras echarse a la hoguera, en el papel del viento como atributo divino de la segunda era, la de Quetzalcoatl o en la misma encarnación animal de este dios en la famosa serpiente emplumada, alegoría del cielo y la tierra, los contrarios reunidos en un ser fantástico. Toda la narrativa e iconografía de este dios indica un grado de espiritualidad similar al de otras religiones; Quetzalcoatl personifica el anhelo máximo de los hombres, la superación de la materia por el espíritu, una unión de contrarios que supera el drama de la dualidad. Su periplo al centro de la tierra y su sacrificio en el fuego recuerda a los hombres la necesidad de liberarse del mundo profundizando en él, a través del conocimiento, y del movimiento, dones que Quetzlacoatl encarna en diferentes mitos. Desde esta perspectiva, el paralelismo con otras religiones, particularmente con la cristiana (suponemos que mejor conocida por Sejournée) es sorprendente: revelación, purificación, sacrificio, penitencia, salvación, ahí están todos los elementos que configuran un nivel espiritual de conciencia superior liberadora. Hasta encontramos el rito de la comunión narrado entre los mexicas que conoció Sahagún. Todo ello nos permite entender el éxito de la conversión de tantos mexicanos por parte de los frailes españoles. Pese a las diferencias, las dos civilizaciones compartían un estado religioso similar, aquel que supera el universo mágico o totémico, caracterizado por la multiplicidad y la fragmentación, para abrazar el principio de unidad y conciencia del origen divino del hombre.

Sejournée coincide con los antropólogos e historiadores como Erich Kahler o Lévy Bruhl que ven en las religiones nacidas a partir del Neolítico un avance de dimensiones gigantescas respecto a las sociedades primitivas. En estas últimas, el individuo vivía en una “niebla de unidad”, su percepción se regía por la ley de participación en la que todo era causa de todo. Lo sagrado y lo profano, el cielo y la tierra, individuo y colectividad, formaban parte de un todo. Frente a esta visión totalmente “holista”, a partir del Neolítico aparecen las categorías salvaje-domésticado, así como una confianza en el poder del hombre frente a la naturaleza. Existe una separación entre lo sagrado y lo profano, que son las categorías de pensamiento principales, aunque el microcosmos está influido por el macrocosmos (por ejemplo, las cosechas dependen de al voluntad de Tláloc, dios de la lluvia). La salvación, además, aparece como un asunto individual, primer indicio de una conciencia de la autonomía del yo. Además la diferenciación de un ámbito puramente divino entraña algo nuevo: la mediación entre dioses y hombres. En las sociedades primitivas los hombres se comunicaban con los antepasados y los tótems sin necesidad de mediador. Con la especialización social del trabajo son los sacerdotes los autorizados para comunicarse con los dioses, pues ésta aparece como una tarea dificultosa y trascendente. El hombre empieza a indagar en la dualidad inherente al mundo (día-noche, masculino-femenino, sagrado-profano) y necesita mitos religiosos que lo liberen de dicha angustia.

Para Lévi Strauss, la estructura de los mitos desvela precisamente una voluntad de proporcionar soluciones al conflicto entre dos elementos irreconciliables. Los monstruos o seres inventados simbolizan el origen cósmico del hombre frente al origen biológico; matar a la esfinge en el mito de Edipo, es el equivalente al incesto, la glorificación del parentesco; su contraparte es el parricidio y el castigo divino encarnado en la malformación de Edipo. El pensamiento mítico otorga un “mediador” a cada oposición; por eso abundan los personajes hermafroditas (Ometeotl), o los bufones o mensajeros, elementos ambiguos que permiten disolver o trascender la oposición. El Quetzalcoatl de Sejournée no es más que el mediador de un conflicto, el símbolo de esta aspiración divina del hombre.

Lo más atractivo de esta gran antropóloga es, ante todo, la autoridad, la libertad y ambición analítica con la que se movió por los restos de la cultura precolombina. Aplicó a México las nuevas y viejas corrientes antropológicas europeas, en una aventura vital personal más allá de la mera curiosidad científica, mezclando, a la manera de Mircea Eliade, varios de los enfoques descritos por Jean Pierre Vernant como simbolistas, funcionalistas y estructuralistas. Vio en el mito una manifestación de una intuición profunda, de intraducible fuerza expresiva, con un mensaje simbólico de gran alcance. Pero también analizó oposiciones y relaciones entre los distintos elementos de la mitología, sin caer en un vano formalismo y sin dejar de afirmar, en algunos, pasajes, el valor ideológico y político que cumplió la religión entre los aztecas.

Su visión del mito religioso como superación de la magia no escapa a la influencia de los primeros descubridores del valor del mito, los Durkheim, Jung o Schmidt, que empezaron a ver en este fenómeno un indicador de la conciencia colectiva y de cierto progreso espiritual. El conjunto de sus ideas transmite, finalmente, una consideración hacia los antiguos pobladores de México ejemplar para todos los estudiosos de la sociedad mexicana.

Ciudad Universitaria, a 20 de julio del 2004

BIBLIOGRAFÍA

BERMAN, M., Wandering God. A study in nomadic spirituality, State University of New York, 2000

GARCÍA GUAL, G. La mitología, Ed.Montesinos, Barcelona, 1987.

LEON PORTILLA, M., Filosofía nahuatl. UNAM, México, 1962

KAHLER, E. , Historia Universal del Hombre, México, FCE, 1998

SEJOURNÉE, L. Pensamiento y religión en el México antiguo, FCE, México, 2003

SEJOURNÉE, l. El mensaje de Quetzalcoatl, en la revista “Cuadernos americanos” n° 5,sept.1954

PAZ, O. El nuevo festín de Esopo, Seix Barral, Barcelona, 1993

Los simbolos del Tzolkin Maya

CUENTA DEL TIEMPO DEL PUEBLO DEL BALAM.
Hoy en día se ha despertado un creciente interés acerca de la Cultura
Maya, su ciencia, su mística y su modo de computar el tiempo, ciencia
que les facilitó el cálculo cíclico de los fenómenos astronómicos,
climáticos y biológicos. Existen varias corrientes y métodos de
investigación y recuperación de aquella ancestral manera de registrar
los días, uno de los cuales ha sido el recurrir a las cuentas que
tradicionalmente han venido usando los pueblos indígenas, otro ha
sido la investigación arqueológica y científica. Este es un tema
demasiado extenso y no quiero detenerme en la historia de todas estas
investigaciones ni en la gran cantidad de pueblos que usan cuentas,
algunas meramente agrícolas u otras cuentas muy localistas,
especificas y que no dejan de reflejar altos grados de sabiduría
natural, creo que por ahora analizaré las algunas de las corrientes
que en estos tiempos se están utilizando también entre la gente que
no nacimos en pueblos autóctonos y que sentimos la necesidad de
recurrir a estas antiguas fuentes de sabiduría.

