Aproximaciones al Tsolk’in Por Oscar Freire

Aproximaciones al Tsolk’in
Por Oscar Freire
“Todas las representaciones fundamentales del Tsolk’in no solamente
velan y revelan la naturaleza y la causa de la manifestación, sino que
ejecutan, además, el acto primordial del nombre ya que la manifestación es producto de la Palabra Divina”

Introducción

Es muy probable que el conjunto de las lenguas indígenas de América se halle revestido de ese carácter “sagrado” que haría a estas remontarse a una lengua primordial y hierática; de la cual también derivarían todas las formas de comunicación tradicionales de nuestra humanidad. El contenido de estas se basaría en aquellos elementos constitutivos, recíprocos e indicativos de la esencia de las cosas y de sus correlativos numerales (evidentemente, que la noción de número escapa aquí a cualquier significación matemática meramente cuantitativa). Esta cualidad de primordialidad las haría consubstanciales no solamente a la raíz misma de todos los métodos similares que se corresponden con otras tradiciones, sino también a una concordancia universal donde se resumirían sintética y simbólicamente aquellos puntos de comparación o equivalencias que de un modo u otro podrían considerarse. Pero, también debemos advertir que esto, evidentemente, sería además, un punto delicado y complejo de tratar ya que podría prestarse a objetivos totalmente ilusorios, precisamente por motivo de las dificultades que entraña el traspasamiento de aspectos especializados de una forma tradicional a otra. Ya que estas, se hallan adaptadas a distintas mentalidades étnicas, además de todo aquello que hay que tener en cuenta respecto de las determinaciones de época y de lugar. De tal modo que, si ya es difícil, por ejemplo establecer las relaciones que distinguen a los distintos períodos de adaptación inherentes a una misma tradición; se ha de comprender mucho mas aún, los peligros de sincretismo que entrañan las comparaciones literales entre diversas tradiciones. Teniendo en cuenta esto, solo nos limitaremos, eventualmente, a una correlación por analogía en las distintas formas, en tanto en cuanto la evidencia sea incontestable por su procedencia cabal y por su índole universal.

Un ejemplo de lo que decimos lo tenemos en el área denominada como “mesoamérica” donde los especialistas distinguen tres períodos: el preclásico, el clásico y el postclásico. Al margen de los inconvenientes creados en la relación de estas designaciones para establecer períodos reales, es posible constatar las dificultades de asimilación de su realidad tradicional en una forma mas o menos completa, lo cual debido a esas readaptaciones aludidas, se genera indudablemente, no pocas ilusiones. Seguramente por esto, entre otras cosas, resulta difícil darse cuenta en que verdaderamente consiste la índole de la intelectualidad amerindia expresada por sus lenguas y en este caso también, por la aritmología o “ciencia de los números”, contenida, entre otras cosas, en un soporte calendárico. Es muy probable que en las modificaciones ulteriores el núcleo central de esta enseñanza se haya diluido e incomprendido paulatinamente hasta llegar, por un lado a las interpretaciones cientificistas de hoy en día o por otro lado aquellas divagaciones neoespiritualistas de la moda.

Así para comprender de modo eficiente lo que verdaderamente ha significado la realidad tradicional amerindia debemos constituirnos en interpretadores cabales de los rasgos primordiales de su simbolismo aún diseminado de modo evidente y con ciertas posibilidades de erigirse en eficaces datos tradicionales. A este respecto cabe recordar que en el mismo sentido de esos datos tradicionales podemos informarnos sobre la naturaleza de cada letra que es al mismo tiempo un número y que primeramente simbolizan a las esencias del universo; al mismo tiempo que pueden aplicarse tanto cosmogónicamente como al punto de vista de la teomaquia, y, también, sobre todas aquellas relaciones que corresponden a la naturaleza de las cosas de nuestro mundo. De este modo, podemos constatar como estos dos últimos aspectos eran comprendidos dentro de los antiguos sistemas de escritura pictográficos, ideográficos, fonéticos y simbólicos, (citemos como un ejemplo aquel inscripto en las denominadas “estelas de los danzantes” de Monte Albán en Oaxaca) también de aquellos registros jeroglíficos (por ejemplo el witz “glifo del cerro” de extraordinaria perdurabilidad y utilizado para marcar las localizaciones representativas del centro primordial. También, por otro lado, el caso de la combinación de glifos calendaricos con puntos y barras) y el caso tan popular, aunque no muy bien conocido, de los calendarios “mesoamericanos” propiamente dichos.

Importancia del Tzolkin

Dentro de estos últimos (en la “cuenta de los días”), sobresale de las series tanto inscriptas como superpuestas, el que corresponde al orden ritual de 260 días denominado como Tsolk’in (o Tzolkin) en lengua maya y equivalente al nahuatl tonalpohualli (referido a la combinación de 13 unidades con 20 signos naturales de orden simbólico) que se aplicaba en la temporada invernal dedicado a Tlaloc (dios de la lluvia) y como un contenido dentro de la cuenta solar de 360 días para el período tanto general como estival y dedicado a Huitzillopochtli (correspondiente al período solar dividido en 18 veintenas a los que se le añadían otros 5 no contados, considerados como aciagos (xma-kaba-kin o nemontemi en nahuatl ) o de augurio adverso. Cabe también destacar, otro tipo de cuentas como el ciclo de Venus, el de la luna y otros como aquel denominado de “cuenta larga”, cuya extraordinaria precisión involucra a la intelectualidad indiana en un dominio cabal de la doctrina tradicional de los ciclos). El Tsolk’in primero de carácter fijo o estático (aunque también con un aspecto dinámico) permitía establecer el control del tiempo “litúrgico” donde se le otorgaban los nombres operativos (de acción simbólica) a los días y a los años, y, además, marcar estrictamente las relaciones solares en cuanto al proceso circular de la duración, el señalamiento cardinal y la modificación o ajuste en la progresión de las temporadas con la cualificación del espacio. Los rituales relacionados con estas operaciones tradicionales nos convencen de la importancia del Tsolk’in; ya que dentro del período de 260 días, siguen celebrándose aún hoy, en determinadas áreas mesoamericanas, aquel concerniente al waqibal, localizado generalmente en la cima de algún “cerro sagrado”. Dicho lugar (“lugar del 6”) se identifica con el “corazón” (K’ux) o “centro del mundo”. Es el mixik’ balamil (“ombligo del mundo”). Asimismo, centro del espacio, del tiempo y del Cielo. Es, a la vez, el Wakah-Chan (“Cielo elevado” o “Cielo del 6”) el “Gran Arbol del Centro”; el axis mundi, el “Hombre Universal” donde, según las doctrinas tradicionales, converge el equilibrio del Universo.

Dentro de estos patrones también se inscribían las diversas celebraciones, como por ejemplo, las agrarias (cultivo del maíz, doblado de espigas, quema arbolar, etc.; actividades estrictamente comprendidas dentro del orden ritual que se aplicaban bajo el régimen simbólico del quincunce para el trazado y el “centramiento” de los campos), climáticas, botánicas o aquella que servía para otorgar el nombre a los recién nacidos y evaluar e incidir, eventualmente, en los futuros sucesos que a estos conciernen. Los términos nahuatl para designar estas funciones secundarias (pero conformativas desde el punto de referencia del Hombre Universal) de la doctrina tradicional de los nombres son in tonalli itlatalhtollo que también parece referirse al acervo que contiene las narraciones técnicas en torno a los destinos bajo la relación del tonálamatl (es decir, el calendario que anticipa y previene los acontecimientos y los sucesos) y los nahuallahtolli, cuyas aplicaciones de los nombres y de los números permite una acción no ordinaria o “mágica” que modifica a los seres y a su acontecer. Debemos recordar que las lenguas modernas no cuentan con los elementos competentes para designar este tipo de operaciones que solo pueden referirse, dentro del antiguo simbolismo numero/nominativo, a aquellas aptitudes que definen una serie analógica de relaciones fijas entre los distintos estados del Ser.

La Rueda de los Días

Cuando se trata de concepciones tradicionales cabe destacar que cada parte del conjunto de ellas posee un carácter representativo y sintético del principio. Por lo cual su índole, trasciende las funciones de las diversas aplicaciones secundarias que en casos particulares se atribuyen y distribuyen en las cadenas, estados o jerarquías del ser. De tal modo, que más allá de las necesarias aplicaciones (similares a aquellas rituales, ascéticas y económicas) vemos como el caso del Tzolk’ín, llamado también la “rueda de los días” posee un valor simbólico de la mayor importancia. Precisamente, el símbolo del día entre los mesoamericanos, solía representarse por una circunferencia con su centro, (esto también equivale y era tomado como el signo del año). En realidad dicho carácter se aplicaba tanto al kin (unidad), al uinal (veintena) como al tun (dieciocho unidades o uinales que conformaban el ciclo completo de 360 días dividido en dos series de 180). Esta “rueda de los días”, en su desarrollo, puede también representarse geométricamente, como una circunferencia dividida por cuatro radios y formando dos diámetros ortogonales o cuatro cuartos que expresan la cruz inscripta en el plano de un círculo (utilizada generalmente, entre otras aplicaciones, para representar, como hemos dicho, al ciclo anual donde se corresponden las temporadas con los puntos cardinales). Efectivamente, así muestra de algún modo, al principio universal (la unidad trascendental o el aspecto del unum que sobrepasa a todas sus derivaciones, pero que está simultáneamente en cada una de ellas) volviéndose multiplicidad y diversidad, (aunque en esencia no participe de las mismas).

La Rueda del Tiempo

Además de estas cuestiones relacionadas con el arte de los números y el simbolismo geométrico, (ciencias incompatibles con las que se conocen hoy en día con el mismo nombre) tengamos en cuenta que, en el aspecto de la “rueda del tiempo” este no es considerado de ningún modo como una duración fáctica que es medida por conveniencia de usos, tal como así puede colegirse en aquellas exclusivas razones de cantidad que se aplican en todos los ordenes de la actualidad. En efecto, si tomamos como punto de consideración el “factor tiempo” en la mentalidad tradicional india, hemos de notar, que este es entendido como una “sustancia” cualitativa generada por el cruce de dos estados de distinto nivel. Esto, otorgará a la vez, diversas interpretaciones válidas de acuerdo a los respectivos puntos de vista intelectuales en que pueda situarse el contemplador. Por lo general las tradiciones indianas con algunas diferencias de grado y mayores o menores matices, señalizan el origen del tiempo dentro de una etapa precisa en la formación del mundo que se corresponde con la separación del cielo y de la tierra. Datos tradicionales de toda América, en particular en el sector central. nos refieren que el tiempo fluyó de los cuatro postes cósmicos que servían para contener la bóveda celeste situados en el espacio formado por dicha separación. Así, el tiempo (utilizando la terminología nahuatl) es únicamente manifestado en el cuerpo de Tlalticpac (los cuatro sectores temporales de la “superficie de la tierra”) y producto de un vínculo transgresor entre los dioses de Chicnauhtopan (los nueve estados superiores del cielo (en ocasiones doce o trece) y mictlan (los nueve estados inferiores del inframundo).

En este sentido, no queda lugar a dudas sobre la conformidad doctrinal indiana con las concepciones cíclicas tradicionales sobre la marcha del tiempo, tanto en el orden cósmico como humano. En efecto, aquí se hace notable la concordancia universal en cuanto a las cualidades que determinan las diversas etapas en la marcha cíclica del tiempo, particularmente cuando estas también son simbólicamente representadas por los sucesivos niveles producidos en la procesión del sol respecto de los cuatro puntos cardinales y de su doble posición central y vertical; por lo cual, además, se obtiene ese esquema de doble naturaleza geométrica, tan caro al simbolismo tradicional, y que implica a un modelo de universo que es concéntrico tanto como cuadrangular. (Asimismo, también pueden mencionarse aquellas analogías fáciles de constatar, respecto de las transformaciones del sol durante su curso, y que equivalen, entre otros, a los distintos atributos y ropajes de las personas divinas que se entrecruzan cíclicamente para protagonizar una teomaquia o componer el teatro teogónico). En cuanto a la doble posición central y vertical (el cenit y el nadir) prefiguran la noción, mas o menos extendida por todas partes, de los dos principios universales entre los cuales se desenvuelve toda manifestación o ciclo completo de existencia. Del mismo modo, en los estudios sobre las pirámides de Mesoamérica existen suficientes indicios tradicionales que se referirían, entre distintos ordenes de cosas, a esta misma representación expresada por medio de cierto esquema romboidal conformado por dos pirámides invertidas y unidas por su base cuadrangular. Esto nos daría referencias completas, en tanto que (de acuerdo a la terminología maya) también situaría al polo celeste o U Qux Cah (“Corazón del Cielo”), tanto como al “Centro del Mundo” (u “Ombligo del Mundo”), el mixik’ balamil y al polo inframundano, el Xibalbá o “Cielo Nocturno” concebidos como distintos símbolos universales, pero que confluyen en el punto primordial como Unidad.

Unidad y Forma

La concepción tradicional de unidad es la constante en la mentalidad amerindia, ya que se halla implicada trascendentalmente con las ideas de número y de ente. Las múltiples aplicaciones y la aparente diversidad que expresan tanto la cosmogonía, la astronomía, la dinámica divina y el complejo ritual, son aquellas formas siempre presentadas, desde el punto de vista del acto “formativo”, como en una continua tensión hacia dicha unidad. Todo ello se aclara bajo el referente de la mentalidad tradicional donde es inconcebible cualquier forma que no se halle relacionada a la unidad. Así vemos como las casas o paisajes sagrados, las mesas de culto o los dioses numerales que eran tomados como uno y múltiple a la vez se denominaban bajo la mentalidad indiana como la “Forma”. El término maya-mexica niyocoloc (La “Forma”) tiene equivalentes en casi todas las lenguas indígenas (por ejemplo con la palabra nahuatl colotli (“modelo”) para designar la serie o conjunto de elementos rituales de veneración, (sean, tal como hemos dicho, templos, lugares, altares, “ídolos” o cuerpos celestes, etc.) La constitución del universo o la formación del mundo solo son inteligibles en tanto la identificación entre forma y unidad, ya que esta se reúne en aquella, siendo la suprema unidad el principio de toda formación. El dato tradicional esclarecedor que permite discernir y enlazar la aritmosofía de esta relación, se halla sin dudas, en las evidentes analogías del concepto indiano sobre la ininteligibilidad del caos primigenio (antes de la formación del universo, ya sea en su aspecto de “materia preexistente” o de ex nihil) con el Génesis bíblico y con las cosmogonías premodernas de los diversos pueblos de la humanidad.

De esto, podemos deducir los tres aspectos fundamentales implícitos en todo esquema universal de la manifestación: En efecto, el punto o centro expresa aquí la unidad metafísica dividiéndose a sí misma en multiplicidad sin ser, como hemos dicho, una serie de unos; y podríamos decir que también generándose en diversidad sin ser esta distinta de ella. Por lo que se infiere entonces, que el círculo en uno de sus sentidos mas elevados es la misma unidad, pero aún en aquellos aspectos no manifestados. Asimismo, tenemos además al cuadrado que igualmente en un simbolismo superior expresa a la completud en su perfecta simetría como principio de la existencia por lo que quedan expuestos dichos tres aspectos fundamentales en una sola esencia. Pero, detengámonos un poco en aquella división de cuatro radios, vemos que la delimitación determinada de esta circunferencia, y esta vez ya en el orden de existencia de nuestro mundo, se corresponde con la acción del principio sobre dicha manifestación dando lugar a la serie cuaternaria fundamental que de uno u otro modo se aplica tanto al tiempo como al espacio (los momentos del día, las estaciones del año, las Faces de la luna. Las cuatro orientaciones cardinales). Un ejemplo de ejecución cabal, sobre la mencionada referencia geométrica de este aspecto, sin dudas que se halla relacionado con aquel sentido particular de la “rueda de los días” de gran importancia para el hombre tradicional mesoamericano, ya que su aplicación regía toda su vida; correspondiendo no solamente a la salvaguarda de la economía y al equilibrio de la comunidad sino, además, al sentido de la existencia en este mundo y a la garantía de fidelidad y de retorno a los orígenes. Al girar la “rueda de los días” el indio sabía desplegar de la unidad un número y el nombre de los días, así como también la posición y el nombre de los meses. Ello representaba una imagen exacta del cielo a la vez que reproducía simbólicamente la constitución misma del universo. La imagen astronómica consistía también en un cielo reflejando el cuaternario fundamental, cuando se formaba en ocasiones la gran cruz con el sol ubicado en la línea del paralelo, es decir en el medio exacto de su línea y la perpendicular, en lo mas elevado de la bóveda celeste. Señalemos que el esquema extensivo del universo indiano se hallaba constituido por una disposición vertical de los tres mundos (cielo, tierra e inframundo) dispuestos sobre tres cuadriláteros superpuestos atravesados centralmente por el Wakah-Chan (llamado también Yaxche), el axis mundi; el Árbol del Mundo o la gran Ceiba que es al mismo tiempo la Cruz indiana y el Hombre Universal. Mencionemos también, como dato valioso, que la suma de los respectivos puntos cardinales de los tres cuadriláteros mas el eje del mundo nos da el número sagrado y el más importante de todos: el trece, 13.

Numero y medida

Dentro de este orden de consideraciones numerico-geométricas podríamos subrayar, además, que este primer aspecto extensivo con la adición de un eje central a la rueda con los cuatros radios sobre el plano de la circunferencia, (es decir, representada sobre el mismo plano como una rueda de seis radios donde vemos que se halla inscripta la cruz de tres dimensiones) en cierto sentido, expresa oposición geométrica con el hexaedro y señala simbólicamente la simultaneidad del centro con el acabamiento perfecto de la manifestación (esto concuerda exactamente, en la referencia simbólica y numeral, con el proceso, en el acto de la Creación, que se describe en el Génesis bíblico y que nos da el numero clave de siete, 7; que es también sagrado en Amerindia, ya que se corresponde por un lado con el Dios de los “Mantenimientos” (Dios Numeral 7) y por otro lado con la cuenta agraria septenal que junto con la trecenal conforman el contenido de la cuenta civil (solar de progresión vigesimal) o Baktún de 400 años). Pero volvamos a la referencia hexagonal que nos ha de aportar otra relación del numero 13, el número sagrado por excelencia para la intelectualidad indiana en la medianía de América. Notemos, que esta no es una cifra arbitraria, obtenida por una suerte de juego lúdico, en función de las conveniencias sistemáticas. Tal y como se inclinan a creer no pocos de los investigadores del tema. Efectivamente, el hexágono (recordemos la importancia de la raíz cuadrada de tres con relación al hexágono, que permite la simetría en las medidas de la tierra y en los términos de proporción temporales respecto del círculo de 360º) se halla representado tridimensionalmente por tres sólidos relacionados de los cuales el más importante es el cuboctaédro, cuya red atómica muy a menudo, aporta entre otras cosas, las claves en cristalografía y mineralogía, de donde se destacan la sal, el oro y la plata. Elementos, cuya inestimable importancia es bien conocida dentro del simbolismo tradicional (para comprender cabalmente lo que queremos señalar es necesario recordar la equivalencia analógica exacta de estos elementos, entre otros, con el orden celeste tanto como terrestre). La serie de los números centrados del cuboctaédro equivalen espacialmente a los números del hexágono cuya extensión isotrópica de esferas se disponen en una serie de doce de ellas iguales y tangentes a la primera, es decir, en total trece, 13. Recordemos que la base de crecimiento de los números hexagonales en el plano requieren de un círculo central rodeado de otros seis iguales, es decir de siete círculos tangentes desde y donde se extienda la red hexagonal (la misma disposición nos recuerda la septuarquía en la que se hallan ordenadas las organizaciones tribales conforme a las seis direcciones del espacio y, consecuentemente, a las clasificaciones tradicionales análogas de todos los elementos del mundo. Como un ejemplo de estas últimas, que completa la mención anterior del Dios de los “Mantenimientos” o Chicomecóatl [Serpiente 7] representado por siete mazorcas de maíz incrustadas en el cuerpo de una serpiente – recordemos también – que es precisamente el símbolo bajo cuya influencia es iniciado el Tsol’kin). Esto, a los efectos de contener a esa serie ensamblada de trece esferas tangentes e iguales y a los fines de que los centros coincidan con los vértices y con el mismo centro del cuboctaédro. Podemos inferir de ello, cierto patrón de conocimiento que subyace en estas relaciones numéricas y configuraciones geométricas perfectamente equivalentes y análogas a las aplicaciones cosmológicas (como pueden ser, por ejemplo las 13 constelaciones de la ecliptica), ya que contienen los mismos efectos de angulación, de entrelazamiento triangular (requisito fundamental en la formación de los volúmenes, de donde se extrae la importancia del cubo como símbolo del mundo formal, perfecto y terminado) y de unión que caracterizan a los diversos ciclos de crecimiento y acabamiento. Evidentemente, no queda lugar a dudas sobre una real cualificación intelectual, ya que implica todo ello, como hemos venido insistiendo, de un conocimiento profundo de la manifestación por parte del hombre indiano.

El Horizonte visible

Cabe añadir, con relación a esto último, que el desconocimiento de los aspectos metafísicos, simbólicos, arquitectónicos, rituales y agrarios de lo que hemos dicho, conlleva, indudablemente, a una muestra cabal de ciertas incompatibilidades de comprensión de la realidad tradicional aborigen, en cuanto esta es observada desde puntos de vistas ajenos. La consecuencia más radical de ello consiste en la imposición de determinaciones mentales y psicológicas sobre un supuesto “primitivismo” en la visión del mundo por parte de aquella. Evidentemente, las incontestables y abrumadoras pruebas de la índole superior que caracteriza a la intelectualidad indiana refutan dicha calificación. Por solo dar un ejemplo, señalamos el caso de los cómputos indígenas, cuando son estos mismos, encarados por los postulados matemáticos, geométricos y astronómicos “reales”de la actualidad científica moderna. Este tipo de incompatibilidades desencadena generalmente interpretaciones al margen de la concepción original. En el caso de orden astronómico, que no es de los menores, vemos como la diferencia fundamental entre los criterios de la cultura occidental y los del acervo tradicional es que se refieren a cosas totalmente distintas, ya que la intelectualidad indiana basaba sus conocimientos en la observación directa del teatro natural de las cosas y en el movimiento “aparente” de los planetas en el horizonte visible de los sentidos normales y naturales. Entre tantas confusiones dadas por este motivo podríamos traer a colación la referencia (por ejemplo en el Tzolk’ín) del punto saliente del sol que tradicionalmente es tomado en un sentido diverso al de la actualidad equinoccial, siendo sus reales referentes los puntos de latitud que no solo determinaba la proporción económica, la medida y la cualificación del espacio, sino también la señalización esquemática en la arquitectura y el establecimiento del centro del mundo.

Aspectos simbólicos

Estamos convencidos que el Tsolk’in es mucho más que un soporte calendarico, para nosotros expresa un como equivalente simbólico del universo, un compendium aritmosófico y primordial cuya cualidad trasciende ciertas economías particulares que se hacen necesarias en muchos de los símbolos tradicionales. En este caso, es muy notable la perfecta aptitud a la concordancia iniciática rigurosamente universal Notemos, en uno de sus aspectos, que en la misma circunferencia, como representación geométrica universal el centro de la circunferencia o el medio equidistante es el lugar donde convergen los opuestos y donde se resume, en cierta manera, el equilibrio a que llegan todos los elementos contrarios o de oposición. Esto mismo se halla señalado en el Tzolk’ín en aquello que concierne a los “pasos del sol” por la “medianía del mundo”, es decir la latitud del lugar (cuando su ruta coincide con el paralelo) o su ubicación “aparente” se halla en el zenit. Momento ritual donde se ejerce la “acción del símbolo”, cuya influencia contempla, en una síntesis integradora, las determinaciones cualitativas del cielo y de la tierra. Es precisamente en el centro donde se neutralizan los extremos, aquí representados por la doble temporada invernal y estival que prefiguran y simbolizan las dos orientaciones, impulsos o movimientos complementarios de ida y vuelta, es decir el centrífugo y el centrípeto (insistimos en que hay todo un simbolismo universal relacionado con esto: las mareas altas y bajas, el movimiento de sístole y de diástole del corazón, la respiración, etc.). Por otro lado es el punto de expansión y de contracción, además de ser, en un sentido totalizador, el origen y, al mismo tiempo, el punto de partida y el de llegada

De tal modo, por la signatura que le rodea, es probable que el carácter simbólico del Tzolkín integre, como hemos dicho, aspectos mucho más profundos de los que puedan inferirse. Su guarismo o grafía no solo nos revela su origen primordial como símbolo universal extendido por todas las latitudes, sino que también expresa la misma doctrina de unidad celeste desplegada en todos los movimientos cíclicos. Así, es muy probable que la proyección e integración de 260, sea dentro del simbolismo tradicional indiano, la clave sagrada, al mismo tiempo numeral y nominal que registre y conmemore, como ciclo entre los ciclos a la suprema unidad. Del mismo modo, no sólo representaría, sino también registraría el mismo inicio de la manifestación, el instante de la primera pronunciación de la Palabra Primordial, ya que los 13 números combinados con los 20 nombres de día se erigen en una suerte de “pivote” o punto, en medio de círculos mayores que se hallan incluidos en otros círculos de duraciones.