Quiero primeramente hablar de la cuenta tradicional Quiché; cuenta
que sin querer entrar ahora en detalles de la historia de su uso y
conservación, viene de un pueblo que se acercó en el final de la Era
del Clásico Maya a la región de mayor influencia del pueblo del
Jaguar, los Mayas, descendientes de los Olmecas, quienes también se
nombraban a si mismos el Pueblo del BALAM, el jaguar. A los Quiches
les tocó ser depositario de muchos de los conocimientos
trascendentales que han sido clave en las investigaciones
contemporáneas; fueron una de las siete tribus que emigraron hacia
las selvas del hoy sureste mexicano, partiendo del mítico Tulam,
quizá el hoy conocido Teotihuacan de los Toltecas, huyendo
seguramente de las sequías, de la sobrepoblación en esta capital y
según la narración, quizá expulsados diplomáticamente por los
gobernantes de este lugar del altiplano.
El calendario que están usando en estos días el pueblo Quiché‚ es la
tabla del Tsolkín, que llaman CHOLQ’IJ, aunque hay versiones
diferentes que dicen que es SOL OIJ (desarrollo de los días). Usan
una constante sincronológica en la que el día 0.0.0.0.0. de la cuenta
larga maya cae el día juliano 584283, o sea el 11 de agosto del 3114
a.C. gregoriano, 6 de septiembre juliano. El Haab, cuenta de 365 días
que ellos llaman SOLQ’IJ, lo corren como un calendario agrícola con
muchísima influencia en su simbolismo del calendario mexicano. La
cuenta larga con esta constante sincronológica tiene su cierre el 21
de diciembre del 2012 d.c., y coincide con la que los estudiosos
llaman G.M.T.2, o sea Goodman, Martínez, Thompson 2. La manera en que
corren el Tsolkín es sin repetición alguna de días y sin las
fracciones que después introdujo la cultura Mesh¡ka. Como acabo de
decir; el simbolismo de este calendario se encuentra altamente
influenciado por la cultura del altiplano mexicano y tiene la virtud
de ser la cuenta tradicional más antigua que aún sigue viva desde el
inicio de la era posclásica.
También quiero incluir en este análisis de simbolísmos, un nuevo
calendario que se ha difundido en los finales del siglo veinte con
mucho éxito a escala mundial; estoy hablando del Sincronario Maya o
tiempo verdadero que esta basado en el trabajo de José y Lloydine
Argüelles, cuenta que considero que no guarda la línea de continuidad
histórica, pero por su importancia actual, no puedo ni debo pasar por
alto, ya que el movimiento que se ha creado alrededor de esta ha
resultado muy importante en la historia contemporánea.
Veamos las diferencias tan marcadas que hay entre los simbolísmos
mayas con las coincidencias entre los Quiches, Meshicas y Argüelles,
lo cual deja ver la marcada influencia post-clásica del altiplano
mexicano en las regiones de Centro América.
1.- Lagarto no se dice IMISH en maya, se dice Ain y es sabido que
dentro del Génesis maya el árbol Imish Che, es la Ceiba Madre; IM es
el seno materno. Imosh es usado como cocodrilo en quiché, pero en
realidad quiere decir “locura” en ese idioma. Cipactli en nahuatl. En
lo que respecta a la interpretación que hacen del Dragón, no existe
evidencia clara de una palabra que defina esta idea en idioma maya,
pero Imish no tiene dicho significado.
2.- IK es viento en maya y en quiché. Ehecatl en nahuatl, en esto no
hay contradicciones. También quiere decir espíritu. En el Memorial de
Sololá se habla de Iq como Luna.
3.- Casa se dice Na o wotoch, esta segunda es mas bien hogar; Calli
en nahuatl. Ak’bal, dicen que noche en quiché, pero en realidad
quiere decir aurora en ese idioma. Difiere del uso meshíca. AK’BAL,
cosa fresca en maya. Hay quienes dicen que en realidad es Akabil, que
significa noche en maya peninsular y en lacandón y otras lenguas casi
idénticas. He encontrado que el glifo dice en realidad LEB, abrir;
más adelante veremos porque se considera una etapa de apertura en la
vida. Con las mismas letras podemos leerlo como BEL, el camino. Es un
glifo muy parecido al que lleva en su cara el primer signo zodiacal
maya, que es TSUB, el agutí, también conocido como ITSAMNA TUL.
4.- Lagartija se dice Mech, Cuetzpallin en nahuatl. Kat, es semilla o
red de maíz en quiché, pero en otra versión, en concreto en un libro
llamado Kí-Ché Dzib, de Adrián H. Chávez dice que es K’an, serpiente.
K’AN, maduración, semilla, serpiente, amarillo, cuento, red, cielo,
cuatro y varios significados más en idioma maya, según la
pronunciación. Así es conocido y leído epigráficamente este signo.
5.-Coatl es culebra en nahuatl, Kan en maya peninsular, así también
como dije antes en quiché es K’at, que quiere decir castigo o según
el Memorial de Sololá, Can, serpiente. Este signo es conocido como
CH’IIK-CHAAN, Ch’iik, indicativo de ch’a’ah; tomar, apropiarse y
chaan; cosa bastante, suficiente, poderosa, algo así como cosechar.
También podría ser CHIK, maleza y CHAN, serpiente en maya arcaico.
6.- KIMI si es muerte. Keme en Quiché, Mikiztli en nahuatl.
7.- Venado se dice Keh o Ah-may el cervatillo, Kieh en quiché, Mazatl
en nahuatl, pero el glifo dice claramente MAN-IK, pasa el espíritu.
Mano se dice KAB en maya.
8.- Conejo se dice T’ul o Muy, estrella se dice EK. El signo es
conocido como LAM-AT, de LAM; Hundirse y AT, ser pagado. Le llaman
P’anil, que quiere decir semen en quiché, pero Argüelles dice que
estrella; Tochtli, conejo en nahuatl; varios significados diferentes.
Ganel, conejo, dice en el Memorial de Sololá.
9.- Agua se dice Ha en maya, Atl en nahuatl. Toj es paga, ofrenda,
lluvia en quiché y el glifo es conocido como MUL-UK. Mul, montón,
cerro, amontonarse y Uk, siete, tener sed, bebida, fluido vital,
aunque en el glifo tan solo se lee Uk, quizá porque usaban
abreviaciones en los que eran de uso más común. Argüelles lo toma
como Luna, esta se dice Uh en maya.
10.- Perro se dice Pek en maya, Itscuintli en nahuatl, Tz’i en
quiche, pero el signo es conocido como OK, pie, pisada, huella,
jornada o trabajo del caminante.
11.- Mono se dice Maash, Ozomatli en nahuatl, B’tas en quiché, aunque
existe un mono de nombre H-CHUEN, el significado es artífice y este
simio se llama así en el Popol-Vuh. Barrera Vásquez nos sugiere que
viene de Chuh-en, quemarse, fundir, trabajar con fuego. Yo creo que
sugiere la emoción que estimula al artista.
12.- Enredadera, Malinali en nahuatl, en maya Ak’il. El quiché usa en
su calendario E, o sea bueno, o Ei, diente; no se si sea correcta la
traducción “camino”.
EB significa escalera y así es conocido por el maya. Si se lee a la
inversa es Be, camino. Humano se dice Winik y esto no dice el glifo.
13.-Caña se dice Holol, Kaanya o Sak’ab la caña de maíz. Aj,
cañaveral en quiché. Este signo es conocido como BEN y Barrera
Vásquez sugiere que viene de Bentah, proceder poco a poco. Caminante
se dice Ah Ok, Ah Belis winik y varias formas más.
14.- Jaguar se dice Balam, ocelote se dice Koh o Sak shikín, Ocelotl
en nahuatl. Ix quiere decir vigor, fuerza en quiché, aunque en el
Memorial lo ponen como Balam y lo traducen como brujo. HIISH
significa lijar asperezas, también sugerencia de Don Alfredo Barrera.
Mago se dice Ah Way, Ah Es, Ah Kunal o Ah Pul y tampoco reconocemos
alguno de estos en el glifo.
15.- Águila se dice Kot o Balam-hun-kuuk en maya peninsular; Tz’kin,
pajaro en quiché y Cuauhtli águila en nahuatl. El signo se conoce
como MEN, que viene de Menyah, trabajar. El Ah-men en Yucatán es el
que hace el trabajo espiritual, el curandero, consejero, sabio.
16.- Zopilote se dice Chom en maya, Cozcacuauhtli en nahuatl y no
tiene que ver mucho con KIB, la candela, copal o entendimiento en
maya. Aj-mak es usado entre los quiches y quiere decir pecador, otros
dicen que sabiduría y buho en el Memorial. Según Argüelles es
guerrero, pero este no se dice Kib en idioma maya, se dice Holkan,
Katun o Ah Batel.
17.- Movimiento es Pik’, de tierra Yamba Luum; Ollin en nahuatl. Noh
en quiche, idea, talento, fuerte, cierta goma, más no sé si tierra.
En maya KAB-AN, de la tierra, Kab es también fuerza, con el sufijo
AN, algo así como, el que recibe la fuerza. Hay varias
interpretaciones; el puño es símbolo de fuerza. KAB también es miel.
Podemos pensar que viene de KABA, nombre y AN, ser, existir, estar.
18.- Pedernal se dice Bah tok’, Tok’ o Tok’ tunich en maya; Tijax en
quiche y Tecpatl en nahuatl. La diferencia es que en maya ETS-NAB
quiere decir medida del eco y este es el nombre de este signo. Espejo
se dice NEN. Podemos relacionar el reflejo auditivo con el visual y
así encontrar la coincidencia.
19.- Tormenta se dice Cha ik’ o Ik’lich haa’ en maya, el glifo
calendárico es conocido como KA-WAK, y el profesor Domingo Martínez
Paredes nos dice que viene de Ka, que es el número 2 y Wak, que
aparte de ser el número 6, quiere decir salir una cosa de dentro de
otra, o saltar; lo interpreta como el segundo surgimiento.;
Resurgimiento. Kawuk es pleito en quiché, Caok, relámpago y trueno
según el Memorial de Sololá. Tormenta, Kiahuitl en nahuatl.
20.- Flor se dice Nik o Lol, Xochitl en nahuatl. En quiché es Aj-pu,
cervatanero, como sol es usado por muchos en la actualidad y en maya
AHAW es el que manda, el que señorea, podría venir de AH, prefijo
masculino, se usa también de esta partícula para formar los
participios activos o de presente de los verbos y AW de AWAT, el que
grita, canta o quizá como dije antes, el que manda. Podemos
interpretarlo también como AH-HAW, el que abre el camino. A este
símbolo también lo relacionan mucho con el sol. Sol se dice KIN, que
a la inversa es NIK, flor, la flor calendárica, el cierre, principio
y final.
Entonces, como podemos apreciar en la exposición numerada que acabo
de hacer, los signos del Tsolkín maya tienen por nombre las palabras
que tenemos con letras mayúsculas y subrayadas en la lista anterior.
Muchos de estos símbolos son iguales a los Meshícas y otros, los
menos, coinciden con los Mayas; también encontramos las
interpretaciones propias del pueblo Quiché. Argüelles decidió
eliminar de esta tabla de medición del tiempo el idioma Maya y esto
no puede ser muy conveniente si están diciendo que es el Calendario
Maya. Este idioma tiene claves importantes en su lectura al derecho y
a la inversa, aparte de que sus vocablos son altamente mantrámicos.
Más bien deberían especificar a sus seguidores que es una nueva
cuenta y pienso que tienen todo el derecho a hacerlo.
Así es que el Quiché, tiene más coincidencias con el calendario del
altiplano que con el de los mayas, pero el Tsolkin, Cholq’ij para
ellos y tonalpohulli para el mexicano y lo corren como el maya. El
haab, Solq’ij para el Quiché o Xihuitl para los meshicas, es manejado
como un calendario agrícola, comenzándolo un poco antes del
equinoccio de primavera y agregándole un día en los años bisiestos.
La cuenta de Argüelles comienza el 26 de julio, pues los mayas de la
época de la colonia, ya habiendo perdido la costumbre y uso de su
calendario, hicieron caso de la afirmación que hizo el fraile
inquisidor Diego de Landa, quien afirmaba que la fiesta del segundo
paso cenital era la celebración del año nuevo Maya y esto ha
confundido a muchos investigadores que aún no tienen clara la forma
en que corrían las ruedas calendáricas, confundiendo al HAAB, rueda
de la relación Tierra-Venus con el año terrestre.
Como dije anteriormente, muchos pueblos que ahora viven en la región
que antiguamente moraban los mayas de la Era Clásica, llegaron a esa
zona en la etapa final de dicha era, según algunos textos antiguos,
como “Anales de los Cakchiqueles”, al llegar a la antigua Tulam,
seguramente la ahora Teotihuacan, les dieron un cetro de poder,
diciéndoles que se fueran hacia las selvas del sur, que ahí
seguramente se podrían asentar, ya que la capital Tolteca estaba
sobre poblada, pues la rodeaban ya los pueblos que emigraron de
diversos rumbos, haciendo difícil la convivencia e involucrándoles en
conflictos por las evidentes diferencias que había entre ellos. Todo
esto provocó la caída de Teotihuacan, o sea el Tulam de la Era
Clásica y lo mismo sucedió con el pueblo Maya. En ese libro hablan
los Cakchiqueles, acerca de siete tribus que emigraron hacia zona
Maya después de haber permanecido en Tulam durante algún tiempo y
luego de haber llegado a la zona del hoy Guatemala, entre ellos se
nombra a los Tzotziles, Xahiles y a los Quichés; comenzaron su
invasión a las zonas selváticas, en donde platican que llevaron a
cabo exitosamente grandes matanzas de mayas, luchando contra estos,
como decían ellos, los que viven en grandes construcciones y esto lo
relatan como grandes victorias. Al referirse a los Palencanos, les
llaman Akajales; pero esto, en Maya, únicamente quiere decir “los de
las ciudades” (Ah Kahal).Todos estos pueblos fueron los que
provocaron la caída del la Era Clásica; no es ningún misterio
sobrenatural la desaparición del pueblo maya en esta etapa, pues no
siendo muy diestros en las artes marciales, fueron vencidos con
relativa facilidad por estos invasores, teniendo que emigrar hacia la
Península de Yucatán.
CHEH-KEH HUNABI

TECUILHUITONTLI

La pequeña fiesta de los señores

En esta veintena había una ceremonia principal, en honor de las
personas que extraían la sal de las lagunas, generalmente eran las
mujeres, y se les llamaba huixtocihuameh, las salineras. Sus
atuendos eran de color azul con blanco, adornados con caracolillos.
Se juntaban diariamente en grupos para danzar y cantar adornadas con
las flores olorosas del iztauhyototl. Casi al final de la veintena,
los señores principales hacían su propia fiesta, cuando el sol, en
su regreso hacia el sur, el lugar de las espinas y de la sabiduría,
llamado Huiztlampa, pasaba por el cenit de Tenochtitlan, en un día
de signo Ollin.

Simbolismos en la Celebración del Día de Muertos

XANTOLO – MIJKAILJUITL
Simbolismos en la Celebración del Día de Muertos
El nombre indígena de esta celebración es Xantolo vocablo latín
nahuatlizado (del latín Sanctorum, cuyo significado es “Todos los Santos”),
antiguamente se llamaba mijkailjuitl que significa fiesta de muertos.

LA TRADICIÓN INDÍGENA: La ofrenda indígena se remonta al periodo
preclásico tardío, unos 1800 años a. de C., pues sepultaban a sus muertos con
ofrendas específicas. Más tarde, más o menos 1500 años a. de C., los
pueblos del periodo preclásico sepultaban los cadáveres acompañados con
ricas ofrendas de cerámica, alimentos y utensilios personales. El culto
a los muertos en los pueblos prehispánicos es la concepción de una
nueva vida en el más allá, en la región de los Dioses, de la vida y del
alimento: Ometecuhtli y Omecíhuatl y de ahí la idea de acompañar a los
difuntos con lo necesario para esa nueva vida, presidida por
Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, dioses que vivían en el Mictlán: lugar de los
muertos. Los integrantes de esos pueblos antes de sacar un cadáver de su
casa le colocaban mucha comida y flores; después de exhumarlos le
honraban durante cuatro días, colocándole ofrendas hasta dos veces al día.
El noveno mes del calendario azteca, que comenzaba el 8 de agosto,
estaba dedicado a la fiesta de los pequeños difuntos, y era además la
preparación para la celebración del mes siguiente que estaba dedicado a los
adultos fallecidos. En él se les festejaba con ofrendas de alimentos y
bebidas. Después de la conquista las fiestas para los chicos y grandes
dejaron de celebrarse en el mes de agosto.

¿Conque he de irme, cual flores que fenecen?
¿Nada será mi nombre alguna vez?
¿Nada dejaré en pos de mí en la tierra?
¡Al menos flores, al menos cantos!
¿Cómo ha de obrar mi corazón?
¿Acaso en vano venimos a vivir, a brotar de la tierra?
Sólo dejaré de ir cuando se acaben los jardines.
¿Qué será de mi fama con el tiempo?
¿Dejaré cuando menos unas flores, cuando menos unos cantos?
¿Qué hará mi corazón?
¿En vano hemos llegado a aparecer en el mundo?

“Decían los antiguos que cuando morían, los hombres no perecían, sino
que de nuevo comenzaban a vivir, casi despertando de un sueño y se
volvían espíritus o dioses. Y cuando alguno se moría, de él solían decir que
era Teotl.” SAHAGÚN

Una de las concepciones fundamentales del mundo antiguo, es la idea de
la indestructibilidad de la fuerza vital, que subsiste más allá de la
muerte. Su observación les enseñó que todo está sometido a un constante
proceso de transformación; que la forma cambia, puede ser, es y es
destruida, pero que conserva la fuerza vital a la cual debe su existencia;
lo eterno, aquello que no puede desaparecer, pues una y otra vez vuelve
a resurgir en forma distinta. En esta idea de la resurrección reside el
verdadero sentido de la vida que no se pierde, que se conserva, se
renueva y vuelve a nacer. Para el creyente, la muerte es el reencuentro
pues cree en un más allá y muere feliz de reintegrarse al universo. Para
él, el muerto sigue vivo en la otra vida, en el recuerdo y en el corazón
del que le guarda luto.
En la idea de que la vida contiene ya el germen de la muerte, se
expresa un principio dualista. La idea de la resurrección humana se basa en
la reaparición de los astros después de que han descendido detrás del
horizonte al mundo de los muertos, y también en el surgimiento del maíz,
después de ser arrojado a las entrañas de la tierra, muere y renace
transformado en una hermosa planta.
El hombre de la civilización occidental, considera la muerte
-simbolizada en las Parcas de los griegos, que cortan el hilo de la vida- como el
fin. La tragedia griega fue uno de los modos de dignificar la muerte y
con la crucifixión de Cristo y su resurrección se pretende llegar a la
muerte de la muerte.
En México existe la idea de que en el más allá se le da al difunto
licencia para visitar a sus parientes que se han quedado en la tierra y por
tanto, hay que festejar y agasajar a tan ilustre huésped. En ocasiones
se riegan flores y hojas para que el difunto no se extravíe. Son los
muertos quienes inician el convite y que nadie puede tocar sus manjares
mientras ellos no se hayan servido libremente. Cada difunto tiene su
puesto señalado en la mesa y está representado por una vela encendida. (La
llama simboliza el espíritu del muerto y de los dioses). Después de
aceptar el difunto la ofrenda y haberse llevado el olor de los platillos,
los vivos se regalan con las buenas cosas.

¿A dónde iré?
¿A dónde iré?
El camino del Dios Dual.
¿Por ventura es tu casa en el lugar de los descarnados?,
¿Acaso en el interior del cielo?
¿O solamente aquí en la tierra es el lugar de los descarnados?
Ms. Cantares Mexicanos, Fol. 35 v.

Para hablar del Mictlán (lugar de los muertos) y de Mictlantecuhtli y
Mictlancihuatl (señor y señora de la muerte) tenemos que desprendernos
de la concepción occidental de la muerte. En efecto, para nuestros
viejos abuelos la relación de la vida está indisolublemente unida a la
muerte, binomio dialéctico vida-muerte, muerte-vida. No podemos tener
conciencia plena de la vida, sino existe conciencia plena de la muerte.
Esta enseñanza que todos los días nos lo hace vivir el propio
Sol-Tonatiuh, naciendo incansablemente por oriente y muriendo indefectiblemente
por el poniente; lo mismo que Tonantzin “nuestra querida madre” o
Xochiquetzal “la señora de las flores” que permanentemente siguen este ciclo
cósmico del nacer y el morir – morir y nacer. “Ni la naturaleza ni el
hombre están condenados a la muerte eterna. Las fuerzas de la
resurrección actúan: el sol reaparece cada mañana después de haber pasado la
noche “bajo la llanura divina”, Teotlallitic. Venus – Quetzalcoatl muere y
renace; el maíz – centli muere y renace; del mismo modo que la luna
desaparece del cielo y reaparece al ritmo de sus fases. La muerte y la
vida son dos aspectos de una misma realidad. La vida brota de la muerte,
como la pequeña planta, del grano que se descompone en el seno de la
tierra. El guerrero muerto en el campo de batalla o en la piedra de los
sacrificios se convertía en un “compañero del águila”, cuauhtecatl, es
decir, en un compañero del sol”.

“cuando morimos,
no en verdad morimos,
porque vivimos, resucitamos,
seguimos viviendo, despertamos,
Esto nos hace felices

¿Acaso de verdad se vive en la tierra?
No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.
Aunque sea jade se quiebra,
Aunque sea oro se rompe,
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra,
No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí”.

La vida, en el México antiguo, tenía como principal objetivo llegar
purificado a la muerte, que no era otra cosa, que LA VIDA LUMINOSA DE LA
CONCIENCIA. Vivir para morir, sufrir para vivir eternamente. De esta
manera la vida era un desafío y al mismo tiempo una maravillosa
oportunidad, un pasillo que conducía a la puerta de la inmortalidad.
El Mictlán era un lugar místico dentro de la concepción filosófica del
mundo mesoamericano, punto de contacto entre la tierra y el inframundo,
puerta de entrada al pavoroso mundo de la nada. En Oaxaca tenemos a
Mitla población situada a 40 Km., al oriente de la ciudad. En Zapoteco se
conoce como Lyobaá que significa “lugar de descanso”. La planta
arquitectónica (un patio central y cuatro habitaciones en su costado), la
observamos en casi toda la arquitectura mesoamericana. En su conjunto,
forma la llamada cruz de Quetzalcóatl o Quincunce, los cinco puntos
integrados por el patio y las cuatro habitaciones; esta cruz tiene el punto
central que simboliza el encuentro del cielo y la tierra. En el caso del
grupo “del Norte” y de “las columnas”, hacia la parte Norte, que es el
rumbo de la muerte se encuentra una entrada secreta a un espacio
“hermético”.

LOS AZTECAS Y EL CULTO A LA MUERTE
La fiesta de muertos está vinculada con el calendario agrícola
prehispánico, porque es la única fiesta que se celebraba cuando iniciaba la
recolección o cosecha. Es decir, es el primer gran banquete después de la
temporada de escasez de los meses anteriores y que se compartía hasta
con los muertos. El rey-poeta Netzahualcóyotl (1391-1472) dice:

Somos mortales, todos habremos de irnos,
todos habremos de morir en la tierra…
Como una pintura, nos iremos borrando.
Como una flor, nos iremos secando aquí sobre la tierra…
Meditadlo, señores águilas y tigres,
aunque fuerais de jade, aunque fuerais de oro,
también allá iréis al lugar de los descansos.
Tendremos que despertar, nadie habrá de quedar.

Se considera que morir es sólo el alejamiento material de este mundo y
el paso hacia un más allá que nadie conoce. Se tiene la seguridad de
que en realidad no se muere: “Cuando morimos la carne se va a dejar al
camposanto, pero el espíritu no sabemos, el espíritu no muere porque es
fuerte”. Esta idea se refleja en la costumbre de surtir a los difuntos
con todo lo que necesitan durante su viaje al otro mundo, que durará
siete años, después de los cuales se irán en definitiva. En la caja se
ponen siete granos de maíz, siete granos de fríjol, siete tortillas, siete
cruces de palma bendita, cera bendecida, agua bendita en un guaje y
espinas para que no los molesten los malos espíritus.
Las ceras alumbran el camino de quienes tendrán que llegar; un caminito
hecho de pétalos de flor de cempazúchil ó flor de muerto, que va de la
entrada principal al altar, guía el peregrinaje anual de los muertos,
cuyo retorno permitirá que la familia entera se reencuentre, beba, coma
y conviva junta. El humo del copal purifica y aleja a los malos
espíritus.