Este es el modo en que el Tsolk’in, entre otras cosas, supone una geometría sagrada que refleja las figuras primordiales con las cuales se ha constituido al mismo universo. Por supuesto que esto tiene que ver con la fundación misma de nuestro mundo y luego con todo aquello que lo sugiere; como es el caso particular de aquellos ejemplos arquetípicos en los que intervienen la geometría plana, los cinco sólidos regulares y la construcción de los poliedros, tan necesarios para toda cosmología tradicional. (Se sabe que la base de dicha cosmología tradicional se remite a las coordenadas esféricas, en realidad de origen primordial, es decir mucho mas allá de las referencias dadas por Platon en el Timeo; y de donde se deduce el conocimiento “cósmico” implícito en las relaciones tridimensionales que tenían no solo los antiguos egipcios y los indios prehispánicos con sus pirámides, plataformas de piedra circulares y objetos de los mas variados, sino también se lo puede constatar en los prehistóricos de las más diversas latitudes, tal como lo demuestran las compleja construcciones de los círculos de piedra). Es probable que estas definiciones nos aproximen a cierto develamiento de las funciones fundamentales del Tsolk’in consistentes, entre varios órdenes simultáneos, a un registro real y cuidadoso (ambivalente, por ejemplo, a la aplicación simbólica e iniciática) de las posiciones del sol y del cortejo de estrellas, constelaciones y planetas. Por otro lado, es necesario tener muy en cuenta, además de advertir, sobre la inagotable multiplicidad de sentidos de las voces tradicionales que traslapan unas en otras. Por ejemplo, en la descomposición de la voz maya Tsolk’in (las diversas lenguas mayas como el chortí, ixil, zapoteca o cakchiquel, tanto como la lengua nahuatl, aún con distintos matices, coinciden en el sentido esencial de este término como “contador del día” “rueda” o “cuenta de los días” designando e indicando también, en sus respectivas raíces, ya sea al poder, a la vida o al sol) que nos ocupa, vemos que la voz K’in puede referirse del mismo modo, en un primer grado, tanto al día, al sol y al tiempo; como también para designar al Sacerdote y al Rey. Además, es posible describir un conjunto de atributos análogos de ordenes secundarios que pueden considerarse como terminos derivados y predicados correlativos. En la “ciencia tradicional de los números” el K’in representa tanto a la unidad como a la veintena y a sus múltiplos concebidos como días, ciclos, años o soles. Cabe señalar el hecho notable que en distintas sociedades mayas y mexicanas fuera utilizado una misma grafía (parecida a un cero para representar ya sea al día, al año o al sol) tanto para el K’in como para el Tun Lo mismo para la voz Tsol, donde la mayoría de los sentidos coinciden en expresar orden, fila, hilera, serie sucesión, etc. Sin dejar de señalar otras acepciones directas que nos aportan al mismo tiempo el sentido de “calabaza” o cáscara” por un lado, y, por el otro lado, la acción de “desollar” (como se hace, por ejemplo, con el “ollejo” o “cascara” de una fruta). Entre otras cosas, esto nos recuerda – por asociación y homofonía- a Xipe-tótex (“Nuestro Señor Desollado”) que no hay que olvidar que es también el dios de la primavera, donde el ciclo renueva la piel muerta de la tierra para cambiarla por una nueva hacia otro “esplendor” de la verdura, lo cual va mucho mas allá de la crueldad y del horror que se adjudica, por lo general, a los respectivos rituales sacrificiales conmemorados, en este caso, en la segunda veintena del año.nahuatl.

Conclusión

De todos modos, aunque lo hemos adoptado, debemos reconocer que (si bien es apto, por su vigencia, para las aproximaciones indicativas que hemos dado) el término Tsolk’in (o Tzolkin) no expresa todo lo que desearíamos de aquello que verdaderamente se trata, ya que esta denominación registra una procedencia maya convenida mas o menos recientemente, confirmando en cierta medida lo que decíamos inicialmente. En cambio, las nomenclaturas de ciertas referencias cosmológicas, teogónicas y rituales asociadas a su actual aplicación en ciertos sectores de América central se revisten aún de evidente originalidad, por lo cual se supone que no deberían escapar a los conocedores del simbolismo tradicional. En especial se debería prestar atención a aquellas relacionadas con ciertos ritos subsistentes (nos referimos particularmente a los de índole mas elevada o de carácter iniciático que acompañan connaturalmente, es decir, análogos e inherentes al esquema universal de manifestación) que reflejan al mismo tiempo el gesto primordial y un acto fundacional, aún en la reiteración de las alternancias cuyas manifestaciones eran – y parecen serlo aún – estrictamente revisadas y aún modificadas, ya que cada día, cada año y cada zona son siempre cambiantes. De tal modo, que por la ciencia tradicional correspondiente, el sacerdote indiano se hallaba no sólo en posesión de una “métrica” divina que regulaba el acto sagrado de “medir” el tiempo y el espacio, basándose en la disposición y aplicación de aquellas formas geométricas arquetípicas; si no también, en condiciones de ajustar el cambiante orden humano en aquellas orientaciones y ubicaciones parcelarias, templarias y rituales; a los efectos de corregir y volver a establecer el orden cíclico en consonancia con el ritmo universal. Así, en dicha ciencia tradicional se resumían sintéticamente los principios que permitían relacionar al teatro celeste con el fluir temporal y, al mismo tiempo, con el cuadro espacial y con el teatro de la naturaleza en nuestro mundo. Con relación a todo ello, no hace falta esforzarse mucho en inferir las posibilidades de la intelectualidad indiana en aquel sentido de una posesión de “conocimientos completos”, que generalmente, caracterizan a toda sociedad tradicional. Es decir, estamos hablando de la disposición universal de los tres aspectos que se incluyen en todo saber universal: la ciencia superior y divina (que contempla los estadios no formales e informales superiores del ser), la ciencia media o el saber numérico/nominal (aritmología y ciencia de los nombres, utilizados tanto cosmogónica, teogónica como antropogenéticamente.) Y la tercera como ciencia de la naturaleza (donde se incluyen entre otros, aquellos saberes tradicionales derivados, y que son relacionados simbólicamente, tanto con las ciencias agrarias, con la botánica, con la mineralogía y con la zoología).

Indudablemente que los números, las grafías y los nombres indianos componen el carácter de aquello que se define como lengua sagrada o “hierática” que es el reflejo de la lengua original, y que, según René Guénon, tradicionalmente siempre se la relaciona con la constitución de un centro espiritual secundario, que dentro de los diversos períodos, expresan como una imagen del Centro supremo y primordial. Toda lengua sagrada contiene la energía de los objetos de que se habla, siendo el soporte de las formas tradicionales correspondientes. Así, cada nomenclatura, sin importar el período determinado al que se refiera, sería la sucesiva transferencia del nombre primordial. Evidentemente, que esto no sólo descarta plenamente todas las especulaciones, efectuadas hasta hoy en día, en torno al período y al lugar de “invención” del Tsolk’in, nos trae también, aspectos insospechados que trascienden ampliamente las referencias cosmológicas/agrarias resumidas en un mero “culto solar”. De tal modo, que todas las representaciones fundamentales del Tsolk’in – ya sea como rueda, orden, fila, hilera, etc. por un lado, o como rayo, luz, lluvia, día, tiempo; sol, sacerdote o rey por el otro lado – no solamente velan y revelan la naturaleza y la causa de la manifestación, sino que ejecutan, además, el acto primordial del nombre (ya que la manifestación es producto de la Palabra Divina) en concordancia con aquello que los griegos sintetizaron en el verbo kosmei (“establece un orden”) y que, por oposición, surge del abismo ininteligible donde reinaba una obscuridad sin límites.

Loa mayas

http://html.rincondelvago.com/mayas_11.html

¿QUIENES ERAN LOS MAYAS?

Fueron una de las más brillantes y poderosas culturas conocidas de Mesoamérica; su civilización se extendió por un período de tres mil años. Dominaban un lenguaje escrito, eran hábiles arquitectos, arriesgados comerciantes y talentosos artistas. La civilización maya se extendió por el sur de Yucatán, parte de Guatemala y Honduras. entre los siglos III y XV. Los mayas no constituían un estado unificado, sino que se organizaban en varias ciudades-estado independientes entre si que controlaban un territorio más o menos amplio. Tampoco hablaban una única lengua. Los Mayas vivieron en una civilización que desarroyó una cultura que floreció en lo que hoy es Guatemal, Belize, partes de Mexico, Honduras y El Salvador. Mientras que los europeos vivían en una época de obscuridad. Los Mayas sobrevivieron seis veces más tiempo que el Imperio Romano, y construyeron más ciudades que los antiguos Egipcios.

¿COMO ERAN LOS MAYAS?

Los mayas eran pacíficos y vivían organizados por tribus en ciudades y pueblos que se confederaban sin un soberano común que ejerciera el poder. La tierra era propiedad común, distribuida por el cacique de la tribu. Adoraban divinidades astrales y siderales, a las que ofrecían sacrificios animales y humanos. El arte maya, cuya cronología aún se discute, ofrece en todas las regiones donde se encontraban: monumentales edificios de piedra, imponentes pirámides, templos y palacios recubiertos de elaborados relieves, pinturas murales, esculturas y ricas cerámicas.Vivieron en una sociedad agrícola y poseían un sistema religioso bien desarrollado que veneraba al cosmos. Las dinastías reales tuvieron gobernantes que promovieron la construcción de los magníficos templos y centros ceremoniales que aún hoy en día siguen en pie.

¿A QUE SE DEDICABAN LOS MAYAS?

Los mayas fueron básicamente agricultores, y su principal cultivo, el del maíz. La técnica empleada en la actualidad por los campesinos mayas, y que se supone debió de ser también la de sus antepasados precortesianos, es la llamada “de roza”, consistente en cortar y quemar el monte antes de sembrar. En los últimos anos se ha puesto en dudas la aplicación de tal técnica antes de la llegada de los españoles, por lo que implica en cuanto a extensión de los terrenos cultivables (la técnica “de roza” agota rápidamente los suelos y obliga al campesino a desplazarse cada dos o tres anos en busca de otras tierras), dispersión de la población (mas difícilmente controlable por un gobierno centralizado) y limitación del tiempo “libre” que el maya hubiera dedicado a las obras de construcción en los centros ceremoniales (pese a algunos autores, el campesino, con el sistema de roza, aun en la actualidad, en que cuenta con instrumentos de metal, hachas, machetes, azadones para apear los arboles, cortar la maleza y arrancar plantas y yerbas, debe dedicar todo su tiempo al cultivo).

También seguían siendo cazadores, hallando en selvas, montes, litorales y orillas de esteros gran
cantidad de animales: tapir, venado, jaguar, puma, pecari, mono, conejo, pizote, tepezcuintle, aguti,armadillo, quetzal, guacamaya, papagayo, loro, garza, tucán, pavo de monte, faisán, cojolito, perdiz,codorniz, paloma, pato, tortuga, manatí. Cazaban con lanzas, dardos arrojadizos, arcos y flechas en épocas tardías, cerbatanas, hondas y trampas. Utilizaban perros para ciertas cacerías, así como ardides de caza.

PORCENTAJES DE LA POBLACION MAYA ACTIVA

EL COMERCIO DE LOS MAYAS.

Debido a las marcadas diferencias que presentan las distintas regiones del área maya, los recursos naturales eran muy variados.Como dijimos, para las necesidades básicas de las poblaciones cada región sólo era parcialmente autosuficiente. No faltaban maíz y
frijol en ninguna ciudad, ni tampoco madera y palmas para construir las chozas, pero ciertos productos sólo se obtenían en determinados medios geográficos. De ahí el nacimiento de un intenso comercio interior dentro del área global y de un comercio
exterior con pueblos no mayas. Este se realizaba por vías terrestres (simples veredas o caminos de piedras), fluviales(aprovechando los grandes ríos en sus tramos navegables) y marítimas (alrededor de toda la península de Yucatán, desde Tabasco
hasta América Central). Se conocen algunos de los grandes mercados en los que negociaban los mercaderes mayas en el litoral de Tabasco, Campeche, Yucatán, Honduras: Potonchan, Xicalango, Chahuaca, Itzamkanac, Cachi, Conil,Nito, Nato; Zinacantan en las tierras altas de Chiapas; Xoconusco en la costa del Pacifico. Gran parte del comercio se efectuaba por trueque, sobre todo el comercio local, en que eran los productores mismos los que se encontraban para intercambiar productos. Pero se usaban algunos artículos como moneda: en primer lugar, las almendras de cacao; luego, las cuentas de jade, ciertas conchas marinas de color rojo, y, en época tardía, cascabeles y hacheas planas de cobre.

De Yucatán se exportaban principalmente sal, cera, mid, maíz, frijol, pescado (seco, salado y asado), algodón (mantas sobre todo),
henequén, copal, pedernal y plumas de aves acuáticas. Guatemala exportaba maderas preciosas, pides, plumas de quetzal, copal,
liquido ámbar, jade, turquesa, basalto, polvo volcánico y obsidiana. De las costas del golfo Atlántico y del océano pacifico salían
cacao y hule (caucho). De las tierras altas de Chiapas, pieles, anil, cobre, vainilla, plumas de quetzal, ámbar, almagre. De Honduras,
cacao y vasos de alabastro. El área maya importaba del centro de México, costa del Golfo, Oaxaca y América Central: objetos de
jade, cristal de roca, obsidiana, cobre y oro, cerámica y esclavos.

Mayas
ASI VIVIAN LOS MAYAS

Los mayas estaban divididos en clases
sociales muy bien definidas.

En lo más alto de esta jerarquía se
encontraba el gobernante, un
representante de dios en la tierra que
Mayas
gobernaba y que decidía cuándo
había que hacer la guerra o pactar la
paz; regía en el comercio y las alianzas
maritales. Este gobernante era
apoyado por la casta sacerdotal, la
nobleza y sus guerreros. Sólo el
gobernante o sus sucerdotes estaban
autorizados para realizar las
ceremonias religiosas en los templos.

Otro grupo en la estructura social eran los arquitectos,
quienes estaban por encima de los escultores, los
ceramistas y otros artesanos, los campesinos, sirvientes
y esclavos, que eran los de menor categoría. Los
soldados eran importantes en tiempos de conflicto, de
otra manera estaban más abajo que los arquitectos y
comerciantes en la escala social.

La mayoría de los mayas eran campesinos que sostenían
a una minoritaria clase dominante con sus cosechas de
maíz, frijol y otros vegetales. Hay evidencia de que
usaban el sistema de desmonte y quema para preparar
los campos de labranza, exactamente como lo hacen sus
descendientes hoy. También usaban la irrigación en
zonas áridas, levantaban diques y preparaban terrazas en
los terrrenos altos. La dieta de los mayas se
complementaba con la caza de animales salvajes, peces,
frutas, semillas y miel que se obtenían de la selva.

La economía dependía además del comercio, los mayas
eran comerciantes por excelencia que hacían trueque con
pescado, miel, conchas, obsdiana, jade, cerámica, sal,
cacao, plumas, pedernal y algodón. Sus rutas mercantiles
seguían el curso de ríos importantes en el área y las
costas del Golfo de México, el Caribe y el Pacífico. Su
imperio comercial se extendía desde América Central
hasta el centro de México y posiblemente más allá de
esas fronteras.

¿DONDE VIVÌAN LOS MAYAS?

Los mayas se encontraron en México, Honduras, Belice, Guatemala y El Salvador
vivieron en la selva tropical en diferentes ciudades:

Tikal Abaj Takalik
El Banuacutel Monte Alto
Tayasal Kaminal Juyú
Ceibal Ixlú
Zaculeu Mixco Viejo
Palenque Yaxhá
Caracol Naj Tunich
Aguateca Utatl&aacuten
Yaxchilnaacuten Piedras Negras
Quiriguá Uaxact&uacuten
Copnaacuten Naranjo
Zotz Iximché
Dos Pilas La Democracia
Nakum

Mayas

APORTACIONES IMPORTANTES.

Se cree que entre las centurias IV y III A. C. los sacerdotes mayas idearon un sistema de numeración vigesimal que se basó en la posición de las cifras y en el empleo del cero. Representaban las unidades hasta cuatro por medio de puntos, el cinco con barra y el cero por una especie de concha. Utilizaban las posiciones para representar cifras mayores de diecinueve. En su sistema, el valor de las posiciones aumenta de veinte en veinte, de abajo para arriba.

Los conocimientos astronómicos mayas, propios también de la clase sacerdotal, son dignos de admirarse. No ignoraban los movimientos de los cuerpos celestes y eran capaces de predecir los eclipses y el curso de Venus como estrella de la mañana o de la tarde. Esta sabiduría pasmaba al pueblo y le hacía pensar que sus jefes espirituales estaban íntimamente ligados a sus deidades: el Sol, la Luna, Venus, etc.Los mayas tenían dos tipos de calendario: el correspondiente al año
sagrado de 260 días o “tzolkín”, el único conocido por el vulgo y empleado para regular su vida ceremonial, y el año calendárico o “haab” de 365 días.

Los libros de las tradiciones mayas.Los únicos códices mayas que lograron escapar a la destrucción causada por los religiosos españoles fueron el de Dresde, el Tro-Cortesiano y el Pereciano. Estos manuscritos están dispuestos en
tiras largas que se doblaban a manera de biombo. El de Dresde es esencialmente un tratado de astronomía; el Tro-Cortesiano es, en su mayor parte, un libro de adivinanzas que, ayudaba a los sacerdotes a predecir la suerte y el Pereciano es fundamentalmente ritualista.Existen además varios manuscritos postcolombinos escritos por indígenas a quienes los frailes habían enseñado a registrar su lengua por medio del alfabeto castellano. En estos libros anotaron los
indígenas todos los restos que de su ciencia antigua lograron reunir. Entre los que conocemos, escritos en maya, están los “Libros del Chilam Balám”, de Mani, de Tizimín, de Chumayel y de otras ciudades. Hay otros, escritos en quiché y cakchiquel: el “Popol Vuh” o “Libro de los quichés”, que contiene información sobre cosmogonía, religión, mitología, etc., y los “Anales de los Cakchiqueles” que consignan la historia de ese grupo.

LOS MATEMATICOS MAYAS.

En cuanto a las operaciones que, con su numeración, efectuaron los mayas creemos que se redujeron a simples operaciones aritméticas: adición, resta y quizá multiplicación y división. Lo asombroso es que con tales elementales conocimientos se lanzaron a realizar—y con pleno éxito- cálculos astronómicos y calendaricos.

Los signos que más frecuentemente emplearon para formar sus numerales fueron el punto y la barra, como antes que ellos lo hicieron pobladores de la costa del Golfo Atlántico, de Montealban y de la costa del océano Pacifico en Guatemala. El punto representaba la unidad y la barra tenia el valor de cinco. Para el cero, en los códices pintados, usaron un signo en forma de pequeño caracol marmo; en los monumentos de piedra, el cero recuerda una flor de 4 pétalos o la cruz de Malta, aunque generalmente solo se representa la mitad del signo.

Para cantidades no mayores de 19, se sirvieron a veces de las llamadas “variantes de cabezas”, caras humanas o de animales humanizadas, en las que algún detalle media el valor numérico. En realidad, las caras son diferentes de 0 al 12, y las siguientes repiten los rasgos de las caras de 3 al 9, pero sustituyendo d mentón por una mandíbula descarnada que alude al 10, ya que este numero se representa con una calavera. En algunas inscripciones que debieron tener una importancia extraordinaria, el numeral consiste en el cuerpo de un hombre o de un animal (“glifo de cuerpo entero”), en el que algún signo permite la identificación del valor numérico. Con los tres signos del sistema de puntos y barras podían escribir cantidades de magnitud ilimitada, ya que siempre era factible añadir otro numeral con valor 20 veces superior al que tendría en la posición inmediata anterior. Los signos se disponían en forma vertical (con la unidad menor en la parte inferior) y en forma horizontal (con la unidad inferior a la derecha).

GRANDES ASTRONOMOS.

Es evidente que los mayas tuvieron un enorme interés por estudiar y registrar el curso de los astros. La armonía cósmica, la recurrencia inalterable de los cuerpos celestes en su transito por el infinito, debieron impresionarles grandemente llevándolos a considerar que todo en la naturaleza, en la vida del hombre, en la historia de los pueblos, seguían un ritmo
semejante, en que los hechos se repetían a plazos irleludibles. Su interés por la astronomía no era, por lo tanto, de carácter científico, sino que, gracias a ella, se sentían dueños de la clave del tiempo y se formaban una visión de la vida y de los acontecimientos histéricos valida para la eternidad.

Su instrumental era totalmente rudimentario: dos varas o hilos cruzados cuya intersección, vista desde un punto de observación, determinaba una visual; un palo vertical en el sudo para marcar el paso del sol por el cenit; elementos topográficos en el horizonte.

Mayas
Algunas construcciones se hicieron con fines astronómicos (el Caracol, observatorio de Chichen-ltza; la torre del Palacio de Palenque). En varios sitios del Peten de Guatemala, la disposición de ciertos edificios (Grupo E, en Uaxactum) sugiere la intención de establecer visuales hacia puntos de interés astronómico (puesta del sol en lo s solsticios y equinoccios) desde un punto definido. Los templos mismos, edificados en la cima de las pirámides, ofrecían ciertas posibilidades para las observaciones, ya que estaban situados por encima del resto de las construcciones, cerros y bosques.

Con recursos técnicos tan elementales, los astrónomos mayas, probablemente sacerdotes especializados, lograron estudiar y precisar las revoluciones cíclicas de ciertos astros, como el sol, la luna, el planeta Venus y se supone otros planetas y constelaciones de estrellas. Para alcanzar estos resultados debieron necesitar una continua observación, un registro
minucioso de sus cálculos y la transmisión de los datos de una generación a la siguente.

Fue así como pudieron precisar la duración de la revolución lunar -29 días y medio, mas una fracción de día-; la del sol -365 días, mas un poco menos de un cuarto de día-; la de Venus—584 días, menos una pequeña fracción—. Se ha calculado que, con su corrección calendarica, su estimación del ciclo solar era más exacta que la nuestra, según el calendario
gregoriano, en 1/10.000 de día. Es decir, en un día cada 10.000 años.

Precisaron también la recurrencia de los eclipses solares, estableciendo en el Códice de Dresde una tabla de predicción de eclipses que contiene 69 fechas susceptibles de coincidir con eclipses solares y cubren un lapso de 33 anos. Se interesaron también por numerosas estrellas, entre ellas la Polar, cuya inamovible posición en ciclo respecto de la tierra pudieron apreciar, utilizándola, como nosotros, como guía de los viajeros y comerciantes; las Pleyades, a las que pusieron el nombre de aab, es decir, “cascabeles”, por d parecido que les encontraron con los crótalos de la serpiente de cascabel; Gi us, que llamaron ac, o sea la tortuga; y seguramente muchas más.

La determinación de las fechas de solsticios y equinoccios con las observaciones astronómicas era básica para que los sacerdotes asumieran la dirección de las labores agrícolas de acuerdo con el cambio de estaciones.

En cuanto a la posibilidad de predecir eclipses o conjunciones de ciertos astros es fácil imaginar el poder que confería al sacerdocio para atemorizar a la población, anunciándole tragedias celestes, como medio de precisión para obtener de ella mas trabajo, tributos y ofrendas con que contentar a los dioses que provocaban tales acontecimientos.

PRINCIPALES DIOSES MAYAS.

Mayas
Mayas

De izquierda a derecha: Itzamna que es el DIOS del cielo y heroe cultural;

Chac DIOS de la lluvia; Yum Kax DIOS del maíz; Ah Puch DIOS de la muerte; y Kukulkan dios del viento

Mayas
Mayas

Igual de izquierda a derecha: DIOS de la guerra; el siguiente DIOS de los sacrificios; Yaman Ek, DIOS de la estrella polar; Ixchel es la DIOSA de la preñes y el tejido y por ultimo Ixtab que es la DIOSA del suicidio.

¿EN QUE CREIAN LOS MAYAS?

La religión jugaba un papel muy importante en la vida diaria y todas las actividades, ya fuera de mucha o poca importancia, estaban regidas por deidades. El sacerdote, que llegó a ser una figura muy poderosa durante el Periodo Clásico, guiaba la vida espiritual de la comunidad. Se representaban ritos específicos para llamar la atención de las deidades. Por ejemplo, las mujeres en cinta visitaban el templo de Ixchel, la diosa de los alumbramientos, para ser bendecidas antes de que naciera la criatura. De hecho, las futuras madres a menudo realizaban peregrinajes a la isla de Cozumel o Isla Mujeres en México, que se encontraba bajo la protección de esta diosa. Otros dioses regían sobre los vientos, el sol, el cielo, el maíz, la guerra y la muerte. Posiblemente la deidad más importante era el dios de la lluvia, Chac, adorado con vehemencia en toda la región.

En muchos sitios arqueológicos yucatecos las esculturas de Chac, representado con una nariz larga y curva, adornan las fachadas de los templos. La serpiente emplumada se convirtió en una deidad mayor en la península de Yucatán después de la llegada de los toltecas en el siglo X de nuestra era. Estos extranjeros guerreros provenientes del centro de México adoraban a este dios con el nombre de Quetzalcoatl. Los mayas le
cambiaron el nombre a Kukulkán y dedicaron un templo al nuevo dios en Chichén Itzá.

Las ceremonias rituales en honor de las deidades a veces se hacían a través de sacrificios humanos. Figuras humanas en una extraña pose reclinada sosteniendo un recipiente en su regazo pueden encontrarse en Chichén Itzá y otros sitios yucatecos. Supuestamente los
personajes esculpidos en piedra conocidos como Chaac Mool recibían el corazón latiendo de la víctima sacrificada. Los cenotes, profundos pozos naturales donde fluía el agua, característicos de la península de Yucatán, eran también centros de sacrificio. Los más
famosos cenotes usados para este fin se encuentran en Chichén Itzá. Junto con los hombres o mujeres sacrificados, se depositaban en el pozo ofrendas de jade, oro, cerámica y otros objetos para honrar a los dioses. Las creencias religiosas estaban íntimamente ligadas a
los ritos funerarios, los cuales, en el caso de los gobernantes, eran muy elaborados.

En 1952, el arqueólogo mexicano Alberto Ruíz Lihuilleur descubrió la tumba del Señor de Pakal dentro del Templo de las Inscripciones en Palenque. Su hallazgo reveló que los mayas usaban prácticas funerarias como las de los antiguos egipcios: enterraban a sus
gobernantes dentro de pirámides construyendo falsas cámaras y sepultando objetos funerarios y sirvientes para que acompañaran al difunto en la vida ultraterrena. La
cripta de piedra de Pakal estaba cubierta con jeroglíficos y rodeada de oro, cerámica y otras riquezas. La tapa cincelada del sarcófago pesa cinco toneladas y puede verse aún sobre la tumba, en lo profundo del corazón del Templo de las Inscripciones. Una fina máscara de jade cubre el rostro del caudillo y siete acompañantes fueron hallados junto a él. De acuerdo con los antropólogos, la máscara representaba los rasgos del personaje, los cuales se deterioraron con el tiempo. Se creía que con la máscara serían reconocidos por los señores del inframundo después de su muerte. El tamaño del tesoro enterrado y el número de acompañantes que se sepultaban junto al gobernante demostraban su importancia en vida de forma tal que los Señores lo tratarían en correspondencia en su vida futura. El árbol de la ceiba se consideraba sagrado por los mayas. Creían que era una especie de estación de paso entre los trece cielos y los inframundos.

AÑOS EN LOS QUE VIVIERON.

La hipótesis mayor aceptada es la del primer grupo maya que llego a las tierras altas de Guatemala alrededor de 2600 a. de C. y posteriormente se diversificó en varios grupos que paulatinamente ocuparon toda el area antes ya menciona.

La historia maya se divide en tres grandes periodos:

1- Preclásico de 1500 a. de C a 292 d. de C.

2- Clásico de 292 a 900 aproximadamente.

3- Postclásico de 900 a 1527.

LAS PIRAMIDES MAYAS.

-Escalinata de la pirámide del adivino. Uxmal.
-Chaacmol (dios de la lluvia). Chichén Itzá.

-El Observatorio (Caracol). Chichén Itzá
-Pirámide de Kukulcán. Chichén Itzá.

-Vista de la Plaza Mayor. Copán.

-Ruinas de Tulum.

-Templo de los 5 niveles. Edzná.
-Templo II. Tikal.
-Ruinas de Uxmal.