FIESTA DE MUERTOS ENTRE LOS MEXICAS
En Tepepan ponen un ayate nuevo y una mazorca para el que le gustó
pizcar. En San Luis ofrecen morrales a quienes fueron buenos sembradores.
En Santa Cruz Acapixtla agregan ropa e instrumentos de labranza. “La
alumbrada” consiste en encender ceras sobre las tumbas de los niños (la
noche del 1o. de noviembre) y sobre los sepulcros de los grandes (todo el
día 2 de noviembre). “Dar la calavera” es una costumbre que se observa
el día 3 de noviembre, cuando se intercambian las ofrendas entre las
familias. En Santa Cruz Acapixtla se acude al panteón el 29 de septiembre
a invitar a los difuntos a visitar sus casas los días 1o. y 2 de
noviembre.
De México a Ecuador, la gente indígena tiene celebraciones en
conmemoración de los muertos en varias formas. Las ofrendas consisten en
alimento, flores y objetos que ayudan al muerto a pasar las nueve pruebas del
inframundo.
Mictlantecuhtli, el dios de la muerte, no castigaba al muerto por los
pecados de su vida en la tierra. Todo lo contrario, lo liberaba de sus
penas, y los muertos iban al lugar que era determinado, no por su manera
de vivir, sino por su manera de morir. Después de la muerte, los
guerreros alzaban vuelo alrededor del sol convertidos en colibríes y
mariposas. Con ellos, alzaban vuelo las mujeres que habían muerto de parto,
dadoras de vida, ellas mismas guerreras. Aquellos que habían muerto en
circunstancias relacionadas con el agua-como ahogados, fulminados por un
rayo o de gota o hidropesía-jugaban dichosos en el paraíso de la eterna
primavera. Los niños iban al Árbol Ceiba Nodriza, que goteaba leche
para ellos. Todos los demás iban a Mictlán, con sus nueve mundos
subterráneos y fríos, donde se desvanecían paulatinamente hasta la quietud
total.
Con la conquista se implantó en México un nuevo protocolo de rituales
funerarios. Los cientos de frailes católicos trajeron una cosmología
paralela en ciertos aspectos a la de los aztecas, y sus ideas llegaron a
impregnarse con las creencias indígenas. Los santos se unieron a la
jerarquía de los dioses aztecas; el cielo y el infierno añadieron nuevas
dimensiones a Mictlán; los Días de los Muertos se fundieron con los ritos
de cosecha de Mictlantecuhtli.

DÍA DE MUERTOS
Para los antiguos mexicanos morir era necesario para nacer, porque la
muerte era la gran engendradora de la vida. Su representación era la
Diosa Coatlicue, que era a su vez diosa de la tierra y de la vida. En la
cultura mexicana no había ni bien ni mal. No había cielo ni infierno y
no había miedo a la muerte. Al morir, sin importar su edad o condición
social, todos iban al “Tzontémoc” donde los acompañaban las mujeres que
habían fallecido en parto, quienes eran diosas y portadoras de la buena
suerte. En cambio, quienes morían en la guerra iban al reino del sol y
4 años después se convertían en aves de colorido plumaje. Aquellos que
morían por alguna causa relacionada con el agua (un rayo, ahogamiento)
iban al reino del dios de la lluvia, donde era siempre verano y había
lluvias, por eso a esos muertos se les enterraba acompañados de semillas
y herramientas para sembrar.
Con la imposición de la religión cristiana por parte de los
colonizadores españoles, las imágenes de los dioses cristianos fueron superpuestas
sobre las imágenes de los dioses antiguos. Así la diosa Coatlicue pasa
a ser la virgen Guadalupe-Coatlicue. Y los ritos del día de muertos se
combinan con la festividad cristiana de todos los santos.
En la época actual hay pueblos del centro y sur de México donde al
morir alguien, se le coloca en el ataúd, agua, cerillos, sal y monedas. El
agua es para que el difunto beba, los cerillos son para que se ilumine
en el oscuro camino que va a recorrer, la sal es para que el cuerpo no
se corrompa antes que llegue a la otra vida y las monedas son para
pagar a un “Escuintle” o perro sagrado, quien le ayudará a cruzar a nado un
río que el difunto encontrará en su camino. Después de ese río se
abrirán dos caminos: uno que conduce al cielo y otro que conduce al
infierno. Por eso la fiesta de los muertos es la afirmación de que existe el
alma. Y en esta celebración se recuerda al alma.
La ofrenda debe contener agua para saciar la sed del difunto, sahumerio
de incienso o copal para purificar el ambiente, flores de
“Cempasúchitl” o flor de muerto para hacer un camino que guíe al difunto hacia su
ofrenda, monedas y un perro negro para ayudarlo a cruzar “el río de las
siete Brazas”, velas, para que ilumine su camino de regreso y una vara
de rosal para que espante al demonio. También debe tener hojas de palma
y papel picado de colores para adornar la ofrenda. Y no deben faltar el
Pan de Muerto y las calaveras de azúcar.

LA OFRENDA TOTONACA – NINÍN: “CULTO A LOS MUERTOS”
Ninín se refiere a los muertos entre los totonacos y lo constituye una
serie de ceremonias rituales. Desde el 31 de octubre da comienzo la
festividad de los Fieles Difuntos, los que murieron en forma natural. De
esta fecha hasta el 1 de noviembre llegan las ánimas de los niños
(Laqsq’at’án), y del 1 al 2 de noviembre llegan las ánimas de los adultos; se
cree que llegan en forma de insectos a comer la ofrenda, porque su olor
les despierta el apetito. Por eso se prefiere alimento recién hecho y
caliente. Como se tiene la creencia de la presencia “etérea” de los
muertos, estos sólo pueden apropiarse de la esencia u olores de las comidas
que ahí se ofrecen, de ahí que a su llegada al medio día del 2 de
noviembre, que es la cita para ellos, los alimentos deben estar calientes,
con el fin de que despidan sus vapores aromáticos. Para que los
difuntos se sientan en su ambiente es que se adorna el altar con estrellas de
palma que simbolizan el cielo.

LOS DIAS DE LOS MUERTOS SE DESARROLLAN EN TRES MOMENTOS:
Día de San Lucas, el 18 de octubre. En este día prácticamente da
comienzo la celebración de los muertos; San Lucas es patrón de los difuntos
que murieron en forma violenta, los asesinados, los ahogados, o los que
murieron por alguna enfermedad extraña, pues son guiados por el mal o
por la deidad del agua o de los ríos (Áktsin) y se les identifica como
los “malos aires” que traen enfermedades. En cambio el destino es
diferente para los que murieron en forma natural. El altar se instala en el
interior de la casa, junto al de los santos católicos, y se venera a San
Lucas.
La primera ofrenda se hace el 18 de octubre día de Sn. Lucas,
ofrendando café y aguardiente. El día de la flor es el 30 de octubre. El 31 es
el día de los niños. El día de los muertos grandes es el 1º de
noviembre. El 2 de noviembre es el día de la bendición. (A mediodía). En estos
días se ofrendan los alimentos a las ánimas, y se dice que también
vuelven las ánimas solas: aquellos difuntos que no tuvieron familia o
pariente alguno en la vida; se les pone su ofrenda en un pequeño altar que va
colocado en el exterior de la casa, o en el patio o el camino. Se dice
que estas ánimas solas no pueden entrar a la casa grande, y su pequeña
ofrenda consiste en una taza de chocolate, pan y tamales con una
veladora encendida.

AKTUMAJAT, OCTAVA O FIN DE LA FESTIVIDAD: Las ánimas aún no se han
retirado por completo, por eso se les vuelve a colocar su ofrenda a los
ocho días, que es la octava, y de nuevo se adornan los altares que se han
reservado para ese día. Se cree que en ese día se van definitivamente
al mundo de los muertos y ello se vuelve ocasión para visitar el
cementerio, a fin de llevar ofrenda, último momento para “encaminarlos” y ya
no volverán hasta el año siguiente.

LOS MAYAS
Los mayas concebían el tiempo en forma cíclica, concepto fundamentado
en el eterno movimiento del sol, la luna y los cuerpos celestes. Esta
concepción estaba ligada a un espacio universal en el que tenía lugar el
fluir infinito del tiempo. Estaba constituido por la tierra, que era un
plano rectangular, con trece planos celestes por arriba y nueve mundos
inferiores por abajo. En el centro había una ceiba (Ceiba Pentandral),
el Ya’axche’, sagrado y primigenio árbol verde de la vida, que
atravesaba todos los espacios, uniéndolos entre sí.
Creían en un solo dios llamado Hunab K’u, creador de los cielos, la
tierra y de todo lo existente en esta vida. En las esquinas del mundo
estaban los Bacabes sosteniéndolo, cada uno con sus características
propias: al norte estaba Xaman y su color era el blanco; al sur, Nojol, de
color amarillo; al este, Lak’in, con su color rojo; y al oeste Chik’in, al
que le correspondía el color negro. Los trece espacios celestiales eran
llamados Óoxlajuntik’uj, y correspondían a las ramas superiores más
frondosas de la ceiba, a cuya sombra se gozaba de frescura y descanso
eterno. Cada uno estaba regido por una deidad. Las raíces gruesas y
profundas del Ya’axche’ conducían a los nueve mundos inferiores o Bolontik’uj,
cada uno vigilado por su guardián protector.
Éste era el lugar en el que los ciclos de los humanos se enlazaban a
las secuencias divinas que regían sus destinos. El recorrido del sol,
principio de vida y movimiento: asciende del oriente iluminando los cielos
hasta ocultarse por el poniente y penetra en el inframundo convertido
en jaguar para luchar contra las fuerzas de la oscuridad durante la
noche, y renacer triunfante una vez más, y otra, y otra, y otra. Esta
cosmovisión estuvo y está presente en la cultura maya; normó la economía de
la vida cotidiana, los saberes, las fiestas y sus rituales, el culto a
los dioses, la simbología del arte y la arquitectura.
Para los mayas, la vida humana estaba constituida por el Pixan, regalo
que los dioses entregaban al hombre desde el momento en que era
engendrado; este fluido vital determinaba el vigor y la energía del individuo,
era una fuerza que condicionaba la conducta de cada hombre y las
características de su vida futura. El elemento que viajaría al inframundo al
sobrevenir la muerte física.
Creían que el mundo de los vivos, el de los muertos y el de los dioses,
estaban unidos por caminos en forma de serpientes fantásticas por donde
transitaban las ánimas. Estos lazos eran fervorosamente mantenidos
mediante ritos propiciatorios, rezos y plegarias. Conducían a los difuntos
hasta el cielo correspondiente, y eran también el camino de retorno
desde su lugar junto a los dioses hasta su resurrección en el vientre de
las mujeres embarazadas.
Los mayas recibían la muerte como un evento natural. Apenas fallecía un
individuo se le amortajaba y para evitar la falta de alimento en su
otra vida, se le ponía en la boca masa de maíz molido. En su tumba, se
colocaban junto a él ofrendas que mostraran su rango social, oficio y
sexo, así como sus pertenencias. Si era guerrero se le ponían sus armas; si
era sacerdote, sus libros sagrados, sus cuentas para predecir el
futuro; si era mujer, las piedras para moler maíz y sus herramientas para
tejer. Además se enterraba a un perro que guiaría al Pixan de su amo en el
azaroso viaje a la eternidad. De día, los deudos lloraban al difunto en
silencio, y de noche, lo hacían con gritos y lamentos.
El paso de la vida a la muerte era difícil y delicado. Se creía que las
almas de los muertos no abandonaban la tierra inmediatamente después
del deceso. Permanecían entre sus familiares llevando la vida de
costumbre sin darse cuenta de su cambio de estado. La revelación de lo ocurrido
tenía lugar días después y hasta entonces el alma emprendía el viaje al
lugar que le correspondiera. Este trance se prolongaba con las almas de
los adultos, las cuales se resistían a dejar el cuerpo por temor a los
Okol Pixan o ladrones de almas, que rondaban en los momentos de agonía;
este peligro era sorteado mediante la presencia de un Aj K’iin para
auxiliar al moribundo poniéndolo bajo la protección de Junab K’uj. Cuando
la agonía se prolongaba demasiado, un familiar le daba al difunto doce
azotes suaves con una soga para aligerar la partida del alma que al
desprenderse del cuerpo salía de la casa por las pequeñas aberturas de los
extremos del jo’olnaj che’ o viga mayor.
A los muertos comunes y sin rango se les sepultaba bajo el piso de sus
casas o en la parte trasera de éstas, que posteriormente eran
abandonadas por los familiares. Por el contrario, los señores y gobernantes eran
enterrados en hermosas tumbas -algunas de ellas de la más exquisita
arquitectura en cuyas paredes, la pintura y la escultura contaban las
historias de las dinastías y los linajes sagrados. Sus rostros eran
cubiertos con máscaras de mosaico de jade, símbolo de abundancia y vida. Los
nobles, los guerreros y los sacerdotes prestigiados socialmente, eran
incinerados y sus cenizas se depositaban en urnas de barro en forma de
ollas o figurillas. O bien se les cercenaba la cabeza para reverenciarla.
Ésta se cocía, se descoronaba y se partía en dos, aserrándola de lado a
lado. La parte frontal se pintaba con betún o era modelada con los
rasgos del difunto en los espacios vacíos, decorándola con piedras
preciosas. Estos cráneos se custodiaban en los altares familiares cuyo diseño
reproducía la forma del Universo.
La mesas de los altares era el plano rectangular que representaba a la
tierra; sus soportes -los bacabes- eran cuatro horquetas que se
prolongaban por encima de este plano y se amarraban con corteza de árboles,
haciéndolas convergir en el centro de la mesa. En ella se depositaba
copal, agua, sal, fuego, miel, maíz, cacao, baálche’, pozole, semillas,
frutas, plumas, piedras preciosas, algodón y cera, ofrendas benditas para
propiciar el feliz encuentro de los Pixanes con la Madre Tierra.