La organizacion del trabajo entre los mayas

La gente común y los esclavos se encargaban de la obtención o producción de todos los bienes materiales mediante el cultivo, la recolección, la caza, la pesca, la domesticación y una industria artesanal. La división de estas actividades según el sexo regia tradicionalmente. Algunas de ellas se llevaban a cabo en forma colectiva, tales como la tala y quema de monte,
la cacería mayor, la construcción de las casas, etc. Ciertos cultivos especializados (cacao, henequén, algodón, hule) estarían posiblemente a cargo de campesinos que les dedicaban todo su tiempo. Existirían también pescadores exclusivamente dedicados a su trabajo para surtir elcomercio interior. Los trabajos de artesanía, principalmente los mas especializados (lapidaria, plumería), implicarían asimismo operarios enteramente dedicados a su profesión. La dirección general de las labores agrícolas quedaba en manos del sacerdocio, detentor de los conocimientos calendaricos, que fijaba la fecha de la preparación del terreno y la siembra cuando sabia que la estación de lluvias se aproximaba.

RITUALES MAYAS

En los centros ceremoniales, los ritos religiosos se celebraban en las grandes plazas y explanadas, en los patios, frente a adoratorios y altares al pie de representaciones de los dioses, pero es probable que los templos fuesen reservados a ritos esotéricos en que sólo participarían los sacerdotes, lo que explicaría en parte el reducido espacio interior que ofrecen.

Los ritos religiosos se llevaban a cabo en ciertas fechas determinadas, principalmente al final de
cada periodo calendarico. Con frecuencia estaban precedidos por ayunos y abstinencias.
Comprendían oraciones, ofrendas de frutas, legumbres, comidas preparadas, animales vivos o
sacrificados durante la ceremonia. Eran usuales los autosacrificios, mediante los cuales uno
mismo se sacaba un poco de sangre de alguna parte del cuerpo: mejilla, oreja, labio, lengua sexo. En varios dinteles de Yaxchilan, una mujer pasa por una perforación en la lengua una
cuerda que de trecho en trecho lleva una gruesa espina. Landa refiere con horror el autosacrificio
colectivo de sacerdotes, quienes por un agujero que se hicieron en el pene pasan una misma
cuerda, quedando todos atados para realizar una danza ritual. El sacrificio humano también se
practicaba, por flechamiento, de capitación, inmersión o arriscamiento del corazón.
Quemar incienso, sobre todo copal obtenido de la resina de un árbol, era indispensable en las
ceremonias religiosas, las cuales solían estar acompañadas de música y danzas.

El cenotes

El Cenote es un pequeño estanque o depósito de agua alimentado por corrientes subterráneas y originado por el hundimiento de una caverna.
En el Cenote Sagrado los mayas arrojaban gran cantidad de objetos como ofrenda a sus dioses; también realizaban sacrificios humanos, arrojando a sus profundidades a mujeres, niños e incluso hombres adultos.

LOS CODICES MAYAS.

La civilización maya ha sido definida como una cultura literaria, aportando como prueba de ello los cerca de 4000 textos jeroglíficos que se conservan sobre piedra, cerámica, concha o hueso. Desgraciadamente los libros, tal y como los conocemos nosotros, han desaparecido en su casi totalidad. Estos libros o Códices se realizaban con cortezas de copo, una especie de higuera, que se impregnaban de goma y se colocaban en largas tiras plegadas en forma de biombo, que posteriormente se cubrían con una fina capa de cal blanca pulida sobre la que pintaban y escribían con plumas de aves o pinceles hechos de cabello humano o animal; los guardaban en cajas con tapas de madera labrada o piel de jaguar.

Se calcula que fueron miles el número de códices que existieron en el mundo maya. Actualmente sólo se conservan cuatro: el Códice de Dresde, el Códice Peresiano o de París, el Códice Trocortesiano o de Madrid y el Códice Grolier. Los pocos que todavía se encuentran en las excavaciones arqueológicas aparecen como una masa informe, pues las condiciones climáticas de la zona son muy poco favorables a la conservación del papel vegetal. Los mayores culpables de
que sólo hayan llegado hasta nosotros estos cuatro libros fueron los misioneros españoles, cuyo
celo evangelizador les hizo ver en ellos la obra del demonio. Inicialmente la destrucción cultural comenzó con el primer arzobispo de México don Juan de Zumárraga y, desgraciadamente, sirvióde ejemplo para la gran mayoría de misioneros.

¿AUN VIVEN MAYAS?

Si definitivamente aun viven Mayas. Actualmente, el número de pobladores mayas es entre cuatro y cinco millones , y están divididos en diferentes grupos étnicos que hablan cerca de 30 lenguas indígenas. Por ejemplo, entre los que hablan dialectos derivados de lengua maya están los lacandones, zoques, tzotziles y tzetzales que se asientan en Chiapas, los dos últimos habitan en las montañas que rodean San Cristóbal de las Casas; los chontales viven en Tabasco; los mayas yucatecos habitan en la Península; los quichés, kekchíes y cakchikeles en Guatemala y los chortíes en Honduras. Algunos mayas son bilingües, puesto que aprenden el español para comunicarse con los ladinos (los habitantes del área que no son de origen maya). Por ejemplo, las mujeres que venden artesanías en un centro turístico aprenden español para ofrecer sus productos en el mercado. Sin embargo, es posible visitar comunidades en donde el visitante no a escuchará palabra alguna de español. Aunque pueden hallarse en cualquier parte del Mundo Maya, la mayoría de la población indígena se concentra en tres áreas: la Península de Yucatán, Chiapas y los Altos de Guatemala.

Diccionario maya

ACAT
Es el dios de la vida, formador de los niños en el vientre de sus madres.

AH PUCH
Ver Hun-Camé.

AHAU CHAMAHEZ
Dios de la Medicina, junto con Cit Bolon Tum. Hacían triplete con Ixchel, patrona de los curanderos, de los
partos y nacimientos.

AHAU KINICH
Era la representación deificada del Sol para los mayas del Yucatán; posiblemente un aspecto del dios creador
Itzamná. En su tránsito nocturno por el mundo inferior se le representa como el Dios Jaguar, el felino
nocturno, por lo que a los cielos estrellados se les ha descrito como la piel moteada del jaguar.

AHAUAB DE XIBALBÁ (Los Señores de la Noche)
Con esta denominación se conocen a los Señores del Infierno, asistentes directos de los Señores Principales,
Hun-Camé y Vucub-Camé, los padres y soberanos del Inframundo. Los Señores Infernales más conocidos
son: Ahalcaná, “El que Hace la Aguadija” y Ahalpuh, “El que Labra las Materias”, cuyo oficio era hinchar a
los hombres, producirles materias purulentas en las piernas y causarles amarillez en sus rostros; Ahalmez, “El
que hace la Basura”, y Ahaltocob, “El que causa la Miseria”, que tenían por oficio punzar a los hombres para
que les sucediera el mal y murieran boca abajo, en la puerta de su casa o detrás de ella; Cuchumaquic, “La
Sangre Junta”, y Xiquiripat, “La Angarilla Voladora”, cuyo oficio era causar los derrames de sangre en los
hombres; Chamiabac también llamado “Vara de Hueso” y Chamiaholom la “Vara de Calavera”, eran los
Alguaciles del Infierno, su oficio era enflaquecer a los hombres hasta que se quedaran en los huesos y
murieran con la piel del vientre pegada a la columna vertebral; otros Señores eran Patán y Quicxic,
encargados golpear el corazón de los hombres causando la muerte repentina que se producía al echar sangre
por la boca.

AHMAKIQ
Dios de la agricultura, encierra al viento cuando amenaza con destruir las cosechas.

ALAGHOM-NAOM
Es la diosa de la tierra, la abundancia y la sabiduría. Creadora del conocimiento consciente y el pensamiento.

BACABS (Los 4 Bacabs)
Son los dioses del viento y pilares del Cielo, ya que sostenían el Cielo sobre sus espaldas en los cuatro
rincones del Universo; representan a las cuatro direcciones fundamentales del mundo o puntos cardinales.
Uno llevaba una caracola de mar en su espalda, otro una tela de araña, el tercero un caparazón de tortuga y el
cuarto una concha en espiral. Son también dioses de la apicultura.

BACKLUM-CHAAM
Es el príapo maya.

CAMAZOTZ
Dios-murciélago del Inframundo.

CENOTE
Término utilizado para designar un pequeño estanque o depósito de agua alimentado por corrientes
subterráneas y originado por el hundimiento de una caverna. En el Cenote Sagrado se arrojaban gran cantidad
de objetos, con lo que se convirtieron en cenagosos museos del arte prehispánico; también se realizaban
sacrificios humanos, arrojando a sus profundidades mujeres, niños e incluso hombres adultos.

CIT BOLON TUM
Es el otro dios de la Medicina, junto con Ahau Chamahez.

CHAC
Dios de la lluvia, uno de los dioses más importantes del panteón maya, representado con una nariz larga y
curva. Era el dispensador de la lluvia fecundadora, el protector del joven dios del maíz constantemente
amenazado de muerte por la divinidad de la sequía. Un animal asociado a él es la pequeña uo, ranita que se
presenta croando ruidosamente con los inicios de la estación de las lluvias.

CHAMIABAC y CHAMIAHOLOM
Son los Alguaciles del Infierno. Ver los Ahauab de Xibalbá.

CHILAM BALAM
La palabra Chilam se aplicaba a una clase de sacerdotes que eran oráculos, adivinos y profetas, mientras que
la palabra Balam traducida como Jaguar, indica algo misterioso y oculto. Los llamados “Libros de Chilam
Balam” son los libros sagrados de los sacerdotes mayas, que se suponen traducciones literales al alfabeto
latino de los originales en lengua jeroglífica maya.

CHIN
Dios del vicio.

EC AHUA
El llamado Jefe Negro, una de las divinidades de la guerra. También se le supone el señor de las plantaciones
de cacao.

EKCHUAN
Dios de la estrella polar, patrón de los viajeros y los comerciantes. Mantenía constantes relaciones con el
Mundo Inferior.

HUN-CAMÉ
Uno de los nombres del dios maléfico principal, dios de la Muerte y Gran Señor de los Infiernos; se le
representa como una calavera descarnada y su nombre es traducido como “Uno Tomador”. Junto con
Vucub-Camé eran los dos Señores Principales de Xibalbá, los grandes jueces del Infierno. Por su numerosa
representación en los códices se clasificó inicialmente como el Dios A, y se le conoce también por los
nombres de Ah Puch y Hun-Ahau. Se asocia con Cizibn (el “hedor”), que es la deidad que más se venera en
la actualidad a lo largo de toda el área maya desde Chiapas a Yucatán.

HUN-CIMIL
Ver Hun-Camé.

HUNAHPÚ
Junto con su hermano Ixbalanqué, son los Héroes Gemelos del Popol-Vuh, que entraron en el Inframundo y
derrotaron a los Señores del Infierno, saliendo convertidos en el Sol y la Luna.

HURACÁN
Dios de los huracanes (de donde nosotros hemos tomado la palabra para designar estos fenómenos
atmosféricos). Su nombre se traduce como “Corazón del Cielo”. Se presenta en forma de tres
manifestaciones distintas: Caculhá Huracán, el “Rayo de Una Pierna”, Chipí Caculhá, el “Más Pequeño de
los Rayos”, y Raxá Caculhá, el “Rayo muy Hermoso”.

ITZAMNÁ
Es el dios principal del panteón maya, el viejo dios del Cielo, dios creador y civilizador que había enseñado
las ciencias a los hombres, inventor del dibujo y de la escritura jeroglífica. A veces se le representaba
simplemente como una mano roja. Se supone que el dios maya del sol no era, tal vez, más que Itzamná bajo
otra forma.

IXBALANQUÉ
Junto con su hermano Hunahpú, son los Héroes Gemelos del Popol-Vuh, que entraron en el Inframundo y
derrotaron a los Señores del Infierno, saliendo convertidos en el Sol y la Luna.

IXCHEL
Diosa de la luna y del arcoiris, esposa de Itzamná y famosa por su infidelidad e inconstacia amorosa; en
ocasiones poco benévola para los humanos ya que era la dama de las inundaciones devastadoras. También era
la diosa de los alumbramientos; las futuras madres a menudo realizaban peregrinajes a la isla de Cozumel o Isla
Mujeres en México, que se encontraba bajo la protección de esta diosa.

IXCHELBELYAR
Diosa de artes como la pintura, los tejidos y bordados.

IXQUIC
Cuyo nombre se traduce como “Sangre”, era la hija de Cuchumaquic, uno de los Señores de Xibalbá, que
según la leyenda concibió a los héroes gemelos, Ixbalanqué y Hunahú, mediante la saliva de la cabeza de Hun
Hunahpú que cayó en la palma de su mano. Fue expulsada por su padre de Xibalbá y se escapó a Uleu, la
Tierra.

IXTAB
Diosa del suicidio, era la patrona de los que se suicidaban y en especial de los que se ahorcaban, a los que
ayudaba a alcanzar el paraíso sin extraviarse.

IXTUNTUN
Patrón protector de los grabadores de jade.

KAN U UAYEYAB
Dios Guardián de las ciudades.

KISIN
Es el espíritu maligno de los terremotos. Vive abajo la tierra en un purgatorio donde todas las almas están un
tiempo, excepto los soldados muertos en la batalla y las mujeres que murieron de parto.

KUKULKAN
Es un dios heredado de los toltecas, la llamada Serpiente Emplumada, sinónimo del dios azteca Quetzalcóatl.
Los mayas quichés le llamaban Gukumatz.

LENGUAJE DE ZULÚA, EL
Este término se refiere a la importancia mágica de la palabra que debía permanecer oculta para el pueblo en
general.
El “Lenguaje de Zulúa” denominaba a un conjunto de conocimientos esotéricos trasmitidos secretamente de
padres a hijos en la aristocracia maya. Entre los mayas del Yucatán existía una figura llamada Alachuinic,
Hombre Verdadero, encargado de someter cada 20 años a los hombres de alcurnia al llamado “Interrogatorio
de los Jefes”, para que los candidatos a tomar la dirección de una población demostraran sus conocimientos.

MITNAL
El MITNAL o Mictlan es un término en lengua maya utilizado para designar al Noveno Infierno. Para los
mayas el Mundo Inferior estaba constituido por nueve zonas, siendo la última la más aterradora de todas, el
llamado Mitnal.
Algunos mitólogos asocian el nombre de Mitnal al Dios de la Muerte y Dueño de los Infiernos.

NACON
Uno de los dioses de la Guerra.

OXLAHUNTIKÚ
Las trece divinidades del mundo superior, una por cada nivel del cielo maya.

POPOL-VUH
Literalmente, “El Libro de la Comunidad”, es el Libro Sagrado o Biblia de los mayas quichés. Era en origen un
antiguo códice maya y se divide en tres partes fundamentales: la creación y el origen del hombre, las aventuras
de los semidioses Hunaphú e Ixbalanqué, y la historia antigua de las tribus indígenas de Guatemala. Este libro
desapareció, y en el siglo XVIII, gracias al empeño del Padre Fray Francisco Ximénez, se consiguió que unos
indios dieran a conocer un libro escrito en lengua quiché poco después de la conquista española (¿1544?),
donde se recopilaban estas viejas tradiciones. En la actualidad se llama Popol Vuh a esta traducción (también
conocida como Manuscrito de Chichicastenango).

PIZLIMTEC
Dios del canto.

SATUNSAT
Es un curioso edificio hallado en las ruinas de Oxkintok, en el norte de la península del Yucatán, y que no
tiene igual en el mundo maya; formado por un laberinto de piedra con tres pisos conectados entre sí por
escaleras interiores, se supone que representa el camino de bajada al Inframundo. Se cree que la persona que
se internaba en él, experimentaba una especie de “muerte ritual”, entrando en comunicación con sus
antepasados y con los dioses, renaciendo finalmente con una nueva fuerza y con extraordinarios
conocimientos adquiridos durante el fantástico viaje. Este rito iniciático de descenso a los infiernos suponía
una catarsis para los gobernantes de la ciudad o los sacerdotes y, actualmente, para ciertos chamanes y
curanderos que buscan en su interior revelaciones sobrenaturales.

TEOTLACHCO
Era el Juego de Pelota de los mayas. El Juego de Pelota estuvo muy extendido en los pueblos de la América
antigua, aunque en principio fue panmesoamericano. Consistía en una sangrienta diversión, en ocasiones muy
violenta, donde se cruzaban habitualmente apuestas y era normal que terminara con la muerte de los
perdedores, aunque existieron otras variantes que incluían el sacrificio de los vencedores. No era solamente un
acto lúdico o una competición atlética, pues la cancha de juego era en realidad un diagrama cosmológico y la
pelota simbolizaba al sol, lanzada constantemente por el firmamento y que sólo se detenía en los extremos
correspondientes a los solsticios. Las zonas de juego estaban habitualmente cerca de los templos, eran
rectangulares y con superficies escalonadas, en cuyos muros se habían fijado dos discos de piedra
agujereados, uno frente al otro, a través de los cuales cada bando debía introducir la pelota. Se conoce muy
poco de sus reglas y su método de puntuación, aunque se sabe que la pelota, grande, sólida y pesada de
material elástico como el caucho, no se podía tocar con las manos o los pies, debiendo utilizar en su lugar el
pecho, el vientre o las caderas. Jugaban dos equipos opuestos que se protegían con un cinturón ancho y
pesado de madera y cuero, protectores en muslos y rodillas, guantes y, en algunas zonas, también cascos.

TUCUR
Son los también llamados Tecolotes o mensajeros de los Señores del Inframundo. Eran cuatro buhos o
lechuzas mágicas: Chavi-Tucur o “Flecha de Buho”, rápido como una flecha; Huracán-Tucur o “Piedra de
Buho”, que no tenía más que una pierna; Caquix-Tucur o “Guacamaya Buho”, con alas color rojo de fuego; y
Holom-Tucur o “Cabeza de Buho”, que era sólo cabeza y alas, sin cuerpo ni piernas.

TZOMPANTLI
Especie de podium en forma de T cerca de los campos de juego de pelota, y cuyo nombre significa “muro de
cráneos”; lugar donde se depositaban las cabezas de los perdedores en el Juego de Pelota.

VUCUB-CAME
Traducido como “Siete Tomadores” era junto con Hun-Camé, el otro Gran Señor de Xibalbá, que eran
servidos y asistidos por el resto de los Señores del Infierno.

XIBALBA
Para los mayas del Yucatán era el diablo, para los mayas-quichés era la región subterránea habitada por los
enemigos del hombre, era el Mundo Inferior o Infierno, y su nombre puede ser traducido como “Lugar del
Espanto”.
El territorio de Xibalbá estaba formado por nueve niveles llenos de murciélagos mortíferos y una fauna
asquerosa, como perros demoníacos devoradores del almas; cada nivel estaba regido por un Señor de la
Noche, siendo el nivel más profundo y tenebroso de todos el llamado Mitnal. En el descenso a Xibalbá se
cruzaban varios ríos, entre ellos uno de materia (antiguo nombre dado al pus) y otro de sangre, y luego se
llegaba a una encrucijada de cuatro caminos: uno negro, otro blanco, otro rojo y el último verde; siguiendo el
camino negro se llegaba a las Casas del Sufrimiento o Lugares de Tormento: la Casa de la Oscuridad, la Casa
del Frío, la Casa del Fuego, la Casa de las Navajas de Chay o Cuchillos de Pedernal, la Casa de los Tigres, la
Casa de los Murciélagos…
Los mayas consideraban a ciertas cuevas como conductos o pasajes que enlazaban directamente con el
Infierno, creencia que hoy en día forma parte de las leyendas de los descendientes de los mayas.

YAXCHÉ
Es un árbol inmenso (ceiba) que se encuentra cerca de cada uno de los Bacabs que erraizaban en el mundo
subterráneo, y sus ramas acogían las buenas almas, especialmente las de los suicidas.

YUM KAAX
Dios del Maíz, es quizá uno de los más importantes. Muchos piensan que no es dios del maíz sino el maíz
mismo, pues la agricultura y la economía maya se basaba en este cereal. Se le representa como un dios joven,
atacado constantemente por el dios de la sequía y defendido por el dios de las lluvias.

Matemáticas

En lugar de diez digitos como hacemos hoy día, el sistema matematico maya tiene 3 simbolos y la base de 20. (vigesimal).

Usaban un sistema se construye con rayas y puntos como “taquigrafía” para contar. Un punto representó uno y una barra representó cinco. Debido a que la base del sistema del número era 20, se apuntaron en potencia de 20 los números más grandes. Hacemos ese en nuestro sistema decimal demasiado: por ejemplo 32 está formado por 3*10 +2. En el Maya sistema, éste estaría 1*20 +12, porque usaban el 20 como base.
Se escribien los números de abajo hacia arriba.

Astronomía

Debido a las necesidades propias de un pueblo totalmente agrícola, se vieron obligados a observar los astros o cuerpos celestes que afectaban la siembra.

Se sabe que varias ciudades dispuecieron edificos que fungieron como verdadero observatorios y nos han legado calculos asombrosos por su exactitud, como por ejemplo el ciclo solar que lo establecieron en 365.2420 días. y el ciclo lunar en 29.53086 días.

El año gregoriano actal mide 365.25 días; y algunos otros calendarios estableces un sistema de 27 o 28 días para el ciclo lunar.

Hoy día los cientificos por medio de satelites, computadoras, calculo de preseción e intgración; e intersección optica laser, han calculado que el año solar es de 365.2422 días, y el ciclo lunar es de 29.54059 días lo que se traduce en que los mayas calcularon la preseción del año solar con 3900 % (tres mil nobvecientos porciento) más exactitud que las culturas europeas y la preseción lunar con 15833 % (quince mil ochocientos treinte y tres porciento) más exactitud que cualquier otra cultura del mundo.

Según el codigo Dresde, se sabe que calcularon el ciclo de Venus con ralación al de la Tierra en 583.935 días. (Hoy se esta estimando que es entre 583.920 y 583.940 días aproximadamente).

Su interés primodial, en contraste al de los astrónomos “occidentales”, estaba en el paso Zenital, es decir cuando el Sol atravieza la atitud Maya. En una base anual el sol viaja a su solsticio del verano hasta la latitud de 23 grados y 20 minutos norte.

La mayoría de las ciudades Mayas se localizan al sur de esta latitud, lo que significa que podrían observar el sol directamente sobre la cabeza durante el tiempo que el sol pasaba encima de su latitud. Éste pasó dos veces un año, aproximadamente con un espació de 34 días alrededor del día de solsticio. (Entre el 21 y 22 de junio)

Entre el 15 y 16 de Mayo.

Entre el 25 y 26 de Julio.

Los Mayas podría determinar fácilmente estas fechas, porque durante el medio día local, los objetos no proyectaban ninguna sombra. Las observaciones del Paso Zenitale son posibles sólo en los Trópicos y esto era totalmente desconocido para los conquistadores españoles quienes descendieron en la península de Yucatan en el siglo XVI.

Venus

Venus era el objeto astronómico de mayor gran interés. Se piensa que los Mayas le daban tanta o más importancia que al Sol. Lo observaban cuidadosamente cuando movió por su estaciones (toma 584 días para que Venus y la Tierra se alinen en su posición previa con respecto al Sol). Toma aproximadamente 2922 días para que la Tierra, Venus, el Sol, y las estrellas estar de alianadas otra vez.

Durante este períodos no se puede ver a Venus desde la Tierra. Este astro desaparece por períodos cortos que hacen un promedio de 8 días. Cuando sucede la primera elevación de conjunción inferior, esto es cuando estaba primero notorio en el cielo de la mañana, se llama subida del heliocoidal porque sube “con el sol”, esta era la posición más importante de Venus. Después de la subida de Venus aumenta grandemente su brilliantez entonces llega a su máxima elongación al oeste, y cambia rápidamente (en movimiento retrógrado) lejos del Sol. Después de que quedará visible por aproximadamente 260 días en el cielo de la mañana hasta que alcanza su conjunción superior. A estas alturas Venus está en el lado opuesto del Sol cuando lo vemos desde la Tierra. Llega a ser un astro “oscuro”, hasta que se zambulle inverso debajo del horizonte, (de ahi el simbolismo del “Dios que se zambulle”) sólo aparecer en el lado opuesto del sol tras de unos 50 días en promedio. Entonces sube como el astro de la tarde y queda en el cielo nocturno aproximadamente 260 días hasta que va por su máxima elongación oriental y toma su mayor brilliantez antes de llegar a la Conjunción Inferior de nuevo.

Los Mayas hicieron observaciones del día de Venus. Venus tenía un efecto psicológico en los Mayas y otras culturas Mesoamericanas, se ha mostrado que los Mayas cronometraron algunas de sus guerras basaron en los puntos estacionarios de Venus y Jupiter.

El pensamiento Maya evidentemente se enfocaba tambien en el Sol y lo observaron, rastreando el camino a lo largo de la ecliptica. Ellos lo siguian durante el año, partidarios presumiblemente de su camino a lo largo del horizonte como tal. En Chichen-Itza durante el ocaso del sol la serpiente de luz sube arriba por el lado de la escalera de la pirámide llamado “El Castillo” en el primer día de Primavera y equinoccio del Otoño.

Se entiende que los Maya no solo observaban las posiciones extremas del Sol en los Solsticios, sino también los equinoccios. Además del Paso Zenital mencionado antes, observaciones de ecliptices y más.

Los Mayas tenían un componente lunar en sus inscripciones calendaricas.

En el Arte Maya esta representada la Ecliptica como una Serpiente de Dos Cabezas. La ecliptica es el camino de el sol en el cielo, que esta marcado por las constelaciones de estrellas fijas. Aquí la luna y los planetas se pueden hallar porque se limitan, como la Tierra, a la orbe del sol.

A esto se le llama también el zodíaco y son las constelaciones visiles en la ecliptica.

La Vía Láctea se veneró mucho. Ellos la llamaron el Árbol del Mundo, que se representó por un alto y majestuoso árbol florece árbol, la Ceiba.

La Vía Láctea era también llamó el Wakah Chan. Wak significa “Seis”, “Ascender” o “Derecho”; Chan o K’an significa “Cuatro”, “Serpiente” o “Cielo.” Así podríamos interpretarlo como “La Regla del Cielo” o “La Serpiente Ascendente”.

El Árbol del Mundo estaba erecto cuando Sagitario era bien encima del horizonte. En este momento la Vía Láctea subió arriba del horizonte y subió sobre la cabeza en el Norte. La estrellas y nebulosas le dan forma al ojo humano de un “árbol de la vida”: la Vía Láctea de donde toda vida proviene. Sagitario es la constelación más cercano, al centro de nuestra galaxia, desde la perspectiva de la Tierra.

El fenomento en el que la constelación de Sagitario es más resplandeciente durante las primeras horas del atarceder es durante el 25 de Julio, día que los Europes conocen como la Fiesta del Camino de Santiago, pues es cuando la Via Lactea (el Camino de Santiago) es más notorio de oriente a occidente tras del atarceder en Francia, España y Protugal.