La muerte en Yucatán
En Yucatán, la muerte es vista como continuidad, permanencia y
renovación. Todos la cargamos, es nuestra compañera de viaje, nos alerta contra
el peligro recordándonos a cada momento nuestra naturaleza mortal y
limitada. El antropólogo José Tec Poot (1949-1985), rescató de la
tradición oral este hermoso poema.

Tucul in cah u yahal cab
Tukul in cah u yocol kin
Tech tun in tuculé
Tech can a bis in pool chikin

Pensando estoy cuando amanece,
Pensando estoy cuando cae el sol,
Entonces tú, pensamiento mío,
Has de llevarme hasta la muerte.

Estas palabras ilustran claramente, porqué nos relacionamos con la
muerte con naturalidad.

HANAL PIXAN o Comida de Ánimas
Es una tradición de Yucatán que tiene muchos años, y sirve para
recordar a los familiares que han fallecido, se llama en maya: Hanal Pixan,
que quiere decir: comida para las animas. Hanal comida (la h en maya
tiene sonido de j) y pixán = ánima. Es la ceremonia de ceremonias realizada
para honrar a nuestros ancestros, para establecer y mantener el vínculo
entre vivos y muertos. La heredamos de nuestros padres y abuelos,
quienes nos enseñaron la costumbre de respetar y recordar a los que se nos
han adelantado en el camino. El Hanal Pixan tiene lugar los días 31 de
octubre para las almas infantiles; 1o. de noviembre para las adultas; el
2 para los fieles difuntos y se prolonga por ocho días en algunas
comunidades. En mesas de uso cotidiano cubiertas con manteles limpios y
bordados se pone la tradicional Cruz Verde, los retratos de los difuntos y
la comida y bebidas que más apetecían en vida, acompañándolas con
frutas, flores, velas, panes, cigarrillos, sal y un vaso con agua. Esto
último es indispensable, pues el ánima viene sedienta de tan largo viaje y
deberá ser alimentada para resistir tan duro esfuerzo. Por ello la
ofrenda es generosa.
En algunas comunidades del -sur, centro y oriente del Estado, es
costumbre colocar velas para iluminar el trayecto de las ánimas, e impedir
que sean molestadas por los demonios. En la víspera de la celebración se
cree que cae una ligera llovizna porque los muertos lavan sus ropas
para venir a la Tierra. Asimismo, se considera que los cazadores de venado
no deben ir a la cacería, pues corren el peligro de dispararle al alma
de algún ‘tirador’ difunto; y las bordadoras de huipiles no deben
trabajar en esos días, pues pueden coser la piel de algún muerto. A los
niños recién nacidos se les anudan hilos de color negro en las muñecas para
protegerlos de los malos espíritus que rondan en esos días.
Las personas dicen que desde el 31 de octubre hasta el 30 de noviembre,
las ánimas de las personas que han muerto, tienen permiso para venir a
la tierra y estar con nosotros todo el mes de noviembre, y como son
visitas hay que darles comida, bebidas y mostrarles que se les quiere. Por
eso se hace una comida especial para ellas, las ánimas, que son los
mucbil pollos o pibes, son tamales horneados grandes, redondos, con carne
de pollo y de cerdo.
Hay una leyenda que algunas personas cuentan en estos días de hanal
pixan y te la vamos a contar: El último día de octubre, o sea el 31, no se
debe salir a la medianoche porque a esa hora todas las ánimas están
caminando por las calles como en una procesión y llevan velas encendidas.
Dicen que son las ánimas que están llegando. Esa procesión no se debe
ver, porque puede ser que una de esas ánimas, que parecen personas de
carne y hueso, se acerque a uno y le de una vela encendida que tampoco se
debe agarrar, ya que si uno la acepta, al día siguiente esa vela se
habrá convertido en un hueso humano y la persona que la recibió se puede
enfermar muchísimo e inclusive se puede morir.
Historiadores y cronistas, como Fray Diego de Landa y Cogolludo,
aseguran que entre los mayas no existían cementerios en sus ciudades. El
maya sepulta sus muertos en su propia morada. El entierro lo hacían a
espaldas de su casa, en un patio libre de malezas y bien barrido, donde era
abierta una fosa y en la misma tierra, sin ataúd, colocaban el cadáver
introduciéndole en la boca cierta cantidad de masa de maíz bien cocida,
llamada “keyem” para que pudiera alimentarse mientras reposaba. Hecho
el entierro, colocaban una señal para identificar la tumba. Generalmente
consistía ésta en un corralejo de dos metros en cuadro, hecho de
varillas o palos: “coloc-ch”. Y en tiempos de la colonia marcaban aquellos
sitios con una tosca Cruz de madera que colocaban dentro del cuadro.
Debido a esta práctica indígena de sepultar los muertos en casa para
tenerlos cerca, a fin de poderles ofrendar presentes que consistían en
alimentos, frutas y ceras, nació la costumbre de hacer en los días de
difuntos los “pibil-uahes” o “mucbipollos. De ahí el “Hanal-Pixan”, que
quiere decir: “banquete de las ánimas”. En las casas y campos, colocan
jícaras de atole y cajetes de comida dedicados a los difuntos; y creen
firmemente que, invisibles, descienden las almas a tomar una parte de
ella, que es lo que llaman “tomar la gracia”. Las comidas se acompañan de
un delicado licor de anís llamado xtabentún o de atoles y también de
dulces y frutos regionales. Cada familia elabora su propio altar de tres
niveles que instala en un lugar especial de la casa. En el primer nivel
se pone la ropa, en el segundo los alimentos, flores, frutas y juguetes
(ofrenda para las almas de los niños) y en el nivel superior se coloca
una cruz fabricada con ramas. Para las animas solas (las almas sin
parientes), se cuelgan jícaras con porciones de comida y bebida en el árbol
de la entrada o en el marco de la puerta de la casa. Se alumbran el
camino con cirios para que las flamas orienten a las ánimas hasta su
ofrenda iluminada con velas de colores. Si en la ofrenda en la ofrenda
encontramos una vela negra, esta representando a una mujer que fue viuda,
una vela blanca a una virgen difunta y una azul, a un infante.

ORIGEN DE LA FIESTA DE TODOS LOS SANTOS
Se celebra en la iglesia Católica el 1 de noviembre y tiene por
finalidad honrar a todos los santos canonizados y a los que no lo han sido
todavía. Fue creada por el papa Gregorio IV en el siglo IX y desde
entonces se celebra. En su etapa primitiva, esta fiesta nació en las
catacumbas de Roma, al honrar en una ceremonia general a los mártires cristianos
que fueron sacrificados en tiempos del emperador Diocleciano.
FUSIÓN DE DOS CULTURAS: En el siglo XVI tuvo efecto un encuentro de
culturas, la española y la indígena, en el cual los vencedores trataron de
imponer su idioma, sus costumbres y religión, la católica, y en cambio
los vencidos lucharon por preservar sus propios valores culturales. Con
la introducción de una nueva concepción religiosa, tres fueron las
órdenes que se establecieron durante la primera mitad de este siglo en
nuestro territorio: los Franciscanos en el año 1524 los Dominicos en 1526 y
los Agustinos –que desembarcaron en Veracruz- en 1533. Ellos trajeron
el miedo a la muerte, que es a la vez el temor al juicio final y por lo
tanto al infierno. También introdujeron al esqueleto acompañado de una
guadaña, todo lo cual significa el preludio de nuevas catástrofes o
desgracias.
Los españoles hallaron ideas parecidas a las del cristianismo entre los
mexicas, como la creencia de la inmortalidad del alma -pues al
desprenderse del cuerpo ésta podía ir a morar, según hubiera sido la muerte, al
Tlalocan o paraíso de Tláloc, o al lugar donde residía Mictlantecuhtli,
señor de los muertos-, así como el culto a los muertos, que presenta
hondas raíces prehispánicas.
La celebración de Todos Santos es una costumbre que se han transmitido
de generación a generación. Es consecuencia de la creencia de que,
según la edad, les era permitido a los muertos “salir” de sus tumbas en una
manifestación de fuerza llamada ánima, algo abstracto, es decir, el
espíritu de ellos, que venía a estar entre los suyos. Tal situación
acontecía del 1 al 3 de noviembre de cada año y sucedía así: DIA 1: “Día de
los chiquitos” o niños. DIA 2: “Día de los grandes” o adultos. DIA 3:
“Día del retorno” y de la entrega de ofrendas o comestibles a las
amistades.
La presencia de los franciscanos en el siglo XVI fue determinante en la
fusión de elementos indígenas y españoles que aparecen constantemente
en el Altar de Muertos. Los colores (negro, morado, amarillo y rojo)
llenos de significado dentro de las dos religiones dan la peculiaridad al
altar. El papel picado en diseños geométricos es negro y morado; el
negro hace referencia, en la religión prehispánica al Tlilan, el lugar de
la negrura, y al Mictlán, es decir el sitio de los muertos; y el
morado, es una influencia de la religión católica, que significa luto. En
esta profusión de colores sombríos, resplandece la flor de cempoalxuchitl,
símbolo de la luz, del sol y de la vida. El rojo de la “mano de león” o
“moco de pavo”, significa específicamente la expresión de la sangre de
Cristo y la Resurrección, así como la vida humana y animal.