Un elemento mayor del Árbol del Mundo incluye al Mounstro Kawak (la Tormanta que arrasa todo) representado por una cabeza del gigante con un kin en su frente. Este monstruo estaba a la vez una montaña o monstruo un mounstro de la tierra. Un cuenco sacrificatorio en su cabeza contiene una hoja del pedernal representar sacrificio, y el glifo de Kimi(la muerte). A veces como se representa una barra el ecliptica que cruce el eje mayor del árbol mundo, creando una forma muy similar a la Cruz de cristianismo. Sobre el Árbol Mundo hallamos un pájaro que se ha llamado, la deidad Principal de las Aves, o Itzam Ye; este era un pajaro de fuego y luz inmortal, que renovaba su propia existencia y la del Árbol del Mundo al encenderse un fuego ceremonial. Hay evidencia también ése muestra la aparició del Dios Sol sobre Árbol del Mundo durante Invierno Solsticio.

Durante los meses de invierno, la Vía Láctea domina el cielo, y le se llamaba “los Huesos de la Serpiente Blanca”. Esta parte de la Vía Láctea pasa sobre el Zenit durante las noche la estación de sequía. No está tan brillante por las nubes que domina el cielo al Norte del ecuador como durante los meses de Verano, pero los observadores de localidades oscuras vea fácilmente la luz. Aquí la Ecliptica cruza la Vía Láctea de nuevo, cerca de la constelación de Gémenis que era la ubicación aproximada del Sol durante Solsticio del Verano. Está era posible que las mandíbulas de la Serpiente Blanca que era representó por la cabeza del mouentro Kawak

LAS FIESTAS Y SUS CALENDARIOS

Los 18 meses de los aztecas según Bernardino de Sahagún
Todas las culturas han desarrollado un sentido cíclico del tiempo basándose en la observación de los astros y las estaciones. Al conformar sus calendarios respectivos, encontramos retiradamente que los nombres y fechas de los meses alternan con los cultos dedicados a deidades asociadas a los astros, a las etapas claves para la actividad productiva agrícola, pesquera, cinegética o silvícola y a acontecimientos sociales e históricos que son inmortalizados.
De esta manera, se establece una relación integral entre la mitología, el conocimiento astronómico y la creación de cronologías y calendarios basados en cómputos matemáticos. Los mitosson la simbolización de las experiencias más trascendentales de cada grupo, y se muestran dinámicos y cambiantes al incorporar nuevos elementos; así, los calendarios se renuevan o permanecen de acuerdo con la ordenación que toma en cuenta. Este orden es fundamental para la realización de las fiestas.

La siguiente es una relación de los meses aztecas, sus deidades y su correspondencia con el calendario gregoriano según Fray Bernardino de Sahagún.

MES FECHA DIOS PATRONO
I Atalcahuallo
2 al 21 de febrero Tláloc – Chachihuitlicue

II Tlacaxipehualitzi
23 de febrero al 13 de marzo Xipe -Totec

III Tozoztontli
14 de marzo al 2 de abril Coatlicue – Tláloc

IV Hueytozoztli
3 al 2 de abril Centeotl- Chicomecoatl

V Toxcatl
23 de abril al 12 de mayo Tezcatlipoca – Huitzilopochtli

VI Etzalculiztli 13 al 31 de mayo Tlaloques
VII Tecuilhuitontli 2 al 21 de junio Huixtocihuatl
VIII Hueytecuilhutli
22 junio al 11 de julio Xilonen

IX Tlaxochimaco 12 al 31 de julio Huitzilopochtli
X Xocotlhuetzin
1 al 20 de agosto Xiuthecuhtli

XI Ochpanitztli

21 de agosto al 9 de septiembre Tlazotlteatl

XII Teotelco 10 al 29 de septiembre Tezcatlipoca
XIII Tepeilhuitl 30 de septiembre al 10 octubre Tláloc
XIV Quecholli
20 de octubre al 8 de noviembre Mixcóatl-Camaxtli

XV Panquetzalitzli
9 al 28 de noviembre Huitzilopochtli

XVI Atemotzli

29 noviembre al 18 de diciembre Tláloc

XVII Tititl
19 de diciembre al 12 de enero Llamatecuhtli

XVIII Izcalli
8 al 21 de enero Xiuhtecuhtli
Nemotemi 28 de enero al 1 de febrero 5 días.

tonalpohualli cuenta de los dias y el tonamalatl

La mayor parte de los estudiosos del saber tolteca suelen traducir la voz tonalpohualli por “cuenta de los días y de los destinos”, entendiendo que este vocablo nahua se refiere a un conjunto de 260 signos, cada uno de los cuales sirve para denominar a un día ó tonalli, y caracterizando a este sistema simbólico como calendario adivinatorio.

Filósofos y sacerdotes nahuas llaman Tonalamatl al libro ó amoxtli que desarrolla la representación gráfica de la cuenta de los destinos. La Historia general de las cosas de Nueva España en su libro IV, obra escrita por fray Bernardino de Sahagún (1499-1590), muestra ejemplarmente lo que debería entenderse, según la versión castellana clásica, en relación al amoxtli y a su contenido.

Sahagún se negó a considerar a la tonalpohualli como calendario y a las interpretaciones proféticas del libro como legítimas: “Estos adivinos [los tonalpouhque] no se regían por los signos ni planetas del cielo, sino por una instrucción que según ellos dicen se la dejó Quetzalcóatl la cual contiene veinte caracteres multiplicados trece veces…Esta manera de adivinanza en ninguna manera puede ser lícita, porque ni se funda en la influencia de las estrellas, ni en cosa ninguna natural, ni su círculo es conforme al círculo del año, porque no contiene más de doscientos sesenta días, los cuales acabados tornan al principio. Este artificio de contar, o es arte de nigromántica o pacto y fábrica del demonio, lo cual con toda diligencia se debe desarraigar”.

En el pasaje citado de la obra del franciscano se plantean los asuntos que son cruciales esclarecer para comprender el mensaje del Tonalámatl: el origen divino de la tonalpohualli, sus características como concepto matemático y su relación con la astronomía, con la cronometría y con la adivinación.

El comentario al Tonalamatl transmitido en caracteres latinos más importante existente se encuentra en el Códice Florentino, se expresa en lengua náhuatl y fue asentado según los conocimientos de los informantes indígenas de fray Bernardino de Sahagún durante el siglo XVI. Al menos una veintena de ancianos, tres escribanos y cuatro gramáticos latinos, entre los que sobresale Antonio Valeriano, participaron bajo la dirección del franciscano en la elaboración del códice de Florencia.

En el libro IV del Códice Florentino el comentario se hace en torno a la tonalpohualli distribuida en 20 grupos de 13 tonaltin cada uno. Tal distribución de la cuenta de los destinos aparece congruentemente ilustrada en el Códice Borbónico, en el Tonalámatl de Aubin, en los códices Vaticano A, Vaticano B, Telleriano-Remensis, y en el Códice Borgia. Anotaciones y glosas explicativas escritas con letras latinas aparecen además en los códices Telleriano, Vaticano A y Borbónico. En todas las fuentes escritas de este conjunto se enfatiza la relación de la tonalpohualli con la adivinación, procurando asociar a cada uno de sus signos con la fortuna buena, mala ó indiferente que le corresponde. Ninguna de estas fuentes aventura una razón que apunte a explicar el origen lógico de la cuenta.

El Tonalámatl es una obra muy compleja; se trata al mismo tiempo de una composición pictórica que literaria; contiene mensajes con valores lo mismo lógicos que analógicos; difícilmente puede establecerse para él una clasificación entre los géneros de la literatura conocidos por los europeos. Se ha dicho del Tonalámatl que es un libro de sortilegios, lo cual es sólo una parte de la verdad. Ciertamente ha sido un libro utilizado hasta hoy por algunas personas para realizar adivinaciones; mas el contacto directo con el amoxtli también revela otras vertientes de lectura.

Como pictografía, en el Tonalámatl, materiales, colores, formas, dimensiones relativas de los elementos, distribución de éstos, en fin, el arreglo todo, tienen un cometido expresivo, al mismo tiempo ritual y simbólico. Como obra literaria, se organiza de tal modo que describe el despliegue de un argumento en 20 partes. En su aspecto expositivo se revela conteniendo el desarrollo de diversas bases numéricas, 9, 13, y 20 principalmente, relacionadas entre sí. Por estas razones, una lectura analítica del Tonalámatl ha de comprender al menos dos etapas: una en la que se describan los mensajes lógicos del manuscrito y otra en la que se describan sus mensajes analógicos.

El mensaje lógico más evidente del Tonalámatl es matemático, pues el manuscrito muestra la estructura interna de la tonalpohualli. Dado que cada término de la cuenta de los días y de los destinos representa igualmente valores cuantitativos que cualitativos, el Tonalámatl resulta ser al mismo tiempo una obra objetiva que subjetiva, en sí mismo abarca las dos posibilidades. En cuanto que obra objetiva, el Tonalámatl muestra los aspectos matemáticos, geométricos y astronómicos que son la base de la ciencia tolteca. Como obra subjetiva el amoxtli muestra las figuras arquetípicas con que se relaciona cada una de las 260 cifras de la tonalpohualli; cada tonalli dibujado en el amoxtli puede asociarse a diversos objetos, a veces a una parte del cuerpo, otras a un rasgo de personalidad, otras a un rumbo del espacio, otras a un ave, otras a un vegetal, y así casi de modo indefinido. La matemática tolteca, a diferencia de la moderna, se halla íntimamente ligada a la metafísica y aún a la poesía.

En el proceso de lectura cognitiva, el mensaje primero del Tonalámatl es geométrico y matemático, el mensaje segundo es astronómico, el tercer mensaje es mitológico, de éste se derivan mensajes metafísicos: éticos y ontológicos. Como si fuese un mapa (un dibujo a escala de un territorio dado), el Tonalámatl muestra a sus lectores la estructura de los fenómenos en el espacio-tiempo y la carga energética relativa de cada una de sus partes, así como ilustra los juicios correctos y la conducta justa para cada situación vital.

Para conocer, al menos en sus aspectos más sobresalientes, las características y aplicaciones de la tonalpohualli es preciso conocer el libro que la contiene. De los libros elaborados en tiempos anteriores a la conquista, el llamado Tonalámatl de Aubin, al que prefiero denominar Tonalámatl de Tlaxcala, servirá aquí como modelo de tal obra. El manuscrito citado fue compuesto sobre una tira de papel de amate plegada en 20 folios. El pintor analizó la superficie total del papel en 1440 unidades cuadradas. En cada folio reservó un área de 20 unidades cuadradas para dibujar la escena que se conoce como regencia de la trecena; el resto del espacio se divide en unidades cuadradas mediante líneas rojas. En cada folio aparecen los signos de 13 tonaltin, 13 representaciones de personajes divinos asociables cada uno a un numeral de la trecena, 13 volátiles y 13 personajes divinos de una serie de 9 (por lo cual 4 de ellos se repiten en la misma trecena); cada uno de estos elementos se dibuja dentro de un cuadrado de tal modo que el área total de cada folio se analiza en 20 unidades cuadradas para la regencia y 52 unidades cuadradas para los tonaltin y sus elementos asociados, sumando 72 unidades cuadradas que multiplicadas por 20 arrojan el área total que tiene la superficie de la tira de papel sobre la que se extiende la pintura.

Existen diversos modos de representar cantidades; hoy como antaño se ha representado a las cantidades mediante numerales, letras y formas geométricas. Los olmecas crearon un sistema de escritura numeral y también usaron logogramas y formas geométricas para representar números; ellos estructuraron la tonalpohualli combinando logogramas y numerales para crear pares ordenados de números. Como es sabido actualmente, un par ordenado de números ha de graficarse en el plano complejo y no en la recta numérica ó sistema Coordenado Lineal. Todo término de la tonalpohualli vale, en cuanto que relación de un logograma (de base 20) con un numeral (de base 13), como un número que tiene su gráfica en el plano. Un rectángulo de 260 unidades cuadradas representa geométricamente a la tonalpohualli. En la cronometría maya, heredera de la olmeca, la base aritmética 260 se pone en relación con la base 360 para medir los ciclos astronómicos que sirven de referencia para llevar la cuenta de los múltiples calendarios cívicos. Para el astrónomo tolteca es práctico suponer que un ciclo tiene una forma circular: de este modo puede calcular la medida de su perímetro a-priori, asumiendo que tiene 360 partes. Así, un día contiene 360 partes lo mismo que una veintena de días ó que un año, ó que una Era Precesional: la observación y el cálculo permiten entrever de qué parte se trata. Como a la observación, los ciclos celestes particulares no se presentan en números exactos de días, el astrónomo intuyó la presencia de una regla de variación de la medida “real”, representable por fracciones, con respecto a la medida “ideal”, expresada en números enteros. A-priori, todo ciclo presenta 360 partes, todos los ciclos son en ese sentido idénticos, varían sólo con respecto a una escala, siendo un círculo n veces más grande ó más pequeño que otro.

Para representar en un área rectangular las partes constitutivas de todo ciclo cronométrico mesurable al modo tolteca, se requiere una cantidad que sea múltiplo de 360; para que esa área sea cuadrada se toman 4 ciclos juntos para ser analizados en 1440 partes. Esta regla matemática, que establece por convención el análisis de un todo en 1440 términos, se muestra a sí misma en las medidas y divisiones del manuscrito de Tlaxcala.

Las bases aritméticas 13 y 20, sin ser las únicas usadas por los toltecas, sirven perfectamente, funcionando en relación una con otra, para representar los momentos básicos del despliegue ó manifestación de cualquier ente. Cada uno de los 260 estadios de manifestación de un todo se simbolizan mediante la animación y la personificación en el Tonalámatl. Las bases 9, 13 y 20 son con evidencia usadas en el amoxtli; los toltecas consideran que inteligencias supremas simbolizadas por estos números influyen sobre la vida humana y por ello representaron sus términos gráficamente como divinidades.

La clave para entender el simbolismo de la tonalpohualli y del Tonalamatl se encuentra en el sistema numérico vigesimal. Los 20 signos de cempohualli, “una cuenta”, lo mismo representan la categorización del Ser en la ontología, que la del espacio-tiempo y sus transformaciones en la cosmología, ó la del ser microcósmico en la antropología. A cada número de la veintena corresponden asociados una altura solar con respecto al plano terrestre en la cronometría diaria y un dedo del cuerpo humano. Cada término de la veintena, y cada término de la tonalpohualli connotan valores matemáticos, astronómicos y antropológicos, asociados a valores ontológicos, teológicos y éticos.

Los sabios mesoamericanos utilizaron diversas bases aritméticas aplicadas a la comprensión de un mismo objeto; entendieron que toda base numérica es múltiplo ó submúltiplo de otra, así 20 es múltiplo de 5 y submúltiplo de 260. Los números se piensan en el plano. El Tonalámatl es un modelo plástico de la estructura del movimiento del espacio-tiempo en el plano complejo, muestra, si se quiere “primitivamente”, el modo en que la unidad plana crece. El Códice Dresde, a diferencia de otros, contiene tablas numéricas que exponen con suficiente claridad el modo en que la tonalpohualli se aplica al cálculo astronómico; entre las cantidades registradas en este libro maya se encuentran los llamados “Números de Anillo”, que son análogos a los números negativos de la matemática moderna; tal vez no sean números negativos, pero se constituyen de tal modo que hacen posible la noción de inverso de un número. El Manuscrito de 1558, documento elaborado en lengua nahua, contiene información que desde el punto de vista matemático alude al conocimiento de cantidades elevadas al cuadrado y al conocimiento del conjunto de los números reales. En prácticamente todos los llamados códices mesoamericanos conservados, y no sólo en los nahuas, se representa de algún modo a la tonalpohualli y a sus términos como pares ordenados de números; mixtecas y mayas también registraron en sus libros signos para la cuenta de 260 términos. La arqueología confirma que ya los zapotecos durante el preclásico conocieron la cuenta de los destinos, establecida presumiblemente por los olmecas a quienes se atribuye también el descubrimiento del cero. Desde tiempos de los olmecas los toltecas tuvieron conocimiento del plano complejo, el Tonalámatl de Tlaxcala muestra perfectamente cómo este plano es graficado.

El Tonalamatl representa la conciliación entre los términos del ente y los días del año vigesimal con el número 1440, ó sea, 4 veces 360; de este modo el amoxtli se convierte en un verdadero resumen plástico ó modelo físico de las relaciones entre Ser y Tiempo. El Tonalamatl enseña que el Ser es Uno Dual y que existen 20 diferentes modos de hablar de Él. También enseña que cada uno de los 20 aspectos del Ser presenta a su vez 13 momentos ó niveles, por lo que las formas de hablar del Ser se elevan a 260. Cada tonalli en el amoxtli expresa simbólicamente la constitución dual del ente mediante números: su aspecto masculino en base 20, el femenino en base 13. La tonalpohualli forma parte esencial de un sistema lógico-matemático, que permite al usuario de cualquier especialidad científica categorizar sus entes, lo mismo diacrónica que sincrónicamente, aplicando de modo simultáneo el sistema vigesimal y otras bases aritméticas (4, 5, 9 y 13 principalmente) al análisis de un objeto de conocimiento considerado como un todo, ó bien a la comprensión del objeto en términos de su pertenencia a una totalidad. En este sistema algebraico un tonalli representa no sólo a un día, sino a cualquier ente. El Tonalamatl representa para el astrónomo la estructura de un ciclo completo de precesión del eje terrestre. Para comprender y explicar en qué sentido son idénticos un día, un año solar y una era precesional, los sabios anahuacas realizaron complejos cálculos matemáticos; el sistema aritmético de base 20 por sí sólo era y es insuficiente para servir como modelo estructural de las transformaciones del espacio-tiempo al modo en que fueron concebidas por aquellos pensadores. Matemáticamente un tonalli no es sólo signo de un número entero, sino que explícitamente es además signo de un par ordenado. La tonalpohualli es modelo lógico-matemático (tezcanicuilli) lo mismo del macrocosmos (Cemanahuac) que del microcosmos (Tlacatl). Según el sistema de pensamiento tolteca, todo ente es categorizable en 260 términos, siempre los mismos; lo cual equivale a decir que lo micro es estructural y esencialmente idéntico a lo macro. La elegancia y belleza del sistema matemático tolteca permite no sólo calcular con precisión ciclos astronómicos, sino también vislumbrar a través de lo cíclico el sentido de la condición humana. El hombre se concibe entre los toltecas como un microcosmos, formado a imagen y semejanza del macrocosmos. Todo individuo tiene su lugar propio en el universo, el momento en que nace determina sus ritmos de vida; como los ciclos astronómicos también la vivencia humana es categorizable en 260 términos, alrededor de uno de estos 260 caracteres gira la psicología individual. Al registrar términos algebraicos a los que pueden asignarse valores astronómicos y al asociar a cada término un simbolismo teológico y filosófico, el Tonalámatl se constituye como el mejor resumen pictórico-literario del saber ancestral tolteca.

Al conocer correctamente el contenido del Tonalamatl será posible conocer mejor los principales rasgos de la cosmovisión de los pueblos mesoamericanos todos, y no únicamente los de los nahuas: su Ciencia, su Teología, su Filosofía, su Mitología y su moralidad. Sin duda la lectura de los aspectos adivinatorios del Tonalámatl ha predominado sobre la lectura de los aspectos matemáticos, geométricos y metafísicos del manuscrito al menos a lo largo de los últimos 5 siglos: las razones han sido múltiples. Una lectura crítica del amoxtli que abarque lo mismo sus aspectos filosóficos que científicos está aún por hacerse, sin duda especialistas de diversas disciplinas intervendrán en su elaboración. Sobre todo es deseable que sean no los historiadores de la filosofía ni los antropólogos únicamente sino también los iniciados en la Machiliztli quienes comenten el libro. El presente trabajo se limita a recoger, de las fuentes más directas y al alcance de los estudiosos, evidencia de que la lectura del Tonalámatl no se restringe a la profética, evidencias por cierto que no pretenden ser determinantes sino indicativas; por método tal tarea ha supuesto destacar los aspectos lógicos del amoxtli, procedimiento ajeno al discurrir tolteca y que aquí sirve sólo para sugerir que fueron los antiguos sabios de mesoamérica también insignes científicos.

para ver mas sobre el tonamalatl
http://www.tuobra.unam.mx/publicadas/05102…6-Cap_iacu.html

Organización económica, política, social, aztecas

Organización económica, política, social

No aparecen como bárbaros simo como soldados y campesinos que sabían cultivar la tierra y sembrar maiz. No se cubrìan con pieles, sino con mantas tejidas de algodón. Se componían de 4 clanes y luego barrios en que se dividió Tenochtilán y que luego aumentaron a 7 y hasta 15 y 20 calpullis.

El gobierno correspondía a cuatro sacerdotes (uno de ellos la sacerdotiza Chimalma). En el ejército había 4 jefes, siendo dos los principales. El Tlacatecuhtli (serñor de los hombres) o general en jefe, y el Tlacochcalcatl (jefe de la caza de laz lanzas o del arsenal), de rango apenas inferior. El ejército estaba encabezado por un jefe militar, también de gran prestigio. Craron una aristocracia militar. Las victorias guerreras le dieron el dominio sobre el enemigo, creando una casta de siervos que recibieron el nombre de mayeques.

Los soberanos eran electos, los plebleyos (macehuales o macehualtin) no participaban en las elecciones. La clase baja era gobernada por lo nobles o pillis . Entre ambos había una clase intermedia, formada por comerciantes o pochtecas y artesanos de clase superior. Los esclavos formaban el peldaño más bajo de la escala social, pero no eran tratados como objetos, podían tener tierras y sus hijos nacían libres.

Habia escuelas diferentes para el nacehuatl y el pilli y para mujeres. Gracias a la eduación en el Calmecac y al necesidad creciente de gobernadores y administradores.

El sacerdocio era otro núcleo privilegiado; por ser portador de la divinidad nacional. Debido al complicado sistema religioso azteca, había dos sacerdotes principales de Huitzilopochtli (Dios del sol y de la guerra) y de Tláloc (Dios de la lluvia, agricultura y fertilidad).

Entre los altos funcionarios había un tercer grupo importante, el de los jueces.

LA COMIDA EN EL MEXICO ANTIGUO

LA COMIDA EN EL MEXICO ANTIGUO

EL MAIZ

Es originario de América. Se han encontrado restos prehistóricos de unas mazorcas pequeñisimas en el Valle de Tehuacán.

Por su importancia, el maíz se convirtió en un objeto de culto religioso y en torno a él se organizaron varios tipos de ceremonias. Antes de comerlo, lo trataban con ternura y delicadeza. Antes de cocerlo, lo calentaban con el aliento para que no sufriese con los cambios de temperatura y si encontraban algún grano en el suelo lo recogían y rezaban una oración, para disculpar el desperdicio e impedir que los dioses se vengaran produciendo sequías y hambre.

EL FRIJOL

Junto con el maíz eran parte de la alimentación básica del mexicano. Los comían con tortilla y chile todos los días.

EL CHILE

Se usaba en todo el territorio antiguo de México para condimentar la comida. Sus poderes aperitivos y digestivos lo hacían muy cotizado.

LA CALABAZA

Se utilizaba de manera refinada y práctica. Su pulpa se cocía y se condimentaba con diversos tipos de chile; de las pepitas se extraía un aceite con el que se preparaba pipián.

De otra variedad de calabazas se hacían las jícaras con las que se servían los líquidos, aunque también se utilizaban como adorno.

GUAJOLOTES Y PERROS

Había muchas variedades de aves. Los guajolotes eran la única ave domesticada. Habían perros sin pelo, que se cebaban para el consumo. Su carne era menos estimada que la del guajolote. Se dice que a veces las consumían juntas, la del guajolote arriba y la del perro abajo “para hacer bulto”.

EL MAGUEY

Los códices, antiguos documentos de los mexicanos, hablan de la importancia del maguey en la vida cotidiana y en la vida religiosa. El maguey producía la bebida sagrada, el teómetl o vino blanco, bebida de los valientes, y el octli, bebida de las clases populares que después de la conquista se llamó pulque.

Del maguey se obtenían bardas para los campos y techos para las casas. También hilo, papel, agujas, vestido, calzado, reatas, vino, vinagre, medicinas, para el mixiote, para envolver deliciosos manjares de carne y pescado.

PRODUCTOS DE AGUA

El Valle de México fue una región llena de agua y , como la antigua tenochtitlán, todavía a principios de este siglo había canales, acequias y hasta lagos en nuestra ciudad.

Los habitantes de esta zona consumían grandes cantidades de animales acuáticos, entre ellos los insectos y los huevesillos de una mosca depositados en la superficie de las aguas, una especie de pasta deliciosa llamada ahuautle.

También se comían las ranas, los ajolotes y los camarones de agua dulce. Cerca del mar se comían además distintos tipos de pescado, las tortugas, los cangrejos y las ostras.

FRUTA DEL DESIERTO

El nopal es una planta que crece en terrenos secos. De sus hojas espinosas brota una flor y luego una fruta llamada TUNA; Las hojas y la fruta calman el hambre y la sed de los habitantes de los espacios desérticos.

EL CACAO

El cacao era tan apreciado en el mundo prehispánico que se usaba como moneda. Además se bebía. El chocolate molido con agua y con maíz endulzado con miel de abeja y aromatizado con vainilla, tomado en jícaras se convertía en champurrado.

LOS TOLTECAS

LOS TOLTECAS

Después de la caída de Teotihuacan hacia el año 700, hubo en Mesoamérica varios siglos de tinieblas y concusión, cambió el índole de su civilización, las ciudades sin fortificaciones y gobernadas por sabios sacerdotes se desmoronaron y dieron lugar a ciudades guerreras y a religiones más belicosas.

Una de estas ciudades surge hacia el año 950 Tula, la capital de los Toltecas.

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La historia de los Toltecas comienza con una leyenda que los describe como una tribu Chichimeca que viene del norte a principios del siglo X conducida por un rey llamado Miscoatl y que se establece en Culhuacán. No se sabe con exactitud si Miscoatl existió o fué solo leyenda, pero su hijo Topiltzin vivió realmente y es el primer personaje de carne y hueso que aparece en la Historia de México.

De joven Topiltzin estudió para sacerdote y se consagró al servicio de Quetzalcoatl, la serpiente emplumada, antiguo dios de Teotihuacan, protector de la cultura y la civilización. Cuando accedió al trono Tolteca Topiltzin tomó el nombre de Quetzalcoatl, como a menudo hacían los sacerdotes que tomaban la personificación del dios a quien serían. Este nombre causará enormes confusiones a lo largo de la Historia de México entre Quetzalcoatl el Dios y Quetzalcoatl el rey.