Las almas van llegando por días (al mediodía). Y solo tienen estos días
permiso para poder visitar a sus familiares y amigos vivos.
28 de Octubre: Llegan las almas de las personas que hayan muerto
ahogadas.
29 de Octubre: llegan las almas de los muertos por accidentes,
asesinatos, desgracias o en forma violenta.
30 de Octubre: Llegan las almas de los niños del Limbo. En algunos
lugares se dice que en este día se regresan las almas de los muertos del 29
de Octubre.
31 de Octubre: Llegan las almas de los niños y adultos no bautizados.
1 de Noviembre: Llegan las almas de los adultos.
2 de Noviembre: regreso de todas las almas al lugar de los Muertos.

Las creencias varían de región en región
El 27 de octubre, los espíritus de aquellas almas sin sobrevivientes y
sin hogar para visitar, son recibidas en algunos pueblos con pan y
jarras de agua colgadas afuera de las casas. Las ofrendas son pobres, pero
por lo menos las almas huérfanas encuentran algo. El 29 de octubre, a
aquellos que murieron por accidente, asesinato o de otras formas de
muerte violenta, se les ofrece alimentos y bebidas afuera de la casa o en
el patio para evitar que entren los espíritus malignos de almas sin
perdonar. En la noche del 31 de octubre, los niños muertos vienen a visitar
el hogar; para el mediodía del primero de noviembre ya tendrían que
haberse ido. Las campanas tocan toda la tarde para saludar a los ‘fieles
difuntos.’ La familia da la bienvenida formal al difunto más reciente y,
a través de él, se saluda a los otros antepasados. A la puesta del sol,
la familia se traslada al panteón para una vigilia de comunión con
todos sus fieles difuntos. Se prenden las velas sobre las tumbas, una por
cada alma ida. En algunos lugares se colocan alimentos en las tumbas.
Para la noche del 2 de noviembre la fiesta ha terminado. Las almas
regresan al mundo de los muertos, estimuladas a partir por enmascarados del
pueblo cuya misión es asustar a las almas más renuentes a salir.
Según la tradición la forma de colocar el altar, es haciendo 3 niveles,
la parte alta representa el cielo, la segunda el Limbo y la tercera la
Tierra. Hay mucha significancia en los elementos del altar de los
muertos. La imagen de las Ánimas del purgatorio sirve para obtener la salida
del purgatorio del alma de nuestro difunto por si acaso se encontrara
ahí. La cruz pequeña de ceniza se pone por si el ánima se encontraba en
el purgatorio, ayudándolo a salir de ahí para continuar su viaje hasta
la presencia del Creador. La cruz grande de ceniza sirve para que al
llegar el ánima hasta el altar, pueda expiar sus culpas pendientes. Los
cirios morados o si el candelero lleva ornato morado, son señal de
duelo. 4 cirios en cruz, representan los 4 puntos cardinales, de manera que
el ánima pueda orientarse hasta encontrar su camino y su casa. 3
calaveras chicas en nivel bajo, son dedicadas a la Santísima Trinidad, y una
grande en el mismo nivel, al Padre Eterno. El agua es para que se moje
los labios resecos por el largo viaje desde el más allá. El licor,
tequila preferentemente, es para que recuerde los acontecimientos
agradables durante su vida. El copal sirve para que su humo limpie el lugar de
malos espíritus y así pueda entrar el ánima a su casa sin ningún
peligro. En muchos lugares se acostumbra a poner en la ofrenda los objetos de
trabajo u objetos que usó en vida el muerto.

Requerimientos de un altar de muertos: Retrato del difunto. Pintura de
las Ánimas del Purgatorio. Cirios morados en pares. Calaveras grandes
de azúcar. Calaveras de azúcar medianas. Candeleros. Incensarios. Jarra
y vaso de vidrio transparente con agua natural. Cazuelas con comida.
Chiquihuite tortillero. Botella de licor, vaso ‘caballito’ (para tequila)
salero, platito con limón partido. Pan de muerto. Papel de china morado
o rosa oscuro, tantos pliegos como superficie se pretenda cubrir.
Flores de zempoalxochitl. Copal. Ocote en rajas. Carbón de madera. Ceniza de
leña.

Elementos esenciales de una ofrenda familiar y su significado
EL ALTAR: se levanta sobre una mesa cubierta con un mantel bordado o
deshilado, dos arcos de carrizo adornados con flores de papel de china
abombado; a este conjunto se le llama portada o retablo. En el altar de
muertos se enciende una vela a cada persona, llamándole por su nombre al
encenderla.
EL RETABLO: Empotradas en la pared, junto al altar, figuran imágenes de
santos y una cruz, que representa la resurrección y la vida.
EL AGUA: Representa el principio de la vida, purifica y lava.
EL INCIENSO: Se utiliza como medio de unirse a Dios con la oración.
LA SAL: Representa que nosotros algún día nos convertiremos en sal.
LOS CIRIOS: Sirven para guiar los pasos de las ánimas en su viaje a la
eternidad. Las fijadas en los sepulcros son símbolo de inmortalidad.
LA FLOR: Representa la fugacidad de la vida. En muchas partes la gente
forma un sendero con pétalos de zempoaxochitl, desde el altar hasta la
calle, para que las almas encuentren el camino. El color amarillo del
zempaxochitl, es para que puedan verlo con su mínima vista, y es el
camino de flores la guía primera que conduce al convite en la casa, donde
el altar espera su llegada. Se cree que los muertos ven el color
anaranjado de esta flor como partes luminosas.

Se dice que el olfato es el único de los sentidos que se utilizan en el
más allá, y se desarrolla para facilitar el regreso guiado por el aroma
de la propia vivienda. Hay que servir los alimentos calientes, para que
despidan más olor y puedan así disfrutar del banquete.
Se requiere la presencia de los cuatro elementos con los que todo está
formado: Agua, tierra, viento y fuego. Ninguna ofrenda puede estar
completa si falta alguno de estos elementos y su representación simbólica
es parte fundamental de la ofrenda. El agua, fuente de vida, en un vaso
para que al llegar puedan saciar su sed, después del largo camino
recorrido. El pan, elaborado con los productos que da la tierra, para que
puedan saciar su hambre. El viento, que mueve el papel picado y de
colores que adorna y da alegría a la mesa. El fuego, que todo lo purifica, y
es en forma de veladora como invocamos a nuestros difuntos al
encenderla y decir su nombre.

Manifestaciones culturales asociadas a la Muerte
Desde los tiempos coloniales, las costumbres de los grupos étnicos
sujetos al dominio de los españoles fueron consideradas como transgresoras
de las creencias cristianas. Las danzas, mitotes, jácaras, mojigangas
de indios, negros, chinos y mestizos de todos los colores fueron
perseguidas por la Inquisición. “… En un corrincho de hombres y mujeres, se
cantó a dos voces y con risas de los concurrentes el verso siguiente:

A San Miguel te pareces en el ombligo
porque tienes debajo al enemigo

En todo el folklore mexicano están presentes las danzas acompañadas de
coplas, de humorísticos duelos verbales hombres, entre dos hombres,
entre un hombre y una mujer, un anciano y un joven o entre grupos
musicales. De esta tradición popular salieron también las llamadas Calaveras,
versos rimados que se escriben para el Día de los Difuntos jugando con
las palabras y los aconteceres haciendo pasar a los vivos por muertos.

Los relatos de aparecidos y almas en pena que narran los mayores en
estos días, es otra vieja tradición oral que viene transmitiéndose para
mantener vivo en la memoria el retorno de los muertos a este mundo. “Esto
sucedió hace pocos años en una ciudad del interior del Estado. En la
víspera del Día de muertos, María pidió permiso a sus padres para asistir
con sus amigas a un baile de Acogen. Le concedieron el permiso pero le
dijeron que, antiguamente, la gente no acostumbraba salir por las
noches y menos asistir a los bailes en esos días, pues estas fiestas son una
falta de respeto a las ánimas, que según se cree rondan la comunidad.
María no tomó en serio estos comentarios y se fue al Halloween muy
contenta. Allí conoció a un joven bien parecido, atento y caballeroso, pero
con un aire de misterio que por la luz tenue y el sonido estridente de
la música no logró descifrar. Los jóvenes bailaron y bailaron hasta el
cansancio. Pasada la medianoche, el muchacho le comentó que venía de un
largo viaje e iba a partir, invitándola a acompañarlo. María se olvidó
de todo y de todos, y aceptó la invitación. Pidieron un taxi y se
dirigieron con rumbo al poniente de la ciudad, hasta llegar a una casona con
muros y rejas grandes, donde el ruido y las risas indicaban que también
había fiesta. Se bajaron y el misterioso joven le pagó al chofer… Fue
la última vez que se vio a aquella feliz pareja. Al día siguiente el
taxista cayó en la cuenta de dos cosas: el dinero con que le pagaron eran
billetes sin valor desde hacía mucho tiempo y aquella casona era el
Cementerio.

Otra Leyenda
Se cuenta que hace muchos años una persona que vivía en un pueblo,
cercano al Popocatépetl, en el Estado de Puebla; no creía en esta
tradición. Sus vecinos, amigos y familiares le decían que pusiera una ofrenda
para su esposa que se le había muerto hacia un año. El no la puso, e
incluso se burlaba de esta tradición, y dijo: !Qué voy a estar poniendo
ofrendas!, yo no voy a poner nada, e incluso, sí pongo algo, será solo un
vaso de agua y ramas de ocote. Y así fue, es lo que puso en su ofrenda.
En la noche del 2 de Noviembre, el regresaba muy de noche de trabajar
en el campo. Caminaba por las calles oscuras del pueblo hacia su casa,
cuando al llegar a una esquina, vio a lo lejos mucha gente, que iba en
procesión. Todos iban muy contentos, desde adultos hasta niños. Todos
llevaban comida en sus manos, flores y bebidas. Se acerco más para poder
ver que ocurría. Veía muy asombrado a toda aquella gente. Cuando de
repente vio a una persona que le era conocida. Era su esposa y vio que iba
muy triste y solo llevaba en sus manos ramas de ocote. Aquella persona
se puso muy triste y regreso llorando a su casa, arrepentido de no
haber puesto algo de valor en su ofrenda. Se dice, que desde entonces, cada
año, esa persona ponía ofrendas de lo más hermosas y le ponía
muchísimas cosas.

Saludos fraternales

De: hermestrismejitro Enviado: 04/11/2005 03:09 p.m.
Seria interesante ver tambien el sentido practico de esta tradiccion pues aunque es verdad que es muy bella me niego a creer que nuestros ancestros solo la crearan por estetica y recuerdo a sus seres que ya se fueron.