Hacia 950 Quetzalcoatl traslada la capital de los Toltecas a Tula convirtiendola en una gran ciudad, enseño a su pueblo las artes civilizadas y su devoción y celibato fueron siempre admirados. Pero Topiltzin Quetzalcoatl cometió un grave error, al querer hacer de Quetzalcoatl la deidad principal de los Toltecas, lo que no agradó a los sacerdotes de Tezcatlipoca, un dios bélico que exigía ser alimentado por la sangre de los sacrificios humanos.

Según la leyenda Tezcatlipoca se vistió de anciano y usando sus poderes de persuasión consiguió que Topiltzin se embriagara, luego dejó en su habitación a Quetzalpetlatl, hermana del rey. Por la mañana Topiltzin se dió cuenta que había perdido la castidad y se había cubierto de ignominia, por lo que abdicó al trono y se marchó al exilio con un grupo de fieles.

Los historiadores concluyen que Tula se dividió entre los seguidores de Quetzalcoatl y los de Tezcatlipoca, desatando una batalla en la que salió victorioso el segundo, por lo que Topiltzin fué expulsado de Tula.

En la última parte de la leyenda se confunde al dios con el hombre. Después de 20 años en el exilio Quetzalcoatl se fué a la costa. Una versión dice que se internó en el mar en una balsa de serpientes; otra que subió al cielo y se convirtió en la estrella de la mañana. Pero antes de marcharse Quetzalcoatl prometió volver de la dirección de donde sale el sol y dió una fecha correspondiente al año de 1519, mismo año en que aparecieron los españoles, creando una de las coincidencias más extrañas e importantes de la Historia.

En ciertos aspectos, Tula fué otro tipo de ciudad. En vez de levantarse indefensa en una llanura, como Teotihuacan, su templo y sus zonas residenciales coronaban una cima fácilmente defendible. Después de todo hay que considerar que se construyó en la frontera Chichimeca y debe haber estado continuamente amenazada por ataques bárbaros. La sociedad Tolteca era una sociedad militarizada, gobernada por los jefes militares y sostenida por la reanudación de riqueza de las poblaciones conquistadas, como centro del primer estado Mesoamericano que impuso tributos claramente definidos, sentó la pauta gubernamental económica y religiosa que había de seguir el resto de Mesoamerica hasta la conquista Española.

Una generación después de fundada Tula, los ejércitos toltecas, probablemente una amalgama de muchas razas y tribus se había esparcido por la mayor parte de México. Dominaron ambas costas y llegaron hasta Guatemala, en el sur y al interior del país se adentraron en las tierras de sus antepasados Chichimecas hacia el norte. Hacia el año 1000 hicieron su más espectacular avance y llegaron hasta Yucatán, donde aún florecía la cultura Maya, algunos relatos seguro ayudados por la leyenda, dicen que llegaron por mar y que venían dirigidos por el mismo Quetzalcoatl.

Es cierto que los Toltecas destruyeron muchas ciudades Mayas, pero también participaron en la construcción de otras, con ayuda de los Mayas construyeron gran parte de Chichen itza y utilizaron su excelente arte para representar en sus pirámides el sacrificio humano.

En Chichen Itza se conoció un nuevo estilo de sacrificio desconocido en Tula, al norte de la constricción más importante de la ciudad (El castillo) está el famoso Cenote Sagrado, el cual es un profundo pozo abierto en la roca. Cuando no llovía o los sacerdotes veían algún otro signo de desagrado divino consagraban algunas doncellas elegidas por su belleza y las arrojaban al Senote junto con grandes joyas y objetos de gran valor.

Según las crónicas Españolas que fueron escritas varios siglos después que se sacrificó a la última víctima, las doncellas eran arrojadas al amanecer, si lograban sobrevivir hasta la tarde las sacaban de las aguas y les pedían que repitieran los mensajes de los dioses.

Tula fué destruida hacia el 1160, tal vez por otra ola de invasiones bárbaras que nunca dejaron de constituir una amenaza. La ciudad quedó desierta, pero sobrevivió el nombre de sus constructores, algunos grupos nómadas que afirmaban ser de ascendencia Tolteca se dispersáron por todo el territorio de México y llegaron hasta Nicaragua, al sur, estableciéndose donde podían o convirtiendose en la clase gobernante de los pueblos conquistados.

En el siglo IX la desaparición de los grandes centros del periodo Clásico provocó movimientos migratorios, no sólo de grupos mesoamericanos sino también de algunos provenientes de Aridoamérica. Los grupos chichimecas, con una cultura diferente de la mesoamericana, penetraron en este territorio y originaron un intercambio cultural del que surgieron nuevas instituciones y rasgos que caracterizaron al Posclásico.

Los pueblos poderosos del periodo Posclásico, justificaron su posición hegemónica al ostentarse como herederos del orden político instaurado por los toltecas, lo que dificulta precisar sus orígenes, así como la ubicación de Tula —como la Tollan legendaria— y la historia del gobernante Quetzalcóatl.

Por la forma en que los supuestos herederos hablaban de la Tollan —una Tula

maravillosa— en donde las mazorcas de maíz y las calabazas eran tan grandes que cada una tenía que ser cargada por un hombre; el tamaño de las matas de huauhtli era tan grande que parecían árboles; el algodón de todos colores brotaba de la planta y cruzaban su cielo aves tropicales. Los toltecas eran imaginados como los artistas del pasado, y Quetzalcóatl como el sabio, el descubridor de los grandes secretos del mundo, que vivía en aposentos preciosos decorados con oro, plata, piedras preciosas, conchas marinas y plumas finas.

Estos relatos crearon dudas acerca de la identificación de la Tula histórica y la Tula arqueológica, que se solucionaron cuando algunos accidentes geográficos mencionados en los testimonios históricos fueron identificados en la geografía de la Tula Xicocotitlan, en el estado de Hidalgo. La historia de Tula se cargó de exageraciones y la leyenda de su grandeza se convirtió en el soporte político de los jefes dominantes de épocas posteriores, que decían descender de aquellos viejos toltecas con el linaje noble fundado por Quetzalcóatl, para acceder al poder. En realidad no existió una sola Tula, sino varias, conformadas como centros de poder que en sus momentos de gloria legitimaron a los gobernantes de los pueblos dependientes.

La vida del santo gobernante también se derrumbó cuando se le privó de su aura mágica. Todos aquellos gobernantes penitentes que creían ser depositarios del fuego divino del dios Quetzalcóatl, hombres cuyas vidas y características tenían que ajustarse a los atributos y al mito divinos. Estos gobernantes ritualizados, incluyendo su gran pecado, eran tenidos más como centros de atracción de las fuerzas divinas que como seres humanos. Tula o las Tulas delegaban el poder, los gobernantes que recibían el título de Quetzalcóatl actuaban en nombre de este dios sobre la tierra e instalaban ritualmente a quienes dirigían los pueblos subordinados a su esfera de influencia religiosa.

Tula es, entre las ciudades de Mesoamérica, el primer pueblo prehispánico del cual se tienen datos coherentes de su historia y cultura: listas dinásticas, nombres de reyes y gobernantes, relatos de migraciones, la fundación de la ciudad, su desarrollo, sus conquistas y su decadencia.

Localización geográfica

La ciudad arqueológica de Tula se encuentra en el sur del estado de Hidalgo, 60 kilómetros al norte de la cuenca de México y del noreste de la ciudad de Teotihuacan, cerca de la frontera ambiental del norte de Mesoamérica.

Fue edificada en un fértil valle regado por un río y protegida por una serie de colinas y cerros, como el Nonoalcatépec, actualmente llamado La Malinche, El Cielito y Xicococ, hoy Jicuco, por lo que a la ciudad se le conoce también con el nombre de Tula-Xicocotitlan. Más al norte se extienden las llanuras desérticas de Teotlalpan.

Orígenes

Tula Xicocotitlan estuvo habitada en un principio por los pueblos provenientes del norte de Teotihuacan. Más tarde, durante el siglo IX de nuestra era, con la incesante movilidad social y la contracción de las fronteras mesoamericanas, aparecieron en el actual estado de Hidalgo los tolteca – chichimecas. A Tula llegaron los nonoalcas probablemente de Tabasco, pueblo de habla náhuatl que rendía culto a Quetzalcóatl en su advocación de Tlahuizcalpantecuhtli o “Señor de la casa de la aurora”. El registro arqueológico muestra que Tula era una pequeña aldea pluriétnica, y no fue hasta el siglo X que Tula Xicocotitlan alcanzó su verdadero apogeo como el centro urbano de mayor importancia del Altiplano Central. Su ubicación facilitó la rápida expansión de las fronteras, nunca antes vista, y la sedentarización de muchos de los grupos que poblaban la Gran Chichimeca.

Tula y los toltecas se transformaron en símbolos de un pasado idealizado en el que se confundían la historia y el mito. En algunas crónicas se entremezclan eventos y sucesos históricos de la Tollan real con relatos sobre una Tollan mítica habitada por seres excepcionales, a quienes se atribuía la invención de la escritura, la metalurgia y otras artes y ciencias.

Durante el dominio de Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl, rey – sacerdote y personaje legendario fundador de Tula, un periodo de gran prosperidad y florecimiento se interrumpió debido a la rivalidad entre los seguidores de Quetzalcóatl y los partidarios de Tezcatlipoca, dios de la guerra y del sacrificio humano. Después del triunfo de Tezcatlipoca, Quetzalcóatl y su gente fueron expulsados y obligados a emigrar al oriente, hacia el Golfo y después a Yucatán.

Gracias a los relatos de los viejos cronistas se elaboró una legendaria historia tolteca con la dinastía de los reyes, entre los que mencionan a Chalchiutlanetzin, lztlicuecháhuac, Huetzin, Totepeuh, Nacáxoc, Mitl, Tecpancaltzin, Mixcóatl y Topiltzin. Esta dinastía representa los primeros grupos nahuas, que entraron en relación con los teotihuacanos del último periodo.

Toltecas: mitos y leyendas

Los ltecas fueron un grupo nahua que, según sus leyendas, procedía de un lugar mítico llamado Huehuetlapalan, situado probablemente entre los ríos Gila y Colorado. La ruta de los emigrantes recorría los estados de Sonora, Sinaloa, Nayarit, Zacatecas, Jalisco, el norte de Michoacán y el sur de México hasta llegar al estado de Hidalgo, de donde fueron arrojados por los huastecos para después establecerse en la cuenca de México.

Quetzalcóatl, dios creador

“Nuestros padres y abuelos nos dicen que él nos ha creado y formó, él cuyas criaturas somos: nuestro príncipe Quetzalcóatl. También ha creado el cielo, el sol y la deidad de la tierra.”

El dios Quetzalcóatl es uno de los cuatro hijos de la pareja suprema: Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl, “el señor y la señora de nuestra carne o de nuestro sustento”.

Dos de estos dioses, hijos de la pareja suprema, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, forman la tierra y el cielo, cada uno a base de una mitad de la diosa de la tierra. Para consolarla por lo sufrido, los demás dioses, enojados por el proceder de Tezcatlipoca y Quetzalcóatl, crearon de las diversas partes de su cuerpo toda la naturaleza: montañas, valles, ríos, árboles, etcétera.

Quetzalcóatl raptó del cielo a la diosa Mayahuel (encarnación de dicha planta) e hizo nacer de sus huesos los primeros magueyes después que la diosa había sido muerta y destrozada por las deidades de la oscuridad.

Quetzalcóatl y Tezcatlipoca estuvieron en pugna constante, y de tales luchas resultaban victorias o derrotas que fueron creando y destruyendo los mundos-soles, los cuatro espacios-tiempos consecutivos. Quetzalcóatl, quien intervenía en la construcción o destrucción de cada uno de ellos, se transformaba él mismo en uno de los soles.

El cielo se cayó sobre la tierra en el cuarto sol; y fueron otra vez Quetzalcóatl y Tezcatlipoca quienes lo levantaron con la ayuda de cuatro hombres creados por ellos. Quetonacatecuhtli los compensó haciéndolos señores del cielo y por esto se ven representados en él. Entonces, Quetzalcóatl creó a los hombres. Bajó al inframundo para conseguir de Mictlantecuhtli el hueso precioso de generaciones anteriores. Luego de pasar por una serie de pruebas lo consiguió, pero el hueso se rompió en fragmentos que llevaron al Tamoanchan, de los cuales se formaron los hombres después de que todos los dioses, siguiendo el ejemplo de Quetzalcóatl, los rociaron con su sangre en una acción de autosacrificio. Entonces, para alimentar a los hombres, Quetzalcóatl se convirtió en hormiga y consiguió el maíz que estos animales guardan en el interior del cerro de las subsistencias.

Historia

Las ruinas, monumentos, tradiciones orales y escritas, formaban parte de una sociedad viva y compleja, de una ciudad de miles de personas, que a través de sus restos materiales nos cuenta su historia.

La historia tolteca comenzó cuando llegaron, a la Cuenca de México, procedentes del norte de Jalisco y sur de Zacatecas, las hordas

ichimecas del caudillo Mixcóatl, quien luchó y dominó a los otomíes que ocupaban el Valle de México para establecer su capital en Culhuacan, junto al Cerro de la Estrella (hoy lxtapalapa, D. F.) conquistando desde allí el Valle de Toluca, hasta llegar al Valle del Mezquital. Lo anterior significa que el imperio tolteca era originalmente nahua-otomí y abarcaba los valles de México, Toluca y el Mezquital.

Mixcóatl conquistó el sur llegando hasta Huatulco (Oaxaca); invadió el estado de Morelos venciendo a los huitznahuacanos, quienes probablemente pertenecían a una vieja familia nahua (tlahuicas). En aquel lugar tomó por esposa a una mujer del sur, llamada Chilmalma, con quien Mixcóatl tuvo un hijo, que llegó a convertirse en el héroe de mayor fama en el ndo precolombino: Quetzalcóatl.

Quetzalcóatl nació después de que su padre fuera asesinado por un jefe chichimeca llamado lhuitímal; al nacer murió su madre, por lo que fue recogido y educado por sus abuelos maternos. Vivió su infancia en Tepoztlán, Morelos en donde las leyendas lo identifican como el héroe legendario Tepoztécatl, que acaudilló a la tribu de su madre contra los habitantes de Xochicalco y los venció. Sin embargo, al vencerlos también asimiló su civilización y adoptó el culto a Quetzalcóatl, dios tutelar de aquella metrópoli sagrada. Su nombre completo era Ce-Ácatl Topiltzin

Quetzalcóatl.

Un grupo de fieles partidarios de su padre llamó a Topiltzin para que ocupara el trono de Culhuacan, y al aceptarlo combatió y venció al usurpador Ihuitímal. Consagrado rey de los toltecas adoptó el título de Quetzalcóatl, rey-sacerdote a la usanza de las teocracias de Teotihuacan y de otros pueblos del horizonte Clásico.

Topiltzin trasladó la capital de su reino a Tulancingo, Hidalgo, donde permaneció algunos años y edificó sobre los antiguos restos teotihuacanos. Después instaló la capital en la ciudad de Tula, Hidalgo, como una medida estratégica para contener las invasiones de los teochichimecas que habitaban en la región esteparia (llamada Teotlalpan), y para contar con la alianza de los otomíes y de los matlatzincas.

Después de la fundación de Tula, los toltecas se mezclaron con los otomíes y atrajeron a los nonoalcas y a los amantecas, depositarios de la “cultura clásica”, cuyos adelantos asimilaron rápidamente. El Imperio tolteca creció y entró en relación con las más altas culturas de Mesoamérica, de las cuales recibió importantes elementos con los que llegó a formar una cultura nueva que se extendería a lo largo de la Costa de l Golfo hasta Yucatán, y por el sur hasta Oaxaca, Chiapas y Centroamérica.

Topiltzin luchó por implantar nuevas formas de cultura que lo convirtieron en el símbolo de la lucha de la civilización contra la barbarie, y gracias a la paz y prosperidad de que gozó, su reinado es considerado como la “Edad de Oro” de Tula. Durante esta época se reformó el calendario, se introdujo la metalurgia, la ciudad se llenó de templos y palacios, y todas las artes recibieron un nuevo impulso que mejoró las costumbres.

Topiltzin inició una reforma religiosa de régimen teocrático, en la que asumía todos los poderes y relegaba a segundo término a los antiguos jefes de las tribus

lteca-chichimecas, de tradición militarista y cuya deidad representativa era Tezcatlipoca. Durante algunos años Topiltzin logró dominar a sus rivales, pero finalmente los grupos militares rechazaron la opresión político-religiosa de éste y lo obligaron a abandonar Tula Xicocotitlan (Tula Chico). Relatos legendarios agregan que su derrota fue precedida por una serie de catástrofes (sequías, epidemias, incendios de bosques), posibles advertencias de sus enemigos para obligarlo a renunciar, por lo que decidió marcharse después de incendiar sus palacios y ocultar sus tesoros.

Quetzalcóatl se marchó hacia Cholula acompañado de los nonoalcas, donde permaneció algunos años. Continúo su éxodo hacia la Costa del Golfo (Coatzacoalcos), perseguido por sus adversarios. Al llegar a la costa sur de Veracruz (la zona de los Tuxtlas) se embarcó en una balsa de juncos entrelazados y navegó hacia Tlapallan donde, según la leyenda, fue quemado en una pira conforme se acostumbraba hacer con los soberanos muertos.

Una nueva dinastía de reyes comenzaba; su fundador, impuesto por los partidarios de Tezcatlipoca, se llamó Matlacxóchitl. Después de él siguieron otros gobernantes como Matlacóatl, Tlilcóatl, Nauyotl y el famoso Huémac. Durante el reinado de este último ocurrió la destrucción de Tula. Las luchas internas y la llegada de nuevos grupos de chichimecas bárbaros (teochichimecas) destruyeron la ciudad y obligaron a Huémac a refugiarse en Chapultepec (hacia 1168), donde murió seis años después.

A la salida de Huémac permaneció en Tula el último rey: Nauyotl, a quien las nuevas hordas de chichimecas obligarían emigrar hacia el sur al frente de los grupos colhuas, los que a vez desplazarían en Cholula a los olmecas históricos.

Al desintegrarse el imperio tolteca comenzó la emigración de sus antiguos habitantes, y los grupos nahua-otomianos que formaban parte de él se dispersaron en diversas direcciones. Dichos grupos, conocidos desde entonces con el nombre de tribus nahuatlacas, se unieron a las hordas de Xólotl para venir a ocupar el Valle de México hacia 1224.

Cronología

El área donde surgiría la ciudad de Tula estuvo habitada por pueblos sedentarios casi dos milenios antes del apogeo de los toltecas. Poco se conoce sobre este periodo, pero los datos que hay indican la existencia de pequeñas y dispersas aldeas de agricultores. La población total de la región era poco numerosa durante este periodo, denominado Preclásico medio, ubicado entre los años 800 y 600 a. C.

Entre 400 y 200 a. C. (periodo Preclásico tardío) existió, en el extremo sur del área, un asentamiento que ocupaba la cima de una loma 20 kilómetros al sur de Tula, cuya población era varias veces mayor que la de las aldeas precedentes. Se trata del sitio de mayor importancia para su época en el centro de México y cuyas características sugieren la existencia de cierto grado de estratificación y complejidad social que no había en las aldeas antes. Contaba, dentro de una superficie cercana a las 20 hectáreas, con una zona de habitación y cultivo muy extensa que al centro tenía una plaza de estructura piramidal y otros edificios de carácter administrativo y religioso.

Durante los primeros siglos de la era cristiana la región de Tula, al igual que otras zonas del Altiplano Central, formaba parte del área controlada por la ciudad de Teotihuacan bajo su periodo de máxima expansión y desarrollo, conocido como época Clásica. La urbe teotihuacana contaba con sitios que funcionaban como centros de control político y administrativo de la comarca. Estos centros estaban ubicados en zonas cercanas al área donde más tarde surgiría la ciudad de Tula. El más importante, con una extensión de 2.5 kilómetros cuadrados, se encuentra 10 kilómetros al este de Tula, otro de menor tamaño, se localiza al norte. Ambos asentamientos tenían una urbanización semejante a la de Teotihuacan. La ocupación de estos sitios y de otros más pequeños se llevó a cabo entre 300 y 600 d. C. Con la caída de Teotihuacan como centro de poder político y económico, la mayor parte de los sitios teotihuacanos en ésta área fueron abandonados a finales el siglo VII de nuestra era.

La primera etapa en el desarrollo urbano de Tula se inicia en el siglo VIII d. C. La ciudad nació como una síntesis cultural y étnica que integró tanto elementos de la cultura teotihuacana como de la tradición “norteña”, representada por los grupos relacionados con el Bajío y el norte de México, que constituyeron un factor importante en el proceso de formación de Tula.

En el año 1000 d. C., la ciudad sufrió profundos cambios que la transformaron de manera radical. La plaza principal de Tula Chico y sus edificios más importantes fueron abandonados definitivamente; en otro lugar, y sobre un amplio y complejo sistema de terrazas, se erigió un nuevo recinto cívico-religioso que llegó a convertirse en una verdadera acrópolis. Un siglo después se realizó otra transformación importante en el plano de Tula, al cambiar nuevamente la orientación de la traza de la ciudad.

La ciudad tuvo una larga vida de más de cuatro siglos, durante los cuales sufrió múltiples transformaciones que la convirtieron de un pequeño centro urbano en una ciudad de gran extensión y complejidad, cuyo apogeo se ubica entre los años 1000 y 1100 de nuestra era.

En el siglo XIV, la región de Tula, sujeta a los tepanecas de Azcapotzalco, quedó incluida en las provincias de Jilotepec, Atotonilco y Ajacuba; a la caída de Azcapotzalco, pasó al dominio de los mexicas. La conquista española transformó profundamente la estructura política y el orden económico y social de los territorios dominados. De esta manera, la región de Tula fue integrada al nuevo sistema poco tiempo después de la caída de Tenochtitlan.

Influencia tolteca en el mundo mesoamericano

La influencia cultural de Tula se extendió en un área que sobrepasaba las fronteras de su imperio. Muchos aspectos de la civilización nahua, que alcanzaron su máxima expresión con el imperio mexica, nacieron en el mundo tolteca. Éste fue el primer pueblo, posterior a la decadencia de Teotihuacan, que unificó extensas áreas de Mesoamérica en un gran sistema cultural. A partir de estos cambios se pueden agrupar tres grandes procesos interrelacionados:

1. La propagación de poblaciones toltecas de habla nahua (y a veces de habla otomí) hacia regiones fuera del centro de México, y la fundación, en las distintas zonas, de dinastías reales que proclamaban su origen tolteca.

La influencia de Tula abarcaba centenares de kilómetros, pues controlaba gran parte del centro de México, importantes zonas del Bajío, la Costa del Golfo, Yucatán y posiblemente el área del Soconusco, las vertientes del Pacífico de Oaxaca, Chiapas y Centroamérica.

Durante la conquista de provincias, surgían importantes movimientos en los pueblos de habla nahua (alianzas y matrimonios con las familias reales de otros Estados) que eran dirigidos por el Estado tolteca; de esta manera los reyes de Tula reforzaban su poder político.

Esta tradición permaneció fuertemente arraigada, pues cinco siglos después, las dinastías reales de muchos pueblos mesoamericanos reclamaron el derecho de descendencia directa de los reyes de Tula, enorgulleciéndose de sus antepasados. Los reyes toltecas ejercían funciones de árbitros de poder entre los pueblos de Mesoamérica.

2. La consolidación de una red comercial desde Costa Rica hasta los actuales estados de Nuevo México y Arizona, en EUA.

La variedad del mundo tolteca se refleja en los productos foráneos que llegaron a Tula desde lugares muy alejados del Altiplano Central. Durante la exploración de los recintos de Tula, se encontraron vasijas de cerámica nicoya de Costa Rica y Nicaragua, fragmentos de vasos policromados mayas de Campeche, vasijas y fragmentos de otros vasos de loza plumbate del Soconusco, junto con cantidades importantes de cerámica procedente de la Huasteca, el centro de Veracruz y el norte de Mesoamérica (probablemente Zacatecas y Jalisco), así como fragmentos de serpentina y jade de Guerrero (y tal vez de Guatemala), tecali (ónix), procedente quizá de Puebla, pequeños fragmentos de turquesa de Nuevo México o Arizona; conchas marinas de posible procedencia de las costas del Pacífico o del Golfo y miles de fragmentos e instrumentos de obsidiana. El hecho de que casas habitadas por gente común de la ciudad contuvieran materiales exóticos procedentes de tantos lugares distintos, resalta la extensión y la fuerza de la red de comercio y tributo del imperio tolteca.

Algunos de los productos foráneos llegaban a Tula seguramente como tributo de las provincias dependientes del imperio, y muchos otros fueron llevados de zonas muy distantes por comerciantes profesionales equivalentes a los pochteca mexicas. Durante los siglos X y XI d. C., muchos sitios en la región maya y Centroamérica que comerciaban con los toltecas obtuvieron herramientas de obsidiana verde a cambio de productos tropicales.

3. Importantes cambios en la religión y la ideología de los pueblos mesoamericanos: introducción de algunos dioses nahuas, y un énfasis en el complejo épico del hombre-dios Quetzalcóatl.

La expansión de la cultura tolteca entre los siglos IX y XI d. C. cambió el pensamiento y la religión de muchos pueblos mesoamericanos. Los toltecas introdujeron algunos dioses nahuas a grupos mayas y otros pueblos centroamericanos, el más importante fue Quetzalcóatl. También aparecieron imágenes de Xipe Tótec, Mictlantecuhtli (el dios de la muerte) y otras deidades.

Quetzalcóatl y Tezcatlipoca (como Huitzilopochtli) simbolizan la transformación de los pueblos mesoamericanos, inspirada por los toltecas. La victoria de los seguidores de Tezcatlipoca en Tula aumentó la atención en la guerra y el sacrificio humano en muchas culturas que tenían contacto con los toltecas; sin embargo, la herencia de Quetzalcóatl era aún más grande que los bélicos cultos a Tezcatlipoca. El ciclo épico de Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl llegó a ser la leyenda central de la civilización mesoamericana y siglos después de la época tolteca los antiguos mesoamericanos todavía esperaron el regreso de Quetzalcóatl, hasta que la conquista española destruyó su mundo.

Organización social y económica

La cultura tolteca es el producto de la asimilación de las culturas clásicas del centro de México por un grupo nahua, que al mismo tiempo introdujo varias innovaciones derivadas de otras tradiciones culturales, como la zapoteca, la mixteco-cholulteca y la maya. Una vez fusionada, aun cuando era una entidad muy compleja y heterogénea, conservó sus propios rasgos. Se trata de una sociedad teocrática, dividida en ases sociales: gobernantes – sacerdotes, administradores, guerreros, comerciantes, artesanos y agricultores, todos con distintos rangos y funciones.

La clase gobernante estaba especializada en la dirección y organización de la sociedad, en el control de la producción, la distribución y el consumo; en la planeación de las ciudades y sus obras públicas; era poseedora del poder y del conocimiento científico y religioso. Esta clase también era experta en el arte de la escritura, la arquitectura, la astronomía y las matemáticas; en el calendario y los sistemas de medición del tiempo e interpretación de los días propicios o nefastos— y en todo el complejo ritual de las ceremonias públicas y privadas que regulaban la vida de la sociedad. Junto a esta élite dirigente, existía completamente separado de la producción agrícola y artesanal un aparato administrativo y burocrático que abarcaba distintos niveles y actividades.

La base del sistema estaba constituida por la mayoría de la población, quien tenía a su cargo la realización de todos los procesos y actividades productivas que permitían el sostenimiento y reproducción de la sociedad. Productora de alimentos, de bienes de consumo y objetos suntuarios, esta clase también constituía la fuerza de trabajo que edificaba y mantenía las innumerables obras públicas, algunas de ellas de gran magnitud: plazas, pirámides, palacios, vastos conjuntos de terrazas artificiales, sistemas de canales, calles, calzadas y drenajes.

En los barrios habitados por la mayor parte de la población, los numerosos edificios piramidales distribuidos aquí y allá constituían los templos de barrio para el culto y las ceremonias religiosas en que participaban los habitantes de cada una de estas zonas. Gran parte de estos barrios se definieron con base en el trabajo especializado que realizaban sus habitantes.

Algunas actividades especializadas practicadas por extranjeros, como sucedía en Tenochtitlan y en otros centros urbanos de Mesoamérica, formaron barrios de grupos; hay indicios de la existencia de pequeñas colonias de mayas, huastecos, mixtecos y de grupos del centro de Veracruz y de la costa del Pacifico de Chiapas y Guatemala.

Cada cinco días se instalaba el mercado principal de la ciudad en algunas de las plazas o espacios abiertos cercanos al recinto monumental, mientras que algunos grandes conjuntos albergaban las escuelas para jóvenes nobles, semejantes al calmécac de los mexicas.

Religión

Los toltecas eran politeístas pero reconocían sobre todos sus dioses a un ser divino superior llamado Tloque Nahuaque, a quien adoraban ofreciéndole flores y resinas aromáticas.

Creían en una divinidad creadora doble: Ometecuhtli y Omecíhuatl (también Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl, “el señor y la señora de nuestra carne o de nuestro sustento”), fuerza inicial y ordenadora de todas las obras de la naturaleza. Ometecuhtli creó 13 cielos en donde moraban él y los demás dioses.

La deidad de los tolteca-chichimecas era Tezcatlipoca, protector de los cazadores y de los hechiceros, relacionado con el cielo nocturno. Quetzalcóatl era una deidad extraña para los toltecas y aunque su rito era muy antiguo en las culturas clásicas, era considerado como el dios del agua que fecunda la tierra. Para los toltecas era el dios del bien y de la civilización, relacionado específicamente con Ce-Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl, quien lo impuso durante su reinado.

También adoptaron dioses de otras culturas, como Tlahuizcalpantecuhtli (el lucero del alba y una de las advocaciones de Quetzalcóalt), ltzpapálotl (el dios mariposa), Cintéotl (la diosa del maíz) y Tláloc (dios de la lluvia).

Vestido y adorno

En las esculturas toltecas se aprecia la indumentaria que los hombres usaban: un braguero (máxtlatl), y en algunos casos llevaban una especie de “delantal” sujeto por un cinturón.

Entre los tocados que portaban los toltecas había una especie de diademas de piel adornadas con piedras preciosas, que usaban los caciques y la gente principal; había también yelmos o cascos adornados con cabezas de animales o con plumas, y vendas frontales que servían para sujetar los tocados.

Los guerreros llevaban cinturones, sandalias, escudos circulares adornados con plumas, y cascos; algunos señores usaban bastones adornados con plumas, y los comerciantes portaban cayados y abanicos.

> Señores y vasallos mexica

> Señores y vasallos mexica
Época: Vida cotidiana
Inicio: Año 1492
Fin: Año 1600
Antecedentes
Vida cotidiana en la América del siglo XVI

A la llegada de los españoles, la sociedad mexica había experimentado en un corto lapso de tiempo el paso desde una sociedad tribal hacia un estado centralizado, dotado de una compleja estructura social. En dicha transformación algunos elementos permanecieron o apenas evolucionaron, mientras que otros cambiaron su fisonomía radicalmente o bien surgieron de la nada. Uno de los primeros es la familia, cuya estructura era básicamente patrilineal y monogámica, si bien existían algunas excepciones, como casos de poliginia entre las capas altas de la sociedad. La esposa se incorporaba al casarse al “calpulli” (división político territorial) de su marido, debiendo casar de nuevo con el hermano de su esposo en caso de que éste falleciera. Además, sólo los hijos varones heredaban, favoreciendo así la unidad de los calpulli. Los matrimonios eran concertados y fruto de una larga negociación entre los padres de los contrayentes, en las que era frecuente la mediación de un sacerdote, quien auguraría la conveniencia o no de la unión. Además, unas ancianas celestinas o “cihuatlanque” ejercían de intermediarias.. Los requisitos para la unión eran que el joven hubiera acabado sus estudios en el “telpochcalli” y hubiera alcanzado el estatus de guerrero, esto es, haber conseguido capturar un prisionero, en caso de ser noble. Si el joven pertenecía al estamento dominado, “macehualtin”, sólo se le requería tener un oficio con el que sustentarse él y su familia. A la joven, en ambos casos, se le pedía saber cocinar y tejer, tareas a las que se dedicará el resto de sus días. El desposorio se oficiaba en casa del novio al atardecer. La novia se preparaba durante la tarde, bañándose y acicalándose, embelleciendo sus brazos y piernas con plumas rojas y pintándose la cara de amarillo. Un cortejo la llevaba hasta el lugar de celebración, donde se sentaba en una estera en compañía del novio. Entonces se producía el ritual: intercambian vestidos, se anudan las puntas de sus mantos, se rocían de copal y se dan de comer mutuamente. Tras la ceremonia, y mientras el resto de invitados bailan, cantan y comen, los novios se instalan en la habitación nupcial, donde deberán orar durante cuatro días sin consumar la unión, sacrificando sangre y ofrendas a los dioses. El quinto día, tras bañarse en el “temascal” y recibir la bendición de un sacerdote, el matrimonio se considera consumado. El divorcio está permitido en función de la carencia de aptitudes de la mujer para desempeñar sus tareas domésticas, entre las que se incluye la de tener hijos, si bien el juez media entre los esposos para intentar evitar la separación. El hecho de que el divorcio sea posible hace que los casos de adulterio se castiguen con sumo rigor, llegando incluso a la muerte. Los matrimonios entre contrayentes nobles se acompañan además de concubinas, por lo que alcanzan un gran número de hijos. Sin embargo, de estos sólo son considerados legítimos los que son fruto del matrimonio principal. La siguiente división social en la que se insertaba el individuo era el “calpulli”, una agrupación de personas que atendía a varios factores, como el parentesco, la división tribal, la organización política y religiosa y la posesión de la tierra. Cada calpulli tenía un dios y un templo propio y una casa de hombres jóvenes solteros, “telpochcalli”, donde recibían educación. Además, los guerreros de cada calpulli se organizaban de manera particular. El jefe del “calpulli”, llamado “calpulec”, era siempre miembro de una familia concreta y organizaba la distribución de tierras, ostentando la representación grupal y estando asesorado por ancianos. La sociedad mexica se hallaba fuertemente estratificada, observándose diferentes niveles dentro de una jerarquía. El principal lo ocupan los “tlatoque”, jefes o señores que gobiernan sobre una provincia o ciudad. El máximo de estos es el “huey tlatoani” (gran orador), señor de Tenochtitlan. El “tlatoani” tenía poder en todos los ámbitos, siendo un cargo hereditario, siendo el elegido designado por un Consejo, como ocurrió en los casos de Axayacatl, Tízoc o Ahuítzotl, de entre los hermanos del fallecido o de entre los hijos de la mujer legítima. El segundo nivel lo ocupa la nobleza, denominada genéricamente “teteuctin”. El “tecuhtli” o señor principal era designado de forma vitalicia y no hereditaria, aunque el “tlatoani” generalmente designaba a su primogénito como sucesor. Era un cargo de tipo militar, administrativo y judicial. Su casa, “teccalli”, forma un grupo social que agrupa al linaje del señor. Los nobles son un estamento formado por los hijos de los “tlaloque” y de los “teteuctin”, es decir, aquellos que no desempeñan cargo alguno pero que por nacimiento se encuadran dentro de la aristocracia. Estos “pipiltin”, si bien en principio no reciben tributo, sí pueden alcanzar ese estatus si contraen los méritos suficientes por medio de la guerra. Su función social es ejercer de funcionarios estatales, sobre todo como embajadores, recaudadores de impuestos o al servicio del tlatoani. Se les asignaba, además, una cantidad de tierras heredadas y trabajadores. Su dignidad social les suponía, sin embargo, mayores obligaciones, siendo más duramente castigados en caso de cometer alguna falta. Parte de los privilegios los perdieron durante el mandato de Itzcóatl, no recuperándolos hasta la llegada al poder de Motecuhzoma II Xocoyotzin. Otro tipo de nobles adquieren su condición por méritos; son los llamados “quauhpipiltin”, procedentes del común destacados en la batalla. Su estatus les otorga tierras y acceso a cargos administrativos, como formar parte del consejo de guerra del “tlatoani”. La mayor parte de la población pertenece al común; son los plebeyos o “macehualtin”. Encuadrados en el “calpulli”, deben tributar a las clases dirigentes. Una clase inferior o paralela a ésta – los autores no concuerdan- son los “mayeque” o braceros, trabajadores agrícolas asignados a la casa de un señor, a quien deben además tributar con agua y leña. El último estrato lo constituyen los “tlacotin”, esclavos o peones, condición temporal que se alcanzaba por deudas, por un acto de guerra o como castigo a determinados delitos. Dueño y esclavo establecían una especie de contrato para desarrollar un trabajo determinado, lo que no impedía al esclavo poseer o adquirir bienes o incluso otros esclavos. A veces eran los mismos padres quienes, acuciados por la necesidad, vendían a sus hijos. La venta de esclavos se realizaba en el mercado, resultando libre aquél individuo que podía escapar y atravesar sus puertas, refugiándose en Palacio. También podían ser voluntariamente liberados por su dueño o casar con la viuda de éste. Algunos cronistas como Durán, Sahagún y Motolinía nos han dejado muy bien documentada la vida cotidiana mexica. Sabemos que el embarazo y el momento del parto eran objeto de cuidados especiales, desempeñándose un ritual complejo que alejaba a los implicados del peligro. El recién nacido era bañado en el “temazcal” utilizando plantas medicinales, mientras la partera recitaba largos discursos moralizantes. La suerte del niño era averiguada con ayuda del libro de los destinos o “tonalamatl”, y venía determinada por su fecha de nacimiento. El adivino conocía así la profesión futura del niño e incluso el modo en que morirá, siendo por ejemplo los nacido en la fecha 1 calli propensos a morir de manera violenta. La forma de contrarrestar los malos augurios es hacer sacrificios a Huehuetéotl, dios del fuego, lavando al niño cuatro veces la cabeza y arrojando alimentos al fuego sagrado. La enfermedad dio lugar a una complicada terapéutica, basada tanto en el uso de medicinas naturales como de un complejo ritual. El “temazcal” era el remedio más usado, con fines higiénicos y ceremoniales. La muerte, como en cualquier sociedad, era un momento de especial significación. Antes de llegado el momento se hacía necesario realizar una confesión ante la diosa Tlazoltéotl, la comedora de inmundicias, lo que aseguraba la inmunidad por los pecados cometidos. La manera de morir determinaba el destino del cuerpo: los ahogados o gotosos eran enterrados; las parturientas recibían sepultura en el patio de un templo, mientras que el resto era incinerado. Con respecto a la educación, si bien todos los individuos recibían una misma educación básica, entre los 5 y los 9 años, a partir de esta edad se separaban en función de su clase social. Los hijos de “macehualtin” se educaban profesionalmente entre los 10 y los 12 años, lo que les daba derecho a usa el “maxtlatl”, la prenda masculina que los identificaba como adultos. A partir de los 15 años acudían al “telpochcalli” o escuela de barrio, donde se les instruía en la guerra. Los hijos de los nobles, por el contrario, podían acudir a dos tipos de escuelas: el “telpochcalli”, donde recibían educación carácter militar hasta los 22 años, y el “calmecac”, que formaba administradores, políticos y sacerdotes. En ambos casos se obligaba a los jóvenes a llevar una vida austera y sacrificadas, donde algunos actos eran especialmente castigados. Así por ejemplo, la embriaguez se condenaba con la muerte, persiguiendo el objetivo de formar a los jóvenes en una moral puritana y abnegada al servicio del estado mexica.

Mutilaciones rituales en el mundo maya

Deformación craneana.

Una de las cosas que mas han hecho celebres a los antiguos mayas, aunque no era privativa de ellos, es su deformación craneana, obtenida por medios artificiales, cosa que decían fue inspirada a sus antepasados por los mismos dioses, la que según referían, además de darles un aire noble les proporcionaba una comodidad practica para sujetar la carga a la cabeza.

A los pocos días de nacida la criatura la ponían boca abajo o boca arriba sobre un pequeño lecho y durante varios días le comprimían fuertemente la cabeza entre dos tablillas cóncavas en el medio, una sobre le frente y otra sobre el colodrillo, tablillas que se sujetaban por medio de un fuerte amarre. Resultaba así un cráneo puntiagudo hacia arriba, rehuido hacia atrás, aplastado por adelante, haciendo mas ancha la frente y acentuando sobremanera el perfil.

Estrabismo.

La bizquera era un signo fisiológico particularmente gustado por los mayas. Para satisfacer tan exótico gusto colgaban del cabello de sus hijos una pelotilla de resina que les caía sobre la frente, lo que obligaba al niño a levantar continuamente los ojos para verla, hasta que con tanto forzarlos acababan por adquirir dicha desviación. Es posible que algunos individuos que se dejaban crecer el cabello sobre las cejas, al danzar tenían que mirarlo alzando sus ojos y se ponían bizcos.

Perforación de la nariz.

Consistía en la horadación de la ternilla nasal para incrustar en ella una cuenta de jade o ámbar.

Mutilación dentaría.

Hombres y mujeres se ornamentaban la dentadura con incrustaciones de pequeños discos de jade o de obsidiana y en ocasiones, se limaban los dientes en forma de sierra.

Perforación de las orejas y de otras partes del cuerpo.

Tanto las mujeres como los hombres tenían perforados desde chicos el lóbulo de las orejas para colgar o ensartar en el sus respectivas orejeras. La horadación era agrandada gradualmente, y era capaz por lo tanto de contener grandes piezas. Los guerreros principalmente solían agujerearse el labio inferior para ajustar en la horadación un bezote de oro, plata o ámbar o bien un botón de oro, a modo de distintivo guerrero o, mejor dicho, de valor, lo que a la vez les daba un aspecto fiero e imponente.

Forma de usar el cabello.

Las madres acostumbraban a quemar con paños calientes los rostros de sus hijos a fin de que cuando crezcan no le creciera la barba. Tanto los hombres como las mujeres usaban el cabello largo, aunque diferenciándose generalmente en el tocado. Se dejaban crecer el cabello desde el medio de la cabeza hacia atrás. Los hombres se quemaban dicha parte superior del cráneo de tal manera que creciera menos cabello ahí. A veces lo trenzaban y hacían una guirnalda de ello en torno a al cabeza, dejando la coletilla atrás como borlas. Los guerreros llevaban la trenza alrededor de la cabeza con el final colgando hacia atrás. Usaban un fleco erguido por una banda de algodón o corteza. Era un castigo que se le cortara el cabello a alguien.

EL TEATRO NÁHUATL

    EL TEATRO NÁHUATL

    Fuera de México, poca conocida es la tradición del teatro azteca prehispánico. En este nuevo instante de la sección de Teatro de Temakel, presentamos un texto que nos permitirá indagar las diversas articulaciones con la dimensión sacra de aquel antiguo teatro. Asimismo, en las líneas que siguen podrá apreciarse los esfuerzos del Taller de Investigación Teatral de la UNAM para rescatar aquellas tradiciones que fueron devastadas por la conquista española.

    EL TEATRO NÁHUATL

Por Antonio Prieto Stambaugh y Yolanda Muñoz González

    A diferencia de las tradiciones orientales, el teatro prehispánico sobrevive tan sólo en los relatos fragmentados y parciales de los conquistadores, quienes se dedicaron a destruirlo junto con las demás formas de expresión de las culturas mesoamericanas.

    Aunque el teatro náhuatl clásico desapareció en su forma original a partir de la Conquista, ha habido distintas manifestaciones a través del tiempo. Por un lado, surgió el teatro evangelizador que, si bien tenía como propósito imponer la cultura y religión europeas, utilizaba la lengua náhuatl, así como algunas mezclas de simbología azteca y cristiana para comunicar el mensaje.
  Por otro lado, continuó practicándose cierto tipo de danza guerrerorreligiosa proveniente de la cultura chichimeca, que hoy se conoce corno “danza conchera”. Esta, a diferencia de las otras festividades o danzas practicadas por grupos nahuas contemporáneos, es quizá la que conserva con mayor fidelidad tanto el vestuario como la música, ritmicidad y secuencia de pasos que se practicaban antes de la Conquista. Aunque a simple vista no tiene  nada que ver con el teatro, la danza conchera es un rito vivo que permite apreciar la teatralidad de la cosmovisión guerrera, impregnada de una rica mitología que se cristaliza en la “danza de Quetzaicóatl” o en la danza Xipe Totec, entre muchas otras.

    Los concheros han sobrevivido gracias a su hábil incorporación de elementos cristinos, de manera que, por ejemplo, el 12 de diciembre pueden verse en la Basílica de Guadalupe (“La Villa”), en la ciudad de México, danzando devotamente para la virgen católica, que, a la vez, es la Tonantzin náhualt.

    Actualmente, el espíritu de la cultura y de los sistemas teatrales rituales nahuas se ha estudiado profundamente por algunos grupos teatrales en México, entre los que destacan el Taller de Investigación Teatral de la UNAM de Nicolás Núñez y en los Estados Unidos, el Teatro Campesino de Luis Valdés. Ambos han penetrado las fuentes en un intento por rescatar una tradición y una identidad devaluadas.

    Pero, concretamente, ¿qué se sabe de la trayectoria del teatro náhuatl? Lo que sigue es una breve reconstrucción de su historia, en un intento por resaltar su relevancia como una tradición que no ha desaparecido del todo y cuyo espíritu enriquece el encuentro transcultural de no pocos grupos  teatrales.

  Si bien es cierto que en el mundo náhuatl no existió un género teatral deslindado del rito religioso, puede afirmarse – de acuerdo con las investigaciones de Fernando Horcasitas,  Miguel León-Portilla y Garibay- que los ritos y la vida del mundo náhuatl en general estaba profundamente inmersa en un espíritu de teatralidad: “Existía en el mundo náhuatl prehispánico – dice León Portilla – algo así como un ciclo sagrado de teatro perpetuo  y que sucedía sin interrupción a través de sus 18 meses de 20 días’”.

  Y es que su origen estrechamente vinculado con la religión lo hace ser un teatro-espejo-del-hombre; un teatro que refleja como pocos “las raíces” de lo humano. Esto es, no era  un teatro que buscara la exaltación estética, sino lograr que el público extrajera de la representación cierta intensidad en su experiencia como seres vivos, fortaleza para resistir la fatalidad y, sobre todo, conciencia de su temporalidad como seres mortales, ya que todas las “obras” conocidas invariablemente incluían a la muerte como final de la representación.

    Pero no en sólo esto. El teatro-rito náhuatl buscaba, a través de la representación, un acercamiento a sus dioses, “comunicarse con ellos” para comprender cómo el drama humano estaba influido por fuerzas cósmicas ajenas a su control:

    ” La diversión y la alegría eran elementos secundarios; lo esencial en aquel espectáculo era ganar la gracia de los dioses, aplacar sus iras, descifrar sus propósitos y colaborar con ellos en asegurar la existencia del mundo por medio de la sangre derramada.”

      Miguel León Portilla distingue cuatro momentos en el teatro prehispánico (aunque algunos sobrevivieron hasta la época colonial, pueden considerase en su origen prehispánicos):

    1. Danzas, cantos y representaciones. Esta es la manifestación más antigua que se conoce en el mundo náhuatl. Aunque en primera instancia se efectuaba aisladamente, más tarde se incorporaron  de manera definitiva a las acciones dramáticas que se representaban en honor a los dioses.

  2. Actuaciones cómicas y divertimentos. Este tipo de representaciones, eminentemente festivas, tenían como único fin divertir al público y eran ejecutadas por titiriteros, juglares y hasta por prestidigitadores.                 

    3. Escenificaciones de los grandes mitos y leyendas nahuas.  Su objetivo era honrar a los dioses; a través de la representación de sus dramas se trataba de eventos sumamente intensos, cuyo elemento religioso de veneración divina, combinado con el realismo, se hacía llegar a extremos insospechados.  Tal es el caso de la representación de la huida de Quetzalcóatl a Tula, donde la persona que representa a Quetztalcóatl era elegida con sumo cuidado; se le honraba y se le ofrecían festines, para, al final, sacrificarla como lo cuenta la historia.

  4. Representaciones de la vida social y familiar. Estas muestran indicios más conservadores respecto a la estructura teatral.
    Todas estas manifestaciones de teatro-rito náhualtl muestran una serie de características que pertenecen al teatro occidental tradicional. Sin embargo, tiene un espíritu tan puro y tan cercano a lo profano que lo hace ser diferente, más auténtico quizá, y más apegado al hombre como integrante del cosmos y de un orden universal.

  Entre las características que lo acercan más al teatro que al rito están las siguientes:
  1.  Consta de diálogos o danzas y cantos dialogados, que se llevaban a cabo entre personales de origen divino y personajes de origen humano.

  2. Algunos divertimentos servían para resaltar la interpretación cómica, particularmente la zoomorfista.

  3. Había lugares especiales para representaciones, danzas y cantos. También se hacían ensayos, como en el teatro profesional.

  4. Tenía escenografía, aunque no en el sentido estricto o moderno de la palabra. Las representaciones se efectuaban al aire libre, y los elementos escenográficos eran totalmente naturales, como montañas, piedras, bosques, etc. Sin embargo, también se utilizaban algunos elementos  simbólicos. A este respecto, Durán describe una fiesta en honor a Tláloc  que ejemplifica perfectamente esta afirmación:
  …antes del día propio de la fiesta de este ídolo, hacían un bosque pequeño en el patio de ni templo … en donde ponían muchos matorrales y montecillos y ramas y peñasquillos que parecían cosa natural y no compuesta o fingida (…) los grandes sacerdotes y dignidades, muy vestidos de pontifical, como dicen, sacaban una niña de siete u ocho años, metida en un pabellón que no la veía nadie ( …) toda vestida de azul que representaba la laguna grande y todas las demás fuentes y arroyos ( … ); la cual niña metían en aquel pabellón y sentábanla debajo de aquel gran árbol vuelta la cara hacia donde el ídolo estaba y luego traían un tambor y sentados todos sin bailar, teniendo la niña delante, le cantaban muchos y diversos cantares.
    Sin embargo, lo trascendente del teatro-rito prehispánico no es el parecido que pudiera tener con el teatro occidental, sino, precisamente, su capacidad de dar a la representación la posibilidad de trascender los conflictos humanos como el amor, el odio o los celos, para dar paso al conflicto hombre- Dios-universo, utilizando para ello muy poco diálogo y recurriendo a acciones muy concretas, como la danza y el canto, que acercaran a los participantes a un diálogo más profundo; a un diálogo consigo mismos y con el cosmos. Y es que el mundo náhuatl hay magia hasta en el más pequeño insecto: todo es un símbolo, todo lo que rodea al hombre es un signo complicado, que puede significar buenos o malos augurios…y  desde este punto de vista, todo es invocable.
    Era un drama vivido,  cuyas profundas raíces no pudieron arrancar los españoles: el teatro náhuatl era una ceremonia donde realmente se rezaba con el corazón, para alcanzar el “in ixtli, in yollotl’’ (un rostro y un corazón) en el cual la sabiduría del alma, se reflejara con pureza en la expresión del rostro.

  Como va se dijo, las fiestas religiosas pueden considerarse teatro. Al respecto, Horcasitas apunta “En todas las fiestas aztecas abundaba el sentido dramático, no sólo en las ceremonias (procesiones, cantos, danzas, trajes y escenificaciones) sino también en su sentido emotivo”.

  Pero una de las características más importantes del teatro náhuatl, tanto precolombino como colonial, es, sin duda, la intensidad con que el público participaba en la representación, así como la identificación tan cercana del actor con su papel: “En los espectáculos prehispánicos, como hemos  visto, los protagonistas se poseían a tal grado de sus papeles, que no sólo llegaban  a creerse dioses, sino que los fieles los consideran divinos”.

  Esta forma de vivir la representación hace pensar en la enorme validez, del trabajo del Taller de Investigación Teatral de la UNAM para rescatar esta capacidad de hacerse parte importante de la puesta en escena, otorgándose y otorgando a los demás participantes la posibilidad de escapar uno instantes de la intrascendencia y monotonía para convertirse en  guerreros que descienden al Inframundo en busca del Corazón del Mundo, para lo cual deben experimentar su propia muerte y resurrección.

  Cuando los españoles destruyeron el Imperio Azteca y comenzaron la labor de integrar a los indígenas a la nueva religión cristiana, se aprovecharon al máximo las dimensiones teatrales y se otorgó a la representación no sólo un carácter ceremonial o de divertimiento, sino también un carácter didáctico: un carácter evangelizador.

  En  Europa, el teatro se utilizaba para reforzar la fe mediante representaciones de escenas bíblicas, misterios y la vida de los santos.

  Cuando los misioneros españoles llegaron a América, encontraron una sociedad desmembrada y, sobre todo, pletórica de artistas y especialistas  desempleados; ¡qué mejor momento para aprovechar toda esta fuerza creativa en favor del proyecto evangelizador!

  El  teatro se convirtió entonces en el mejor medio de comunicación entre vencedores y vencidos. Dado que ambos tenían una gran tradición teatral religiosa, la representación se convirtió en el marco común de referencia. Fue un teatro medieval con espíritu renacentista; fue “una manera culta de superar la violencia y la frustración que genera todo proceso regido por los términos de vencedores y vencidos”.

  Algunos elementos del teatro prehispánico, como el zoomorfismo, se incorporaron a este teatro de la Colonia; los telones se sustituyeron por los espacios abiertos del teatro prehispánico, y el maquillaje evocador del teatro clásico de Occidente hizo su aparición, adaptándose a la magia esencial del pueblo náhuatl:
    …rayas vigorosas de colores estridentes surcaban rostros, brazos y piernas; los torsos también se adornaban con variedad de tinturas y tonalidades broncíneas y auríferas; máscaras de obsidiana, de turquesas, madera, cuero y otros materiales. Todo ello sobre un templete rodeado por la magia, capaz de reproducir aspectos de la naturaleza con elementos de sugerencia solamente.
    A pesar de que el teatro náhuatl de la Colonia era estrictamente religioso, también hubo infinidad de obras cómicas y festivas, salpicadas de ironía para divertir al pueblo. Por ejemplo, las dramatizaciones de los se acercaban a los dioses para pedirles favores.