No se donde ni cuando alguien me decia que cuando uno muere el cuerpo vuelve a la tierra, el cuerpo astral sube a revevir sus actos y ser reprendido por el remordimiento y sentido de culpa ( pues al morir supuestamente despertamos de el letargo en que nos encontramos vivos y volvemos a ser concientes y el cuerpo astral al ser el vehiculo de las emociones es donde mas se siente el haber actuado mal ) y el espiritu al ser la parte pura sube ( no se a donde todavia no llego a ese punto )
ok la cuestion es que supuestamente lo que nosotros vemos como fantasmas no son mas que la personalidad y los agregados psicologicos del difunto
y ahora pensando si los agregados psicologicos no son mas que aspectos del pensamiento es lo mismo que energia ( no se porque pero quiero pensar que es aqui a donde dice don juan que huyeron los brujos antiguos esteseria el mundo de los inorganicos …pero es otro asunto ) esta energia a estar atrapada aqui y ser nuestra pues nosotros la creamos espera a que encarnemos de nuevo y vuelve nuestros cuerpo

1.- si esto es cierto quiero pensar que la ofrenda es un medio para asegurarse que esta este contenta y sobreviva en el tiempo que no tiene anfrition
2.- esta ofrenda a ser del gusto especifico de difunto y estos agragados que no son otra cosa que nuestros gustos o mejor dicho nuestra personalidad es como deseo que al ser solo olfativo no vamos apoder satisfaser asi que ahi se va drenado la energia que conforma este ser o fantasma a fin de que ya no sea un lastre a nuestra nueva encarnacio………………………….
no se es mi opinion a ver que comentan ustedes?

CHICOMOSTOC

CHICOMOSTOC

Tlalli
Quiahuiztli Cuacualaca
Tletl
Ehecatl
Nacatl Tlaxtequi
Ixquicto Nahuatoton
Xochio

La vida es un proceso hacia arriba y hacia abajo, fluye desde su fuente hasta la manifestación y regreso a su fuente con una experiencia añadida, obtenida en ese descanso. Esta manifestación que tiene dos polos (ometetl) genera un tercer aspecto y un concepto.