  …El teatro se convirtió no sólo en el medio para difundir la nueva religión, sino también en el círculo de una nueva ideología, de una manera de afrontar a la vida… quizá no mejor de la que tenían los tlamatimine o sabios náhuatls prehispánicos.

  Así, el “milagro’” hizo su gloriosa aparición en la mente del mexicano.
  El teatro evangelizador cumplió su misión; prueba de ello fue la famosísima puesta en escena “La caída de Adán y Eva”, representada en Tlaxcala en 153O. Al final de esta obra, miles de indígenas eran bautizados, con lo que se consolidaba su legítima pertenencia a la nueva religión.

  Sin embargo, la Iglesia española consideró que el método teatral de evangelización era profano y poco honesto, por lo que, a partir de 1574, la Inquisición comenzó a censurar las obras dramáticas. Esto provocó el surgimiento de una increíble barrera entre indígenas y españoles; los españoles comenzaron a producir obras profanas totalmente escritas en español , olvidando por completo la lengua náhuatl .

    Cabe señalar que este carácter “profano” es muy relativo; basta echar un vistazo a los nombres de estas piezas: Coloquios espirituales y sacramentales o Poesías sagradas, ambas frutos de la inspiración (divina, por supuesto) del clérigo Fernán González de  Eslava. En realidad, puede decirse que el teatro verdaderamente profano surgió a finales del siglo XVl, con autores dramáticos como Alfonso Ramírez Vargas, Juan Becerra, Juan Ortiz Torres y Eusebio Vela.

  El signo característico de la dramaturgia novohispana posterior al teatro evangelizador fue la total evasión de un mundo indígena, en una actitud que quizá era mezcla del temor, odio, incomprensión y desprecio.

  Sin embargo, los indígenas, al parecer los pioneros del underground, siguieron ejerciendo su identidad partir de manifestaciones inofensivas a simple vista como la danza.

    En efecto, una gran cantidad de elementos del teatro evangelizador aún están presentes en las ceremonias religiosas que se llevan a cabo en todas las regiones del país: por ejemplo la naturaleza siempre sirve de escenario para este tipo de representaciones.

    Entre las manifestaciones de la vida náhuatl que permanecieron prácticamente intactas debido a su sorprendente integración a la cosmovisión cristiana; se encuentra, por otra parle, la danza conchera. Horcasitas apunta que es extraño que los franciscanos no la hayan aprovechado para sus fines religiosos evangelizadores,  dada su popularidad.

  La danza conchera sobrevivió debido a que asimiló imágenes y efectos de la ortodoxia católica, con lo que creó un sincretismo religioso difícil de deslindar: “Todas las religiones son fusiones, amalgamas, crisoles. El fenómeno del sincretismo religioso en la danza conchera es un reflejo fiel de cómo las inspiraciones de un auténtico cristianismo y de la religión prehispánica se concilian en un mismo impulso por bailarle a Dios”.

  Así, de acuerdo con Horcaistas, el mestizo, el mexicano, lejos de permanecer huraño a la nueva religión, asimiló su estructura para unirla a su carácter inicial.

  La danza conchera  juega un papel muy importante en el desarrollo del trabajo del TIT/UNAM. Según explica Nicolás Núñez: “Por un lado nos interesa su gran capacidad como instrumento para actualizar la conciencia y, por el otro, la ayuda que nos brinda para gestionar con ella partes importantes de nuestros diseños de teatro participativo”.

  Es así como el teatro-rito náhuatl aun se representa, transformándose constantemente en medio de distintas manifestaciones. Esta transformación  ha permitido una continuidad  en una tradición viva que no pertenece  a los museos, sino al pueblo y a sus espacios escénicos.

    Se sabe que el mundo prehispánico en general poseía un espíritu profundamente teatral. Basta con observar las enormes explanadas, plataformas  y “arenas’” que se levantan en lugares como Teotihuacán, Chichén Itzá y Tikal para imaginarse los impresionantes despliegues rituales que deben haberse escenificado. Por otro lado, como señala Núñez, es necesario “hallar la traducción adecuada que nos permita actualizar esas manifestaciones a nuestro aquí y ahora”.

  La búsqueda de una cultura antigua, desde esta perspectiva, no debe quedarse en el rescate antropológico de “nuestras raíces”, sino que debe servir como instrumento para entender una realidad contemporánea. El teatro es un espacio ideal para comprometerse orgánicamente con esta búsqueda, así como para explorar el impacto de una de las influencias culturales que toman parte de ese extraño y singular híbrido que es el pueblo mexicano. (*)

(*) Fuente: Antonio Prieto Stambaugh, Yolanda Muñoz González, El teatro como vehículo de comunicación, México, Editorial Trillas, pp.115-118.

La crianza del niño en la cosmovisión Nahua

De: Alias de MSNThe_dark_crow_v301  (Mensaje original) Enviado: 30/06/2006 19:40

La crianza del niño en la cosmovisión Nahua
Araceli Colin

La crianza es un hecho social. Como tal es resultado de un proceso alculturación de un grupo humano determinado. La crianza se traduce en hábitos, creencias y formas de educar a un niño o niña desde que nace o aún desde que está por nacer. ¿Quién dicta como criar a un niño? La tradición, una tradición que se trasmite vía oral, o ritual. A la red significante de una cultura también se le llama cosmovisión. López Austin la entiende como el conjunto estructurado de los diversos sistemas ideológicos con los que un grupo social, en un momento histórico, pretende aprehender el universo. La cosmovisión es un macrosistema que engloba a todos los demás sistemas, los ordena y los ubica.’

Hoy nos referiremos a la cosmovisión nahua que tiene coordenadas semióticas muy semejantes2 con otros grupos mesoamericanos. Esas coordenadas, sobre las que se tejió, la cosmovisión de los nahuas, las heredamos y, no obstante la conquista y la imposición de otra cultura, es posible advertir cómo han sobrevivido. Ese lecho mítico englobó y reconceptualizó la nueva cultura española y produjo la cultura novohispana que tampoco es monolítica pues según la zona presenta diversos grados de influencia étnica. Evidentemente las mezclas son de diverso orden según la naturaleza de los grupos, esto está en función de las clases sociales, de las actividades que cada grupo realiza, de las distintas formas de mestizaje, etc.

Para reconstruir la cosmovisión nahua han sido necesarios muchos años. Esta no está compendiada en ninguna parte. Es fruto del trabajo historiográfico, arqueológico y etnográfico de numerosos investigadores, nacionales y extranjeros, comprende los documentos antiguos así como las formas de vida de grupos contemporáneos de tradición indígena. Como bien dice López Austin, ningún miembro de una cultura tiene claros todos los mitos y todas las razones de sus creencias en una visión ordenada y coherente. “Sin embargo, existe como una unidad cultural producida principalmente a partir de la lógica de la comunicación, y gracias a esta lógica alcanza altos niveles de congruencia y racionalidad, independiente de que en su producción los hacedores de ella no posean conciencia de su participación creativa”.3

Un mito alrededor del cual se organiza una taxonomía básica es el mito de cípactlí. En el origen existía un peje, que es como un caimán monstruoso y caótico pues tenía los dos sexos y se llamaba cipactlí, en algunos mitos el nombre cambia, unos decían que tenía figura de hombre otros decían que era mujer. Los dioses decidieron partirla en dos. Tezcatlipoca entró por la boca de Cipactlí y Ehécatl por el ombligo. Ambos dioses se juntaron en el corazón de la diosa que es el centro de la tierra y habiéndose juntado formaron el cielo.4 Luego bajaron del cielo a la diosa, que estaba llena de agua por todas las coyunturas de ojos y bocas, mordía como bestia salvaje. Luego vieron que era necesario hacer la tierra.

Se transformaron estos dos dioses, Tezcatlipoca y Ehécatl, en serpientes; uno asió a la diosa de la mano derecha hasta el pie izquierdo y el otro de la mano izquierda al pie derecho, la apretaron tanto que la cortaron en dos, de una mitad salió el cielo y de la otra la tierra. Subieron el cielo para que nunca más se juntara con la tierra. Para compensar a la diosa del daño que los dioses le habían hecho, todos los dioses descendieron a consolarla y ordenaron que de ella saliese todo el fruto necesario para la vida del hombre. Hicieron de sus cabellos árboles, flores y yerbas, de su piel, la yerba muy menuda y florecillas, de los ojos hicieron pozos y fuentes pequeñas cuevas, de la boca, ríos y cavernas grandes, de la nariz, valles y montañas. Esta diosa lloraba algunas veces por la noche, deseando comer corazones de hombres y no quería callar ni dar frutos si no era regada con sangre de hombres.5 De este mito, entre otros, surge la justificación del sacrificio.

Para sostener el cielo arriba, pusieron cuatro postes o árboles cósmicos. Los dioses crearon cuatro hombres, con éstos hombres, los dioses Tezcatlipoca y Ehécatl se hicieron árboles grandes.6

Al partir a la diosa cipactli quedó separada la parte masculina de la femenina y nunca más debía volverse a juntar. El connubio era la violación de la separación original. Una vez separados cielo y tierra el tiempo no transcurría, era un eterno presente. Los postes o troncos se constituyeron en los caminos de los dioses, por su tronco hueco correrían y se encontrarían las esencias divinas opuestas que eran los flujos de las dos mitades del cuerpo del monstruo. El «pecado», o sea la unión de los dioses de cielo y tierra, fue lo que produjo el decurso del tiempo.

Según Broda7 la cueva constituye el axís mundí y según Ma. Elena Aramoni,8 Tláloc es el gran mediador entre las dos partes del cuerpo separadas del mito de Cípactli, cielo y tierra. Por la formación volcánica del país hay abundancia de cuevas. Se pensaban que era el lugar de comunicación entre el inframundo y los muertos, el nivel terrestre y por consiguiente el celeste. Se pensaba que la cueva era un repositorio de agua y de víveres y era el paraíso de Tláloc dios de la lluvia y de los muertos por agua, y receptor de ofrendas sacrificiales de infantes para proveer lluvia. Esta idea de la cueva está en estrecha relación con el útero materno y el líquido amniótico.

El vientre como fuente de víveres proviene de la idea real de que la madre proporciona al niño alimento y líquido para su bienestar. La tierra en numerosas culturas, y la mexica no es excepción, es considerada como representación de lo femenino y más especificamente de la madre. La cueva como la madre tiene el doble sentido de bienhechora y persecutoria. En tanto la cueva es un punto de comunicación con los muertos, con lo putrefacto y lo enigmático es fuente de angustia. Existen numerosos mitos persecutorios sobre las cuevas, sobre todo para quienes quieren llevarse sus tesoros escondidos. Y existen también creencias de carácter persecutorio, asociadas con la madre, bajo la representación de la bruja.

Pasaré ahora a hablarles de algunas creencias que los antiguos nahuas tenían sobre los niños y particularmente de aquellas que influían en la crianza. La fuente de estas creencias es de Bernardino de Sahagún, quien recogió lo que los ancianos le contaron, pero también de muchos otros etnólogos que han trabajado con comunidades nahuas y pueden constatar la estrecha cercanía con dichas descripciones y su impresionante vigencia.

El término crianza.

El término crianza se aplica tanto a los seres humanos como a los animales. Implica la procreación, el parto, el puerperio y la lactancia. En los animales se considera que la crianza termina cuando la lactancia ha cesado y el cachorro es independiente de la madre. Si se trata de la cría de animales domésticos, el término “crianza” implica también la “engorda” del animal antes de ser sacrificado para fines comerciales. Pero en el ser humano la terminación de la crianza no es de orden biológico, no es tan simple, es variable, depende de cada grupo cultural y del empleo que den al término. Crianza es un término en creciente desuso en las instituciones de salud. La palabra proviene del latín creare, crear, engendrar.9 Otra de sus acepciones se relaciona con la lactancia, el cuidado, la educación y más precisamente con la urbanidad,10 de donde viene el término “malcriado”. No conozco el término que utilizaban los mexicas como sinónimo de crianza, ni hasta dónde estaba temporalmente el límite o fin de la misma. “Criado”, sería por derivación lingüística, el objeto de la crianza. Pero es interesante destacar que el término “criado” proviene de la Edad Media. Tiene históricamente un sentido político, pues “criado” era el esclavo nacido en la casa de su señor, de su amo. Más adelante se aplicó el término al negro nacido en las colonias y al indio esclavo del español. Aún hoy en México se le dice “criada” a la empleada doméstica. La palabra “criada” es una expresión frecuentemente pronunciada con desprecio, cargada de un racismo novohispano que aún heredamos y cuyo empleo es un ejercicio de poder que marca diferencias en el trato cotidiano.

En sentido estricto la crianza termina cuando un niño deja de ser un crío o una criatura, es decir al concluir la lactancia. Pero como una de las acepciones del término crianza, es educación y ésta no termina en la infancia, la discusión se desplaza a otras cuestiones que por ahora no abordaremos. Lo que interesaría analizar es la significación cultural del término en cada grupo.

Valoración de los niños.

Los niños en la tradición nahua eran altamente apreciados. Se les comparaba con una piedra preciosa o con una pluma rica. La pluma de las aves era un atributo que portaba la divinidad. Los niños no eran de sus padres, eran de los dioses. Su nacimiento era un don de los dioses que podría serles retirado.

En el Códice Mendocino, en el apartado de la Matrícula de Tributos11 podemos apreciar los dibujos de piedras, plumas y pieles que los pueblos tributaban. Los colores de las plumas según este códice eran: azules, bermejas, verdes, turquesadas, amarillas, y las piedras era turquesa y ámbar. El niño como piedra o pluma rica es un objeto de intercambio de los dioses con los hombres, un don. El niño era comparado con estos objetos, como algo que embellece, inviste de valor, pero también está implícito el sentido de tributo, de ofrenda de don.12

La pluma, la piel, el oro, la piedra, son adornos, objetos decorativos, pero también son el signo de una investidura. Un signo que inviste es un símbolo que representa un valor social. Es algo que se ofrece a la vista. Pero la relación con la piedra es porque representa al corazón. Es el florecimiento del teyolía en un nuevo ser.13 Pero también se pensaba que las piedras, las verdes, tenían la propiedad de atraer y exudar humedad, eran un símbolo de fertilidad.14

Los niños se asociaban con el agua y la agricultura por la creencia que tenían de que renacían, como renacen los frutos sembrados. Se concebía al niño como una planta y generación de los dioses.15

Los dioses de los niños.

La pareja de dioses creadores es Ometeotl y Ometecutli. Crean a los bebés en el noveno cielo. El dios poseedor de los niños es Tezcatlipoca. Una de sus tantas advocaciones es Pilhoacatzíntli. Es un padre reverenciado y temido.

Tezcatlípoca porta en su pie un atributo fálico, su espejo, justo aparece en lugar de lo que le falta: un pie. Digo fálico en sentido lacaniano,16 es decir, el falo es algo altamente valorado pero que puede faltar. El espejo representa el agua17 elemento vital cuya alternancia de presencia-ausencia podía angustiar a toda la comunidad, sea por su exceso sea por su falta. Elemento precioso sin el cual un pueblo agricultor no puede subsistir. Vida y muerte atributos del dios asociados al agua. El agua como metáfora de un pie; un pie es un sostén del cuerpo, como el agua es el sostén del cuerpo social.

Que no se vean en los espejos, es una creencia, relativamente reciente, referida por García Martinez, que habría que ver si es compartida por este grupo de Lomas de Casa Blanca con el que ustedes trabajarán. No sabemos de qué grupo es esta creencia ni de cuándo. Podríamos hacer conjeturas que se relacionan con el mal de ojo, cuando alguien es visto con un “ojo pesado” que le calienta la sangre a los niños.

Supongo que la actual creencia de no permitir que se vean en los espejos tiene relación con Tezcatlipoca y con el mal de ojo, pero es necesario investigar minuciosamente si esta suposición se confirma.

A Tezcatlipoca le pedían que velara por los niños de cuna, tanto por los que tenían padres como por los que eran huérfanos, ya que sus padres habían muerto a causa de la sequía. La sequía era concebida como una guerra que les hacía su dios18 una desgracia, un castigo por sus faltas.

¿Por ventura habéis determinado de desamparar del todo a vuestro pueblo y a vuestra gente? ¿Es verdad que habéis determinado que perezca totalmente y no haya más memoria de él en el mundo, y que el sitio donde están poblados sea una montaña de árboles, o un pedregal despoblado?… ¿Es posible que vuestra ira, y vuestro castigo, y la indignación de vuestro enojo es del todo implacable, y que ha de proceder hasta llegar al cabo de nuestra destrucción? … ya los niños chiquitos perecen de hambre, porque no hay quien les dé de comer ni de beber, ni quien los consuele ni regale, ni aun quien dé el pecho a los que aún mamaban; esto a la verdad acontece por sus padres y madres por haber muerto, y los dejaron huérfanos y desamparados, sin ningún abrigo; padecen por los pecados de sus padres.19

Antes de nacer.

¿Pero dónde estaban los niños antes de nacer? Estaban en el chichihualcuauhco o árbol nodriza a donde iban los niños de pecho que no habían ingerido aún ningún alimento proveniente de la tierra. Según Sahagún, en sus “Primeros Memoriales”20 ese lugar donde se encontraba dicho árbol se llamaba Xochatiapan. El árbol nodriza es un árbol del que penden como frutos mamas de las que fluye leche. Los niños rondan el árbol como aves mamando de la leche más dulce y en abundancia. Si el niño moría y era aún lactante volvía al árbol nodriza. La condición era que, además de ser lactante no hubiera probado alimento de la tierra.

La concepción.

Existen varios verbos nahuas que significan “concebir” o “preñar” unos aluden al asentamiento del bebé en el vientre materno y otros son interesantes por la concepción mítica que subyace a ellos, uno se refiere al enfermar (ocócox) y el otro a haberse dañado (itlacahui). El que se refiere a enfermar ha subsistido varios siglos, aún ahora muchas mujeres se refieren al embarazo como “estar enfermas”. En náhuatl la naturaleza de la enfermedad estaba asociada al desequilibrio de fuerzas, a la mujer en este estado se le consideraba, y aún se le considera, muy susceptible de ser afectada por fuerzas dañinas. Por ejemplo no debían ir a un funeral. Es como si sus defensas se encontraran menguadas. Haberse dañado es un verbo que está ligado a lo que se corrompió. Lo femenino estaba asociado a lo podrido. Lo que se pudre está asociado a lo oscuro frío y húmedo. Los cadáveres se pudren en la tierra. Pero de esa putrefacción nace la vida. Se creía que la concepción era resultado de un proceso de corrupción de la materia, en este caso, según L6pez Austin, del semen. La corrupción no tenía una connotación negativa.. “Es conveniente comparar esto con la creencia entre los nahuas que viven muy próximos a la capital mexicana: estiman que el semen se va acumulando en el interior de la mujer hasta ser suficiente para formar al niño; pero si no es suficiente se convierte en gusanos. De esto deducen también que si las mujeres casadas no van pasando de un estado de preñez a otro, su salud peligra por la corrupción que produce el semen del varón.”21

El embarazo.

La embarazada se encontraba en un estado que requería cuidados especiales sobre todo de tipo mágico. Debía evitar los eclipses de sol y luna de lo contrario el niño nacería con labio leporino.22 Para evitar daños colocaban en el seno de la mujer una navaja negra con ceniza del fogón si le era preciso salir de noche. Si había un temblor de tierra, rompían o tapaban las vasijas que ante ella estaban, para que no abortara. No debía ver el color rojo porque nacería el niño de lado. No debía ver a los ajusticiados o ahorcados pues provocaba que el niño naciera con el cordón enredado al cuello. No debía comer tamales que se hubieran pegado a la olla pues el niño se le pegaría en el vientre y el parto sería difícil. Si la preñada andaba de noche el niño seria muy llorón. La adivinación como medio de diagnóstico terapéutico se usaba para el embarazo, por medio de la ingestión de peyote, planta sagrada del dios supremo o bien por medio del ritual de adivinación con maíz. Ante los riesgos de aborto empleaban diversos remedios con base en el conocimiento de la herbolaria.

El parto.

Al parto se le llamaba la hora de la muerte. En una sociedad guerrera todos los procesos de vida-muerte eran leidos con la lógica guerrera. El parto no era la excepción. La partera ayudaba a la parturienta con gritos de guerra.23 A las mujeres que morían en el parto se les llamaban guerreras valientes que habían ofrecido su vida en sacrificio y se les deificaba, se les llamaba Cíhuateteo y por su muerte honrosa no iban al Mictlán, lugar de trabajos, sino que pasaban directamente a la Casa del Sol. El papel de las Cíhuateteo era acompañar diariamente al sol del cenit al ocaso. Cuando la madre lograba parir, se la consideraba vencedora en guerra. La diosa Cihuacoatl es el prototipo de las guerreras femeninas que procuraban hacer prisioneros. Las mujeres guerreras son una advocación de las diosas terrestres.24 Es la diosa que impone a las mujeres el tributo de muerte en el parto o las ayuda en el difícil momento.25 La pregunta que surge es ¿a quién venció? ¿Es su hijo su prisionero de guerra? Es un cautivo. Es interesante hacer notar que si un soldado tomaba a un cautivo, le tenía por hijo.26

Había en torno a la maternidad una dialéctica persecutoria al significar el parto como una batalla a muerte. Todas las cihuateteos retornaban “fantas-malmente” ciertos días, preestablecidos, como malos aires que podían dañar a los niños, por esa razón las madres escondían a sus hijos. Es como si se temiese la venganza de la guerrera muerta ya no sobre su hijo sino sobre otro niño.

En el momento del parto se encendía un fuego que debía durar cuatro días después del alumbramiento. Lavaban a la parturienta del pelo y el vientre, cuando la dilatación era mayor la llevaban al temazcal. Si se dificultaba el parto le daban a beber agua de un cocido de cola de tlacuache.27

Para expulsar la placenta se usaba beber leche de otra mujer mezclada con aceite, o los cabellos de la propia mujer en un jarro con algún líquido.28

El nacimiento.

Cuando un niño nacía se le anunciaba que podría ser guerrero o ser ofrecido en sacrificio, su posible muerte era requerida por las organizaciones de su cultura, el beneficio de su muerte se vertiría sobre la comunidad.29 El sacrificio estaba ligado con la agricultura. La relación entre muerte y vida era estrecha. La vida provenía de la muerte. El niño en su carácter de no realizado aún, podría engendrar una nueva forma de vida. El sacrificio era para atraer lluvias.

Las lágrimas del niño en el rito eran valiosas porque auguraban abundantes lluvias.

La partera cortaba el cordón umbilical con largos discursos. Si era varón decía “hijo mío muy amado… sábete y entiende que no es aquí tu casa donde has nacido, porque eres soldado y criado, eres ave que llaman quecholli… esta casa donde has nacido no es sino un nido… tu oficio es dar a beber al sol con sangre de los enemigos, y dar de comer a la tierra, que se llama Tlaltecuhtili, con los cuerpos de tus enemigos…” y si era mujer le decía: “habeis de estar dentro de casa como el corazón dentro del cuerpo… habeis de ser la ceniza con que se cubre el fuego del hogar». Después la partera lavaba al niño al mismo tiempo que dirigía palabras rituales a Chalchitlicue, diosa del agua. “Tened por bien, señora, que sea purificado y limpiado su corazón y su vida…lleve el agua toda la suciedad que en él está, porque esta criatura se deja en vuestras manos…”30

La relación del niño con su comunidad era muy estrecha: nacía para tener una función para su grupo. Su proyecto de vida no era de ninguna manera un asunto individualista. Cuando nacía se ofrecía una comida a los miembros del barrio. A esa comida se le denominaba ombligo. El “ombligo” es un símbolo. Un símbolo religioso siempre representa varias cosas a la vez, es polivalente.31 Es algo que une al niño con su comunidad. Los otros comen de él, es un símbolo de pertenencia y de unión. Luego que tomaban la comida salían huyendo con ella y gritándole al bebé que fuera al campo de batalla que ese era su oficio. Estos muchachos representaban a los hombres de guerra, porque robaban y arrebataban la comida.32

Hoy en día se practica colocar el cordón umbilical en un árbol que se encuentra cerca de Chalma, y en Malinalco se entierra la placenta cerca de casa. No se debe enterrar lejos porque si no cuando crezca hará llorar a la madre (se irá lejos).

El niño era creado por Ometecuhtli y Omecíhuatl, dioses creadores, en el noveno cielo.33 No se sabe cuando era creado y cuando re-creado, puesto que algunos renacían. Era concebido como una flor en hermosura y como espina de maguey en defensión de sus antepasados.34 Su vida podría tener el sentido de dar honor al linaje de sus antepasados. Por ello repetidamente decían que el niño era uña y cabello de sus antepasados. Quizás porque son partes del cuerpo que tardan mucho en destruirse. De los huesos florecen las generaciones como hemos dicho anteriormente.

El padre llamaba al tonalpouhqui o adivino, especialista en los libros sagrados y comenzaba a preguntar el momento exacto del nacimiento para saber cual signo del día le correspondía al niño. Si el niño nacía bajo buen signo se le imponía el nombre al día siguiente, si nacía en día nefasto, se esperaban para imponerle un nombre bajo el signo de uno de los cuatro días siguientes. El signo del día marcaba lo que ahora se llamaría temperamento, personalidad. Era algo que no se podía cambiar. Se leía el pronóstico astrológico del infante y las ofrendas que debía hacer a los dioses para evitar su enojo.

Después del baño se ofrecía al niño al sol y a la niña a Yoaltíciti, “la curandera nocturna” y se colocaba en la cuna. Esta diferencia está en relación con el sistema clasificatorio del cosmos. El sol, lo caliente, lo seco y el cielo son el ámbito masculino, la tierra, la noche, lo frío y lo húmedo son el ámbito femenino.

Se confeccionaban pequeños objetos simbólicos alusivos a su sexo, un escudo de guerrero o husos, lanzadera y cofrecito si era mujer. El rol de la mujer como tejedora era muy importante. El textil funcionaba como un objeto de trueque privilegiado entre otros. El tejido simbolizaba el tejido de la vida. Es en el seno materno donde “se fabrican” los tejidos corporales.

Si nacían gemelos se pensaba que podría morir en breve el padre o la madre, para evitarlo dice Bartolomé de las Casas, uno de ellos era sacrificado. Si esto no ocurría no dejaban de ser portadores de un cierto mal. Pues incluso los alimentos no se cocían si los gemelos habían pasado cerca de la olla o del fogón o el baño de vapor no calentaba, o no pintaba bien el color rojo cuando teñían. Es como si el mal que portaran estuviera relacionado con lo frío. Es posible que lo frío provenga del hecho de que el tonalli (fuerza que proviene del sol) tuvo que repartirse entre dos bebés. En el siglo XIX en Tlaxcala se pensaba que los gemelos tenían la facultad de curar mordeduras de serpientes o piquetes de animales ponzoñosos. Ello se debe a la relación etimológica de cuate que es cóhuatl que quiere decir culebra, porque dicen que la primera mujer que parió gemelos se llamaba Cóhuati.35

Se le sangraban los genitales al niño con púas de maguey como práctica religiosa. Práctica que era frecuente como especie de penitencia y ofrenda en otras ceremonias rituales entre los adultos.

El puerperio.

Para fortalecer a las parturientas, y procurar el retraimiento del útero, les administraban varios tipos de hierbas; sea por vía oral, como emplastos o por vía vaginal.

Los saludos al recién nacido.

El ceremonial de los saludos era muy largo. Según Sahagún duraba veinte días durante los cuales los ancianos daban largos discursos y las ancianas daban una y otra vez las gracias a los dioses. El niño y la familia eran visitados por miembros de la comunidad.

“Señores y señoras, los que aquí, estáis y tenéis por bien de tener cargo de nuestro nieto, que es nuestra piedra preciosa y nuestra pluma rica que ahora nuevamente ha llegado, y se ha manifestado, que es una piedra preciosa y un sartal de cuentas de oro, y es cabello y uña de sus antepasados…” …A vosotros se os da licencia para que le veáis y tengáis y gocéis de él, como de una fiesta y de una gran maravilla, que con lloros y suspiros desearon ver aquellos que pasaron de este mundo, y los llevó nuestro señor para sí, que ni le vieron, ni le gozaron, y es su cabello y es su uña de los dichos sus antecesores y ahora nosotros vemos, y en nuestra presencia nuestro señor hace la fiesta y el milagro que ellos desearon y no le vieron; vosotros gozáis de la piedra preciosa y de la pluma rica, que desearon los antiguos…36

Se entendía uña y cabello de los antepasados como expresión de un florecimiento de generaciones pasadas, abuelos y bisabuelos, reyes y señores.

… y ha llegado a este mundo su piedra preciosa y su pluma rica, que es planta y generación de nuestros señores, los reyes que pasaron y dejaron su generación como pedazos de sí mismos, que son sus cabellos y sus uñas; y es su sangre, y su imagen, ha brotado, ha florecido la fama y la gloria que ha de resucitar la memoria y la gloria de sus antepasados, abuelos y bisabuelos y les ha dado nuestro señor su imagen y su retrato.

Según Aguirre Beltrán en los tejidos del sujeto, la personalidad estaba siempre presente, aún después de muerto38 ¿cuál habrá sido la relación entre personalidad y linaje? De las partes del cuerpo humano viviente, las uñas son con frecuencia usadas como materia amatoria, así como los cabellos.39

En este negocio de saludar a los niños que están en la cuna, y a sus padres, no tienen medida, porque dura diez y veinte días el saludarlos.40

Pero los saludos no tenían un sentido triunfal. Hablaban de la alegría y la maravilla de la creación, pero también advertían sistemáticamente de no envanecerse con la posesión del niño, insistía la duda sobre su destino, sobre la voluntad de su dios sobre la vida del niño, sobre la posibilidad de que muriera prematuramente; saludo que hoy en día sería impensable para una madre que acaba de parir. Ese saludo se realizaba así por condiciones históricas y culturales. Históricas porque la mortalidad infantil era alta, y culturales porque sabían que la vida de los niños podía ser bruscamente interrumpida por el sacrificio si era necesario.

Si a la recién parida la visitaba alguna persona con niños les debían frotar a éstos las articulaciones de las piernas y las sienes con ceniza del fogón para que el recién nacido no quedara lisiado, o no le “crujieran los huesos cuando anduviese”41

La afición de los mexicas a la retórica tenía en los rituales la ocasión de desplegarse en pomposas e interminables disertaciones, agradecimientos y recordatorios de las funciones de cada uno. Hacían discurso los que saludaban a los que recibían el saludo.

La lactancia.

Según López Austin42 duraba cuatro años la lactancia, y según Noemí Quezada43 duraba dos. Para acrecentar la producción láctea de la madre se le daba achiote (achiotl) mezclado con corteza de cacao. El aguamiel bebido diariamente tenía el mismo efecto, también se usaba perejil, alfalfa, harina de haba y semillas de eneldo para los mismos fines. Para “purificar” la leche las mujeres tomaban hierbas. También se les daban hierbas a los bebés que vomitaban la leche. Para producir el descenso de la leche y ablandar el pecho se les daba yerbabuena con polenta. Para reducir la producción de leche cerca del destete se usaban almendras dulces y cera blanca.

Las entidades anímicas.

Entre los mexicas, del período anterior a la conquista, se consideraban tres entidades anímicas: el tonalli situada en la cabeza, el ihiyótl situada en el hígado y el teyolía, que hacía síntesis entre la racionalidad y las pasiones, situada en el corazón.

Con la llegada de los españoles era preciso producir una síntesis entre dos concepciones de entidad anímica. Para el cristianismo sólo hay una llamada “alma”; para los mexicas había tres de muy diferente naturaleza. La palabra “sombra” parece recoger atributos del alma y atributos de las entidades anímicas mexicas. La palabra «alma» del cristianismo no recoge los diversos sentidos y las diversas creencias y concepciones de enfermedad que proporcionaba la tripartición de lo anímico.

Tamoanchan y Tlalocan son dos lugares sagrados asociados con un cierto metabolismo cósmico de las entidades anímicas. Tamoanchan es lugar de creación, desde donde la pareja creadora Ometeotl y Ometcíhuatl envían el germen anímico del niño al vientre de la madre. Tlalocan en cambio es lugar de muerte. Sin embargo en algunas fuentes ambos lugares cósmicos se confunden. Esta confusión, según López Austin, obedece a la concepción del reciclamiento de las entidades anímícas. Si la vida proviene de la muerte. Los muertos van al Mictlán a limpiar la esencia del teyolía de las cargas para que pueda ser empleada para nuevos seres vivos, humanos, animales o vegetales. Esta limpieza de cargas es difícil, y dolorosa. 44

Alrededor del nacimiento existía una gran cantidad de rituales. Cuando nacían había que cuidar el tonalli de los niños, puesto que podía escapar de su cabeza ya que no estaban aún osificadas las fontanelas, y había una serie de prescripciones para los padres de un recién nacido.

El niño estaba provisto de la irradiación inicial de los nueve cielos superiores durante toda su vida intrauterino. Al independizarse de la madre, era necesario que su tonalli se incrementara. Ahora debía recibir fuerza de seres que estuviesen próximos a él. Ya en la superficie de la tierra, ya en los cielos inferiores. Las fuerzas llegaban cotidianamente a la superficie de la tierra a través de los cuatro árboles divinos.

Sin embargo, no debía ser expuesto directamente a los rayos solares, hasta que se supiera si la carga de tonalli del día de su nacimiento era benéfica o dañina. De lo contrario se podía imprimir de forma definitiva una energía desfavorable. Por ello recurrían al fuego dentro del hogar, del que nadie podía tomar, para no robarle lo que le correspondía al niño. Esto terminaba una vez que era ofrecido a los dioses y se le imponía el nombre público, además de mantener el nombre secreto en el caso de que le hubiese tocado una carga desfavorable.46

Es interesante advertir que el cabello era considerado como un recipiente de fuerza que evitaba que el tonallí se saliera, de modo que cuando alguien moría, le arrancaban un mechón de la coronilla y lo unían con el primer mechón de cabellos que le habían cortado cuando recién nacido.

Pero también el cabello (y las uñas) eran la expresión de un nuevo florecimiento de los antepasados. Al bebé recién nacido se le saludaba así:

“Anda ve a N., mi hermano que vive y gobierna; salúdale de mi parte, porque he oído que nuestro señor ha hecho misericordia con él en darle un hijo, su hechura: dile que desde acá le saludo, porque ha nacido y ha llegado a este mundo su piedra preciosa y su pluma rica, que es planta y generación de nuestros señores, los reyes que pasaron y dejaron su generación como pedazos de sí mismos, que son sus cabellos y sus uñas; y es su sangre, y su imagen…”47

El tonalli puede salir peligrosamente si se despierta a alguien, de manera súbita. A la entidad anímica denominada tonallí, algunos grupos, como los tzotziles, le llaman “sombra” o ch’ulel, y se encuentra en humanos animales, plantas y cosas. Actualmente los totonacos nombran con el vocablo listakua a una especie de alma, que es lo que hace vivir o crecer al cuerpo48 y los negros cuijleños49 de Guerrero piensan que así se pierde la sombra, por un susto o un despertar súbito. La sombra reproduce la silueta de una cosa o de una persona, pero es incorpóreo. También se cree que en los sueños, la sombra viaja y visita a los muertos y a los dioses, y por esa razón podría ser capturada. Entre los otomies actuales se recomienda no dormir con animales porque el animal podría atrapar la sombra que se sale durante el sueño.

La sombra es como aire:

Es como aire; está en la imagen del cuerpo, “como venimos al mundo”, “como un monumento”, es decir, en la forma corporal. Es la esencia impalpable del individuo, de su forma física y de sus características mentales; en breves palabras, es la imagen onírica del individuo. La sustancia espiritual que constituye el ch’ulel nunca muere, ya que pasa de un ser a otro en un ciclo interminable…50

El término “sombra” se encuentra en toda mesoamérica. Y diversos grupos nahuas lo utilizan hoy en día. López Austin supone que pudo haber sido traducido del náhuatl cehuallí,51 afirma que es un concepto y una creencia no occidental introducidos y difundidos por los negros africanos.

El término cristiano alma y el término sombra no son equiparables. Para los cuijleños de Guerrero, por ejemplo, la persona o cristiano se compone de cuatro partes, l)cuerpo, 2)alma, 3)sombra y 4)el tono. Para este grupo la sombra es el componente más importante, pues ahí reside el nombre de la persona.52

“La sombra se describe como algo inmaterial que tiene la forma del cuerpo humano. Ninguna ha podido ver la sombra del vivo, algunas veces han sentido su presencia; en cambio son muchas las personas que han visto la sombra del muerto en el sitio preciso donde el cadáver fue colocado sobre el suelo.”53

La sombra puede desprenderse del cuerpo sin que la persona muera. Puede viajar, recorrer lugares diversos durante el sueño. Pero es justamente en esas trayectorias cuando puede sufrir la captura de un enemigo ya sea vivo o muerto. En todo caso se trata de alguien con una fuerza sobrenatural.

También puede producirse un súbito desprendimiento de la sombra ante un susto o espanto. En ambos casos es preciso un rito para recuperarla. También se dice que la enfermedad es consecuencia de la pérdida de la sombra.54 En los grupos estudiados por M. Matías el rito para recuperar la sombra se denomina “levantar la sombra”, “regada” o “cadena”. Según Aguirre Beltrán “levantar la sombra” es un término que en Cuijla sólo se aplica a la sombra de un muerto, y coincide con el rito del levantamiento de la cruz, mientras que agarrar la sombra es un término utilizado para capturarla cuando se ha desprendido de una persona viva.55 En resumen, en Cuijla, se levanta la sombra de un muerto, se agarra la sombra de un vivo.56 Si se sueña a un muerto se carga la sombra, por ello no se “debe soñarlo”, es una forma de espantar o inquietar al deudo.57

Si la recuperación de la sombra demora o no se consigue, la persona muere. Cuando una persona fallece, los cuijleños consideran que es preciso levantar la sombra para que no se quede vagando y vaya también al lugar de los muertos para tranquilidad de los deudos y de los vecinos del difunto.

No hay un criterio uniforme, en Malinalco, sobre si los niños tienen, o no, sombra.58 Lo que si es claro es que al levantar la cruz (de flores) y sepultarla así como colocar la cruz de madera en la tumba es el segundo y último momento que cierra el proceso del sepultamiento.

En algunos grupos de tradición indígena, cuando los niños se caen los padres se enojan. Este hecho siempre llamó mi atención. Me parecía absurdo que los regañaran y les pegaran en lugar de consolarlos o aliviarles el raspón. Cuando escuchaba estas creencias sobre el espanto me percaté que muy probablemente este enojo expresa la angustia de los padres de que se puedan “espantar” si se espantan se les va la sombra. Enojarse porque se caen es una manera de decirles a sus hijos que tengan más cuidado porque el peligro no es el chipote o el raspón, el peligro es que la sombra se vaya y que quizás no se pueda recuperar. Lo llamativo es que los padres no hacen consiente esta razón, sólo reproducen el enojo que ha sido trasmitido de otras generaciones.

Las enfermedades

El mal de ojo es una de las enfermedades folk más extendidas en el mundo, y es en la actualidad uno de los males que hay que evitarle en lo posible a un bebé. Ojear al niño es mirarlo con deseo o con envidia. Este es el sentido más general y frecuente. Esa mirada “calienta” la sangre del niño y lo enferma, lo pone llorón, inquieto, insomne, “no se haya”.

La terapéutica es diversa, ojo de venado, listón rojo para desviar la mirada, o bien cuando este remedio no funciona, se le pasa al niño un alacrán sin ponzoña por todo el cuerpo.59

Las mujeres comentan entre sí que no deben arreglar demasiado a los niños para evitar que les hagan ojo. Es mejor traerlos desaliñados para no despertar que los deseen. Cuanto más pequeños más frágiles. La resistencia a ser fotografiados seguramente encuentra en esta creencia su razón.

Otro sentido referido al productor de mal de ojo que no se ubica como envidia recae en los cansados y sudorosos, los hambrientos, los sedientos, las menstruantes y los iracundos. Daña a las recién paridas, a las embarazadas a los recién nacidos y aún a los niños ya mayores. Estos se protegen del mal si no ven directamente a la gente en la calle o si no entran en contacto con las personas de “sombra” fuerte.

Otra forma de hacer ojo, que tampoco sería por envidia sino por desequilibrio anímico se llama Tiazolmíquiztli lo producían los adúlteros, las prostitutas, los licenciosos, los que acaban de copular, los amancebados, los ladrones, los jugadores y los borrachos. Los niños padecen una infección sobre los ojos las embarazadas padecen escalofríos, fiebres, dolor de cabeza a la hora del parto, la esposa puede quedar estéril. Antiguamente se decía que los animales morían, los frutos se dañaban y las mercancías perdían su poder de venta, las ofrendas religiosas se ensuciaban por lo que ya no servían para comunicarse con los dioses.

El espanto

Cuando se analizan las distintas causas de enfermedad de los niños, se puede advertir un “parentesco” entre la sombra y ciertos problemas de salud derivados del espanto. El espanto es una enfermedad folk semejante a la pérdida de la sombra.60

La sombra puede perderse por un susto repentino, por una caída, o por haber estado cerca de algún arroyo o riachuelo y haber hecho algo que molestaba a los espíritus del agua. Aún hoy en Malinalco se piensa que los seres (espíritus) del agua pueden llevarse la sombra de un niño, y si ello ocurre así, el niño puede caer enfermo, estar inquieto, intranquilo, inapetente, insomne. Es preciso curarlo pues si la sombra no regresa puede incluso morir. Se lleva una ofrenda al lugar donde el niño estuvo jugando en el río; lo que cada persona pueda llevar, y ahí se deja. La comida se entrega a cambio de que la sombra regrese.

Se cura de espanto, en Malinalco, con epazote o con masajes a los que les llaman “sobadas”. El masaje se da en las articulaciones, que según la investigación que ha hecho López Austin, obedece a que son lugares receptores de la entidad anímica. Si la sombra se perdió por los espíritus del agua la terapéutica es distinta.

La manera de saber si un niño tiene espanto, consiste en hacer un reconocimiento de ciertos signos, Ramírez Torres, realizó un inventario entre los otomíes, que grosso modo coincide con lo que me refirieron varias mujeres en Malinalco. Los signos son: está flaco, le sale moco, le da tos, está pálido, respira rápido, tiene fiebre, ojos hundidos, tristeza, lloriqueo, inapetencia, desgano, somnolencia, o bien insomnio, e incomodidad consigo mismo.61

En la ranchería del Zapote, Malinalco, a los niños los curan de espanto con una “empazotada” (limpia con epazote, es decir pasar unas yerbas de epazote por todo el cuerpo) y flores.

La enfermedad es concebida como la expresión de un mal que otra persona causa en quien se enferma. Por ello acuden a las limpias.62

Los niños y el agua

El niño históricamente ha estado asociado al agua en la cosmovisión mexica. Los niños que ya no eran lactantes y habían muerto por agua iban al Tialocan, paraíso de Tláloc. El niño está relacionado con el agua por varias razones, físicas por el líquido amniótico, las lágrimas y la lactancia. Y en el plano de las creencias, el niño está ligado al agua por la relación que guarda la vida y la muerte en un grupo agricultor y su relación con el sacrificio.

Cuando un niño cae en un ojo de agua las personas piensan que se lo llevó el dios del agua, y es para que el ojo de agua no se seque. No hay que sacarlo, hacerlo es oponerse al dios del agua. Hay la certeza de que él se lo llevó. Antiguamente los mexicas sacrificaban a algunos niños en los remolinos de agua, el remolino contribuía a llevar al niño con el dios.63

La pérdida de la sombra en el agua, a la que nos hemos referido antes, forma parte de este sistema de creencias.

Educación

La niña quedaba bajo el cuidado de la madre y el niño, después de los tres años, bajo el cuidado del padre. La educación se limitaba en casa a los buenos consejos y las actividades que se les enseñaban eran: al varón, aprender a llevar agua, leña, ir al mercado y recoger granos de maíz desparramados por el suelo, a la niña se le enseñaba a hilar, y desde los seis años ya comenzaba a manejar el huso. Los varones aprendían a pescar a partir de los siete años y las niñas a moler maíz en el metate, a hilar algodón y a barrer la casa.

La disciplina era firme y muy severa contra la pereza. Los castigos podían ser con espinas de maguey o dándoles a respirar humo de chiles asados.

Si entendemos “educación” en sentido amplio y no meramente formal ésta se prolongaba en la edad adulta y respecto de muy diversas cuestiones. Pero un niño marca con la caída de sus dientes un primer pasaje a la condición de un cuerpo adulto, aunque aún no se le considere como tal. Sahagún relata que los mexicas dejaban los dientes de leche de los niños a los ratones para que el nuevo diente pudiera nacer.64 Al ratón el diente como al ahuizote las uñas, en ambos casos con el fin de que un nuevo tejido renazca.

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2. Para una mejor precisión sobre lo que se entidned por producciones míticas mesoamericanas, véase A. López Austin, Los mitos del Tlacuache, México, UNAM, 1998, pp. 34-37.

3. López Austin, Tamoanchan, Tlalocan, México, FCE, 1994, p. 14.

4. Historia de México, p. 105 citado por López Austin. op. cit. p. 18.

5. López Austin, Tamoanchan… op.cit. p. 19.

6. Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl, cuyos nombres quieren decir señor y señora del sustento, son sus padres. Ellos tuvieron cuatro hijos todos llamados Tezcatlipoca: Tlatlauhquí Tezcatlipoca, o Tezcatlipoca rojo también conocido como Xipe Tótec, Yayauhqui Tezcatlipoca o Tezcatlípoca negro, Quetzalcóatl, y Huitzilopochtli identificado por Caso como Tezcatlipoca azul Doris Heyden “El espejo de Tezcatlipoca”, en XVII Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología, Chiapas, Junio, 198 1, p. 605. La fusión entre hombres y dioses, pero es un hecho mítico frecuente.

7. Johana Broda, “La matriz de la tierra”, en Arqueoastronomía y Etnoastronomía en Mesoamérica, México, UNAM, 1991, p.502.

8. Ma. Elena Aramoni, Complejos Conceptuales indígenas alrededor del espacio sagrado del Tlalocan,México, UNAM; Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Investigaciones Antropológicas, tesis doctoral , 1998, p. 15.

9. Santiago Segura Munguía, Diccionario etimológico latino-español, Madrid, 1985.

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11. Códice Mendocino, Manuscrito mexicano del siglo XVII, Biblioteca Bodleiana de Oxford, Editado por lgnacio Echchuegaray. México San Angel ediciones. 1979. Lam. XLIX. f47 recto.

12. Noemi Quezada «Creencias tradicionales sobre embarazo y parto», Anales de Antropología, México,UNAM, 1977, Vol. XIV pp.309-3 10.

13. Fray Bernardino de Sahagún, Historia General de las cosas de la Nueva Españia, México, Porrúa, 1975, L.VI, Cap.XXV,10, p.393. En los funerales se ponía a los difuntos una piedra que simbolizaba el corazón.

14. Leonardo López Luján, «Llover a cántaros: El culto a los dioses de la lluvia y el pincipio de disyunción en la tradición religiosa mesoamericana» en Pensar América, comp. A Garrido Aranda, Obra social y cultural Cajasur, Ayuntamiento de Montilla, Córdoba, España, 1997 p.94.

15. Sahagún, op. cit. L.VI, Cap.XXXV, 2, p.392.

16. El falo en Lacan no es sinónimo de pene, aunque las cualidades del pene, de erección y detumesencia, se prestan para representar una potencia que se erige y desfallece. El falo es el significante de un objeto altamente valorado que puede eventualmente faltar. Véase J. Lacan “La significación del falo” en Escritos 2, México, 1988, pp. 665-6675.

17. Heyden, “El espejo de … op.cit.”, p. 607.

18. Fray Diego, Durán, Historia de las Indias de Nueva España, Tomo II, México, Conaculta, 1995, 2 vols. op.cit. Tomo I, Cap. XXX, p. 296.

19. Sahagún, op. cit. L.VI, I, Cap. I, 9,11,17, p.300.

20. Citado por Luis Vargas y Eduardo Matos “Embarazo y parto prehispánicos” Anales de Antropología,México, UNAM, IIH, Vol. X 1993 p. 309.

21. López Austin, Cuerpo… op. cit. p. 336-37

22. La luna tiene “conejidad”. Diversos pueblos creen ver en una de sus manchas un conejo. El labio leporino es identificado morfológicamente con el hocico del conejo y significado como un efecto lunar. Comunicación de Alfredo López Austin en el marco de su seminario, México, UNAM, I.I.A. 2000.

23. Noemí Quezada, “Creencias sobre parte y embarazo”, anales de Antropología, vol. XIV, México, UNAM, 1977

24. Elizabeth Baquedano, “Guerra y Tierra” en Pensar América comp. A. Garrido Aranda, Obra social y cultural Cajasur, Ayuntamiento de Montilla, Córdoba, España, 1997, p. 168.

25. Sahagún, op. cit. Libro VI, Cap. XXXIII,4, p. 387.

26. ibidem,. L.II, Cap.XXI,34, p. 103.

27. Animal mitológico asociado a la fertilidad. Tiene la propiedad química de abrir las vías corporales, en este caso uterinas.

28. Quezada, op. cit. pag. 318.

29. Todos los mozuelos del barrio gritaban el nombre del niño recién nacido y le decían «…vete hacia el campo de las batallas, ponte en el medio donde se hacen las guerras! … tu oficio es regocijar al sol y a la tierra y darlos de comer y de beber, ya eres de la suerte de los soldados que son águilas y tigres…», Sahagún, op. cit. L.VI, Cap.XXXVII,18, p. 400.

30. Jacques Soustelle, La vida cotidiana de los aztecas en vísperas de la conquista, México, FCE, 1970, p.167-168.

31. Mircea Elíade, “Observaciones metodológicas sobre el estudio del siinbolismo religioso” en Medotología de la historia de las religiones, Paidós, Buenos Aires, 1967, p. 125.

32. Sahagún, op. cit. L.VI, Cap. XXXVII, 17 p. 400.

33. ibidem, L. VI, Cap. XXXIV, 2, p.389.

34. ibidem, L. VI, Cap. XXV, 26, p.396.

35. López Austin, Cuerpo… op. cit. pag. 286-287.

36. Sahagún, op. cit., L. VI, Cap. XXXIV,14,15, pp. 390,391.

37. ibid, L.VI, Cap. XXXV, 2, p. 392.

38. Esta creencia es compartida por el Cristianismo en el culto que se rinde a las reliquias de santos que incluso se extienden a su ropa o a los objetos con los que más contacto tuvo.

39. Gonzalo Aguirre Beltrán, Medicina y magia, México, Instituto Nacional Indigenista, 1963, p. 174.

40. Sahagún, op. cit. L.VI, Cap.XXXV,32, p. 397.

41. Quezada, op. cit., p. 321.

42. López Austin, Cuerpo… op. cit. p. 337, se apoya en Motolinía, pero la cifra parece exagerada.

43. Quezada, “Creencias…” p. 321, la autora cita a Nicolás León, La obstetricia en México, Tipog. de Vda. de F. Díaz de León , 1910, p. 33.

44. López Austin, Tamoanchan… op. cit. p. 218.

45. López Austin, Cuerpo … op. cit., p. 230.

46. lbidem.

47. Sahagún, op. cit. Libro VI, Cap. XXXV.2 p.392.

48. Yolótl González, Las aventuras del alma, México, Cuademos del Museo Nacional de Antropología, SEP, INAH, s/fecha, p. 5.

49. Marcos Matlas, Rituales agrícolas y otras costumbres guerrerenses, (Siglos XVI-XX) México, Ciesas, 1994,p.154.

50. Calixta Guiteras, Los peligros del alma, México, FCE , 1965, p.240.

51. López Austin, Cuerpo … op. cit. p.252. Véase Aguirre Beltrán Cuijla, Op. cit., p. 177.

52. Ibidem, p. 176.

53. Ibidem, p. 178.

54. Matías op. cit. p. 131.

55. Aguirre Beltrán, op. cit. p. 183.

56. Ibidem p. 182.

57. Doña Emilia Vda. de Sánchez, informante de Malinaleo, Mex.

58. En otros lugares se cree que los niños tienen sombra débil o espíritu delicado, y los ancianos a la inversa, pues son los que poseen mayor tonalli. Madsen, citado por Alfredo López Austin en Cuerpo… p. 298.

59. Referido por una madre del Barrio de San Juan en Malinalco.

60. Esta constatación coincide con una observación etnográfica de Laurencia Alvarez “Un caso de pérdida de la sombra” en América Indígena, México Instituto Indigenista Interamericano, 1977. El espanto puede causar la muerte si no se cura.

61. Ramírez Torres, op.cit., p.47. Para un análisis de las distintas enfermedades entre los otomíes y su clasificación véase también el mismo artículo.

62. Dr. Peralta, médico del Barrio de San Juan.

63. Se creía que los dioses viajaban en espiral, o en fortna zigzagueante de donde viene entre muchos otros atributos, la deificación de la serpiente. Esta creencia tiene su base en los fenómenos naturales como el remolino de agua o el tornado.

64. Sahagún, Historia… op.cit. (apéndice del quinto libro) p.285.

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