El Chaman y los males del espíritu entre los Nahuas y los Mayas

El Chaman y los males del espíritu entre los Nahuas y los Mayas

LOS CHAMANES

En el pensamiento indígena, la realidad visible y tangible no es la única que existe; detrás de ella hay otros ámbitos en donde residen innumerables poderes que determinan la existencia del cosmos.
El Hombre para el indígena, tiene una naturaleza dual, compuesta de cuerpo y espíritu, por lo que es un ser capaz de transitar por esos ámbitos misteriosos transponiendo los umbrales de acceso a ellos; pero solo lo logran en ciertos estados especiales,
cuando el espíritu se desprende del cuerpo; este hecho puede ocurrir por diversas causas y en distintas circunstancias de la vida, y puede ser involuntario o voluntario;
Entre las formas de separación del cuerpo y el espíritu destacan el sueño y el trance extático ; el primero es una de las maneras normales, involuntarias y comunes a todos los hombres, de desprender el espíritu del cuerpo ; el segundo es voluntario y excepcional, pues solo lo logran quienes han sido elegidos por lo seres sagrados, han pasado por un periodo iniciatico de aprendizaje y manejo de las fuerzas divinas y pueden controlar sus potencialidades anímicas, de lo cual obtienen poderes sobrehumanos ; esos hombres portentosos, especializados en practicas de externamiento del espíritu, son los NAGUALES,
llamados así tanto entre los nahuas (de quienes procede el termino) como entre los mayas, aunque reciben muchos otros nombres según las diversas lenguas ;
sin embargo, como la palabra nagual ha sufrido varios cambios de sentido a través de los siglos, empezando por la tergiversación que de ella hicieron los frailes españoles en la colonia, aquí les llamaremos chamanes, palabra siberiana que ha adquirido un carácter universal.
Desde la época prehispánica hasta la actualidad, en el mundo náhuatl y maya ha habido chamanes, entendidos como tales los hombres dotados con capacidades sobrenaturales derivadas de su manejo del trance extático; este se logra mediante rigurosas practicas ascéticas, como ayuno, insomnio, abstinencia y auto sacrificio, acompañadas de meditación, danzas y cantos rítmicos e ingestión o aplicación de substancias psicoactivas–tanto hongos y plantas alucinógenos como bebidas embriagantes. El trance consiste en desprender el espíritu del cuerpo en estado de vigilia y controlar todas sus acciones; así, el chaman puede “VER” todo lo que los demás no ven, lo cual es sinónimo de conocer; es capaz de subir al cielo, bajar al inframundo y recorrer largas distancias en unos cuantos segundos; así mismo, de comunicarse con los dioses, con los muertos, con los espíritus de otros hombres vivos y con su propio alter ego animal. También tiene la facultad de transformarse en animales, en líquidos vitales (como la sangre) y en fenómenos naturales (como los rayos, las bolas de fuego o los cometas); puede dominar las fuerzas de la naturaleza (como el granizo) y, sobre todo puede “VER” la causa de las enfermedades y propiciar mágicamente las curaciones.
Los chamanes fueron y son los conocedores e interpretes de sueños y quienes manejan los productos psicoactivos (plantas sagradas y bebidas embriagantes) para comunicarse con lo sagrado y para las practicas curativas y de adivinación. Aquí hablaremos solo de la función medica del chaman.
Entre los nahuas y los mayas, brindaremos una visión histórica general, desde la época prehispánica hasta la actualidad. Por enfermedades del espíritu entendemos las predominantemente psicosomáticas que aquejan a los indígenas.
Antes de mencionarlas, es necesario advertir que la mayor parte de las enfermedades, como lo reconocen muchos médicos, tienen un carácter psicosomático. Por ello, para comprender cualquier sistema medico es necesario conocer su contexto cultural, la concepción del mundo y de la vida, las ideas sobre el cuerpo humano, que explican los conceptos de salud y enfermedad y las practicas curativas. Cada cultura tiene sus propios padecimientos y sus propias terapias correspondientes a ellos ; un hombre de la cultura occidental, no se enferma de flato, de baraustó, de pochitoque que o de mal de arana ni se cura con formulas mágicas, incienso y oraciones, así como para tojolabal o un ch’ol no servirían, seguramente, los placebos usados por los médicos occidentales, No queremos decir con esto que no haya enfermedades biológicas, físicas, ni una medicina científica, es decir un conocimiento objetivo y universal del cuerpo humano y sus males, sino que evidentemente hay un alto porcentaje de enfermedades de carácter psicosomático, lo cual fue bien comprendido por la chamana mazateca Maria Sabina, cuando decía que lo que se enferma es el espíritu, por lo que es preciso curarlo a el para sanar el cuerpo.
—EPOCA PREHISPANICA—
Entre los nahuas prehispánicos había diversos tipos de chamanes especializados tanto en causar enfermedades como en curarlas;
se decía que el mismo chaman podía ser “bueno y malo”, entendiendo por esto que sus poderes podían ser dirigidos hacia el bien y la salud de los otros o hacia su destrucción.
Uno de los chamanes nahuas mas destacados era el NAHUALLI, considerado un sabio con poderes sobrehumanos para transformarse en diversos animales; era un consejero serio y respetado.
El bueno era cuidador y guardián; el malo, encantador y dañador, provocador de enfermedades. En general, a todo chaman con poderes para transformarse se lo denominaba nahualli;
así, convertirse en un animal era hacer de el su nahualli; por ejemplo, el tlacatecolotl, “hombre búho” (que también se transformaba en perro), era un nagual maléfico, pues causaba enfermedades al quemar figuras de madera de la victima, verter sangre propia sobre esta o darle a beber pociones venenosas. El y otros naguales malignos eran tecotzquani, “comepantorillas” y teyolloquani “comecorazones”, porque hechizaban a la gente. Hacían magia, como vestir un madero con la figura de una persona, adornarlo como se acostumbraba hacerlo con un difunto y luego quemarlo para ocasionar la muerte. Todos estos chamanes malignos tenían como protector a Nahualpilli, un aspecto de tezcatlipoca.
Entre los naguales benéficos estaba el teciuhtlazqui o “granicero”, que podía producir granizo y conjurarlo. El chaman especializado en medicina era llamado Ticitl ” el que practica la medicina(ticiotl)” . Se dice que era un curandero con experiencia en hierbas, eméticos y toda clase de pociones, así como en incisiones y también podía provocar enfermedades y seducir mujeres para embrujarlas. Tenia muchas sub especialidades, entre las cuales estaba la de Paini, un Chaman adivino, especializado en el uso de alucinógenos propiamente un medico de enfermedades del espíritu.
Estos curanderos pasaban por iniciaciones religiosas, que consistían en morir y bajar al inframundo, donde recibían la instrucción médica, el conocimiento de los diagnósticos, de los instrumentos para curar y de las hierbas sagradas. Para diagnosticar usaban la adivinación que se realizaba de distintas formas ; mediante nudos y cuerdas , granos de maíz, agua, el calendario ritual, agüeros, interpretaciones de sueños e ingestión de plantas alucinógenas y psicoactivas en general ; Hongos, Peyote, Ololiuhqui, tlapatl, toloache, estafiate y sobre todo, picietl o tabaco.
El interprete de alucinaciones fue el “Paini” -el que bebe un brebaje- ; El ingería los alucinógenos y luego diagnosticaba, o bien hacia beber la hierba sagrada al paciente. Las enfermedades que inducían a consultar al “Paini” eran las muy largas y penosas, que se atribuían a hechizo.
Los textos mencionan por ejemplo , susto, angustia y “nausea en el corazón”. El propio enfermo, al beber el alucinógeno, daba la señal de donde estaba la enfermedad.
Otro Ticitl diagnosticaba interpretando sueños; se trata del Temiquiximati, “El conocedor de los sueños”, que tenia libros especiales sobre el significado de los sueños, aunque lograban su interpretación principalmente gracias a sus poderes sobrenaturales y por su habilidad para manejar el espíritu separado del cuerpo. Debido a su oficio se lo llamaba “Hijos de la Noche”, como Tezcatlipoca y como Malinalxochitl, la hermana hechicera de huitzilopochtli, que era una gran Naguala Maligna, “agarradora de pantorrillas, embaucadora de gentes, descaminadora de gentes, adormecedora de gentes, que hace comer culebras…, y tecolotes a las gentes, pues llama a todo ciempiés, arana, y se vuelve hechicera… Muy Grande bellaca — Dice Tezozomoc” (1975, p.28).
Entre los mayas antiguos también había varios tipos de chamanes, empezando por los propios gobernantes, que fueron retratados en las estelas con sus atributos sacerdotales y portando insignias del dios celeste supremo, en nombre del cual gobernaban.
Los textos coloniales quiches y cakchiqueles les llamaban Nawal Winak, “Hombres Naguales”, y describen sus poderes sobrenaturales, como la transformación en jaguares y otros animales, la capacidad de subir al cielo, bajar al inframundo, la posesión de una gran fuerza física y una visión tan aguda y penetrante que les permitía adivinar. Los textos no mencionan sus habilidades curativas ni el uso de plantas sagradas, pero cabe inferir que eran también médicos y que empleaban los alucinógenos como los nahuas. Si se mencionan en cambio, sus rigurosas practicas ascéticas y su envoltorio ritual que era, al mismo tiempo, insignia de su poder.
Este envoltorio contenía huesos de águila, de jaguar y de puma, cabezas y patas de venado, piedras negras y amarillas- seguramente para la adivinación-, plumas de garza, quetzal y azulejo, cola de buitre, tabaco, hongos de piedra y sangrador para el auto sacrificio.,
se mencionan también “hierbas para refrescarse”, que eran seguramente las plantas curativas.
Entre los mayas de Yucatán, en la época de la conquista, los chamanes eran sacerdotes especializados; El Uaiaghon, “Brujo”; El Ah pul yaah, “brujo echador de enfermedad”; el h’men, “mago que se transformaba en animal” que es el que ha pervivido hasta hoy. Y los chilames, que profetizaban en estado de trance, acostados de espaldas en el suelo, tal vez ayudados por el xtabentun “ololiuhqui”. Los chamanes eran médicos y hechiceros, que curaban con sangrías y echaban suertes para adivinar.
Celebraban sus fiestas en el mes Zip; durante ella, sacaban sus envoltorios, que contenían idolillos de las deidades de la medicina “ixchel e itzamna” piedras para echar la suerte (am) y muchos objetos más.
–EPOCA COLONIAL—-
Durante la época colonial, el Nagualismo o Chamanismo fue identificado con la brujería europea por presentar varias ideas afines a ella, entre las cuales estaba la transformación del brujo en animal.
Se lo considero una práctica de una secta perversa y demoníaca importada de Egipto y , así, los conceptos de magia negra y de pacto con el diablo se integraron a las creencias indígenas, en la mentalidad de los conquistadores y después en la de los propios indios.
Pero los ritos chamanicos siguieron realizándose en la clandestinidad, de los cual hay muchos testimonios, gracias a la persecución de que fueron objeto. Así, Jacinto de la serna , Ruiz De Alarcón, Margil De Jesús y Núñez De La Vega, en el siglo XVII formulan precisas descripciones de los poderes de los naguales en el altiplano central y en Chiapas.
En este lugar eran llamados Poxlom “de pox medicina lo cual confirma que practicaban principalmente curaciones ” .
NUNEZ DICE : “.. Nos ha constado que es el demonio, que como pelota o bola de fuego anda en el aire en figura de estrella, con cauda a modo de cometa” (Núñez 1988 p.753).
Los textos afirman que practicaban la medicina y empleaban para las curaciones la confesión de los pecados y “hediondas medicinas” -por ejemplo- algunas brujas yucatecas ponían tlapatl (matul) debajo de la almohada o lo daban a oler para hacer perder el juicio- . También eran nigromantes, hacían magia amorosa y sabían trasladarse a los que margil llama “paraísos fingidos” sitios donde participaban en festines.
–EPOCA ACTUAL—
En las comunidades indígenas nahuas y mayas de hoy encontramos la pervivencia del chamanismo con sus ideas básicas de la capacidad transformadora del chaman y sus poderes de adivinación y de curación.
En los estados de México, Morelos, Puebla y Veracruz, principalmente, pervive la tradición chamanica náhuatl.
Hay diversas especialidades como los graniceros y los chamanes siguen siendo los médicos de las enfermedades del espíritu. En las comunidades mayances, los chamanes ocupan un sitio principal, pues además de curar enfermedades cumplen un importante papel policito-social.
También los chamanes de hoy son elegidos a través de un sueño o una enfermedad, y en ese estado aprenden el oficio de curanderos y adivinos; es decir la iniciación se produce con el espíritu separado del cuerpo.
Los mayas y los nahuas siguen considerando que hay un buen número de enfermedades ocasionadas por energías y seres sobrenaturales.
Pervive también la idea de que las patologías dependen de la conducta de los hombres, quienes al transgredir las normas sociales y morales ocasionan el enojo de los dioses. El castigo puede consistir en que las deidades ancestrales, dejan fuera de su protección al compañero animal y este se queda vagando solo y perdido en el monte, a merced de cualquier ser maligno que puede devorarlo o destruirlo.
Por otra parte, los dioses del inframundo se aparecen a los hombres en forma de seres maléficos, como serpientes, hormigas, arco iris, el Sombreron, la xtabay y el moo-tancaz, que deambulan por las noches para dañar a los hombres con graves enfermedades.
También son causas de enfermedad las influencias del signo del calendario ritual, las alteraciones del equilibrio corporal (por ejemplo, el desacomodo del tipte, órgano rector del funcionamiento del cuerpo” y las emociones fuertes, como el susto, el enojo, la tristeza o la vergüenza(azareo).
Cuando el espíritu se halla separado del cuerpo, es decir en el estado de sueño, o durante el orgasmo, es mucho mas susceptible de contraer enfermedades, pues se encuentra a merced de fuerzas nocturnas y maléficas.
Por ejemplo un muerto puede presentarse en el sueño de su enemigo y enfermarlo de susto.
Los males del espíritu llegan a manifestarse como delirios, afasias , melancolía, irritabilidad, mal erótico, depresión y locura, entre otras formas ;
pero también afectan al cuerpo, que sufre fiebre, hinchazones, dolores, urticarias, ahogos, etc…, capaces de producir incluso la muerte.
La mas común de las enfermedades del espíritu es “la perdida del alma”. Es posible extraviar el alma de diversas maneras, pero sobre todo por “espanto” o “susto”, por un accidente o por “mal echado” por un enemigo. Se piensa que el alma se sale y es capturada por los espíritus guardianes de la tierra, los ríos, los bosques, por los seres del inframundo o por los malos “aires”, que son entidades maléficas con voluntad.
En Tepoztlan, por ejemplo, se cree que los “aires” habitan en las barrancas o los hormigueros-palabras que se emplean indistintamente para indicar sitios malos y peligrosos-, por lo que atacan de preferencia en esos lugares. En las barrancas habita asimismo el arco iris, identificado con serpientes malignas.
También un feto puede perder el alma si la madre sufre un susto; los bebes la pierden con mas facilidad, por no habérseles cerrado todavía la “mollera”. Las almas que se pierden se quedan en el sitio del susto, o en poder del “aire”, o bien se van al inframundo “TLALOCAN”.
Cuando el alma se ha perdido, el cuerpo enferma; los síntomas son falta de apetito, debilidad, depresión, exceso de sueño y sueño agitado. Otro grupo de padecimientos del espíritu lo constituyen los ocasionados por los seres humanos, que se cuentan entre los peores; el más frecuente es el “mal echado” por un brujo, que tiene varias manifestaciones. Por lo general, los brujos echan o envían la enfermedad con formulas mágicas y, además, preparan pócimas venenosas y tienen como aliados a los malos aires, que introducen por los orificios naturales de sus victimas, luego de expelerlos por los suyos.
El “mal echado” incluye toda clase de desordenes psíquicos y locura.
El brujo puede poner cabellos en la garganta o en el estomago de las victimas, lo que les causa la muerte por asfixia o dolor agudo, y puede introducir en el abdomen animales, como ratas, armadillos, lechones, cachorros de perro, sapos, culebras o insectos. Los hechizados experimentan terribles dolores y finalmente mueren.
Los brujos también pueden producir esterilidad por enfriamiento de los genitales, que se cura con vapores de hierbas aplicados de modo directo a esos órganos.
Los brujos pueden, en fin, “cortar la hora”, es decir provocar la muerte tras una lenta agonía, en virtud de que sus aliados, los dioses de la tierra, aprisionan al otro yo animal de la victima y lo mantienen sin alimentos. La persona se va debilitando, sufre vómitos, dolores, hinchazones y por ultimo, muere.
Hay otras alteraciones ocasionadas por hombres con poderes sobrenaturales, aunque involuntariamente, como las que sobrevienen por la “VISTA FUERTE” o por exceso de “CALOR”;
Este es una energía peculiar que se acumula con los anos y la sabiduría; entre los antiguos nahuas, formaba parte del tonalli.
Cuando una mujer esta embarazada, por ejemplo, tiene exceso de calor que puede dañar a otros, sobre todo a los niños.
Las enfermedades producidas por seres humanos, ya sea voluntaria o involuntariamente, son por lo general graves; por eso dicen los tojolabales que “DE POR SI NO HAY PEOR PONZOÑA QUE LA DE LA GENTE”
y precisamente las enfermedades del espíritu son las atendidas por los chamanes, pues su diagnostico y tratamiento rebasa los conocimientos y capacidades de los curanderos comunes.
Los chamanes diagnostican ante todo por la adivinación, de igual forma y con las mismas semillas de sus antepasados prehispánicos. La adivinación realizada mediante la ingestión de substancias alucinógenas ya no es tan común como en la época prehispánica (se conserva entre los nahuas de la sierra de puebla y de la región de tétela del volcán, por ejemplo; Los brujos, echadores de enfermedad también curan, sobretodo los padecimientos que ellos mismos ocasionan, como la locura. Incluso tienen la protección del mismo Santo que cuida a los chamanes buenos: San Pedro. Tanto entre los nahuas como entre los mayas.              Ellos conocen los ritos, las formulas mágicas y las “contrahierbas”.
Cuando fracasa un Chaman se consulta al brujo, que posee mas recursos. Las ceremonias curativas son diversas y complejas, pero incluyen siempre la quema de Copal, que es uno de los alimentos de los dioses; oraciones donde se pide el perdón y la devolución de la salud o del alma perdida. Exhortaciones al cuerpo enfermo para que se cure o al alma para que regrese, y el uso de velas , flores, y alimentos.
Muchas veces se mata una gallina o un pollo negro, que se entrega a los dioses a cambio del alma.
Los ritos se realizan en casa del paciente, en el lugar donde se perdió el alma, visitando en peregrinación diversos altares de las montanas sagradas o en los campos y cuevas. Además de las oraciones y conjuros, se hacen sobadas, barridas, sopladas, baños y sangrías; también se chupa el mal, como se hacia en la época prehispánica, y se aplican o dan a beber medicamentos.
A veces la curación solo se logra con el alma separada del cuerpo, es decir durante el sueño o en estado de trance extático; para logra este ultimo, se da a beber al paciente un alucinógeno, como se hace en Tétela del Volcán. Todas estas creencias y prácticas médicas, aunque incluyan oraciones cristianas y muchos elementos nuevos, son en esencia de tradición prehispánica y concuerdan con la concepción indígena del mundo y de la vida que de un modo u otro ha pervivido.

EL TEXTO ANTERIOR ES UN FRAGMENTO DE UN ESTUDIO REALIZADO POR MERCEDES DE LA GARZA (EXDIRECTORA DEL MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGIA E HISTORIA DE MEXICO )
Es parte de un artículo publicado en la revista de la universidad nacional autónoma de México en su número 572 de fecha septiembre/1998

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